"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

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SUMARIO DEL LIBRO

UN NIÑO SANO DEBE JUGAR, ALBOROTAR Y… ¡ENSUCIARSE MUCHO!

Un artículo de Jennifer Delgado Suárez, psicóloga.

A menudo los adultos deseamos que los niños estén quietos, que sean pacientes, que se entretengan sin juguetes a golpe de imaginación y que se mantengan limpios cuando salen a jugar. Sin embargo, la infancia no es eso. Los niños necesitan moverse, explorar, vivir aventuras, descubrir nuevos mundos… Y mientras lo hacen es normal que alboroten y se ensucien. De hecho, no es algo negativo y mucho menos patológico, es sinónimo de un niño sano y feliz.



ENSUCIARSE ES DIVERTIDO Y ESTIMULA AL APRENDIZAJE

Cuando los adultos ven a un niño con las manos y la ropa llena de tierra o de comida, piensan que no sabe comportarse y hasta puede que se pregunten: “¿Cómo los padres permiten que su hijo haga algo así? ¡No le han enseñado modales!

A la mayoría de las personas no les pasa por la mente que ese niño está explorando y aprendiendo, que está conociendo el mundo que le rodea a través de sus sentidos. Que los niños no solo aprenden mirando sino también tocando y oliendo, y que ese aprendizaje es una de las experiencias más enriquecedoras que pueden vivir en su infancia.

Cuando los pequeños tienen la oportunidad de jugar con agua, arena, tierra, pintura, gelatina o harina, aprenden a través del tacto, y las sensaciones que experimentan son muy agradables ya que todo representa un descubrimiento excitante que estimula sus conexiones neuronales.

Dejar que se ensucien les permite experimentar con diferentes materiales y texturas. Estos juegos, en los que no hay reglas ni una manera “correcta” de jugar, estimulan la curiosidad natural de los niños y les ayudan a desarrollar una actitud más abierta ante las experiencias.

De hecho, un estudio realizado en De Montfort University desveló que los niños pequeños a los que se les permite manipular la comida desarrollan una actitud más abierta ante los nuevos sabores, por lo que terminan siguiendo una dieta más variada.

Por otra parte, psicólogos de la Universidad de Iowa también descubrieron que "jugar" con la comida tiene un efecto positivo en el aprendizaje. Estos investigadores analizaron a 72 niños y descubrieron que a los 16 meses de edad los pequeños a los que se les permitía tocar, oler e incluso tirar la comida habían aprendido antes las palabras relacionadas con estos alimentos y sus propiedades.

De hecho, se ha apreciado que los niños pequeños pueden identificar objetos sólidos con bastante facilidad, como una taza o una manzana, debido a que su tamaño y forma no varían. Sin embargo, los líquidos y las sustancias pastosas y pegajosas son más difíciles de identificar. Sin embargo, cuando a los pequeños se les dejaba manipular esas sustancias, aprendían a reconocerlas y a nombrarlas antes.

Por tanto, dejar que los niños se ensucien no solo es divertido para ellos y estimula una actitud más abierta ante la vida sino que también potencia el aprendizaje.

LOS NIÑOS QUE CRECEN EN AMBIENTES DEMASIADO LIMPIOS ENFERMAN MÁS

Jugar con la tierra, la arena, el barro y los animales no solo es beneficioso para el desarrollo cognitivo y emocional de los niños sino que también es saludable. Los científicos han demostrado que la frase de las abuelas “deja que coma tierra para que coja defensas” es razonable, mientras que el exceso de higiene es perjudicial.

Es obvio que ningún padre quiere que sus hijos se enfermen, pero estar unos minutos más con la ropa manchada de pintura, los zapatos con tierra o las manos llenas de masa no es el fin del mundo. Al contrario, es probable que los niños se sientan más felices y que su sistema inmunitario se active.

De hecho, no es extraño que en los últimos años hayan aumentado tanto las enfermedades autoinmunes, las alergias y otras patologías relacionadas con el sistema inmunitario, sobre todo en los países occidentales. Los científicos se preguntan si estos problemas se deben a que los niños ya no están expuestos a muchos agentes patógenos, de manera que su sistema inmunitario no termina de madurar por completo y se vuelve híper reactivo.

Esta teoría se conoce como la “hipótesis higienista” y afirma que crecer en ambientes excesivamente limpios, como los hogares urbanos donde no hay animales y muy pocos microorganismos, interfiere en la maduración de los mecanismos de defensa naturales, aumentando el riesgo a enfermar. Ahora un estudio llevado a cabo por un equipo internacional de científicos ha confirmado esta hipótesis.

Estos investigadores analizaron la microbiota intestinal; es decir, las comunidades de microorganismos que viven en el tracto digestivo, de 222 niños que nacieron y viven en Finlandia, Estonia (donde las enfermedades inmunes de aparición temprana son muy frecuentes) y Karelia (una república de la Federación Rusa donde los trastornos relacionados con el sistema inmunitario son menos comunes).

Los científicos analizaron los hábitos alimenticios, la salud y las costumbres de estos niños durante sus primeros 36 meses de vida. Así descubrieron que en la microbiota de los niños de Finlandia y Estonia predominaban las bacteroides, mientras que en la de los niños rusos había más bifidobacterias.

Los investigadores afirman que la presencia de bacteroides en el tracto digestivo humano es un fenómeno reciente, vinculado al estilo de vida occidental, y que estas bacterias, lejos de activar la respuesta inmunitaria, la reduce. De hecho, apreciaron que la microbiota compuesta en su mayoría por las bacteroides era más “silenciosa”; es decir, menos activa desde el punto de vista inmunitario.

Por tanto, ese exceso de higiene, dirigido a proteger a los niños, en realidad tiene el efecto contrario y hace que enfermen con mayor frecuencia, promoviendo la aparición de patologías que pueden acompañarles durante el resto de su vida.

NIÑOS MELINDROSOS Y LÍMITES A LA HORA DE JUGAR

Vale aclarar que a algunos niños les puede resultar desagradable el contacto con algunas sustancias. Por ejemplo, algunos niños pueden sentirse incómodos al tocar el barro o la arena. No debemos obligarles sino dejar que exploren a su propio ritmo y que elijan con qué prefieren jugar.

Por supuesto, no se trata de caer en los extremos exponiendo a los pequeños a riesgos innecesarios o permitiendo que ensucien la casa cada vez que les apetece. Se puede establecer un horario y un lugar para ese tipo de juegos.

Lo más importante es que los padres comprendan que dejar que los niños corran libres y exploren su entorno es saludable para su desarrollo psicológico y físico. No debemos apresar a los niños en el mundo de los adultos sino potenciar el juego libre, su capacidad de asombro y dejarles libertad para que exploren su entorno con los cinco sentidos, si así lo desean.
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EL ARMA SECRETA DE LOS EDUCADORES DE PÁRVULOS

Usualmente los educadores de párvulos aprovechan los comentarios espontáneos de los niños para crear importantes instancias de aprendizaje, más aún cuando se trata de un niño que presenta dificultades para comunicarse verbalmente. Las conversaciones no sólo son ideales para desarrollar el lenguaje expresivo de niños y niñas, sino también para ampliar sus conocimientos.

Parte de esta tarea se construye a partir de un elemento vital: las preguntas. Para muchos, este elemento tan cotidiano puede parecer sin importancia. Para un profesional de la educación inicial, jamás. ¡Al contrario! La pregunta es una herramienta fundamental. El “arma secreta” que utilizan para detonar aprendizajes en los niños. En la sala de un educador o educadora de párvulos ninguna pregunta es casual. Ellos realizan diversas interpelaciones a los niños pensadas “quirúrgicamente” que, en definitiva, pueden marcar la diferencia entre desarrollar una habilidad o no; entre aprender o no.

La evidencia demuestra que todas las interacciones entre educadores y niños importan. Manejar el difícil arte de la pregunta correcta puede ayudar a los niños a explicitar lo que piensan y profundizar en sus aprendizajes. Y nuestros educadores de párvulo lo saben. Y se forman y entrenan para ello.

LO QUE HAY DETRÁS DE UNA SIMPLE PREGUNTA

Actualmente, podemos identificar 4 tipos de preguntas y cada una de ellas son formuladas por estos profesionales para desarrollar distintas habilidades en los niños:

- Preguntas abiertas: Estimulan el uso de habilidades cognitivas, ya que los niños deben ser capaces de representar internamente la respuesta que quieren dar. Para construir respuesta a este tipo de preguntas los niños deben reflexionar, proyectar, preguntar, entre otros. Por ejemplo: Yo tenía un perro ¿Qué te gustaba de tu perro? Este tipo de preguntas permite al educador oír las respuestas de los niños y obtener más información de cómo ellos piensan.

- Preguntas cerradas: Sólo demandan un tipo de respuesta, la cual está implícita en la pregunta. Por ejemplo: Yo tenía un perro, ¿Cómo se llama tú perro? Con este tipo de preguntas, el educador o educadora lleva el control de la conversación y los niños deben adaptar su respuesta a la percepción de él.

- Preguntas efectivas: Son aquellas preguntas que obligan a los niños a estructurar sus propias respuestas. Por ejemplo: Yo tenía un perro ¿Qué podrías contarme de tu perro? Estas preguntas reflejan el interés por parte de los adultos en aquello que los niños dicen o hacen.

- Preguntas de reflejo verbal: Consiste en repetirle de vuelta al niño la última parte de su respuesta en forma de pregunta. Por ejemplo: Yo tenía un perro, ¿tenías un perro? Este tipo de preguntas produce más respuestas independientes del niño y valora lo que él acaba de decir. Con este tipo de preguntas el niño lleva el control de la conversación en sus respuestas, por lo que se fomenta el pensamiento divergente.

¿CUÁL ES EL MEJOR TIPO DE PREGUNTA?

En la sala de clases de un educador o educadora inicial no existe “la mejor pregunta”, puesto todas aportan al desarrollo de los niños. Además, es importante que toda interacción niño-adulto considere distintas formas de relación, ya que el uso exclusivo de un solo estilo puede llevarnos a interacciones artificiales. Sin embargo, a la hora de escoger las preguntas , la evidencia muestra que aquellas que son de carácter abierto suelen promover mejores espacios de aprendizaje y, por ende, son intencionadas con mayor frecuencia por estos profesionales, manteniendo siempre presente que toda interacción debe considerar los intereses y necesidades de los niños y niñas.

¿Quién dijo que enseñar en un jardín era algo fácil? Como ves, los educadores jamás dejan un detalle al azar.

Referencias: Mark Allerton, Institute of Education, University of London. En: Revista Internacional Journal Of Early Childhood. OMEP, Vol. 25 N°1. Traducción Mónica Varas
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Portada y contraportada

LOS AZOTES NO FUNCIONAN Y SON PERJUDICIALES PARA LOS NIÑOS, CONCLUYEN TRAS 50 AÑOS DE INVESTIGACIÓN

Para quienes todavía creen que un azote, nalgada o cachete a tiempo es un buen método de crianza, la ciencia viene a rebatir esta teoría en base a una investigación llevada a cabo durante nada menos que cinco décadas.

En el estudio, realizado por expertos de la Universidad de Texas en Austin y la Universidad de Michigan, y publicado en Journal of Family Psychology, participaron más de 160.000 niños siendo el análisis más completo hasta el momento. El mismo concluye que los azotes no funcionan para educar a los niños, y además que tienen efectos negativos para ellos.


LOS AZOTES NO CORRIGEN

No sólo eso, sino que cuanto más se les pegue a los niños, más probabilidades hay de que desafíen a sus padres y experimenten un mayor comportamiento antisocial, agresividad, problemas de salud mental y dificultades cognitivas.

Hay potentes razones por las que jamás se debe pegar a los niños, entre ellas que no es un método educativo, que daña su personalidad, y entre otras cosas porque es delito. Pero si faltaba una comprobación rigurosamente científica, los autores del estudio aseguran que las nalgadas o azotes (que se definen como un golpe con la mano abierta en el trasero o las extremidades) se asocian significativamente con 13 de los 17 ítems que examinaron, todos en la dirección de resultados perjudiciales.

“La conclusión del estudio es que estos golpes aumentan la probabilidad de una amplia variedad de resultados no deseados para los niños. Las nalgadas por lo tanto hacen lo contrario de lo que los padres por lo general quieren que haga”, dice Grogan-Kaylor.

Lo más probable es que utilizar el maltrato como herramienta de disciplina tenga efectos negativos tanto a corto como a largo plazo, en vez de los planeados por los padres. Los niños que han recibido azotes se portan peor que los niños que no los han recibido.

