"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

GRACIAS, QUERIDO MAESTRO

conciencia

Cuántos de nosotros no recordamos con emoción a aquella maestra o aquel maestro que en nuestra infancia nos llevó de la mano por parajes desconocidos de ensueño y fantasía, abriéndonos la mente y el corazón; que nos transportó a un mundo de aventuras haciéndonos soñar y despertar la imaginación. Aunque desafortunadamente, también podremos recordar a esa maestra o maestro desacertados que dejaron cicatrices de incomprensión o humillación en nuestra memoria y en nuestros sentimientos.

Es innegable la relevancia y la trascendencia de la labor del docente, por ello, hay que señalar las condiciones y cualidades que debe poseer para el ejercicio de su diaria labor. A continuación, y con el propósito de aportar a la reflexión, hemos elegido plantearles sólo algunos de los tantos aspectos que deben ser tenidos en cuenta en el desempeño de su trabajo, especialmente los educadores de la infancia y la juventud.

* Vocación: El maestro es una persona que nació para la amistad, no para el dominio, es alguien que siente que el amor debe gobernar. Debe dejar de lado la pretensión de ser el protagonista del aprendizaje para ser el guía y compañero. Su materia de trabajo es lo más sensible del mundo: los niños, merecedores de todo el esfuerzo necesario. Si un maestro tiene vocación, su profesión le entusiasmará y se entregará al máximo, de ese modo no tendrá que hacer grandes esfuerzos para ser paciente, porque estará cumpliendo una función que le llena.

* Ejemplo: Los niños se desarrollan según la forma en que son tratados, la manera en que les hablamos y, especialmente, según los ejemplos que les damos. Por lo tanto, el educador debe ser un modelo de actuación para los niños; debe ser coherente entre lo que dice y hace dentro y fuera del ámbito escolar. Es un modelo a seguir para cada uno de los niños mediante su actitud hacia ellos, pues cada palabra, cada acción, cada gesto y movimiento están siendo observados en forma constante por sus alumnos. El maestro tiene que entender que todos los días y de muchas maneras (verbal y no verbal) sus valores y actitudes se transmiten al niño. La forma en que el maestro les habla, lo que les dice y cómo se comporta, afecta a sus alumnos. Estos lo admiran y por ese motivo tratarán de imitar su manera de ser, es su referente. La función de los educadores es proporcionar a la generación más joven un ejemplo del próximo escalón al que ellos deben aspirar, paso a paso.

* Formación humana: los maestros no hacen un trabajo rutinario que puedan desarrollar fríamente, sin humanidad y sin pasión; ni siquiera basta con que ellos sientan entusiasmo por dentro, porque es algo que tienen que transmitir. Así, los alumnos se dan cuenta en todo momento de que se les está tomando en serio. Cuando cada maestro desarrolla su programa y establece relaciones con los niños, ocurre una integración consciente e inconsciente de todo cuanto conoce y sabe, desarrollándose así un estilo personal de enseñanza. Los niños necesitan sentirse seguros, necesitan saber que el maestro es alguien que se preocupa por ellos, que los escucha, los apoya y alienta; debe tener una visión muy amplia, de largo alcance y con cimientos muy fuertes. Debe saber hacia dónde conducir al alumno y definir qué tipo de estudiante desea ver al final del proceso después de muchos años de trabajar con ellos.

Un maestro no es una persona que aterroriza, intimida o infunde temor, lo cual haría que los niños se sintieran impotentes. Por el contrario, debe ser alguien a quien los niños respetan y al mismo tiempo desean acercarse.

El maestro es el que enseña cómo vivir, cómo sobrevivir, cómo entender la imagen del mundo, es el que esculpe al ser humano.

* Ambiente de aprendizaje: los maestros deben crear en el aula una atmósfera amigable, ya que los niños y ellos tienen que pasar muchas horas juntos allí. Eso hará de éste lugar un espacio de interacción donde el aprender sea posible para todos, les invite a investigar, a conocer, a construir su aprendizaje, y no sólo a seguir lo que el profesor hace o dice. La imagen que los alumnos deben ver en el maestro es la de un amigo adulto.

Debe estimular y aceptar la autonomía y la iniciativa de los estudiantes, tiene que ser flexible en el diseño de la clase, de esta manera permite que los intereses y las respuestas de los alumnos orienten el rumbo de las sesiones.

Si el maestro les da las respuestas a sus alumnos, ellos ya no las buscarán y se perderán de ir construyendo su propio conocimiento, si se los damos ya hecho, les estamos poniendo en el último escalón de un proceso de pensamiento que sólo ellos deben ascender.

El docente debe estimular el diálogo entre los estudiantes, que es la base del aprendizaje colaborativo.

El maestro debe buscar alternativas que respondan a las necesidades generales del grupo y de cada niño en particular, es muy importante respetar el ritmo de cada alumno, debe darles tiempo suficiente a todos para que se interesen en lo que hacen, es decir, no apresurarlos, ni presionarlos. Hay alumnos que no pueden responder de manera inmediata, y si no los esperamos, pasarán a ser sólo observadores puesto que no se les dará el tiempo de buscar la solución. El maestro debe ponerse en su nivel y saber lo que les sucede a ellos en su interior; nunca debe dar nada por perdido.

Si en cada clase tuya tratas de renovarte,

si sabes utilizar un método sin convertirlo en esclavo,

si tus castigos son fruto de amor y no de venganza,

si sabes estudiar lo que creías saber,

si sabes enseñar y aún más: aprender,

si sabes enseñar y aún más: educar,

si tus alumnos anhelan parecerse a ti……

Entonces tú eres maestro.


GRABIELA MISTRAL (CHILE).