"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

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PROHIBIDO PENSAR EN LAS AULAS

Un artículo de Lucía Hernández.

Entre pesados libros de Anaya, interminables clases soñando con el bocadillo del recreo y exámenes con más trampas que la declaración de la renta de Jorge Mendes, ha nacido un nuevo tabú: el de pensar. A jugar con la pelota en el aula o copiarse de los deberes del compañero se suma, de esta forma, una nueva prohibición, que llega con la ley educativa que se cierne sobre las cabezas pensantes de esos adultos potenciales que algún día serán como usted y como yo. Desde su atalaya de cartón, los políticos -da igual el partido- han acordado castigar, como se castigó a la Música y a la Plástica en su día, a la Filosofía, cuyo estatus han relegado en segundo de bachillerato a la categoría de materia optativa.

A través de esta decisión logran boicotear –ahora que está tan de moda- una disciplina con más de tres mil años de historia, capaz de desarmar día tras día la arrogancia humana, poniendo de relieve que verdaderamente no sabemos nada.

Sin embargo, estas medidas estatales no son más que el reflejo de lo que piensa la sociedad, que no concibe la Filosofía como algo útil o incluso divertido, sino como una asignatura de relleno a la sombra de otras más importantes como las Matemáticas o la Historia, olvidando su poder para incentivar la imaginación y el razonamiento en unos alumnos adiestrados, a partir de ahora, para aprender de carrerilla fórmulas y lecciones.

Mientras los ciudadanos tilden de frikis o de fumaos a quienes se atreven a leer a Kant o a Nietzsche e ignoren lo necesario que es en estos tiempos convulsos de selfis y pactos el pensamiento crítico, los que dicten las leyes tratarán a la Filosofía como a un cliente en lista de espera que, no obstante, continuará presente -dada su naturaleza inmortal e intrínseca al ser humano- hasta en los propios chavales; quienes, pese a todo, seguirán rehuyendo de los típicos diálogos que todo padre, en un intento por desarrollar la mayéutica socrática, se anima a mantener con su hijo y atendiendo, pendientes de los entresijos políticos que hace más de 2000 años preocuparon a Aristóteles, a diversos enfrentamientos entre errejonistas y pablistas, que se oponen como antaño lo hacían los empiristas y los racionalistas. Porque, no lo olvide, usted y yo somos contingentes, pero la Filosofía es necesaria.
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LA FILOSOFIA Y LA DESHUMANIZACION: RETO PARA EL SISTEMA EDUCATIVO MEXICANO

Un artículo de Olga Armida Grijalva Otero.

El tercer jueves de cada noviembre se celebra el día mundial de la filosofía, en esta ocasión correspondió al pasado día diecisiete, fecha instaurada por la UNESCO como recuerdo simbólico del nacimiento de Sócrates el gran filósofo de la Grecia clásica que fue injustamente sentenciado a muerte por sus compatriotas.


En referencia a este gran filósofo, es la respuesta aún vigente en nuestros días, que dio a la "teoría del derecho del más fuerte” argumentando que las limitaciones a la fuerza de los poderosos impuesta por la mayoría de los débiles, no puede lograrse sino cuando es mayoría débil, pone en movimiento las energías que no es otra cosa que la conciencia de poseer derechos por el solo hecho de ser hombres, seres racionales.

Pese a la vigencia del pensamiento Socrático, desde mediados del siglo pasado la filosofía ha sufrido diversos ataques,desde eliminarla como sucedió en México en la educación media superior en el sexenio Calderonista, hasta la casi nula impartición de esta disciplina en las universidades. Lo mismo sucedió en países centro y sudamericanos, como europeos en términos de la reducción y eliminación de la filosofía en sus sistemas educativos.

La nula importancia que se le da actualmente a esta disciplina obedece a que en la sociedad opera un profundo proceso de deshumanización, por la vía tanto de una educación tecnocrática, el mercantilismo, la ausencia de ética en la política y en la vida pública, aunado al predominio de la violencia y la injusticia.

En ese sentido, el anti humanismo ha sido la moda filosófica de la segunda mitad del siglo XX y lo que va del presente. Ahora bien, la experiencia histórica, nos han enseñado que todo anti humanismo lleva los gérmenes o las huellas del totalitarismo político. De ahí, hay que estar atentos a los fuertes vientos de renovada irracionalidad, racismo, xenofobia, sexismo y autoritarismo que amenaza al mundo. Frente a ello, requerimos que las humanidades y las ciencias se unan todos sus recursos para buscar un mundo mejor.

Ante estas amenazas que azotan al mundo y en lo particular a México, la filosofía puede ser un elemento muy valioso en nuestro sistema educativo, buscando un cambio profundo en los valores y prioridades humanas, desde el materialismo y el consumismo, de tal manera que nuestras acciones tribales o individuales que prevalecen, pudieran conducirnos con el tiempo, a que los valores humanistas sean los que predominen.

Es decir, la promoción de un estilo de conocimiento sistémico, serio y seguro en lo personal, pero tolerante, abierto al pluralismo y respetuosos de otra posiciones, es una tarea común por hacer. Se trata de conjugar el laicismo metodológico de las ciencias y el respeto a los valores personales, a las creencias y tradiciones; conjugar productividad y solidaridad, firmeza con apertura, especialización con formación integral.

Este método de creatividad educativa consiste simplemente en promover un modelo de pensamiento acorde con el tipo de mexicano y de país que hoy necesitamos y queremos.
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FILOSOFÍA: LA PALABRA LIBRE

Un artículo de Marina Garcés, filósofa.

La crisis de la política y la educación es el espejo de nuestra crisis; la que provoca la irrelevancia de la decisión colectiva.


Cada cual tiene su opinión. Éste es uno de los dogmas más estúpidos de nuestro tiempo. Se transmite en las escuelas, en los medios, en los bares. Confunde libertad y arbitrariedad, y neutraliza la potencia de la palabra pública mediante la homologación de la opinión privada. Hace 25 siglos, en Grecia, una serie de voces se alzaron contra esta forma de dogmatismo. Los filósofos, que no se fían ni de sus propias opiniones, plantearon una distinción importante: que todo el mundo desee saber y pueda hacerlo no significa que todas las opiniones valgan. Poder pensar y poder decir significa, precisamente, poder someter nuestras opiniones al examen de una razón común, es decir, de una común capacidad de razonar acerca de ellas.

Hoy, la filosofía pierde horas en las aulas, pierde peso en los currículos y resta puntos en los rankings de excelencia de las universidades. Al mismo tiempo, llena foros de debate, cursos en librerías, espacios en algunos medios, teatros e incluso series de televisión. Es una situación paradójica a la que debemos atender.

Alegra sentir y poder compartir con otros la necesidad de pensar. Pensar no es elucubrar. Es confiar en que el pensamiento transforma la vida y que las palabras, bien empleadas, sirven para ello. Todas las escuelas de pensamiento, orientales y occidentales, se basan en esta confianza. Sin embargo, la academia actual, convertida en una fábrica de papers especializados y de patentes mercantilizables, ha renunciado a este vínculo. Por eso la filosofía se pone en fuga y busca otros lugares donde irrumpir con su deseo radical de verdad. Este deseo es nuestra necesidad de no dejarnos engañar por tanta mentira ni entristecer por tanto sufrimiento.

La mentira y el sufrimiento son el motor del pensamiento. Son lo que vacía de sentido al discurso establecido y nos exige ir más allá. Que este motor haya activado foros y productos mediáticos no debe, sin embargo, dejarnos satisfechos. El consumo cultural, caprichoso y tendencialmente elitista no puede sustituir la labor de la educación. La filosofía siempre ha planteado esta cuestión: si todos tenemos la capacidad de pensar y de razonar en común, ¿cómo y en qué lugares debe desarrollarse esta capacidad? ¿Y cuáles son las instituciones y las formas de organización social a las que les corresponde hacerse cargo de sus consecuencias? El problema de la filosofía es, así, el problema de la educación y de la política.

Precisamente, la crisis de nuestras instituciones políticas y educativas es el espejo de nuestra crisis. No es una crisis de modelos, sino la que provoca la irrelevancia de la decisión colectiva y del razonamiento en común. Las instituciones de las que disponemos para tomar decisiones colectivamente y para elaborar el pensamiento de nuestro tiempo no sirven. ¿Por qué falla la política?, ¿por qué falla la educación?, nos preguntamos. Y respondemos con nueva política y con innovaciones pedagógicas. Ingredientes nuevos para una misma cocina.

Hay, en nuestro país, una generación de defensores de la filosofía que invocan la democracia y el pensamiento crítico como virtudes inherentes a la disciplina filosófica, supuestamente en peligro de extinción. Invocan estas grandes palabras en abstracto, como si por ellas mismas pudieran salvarnos de la catástrofe a la que nos aboca el capitalismo actual. En filosofía no hay palabras sagradas ni palabras que salven. Tampoco abstracciones a las que recurrir como paraguas en la intemperie. La fuerza de la filosofía es la potencia del concepto, que siempre es concreto, contra las abstracciones y los credos que nos confunden.

Si la filosofía puede tener alguna fuerza hoy es la de devolvernos esta posibilidad: encontrar conceptos concretos para nombrar el plan del capitalismo actual, hacer una crítica de su ideología desideologizada y reapro­piarnos de la decisión colectiva y la razón común. Porque así es: el capitalismo actual es ideológico y tiene un plan. Es un plan epistemológico, cultural y educativo que consiste básicamente en hacer de la inteligencia una fuerza directamente productiva. Estamos hablando de una inteligencia pre y poshumana, es decir, más acá y más allá de nuestra capacidad de razonar y de elaborar el sentido y el valor de nuestras ideas y formas de vida. Es una inteligencia que empieza en la información genética y se extiende hasta los confines de la nube digital y sus robots. Cada uno de nosotros, con su actividad biocognitiva y sus talentos, no es más que un momento, que una función a rentabilizar al máximo. La opinión es libre porque, desde ahí, lo que cada uno opine resulta redundante.

La palabra libre es la que es capaz de embarcarse en un combate de ideas que desvele este plan del capitalismo, en todas sus dimensiones, e intervenga así sobre el destino común de la humanidad devolviéndonos la autorreflexión y la decisión colectivas. Dicen que hemos perdido el futuro. Pero no podemos seguir perdiendo el tiempo.
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“IGNORAR LA FILOSOFÍA ANULA EL ESPÍRITU CRÍTICO DE LOS JÓVENES”

Hoy en su Día Mundial, los expertos recuerdan que es fundamental que vuelva a los planes de estudios.

Todos los niños sin excepción hacen preguntas. Es la base del aprendizaje. Y la filosofía consiste en hacerse preguntas. El 28 de noviembre de 2013, el Congreso de los Diputados aprobó en España una de las leyes más polémicas para la educación: que la filosofía solo sería obligatoria en primero de bachillerato. Medida que se consiguió gracias a la mayoría absoluta del Partido Popular y que ha provocado que desde entonces muchos docentes y alumnos se hayan movilizado para evitar que los fundamentos del pensamiento occidental salgan del aula. Este jueves, tercero del mes de noviembre, está señalado por la UNESCO como el Día Mundial de la Filosofía, una jornada ideal para recordar su importancia. ¿Cómo es posible que un Gobierno pueda hacer esto a su población más joven? ¿Cómo es posible que a alguien se le haya ocurrido desterrar de los planes educativos algo tan básico y tan útil como es la filosofía?

Para muchos catedráticos, la filosofía no debería ser una asignatura, debería ser el leit motiv de la enseñanza desde el principio hasta el final ya que es fundamental para la construcción del pensamiento y de la cultura saber qué pensaron quienes nos precedieron. No solo sirve para entender el pasado, sirve para entender el presente en todos los ámbitos. Sirve para comprender a los políticos (es tarea difícil, pero con filosofía menos), una exposición de arte gótica, barroca, de lo que sea. Sirve para comprender una obra literaria. Sirve para vivir, para disfrutar.

