"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

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"NO PUEDE SER QUE EL 'BULLYING' SEA ALGO QUE ESTÉ PASANDO EN EL SIGLO XXI"

La Joven Compañía retrata la montaña rusa emocional que es la adolescencia en 'La edad de la ira', una obra que habla de tú a tú con los jóvenes del acoso escolar y sexual.

"No puede ser que el 'bullying' sea algo que esté pasando en el siglo XXI". Estas contundentes palabras no pertenecen a un político ni se han pronunciado en la barra de un bar o en un vagón de metro sino que las firma un adolescente de un instituto madrileño cualquiera. Serio y categórico, las pronuncia tras asegurar que se ha reconocido a sí mismo en alguno de los episodios de acoso escolar que acaba de ver sobre el escenario. Está sentado en el patio de butacas del Teatro Conde Duque y junto a otro centenar de chavales acaba de ver 'La edad de la ira', de La Joven Compañía.

Otro joven toma la palabra y es igual que crítico. "Los profesores y la sociedad deberían tomar esto como un problema de Estado", dice ante los aplausos de sus compañeros. Unos días antes otro chaval reconoce que es homosexual y que no es nada fácil salir del armario en el instituto. Una chica más alza la voz para decir que ya está bien de que les juzguen como el 'bicho raro' de la clase y que pesan, y de qué manera, las expectativas. Las de los padres, la de los adultos, la de los profesores, las de la sociedad... "No sirves, no vales, no encajas. No soy la basura que veis en mi. La ira es que te juzguen cuando te miran pero sabes que no te ven", son las palabras de una de las actrices que han hecho que reaccione tras la función.

La Joven Compañía prosigue fiel a su espíritu de hacer teatro con jóvenes y para jóvenes, y esta vez toca el tuétano de su existencia. En el Teatro Conde Duque (hasta el 6 de mayo) y en los Teatros del Canal (18 y 19 de mayo), 'La edad de la ira', la adaptación de la novela de Fernando J. López, aborda la compleja y desoladora adolescencia. Ese abismo que se abre en esa época en al que tú estás contra el mundo y el mundo contra ti y ese tiempo de buscar un Edén que ya se empieza a asumir que no existe. Dirigida con tino por José Luis Arellano y levantada por un reparto colosal, esta obra es un retrato de los problemas diarios que sufren los adolescentes, un canto a la diferencia y a la búsqueda de la propia identidad que gana enteros cuando se ve junto a sus verdaderos protagonistas.



"Es una obra necesaria. Necesitábamos hablar de ellos, de ese público que viene a vernos que siempre es un espejo pero nunca tan claro como ahora. Era urgente", asegura Arellano a El Confidencial. "La adolescencia fue un estado maravilloso pero muy complejo. Esta obra representa ese grito de libertad: que alguien me escuche. Todos están pidiendo ayuda constantemente. También queríamos que padres y profesores se pusieran delante de su realidad y pudieran comprender a sus hijos y alumnos. Tendemos a enjuiciarles y pensar que nuestra época era mucho mejor y no es real. También nos sentíamos enjuiciados nosotros y, de repente, somos los que enjuiciamos".

Un supuesto asesinato de un padre a manos de su hijo es el arranque de esta comprometida función, pero realmente es la excusa para introducir al espectador en un thriller en el que está tan presente el deseo como la ira propia de esa edad y el acoso en toda su crudeza. Está el acoso sexual de un profesor a una alumna, está la violencia machista y también el acoso escolar al diferente ya sea al joven homosexual, al repetidor y a la 'bicho raro' o la 'choni' que no cuadran con el esteriotipado canon social. "El asesinato es una excusa para jugar al thriller y enganchar. Lo más importante de la función es que es una excusa, bestia y potente, para hablar de ellos mismos a través de un estado bastante límite para entender qué viven los adolescentes, y ellos se ven reflejados porque viven diariamente eso", explica el director.

Hoy se celebra el Día Internacional contra el Acoso Escolar. Según un estudio del año pasado de Save the Children, uno de cada diez alumnos aseguran haber sufrido un episodio de 'bullying'. El 25% por su apariencia física, otro 25% por su género u orientación sexual y otro tanto por razones de etnia o nacionalidad. Además, el 30% de los jóvenes acosados en las aulas afirma haber recibido golpes físicos y uno de cada tres admite haber agredido a un compañero. La Joven Compañía ya dejó claro su compromiso contra el acoso escolar en 'Punk Rock', pero ahora lo trata de manera más descarnada en esta obra que señala con contundencia a los que miran a otro lado ya sean profesores, padres, compañeros o la sociedad. "Somos una compañía de teatro, pero al tener un público joven era una grandísima preocupación. Nos congratula ser un espejo y un lugar de debate".



"Es muy impresionante verla con los chavales porque están en silencio absoluto y reaccionan contra todo lo que es un estímulo para ellos: el amor, la ternura y el 'bullying'. Esta historia habla de ellos mismos y ver cómo verbalizan el acoso que sufren en el coloquio posterior a la función es impresionante. Es raro el día que no sale un chaval diciendo que es homosexual o hablan del acoso de profesores o compañeros, y lo bonito es que el resto de la gente les aplaude. El teatro tiene siempre que generar una catársis y es la que se produce", afirma Arellano.

El acoso escolar, prosigue el director, es uno de los grandes temas en las aulas ahora. "Siempre lo ha sido. Todos lo hemos sufrido o presenciado, no sé si más o menos que ahora. Supongo que ahora se intentar hablar más. Creo que al identificar el acoso y ponerle nombre ha salido más a la luz, pero también es cierto que sigue habiendo muchos profesores que quizás no tienen armas para afrontarlo. La sociedad debería darle armas al profesor para luchar contra el acoso y también a las familias. ¿Cómo una sociedad educa a nuestra gente joven? Al final les enseñan palabras, leyes y normas pero no hay una enseñanza emocional para enfrentarse a la vida", reflexiona Arellano.

'La edad de la ira' retrata ese repunte de la homofobia, la violencia en las aulas y la asfixia social de un mundo en crisis, pero también busca los puntos de luz de una época de descubrimiento y de unos chavales que son rebeldes por naturaleza y solo buscan sentir, amar, tener amigos y ser felices. Por eso, su valor radica en el retrato fiel y fidedigno de la montaña rusa que impone la adolescencia y el peso que carga la sociedad sobre unos jóvenes sin armas para afrontar "una época dura y muy complicada". "Necesitamos que nos deis la palabra", grita uno de ellos sobre el escenario ante un patio de butacas mudo copado por adolescentes que asienten con la cabeza porque, como añade Marcos, el joven protagonista de la obra, "adolescencia es el incendio en el que la vida grita su comienzo".
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conciencia

BULLYING Y HOMOFOBIA EN LAS AULAS. DEL SILENCIO A LA VISIBILIDAD

Un artículo de Eduardo Nabal, cinéfilo y escritor freelance.

“La diferencia nunca debe ser simplemente tolerada sino que debe ser el fundamento del que surjan las polaridades que hagan saltar la chispa de nuestra creatividad”

Bullying es un anglicismo, un término importado, que se ha puesto de moda para designar un problema social del que empieza a hablarse en serio y también con cierta ligereza. Su equivalencia en castellano sería el tradicional “matonismo escolar” o el más reciente “ acoso escolar”. Es la verbalización de un sustantivo “Bully”, para explicar o dar forma a su fuerza destructiva, performativa y actuante. Bully puede traducirse por fanfarrón, valentón, lidercillo o macarra. Tanto en la mayor parte de los estudios como en las noticias que aparecen en los medios de comunicación de masas españoles se ha omitido hasta hace bien poco el componente genérico, de género o sexualidad, que tiene el término y que podría suponer un avance sobre el término acoso.


Al decir bullying, en inglés, estamos identificando la conducta de maltratadores en alumnos varones que hacen de su masculinidad, de lo que consideran sus “valores masculinos” un arma. Un arma que se ha empleado, desde siempre-también en la escuela- contra la falta o carencia de masculinidad o feminidad al uso, de los otros/as. Pero sobre todo hemos de hablar ya hoy en día de diversofobia, un término inclusivo que va mas allá de la consabida y algo trillada “igualdad de género”, que en sí no significa nada nuevo.

Es cierto que en la mayoría de los casos, y así lo dicen las noticias, los instigadores o ejecutores suelen ser varones, pero no siempre es ya así y si bien las formas de detectarlo son más eficaces, también las formas de ejercerlo se han refinado. Y el bullyng, a mi entender, no puede hacerse en la mayoría de los casos si el modelo educativo, los profesionales implicados y los profesores/as, directivos etc de los centros-o los propios alumnos/as, el marco social en que se inserta- no consienten en ello y miran hacia otro lado. Así una experta norteamericana en el tema, Mila Narone, entrevistada hace años por el diario “La Vanguardia”, nos recuerda En la escuela no se tolera que se llame negro pero si maricón (podríamos decir lo mismo de muchos centros de trabajo). Y añade algo significativo: el niño/a o el/la adolescente callará seguramente si cree que “el insulto” coincide con la realidad y ni siquiera lo ha reconocido ante sí mismo/a. Y es que, desde mi punto de vista, el bulling homófobo o lesbófobo no sólo afecta al niño/a gay o lesbiana (dentro o fuera del armario) sino a aquél que muestra una inadecuada representación de los roles de género tradicionales y heterosexuales: de los códigos de la masculinidad y la feminidad. Lo que incluye a los y las niñas trans y también a los heteros o bisexuales “con pluma” o que se salen de lo que se espera del lastre sexo/género/deseo.

Un libro, curiosamente venido de Inglaterra, y publicado en castellano mucho antes de la popularización del término por estos lares, llamado “Sexualidades e institución escolar” sí que habla del tema con claridad, de la relación entre ambos fenómenos, pero no es un libro específico sobre el maltrato psicológico o, incluso, físico de los alumnos gays o lesbianas por otros alumnos/as. Es un libro sobre las sexualidades en el contexto escolar de las aulas británicas. Los aspectos que ligan ambos fenómenos, bulling y homo o lesbofobia no han sido recogidos, a mi entender, por muchos sectores sociales, ni siquiera por aquellos que se dicen hoy comprometidos, de un modo u otro, en su erradicación, comprometidos, también, en la erradicación de la romanofobia.

El componente homófobo de este fenómeno ha obviado hasta hace poco casi siempre en las noticias impresas y solo empieza a aparecer en los estudios recientes sobre el bulling. En un reportaje del último número de la revista de la Compañía Mutualista MUFACE se habla de la creciente preocupación por éste fenómeno, pero no se habla de homofobia en las aulas porque la diversidad sexual ha desparecido de la “educación para la ciudadanía”. El primer libro traducido al castellano que lleva propiamente el título de “Bullyng” y que desarrolla esta terminología, no menciona ni una sola vez la palabra homofobia y para colmo introduce profusamente la noción de conductas instigadoras del acoso, cómo la falta de garbo al andar, diciendo cosas como que “el niño (¿no puede ser la niña?) aprenda a caminar erguido, con la espalda recta y los hombros cuadrados”.

En esto, claro, no sólo podemos leer una manifestación de consentimiento de odio al diferente (por ejemplo, el alumno/a con alguna discapacidad) sino una manifestación que, a mi entender, puede esconder altas dosis de plumofobia y/o transfobia. Afortunadamente este hueco va siendo llenado por libros más recientes publicados por editoriales LGTB o de mayor calado intelectual como Bellaterra, Egales o Icaria, con el título de “Como combatir el bullyng homofóbico” de Raquel (Lucas) Platero y otros autores.

También las representaciones fílmicas se han ido ampliando, incluyendo también la transfobia en las aulas (“Ma vie en rose”). Solo a partir de casos tan sonados como el suicidio de Jokin en Euskadi o el mucho más reciente, del adolescente transexual Allan han llamado la atención de un fenómeno que empieza a salir a la luz en filmes de fama internacional como el cortometraje “Indochine” de Xavier Dolan, largometrajes como “Crazy” de Jean-Marc Valle, o “A escondidas” de Mikel Rueda, entre los ejemplos más recientes.

