"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

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Conciencia de más allá de este tiempo

«NO SÉ LO QUE ES DECIRLE A UN NIÑO 'ABRE EL LIBRO POR LA PÁGINA 62'»

Basilio Granados, director del colegio Luisa de Marillac (Granada). Con vocación de arquitecto, la vida le llevó a la enseñanza y a su pasión por trabajar en colegios de zonas con riesgo de exclusión.

Basilio Granados (Melilla, 1961) repite una y otra vez que su verdadera vocación es la arquitectura y que llegó a la educación casi de rebote, pero la realidad es muy tozuda y su historial deja poco lugar a la duda: es un maestro de los pies a la cabeza, uno de esos profesionales a los que se adjetiva como 'de raza' para subrayar el estrecho vínculo entre la persona y el oficio.

Basilio es el director del colegio Luisa de Marillac, un centro educativo enclavado en la calle Molino Nuevo, una zona con elevado riesgo de exclusión social -por no emplear términos menos políticamente correctos- donde el colegio representa para el barrio mucho más que el lugar donde los niños pasan sin más cada mañana.

El Luisa de Marillac enseña a leer a sus alumnos, pelea porque tengan una alimentación sana y procura la integración de las familias, muchas veces desestructuradas. En otras palabras, su labor va mucho más allá de la que nominalmente se espera de un colegio. Y al frente, Basilio, un hombre afable, de modales exquisitos, sonrisa permanente y frase apasionada.

«Por entonces no se podía estudiar Arquitectura en Granada y mi familia no tenía medios para mandarme a Sevilla, así que me matriculé en Aparejadores. Duré un año. No me gustó, así que empecé a estudiar Magisterio porque lo veía fácil y me pillaba cerca, aunque tampoco me aportó nada. Fue como un COU largo», explica Basilio, que recibe al periodista en su despacho, una habitación austera pero acogedora situada a la entrada del colegio.

Basilio descubrió que más allá de los métodos de enseñanza tradicionales existía otra manera de educar, «moderna y abierta». «Había un camino científico que quería explorar y me di cuenta de que, más allá de la vocación, había que formarse mucho y avanzar en ese camino», añade.

Probó dos veces con las oposiciones pero no las aprobó. Lo llamaron para una sustitución en un colegio concertado de la Chana y por ahí metió la cabeza al mundo de la enseñanza. Su siguiente destino lo marcó. Pasó un año en un colegio de Motril, en el barrio de San Antonio, uno de los más deprimidos de la capital costera. Allí conoció nuevas realidades -«en Ceuta, donde me crié, no había gitanos»- y se consolidó su pasión por la educación como un concepto global que va mucho más allá de los manuales. «No sé lo que es decirle a un niño 'abre el libro por la página 62'», advierte.

La experiencia de Motril resultó, a la postre, determinante. «Me marcó y me gustó mucho trabajar con una población difícil con la que había mucho que hacer», detalla. Y no olvida aquel primer día de clase en Motril. «Había unos 15 niños de entre 7 y 10 años. No estaba nervioso porque me sentía preparado y confiaba en mi forma de ver la vida. Apartamos las sillas, formamos un círculo y hablamos, nos contamos cosas unos a otros, como en una asamblea», rememora Basilio, que mantiene esa costumbre de dedicar los primeros minutos de cada día en el aula a charlar de un modo distendido con sus alumnos. «Creo que los impresionados fueron ellos», añade.

«Hay días muy difíciles»

El director del Luisa de Marillac asume que en su colegio hay días «muy difíciles», en los que los problemas del entorno «entran en las clases». A veces, los niños «saben más que tú», admite, y en más de una ocasión «se me iban de las manos», algo que el oficio y la experiencia hacen que ocurra cada vez menos.

Basilio nunca se ha arrepentido de trabajar en un colegio así y ya lleva 27 años en este centro. «Te aporta mucho, te forja, forma parte de ti, se genera una simbiosis con los niños, sus familias y el entorno que te cuesta mucho pensar en ir a otro colegio», reflexiona, un punto de vista que seguramente comparten los trece docentes que comparten las tareas formativas con el director. El director del Luisa de Marillac toca el bajo y canta en un grupo, además de matar el gusanillo de la arquitectura dibujando planos a escala. Insiste en que no tiene vocación de maestros, pero como cantaba Rubén Blades: «Si naciste pa martillo, del cielo te caen los clavos».

