"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

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NO ES MEJOR PROFE EL QUE MÁS SUSPENDE

Un artículo de Carmen Sánchez-Silva.

Los docentes tienen que abanderar la transformación de la universidad, donde el alumno debe adquirir protagonismo y decidir sobre el método, la evaluación y los resultados.


Existe una norma invisible que dice que el mejor profesor es el que más suspende. Y nada más lejos de la realidad. ¿Podríamos imaginar que el mejor médico fuese el que más pacientes llevase a la tumba? Es una reflexión de la profesora de la Universidad Complutense María Acaso, que define al buen maestro como aquel intelectual que es capaz de transformar la Universidad a través de la creación de conocimiento crítico. Sin embargo, lo que se ve actualmente en la Academia, se queja, “no es a intelectuales. Porque no se investiga más que para conseguir ascensos”. En opinión de la también coordinadora de la Escuela de Educación Disruptiva de Telefónica, este problema se corregiría impidiendo que los profesores trabajen en la misma Facultad en la que han cursado su doctorado, eligiendo a los docentes realmente por su currículo y evaluando su labor. Es decir, rompiendo la endogamia de la Universidad.

“El problema de la educación española no ha sido de presupuesto, sino de gestión”, sostiene José Antonio Marina, catedrático de Filosofía, autor del Libro Blanco de la profesión docente, quien cree que tenemos un sistema mediocre y estancado y donde la mayor parte de las reformas educativas acometidas han fracasado, entre otras cosas debido a la resistencia interna a los cambios. “Mientras no se convenza al sistema de que hay que cambiarlo porque tenemos una escuela mediocre y porque el ritmo de aprendizaje se debe acompasar con el ritmo de cambio de la sociedad…, no se dará esa transformación. Debemos convencer a los profesores de que hay que hacerla y de que se puede”, afirmaba Marina en una jornada sobre políticas educativas organizada por la Fundación Ciudadanía y Valores.

“Nuestro modelo está centrado en la reproducción del conocimiento. En el profesor. Y el conocimiento no está solo en el profesor. Habría que ir a una escuela desarrolladora del talento, en la que el protagonismo lo tenga el alumno”, sostiene Javier Tourón, vicerrector de Innovación de la Universidad Internacional de La Rioja. Tourón se lamenta de la inutilidad del currículo cerrado y cree que “hay que dejar que la gente haga lo que quiera”.

Precisamente esa es la principal consigna de los docentes que están intentando llevar la transformación a sus aulas. Que están innovando en sus clases. Y hay que tener en cuenta que el impacto de un profesor sobre sus alumnos es nada menos que de 53 puntos sobre 100, según un estudio de McKinsey. “Innovar es incentivar la participación del estudiante, desarrollar el trabajo colaborativo, que es el que están pidiendo las empresas, la corresponsabilidad”, explica María Acaso. “También es cambiar el sistema de evaluación, los espacios del aula para hacerlos menos individualistas y los contenidos para trabajar en una comunidad de aprendizaje en vez de que el profesor sea el único poseedor del conocimiento”, continúa Acaso. Y, por supuesto, hace falta conocer al alumno. Unas aulas de 30 estudiantes, como las suyas, facilitan el diálogo.

Aunque el Espacio Europeo de Educación Superior ha provocado cambios en la docencia, indica Jesús Manso, profesor de Políticas Educativas de la Universidad Autónoma de Madrid, aún queda mucho por hacer para que la Universidad se desprenda de la pedagogía tradicional. “El enfoque por competencias profesionales que ha traído Europa no se puede abordar con las metodologías tradicionales”, opina, “sino introduciendo métodos como el role-playing [simulación de una situación real] y otros sistemas de aprendizaje activo mediante los cuales los alumnos son dueños de su propio proceso educativo”. La clave es tener en cuenta los intereses de los estudiantes, dice Manso, pese a que sean un número más elevado del que debería para mejorar su aprendizaje. Su número idóneo, 35. El real, 70.

Junto a la participación como ingrediente básico para la innovación en las aulas, hay otra palabra mágica que acompaña siempre a un buen docente, según todos los expertos consultados: profesionalidad. Más allá de la vocación que Carmen Pellicer, directora de la Fundación Trilema, considera fundamental. Y esta profesionalidad se consigue mediante el aprendizaje constante del profesor y a través de la evaluación de su desempeño. Pellicer cree que para cambiar la situación actual se deben localizar las buenas prácticas de la universidad para extrapolarlas al resto de los centros, trabajar por proyectos para que el alumno se sienta implicado con ellos y vea la eficacia de su trabajo, y evaluar la consecución de resultados de los docentes.

Así se refleja en el documental Profes, impulsado por la Fundación Trilema para demostrar que otra educación es posible gracias a profesores innovadores y comprometidos que logran implicar a los alumnos. Tanto como para que quieran ir a clase en sus días libres. “Generar un aprendizaje conjunto es otra de las claves de la innovación docente”, dice Manso.

“La educación transforma la inteligencia en talento. Y en la Universidad no se habla de talento. Está más preocupada por él la empresa que la Universidad, porque aprender más rápido que sus competidores es lo único que le garantiza la viabilidad. Estamos en la sociedad del aprendizaje, por eso tenemos que introducir en el currículo educativo las habilidades del siglo XXI, las habilidades no cognitivas”, opina José Antonio Marina.

Empecemos

“Si tenemos problemas de gestión, un currículo espantoso y con cada reforma empeoran; si sabemos que la unidad de medición es el cambio y sabemos que es el momento de realizar ese cambio y que cientos de miles de profesores desean incorporarse a él, ¿por qué vamos a fracasar en el cambio?”, se preguntaba retóricamente Alfonso González Hermoso de Mendoza, presidente de la Asociación Educación Abierta. Empecemos.
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DIARIO DE UNA PROFESORA INTERINA ¿QUÉ ES UN PROFESOR INTERINO?

Mucha gente suele hablar de nosotros, pero a menudo no saben ni quiénes somos, ni cómo somos, a qué nos dedicamos, por qué o de qué manera. Pues bien, lejos de elaborar una definición de diccionario de lo que es un profesor interino (o profesora, no se me vayan a quejar las puristas), realizaré un esbozo del interino medio.

El interino medio suele tener, con mucha suerte, contratos anuales.

Si tiene una vacante, conoce su destino a principios del mes de agosto.


Si es un vil sustituto de tercera, vive pegado al teléfono a partir del 20 de agosto, durante un tiempo indefinido y hasta que llega la esperada llamada de : -"Oye, ¿Fulanita de Tal?" (con cara de emoción) -"Sí, yo misma." -"Te llamamos de la Consejería, mañana a las ocho te tienes que presentar en el IES Gamberrolandia para sustituir a Menganita de Cual". Y si te va bien, bien, y si no, fuera de la lista (otro día ya os hablaré de LA LISTA).

Por lo que habéis visto en el punto anterior, el interino está siempre dispuesto a recorrer kilómetros por placer -llámese "turismo educativo"- o a cambiar de residencia y vivir siempre colgado de los maravillosos vuelos interislas. Obviamente, también otro día os hablaré de Air Nostrum.

El interino sabe improvisar: el primer día que llega a un centro ya es enviado a morir al campo de batalla a dar clase frente alumnos que no conoce y a aulas cuya ubicación aún no tiene muy clara.

El interino es una fuente incesante de materiales didácticos de su especialidad (a veces incluso de otras), puesto que tiene que adaptarse a cada centro y a cada alumno.

Al interino le gustan los horarios de 8 a 3 sin descanso, con las horas concentradas, y con guardias de patio. No necesita beber agua, comer o ir al baño. Otro día hablaremos del "superinterino" (a veces esto también ocurre a funcionarios de carrera, doy fe).

Al interino le gusta que lo llamen "puterino", es un apelativo cariñoso, puesto que, como es el último mono, siempre va a la zaga de los demás hasta que ha pasado un período de aclimatación, que, en el mejor de los casos, oscila entre los 7 y los 20 días. El "puterino" representará un capítulo aparte de este blog, se lo merece, nos lo merecemos y, como "puterina" número 1, ¡me lo tengo más que merecido!

El profesor interino disfruta y goza de toda clase de actividades extraescolares dentro y fuera de su horario. Le gustan tanto sus alumnos que casi se los llevaría a casa.

El interino se pasará toda la vida preparando oposiciones, y se quedará siempre a las puertas de conseguir una plaza. (It's so procrastinating!)

El profesorado interino procurará tener amigos funcionarios de carrera para: 1. Que les hagan de guía dentro del centro. 2. Que les informen de novedades significativas de índole no educativa. 3. Tener alguien que se apiade de su alma y que los comprenda, puesto que en su mayoría, los funcionarios de plaza también han pasado sus períodos de interinaje más o menos largos.

Los interinos formamos clanes secretos de aprendizaje, y hasta nos dan puntos por ello, ¡oiga!

Espero que os hayáis formado una idea más o menos clara de lo que representa nuestra figura, y que, por lo menos, se os haya formado una media sonrisa en el labio al haber leído alguno de los puntos. Sé que me dejo mucho en el tintero, pero quedará para otro día.
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LA CARTA DE UN PROFESOR RESUME EL PREOCUPANTE PRESENTE DE LA ENSEÑANZA PÚBLICA

Una carta firmada por un profesor de matemáticas Fernando de la Cueva Landa del Instituto de Enseñanza secundaria ‘Parque de Goya’ de Zaragoza y publicada el 19 de febrero en el Periódico de Aragón muestra con toda crudeza la realidad a la que se enfrentan los profesores de centros públicos desde que se aprobó la polémica norma sobre bajas laborales.

"Soy profesor de Matemáticas en el IES Parque Goya de Zaragoza. Llevo 25 años dando clase como funcionario de carrera. He estado recibiendo directamente las toses de mis alumnos durante el pasado mes (esto va incluido en el sueldo).

Al final me ha tocado. Me he contagiado. Llevo una semana dando clase con fiebre de 38,5ºC. Desgraciadamente he podido transmitir mi gripe al menos a 15 ó 20 personas, entre estudiantes y profesores. Los dos últimos días he dado clase con mascarilla. Así seguiré la próxima semana.

Se me ocurrió quizás demasiado tarde. Por las mañanas al instituto, por las tardes a la cama, a ver si me baja la fiebre. Quiero desde aquí dar las gracias más sinceras a las personas responsables de la ley que nos castiga a los funcionarios 'pícaros' (que supone que somos todos), pagándonos la mitad por ponernos enfermos. Es una lástima que estos días mis hijos no coman la mitad".



El maestro se ve obligado a acudir a clase y a trabajar con fiebre, y por las tardes debe guardar reposo para curarse, algo que no consigue. De la Cueva debe hacerlo si quiere cobrar a final de mes lo mismo que cobra todos los meses.

Un polémico decreto ley

Tan surrealista e indigna situación tiene su origen en una polémica disposición adicional del decreto ley de medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad, aprobado el 13 de julio del año pasado y que entró en vigor tres meses después.

En el primer párrafo de dicha disposición adicional –la décimoctava- se explica que los trabajadores públicos que estén de baja sólo cobrarán la mitad de sueldo los tres primeros días de convalecencia. A partir del cuarto día hasta el vigésimo, perderán el 75% de sueldo.

Antes de la entrada en vigor de esta norma, los funcionarios que enfermaran recibían el mismo sueldo los 90 primeros días de baja.
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LO QUE PIENSAN LOS ESTUDIANTES DE SECUNDARIA ACERCA DE LO QUE ES UN “BUEN” Y “MAL” PROFESOR.

Covadonga Ruiz de Miguel (UCM). Fundación Europea Sociedad y Educación.
Fecha y fuente: International Journal of Educational Research, 2016


El debate de cómo tiene que ser un buen profesor se remonta a la antigua Grecia, cuando los buenos profesores eran descritos como mentores, que se implicaban en los aspectos tanto académicos como personales de sus “protegidos”. Actualmente, la discusión sobre la importancia de los profesores y de las características que deben tener para conseguir los mayores resultados en los alumnos está a la orden del día. Este estudio[1] se centra en las respuestas que dan los alumnos de Secundaria cuando se les pregunta acerca de lo que constituye un “buen” y un “mal” profesor, cuando se les pide que describan su profesor ideal, que enumeren las características que debe tener la relación que establecen con él, o lo que es importante en la relación entre estudiante y profesor.

La figura del profesor ejerce un gran impacto en los procesos de aprendizaje de los estudiantes, mucho más que otros factores como las relaciones entre iguales, el ambiente de clase, o la influencia de los padres. Una relación de confianza con ellos resulta decisiva para los estudiantes, ya que les anima a aprender y a desarrollar su potencial de habilidades (Hattie, 2009), o a todo lo contrario en caso de no ser una figura de referencia. Esto implica que el progreso académico se optimiza cuando estudiantes y profesores pueden construir una relación que equilibra sus funciones (Raufelder, 2007). Así pues, y dado el impacto de los profesores sobre el desarrollo académico y personal de los estudiantes, el establecimiento y mantenimiento de una relación positiva entre profesor y alumno, tanto a nivel académico como personal, debería ser un objetivo primordial en todos los centros educativos.

El problema está en que las características de un “buen” profesor siguen sin estar claras. Se han identificado ciertas cualidades personales, como la capacidad de crear y mantener un ambiente de apoyo emocional (Luckner y Pianta, 2011), así como aspectos profesionales, como la definición de las altas expectativas (Pickens y Eick, 2009) o la retroalimentación positiva y la alabanza, como factores de motivación muy fuertes (Luckner Y Pianta, 2011). En suma, los investigadores están de acuerdo en que un “buen profesor” debe saber cómo equilibrar las dimensiones académicas y personales en su profesión y en su trabajo (Kaplan, 2000).

A pesar de la importancia de las percepciones de los estudiantes al respecto, resulta sorprendente que la investigación que sustenta esta noción del “buen” profesor rara vez incluye la perspectiva de los estudiantes (Wubbels et al, 2006), lo que hace presuponer que los estudiantes no están del todo de acuerdo con los criterios reconocidos formalmente.

El análisis de los datos recabados pone de manifiesto tres ejes principales para las categorización de los “buenos” y “malos” profesores: (1) la calidad de la relación profesor-alumno (dimensión interpersonal), (2) la experiencia docente (dimensión académica), y (3) las características personales de los profesores (dimensión interpersonal). Los resultados muestran que los estudiantes valoran las dimensiones interpersonales de los profesores por encima de la académica, aunque subrayan su asociación bilateral.