Un fenómeno que ha salido a la luz, se conocen las herramientas para empezar a detectarlo pero necesita un cambio de actitud en los alumnos y los profesores porque también las formas de acoso y vejación se han refinado, haciéndose tan indetectables como algunos retrocesos en materias de derechos humanos ya incluidos en los programas de la LOMCE. Un cambio que puede empezar porque los propios adultos gays o lesbianas sirvan de modelos para sus alumnos, sin tener la necesidad de ocultarse en una escuela realmente pública, diversa y laica.
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EL PREOCUPANTE AUMENTO DEL BULLYING EN LAS AULAS

Un artículo de Ruth Toledano.

Una niña murciana de 13 años se suicidó hace pocos días en su cuarto. Puso así fin a una corta vida en la que presuntamente fue víctima de acoso escolar. Puede que porque era una buena estudiante, al parecer la insultaban, le pegaban, la marginaban, la llamaban gorda y fea. He visto en las fotos publicadas que tenía una cara bonita y unos ojos espectaculares, lo cual es irrelevante, pero el cuerpo me pide decirlo. Supongo que quienes la querían (sus padres, sus familiares) se lo dijeron muchas veces, pero nada pudo desactivar la angustia de esas humillaciones públicas y constantes que presuntamente sufrió en el instituto Ingeniero de la Cierva, en Patiño. No habría podido superarlo ni siquiera habiendo sido trasladada de centro. Hay heridas por las que te desangras.


La historia de Lucía no sería sino un suceso dramático si no fuera porque no es hecho aislado. Por el contrario, se inscribe en un contexto educativo en que el bullying es el amargo pan de cada día. Está alcanzando, de hecho, niveles muy preocupantes, pues las cifras no dejan de aumentar y exigen una reacción contundente por parte de las partes implicadas (que son los profesores, las familias y toda la sociedad) y, en particular, del Ministerio de Educación, que debe implantar una estrategia única para todos los centros. Es urgente además la aplicación real de los protocolos existentes para prevenir, detectar y abordar la violencia en las aulas. En el antiguo instituto de Lucía parece que nada de eso funcionó y que llegaron a descartar que la niña sufriera acoso, a pesar de que los propios padres alertaron de la situación por la que pasaba su hija.

Por supuesto, no se puede achacar a mera negligencia, teniendo en cuenta que las políticas de recortes suponen la disminución de la plantilla de docentes, la masificación de las aulas y, como señalan los sindicatos, “la sobrecarga de trabajo burocrático improductivo al que está sometido el profesorado de nuestros colegios e institutos”. En 2011, recuerdan, quedaron interrumpidas las dotaciones de profesorado de orientación educativa y trabajo socio educativo. En tales condiciones, la aplicación de los necesarios protocolos les resulta inevitablemente complicada.

A ello se añade la pérdida de autoridad que tanto padres como alumnos han de conceder a los profesores, que se sienten maniatados y frustrados ante los alumnos conflictivos. No les resulta fácil echar a un alumno violento, ni mucho menos disponen de recursos para ayudar también a los agresores, cuyo comportamiento procede sin duda de carencias emocionales, psicológicas o familiares. Los propios centros, por otra parte, ocultan los casos de bullying para no cargar con un estigma que los desfavorece en los rankings de calidad.

De momento, el ministerio de Íñigo Méndez de Vigo se ha limitado a poner en funcionamiento desde noviembre un teléfono contra el acoso escolar, que ha recibido desde entonces 5.552 llamadas. La Confederación Estatal de Asociaciones de Estudiantes la considera una medida insuficiente y ha solicitado una reunión urgente con el ministro orquesta (es además portavoz del Gobierno), que debería tener este asunto como una prioridad absoluta, pues no es admisible una sociedad en la que los niños y adolescentes estén expuestos a la violencia, y uno de cada diez la sufran, en lugares donde pasan gran parte de vida, y precisamente para formarse como ciudadanos.

Una sociedad en la que es creciente este gravísimo problema debe hacerse un replanteamiento esencial, preguntarse por qué está fracasando en el fomento de una convivencia respetuosa y pacífica. De nada sirve un sistema de enseñanza, que es competitivo y curricular, si no se educa en la consideración por los otros, en la empatía y en la idea de que las diferencias son consustanciales a la vida y, en cualquier caso, nos enriquecen como individuos y como comunidad.

Y como sociedad debemos cuestionar también los mensajes que reciben los niños y adolescentes fuera de las aulas. Por ejemplo, los contenidos audiovisuales violentos. No se trata únicamente de los videojuegos que les son suministrados, muchos de los cuales son una representación de violencia extrema, sino también del cine y de casi cualquier canal de televisión en casi cualquier momento en que se encienda: publicidad sexista y que promueve cánones de belleza irreal y roles de dominación; debates presuntamente políticos en prime time en los que los tertulianos, que se supone están en un plató porque son personas destacadas y con criterio, recurren a vergonzosas formas de discusión, en las que los gritos, los desprecios, las descalificaciones y los insultos son habituales; programas que ocupan las mañanas y las tardes en términos semejantes; corridas de toros que no son sino la retransmisión del acoso, la tortura y la muerte públicas.

Tenemos todos una responsabilidad al respecto: por supuesto, los responsables de esa clase de contenidos y de su programación, pero también los espectadores, consumidores y usuarios, que deberíamos reaccionar rechazando de plano sus basuras. Si no se compraran videojuegos violentos, si no se pagara la entrada a una película violenta, si se apagara la tele en cuanto empiezan los gritos o los lances, quienes los producen y los venden buscarían alternativas. Al fin y al cabo, lo suyo es el negocio. Los niños y adolescentes estarían además recibiendo otras consignas y su criterio se iría puliendo como corresponde con alguien que está en pleno proceso de crecimiento personal. Si además en las redes sociales no vieran la mala educación, la grosería, la difamación, la burla que sin pudor exhiben los adultos, estaríamos dando un ejemplo que frenaría el ciberacoso del que ellos pueden llegar a ser víctimas. El acoso virtual es como estar en un callejón sin entrada ni salida. Derribadas las paredes físicas, los niños y adolescentes que lo sufren se encuentran en una intemperie infinita que multiplica su sufrimiento y su vergüenza, y que no ven la manera de parar. Resulta aterrador, pero conviene echar un vistazo a los muros y perfiles de sus mayores, quizá encontráramos la indeseada semilla de ese diablo.

Cierto que en un mundo y una época como los nuestros es muy complicado sustraerse a todas las influencias, y proteger de ellas a los menores, por lo que la tarea por delante es desarrollar una conciencia colectiva que crezca hacia lo que quisiera ser y se haga fuerte en combatir la violencia y el daño, directo e indirecto, que sufrimos todos cada vez que uno de nuestros niños y adolescentes es atacado. No podemos permitir que se suiciden.
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Ken Wilber

LOLITA BOSCH: “LAS VÍCTIMAS DE BULLYING SOLO TIENEN EN COMÚN LA RABIA”

Una entrevista a Lolita Bosch,escritora, periodista, investigadora y activista por la paz.

Su novela empieza con una contundente frase en la que señala que usted “también” fue víctima del bullying. ¿Es la manera de evidenciar que es una práctica generalizada?


Lo es. Uno de cada cuatro alumnos de este país lo sufrirá, según estudios internacionales, lo que quiere decir que de cada clase de 20 alumnos, 5 serán víctimas. Es una pandemia escolar terrible, un drama social, y no está previsto que se acabe. Cada país del mundo convive y tolera una violencia. Aquí, en España, durante muchos años se toleró la violencia de género bajo frases como “lo que pasa en casa, se queda en casa”, y ahora convivimos con el bullying con toda naturalidad. Afecta, como siempre, a un colectivo que no tiene acceso a la palabra; como durante muchos años no lo tuvieron las mujeres, los homosexuales u otras razas.

¿Cree que actualmente hay más casos de bullying que años atrás o la diferencia radica en la visibilidad mediática?

Creo que hay más. En primer lugar, porque actualmente hay mucha movilidad y los nuevos siempre acostumbran a recibir más. Y, en segundo, el ciberbullying también es un factor a tener muy en cuenta. Y en lo referente a la visibilidad mediática, yo no creo que la tenga. Ojalá hubiera más personas como yo con acceso a la voz pública para poder decir que lo han sufrido, pero esto no pasa. La prueba es que tenemos que esperar a que se suicide un niño que se llama Alan para que la sociedad entienda que le han hecho bullying porque era transexual. Y eso no es así: le hicieron bullying y, además, era transexual. Pero si no hay una razón que la sociedad está dispuesta a entender en dos segundos no tiene ningún tipo de eco mediático.

¿Qué papel cree que tiene la educación en la prevención del bullying?

No tiene ningún papel. El método de prevención de bullying en Cataluña, por ejemplo, es un protocolo que envía la Generalitat que no creo que aporte nada. Yo he trabajado con muchas víctimas de violencia en diferentes contextos y lo único que funciona para tratar a una víctima de violencia es acercarse y decirle: “Hola, me llamo Lolita. ¿Cómo te llamas? ¿Qué necesitas?”. Pero nadie va a los niños de 14 años a preguntarles cómo están, cómo se sienten, qué necesitan.

¿Y la escuela?

En lo referente a los recursos que ofrecen las escuelas, hay que tener en cuenta que éstas normalmente esconden el bullying. Es imposible que si un niño hoy en día está viviendo en la escuela lo que viví yo, no lo sepan. Muchos maestros son cómplices. Pero también es verdad que si hay gente que se ha salvado del bullying es gracias a los profesores.

Como víctima del bullying, ¿qué aspectos le recomendaría a un maestro tener en cuenta para identificar casos de bullying en el contexto de la escuela?

No hay un perfil de las víctimas de bullying. Lo único que he encontrado que tienen en común es la rabia. Pero es importante que el maestro tenga interés en las emociones de los alumnos, no sólo en lo curricular.

¿Y a las familias?

Yo he hablado con muchas familias y la falta de recursos es vergonzosa. Hay familias que han pedido hipotecas sobre la casa para pagar el internamiento de sus hijos para que no se suiciden. Y normalmente esto se arregla con psicólogos privados que tienen que pagar las familias y muchas veces no saben qué hacer. No tienen recursos públicos, no tienen dónde ir. Lo único que pueden hacer es hablar con los maestros y sacar a sus hijos del colegio.

¿Cree que la opción de cambiar de centro educativo es una buena solución?

Es la única. No es buena, pero es la única. No hay otra manera. Una de las condiciones del bullying es que eres víctima de tortura de un grupo y nadie saca a cinco alumnos de un colegio. Es imposible.

¿Qué podemos hacer como sociedad para frenar esta epidemia?

Para empezar, no existe ni un teléfono ni una web ni nada para las víctimas del bullying. Cuando sufres bullying, o tienes que ir a casa y que tus padres vayan al colegio o ir al colegio directamente. Lo que quiere decir que la gente te hace bullying se enterará al día siguiente. Precisamente lo que quieres evitar.

¿Hay más alternativas?

También hay programas piloto como la Tutoría entre iguales, que es un riesgo, porque un niño de 16 años no tiene por qué cuidar a un niño de 12 y acabar convirtiéndose en un policía. Yo creo que gente externa a la escuela tendría que acercarse a los niños y preguntarles uno a uno cómo están y qué necesitan. En este sentido, las encuestas anónimas también son muy importantes. Encuestas mínimas sobre valoración de sus emociones, su estado mental, agresiones a su cuerpo… Es fundamental.

¿Qué papel juegan las TIC en el bullying?

Sólo diré que el vídeo uno de los vídeos más vistos del mundo, con mil millones de visualizaciones, uno de cada siete habitantes del planeta, es un caso de cyberbullying. En el cyberbullying hay una impunidad extra. Pero, a la vez, a veces es la única prueba que sirve para denunciar. Tiene la parte positiva de que la justicia es lo único que considera una prueba. El otro bullying es más anónimo porque no hay huella. De hecho muchos policías que me han contactado me comentan que cuando hacen charlas en los colegios sobre bullying intentan trabajar en la vía de amenazarlos con que si dejan rastro les caerá una multa.