El filósofo Eduardo Rivero, de la Escuela Francisco de Miranda (Venezuela) recuerda que, aparte de lo citado, sobre todo “la filosofía posee un gran valor de actitud interrogativa”. Y así es, porque en ella son más importantes las preguntas que las respuestas que pueda ofrecer. “Algo así como lo practicado por Sócrates, La Mayéutica, que no es más que el método con el cual el maestro, mediante preguntas, va haciendo que el discípulo descubra nociones que en él estaban latentes”, sostiene Rivero.

Por su parte, Salvador García Bardón, profesor emérito de la Universidad de Lovaina, miembro de la Sociedad Filosófica Lovaniense, Doctor en Filosofía por dicha universidad y Doctor en Lingüística por la Sorbona, cree que “es gravísimo que la filosofía no esté en los planes, puesto que su ignorancia y, sobre todo, el espíritu crítico que aporta es una manera de privar al ciudadano, a los jóvenes, de autodefensas frente a las gravísimas agresiones que sufre en su independencia frente al pensamiento único actual”. "Todos sabemos que sin independencia no hay libertad y que sin libertad, la democracia se transforma en una trampa suicida para ciudadanos idiotizados”, añade.

Para el profesor Bardón, “todo Gobierno que suprime la filosofía en la formación académica de los ciudadanos que ayuda a educar, se autorretrata”. "Al hacerlo", señala, “declara que desea suprimir la independencia de los ciudadanos y consecuentemente su libertad y la verdad de su democracia”. "Es más, todo Gobierno que se respeta a sí mismo y que respeta a los ciudadanos que les confían la gestión de su bien común más precioso, que son los valores de la Democracia auténtica, tendría que mejorar el estatuto de la Filosofía no solamente en la formación académica de los ciudadanos sino también en los ámbitos familiares y culturales de la vida ciudadana”, reitera.

El profesor, ya jubilado desde hace años, defiende que “la formación filosófica debería estar presente tanto en el seno de las familias como en todos los lugares comunitarios de la cultura, cuya obligación principal es el ser subsidiarios, con respecto a la educación, de la tarea educativa de las familias”. "La salud social de estos lugares culturales se mide por su contribución a la formación y al goce de la libertad de los ciudadanos. Se trata entonces de fomentar la filosofía tanto en los currículos académicos, desde la escuela primaria hasta la universidad, como en las diferentes prácticas culturales, que transforman la vida ciudadana en una comunión dignificante y placentera de relaciones solidarias entre todos los ciudadanos", argumenta.

¿PARA QUÉ NOS SIRVE LA FILOSOFÍA?

“La filosofía sirve ante todo para reemplazar el vergonzoso utilitarismo individualista actual, cuyo mayor responsable es la economía pervertida de la especulación financiera, por la solidaridad generosa y gozosa de la socio-economía reorientada al servicio equitativo de las necesidades domésticas de todos los ciudadanos", responde Bardón. "A la luz de la justicia distributiva, Europa dispone de los medios necesarios para salir de la crisis socioeconómica del utilitarismo individualista que tiene puestas de rodillas a nuestra juventud, a nuestra clase media y a nuestro cuarto mundo y que día tras día recoge los desechos humanos del desempleo”.

"Si no salimos de esta crisis es porque ni a la plutocracia europea ni a sus representantes políticos les interesa que salgamos. Ellos saben muy bien que la solidaridad es incompatible con sus intereses propios, que por definición dogmática de su economía individualista son insolidarios", continúa Bardón.

¿Qué podemos hacer los padres para inculcar el amor a la Filosofía? El profesor, que además de padre es abuelo, cree que tanto unos como otros “tenemos que transmitir a nuestros hijos y nietos los valores filosóficos que nosotros mismos vivimos". "Ayudándoles a ser libres como nosotros lo somos, en el respeto de la libertad de nuestros semejantes, que hace posible la vida en democracias auténticas”, concluye.

Según estas declaraciones, cuesta trabajo creerlo, pero hoy por hoy, y si el Parlamento no lo remedia, nuestros adolescentes están cojos de una de las patas de la sabiduría esencial para enfrentar la vida. Para los expertos, se hace fundamental que esto se derogue y vuelva el pensamiento crítico a los planes de estudios de los adolescentes españoles.
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Ken Wilber

LA FILOSOFÍA ESTÁ DE MODA

El número de estudiantes universitarios de esta disciplina se ha incrementado un 25% el último año en Catalunya. "Es sintomático también que se vendan más libros de temas filosóficos que nunca", señala un profesor de la UB.

Series de televisión, jornadas y actividades lúdicas abiertas a todos los públicos, jóvenes con expedientes académicos brillantes que -pudiendo estudiar lo que les viniera en gana- deciden escogerla como carrera. En un momento de crisis económica y de valores como el actual, en que triunfa lo superficial, lo trivial y lo efímero, "la filosofía se ha puesto de moda", constata José Díez, profesor de esta disciplina en la Universitat de Barcelona (UB). Solo un dato para ilustrar tal afirmación: el número de universitarios matriculados este curso 2016-2017 para estudiar Filosofía en alguna de las cuatro facultades catalanas que imparten estos estudios ha aumentado un 25% respecto al año pasado.

"Sin duda, hay más preocupación, más interés y más personas dispuestas a tratar temas filosóficos. La gente está ahora más interesada en todo lo que hacen los filósofos, que hasta ahora nos sentíamos un poco ignorados”, admite Díez, que es también codirector del festival Barcelona Pensa, que comienza el lunes en la capital catalana, con una amplia oferta de actividades relacionadas con el pensamiento filosófico.

Hasta una 'celebrity' como Carlota Casiraghi ha aparecido recientemente convertida en organizadora de encuentros filosóficos en Mónaco. En Catalunya han sido programas de gran audiencia televisiva como el 'Merlí' de TV-3 los que la han popularizado entre el gran público, pero los filósofos creen que eso no explica por sí solo el aumento . Hay quienes apuntan, en el caso de la universidad, a razones económicas, "estudiar Filosofía es barato, porque es una carrera en la que toda la experimentalidad está en el cerebro de cada estudiante", argumentan.

“También es sintomático que nos encontremos en una época en que se venden más libros de Filosofía que nunca", observa el también profesor de la UB, Nemrod Carrasco. "Probablemente mucha gente tiende a identificar la Filosofía con literatura de autoayuda, porque piensan que puede ser un instrumento individual para conseguir la felicidad. Desde EEUU se le quiere dar esta visión como herramienta complementaria a la psicología”, explica Carrasco.

¿FLOR DE UN DÍA?

"Es pronto todavía para determinar los motivos de este mayor interés, porque no sabemos aún si esto va a quedar en un hecho puntual, si va a ser flor de un día, o si va a tener un recorrido más largo", puntualiza José Díez. "Hay que analizarlo con algo más de perspectiva y hay que ver, también, si otras carreras de disciplinas humanísticas han experimentado la misma tendencia", agrega el profesor de la UB.

A la espera de que se hagan públicos los datos oficiales de matriculación, los primeros indicadores señalan que, a diferencia de lo que ocurría en años anteriores, el número de plazas vacantes para estudiar en los grados universitarios de Historia, Historia del Arte, Geografía y la propia Filosofía "se ha reducido sensiblemente en Catalunya", informa la consultora educativa Unportal.cat. La carrera se imparte actualmente en la UB, en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), en la Universitat Pompeu Fabra (UPF) -en un grado triple, junto con Economía y Política- y en la Universitat de Girona (UdG), que también la ofrece como doble grado junto a Economía.

AMENAZADA EN EL BACHILLERATO

Parte del resurgir de la filosofía ha sido también "consecuencia de la movilización que hubo cuando se vio que la asignatura podía desaparecer en los institutos. Los filósofos llevamos 2.000 años resistiendo y aguantaremos”, afirma Núria Sara Miras, filósofa también de la UB y codirectora del Barcelona Pensa. La amenaza de que la filosofía iba a desaperecer del temario de bachillerato por decisión de la LOMCE "afortunadamente no se ha llevado a la práctica... Al menos, por ahora", explica David Medina, un profesor de secundaria que enseña la asignatura a sus alumnos a través de juegos como el popularísimo 'Clash of Clans'. "Si nos paramos a pensar, tampoco es una metodología pedagógica tan original... Platón ya la practicaba", argumenta Medina.
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VOLVER A PENSAR: UN REGRESO CONSCIENTE A LA FILOSOFÍA

Un artículo de Armando B. Ginés.

Albergamos una sensación aguda, como un malestar difuso y asintomático, de no ir a ninguna parte. Algo nos falta en mitad de la abundancia de objetos y deseos, de la escasez de recursos vitales y económicos y del miedo permanente a estar rodeados de peligros invisibles.


Todas las expectativas se sitúan más allá del contexto que nos habita: tiempos de posmodernidad, posideología y poshistoria. Somos incapaces de aprehender el aquí y ahora porque desconocemos a ciencia cierta si venimos del algún lugar concreto y si queremos dibujar en el horizonte alguna meta adonde dirigir nuestra ávida mirada para vivir en armonía con nosotros mismos y el entorno natural y cultural al que pertenecemos.

El vacío resulta elocuente. Por el momento, ese hueco existencial solo se llena parcialmente de gritos puntuales, a veces desesperados y urgentes, otras estéticos o virtuales, de noes que no presuponen una voluntad colectiva y afirmativa de proponer caminos y soluciones compartidas de largo alcance.

Desde que el pensamiento único se hizo dueño de la globalización a partir del desencanto revolucionario y el embate reaccionario del neoliberalismo, el desierto de ideas y proyectos ha dejado al albur de profetas menores y sofistas de ocasión la suerte de cientos de millones de personas atrapadas en el espejismo del progreso rutilante provocado por novedades tecnológicas inmediatas al acceso de cualquier mortal del occidente rico.

El discurso oficial soterrado induce a combatir la precariedad gaseosa de la posmodernidad con fetiches de consumo instantáneo. De esta manera, tapamos los agujeros existenciales para que la hemorragia de vacuidad no acabe con el yo individual en medio del griterío ensordecedor de más y más y más deseos que aspiran al instante de evasión religioso que empieza y termina al saciar el impulso incontrolable que nos domina compulsivamente.

Para tal neurosis colectiva ya no sirven las viejas recetas y terapias psicológicas. Tampoco la sociología ni las antropologías y las etnologías escapistas han propuesto soluciones para restañar las heridas abiertas de las sociedades modernas. Escondidas en metáforas rimbombantes o intelectualismos solipsistas, las ciencias sociales se han convertido en mera estadística y recuento de definiciones imposibles.

El panorama es desolador, de ahí los populismos a lo bruto que emergen por doquier. Falta filosofía y reflexión acerca del nuevo ser humano necesario para hacer frente a los retos de un colapso del modelo capitalista a medio plazo: estamos convirtiendo el planeta en un vertedero de pobreza, un páramo de explotación laboral y un hogar de suciedad ambiental imposible de sostener para una vida colectiva digna y decente.

Sobrevivimos dentro de una burbuja de inmanencia materialista de baja calidad: solo existe lo que puede poseerse en un abrir y cerrar de ojos. El parpadeo constante es la dictadura intangible a la que nos sometemos a diario, un trasiego de trayectorias incoherentes unidas por el desasosiego de no pararse jamás, de seguir cueste lo que cueste.

Hubo una vez en que el progreso lineal parecía no tener límites. Y, de pronto, nos dimos cuenta que todo es riesgo, contingencia, posibilidad, contradicción, lucha. Pero al mismo tiempo, percibimos una soledad inmensa a nuestro alrededor: ninguna idea para abrigarnos, ningún proyecto al que sumarnos, ninguna trascendencia para superar o romper la prisión del yo absoluto.