La calidad de la relación profesor-alumno

Los estudiantes perciben su relación con un “buen” profesor como aquella que se caracteriza por (1) la apreciación, (2) la consideración individual, y (3) la simpatía. Un aspecto muy valorado por los estudiantes es la consideración individual por parte de los profesores (Klem y de Connell, 2009); los estudiantes necesitan sentir que sus profesores tienen un interés activo en ellos, y que consideran pertinentes sus decisiones y su trabajo. Además, los profesores deben estar preparados para considerar la situación individual de cada estudiante con el fin de alcanzar el mayor progreso académico posible (Büchner, 2003; Wenning, 2004). Por otro lado, la “simpatía” del profesor se identifica como un elemento esencial de la relación profesor-alumno (Raufelder, Bukowski et al, 2013), ya que los estudiantes encuentran más placentero asistir a clase cuando perciben que su profesor es agradable y alegre, lo que permite una experiencia de aprendizaje más rentable para ambos (Birch y Ladd, 1997).

Por el contrario, la relación de los estudiantes con un “mal” profesor está dominada por (1) una relación agresiva, (2) la injusticia y, (3) la antipatía. Y es que los intentos coercitivos de los profesores para controlar a los estudiantes (por medio de castigos o amenazas, por ejemplo), da lugar a que los estudiantes rechacen al profesor y lo que es peor, disminuyan su aprendizaje cognitivo y afectivo (Richmond, 1990). Por otra parte, la investigación pone de manifiesto que los sentimientos mutuos de antipatía entre estudiantes y profesores pueden tener consecuencias desadaptativas en los primeros (Abecassis et al, 2002), mientras que las situaciones de injusticia podrían dar lugar a estados emocionales estresantes que resultan perjudiciales para el progreso de los estudiantes (Chory et al, 2014).

Las características personales del profesor

Cuando se trata de las características personales de los profesores, los estudiantes identifican tres tópicos del “buen” profesor: (1) la asertividad, (2) el humor, y (3) la empatía. Los estudiantes valoran a los profesores que crean y mantienen un modelo de relación asertivo, consiguiendo un ambiente de aprendizaje respetuoso y claramente estructurado (Klem y Connell, 2009), y se encuentra una asociación positiva entre el humor del profesor y el aprendizaje de los estudiantes (Garner, 2006; Wanzer y Frymer, 1999). De esto se desprende que el humor es una competencia social fundamental para los profesores, al fomentar el desarrollo de la capacidad de trabajo en equipo y la de cooperar y tratar los conflictos lo que, a su vez, conduce a una mejor comunicación y cooperación entre profesores y estudiantes (Rißland, 2003). El uso del humor en las interacciones cotidianas en el aula puede ayudar al profesor a comunicarse de forma efectiva con sus estudiantes en un nivel interpersonal. A pesar de que simpatía y empatía son conceptos relacionados (Thirioux et al, 2014), la empatía en la relación profesor-alumno describe una característica personal solo del maestro; los estudiantes esperan que un buen profesor muestre empatía por sus necesidades individuales. Debido a su estado de desarrollo avanzado, es el adulto (profesor) el que debe mostrar empatía con el niño (estudiante), y no al contrario. Tanto la simpatía como la empatía puede ser útiles para superar el rígido contexto institucional de la escuela, que se caracteriza por un desequilibrio de roles (Bukowski et al, 2013).

Por el contrario, los estudiantes a menudo describen el “mal” profesor como aburrido, repetitivo y desinteresado, inconsistente, poco fiable, y que muestra favoritismos (Strikwerda-Brown et al, 2008). Para los estudiantes, un mal profesor es aquel que no muestra interés por sus logros académicos, que les ridiculiza o desprecia delante de sus compañeros. También identifican la falta de asertividad como un indicador clave del mal profesor, que puede ser detectada en la instrucción no regulada, en la transmisión de conceptos erróneos o incompletos y en la impartición de conocimientos de una forma desordenada (Kirschner, Sweller y Clark, 2006). Curiosamente, los estudiantes no siempre mencionan la falta de conocimientos como un indicador claro de un “mal” profesor (Suplicz, 2009) sino que, al evaluar su calidad, la mayoría de los estudiantes valoran cualidades personales por encima de su labor profesional.

Experiencia docente

Los estudiantes parecen tener una idea más homogénea respecto a las dimensiones académicas de lo que es un “buen” o “mal” profesor, entendiendo por “experiencia docente” la tendencia a diseñar y desarrollar las lecciones respetando las percepciones, necesidades y expectativas de los estudiantes. De este modo clasifican claramente a los “buenos”/”malos” profesores polarizados en los siguientes extremos: (1) motivadores vs. desinteresados e indiferentes, (2) docentes comprensibles vs. docentes incomprensibles y (3) variedad/flexibilidad en las clases vs. instrucción basada en el profesor (que se identifica con profesores de pie delante frente a la clase, escribiendo en la pizarra y hablando sin parar) .

Los estudiantes describen la motivación de los maestros como un elemento clave de la experiencia docente: el entusiasmo de su profesor podría afectar positivamente a su propia motivación en clase, por ejemplo mediante la participación en el tema, haciendo la lección más productiva y agradable (Daniels, 2011). Estudios anteriores han encontrado que la motivación y el entusiasmo del profesor intensifican la motivación intrínseca de los alumnos y su vitalidad (Keller et al, 2014). Del mismo modo, los estudiantes se muestran decepcionados y molestos cuando no pueden establecer una conexión con su profesor debido a su indiferencia.

Sobre la enseñanza comprensible parece que el conocimiento de la materia es un aspecto importante de la buena enseñanza. Un tercer aspecto esencial de la experiencia docente es la variedad/flexibilidad durante las clases frente a la instrucción basada en el profesor. Esto apoya investigaciones anteriores que muestran que una variedad de estilos de enseñanza ayuda a los estudiantes a alcanzar sus objetivos de aprendizaje (Moore, 2006). Por el contrario, la instrucción basada en el profesor se percibe por parte de los estudiantes como rasgo típico de un “mal” profesor.

Así pues, y a la vista de estos resultados, parece que los estudiantes valoran de los “buenos” profesores tanto cualidades interpersonales como aspectos académicos, con una ligera preferencia por las primeras, lo que debe hacer reflexionar a los docentes con el fin de mejorar siempre su práctica.


ENLACES

* Hanushek: ‘A los malos profesores hay que ponerlos en otros trabajos’

* Las 10 cualidades esenciales del buen docente.

* ¿Qué cualidades debe tener un buen maestro?


[1] Raufelder, D.; Nitsche, L.; Breitmeyer, S. y Keßler, S. (2016). Students’ perception of “good” and “bad” teachers—Results of a qualitative thematic analysis with German adolescents. International Journal of Educational Research, 75, 31-44.
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4 c

CARMEN CAMPOS

Un artículo de Fernando Trujillo, Profesor de la Universidad de Granada. Especialista en educación y enseñanza de idiomas.

Carmen nos dejó el pasado viernes. Recibí la noticia en Granada, justo cuando entraba en el Generalife. Creo que a ella le habría gustado la escena. Los jardines estaban en flor a pesar de la fecha del calendario pero poco después empezó a llover, y tras la lluvia vino el frío, y después la nieve. Un jardín nevado es un silencio blanco y el blanco, el color del luto en muchas culturas, cubrió La Alhambra este fin de semana.


Me gustaría presentarte a Carmen.


Podría decirte que Carmen era, para mí, sobre todo una persona comprometida y en cada decisión que yo le vi tomar actuó siempre desde el compromiso: compromiso con la educación pues le gustaban los institutos complicados, donde hacen falta los mejores profesores con sus mejores destrezas; compromiso con sus proyectos pues le atraían los retos, como cuando Pilar Pérez Esteve la llamó para Leer.es o cuando decidió continuar para mantener el portal y que no se fuera al pique el esfuerzo de años de trabajo; compromiso con la sociedad pues le irritaban las injusticias y, también, las políticas que por acto u omisión generan injusticias; compromiso con las cosas bien hechas, con la palabra dada, con la palabra justa. Carmen era una persona comprometida con la vida.

Podría también decirte que era una persona profundamente culta. Ante esta sociedad de la superficialidad Carmen era su antagonista. Podías hablar con ella de ópera y de novela negra, de didáctica de la lengua y de nuevas alfabetizaciones, de cine y de series tanto como de videojuegos o de diseño. En muchas ocasiones Carmen me hizo ver mis lagunas con su vasto conocimiento de muchos órdenes de la vida.

Podría contarte que era una persona de trato agradable y simpático pero que no hacía concesiones al chiste fácil o a la ñoñería. Era sofisticada sin pretensiones, sencilla sin amaneramientos, elegante sin estridencias; era discreta y trabajadora, una persona de equipo que sabía tratar con respeto a aquellas personas que tuvimos la suerte de trabajar con ella.

En fin, podría contarte todo esto y, sin embargo, no quisiera tener que contarte nada. Me gustaría que Carmen estuviera en su instituto, donde volvió después de su paso por Leer.es. Que me leyera, con esa media sonrisa que ella ponía, con esa mirada inteligente con la que hablaba tanto como con sus palabras. Me gustaría que me leyeras, Carmen, porque te fuiste sin que te diera las gracias por todo lo que me diste y ahora cualquier intento de hacerlo es una banalidad en mitad de los textos líquidos del ciberespacio. Confío en que tú, especialmente tú, me sepas perdonar que lo único que pueda ofrecerte es un texto electrónico para decirte que haberte conocido y haber trabajado contigo ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Tú me has dado mucho más de lo que yo ya nunca podré devolverte.

Gracias, Carmen. Seguirás siempre sonriendo en nuestra memoria.
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educación

ES EL PROFESORADO EL QUE NO RECONOCE AL PROFESORADO

Un artículo de Mariano Fernández Enguita, Sociólogo, catedrático en la Universidad Complutense.

Nunca falta en las conversaciones en torno a la educación la queja propia o ajena de que la sociedad no reconoce al profesorado, hasta el punto de resultar ya aburrida. En repetidas ocasiones he mostrado que, con independencia de tal o cual anécdota (las hay en ambos sentidos), la profesión docente muestra ser objeto de un elevado reconocimiento profesional, como se muestra en los dos indicadores que pueden decirnos algo al respecto: sus salarios comparativos y su posición en las escalas de prestigio. Lo demás son, o bien especulaciones sin fundamento, o bien una retórica oportunista cuyo fin no puede ser otro que pedir más, dar menos o ambas cosas.


Sin embargo, el malestar entre la profesión es real. Esto podría ocurrir porque los profesores tienen unas expectativas o una imagen de sí muy elevadas, quizá demasiado (algo de eso sugieren los datos del estudio de la Fundación Europea Sociedad y Educación, El prestigio de la profesión docente en España) o, sencillamente, porque no aciertan a expresar bien sus propios padecimientos. En la práctica médica se distinguen claramente los síntomas (subjetivos) que siente y narra el paciente (se fatiga, le falta aire, etc.) de los signos (objetivos) que pueden ser constatados y medidos por el profesional (fiebre, hinchazón, anemia, etc). En el caso de la profesión docente los signos, sencillamente, contradicen a los síntomas y viceversa.

¿Que sucede, entonces? Una posible explicación alternativa es que, por un lado, el reconocimiento pretendido e incluso el reconocimiento obtenido por el colectivo profesional se ven ensombrecidos por los resultados de su práctica, mientras que el obtenido por cada profesional individual puede carecer de relevancia para él o ser, sencillamente, insuficiente.

Piénsese, por ejemplo, que para los abogados se por sentado que todo pleito será ganado por uno y perdido por otro, como efectivamente ocurre; ante los médicos, se acepta que todo el mundo terminará muriendo y que las enfermedades y dolencias se curan o se palían o ninguna de las dos cosas, de modo que hay pocas sorpresas colectivas; de la educación, en cambio, se busca que todo el alumnado, o casi todo, alcance el éxito, por lo que resulta difícil aceptar cifras de abandono, fracaso, repetición y clasificación ordinal de dos dígitos sin que caiga siquiera una sombra de sospecha sobre la profesión. El resultado es que el reconocimiento colectivo tiembla –y quizá, sobre todo, entre la propia profesión.

Queda, entonces, el reconocimiento individual: perdimos la batalla, pero con honor; el paciente murió, pero la operación fue un éxito; el avión se estrelló, pero el piloto hizo todo lo que estaba en su mano. Llegados aquí, el problema es que para el profesor individual, como para cualquier profesional, el reconocimiento de su público o su clientela tiene valor, pero ha de ser muy visible y difícilmente puede sustituir al de los pares, es decir, al de los colegas de profesión. Los profesores universitarios, por poner un ejemplo aparentemente próximo (profesores también al fin y al cabo), se exponen y evalúan los unos a los otros, una y otra vez, a través de un sinfín de tribunales de acceso y promoción, comités editoriales, encuentros científicos, agencias de financiación de la investigación, comisiones de adjudicación de ayudas varias, índices de impacto bibliográfico, etc.; además, cuentan con el feedback y las recompensas de un medio-mercado interno (invitaciones a conferencias, seminarios, tribunales doctorales, etc., que son la ocasión de expresarse su mutua admiración, real o ficticia) y un medio-mercado externo (la difusión o extensión universitarias, la aparición en medios, la venta o la simple publicación y distribución gratuita de libros, los contratos de investigación o asesoría con terceros..., que se mide en dinero o en audiencia); todo, dicho sea de paso, menos la docencia, que apenas comienza a ser evaluada de manera tentativa.

Para el profesorado no universitario no existe nada parecido. La carrera docente es prácticamente plana, muy parecida de principio a fin (lo cual la hace muy atractiva al inicio pero vacía de incentivos y recompensas el largo recorrido), y básicamente burocratizada y reducida a la antigüedad. Los resultados son cada vez más objeto de escrutinio externo (pruebas objetivas, estadísticas de logro, evaluaciones de diagnóstico), pero fieramente rechazadas por las organizaciones del sector. En el claustro de cada centro, cualquier iniciativa de mejora o innovación de un profesor tiene tantas o más probabilidades de ser mal recibida ("nadie te lo va a agradecer", "te arriesgas a...", "querrán que todos...", "para lo que nos pagan...", etc.) como de serlo bien. Las profesiones funcionarizadas o semifuncionarizadas (entre las cuales el profesorado de la escuela pública y de la privada) lograron hace mucho, a igual trabajo, igual salario (dentro de cada sector, por ejemplo, entre ambos sexos, entre titulaciones y, aquí, con poco impacto de la antigüedad y ninguno de la calidad); ahora se enfrentan al de conseguir, a igual salario, igual trabajo.

La consecuencia de todo esto puede ser una experiencia muy frustrante para el profesional que realmente intenta hacer algo: nulos o escasos efectos profesionales, un público agradecido pero mejor que no se vea demasiado y unos colegas que miran hacia otro lado o que incluso miran mal. Lo que a menudo le falta al profesor es el reconocimiento individual de sus colegas y el reconocimiento colectivo de su profesión. Cuando menos, resulta muy frustrante, para quien pone más y mejor empeño, ver que quienes no ponen ninguno evitan todo riesgo y reciben el mismo trato. Por eso es tan importante fomentar los procesos de iniciación, la transparencia de las prácticas, la publicidad de los resultados, las recompensas simbólicas. Soy de la opinión, en particular, de que no son los incentivos económicos (aunque a nadie le disgusten –a mí tampoco), sino los incentivos morales, los que pueden elevar la moral del profesorado. No sólo de pan vive el profesor.
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EL OJO

11 HÁBITOS DE UN PROFESOR EFECTIVO

Consejos para docentes que quieren hacer sus clases más divertidas para sus alumnos y para ellos mismos.