En el caso del cyberbullying, ¿qué papel cree que deben jugar las familias? ¿Considera que deben controlar las interacciones digitales de los niños y adolescentes?

Tiene que existir un control parental. Puede ir contra nuestros derechos, pero nuestro derecho inicial es que nadie nos pegue. De la misma manera que vigilas que tu hijo para que no meta los dedos en el enchufe o si no sabe nadar y le pones manguitos. No puede ser que entren en el instituto con un “a partir de aquí búscate la vida”. Necesitan un poco de ayuda, un poco de guía porque están en el limbo que pasan de ser niños a ser ciudadanos y la imagen que se forman de la sociedad es terrorífica. Necesitan nuestra ayuda en ese momento. Es necesario un acompañamiento.

¿Qué medidas cree que se deben tomar para erradicar el bullying?

Principalmente cuatro: preguntar a los niños como están, hacer encuestas anónimas en las escuelas y a los maestros, tener acceso a ayuda psicológica, legal y emocional de forma gratuita; y facilitar un lugar en el que denunciar fuera del ámbito escolar.

¿La finalidad última de La rabia es dar más visibilidad a los casos de bullying?

La finalidad de La rabia es que yo que tengo acceso a la voz pública y quiero ser altavoz. Si llamarse Lolita Bosch sirve de alguna cosa, yo no lo necesito; que le sirva al otro. Yo soy una privilegiada porque he podido estudiar, he podido viajar, tengo una vida que me gusta mucho y soy feliz y no necesito los privilegios absurdos que te dan por tener acceso a la voz pública. Si me van a escuchar a mí antes, es para lo que me sirve. Y luego, yo siempre había querido escribir esta historia, pero no quise ser la escritora que ha sufrido bullying.

¿Le ha costado escribir el libro?

Ha sido un proceso poder escribir sobre esto. Pero ha sido inesperadamente sanador. Lo que más me llama la atención es que de una cosa tan mala, que vivi tan mal, haya salido algo tan bonito. Del dolor ha nacido algo bonito.

¿Cómo crees que las plataformas educativas como Tiching pueden contribuir a esta situación?

Diciendo la verdad, dejando de hacer ver que somos los que no somos entendiendo donde estamos. Vivimos en un país muy polarizado y tenemos que entender dónde estamos.
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LA CARTA QUE DEJÓ DANIEL, UN NIÑO DE 13 AÑOS QUE SE SUICIDÓ POR SUFRIR ACOSO ESCOLAR: "ME RINDO"

Daniel Fitzpatrick, un niño de apenas 13 años, se suicidó en Staten Island después de sufrir acoso escolar y no recibir ayuda por parte de ninguno de sus profesores en el colegio católico Holly Angels.

La hermana mayor encontró el cuerpo de Daniel en la azotea de su vivienda y una carta escrita a mano que el pequeño había preparado relatando su sufrimiento: "Me rindo", aseguraba. "Los profesores no han hecho nada, absolutamente nada", denunciaba el niño en una carta que no vio la luz hasta que ya era demasiado tarde.

Los padres de Daniel han querido difundir a través del periódico New York Daily News la misiva. "Daniel ha tenido que morir para ser escuchado, hay algo que no funciona en los adultos con poder para que un niño no pueda acudir a ellos en busca de ayuda", aseguran a través de Facebook.

"Ningún padre debería enterrar a su hijo", asegura su madre, que recuerda cómo el niño les contaba su problema: "Quiero que ellos sepan cómo me han hecho sentir y que escuchen mi historia", le aseguraba el menor, que estaba a punto de cambiar de colegio.
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BULLYING: CUANDO TU HIJO ES EL AGRESOR

Un artículo de Elisa García, psicóloga.

Un tercio de los estudiantes españoles admite haber sido víctima del bullying. En Salud mental las estadísticas reflejan que un 12% de los niños y familias que acuden a profesionales pidiendo ayuda: psicólogos, pediatras, psiquiatras, orientadores... acuden preocupados ya que saben o sospechan que su hijo o familiar puede estar siendo víctima de algún tipo de agresión en el entorno escolar. Sin embargo, los niños o jóvenes agresores y sus familias no aparecen dentro de las estadísticas ...


Parece que los agresores son los grandes olvidados y que solo son susceptibles de un tratamiento psicológico las víctimas. Sin embargo cuando un niño se expresa mediante la violencia es porque algo no está yendo bien y necesita ayuda de igual modo. Por eso, a continuación damos algunas pistas sobre cómo detectar a estos niños y qué hacer en estos casos:

¿EN QUÉ CIRCUNSTANCIAS APARECEN NIÑOS ACOSADORES Y CUÁLES SON LAS CARACTERÍSTICAS COMUNES EN ELLOS?

- Son fuertes, impulsivos o agresivos con quienes perciben más débiles.

- En ocasiones consumen drogas o alcohol.

- El bullying es su forma de reafirmar su personalidad y su liderazgo en el grupo.

- Presentan mucha dificultad para ponerse en el lugar del otro, y tienen poca empatía.

- No identifican bien sus emociones.

- Imponen su poder haciendo uso de amenazas, insultos, agresiones, vejaciones, etc.

- La mayor parte de las veces, las agresiones son directas aunque existen ocasiones en las que el agresor principal se mantiene a la sombra utilizando a otros que llevan a cabo sus ideas.

- Mientras que los chicos suelen proceder con violencia física, las chicas recurren más a un tipo de bullying verbal o de exclusión.

¿QUÉ RAZONES EXISTEN PARA QUE UN NIÑO AGREDA A OTRO NIÑO?

Jóvenes que han sido expuestos a eventos importantes en su biografía (p.e. separación de los padres, enfermedad de un familiar, muerte de un ser querido, situación escolar complicada,...) Los niños sufren mucho y no desarrollan un manejo adecuado de sus emociones. Muchas veces este modo de manejo se traduce en violencia.

A vecés también nos encontramos con...
Familias negligentes: Jóvenes con falta de supervisión y control en casa que muchas veces se encuentran desatendidos.
Violencia aprendida en sus hogares: Niños que hayan sido testigos de episodios violentos en sus casas o víctimas de malos tratos en la niñez.

¿QUÉ HACER SI DESCUBRO QUE MI HIJO MALTRATA A OTROS COMPAÑEROS?

- Fomenta la comunicación con tus hijos: escucha sus preocupaciones y responde a sus preguntas. ¿Cómo te ha ido el día?

- Ayuda a tu hijo a identificar que agredir no está bien: puedes hacer ejercicios de empatía, por ejemplo, haciéndoles ponerse en el lugar del otro niño y preguntándole cómo se sentiría, qué pensaría si fuese él, etc... ¿Cómo te sentirías si cada día un chico más alto y más fuerte que tú te empujase?

- Hazle responsable de sus actos poniéndole límites y normas en casa. Prepárale para tolerar la frustración y saber que hay momentos en los que no pueden hacer lo que quiere. Para que no tenga faltas de respeto a sus compañeros lo primero de todo será censurar esas faltas de respeto en casa o a otros adultos.

- Enséñale otras maneras de comunicarse y de acercarse a sus compañeros sin tener que recurrir a la violencia. Practica con él/ella la "comunicación asertiva". La comunicación asertiva consiste en expresar tu punto de vista de forma directa y honesta, sin ofender ni ser ofendido. El primer paso para instaurar este tipo de comunicación con tu hijo será siendo tú su modelo. En lugar de gritar a alguien cuando no te gusta lo que hace, le diremos cómo nos sentimos ante ese comportamiento "eso que has hecho me pone muy triste" para luego tratar de resolverlo sin violencia física ni verbal.

- Ponte en contacto con el colegio para obtener información de cómo se comporta allí. Conoce la evolución de su comportamiento a través de las tutorías. Muchas veces podemos estar ante una llamada de atención. ¡Cuidado! Enséñale a tu hijo que puede obtener tu atención haciendo algo positivo y no sólo cuando agrede a otros niños o saca malas notas. "Hoy te has puesto a hacer los deberes tú solo, y eso ha sido genial".

- El trabajo de toda la familia será esencial: estar implicados y ser partícipes de lo que le ocurre puede mejorar su comportamiento. Buscar todas las noches un tiempo para hablar sobre cómo hemos pasado el día antes de irnos a dormir.

- Enséñale a controlar la ira con técnicas de respiración adaptadas a niños de su edad o bien, con tu propia gestión de la ira. Tú puedes ser un buen modelo para tu hijo/a.

- Si desde casa no es posible manejar la situación, podréis acudir a profesionales con conocimiento en la materia: psicólogos infantiles, psiquiatras infantiles, orientadores escolares, pediatras o pedagogos.

"Antes de asumir conoce la verdad, antes de juzgar descubre el por qué, antes de lastimar ponte en su lugar".
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Portada y contraportada

ALUMNOS PROPONEN EXPULSAR A LOS ACOSADORES DE LAS REDES SOCIALES PARA LUCHAR CONTRA EL 'CIBERBULLYING'

Estudiantes proponen expulsar a los acosadores de las redes sociales para luchar contra el 'ciberbullying' --acoso escolar a través de Internet--, bloquear y denunciar al usuario que hostiga a otro compañero, guardar todas las pruebas, tener mucho cuidado con lo que se publica y contar a los padres lo que sucede, según una estudio de la Fundación Legálitas basado en los testimonios de un centenar de alumnos de 1º de la ESO (entre 12 y 13 años de edad).

Además de participar en la encuesta, varios de estos adolescentes dan consejos a los compañeros que son víctimas de este 'ciberacoso', que cada vez es más frecuente y dañino porque Internet posibilita que la persecución continúe fuera del centro educativo hasta el dormitorio de la víctima.

"El ciberacoso puede ser incluso más dañino psicológicamente que el acoso físico, ya que la difusión de un contenido humillante o malicioso puede llegar a una gran audiencia y además no conoce horarios, por lo que los testigos son muchos más que si la agresión se produce en el patio del colegio y además puede continuar las 24 horas los siete días de la semana", indican desde la Fundación Legálitas.

Asimismo, los autores de este trabajo apuntan que las nuevas tecnologías pueden además proporcionar una "falsa sensación de anonimato", de manera que quienes no se atreven a meterse con sus compañeros en persona, se convierten en acosadores o alentadores del acoso en la redes.

Entre estas propuestas de los estudiantes, la que más se repite es la de "contarlo a un adulto", sobre todo a los padres y profesores, tanto la víctima como la persona que es testigo del acoso; apoyar al compañero que sufre el hostigamiento de otro para que no sienta que está solo; o "no reenviar las fotos" que les llegan de otras personas para "ridiculizarlas".

También plantean, aunque de forma más aislada, cambiar al alumno acosado de colegio para que "cambie de ambiente" o "empiece de cero" e ignorar las provocaciones; o reunir pruebas. "A palabras necias, oídos sordos. Es una frase que aunque nos pueda parecer una tontería, puede ayudarnos. Porque yo pienso: ¿qué más da lo que piensen los demás de mí?", indica una de las alumnas que participan en este estudio.

Respecto al alumno violento o que protagoniza el acoso, los alumnos encuestados consideran que la familia "tiene que controlar a sus hijos" para que no hagan daño a sus compañeros; que las camapañas de concienciación se dirijan también a los acosadores; o trabajar la empatía para que se pongan en el lugar de las víctimas.

En cuanto a las consecuencias, los estudiantes alertan de que existe el riesgo de depresión, ansiedad e incluso el intento de suicidio por parte de la víctima del acoso. Además, califican la actitud de los acosadores de "cobarde".