Sin trascendencias instrumentales estaremos condenados a dar vueltas sobre lo mismo: soluciones parciales, gritos puntuales, huidas sin compromiso que no dejen huella a nadie ni rastro histórico en el castigado inconsciente de la masa. Regresar a la filosofía, no para instalarse en la contemplación ombliguista sino acompañando dialécticamente a la acción consciente, da la sensación de ser el único horizonte de salvación para garabatear sendas hacia espacios y lugares todavía en embrión o completamente desconocidos de nuevas realidades por hacer.

La posmodernidad neoliberal nos ha metido en un callejón sin salida. Hipotéticamente, todo a nuestro alcance, sin mediaciones tangibles. Muerto dios, el camino estaba desbrozado de supersticiones y restricciones morales o éticas. No obstante, la realidad es justamente la contraria: los dioses permitían la transgresión y la rebeldía crítica; la ausencia divina, sin embargo, nos obliga a prohibirnos a nosotros mismos de manera sutil e interna. Al no tener referencias morales, los dioses públicos se han instalado en el subconsciente privado: las líneas rojas son subliminales, una especie de duende tragicómico percute en nuestras conciencias para adaptarnos a la realidad impuesta sin salirnos de madre. Ahogamos la capacidad de pensar con criterio propio al calor de la vulgaridad informe de las multitudes anónimas.

Confundimos la velocidad con la libertad; el crecimiento desbordante con el paraíso; el griterío con la democracia, y, en fin, la expectativa de deseo irreverente, consumo y estatus con la utopía encarnada en un proceso amoral que nunca tendrá fin.

Las nuevas tecnologías recrean una suerte de libertad móvil y ubicua. Montados en el vértigo, todo es igual de importante, es decir, prescindible. Vamos de emoción en emoción en un viaje que no anuncia destino alguno. Cada estación, una parada técnica con el propósito de renovar el aliento para conquistar más experiencias volátiles. Es imprescindible detenerse, reflexionar, tomar distancia, reconocer(se) a/en los otros viajeros o transeúntes que ocupan asientos idénticos en el vagón de la actualidad.

Retomar el pulso de uno mismo acompasándolo al ritmo del entorno próximo puede situarnos en una disposición mejor para reelaborar una capacidad de pensar desde suelo firme: no hay libertad real sin el otro; el ser humano aprehende y se integra en el cosmos a una velocidad adecuada, aquella que le permite asumir la realidad poco a poco, sorbo a sorbo, decantando críticamente las experiencias como un diálogo constructivo, reposado y nutritivo con sus semejantes y la naturaleza en su conjunto. Acelerar hasta cotas supersónicas nos impide ver el sueño más trascendental del ser humano, la libertad compartida y la ayuda mutua. En esa velocidad inefable, los detalles desaparecen y somos más frágiles ante los poderes fácticos, quedando a merced de los hilos mágicos que mueven el cotarro político y social.

Con la velocidad restringida voluntariamente, la querencia de deseos impulsivos tenderá a aminorarse. En la quietud reflexiva, las mercancías recobran su propia historia objetiva. Desde esa subjetividad recuperada, lo necesario y lo superfluo cobran nueva vida. La mayoría de las cosas son prescindibles. Hallar el punto de encuentro entre cada lista de lo necesario en disputa, o como dejara escrito Bertolt Brecht, “es mucho” frente a “esto es lo mínimo”, según la perspectiva del poderoso y el indigente, podría ser un punto de partida ascético e irrenunciable para acomodar nuestros deseos a realidades sociales más sostenibles y equitativas.

Pero ese nuevo mundo que hoy parece a años luz de distancia no será posible sin una mística colectiva que ofrezca cobertura espiritual ante las veleidades de los sofistas en la nómina del sistema y de los intereses hegemónicos que crean, controlan y dirigen en la sombra nuestros deseos individuales. En palabras de Spinoza, los textos bíblicos se reducen a dos cuestiones éticas o morales irrenunciables para un buen funcionamiento de la república política: obediencia al bien común y amor al prójimo. El resto es hojarasca y mero relato de guerras mundanas por el poder y la gloria.

No se trata de volver a instalarse en los fundamentos de la religión, pero sí rescatar el temblor ético por una casa humana que dé cobijo a todas las personas sin etiquetas discriminatorias. Eso conlleva parir una utopía de nuevo cuño y de largo recorrido. Implica, por supuesto, una vuelta consciente a la filosofía, a realizar preguntas en voz alta que nos obliguen a responder desde la discrepancia otras formas de entender la vida y a alumbrar otras verdades que nos señalen hitos a alcanzar solidariamente.

El altar de la complejidad tecnológica está cegando la libertad crítica de pensar trayectos alternativos más acordes con la condición humana. Es hora de decir sí. No al neoliberalismo pero sí a algo nuevo. El no siempre es reactivo, puntual, evanescente, visceral, urgente. El sí, en cambio, requiere valentía de propuesta, de imaginar una sociedad de estreno renunciando al fetichismo expansivo que nos consume en el devenir cotidiano.

Zozobramos a la deriva en un instante que parece eterno, de pasmosa insustancialidad, mortalmente aburrido. El conformismo no nos transportará a ningún paraíso terrenal. Hace falta arrojo para pararse en seco, reflexionar desnudo, salirse de la tierra de nadie, arrojarse al exterior desde la comodidad occidental, dar la mano al indigente y decir sí al apocalipsis que derrote al régimen-mundo neoliberal, “ el único modo de mantener la calma”, según Slavoj ?i?ek. O eso o la barbarie fascista anunciada por Trump y Le Pen.
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DOS MODOS DE SABER: LA FALACIA DEL SISTEMA EDUCATIVO OCCIDENTAL

El pensamiento occidental se ha caracterizado por la constante universal de abordar el problema del hombre desde el dualismo: materia y espíritu, cuerpo y alma, cerebro y mente. Las teorías dualistas acerca de los principios de la realidad humana se inspiraron en el pensamiento griego platónico-aristotélico, después asumido por las escuelas escolásticas. Toda la historia de la filosofía occidental está transitada por la inquietud de encontrar la solución al problema del conocimiento, en definitiva, intentar dar una explicación coherente de la conciencia.

En la Edad de la Razón, Kant mediante sus Tres críticas, La crítica de la razón pura (Kant, 2005), La crítica del juicio (Kant, 2006a) y La crítica de la razón práctica (Kant, 2008), produjo la diferenciación de las tres grandes categorías platónicas: la Bondad (la moral, el “nosotros”-cultura), la Verdad (la verdad objetiva propia del “ello”-ciencia) y la Belleza (la dimensión estética percibida por cada “yo”-arte). El resultado tras la diferenciación, a decir de Wilber (2005a, 466), fue concluyente: “Dios en cualquiera de sus formas fue declarado muerto, solo la naturaleza estaba viva. La razón, en reacción al mito, eligió así mirar casi exclusivamente hacia abajo, y en esa mirada fulminante nació el mundo occidental moderno”. La mala noticia, por lo contrario, es que la postmodernidad no ha logrado la integración respectivamente de la cultura, la naturaleza y la conciencia.

La división dualista entre materia y mente, naturaleza e ideas que ha persistido en la civilización occidental, se convertiría en un exacerbado racionalismo pragmático (mundo externo o “ mapa sociológico”) y un descuidado racionalismo espiritual (mundo interno o “mapa psicológico”) (Martos, 2012a). La psicología positivista y reduccionista relegó la esencia del ser humano a un simple subjetivismo, dando así alas a la filosofía materialista, cuyas ciencias nos prometieron el conocimiento último de toda realidad mediante el instrumento más novedoso descubierto por Kepler y Galileo: la medición. Así como Aristóteles se había dedicado a clasificar, Kepler y Galileo se propusieron medir. Así procedieron todas las disciplinas científicas hasta descomponer la naturaleza en tantas partes como ciencias tenemos hoy en día hasta la llegada de la física cuántica, quien posibilitó considerar el otro modo de saber, el no dual entre sujeto y objeto, el místico, el trascendental, diferente pero complementario con el método científico. Dos modos de saber epistemológicamente argumentados por Ken Wilber (2005b,55-56) en su obra El espectro de la conciencia, a saber, el conocimiento simbólico (dualidad sujeto-objeto) y el misticismo contemplativo (no dualidad entre sujeto-objeto): “Esos dos modos de conocer son universales, es decir, han sido reconocidos de una forma u otra en diversos momentos y lugares a lo largo de la historia de la humanidad, desde el taoísmo hasta William James, desde el Vedanta hasta Alfred North Whitehead y desde el Zen hasta la teología cristiana. (…) También con toda claridad en el hinduismo”.

Bibliografía:

Kant, Immanuel (2005), La crítica de la razón pura, Taurus, Madrid.

Kant, Immanuel (2006a), Crítica del juicio, Espasa Libros, Barcelona.

Kant, Immanuel (2008), La crítica de la razón práctica, Losada, Buenos Aires.

Wilber, Ken (2005a), Sexo, Ecología, Espiritualidad,Gaia Ediciones, Madrid.

Martos, A. (2012a), “La evolución de la conciencia desde un análisis político, social y filosófico transpersonal”. En: Journal of Transpersonal Research, Nº 4 (1), 47-68.

Wilber, Ken (2005b), El espectro de la conciencia, Kairós, Barcelona.
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¿Deben los filósofos estar necesariamente en otro nivel de intelectualidad?

Este artículo está escrito en respuesta al amigo Antonio Salguero, quién ha planteado la cuestión del título en respuesta a mi artículo Clasificando conceptos.

La cuestión planteada en el título denota una equidistancia entre la ignorancia y la sabiduría, y entre esos dos baremos absolutos (negativo y positivo, respectivamente), están situadas todas las personas, ya sean poseedoras de creencias y costumbres sin atisbo de racionalidad por la parte baja, como por la parte alta las personas que buscan afanosamente hallar respuestas a cualquier pregunta de tipo existencial, intelectual pero también metafísico. Como certeramente aseveró Descartes: “No hay nada repartido de modo más equitativo en el mundo que la razón: todo el mundo está convencido de tener suficiente”. ¿Entonces quien debería poner orden en el caos intelectual que domina en el mundo? Quizá debamos volver a Platón cuando dijo aquello de que: “los gobernantes debieran ser filósofos o los filósofos gobernantes”. Ahora bien, ¿si nos quitan la filosofía de los colegios, qué ideología sigue imponiéndose? Efectivamente el eufemístico “pensamiento único” neoliberal que asfixia a la humanidad en ausencia de derechos naturales y libertad en detrimento de una minoría plutocrática. Como nos demuestra la historia, muchos grandes sabios y filósofos que han pensado más allá de la ideología dominante de su época han sido ignorados, relegando su sabiduría al reconocimiento post-mortem. El problema no lo tiene la exigua minoría de personas que buscan la sabiduría, sino las que no la buscan. Las personas que quieran captar la sabiduría mediante la razón están tan solo expresando conceptos simbólicos para expresar aquello que profundamente creen o saben. La conciencia bifurca en este punto entre el conocimiento “objetivo” (dualidad entre sujeto y objeto, la epistemología que ha dominado al pensamiento Occidental) , y el conocimiento interior o “subjetivo” como camino interpretativo de la realidad por conocer. Es como si hubiera, y hay, dos realidades por conocer: el mundo exterior y el mundo interior. Desde una perspectiva de la historia del pensamiento, el primer mundo es la historia del pensamiento occidental, y del segundo mundo son más representativas las filosofía orientales.