Aquel rumano que aprendió a leer

Cuando Basilio ha de citar un chaval de su colegio del que se siente orgulloso, no relata el típico caso de alumno que llega a la Universidad. Su ejemplo es más sencillo: «Un niño rumano, que llegó con 10 años y aprendió a leer en año y medio sin cartilla ni manuales. Hoy está en 2º de ESO, aunque apenas puede ir a clase porque ayuda a su padre con la chatarra».
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"UN PROFESOR DEL SIGLO XXI NO PUEDE DAR CLASES COMO UNO DEL SIGLO XIX

Entrevista de Francisco J. Jiménez al profesor José Antonio Lucero.

José Antonio Lucero, profesor de Ciencias Sociales en 2º de ESO, innova en la educación con el método de la clase invertida, en el que los alumnos reciben la clase por Youtube y hacen la tarea en clase.

"Los resultados son muy buenos y lo único que he hecho es entender las necesidades del curso y solucionarlas con herramientas cercanas a los alumnos", explica.


No va de John Keating ni quiere ser considerado un profesor rebelde. José Antonio Lucero (27 años) es, simplemente, un profesor que intenta sacar lo mejor de sus alumnos y alumnas usando las herramientas que más les llegan. Su secreto, el método de la clase invertida, que rompe con el sistema tradicional de dar clase. Pero detrás de esa innovación hay una vocación formativa y literaria en una misma persona. En el Colegio de las Salesianas de Rota (Cádiz) ya están notando el cambio. Y es para mejor.

¿Se le puede catalogar como un profesor que se sale de lo habitual?

Intento salirme porque es la obligación de un profesor joven de hoy en día. Creo que un profesor del siglo XXI no puede dar clases como uno del siglo XIX.

Se ha dado a conocer por el uso de la clase invertida. ¿En qué consiste?

Es un método que he llevado a cabo en la asignatura de Ciencias Sociales en 2º de ESO. Este verano, cuando estaba planificando las clases, descubrí un libro que se llama Dale la vuelta a tu clase (Jonathan Bergmann y Aaron Sams)y hablaba de la clase invertida. En una clase tradicional la explicación se da en el aula y en la clase invertida el niño la da en la casa a través de Youtube o de Podcasts. Lo que hacemos en la clase es la tarea, por lo que se invierte lo habitual. En la clase hacemos rutinas de pensamientos interesantes, ejercicios o teatro. De este modo, el tiempo que le dedicas al niño sabes que está aprendiendo. En una clase convencional, cuando estás dando un tema, no sabes si el niño está atendiendo o en las musarañas. Esto invierte el papel del profesor, ya que en una clase normal es difusor de conocimientos y ahora eres un guía y el niño es el protagonista del aprendizaje. Es un método que parece sencillo, pero es una pequeña revolución en sí y me está repercutiendo muy positivamente con los niños.

¿Está bien vista la innovación en la enseñanza, sobre todo si parte de un modo individual?

Yo pedí permiso al director de mi colegio, que me dio autonomía para que innovara. Desde las administraciones nos están exprimiendo mucho para que hagamos esto. Ahora mismo hay un problema con los chavales de secundaria, y es que son alumnos del siglo XXI y a muchos profesores les cuesta entenderlo. Hay una brecha generacional muy grande entre los docentes y los chavales. No se trata de innovar por innovar porque sería un error, sino entender las necesidades de tu curso y ver cómo puedes solucionarlo con herramientas como Youtube, en mi caso.

¿Qué conclusiones saca después de haberse lanzado con el experimento?

Yo me lancé a la aventura y me fue bien, pero me podría haber salido mal. Las conclusiones de este trimestre han sido muy positivas con respecto a años anteriores. He notado que los alumnos han aprendido más y mejor, han asimilado mejor los conocimientos, se han divertido mucho más. Están más motivados. Mis vídeos empiezan siempre con un gag y eso siempre lo esperan con ganas y les lleva a abrir el vídeo y tomar apuntes. Eso tiene beneficios grandes porque cuando el niño no entiende algo lo rebobina y lo escucha de nuevo, algo que no es fácil en la clase. También pasa que los niños repasan junto a sus padres viendo el vídeo y eso me encanta porque los está implicando también y ven lo que sus hijos están haciendo.

Viendo el resultado, ¿se plantea usarlo en otras asignaturas?

Los que inventaron ese sistema, dos profesores estadounidenses, son de física y de matemáticas, por lo que se puede extrapolar sin ningún problema. De todas formas, creo que la revolución hay que hacerla poco a poco y ya el año que viene lo veremos en otra asignatura. Ahora voy sobre seguro.