EFECTOS NEGATIVOS A LARGO PLAZO

No sólo vieron que los azotes no consiguen un efecto positivo a corto plazo, sino que también analizaron los efectos a largo plazo entre los adultos que fueron azotados de niños.

Cuanto más fueron azotados, más propensos eran a exhibir un comportamiento antisocial y experimentar problemas de salud mental. También fueron más propensos a apoyar el castigo físico hacia sus propios hijos, que pone de relieve una de las principales formas en las que las actitudes hacia el castigo físico se transmiten de generación en generación.

Según un informe de Unicef de 2014, hasta el 80 por ciento de los padres alrededor del mundo azotan de vez en cuando a sus hijos, pero afortunadamente cada vez hay argumentos más contundentes para que la sociedad empiece a tomar conciencia de los efectos negativos de pegar a los hijos, aunque "sólo sea una nalgada".
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amor

LOS NIÑOS NECESITAN SER FELICES, NO SER LOS MEJORES

Un artículo de Jennifer Delgado Suárez, psicóloga.

Vivimos en una sociedad altamente competitiva en la que parece que nada es suficiente y tenemos la sensación de que si no nos ponemos las pilas, nos quedaremos rápidamente atrás, siendo barridos por los nuevos adelantos.


Por eso, no es extraño que en las últimas décadas muchos padres hayan asumido un modelo de educación sustentado en la hiperpaternidad. Se trata de padres que desean que sus hijos estén preparados para la vida, pero no en el sentido más amplio del término sino en el más restringido: quieren que sus hijos tengan los conocimientos y las habilidades necesarias para hacerse de una buena profesión, obtener un buen trabajo y ganar lo suficiente.

Estos padres se han planteado una meta: quieren que sus hijos sean los mejores. Para lograrlo, no dudan en apuntarles en disímiles actividades extraescolares, allanarles el camino hasta límites inverosímiles y, por supuesto, empujarles al éxito a cualquier costo. Y lo peor de todo es que creen que lo hacen "por su bien".

El principal problema de este modelo educativo es que añade una presión innecesaria sobre los pequeños, una presión que termina arrebatándoles su infancia y crea a adultos emocionalmente rotos.

LOS PELIGROS DE EMPUJAR A LOS NIÑOS AL ÉXITO

Bajo presión, la mayoría de los niños son obedientes y pueden llegar a alcanzar los resultados que sus padres les piden pero, a la larga, de esta forma solo se consigue limitar su pensamiento autónomo y las habilidades que le pueden conducir al éxito real. Si no le damos espacio y libertad para encontrar su propio camino porque le colmamos de expectativas, el niño no podrá tomar sus propias decisiones, experimentar y desarrollar su identidad.

Por eso, pretender que los niños sean los mejores encierra graves peligros:

- Genera una presión innecesaria que les arrebata su infancia. La infancia es un periodo de aprendizaje, pero también de alegría y diversión. Los niños deben aprender de manera divertida, deben equivocarse, perder el tiempo, dejar volar su imaginación y pasar tiempo con otros niños. Esperar que los niños sean “los mejores” en determinado campo, poniendo sobre ellos expectativas demasiado elevadas, solo hará que sus frágiles rodillas se dobleguen ante el peso de una presión que no necesitan. Esta forma de educar termina arrebatándoles su infancia.

- Provoca una pérdida de la motivación intrínseca y el placer. Cuando los padres se centran más en los resultados que en el esfuerzo, el niño perderá la motivación intrínseca porque comprenderá que cuenta más el resultado que el camino que ha seguido. Por tanto, aumentan las probabilidades de que cometa fraude en el colegio, por ejemplo, ya que no es tan importante lo que aprenda como la nota que consiga. De la misma manera, al centrarse en los resultados, pierde el interés por el camino, y deja de disfrutarlo.

- Planta la semilla del miedo al fracaso. El miedo al fracaso es una de las sensaciones más limitantes que podemos experimentar. Y esta sensación está íntimamente vinculada con la concepción que tengamos sobre el éxito. Por tanto, empujar a los niños desde temprano al éxito a menudo solo sirve para plantar en ellos la semilla del miedo al fracaso. Como consecuencia, es probable que estos pequeños no se conviertan en adultos independientes y emprendedores, como quieren sus padres, sino que sean personas que apuesten por lo seguro y acepten la mediocridad solo porque tienen miedo a fracasar.

- Genera una pérdida de autoestima. Muchas de las personas más exitosas, profesionalmente hablando, no son seguras de sí. De hecho, muchas supermodelos, por ejemplo, han confesado que creen que son feas o están gordas, cuando en realidad son iconos de belleza. Esto sucede porque el nivel de perfeccionismo al que siempre han estado sometidas les hace creer que nunca será suficiente y que basta el más mínimo error para que los demás las desprecien. Los niños que crecen con esta idea se convierten en adultos inseguros, con una baja autoestima, que creen que no son lo suficientemente buenos como para ser amados. Como resultado, viven pendientes de las opiniones de los demás.

¿QUÉ DEBE SABER REALMENTE UN NIÑO?

Los niños no necesitan ser los mejores, solo necesitan ser felices. Por eso, solo debes cerciorarte de que tu hijo sepa:

- Que es amado, de forma incondicional y en todo momento, sin importar los errores que cometa.

- Que está a salvo, que le protegerás y apoyarás siempre que puedas.

- Que puede hacer el tonto, perder el tiempo fantaseando y jugar con sus amigos.

- Que puede elegir lo que más le gusta y dedicarse a esa pasión, sin importar de qué se trate. Que puede pasar su tiempo libre haciendo collares de flores o pintando gatos con seis patas si es lo que le apetece, en vez de practicar la fonética o el cálculo.

- Que es una persona especial y maravillosa, al igual que muchas otras personas en el mundo.

- Que merece respeto y que debe respetar los derechos de los demás.

¿Y QUÉ NO DEBEN OLVIDAR LOS PADRES?

También es fundamental que los padres sepan:

- Que cada niño aprende a su propio ritmo, y que no deben confundir la estimulación que desarrolla con la presión que agobia.

- Que el factor que más influye en el rendimiento académico infantil es que los padres les lean a sus hijos, que les dediquen un rato cada noche para cultivar juntos esa pasión por la lectura, no las escuelas carísimas o los juguetes hípertecnologicos.

- Que el niño que mejores calificaciones saca casi nunca es el pequeño más feliz porque la felicidad no se mide en esos términos.

- Que los niños no necesitan más juguetes sino una vida más sencilla y despreocupada, así como más tiempo con los padres.

- Que los niños merecen la libertad para explorar todo y decidir por ellos mismos que les gusta y les hace felices.
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10 FRASES PARA CALMAR A UN NIÑO ANSIOSO

La ansiedad forma parte del desarrollo normal de los niños. A algunos pequeños les preocupan los cambios, como la entrada al jardín de la infancia o al colegio, y experimentan una gran ansiedad cuando este momento se acerca. Otras veces sus temores son menos concretos o provienen de su fantasía, como el miedo a la oscuridad o a los monstruos. Sin embargo, esos miedos, aunque sean irracionales, también les generan ansiedad.

Experimentar cierto nivel de ansiedad es normal, pero también es importante ponerle coto para que no se continúe desarrollando porque si no lo hacemos, terminaremos criando a niños miedosos y aprehensivos. La estrategia para combatir la ansiedad infantil no consiste en restarle importancia o negarla, sino en validar su existencia y enseñarle al niño a gestionar esas sensaciones.

¿CÓMO TRANSMITIRLES SEGURIDAD Y SERENIDAD A LOS NIÑOS RÁPIDAMENTE?

1. “Te amo. Estás a salvo.” La ansiedad nos hace sentir inseguros, en nuestro cerebro se activa inmediatamente una señal de alarma. Por eso, cuando notes los primeros signos de ansiedad en tu hijo, abrázale y hazle saber que está seguro. De esta forma su cerebro se tranquilizará y la ansiedad remitirá. Si es necesario, quédate un rato a su lado.

2. “¿Qué es lo peor que puede pasar?” La ansiedad es, básicamente, un estado de expectación negativa. La persona cree que pasará algo malo, aunque no puede decir con precisión qué será. Por eso, es conveniente ayudarle al niño a identificar sus peores miedos y pesadillas. Cuando se dé cuenta de que se trata tan solo de una sensación pero en realidad no tiene nada que temer, la ansiedad se disolverá. También puedes ayudarle a buscar una solución en caso de que se verifique el peor escenario posible. Tener un guión estructurado que les permita saber cómo desenvolverse alivia considerablemente la ansiedad.

3. “Vamos a contar hasta…” A medida que concientizamos la ansiedad, esta crece. Mientras más nos fijamos en las palpitaciones, el nerviosismo o la angustia, más se atenúan estos síntomas. Por eso, una buena estrategia para calmar a los niños ansiosos consiste en desviar su atención de la ansiedad. Para lograrlo, puedes pedirle que cuente el número de personas con relojes que ve pasar si estáis en una consulta o que cuente los árboles si estáis de viaje por carretera. La idea es centrar su atención en cualquier otra cosa que lo mantenga distraído.

4. “Dibuja cómo te sientes.” Se ha demostrado que dibujar, colorear o simplemente garabatear sobre un papel tiene un increíble efecto calmante. Puedes aprovechar esta actividad como una técnica para calmar la ansiedad de tu hijo. Por otra parte, dibujar es aún más eficaz en los niños pequeños ya que así pueden expresar las emociones que les resulta difícil poner en palabras debido a que aún tienen un vocabulario muy limitado y su Inteligencia Emocional no está muy desarrollada.

5. “Somos un equipo inseparable.” En muchos casos los niños pequeños se sienten ansiosos por miedo al abandono, sobre todo cuando sufren lo que se conoce como “ansiedad de separación”. Sin embargo, a medida que crecen y concientizan las expectativas que los padres han puesto sobre ellos, estas también les generan ansiedad. Por eso, es importante que asegures a tu hijo y aproveches cualquier momento para confirmarle que sois un equipo y que siempre puede contar contigo, independientemente de sus errores. Así se sentirá más tranquilo y sabrá que sus padres son un refugio seguro.

6. “Respira profundamente.” Nunca es demasiado temprano para enseñarle a tu hijo una técnica de respiración. Cuando sufrimos ansiedad nuestro pulso se acelera y la respiración se hace entrecortada, el cerebro capta esos cambios y activa el modo lucha/huída porque cree que estamos en peligro. Respirar profundamente contribuye a que estos cambios fisiológicos vuelvan a la normalidad y el cerebro comprenda que ha sido una falsa alarma y que todo está bien.

7. “¿Te acuerdas cuando…?” A menudo la ansiedad nubla nuestro raciocinio y borra de un plumazo nuestra memoria porque solo podemos pensar en lo mal que lo estamos pasando. Sin embargo, es probable que en el pasado hayamos pasado por momentos peores. Por eso, es recomendable recordarles esos momentos a los niños ansiosos. Recuérdale, por ejemplo, aquella vez que fue al dentista y lo bien que se portó, o lo bien que lidió con el primer día de colegio, a pesar de su nerviosismo. De esa manera el niño recuperará el control y la seguridad en sí mismo.

8. “Avísame cuando hayan pasado dos minutos.” La ansiedad se alimenta de la ansiedad. Por eso, una de las estrategias más eficaces para eliminarla consiste en desvirtuar la atención de las sensaciones que estamos experimentando. Pídele a tu hijo que se fije en el movimiento del reloj, hasta que pasen dos minutos. El movimiento de las manecillas del reloj tiene un efecto casi hipnótico que ayuda a relajar la mente.

9. “A veces las preocupaciones son buenas.” Muchas personas que sufren ansiedad se sienten mal porque no aceptan esas sensaciones, las catalogan como negativas e inadecuadas y quieren escapar de ellas. Por supuesto, sabemos que estas sensaciones no son muy agradables, pero están ahí por una razón y no debemos negarlas ni resistirnos a ellas. Por eso, en vez de minimizar los sentimientos de tu hijo, valídalos y explícale que en ocasiones las preocupaciones son buenas, pero que en otros casos simplemente son excesivas. Dile que para evitar sentirse así, lo mejor que puede hacer es buscar soluciones y establecer planes de acción. De esta manera mueves el centro de atención de la preocupación que genera ansiedad a la solución, que brinda seguridad.

10. “Yo también he pasado por eso.” Cuando experimentamos ansiedad nos sentimos agobiados, saturados por nuestros propios pensamientos, como si estos nos atraparan. Para salir de ese bucle, puedes intentar que el niño se ponga en tu lugar. Cuéntale aquella vez en la que tú también sentiste miedo y ansiedad. De esta forma no solo estás captando su atención para que deje de fijarse en sus síntomas sino que también estarás transmitiéndole la idea de que no está solo y que lo que experimenta es algo normal con lo que todos tenemos que lidiar.
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Razón abierta

CONSEJOS PARA MEJORAR LA CONDUCTA DEL NIÑO/A

Un artículo de Celia Rodríguez Ruiz, Psicóloga y Pedagoga.