Por tanto, esos dos mundos presentan “dos tipos de verdades”: el camino epistemológico (materialismo científico) y el camino hermenéutico (interpretación de la profundidad interior) . Este punto ha sido excelsamente desarrollado en la filosofía de Ken Wilber a través de sus “cuatro cuadrantes”. En este punto, también cabe recordar que ese mundo exterior es maya (ilusión) como acreditan las neurociencias dando la razón así al denostado movimiento más conocido como “misticismo cuántico”. La mecánica cuántica ha abierto una brecha epistemológica en el materialismo científico sustentado en el dualismo, y ha dado vía libre al crecimiento de la espiritualidad en los términos del imperativo categórico kantiano. Esa tendencia pensativa denota un giro copernicano en la conciencia, no solo la colectiva, sino eminentemente en la subjetiva, pues solo puedo haber verdad en la profunda interpretación que cada cual tiene de su lugar en el universo y la vida. Y a la postre, esta verdad subjetiva (perteneciente al cuadrante del “yo” según Wilber), debe imperativamente conectar con la intersubjetividad colectiva o noosfera (cuadrante del “nosotros” según Wilber). Y aquí se halla situada la actual gran crisis de la humanidad: no es una crisis económica, social y política, que también, sino una crisis de conciencia de la humanidad. ¿Quién debe estudiar la historia para interpretar correctamente el presente y orientar certeramente el futuro? A esta tarea pensativa se han dedicado tradicionalmente los filósofos, y hoy más que nunca tienen mucho que decir, como por ejemplo, a través de este II Congreso internacional de la Red de Filosofía Española que pone a debate “Las fronteras de la humanidad”.

Mientras que no haya un consenso en el nivel intelectual de intersubjetividad colectiva, no habrá una cosmovisión unitaria del sentido de la vida. Como denuncia Wilber, el problema de la humanidad no es la capa de ozono, ni la diferencia entre ricos y pobres, ni el deterioro de la biosfera, sino que el mayor problema es el abismo de conciencia, un abismo de cultura, una brecha epistemológica entre la epistemología de lo conmensurable y la hermenéutica de lo inconmensurable, entre la razón y el espíritu, entre el “yo” y el “nosotros”. Para que se produzca la integración entre la conciencia, la cultura y la naturaleza cada cual debe emprender el camino ascendente hacia la sabiduría: trascender el ego hasta conectar con el espíritu colectivo. Un reto nada fácil pues nadie puede decidir un cambio interior excepto uno mismo tal como aseveró Nietzsche: "Nadie puede construirse el puente sobre el cual hayas de pasar el río de la vida; nadie, a no ser tú". La verdad, en cierto modo, no puede ser impuesta sino debe ser descubierta, en el mismo sentido que lo expresara el inconmensurable Sócrates: “Aquel que quiera cambiar el mundo debe empezar por cambiarse a sí mismo”.

La humanidad tiene ante sí el reto de un consenso colectivo para salir de la sociedad de la ignorancia mediante una correcta cosmovisión que permita un futuro espiritual. Mientras que la conciencia colectiva está sometida en dicho cometido al vaivén de la dialéctica histórica, cada uno de nosotros puede, y debería, no descuidar el crecimiento interior pues, como hemos argumentado anteriormente, es una condición sin qua non.

Pero todo lo argumentado hasta aquí son solo conceptos de un simple filósofo. Cada cual debe averiguar si lo argumentado es cierto o no, pues cada cual tiene sus propias convicciones y creencias.
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“SIN FILOSOFÍA EN LAS AULAS, FORMAMOS A AUTÓMATAS Y NO A PERSONAS AUTÓNOMAS Y LIBRES”

El filósofo Jordi Pigem intenta encontrar la respuesta a una pregunta: ¿Por qué la sociedad con mayor acceso a la información es la que está rompiendo con la base de su subsistencia, la naturaleza? En esa búsqueda ha dado forma a una decena de libros, el último, publicado este año, se ha convertido en un referente dentro del mundo de la filosofía en la actualidad: Inteligencia vital. Una visión postmaterialista de la vida y la conciencia. El hombre y su relación con la ecología son su fuerte, por eso, el autor estuvo presente en dos jornadas sobre sostenibilidad y medio ambiente propuestas el pasado lunes y martes por la Universidad de La Laguna.

Empezó siendo periodista en una publicación sobre ecología y lo dejó, ¿por qué?


“Al terminar de estudiar filosofía, entré a trabajar en el mundo del periodismo ecológico con la revista Integral, que acabé coordinando, pero, en efecto, lo dejé. Constaté que por más que divulgáramos lo que ocurría, cómo estábamos destruyendo el equilibrio ecológico, no cambiarían las cosas; de hecho, en los últimos 25 años todos los parametros ecológicos han ido a peor. Tenemos más información que nunca y, sin embargo, lo hacemos peor que nunca. Lo dejé porque quería comprender por qué la sociedad con mayor acceso a la información estaba rompiendo la base de su subsistencia: la naturaleza. Entonces volví al mundo de la filosofía”.

¿Cuál es para usted el principal problema que debe enfrentar el hombre actual?

“El mayor problema es encontrarle sentido a la vida contemporánea, buscarle una razón a nuestra participación en el cosmos, en la realidad. Necesitamos saber que no formamos parte de un mundo mecánico, sino que cada uno es importante. Tenemos que darnos cuenta de que somos cocreadores y participantes de una realidad mucho más prodigiosa de lo que pensábamos”.

Sus libros suelen girar en torno a la relación del ser humano y la naturaleza. ¿Existe una ruptura en esa relación?

“En el proceso de convertirnos en modernos perdimos por el camino la sensación de participación en la realidad, que sí tenían nuestros antepasados. Esta sociedad nuestra pasa de trabajar en el campo, en contacto con la naturaleza, a formar parte de un mundo donde se viene a consumir y a producir, donde las cosas pierden su sentido. Hemos perdido esa sensación de participación en el cosmos. Formamos parte de una sociedad consumista y materialista donde tenemos más que nunca y, sin embargo, el nivel de satisfacción de la gente está más bajo que nunca”.

Cada año suenan más alto las amenazas de acabar con la asignatura de Filosofía en los institutos…

“Querer acabar con la asignatura de Filosofía en los institutos es un gran error. A este mismo sistema que nos lleva a ser materialistas y competitivos le interesa que la gente no piense por sí misma, que sea obediente y que solo se dedique a consumir. La filosofía, que es una invitación a pensar por ti mismo y tener criterio propio, es una verdadera amenaza. Retirar la filosofía es una manera de formar autómatas más que formar a personas autónomas”.

¿Considera que a la clase política actual le hacen falta algunas clases de filosofía?

“Muchísimas clases. Lo que aquí predomina es la mentalidad materialista e individualista en la mayoría de los partidos políticos, por desgracia y en todas partes. A muchos políticos solo les interesa crecer dentro de su partido y tener más poder. Si pones eso por delante de tus ideales, te estás traicionando a ti mismo y a la sociedad. La clase política y todos necesitamos tener la posibilidad de sentarnos y de pensar. Para eso necesitamos silencio y, en cambio, estamos en un ajetreo constante de comunicaciones y de presiones que hacen muy difícil tener un espacio para pensar”.

¿Somos la sociedad de la información menos informada?

“Tenemos más información y menos conocimiento. Menos conocimiento y menos sabiduría. Para tener sabiduría no hace falta tener mucha información, solo hace falta tener la mirada limpia, clara. El exceso de información puede saturar e impedir que se vean las cosas con claridad. Hay una gran cantidad de información trivial que flota en los medios y en las redes, eso impide que estemos concentrados en nuestras vidas. Las nuevas tecnologías nos permiten acceder a la información como nunca antes, pero tienen un potencial deshumanizador, lo vemos en las cafeterías, cuando la gente no separa la vista de la pantalla del móvil”.
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“LA INTENCIÓN ES BORRAR DEL MAPA EDUCATIVO CUALQUIER RASGO FILOSÓFICO”

Un artículo de Samir Alarbid.

El filósofo no es un experto, sino quien dobla al experto: es el especialista para escenas de peligro. Odo Marquard

La ausencia de los estudios filosóficos en los programas educativos mundiales va en detrimento de la formación integral de los individuos. Las cátedras filosóficas que forman parte de los diseños curriculares de la educación media y universitaria, cada vez, quedan más excluidas, y en algunos casos, las unifican con otras materias que versan sobre ciencias sociales. La intención es borrar del mapa educativo cualquier rasgo filosófico que se asome en las unidades curriculares. Tal fenómeno mundial, se deriva del gran desconocimiento de la misma filosofía y de su «util-idad».


La filosofía hoy es, entonces, la gran desconocida y, por ser ignorada, la excluyen. Acontecimiento irónico y a la vez insólito. La filosofía es considerada desde antaño como la ciencia del saber, madre de todas las ciencias y ciencia primera y con todo lo que eso significa, es expulsada de las aulas de clases. La palabra filosofía etimológicamente significa amar el saber, ser amigo del saber. Cuando se excluyen los estudios filosóficos de las instituciones educativas se está en una oscura contradicción. Se va a la escuela, a la universidad precisamente en busca del saber. Algunos alegan que, históricamente los estudios filosóficos siempre han sido para algunas élites sociales; puede que esta postura sea más o menos razonable; pero no es la idea que se quiere exponer en esta ocasión. Nos referimos a la ausencia de la filosofía en las diferentes ofertas académicas humanistas de las instituciones educativas y en las unidades curriculares en general.

Frente a esta realidad, diferentes organizaciones, fundaciones, asociaciones y gremios han iniciado un movimiento mundial a favor de los estudios filosóficos. En España existe una organización llamada Red de Filosofía Española, tiene como objetivos fundamentales la promoción de la filosófica, la inclusión de los estudios filosóficos en todos los niveles de la educación y la difusión del pensamiento filosófico en la lengua española; en Latinoamérica México, Chile, Argentina y Brasil, por nombrar algunos, libran una lucha permanente frente a los políticos ignorantes para que éstos, no supriman los estudios filosóficos de la oferta o estructuras curriculares educativas. En el caso de Venezuela, por ejemplo, en educación media y diversificada existe el curso de filosofía, pero sólo de forma nominal; a la hora de ejecutar, el docente termina dictando lecciones sobre psicología general.

La educación ha sido siempre subordinada a los diferentes proyectos políticos de turno, olvidando que la educación es una «res publica» que no debe ser «politizada». La sociedad necesita la educación. Fernando Savater en una conferencia titulada: Educar en defensa propia, decía: «una sociedad que educa menos, es una sociedad que tendrá menos posibilidades de salir de una determinada crisis, bien sea crisis política, crisis de valores, cultural o económica». La sociedad moderna necesita una democracia real, sincera, pero una democracia con estas características exige educación, ciudadanos con capacidad de reflexión crítica, de pensamiento libre y autónomo, aptitud que brinda la formación filosófica. Si integramos la filosofía a la práctica educativa, entonces, estaremos formando individuos que contribuirán a salir del oscurantismo social, del extremismo político en el que estamos sumergidos. La injusticia social que se manifiesta con la impunidad de los delitos, es un signo del poco desarrollo cultural y cívico de las sociedades modernas.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha hecho un aporte importante a favor de la filosofía; en 2002 proclamó celebrar todos los años el Día Mundial de la Filosofía cada tercer jueves del mes de noviembre. Evento importante, se reconoce a la filosofía como una instrumento trascendental para la formación integral de todos los seres humanos. «La filosofía también ejerce una influencia benéfica para la promoción de la enseñanza» y más adelante afirma que «las nociones filosóficas sirven para fortalecer el respeto por el ser humano, el amor a la paz, la solidaridad y el apego a un ideal de cultura, los estudios filosóficos promueven la tolerancia y la paz» (UNESCO).

Deseo que la lectura de estás líneas sean un pequeño incentivo para aquellas personas que vivimos en países donde los estudios filosóficos siguen siendo vulnerables y sensibles a la politiquería de turno y les recuerdo que los políticos van y vienen mientras que las instituciones permanecen. Y como dice Aristóteles en el Protréptico al final del fragmento número X: «es necesario filosofar si queremos ser buenos ciudadanos y conducir eficazmente nuestra vida»
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LOS PENSAMIENTOS MÁS PROFUNDOS DE LOS NIÑOS, RECOPILADOS POR UNA 'PROFE' DE FILOSOFÍA

Los adultos desprecian la filosofía y las humanidades como disciplinas inútiles o "no aptas para niños". Sin embargo, estos niños nos demuestran que tenemos mucho que aprender.