Carrie Lam, educadora canadiense afirma que “una labor muy apreciada es la del maestro que se apasiona por la enseñanza, el docente que es feliz todo el tiempo con su trabajo, aquel que los niños amarían tener, y que sus alumnos recuerdan por el resto de sus vidas”. Según Lam estos once trucos le ayudarán a cualquier profesor a ser más efectivo.




1 - Disfrute enseñando. A pesar de los horarios extenuantes, el trabajo en los salones de clase debe ser para disfrutarlo. Usted será un maestro efectivo si le pone corazón a su labor, no puede esperar que sus alumnos se diviertan si usted no lo hace. No se limite a leer textos: promueva que sus estudiantes participen en la lectura. Disfrute cada momento con sus alumnos.

2 - Haga la diferencia. Hay un dicho que dice: "si tiene gran poder, tiene más responsabilidad". Como maestro, usted necesita recordar la responsabilidad de su profesión. Una de sus metas debe ser “hacer la diferencia”: haga sentir especiales a sus alumnos desde el momento que ingresen a las aulas. Incluso, ofrézcales su correo electrónico para resolver dudas cuando ellos estén haciendo tareas en casa.

3 - Actúe positivamente. Lleve buena energía diariamente al salón de clase. No olvide sonreír. Deje los problemas afuera. No importa si usted está desanimado, triste o si no ha dormido mucho, sus estudiantes no tienen que conocer sus frustraciones.

4 - Conéctese con sus alumnos. Esta es la parte más importante para ser un maestro efectivo. Deje que sus estudiantes conozcan sus habilidades e intereses y entérese de los de ellos. Citar a los padres no debe ser una obligación sino un honor, éstos deben ser llamados para compartirles tanto los problemas como los logros de sus hijos.

5 - Dé el 100 por ciento. Enseñe por el amor que le tiene a su profesión y no porque se sienta obligado a ello. Inspire a los demás con su buena labor.

6 - Sea organizado. Organice con tiempo y cuidadosamente las actividades. Haga una lista de lo que necesita y un cronograma.

7 - Tenga la mente abierta. Usted trata con diferentes tipos de personas: padres de familia, estudiantes, directivos y personal administrativo, entre otros, así que usted está siendo criticado y analizado por ellos, por eso esté abierto a nuevas ideas y diferentes pensamientos.

8 - Fije estándares. Cree estándares de competitividad para usted y sus estudiantes. Indíqueles qué es aceptable y qué no. Ponga reglas de juego claras.

9 - Busque inspiración. Las nuevas tecnologías son grandes aliados, consulte temáticas de interés en espacios como YouTube, Facebook, blogs, Pinterest y portales de educación.

10 - Promueva el cambio. Evalúe fortalezas y debilidades y piense en estrategias de cambio.

11 - Construya espacios reflexivos. Piense en las actividades diarias y reflexione sobre qué haría la próxima vez para mejorar. Los seres humanos no son perfectos, por tanto si usted falla tiene derecho a reivindicarse.
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LIBERTAD

SOY UN GRAN AFORTUNADO: SOY MAESTRO

Un artículo de Óscar González, profesor de Educación Primaria, escritor, asesor educativo y conferenciante.

Pues sí, así me considero: el más afortunado por poder dedicarme a aquello que más me gusta. Soy maestro. Por este motivo mi entrada de hoy quiero dedicarla a todas las MAESTRAS y MAESTROS que se dedican a la tarea más valiosa y apasionante, capaz de cambiar el mundo: la educación de nuestros hijos y alumnos. En mi libro "365 propuestas para educar" destaco algo muy importante: el valor que atesora la educación es único. Se trata del motor de cambio de nuestra sociedad.

Sólo a través de la educación conseguiremos transformar la sociedad haciendo de éste un mundo más justo, sostenible y habitable. Y eso es gracias a la tarea silenciosa (y en ocasiones silenciada), desde el anonimato de los miles de maestras y maestros que trabajan a pie de aula cada día en nuestro país... Aquí puedes ver un vídeo en el que hablo de la importancia de la figura del maestro en la educación actual.

Como muy bien destaca José Antonio Marina en su famoso Homenaje al Maestro: "A los adultos nos invade muchas veces el desaliento ante el futuro, un cierto cansancio de lo porvenir. Entonces deberíamos recordar la figura del maestro, que es el profesional de la esperanza, el incansable, humilde y magnífico cuidador del futuro. Con la misma tenacidad con que el árbol florece en primavera, él volverá a enseñar que dos por dos son cuatro".

El buen profesor es aquel que además de enseñar aprende de sus alumnos. Es por ello que me gustaría compartir contigo algunas citas para la reflexión:

* "Enseñar es aprender dos veces" (Joseph Joubert)
* "Si quieres aprender, enseña" (Cicerón).
* "El maestro, ése que siempre recordamos, "nuestro maestro", no solo influye, sino que marca en gran medida nuestra vida" (Javier Urra)
* "No hay maestro que no pueda ser discípulo" (Baltasar Gracián)

El motivo principal de esta entrada era compartir contigo el siguiente texto de John W. Schlatter que deberíamos tener cerca leer cada día todos aquellos que nos dedicamos a esta apasionante tarea para recordar y recordarnos a nosotros mismos que somos unos auténticos privilegiados. Es un texto que debería circular por todos los centros educativos. Que no se nos olvide, que no se nos agote la ilusión. Nuestros alumnos merecen lo mejor de nosotros. Ofrezcámosles nuestra mejor versión... Porque, ¿qué sería del mundo sin los maestros?

SOY MAESTRO

Nací en el mismo momento en que una pregunta brotó de los labios de un niño por primera vez.

He sido muchos hombres y mujeres en muchos lugares.

Soy Sócrates cuando estimulaba a los jóvenes atenienses a hacer preguntas para descubrir ideas nuevas.

Soy Anne Sullivan, la institutriz que con sus dedos tecleó los secretos del universo en la palma abierta de Hellen Keller, sorda, ciega y muda.

Soy Esopo y Hans Christian Andersen, y otros que revelaron la verdad al mundo en sus innumerables cuentos y relatos.

Soy Marva Collis cuando luchaba por el derecho de todos los niños a recibir educación.

Soy Mary McCloud Bethune, la que construyó una gran escuela superior para mi pueblo, usando como pupitres cajones de naranjas vacíos.

Soy también Bel Kaufman, empeñado en Subir por la escalera que baja.

Los nombres de quienes han practicado mi profesión resuenan como personajes inolvidables para la humanidad: Booker T. Washington, pedagogo y reformista negro estadounidense, Buda, Confucio, Ralph Waldo Emerson, Leo Buscaglia, Moisés y Jesús.

También soy uno de aquellos cuyos nombres y rostros han sido olvidados hace ya mucho tiempo, pero cuyo carácter y cuyas lecciones serán siempre recordados en los logros de sus discípulos.

He llorado de alegría en las bodas de mis antiguos alumnos, me he regocijado ante el nacimiento de sus hijos y, con la cabeza baja, he guardado el silencio del dolor y de la confusión ante tumbas prematuramente abiertas para cuerpos demasiado jóvenes.

En el transcurso de un día me han llamado para que fuera actor, amigo, enfermero y médico, entrenador, buscador de objetos perdidos, prestamista de dinero, taxista, psicólogo, sustituto de padres o madres, vendedor, político y portador de la fe.

A despecho de mapas, cartas, fórmulas, verbos, relatos y libros, en realidad no he tenido nada que enseñar, porque en realidad mis alumnos sólo se han tenido a sí mismos como tema de estudio, y sé que para decirte quién eres necesitas nada menos que el mundo entero.

Soy una paradoja. Hablo en voz más alta cuanto más escucho. Mis dones más importantes se encuentran en lo que estoy dispuesto a recibir, con agradecimiento, de mis discípulos.

La riqueza material no es uno de mis objetivos, pero soy un investigador a tiempo completo en mi búsqueda de nuevas oportunidades para que mis alumnos usen sus talentos, y en mi constante ir en pos de aquellos talentos que en ocasiones permanecen sepultados bajo la autodestrucción.

Soy el más afortunado de todos los trabajadores.

En un momento mágico, a un médico le es concedido abrir a un nuevo ser las puertas de la vida. A mí me ha sido dado vigilar que la vida renazca día tras día con preguntas, ideas y nuevas amistades.

Un arquitecto sabe que si edifica con cuidado, las estructuras que erige pueden durar siglos. Un maestro sabe que si construye con amor y honestidad, lo que construye durará eternamente.

Soy un guerrero que día tras día libra una batalla contra la presión, la negación, el miedo, el conformismo, los prejuicios, la ignorancia y la apatía de los padres. Pero cuento con grandes aliados: la inteligencia, la curiosidad, el apoyo de los padres, la individualidad, la creatividad, la fe, el amor y la risa, dispuestos todos a defender mi estandarte con apoyo indomable.

A quién si no a vosotros, la gente, los padres, tengo que agradecer esta vida maravillosa que tengo la fortuna de vivir. Porque vosotros me habéis hecho el gran honor de confiarme la mayor contribución que habéis hecho a la eternidad: vuestros hijos.

Por eso tengo un pasado rico en recuerdos y un presente que es un venturoso y agradable desafío: porque me ha sido dado pasar mis días con el futuro.
Soy maestro... y se lo agradezco a Dios cada día.

"Enseñar no es sólo una forma de ganarse la vida sino que es, sobre todo, una forma de ganar la vida de los otros"
(Emilio Lledó)
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historia

EL ESTRÉS DOCENTE: UN HECHO AL QUE CASI NADIE PARECE IMPORTAR.

Un artículo de Mel Elices Agudo, Educadora Infantil y futura pedagoga.

Desgraciadamente, cada vez más docentes sienten en su trabajo ese malestar personal, esa sensación de no servir para nada, de que su esfuerzo no es reconocido como debería serlo, y que en muchas ocasiones se le exige hacer cosas que no son ni mucho menos de su competencia. Además, muchos de ellos tienen que soportar y aguantar escenarios de presiones y reuniones con familias poco respetuosas y maleducadas. Igualmente, se puede dar el caso de que algunos de ellos no tengan buenas relaciones con los demás compañeros del centro y que se sientan desplazados del grupo. Si al tiempo que dedica el docente a estar en clase, le sumamos el que invierte en corregir exámenes, trabajos, actividades y preparar las clases de toda la semana, podríamos decir perfectamente, que es un trabajo que genera un estrés elevado. Y sí, así es, pero a la mayoría de las personas parece no importarle.

Me parece a mí, que todavía se cree en el rol de los maestros de las civilizaciones clásicas: ese rol que definía al docente como un “semidios”, que todo lo sabía, que sabía darle explicaciones a casi todas las cosas, y uno de los seres más sabios e inteligentes del lugar. Así pues, se defendía que los profesores podían con todo y que en ningún momento podrían necesitar ayuda de vez en cuando. Esa creencia era absurda hace décadas y lo sigue siendo ahora. Los docentes son personas de carne hueso (oh, qué gran sorpresa), que sienten y padecen. Y que en más casos de los que les gustarían, sufren un malestar que posiblemente no sepan explicar. Ese malestar, no provoca únicamente estrés (que ya es suficiente), sino que puede desembocar en fatigas, excesivo cansancio, dolores musculares, dolor de huesos, de cabeza, problemas al conciliar el sueño, en la alimentación, en sus relaciones personales e incluso en una depresión laboral.

Estas situaciones, como os podéis imaginar no han suscitado demasiada importancia en los medios. Ni siquiera en los centros educativos. Son muy pocos colegios o institutos los que hacen algo para evitar lo anteriormente citado. La mayoría de programas, de actividades, de reuniones son en referencia a los alumnos, y eso está bien. ¿Pero quién “cuida” a los docentes? ¿Quién se encarga de su bienestar en el trabajo? Sí, la respuesta más sencilla es que ellos mismos. Pero es que ellos mismos, en muchas ocasiones se sienten tan agotados y menospreciados que no tienen ni ánimos para motivarse por sí solos. Muchos, por ejemplo, no han desarrollado habilidades para enfrentarse a estos conflictos, o no están preparados para una situación concreta. Algunos, se implican demasiado con los alumnos y les termina afectando también a ellos.

Desgraciadamente, más personas de las que me gustaría, se estarán preguntando: “estrés docente, ¿es eso posible?”. Parece ser que algún sector de la sociedad española, todavía no se ha dado cuenta que el personal educativo es uno de los peores reconocidos y tratadas desde hace algunos años. ¿Qué puede provocar entonces ese malestar en los docentes? A mí se me ocurren un montón de cosas a exponer:

* Muchos alumnos para un único profesor: pues sí, en muchas ocasiones, hay aulas compuestas por 30 alumnos para un único docente. ¿Es eso normal? No, por supuesto que no. Habitualmente, el maestro o profesor se encuentra sólo en clase. Tiene que enfrentarse a estudiantes diferentes, con distintas habilidades y capacidades, con ritmos de aprendizaje muy dispares, y con un sin fin de intereses. Cada día, tiene que adaptar sus clases, tiene que centrarse en todos los alumnos y dejar a un lado esa atención personalizada e individualizada que muchos centros dicen tener y muchos padres quieren que se dé. ¿Pero cómo se va a llevar a cabo ese deseo? Para llegar a esa cumbre, haría falta por lo menos tener a tres docentes por aula todos y cada uno de los días. ¿Estarían dispuestas las autoridades a eso? No, me temo que no.

* Lo que se aprende en la universidad, está lejos de ser práctico: es cierto, los que estudian magisterio no aprenden a tratar las dificultades de aprendizaje, por ejemplo. Y tampoco las necesidades específicas de los alumnos. En muchos casos, los docentes se encuentran con estudiantes de altas capacidades y no saben qué hacer. No por falta de capacidad ni de habilidades, sino simplemente porque no les han enseñado. Pueden tener apuntes, pueden saberse la teoría de memoria. ¿Pero qué pasa en la práctica? Y se sienten perdidos.

* Seamos sinceros; no todos los alumnos tienen ganas de aprender: pues sí, es de sobra conocido, que muchos alumnos presentan falta de interés y poca motivación. Que se sienten desanimados y que no tienen ganas de aprender cosas nuevas. El docente, se esforzará en crear un innovador y atractivo proceso de enseñanza-aprendizaje, para llamar la atención de los estudiantes, pero hay veces que las expectativas no se cumplen y no se ha generado el clima ni la actitud que ellos esperaban.

