"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
DIOS EN LA EDUCACIÓN



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Ponencia en el VIII Congreso Internacional CESPE 2023, relacionada con este trabajo de investigación

Ponencia en la 3ª edición del Diplomado Internacional de Pedagogías Emergentes, relacionada con este trabajo de investigación

Resumen de la anterior monografía: 10 - DIOS EN LOS MAPAS EVOLUTIVOS DE LA CONCIENCIA

Concluíamos el anterior trabajo monográfico en que la introspección psicológica y la trascendencia del ego, así como la conexión con el plan divino, todo ese proceso implica una filosofía de la mente para la transformación interior. Y que, para dicha transformación interior, es precisa una reconstrucción del conocimiento que tenga en consideración los mapas evolutivos de la conciencia. Llegamos así al núcleo duro del conocimiento aún no resuelto desde la epistemología de lo conmensurable (materialismo científico), debiendo recurrir ineludiblemente a la hermenéutica de lo inconmensurable (interpretación de lo que sea Dios). Dicha aseveración ha quedado meridianamente clara para los lectores que hayan seguido este trabajo de meta-investigación filosófica.

Ahora bien, ¿cómo podemos hablar de niveles de conciencia cuando, en el actual estadio evolutivo de la humanidad, no hay todavía un consenso cognitivo de lo que sea la “conciencia”? Por tanto, antes de entrar a argumentar los diferentes niveles de conciencia, será preciso inexorablemente intentar clarificar lo que sea la “conciencia”, primeramente, desde una concepción histórica-cultural y, en segundo lugar, desde las implicaciones definitorias para que el actual sistema educativo y cultural aprehenda ese conocimiento autopoiético con capacidad para salir de la crisis de conciencia en la que actualmente se halla este viejo mundo moribundo. Una vez dilucidadas las características definitorias de lo que sea la conciencia desde un punto de vista histórico-cultural y cierto consenso cognitivo acerca de la “conciencia”, solo entonces, podremos abordar los diferentes niveles de la evolución de la conciencia de la mano de pensadores que ya han abordado esa transcendental y monumental tarea filosófica y psicológica.

La panorámica histórico-evolutiva de la humanidad permite al lector comprender la importancia del pensamiento de Wilber, no solo en la interpretación de la historia del pensamiento occidental, sino también como revulsivo de mi propio constructo filosófico a través de mis diversas publicaciones que, en definitiva, propone trascender un viejo mundo y sus paradigmas trasnochados, hacia un nuevo mundo que apunta a nuevos paradigmas por descubrir para todo sincero buscador de sabiduría, o dicho en término positivo, emprender un camino ascendente hacia la sabiduría. Así, con la constatación heideggeriana de que “todo comprender es comprenderse”, cabe destacar el papel positivo de la subjetividad en la hermenéutica, lo cual implica distinguir la subjetividad metafísica de lo que sería el ser humano individual, al que no se opone la hermenéutica. La metafísica, aunque problemática, es inevitable: el ser “humano” (cualquier ser con determinado grado de consciencia) es un ser metafísico, y la desaparición de la metafísica solo es posible con la desaparición del humano (o vivos semejantes de otros planetas). Una de las características del siglo XX ha sido la crítica sin contemplaciones a este tipo de filosofía eterna y sistemática que asociamos al término metafísica. Y, sin embargo, nada más actual que las cuestiones metafísicas. No hay manera de evitar que una y otra vez vuelva ese tipo de preguntas primeras sobre Dios, el hombre o el mundo, que quieren saber qué es lo que podemos conocer, qué es lo que debemos hacer o qué es lo que nos cabe esperar.

Una vez dilucidada la panorámica histórica-evolutiva de la humanidad de la mano del inconmensurable Ken Wilber, vayamos ahora a las implicaciones definitorias de lo que sea la “conciencia”.

Si la conciencia, tanto individual como colectiva, es un proyecto filosófico y pedagógico en construcción, cabe preguntarse si existen referentes filosóficos que nos ilustren sobre la evolución de la conciencia. Indudablemente que, El mito de la caverna de Platón es una alegoría aún vigente hoy en día en vista de la inmersión colectiva en la sociedad de la ignorancia y sus repercusiones epistemológicas.

No obstante, es Ken Wiber quien nos ofrece un mapa evolutivo de la conciencia sin parangón en la historia de la humanidad. Ken Wilber delinea cómo la conciencia evoluciona en la subjetividad de cada ser humano, ya sea consciente o inconscientemente, y es la responsabilidad de cada cual el empoderamiento de dicho conocimiento para trascender desde el estadio prepersonal al personal y, desde ahí, dar el salto al estadio transpersonal, un estado de “iluminación” como un proceso continuo de permanente evolución dentro de un marco de referencia estrictamente ético.

Ahora bien, a mi entender, ese mapa evolutivo de la conciencia así argumentado por Ken Wilber, se encuadra en el cuadrante superior izquierdo (subjetividad intencional) dentro de su meta-teoría de los cuatro cuadrantes.

La pregunta por antonomasia que motiva esta meta-investigación filosófica es: ¿Es posible una “Teoría integral de la evolución de la conciencia” que integre a los cuatro cuadrantes excelsamente definidos por Ken Wilber? Eso creo haber demostrado, pues la integración de los cuatro cuadrantes contempla y es fiel a la visión no-dual de Ken Wilber, así como a la intuición moral básica tan necesaria. Esta es una sinopsis de dicha Teoría integral de la evolución de la conciencia desde los cuatro cuadrantes:

-Cuadrante interior-individual: La evolución de la conciencia según Ken Wilber: hacia la no-dualidad; y también: La ascensión espiritual individual desde 3D a 5D, según Amador Martos.

-Cuadrante exterior-individual: La pirámide de Maslow dentro de un contexto epistemológico acerca de la psicología evolutiva de la libertad.

-Cuadrante interior-colectivo: La evolución de la conciencia según Amador Martos, la cual propugna los fundamentos de una Filosofía Transpersonal y una Educación Transracional para una integración entre CIENCIA, FILOSOFÍA y ESPIRITUALIDAD.

-Cuadrante exterior-colectivo: Los 8 velos de la percepción según Don Harkins (versión actualizada por Amador Martos).

Una vez estudiados y expuestos los “mapas evolutivos de la conciencia” para cada cuadrante de la realidad: ¿cómo realizar la integración de todos ellos? ¿Cómo cerrar el círculo epistemológico entre la ciencia y el espíritu? Para dar respuesta a dichas cuestiones, nuevamente, es imprescindible volver al inconmensurable Ken Wilber, quien nos invita a descubrir la no-dualidad como corolario a nuestra evolución espiritual, una cuestión expuesta sucintamente en mi artículo ¿Dualidad y no-dualidad: dónde está el misterio?

En realidad, el misterio reside en que debemos evolucionar nuestra conciencia, cada cual la suya, mediante la intuición moral básica excelsamente argumentada por Ken Wilber. En efecto, la no-dualidad argumentada por Wilber (interior-individual) es la misma autorrealización propuesta por Maslow (exterior-individual) en su jerarquía de las necesidades humanas y, de un modo cultural, coincide con mi propuesta de la Filosofía Transpersonal y Educación Transracional (interior-colectivo). Incluso en la vertiente social y antropológica (exterior-colectiva), Don Harkins nos remite a quitar el velo que hay entre nosotros y Dios. Como podemos apreciar, cada uno de esos cuadrantes y sus correspondientes mapas evolutivos de la conciencia convergen en la experiencia mística, en el sentimiento del amor y en la conciencia de unidad.