Educar a un niñ@ no es una tarea sencilla. A pesar de nuestros esfuerzos, en numerosas ocasiones nos encontramos con el mal comportamiento. Para las familias y educadores mejorar la conducta del niñ@ puede convertirse en un duro reto. Veamos algunos consejos para mejorar la conducta del niño.




La conducta del niño

En primer lugar vamos a analizar cómo es la conducta de nuestros niños y niñas. Conocer porqué se comportan de un modo u otro nos será de gran utilidad para comprender las claves de su conducta y de este modo poder mejorarla.

* Los seres humanos nacemos sin saber cómo tenemos que comportarnos, tendremos algunas tendencias instintivas relacionadas con la supervivencia (cómo la búsqueda de alimento, etc.), pero no tenemos un repertorio de conductas innato.

* Desde el nacimiento el bebé comienza a desarrollar diferentes formas de comportarse. ¿De dónde salen dichas maneras de acción?

- El bebé o niñ@, observa la conducta de las personas más cercanas, adultos y otros niños y niñas, e incluso de la televisión. Se produce un aprendizaje por observación. Pero aún no es del todo determinante para que se generalicen o no determinadas conductas.

-Los niños y niñas observan conductas y las imitan (aprendizaje por modelado, donde imitan un modelo). Al imitarlas entran en un proceso de aprendizaje por ensayo error, es decir el niño/a prueba las conductas y comprueba los resultados.

-Cuando estos resultados son beneficiosos para él o ella, de algún modo, la conducta se refuerza y tenderá a repetirla. Por el contrario cuando su conducta no recibe contingencias positivas, tenderá a extinguir y eliminar la conducta.

¿Por qué se portan mal los niños y niñas?

A continuación vamos a analizar cuáles son las causas del mal comportamiento de los niños y niñas, y de este modo podremos mejorar su conducta.

Detrás del mal comportamiento, nos encontramos con dos posibles situaciones o causas:

* Un malestar que encuentra su vía de escape a través de conductas problema.

* Un aprendizaje de conductas inadecuadas.

Normalmente la mala conducta es una mezcla de ambos factores, dando lugar a una situación problemática.

Consejos para mejorar la conducta del niño/a

* Presta atención a tu conducta y a la de las personas más cercanas o modelos que tiene el niño/a. Recuerda que toma como modelo de conducta aquello que ve a su alrededor, si nosotros gritamos el niño gritará y por lo tanto, debemos analizar nuestra conducta y modificarla.

* Presta atención a los refuerzos que haces a la conducta de los niños y niñas. A menudo, prestamos atención a las malas conductas y las buenas las ignoramos, de este modo estamos reforzando (aunque sea con riñas el mal comportamiento).

* Presta atención al estado emocional de los niños y niñas. Si hay algún tipo de malestar o necesidad, deberemos atender dicho malestar o necesidad para mejorar su conducta.

* Establece normas claras, concisas y consensuadas por todos. Es importante que sean normas válidas para cualquier situación y persona y que el niño o niña entienda perfectamente.

* Dialoga con el niño o niña explicándole cómo esperas que se comporte en diferentes situaciones. No es suficiente con un simple pórtate bien, debemos especificar a qué nos referimos con pórtate bien.

* Aprende a negociar con ellos. Los niños y niñas necesitan una disciplina, pero ha de ser una disciplina positiva, basada en la democracia. No se trata de intimidarles o causarles temor, sino de hacerles comprender que es lo que está bien y lo que está mal.
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POR QUÉ NECESITAMOS UNA ETAPA DE INFANTIL HASTA LOS 7 (I)

Un artículo de María Pérez. Una versión anterior de este artículo fue publicada bajo el título “Por qué aprender a leer en Infantil nos está jodiendo como sociedad”. Tenía pendiente reescribir este texto desde hace meses – no poca gente me ha escrito para preguntarme por él –, esto es lo que tengo que decir: no escribas nunca un artículo con buena evidencia que lo respalda en un momento de indignación, porque escribirás de forma tajante y pondrás un título tendencioso. Y después de pelearte durante una semana con gente en los comentarios, tendrás que reconocer que llevan razón y tú no… y, entonces, tendrás que reescribirlo. Así que aquí voy otra vez, pero esta vez voy con calma (me tendrías que ver aquí al lado del río, esperando que se me active el lado zen).

Enseñar a leer en Infantil, de la forma que enseñamos todo – con su programa, sus actividades, repetición y evaluación –, nos está jodiendo como sociedad…. pero no es lo único. El tipo de apego que establecemos con nuestros padres tiene un papel fundamental en el futuro que nos espera – no, no es lo mismo un apego seguro que inseguro –. Y luego está el tema de los traumas en la infancia y cómo afectan al desarrollo – algún día no muy lejano escribiré sobre esto –. Eso sin olvidarme de la alimentación, que como empiece no acabo… pero lo del aprendizaje formal de la lectoescritura también lo está haciendo.

No es sólo la enseñanza forma, claro. Es el hecho de que esas clases han ido desplazando el recurso educativo más importante que existe: el juego – Google se lo pide como recurso empresarial, pero ya sabemos que la mayoría de la gente prefiere creer que la política laboral de Google son los padres… que no es real, vaya –. Probablemente a ti no te hace gracia leerlo, pero para ser honesta, a mí no me hace gracia escribirlo. Porque, claro, una está aquí haciendo una defensa seria y científica del aprendizaje y el desarrollo, e incluir la palabra "juego" le quita toda la credibilidad… parece que te retrata automáticamente en la posición de “blandengue sobre unicornio en el país de la gominola”.

Pues mira, no ("Mi pequeño pony" para ti, que yo era más de "Capitán Planeta"). Hay razones importantes para que escriba que tiene que durar hasta los 7 años – además de volver al juego y al exterior –. Tantas, que ya no me caben en un solo artículo… Así que aquí van los primeros cuatro campos que se ven afectados por este inicio temprano:

1 - Resultados académicos
2 - Autorregulación y TDAH
3 - Inversión económica y empleabilidad
4 - Impacto a lo largo de la vida

Ahora sí, voy a darle razones a los que vendrán a enfrentarme en los comentarios… ¡que comiencen los septuagésimo séptimos Juegos del Hambre!

1 - RESULTADOS ACADÉMICOS

Empecemos por la conclusión más obvia: si aprenden antes la mecánica de la lectura, podrán tener acceso a cualquier tipo de información y adelantar a los niños que hayan empezado más tarde, ¿no? ¡¿NO?!

En primer lugar, me gustaría aclarar que esta mentalidad es la que ha llevado a americanos e ingleses a introducir las pruebas estandarizadas sistemáticas – y, ojo, que esto está ya mismo aquí, como Halloween… me entenderás si leíste las propuestas educativas de las pasadas elecciones –. El planteamiento es: si tienes que pasar un test, lo mejor será ensayar ese test una vez y otra y otra… hasta que salga perfecto, ¿no? ¡¿NO?!

Pues va a ser que NO.

Carlsson-Paige, McLaughlin y Almon mostraron que los niños que "entrenan" para superar una determinada prueba, inmediatamente puntúan por encima de los que no lo han hecho – como era de esperar –; pero esa ventaja inicial desaparece entre uno y tres años después, y en algunos casos la tendencia incluso se revierte – es decir, que los que no "entrenaron" obtuvieron mejores resultados al cabo de un tiempo.

Dos estudios más relacionados con pruebas estandarizadas (una sobre cociente intelectual) están descritos en este artículo.

¡Más! Marcon siguió a 343 estudiantes afroamericanos en situación de pobreza elevada, algunos asistían a escuelas de infantil centradas en un estilo académico, mientras que los demás iban a otras basadas en el juego. Los primeros sobrepasaron a los segundos cuando llegaron a primaria – obviamente, los que jugaban tenían que aprender todavía a leer –, pero cuando ambos grupos alcanzaron el equivalente a 4º de Primaria, los que habían jugado durante la etapa de infantil les dieron la vuelta a los números y empezaron a sacar notas significativamente más altas.

¿Nos vamos a Alemania ahora? Es 1970 y el mismo gobierno alemán financia un estudio comparativo mientras está cambiando el sistema de educación infantil hacia un modelo más académico. Una vez más, comparan alumnos de escuelas con educación directiva con otros de escuelas basadas en el juego. Los del sistema formal de educación, una vez más, superan a los del juego; hasta que en 4º de Primaria… – ¿lo adivinas? – los que jugaron superaron a los otros en todos los marcadores evaluados – y no eran sólo marcadores académicos –. ¿Y qué crees que hace Alemania? Pues lo que haría cualquier país con dos dedos de frente que quiere lo mejor para su futuro: hacer caso a la evidencia. Así que frenó la reforma, y volvió a los kindergarten basados en el juego (y es obvio que le va mucho peor que a nosotros…).

¡Le toca el turno a Nueva Zelanda! Este es uno de mis estudios preferidos, porque lo usa David Whitebread de la Universidad de Cambridge en un artículo en el que explica precisamente lo que yo intento explicar aquí – y hay que tenerlos muy cuadrados para cuestionar la calidad de la evidencia que se publica en la web de la Universidad de Cambridge –. Una vez más, dos grupos: uno empieza el aprendizaje formal de la lectoescritura a los 5 años, el otro a los 7. Al llegar a los 11 años, no hay diferencia en la capacidad mecánica lectora – lo que significa que los del segundo grupo cogieron a los del primero –, pero es que además, los que empezaron a leer antes desarrollaron actitudes menos positivas hacia la lectura y demostraron una comprensión lectora más pobre.

Y, luego estás PISA, claro – aunque me odiéis –; y el hecho de que los tres países que mejor califican en el ranking europeo (Finlanda, Estonia y Suiza) empiezan la educación formal a los 7.

2 - AUTORREGULACIÓN Y TDAH

La autorregulación es una capacidad lo suficientemente importante para que la Universidad de Harvard la mencione de forma normal cuando está hablando de desarrollo infantil pero, irónicamente, suena como algo alternativo en nuestro país (igual que el tema del apego). La autorregulación es esa capacidad de reconocer qué está pasando dentro de nosotros y modificar nuestra conducta para asegurar nuestro bienestar. El proceso de parar lo que estamos haciendo y reevaluarlo es una acción de la función ejecutiva.



Gracias a la función ejecutiva podemos dejar de correr como locos para que no nos dé un ataque al corazón, podemos reconocer que estamos durmiendo demasiado y podemos valorar si estamos comiendo lo necesario. Esto nos permite conocernos y autorregularnos, y lo que nos tienes que quedar claro es que la autorregulación no se enseña. Sólo el propio individuo puede desarrollarla y para eso tiene que escucharse a sí mismo y a nadie más. Y esto nos interesa, porque dentro de nuestra reflexión “juego libre vs actividades programadas”, el departamento de Psicología y Neurociencia de la Universidad de Colorado nos cuenta que en su estudio sobre el tema descubrió que mientras más tiempo pasaban los niños en actividades poco estructuradas, mejor era su función ejecutiva auto dirigida. También comprobaron lo contrario de esta hipótesis: los niños que pasaban más tiempo en actividades estructuradas – estructuradas por adultos, se entiende – tenían peor función ejecutiva auto dirigida.

La función ejecutiva tiene un papel muy importante en el TDAH, ya que es la encargada de controlar los impulsos… De hecho, recientemente, investigadores de Taiwan realizaron un estudio en el que revisaban los expedientes de 400.000 niños – que se dice pronto – de entre 4 y 17 años diagnosticados con TDAH y advirtieron que se estaba diagnosticando a niños que, en realidad, sólo presentaban inmadurez en el desarrollo. ¿Cómo lo supieron? Simplemente mirando el mes de nacimiento… sí, te lo voy a explicar con los meses adaptados a nuestro sistema educativo para que lo entiendas: los niños nacidos en diciembre tenían muchas más posibilidades de ser diagnosticados con TDAH que los nacidos en enero…

Pero ése no ha sido el único titular que ha venido a relacionar el TDAH con el momento de inicio del colegio. Para chulo, chulo, El regalo del tiempo , estudio financiado por el Departamento Nacional de Investigación Económica (otra vez: de Investigación Económica) de EEUU en el que unos investigadores muy valientes de Standford se fueron a revisar los resultados de una encuesta del Servicio de Salud Mental de Dinamarca – hay que ser muy valiente para ir de EEUU a un país nórdico a ver qué puedes aprender de ellos, porque si te descuidas… ¡no vuelves! –. Revisaron casi 36000 encuestas a padres y… ¿qué se encuentran? Pues que si los niños en lugar de empezar el colegio a los 6 – que es cuando se empieza allí normalmente –, lo hacen a los 7, el diagnóstico de TDAH desciende un 73%.

