CARTA A UN FUTURO MAESTRO
Un artículo de Elvira Fernández Pena, docente de Educación Primaria y Educación Musical.
Para ti.
Para ti, que estás acabando tu primer año en magisterio; para ti, que jugabas de pequeña con tu hermana a las profes; para ti, que sabías que querías ser maestro desde siempre; para ti, que piensas y anhelas un futuro lleno de tizas,... Para ti, va esta carta del mismo modo en que me hubiese gustado que me la entregaran en su día.
Querido futuro maestro...
Te escribo hoy, en el día de las Letras galegas, ese día tan especial en mi tierra; supongo que porque me recuerda a cuando era niña y como tú, quería ser profesora. Mientras otras niñas soñaban con ser cantantes o bailarinas, yo miraba a mi profesora Doña Fita, con la admiración de quien ve ante sí la perfección hecha persona. Se podría decir que siempre hay un momento. Ese momento en el cual te dices a ti mismo: quiero ser maestro, quiero ser profesora.
Si de aquella supiera lo que sé hoy, probablemente repetiría, aunque seguro que mi mirada ya no sería tan inocente. Porque verás, lo primero que tengo que decirte es que ser maestro no es como te lo cuentan en las películas, no es como te lo imaginas.
Trabajarás duro, más de lo que te puedas imaginar. Al principio ni siquiera lo notarás y te preguntarás a ti mismo: ¿me van a pagar por hacer esto? Porque no te lo vas a creer. No te vas a creer que puedas tener tanta suerte como para cobrar por cumplir con una de las funciones más bellas y más especiales de nuestra sociedad. Sin embargo, como todos, cumplirás años y la frescura de los primeros cursos de docencia se irá apagando en partes, sumada a la progresiva aceptación de responsabilidades en tu vida. Por eso, lo primero que te pido es, por favor, no juzgues con actitud relajada cuando veas a un compañero que no se entrega como tú. La docencia es una carrera de fondo y hay muchas piedras en el camino que te quitarán energías. Ser maestro es agotador y te dejarás la piel en el colegio o en el instituto, pero no eres mejor por ser joven o por tener a mano las últimas vanguardias educativas. Antes que tú, muchos hicieron historia y merecen un respeto.
Hablando de respeto, no pretendas que te lo guarden. En algunas ocasiones tu alumnado no te lo tendrá, al igual que sus padres y sus madres. En general, la sociedad no te va guardar el mayor de sus respetos a pesar de tu labor, así que vete acostumbrándose a las críticas. Serás juzgado una y otra vez por tu trabajo. Y es más, también serás juzgado por tu imagen, por tus actitudes, por tu manera de relacionarte con los demás, etc. En cuanto pongas el pie en tu primer destino hablarán de ti y no siempre será bueno lo que digan. Ten en cuenta que es imposible agradar a todo el mundo, así que no te esfuerces en ello. Recuerda que te espera un camino largo. Ahorra energías.
Vivimos momentos delicados en educación y tu fortaleza marcará la diferencia. Verás, aunque lo leas o lo veas en los medios de comunicación, o en las redes; la realidad es muy distinta a cómo la explican periodistas y expertos. Te hablan de recortes en recursos humanos como si esto supusiera únicamente que miles de interinos se queden sin trabajo (que ya es mucho), o que en los centros educativos cada día existan menos docentes que se quedan con un horario más exigente y menos productivo; pero lo cierto es que la auténtica lectura no es esta. Que no te engañen. La verdad detrás de los recortes es un propósito de analfabetización cultural de las masas. Y digo masas, de aquellos a los que llamarás alumnos. Ten siempre en cuenta que a los políticos poco o nada les importan o importarán tus alumnos, para ellos son una masa que desean dócil y sumisa, un futuro de trabajadores a su servicio. Piezas de ajedrez. De hecho en la actualidad, estamos presenciando una de las sangrías más devastadoras en educación, encaminada a la pérdida cultural de una generación. Esa generación por la que te esforzarás día a día, entregando lo mejor de ti, es una generación que se enfrenta a una tasa del 25% de paro. Porque esta situación de crisis económico financiera no es pasajera. Todavía le quedan muchos años y tú serás, como tantos, el profesor que eduque para el paro. Trabajarás, en un horario laboral, cada vez más endurecido y con el apoyo de la sociedad de tu país te quedarás sin tantas vacaciones (esas que, créeme que vas a necesitar; esas que, créeme que siempre van a ser envidiadas). A cada año que pase tendrás menos recursos. Tú no vives en Finlandia, aquí en educación se invierte poco o nada. Así que, ante esta situación poco ventajosa te pido un segundo favor, no lleves nunca encima la losa del fracaso escolar. No es tu culpa. Te lo digo con toda franqueza porque sé que te vas a dejar la piel en este trabajo. No cargues y no dejes que te coloquen una responsabilidad que no es tuya. Bastante harás con lo poco que tengas y con un corazón lleno de ilusión por la enseñanza. Esa losa es de otros, justamente de los mismos que recortan. Házselo saber a todos los que te rodean, a tus amigos, familiares, vecinos y allegados. No tienes la culpa de las cifras de un análisis de la OCDE. Tú no.