Llegamos, así, al único camino para la sanación transcendental de la humanidad: es necesario desde la filosofía contemplar dimensiones de transcendencia espiritual, una cuestión demostrada científicamente en mi obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD, en la que argumento que es posible la transcendencia metafísica mediante la meditación. Y para dicho objetivo, es perentorio un giro copernicano en términos kantianos, es necesario también transcender la minoría de edad del ser humano, en definitiva, es preciso un renovado proyecto filosófico y pedagógico: cambiarse a sí mismo para cambiar al mundo.

En efecto, se trata de un nuevo paradigma de conocimiento que impele a la transformación interior de cada uno de nosotros: se trata de un camino ascendente hacia la sabiduría donde el amor es la idea suprema. Es así como la epistemología de lo conmensurable (ciencia) y la hermenéutica de lo inconmensurable (espíritu) , ambos desde una visión no-dual, son dos modos de saber que conducen a una misma finalidad: la conciencia de unidad entre todos los seres de este y otros mundos.

Conviene recordar una vez más que, el saber sin amor, es puro egoísmo y la causa de tanto sufrimiento en este mundo. Y cuando dicha premisa sea educada a nuestros infantes, antes saldremos de la actual crisis de conciencia porque, al fin y al cabo, dicha crisis de conciencia no es más que una falta de conocimiento de nuestra esencia divina. Es por ello que, la educación, está necesitada de una visión transpersonal y transracional: para vivir en paz y en el amor, pues solo así podremos deshacernos del enemigo invisible de la humanidad.

En el primer renacimiento surgió la conciencia individual histórica a partir del cogito cartesiano. En el segundo renacimiento es el espíritu colectivo quien abre las posibilidades hacia un nuevo mundo. El viejo mundo sustentado en el ego está agonizando, y el nuevo mundo del espíritu colectivo está todavía en pañales. Para que sea efectiva la trascendencia del primero al segundo, es imperativa una renovada pedagogía filosófica.

Y esa renovada pedagogía filosófica ya es una realidad de la mano del movimiento transpersonal, avalada por publicaciones transpersonales internacionales, algunas de ellas como Tesis Doctorales y, como corolario, la creación de la Asociación de Pedagogía Transpersonal con clara vocación internacional para que dichos presupuestos cognitivos y pedagógicos sean adoptados por una educación utilizada como un instrumento de poder.

Llegamos así a un punto de esta meta-investigación filosófica en que, la genealogía argumentada, a saber, la importancia de Dios en la filosofía, nos conduce inherentemente a contemplar a Dios en la educación, pero sin caer en dogmatismos.

Decididamente, la filosofía tradicional surgida tras la racional-modernidad está moribunda, y el pensamiento occidental con ella, principalmente, porque su discurso sustentado en el materialismo científico está agotado pues raya con planteamientos filosóficos y espirituales que sobrepasan al método científico desde el surgimiento de la filosofía cuántica. Sin embargo, la filosofía transpersonal, al recoger las enseñanzas de la filosofía perenne, al aunar la racionalidad con la genuina espiritualidad exenta del dogmatismo religioso, apunta hacia un nuevo mundo ahí fuera, pero, sobre todo, a todo un mundo por descubrir dentro de cada uno de nosotros.

Tal como argumento en La educación cuántica, la ausencia de una genuina espiritualidad contemplativa e introspectiva exenta de apriorismo dogmáticos religiosos es la causa epistemológica de la decadencia del pensamiento occidental. Y la única posibilidad de trascender esa decadencia cultural es una integración entre la epistemología y la hermenéutica, entre la ciencia y el Espíritu, entre la razón y el corazón: esos son los fundamentos de la Filosofía Transpersonal para una Educación Transracional.

Esos dos modos de saber, la epistemología y la hermenéutica, ambas integradas mediante la Filosofía Transpersonal posibilitan una Educación Transracional, cuestiones que se abordarán en la siguiente monografía.



Finalizábamos la anterior monografía aseverando que, la epistemología y la hermenéutica integradas desde la Filosofía Transpersonal, son dos modos de saber que posibilitan una Educación Transracional. Dicha conclusión implica un revisionismo educacional y humano al dejar en evidencia la falacia del sistema educativo occidental. Analicemos esa cuestión seguidamente.

1 - DOS MODOS DE SABER: LA FALACIA DEL SISTEMA EDUCATIVO OCCIDENTAL

El pensamiento occidental se ha caracterizado por la constante universal de abordar el problema del hombre desde el dualismo: materia y espíritu, cuerpo y alma, cerebro y mente. Las teorías dualistas acerca de los principios de la realidad humana se inspiraron en el pensamiento griego platónico-aristotélico, después asumido por las escuelas escolásticas. Toda la historia de la filosofía occidental está transitada por la inquietud de encontrar la solución al problema del conocimiento, en definitiva, intentar dar una explicación coherente de la conciencia.

En la Edad de la Razón, Kant mediante sus Tres críticas, La crítica de la razón pura, La crítica del juicio y La crítica de la razón práctica, produjo la diferenciación de las tres grandes categorías platónicas: la Bondad (la moral, el “nosotros”-cultura), la Verdad (la verdad objetiva propia del “ello”-ciencia) y la Belleza (la dimensión estética percibida por cada “yo”-arte). El resultado tras la diferenciación, a decir de Wilber, fue concluyente: “Dios en cualquiera de sus formas fue declarado muerto, solo la naturaleza estaba viva. La razón, en reacción al mito, eligió así mirar casi exclusivamente hacia abajo, y en esa mirada fulminante nació el mundo occidental moderno”. La mala noticia, por lo contrario, es que la postmodernidad no ha logrado la integración respectivamente de la cultura, la naturaleza y la conciencia.

La división dualista entre materia y mente, naturaleza e ideas que ha persistido en la civilización occidental, se convertiría en un exacerbado racionalismo pragmático (mundo externo o “mapa sociológico”) y un descuidado racionalismo espiritual (mundo interno o “mapa psicológico”). La psicología positivista y reduccionista relegó la esencia del ser humano a un simple subjetivismo, dando así alas a la filosofía materialista, cuyas ciencias nos prometieron el conocimiento último de toda realidad mediante el instrumento más novedoso descubierto por Kepler y Galileo: la medición. Así como Aristóteles se había dedicado a clasificar, Kepler y Galileo se propusieron medir. Así procedieron todas las disciplinas científicas hasta descomponer la naturaleza en tantas partes como ciencias tenemos hoy en día hasta la llegada de la física cuántica, quien posibilitó considerar el otro modo de saber, el no dual entre sujeto y objeto, el místico, el trascendental, diferente pero complementario con el método científico. Dos modos de saber epistemológicamente argumentados por Ken Wilber en su obra El espectro de la conciencia, a saber, el conocimiento simbólico (dualidad sujeto-objeto) y el misticismo contemplativo (no dualidad entre sujeto-objeto): “Esos dos modos de conocer son universales, es decir, han sido reconocidos de una forma u otra en diversos momentos y lugares a lo largo de la historia de la humanidad, desde el taoísmo hasta William James, desde el Vedanta hasta Alfred North Whitehead y desde el Zen hasta la teología cristiana. (…) También con toda claridad en el hinduismo”.

Al hilo de la anterior reflexión, es evidente que el ejercicio de filosofar para dar una explicación coherente de la conciencia se ha convertido en un pensamiento complejo en orden a tener una comprensión del mundo como sistema entrelazado. El estudio de lo complejo ha impactado también en el ámbito más directo de las interacciones de los seres humanos: la educación, la interpretación de la sociedad, la política, y la comprensión del momento actual que vive la humanidad. Esa complejidad, la expresa certeramente el filósofo francés Edgar Morin: "Se trata de enfrentar la dificultad de pensar y vivir en la búsqueda de soluciones a los problemas contemporáneos y la construcción del futuro".