Yo no es por nada pero, ¿alguien se ha planteado alguna vez la posibilidad de estudiar la escuela como fuente de epidemia y comorbilidad en la actualidad? Porque ya va tocando… (más información sobre TDAH y alternativas al tratamiento farmacológico aquí).

3 - INVERSIÓN ECONÓMICA Y EMPLEABILIDAD

Particularmente fascinante es la vertiente económica de este asunto. Sabemos que invertir en infancia es rentable y así podemos resumir los hallazgos de Heckman – premio Nobel de Economía – en este ámbito:

“El análisis del profesor Heckman con respecto al programa preescolar Perry muestra una rentabilidad anual del 7-10% basada en el rendimiento académico y profesional, así como en los costes de educación compensatoria, salud y gastos del sistema de justicia penal. Es muy probable que muchos otros programas para la primera infancia sean igualmente eficaces”.

Y cuando nos centramos en el tipo de educación a la que se refiere, la respuesta es clara:

“En conjunto, las habilidades cognitivas y personales determinan el éxito en lo educativo, profesional y en la vida, aunque a menudo el desarrollo de las habilidades personales es el factor más importante.

Pero Heckman no es el único preocupado por la economía aquí. La universidad de Columbia analizó los resultados económicos de invertir en programas de educación social y emocional en las escuelas – que, en caso de dificultad con los números, significa reducir horas de aprendizaje formal… es decir, de asignaturas –; y encontraron que por cada dólar invertido en desarrollar otras capacidades no intelectuales, se recuperaron 11 dólares. Y eso sólo de los beneficios cuantificables, porque ellos mismos reconocen que hay muchos otros posibles beneficios difíciles de cuantificar… como la reducción de agresiones infantiles, de consumo de drogas, de delincuencia y violencia o menores niveles de depresión y ansiedad. También mejoraron la asistencia a clase y las notas (ahora que nadie estaba intentando mejorarlas, van y suben…. Si es que los humanos somos un caso…).

Respecto a cómo afectan esas habilidades no cognitivas a la hora de encontrar trabajo, una vez más tenemos que agradecer al Departamento Nacional de Investigación Económica de EEUU por los datos.

En La creciente importancia de las habilidades sociales en el mercado de trabajo nos cuenta que tanto el aumento de oportunidades laborales como de salario se ha venido produciendo desde 1980 en áreas que requieren altos niveles de habilidades sociales y emocionales.

Por su parte, Los efectos de las habilidades cognitivas y no cognitivas en la empleabilidad y el comportamiento social expone que las decisiones en lo referente a estudios, trabajo y elección profesional están basadas en un conjunto latente – es decir, que existe y está ahí, aunque no lo notemos – de habilidades cognitivas y no cognitivas. Y añade que esas mismas habilidades (según estén desarrolladas o no) son las que estadísticamente llevan correlacionados una serie de riesgo, como embarazo y matrimonio en la adolescencia, fumar, uso de marihuana y participación en actividades ilegales.

Es decir, que gente que hace pobres elecciones educativas y laborales, va a llevar siempre riesgo asociado de más problemas… y ya hemos visto quiénes eran al final los niños con peores resultados académicos a largo plazo y actitudes menos positivas hacia la lectura, ¿verdad?

Pero si estos datos no te parecen bastante significativos por sí mismos, no te preocupes, vienen más.

4 - IMPACTO A LO LARGO DE LA VIDA

Nadie lo imaginaría, pero hay estudios longitudinales (eso significa que se ha seguido a las personas durante muchos, muchos años) que comparan diferentes estilos educativos en Educación Infantil:

Schweinhart y Weickhart siguieron a tres grupos de niños en “Lasting Differences: The High/Scope Preschool Curriculum Comparison Study through Age 2”, el primer grupo asistía a una escuela con currículum estructurado – fichas, básicamente –, el segundo grupo asistía a un colegio donde se permitía el juego libre y el tercer grupo a uno que mezclaba juego y algunas clases estructuradas con el maestro. El estudio sigue en la actualidad, pero a los 23 años publicaron un informe que describía que a los 15 años los del primer grupo ya daban el doble de problemas que los de los otros dos grupos; pero es que a los 23 los resultados eran incluso más dramáticos: la tasa de arresto por delito era del 39% en el primer grupo, comparada con el 13.5% de los otros dos grupos; mientras que el 19% del primer grupo había recibido una citación por asalto con arma versus un 0% de los otros dos grupos.

Jhones et al, por su parte, publicaron “Early Social and Emotional Functioning and Public Health: the relationship between kindergarten social competence and future wellness ” en julio de 2015 mostrando, tras 20 años siguiendo a un grupo de niños, que la valoración que el maestro hace de la competencia social de un niño en Infantil es un indicador consistente de cómo le irá en el futuro en temas de educación, empleo, justicia criminal, consumo de drogas y salud mental (y tú preocupándote por que hace la ‘b’ del revés…).

Y luego está el trabajo de Ken y Friedman, que siguieron a alumnos durante más de 80 años en el estudio publicado como “Early educational milestones as predictors of life-long academic achievement, mid-life adjustment, and longevity”. Una conclusión inesperada del estudio fue: “el inicio temprano de la escuela se relacionó con menos logros académicos, más problemas de adaptación en la madurez y, más importante, aumento del riesgo de mortalidad”. Y aquí viene lo interesante: los sujetos del estudio eran niños con altas capacidades de clase media en California.

EN RESUMEN:

* Empezar antes no da ninguna ventaja académica, cualquier signo de que pudiera ser así desparece pasados algunos años, y en algunos casos incluso se invierte la tendencia.

* Retrasar el inicio de la educación formal a favor del juego, resulta en una reducción en el diagnóstico del TDAH.

* La inversión en programas de desarrollo social y emocional es rentable, ya que reduce las conductas de riesgos y los posibles costes asociados a ella (prisión, salud mental…).

* Centrarse excesivamente en las habilidades cognitivas interfiere con otras áreas del desarrollo infantil, ya que somos un todo – intelectual, corporal y emocional – y crea elevadas posibilidades de problemas en la vida adulta.

* Las habilidades no cognitivas han demostrado ser más fiables para predecir el futuro bienestar de una persona que aquellas académicas.

Y no, no he acabado. Pronto más…
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EDUCAR PARA LA AUTONOMÍA

Un artículo de Celia Rodríguez Ruiz, Psicóloga y Pedagoga.

La autonomía es la capacidad que permite que una persona actué siguiendo su criterio, con independencia de la opinión o juicio de otros. Una persona autónoma es capaz de desenvolverse y de solucionar sus problemas sin necesitar a otra persona, es capaz de tomar decisiones y de dejarse guiar por su criterio, principios y valores. Educar a los niños y niñas para fomentar el desarrollo de la autonomía es fundamental, ya que de este modo no se dejaran manipular y no tendrán miedo de tomar sus propias decisiones.



¿Por qué es importante educar para la autonomía?

La autonomía es una capacidad fundamental para que puedan desenvolverse con seguridad y para que sean capaces de tomar sus propias decisiones y seguir sus propios caminos. Educar para la autonomía es muy importante:

*Ser autónomos implica ser capaces de desenvolverse y saber hacer sus quehaceres sin necesidad de que nadie se lo diga.

*La autonomía va unida a la confianza en sí mismos y por lo tanto a una sana autoestima.

*La autonomía es necesaria para la toma de decisiones y la solución de problemas.

*La autonomía les permite ser libres, e independientes, y evita que se comporten de manera sumisa. Ser autónomo no implica dominar o ser agresivo con los demás, pero sí implica ser capaces de defender sus opiniones y no dejarse dominar o someter.

*La autonomía implica ayudarles a desarrollar su propio criterio, valores y principios, sin necesidad de que éstos le sean impuestos desde fuera, así como la capacidad para cuestionarlos.

Educar para desarrollar la autonomía

Educar para desarrollar la autonomía es, por lo tanto, una necesidad que no debemos dejar de lado. Implica ayudarles a madurar y a ser capaces de decidir sin miedo. Algunos consejos para ayudarles a desarrollar la autonomía son:

*Evita hacer demasiadas cosas por ellos y deja que hagan las cosas por sí mismos. A medida que puedan ir ocupándose ellos solos de ciertas cosas, dejaremos que poco a poco lo vayan haciendo, como por ejemplo: en niños y niñas pequeños ponerse la ropa, recoger sus juguetes, …. En niños mayores: poner la mesa, organizar sus deberes,….En un primer momento puede ser que tengan dificultades para hacer cosas por sí mismos, pero a medida que lo hacen poco a poco se irán demostrando a sí mismos que son capaces de hacerlo.

*Guíales cuando hagan las cosas por sí mismos, es decir indícales cómo hacerlo, pero deja que lo hagan solo y poco a poco reducimos las indicaciones.

*Evita sobreprotegerles. A veces cuando a ellos les cuesta enfrentarse a ciertas cosas tendemos a sobreprotegerles y solucionar sus problemas, es muy importante que evitemos hacer esto y que dejemos que ellos intenten solucionar sus problemas, podemos guiarles y aconsejarles, pero solo intervendremos cuando sea demasiado para ellos.

*Enséñales a tomar sus propias decisiones. Es importante que les dejes que decidan, al menos sobre cosas que no sean demasiado importantes como la ropa que van a ponerse, el cuento, la película que quieran ver,… de este modo empiezan a tomar sus propias decisiones sin temor y con independencia, sin buscar la aprobación de otra persona.
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GUARDERÍAS VERSUS ESCUELAS INFANTILES

Un artículo de Alicia Alonso.

La acepción guardería ha ganado terreno sin complejos desde que ríos de tinta comentaron la aparición de un bebé con su madre en el Congreso. Se ha opinado sobre conciliación y feminismo, evidenciando la inexistencia de políticas laborales y sociales mínimas. Pero, ¿cuántas opiniones se han vertido desde la perspectiva de quien se pretende conciliar?, ¿qué derechos tiene una criatura?, ¿son las guarderías una respuesta?


Una criatura, desde que nace, ha de construir un apego de calidad con sus progenitores: le va en ello una personalidad global y equilibrada. Su desarrollo es el producto de un buen crecimiento (condiciones sociosanitarias y ambientales) y de una buena educación, que no puede confundirse socialmente con el reduccionismo de instruir; se trata de favorecer la eclosión de todas sus potencialidades. Solo la ignorancia y el desprecio niegan el carácter educativo de estas edades.

Durante su primer año y medio, y muy especialmente en los primeros doce meses, los bebés sufren un enorme estrés cuando son alejados de la figura de apego, no pueden metabolizar aún la hormona que aumenta durante ese proceso (cortisol), por lo que es fundamental reducir y compensar las situaciones que lo incrementan. A medida que van creciendo lo hace su tolerancia, pero muy gradualmente, y hormonas del bienestar como la serotonina y otras endorfinas contribuyen a equilibrarlo. Aumentan las endorfinas el amor, la protección y la seguridad ofrecida por sus figuras vinculares, las ricas experiencias sensoriales que le abren al mundo y el sentimiento de competencia que proporciona la autonomía de movimientos al conquistarlo. Aumentan, en especial, cuando juegan en libertad, captando y aprendiendo, reproduciendo y creando lo necesario para apropiarse de ello y para superar malestares; jugando es como se identifican, socializan, aprenden a tolerar y aceptar para poder jugar más y mejor.

Por ello es muy beneficioso que puedan pasar tiempos con otras criaturas en escuelas que respeten y propicien lo anterior, para complementar lo que les ofrece su propia familia y compensarlo cuando las oportunidades son pobres o lesivas.

Cuando se opta por llevarles a estas instituciones necesitan procesos de adaptación enormemente respetuosos, de la mano de profesionales excelentes para que, apoyados por la presencia familiar y la seguridad afectiva que les proporciona, puedan hacer una transición positiva durante tiempos ajustados.