* Sí, hay familias que insultan a los docentes. Y no sólo en una ocasión: desgraciadamente, hay familias que culpan a los maestros de todo lo que le pase a sus hijos. Se crea un escenario de críticas, de malas palabras, de acusaciones y de ofensas hacia el profesor. Hay padres, que están lejos de ser personas civilidades y con buena comunicación. Y algunos de ellos, pueden llegar a insultos e incluso a acosar al profesor.

* Los futbolistas son más importantes que los docentes: ya se puede dar el caso de que un profesor haya hecho algún logro importante, que seguramente no será reconocido por las demás personas ni por los medios de educación. Hay muchos docentes que cada día se esfuerzan y dan lo mejor de sí mismos para los alumnos. Pero claro, da más audiencia que Cristiano Ronaldo haya dejado a su novia.

¿Hay algo que se puede hacer al respecto? Evidentemente, sí. Los expertos dicen, que practicar deporte en cualquier situación de estrés es beneficioso, ya que reduce el riesgo de ansiedad. Evidentemente, los docentes necesitan tiempo para ellos mismos, y en muchas ocasiones, ese tiempo de ocio o de estar con sus familias y amigos, lo dedican a corregir exámenes, trabajos, actividades o a preparar las clases, y eso les genera más sensación de malestar. No se debería dar casos en que los maestros dejaran de hacer cosas que les gustan por exceso de trabajo (ojo, ni los maestros ni ningún trabajador). También, es muy importante que el docente fomente su autoestima y que potencie las actitudes positivas que tenga a lo largo del día. Que sea consciente de los obstáculos que ha superado y de que su esfuerzo ha merecido la pena. Y que por supuesto, en situaciones límites que no sepa cómo actuar (porque… ¡oh, madre mía!, el docente no lo sabe todo), pida ayuda a los pedagogos, directores y demás personal educativo del centro.

Como es obvio, desde el propio centro también se pueden plantear diversas actividades para reducir el estrés docente en las aulas, como por ejemplo diferentes cursos de formación, reuniones mensuales para que los maestros hablen de sus experiencias, de sus dudas, de sus inquietudes, fomentar la comunicación y la relación entre el personal educativo creando grupos de trabajo y de colaboración entre ellos, apoyándose en las situaciones y casos en las que sean posible. Quizás, empezando por eso, los docentes se sentirían valorados por el lugar del trabajo, y estarían más motivados en las clases. Pero, ya sabemos que en gran parte de los colegios, institutos y universidades, realizar esos programas, les parece una pérdida de tiempo, y en muchas ocasiones, los propios docentes se ven obligados a buscar ayuda externa para no verse superados.

Aunque a la gente le cueste creerlo, la docencia es una de profesionales que más estrés produce. Muchos psicólogos dicen que el número de maestros que pasan por sus consultas está ascendiendo a un ritmo vertiginoso. Algunos de ellos, afirman haber pasado por depresiones provocadas por el exceso de trabajo y el poco reconocimiento y estima que se les tiene. Lo que es cierto, es que como la mayor parte de la sociedad sigue sin darse cuenta de lo que realmente llegan a hacer los profesores, como no son conscientes de su implicación con los alumnos, me temo que este problema tardará en solucionarse y que estará presente durante varios años más. Además, como viene siendo habitual, estas situaciones pasarán desapercibidas por la mayor parte de las personas. Pero, ¿no son los docentes superhéroes camuflados? Pues no, señores míos, está claro que no lo son.
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fenomenología

¿DE QUÉ SIRVE EL PROFESOR? (Artículo-homenaje a Umberto Eco)

Un artículo de Umberto Eco para La Nación.

¿En el alud de artículos sobre el matonismo en la escuela he leído un episodio que, dentro de la esfera de la violencia, no definiría precisamente al máximo de la impertinencia... pero que se trata, sin embargo, de una impertinencia significativa. Relataba que un estudiante, para provocar a un profesor, le había dicho: "Disculpe, pero en la época de Internet, usted, ¿para qué sirve?"

El estudiante decía una verdad a medias, que, entre otros, los mismos profesores dicen desde hace por lo menos veinte años, y es que antes la escuela debía transmitir por cierto formación pero sobre todo nociones, desde las tablas en la primaria, cuál era la capital de Madagascar en la escuela media hasta los hechos de la guerra de los treinta años en la secundaria. Con la aparición, no digo de Internet, sino de la televisión e incluso de la radio, y hasta con la del cine, gran parte de estas nociones empezaron a ser absorbidas por los niños en la esfera de la vida extraescolar.

De pequeño, mi padre no sabía que Hiroshima quedaba en Japón, que existía Guadalcanal, tenía una idea imprecisa de Dresde y sólo sabía de la India lo que había leído en Salgari. Yo, que soy de la época de la guerra, aprendí esas cosas de la radio y las noticias cotidianas, mientras que mis hijos han visto en la televisión los fiordos noruegos, el desierto de Gobi, cómo las abejas polinizan las flores, cómo era un Tyrannosaurus rex y finalmente un niño de hoy lo sabe todo sobre el ozono, sobre los koalas, sobre Irak y sobre Afganistán. Tal vez, un niño de hoy no sepa qué son exactamente las células madre, pero las ha escuchado nombrar, mientras que en mi época de eso no hablaba siquiera la profesora de ciencias naturales. Entonces, ¿de qué sirven hoy los profesores?

He dicho que el estudiante dijo una verdad a medias, porque ante todo un docente, además de informar, debe formar. Lo que hace que una clase sea una buena clase no es que se transmitan datos y datos, sino que se establezca un diálogo constante, una confrontación de opiniones, una discusión sobre lo que se aprende en la escuela y lo que viene de afuera. Es cierto que lo que ocurre en Irak lo dice la televisión, pero por qué algo ocurre siempre ahí, desde la época de la civilización mesopotámica, y no en Groenlandia, es algo que sólo lo puede decir la escuela. Y si alguien objetase que a veces también hay personas autorizadas en Porta a Porta (programa televisivo italiano de análisis de temas de actualidad), es la escuela quien debe discutir Porta a Porta. Los medios de difusión masivos informan sobre muchas cosas y también transmiten valores, pero la escuela debe saber discutir la manera en la que los transmiten, y evaluar el tono y la fuerza de argumentación de lo que aparecen en diarios, revistas y televisión. Y además, hace falta verificar la información que transmiten los medios: por ejemplo, ¿quién sino un docente puede corregir la pronunciación errónea del inglés que cada uno cree haber aprendido de la televisión?

Pero el estudiante no le estaba diciendo al profesor que ya no lo necesitaba porque ahora existían la radio y la televisión para decirle dónde está Tombuctú o lo que se discute sobre la fusión fría, es decir, no le estaba diciendo que su rol era cuestionado por discursos aislados, que circulan de manera casual y desordenado cada día en diversos medios -que sepamos mucho sobre Irak y poco sobre Siria depende de la buena o mala voluntad de Bush. El estudiante estaba diciéndole que hoy existe Internet, la Gran Madre de todas las enciclopedias, donde se puede encontrar Siria, la fusión fría, la guerra de los treinta años y la discusión infinita sobre el más alto de los números impares. Le estaba diciendo que la información que Internet pone a su disposición es inmensamente más amplia e incluso más profunda que aquella de la que dispone el profesor. Y omitía un punto importante: que Internet le dice "casi todo", salvo cómo buscar, filtrar, seleccionar, aceptar o rechazar toda esa información.

Almacenar nueva información, cuando se tiene buena memoria, es algo de lo que todo el mundo es capaz. Pero decidir qué es lo que vale la pena recordar y qué no es un arte sutil. Esa es la diferencia entre los que han cursado estudios regularmente (aunque sea mal) y los autodidactas (aunque sean geniales).

El problema dramático es que por cierto a veces ni siquiera el profesor sabe enseñar el arte de la selección, al menos no en cada capítulo del saber. Pero por lo menos sabe que debería saberlo, y si no sabe dar instrucciones precisas sobre cómo seleccionar, por lo menos puede ofrecerse como ejemplo, mostrando a alguien que se esfuerza por comparar y juzgar cada vez todo aquello que Internet pone a su disposición. Y también puede poner cotidianamente en escena el intento de reorganizar sistemáticamente lo que Internet le transmite en orden alfabético, diciendo que existen Tamerlán y monocotiledóneas pero no la relación sistemática entre estas dos nociones.

El sentido de esa relación sólo puede ofrecerlo la escuela, y si no sabe cómo tendrá que equiparse para hacerlo. Si no es así, las tres I de Internet, Inglés e Instrucción seguirán siendo solamente la primera parte de un rebuzno de asno que no asciende al cielo.

(Traducción: Mirta Rosenberg)
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Los amos del mundo

LOS MALES DEL TRABAJO DOCENTE

Un artículo de Fabio Montero.

En el imaginario popular se considera todavía que la profesión de enseñar no entraña riesgos: “La realidad demuestra que no hay nada más equivocado”, aclara un profesor. Enfermedades físicas, mentales y aun estacionales lo ponen en evidencia. Los docentes, como cualquier colectivo de trabajadores, están expuestos a riesgos derivados de su actividad laboral que se definen como enfermedades profesionales. Muchas de ellas han sido registradas con el tiempo como consecuencia de nuevas exigencias laborales, reclamos gremiales y hasta el propio reconocimiento del docente como trabajador.



Las enfermedades profesionales son las adquiridas en virtud de un trabajo realizado por cuenta ajena, que se encuentran reconocidas por el derecho. Junto a los accidentes de trabajo, integran un grupo de adversidades que se conoce como contingencias profesionales y se diferencian de las afecciones comunes.

Están expresadas en un listado que puede ser modificado por la aparición de dolencias que no estaban reconocidas. Esto parte de causales que están determinadas por las condiciones en que el trabajador desarrolla su actividad laboral. Entre las lesiones más frecuentes se encuentran las físicas, psíquicas, biológicas y químicas y están definidas por el tipo y contexto de trabajo en que se desarrollan.

En la Argentina, las enfermedades profesionales incluidas en el listado oficial son reconocidas por el Ministerio de Trabajo. Esto garantiza el derecho a licencias e indemnizaciones. Por otra parte, debe quedar establecido que el daño al organismo fue producido por la acción del trabajo, y no por una enfermedad preexistente.

La complejidad derivada de las enfermedades de la profesión es que el trabajo no es sólo el lugar donde una persona realiza su acción laboral. Es un espacio regulador y ordenador del individuo, donde, además, se establecen vínculos sociales que pueden determinar ocasionales daños físicos y principalmente psíquicos.

Desde sus orígenes, la escuela ha sido mucho más que un ámbito de trabajo. El mandato social, político y cultural puso el trabajo de los docentes en un plano laboral que excede lo puramente educativo. En este sentido, las enfermedades profesionales se diversificaron en cantidad y se hicieron tan complejas como difíciles de reconocer por los empleadores.

Por otra parte, el maestro forma parte de la comunidad, y como tal es afectado por todo el devenir histórico y social. Las crisis recurrentes en la Argentina rompen las redes de contención y derraman malestar hacia todos los sectores. Las aulas suelen ser espacios de catarsis y resonancia de fastidios que afectan la relación vincular entre alumnos, padres, maestros y directivos y complejizan la calidad laboral.

“La salud es un derecho social básico y universal y su apropiación es un camino hacia la mayor libertad del hombre. Hoy tendemos a pensar que una persona se enferma siendo parte de una comunidad donde vive (emergente). Una comunidad es parte de la aparición, desarrollo y término del padecer de una persona, del enfermar y del curar. También es su forma de morir. Los indicadores de salud muestran que los individuos menos favorecidos socialmente están más expuestos a enfermar y en tanto las sociedades posean su tejido social dañado, más sujetas están a ser cuna de patologías”, sostiene la psicóloga Mirta Videla.

Durante mucho tiempo, la dualidad de la profesión, entre una actividad vocacional desarrollada principalmente por mujeres cuyo sueldo “aportaba” al ingreso familiar y maestros que pasaron a ser único sostén familiar, ha llevado a los docentes a registrar su condición de trabajadores, y en este sentido, a reconocer enfermedades que antes estaban negadas.

La contradicción entre trabajo manual e intelectual también influyó en la manera en que el docente comenzó a recorrer el camino de su reconocimiento como trabajador. El mandato social e ideológico con que la escuela fue diseñada (educadora del pueblo, etcétera) puso a los maestros en una jerarquía social que, en un principio, los alejó de su condición de asalariados.

El profesor Sergio Nadur sostiene que “siempre ubicaron al docente como agente reproductor (más crítico o más conductista) pero nunca, jamás, lo ubicaron en el papel de trabajador”.

“Esto también se debe a una transmisión ideológica por aquello del tan machacado «espíritu sarmientino: la escuela como segundo hogar, y la maestra, como segunda madre». Este imaginario popular, que la sociedad tomó como cierto, hace negar la condición de trabajador que los docentes tienen”, añade.

Una adecuada salud laboral también tiene que ver con las condiciones de higiene y seguridad del lugar de trabajo. Las escuelas con carencias importantes como edificios derruidos, deficiencias en el agua potable, falta de sanitarios adecuados, instalaciones eléctricas precarias o condiciones de excesivo frío y calor en las aulas, atentan contra la salud de los trabajadores y su entorno, generando condiciones deficientes y hasta riesgosas de trabajo.

Otra situación de enfermedades profesionales generada en el ámbito escolar está relacionada con la jornada extendida de trabajo. La particularidad del docente es que su acción laboral no termina cuando sale de la escuela. El trabajo de corrección, preparación de clases, búsqueda de materiales educativos, etcétera prolonga el período de labor más allá de las aulas. Generalmente, ésta no es una responsabilidad reconocida, que no sólo extiende su horario laboral sino que reduce el tiempo de descanso al que todo trabajador debe acceder.

La salud laboral de los docentes también está vinculada con lo que se denomina el “local de trabajo”. Para muchos, el lugar de trabajo es múltiple y en ese contexto recorren varios establecimientos educativos para dar clases. Esta situación obliga al trabajador a readaptarse a los distintos lugares, agregando una cuota de estrés que afecta su salud emocional.

Un trabajo realizado por la Secretaría de Asuntos Sociales del gremio de los maestros de Santa Fe sostiene que la carga de exigencia mental en el trabajo adquiere cifras alarmantes, alcanzando niveles de estrés y depresión que se incrementan en aquellos docentes que pasan los 40 años.