Desde hace un par de décadas, Jana Mohn Lone, de la Universidad de Washington, se ha convertido en una de las mujeres que mejor entiende los pensamientos ocultos de los niños. No es psicóloga ni pediatra. Simplemente, se trata de una profesora de filosofía que ha promovido uno de los proyectos más interesantes para acercar dicha disciplina a los más pequeños. Se trata de PLATO, una red de aprendizaje y enseñanza de la filosofía preuniversitaria que ha llegado a un gran número de colegios estadounidenses.

“Los padres a menudo no se enfrentan a las preguntas de sus hijos como si estas tuviesen el potencial para abrir líneas filosóficas de pensamiento porque tendemos a asumir, muchas veces sin pensar realmente sobre ello, que los niños no son capaces de realizar exploraciones filosóficas”, escribe la profesora en su libro 'The Philosophical Child' (Rowman & Littlefield). En casi todos los países, recuerda la autora, la filosofía se considera una materia solo para adultos, al contrario de lo que ocurre con otras como las matemáticas, que también son muy abstractas. Por ello estamos perdiendo un gran caudal intelectual, ya que los niños son capaces de plantear cuestiones que quizá ni siquiera los adultos se atreverían.

No solo eso, sino que los niños y adolescentes atraviesan etapas complejas que los adultos suelen ignorar y que, sin embargo, pueden resultar reveladoras. “La infancia es más que una etapa de 'adultos en formación', y las perspectivas de los niños pueden enriquecer la forma en que entendemos el mundo”, recuerda Lone. Con el objetivo de demostrar que los niños pueden aportar más de lo que pensamos, la profesora ha recogido algunas de las mejores reflexiones que ha oído de su boca para 'Business Insider '. Aquí están las mejores.

Felicidad: “La felicidad no se alcanza intentando ser feliz. Llega al buscar la felicidad de los demás” (8-9 años)

Un clásico del bienestar bien conocido en la teoría pero olvidado en la práctica. Como recordaba una investigación realizada por el profesor de Psicología de la Universidad de Oregón Ulrich Mayr, el altruismo contribuye a despertar los centros de placer en el cerebro. Sin embargo, incluso aquellos que hablan del egoísmo del altruismo coinciden en señalar que el camino más corto para sentirnos bien es ayudar a los demás.

Amor: “El amor y el odio son casi la misma cosa” (9-10 años)

Una de las lecciones que se aprenden al hacernos adultos es que la línea de separación entre nuestros sentimientos no está tan clara como pensábamos. A juzgar por esta frase, muchos niños piensan de manera semejante, y son conscientes de que no es tan fácil separar una sensación de otra. O quizá solo sea una forma sofisticada de decir “los polos opuestos se atraen”…

Imaginación: “Creo que los niños no saben muchas cosas sobre el mundo y por eso nuestra mente es más libre para imaginar cosas” (7-8 años)

Basta con comparar una novela infantil con otra destinada al público adulto para comprobar cómo las primeras suelen ser mucho más libres y imaginativas que las segundas, incluso aunque estas también sean fantásticas. A medida que nos hacemos adultos, el autocontrol y nuestra socialización provocan que lo que en el pasado era un juego termine viéndose simplemente como una herramienta para entender el mundo que nos rodea. En muchos casos, dejando la imaginación fuera de la receta.

Madurez: “Cuando piensas por primera vez en ello, dices 'Oh, los mayores son maduros, porque puedes confiar en ellos'. Pero también te das cuenta de que ser fiable también significa tener tu propia opinión y ser capaz de guardar secretos. ¡Y los mayores son muy malos en eso! Sin embargo, si lo piensas bien –hasta que parezca que te va a estallar la cabeza–, te das cuenta de que no se trata de tu edad o de si eres mayor o un niño, se trata de quién eres” (9-10 años)

Una de las señales de madurez es empezar a ser responsable de su propio comportamiento. Sin embargo, cada vez es más frecuente en la ficción (sea drama o comedia) ver a adultos infantilizados, incapaces, como explica este alumno, de comportarse de manera acorde a su edad, y a niños mucho más sabios que sus progenitores. No es un síntoma casual.

Muerte: “Todo lo que está vivo morirá. Así sabemos que está vivo” (7-8 años)

Uno de los momentos más complicados en toda relación entre padres e hijos es cuando se aborda el tema de la muerte. Esta reflexión suena casi orientalista, en su aceptación de la muerte como parte esencial del ciclo de la vida. ¿Y si en realidad el ser humano mantiene, de forma natural, una relación más espontánea con la muerte y es la sociedad la que impone sus tabúes a medida que crecemos?

Animales: “Lo que pensamos sobre las criaturas más importantes para nosotros depende de nuestras preferencias. Pensamos que la gente, los perros y los gatos y otras mascotas son más importantes que los mosquitos, pero eso se debe a que nos relacionamos con ellos. Si alguien tuviese un mosquito como mascota, probablemente lo verían de otra forma”.

Habrá quien califique esta reflexión de relativista o de pensamiento blando, pero también es una pertinente reflexión sobre la flexibilidad de nuestro sistema de valores que señala hacia una conciencia animalista en desarrollo.

Niños: “La infancia no consiste simplemente en convertirse en adulto. Es un tiempo para nosotros. Lo que nos ocurre nos afecta toda nuestra vida. Eso no ocurre con los adultos. Creo que lo que experimentamos lo sentimos con mayor profundidad y permanece con nosotros”

¿Cuáles son sus novelas preferidas? ¿Y películas? ¿Y discos? ¿La noche más divertida de su vida? Probablemente, aquellas que leyó, vio, escuchó o vivió durante la infancia y la adolescencia. A pesar de la importancia que tienen esas experiencias formativas en nuestras vidas, los adultos tienden a menospreciarlas, como bien señalan los estudiantes de Lone. Un buen recuerdo de que vivimos en una sociedad más “adultocéntrica” de lo que nos gustaría pensar.

LAS HUMANIDADES COMO SALVAVIDAS

El ambicioso proyecto de Lone, que han continuado otros como Thomas Wartenberg (actual presidente de PLATO) tiene como objetivo “enriquecer la experiencia educativa de los más pequeños mostrándoles los beneficios y los rigores de la filosofía antes de que se gradúen en el instituto”. Durante los últimos años, muchos de los proyectos educativos implantados en las escuelas se han orientado hacia las ciencias, en muchos casos por una cuestión práctica: se trata de la disciplina que con más probabilidad les va a proporcionar trabajo en su el futuro.

No obstante, la organización recuerda que la filosofía (y el pensamiento) son herramientas necesarias para entender el mundo en nuestro día a día: “Las preguntas filosóficas no tratan el conocimiento como un producto o un conjunto de hechos que pueden transmitirse a los jóvenes, sino como algo que se crea de manera colaborativa y emerge en las clases en las que se favorecen las preguntas, la discusión y el examen de creencias”. Una idea que se refleja bien en otra de las frases que se recogen en el artículo, esta vez por parte de un estudiante de 8-9 años: “Gracias a la filosofía, nuestra mente crece”.
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VUELVEN LOS FILÓSOFOS: UN OFICIO CLÁSICO QUE SE RENUEVA

Consultores de empresas, investigadores de mercado, expertos en vida cotidiana y hasta coaches existenciales, nuevos roles.

Un grupo de hombres de saco y corbata analiza datos de producción. Están en una sala de reuniones cuyos ventanales dan a un hermoso parque en el que otro hombre, sin saco y corbata, camina lentamente, como paseando. "¿Quién es ese que no hace nada mientras nosotros trabajamos?", preguntó uno de los empleados. "¿Ése? Es uno al que le pedí que pensara un problema", fue la respuesta de Henry Ford, quien dirigía aquel encuentro en su empresa. La anécdota sintetiza algo que, un siglo después, está empezando a ocurrir: el regreso de los filósofos.

Quienes se dedican a pensar los grandes problemas de la existencia humana, sin aislar los del día a día, ya no trabajan sólo en docencia o investigación. Lo que se viene -y empieza a verse también en la Argentina- son licenciados o doctores en filosofía que se desempeñan como investigadores de mercado, consultores de empresas, responsables o jefes en el área de recursos humanos o son coaches "existenciales" personalizados, conferencistas especializados en problemas de la vida cotidiana o tutores de talleres de filosofía para niños.

También en Buenos Aires se multiplican los cursos breves de filosofía práctica y, tironeados por la demanda, empiezan también a surgir pseudoprofesionales que se ofrecen como coaches existenciales. Existen también filósofos en los equipos de asesores de políticos, como el conocido caso de Alejandro Rozitchner, que trabaja con los dirigentes de Pro.

Fuera del aula, el filósofo puede ayudar en los vínculos humanos de todo tipo que se dan en un ámbito de trabajo, en las relaciones con la comunidad, en las dinámicas de trabajo o ser él mismo un empresario. Como es el caso de Luis Burroni, de 42 años, licenciado en filosofía y en economía, que desde 2002 gestiona su propio emprendimiento, Punto Pizza, hoy con cinco sucursales y un centro de producción.

"La filosofía te da una mirada integral porque en general nadie te enseña a pensar. Podés tener mucha información y ser muy inteligente, pero si no tenés un método de pensamiento, es muy difícil llevar adelante algo, sea un emprendimiento o una familia, porque uno toma decisiones constantemente", dijo Burroni a LA NACION, y admitió que más de una vez recurre por problemas del trabajo a los libros de Karl Popper o Santo Tomás. "Para hacer un emprendimiento es fundamental tener una disciplina y para adquirirla intento aplicar el concepto de Aristóteles y su idea de la «asociación de actos buenos»", sostuvo.

"El empresario necesita hacerse preguntas y el filósofo puede ayudarlo a hacerse las correctas para volver el trabajo a su origen. Es decir, no preguntarse sólo qué y cómo hacer las cosas, sino por qué hacerlas", dijo Nicolás Milhas, licenciado en filosofía y magister en administración. Milhas es responsable técnico del comité de educación de la Sociedad Rural Argentina (SRA) y consultor del Parque Científico y Tecnológico de la Facultad de Agronomía de la UBA y otras empresas. Según él, la búsqueda de filósofos por parte de las empresas es algo antiguo, pero no común y, menos aún, algo que las empresas busquen hacer visible.

"Una empresa que quiere contratar un filósofo busca alguien capaz de dar criterios por los cuales trabajar, tomar decisiones, delegar, armar equipos, negociar correctamente, identificar intereses y colaborar para que se logren esos intereses", reflexionó.

Según Martín Sisto, doctor en filosofía y profesor en la Universidad General Sarmiento (UNGS) y en la UBA, "en la Argentina no hay una cultura que sea consciente del valor de la filosofía. La gente no sabe para qué sirve y el riesgo es que los filósofos queden hablando sólo entre ellos".

Sisto percibe esto a diario. ¿Un ejemplo? El silencio incómodo que se produjo en una reciente reunión de padres en el colegio al que concurren sus hijos luego de que él respondió a qué se dedica.

FORMACIÓN Y FRUSTRACIÓN

En las últimas dos décadas la filosofía se ha profesionalizado y hoy el doctorado es casi un requisito básico para ejercer esa disciplina. Pero, para Sisto, la "profesionalización no necesariamente implica una profundización". De hecho, la necesidad de tener buenos ingresos lleva a algunos a multiplicarse dando clases como los "profesores taxi" del secundario. "Si se hace así, es difícil sostener una búsqueda y se puede sufrir una decepción interior", acota Sisto. Y agrega que la "frustración vocacional" también puede llegar a quien se lanza en el campo empresarial sin la formación adecuada. Por eso su apuesta es a formalizar en la currícula de la carrera estos conocimientos, tal como sucede en los Estados Unidos y Alemania.