Para tal fin, Edgar Morin nos indica el camino a seguir: "Educar para comprender las matemáticas o cualquier disciplina es una cosa, educar para la comprensión humana es otra; ahí se encuentra justamente la misión espiritual de la educación: enseñar la comprensión entre las personas como condición y garantía de la solidaridad intelectual y moral de la humanidad".

Pero social y políticamente, ¿quién controla lo que hay que saber y cómo transmitirlo? Iván Illich, ya en 1971, realizó una crítica a la educación tal y como se lleva a cabo en las economías modernas, pues considera que dicha educación se reduce al consumismo, forzando a los aprendices a cursar un currículo obligatorio que perpetúa la sociedad de clases. Si cada época en la historia ha requerido de un tipo de pedagogía o una escuela de pensamiento, ¿qué tipo de pedagogía y pensamiento requieren los tiempos actuales?

No es hasta la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948 cuando se alude expresamente al derecho de la educación en su artículo veintiséis. Primeramente, dice que “toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos”. En segundo lugar, que “la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los Derechos Humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos; y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz. Y en tercer lugar, que “los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos”.

Toda una declaración de intenciones que no se cumple a lo ancho y largo del planeta. ¿Por qué? Principalmente porque la educación es un instrumento de poder, como lo es el dinero, y las materias primas, y los alimentos, y la salud, y la política, una cuestión argumentada en Capitalismo y conciencia. La educación instrumentalizada por la élite capitalista va en detrimento del respeto a las libertades fundamentales recogidas en los Derechos Humanos, y que han sido sistemáticamente vulnerados por los poderes fácticos. En esa pugna entre la egolatría plutocrática y la renovada conciencia global, se está deliberando el actual caos civilizatorio.

Los actuales cambios en nuestra civilización obedecen a causas históricas, sociales y filosóficas, pero, inherentemente, conlleva también cambios en la educación y en la forma que se adquiere el conocimiento como nunca ha habido en la historia. Los cambios humanos operados en el ámbito del conocimiento han sido de tal calibre y calidad que ha provocado una verdadera revolución científica, solo comparable a la revolución industrial. La educación se encuentra en un proceso de transformación. El modelo educativo vigente está desfasado desde hace décadas. Es hasta estúpido intentar enseñar a nuestros niños y adolescentes un contenido al que pueden acceder cuando lo deseen desde cualquier dispositivo con una conexión a Internet. Al respecto, muchos movimientos de vanguardia se están suscitando en todo el mundo, y las conocidas como “escuelas activas” es el movimiento pedagógico que abandera el cambio de paradigma educativo.

Es oportuno e importante recordar la diferenciación pedagógica entre las escuelas tradicionales y las escuelas activas. Mientras que en la escuela tradicional prima el aprendizaje memorístico, en la escuela activa se imparte un aprendizaje comprensivo, crítico u multidisciplinar. En la escuela tradicional, la relación entre maestro y alumno es de autoridad y pasiva recepción de conocimientos, respectivamente. Sin embargo, en la escuela activa, se plantea el aprendizaje a partir de las necesidades e intereses del alumno, siendo el maestro un acompañante participativo en la construcción del conocimiento. En la escuela tradicional se hacen exámenes. Sin embargo, en las escuelas activas, se evalúa el progreso del alumno de manera global, no por área y materias, sino por medio de acuerdo de las normas entre todos, es decir, consenso frente a la actitud represiva de la escuela tradicional.

La educación académica tradicional, en la acepción anteriormente argumentada, está quedando obsoleta y requiere de una nueva mirada pedagógica acorde a los nuevos tiempos cuánticos. Si a ese campo cuántico se le añade la necesaria renovación moral y espiritual, tenemos así el fundamento epistemológico para poder hablar de La educación cuántica mediante una actitud pedagógica que busca el empoderamiento consciente de los alumnos. Es conveniente ver algunos ejemplos de ello.

El maestro de física Carlos González Pérez mediante su obra Veintitrés maestros, de corazón: un salto cuántico en la enseñanza, ayuda a descubrir los enormes potenciales que habitan en el interior de los alumnos, posibilitando el empoderamiento más allá de la mente programada y de las creencias.

Mediante La educación prohibida (película-documental sobre la educación progresista en oposición a la educación tradicional en: www.educacionprohibida.com), German Doin se ha convertido también en un referente del proyecto Reevo, una plataforma web de una comunidad de activistas en red con el fin de documentar, mapear e impulsar iniciativas vinculadas a experiencias de la educación no convencional que se centran en el aprendizaje y pleno desarrollo de los seres humanos en comunidad respetando su vida, su cultura y su entorno.

María Acaso con sus libros La educación artística no son manualidades , El lenguaje visual y Reduvolution , empodera a los educadores que desean llevar a la práctica el cambio de paradigma que la educación necesita: mientras que todo se transforma, el mundo de la educación permanece anclado en un paradigma más cercano al siglo XIX y a la producción industrial que a las dinámicas propias del siglo XXI.

Por último, La educación cuántica es una obra epistemológica que propone un nuevo paradigma de conocimiento al reinterpretar la historia del pensamiento occidental mediante la recuperación de la sabiduría presente en la filosofía perenne; replantea las relaciones entre la ciencia y la espiritualidad a la luz de las diferentes interpretaciones de la mecánica cuántica; cuestiona el tradicional sistema educativo y propone una pedagogía activa y libertaria. Para tales fines, propugna una renovada filosofía de la mente (epistemología hermenéutica) en oposición a la visión mecanicista, industrial y positivista de la escolarización tradicional.

Desde luego que, a la vista de estas heterogéneas propuestas y experiencias pedagógicas, se puede afirmar que el sistema educativo tradicional está metamorfoseándose gracias a personas o colectivos que trabajan en pos del empoderamiento humano, en aras a trabajar la potencial profundidad inherente a todo ser humano; y ello solo se puede realizar desde un giro copernicano en el modelo cognitivo de la educación, como pretende este filósofo con La educación cuántica. Y no es una simple impresión subjetiva del que escribe esto pues, a decir del catedrático de sociología y experto en educación Mariano Fernández Enguita, el origen del fracaso escolar se debe a la rigidez del sistema educativo. No hay lugar a dudas que el paradigma educativo tradicional está en un tránsito hacia no sabe nadie dónde. Ese vacío cognitivo por la incertidumbre educacional del futuro, es un posibilismo para la construcción epistemológica de La educación cuántica en el marco de la filosofía transpersonal.

Desde 1948, el artículo veintiséis de los Derechos Humanos referente al derecho de la educación, como en otras facetas sociales, económicas y políticas, ha sido ninguneado por los poderes fácticos. Sin embargo, novedosas iniciativas de hacer pedagogía están llegando al estamento educacional. Son tiempos de un revisionismo educacional como se ha visto, pero también de un revisionismo humano en el modo como percibimos nuestro mundo y el universo. En definitiva, son tiempos de repensar la relación entre la racionalidad y la espiritualidad. Son tiempos de integración entre la epistemología de lo conmensurable y la hermenéutica de lo inconmensurable.

Así pues, ante tales argumentos, ¿en qué lugar queda la responsabilidad de científicos, filósofos, profesores y educadores? Veamos ello a continuación.

2 - CARTA ABIERTA A CIENTÍFICOS, FILÓSOFOS, PROFESORES Y EDUCADORES

Como filósofo transpersonal, mi deseo es que sea posible la liberación de la humanidad mediante el acopio de conocimiento para ser libres con conocimiento de causa, un hondo problema epistemológico expuesto en la ponencia del II COLOQUIO INTERNACIONAL: POSIBILIDADES DE LA RESIGNIFICACIÓN DEL EPISTEME EN LAS CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN: DEBATES Y REFLEXIONES.