La Fundación Legálitas indica que los mayores de 14 años son responsables penalmente y se les puede denunciar ante la Policía Nacional, Guardia Civil o directamente ante el Juzgado de Instrucción del lugar donde ocurren los hechos o Fiscalía de Menores. Respecto a los menores de 14, esta entidad indica que tan solo cabría reclamar una indemnización por daños y perjuicios a los padres por los actos ilícitos cometidos por sus hijos.
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Resumen y objetivos de la obra

“SE LLAMABA ABEL MARTÍNEZ, PERO ESO A CASI NADIE LE INTERESA: ERA UN PROFESOR”

Hace unos días se cumplía un año del asesinato por un alumno de Abel Martínez, profesor de Historia, en un instituto de Barcelona cuando intentaba mediar en un incidente escolar. Días después, otro profesor escribía esta carta abierta como homenaje a la víctima.

“Se llamaba Abel Martínez, pero eso a casi nadie le interesa. Era, según dicen, de Lérida y tenía 35 años. Trabajaba como profesor de Historia en un instituto de Barcelona, y murió en acto de servicio. Cayó abatido a la puerta de su aula, cuando acudía a poner orden en un incidente escolar.


Fue muerto (¿podré decir asesinado?) por un estudiante incontrolado del que lo sabemos casi todo y por el que todo el mundo, desde jueces a periodistas, pasando por psicólogos y políticos, está muy preocupado. Nadie sabe nada (ni importa, al parecer) de Abel y su familia, de su novia o tal vez de sus hijos.

Era un profesor. Si hubiera sido un militar caído en lejanas tierras, habría ido a buscar su cadáver el ministro del ramo, se le habrían hecho honores de Estado y seguramente le habrían condecorado con distintivo rojo o amarillo, vaya usted a saber.

Pero Abel era simplemente un profesor. Un profesor interino para más inri. El primer docente muerto en las aulas de nuestro país no se merece el oprobioso silencio, el incomprensible ninguneo que le han dedicado los medios de comunicación.

Así que solicito desde aquí que el próximo instituto que se inaugure en España lleve el nombre de Abel Martínez, y que se conceda al profesor leridano, a título póstumo, la Cruz de Alfonso X el Sabio”.

Luis Azcárate Iriarte, profesor de instituto
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SUMARIO DEL LIBRO

NIÑAS MATAN A GOLPES A COMPAÑERO DE SEXTO DE PRIMARIA

El hermano más pequeño de la víctima también fue uno de los testigos del ataque a su hermano, quien comentó que las niñas le pegaron con el puño en el pecho y en la espalda.

Morelia, Michoacán.- El pasado martes 27 de abril, varias niñas de primaria, además de un niño, golpearon reiteradamente a un pequeño de 11 años, que cursaba el sexto grado en la Escuela Primaria Felipe Tzintzun, ubicada en el pueblo de Opopeo, en el municipio de Salvador Escalante, Michoacán.

Lamentablemente, el menor, identificado como Miguel Ángel, murió a causa de los golpes antes de llegar al Hospital Civil de Pátzcuaro, para recibir atención médica.

De acuerdo con reportes de medios locales, la tarde del martes los padres de familia tenían una reunión en el plantel cuando se registró la tragedia, Miguel Ángel A. Regresó a su salón después del recreo, y , sin saber porque, algunas compañeras y otro compañero lo golpearon hasta dejarlo inconsciente.

“Le andaban pegando las chiquillas, lo aventaron a la pared, lo andaban apachurrando, se desmayó y un niño grandote que le dicen el ‘Gemelo? Lo levantó del pescuezo; saltaban sobre él y le daban de patadas”, narraron algunos compañeros del menor.

El niño fue auxiliado por el director de la escuela, quien a bordo de su vehículo lo trasladó con un médico particular, quien aconsejó ingresarlo al Hospital Civil de Pátzcuaro, pero en ese trayecto Miguel Ángel perdió la vida.

El abuelo del menor José de Jesús, comentó que su nieto era tranquilo y callado, y nunca comentó que sufriera de algún tipo de violencia escolar de parte de sus compañeras, “no sabemos por qué lo golpearon”, dijo.

El hermano más pequeño de la víctima también fue uno de los testigos del ataque a su hermano, quien comentó que las niñas le pegaron con el puño en el pecho y en la espalda.
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REFLEXIONES SOBRE EL BULLYING: LA RESPONSABILIDAD DE LOS PADRES

Un artículo de Paula Ponce Lázaro y Ariel Cruz Gaona, Académicos de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (México).

Uno de los problemas sociales más preocupantes es la violencia y el maltrato en los centros educativos. Según la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la violencia es lo que afecta el proceso pedagógico en las escuelas, y las consecuencias pueden abarcar desde la deserción escolar hasta graves problemas psicológicos en los niños y adolescentes. Los especialistas en psicología precisan que la forma en que son tratadas las personas en su infancia afecta fuertemente la manera en que se relacionan con los demás cuando crecen.


Varios estudiosos del tema afirman que este problema no es exclusivo de un país, “es un fenómeno tan generalizado que se han realizado diversos foros y conferencias al respecto (Utrech, 1997; Londres, 1998), lo que resulta indicativo de la creciente preocupación que hay en muchos países (incluyendo los desarrollados) por este asunto. Ya desde 1970 había sido creada y patrocinada por algunas personalidades ligadas a la Organización de la Naciones Unidas (ONU), la Academia Internacional de la Paz. Años más tarde, en 1996, surgió el Movimiento de Educadores para la Paz (EDUPAZ). Así, muchos profesionales de la educación o vinculados a ella, investigan y aportan argumentos que permiten asegurar que existe un modo fundamental e imprescindible para alcanzar y preservar la paz: educar para la paz” (Hernández, 2005).

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados por estas organizaciones desde hace más de 15 años, las estadísticas indican que este problema sigue creciendo tanto en países desarrollados como subdesarrollados. Respecto a lo anterior, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés) reportó que en el año 2000, 57 mil menores de 15 años fueron asesinados. Las causas más comunes de la muerte fueron lesiones en la cabeza, daños en el abdomen y muerte por asfixia deliberada.

Sabemos que la violencia en las escuelas suele ser un problema multifactorial, relacionado con drogas, violencia intrafamiliar, desintegración familiar, etcétera. Por lo tanto debe reconocerse que el problema de la violencia es complejo y genera polémicas no exentas de fuertes cargas ideológicas y políticas.

Sin pretender polemizar, en este artículo se presentan algunas reflexiones sobre la educación familiar y el contexto sociocultural en el que crecen los niños, y que influye en el desarrollo de conductas violentas, lo anterior porque se ha “comprobado documentalmente que un menor que proviene de un hogar en el que hay violencia tiende a reproducir comportamientos agresivos; por otra parte, las escuelas y las comunidades en las que éstas se hallan también constituyen espacios en los que se producen relaciones violentas. Estudios recientes procuran establecer el vínculo entre el maltrato en el hogar y su expresión en el ámbito escolar. Erling Roland y sus colegas (2004) han demostrado que las víctimas de padres agresivos en cuyos hogares prevalece la desatención, y en los que existe un ambiente de escaso apoyo, son proclives a recurrir a expresiones de violencia reactiva o proactiva, que pueden derivar en la victimización de otros menores con los que están en contacto cotidiano en la escuela. Christina Salmivalli (2004) argumenta que los menores que han sufrido maltrato suelen ser violentos con sus pares”.(1)

Se han creado organizaciones, programas de gobierno y actualmente se está legislando para castigar y prevenir la violencia en las escuelas; a este respecto, se han creado “leyes sobre convivencia, seguridad y violencia escolar recientemente publicadas en las entidades de Tamaulipas, Sonora, Nayarit, Puebla, Veracruz y el Distrito Federal, en México. Estas seis leyes se suman a las que han sido promulgadas en esta materia en otros países de América Latina, tales como Bolivia, Chile, Colombia, Perú y Paraguay. En el caso de México, aunque no tiene una ley general, estas seis normas pretenden generar las condiciones indispensables para la construcción y fortalecimiento de una convivencia escolar sin violencia. Su aplicación en las escuelas aspira a transformar su gestión escolar, sus dinámicas y culturas, así como el papel que se les asigna frente a este desafío”.(2)

Sin duda es un esfuerzo loable, pero más allá de estas leyes, políticas y estrategias gubernamentales, se requiere una estrategia integral en la que participemos todos. Por otra parte, la complejidad de este fenómeno nos lleva a puntualizar algunos aspectos de lo que ocurre actualmente en el contexto sociocultural de nuestro país.

En México, las referencias acerca del tema de novedad que para muchos se ha convertido en objeto de políticas públicas, pueden verse desde dos puntos de vista: el pesimista y optimista.

Primero el pesimista, según el cual el bullying no es otra cosa que la herencia de violencia que nuestro mundo ha generado a través de los años. Sin embargo, no deja de ser motivo de análisis, discusión y reflexión, y nos referimos al término reflexión, porque hoy en día nos damos cuenta de que hasta los niños más pequeños (entre tres y cuatro años) están tomando el concepto “violencia” como parte de la vida diaria. Desafortunadamente, algunos medios influyen en esa actitud, por ejemplo: los medios escritos de comunicación que venden pánico, morbo y hasta tolerancia a los efectos de la violencia están dejando huella en nuestros pequeños, esta herencia social —que ha llegado a los hogares— permite que los actos sangrientos sean tomados como si se tratara de un hecho normal y cotidiano, con esto no queremos decir que sea sólo un problema de los medios escritos de comunicación, o que surja por la falta de ética de éstos, sino que estamos fallando todos, padres, hijos y como autoridad.

Para muchas cosas se utilizaban dos expresiones clave: “por favor” y “gracias”. Hoy es común escuchar en la calle, en las instituciones públicas o en el hogar, que las personas se vuelven más agresivas cada vez, sobre todo los niños y los jóvenes, situación que en otro tiempo no se toleraba y se castigaba.

Esto nos hace pensar que la educación y las condiciones en que se vivía en años anteriores eran mejores. Lo cierto es que los índices de delincuencia juvenil eran menores, y de alguna manera podían controlarse este tipo de conductas desde el hogar. Parece que la autoridad paterna ya no se respeta, da la impresión de que a los niños violentos nada les asusta y se aferran a mantener, sin siquiera saber por qué, una conducta violenta de todos contra todos. Este modelo de conducta es el perfil que está adoptando la sociedad infantil y juvenil como forma de vida, como una moda que impacta y les proporciona poder sobre otros más débiles. El desarrollo de estos modelos de conducta se lo debemos en parte a los medios de comunicación masiva, que trasmiten programas cada vez más violentos; el riesgo de que los jóvenes y los niños estén expuestos a estos programas es que se trivializa la conducta agresiva.

En el actual contexto social, la moral se concibe como un alimento sagrado que está en peligro de extinción y sólo se vela por la satisfacción de los intereses particulares de quienes difunden, con bombo y platillo, la violencia como algo exitoso. La inexistencia de valores como la solidaridad, el respeto, la tolerancia y la lealtad es cada vez más común entre los jóvenes, y los padres sólo decimos: “No me hace caso”. Estos jóvenes han permanecido durante su crecimiento y desarrollo al pie del televisor que les muestra un mundo de facilidades y alcances personales a costa de la vida, la salud o el bienestar de los demás, el televisor les crea una sed de venganza por el daño que otro les ocasiona. Los padres no ponemos atención a esto, creemos que así crecimos y estamos vivos, y no nos hemos dado cuenta de la magnitud de los eventos actuales que pueden generar que hasta en nuestro propio hogar estemos formando a un delincuente en potencia.

En el escenario optimista tenemos que en la actualidad muchos ciudadanos expresan que “es normal”, que “no hay problema” con respecto a los diversos tipos de manifestaciones agresivas en jóvenes y niños, generando con ello la idea de no alarma, y consideran que, al igual que nosotros a esa misma edad, los muchachos tienden a ser un tanto bromistas con sus amigos y a jugar a los empujones; algunos profesores incluso creen tener grandes conocimientos psicológicos y expresan: “Es un niño tranquilo”, “es una niña que siempre está calladita, no molesta a nadie”, lo que no es garantía de que estemos frente a un menor cuya conducta es totalmente opuesta a lo que en apariencia demuestra, y podemos pensar y aceptar que nosotros los adultos cuando vivimos esa edad perpetrábamos acciones más graves que las que hoy hacen jóvenes y niños, cuyos ejercicios parecen lánguidos al compararlos con nuestras acciones del pasado. Otros prefieren creer que el problema desaparecerá cuando los niños maduren, como por arte de magia, o que el que ejerce la violencia sobre otro dejará de molestarlo cuando se canse o se aburra.