No obstante, "entre los que se dedican a la filosofía hay una sensación permanente de pérdida de terreno", afirma Claudia Marsico, directora del Departamento de Filosofía de la UBA. Los filósofos se recriminan haber abandonado áreas que fueron propias en los orígenes de esa disciplina, como la filosofía natural, que "se la regalaron a la física"; los estudios acerca de la interioridad de la persona, que fueron absorbidos por la psicología, y la reflexión sobre el devenir político, que se transfirió a la sociología política. "Nos queda la pregunta por los supuestos que operan en la vida cotidiana", dijo, y auguró atender esa pregunta y volver al origen de la filosofía.

Hasta los siglos XV y XVI la formación humana era confiada en gran parte a la filosofía, incluso llegó a tener objetivos terapéuticos. "Gran parte de los problemas de la gente no son psicológicos, sino producto de la falta de diálogo con alguien que pueda poner palabras a lo que está viviendo. Eso lo captaron en otros países que hacen philosophical counseling (consulta filosófica), que no es más que una charla y una ayuda para pensar", dijo Sisto.

Para Gustavo Hasperue, secretario académico de la Facultad de Filosofía de la UCA, en el país "es todavía difícil que se aprecie en ámbitos empresariales o del tercer sector las cualidades de los que están formados en filosofía. Los filósofos son aún una suerte de raza desconocida y misteriosa que no se busca en el mercado, pero creo que muy pronto los van a comenzar a buscar a nivel más masivo".
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CARTA A QUIEN NO ESTUDIE FILOSOFÍA EN BACHILLERATO

Ana Cuervo Pollán es una estudiante de tercer curso de la carrera de Filosofía y dedica sus palabras a los alumnos de Bachillerato que no estudiarán la materia debido a la reforma educativa del Gobierno. "Filosofía ha perdido horas y se ha convertido en optativa, y sólo para algunas ramas, en otras, como en Ciencias, no se puede cursar ni como optativa", critica.

Querida alumna, querido alumno que este año empiezas 2º de Bachillerato y no podrás cursar Filosofía. Lo lamento. Luchamos, pero no lo conseguimos. Pienso si pedirte perdón por perder la batalla, pero muchas de las gentes que ocupamos las sillas y las pizarras del Aula de Historia de la Filosofía, nos dejamos la piel para que los que venís detrás, tuvierais vuestro sitio asegurado. No lo conseguimos. Es un hecho. Fracasamos. Pero, querida alumna, te aseguro que no habrá sido por huelgas, manifestaciones y movilizaciones. Pero, querido alumno, te aseguro que no han faltado protestas, denuncias, recogidas de firmas, artículos y cartas enfurecidas, aunque cargadas de razón, para evitarlo. Os puedo prometer que el profesorado y el alumnado comprometido –que somos mayoría– hemos luchado durante años, ya casi cinco, para que en este septiembre, tuvierais garantizado vuestro sitio en clase de Historia de la Filosofía, y sin embargo, fracasamos. Al menos, de momento. Porque no os vamos a abandonar en manos de esta derecha nauseabunda.

Querida, querido: os escribo desde la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras donde estudio. Me rodean libros y estudiantes, compañeras de clase, y compañeros de las carreras de Humanidades. Leen y escriben con atención. Quiero que lo sepáis: si ahora os escribo desde este lugar es gracias a la escuela pública y más concretamente, a mis clases de Historia de la Filosofía, que, aunque me encuentre inaugurando el tercer curso de la carrera, las recuerdo vivamente con agradecimiento y nostalgia.

Querido, querida: este año no os preguntaréis cuál es el origen del Universo. Tampoco os hablarán de que existieron en la Antigüedad unos filósofos que, en esta facultad tan amante de palabras raras pero de ideas claras, denominamos presocráticos. No estaréis al tanto de la polémica entre Sócrates y los Sofistas. El debate entre lo natural y lo convencional –Physis y Nomos– no se os pasará ni por la imaginación.

No tendréis ni la más remota idea de por qué Platón propone una escisión entre el mundo sensible y el mundo de las Ideas. Tampoco sabréis que Aristóteles habla de cuatro virtudes y alaba los beneficios de la prudencia. Ni veréis el gran cambio que sufre el objeto de estudio de la filosofía cuando irrumpe en ella la patrística y el pensamiento cristiano. No sabréis de qué forma justifica Descartes la existencia del mundo como entidad real y no sólo como posible objeto de la imaginación. No sabréis que Hume critica con una agudeza asombrosa el concepto de causalidad. Bueno, ni siquiera, queridos, os plantearéis si en el mundo existen causas y efectos.

Tampoco veréis al viejo Kant y su imperativo categórico. No lo veréis porque en el mundo que nos ha tocado, está prohibido que alguien os enseñe a tratar a las personas como fines y no como medios con los que satisfacer vuestros deseos. No estudiaréis a Marx, ¡ni por asomo estudiaréis a Marx! El PP necesita que os alienéis; no lo contrario. Y tampoco estudiaréis a Nietzsche.

Estos tipos que os cito, cada uno con sus propios puntos de vista – a menudo enfrentados–, tuvieron la dichosa idea de procurar a la gente la capacidad de hacer un análisis crítico del mundo que nos rodea y de cada sujeto para poder luchar por una sociedad más libre y justa; por eso, porque os quieren idiotas. Exactamente eso. Idiotas. (Tampoco os explicarán que 'idiota' es un término procedente del griego que designaba a aquel ciudadano que evitaba interesarse por asuntos sociales y políticos y en consecuencia, se hacía necesariamente súbdito).

Querido, querida. Fracasamos. Pero aún hay una salida. Kant decía "razonad todo lo que queráis y sobre todo lo que queráis pero obedeced". Lo primero me convence, lo segundo no. Por eso yo, humildemente, invertiré la máxima. Queridos, queridas: para que os dejen razonar, para que no piensen por vosotros/as, para que no os conviertan, mediante una educación mediocre, en súbditos del capital y de la ignorancia, desobedeced. Desobedeced la Lomce.

Exigid tener Filosofía y más Filosofía en todas las ramas de Bachillerato. Leed. Pensad. Interrogaos. Preguntaos si todo esto tiene sentido. Leed, leed y leed. Invadid las clases de Filosofía. Negaos a cursar otra asignatura en su lugar. No hacen falta armas para derrocar a esta derecha neoliberal y enemiga del conocimiento. Sí desobediencia. Basta con que luchéis para que no os hagan definitivamente estúpidos/as; necesariamente idiotas. Razonad, y después desobedeced, porque lo que se os ordena, es que seáis rematadamente idiotas.
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UN COLEGIO DE LUGO, PIONERO EN IMPARTIR FILOSOFÍA EN PRIMARIA

Un colegio de Lugo, pionero en impartir Filosofía en Primaria. "Queremos ayudar a los niños a pensar y construir", dicen las responsables del centro.

La idea de dar este paso se produjo el pasado curso tras la incorporación al centro de la profesora Zeltia Laya, una apasionada de lo que se puede denominar filosofía práctica. "Tratamos de enseñar a los pequeños a escuchar para que puedan hablar de lo que dijeron otros. Tratamos de enesarles de una manera sencilla, haciendo que hablen de sus sentimientos. Un ejemplo es que venían del recreo enfadados y se les dice que me hablen de lo que sienten en ese momento".


Otra de las particularidades de este centro es que no utiliza libros de texto, por lo que el material didáctico es de lo más variado. "Los animamos a que digan lo que piensan y comprueben que no está mal que lo hagan, procurando que se cuestionen las cosas y que deben ser pesados preguntando por aquello que les interesa. El material de trabajo que más usamos son diarios filosóficos que elaboran los alumnos en los que escriben sus opiniones sobre algo y luego debatimos", asegura Zeltia Laya.

Los resultados del pasado año fueron buenos y la valoración de los responsables del centro muy positiva. "Los niños están muy satisfechos y los padres también y así nos lo comentaron. Siempre hay dudas cuando se comienza con algo nuevo, pero en educación es necesario hacer ensayos para avanzar y en este caso ha salido bien, en gran parte gracias a tener una maestra tan apasionada y cualificada como Zeltia", expresó Siña Fernández.

"Es muy importante que los niños aprendan que tienen que respetar lo que digan los demás.Representa un paso importante en la comprensión e inculcar la tolerancia y otros valores muy importantes .También se fomenta el pensamiento crítico para entender las cosas que hacen y las razones por las que se llevan a cabo", manifestó Zeltia Laya.

Las reflexiones pueden tener como consecuencia que lleguen ellos mismos al «pienso luego existo», de Descartes, antes de saber quién era este filósofo. A nivel más mundano, el pasado curso debatieron largo y tendido sobre el significado del carnaval o sobre cuando un chiste hace gracia o no. Lo que resulta evidente es que los niños de Primaria de Fingoi, privado, son capaces de disfrutar con algo tan presuntamente sesudo como la Filosofía.
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William Criado

ANTHONY GRAYLING: «HAY QUE ENSEÑAR A LOS NIÑOS FILOSOFÍA DESDE LOS SEIS AÑOS»

El conocido filósofo británico, escritor y fundador del New College of the Humanities de Londres defiende la importancia de la presencia cuanto antes de esta asignatura en las aulas para enseñar a pensar.

Fundador del New College of Humanities de Londres, escritor y editor de más de treinta libros, columnista de los prestigiosos «The Guardian» y «The Times», y también miembro del Foro Económico Mundial. Si con alguien es obligado hablar sobre el bien, el sentido de la existencia y la importancia de la filosofía en la educación, es con Anthony Grayling, que acaba de pasar por Madrid para impartir una charla a los alumnos del King’s College.

¿Cuándo hay que empezar a enseñar Filosofía en las aulas?

Desde el principio. A los seis años se puede enseñar a pensar a un niño de una manera filosófica. Podemos ir a clase y preguntarles a los pequeños ¿Dónde está el agujero cuando te comes el dónut? Y que busquen diferentes respuestas a través del razonamiento; así comenzarán a entender la importancia de cuestionarse las cosas que no son tan obvias. La Filosofía debería ser obligatoria en la escuela porque nos hace reflexionar sobre el sentido del ser humano, de la sociedad y de nuestro lugar en el mundo. Otra cosa es que sepamos explicarla bien y que inspiremos a los estudiantes. Los ingleses tenemos un dicho: puedes llevar el caballo al agua, pero no puedes hacerle beber». Ese es el problema, ser capaces de que aprecien la importancia que tiene la Filosofía para sus vidas

Pero... ¿a nivel laboral, merece la pena estudiar Filosofía?

Cuando hablamos con empresarios, como hacemos en el New College, nos dicen que les gustan los filósofos porque son gente que saben pensar, que pueden gestionar problemas complejos y encontrar soluciones creativas. Un máster en Filosofía puede ser muy rentable para un graduado en Derecho, Marketing o Periodismo, o para profesores. En cualquier caso, la Filosofía se centra en el pensamiento, en la fuerza de los argumentos, en ser capaz de entender los puntos de vista de otro, no en los procesos productivos. En su ensayo sobre la Ilustración, Kant dice que en todas partes oye decir al recaudador de impuestos, «paga»; al policía, «obedece»; y al sacerdote, «cree». Pero no oye a nadie decir, «piensa». Una vez que empezamos a pensar, comenzamos a ser independientes y a ser capaces de ver a los demás como realmente son.

¿Y cómo somos?

Fundamentalmente buenos, y es fácil de demostrar. ¿Por qué todos los periódicos hablan de guerras, asesinatos, conflictos y otras terribles noticias? Porque es noticia. Porque no es lo normal. Porque lo normal es que haya millones de buenas cosas que pasen en el mundo cada segundo.

¿Cuál es el sentido de la vida?

El que tú quieras para tu vida. Hay que desterrar la falsa premisa de que hay un sentido para todos. Sócrates decía que la vida que merece la pena es la que tú has pensado y la que tú has elegido. Porque amas la música, a los animales, las montañas, la pintura, la escritura... Las cosas profundas son muy simples, aunque a veces no son fáciles de conseguir porque hay que vencer mucho obstáculos. Pero esto hace la vida como un poema, que puede ser muy hermoso incluso a pesar de tener que someterse a la métrica.