1 - "La verdad os hará libres"

Una cuestión de la libertad que no es nada fácil, pues hay que saber pensar en libertad. ¿Pero, quién nos enseña a pensar, cuando están quitando la filosofía del sistema educativo? La filosofía, o el “amor a la verdad”, sigue siendo muestra única tabla de salvación, más allá del reduccionismo psicológico al que aboca el materialismo científico al arrogarse el poder de poseer la “verdad”. La ciencia estrecha por un lado y, las religiones por otro lado, han fragmentado las conciencias individuales a la vez que las han disociado de la colectividad. Ese sería el gran fracaso epistemológico excelsamente demostrado por Ken Wilber a través de sus obras: la ausencia de espiritualidad, lo que Bauman tildó como “sociedad líquida”, es la falta de amor en la sociedad y entre las personas.

2 - Ken Wilber: "El Einstein de la conciencia"

Ambos extremos, entre la ciencia y la espiritualidad, requieren de una filosofía conciliadora que incorpore a la metafísica como sendero hacia la espiritualidad. Tal es mi propuesta mediante la filosofía transpersonal como nuevo paradigma de conocimiento, y la educación transracional como misión espiritual. La filosofía transpersonal es una ciencia de la conciencia que aúna la ciencia con la espiritualidad, y estudia los estadios evolutivos de la conciencia a nivel individual y también colectivamente como humanidad. La expresión de este aparente simple párrafo ha requerido estudiar exhaustivamente la obra de Ken Wilber, considerado como el “Einstein de la conciencia”, pero cuyos pensamientos no son conocidos en el ámbito académico tradicional. Con Ken Wilber, he aprendido la historia del pensamiento como nadie me lo ha enseñado en la universidad, por eso creo conveniente que su obra sea incorporada en el sistema educativo, de ahí mis incursiones intelectuales mediante artículos científicos y en congresos.

Fue Ken Wilber quien me señaló el antagonismo histórico entre el camino ascendente y el camino descendente, fue él quien me demostró que la intuición espiritual genuina es aquella que aúna la sabiduría con el amor, fue este inconmensurable pensador quien ha incorporado y trascendido la filosofía platónica así como kantiana mediante su teoría de los “cuatro cuadrantes”. En definitiva, es quien ha demostrado el fracaso epistemológico de la filosofía occidental, esa que aún transmiten en ese anacrónico sistema educativo malévolamente manipulado como instrumento de poder. De ahí la necesidad de una renovada filosofía así como un cambio paradigmático en la educación.

3 - Filosofía transpersonal y educación transracional

Y sobre los pilares epistemológicos y hermenéuticos de Ken Wilber, es cómo este pensador ha fundamentado una filosofía transpersonal (más allá del ego) así como una educación transracional (más allá de la razón), de modo que el “despertar espiritual” en la sabiduría y el amor sea una cuestión susceptible de ser educada como reivindica la Tesis de Maestría de Marely Figueroa y la Tesis Doctoral de Noemí Siverio, unas vanguardistas pioneras en la visión transpersonal aplicada a la educación. La visión transpersonal propugna vivir en sabiduría y amor, consigo mismo, y con los demás, cuestiones que requieren de un camino ascendente hacia la sabiduría no exento de dificultades.

4 - Dualidad y no-dualidad

En efecto, vivir en la sabiduría y en el amor, es decir en la no-dualidad, no es un camino fácil, pues vivimos inmersos en la dualidad: rodeados de ignorancia y sufrimiento provocados por el "yo egoíco", la máscara de nuestra personalidad, quien se considera como una parte diferenciada y separada del Todo.

Salir de ese estado de conciencia personal para trascender hacia la conciencia transpersonal es un “camino ascendente hacia la sabiduría”, y no puede realizarse solamente desde la razón tiránica, sino también desde el corazón: la síntesis entre la razón y el corazón se constituye, entonces, en una genuina inteligencia espiritual.

Y en dicho punto de inflexión trascendental es donde la razón se espiritualiza, es el modo como se inicia el “camino descendente” de la compasión. En ese preciso momento, se comprende que cualquier juicio sobre la dualidad es fútil, pues ese mundo exterior es pura ilusión, como si de un sueño se tratara, tal como demuestran las neurociencias(1). No enjuiciar es una de las primeras lecciones de sabiduría, aún a riesgo de ser considerado un “raro”, efectivamente, por querer salir de la caverna platónica, por querer escapar de esos que te señalan con el dedo.

El problema llega cuando se intenta iluminar a la sociedad de la ignorancia: ¿Cuántos sabios ha dado la historia de la humanidad, y cómo ha sido pisoteada dicha sabiduría por los mismos seres humanos? ¿Cómo iluminar la colectividad desde la individualidad?

5 - La trascendencia metafísica mediante la meditación

Afortunadamente, las ciencias más vanguardistas ya están vislumbrando que hay un inconsciente colectivo (Jung), y unos campos mórficos como soporte de la información que fluye y que nos interconecta (Sheldrake), y que la mente condiciona y transforma el ADN (Lipton), y no al revés como creen los materialistas científicos, que el ADN es un soporte biológico a partir de la cual surge la conciencia. La conciencia preexiste en todos los estratos holísticos, desde la fisiosfera (materia) a la biosfera (vida), y de esta a la noosfera (razón) y luego hasta la teosfera (Dios). Y con los descubrimientos avalados científicamente, de que mediante la meditación es posible la trascendencia metafísica hacia la espiritualidad, tenemos ahí la posibilidad de trascender al fracaso epistemológico de la filosofía y la educación Occidental.

Aquel que haya tenido la dicha de vivir la experiencia del “despertar espiritual”, comprende que debe fluir con el Tao, y que no hay que intervenir en “la voluntad de Dios”, pues toda intervención en los asuntos divinos procede desde el ego del sujeto pensante que, en la soberbia de su propia razón, cree saber más que el Universo, despreciando así la transcendencia espiritual, la cual implica iniciar cada cual por sí mismo el camino ascendente de la sabiduría. Ahí están instalados los materialistas científicos, en su divorcio con la Divinidad, en su soberbia cognitiva.

Afortunadamente, los otrora considerados como “místicos cuánticos” ya no son una panda de “iluminados” sueltos por el mundo, sino que son las propias ciencias, como las señaladas anteriormente, las que han posibilitado argumentar de un modo epistemológico a la metafísica como ciencia del Ser, más allá del materialismo científico, una metafísica conocida como filosofía transpersonal y susceptible de ser educada mediante una educación transracional.

6 - Sabiduría y Amor

Es así como la auténtica no-dualidad, desde un punto de vista conceptual y filosófico como el argumentado anteriormente, es una síntesis atemporal entre la Sabiduría (camino ascendente) y el Amor (camino descendente): entre el conocimiento y las emociones, entre los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro, es un estado de paz interior desde el cual se puede promover la paz en el mundo, porque solamente una persona que vive en paz consigo misma puede ser un ejemplo para los demás. No la “paz” que nos imponen los poderes fácticos desde una razón plutocrática, pues dicha paz mundial y psicológica es socavada, respectivamente, por una ingeniería social y mental para mantenernos en la ignorancia y el sufrimiento. Cuando comprendes todo lo argumentado hasta aquí, ya estás en el proceso del “despertar espiritual”. ¿Tan difícil es explicar todo ello en una clase de filosofía? ¿Tan difícil es explicarle todo ello a los estudiantes para que sean libres con conocimiento de causa?

7 - El abismo cultural por trascender

Creo que ese es el reto más importante que tienen actualmente los profesores, los educadores, la educación en general, los científicos en particular, y las humanidades como revulsivo para orientar la cultura humana más allá del reduccionismo psicológico y de la filosofía materialista que ha imperado en Occidente. El despertar colectivo es posible, y lo es gracias a la meditación y sus beneficios aplicados prácticamente en las aulas, como demuestran muchas experiencias vanguardistas en el ámbito educativo.