CONCLUSIONES

Cualquier forma de emprender el análisis del problema nos permite vislumbrar de un modo similar el fondo del asunto, es decir, propiciamos la aparición de una conducta autocomplaciente para no plantearnos la seriedad del problema social del acoso escolar y el acelerado aumento de la violencia entre niños, jóvenes y adultos tendemos a apreciar más un papel de “tolerancia” o de aceptación, que el del análisis y la promoción de alternativas de solución al grave problema de la violencia escolar.

La postura de “dejar hacer”, nos lleva a creer que sólo es responsabilidad del Estado, quien debe crear programas para prevenir y combatir la violencia en las escuelas y que es trabajo de los docentes vigilar y educar en valores para erradicar la violencia en sus instituciones, pero más allá de estas estrategias, políticas y programas está la tarea que deben asumir los padres en la educación de los hijos y la responsabilidad de proveer un entorno familiar sano y armonioso, libre de violencia sin caer en la excesiva permisibilidad. Debemos, como decía Aristóteles, tener la virtud de encontrar el justo medio entre los dos extremos.

Insistimos que la primera estrategia para erradicar la violencia debe implementarse desde la familia, ya que es uno de los modelos que más influyen en la formación de la conducta, desafortunadamente, en muchos casos el primer encuentro de los niños con conductas violentas ocurre en la familia, de tal forma que se va convirtiendo en una forma de relación que ven como “normal”, y, nos guste o no, las manifestaciones violentas de los padres contribuyen a desarrollar conductas similares en los hijos.

Educar para la Paz o, dicho de otra manera, para la no violencia es una responsabilidad de todos, no sólo de las organizaciones, de la escuela, de la familia o el Estado; hemos visto el fracaso de políticas públicas para evitar la violencia, pues los índices de bullying siguen creciendo. Es necesario asumir nuestra responsabilidad para solucionar el problema como miembros de una familia, pues desde ahí se tiene que dar el primer paso para erradicar el acoso escolar y, como consecuencia, construir una sociedad menos violenta.

Notas

(1) B. Ortega, M.A. Ramírez, A Castelán, "Estrategias para prevenir y atender el maltrato, la violencia y las adicciones en las escuelas públicas de la ciudad de México", Revista Iberoamericana de Educación, 38, 2005, pp 147-169.

(2) Zurita Rivera, Úrsula, "Las escuelas mexicanas y la legislación sobre la convivencia, la seguridad y la violencia escolar", Educación y Territorio, vol.2 (1), 2012, pp. 19-36

Bibliografía

Cobo, Paloma y Romeo, Tello, Bullying en México, Mëxico, Quarzo, 2008.

Matthews, Andrew, Alto al bullying, México, Alamah, 2012.

Román, Marcela y Francisco Javier Murillo, "América Latina: violencia entre estudiantes y desempeño escolar", Revista Cepal, 104, 2011, pp. 37-54.
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SE AHORCA NIÑO DE 11 AÑOS LUEGO DEL REPROCHE DE SU MAESTRA Y SU ABUELA

Un niño de 11 años de edad, de nombre Luis Alejandro Palma Machado, fue encontrado ahorcado, a las 6 de la tarde de ayer, dentro de su cuarto por sus dos hermanos de 9 y 10 años.

El lamentable suceso ocurrió en una vivienda del sector Santo Domingo de Haticos por abajo, al sur de Maracaibo (Venezuela).

La madre del pequeño, Joelis Machado, dijo que su hijo estudiaba quinto grado en el colegio Cristóbal Colón y que ayer en la tarde la maestra lo regañó por haber dibujado una grosería en el pizarrón.

Seguidamente, la educadora le escribió en el cuaderno una nota para su representante y cuando llegó a su casa, ubicada a unos 300 metros de la unidad educativa, guardó sus útiles. Fueron sus dos pequeños hermanos quienes consiguieron el cuaderno y se lo mostraron a su abuela, quien se encontraba en el patio de la casa.

De inmediato, Cruz Daza, abuela del menor, lo regañó y castigó enviándolo para la habitación, y no fue hasta las 6 de la tarde, una hora después, cuando los dos hermanitos hallaron a Luis Alejandro ahorcado con el rabo de una petaca (cometa) al lado de la litera donde dormía.

Desesperados sus parientes lo llevaron al Centro de Diagnóstico Integral (CDI) de Coritos pero llegó sin vida. Allí se presentaron funcionarios del CICPC para iniciar las investigaciones.
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CÓMO DETECTAR EL ACOSO ESCOLAR EN LAS AULAS

Un artículo de Mario Álvarez Lafuente, Psicólogo Experto en Psicología Jurídica, Forense y Penitenciaria y Máster en Criminología y Ciencias Forenses.

Seguramente muchos de los que estáis leyendo esto habéis escuchado alguna vez en los medios o a un profesor de un colegio decir algo parecido a “en este colegio no hay casos de bullying”, así como estoy seguro de que muchos de vosotros habéis presenciado, sido víctima o cometido acoso cuando estabais en el colegio. Entonces, ¿qué pasa realmente con el profesorado? ¿Nos mienten para no manchar la reputación de los centros o no son conscientes de lo que ocurre entre los escolares? Te recomiendo seguir leyendo para saberlo, seas profesor o no.


Con la noticia del suicidio de Diego, y su carta de despedida, el acoso escolar ha vuelto a ser noticia en los medios de comunicación. Incluso parece que el Gobierno va a llevar a cabo un proyecto para instalar un teléfono de asistencia a las víctimas de acoso escolar, similar al 016. Esto puede resultar de gran ayuda, pero lo realmente importante es la detección del problema en las aulas y centros escolares.

El acoso escolar viene siendo objeto de estudio de la Psicología desde los años setenta (Olweus, 1973) del siglo pasado. En España, los primeros estudios se remontan a 1989 (Viera, Fernández y Quevedo, 1989). Desde entonces, se han realizado muchas investigaciones que demuestran que el acoso no ha desaparecido de las aulas, sino todo lo contrario.

Además, las conductas de acoso escolar son cada vez más frecuentes en edades tempranas. Un estudio de 2007 mostró que se dan más conductas de acoso en primaria que en la ESO.

Sabiendo todo esto, ¿cómo puede un profesor detectar casos de acoso escolar entre sus alumnos? Hay bastantes signos que pueden indicarnos que un niño está siendo víctima de acoso por parte de su/s compañero/s y es posible que, pasando tantas horas al día con ellos, hayas notado que algo raro está pasando entre tus alumnos. Aquí van algunos ejemplos de lo que has podido notar.

Es muy posible que un alumno que antes sacaba muy buenas notas comience a bajar el rendimiento académico a causa de la ansiedad y el estrés constante. También puede ser que comience a faltar a clase de forma injustificada o presente síntomas de enfermedades (simulados o no) como: dolor de cabeza, malestar gastrointestinal, mareos, etc. Además, es posible que el chaval o la chavala que se llevaba bien con todos los profesores y alumnos se vuelva más irritable y agresivo. Estos son algunos elementos que el profesor o tutor de los alumnos puede detectar con relativa facilidad. También se podrá observar que el joven se encontrará generalmente solo cuando está en el patio o en Educación Física.

Por otro lado, para encontrar a posibles agresores entre los alumnos hay que buscar estudiantes que tengan un comportamiento agresivo, y no solo refiriéndonos a los posibles insultos o agresiones, sino a faltas de respeto, ignorar a los profesores cuando les hablan, no dejar hablar a los demás; que tengan poco autocontrol respondiendo de forma exagerada cuando se les llama la atención (por ejemplo, gritando) y que suelan dañar la propiedad, partiendo libros, cuadernos o el propio material de la escuela.

Una herramienta al alcance de todos los docentes (y de cualquiera) y que resulta útil para detectar posibles casos es la utilización de un sociograma. Un sociograma es una representación gráfica de las relaciones entre un grupo de personas. Estas relaciones se determinan mediante la elaboración de una serie de preguntas tales como: ¿Con qué tres personas te gusta más estar en clase? ¿Con quién no te sentarías en clase? Estas preguntas pueden elaborarse de forma escrita, aunque yo recomendaría hacerlo como una entrevista o charla con tus alumnos. Hablar un poco con ellos preguntándoles este tipo de cosas también puede ayudarte a acercarte más a tus estudiantes. Con los datos extraídos de estas preguntas, se puede saber si algún niño está excluido, si hay alumnos a los que los demás consideran malos, etc. Para la elaboración de los esquemas hay muchos programas informáticos como Sociomet o Ucinet.

Aparte de los profesores, muchos colegios tienen ya psicólogos trabajando en ellos y, si no son fijos del centro, forman parte de un Equipo de Orientación Educativa, que son grupos de profesionales que trabajan para varios centros escolares de una zona. Los psicólogos cuentan con una gran variedad de pruebas que permiten detectar el acoso escolar en los centros y que pueden ser administradas tanto en grupo como de forma individual.

Para detectar y evaluar el acoso escolar, tenemos el cuestionario Acoso y Violencia Escolar (AVE) (Piñuel y Oñate, 2006). Es una herramienta imprescindible para prevenir, identificar, tratar y diagnosticar el acoso (bullying), el maltrato escolar y los daños psicológicos más frecuentemente asociados a estas conductas. Mediante un cuestionario que rellena el propio alumno de 94 preguntas se obtienen 22 indicadores.

También tenemos una prueba que sirve tanto para evaluar el acoso presencial como el tecnológico. Se llama Cyberbullying: Screening de Acoso entre Iguales (Garaigordobil, 2013) y es un instrumento diseñado para realizar un cribado rápido de la presencia de acoso escolar o violencia entre iguales en sus versiones presencial o tradicional (golpes, insultos, aislamiento) y tecnológica (subir fotos privadas, hacerse pasar por esa persona para humillarla por internet, insultarle en redes sociales…). El adolescente debe indicar si durante el último año ha sufrido violencia por parte de sus compañeros, si la ha ejercido sobre otros o si la ha observado. Ello permite alertar sobre posibles problemas de Victimización (sufren acoso), Agresión (llevan a cabo conductas de acoso), Observación (presencia conductas de acoso) y Victimización agresiva (víctimas que se convierten en agresores de otros) del evaluado, así como conocer sus reacciones subjetivas como consecuencia de los mismos.

Ahora que hemos visto posibles herramientas que puede usar el profesorado para detectar casos de bullying en sus centros, podemos tratar de responder a otra pregunta: ¿qué hacemos cuando sabemos que hay casos de acoso en nuestro colegio?

Por encima de todo debemos tener una máxima: nunca debemos restarle importancia a la situación. Frases como “esos son chiquilladas” o “si luego son tan amigos” deben quedar fuera de nuestro inventario. Que ahora, siendo adultos, consideréis que llamar a alguien tonto (siendo suave) es algo inocuo, pero puede hacer mucho daño a un niño en pleno desarrollo emocional.También debemos respetar la privacidad de quien nos los cuente. Ya sea la víctima o un mero espectador, tenemos que intentar mantener en el anonimato a quien ha denunciado el acoso, para evitar posibles represalias por parte de los agresores o de otros compañeros que dejen de confiar en nosotros, aislándonos por intentar ayudar.

El apoyo hacia la víctima debe de ser continuo y tratar de evitar que se repita la situación, incluso pidiendo a algunos profesores que “le echen un ojo” cuando el tutor no pueda, como en el patio o en excursiones.También debemos mantener una línea continua de comunicación con los padres, ya sea informando de todo lo que va sucediendo, para conocer los efectos de la situación más allá de la escuela o incluso ofreciéndoles información para buscar ayuda psicológica adicional para su hij@, si lo creen necesario.