“Una mención especial –dice el trabajo– merece el burnout o síndrome del «quemado», que es el tipo de respuesta prolongada a los estrés emocionales e interpersonales crónicos en el trabajo. No es una enfermedad, sino que caracteriza el tipo de respuesta, la cual se define operacionalmente como el resultado de tres componentes: agotamiento emocional (sensación de estar emocionalmente sobrepasado y de haber agotado los recursos emocionales), realización personal (sensación de logros y competencias en el trabajo) y despersonalización (sensación de una respuesta insensible y distante a los receptores del servicio, componente que es mejor conceptualizarlo como endurecimiento emocional)”.

El estudio señala como dolencias más frecuentes: los problemas de salud mental, salud en general y las enfermedades crónicas. Entre las enfermedades más comunes se encuentran los dolores de espalda, la angustia, el insomnio, las dificultades de concentración, disfonías, nódulos y várices. También son importantes las enfermedades estacionales como las gastritis, resfríos e hipertensión arterial, entre otras afecciones que genera el trabajo de maestro.

“Para el imaginario popular en general –sostiene el profesor Sergio Nadur– se considera todavía, y en forma errónea, que la profesión docente no entraña riesgos. La realidad demuestra que no hay nada más equivocado”.
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LA INTUICIÓN ESPIRITUAL

UNA BUENA Y UNA MALA NOTICIA

Un artículo de Fernando Truijllo, Profesor de la Universidad de Granada. Especialista en educación y enseñanza de idiomas.

Tengo dos noticias que daros: ¿por cuál queréis que empiece? Para no acabar el texto con mal sabor de boca, empezaré por la mala noticia.

Dependiendo de cómo enseñemos hay aprendizajes distintos, y más o menos duraderos. Cada manera de enseñar – es decir, cada manera de estar en clase, de proporcionar información y feedback, o de promover unas actividades u otras – supone poner en funcionamiento, por parte del estudiante, maneras distintas de aprender con consecuencias lógicamente distintas.


Esta conclusión de sentido común es a la que llega John Hattie, uno de los autores más de moda en el contexto educativo anglosajón, tras una inmensa labor de revisión de investigaciones sobre aquellos factores que inciden en el aprendizaje: la mayor variación en resultados en nuestros sistemas educativos se debe al profesorado. El profesorado es el factor fundamental que determina las diferencias entre centros, y también las diferencias dentro del mismo centro.

A partir de ahí Hattie propone visibilizar el aprendizaje. Por un lado, invoca la figura del docente evaluador de su propia práctica, que se detiene a contemplar junto a sus compañeros y compañeras cuál es el impacto de su trabajo en el aprendizaje de sus estudiantes y con esa información toma decisiones de mejora. Por otro lado, Hattie defiende la necesidad de ayudar a que los estudiantes sean conscientes de qué sentido tiene lo que están aprendiendo, cuáles son los objetivos planteados, cómo pueden alcanzarlos y si, finalmente, los han alcanzado: el aprendizaje debe ser algo visible para quien aprende también.

La mala noticia es que ni nuestra tradición ni el ritmo actual de la profesión favorecen la visibilización del aprendizaje. Nuestra tradición dictamina que cada docente impone en la clase su estilo de enseñanza, aunque este esté más relacionado con atavismos que con evidencias. Enseñar como nos enseñaron nuestros maestros y maestras cuando todo ha cambiado a nuestro alrededor es hoy un buen precedente para el fracaso más que una garantía para el éxito.

Por otro lado, vivimos una escuela de la prisa. Muchos compañeros y compañeras se quejan de que el tiempo de clase es insuficiente y de que los pasillos son pistas de carrera entre una clase y otra. En este vaivén, la formación permanente del profesorado no ha sido capaz de generar la visibilización del aprendizaje que pide John Hattie porque ha estado más centrada en la actualización de conocimientos que en la reflexión sobre la práctica, de igual forma que también la formación on-line, hoy tan en boga, está más preocupada por transmitir información que por generar una comunidad de práctica reflexiva y dialogante. Por último, la escasez en las plantillas y el aumento de la ratio, fruto de las políticas de austeridad aplicadas a la Educación, tampoco favorecen la observación o la reflexión en el centro educativo.

Y ahora llega el momento de las buenas noticias.

La buena noticia es que nuestros alumnos y alumnas aprenden, sea cual sea la manera que tengamos de enseñarles. Nuestros estudiantes son dispositivos inteligentes bien diseñados para el aprendizaje, incluso en la peor de las circunstancias. Vivir es, inevitablemente, aprender.

Sin embargo, el reto es que aprendan bien, aprendan mucho, aprendan todos y aprendan de manera duradera, y ahí es donde llegan los problemas: no siempre aprenden lo que queremos ni quienes queremos ni, por supuesto, cuanto queremos, y con mucha frecuencia el aprendizaje es efímero y solo basta una noche para que lo que se memorizó para el examen del día anterior se difumine a la mañana siguiente.

Decía Francisco Giner de los Ríos en un texto de 1887 titulado Lo que necesitan nuestros aspirantes al profesorado que “en cosas de educación, no hay recetas”. Más de un siglo después, Hattie repite, en su libro Visible Learning for Teachers, que “no hay recetas fijas que garanticen que la enseñanza tenga el máximo efecto posible en el aprendizaje de los estudiantes ni tampoco un conjunto de principios que se apliquen a todo el aprendizaje de todos los estudiantes, pero sí hay prácticas que sabemos que son efectivas y muchas prácticas que sabemos que no lo son.” En nuestras manos está usar unas u otras prácticas y, después, mirar con frialdad nuestro retrato para ver qué estamos haciendo y qué estamos consiguiendo cada día en nuestras aulas. A muchos, como a Dorian Gray, les ha caducado el retrato y no quieren verlo.
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CONSPIRACIONES

10 FRASES DE WAYNE DYER QUE TE AYUDARÁN A EDUCAR MEJOR

Un artículo de óscar González.

Frases y citas del Dr. Wayne Dyer hay muchísimas, muy variadas y de gran valor. Solo tienes que hacer la prueba: busca “citas Wayne Dyer” en Google y verás la respuesta… Mi intención con esta entrada ha sido buscar y seleccionar para ti aquellas que considero más valiosas para ayudarnos a educar mejor a nuestros hijos y gozar en cada etapa del recorrido por la senda de la paternidad.


Para mi Wayne Dyer ha sido (y es) una referencia, una fuente de inspiración, un verdadero maestro del pensamiento. Frecuentemente acudo a sus escritos para profundizar, meditar y aprender en este camino de la vida. Me gusta aprender de las personas que inspiran y transforman el mundo y Wayne Dyer es una de ellas. Estas son las10 citas que he elegido para ti. ¿Quieres conocerlas? Vamos allá:

10 FRASES DE WAYNE DYER QUE TE AYUDARÁN A EDUCAR MEJOR

1 - “Con el fin de obtener resultados positivos con los niños- con cualquiera, para el caso- has de repetir, repetir y volver a repetir. Debes reiterar algo para que se convierta en un hábito positivo”.

PACIENCIA: Para educar precisamos de paciencia. Como afirma Bernabé Tierno “educar es sembrar y saber esperar” y ahí está la clave: debemos saber esperar y no querer obtener resultados inmediatos. No existen recetas mágicas para educar pero sí un consejo que es clave: insiste y ten paciencia...

2 - “La mayoría de nosotros no sabemos qué hacer para enseñar a los niños a disfrutar de la vida, porque nosotros mismos no conocemos ese simple secreto”.

DISFRUTAR DE LA VIDA: Debemos educar a nuestros hijos para que aprendan a disfrutar de la vida. Lo que ocurre es que nosotros no podemos ofrecer aquello que no poseemos. Aprender a disfrutar de la vida es una actitud y por tanto debeos ser un ejemplo para nuestros hijos en este sentido. La clave está en que les enseñemos a disfrutar del momento presente (algo que ellos ya hacen mucho mejor que nosotros) y no que estemos continuamente metiéndoles en la cabeza lo que tienen que ser en el futuro ofreciéndoles una errónea visión de lo que es el éxito.

3 - “Importa que seas coherente con tu propia vida si piensas ser un auténtico ejemplo para los niños”.

EJEMPLO: Como siempre destaco en mis sesiones de Escuelas de Padres, somos un ejemplo vivo para nuestros hijos, el espejo donde se miran. Por este motivo debemos trabajarnos a nosotros mismos para ser un buen ejemplo. Se trata de un trabajo interior. Los niños imitan aquello que ven, y sobre todo lo que ven en los adultos que somos su referencia. Por eso no podemos decirle al niño que haga una determinada cosa cuando nosotros somos los primeros que no la cumplimos.No podemos decir al niño que sea respetuoso con los demás cuando nosotros estamos continuamente faltando el respeto a todo el mundo.

4 - “Educar a la gente y crear naciones enteras donde la mayoría de la población esté compuesta por seres humanos nobles y felices. No puedo pensar en un legado mejor”.

FELICIDAD: Esa es la clave: educar para la felicidad. Coincido con el Dr. Dyer en que la educación es la clave del cambio: imagina un mundo de padres instruidos que crían y educan a sus hijos para que lleguen a ser personas “Sin Limitaciones”, una generación de seres emocionales estables, con elevados propósitos. El cambio en educación nos dará un cambio y una mejora de la sociedad.

5 - “Cuando un niño se acostumbra a quererse, a confiar y a tener un elevado concepto de sí mismo y a respetarse, no hay literalmente obstáculos para su total realización como ser humano”.

AUTOESTIMA: Para conseguir que nuestro hijo se valore y se quiera es necesario que los padres lo valoremos y destaquemos sus cualidades positivas. La mayor parte del tiempo estamos encontrando defectos en lo que hacen. Como destaca Henry David Toureau: "el que siempre está buscando defectos encontrará defectos hasta en el paraíso". Es decir, buscamos tantos defectos que al final los acabamos encontrando... Por tanto, debemos convertirnos en “buscadores de tesoros”. Tratar a tu hijo como si ya fuera lo que puede llegar a ser es la manera más eficaz de impulsar su confianza en sí mismo.

6 - “Sorprende a tus hijos cuando estén haciendo algo bien, y recuérdales lo fantásticos que son”.

VALORACIÓN: Tu hijos necesitan sentirse valorados para crecer sin limitaciones. Por tanto, reconócele las cosas cuando las haga bien. Este reconocimiento fortalecerá su voluntad para seguir en esa dirección.

7 - “Trata a los niños como seres humanos plenos, completos, que tienen tanto que enseñarte como tú a ellos”.

APRENDER: No se trata únicamente de educar a tus hijos sino que también aprendas de ellos. No les critiques o juzgues por el simple hecho de ser niños, trátalos con naturalidad y verás como cambian las cosas. Además conseguirás que se vean a sí mismos como personas valiosas e importantes. “Trata a tu hijo como te gustaría que te tratasen a ti. Trátalo con el mismo respeto, cariño y comprensión que exiges para ti. Trátalo de la misma forma que te gustaría que lo tratasen los demás. De este modo el niño percibirá el mensaje de que siempre queremos lo mejor para él”. Cualquier método educativo que no escuche al niño y lo trate con respeto está condenado al fracaso. Observa atentamente a tu alrededor y comprobarás la gran cantidad de faltas de respeto que se cometen con los niños. Y esto, lo queramos o no, tiene consecuencias...

8 - “Elimina el temor al fracaso, y ayuda a tus hijos a entender la diferencia entre fracasar en una tarea y ser un fracasado como persona”.

FRACASO: Para lograr esto debemos observar nuestra obsesión relacionada con los logros. La persona que rehúye el fracaso es aquella que no intenta nada y por tanto no se atreve a emprender nada en la vida. Si queremos educar hijos felices y sin limitaciones debemos hacer que aprendan el valor del fracaso.

9 - “Todo en la vida es elección. Incluso si los chicos han aprendido a culpar a los demás de sus problemas, todavía están haciendo elecciones”.

ELEGIR: Una difícil tarea de los padres es ayudar a sus hijos a entender este tema de tomar decisiones y elegir, diciéndoles una y otra vez que su libre voluntad es un derecho de nacimiento y recordándoles que deben mantener la capacidad de determinar cómo pensarán en la vida. Enséñales a controlar su vida interior y enséñales que siempre pueden elegir lo que decidan pensar. Esto les ayudará a ser personas con dirección interna.

10 - “Cuando usas la culpa para impulsar a tus hijos de cualquier edad a que se comporten como a ti te gustaría, o para que se sientan mal por algo que ya haya pasado, estás ayudándolos a que lleguen a angustiarse, y sean víctimas de las manifestaciones de la ansiedad ”.

CULPA: Puede que actuar de esta manera te proporcione resultados temporales e inmediatos pero a la larga conseguiremos que produzca sentimientos de ansiedad. Los padres podemos manipular a los hijos con la culpa y nos olvidamos que nuestros hijos si aprenden esto en algún momento pueden hacerlo también con nosotros. Por tanto, eliminemos la culpa en nuestra acción educativa con nuestros hijos si no queremos que estén cargados de una ansiedad permanente.
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3ª edición

LA PARTE MÁS DIFÍCIL DE SER PROFESOR

Un artículo de Peter Greene, profesor, escritor y bloguero en Curmudgucation.

Nunca te lo cuentan en la facultad, y apenas se comenta fuera de ella. Nunca aparece en películas ni en programas televisivos sobre la enseñanza. Los profesores rara vez sacamos el tema delante de personas ajenas al mundo educativo por miedo a que nos haga parecer débiles o incompetentes.



Valerie Strauss reunió una vez en el Washington Post una serie de citas para responder a la pregunta "¿Cuáles son las dificultades de enseñar?" y pidió que dejaran comentarios en la sección. Mi airada retahíla no encajaba bien ahí, así que he decidido publicarla aquí, porque se encuentra en el top ten de las cosas que nunca te explican en la escuela de magisterio.

Lo más difícil de enseñar es lidiar con esto:

- Nunca hay suficiente.

- Nunca hay suficiente tiempo.

- Nunca hay recursos suficientes.

- Nunca hay lo suficiente de ti.

Como profesor, sabes lo que tienes que hacer para que la clase sea perfecta. Sabes las tareas que debes poner. Sabes las recomendaciones que deberías dar a los alumnos. Sabes lo que tienes que aportar para la formación de cada individuo. Sabes todo el material y el contenido que deberías ofrecer. Sabes cómo, cuando surge un momento pedagógicamente aprovechable, lo recibes con una sonrisa y sueltas todo para que crezca y florezca.

Sabes todo esto, pero también te toca hacer cálculos. 110 redacciones sobre la visión de la muerte en el período romántico por 15 minutos para escribir en cada una comentarios bien razonados son... Espera, espera, ¿qué? NO PUEDE SER. Pues sí, más las pruebas de lengua para ver qué tal llevan la gramática y poner algún remedio antes de elaborar el examen definitivo de la unidad (con cinco minutos para evaluar cada uno). Claro, todo esto antes de que Chris hiciera ese comentario sobre Poe que nos dio la oportunidad perfecta para hablar sobre la influencia gótica, y antes de que Alex y Pat empezaran un buen debate sobre las influencias góticas en la actualidad. Sé que si quiero que mis alumnos escriban bien, deberían redactar algo al menos una vez por semana. Pero si voy a prepararlos para la vida real, yo también debo tener mi propia vida para resultar creíble.