El conocimiento es una riqueza intelectual que debe ser gestionada, auspiciada, educada y transmitida por los profesionales de la epistemología, pues necesitamos aún de genuinos epistemólogos para intentar dar un sentido a la vida y de saber cuál es nuestro lugar en este mundo. Y la propuesta de este pensador es que la metafísica es una rama de la filosofía que, de un modo histórico, ha sido relegada al ámbito de las religiones, es decir a la dualidad externa, obviando que es en el Dios interior (no-dualidad), donde es posible educar espiritualmente a nuestros niños, para que se sientan como parte de la totalidad donde Todos somos Uno.

8 - El movimiento transpersonal

Afortunadamente, desde el surgimiento de la psicología transpersonal, el movimiento transpersonal está en fase de expansión, hasta el punto de incursionar en el sistema académico gracias a novedosos y pioneros trabajos científicos. Las publicaciones transpersonales internacionales están cohesionando un punto de vista espiritual que reclama su presencia en el ámbito educativo, pues hay una crisis epistemológica de hondo calado que requiere un cambio de paradigma pensativo, y por tanto con repercusiones en el ámbito educativo.

Nos hallamos, pues, ante tantos cambios de paradigmas (filosófico, psicológico, sociológico, educativo, científico y espiritual) que son los propios maestros, profesores y la educación en general, quienes deberían coger las riendas del conocimiento para debatir su epistemología y consensuar lo que hay que saber, y lo que hay que enseñar en la transmisión del conocimiento.

9 - "Conócete a ti mismo y conocerás a los Dioses y al Universo"

Ahí queda el reto para científicos, filósofos, profesores y educadores, ahí queda el reto para nuestra civilización y sus mentes pensantes: integrar la espiritualidad en el sistema educativo, tal es el reto que plantea este pensador mediante sus publicaciones. Y ese reto de adentrarse en la no-dualidad entre la sabiduría y el amor es posible, como nos demuestra un texto iluminador de Nisargadatta Maharaj, un gran maestro espiritual de la corriente Advaita. Su enseñanza es admirada por ser directa, provocativa y radical, considerado por muchos como un iluminado, y que nos invita a recorrer ese camino espiritual hacia la no-dualidad, o el Dios interior.

NOTA:

(1) El materialismo es una corriente filosófica que, en oposición al idealismo, resuelve el problema cardinal o fundamental de la filosofía acerca de la relación entre el pensar, el espíritu y la naturaleza, postulando que la materia es lo primario. Según la visión materialista, la conciencia y el pensamiento es una emergencia material a partir de un estado altamente organizado. Según esta concepción, el mundo es material y existe objetivamente, independientemente de la conciencia. Sin embargo, el neurocientífico Francisco J. Rubia, Catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, viene a decir todo lo contrario: “Los órganos de los sentidos nos han engañado desde siempre y lo sabemos, como ya lo sabían los filósofos griegos de la naturaleza de las colonias jónicas en Asia Menor. La neurociencia moderna nos dice que ni los colores ni los olores, ni los gustos ni los sonidos existen en la naturaleza, sino que son creaciones del cerebro”. Según Rubia, “la revolución neurocientífica modificará los conceptos del yo y de la realidad. Los hallazgos realizados en este campo en los últimos años han sido múltiples y podrían producir lo que él denomina “la cuarta humillación humana”, tras el final del geocentrismo, la aparición de la teoría de la evolución y el descubrimiento del inconsciente. Estos hallazgos llevarían, de hecho, a cuestionarse conceptos tan fundamentales para nuestra cosmovisión como la naturaleza de la realidad o del yo o la existencia del libre albedrío” (paradójicamente, lo mismo que hizo Kant en sus Tres críticas). (Declaración efectuada en una conferencia dentro del marco del 43º Congreso de la European Brain and Behaviour Society de Sevilla, sobre los últimos avances de la neurociencia).

No debe interpretarse esta “Carta abierta a científicos, filósofos, profesores y educadores” como un ataque personal, más bien, como un llamado a la toma de conciencia de que deben ser los artífices del cambio en la educación, y no dejar esa trascendental importancia educativa en manos de políticos corruptos hasta la médula. A tal efecto, recurriendo nuevamente a Ken Wilber, es necesaria una Política Integral que posibilite una Educación Transracional. Veamos ellos a continuación.

3 - POLÍTICA INTEGRAL DE KEN WILBER: HACIA UNA EDUCACIÓN TRANSRACIONAL

En estos tiempos de desencanto con las ideologías políticas, tanto de izquierdas como de derechas, son necesarias políticas nuevas que trasciendan a las ideologías precedentes. La Política Integral de Ken Wilber es una alternativa política verdadera. Para hablar de “política” y de “integración”, es necesario conocer el pensamiento de Wilber desde su visión integral, así como su certera interpretación del fracaso epistemológico del pensamiento occidental, para luego conocer su propuesta resolutiva como intuición moral básica con la posibilidad de ser impartida mediante una educación transracional.

1 - La visión integral

Ken Wilber presenta un mapa comprehensivo del Kosmos y su desarrollo (véase especialmente sus obras Una Teoría de Todo; Sexo, Ecología, Espiritualidad y Breve historia de todas las cosas), prestándose dicha cosmovisión para un mapeo de los sistemas de creencia política. Wilber sostiene que todos los sistemas son simultáneamente tanto totalidades como partes. Siguiendo a Arthur Koestler, les llama un holón. Esto quiere decir que, cualquier sistema que podríamos mirar, sea un individuo, un átomo, una sociedad o un sistema de creencias, es simultáneamente algo que es parte de un todo mayor, incrustado en un contexto mayor y, al mismo tiempo, una unidad relativamente independiente. Más aún, cualquier holón dado tiene tanto un interior y un exterior. Pero un holón puede examinarse asimismo como una unidad individual apartada y también en su contexto colectivo. Wilber organiza conceptualmente los holones, por ejemplo, como en la Gran Cadena del Ser: materia-vida-mente-alma-Espíritu y, correlativamente, física-biología-psicología-teología-misticismo. La clave para entender este mapa es que, cada holón, puede trascenderse a sí mismo y, por consiguiente, introducir niveles o contextos más profundos.

Ken Wilber sostiene que todo fenómeno humano consta de cuatro facetas y no puede ser íntegramente comprendido si no se abordan las cuatro. El fundamento de estas cuatro vertientes de la realidad tiene que ver con los aspectos exterior e interior y sus formas individuales y colectivas. Los cuatro aspectos que se deberían estudiar para comprender todas las cosas serían, entonces, lo interior-individual (yo), lo exterior-individual (ello), lo interior-colectivo (nosotros cultural) y lo exterior-colectivo (nosotros social, ello):

Lo interior-individual: Es la experimentación del pensamiento en sí, con los símbolos, significados e imágenes mentales relativas. Este cuadrante trata de la verdad subjetiva, de la belleza, del arte. Es el cuadrante del mundo intencional. Su lenguaje es en primera persona del singular (yo), y su criterio de validez es la veracidad.

Lo exterior-individual: Mientras se vivencia el pensamiento están ocurriendo una serie de cambios en el cerebro como secreción de dopamina, de acetilcolina, conexiones neuronales, impulsos nerviosos, etc. Dichos hechos pueden ser empíricamente observables desde el exterior, utilizando el equipamiento tecnológico apropiado. Este cuadrante trata de la verdad objetiva de la ciencia. Es el cuadrante del mundo del comportamiento. Su lenguaje es en tercera persona (ello), y su criterio de validez es la precisión de la descripción: coincide lo observado con lo expresado.

Lo interior-colectivo: Ahora bien, los pensamientos que circulan por la mente tienen un sustrato cultural; en efecto, el pensamiento se realiza a partir de una serie de símbolos y significados sometido al proceso de culturización. Es el cuadrante de la verdad intersubjetiva, de la moral y la religión. Su lenguaje es en primera persona del plural (nosotros), y su criterio de validez consiste en la rectitud.