Un profesor joven que habla el idioma de sus alumnos... ¿Le respetan como si fuera un docente convencional?

A veces tengo problemos con algunos alumnos porque me ven joven. Yo me divierto con ellos y a veces me ven como uno más y eso puede llevar al colegueo y hay que poner unos límites porque soy su profesor. No me gusta el profesor autoritario, pero la autoridad la tienes que tener. Hay que hacerlo, pero no con gritos, sino sabiendo ganarte el cariño de tus alumnos.

¿Y cómo es la relación de los padres con un profesor que se sale de lo habitual?

Soy tutor de 1º de ESO y con los padres me llevo genial, me ven como un hijo mayor. No puedo tener ninguna queja.

¿Qué repercusión está teniendo la experiencia en el círculo educativo?

Mucha más de la que me habría imaginado. Me llegan comentarios de gente que vuelve a estudiar gracias a mis vídeos y chavales que, por inicia propia, de otros colegios y de otros países buscan un vídeo mío. Un niño de Argentina me dijo que estaba esperando un vídeo mío para estudiar y eso no es más que el poder de las redes sociales y de internet de poder llegar a una cantidad de personas que no puedes esperar.

¿Qué opina sobre la necesidad de mandar tareas a casa? Es un debate que no cesa...

No soy partidario de mandar tarea en exceso, sino de racionalizarla. Hace más una buena tarea que haga pensar que algo mecánico. Ahora hay mucha polémica con esto y no soy partidario de quitarla porque tienes que preparar a los niños para un Bachillerato y si allí hay una exigencia y un método de siempre, no puedes romper con eso. Hay teorías que dicen que se puede evaluar sin exámenes, pero si después tienen que hacer una Selectividad no le puedes quitar eso completamente. Con la tarea pasa lo mismo porque debes hacer que el niño refuerce los conocimientos de algún modo y en casa tienen que hacer algo.

El uso de Internet por parte de los niños es un tema espinoso. ¿Cómo maneja esa relación tan complicada?

Me llegan padres muy preocupados con las redes sociales y una cosa está muy clara: nosotros no podemos luchar contra los tiempos, es imposible. Tenemos que dotar a los niños de herramientas para que le den un buen uso. Con la clase invertida han visto que en Youtube no sólo se ven vídeos de palabrotas o de bromas que ellos ven. Ahora ven que ahí también puede haber contenidos académicos con los que pueden aprender. En casi todos mis vídeos pongo enlaces para que los niños acudan a otros y aprendan que el conocimiento está ahí. El conocimiento está ya muy expandido, no sólo en papel. No podemos controlar lo que un niño escribe en un whatsapp en su casa, pero sí intentar que le den un buen uso en las redes sociales. Yo utilizo Instagram por ellos, porque la usan mucho. No me da miedo tener relaciones con los alumnos a través de las redes porque están ahí.

¿Y cómo aceptan los profesores más veteranos que llegue uno joven y proponga planes inhabituales?

En los colegios se mira bien la innovación porque es una necesidad. Hay que estar acordes con los alumnos que tenemos. No puede haber una brecha para que los niños tengan una motivación. Lo ideal es que el claustro esté unido y vaya en la misma dirección. Tiene que haber experiencia y juventud.

Tendrá que tener cuidado con no excederse en las redes sociales ahora que es un espejo para sus alumnos...

Por supuesto. Antes tenía una cuenta de Twitter de mi época de estudiante y ahora tengo otra y está claro que hay que moderarse. Tengo un Facebook privado y no lo comparto con alumnos. Hay que separar la vida privada de la pública porque un profesor es un personaje público que tiene detrás a un alumnado y unas familias.

¿Es cierto que los niños de ahora no son tan inquietos intelectualmente como los de otras épocas por las nuevas tecnologías?

No. Creo que no son inquietos del modo en que lo fueron otros niños en otros tiempos. Ellos ya no son inquietos por leer un libro. Les interesa la cultura, pero adaptada al medio donde ellos se mueven. Me hablan de vídeos que ven en Youtube y en Internet. El papel del profesor es conseguir que los niños aprendan a distinguir un buen contenido de uno malo. Hoy tienen más herramientas y muchos de ellos se interesan.

¿Son conscientes de cómo está el panorama laboral? ¿Hay algún modo de prepararlos para afrontar la realidad?