Con respecto a los agresores, no es suficiente el castigo o la expulsión, ya que esto no suele afectarle porque, por lo general son alumnos que no quieren estar en el centro. La expulsión resulta entonces más un premio que un castigo. Hay que tratar de no incriminarlos, sino de tratarlos como alguien más afectado por la situación, tratando de hacerlo partícipe del cambio de la situación. Muchas veces, los agresores lo son por motivos más allá del mero odio o sentimiento de superioridad, como pueden ser problemas personales ajenos a la escuela, problemas familiares, etc.

La etapa escolar es muy importante en nuestras vidas, y sufrir una situación de acoso durante la misma puede marcarnos para toda la vida. Es responsabilidad de todos los adultos tratar de evitar este tipo de situaciones que pueden llegar a desenlaces tan trágicos como el del joven Diego. Ya seas profesor, padre, madre o el conserje del colegio, debes tratar de ayudar en todo lo posible para frenar esto cuanto antes.
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EL EMOCIONANTE VÍDEO HECHO POR UN NIÑO CONTRA EL ACOSO ESCOLAR CONQUISTA LAS REDES

El autor es un niño irlandés de 13 años que sufrió bullyng y que pretende ahora que nadie más pase por su misma situación: "Cuéntalo. Habla con tus padres o tu profesor".

El acoso escolar afecta a miles de niños y jóvenes en el mundo, en algunos casos puede desembocar en depresiones severas que pueden acabar en el suicidio de las víctimas. Sin embargo el acoso no sólo puede ser físico sino también psicológico, y por qué no, también a través de internet.


Precisamente para acabar con esta situación, Luke Culhane, un niño irlandés de 13 años que sufrió bullyng a través de internet, ha creado un vídeo en el que demuestra que el acoso en la red puede doler tanto o más que el físico.

En el impactante corto que protagoniza, el menor muestra heridas físicas para denunciar que el ciberacoso es tan doloroso como los golpes, pidiendo que todos luchen por acabar con él, "El 'ciberbullying' no está bien. Nadie se lo merece. Todos podemos poner de nuestra parte para acabar con él. ¿Has sufrido alguna vez ciberacoso? ¿Alguna vez has sido testigo de una situación de ciberacoso? El cien por cien de los adolescentes responden que sí a al menos una de estas preguntas, lo que quiere decir que todo el mundo puede poner de su parte para parar esta práctica en internet", asegura el pequeño en el vídeo.

Por otro lado el niño anima a que la víctima no calle ante este tipo de situación, "Cuéntalo. Habla con tus padres o tu profesor", dice Luke.

La realidad es que el pequeño ha recibido el apoyo de un sinfin de gente, y el vídeo se ha hecho viral a través de las redes sociales, animando a muchos niños que sufren ciberacoso o otro tipo de bullyng a denunciar este hecho, aunque sea a través de su perfil en una red social.

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LIBREPENSADOR

LA AUDIENCIA OBLIGA A JUZGAR A TRES PROFESORAS POR PASIVIDAD ANTE EL ACOSO A UN ALUMNO

El juzgado de primera instancia había archivado la querella presentada por los padres del estudiante acosado.

La directora del colegio Sagrado Corazón así como la orientadora y la tutora de un alumno que había sido víctima de acoso escolar serán juzgadas por un presunto delito contra la integridad moral por haber actuado con pasividad ante la situación de hostigamiento que sufrió el menor. La Audiencia Provincial de Cáceres, en un auto del día 9 de febrero, anula el sobreseimiento de la causa contra las tres profesoras, archivo dictado por el juzgado de primera instancia e instrucción número 4 de Cáceres el pasado 2 de diciembre. Esta resolución fue recurrida por los padres del menor, a quienes da la razón la Audiencia Provincial.

El caso se conoce en pleno debate sobre un asunto de máxima actualidad. Educadores, psicólogos y Administración tratan de dar respuestas a un problema que algunos han llegado a calificar como «cosas de niños», pero que se encuentra en clara revisión tras reabrirse el caso de Diego, un niño de 11 años que se suicidó. «No aguanto ir al colegio» , escribió antes de quitarse la vida.

Los expertos advierten: los casos están sobre la mesa y las herramientas también, cada vez más gracias a Internet y los teléfonos móviles. Según publicó HOY, la Consejería de Educación detectó el curso pasado 87 casos de acoso y violencia escolar. 18 fueron por el uso de nuevas tecnologías.

Caso en Cáceres

El auto de la Audiencia obliga al juzgado a reabrir el caso del alumno cacereño así como a continuar con el procedimiento penal contra las tres profesoras. Entiende que existen indicios de implicación de las denunciadas en un presunto delito contra la integral moral, de acción por omisión.

El origen está en el acoso que sufrió en el centro educativo uno de sus alumnos entre los meses de octubre de 2012 y enero de 2013, cuando tenía 12 años de edad y cursaba primero de Educación Secundaria, ESO. Fue víctima de hostigamiento por parte de cuatro compañeros del centro, con edades comprendidas entre los 15 y los 17 años. Por tal motivo fueron condenados en septiembre de 2013 por el Juzgado de Menores, a realizar tareas socioeducativas durante un año con un contenido formativo educativo individualizado y orientado a desarrollar la empatía y el respeto a los demás. Además, se les prohibía acercarse a la víctima a una distancia inferior a 50 metros.

En aquella sentencia, ratificada después por la Audiencia Provincial en febrero de 2014, se indicaba que los cuatros menores acorralaban en el patio del colegio a su víctima y la aislaban de los amigos y compañeros, además de darle empujones y dirigirse a él con expresiones vejatorias, como la siguiente: «eres un ruso de mierda, vete a tu país». El acoso más grave se produjo el 13 de diciembre de 2013 hasta el punto de que la víctima llegó a sufrir un ataque de ansiedad.

Padres

Los padres del menor también se querellaron contra la directora del colegio, la orientadora y la tutora por entender que no habían intervenido con el rigor necesario para impedir la situación de acoso escolar, es decir que habían actuado con pasividad, mirando para otro lado. Por el contrario, la defensa de las querelladas resaltó que se había actuado de acuerdo con el protocolo legal establecido en estos casos tras tener conocimiento de los incidentes. Por ello, el juzgado de primera instancia decretó el sobreseimiento de la causa, aunque ahora deberá reabrirla por orden de la Audiencia Provincial, que sí ve «indicios mínimamente razonables para que la actuación de los responsables escolares se hubiera orientado acaso de otro modo».

Así, se apunta la posibilidad de que las querelladas deberían haber «manifestado una actividad de mayor rigor e intensidad» ante la situación de acoso continuado, y no como un hecho puntual, que venía sufriendo uno de los alumnos del centro. Asimismo recoge en su auto que no consta que se hubiera actuado a propósito de los presuntos acosadores o agresores ni que haya informes en el colegio que detallen si se produjeron sanciones a los autores más allá de una «amonestación verbal y recriminación» a un grupo de alumnos.
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MICRO

DONDE EMPIEZA EL BULLYING

Un artículo de Celia Rodríguez Ruiz, psicóloga y pedagoga.

El acoso escolar es una realidad, que tristemente se extiende como una plaga entre nuestros menores en nuestros centros escolares. Cada vez que aparece una nueva noticia nos alarmamos y no entendemos cómo ha podido ocurrir, ¿qué está pasando en las aulas? Es importante concienciarnos con el problema del acoso escolar, en lugar de alarmarnos cuando los casos ocurren, cuando ya no hay remedio, la concienciación es el primer paso, conocer donde empieza el bullying nos ayudará a prevenirlo y a pararlo antes de las trágicas consecuencias.


DONDE EMPIEZA EL BULLYING

El acoso escolar es un acto de violencia, que tiene lugar entre menores. El acoso supone una relación asimétrica de dominio-sumisión, donde el matón impone su poder, y somete a la víctima. El acoso escolar es fruto de unos valores sociales en los que predomina la violencia, es el resultado de una violencia implícita, que no se condena pero se acepta.

* Vivimos en una sociedad donde impera el poder. Aquellos que tienen éxito social, son aquellos que tienen poder de algún tipo, sin importar los medios para lograrlo. Nos bastaría con echar un vistazo a los medios de comunicación, la imagen de los héroes y heroínas que muchos programas de televisión ofrecen. El éxito se iguala a poder y, en muchos casos dominio.

* Esta imagen de personas que tienen éxito social, por tener dinero, coches, casas, vestimenta, que no enfatiza en otros valores de la persona. Esa imagen que ofrecen los medios de personas discutiendo y ridiculizándose unos a otros, por ganar poder, por ganar una batalla mediática. Esa imagen puede entretenernos y resultarnos graciosa, pero esa imagen hace mucho daño en nuestros niños y niñas, crecen con unos modelos que favorecen la violencia.

* Por otro lado vivimos en una sociedad donde no se educa por el respeto a las diferencias. A menudo los adultos criticamos a lo diferente, e incluso de manera sutil e inconsciente tratamos mal al diferente. Son pequeños gestos, (que no son para nada violentos), actitudes encubiertas, pero que nuestros niños y niñas que nos toman como modelo a seguir toman como manera de actuar. Cuando nos burlamos de alguien en casas por su color de piel, por su sobrepeso, por sus ideas o forma de vestir, enseñamos a nuestros hijos e hijas a faltar al respeto a los demás. Y luego les exigimos que respeten a los otros, lo cual es una contradicción.

* No educamos a nuestros niños y niñas en la responsabilidad de sus actos. A menudo les defendemos y les protegemos, podemos decir “no lo habrá hecho aposta”, “seguro que no se ha dado cuenta”, “la culpa es de….. que le ha incitado”, con estos mensajes el niño o niña apenas desarrolla la responsabilidad.

CONCRETAMENTE COMO COMIENZA UN CASO DE BULLYING

Con todo este panorama social y educativo es lógico que la violencia se extienda en las aulas. Los menores son especialmente vulnerables a la oleada de violencia, tenderán a reproducir estereotipos tratando de imponer su dominio y de este modo marcar su poder.

El bullying no comienza como un acto de violencia importante, el acoso más bien comienza poco a poco, con pequeños actos, con pequeños gestos. Una broma un poco más pesada un día, un insulto otro día, algún empujón y poco a poco la violencia se hace más frecuente e intensa. A medida que el matón molesta al otro, comprueba su poder y disfruta del poder ya que alimenta su autoestima, tiene que seguir ejerciendo su dominio y llega a convertirse en una necesidad que alimenta su ego, su poder y su autoestima. Finalmente el acosador acaba convirtiéndose en la pesadilla de otro menor inocente.

CÓMO PODEMOS FRENAR EL BULLYING

* Presta atención a los modelos que tienen los niños y niñas. Analiza sus actos y los medios de comunicación y programas a los que tiene acceso. Así como los mensajes que recibe.

* Habla con él o ella, con frecuencia sobre cómo puede estar interpretando los modelos de los que hablamos en el punto anterior.

* No le defiendas de todo. No se trata de hacerle sentir culpable, pero sí de hacerle responsable de sus actos, recuerda que no le ayudas protegiéndole y quitándole importancia a lo que hace.

* Edúcale en el respeto y en la tolerancia.

* Ayúdale a colaborar y enséñale a ayudar a los demás. El poder no tiene que ser sinónimo de dominio.
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El poder de la mente

ACOSO ESCOLAR: «ME PEGABAN, ME QUITABAN EL BOCADILLO, ME DECÍAN QUE OLÍA MAL...»

Un artículo de Yolanda Veiga.

Uno de cada diez niños sufre acoso escolar «de alta intensidad».«El chaval que sufre bullying camina encogido, se cubre con la capucha, mira al suelo, no ocupa espacio...», alertan los psicólogos, que sitúan en los 10 años la edad más vulnerable.


