"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
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La EPE es una escuela de Colombia que traspasa los muros. Allí los estudiantes cuentan con la autonomía para resolver sus dificultades y los manuales de convivencia no se encuentran en el papel sino se elaboran desde las relaciones cotidianas. La activista de REEVO Laura Córdoba, estudiante de psicología y pedagogía, visitó este espacio que trabaja desde la investigación colectiva en diversos proyectos.

Nuestra primera impresión al llegar a la Escuela Pedagógica Experimental fue extrañeza. Estando adentro parecía un espacio que se extiende infinitamente, sin límites, sin muros. Nadie abrió una puerta, nadie nos preguntó a qué lugar íbamos. Sin darnos cuenta nos hayamos entre chicas y chicos que estaban jugando en un espacio abierto, despejado y familiar.

“ESTAR AQUÍ ES COMO ESTAR EN UNA UTOPÍA”

Seguimos caminando sin que nadie nos notara aún, y finalmente encontramos a Dino Segura, el director de la escuela. Con él conversamos brevemente, y luego nos propuso hablar y recorrer la escuela con dos estudiantes para conocer también su experiencia.

María y Rosita, dos estudiantes de último año, se ofrecieron a conversar con mi prima y yo. Nos mostraron el bosque, las aulas, el mariposario, la cafetería y nos contaron sobre el proyecto de economía azul de la escuela, entre varias otras cosas. Compartir con ellas fue una experiencia increíble, lo que nos contaban sobre su escuela era radicalmente diferente a lo que nosotras habíamos experimentado en la nuestra. El ambiente que narraba María parecía fácilmente la descripción de su hogar.

En esta escuela sin muros hay un horario de clases establecido, pero nadie es obligado a entrar al aula, es una decisión que los estudiantes toman autónomamente. No hay manual de convivencia, ni reglamentos. Las normas las construyen entre todos, Tampoco hay exámenes, se trabaja por proyectos y se cuenta con materias de libre elección. Cuando le preguntamos a María sobre su experiencia en la escuela, esto nos respondió:

“En general, es perfecto, pero uno siempre está chocando con la realidad. La EPE es una burbuja, es como estar dentro de un útero, ahora que estamos más afuera que adentro, chocamos con la realidad todo el tiempo. Estar aquí es como estar en una utopía”.

Rosita nos contó sobre el contraste de su experiencia en la EPE con respecto a otras escuelas, es evidente que a pesar de que ven las mismas materias, la forma en que viven el proceso no es la misma: “cuando llegó el momento de ver álgebra, recuerdo que unas amigas estaban muy angustiadas, asustadas y presionadas, yo en cambio no me sentía de esa manera”. “En la mayoría de colegios si eres bueno en matemáticas, física o química eres el mejor, pero si eres bueno en algún arte eres un tonto… Aquí te dejan ser bueno en lo que tú quieras ser. Somos como una familia, aquí a muchos cursos que integran a todo el colegio, si alguien tiene un problema se intenta resolver en el colegio y entre todos, aunque claro, no es todo perfecto… no faltan las dificultades”, agregó María.

María y Rosita nos contaron además la gran satisfacción que sienten por el hecho de que se deposite en cada quien la confianza de permanecer en la escuela a pesar de no tener muros, rejas o vigilantes, y la relevancia que eso ha tenido en su vida. Nos comentaron que ese voto de confianza en que sabrán hacer lo que es mejor para ellas, sin que les den órdenes o les pongan reglas, las ha enriquecido y las ha ayudado a confiar en ellas mismas.

Conversando un poco más con Dino, pudimos entender y sentir el espíritu de la escuela:

“El proyecto lleva 37 años y sin embargo cada día es un nuevo renacer. Esto no es solo una manera de hablar, es una realidad, es decir, la escuela que tenemos este año es de características completamente distintas a la del año pasado y antepasado. Si nosotros comparamos la escuela que teníamos hace 5 años, tenemos una serie de proyectos que no teníamos en ese entonces, una forma de organización interna que no teníamos en ese entonces. Estos proyectos y esta manera de organizar la escuela van surgiendo espontáneamente y desde una perspectiva nuestra muy bien definida, y es que nosotros lo que debemos hacer es dejar que las cosas se den y no obligar a que las cosas sean como nosotros queremos que sean, nosotros queremos que vayan surgiendo las cosas de las interacciones. Nos enriquecemos de otras experiencias, y queremos estar cercanos a otras experiencias, pero también nos enriquecemos de planteamientos teóricos e investigadores. La mayoría de las fuentes que tiene la escuela para enriquecerse no son pedagogos, sino que son personas que vienen de otros campos. La actividad prototipo de la escuela es el proyecto, nosotros trabajamos por proyectos, ahora debemos tener en total unos 30. Por una parte tenemos proyectos que están organizados para niños de diferentes edades, se llaman proyectos heterogéneos. De este tipo de proyectos debe haber unos 5 en escuela primaria, unos dos en grado 5° y 6° y unos 6 en grados 7° y 8°, además de los 12 proyectos de economía azul, que están en los últimos tres grados. Pero aparte de eso hay proyectos que organizan los maestros en las aulas”.

La EPE cuenta con una forma de organización de las clases por proyectos. Esto responde a organizar las cosas en torno a problemas que sean vivenciados por los niños como verdaderos problemas, como problemas sucedidos en su entorno y su realidad, y son las diferentes disciplinas las que entran a contribuir en la resolución de problemas dentro del proyecto.

“AQUÍ TE DEJAN SER BUENO EN LO QUE TÚ QUIERAS SER. SOMOS COMO UNA FAMILIA”

A su vez, Dino recalcó la importancia del papel de los padres de familia en la escuela. A menudo los padres acuden a la escuela para que se les diga que es lo que el niño debe hacer, o que es lo que el niño va a responder. A este llamado Dino explica que : “nosotros no damos seguridades porque no tenemos currículo, lo que tenemos son proyectos. El currículo es una prescripción de lo que el niño DEBE aprender, lo que DEBE hacer en la en la escuela, nosotros no lo tenemos y los padres siempre quieren seguridades, quieren que les digan el futuro del niño, qué va a estudiar y eso no lo podemos decir. Gracias a los padres que han confiado en nosotros tenemos cerca de 400 niños este año”.

El camino de regreso fue tranquilo y silencioso, ninguna de las dos pronuncio palabra sino hasta el momento de la despedida. Mi prima y yo pensábamos muy profundamente en la experiencia que acabamos de conocer.

Siempre he pensando que un cambio real, profundo y significativo en la escuela es casi imposible. Conocer la EPE me hizo dudar sobre esa creencia mía tan arraigada. Quizás el cambio que yo deseo en las escuelas no llegue a suceder, pero sin duda hay quienes están trabajando arduamente para que la experiencia de las niñas y niños en la escuela sea más dichosa, significativa y humana.