Vamos ahora con el aula. Cuando entres en ella por primera vez te encontrarás con una realidad que no es más que un reflejo más acotado de nuestra sociedad actual. 25 en el aula (o 26, o 27) si te decides por Educación Infantil o Primaria y 30 - 35 (o a saber) si lo haces por la Educación Secundaria. 25, por poner una cifra que resuma; donde convivirán durante un curso el que tiene TDAH, la asperger, el inmigrante de nueva incorporación, el que no tiene recursos económicos, con la que vas a iniciar un protocolo por absentismo, el hostigador con problemas de conducta, dos o tres que pasan inadvertidos, una que es líder nata, tres o más con problemas de autoestima,... Ten paciencia. Sé que así visto parece un imposible. ¿Cómo atender a esta diversidad desde la atención individualizada? ¿Cómo darle a cada uno lo que necesita? Con paciencia, de verdad que se puede. Con dosis iguales de paciencia y esfuerzo lograrás lo que te propongas. Por este motivo, te doy un consejo, si me lo permites. El que a mí no me dieron. Trata de equilibrar las horas de trabajo con tus horas de ocio y descanso. No trabajes más horas de las que dedicas a tu tiempo libre, porque a la larga no podrás con todo. Trabajar más de la cuenta hace que te sientas agotado y que la poca paciencia que te quede después de atender a los 25 se evapore. Merecerás un tiempo de ocio de calidad y lo necesitarás por tu salud y por que te hará mejor docente. Más animado, con más ganas, más profesional y menos estresado.
Entrarás a trabajar en el mundo de la educación en un momento realmente mágico. ¿Te imaginas qué hubiesen hecho María Montessori o Piaget si hubiesen tenido Internet? Tú podrás innovar en educación, porque tendrás toda la información a tu alcance. Sé crítico y analiza todo al detalle. Si no eres amigo de las nuevas tecnologías, vete empezando desde ya a manejarte con ellas. El futuro tiene un modelo educativo que está más fundamentado en analizar la información que en transmitirla, porque todo lo que tú sabes ya está en la red. Pero la red no sabe de didáctica. Te necesitan como mediador, como gestor de contenidos. Así que estudia todo lo que puedas y haz un hueco en tu valioso tiempo para entrenarte en las TIC.
A pesar de esto te digo que las corrientes pedagógicas son pasajeras. Aunque hay clásicos de los que no se puede prescindir, siempre surgirán nuevos retos en educación. No te cierres a ninguno, no seas escéptico y permítete cambiar. El maestro que no se actualiza se acomoda y pierde en su práctica docente. Nunca digas eso de "aquí siempre se hizo así" o "eso ya lo hacía yo hace diez años". Vive el presente y disfruta de cómo nuestra sociedad va dando pasos con tu bastón.
No me puedo despedir de ti, sin decirte que no todo es negativo. Vivirás momentos mágicos. Cuando te digan lo bien que se lo han pasado en tu clase de matemáticas, cuando veas un avance en ese alumno que tanto le cuesta, cuando los despidas al pasar de etapa con lágrimas en los ojos, cuando te traigan flores, cuando cantéis esa canción que aprendisteis en el aula de música, cuando te llamen mamá, cuando te den el dibujo. Ese dibujo hecho con el corazón, que dice más de cómo te ven, que de cómo eres en realidad.
Te lo vas a pasar en grande.
Por eso compensará el sacrificio de trabajo que tienes por delante. Porque a partir de que empieces a trabajar como profesor, te vas a enamorar de este oficio. De repente, ningún otro trabajo te parecerá tan importante porque el tuyo será la madre de todos los empleos, de todos los puestos y secciones, de toda la sociedad. Pero no te dejes abrumar por la responsabilidad. No veas al futuro con miedo y enfréntate a tu meta con alegría. La alegría de ver cómo crecen, cómo ganan en autonomía, cómo te superan, cómo se superan, cómo aprenden.
Lo vas a hacer genial.
Y quizás, algún día me digas. Yo leí tu carta y tuve más ganas de ser maestro.
¡Un abrazo, compañerx!
Nos vemos en las aulas.