Los de 1º y 2ª de ESO son todavía pequeños para eso, pero doy clase a cuarto de ESO y ellos ya están preocupados con la crisis laboral porque lo ven en casa. Hay que transmitirles que no todo es pesimismo, que deben esforzarse mucho. Si nosotros tuvimos que hacerlo, ellos más. Les digo que tienen que ser creativos porque, seguramente, trabajarán en trabajos que hoy no existen.

¿Es partidario de fomentar más la Formación Profesional viendo lo que pide el mercado laboral?

Sí. Hace poco vi el dato que es uno de los países con mayor índice de titulados en relación a su población y a sus jóvenes. En otros países fomentan más la Formación Profesional, pero aquí ha habido una titulitis tremenda. Ahora hay gente muy preparada, pero la educación no está enfocada al mercado laboral y nos encontramos con un país que no puede asumir a tantos titulados. Yo intentaré que los alumnos que no tengan muy clara una vocación, que se decanten por la Formación Profesional. Es complicado convencer a los padres porque parece que si el niño no estudia una carrera es como si no hiciera nada.

Su caso no es el más normal hoy en día. Acabar la carrera y encontrar pronto trabajo...

Cierto. Considero que he tenido mucha suerte. He enlazado bien el final de mis estudios con el trabajo. También digo que hay que intentar estar en el mundo y ser creativo.

Por eso también se atreve con la literatura y tiene una novela publicada y otra en camino...

La escritura es mi gran pasión. La educación me la he encontrado casi de casualidad, nunca pensé en ser profesor y ahora me ha encandilado. Pero la escritura es mi pasión oculta y hoy en día hago escribir a mis alumnos y me siento reflejado en algunos porque también tienen esa pasión. Mariela, 1972, un asesinato en Rota la publiqué en 2012 a través de la autopublicación. El libro fue atractivo en Rota porque habla del pueblo en los años 70, la Base Naval... Es una novela policiaca que deriva en ciencia ficción y tuvo muy buena acogida. Ahora estoy moviendo una nueva novela y la quiero relanzar de otro modo. Está terminada y pendiente de su publicación. Las editoriales sólo quieren autores consagrados. Hace unos años se habrían peleado por el último diamante en bruto, pero ahora no quieren riesgos porque es un sector que está en el aire.

¿De qué se trata la próxima novela?

Es una novela histórica. Parto de un hecho real para contar una historia de ficción. En el año 1944 ocurrió el accidente de tren más grave de la historia de España en León. El franquismo intentó ocultarlo y va sobre el accidente, con una historia de amor de fondo. -
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La educación cuántica Un nuevo paradigma de conocimiento

GEORGE KEMBEL: “SE APRENDE HACIENDO, Y NO ESCUCHANDO A UN PROFESOR”

El cofundador de la d.school de Stanford cuenta cómo funciona la escuela que ha revolucionado la metodología de enseñanza.

Todo empezó en un contenedor. En 2005, George Kembel (Florida, 1972) cofundó en mitad del campus de la Universidad de Stanford la d.school, una escuela de diseño que una década después sería conocida por ser una de las más creativas del mundo. De ese cubículo de acero que comenzó a funcionar con 30 estudiantes, han salido proyectos de impacto como School Retool, un programa ideado para transformar la forma de enseñar en los colegios que el pasado noviembre recibió una inyección de la Casa Blanca de 200 millones de dólares.

Kembel, graduado en ingeniería por Stanford, se dedicó durante más de siete años a levantar y cerrar empresas. Su instinto le hizo volver al campus. Creía que el diseño podía ser elevado a una nueva categoría en esa universidad. Estaba convencido de que se podía crear un nuevo espacio que aportara a los alumnos un modo de trabajar innovador, inexistente hasta el momento. Ese método, acuñado más tarde como design thinking, se convirtió en una metodología que empezó a ser usada por compañías y gobiernos de todo el planeta. La clave es teorizar menos y actuar más. Basar el aprendizaje en experiencias reales y no en lecciones magistrales.

En mitad de una gira europea para dar a conocer su filosofía de trabajo, Kembel hace una parada en Madrid. El escenario es el laboratorio educativo TeamLabs, una de las pocas escuelas españolas en la que los estudiantes de grado no tienen profesores ni aulas y se dedican a crear una empresa real y generar ingresos desde el primer día.

Pregunta. ¿Cómo definiría la d.school?