Lo exterior-colectivo: A su vez, la cultura también tiene sus componentes sociales (del mismo modo que el pensamiento interior tiene sus correlatos cerebrales exteriores): “Estos componentes sociales concretos son las modalidades tecnológicas, las fuerzas de producción (hortícola, agraria, industrial, etc.), las instituciones concretas, los códigos y pautas escritas, las ubicaciones geopolíticas (aldeas, poblados, estados, etcétera)”. Es el cuadrante de la verdad inter-objetiva efectiva y de las ciencias sistémicas. Su lenguaje es también en tercera persona (ello), y su criterio de validez consiste en el ajuste funcional o efectividad.

2 - La tercera Vía

Wilber señala que estos cuatro cuadrantes evolucionan conjunta y simultáneamente, ya que cualquier cambio en un cuadrante producirá cambios en los demás. Según Wilber, la política está representada en el cuadrante de lo “exterior-colectivo”, aunque no exclusivamente, dada la correlación existente entre los cuatro cuadrantes. Este modelo de los cuatro cuadrantes es útil a Wilber para interpretar la ideología de los liberales y los conservadores para, después, presentar una “Tercera vía” a través de su modelo. Para explicar las causas del sufrimiento humano, los liberales (o las izquierdas) suelen apelar a la causación externa, es decir, a instituciones sociales objetivas, por ejemplo, que la pobreza es el resultado de injustas fuerzas externas políticas y económicas. Por su parte, los conservadores apelan a una causación subjetiva, es decir, enfatizan el papel del individuo en detrimento de lo colectivo. Por tanto, los liberales apelan a causas de los cuadrantes del lado derecho (exterior individual y colectivo), mientras que los conservadores apelan a causas de los cuadrantes del lado izquierdo (interior individual y colectivo).

Para trascender esa dicotomía entre liberales y conservadores, es necesaria una “Tercera Vía” que integre ambos enfoques, y Wilber plantea dos cuestiones para dicho objetivo de integración:

En primer lugar, la necesidad de reconocer que tanto los cuadrantes exteriores como interiores son igualmente reales e importantes. Es decir, tan importante son los factores internos (valores, significado, moral, el desarrollo de la conciencia, etc.), como los factores externos (las condiciones económicas, el bienestar material, el medio ambiente y el desarrollo tecnológico).

Y, en segundo lugar, que es necesario reconocer y entender que existen estadios en el desarrollo subjetivo, es decir, que existe un proceso de evolución de la conciencia. Y nos propone su modelo conocido como espiral dinámica, el cual tiene 8 niveles:

1) Beige: nivel de supervivencia básica.
2) Violeta: nivel representado por el pensamiento mágico-animista.
3) Rojo: nivel de los dioses del poder y fundamento de los imperios feudales.
4) Azul: conformista, nivel representado por la ley y el orden, de jerarquías sociales rígidas, principios absolutistas y la mentalidad de rebaño.
5) Naranja: logro científico. Nivel dominado por el pensamiento científico y orientado hacia objetivos y beneficios materiales. Se empieza a buscar la verdad y el significado en términos individuales. Fundamento del materialismo y el liberalismo.
6) Verde: ego sensible. Nivel centrado en la relación entre los seres humanos, la comunidad, las redes y la sensibilidad ecológica. Relativismo pluralista, pensamiento igualitario, anti jerárquico, multiculturalista y que relativiza los valores. Fundamento de la ecología profunda, el postmodernismo, los derechos humanos y la teología de la liberación.
7) Amarillo: integrador. Nivel en el que las diferencias y pluralidades se integran de forma interdependiente. Va más allá del igualitarismo y del relativismo, apareciendo niveles naturales de excelencia.
8) Turquesa: holístico. Sistema holístico universal, donde múltiples niveles se entretejen en un sistema consciente. Se producen unificaciones entre diferentes niveles. El pensamiento turquesa es, además, consciente de todos los niveles de la espiral y de las interacciones existentes entre ellos (2) .

Wilber integra esta teoría en su modelo para interpretar la evolución del pensamiento político y las diferentes formas de gobierno, así como para analizar los diferentes conflictos políticos que se producen en el mundo actualmente y proporcionar una posible solución. Señala que los conflictos políticos actuales se encontrarían en el choque entre el nivel o meme azul y el naranja. Es decir, entre las diversas formas de fundamentalismos políticos y religiosos presentes en el mundo, y el pensamiento liberal, individualista y materialista propio del meme naranja.

La Tercera Vía consiste, pues, en integrar y trascender los diferentes niveles. El modelo de Wilber es para transcender e incluir a las ideologías liberales y conservadoras.

Ahora veamos el origen de los cuatro cuadrantes propuestos por Wilber. Corresponden a las formas clásicas de conceptualizar el mundo en la filosofía occidental. Desde la filosofía griega con Platón, y especialmente desde Immanuel Kant, el reino de la filosofía ha estado dividido en lo verdadero (la verdad objetiva), el bien (la verdad moral), y lo bello (la verdad estética). Y el desastre fundamental de la sociedad moderna ha consistido en separar estas tres esferas unas de otras, lo cual ha abocado al fracaso epistemológico de Occidente.

3 - El fracaso epistemológico de Occidente

El pensamiento occidental se ha caracterizado por la constante universal de abordar el problema del hombre desde el dualismo: materia y espíritu, cuerpo y alma, cerebro y mente. Las teorías dualistas acerca de los principios de la realidad humana se inspiraron en el pensamiento griego platónico-aristotélico, después asumido por las escuelas escolásticas. Toda la historia de la filosofía occidental está transitada por la inquietud de encontrar la solución al problema del conocimiento, en definitiva, intentar dar una explicación coherente de la conciencia.

Kant, mediante sus Tres críticas, Crítica de la razón pura; Crítica del juicio y Crítica de la razón práctica, produjo la diferenciación de las tres grandes categorías platónicas: la Bondad (la moral, el “nosotros”-cultura-), la Verdad (objetiva, propia del “ello”-ciencia-) y la Belleza (la dimensión estética percibida por cada “yo”-arte). El resultado tras la diferenciación fue concluyente: “Dios en cualquiera de sus formas fue declarado muerto, solo la naturaleza estaba viva. La razón, en reacción al mito, eligió así mirar casi exclusivamente hacia abajo, y en esa mirada fulminante nació el mundo occidental moderno”. La mala noticia, por el contrario, es que la postmodernidad no ha logrado la integración respectivamente de la cultura, la naturaleza y la conciencia, y este sería el gran fracaso epistemológico de Occidente.

En efecto, la diferenciación de esas tres esferas kantianas (la moral, la ciencia y la dimensión estética) adquirieron vida propia por separado en vez de estar subordinadas a la religión, como fue el caso en la Edad Media o antes, cuando la Iglesia determinaba lo que era verdadero, correcto y bello. El fracaso epistemológico de Occidente y de la postmodernidad, por tanto, es no haber logrado la integración del “yo” (arte), el “nosotros” (moral) y el “ello” (ciencia). Esta es una de las conclusiones de la obra de Wilber Breve historia de todas las cosas.

4 - Los ascendentes y los descendentes

Wilber considera que Occidente ha olvidado completamente las dimensiones espirituales, propiciando la aparición de un “mundo chato”. Mundo dominado por los ascendentes (la religión) y los descendentes (el materialismo científico), que han llevado al colapso de la modernidad.