Si tuviese que salvar solo un libro para que la civilización empezase de nuevo, ¿cuál elegiría?

«Ética a Nicómaco», de Aristóteles. Porque este libro, que habla del bien, tiene dos capítulos hermosos sobre la amistad. Si llegas a ser amigo de tus padres, de tus hijos, de tu pareja... tu vida será un éxito. La amistad es uno de los logros más completos que puede conseguir el hombre en su vida. Es una de las dos claves de la felicidad. La otra es la creatividad.
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LAS ESCUELAS NO ESTÁN ENSEÑANDO LA ASIGNATURA MÁS IMPORTANTE PARA LOS NIÑOS

Hace no mucho tiempo Jana Mohr Lone estaba en un taller de educación en Seattle, su ciudad natal, cuando alguien le entregó una nota. Dicha nota había sido escrita por una niña de quinto grado (10-11 años). A medida que Mohr Lone la leía, las palabras de la niña la llenaban de gozo:“Desde que usted se fue, he estado observando más lo que me rodea. Estoy prestando más atención a con quién hablo y a lo que estoy diciendo”.

Más tarde, y en una conversación telefónica, Mohr Lone recordó haber leído: “Estoy agradecida porque me hizo pensar las cosas de manera más profunda e hizo que la vida me importara más”.

Mohr Lone no es una consejera o una terapeuta. Ella es una profesora de Filosofía, la directora fundadora del " Centro de Filosofía para niños" de la Universidad de Washington y la presidenta durante 20 años de "PLATO", una organización sin fines de lucro preocupada de llevar la filosofía a las escuelas. Ella ha gastado una hora semanal durante el último año visitando la escuela de la niña para enseñar la antigua disciplina. Y ahora, solo unos meses después, ya estaba observando de primera mano el impacto que logró.

La función esencial de la escuela (al menos en teoría) es dar a los niños las habilidades necesarias para sortear la vida adulta. Sin embargo, dado el fuerte enfoque puesto en matemáticas, ciencia y lenguaje, se ha pasado por alto uno de los fines intelectuales más antiguos.

Respecto a la educación básica, al mirar los programas impartidos por las escuelas estadounidenses nace una pregunta: ¿Por qué no enseñan filosofía más escuelas?

LOS SORPRENDENTES BENEFICIOS DE TENER NIÑOS QUE HAGAN PREGUNTAS

Las preguntas que evoca la filosofía merecen un lugar en el cronograma escolar, pero sus beneficios a largo plazo para otras asignaturas es lo que la hacen tan valiosa para los estudiantes.

Por ejemplo, un estudio reciente realizado a cerca de 3000 niños de cuarto y quinto grado en 48 escuelas inglesas demostró que con un curso de filosofía semanal de una hora se mejoran las habilidades matemáticas y de lectura en los niños durante los dos años posteriores al mismo. Ello en comparación con niños que no tomaron ningún curso de filosofía. Ninguno de los grupos recibió ninguna ayuda adicional en lenguaje o matemáticas; la única diferencia fue la introducción de la filosofía.

Mohr Lone no se sorprende al escuchar estos efectos colaterales. Año tras año los profesores le comentan que sus cursos de filosofía enseñan a los niños habilidades que pueden aplicarse en otros salones de clases. El niño o niña que aprende a razonar gracias a un argumento filosófico puede desarrollar de mejor manera problemas matemáticos, tal como el tomar diferentes perspectivas enriquece una clase acerca de la esclavitud en el 1800.

Los niños y niñas también reciben una buena lección que construye su carácter. La investigación filosófica le enseña a los niños y niñas paciencia, habilidades de escucha, a respetar las opiniones de los otros y quizás, sobre todas las demás cosas, grit.


NO HAY QUE TEMER A LA FILOSOFÍA

La idea de enseñar a los niños moral y metafísica puede parecer poco realista. No obstante, dando a los niños el estímulo correcto, no hay como saber que tan lejos llegarán sus mentes.

En el salón de Mohr Lone se ven muchas cosas. Scout y Atticus Finch pueden simular una discusión acerca de la naturaleza del coraje. El ‘Conejo de terciopelo’ lleva a los niños a pensar la pregunta ‘¿Qué es lo real?’. A menudo incluso el estímulo más simple produce intuiciones muy profundas.

En su libro del 2012 “El niño filosófico”, Mohr Lone recuerda haberle preguntado a unos niños de quinto grado como es que podemos saber que la realidad no es una simulación – una pregunta que muchos pueden asumir demasiado rebuscada para niños de tan solo 10 años.

“Okey”, dijo una niña de la fila de adelante, “Quizás no puedo saber si no soy simplemente una mente en una computadora o si estoy viviendo en una caverna y solo veo sombras. Pero si puedo saber que si estoy pensando acerca de lo que puedo saber, entonces puedo estar segura de que al menos soy yo la que está pensando. Incluso si eso es lo único que puedo saber acerca de mí misma o acerca de cualquier otra cosa”.

Mohr Lone escribe en su libro que quedó sorprendida. “Le dije que el filósofo René Descartes había llegado a una conclusión similar hace casi cuatrocientos años atrás”.

LA FILOSOFÍA ABRE LOS OJOS DE LOS NIÑOS AL MUNDO QUE LOS RODEA

Más allá de ayudar a los niños a entenderse a sí mismos, la filosofía también los ayuda a entender a los otros. Algunos de los programas escolares favoritos de Mohr Lone son aquellos donde niños de escuelas predominantemente blancas se juntan con niños de escuelas predominantemente afroamericanas para discutir asuntos raciales de Estados Unidos.

Admite que ha habido uno que otro retroceso. Ella explica que “Ocasionalmente, he tenido a padres que me dicen ‘Usted sabe, creo que es muy pronto para que mi hijo esté pensando en su identidad racial’”. “Y yo siempre les respondo ‘Bueno, su hijo debe ser blanco’, porque si creciste como un niño afroamericano, para cuando tienes siete u ocho años nadie necesita enseñarte acerca de identidad racial. Ya estás pensando en eso”.

Un foro abierto donde los niños de áreas más pobres pueden hablar acerca de las dificultades de crecer, puede iluminar bien a los que tienen esos privilegios. La Filosofía puede servir como un gran ecualizador.

LOS PADRES Y LAS ESCUELAS DEBIERAN ALENTAR A QUE LOS NIÑOS DIGAN LO QUE PIENSAN

La Filosofía no debiera reemplazar a la matemática o la ciencia – esas asignaturas son vitales para criar buenos pensadores. Pero sus beneficios hacen que merezca un lugar en la sala de clases, incluso si esto solo implica a profesores de ciencia o matemáticas tratando de exponer problemas filosóficos en sus lecciones.

La mayor razón por la que las escuelas no han hecho esto es que la filosofía aún se ve inaccesible. La gente piensa que es algo que hacen los ancianos junto al fuego o en las torres de marfil de la academia. “La gente no se percata del hecho de que hacemos filosofía todo el tiempo”, dice Mohr Lone. Los adultos y niños se preguntan si ciertas personas son amigos de verdad, si lo que hicieron fue correcto y acerca de cómo encontrar su propósito en la vida.

Los niños usualmente reflexionan acerca de estas cosas. Pero dadas las presiones de una escuela normal terminan suprimiendo su espíritu curioso y priorizando conocimiento sobre entendimiento.

Mohr Lone dice que si hay algo que puede hacer para ayudar a que más escuelas inicien cursos de filosofía para sus estudiantes, ello sería que los adultos desmitifiquen lo que a los niños les parece natural.

(Artículo publicado originalmente el 27 de Agosto del 2016 por Chris Weller en Business Insider UK. Traducción de GEFAUCh)
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PENSAMIENTO

FILÓSOFOS DE VOCACIÓN: POR QUÉ ALUMNOS BRILLANTES OPTAN POR UN GRADO QUE NO ASEGURA DINERO

Un artículo de Carina Farrerras.

Las razones para optar a una carrera que desprecian quienes buscan beneficios utilitaristas.

En nombre de la seguridad en el futuro muchas veces se desalienta a los jóvenes a formarse en carreras humanísticas por carecer de salidas inmediatas a una profesión. “¿Filosofía? ¡Qué locura! Medicina, Derecho, Económicas, Ingeniería, Biología... eso sí son estudios de provecho”, se oye. Se desprecian así saberes que no producen beneficios, cuyo valor esencial es ajeno a cualquier finalidad utilitarista pero que, como dice el ensayista Nuccio Ordine, son útiles en sí mismos.


Frente a este conservadurismo, brillantes alumnos de bachillerato, con notas para optar a los diez mejores grados universitarios, se matriculan en las modalidades de Filosofía existentes en las universidades: Filosofía (UB, UAB, URLL, UdG), Humanidades y Filosofía, Política y Economía (UPF). Son alumnos como los que presentamos en estas páginas, despreocupados por el papel que desempeñarán en la sociedad o por el medio con el que ganarán su sustento, pero con sed de conocimiento y necesidad de beber en las fuentes del saber.

Filosofía pura. Pasión y esfuerzo individual.

Como dice el estudiante Aniol Pau-Costa, que ha cursado primero en la UB, aprender requiere un gran esfuerzo individual: estudio constante y preparación de trabajos y debates. “Esta exigencia requiere verdadera pasión”, afirma. Además de sacar notas excelentes, toca el fagot y el piano. Este curso ha redescubierto a Platón, con admiración hacia su personaje Sócrates que “desmiente lo que la gente da como verdad”. Josep Monserrat, decano de Filosofía de la UB, una de las 50 facultades mejores del mundo (ranking Shanghai), explica que de los 200 alumnos que se matriculan anualmente hay una media de unos 50 que escogen Filosofía como segunda opción y suelen abandonar la carrera, pero más de 50 entran con notas excelentes, superiores a 12 en las pruebas de acceso a la universidad y obtienen la titulación. “Nos equivocamos al creer que la universidad debe formar para trabajar. No es así, o, en todo caso, no sólo es eso”, indica.

Roger Ventura dudó entre Ciencias Políticas y Derecho o Filosofía. Milita en un partido y está interesado en los asuntos del poder y el Estado. Optó por Filosofía por su capacidad de profundizar. “La asignatura en el bachillerato ha sido decepcionante y alentadora a la vez. Me quedé con las ganas de saber más y de poder debatir”. Estudiará en la UAB (buen resultado entre las mejores universidades jóvenes del mundo, según Times Higher), cercana a Rubí, donde reside.

Combinada. Conocimientos diversos.

En la UPF decidimos que no ofreceríamos un grado de Filosofía pura como el resto”, explica Josep M.ª Castellà, decano de la facultad de Humanidades. “Nuestra formación –prosigue– es más transversal, con materias de literatura, historia, arte, además de pensamiento”. También es más flexible, con la posibilidad de especializarse en tercero y cuarto. Como en el caso de la UB, más de un 30% de los 180 alumnos inscritos en primer curso acceden con una nota de las PAU superior a 10.

Paula Molas obtuvo un 12 el pasado mes de junio. Ha optado por vivir en Barcelona (procede de Vic) y cursar el grado de Humanidades. “Me ha costado tomar la decisión porque cada vez que lo decía en voz alta alguien me desanimaba. La gente que me rodea me pregunta: ‘Y después, ¿qué?’. Pero una vez he admitido que esto es lo que me gusta, ya no dudo”. Fascinada por las distintas formas de explicar el mundo, se muestra interesada en la manera en la que se expresa el arte. “Una obra requiere el contexto filosófico, histórico, literario... quiero conocerlos todos. Me regalo estos cuatro años para disfrutar”. Silvia Rico terminará la carrera este próximo curso siendo la primera promoción de la bien consolidada Filosofía, Política y Economía que este año tiene una nota de corte del 12,6 (el cuarto grado más alto). Interesada en el servicio público, desde la política, la administración o la diplomacia, considera que la base adquirida en cuanto a economía y filosofía es esencial e imprescindible en política ligada a la gestión del dinero y la ética. “Me gustan los profesores, la libertad con la que he trabajado los temas y el hecho de cursar la carrera en varios centros (UPF, UAM, Carlos III)”. También valora a los compañeros, llenos de inquietudes intelectuales, culturales, artísticas o deportivas (ella practica acuatlón), y su origen distinto. Se marchará a Tokio de Erasmus.