Respuesta. Es un laboratorio para innovadores. Lo importante no es el producto final, sino el proceso de aprendizaje. La esencia de la escuela es demostrar a todos los estudiantes que ellos también pueden ser creativos, que esa cualidad no está reservada a los artistas. Una vez que llegan, se encuentran con alumnos de las siete facultades de Stanford (ingeniería, medicina, negocios, derecho, humanidades, ciencias y educación) y el reto es que desarrollen proyectos conjuntamente, fusionando sus conocimientos, puntos de vista y experiencia. A los universitarios se les obliga a escoger una especialización, pero todos ellos tienen intereses en diferentes campos. Aquí les damos la oportunidad de profundizar y trabajar de forma práctica en aquello que les inquieta.

P. ¿Cuál es la metodología de enseñanza que siguen?

R. Si echamos la vista atrás, nuestro sistema educativo se ha basado en transferir a los estudiantes lo que sabemos y la forma de hacerlo son las clases magistrales. Con los exámenes se evalúa si los alumnos contestan o no lo correcto. Ese método ya no sirve. No sabemos los trabajos que existirán dentro de dos años y desconocemos lo que los jóvenes tendrán que resolver. En el mundo actual, todo cambia deprisa y hay que entrenar a las mentes para saber reaccionar frente a la incertidumbre. Eso es lo que hacemos en la d.school. Nuestra revolución ha sido acabar con los alumnos sentados frente a una pizarra. No se aprende escuchando a un profesor, sino haciendo proyectos reales. Salir a la calle, detectar problemas, diseñar soluciones y probarlas con personas. Esa es nuestra forma de trabajar. Los casos reales aceleran el proceso de aprendizaje mucho más que los ejercicios de clase basados en hipótesis. Nosotros no les pedimos que resuelvan problemas, sino qué identifiquen cuáles son los problemas. Los profesores, que vienen de las diferentes facultades de Stanford y de empresas innovadoras, actúan como guías y aprenden con los estudiantes. No hay un formato de clase cerrado, de hecho cambia cada día. Esa es la gran diferencia.

P. ¿Cómo surgió la idea de montar la escuela?

R. Durante 50 años Stanford había tenido un programa de diseño dentro de la facultad de ingeniería, pero funcionaba a pequeña escala. En 2003 volví al campus con la intuición de que algo grande iba a nacer. Me reencontré con el profesor David Kelly , fundador de la consultora de innovación Ideo, entre cuyos proyectos está el diseño del primer ratón de Apple. Él era consciente de que el diseño estaba cambiando el mundo, de pronto era una prioridad para los gobiernos, instituciones, empresas y centros educativos. Queríamos darle la vuelta al sistema y enseñar a los jóvenes a pensar. No sabíamos cómo hacerlo, solo había que probar. Y funcionó. Hoy estamos en un edificio de 30.000 metros cuadros en un punto estratégico del campus, justo en el centro de todas las facultades. Muchos estudiantes se decantan por Stanford para poder pasar por la d.school. Unos 700 alumnos de grado, máster y doctorado de la universidad pasan por nuestras instalaciones cada año. No ofrecemos certificados, solo la experiencia de innovar.

P. ¿Cómo consiguieron convencer a la universidad de que apostase por su idea?

R. No fue fácil. Empezamos en un tráiler con 30 alumnos y a finales de 2005 conseguimos la primera aportación importante; unos 35 millones de dólares del instituto científico alemán Hasso Plattner Institute. Conseguimos involucrar a docentes de las siete facultades de Stanford y a partir de ahí la universidad se dio cuenta de que estábamos montando un laboratorio sin precedentes, un espacio para la innovación que concentraba a expertos de las distintas áreas de conocimiento.

P. ¿Por qué el design thinking ha cautivado a gobiernos y empresas de todo el mundo?

R. La clave es que hemos vuelto a nuestras raíces. Hemos virado de un modo de trabajo basado en la soledad del laboratorio a otro en el que lo más importante es el aspecto humano, el contacto con personas y el estudio de sus necesidades. La empatía es la piedra angular. Normalmente cuando a alguien se le presenta un problema, suele agachar la cabeza, encerrarse en sus pensamientos y esperar a que le venga una gran idea. Nosotros les enseñamos a mirar hacia adelante, buscar los puntos de vista de otros expertos y crear experimentos de forma rápida, a corto plazo, y llevarlos a la calle para que un tercero dé su opinión. Es la prueba error constante lo que les hace aprender. Al final hacen de la incertidumbre su fuente de trabajo, en lugar de incomodarles, les incentiva. Ese es el viraje del siglo XXI.