Si vas a tomar el control de tu vida profesional, tienes que tomar algunas decisiones difíciles y deliberadas. ¿Qué sé que debería estar haciendo y que no voy a hacer?

Cada año, lo haces mejor. Lo haces más rápido, aprendes trucos, aprendes por dónde se puede cortar de forma segura. Predices mejor los baches que se pueden encontrar los alumnos por el camino. Un buen equipo administrativo te puede ser de gran ayuda.

Todos los días hay que priorizar. Tendrás que elegir las batallas, y siempre te perseguirán las cosas que sabes que deberías haber hecho y no hiciste. Dime el nombre de algún profesor que crea que tiene todo bajo control y no necesite cambiar nada para el año que viene, y te diré que es un profesor terrible. Los mejores maestros que he conocido pueden darte una lista exacta de lo que no hacen bien.

Y no todo el mundo puede sobrellevarlo. Hace unos años tuve una compañera que era genial dando clase. Pero ponía todos los deberes que creía que debía, y una vez, durante el período de exámenes, se pasó un día entero, durante 18 horas, sentada en casa corrigiendo redacciones. Era increíble, pero tuvo que dejar la enseñanza, porque lo de priorizar le partía el corazón. Por tanto, si llamas a mi puerta diciendo: "Has recibido un paquete de la editorial Pearson. Ábrelo, coge los materiales, lee el guión y cumple diariamente el horario establecido. Si lo haces, tu clase funcionará a la perfección", yo te miraré a los ojos y te preguntaré: "¿Estás fumado, eres estúpido o las dos cosas a la vez?"

Aquí tienes la metáfora del día.

Enseñar es como pintar una enorme mansión victoriana. Pero no tienes pintura suficiente. Y cuando llegas a alguna parte de la casa, resulta que la madera está estropeada y no se puede pintar directamente. Y cada hora llega un supervisor y te pide que bajes de la escalera y le digas por qué no progresas con más rapidez. Y algunos días, hace un tiempo terrible. Así que coges todo tu arte, y tus habilidades y tu experiencia para realizar una obra con la que la casa acabe en buen estado.

¿Y dónde situamos aquí a los reformadores de la escuela? Son aquellos que te dicen que usar una escalera te convierte en un perezoso, y que deberías trabajar sin ella. Son aquellos que cogen parte de tu pintura cada día para utilizarla de prueba sobre la madera deteriorada, sólo para asegurarse de que la pintura vale (claro, pero ahora tú tienes menos recursos). Son aquellos que se presentan después de haber acabado el trabajo y que dicen a los viandantes: "¿Ves lo bien que ha quedado esa parte? Pues es porque se han seguido mis instrucciones". Y, especialmente, son aquellos que, una vez que el trabajo se ha completado, dicen: "Eh, te has dejado ese trozo sin pintar justo ahí, en ese extremo".

No hay demasiado debate sobre este problema de lo insuficiente. Los profesores de las películas y de la tele nunca se lo plantean (esos sólo imparten una clase al día). Y los maestros odiamos sacar el tema porque sabemos que suena a queja caprichosa.

Pero todas las partes complejas de la enseñanza -las cuestiones técnicas de instrucción, planificación, individualización, tareas administrativas, adquisición de materiales, diseño de unidades educativas y evaluación-, todas esas cuestiones permanecen en la base de lo insuficiente.

Confía en nosotros. Aguantaremos. Nos las apañaremos. Encontraremos LA FORMA. Seguiremos haciéndolo aunque los que se supone que tienen que ayudarnos sigan igual en vez de intentar esforzarse más. Aunque no alcancemos la perfección, nos encaminaremos hacia ella. Pero si me preguntas qué es lo más difícil de enseñar, es esto lo que se lleva la palma.

No hay lo suficiente.

Este artículo se publicó originalmente en Curmudgucation.

Traducción de Marina Velasco Serrano
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10 CITAS DE RALPH W. EMERSON, EL POETA CON ALMA DE DOCENTE

Un artículo de Santiago Moll.

Ralph W. Emerson. ¡Qué profunda emoción me produce compartir contigo alguna de las mejores citas de este poeta con alma de docente! Leer a Ralph W. Emerson siempre es un aprendizaje continuo, un aprendizaje que sale de la honestidad y la coherencia de su pensamiento. Espero que las frases que comparto en este artículo te sirvan para descubrir a este gran escritor. ¿Quieres conocer cuáles son mis citas preferidas de Ralph W. Emerson? ¿Quieres descubrir al poeta con alma de docente? Pues no te entretengo más y doy paso a sus citas. Te aseguro que no te dejarán indiferente.




Pero, ¿quién es Ralph W. Emerson?

Para aquellos que no conozcáis a Ralph W. Emerson (Boston 1803-Concord 1888) deciros que se trata de un escritor, poeta y filósofo estadounidense que lideró a principios del siglo XIX el movimiento denominado trascendentalismo. Se trata de un pensador avanzado a su época por lo radical de algunos de sus pensamientos. Además, fue un firme defensor de la abolición de la esclavitud.

10 FRASES DE RALPH W. EMERSON PARA REFLEXIONAR SOBRE TU LABOR COMO DOCENTE

1 - El éxito consiste en obtener lo que se desea. La felicidad, en disfrutar lo que se obtiene.

Éxito y felicidad son dos palabras muy ligadas a la obra de Emerson. A mí me gusta mucho esta cita porque establece una diferenciación que no siempre se tiene en cuenta. Fíjate que cuando Emerson habla de éxito utiliza el verbo obtener, mientras que cuando habla de la felicidad emplea el verbo disfrutar. De ahí que me guste tanto esta cita, ya que incide especialmente sobre el goce, un goce que puedes trasladar a tus clases.

2 - Todo hombre que conozco es superior a mí en algún sentido. En ese sentido, aprendo de él.

Emerson da en esta cita una gran lección de humildad. Si la trasladamos al ámbito docente, me hace pensar que no tienes la verdad absoluta en el aula. ¿Qué significa esto? Pues que, si no te sientes superior a tus alumnos, serás capaz de aprender de ellos y con ellos. Como docente es tan importante enseñar como escuchar a tus estudiantes y tener la convicción de que algo se puede aprender de ellos.

3 - La creación de mil bosques está contenida en una bellota.

Seguramente esta es una de mis citas preferidas de Ralph W. Emerson. Y lo es porque en ella se esconde una bellísima imagen en la que la bellota eres tú y los miles de árboles que crecen en los bosques son tus alumnos que aprenden de tus enseñanzas en las aulas. A mí me gusta pensar que como docente eres la semilla capaz de germinar en el corazón de tus alumnos.

4 - Lo que más necesitamos es una persona que nos obligue a hacer lo que sabemos.

Si he elegido esta cita es porque a veces pienso que es muy necesario ponerse en la piel de los alumnos. Hacer este ejercicio te permite tener una visión radicalmente distinta de la que tienes por norma en el aula. Haciendo este esfuerzo es donde puedes sacar todo el potencial que se encierra en cada alumno, todo el potencial que puede llegar a saber cada uno de tus alumnos. Se trata de descubrir lo que podemos enseñar, de descubrir cuáles son las potencialidades de cada unos de tus alumnos.

5 - Lo que dejamos atrás y lo que tenemos por delante no son nada comparado con lo que llevamos dentro.

No hay pasado ni futuro en el presente. Si he elegido esta cita es porque de alguna manera está íntimamente ligada con la educación de las emociones. La inteligencia emocional es un tipo de inteligencia que cada uno de tus alumnos lleva dentro, es una inteligencia que no es pasado ni futuro, sino presente convertido en emoción. Descubrir lo que cada uno de tus alumnos lleva dentro en ese momento presente se me antoja, tal vez, el mayor reto al que deberás enfrentarte como docente.

6 - No ha aprendido lecciones de la vida quien diariamente no ha vencido algún temor.

Esta cita no habla sólo de miedos, también habla de la importancia de superar esos miedos. He seleccionado esta cita porque de alguna manera conecta con la denominada zona del miedo, una zona en la que como docente permaneces en el momento en que sales de tu zona de confort gracias al hecho de haber asumido nuevos retos y nuevos aprendizajes. Lo bueno de esa zona del miedo es que acaba por superarse mediante la toma de decisiones y su recompensa siempre beneficia a tus alumnos.

7 - ¿Cuál es la tarea más difícil del mundo? Pensar.

Otra preciosa cita de Ralph W. Emerson en la que puedes aprender la diferencia que existe en el aula entre el hacer y el ser. ¿Qué significa esto? Pues que en ocasiones como docente sólo te centras en el aula en lo productivos que pueden llegar a ser tus alumnos y te olvidas que como personas no sólo es importante lo que hacen, sino también en lo que se convierten, en lo que son y pueden llegar a ser. De ahí que insista tanto en la importancia de enseñar emociones en el aula a través del autoconocimiento y la reflexión. Porque pensar es ser.

8 - Más podemos decir de una persona por lo que ella dice de los demás que por lo que los demás dicen de ella.

Esta es una de esas citas con varias interpretaciones. Como docente lo que debes valorar no es lo que sabes, sino lo que eres capaz de aprender de los demás. Pero cuidado, tanto o más importante es aprender de los demás como compartir con los demas esos aprendizajes. Porque la educación de docente debe partir siempre de la generosidad.

9 - El valor, la buena conducta y la perseverancia conquistan todas las cosas y obstáculos que quieran destruirlas y se interpongan en su camino.

Para mí esta cita reflexiona sobre la importancia de la determinación, porque es la determinación la capacidad de superar todas las dificultades a medio o largo plazo. Personalmente creo que la escuela de hoy se preocupa por motivar a sus alumnos, cuando lo importante es enseñarles la determinación a partir de la superación de sus miedos mediante el valor y siempre con la solidez de unos buenos principios. Si quieres saber qué diferencia existe entre motivación y determinación no dejes de leer el siguiente el artículo del siguiente enlace.

10 - No vayas por donde el camino te pueda llevar, ve por donde no hay camino y deja tu estela.

Me he reservado esta última cita de Ralph W. Emerson porque seguramente es la que más me emociona cada vez que la leo. Sin duda se trata de una verdadera declaración de intenciones, un reto en el que como docente debes afrontar para asumir nuevos retos, para asumir nuevos aprendizajes que te conviertan en ese docente capaz de transformar e inspirar a tus alumnos. Y lo bueno para mí de ese camino es que no está trazado, sino que espera de tu valentía y, cómo, no, de tu determinación para crearlo y así otros docentes tengan la oportunidad de seguir la estela que has trazado.

Ralph W. Emerson, el poeta con alma de docente. A modo de conclusión.

Tal y como he dicho al principio, leer a Emerson es un aprendizaje continuo. Como lector y amante de la poesía me gusta pensar que en muchos versos están escondidos muchos pensamientos y reflexiones que se pueden aplicar a la práctica docente. Al menos esta ha sido la intención de esta entrada en la que espero que hayas tenido la oportunidad de descubrir a uno de mis poetas preferidos. Porque leer nos hace mejores.
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El virus de la desinformación

UN BUEN MAESTRO PUEDE LLEGAR A CAMBIARTE LA VIDA.

Un artículo de Mel, Educadora Infantil y futura pedagoga.

Con todo lo que está cayendo sobre el sistema educativo actual, con todas las broncas que están recibiendo los maestros y profesores sin tener culpa alguna, con la necesidad desesperada de hacer una reforma amplia en las aulas. Con todo eso, escribo este post para decir simplemente basta.


Sí, basta. Basta de culpar a los profesionales de la educación como si ellos fueran los malos, basta de mirar mal a los maestros, basta de oír insinuaciones tales como “los profesores no hacen prácticamente nada y tienen muchas vacaciones”, porque desgraciadamente las he escuchado. De verdad: basta ya. Ellos son los primeros que quieren un cambio, que quieren tener más libertad para aplicar sus metodologías y quieren poder tener los recursos adecuados para poder dar todo lo mejor a sus alumnos. Ellos son los primeros que salen a las calles para reclamar un sistema educativo en condiciones..

Estoy de acuerdo en que hay maestros y profesores que no tienen vocación, que únicamente se agarran a la carrera de Magisterio porque creen que es la más fácil y la que más salidas tiene. Pero seamos realistas, creo que de esas personas hay pocas. Yo, comparto la idea de que un maestro puede cambiarte completamente la vida y que puede enseñarte muchos más que conceptos académicos y asignaturas. Os hablaré de un caso personal. En mi corazón, guardo recuerdos muy buenos de cuando fui al colegio, especialmente de dos maestras. La primera la tuve en primero de primaria, y la otra, en quinto y en sexto.

Aurora, que fue la maestra que nos acogió después de infantil, fue encantadora. Tengo que decir que yo únicamente fui a la Escuela Infantil un par de horas al día. Ella se encargó de hacernos felices durante nuestro periodo en clase. Me acuerdo que explicaba las cosas a través del juego, de obras de teatro y con marionetas. Que le gustaba mucho proponer actividades entre los niños y además siempre estaba ahí por si aparecía cualquier conflicto. Fue una maestra afectuosa, emotiva y con mucha inteligencia emocional que me marcó la infancia. Teresa, fue mi tutora en quinto y en sexto de primaria. En esos momentos, poco después de empezar las clases tuvieron que ponerme gafas, y los primeros días algunos niños se rían por llevarlas. Sin dudarlo ni un momento, ella estuvo allí para arreglar las situación y no dejó ni un momento que llorara. Incluso, hizo varias reuniones con los padres de esos niños para hablarles y advertirles de la situación.

Además de eso, con sus palabras y cariño llenaba la clase de confianza y de seguridad. No le importaba quedarse media hora más para explicar alguna cosa que no se había entendido, siempre nos preguntaba uno a uno cómo estábamos, y daba mucha importancia a nuestros rasgos positivos y los fomentaba al máximo. Tengo que decir que estuvo muy implicada con nosotros y con nuestro bienestar. Seguramente, todos los que me estéis leyendo, maestros, profesores, padres, madres… tengáis bonitos recuerdos de algún maestro. De algún maestro que os enseñara algo importante en la vida. A mí, por ejemplo, Aurora y Teresa me enseñaron a respetar a los demás y a ser siempre yo misma sin avergonzarme.

Pero, ¿qué pueden enseñar los maestros a parte de conceptos académicos?
Pues una multitud de cosas. Veamos qué os parece las que yo propongo:


* Los maestros puede enseñar a su grupo de clase a tener respeto y tolerancia entre los compañeros. Puede llevar a cabo actividades en el aula que fomenten la no discriminación y la solidaridad.