Así, un buen centro infantil construye para las criaturas la continuación del ambiente de la familia y ve la participación de esta como un derecho y una necesidad en la tarea de compartir la crianza; no ofrece horarios desequilibradores y enriquece sus oportunidades al incluir sus diferentes ritmos y estilos; tiene un proyecto educativo que busca el desarrollo global y óptimo de todas las potencialidades, y la felicidad presente de niños y niñas protagonistas de su desarrollo. Con este fin organiza tiempos, espacios y materiales de alta calidad al servicio de su hacer, y su particular forma de mirar y habitar el mundo. No entiende actividad alguna como no educativa, por lo que los tiempos de cuidados son un privilegio para construir el vínculo con las criaturas, con ternura y respeto, fuente de múltiples aprendizajes que apoyan una identidad ajustada y positiva. Los y las profesionales, en número suficiente, tienen como señas de identidad la alta cualificación, el rigor y la calidez, la avidez por formarse como comunidad más y mejor cada vez; necesitan diseñar e implementar en equipo, y democráticamente, un proceso transparente en el que se incorpora a todos sus participantes.

Por el contrario, las guarderías tienen una función asistencial que procede de su propia denominación, con horarios que, hasta de 24 horas en la última oferta, sirven supuestamente a las familias, a las que demandan apoyo y no ofrecen participación. En ellas, los cuidados son una función biológica, el juego es un pasatiempo y lo educativo es instruccionismo. Un número insuficiente de profesionales con contratos miserables e inestables atienden en espacios inapropiados.

Había una red de Escuelas Infantiles 06 y Casas de Niños públicas que fueron referencia europea y caminaban, aunque con mucho esfuerzo, hacia el horizonte descrito. Pero han sido tratadas por la Administración y sus decisiones políticas como guarderías, al masificarlas, descualificarlas o venderlas, al desterrar a las criaturas de 2 años a favor de los CEIP. Así desvalorizan el conjunto y el concepto. Pero muchos de estos centros, con las señas de identidad posibles en esta dolorosa realidad, siguen siendo escuelas infantiles, y sobreviven con el sacrificio de sus profesionales, por amor a los niños y niñas de este país y a sus derechos educativos.

Una criatura necesita, en primer lugar, a su familia, y por tanto políticas públicas laborales y sociales que la apoyen en su tarea, y tiene derecho al complemento de una Escuela Infantil, nunca de una guardería.
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APRENDIZAJE COOPERATIVO: ENSEÑAR A COLABORAR MÁS QUE A COMPETIR.

Un artículo de Mel, Educadora Infantil y futura pedagoga.

La gran mayoría sabe que la sociedad actual es exageradamente competitiva. Tan exageradamente que roza lo absurdo y lo ridículo. Vivimos en un mundo en que parte de la gente hace daño o pisa a los demás para conseguir lo que quiere y alcanzar sus metas. Aunque creamos que no, eso también pasa en los centros educativos.


Hay alumnos que son increíblemente competitivos en el aula y pueden estar dispuestos a hacer muchas cosas con tal de obtener la mejor calificación. Evidentemente, esa idea de competición, no se ha formado sola en la cabeza de dichos alumnos, sino que, en muchas ocasiones son presionados por los propios padres para ser el mejor en todo. También se puede llegar a dar el caso, de que los alumnos actúen de esa manera para demostrar a sus familias que se pueden sentir orgullosos de ellos. Una excesiva competitividad en las aulas pueden ocasionar multitud de conflictos entre los compañeros, por no hablar de las emociones y sentimientos negativos que algunos estudiantes se pueden formar.

El Aprendizaje Cooperativo, no es otra cosa que una estrategia que promueve la participación entre los alumnos. Favorece la socialización, las relaciones entre compañeros, los valores, y es una herramienta que puede ser muy útil para tolerar y gestionar la frustración, pues se puede buscar el apoyo y la ayuda del grupo si la actividad propuesta por el docente no ha salido como se esperaba. Además de eso, como el Aprendizaje por Proyectos, los alumnos son partícipes en todo momento de su propio aprendizaje y desarrollarán al máximo sus habilidades y capacidades sin dejar de formar parte de un grupo de compañeros. El Aprendizaje Cooperativo, deja a un lado la competitividad entre estudiantes y les incita a trabajar unidos para conseguir una buena realización de la actividad propuesta por el profesor.

¿CÓMO SE PUEDE LLEVAR A CABO EN LAS AULAS?

La función del docente en este caso, es la de ser de guía, interactuar con los estudiantes en el proceso de aprendizaje y promover las relaciones y valores adecuados entre los miembros del grupo. ¿Qué se podría hacer para aplicar el Aprendizaje Cooperativo en las clases? ¡Aquí tenéis algunas ideas!

1 - Para empezar hay que proponer la actividad y los objetivos: no vale una actividad cualquiera, tiene que parecerles interesante a los estudiantes, tiene que motivarles a llegar hasta la meta. Tiene que ser una actividad en la que ellos sean partícipes, que sean conscientes de los conocimientos que están adquiriendo. Preferiblemente, una actividad que les ayude con el día a día, en la que tengan que investigar y comunicarse con los miembros del grupo. Para ello, el docente contará con la opinión de los alumnos: les preguntará lo que les apetece hacer, sobre qué les gustaría investigar, si hay alguna noticia que les haya llamado la atención especialmente… Por último, es importante que el profesor sea coherente y claro con los objetivos a alcanzar para evitar confusiones en el proceso.

2 - Diversidad en los grupos: El profesor organizará los grupos, e intentará que dentro de ellos haya diferentes opiniones, diferentes visiones, diferentes formas de pensar, distintas formas de actuar…De esto modo, el aprendizaje será increíblemente significativo para los alumnos. Que haya diversidad, ayudará a los estudiantes a mantener la escucha activa, a respetar, a expresar sentimientos y emociones y a tolerar los pensamientos e ideales de los demás.

3 - Entorno seguro: Es muy importante que cada miembro se encuentre a gusto con los demás compañeros. El docente, promoverá la comunicación y el respeto interactuando con ellos, siendo su apoyo y enseñándoles habilidades sociales concretas. Debe fomentar la seguridad y la confianza entre los miembros, que cada integrante pueda decir lo que piense en cada momento sin tener ningún tipo de miedo o tensión.

4 - Flexibilidad y creatividad en el proceso: Al principio, el docente debería guiar el proceso y el aprendizaje, pero poco a poco, irá proporcionando más responsabilidades a los alumnos. Les dará libertad para que ellos mismos sean los que desarrollen sus pensamientos ideas, los que tomen las decisiones más adecuadas, los que se organicen, los que asuman los diferentes roles dentro del grupo…

5 - Metodologías diferentes en un mismo aprendizaje: Con el Aprendizaje Cooperativo, se pueden proponer debates muy interesantes,trabajos de investigación en grupo, actividades para la resolución conflictos. Sobre todo para éstas últimas, este aprendizaje será muy útil. Será muy didáctico que el docente se invente un posible problema y que los alumnos sean los que lo tengan que resolver para llegar a la solución.

6 - Interés del docente y resolución de dudas: Sería aconsejable que los profesores dejaran los diez minutos últimos de cada clase para que los estudiantes plantearan dudas, para que hablaran de los obstáculos que van teniendo y darse cuenta si el Aprendizaje Cooperativo se está dando realmente en el aula.

7 - ¿Cuál es el papel de las nuevas tecnologías? Las nuevas tecnologías pueden ayudar a que se de esa cooperación. Cuando se usan adecuadamente, favorecen la interacción, la comunicación, la investigación, la diversidad de ideas y la innovación. Así que, podrían ser muy útiles en el proceso de aprendizaje.

Para alcanzar las metas y obtener buenas calificaciones en exámenes y trabajos, no hace falta pisotear, hacer daño y humillar a los demás. No es necesario tratar mal a nadie. Con la colaboración, el trabajo en equipo y el compañerismo se pueden llegar a conseguir los mismos buenos resultados académicos. Y además de las notas, los alumnos formarán parte de un grupo, desarrollarán habilidades sociales, aplicarán la inteligencia emocional al tener en cuenta, escuchar y tolerar las opiniones de cada uno de los miembros. Y sentirán una satisfacción personal increíble. Eso, es lo que debería enseñar todos los centros educativos sin excepción, que ayudándose entre todos pueden sacar lo mejor de uno mismo y hacer crecer las ganas de realizar adecuadamente la actividad. Y que ni mucho menos, por eso, se es más débil o se tendrán menos oportunidades. Los centros educativos, deberían formar personas humanas y sensibles, y que yo sepa, esas personas no se pisan las unas a las otras y no se hacen daño para conseguir los objetivos. Quien hace lo contrario, quien llega a humillar a los demás para alcanzar sus propios fines, queda muy lejos de ser humano. O por lo menos del concepto que tengo yo de humanidad.
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10 RECOMENDACIONES PARA EVITAR LAS MALAS CONTESTACIONES

Un artículo de Celia Rodríguez Ruiz, Psicóloga y Pedagoga.

¿Qué hacer ante las malas contestaciones en los niños y niñas?


Cuando los pequeños toman como hábito responder a lo que les adultos les dicen, entramos en una dinámica de conflicto. Los adultos se desesperan, no comprenden porque los pequeños responden y no saben cómo llevar esa situación. En determinados momentos los niños y niñas se vuelven contestones. Cuando les reñimos responden. No aceptan lo que se les dice y quieren dar su opinión, eso es normal y no es malo, pero lo hacen de malos modos, y aquí es donde está el problema. Es bueno que el pequeño de su opinión y que evalué críticamente lo que se le dice, pero debemos prestar atención al modo y la situación en la que lo hacen. Ante una riña pueden explicar su punto de vista pero no deben contestar y entrar en una lucha con nosotros.

Porque contestan los niños y niñas

Los niños a lo largo de su crecimiento van desarrollando su personalidad, es importante que aprendan a establecer su propio criterio y que cuestionen lo que se les dice. Pero deben saber hacerlo con educación y desde el respeto. Debemos enseñarles que se puede dar la propia opinión, que de hecho es importante que lo hagan, pero con buenos modos. En estos momentos de desarrollo de la personalidad y formación de la propia identidad, es normal que los niños y niñas respondan y quieran tener opinión. A nivel emocional los pequeños necesitan desvincularse afectivamente de la figura de los padres como camino necesario para reafirmar su propia personalidad.

10 RECOMENDACIONES PARA EVITAR Y MANEJAR LAS MALAS CONTESTACIONES

1 - Ten en cuenta que no es nada personal contra nosotros. No lo tomes como un ataque personal, entiéndelo como parte normal del crecimiento y desarrollo del niño/a.

2 - Evita entrar en una lucha directa. No respondas con malos modos, no entres en un conflicto con ellos.

3 - Ante una mala contestación trata de averiguar lo que hay detrás de la misma. Si es porque está cansado, molesto por algo, que es lo que le desagrada para contestar así; o si simplemente es un hábito aprendido. Para ello pregúntale que es lo que le pasa, obsérvale cuando contesta.

4 - No debes dar demasiada importancia a la mala contestación. Cuando damos importancia a algo lo podemos estar reforzando o entrando en una dinámica que queremos erradicar. En lugar de eso, cuando te conteste mal, ignórale hasta que lo haga adecuadamente y con educación.

5 - Explícale, sin alterarte y sin entrar en discusión, que si no te dice las cosas de manera adecuada no le vas a escuchar. Le puedes decir lo siguiente: “me parece bien que me expliques lo que no te gusta, pero no puedes decirlo gritando o contestando mal, si lo haces así no te voy a escuchar. Estaré encantado de dialogar contigo y que me expliques tu opinión, pero cuando me hables con educación.” Después de explicarle esto no le des más vueltas al tema, no hables mas de ello, en todo caso repites lo que le has dicho de nuevo.

6 - Déjale claro que no vas a pasar las malas contestaciones, para ello no prestes atención a las mismas y haz que lo sepan: “ entiendo que no te guste esta norma o esta situación, pero no vamos a consentir que respondas mal”.

7 - Emplea algún tipo de castigo que le haga reflexionar cuando tenga una mala contestación, como llevarle al rincón de pensar, etc.

8 - Modelado. Haz de ejemplo, no le respondas con una mala contestación y tampoco las emplees con otros miembros de la familia o personas.

9 - Cuando el pequeño nos dé su opinión, ya sea en contra de algo que le decimos, pero lo haga de una manera adecuada, con respeto, le atenderemos y le reforzaremos esa conducta.

10 - No critiques nunca a la persona, critica la contestación, pero no al niño o niña.
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Locura

TIMIDEZ INFANTIL: 4 ESTRATEGIAS QUE DEBERÍAS CONOCER

Un artículo de Irene Seguranyes.

Hay niños y niñas que por su personalidad son introvertidos, es decir, que disfrutan jugando solos o con pocos niños y que prefieren actividades tranquilas. Ahora bien, cuando un niño muestra ansiedad o miedo al estar con muchas personas o hablar en clase, por ejemplo, entonces se trata de otro tema: timidez.