P. ¿Cree que es necesario aplicar esa filosofía a la vida personal?

R. Por supuesto. Hay que perseguir los sueños y plantearse si otras opciones enriquecerían más nuestra vida. Hace unos años mi mujer y yo nos planteábamos trasladarnos de California a Colorado y en lugar de pensar cogimos a nuestros tres hijos y nos plantamos allí a pasar una semana. En ese momento supimos que teníamos que movernos. La innovación siempre requiere correr un riesgo. Algunas veces se falla, pero lo importante es atreverse.

NOTA DEL ADMINISTRADOR DE LA PLATAFORMA: Si bien esta noticia tiene algunos fundamentos economicistas partiendo desde el principio de un "laboratorio para innovadores", como dice el propio George Kembel, hemos optado por publicarla en esta sección "Educa" por la inherente pedagogía que transmite el artículo, y que a buen seguro guarda relación con los procesos creativos propugnados por el Nuevo Paradigma Educativo orientados hacia los niños, pero en este ejemplo con una aplicación práctica en los propios adultos. Sin lugar a dudas que el Nuevo Paradigma Educativo no solamente debe ser orientado a los niños sino también a los adultos.
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El nacimiento del yo rol

LAS 5 PALABRAS QUE LES DICE ESTA PROFESORA A LOS NIÑOS CAMBIARÁN SUS VIDAS PARA SIEMPRE

Un artículo de Ignacio Mardones.

“A menos que eduquemos al ser humano completo, no estamos educando realmente a nuestros hijos”.

La señora Reifler hace todo para que los niños logren desarrollarse sin problemas. Ella es una profesora escolar que enseña a sus alumnos sobre la vida misma. Los estudiantes de su establecimiento son de escasos recursos y con el siguiente mensaje ella espera que se inspiren a cumplir sus sueños: VER VIDEO ( MENOS DE 4 MINUTOS)



Su método de enseñanza los hace sentirse seguros y de esa manera ellos se vuelven más receptivos.

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El sentido de la historia

CUANDO EL CORREO DE UNA MAESTRA SOBRE LAS ALERGIAS DE MI HIJO ME HIZO LLORAR

Escrito por Shannon Miskimen

Mi hijo Cayden tiene 5 años y va a preescolar. Está acostumbrado a celebrar fiestas con sus compañeros de clase en las ocasiones especiales, ya que lleva varios años yendo al colegio y empezó la guardería con dos años y medio. También está acostumbrado a ser excluido de esas fiestas y de casi todas las actividades escolares relacionadas con la comida debido a sus múltiples y graves alergias alimenticias. Tiene un síndrome poco común llamado Síndrome de Enterocolitis Inducida por Proteínas de Alimentos (o SEIPA, para abreviar). Actualmente es alérgico a 12 alimentos, que sepamos, y podría ser alérgico a cualquier alimento que no haya tomado nunca. No existe ninguna prueba para saber a qué es alérgico, aparte de darle algo nuevo para comer y esperar a ver si le sienta mal.

Me he acostumbrado a mandarlo al colegio con el bocadillo para el recreo, la comida y el postre todos los días. Por esta razón, lleva una fiambrera que le ocupa la mitad de la mochila. Cada vez que hay una fiesta de cumpleaños, le preparo algo para la ocasión para que pueda tomar algo especial cuando los otros niños coman la bollería industrial, las golosinas y la pizza que parecen ir ligadas siempre a este tipo de eventos.

Para la fiesta de Navidad, pensaba hacer lo mismo, pero un e-mail de su profesora me detuvo. Cuando lo leí, me eché a llorar.

Decía lo siguiente:

"Quiero hacer una fiesta en la que no haya ningún peligro para Cayden. La señorita Sheats y yo vamos a ir a comprar zumo de manzana 100% natural de Mott's, cereales Lucky Charms, salchichas de la marca Armour Vienna Sausage, gelatinas de fresa sin azúcar y patatas Lays clásicas (las de la bolsa roja). Me gustaría que, por un día, Cayden no tuviera que preocuparse por lo que estén comiendo los demás y pudiera comer de todo. Si ves que algo no está bien, dímelo. He intentado guiarme por lo que trae el niño a clase y la lista de comidas aprobadas. Si quieres, pásate por aquí mañana o el viernes, o ambos, para comprobar que todo está en orden".