* Pueden enseñar empatía y comprensión. Dos valores que hoy en día son increíblemente necesarios para el día a día de los alumnos.

* Pueden potenciar la creatividad de cada uno. Una de las intención de los maestros es sacar lo mejor de cada alumno. Puede fomentar las ideas y experiencias nuevas.

* Puede enseñar a los alumnos a ser ellos mismos. Tener una identidad propia, una personalidad y una forma de expresar las opiniones es muy importante. Un buen maestro, apoyará la diversidad y la muticultarilidad a través del respeto.

* Son capaces de enseñar a gestionar y resolver los conflictos. Muchas veces, cuando se da en el aula algún tipo de problema, los maestros escogen el rol de guía, que es simplemente el que mantiene una escucha activa y hace preguntas sobre cómo se podría solucionar el conflicto entre los compañeros.

* Y muchas veces, son capaces de mostrar una increíble paciencia y comprensión con los padres. En bastantes ocasiones se implican con las familias para que la estancia de los alumnos sea lo mejor posible. Así que sin duda alguna, pueden enseñar esfuerzo y compromiso por una vocación.

Es evidente que la lista se me queda corta, que los maestros y profesores son la llave para que futuras generaciones intenten cambiar el mundo. Es una pena, que una profesión tan bonita, se haya convertido en una de las más acusadas y más desfavorecidas. ¿Creemos entonces que sin los maestros seríamos las personas que somos? Es cierto, que la educación nos la tienen que dar los padres, pero los maestros, son seguramente las segundas personas con las que más tiempo pasan los niños. Estoy muy agradecida de la educación que me ha dado mi familia, pero también lo estoy de las conversaciones con los maestros, de haberme ayudado a formarme como la persona que soy ahora. Por enseñarme mucho más que conceptos académicos. Por eso y mucho más, gracias. Gracias de todo corazón por vuestra labor de hace unos años y por las que estáis desempeñando ahora.

Os dejo un vídeo que a mí me ha gustado mucho. Se trata de una campaña de varios actores y actrices famosos que han llevado a cabo para dar las gracias a sus maestros y profesores de antaño. Espero que también os guste a vosotros.

Gracias a todos los maestros y profesores. Video de Youtube.
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UN NUEVO MUNDO

4 TRUCOS BÁSICOS PARA CAUTIVAR A TUS ALUMNOS

Un artículo de Santiago Moll.

Cautivar es el proceso de seducir a la gente con un producto, un servicio o una idea. Esta es la definición que puedes encontrar en el extraordinario libro de Guy Kawasaki titulado El arte de cautivar. Adoro la palabra cautivar y debo confesar que aún me gusta más la definición que da Guy Kawasaki. Piensa por un instante en un momento en que algo o alguien te ha cautivado profundamente. Pues bien, lo que te quiero enseñar en este artículo es a transmitir esa emoción, a cautivar a tus alumnos con 4 actuaciones que no sólo te funcionarán con tus alumnos, sino también con la gente con la que trates. ¿Empezamos?


4 PRINCIPIOS QUE COMO DOCENTE PUEDES USAR PARA CAUTIVAR A TUS ALUMNOS.

Como docente en muchas ocasiones te centras en transmitir conocimientos a tus alumnos de la mejor manera posible, pero también debes esforzarte en producir en ellos una honda y profunda satisfacción. ¿Y cómo consigues generar tal satisfacción? ¿Cómo consigues cautivar a tus alumnos? La respuesta es tremendamente sencilla. Gustándoles. ¿Y cómo puedes gustar a tus alumnos?

Aquí tienes cuatro maneras realmente eficaces:

1 - La sonrisa. No es la primera vez que hablo de la importancia de sonreír, de entrar sonriendo en el aula. Pero hoy no sólo hablaré de la importancia de la sonrisa, sino que te enseñaré a distinguir entre la sonrisa verdadera y la sonrisa falsa.

* La sonrisa verdadera. También se llama la sonrisa de Duchenne. Esta sonrisa debe su nombre al investigador francés Guillaume Duchenne. En la sonrisa de Duchenne hay una contracción de los músculos cigomático mayor y menor cerca de la boca (el músculo que tienes en la mejilla de forma rectangular). Además, en la sonrisa de Duchenne se eleva levemente la comisura de los labios, se contraen las mejillas y se producen arrugas alrededor de los ojos, conocidas como patas de gallo. Esta sonrisa es un tipo de sonrisa muy espontánea y, sin duda, la más sincera. Esta es pues la sonrisa que debes adoptar para cautivar a tus alumnos.

¿Cómo puedes conseguir la sonrisa de Duchenne cuando entras en el aula? Buena pregunta. Pues bien, de lo que se trata es de entrar en el aula con la mejor predisposición e intentando pensar en algo agradable para ti.

* La sonrisa falsa (ver fotografía de los chicos y chicas sonriendo). La sonrisa falsa es muy fácil de realizar porque sólo implica el uso del músculo cigomático mayor, el músculo que va desde la mandíbula hasta la comisura de los labios. En la sonrisa falsa hay una desconexión entre los labios y los ojos, unos ojos que suelen transmitir una mirada distraída.

Una muy buena forma de distinguir entre una sonrisa falsa y una verdadera es que la falsa se ejecuta y desaparece con gran rapidez, mientras que la sonrisa verdadera es más lenta en su ejecución, es decir, se trata de una sonrisa más gradual.

2 - La vestimenta. ¿Cómo debe vestir un docente? Pues como le dé la gana. O no. Lo que me gustaría que tuvieras presente a la hora de vestir es que la ropa o la vestimenta puede ser un elemento que te acerque o aleje de tus alumnos.

* Proximidad. Según tu manera de vestir, tus alumnos se sentirán más cercanos a ti. Esto no significa que debas vestir como ellos, pero tal vez sí que vale la pena que no te distancies excesivamente de la manera con que visten. Para cautivar a tus alumnos, primero hay que gustarles, y si quieres gustarles debes hacer que se sientan identificados en todo lo que eres y en todo lo que representas. Y la vestimenta es un elemento que puede ser determinante al respecto.

* Comodidad. Cuando me refiero a la comodidad no te estoy diciendo que vistas con ropa deportiva, sino que me refiero a la comodidad en términos de seguridad. Siempre pienso que la ropa no sólo te viste, sino que es un elemento clave para dar una clase con la mayor predisposición. Una buena manera de vestir cómodo es usar la técnica de la cebolla, que consiste en ir a tu centro escolar con varias prendas e ir poniéndote o quitándotelas en función de las circunstancias que se den fuera y dentro del aula.

3 - El saludo. Otro elemento clave para cautivar a tus alumnos está en el saludo, en cómo te presentas ante ellos. Para cautivar a tus alumnos a través del saludo, debes tener en cuenta estos aspectos:

* Contacto visual. Es fundamental a la hora de saludar a tus alumnos mantener en todo momento el contacto visual. Esto hará que generes un fuerte sentimiento empático.

* Verbalizar el saludo. Por ejemplo: ¡Buenos días a todos y a todas! ¿Cómo está hoy la clase de Segundo B?

* La sonrisa de Duchenne. Usa en todo momento la sonrisa de Duchenne, la sonrisa verdadera a través de estrategias que te predispongan a tener un pensamiento y una actitud positiva frente a tus alumnos.

* Espacio. No invadas el espacio vital ni te mantengas demasiado alejado de tus alumnos.

* Contacto. Se trata de un aspecto delicado en función de la edad de tus alumnos. Pero por encima de todo debe ser un contacto firme y decidido cuando, por ejemplo, se trata de un apretón de manos o un abrazo ante un logro. De lo que se trata es de que ese contacto sea sentido, que sea visto como verdadero por parte de tu alumnos. Haz que su duración no exceda de los 3 segundos.

4 - Tu vocabulario. La palabra es un arma tremendamente poderosa para cautivar a tus alumnos, pero debes ser consciente de que hay que hacer un buen uso de ella, porque junto con los gestos, tu sonrisa y tu vestimenta es lo que te define como docente y como persona.

En ocasiones no eres consciente de ello y un uso inadecuado de determinadas palabras hará que te distancies de tus alumnos. Para evitar dicho distanciamiento, debes tener en cuenta los siguientes aspectos:

* Vocabulario sencillo. No uses ninguna palabra que puedas intuir que tus alumnos no serán capaces de entender. Es algo tan obvio que a veces puede que se te pase. Por ejemplo, en lugar de decir Buenos días chicos usas la expresión ¿Cómo están mis pupilos? Seguramente muchos de tus alumnos desconocen el significado de la palabra pupilos.

* Tono de voz enérgico. Tan es importante lo que dice que cómo lo dices. tu tono de voz debe ser en todo momento enérgico, vigoroso y creíble.

* Frases cortas. Menos es más. Usa siempre que puedas oraciones simples en lugar de oraciones compuestas. Las oraciones simples son mucho más eficaces y permiten a tus alumnos retener su información con mayor facilidad.

* Ambigüedades. Hay que evitar en lo posible la ambigüedad cuando estás delante de tus alumnos. Ejemplo de ambigüedad: Me encanta el helado de chocolate. ¿Quieres? (no puedes saber si quiere helado, si lo quiere de chocolate, si quiere el que tiene la otra persona o si quiere comprar un helado)

Con estos sencillos trucos habrás observado que cautivar a tus alumnos, que enamorar a tus alumnos no es tan difícil. De lo que se trata es de dar la importancia que se merece a los pequeños detalles que al fin y al cabo son la esencia de una sesión lectiva. Espero que los pongas en práctica en el aula y lo hagas, cómo, no, con la mejor de las sonrisas.

Fuente del artículo: El arte de cautivar, de Guy Kawasaki.
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DE CÓMO SER PROFESOR FIJO EN LA ENSEÑANZA PÚBLICA

Un artículo de Arantza Lekuona Laikotasuna.

En este momento en que se convocan oposiciones que son la gran esperanza de muchos/as enseñantes jóvenes de “ser fijos” quisiera repasar las diferentes posibilidades de llegar a serlo.


1- Sacar plaza por oposición, lo que quiere decir no solo aprobar sino sacar una nota final (examen+meritos) lo bastante alta como para estar en cabeza de lista. Por ejemplo, en esta ocasión en una asignatura hay dos plazas, lo que quiere decir que pueden aprobar todos los que se presenten pero solo los dos primeros conseguirán la categoría de funcionario; todos los demás seguirán siendo sustitutos y deberán presentarse a posteriores convocatorias.

2- Ser contratado laboral. Dentro de esta categoría tenemos dos variantes:

a. Laboral “publificado”, es decir ser profesor con contrato laboral indefinido en una ikastola o centro de FP que pasará a la red pública en 1993. Puede decirse que esta vía está cerrada dado que no parece que el Gobierno Vasco tenga intenciones de dar una segunda oportunidad a los centros que en su día decidieron no pasar a la red pública.

b. Ser profesor/a de religión. Esta vía, en cambio, gracias a Heziberri/ Lomce tiene mucho futuro; de hecho los dos últimos cursos se abrieron las listas para sustituciones. Lo/as profesor/as de religión, como es sabido son contratados y pagados por los gobiernos autónomos pero para ello hay que conseguir la “misio canóniga” que en el caso de la religión católica conceden los obispos, en las otras religiones, no tengo ni idea.

Lo/as profesor/as de religión pasaron a ser contratados fijos a raíz del Real Decreto ley 696/2007 aunque también en eso fue pionero el Gobierno Vasco que en el convenio colectivo del profesor de religión declara “el personal de secundaria que el 30 de septiembre de 2003 cuenta con un total de once de servicios reconocidos accederá a la condición de estable” (BOPV nº 30 del 13 de febrero de 2004, pág. 3027, anexo III, punto 1) Así sin examen, ni nervios, ni trankimazin, ni nada. Por cierto el mismo convenio y anexo, punto b) indica que las adjudicaciones de principio de curso se expondrán en los tablones de anuncios de las delegaciones pero por mucho que he buscado nunca las he encontrado. ¿Una pistita de dónde se ponen?

Si el nuevo gobierno deroga la Lomce, que no se preocupen lo/as nuevo/as, en cuanto profesor/as de religión pueden exigir el cumplimiento del acuerdo sindical entre UGT, CCOO y ELA con el Gobierno Vasco de 4 de mayo de 2009 que les permite coger horas de otras asignaturas para completar horario por delante de los funcionarios no propietarios y por supuesto de todo/as lo/as no funcionario/as. De hecho hay quien siendo de religión está dando clase de filosofía.

¿Que se hartan ustedes de enseñar moral cristiana? No se preocupen, todo está previsto. Los puntos que se consiguen dando religión también computan en la lista de sustituciones de las que se tiene título, lo que ha permitido a algunas personas pasar a ocupar vacantes de asignaturas que no son religión muy por delante de otras que llevan años impartiendo la otra. E incluso si se presentan a oposiciones esa es la antigüedad que se sumará en la fase de méritos y no los años que haya impartido la asignatura a la que se presentan.
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amor

5 CONSEJOS PARA GANARSE EL RESPETO DE TUS ALUMNOS

Un artículo de Santiago Moll.

Ganarse el respeto de tus alumnos es algo que a todos los docentes nos interesa tanto como nos preocupa. Lo cierto es que trabajar en un grupo en el que los alumnos te admiren y te respeten supone una gran satisfacción tanto en el plano personal como en el plano profesional. En muchas ocasiones tendemos a confundir el respeto con la autoridad y no es así. La entrada de hoy tiene la intención de daros unos consejos para ganarse el respeto de vuestros alumnos y así poder trabajar en unas condiciones óptimas en el aula y, por supuesto, ser más productivos.


¿CÓMO GANARSE EL RESPETO DE TUS ALUMNOS?


1 - Dar ejemplo. El docente no tiene la misma posición que el alumno en el aula. En muchas ocasiones tendemos a distanciarnos mucho de nuestros estudiantes y ello conlleva un cierto peligro. A mayor distanciamiento con tus alumnos, más difícil se hace ganarse su respeto, ya que te ven más como una autoridad que como un docente con ganas de transmitir valores y conocimientos. Dar ejemplo a tus alumnos es algo tan sencillo como respetar las normas del centro y echar a un lado lo que entenderíamos como privilegios. Para dar ejemplo debemos evitar:

- La falta de puntualidad al inicio y al final de la sesión lectiva.
- El uso del móvil en el aula sin una finalidad estrictamente educativa.
- Ausentarse del aula con regularidad. Demuestra falta de previsión y de planificación.
- El retraso en la corrección de pruebas, exámenes y trabajos.
- Faltar al respeto a nuestros alumnos.
- El trato desigual a tus alumnos.
- Ser coherentes entre lo que se dice y lo que se hace, respetando en todo momento las reglas del centro.