Explica la génesis de dicho problema occidental: “Todo comenzó a cambiar radicalmente con el Renacimiento y la emergencia de la modernidad, un cambio que alcanzaría su punto culminante con la Ilustración y la Edad de la Razón y que bien podríamos resumir diciendo que los ascendentes fueron reemplazados por los descendentes.” La lucha entre los ascendentes y los descendentes es la batalla arquetípica que tiene lugar en el mismo corazón de la tradición occidental:

“El camino ascendente es el camino puramente trascendental y ultramundano. Se trata de un camino puritano, ascético y yóguico, un camino que suele despreciar -e incluso negar- el cuerpo, los sentidos, la sexualidad, la Tierra y la carne. Este camino busca la salvación en un reino que no es de este mundo (…) El camino ascendente glorifica la unidad, no la multiplicidad; la vacuidad, no la forma; los cielos, no la tierra. El camino descendente, por su parte, afirma exactamente lo contrario. Este es un camino esencialmente intramundano, un camino que no glorifica la unidad sino la multiplicidad. El camino descendente enaltece la Tierra, el cuerpo, los sentidos e incluso la sexualidad. Un camino que llega incluso a identificar el espíritu con el mundo sensorial (…) Se trata de un camino puramente inmanente que rechaza la trascendencia”.

Pero no es en la lucha sino en la unión entre los ascendentes y los descendentes donde podremos encontrar armonía, porque solo podremos salvarnos, por así decirlo, cuando ambas facciones se reconcilien. Wilber relaciona dicha integración entre lo ascendente y lo descendente con la unión entre la sabiduría y la compasión. En efecto, tanto en Oriente como en Occidente, el camino de ascenso desde los muchos hasta el Uno es el camino de la sabiduría, porque la sabiduría ve que detrás de todas las formas y la diversidad de los fenómenos descansa el Uno, el Bien.

El camino de descenso, por su parte, es el camino de la compasión, porque el Uno se manifiesta realmente como los muchos y, en consecuencia, todas las formas deben ser tratadas con el mismo respeto y compasión. Y la unión entre esas dos corrientes, entre la sabiduría y la compasión, constituye el fin y el sustrato de toda auténtica espiritualidad. Esta es precisamente la visión no dual, la unión entre el Flujo y el Reflujo de Plotino, entre Dios y la Divinidad, entre la Vacuidad y la Forma, entre la sabiduría y la compasión, entre lo ascendente y lo descendente.

5 - La intuición moral básica

La anterior contienda entre los ascendentes (religión) y los descendentes (materialismo científico) puede trascenderse según Wilber mediante una intuición moral básica: una auténtica intuición espiritual que debe ser aprehendida con el deseo de expandir la profundidad del “yo” a la amplitud del “nosotros” y al estado objetivo de cosas del propio “ello”. Esto se consigue mediante la asunción de los correspondientes derechos y responsabilidades, para orientar así éticamente los actos, pensamientos y sentimientos. La integración de la conciencia (yo), la ciencia (ello) y la moral (nosotros) -las tres esferas del saber diferenciadas por Kant en sus Tres críticas- aprehendida como una intuición moral básica, puede ser postulada, entonces, como una ética epistémica en toda regla.

Vivimos pues en una época para repensar la relación entre la racionalidad y la espiritualidad, una tarea que subyace en toda la obra de Wilber. Así se convierte en un embajador emblemático de la filosofía transpersonal, ignorada desde el punto de vista académico. El término transpersonal no es todavía de dominio popular y menos aún su asunción académica para educar a las generaciones futuras. Sin embargo, si la humanidad ha evolucionado de lo mítico a lo racional, ¿hacia dónde evoluciona ahora?, Wilber nos da la respuesta: “Aquí estamos, en la racionalidad, situados en el filo de la percepción transracional”.

6 - Una política integral mediante una educación transracional

Según Wilber, cuantos más niveles de desarrollo tenga una determinada cultura, mayor es su probabilidad de que las cosas vayan mal. Cuanta mayor es la profundidad de una sociedad, mayores son también las cargas impuestas sobre la educación y transformación de sus ciudadanos. La transformación del mundo implica, pues, un abismo cultural por superar. En efecto, nuestra actual cosmovisión del mundo bajo el influjo de la racionalidad positivista que predomina en El espejismo de la ciencia, como adalid de la suprema “verdad”, margina a las humanidades como medio para una interpretación crítica de la realidad actual; como revitalización de la cultura; como reflexión sobre las grandes cuestiones personales y sociales, y como catalizadores de la creatividad. A pesar de ello, según Wilber, la evolución del Kosmos no se detendrá pues se vislumbra la trascendencia hacia una episteme transracional con proyección en La filosofía educativa en el ámbito universitario:

“Se trata de educar más allá del bienestar individual y colectivo propuesto por una sociedad del éxito personal y del consumo, trabajar en función del porvenir de la civilización y la supervivencia de la raza humana y del planeta; ya que una persona consciente de su compromiso existencial puede alcanzar grandes logros e impactar en el bienestar de los demás gracias a un humanismo trascendental y verdadero. Por eso la educación universitaria debe considerarse como el modo formativo humanista para emprender cualquier objetivo elevado, verdaderamente humano, comunitario y social, sea a través del currículo de carácter ético-espiritual de todas las profesiones, o de una formación filosófica en torno a las dimensiones antropológicas existenciales del sentido de la vida desde el compromiso social”.

Consecuentemente, la filosofía transpersonal de Wilber (aunque él se desligó de la psicología transpersonal para proponer su psicología integral) puede ser postulada como un nuevo paradigma de conocimiento y en una asignatura educativa para una educación transracional que implemente la razón con el corazón: una educación transracional con una misión eminentemente espiritual sustentada en la intuición moral básica de Wilber. En dicho sentido, la meditación es una puerta de acceso a dicha realidad superior y puede provocar considerables cambios en las regiones cerebrales relacionadas con la memoria, la autoconciencia, la empatía y el estrés. Es decir, que algo considerado espiritual, nos transforma físicamente y puede mejorar nuestro bienestar y nuestra salud.

La meditación, aplicada prácticamente en los centros escolares, tiene espectaculares resultados: estimula la creatividad de los niños, ayuda en el desarrollo de la inteligencia emocional, reduce la violencia conocida como bullying, mejora los procesos de aprendizaje, aminora la sobre estimulación propia de la era de Internet y mejora la convivencia escolar. La meditación se convierte así en un medio para la sanación trascendental del ser humano desde la infancia. Como aseveró el matemático griego Pitágoras, “educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”.

Una educación transracional fundamentada en la filosofía transpersonal propuesta por Wilber se convierte, consecuentemente, en una renovada pedagogía para la trascendencia espiritual mediante la meditación, entre otras prácticas que deberíamos rescatar. Postula un revisionismo psicológico que incorpore a la espiritualidad con la misión de transcender la brecha epistemológica entre la racionalidad y la espiritualidad también a nivel social y cultural: La educación espiritual de los niños es un imperativo para instaurar en el futuro una Vida espiritual en una sociedad digital; consecuentemente, Espiritualidad y educación social es un binomio inseparable para trascender La sociedad de la ignorancia y, por antonomasia, es El desafío ético de la educación.

El gran mérito de Ken Wilber es haber estructurado una visión integral (cuatro cuadrantes), trascendiendo e integrando las filosofías de Platón y Kant. Además, evidencia el fracaso epistemológico del pensamiento occidental al no haber integrado la naturaleza (ello), la conciencia (yo) y la cultura (nosotros). También nos provee la solución mediante su intuición moral básica como auténtica y genuina espiritualidad.

La filosofía transpersonal e integral de Ken Wilber como disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia, puede postularse como asignatura educativa para la sanación trascendental del ser humano mediante una educación transracional.