Además, la tutora y la profesora auxiliar mandaron notas a los demás alumnos de la clase explicando que en el colegio se les proporcionaría toda la comida para la fiesta debido a casos de alergias alimenticias en la clase. Me ofrecí a hacer cupcakes caseros para que los niños se los comieran también.

La fiesta fue todo un éxito. Cayden pudo comer de todo sin miedo y esta madre lloró de felicidad ante la generosidad y la consideración de la profesora de su hijo. Ha hecho de esta fiesta un momento memorable y ha dejado el listón muy alto para sus futuros profesores.

Este artículo fue publicado originalmente en The Mighty.

Este post fue publicado con anterioridad en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.
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Ken Wilber

"HAY QUE HACER DE LOS CENTROS ESCOLARES UN LUGAR DONDE APETEZCA IR"

César Bona ha sido el único español finalista del Global Teacher Prize, que selecciona a los mejores maestros del mundo. Bona no da recetas fáciles, sino que explica su propia experiencia en las aulas para ayudar a entender qué se puede hacer. Este maestro aragonés impartió una charla al alumnado y profesorado de la E.U. de Magisterio de Vitoria-Gasteiz, que puso broche al programa complementario de formación del alumnado que organiza ese centro del Campus de Álava. Ahí habló del impulso que hay que dar a la creatividad y a la imaginación de los niños y niñas, del fomento del pensamiento crítico o de la confianza que hay que tener en el alumnado.


¿Cómo se lleva este salto a la fama?

Soy consciente de que la visión que se tiene de mí desde fuera no es la misma que tengo yo de todo esto, porque me llaman como experto en educación y sigo siendo el mismo maestro que hace un año. Sí es cierto que he aprendido muchísimo en estos meses y lo puedo compartir, pero mi máxima prioridad en la vida es ser feliz con los que tengo alrededor. Soy consciente de que es una cosa bonita, pero, cuando pase, yo seguiré en el aula, que es donde me gusta estar.

¿Cree que este periplo servirá para que la educación mejore en nuestro país?

Creo que es un privilegio lo que estoy haciendo en estos momentos, hablar a futuros maestros y maestras, hacerles ver cuán importante es esta profesión, hacerles pensar y recapacitar sobre que, cada vez que entramos en clase, marcamos a los niños para bien o para mal.

Siempre miramos al norte de Europa al hablar de modelos educativos que funcionan. ¿No hay proyectos educativos que funcionen en nuestro país? Llevo once meses viajando, conociendo miles de maestros y maestras que viven con mucha pasión su profesión, y me encantaría tener más tiempo para conocer todo su trabajo, porque se llevan a cabo muchísimos proyectos que podrían servir de ejemplo a muchísima gente. Lo que pasa es que siguen siendo anónimos y han de salir a la luz. Les animo a que sigan adelante y los den a conocer.

¿Cómo se podría dar ese paso?

En los últimos años, nos hemos acostumbrado a focalizar solo lo negativo de la educación y ahora se están empezando a ver todas las cosas buenas que hay. Ese es el primer paso, valorar todo lo bueno. El siguiente es sacarlo a la luz. ¿Cómo? Sería interesante que se creara una plataforma en la cual se pusiera todo, incluso las relacionadas con el compromiso social, de gestión de las emociones… y así la gente empezaría a cambiar esa mentalidad de cómo nos enseñaron a hacer las cosas.

Cuando aparece el informe PISA oímos siempre los mismos comentarios. ¿Son tan importantes los resultados, las notas? Nos hemos basado en ver la educación como algo que se termina en una nota y debe ser un proceso constante. Hemos de ser también críticos, esas evaluaciones significan que hay algunas cosas que tenemos que mejorar. Es verdad que nuestro sistema sigue siendo memorístico, que estudias algo, apruebas el examen y te olvidas rápidamente, y la evaluación también es algo así. Te dan una nota y eso es lo único que importa. La manera de aprender tendría que ser un proceso, ahora se habla de trabajos por proyectos y me parece muy interesante: la evaluación debería estar basada en la reflexión y tener más tiempo para contrastar con los alumnos qué han hecho, por qué y para qué les va a servir.

¿Ese cambio evitaría el fracaso escolar?