2 - Tono de voz. El tono de voz es un aspecto determinante para ganarse el respeto de tus alumnos. En muchas ocasiones nuestro tono de voz determina el quehacer de una sesión lectiva. Hay que evitar un tono monótono y cansino porque provoca que el alumno deje de escucharnos. En muchas ocasiones nuestro tono de voz no es el adecuado y refleja con demasiada claridad nuestro estado de ánimo. No es mejor profesor aquel que tiene un mayor tono de voz. Es importante que nuestra voz refleje decisión y pasión, que nos creamos aquello que estamos transmitiendo, que seamos verosímiles en nuestras explicaciones, que evitemos vacilaciones y anacolutos (no finalizar una oración y empezar con otra). De lo que se trata es de sacar partido a nuestra voz y para ello es recomendable tener unos hábitos saludables como:

- Hidratarse durante toda la jornada laboral.
- Evitar gritar.
- Evitar hablar en el momento en que varios alumnos lo estén haciendo al mismo tiempo.
- Tener una conducta postural adecuada.
- No hablar mientras borramos la pizarra.
- Aprender a respirar con el diafragma.
- Expulsar el aire por la nariz.

3 - Actitud corporal. Otro factor para ganarse el respeto de tus alumnos es la actitud corporal con la que afrontamos una clase. Es fundamental que noten nuestra presencia en el aula en todo momento. Nuestra actitud corporal debe ser decidida y enérgica porque en muchas ocasiones transmite mucho más que nuestra voz. Debemos ser capaces de utilizar todo nuestro cuerpo para captar la atención de nuestros alumnos. El lenguaje no verbal es un tipo de lenguaje que complementa nuestras enseñanzas y es una herramienta muy útil para reforzar los contenidos. Para ello es recomendable:

- Gesticular con las manos cuando pretendamos destacar un aspecto que nos parece importante.
- Movernos continuamente por toda la clase.
- Ser expresivos con nuestro rostro a la hora de manifestar sentimientos, deseos, órdenes…
- Caminar erguidos y con paso decidido y firme.
- Mirar al alumno que nos está hablando en ese momento.
- Estar callados y utilizar nuestro cuerpo cuando en el aula se producen conductas disruptivas. Hay veces que un gesto es mucho más eficaz que dar una orden de forma oral.

4 - Preparación y coherencia. Otro factor muy a tener en cuenta de cara a ganarse el respeto de tus alumnos es preparar a conciencia las sesiones lectivas de cada uno de tus grupos, y que estas sesiones sean coherentes con los contenidos previstos en la programación. Los alumnos valoran enormemente a los profesores que saben en todo momento qué hacer en sus clases.

Es muy importante que no vacilemos durante la clase sobre lo que se va a trabajar. Es el docente el que decide en todo momento qué hacer en el aula. De no ser así el respeto de vuestros alumnos se verá afectado porque perderéis capacidad de decisión y de control del aula. Vosotros sois los que os encargáis de los contenidos de la programación y de llevarlos a la práctica. Otro factor relacionado con este punto es la importancia de ser coherentes durante vuestras sesiones lectivas y con la programación.

Debéis evitar preguntar a vuestros alumnos en qué punto del tema os habías quedado o corregir ejercicios que ya se habían corregido el día anterior. Los alumnos notan en seguida que no tenemos nuestras sesiones lectivas preparadas y eso hace que aumente la disrupción en el aula, provoque la queja de los alumnos y sea más difícil que os respeten.

5 - Empatía. La empatía es para mí el aspecto determinante en el proceso educativo. Ya en otro artículo me referí a la importancia de la empatía como un factor clave en la relación entre alumno y docente. El artículo en cuestión se titula 5 consejos para aumentar la empatía con tus alumnos. En esta entrada hago referencia a la importancia de sabernos poner en la piel de nuestros alumnos mediante la escucha activa.

Escuchar con atención a nuestros alumnos y asentir la cabeza ayuda ganarnos su respeto. Los estudiantes valoran enormemente que conectemos con ellos, que nos hagamos partícipes tanto de sus logros como de sus fracasos, tanto de sus alegrías como de sus preocupaciones. Ser docente sin ser empático es algo que no concibo en la Educación. Aquellos docentes que carecen de empatía son, por lo general, aquellos que tienen más problemas de relación con un grupo.

El respeto de un profesor viene determinado por sus actuaciones en el aula. No tiene nada que ver con el hecho de ser hombre o mujer, de ser un profesor recién llegado o un veterano. Ganarse el respeto de los alumnos viene determinado por nuestro trabajo, por nuestra profesionalidad, por nuestra dedicación y preparación y por la pasión con que llevemos a cabo nuestras sesiones lectivas.

Así y sólo así conseguiremos una de las máximas satisfacciones para un docente, el respeto y la admiración de nuestros alumnos. Porque:

TODO SE PUEDE APRENDER. TODO SE DEBE ENSEÑAR
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razón y fe

10 ERRORES QUE TODO DOCENTE DEBERÍA EVITAR. ¡ATENCIÓN CON EL NÚMERO 8!

Un artículo de Santiago Moll.

Ser docente en estos tiempos se ha convertido en una profesión de riesgo. Sin duda, el factor vocacional es determinante a la hora de elegir una profesión exigente y que supone una enorme responsabilidad. Lamentablemente, en las facultades no se nos prepara para una labor que a mi modo de ver marca buena parte del destino de una sociedad. Muchos de nosotros hemos ido aprendiendo a ser profesores más por nuestros errores que por nuestros aciertos. Pues bien, en este artículo os quiero dar a conocer algunos errores que son muy comunes en nuestra profesión y que creo que con poco esfuerzo podemos corregir y mejorar así nuestras labor docente. Siempre me gusta decir que errar nos hace humanos, y que rectificar no convierte en buenos profesionales.


¿QUÉ ERRORES PODEMOS EVITAR COMO DOCENTES?

1 - Falta de visibilidad. La presencia y visibilidad en el aula es un aspecto muy a tener en cuenta a la hora de impartir una sesión lectiva. Ya me he referido en otros artículos a la importancia de que los alumnos siempre tengan una referencia visual del profesor en el aula. Para ello es fundamental que estemos preferentemente de pie y en constante movimiento, para que los alumnos fijen su atención hacia nosotros. Ello nos permitirá tener un mayor control del grupo clase. Sobre este aspecto os recomiendo la lectura del artículo ¿Cómo es mejor dar una clase de pie o sentado?

2 - Oír sin escuchar. Un aspecto al que le doy mucha importancia en mis sesiones lectivas es intentar no sólo oír a mis alumnos, sino también escucharlos. La diferencia entre oír a una persona y escucharla es enorme, ya que cuando la escuchamos lo estamos haciendo de forma activa y les transmitimos a nuestros alumnos que aquello que nos está diciendo es importante tanto para ellos como para nosotros.

Los alumnos de una clase demandan atención en todo momento. De ahí que en la medida que nos sea posible, debemos esforzarnos para escuchar con atención aquello que nos quieran decir. Con ello aumentaremos la empatía y mejoraremos nuestra relación con ellos. Aquellos docentes que sólo oyen a sus alumnos pero no interactúan, corren el riesgo de tener una relación distante y ello repercute negativamente en la relación del docente con el grupo. Para saber más sobre este apartado os recomiendo la lectura del artículo 5 consejos para aumentar la empatía con tus alumnos.

3 - No mantener el contacto visual. La comunicación no verbal de un docente, aquella que se transmite a través de los sentidos, resulta fundamental en el desarrollo de una sesión lectiva. Bien es cierto que los docentes enseñamos a través de la palabra oral y escrita, pero también comunicamos a través de nuestro cuerpo y, por supuesto, con la mirada. Referente a la mirada hay un aspecto que es importante corregir y es el hecho de hablar a nuestros alumnos sin mirarlos directamente a los ojos.

No mantener un contacto visual con nuestros alumnos repercute negativamente en la relación y en el aprovechamiento de nuestras sesiones lectivas. No mirar a nuestros alumnos transmite inseguridad, duda, incomodidad, falta de empatía… No mirar a nuestros alumnos hace que exista un distanciamiento con ellos que luego repercute negativamente en nuestra relación con el propio grupo.

4 - No cumplir con lo prometido. Lo prometido es deuda. Todos sabéis el sentido de la justicia que tienen, por lo general, los alumnos. Incluso añadiría que además de sentido de la justicia tienen muy buena memoria para aquello que les conviene. De ahí la importancia de ser muy escrupulosos con aquello que les prometemos, porque si ya de antemano sabemos que no vamos a cumplirlo, esta promesa no cumplida se volverá en nuestra contra. Esto sirve tanto para las promesas como para con las amenazas en caso de no cumplir con las normas del centro.

Un docente que no mantiene su palabra o que no cumple con sus palabra es un docente que poco a poco va debilitándose frente al grupo y puede afectarle muy negativamente en el caso de que quiera ganarse su respeto.

5 - Prolongar el tiempo de corrección. Profesor, ¿tienes los exámenes corregidos? Seguro que se trata de una pregunta que si no a todos, a casi todos os habrán hecho en algún momento. Todos somos conscientes del esfuerzo que implica la corrección de ejercicios, trabajos exámenes… Pero creo que es importante hacer un esfuerzo por entregar dicha corrección en la mayor brevedad posible. La rapidez en la corrección es algo que los alumnos valoran muy positivamente y hace que te ganes el respeto de tus alumnos, porque consciente o inconscientemente te conciben como un profesional implicado y eficaz.

El hecho de entregar con rapidez aquello que hemos corregido también le da valor a la corrección en sí en el caso de que queramos hacer algún inciso o comentario en clase. Hay docentes que tardan semanas en la corrección y ello repercute negativamente en su beneficio.

Sobre cómo ganarse el respeto de tus alumnos recomiendo la lectura del artículo 5 consejos para ganarse el respeto de tus alumnos.

6 - No utilizar el mismo código. Para que exista una correcta comunicación entre dos personas, estas deben conocer y compartir el mismo código. En muchas ocasiones se producen problemas de relación entre alumno y docente porque la fractura que existe del código de cada parte es insalvable.

Los docentes tenemos la facultad de dominar todos los registros de una lengua, desde el culto hasta el vulgar, pasando por el coloquial. El error que cometemos es pensar que también nuestros alumnos dominan todos estos registros. En la medida que seamos capaces de compartir al máximo el mismo código, más fluida será la relación entre alumno y docente y mayor será el grado de comprensión.

Con ello no digo que debamos situarnos a su nivel de competencia lingüística, sino que se trata de encontrar un equilibro entre aquellos que les podré enseñar como nuevo y el registro que utilizaré para que ese conocimiento llegue a todos los alumnos.

7 - No dejarnos influir por nuestro estado de ánimo. Siempre he admirado a los presentadores de noticias de la televisión porque siempre tienen el mismo semblante, pese a que seguramente tendrán como todos nosotros sus días buenos y sus días malos. A esto se le llama profesionalidad. Pues bien, creo que esta profesionalidad también debería ser aplicable a los docentes. En muchas ocasiones nos dejamos llevar por nuestros problemas personales y los trasladamos a nuestras sesiones lectivas.

Tenemos poca paciencia, nos sentimos irritados, gritamos por cualquier nimiedad, expulsamos a alumnos de forma arbitraria. A mí me gusta pensar que cuando entro en una clase es como si entrara en un plató de televisión. Al ponerme delante de mis espectadores, los alumnos, debo dar lo mejor de mí mismo, independientemente del estado de ánimo en el que me encuentre.

Ser profesional bajo cualquier circunstancia es la mejor forma de dignificar muestro trabajo.

8 - No educar desde el respeto, sino desde el miedo y la autoridad. Muchas veces los docentes mezclamos conceptos como la educación, el respeto y la autoridad. Son expresiones que por sí darían para varios artículos. En este caso sólo quiero incidir en la importancia de no tratar de educar desde el miedo y la amenaza. En muchas ocasiones asimilamos el control de una clase con medidas que fomentan el miedo a nuestros alumnos o la amenaza ante el incumplimiento de alguna norma. Creo que es un error. Desde el principio debemos enseñar a nuestros alumnos desde el respeto, desde la responsabilidad. Hay docentes que se vanaglorian de que en su clase no hay problemas de disciplina. Lo que no dicen es que esta disciplina viene condicionada por el miedo que le tiene los alumnos. Nunca hay que enseñar desde el castigo, la amenaza o el miedo. Si así lo creéis posiblemente os habéis equivocado de profesión.

9 - Enseñar sin educar. Los docentes solemos cometer el error de pensar que nuestra profesión consiste en la transmisión pasiva de conocimientos, en la transmisión unidireccional de contenidos a través de lo que podríamos llamar una clase magistral. Creo que este enfoque es erróneo. Y es erróneo porque un docente es mucho más que un mero transmisor de conocimientos. Un docente es aquel que además de enseñar es capaz de invertir, repito, invertir, todo el tiempo que haga falta en educar a sus alumnos, en transmitirles valores como el de la solidaridad y la cooperación.

10 - Mezclar lo profesional con lo privado. Redes sociales. En la sociedad actual la privacidad se está convirtiendo en un lujo. El ámbito privado de los docentes es algo que debemos tener muy en cuenta, porque un mal uso de nuestra privacidad puede afectarnos muy negativamente. Me parece importante que en nuestras sesiones lectivas nos centremos en lo educativo y no en lo personal. Se trata de mantener una distancia con nuestros alumnos, en especial, por lo que a las redes sociales se refiere. De ahí que sea necesario mantener unas pautas de actuación muy estrictas.

Lo digo porque los alumnos tienen la costumbre de bombardearnos con preguntas sobre nuestra vida privada, nos envían solicitudes a nuestros perfiles sociales, preguntan a otros compañeros de profesión sobre aspectos relacionados con nuestra familia, edad, estado civil…Es por ello que creo conveniente guardar con mucho celo nuestra vida privada, porque a corto o a medio plazo, la información personal que podamos dar a nuestros alumnos podría afectarnos negativamente. En mi caso, por ejemplo, no acepto jamás ninguna solicitud de un alumno de ninguna de las redes sociales de las que formo parte.

Revisando todos estos errores me doy cuenta de que la profesión de docente exige por nuestra parte una dedicación y una vocación extraordinarias. Siempre he pensado que los mejores docentes son aquellos que, habiéndose equivocado una y otra vez, tienen la capacidad de levantarse todas las mañanas para enfrentarse al reto apasionante que supone la docencia.

Para aquellos que amamos esta profesión tiene tanto de reto como de pasión. Aquellos que nos dedicamos a la docencia debemos dar a en cada sesión lectiva lo mejor de nosotros mismos, vaciarnos en clase, entregarnos para que nuestros alumnos adquieran valores y conocimientos, enseñarles a través de la palabra y educarles desde el corazón. Si tú eres uno de ellos, desde aquí mi más sincera felicitación porque,

TODO SE PUEDE APRENDER. TODO SE DEBE ENSEÑAR.
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