La complejidad del mundo contemporáneo –aseguran los decanos– no puede abordarse desde una mirada única y simple. Requiere personas serenas, entrenadas para navegar en la diversidad de opiniones y la incertidumbre, como los filósofos. Crisis económica, política, social, medioambiental, de valores... “Su rol es fundamental en la sociedad –advierte Monserrat–. Son personas capacitadas, competentes, que han apostado por el conocimiento crítico y reflexivo de una forma generosa y pura”. Son, según los docentes mencionados, una gran esperanza para el mundo actual.
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PENSAMIENTO

CHILE: ESPECIALISTA ADVIERTE QUE ELIMINAR ASIGNATURA DE FILOSOFÍA ATENTA CONTRA LA EDUCACIÓN PÚBLICA

El experto en educación de nuestro Plantel, Dr. Jaime Retamal, sostiene que la propuesta del Mineduc de dejar el ramo como electivo “agrava aún más el problema, porque la filosofía no es un saber privativo para ciertos individuos, ni para las elites. El pensamiento es un asunto público”.

El Ministerio de Educación está en un proceso de modificación del currículum escolar para tercero y cuarto medio que, actualmente, se encuentra en consulta. La propuesta elimina el curso de Filosofía de los ramos obligatorios, dejándolo como electivo. Desde el Mineduc, agregan que los contenidos de la asignatura no se eliminarán completamente, sino que serían asimilados en una nueva asignatura de formación ciudadana.


Para el doctor en educación de nuestra Universidad, Jaime Retamal, los cambios propuestos indican que “las personas que están realizando la propuesta no tienen idea de los saberes, habilidades y actitudes que están en juego en esta asignatura”.

Además, agrega que “el discurso que señala que no se eliminará el ramo en un 100%, sino que se dejará como electivo, agrava aún más el problema, porque la filosofía no es un saber privativo para ciertos individuos, ni para las elites. El pensamiento es un asunto público y, por eso, atentar contra la filosofía es atentar directamente contra la educación pública”.

El especialista señala que uno de los objetivos de la filosofía es que potencia el pensamiento crítico de los estudiantes y les enseña a razonar, argumentar y relacionar las diversas materias que se le imparten en el colegio. “Lo que está primando con esta medida es un enfoque netamente instrumental y tecnocrático del currículo, una mirada pragmática en el peor sentido de la palabra. ¿Queremos estudiantes que respondan sólo al consumo, al mercado o, incluso, a las necesidades electorales del momento, o queremos estudiantes que piensen, que acudan a razones y no a la violencia, para formarse como ciudadanos completos?”, pregunta Retamal.

Por eso, afirma que en un escenario de crisis política e institucional, “lo que de verdad necesitamos es volver a pensar desde la filosofía y, además, potenciar la formación ciudadana, pero no que una desaparezca en desmedro de la otra. La asignatura de formación ciudadana debiese ser impartida desde la enseñanza básica a la media, y para esto no es necesario eliminar filosofía”.

¿Qué pierde la educación sin Filosofía?

De acuerdo al académico del Departamento de Educación, “se elimina una serie de habilidades, como el pensamiento crítico y reflexivo; el pensamiento holístico, comprensivo, que busca interconectar los distintos saberes para dar una explicación global al mundo”.

“Una educación sin filosofía termina formando estudiantes que no son capaces de reflexionar ni establecer argumentaciones, estudiantes listos para el mundo del trabajo y el mercado, pero despreocupados de asuntos importantísimos para la vida del ser humano como la razón o la felicidad”, añade.

Retamal ejemplifica lo que pierde la enseñanza media sin filosofía a través de una comparación. “Si uno elimina la asignatura de historia, de matemática o de lenguaje, estás cercenando el saber y quitándoles oportunidades a los estudiantes. Si se elimina filosofía, estás eliminando una serie de saberes que tocan la historia, las matemáticas y el lenguaje, pero que son específicos de la asignatura”, señala.

VIDEO: CNN Prime: La relevancia del ramo de Filosofía

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educación

LA FILOSOFÍA ES LA MEDICINA DEL ALMA

Un artículo de Constanza González.

En el ir y venir de nuestra existencia resulta inevitable tener que lidiar con ese lado poco amable de la vida, avasallados por el peso de las experiencias traumáticas queremos alivio, queremos comprender, queremos sanar más allá de la herida invisible.

​¿Dónde buscar alivio para las penas de la vida? Pues bien, según Cicerón es sabio quien con más claridad penetra en la verdad de las cosas, y “la filosofía es la verdadera medicina del alma”.


Ya se busque un respiro momentáneo y un alivio de las preocupaciones de la vida, ¿qué puede compararse con el de aquellos que siempre están investigando algo que mire y valga para la consecución de una vida honrada y feliz?; o ya se quiera tener consideración de la coherencia y de la virtud, o es ésta la ciencia por la cual podamos conseguirla, o no hay ninguna otra. El decir que no hay ciencia teórica de estos máximos problemas, cuando de entre las más pequeñas no hay ninguna que se aprenda sin preceptos, es de personas que hablan sin fundamento y que yerran sobre las cuestiones más importantes. Pero si hay normas seguras para enseñar la virtud, ¿dónde se las buscará si nos apartamos de esta disciplina filosófica? -Cicerón, De los deberes-

De la misma manera, para Marco Aurelio lo único que puede guiarnos en este mundo es la filosofía:

17. ¿Cuál es la duración de la vida del hombre? Un punto en el espacio. ¿La sustancia? Variable. ¿Las sensaciones? Oscuras. ¿Qué es el cuerpo? Futura putrefacción. ¿Su alma? Un torbellino. ¿Su destino? Enigma. ¿Su reputación? Dudosa. En una palabra, todo lo que proviene de su cuerpo es como el agua de un torrente, y lo que dimana de su alma, como un sueño, como el humo. Su vida es un combate perpetuo, un destierro en suelo extranjero; su fama después de la muerte, un olvido absoluto. ¿Qué es, pues, lo único que puede guiarnos en este mundo? Una sola y única cosa: la filosofía. Esta consiste en velar por el genio que reside en nuestro interior, de suerte que no reciba ni afrenta ni heridas, que no se deje arrastrar por los placeres ni por los dolores, que no haga nada a la ventura, que no emplee los embustes ni la hipocresía, que no cuente nunca con lo que otro haga o deje de hacer, que acepte todo lo que suceda o que le corresponda como procedente de su mismo origen y, en fin, que aguarde la muerte con paciencia y no viendo en ella sino la disolución de los elementos que constituyen el organismo de todo ser viviente. Si estos elementos no sufren daño alguno al transformarse perpetuamente de un estado a otro, ¿por qué ha de inspirar la muerte desconfianza y temor? Todo se halla regido por la Naturaleza, luego no hay peligro alguno. Esto ha sido escrito en Carnuta. -Marco Aurelio, Meditaciones-

Tomemos el entendimiento de la filosofía oriental y el conocimiento de la filosofía occidental y busquemos la sabiduría. De Confucio a Foucault han querido ayudarnos a encontrar nuestro camino a través de los desafíos de la existencia. Todos los grandes filósofos y filósofas han querido una vida más sabia, más feliz, no querían esta cultura de hoy donde somos valorados según nuestra utilidad.

Ser un filósofo no consiste en tener pensamientos sutiles meramente, ni en fundar una escuela, sino en amar la sabiduría tanto como para vivirla de acuerdo con sus dictados, para llevar una vida de simplicidad, independencia, magnanimidad y confianza. Consiste en resolver no sólo teóricamente algunos problemas de la vida, sino también prácticamente. -Henry David Thoreau, Walden, La vida en los bosques-
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EL INCALCULABLE VALOR DE LA FILOSOFÍA

Un artículo de José M. López García.

Los grandes libros escritos por los grandes filósofos y, en general, la inmensa producción filosófica existente y que puede ser leída, comentada, analizada y criticada, es un activo que posee un valor incuantificable. Leer a Platón, Aristóteles, Kant, Fichte, Hegel, Hume, Leibniz, Zubiri, Husserl, Gustavo Bueno, etcétera, es unas de las mejores formas de aprender a pensar, y a razonar mejor. Y, si a esto se añade, que pueden ser leídos los libros de otros numerosos filósofos, aumenta todavía más el valor de la reflexión filosófica para nuestro tiempo.




Aunque las ediciones de los grandes clásicos de la filosofía no alcancen, en general, tiradas propias de best-sellers, no cabe duda de que no son, únicamente, escritos que prestigian a las editoriales. Porque la excelencia y la calidad de las reflexiones y argumentaciones es algo esencial. Es la clave del desarrollo intelectual y del ejercicio crítico de la inteligencia y de la razón.

En la sociedad del pensamiento líquido y de la superficialidad, no todo debe ser estar frente al televisor. El saber filosófico y lo que nos transmiten los pensadores en sus obras es básico. Los prejuicios y los estereotipos se borran y anulan con el ejercicio de un pensar racional, profundo y matizado. Si queremos una sociedad racional, responsable, solidaria y fraterna debemos respetar la filosofía. La insensatez, la falsedad, la manipulación, la irracionalidad, la mentira no deben dominar en la realidad social, sobre la verdad y el respeto.

En este sentido, es cada vez más necesaria la filosofía. Para que las nuevas generaciones aprendan a pensar del mejor modo, con el fin de recrear una sociedad cada vez más justa y una convivencia más armoniosa y equilibrada.

Es cierto lo que escribe el profesor de Filosofía de la Complutense Carlos Fernández Liria en su libro ¿Para qué servimos los filósofos?: “En lugar de aprender jugando (lo que en el mejor de los casos, sirve para jugar en lugar de aprender), no pasaría nada por apostar por el juego del conocimiento”.

Ante la falta de pensamiento profundo, que suele ser algo bastante frecuente, el remedio es analizar, enjuiciar y argumentar considerando las cuestiones en toda su complejidad y con la mayor precisión y amplitud. En la cultura de la imagen en la que vivimos, esto suele olvidarse. Las cosas no suelen ser blancas o negras tienen muchísimos matices y detalles que es preciso analizar y valorar. Saber juzgar, criticar, pensar y discutir con rigor y coherencia es básico; y esto se desarrolla con la filosofía.

El mismo Hegel, un gran filósofo, pone de relieve el extraordinario valor del saber filosófico en su tiempo, como señala Arsenio Ginzo: “Hegel quiso responder a este reto reivindicando la naturaleza y las peculiaridades del saber filosófico en la cultura moderna, prolongando así las reflexiones iniciadas por los otros grandes representantes del Idealismo alemán, desde la Disputa de las Facultades, de Kant, hasta las Lecciones sobre el método de los estudios académicos de Schelling”.

Porque es indudable que la formación filosófica es muy completa y aporta innumerables beneficios a los estudiantes en la enseñanza secundaria y en la Universidad. Es lógico que Hegel escriba: “El estudio de la filosofía constituye el auténtico fundamento de toda formación teórica y práctica”. Y esto lo expresó un gran pensador que fue preceptor privado, profesor y director de Gymnasio, consejero escolar de la ciudad de Nurenberg, profesor y rector universitario, consultor del Gobierno para temas y asuntos educativos, etcétera. Actualmente, las ciencias sociales, las humanidades y, más concretamente, la filosofía, deben tener más presencia real y efectiva en los planes de estudio.
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