¿Por qué sucede el fracaso escolar? Si tuviéramos la respuesta sería fácil solucionarlo. Creo que una de las claves por las que existe fracaso escolar es porque no hacemos de los centros escolares un lugar donde a los adolescentes o a los niños les apetezca ir. ¿Cómo podemos conseguir eso? Si uno hace algo con gusto, pues todo funciona mucho mejor. Si se les escucha, si se les implica a participar en su propio aprendizaje, si se les implica a participar en la sociedad y a ver que lo que hacen es un proceso de aprendizaje continuo, pues seguramente las cosas funcionarían mejor.

¿Cómo cree que tendría que ser el profesorado? ¿Recibe una formación adecuada en la actualidad?

Me gustaría que a los futuros maestros y maestras se les ensañara mejor que como se nos enseñó a nosotros, que se les dieran herramientas que a nosotros no se nos dieron, como la expresión oral, la gestión de las emociones o para sacar toda la creatividad y curiosidad que tenemos, y que luego podemos trasladar al alumnado.

Y la función de la familia. ¿Han cambiado las relaciones entre padres y madres con el profesorado?

Debemos hacer lo posible por acercar familias y maestros. Las familias pueden colaborar mucho, sobre todo si queremos hacer una escuela que tenga compromiso social, si miramos hacia afuera del aula. Tanto en la escuela como en casa se enseña y se educa, por lo tanto, el diálogo es fundamental. Pero no debemos olvidar nunca que el profesional es el maestro.

¿Qué opina del papel de las tecnologías en la educación?

La tecnología es importante y tenemos que ver los usos positivos que tiene, y también alertar de los negativos. Para mí Internet es una herramienta importantísima para estimular la curiosidad de los niños, para invitarles a que investiguen… Pero tenemos que enseñarles a contrastar información, a ser críticos con lo que leen, a citar las fuentes… Eso debe estar a la orden del día. Los elementos tecnológicos son ahora una prolongación de los niños (y de muchos de nosotros): aprovechemos esa situación.

¿Cómo cree que está la educación en nuestro país?

Se respira alivio y esperanza. Alivio por todo lo que hemos pasado en estos últimos años y esperanza porque parece que se mira a la educación de forma positiva, y eso ya es un paso enorme en España. Tenemos que ser críticos y ver que todavía tenemos mucho que mejorar. Como maestros tenemos que dar nuestra mejor versión cada día y luego el sistema tiene que ayudar, porque la escuela sí que va mirando hacia la sociedad para intentar mejorarla, pero también la sociedad ha de mirar a la escuela y darle el valor que se merece.

¿Cuáles serían las características de la escuela del futuro?

Una escuela en la que apenas se vea la diferencia entre lo que se está haciendo dentro y fuera. Una escuela en la que familias, maestros y administraciones locales colaboren juntos. Una escuela en la que se invite constantemente al compromiso social, porque si realmente queremos una sociedad mejor debemos empezar en la escuela. Una escuela en la que se eduque, por fin, en competencias y no por materias. Quieren hacerlo en Finlandia hace años que deberíamos haberlo hecho aquí.

¿Y cómo se pone en práctica todo eso?

Ya hay proyectos muy buenos en marcha, especialmente en pequeños pueblos. A veces no se valora lo suficiente la escuela rural y solo tendríamos que ver lo que se hace en esos casos y aplicarlos a centros más grandes.

¿Es una ley educativa estable una asignatura pendiente?

En la pasada campaña electoral se pasó de puntillas por el tema de la educación, pero al menos se habló de la necesidad de un pacto. La educación debe estar por encima de cualquier gobierno. ¡A ver si hay alguien que verdaderamente se decide a hacerlo! Y si lo hace, que cuente con los que nos dedicamos a la educación y también con los padres y con los niños y adolescentes, que son los verdaderos protagonistas.

¿Cuáles son las carencias de la educación en España?

La expresión oral, la gestión de las emociones… pero también la necesidad de escuchar al alumnado. También veo que las programaciones son muy amplias y no da tiempo de conocer a los niños, de sacar todo lo bueno que tienen dentro, de invitarles a que hagan cosas que tienen que ver con su entorno… Hay que reflexionar sobre ello seriamente.

Afirma que tenemos que confiar en los niños. ¿Ese sería el mantra de la nueva educación?

Totalmente. Cuando uno siente que es importante para los demás, cuando se siente escuchado, cuando se siente útil la autoestima aumenta y es cuando uno trabaja mejor, está más a gusto y aporta mucho más. Tener en cuenta la opinión de los niños es fundamental, porque son los principales protagonistas de la educación. Así que tenemos que adaptarnos nosotros a ellos y no al revés.
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