Como apunta Wilber, todo cambio se presenta bajo los cuatro cuadrantes, y por tanto, habrá que comenzar a pulir el diamante en bruto que todos nosotros tenemos en el fondo de nuestro ser (“yo”-interior individual) mediante la veracidad, la sinceridad, la integridad y la honradez, un sendero de sabiduría que permitiría la integración de todos “nosotros” en una comprensión mutua (interior colectivo) y, entre todos, cambiar entonces el ajuste funcional de un sistema social (“ello”-exterior colectivo) inmerso en un mundo chato. En definitiva, necesitamos una política integral para transcender la crisis de conciencia en la que está inmersa la filosofía occidental y, así, salvar el abismo cultural de la humanidad.

Y ese abismo cultural solo se puede salvar si ponemos a Dios en la ecuación del conocimiento que, en término filosóficos, sería la hermenéutica de lo inconmensurable (interpretación de lo que sea Dios, como un camino metafísico). Cuando el ego del ser humano toma las riendas del destino, ya sabemos a dónde nos lleva: al actual apocalipsis que estamos presenciando en el mundo. Sin embargo, recordemos un sabio aforismo de Aristóteles: “Dios y la naturaleza no hacen nada inútilmente”. Por tanto, no es descabellado pensar que estamos viviendo tiempos bíblicos, pero ello será cuestión de análisis en la próxima monografía.


Resumen de esta monografía:

Finalizábamos la anterior monografía aseverando que, la epistemología y la hermenéutica integradas desde la Filosofía Transpersonal, son dos modos de saber que posibilitan una Educación Transracional. Dicha conclusión implica un revisionismo educacional y humano al dejar en evidencia la falacia del sistema educativo occidental.

La educación académica tradicional está quedando obsoleta y requiere de una nueva mirada pedagógica acorde a los nuevos tiempos cuánticos. Si a ese campo cuántico se le añade la necesaria renovación moral y espiritual, tenemos así el fundamento epistemológico para poder hablar de La educación cuántica mediante una actitud pedagógica que busca el empoderamiento consciente de los alumnos, cuestión ya puesta en marcha por las escuelas llamadas “activas”.

El sistema educativo tradicional está metamorfoseándose gracias a personas o colectivos que trabajan en pos del empoderamiento humano, en aras a trabajar la potencial profundidad inherente a todo ser humano; y ello solo se puede realizar desde un giro copernicano en el modelo cognitivo de la educación, como pretende este filósofo con La educación cuántica. Y no es una simple impresión subjetiva del que escribe esto pues, a decir del catedrático de sociología y experto en educación Mariano Fernández Enguita, el origen del fracaso escolar se debe a la rigidez del sistema educativo. No hay lugar a dudas que el paradigma educativo tradicional está en un tránsito hacia no sabe nadie dónde. Ese vacío cognitivo por la incertidumbre educacional del futuro, es un posibilismo para la construcción epistemológica de La educación cuántica en el marco de la filosofía transpersonal.

Desde 1948, el artículo veintiséis de los Derechos Humanos referente al derecho de la educación, como en otras facetas sociales, económicas y políticas, ha sido ninguneado por los poderes fácticos. Sin embargo, novedosas iniciativas de hacer pedagogía están llegando al estamento educacional. Son tiempos de un revisionismo educacional como se ha visto, pero también de un revisionismo humano en el modo como percibimos nuestro mundo y el universo. En definitiva, son tiempos de repensar la relación entre la racionalidad y la espiritualidad. Son tiempos de integración entre la epistemología de lo conmensurable y la hermenéutica de lo inconmensurable.

Así pues, ante tales argumentos, ¿en qué lugar queda la responsabilidad de científicos, filósofos, profesores y educadores?

Como filósofo transpersonal, mi deseo es que sea posible la liberación de la humanidad mediante el acopio de conocimiento para ser libres con conocimiento de causa, un hondo problema epistemológico expuesto en la ponencia del II COLOQUIO INTERNACIONAL: POSIBILIDADES DE LA RESIGNIFICACIÓN DEL EPISTEME EN LAS CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN: DEBATES Y REFLEXIONES.

El reto más importante que tienen actualmente los profesores, los educadores, la educación en general, los científicos en particular y las humanidades es orientar la cultura humana más allá del reduccionismo psicológico y de la filosofía materialista que ha imperado en Occidente. El despertar colectivo es posible, y lo es gracias a la meditación y sus beneficios aplicados prácticamente en las aulas, como demuestran muchas experiencias vanguardistas en el ámbito educativo.

El conocimiento es una riqueza intelectual que debe ser gestionada, auspiciada, educada y transmitida por los profesionales de la epistemología, pues necesitamos aún de genuinos epistemólogos para intentar dar un sentido a la vida y de saber cuál es nuestro lugar en este mundo. Y la propuesta de este pensador es que la metafísica es una rama de la filosofía que, de un modo histórico, ha sido relegada al ámbito de las religiones, es decir a la dualidad externa, obviando que es en el Dios interior (no-dualidad), donde es posible educar espiritualmente a nuestros niños, para que se sientan como parte de la totalidad donde Todos somos Uno.

Nos hallamos ante tantos cambios de paradigmas (filosófico, psicológico, sociológico, educativo, científico y espiritual) que son los propios maestros, profesores y la educación en general, quienes deberían coger las riendas del conocimiento para debatir su epistemología y consensuar lo que hay que saber, y lo que hay que enseñar en la transmisión del conocimiento.

Ahí queda el reto para científicos, filósofos, profesores y educadores, ahí queda el reto para nuestra civilización y sus mentes pensantes: integrar la espiritualidad en el sistema educativo, tal es el reto que plantea este pensador mediante sus publicaciones. Y ese reto de adentrarse en la no-dualidad entre la sabiduría y el amor es posible, como nos demuestra un texto iluminador de Nisargadatta Maharaj, un gran maestro espiritual de la corriente Advaita. Su enseñanza es admirada por ser directa, provocativa y radical, considerado por muchos como un iluminado, y que nos invita a recorrer ese camino espiritual hacia la no-dualidad, o el Dios interior.

No debe interpretarse esta “Carta abierta a científicos, filósofos, profesores y educadores” como un ataque personal, más bien, como un llamado a la toma de conciencia de que deben ser los artífices del cambio en la educación, y no dejar esa trascendental importancia educativa en manos de los políticos corruptos hasta la médula. A tal efecto, recurriendo nuevamente a Ken Wilber, es necesaria una Política Integral que posibilite una Educación Transracional.

La filosofía transpersonal e integral de Ken Wilber como disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia, puede postularse como asignatura educativa para la sanación trascendental del ser humano mediante una educación transracional.

Como apunta Wilber, todo cambio se presenta bajo los cuatro cuadrantes, y por tanto, habrá que comenzar a pulir el diamante en bruto que todos nosotros tenemos en el fondo de nuestro ser (“yo”-interior individual) mediante la veracidad, la sinceridad, la integridad y la honradez, un sendero de sabiduría que permitiría la integración de todos “nosotros” en una comprensión mutua (interior colectivo) y, entre todos, cambiar entonces el ajuste funcional de un sistema social (“ello”-exterior colectivo) inmerso en un mundo chato. En definitiva, necesitamos una política integral para transcender la crisis de conciencia en la que está inmersa la filosofía occidental y, así, salvar el abismo cultural de la humanidad.

Y ese abismo cultural solo se puede salvar si ponemos a Dios en la ecuación del conocimiento que, en término filosóficos, sería la hermenéutica de lo inconmensurable (interpretación de lo que sea Dios, como un camino metafísico). Cuando el ego del ser humano toma las riendas del destino, ya sabemos a dónde nos lleva: al actual apocalipsis que estamos presenciando en el mundo. Sin embargo, recordemos un sabio aforismo de Aristóteles: “Dios y la naturaleza no hacen nada inútilmente”. Por tanto, no es descabellado pensar que estamos viviendo tiempos bíblicos, pero ello será cuestión de análisis en la próxima monografía.