Cuando ese niño está con alguien a quien no le tiene confianza o está delante de un grupo piensa que lo hará mal, que no es tan bueno como los demás. Cree que hará el ridículo o que lo que tiene que decir no es lo bastante importante. Pues bien, todos esos pensamientos aparecen cuando los niños tienen una autoestima baja.

Por ello, lo primero que deberíamos hacer para ayudar a un niño o una niña a vencer su timidez es fomentar una autoestima sana, ayudándole a valorarse más y a tener seguridad.

Los papás podéis hacer muchísimo en este sentido con estas cuatro estrategias:

* Resaltar aquello que hace bien de forma más concreta: muchas veces decimos a los niños “muy bien”, “bravo”, “bien hecho”, pero sin explicar concretamente qué es lo que han hecho bien. En cambio, decir algo más detallado les ayuda a construir una imagen de sí mismos más positiva, porque tienen más datos para creer en ello. Por ejemplo: “has hecho una letra muy bonita”, “has bailado con mucho ritmo”, “has descubierto la solución, qué inteligente”.

* Preguntarle su opinión acerca de cosas sencillas -aunque también de otras más importantes- y escucharla atentamente. Eso no significa que al final se vaya a llevar a cabo su propuesta, pero sí que será tenida en cuenta. Así los niños sienten que su opinión merece la pena, que será escuchada y valorada. Poco a poco a tu peque le será más fácil hablar con seguridad ante otras personas.

* Practicar con títeres o muñecos esas situaciones en que suele mostrar más timidez. Por ejemplo, cuando su maestra le pregunta delante de toda la clase, cuando está en el parque y quiere pedirle a un niño subir al tobogán, cuando tiene que preguntar algo en una tienda… Primero mamá o papá pueden representar esa escena hablando por los dos personajes; y luego podéis jugar los dos haciendo cada uno un papel distinto. Como a los niños les gusta tanto repetir (cuentos, películas), podéis jugar a menudo hasta que el niño o niña se familiarice con esas situaciones, tenga más recursos para afrontarlas y les vaya perdiendo el miedo.

* No presionar al peque para hacer cosas que aún le bloquean, sino ir acercándolo poco a poco a la situación. Por ejemplo, si a tu hija le da mucha vergüenza preguntarle a la camarera dónde está el baño podéis empezar primero con que la niña simplemente levante la mano y busque a la camarera con la mirada, pero luego hacer tú la pregunta. Otro día, cuando eso ya no le cueste, podéis animarla a preguntarlo ella misma y si aún no se siente confiada, aceptar su emoción sin preocuparse.

La timidez irá desapareciendo a medida que tu peque gane seguridad y autoconfianza. Con el apoyo de mamá y papá terminará pensando “puedo hacerlo”, “soy capaz”, “lo haré bien”.
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La locura aperspectival

¿QUIERES SABER QUE LE SUCEDE A UN NIÑO CUANDO LE GRITAS?

Un artículo de Izaskun Valencia. Quince años trabajando en el ámbito de la infancia.

“Papa, quizás tú no te des cuenta, pero cuando me gritas, se me mueven tanto los cimientos por dentro que siento que algo se rompe dentro de mí. El dolor de tripa y las ganas de vomitar que me entran son tan grandes que no soy capaz de mantenerme de pie, pero el miedo me paraliza y no me atrevo a moverme. Empiezo a temblar y a sudar, pero tú estás tan ocupado riñéndome que quizás no te das cuenta del daño que me haces, pero me caigo por dentro porque para mi, eres lo más importante, aunque ahora no te lo parezca. Cada palabra tuya me importa, y cada vez que me gritas, dejas una cicatriz profunda en mi. Tu no la ves, pero yo la siento cada día. Por favor, te pido que pares. Busca otra manera. Eres mi padre, sé que puedes hacerlo. No me agredas, no me dañes. No me hagas ir al cole pensando que no valgo nada o que soy un desastre. No lo hagas. No me dejes meterme en la cama pensando que soy el peor niño del mundo y que mi padre no me quiere. No lo hagas. No pretendo molestarte cuando hago ruido, cuando se me olvidan los deberes, o cuando no te obedezco. No quiero hacerlo mal, pero soy un niño y aún tengo mucho que aprender. Por favor, enséñame, ayúdame a hacerlo mejor. Necesito que me abraces, que me digas que me quieres y que sabes que lo puedo hacer mejor. Esas palabras papá, son las que necesito, las que me van a dar la fuerza y la seguridad para hacerlo bien, aunque ahora… quizás no te des cuenta. No tardes mucho papá, porque estoy creciendo, y voy muy rápido. Antes de gritarme o de echarme algo en cara, por favor, para, y piensa que cada día importa. A mí me importa. Me importa ahora y me importará toda la vida.”

Pegar no es una opción, y gritar tampoco debería serlo, pues no deja de ser una forma de agredir que mina la autoestima del niño, y le hace sentirse vulnerable y situarse en un estado de alerta en su propia casa.

Gritar a nuestros hijos, obedece a una falta de recursos personales en los que una situación nos sobrepasa, como puede ser llamar a nuestro hijo para que se siente a la mesa durante varias veces sin éxito, derivando en un grito: “¡He dicho que a cenar!”.

Es necesario que reflexionemos sobre la falta de estrategias que propician y motivan el grito, pues habitualmente son situaciones cotidianas y repetitivas que pueden tener otras alternativas. Ser conscientes de que los gritos agreden el bienestar emocional de nuestros hijos, posibilita un cambio en nosotros, de modo que podamos canalizar la frustración que sentimos en este momento a un objeto o señal.

Establecer con nuestros hijos un canal de comunicación abierto en el que hayamos consensuado como sustituto al grito mostrar un cojín de forma simbólica, o hacer un gesto inocente y simple como entrelazar el dedo meñique de padre e hijo, no deja de tener una simbología que sustituye al grito, en la que el niño sabe que ha llegado al límite que no debe sobrepasar.

¿Qué se quiere decir con esto? Que no hay que gritarles porque daña, y que hay otras opciones, como por ejemplo; pactar con el niño que, para que sea consciente de que ha rebasado la barrera, y que tiene que reconducir su actuación, en vez de gritar se le va a hacer una caricia en la palma de la mano o en la mejilla mirándole directamente a los ojos. Es una forma de mostrarle estrategias alternativas, que si interioriza y aprende siendo niño, podrá aplicar en su vida, para que pueda prescindir de los gritos en sus relaciones futuras. Porque esta alternativa es un “creo en ti, sé que puedes hacerlo mejor”.

Mostrar en la primera infancia el “camino” de los gritos, tiene el riesgo de desencadenar una escalada de poder en la adolescencia en la que los gritos, sean el “vehículo conductor” de nuestro día a día. Enseñar a nuestros hijos que hay alternativas a la agresividad, y que la irá y la frustración pueden canalizarse y no derivar en un grito, siempre es una opción acertada y saludable para su bienestar emocional.

¿Os animáis a cambiar esos gritos?
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El pensamiento complejo

ERRORES DE PADRES Y DOCENTES EN SU AFÁN POR QUE SUS HIJOS/ALUMNOS LEAN

«Haced lo que queráis, porque de todas maneras lo haréis mal», decía Sigmund Freud a las madres. Quizá fuera demasiado extremo, pero lo cierto es que con toda la buena voluntad del mundo, a veces los padres se equivocan. Todos querrían ver a sus hijos devorando libros y disfrutando al leer mientras aprenden sobre mil y un asuntos, pero en su empeño por fomentar la lectura, el tiro les sale por la culata. ¿Qué falla?

No «hay que leer». Ya lo decía el escritor francés y profesor de literatura Daniel Pennac en el ensayo «Como una novela» con el que lleva abriendo la mente a muchos padres y educadores desde hace 20 años: el verbo leer, como el amar o el soñar, «no soporta el imperativo». Leer es un derecho, no un deber. Es inútil obligar a leer y además resulta contraproducente porque no se transmite una afición por la fuerza.

No se contagia un «virus» que no se tiene. Si los padres no leen o sus hijos no les ven leer, difícilmente podrán convencerles de que se lo van a pasar bien leyendo. Las personas a las que les gusta leer normalmente han tenido algún familiar que les ha transmitido la pasión por los libros. La falta de tiempo no es excusa porque cuando algo realmente se quiere, se busca el tiempo, insiste Pennac.

La lectura, no siempre en soledad. Leer a un niño «es una práctica fundamental, tal vez la más importante y eficaz sobre todo con los niños que tienen dificultades para leer y les cuesta un gran esfuerzo», señala el maestro, licenciado en Historia y logopeda Pablo Pascual Sorribas. Al escuchar a sus padres, comprenden mejor el mensaje y disfrutan con la historia.

¿...y por qué en silencio? «¡Extraña desaparición la de la lectura en voz alta. ¿Qué habría pensado de esto Dostoievski? ¿Y Flaubert? ¿Ya no tenemos derecho a meternos las palabras en la boca antes de clavárnoslas en la cabeza? ¿Ya no hay oído? ¿Ya no hay música? ¿Ya no hay saliva? ¿Las palabras ya no tienen sabor? ¡Y qué más! ¿Acaso Flaubert no se gritó su Bovary hasta reventarse los tímpanos? ¿Acaso no es el más indicado para saber que la comprensión del texto pasa por el sonido de las palabras de donde sacan todo su sentido?», escribía Pennac.

No al constante «¿qué has leído?». Examinar a los niños de cada capítulo o cada libro convierte un placer en un examen, con la ansiedad que de ello se deriva. Conversar sobre un libro que se ha leído fomenta la lectura, siempre que el niño no se siente como en un banquillo. Es el «derecho a callarse» de todo lector, porque ¿a quién no le molesta que le pregunten qué ha entendido?

No a los clásicos por obligación. La escritora Ángeles Caso describía en el artículo «Lectores del siglo XXI» cómo se enamoró de la literatura: «No recuerdo que me padre me negase nunca un libro. Ni por bueno ni por malo, ni por demasiado sencillo ni por demasiado complicado, ni por moral ni por inmoral. En mi casa leíamos con la misma fruición los «Cuentos del conde Lucanor» y las historietas de Tintín, el «Poema del Cid» y las trastadas de Guillermo Brown...». Y añadía: «Si alguna vez le devolví un libro sin terminarlo, lo recogió con la misma sonrisa con que me lo había entregado, sin hacerme sentir culpable o tonta por mi desinterés». Los padres pueden alentar y estimular, pero los lectores tienen derecho a elegir.

No al «hasta que no lo acabes, no hay televisión». La televisión se convierte así en un premio y la lectura en un trabajo, en el peaje necesario hasta la tele, una contradicción. Y puede ser la tele, o la consola...
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PORTADA Y CONTRAPORTADA

EDUCANDO NIÑOS SOCIALMENTE SALUDABLES

Un artículo de Humanidad Integrada.

¿Qué tal si existiera una forma simple para que los maestros de preescolar pudieran predecir cuáles de sus estudiantes, a pesar de sus antecedentes, serán más propensos en la edad adulta a abandonar la escuela, ser arrestados, o presentar algún problema de salud mental?


De acuerdo a un innovador estudio, no necesitarían una bola de cristal para saberlo, sólo tendrían que observar la generosidad de sus alumnos.

Las habilidades sociales como la amabilidad, cooperación y empatía son muchas veces tomadas como habilidades “blandas” dentro del ámbito educativo, es decir, habilidades que es bueno poseer pero que no son esenciales para tener éxito en la escuela o bien, en la vida. Desarrollar habilidades “duras” -como matemáticas y lectura rápida- parecen ser más importantes para la educación. Podemos darnos cuenta como el sistema educativo se enfoca en enseñar y probar sólo este tipo de destrezas.

Un reciente estudio publicado hace un mes por la Revista Americana de Salud Pública, después de realizar un seguimiento a cientos de estudiantes desde el preescolar hasta su edad adulta, sugiere que poseer habilidades “blandas” es la clave para el éxito académico, así como para evitar problemas graves cuando crecen. De hecho, el estudio incluso sugiere que el descuido de este tipo de habilidades puede ser una amenaza para la salud pública y la seguridad social.

En otra investigación se encontró que fortalecer la conexión social en los niños está mayormente asociada con la felicidad en la edad adulta en comparación con niños que participaron en programas diseñados con propósitos meramente académicos.

En conclusión, podemos señalar, que promover comportamientos pro-sociales en los estudiantes desde el nivel preescolar nos puede beneficiar tanto de manera individual como de forma colectiva, lo que se ha demostrado en áreas de salud pública y seguridad social.

Referencia bibliográfica
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¿QUÉ OPINÁIS? POR QUÉ NO ES NECESARIO QUE TU HIJO APRENDA A LEER O ESCRIBIR ANTES DE LOS 6 AÑOS

Un artículo escrito por Seño Punk, maestra de Educación Infantil, y punky de corazón.