«Cuando tenía 8 o 9 años empezaron los insultos y los golpes. Me pegaban en el patio, en el pasillo... donde les pillara. Una mañana, después de la clase de gimnasia, cogieron el rollo de papel higiénico, lo empaparon para hacer bolas grandes y me las tiraron. Yo me escondí en uno de los váteres pero como por la parte de arriba están abiertos se subieron y siguieron lanzándome bolas. A la hora del recreo me quedaba sola en una esquina pero me acorralaban y yo no sabía qué hacer, estaba como en shock, así que aprovechaban para quitarme el bocadillo y tirarlo al suelo. Me llamaban fea, me decían que vestía muy mal, que olía mal... De tantas veces que me han dicho fea, hasta me lo he creído. Yo misma lo digo».

A Yaiza le ha costado cuatro años (tiene 13) contarlo sin echarse a llorar. Antes se le caían «lagrimones» y corría a refugiarse a su cuarto para no tener que dar explicaciones. «No dije nada en casa pero mis primas se dieron cuenta en el colegio y se lo contaron a mi madre». La adolescente relata su calvario en 'La voz del silencio', un programa semanal contra el bullying que está colgado en la web de la Asociación No al Acoso Escolar

Edgar (14 años) le toca un brazo porque a Yaiza se le quiebra un poco la voz y luego le toma el relevo: «Era distinto a los demás, no me gustaba el fútbol, así que los niños me dejaban aparte. Siempre estaba solo en el colegio, me sentía un bicho raro. Nunca me pegaron pero sufrí acoso psicológico». También Joel (14): «Me decían que era rarito, como llevaba el pelo un poco largo se reían. Había una niña en clase que era como yo, nos entendíamos y estábamos juntos todo el rato que podíamos. Ella era mi espacio seguro».

Yaiza, Edgar y Joel ponen cara al bullying, el acoso escolar al que se puso nombre en inglés hace unos años, aunque los psicólogos prefieren llamarlo 'acoso entre iguales' para no «estigmatizar la escuela». «El punto de inflexión fue el suicidio de Jokin, el adolescente de Hondarribia que se arrojó de madrugada desde una muralla en septiembre de 2004. Además de mediadores del conocimiento los profesores tenemos que dedicar tiempo a mirar a la cara y al corazón a los niños», hace autocrítica José Antonio Luengo, orientador en un instituto de Secundaria y, durante diez años, secretario general del Defensor del Menor de Madrid.

Dice que basta con mirarles cómo caminan. «El niño acosado anda encogido, se cubre con la capucha, mira hacia abajo, lleva los ojos tristes...». Javier Pérez, psicólogo y presidente de la Asociación No al Acoso Escolar, habla de ‘Las tres c’ para detectar el acoso: «Cambios, cuerpo y campana. Los cambios más habituales son que empieza a traer peores notas, golpes visibles, la mochila manchada... El cuerpo quiere decir que camina como comprimido, ocupando poco espacio y lo de la 'campaña' es porque en Cataluña se llama así a las pellas, a las piras, al absentismo escolar».

Diego (11 años) tampoco quería ir a clase. Antes de tirarse desde su casa, un quinto piso en Leganés (Madrid), dejó una nota a sus padres: «Papá, mamá, espero que algún día podáis odiarme un poquito menos. Yo no aguanto ir al colegio y no hay otra manera para no ir». El juzgado de Instrucción 1 de Leganés (Madrid) archivó la causa en diciembre «al no poder determinarse que hubiera habido intermediación de terceros en la muerte del pequeño». Los padres presentaron un recurso para reabrir el caso y lo han conseguido.

Según las estadísticas, uno de cada cuatro alumnos en España sufre acoso escolar de mayor o menor intensidad, una cifra cuestionada por algunos profesionales. Sobre lo que hay consenso absoluto es acerca el porcentaje de los que sufren «acoso de alta intensidad»: en torno al 10%. «Estamos hablando de 200.000 niños», alerta Javier Pérez, que asegura que los casos más numerosos se dan entre alumnos de 10 u 11 años. «Es la preadolescencia, una etapa evolutiva en la que empiezan a formarse los grupos de amigos. En Secundaria, entre los 12 y los 16 años, cuantitativamente hay menos episodios pero son más visibles. En Primaria el acoso se traduce en insultos, empujones, patadas a la mochila... pero en el instituto se sofistica y hasta se graban las palizas. También estamos detectando algunos casos entre críos de 4 ó 5 años. Lo llamamos 'Es mío' porque se traduce en que un niño somete a otro, le hace jugar cuando él quiere, comer cuando él manda...».

En su asociación, que fundó Aurora, una «madre coraje» cuya hija sufrió acoso y ahora es una joven que acaba de terminar Psicología, han empezado una campaña de crowfunding para poder poner en marcha un servicio telefónico de atención a los chavales durante doce horas diarias. «Ahora mismo tengo 180 llamadas pendientes de atender». Están desbordados e impresionados por lo que escuchan al otro lado del teléfono: «Unos niños de 8 años orinaban en un vaso y le obligaban a bebérselo a otro compañero. Y a un alumno de un instituto de Extremadura le han dejado tuerto después de un 'gomazo'. Estuvo tres meses sin moverse en la cama, pero no le han podido salvar el ojo. ¿Y qué dice el director del centro? Pues que no pueden garantizar su seguridad».

Los afectados se muestran muy críticos con las instituciones, desde los colegios, a la Administración. «Miras los informes de la inspección educativa y resulta que los casos de acoso son el cero coma poco por ciento. Viven en otra galaxia, la negación institucional es un síndrome, claro que reconocerlo sería aceptar que el sistema no funciona. Hay profesores magníficos, pero detrás de cada niño acosado hay un maestro o un director que no lo está haciendo bien», advierten desde la asociación.

Y secunda José Antonio Luengo, que también es vicesecretario del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, y propone reflexionar sobre «el tratamiento que la sociedad da al respeto y a la dignidad». Reflexión que también debe hacerse en las aulas, claro. «Desde hace seis o siete años no valen las excusas. Eso de 'yo no estoy formado', es muy difícil de detectar, no hay protocolos de actuación... Hay muchas herramientas y una magnífica que se usa muy poco, el sociograma. Es una actividad de diez minutos que se hace al comienzo de curso para conocer a los alumnos. El profesor prepara tres o cuatro preguntas: '¿con qué tres compañeros te diviertes más?', '¿con quién no te sentarías nunca en clase?', '¿a quién no llamarían para salir a jugar?'... Las respuestas son anónimas y con ellas se puede saber quiénes son los líderes y quiénes son rechazados y forman parte del rincón».

No funciona como una varita mágica pero puede ayudar en las tareas de prevención. «La violencia no la vamos a poder evitar, pero podemos trabajar en formar personalidades más fuertes, aulas en las que los alumnos se ayuden entre ellos, se den cuenta de quién lo pasa mal... Así se acabará con el acoso». Los especialistas insisten en que los propios menores forman el mejor escudo y mejor defensa. «El acoso escolar es de lo más duro que puede vivir un ser humano, duele a rabiar. Eso de que curte o hace madurar es mentira. Durante años escuchamos muchos casos en el Defensor del Menor y las víctimas siempre nos decían que con que un compañero se ponga de su parte a veces es suficiente. Una sola persona que le llame por teléfono o se coloque delante del agresor. Una agresión intensa hace menos daño cuando sale gente en tu defensa. El apoyo social es fundamental», incide Luengo.

A los expertos no les gusta dibujar perfiles de acosadores y acosados pero reconocen que «el acoso masculino es más bruto, de colleja o patada, mientras que las chicas tienden más a excluir y apartar a sus compañeras».

¿Qué persigue el acosador?

La afirmación personal. Suelen ser pequeños tiranos, chavales populares en el colegio, aunque a veces es un acosador circunstancial. Alguien que saca malas notas y llama la atención metiéndose con un compañero en el patio -explica Javier Pérez-.

Lo que haga el agraviado es lo de menos, no está en su mano frenar el acoso. «A un chaval le llamaban gordo, adelgazó doce kilos y le empezaron a llamar marica. ¿Y qué hacen los pelirrojos que llevan toda la vida aguantando que les llamen 'panocho' o 'zanahoria', se tiñen el pelo? Tampoco vale eso de que se meten con ellos porque son tímidos. Es al revés, son tímidos porque se meten con ellos. Si solo miramos a la víctima la victimizamos más. El que necesita ir al psicólogo no es el acosado, es el acosador, y probablemente así evitemos que sufran más niños o su mujer en el futuro, porque algunos serán maltratadores adultos».

Otros no, otros se reinsertarán. Conoce Javier Pérez algunos casos: «En la asociación tenemos dos chavales, ya mayores, que fueron acosadores y ahora ayudan porque se arrepienten, quieren reparar el daño hecho». Aunque el perdón, a sus víctimas, les llega tarde.

SÍNTOMAS PARA DETECTAR EL ACOSO

En la escuela:

- Son objeto de burlas, bromas desagradables, les ponen motes, les insultan, les molestan...

- Acostumbran a estar involucrados en discusiones y peleas en las que se encuentran indefensos y siempre acaban perdiendo.

- En el juego son los últimos en ser elegidos.

- En el patio suelen quedarse cerca de los profesores.

- No tienen amigos.

En clase:

- Tienen dificultades para hablar.

- Dan impresión de inseguridad o ansiedad.

- Tienen un aspecto contrariado y triste.

- Deterioro gradual del rendimiento escolar...

En casa:

- Vuelven del colegio con la ropa estropeada, con los libros sucios o rotos.

- Presentan señales de golpes y arañazos.

- Dicen que han «perdido» objetos o dinero.

- No quieren ir a la escuela o piden que les acompañen.

- Evitan determinados lugares, determinados días o clases.

- Recorren caminos ilógicos para ir a la escuela

- No son invitados a las casas de otros.

- Tienen pesadillas, trastornos psicosomáticos, cambios súbitos de humor...
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CÓMO DETECTAR Y COMBATIR EL ACOSO ESCOLAR EN EL AULA

El estudio Cisneros X, el más exhaustivo realizado en España sobre violencia y acoso escolar, indica que uno de cuatro alumnos de Primaria a Bachillerato sufre acoso escolar. En este tema los docentes tienen mucho que aportar y pueden ser la clave para detectar y combatir el bullying en sus aulas y, además, para contribuir a la educación de sus alumnos al respecto y lograr así erradicar este problema de nuestra sociedad. Te damos cinco consejos para que abordes el acoso en tus clases, tanto para solventar una situación aislada como para prevenirlo.


CINCO RECOMENDACIONES PARA REACCIONAR ANTE EL ACOSO


1 - Presta atención a las señales. El acoso en el centro escolar no sucede cuando el profesor está presente, por lo que no siempre es fácil detectarlo. Cuando sea posible, estate atento a lo que sucede en las zonas comunes, el patio, los pasillos o en las actividades extraescolares del centro escolar. Es más probable que el acoso se dé en esos momentos. También debes observar a tus alumnos, detectar marcas de peleas pero también cambios de actitud. En el caso de que un alumno comparta contigo algún conflicto o momento violento, no le quites importancia. Respeta su confianza y no lo comentes públicamente, pero toma nota, valóralo y haz un seguimiento para comprobar si se trata de un problema real y reiterado o es un enfrentamiento puntual sin mayor trascendencia. Este reportaje explica algunas claves para detectar el acoso escolar y actuar en consecuencia.

2 - Actúa con rapidez y contundencia. Cuando sospeches que existe acoso, reacciona lo antes posible y, si tu centro tiene un protocolo establecido, ponlo en práctica. Incluso en el caso de que se trate de una situación aislada o que aún no sea demasiado grave, es mejor atajar el conflicto cuanto antes y, todavía mejor, prevenir el acoso antes de que suceda. Afronta el problema con el niño o niños que acosan y, en la medida de lo posible, no inculpes o señales a la víctima, ni los sometas a un careo o una mediación conjunta. Habla con cada uno individualmente, con calma, y promueve que se comprometan y se impliquen para solucionar el problema. Estableced las pautas de comportamiento que cumplirán a partir de ese momento y realiza un seguimiento de cada uno de ellos durante varias semanas para asegurarte de que es así. De forma paralela, presta atención a la víctima o víctimas del acoso para comprobar que el problema se ha solucionado. Esta Guía para el profesorado sobre acoso escolar puede orientarte para actuar. También puede interesarte el Método Pikas, un sistema de reacción en situaciones de acoso, recomendado para niños a partir de 9 años.