Prácticamente todos asociamos la escolarización con el aprendizaje de la lectura y la escritura. ¿Tú no? Pues vaya por delante mi enhorabuena.


Es verdad, cuando un niño empieza el segundo ciclo de Educación Infantil, lo más común es que para todos los de su alrededor (padres, otros familiares, amigos, e incluso maestros) empiece una cuenta atrás hasta que el niño sabe leer. Una cuenta atrás que, como cualquier cuenta atrás que se precie, esperan sea corta, por supuesto. Probablemente tenga que ver con que vivimos acelerados y se acaba imponiendo la cultura de la velocidad: hoy todo es instantáneo, evitamos a toda costa las esperas, en cuanto un ordenador empieza a ir lento lo cambiamos y antes de que el semáforo se ponga en verde ya estamos acelerando. Pero no nos planteamos siquiera si realmente tenemos prisa. ¿La tenemos?

¿A qué edad debe aprender a leer o escribir un niño? ¿lo antes posible? La respuesta es bien sencilla: un “NO” rotundo y enorme con luces parpadeantes.

Es evidente que funcionalmente no lo necesitan. Leer libros se los podemos (y debemos) leer (o contar, que no es lo mismo) los padres y maestros, y para jugar y aprender no les hace ninguna falta. ¿Qué más tiene que hacer un niño de infantil? No necesitan saber leer ni escribir para comer, dormir ni divertirse. Entonces, ¿para qué tanta prisa? A lo mejor es que tienen ventaja sobre aquellos que empiezan a leer más tarde… pues no existe ninguna investigación que demuestre que los niños que leen a los cinco años tengan mejores resultados a largo plazo que aquellos que aprendieron a los seis o siete, y seguro que no es por falta de estudios.

Cada niño tiene su ritmo de desarrollo, y efectivamente, habrán algunos que tengan mucha curiosidad y facilidad desde muy temprano, pero no nos engañemos, no es lo habitual. Estamos tratando de acelerar un proceso que necesita su tiempo. Hay cosas que, simplemente, han de cocerse a fuego lento para que el resultado sea el esperado, el mejor de los posibles. Estamos tratando de realizar la mejor tarta del mundo en el microondas, porque sube antes. Sí, sube antes, pero ¿a costa de qué? Enseñarles a leer mientras no lo necesitan, no les interesa y no es su momento, significa presionarles. Y la presión, evidentemente, desmotiva, y lo que no motiva es muy difícil que se aprenda significativamente.

"Con demasiada frecuencia, el tiempo no respeta el ritmo natural de la infancia y la adolescencia, y fuerza una educación precoz y una adultez prematura de efectos nocivos y perversos. Demasiados estímulos, presiones y prisas". (Cita de Jaume Carbonell, pedagogo, periodista y sociólogo, director de la revista “Cuadernos de pedagogía” y profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de Vic, en su libro Una educación para mañana.)

Y es que, de hecho, no sólo estamos presionando para acelerar un proceso, sino que además estamos utilizando un tiempo precioso (y en abundancia, porque se consumen muchas horas en esta labor de la lectoescritura) para enseñar destrezas para las que todavía no están maduros, cuando existen otros muchos aprendizajes para los que sí lo están y que sin embargo se ven relegados a un segundo o incluso tercer plano como son valores, autonomía, autoconocimiento o el razonamiento lógico.

A la hora de plantearnos a qué edad debe aprender a leer o escribir un niño tengamos claro que está comprobado que en los niños que escriben desde temprano, la lectoescritura ha dejado de lado la creatividad y la curiosidad. Y no nos damos cuenta de la envergadura del problema: nada menos que la creatividad y la curiosidad.

No sé vosotros, pero yo prefiero que mis alumnos sean creativos y curiosos que tener alumnos que saben descodificar un mensaje con un código totalmente aleatorio, sobre todo porque tratar de acelerar el proceso genera etiquetas tempranas (de “lento”, “vago”… y estas son las mejores que encontraremos) que arrastrarán más tiempo del que somos conscientes, y además probablemente de manera totalmente injusta, porque si vamos a etiquetar (que no deberíamos), al menos que sea en el momento evolutivo correcto. ¿Por qué me tienen que llamar vago si yo tengo muchas ganas de trabajar, pero precisamente esa actividad no me interesa porque todavía no la necesito? Y no creáis que eso se quedará en la cabeza de quien trata de enseñarme a leer, sino que, de alguna forma, llegará al conocimiento de mi familia, de la siguiente profe… perpetuándose hasta quién sabe cuándo.

Y podría sacar el “ argumento Finlandia”, pero no lo haré porque sería medir con herramientas tan poco adecuadas e injustas como PISA. Pero es que no hace falta, porque en otros países como Alemania también esperan hasta los 7 para empezar con la lectoescritura, y lo mismo pasa con algunas pedagogías alternativas minoritarias, ésas que a todos entusiasman pero que, a la hora de la verdad, que mi hijo vaya empezando a leer y escribir, que si no quedará muy feo en su CV…

Tengamos presente un dato objetivo que suele darse erróneamente por supuesto y es que la legislación no nos obliga a que los niños salgan leyendo de la etapa de Educación Infantil. La LOE (porque la LOMCE no ha modificado la etapa que nos ocupa) habla, tanto en su artículo 13 sobre objetivos como en su artículo 14 sobre ordenación y principios pedagógicos, de una aproximación a la lectoescritura en Educación Infantil. “Aproximación” no puede querer decir haber alcanzado la destreza por completo, como les exigimos a los niños con 5 años. Para mí, aproximar significa mostrarla de la manera más atractiva posible y, como hacen en las campañas de marketing, crear una necesidad para que sobre la motivación y se vaya cocinando poco a poco, al ritmo de cada uno y sin ningún tipo de exigencia o etiquetaje temprano. Así que está claro que no soy tan rebelde, porque ¡tengo a la legislación vigente de mi parte!

Esto no quiere decir que no podamos llevar las letras a las clases de Educación Infantil, ¡todo lo contrario! Las letras y los números tienen que estar presentes en nuestras aulas, lo que tenemos que cuidar es el modo. Como digo, hemos de procurar mostrar la lectura y la escritura de la manera más atractiva posible: tener muchos libros (atractivos y en un lugar adecuado, como os cuento aquí), leerlos a menudo, realizar cuentacuentos, actividades divertidas y manipulativas con las letras (como las que os sugiero aquí y aquí ) y un largo etcétera; pero también crear la necesidad de leer y escribir, mediante la correspondencia, los mensajes misteriosos, carteles por todas partes… pero desde luego, lo que no hace que la lectura y la escritura sea más atractiva a los niños es copiar palabras que carecen de sentido para ellos. La mayoría de los pequeños hace muchas fichas en el colegio donde podemos comprobar que saben escribir palabras completas. Pura fachada: la mayoría de veces son palabras copiadas de la pizarra, que, insisto, porque es lo más importante, carecen de sentido para ellos, más allá de ser varios simbolitos que les obligan a escribir juntos, y que no pueden hacer de otra forma porque estará mal, aunque no entiendan por qué. Así se aprende a leer y escribir a los 4 años. ¿Dónde queda el respeto por la escritura espontánea que se enseña en la universidad? ¿Y el aprendizaje significativo? ¿Y las experiencias o descubrimientos? Yo no los encuentro.

Entonces, ¿por qué se hace así?

Pues he tenido conversaciones serias sobre a qué edad debe aprender a leer o escribir un niño con personas pertenecientes a diferentes ámbitos, y lo que detecto es que nos echamos la culpa los unos a los otros. Probablemente porque, en mayor o menor medida, y aunque nos cueste reconocerlo, todos somos algo responsables de esta situación.

Por una parte, los propios maestros de Educación Infantil le damos mucha importancia a la lectoescritura y a la numeración, muy por encima de otras destrezas básicas que siempre reivindicamos pero que luego no solemos poner en práctica. Nos podemos escudar en lo que queramos, pero la última palabra la tenemos nosotros, y deberíamos utilizarla en beneficio de los niños.

En segundo lugar, tenemos a las editoriales, que también le dan muchísima importancia a que los niños sepan leer y escribir al acabar la etapa, y para los maestros es mucho más cómodo utilizar una editorial que trabajar según su propio criterio, que da mucho más trabajo. Pero quizás también podríamos presionar un poco en este sentido.

Además, los maestros de primaria, consideran que no es su trabajo enseñar a leer y a escribir, quieren que les lleguen lectores, algo que, por cierto, no cuadra con el hecho de que la Educación Infantil, hasta ahora, no tiene carácter obligatorio. Pero, ¿es mejor que les lleguen malos lectores o que creen buenos lectores?

También es verdad que la propia etapa de primaria está diseñada para lectores desde su mismo inicio. Los libros son para lectores, las destrezas que se espera que los niños adquieran requieren que los niños sepan leer desde el inicio… todo esto es la misma cultura de la velocidad, que ha llegado a la administración y a la escuela, y sigue sin casar con que la etapa de Infantil no sea obligatoria.

Y por último, las familias, en general, también presionáis en este sentido. Tendéis a comparar colegios según si sus alumnos aprenden o no a leer y escribir, y establecéis como positivo el hecho de aprenderlo, y además cuanto antes mejor. De hecho los maestros muchas veces nos escudamos en que las familias “lo pedís”. Y que conste que lo entiendo, yo también lo veía desde ese punto de vista hasta que empecé a interesarme realmente por el tema, y ahora tengo una visión totalmente distinta.

Así que es evidente que todos los ámbitos que participan de la educación de los niños tienen, como decía, algo de responsabilidad en la forma en la que se enseña a leer y a escribir en la mayoría de las escuelas españolas, y por tanto en la prisa que les metemos a los niños para que adquieran rapidito la habilidad de la lectoescritura. Pero de nada sirve culparnos. Si todos tenemos algo de responsabilidad, es que todos tenemos que formar también parte de la solución. Así que hagamos un ejercicio de autoevaluación, y tratemos de discernir si nuestros actos, nuestras decisiones y nuestras críticas al trabajo de los demás son, no sólo adecuadas, sino las más beneficiosas para los que deben ser los protagonistas en cuestiones de educación: los niños.

Para seguir dándole vueltas al tema te recomiendo 4 artículos (aunque 2 de ellos están en inglés):

* El artículo de El País “ Sin leer ni escribir hasta los seis ”.

* Dos artículos de allianceforchildhood.org: “ The crisis in early education ” y “ Reading at five: why?

* Aprender a leer y escribir de forma autónoma
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6 NECESIDADES DE LOS PEQUES QUE DEBEMOS CUBRIR EN EL AULA INFANTIL

El cuidado de los espacios en la educación infantil debe ser muy bien estudiado. No es cuestión de organizarlos porque nos gusten más de una determinada manera o de otra, sino que todo en el aula, clase o salón, debe ser preparado para que cubra las necesidades de los alumnos que pasarán por ella. Para que se sientan cómodos en el espacio escolar y para que este sea propicio para el aprendizaje, promoviendo el crecimiento global del niño en todas sus potencialidades. Estas necesidades son las siguientes:

1 - Necesidades afectivas:
Para cubrirlas, crearemos puntos de referencia físicos y humanos que den seguridad y estabilidad a los peques, organizando rincones donde podemos estar tranquilos y que favorezcan la comunicación entre el adulto y el peque, enriqueciendo de esta manera los lazos afectivos. Es importante que el clima sea agradable, acogedor y ordenado, ya que es necesario para su correcto desarrollo que el medio donde se desenvuelve se encuentre bien organizado y claramente definido.

2- Necesidad de autonomía:
En esta etapa los peques pasan de una total dependencia a un grado de autonomía importante, para ello en la escuela organizaremos espacios donde los peques puedan actuar libremente y en los que puedan acceder de manera sencilla a los materiales que utilizaremos en las actividades, e incluso tendremos en cuenta sus propias ideas para reorganizar espacios.

3 - Necesidad de movimiento:
Son muchas las habilidades motoras que los peques adquieren durante estos primeros años de vida, y muchos de ellas tienen un alto grado de maduración gracias a actividades que proponemos en la escuela, por eso al organizar nuestras aulas, buscaremos espacios que estimulen el movimiento y las destrezas motoras, en los que los peques puedan moverse libremente y experimentar el movimiento y sus capacidades con equipamientos que ayuden a descubrir su cuerpo y sus posibilidades de actuación.