3 - Implica a las familias. En un caso de acoso es importante que recurras a la colaboración de la familia, tanto de la víctima como del presunto acosador. En cada caso, la comunicación es esencial y debe hacerse por separado.

- Familia del alumno acosado. Tranquiliza y apoya a los padres y déjales claro que trabajaréis juntos para solucionar el problema. Comparte con ellos las medidas que estás tomando, explícales por qué son las más adecuadas y aconséjales sobre cómo deben reaccionar en casa y dar su apoyo a su hijo o hija. Facilítales información sobre ayudas profesionales y psicológicas si lo consideran necesario. Mantén una comunicación fluida para informarles de cómo avanza la situación.

- Familia del alumno que acosa. No les presiones ni les juzgues, actúa con tacto al exponerles la situación, con claridad y datos, y escúchales. Transmíteles las medidas que se van a tomar para solucionar el problema y explícales que su colaboración también es fundamental para evitar que la situación se mantenga. Comunícate con ellos de forma regular para tenerles al tanto de la evolución de su hijo y del problema.

4 - Aborda el problema en clase. Mantén la confidencialidad de los implicados, pero trata el tema con el resto de alumnos. La función de los que observan y consienten el acoso, la violencia, el desprecio o cualquier otra conducta de maltrato en clase es muy importante. En algunos centros escolares, cuando sucede un caso grave de acoso, se establecen equipos de protección para la víctima, integrados por algunos compañeros de su misma clase. Pero, incluso sin aplicar esta medida, es importante hablar con el grupo y destacar su responsabilidad para evitar el acoso, denunciarlo si sucede y apoyar a la víctima. Puedes utilizar ideas de esta guía para niños de Primaria y este folleto para Secundaria.

5 - Sigue unas rutinas de prevención. Conseguir un buen clima en el aula y favorecer la comunicación ayuda a prevenir el acoso escolar y, además, contribuye a implicar a los propios estudiantes en la lucha contra este grave problema. Puedes utilizar algunos de los siguientes recursos para reflexionar sobre el acoso y el respeto mutuo, dentro y fuera del centro escolar:

- Actividades para el desarrollo de habilidades sociales básicas.
- Casos e historias, para reflexionar sobre la convivencia en el aula.
- Selección de videos sobre el tema del acoso escolar.
- No te enredes en la red, guía para conocer los peligros del ciberbullying.
- El maltrato entre escolares, guía para jóvenes.
- Ficha para trabajar en clase el acoso escolar.
- Presentación con varias dinámicas para prevenir el bullying.
- Propuesta de intervención, con actividades para Primaria, destinadas a prevenir el acoso desde la conducta prosocial y la empatía.
- Post del blog Entre pasillos y aulas con consejos y recursos para tratar el acoso escolar en los centros.

Más información:

Maltrato cero. Orientaciones sobre el acoso escolar
No son cosas de niños: es acoso
No al acoso
Bullying, maltrato entre alumnos
Asociación Española contra el Acoso Escolar
Ver más

LOS HÉROES DEL PATIO (Contra el acoso escolar)

Crimen + Investigación y Save the Children contra el acoso escolar

El acoso escolar es violencia. Poner motes, empujar, insultar, burlarse de alguien, dar información muy personal en internet, hacer muecas o pegar. Muchos niños y jóvenes se enfrentan a situaciones como estas en su centro escolar. Tenemos la responsabilidad de terminar con ello, pero además, tenemos el poder para hacerlo.

Hay una manera de proteger y defender a quienes lo están sufriendo. Hay unos héroes que pueden combatirlo. Alumnos, padres y profesores pueden ser los héroes del patio. Solo hay que dar un paso adelante, tomar la decisión y actuar contra el acoso escolar.

Crimen + Investigación presenta en estos 4 vídeos alguno de estos poderes que todos llevamos dentro y que ayudan a combatir el acoso escolar.

Capítulo 1. "Byte Face". Con el Rubius


Capítulo 2. "Ultra Shout". Con Edurne


Capítulo 3. "Shield Boy". Con Óscar Martínez


Capítulo 4. "Wolf Eyes". Con Cecilia Freire


Tú también puedes luchar contra el acoso escolar
Todos tenemos el poder para conseguirlo. Descarga nuestros consejos y conviértete en un héroe del patio:

Pautas para alumnos y alumnas ante el acoso escolar

Pautas para padres y madres ante el acoso escolar

Pautas para profesores y profesoras ante el acoso escolar
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SINOPSIS DE LA OBRA

‘CIBERBULLYING’ EN NIÑOS DE NUEVE AÑOS

Un nuevo caso de ‘ciberbullying’ ha obligado a actuar al Departament d’Ensenyament de Catalunya. Tres menores de un colegio de Girona acosaban a otro en las horas lectivas y fuera del centro a través de mensajes de Whatsapp.

La dirección del CEIP Aldric de Cassà de la Selva (Girona), una de las dos escuelas públicas que hay en el municipio, decidió expulsar durante una semana a los tres acosadores. A pesar de cursar 4º de Primaria (9-10 años) el asedio sobre su compañero era constante y el colegio se vio obligado a tomar cartas en el asunto.

La expulsión no gustó a los padres afectados, que en lugar de culpar a sus hijos la tomaron con la dirección de la escuela. Los progenitores cuestionan la actuación de los profesores hasta el punto de amenazar con interponer denuncias al colegio.

Ante semejante problemática, el Departament d’Ensenyament de Catalunya activó los protocolos establecidos para este tipo de casos. No se han querido dar detalles de lo ocurrido, porque desde Ensenyament aseguran que son hechos que se enmarcar estrictamente dentro del ámbito del centro y donde, además, están implicados menores. Aunque el niño que sufría el ‘ciberbulling’ tendría los mensajes amenazantes como prueba.

Los niños acosadores ya han vuelto a la escuela tras su semana de castigo, pero este caso vuelve a activar el debate de si es necesario un mayor control de los padres sobre sus hijos con las nuevas tecnologías. Menores de solo 9 años hacían la vida imposible a otro compañero por Whatsapp y los padres no tenían constancia de lo que hacían sus hijos con el teléfono móvil. Y no solo eso, una vez descubierto el caso culparon al profesorado en lugar de a ellos mismos.

Pese a todo, Ensenyament ha dejado claro que, a pesar de su intervención, el conflicto se va a resolver desde el centro ya que se considera una cuestión interna. Según explica la agencia Europa Press, desde el centro se ha querido dejar claro que la expulsión respondió a una situación de convivencia en la escuela, y ha asegurado que están trabajando con el departamento para resolver el caso.

Ciberbullying, un tipo de acoso en auge

Uno de cada cinco adolescentes españoles reconoce haber acosado en redes sociales a otra persona al menos una vez, en la mayor parte de las ocasiones burlándose de su aspecto físico, según un estudio de Intel Security.

Ésta es una de las conclusiones de la investigación realizada por la compañía Intel Security sobre “Las realidades de la ciberpaternidad: lo que adolescentes y preadolescentes hacen online”, que analiza el comportamiento en internet y en redes sociales de los españoles entre 8 y 16 años, así como el de sus padres.

Sobre los motivos que llevaron a los adolescentes encuestados a hacerciberbullying , más de la mitad afirma que no les gustaba dicha persona, según una nota de los promotores del estudio.

Respecto a las reacciones ante el acoso a través de internet, un 35 por ciento de los adolescentes que ha presenciado este tipo de comportamientos en la red dice haberlo trasladado a un adulto, mientras que el 28 por ciento admite no haber hecho nada.
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Esquema epistemológico de La educación cuántica

EL ACOSO EN LA ESCUELA: CÓMO SOLUCIONARLO

Un artículo de José Antonio Marina.

Los problemas educativos -incluido el 'bullying'- pueden arreglarse, pero hay que enfrentarlos con sabiduría y resolución.


El 21 de septiembre de 2004, Jokin, 14 años, se suicidó en Fuenterrabía incapaz de soportar el acoso escolar. El 14 de octubre de 2015, Diego, 11 años, se suicidó, presuntamente por las mismas causas. Entre ambos sucesos hay otros nombres - Carla , Arancha, Alan...- y una pregunta: ¿hemos hecho algo para solucionar el problema que provoca esas muertes? En 1983, tres adolescentes noruegos se suicidaron, lo que llevó al Ministerio de Educación a iniciar una campaña nacional contra el acoso en la escuela. El profesor Dan Olweus fue el encargado de elaborar un plan. Con gran éxito. En Finlandia, los investigadores de la Universidad de Turku han diseñado el programa KiVa, que reduce espectacularmente los casos de violencia. En 2006, publiqué un plan contra la violencia escolar, aprovechando lo que los mejores especialistas nos enseñan. Nunca se puso en marcha.

LAS ESCUELAS TIENEN PROTOCOLOS DE ACTUACIÓN EN CASO DE INCENDIO.
DEBEN TENER TAMBIÉN PROTOCOLOS PARA PREVENIR LA VIOLENCIA.


Este doloroso tema ejemplifica claramente los problemas de la educación española. En primer lugar, nos indica que las situaciones son complejas. En los casos de acoso hay tres protagonistas: la victima, el acosador y los espectadores. Tanto el programa de Olweus como el KiVa se centran en este último grupo, el más numeroso y el que podría servir de freno. Pero hay otros elementos importantes. El gran encubridor de los acosadores es el silencio de las víctimas. Unas veces es por miedo a las represalias, pero otras es por algo más sutil. Con frecuencia decimos que es de chivatos acusar, o es de cobardes pedir ayuda. Muchas veces, los padres no creen que sus hijos puedan ser acosadores. O piensan que el acoso ha existido siempre y que ellos lo experimentaron y no les pasó nada. Y en las escuelas no tenemos procedimientos fiables para detectar los casos. No olvidemos que el mayor número de casos suceden en los recreos o en la salida del colegio. Fuera de las aulas.

El tiempo no es la solución

Los problemas no se resuelven solos. Nuestro vicio nacional no es la envidia, sino la procrastinación, el dejar las cosas para mañana. Todo se nos vuelve crónico. Tenemos la idea de que el tiempo es el que arregla las cosas. En cierto sentido es verdad, porque dentro de 100 años todos estaremos criando malvas. Pero no es la mejor solución.

A riesgo de resultar pesado, volveré a repetir que en educación no hay milagros: hay conocimiento y constancia.

Los problemas educativos -incluido el 'bullying'- pueden arreglarse, pero hay que enfrentarlos con sabiduría y resolución. Las escuelas tienen protocolos de actuación en caso de incendio. Deben tener también protocolos para prevenir la violencia. La escuela debe ser el centro de una gran revolución educativa. Y este problema es un buen ejemplo. Los centros educativos son los que deben iniciar el proceso, pero no pueden hacerlo solos. Necesitan asesoramiento y ayuda, para poder implicar a las familias, al entorno, a las organizaciones del barrio, a la sanidad, a los municipios. Las escuelas no pueden ser solo establecimientos para educar a sus alumnos, sino centros de irradiación educativa. Y las familias deben colaborar con ellas, y no mantener el distanciamiento receloso que mantienen ahora.

La pasividad no arregla nada. La legislación, tampoco. Está muy bien que el Consejo de Ministros haya aprobado el Plan Estratégico de Convivencia en los Centros. Pero por experiencia sabemos que lo difícil es pasar del BOE al aula. Hay que implicarse en la gestión de los problemas, aprender de quienes saben resolverlos, tener humildad y tenacidad. En Finlandia se habla mucho en las aulas sobre el 'bullying', y se tienen clases sobre el tema un par de veces al mes. A riesgo de resultar pesado, volveré a repetir que en educación no hay milagros: hay conocimiento y constancia. Espero que, para no tener que lamentarnos de nuevo ante casos como el de Jokin o el de Diego, nos pongamos manos a la obra.
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