4 - Necesidad de socialización:
La escuela es el lugar de más relevancia en el proceso de socialización de los peques, ya que pasarán en ella mucho tiempo y tendrán que interactuar con diversas personas (tanto niños como adultos). Prepararemos espacios donde se pontenciarán las relaciones entre los miembros de la clase y resto de escuela, donde tengan la posibilidad de cooperar y compartir experiencias, pero también de encontrar momentos de calma y tranquilidad para cuando sean necesarios. El rincón de la asamblea y el rincón de la calma pueden ser unos buenos ejemplos.

5 - Necesidades fisiológicas:
La limpieza, el sueño, la alimentación, la seguridad, la comodidad, etc, son necesidades primarias que deben estar atendidas en todo momento para lo cual deben haber en los centros escolares espacios adecuados para ello: aseos, zona de comedor, etc, cuidando que sean limpios, cómodos, agradables y seguros.

6 - Necesidades de conocimiento, exploración y descubrimiento:
El centro debe estar lleno de estímulos que ayuden a los peques a desarrollar su capacidad de explorar, descubrir, jugar y aprender de todo ello. Un pequeño espacio de huerto, los rincones de juego simbólico, los rincones de trabajo, el espacio de las emociones, etc, todos ellos favorecen el desarrollo cognitivo de los peques.

Teniendo en cuenta todas estas necesidades básicas para la educación y correcto desarrollo de los peques, podremos decir que estamos listos para ofrecer la mejor educación para ellos.
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La incubación del yo físico (Fulcro 1)

6 CONSEJOS PARA AYUDARTE CON LOS NIÑOS Y NIÑAS DESOBEDIENTES

Un artículo de Celia Rodríguez Ruiz y Educapeques

Es muy importante que los adultos seamos capaces de manejar la desobediencia de los más pequeños. Los niños y niñas desobedientes, están hechos un lío, necesitan seguridad, disciplina y cariño. Ellos están probando pero no saben lo que tienen que hacer, no saben lo que está bien y lo que está mal. El adulto es quien debe aportarles ese conocimiento y darles de esta forma una seguridad, un no todo vale.



1 - Ejerce Disciplina positiva, poniendo límites a determinadas conductas

Los niños y niñas necesitan saber lo que pueden y no pueden hacer. Esto les aporta seguridad. Están aprendiendo como deben comportarse y en determinados momentos no saben cuáles son las conductas y actitudes adecuadas.

Por ejemplo, cuando el pequeño se enfada y pega a otros niños: le diremos claramente “no se pega” y le ofreceremos otra alternativa, para que sepa lo que tiene que hacer “si estas enfadado por algo se lo dices a tu amiguito, le dices lo que quieres o te gustaría”.

2 - Establece Normas claras, sencillas y consensuadas

Las normas deben ser claras, sencillas y consensuadas por todos. Las normas no deben ser vistas como una imposición, sino como unas reglas que todos debemos cumplir para una convivencia tranquila y feliz. Por ello debemos establecer las normas entre todos. Estas normas también deben ser claras y sencillas, es decir si algo no se puede hacer, no se puede hacer nunca, una norma que a veces es obligatoria y otras veces no lo es, lleva a que los pequeños no la comprendan y piensen que se la pueden saltar.

3 - Refuerza el buen comportamiento

No solo debemos prestar atención a los niños y niñas cuando nos desobedezcan o se porten mal, si hacemos esto, ellos llamarán nuestra atención con estas conductas.

Es importante señalarles lo que hacen bien, decirles lo contentos que estamos cuando han obedecido y prestarles atención.

4 - Flexibilidad y autoridad democrática

En importante que los pequeños comprendan el sentido de las reglas, para ello están no deben ser vistas como una imposición porque si. Para ello dialoga con ellos, escúchales y llega a acuerdos. A veces es bueno ceder en algo, les damos capacidad de elección.

Por ejemplo si quiere elegir la ropa que quiere ponerse le dejamos, si quiere elegir la comida o la hora de irse a dormir no le dejamos hacerlo.

5 - Cuando la norma no se cumpla y el niño o niña desobedezca, actúa rápida e inmediatamente

No entres en discusiones y peleas, simplemente no permitas que se salga con la suya. Por ejemplo: Le pedimos al niño que apague la tele y vaya a su cuarto a dormir, se niega a hacerlo. Simplemente apagamos la tele y le llevamos a su cuarto. Si llora o se queja, no entramos con él en una discusión o pelea, le decimos que es lo que hay que hacer, le tratamos con cariño y atención, pero no entramos en la lucha.

Debemos intentar que el pequeño se calme. El castigo sólo hará que se enfade más y que nos desespere más a nosotros. Usaremos entonces el tiempo fuera, le llevamos a un lugar agradable para pensar, donde se sienta a gusto y le facilite de esta forma la relajación. Si se niega, seremos nosotros los que nos vayamos a otro lugar, haciendo el tiempo fuera, le damos ejemplo y nos calmamos también.

6 - Dale Cariño, y se comprensivo

Debemos comprender la edad y etapa por la que pasan los pequeños, ser conscientes de que están formando su identidad.

No desesperar y entenderles, a fin de cuentas los adultos somos nosotros.
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La filosofía transpersonal como alternativa al caos pensativo de Occidente

“LA EDUCACIÓN DE CERO A TRES AÑOS ESTÁ IDEADA PARA QUE LOS NIÑOS NO ESTORBEN”

Un libro recoge los puntos débiles del sistema educativo infantil y critica la concepción capitalista de las aulas.

«Estamos creando escuelas donde los niños enferman y acaban medicados». Así de contundente se muestra Alicia Alonso, coautora del libro "La educación infantil de 0 a 6 años en España ", presentado ayer en Valencia con la organización de Amesti. Un documento donde se recoge un amplio análisis del sistema educativo que afecta a esas edades y a través del cual se detectan los principales escollos a los que se enfrentan los menores en su día a día.

«El principal problema es que la educación infantil se considera menor. Ya en la formación del profesorado se nota. En el primer ciclo ni siquiera se exige estudios universitarios», expone Alonso. «La educación a esas edades está concebida para que los niños no estorben. Las guarderías y los colegios son más bien sitios donde 'aparcar' a los niños, en vez de lugares donde puedan jugar, crear, aprender a convivir con los demás y desarrollar las habilidades sociales», lamenta la experta.

«Está ideado para que encaje en un sistema basado en el consumo y la producción. Nadie piensa en los derechos del niño. Lo importante es que los padres tengan un lugar donde poder dejarlos mientras ellos están produciendo», explica Alonso. «El segundo ciclo de infantil, de 3 a 6, está pensado como una etapa preparatoria a la primaria y esto no debería ser así. Los niños necesitan jugar igual que dormir y comer. No se les puede poner a hacer fichas durante ocho horas con cinco años», lamenta, recordando que en países como Finlandia, con menor tasa de abandono escolar, los niños no aprenden a leer y escribir hasta los siete años.

El libro analiza también, además de la faceta conceptual de la educación, la parte más tangible. Por ejemplo, las ratios en las aulas o el número de metros cuadrados de que dispone cada niño. «Lo recomendable sería que de 0 a 1 año hubiera un adulto para cuatro bebés, y en la C. Valenciana, por ejemplo, hay ocho. Entre el primer año y el segundo debería haber 6 por aula, y hay 13, y entre los dos y los tres años tendrían que ser ocho, y llega a haber hasta 20», detalla la autora y miembro de la Plataforma 0-6, en defensa de la educación en esta etapa. «En el segundo ciclo lo recomendable son 15 alumnos por aula y hay unos 25», añade.

«Ni la LOE ni la Lomce le prestan ninguna atención a la educación en esta etapa, que es la más importante. Tienen que entender que invertir en la infancia es rentable en el futuro. Estamos educando a adultos medicados y enfermos», apunta la experta. «Las políticas educativas tienen que ir acompañadas de políticas laborales y sociales para que los colegios dejen de ser lugares donde aparcar a los niños», sentencia.
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Los cuatro cuadrantes

EDUCADORES INFANTILES, ESOS PROFESIONALES OLVIDADOS E INFRAVALORADOS.

Un artículo de Mel, educadora Infantil y futura pedagoga. Investigadora y asesora en educación emocional y escuela de padres.

Es cierto, que llevo algunos años sin estar presente en las Escuelas Infantiles y que actualmente lo veo todo desde fuera. Pero puedo asegurar que la Educación Infantil, y por lo tanto los profesionales que se dedican a ella están olvidados e infravalorados. Por no decir que son tratados en muchas ocasiones con faltas de respeto y de educación. Parece ser que todavía gran parte de la gente, no se ha dado cuenta que esas personas a las que los padres dejan sus hijos, son profesionales, tienen vocación y se desviven por dar la mejor educación a los niños más pequeños. He podido comprobar que desgraciadamente, muchos progenitores acuden a los educadores como si fueran niñeros y niñeras. Niñeros y niñeras al que exigirles todo lo que sea posible y más. Y machacarles si en algún momento hacen alguna cosa que a ellos no les gusta o no ven apropiada. Se olvidan completamente, que las personas que están en las aulas son profesionales de la educación y que tienen una labor muy importante en el desarrollo íntegro de los niños.

He conocido a educadores infantiles que se han quedado dos horas más de su jornada acompañando a un niño de dos años porque sus padres se iban a retrasar. He presenciado como algún fin de semana y durante su tiempo libre, preparaban actividades lúdicas para sus alumnos. He podido ver como una educadora limpiaba con todo el cariño del mundo una herida en la rodilla de un pequeño de casi tres años. He podido escuchar como educadores hablaban por teléfono con padres para preguntar si su hijo había mejorado del catarro o de la infección que tuviera. He visto a esas personas trabajar en equipo con pedagogos y psicólogos al darse casos de procesos diagnósticos. He visto a educadores infantiles implicarse tanto con las familias de los niños, que parecía ser la suya propia. He sido la afortunada de ver como estos profesionales abrazaban, jugaban, calmaban y cuidaban a los niños. He presenciado como una educadora, fuera de su horario laboral, acompañaba a los padres de un alumno a urgencias por tener una fiebre muy alta.

Estoy cansada de escuchar y de leer que la etapa de Educación Infantil no sirve para nada, que los niños únicamente van al centro para que se entretengan y que se vayan adaptando a estar con más gente. Hay educadores que se esfuerzan muchísimo por dar importancia a las emociones, por fomentar la creatividad, la imaginación, el aprendizaje a través del juego. Ellos se esfuerzan por transmitir valores, incluso valores que tenían que haber sido enseñados por los propios padres. Se dejan la piel intentando crear ideas innovadoras y motivadoras para los niños. Estoy hasta el gorro de escuchar eso de “cualquiera sirve para cuidar a un niño”, y sí, puede que esa gente que lo diga tenga razón, puede que muchas personas no les cueste cuidar un par de horas a un niño pequeño. Pero, ¿y si hablamos de ser el ejemplo a seguir para muchos pequeños? ¿Y si hablamos de todas las necesidades tanto básicas como educativas que cubren los educadores? ¿Y si hablamos de enseñar autonomía y fomentar el descubrimiento del entorno? ¿Y si hablamos de aplicar las mejores metodologías y adaptarlas a los niños?

No, desde luego que no, no todo el mundo puede llegar a ser educador infantil. Ellos comparten momentos inolvidables con los niños, les hablan, les hacen reír, les proporcionan bienestar y tranquilidad y en muchas ocasiones pasan más tiempo con los pequeños que sus padres. Ellos se preocupan y buscan siempre lo mejor para cada alumno, para cada familia. Y en muchas ocasiones su esfuerzo, motivación y dedicación no son valorados como se merecen. No son valorados como se merecen cuando padres exigentes les acusan de no haber peinado bien a su hija. No son valorados cuando han cambiado el pañal de todos los bebés y en ese momento, cuando llegan los padres de uno en concreto, se hace caca y los critican. No son valorados cuando gran parte de la sociedad, no les toma en serio. Y no son valorados cuando los futbolistas y “periodistas” del corazón son más reconocidos que ellos.

Lo que es cierto, es que ellos tienen una función muy importante en la vida de los niños y en sus familias. Que se implican para que el día a día de los más pequeñas sea el más especial de sus vidas. Que se automotivan para enseñar algo diferente en el aula, que corren como los que más si un niño tiene un accidente en el recreo, que no les importa mancharse de pintura de dedos, que no tienen sentido del ridículo cuando toca disfrazarse y que intentan proporcionar el calor suficiente a los niños que se ponen enfermos dentro del horario. Esas son solo algunas cosas que hacen los educadores dentro del aula. Y fuera de ella, tienen que tratar con toda clase de familias. Familias que algunas ocasiones lo único que hacen es criticar, acusar y tratar mal a estos profesionales. ¿De verdad se merecen los educadores infantiles eso? No, desde luego que no.
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