"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

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Filosofia transpersonal

LA FILOSOFÍA TRANSPERSONAL COMO FUNDAMENTO EPISTEMOLÓGICO Y PEDAGÓGICO PARA LA EDUCACIÓN TRANSRACIONAL

Este artículo es una reproducción del capítulo 14 de la segunda parte del libro CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD

La filosofía transpersonal es una disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia (Wilber, 2005a), sin embargo, es una actividad investigativa muy reciente en la historia del pensamiento cuyo iniciador más emblemático ha sido y es Ken Wilber (2005b). Con el surgimiento de las ciencias psicológicas y la “cuarta fuerza” de la psicología transpersonal (Puente, 2014), se ha iniciado un camino esperanzador de trascendencia de la conciencia egoica hacia la espiritualidad o “transpersonalidad”.

No obstante, el término “transpersonal” no es todavía de dominio popular y menos aún su asunción académica para una futura educación generacional. Pero, si la humanidad ha evolucionado de lo mítico a lo racional, como apunta Wilber (2005b) (1) , estamos ahora situados en el filo de la percepción transracional. En dicho sentido, cabe destacar el artículo de Álvaro B. Márquez-Fernández y Zulay C. Díaz-Montiel (2011) La complejidad: hacia una epísteme transracional, cuyo resumen es el siguiente:

“En las ciencias sociales la crisis del paradigma positivista, es el resultado de su insuficiencia experimental para dar cuenta de la transformación de la experiencia del pensamiento en su interpretación de la realidad natural e histórica de la existencia. En la modernidad no fue posible consolidar un paradigma universalista que solo diera cuenta de espacios objetivados de la realidad a través de modelos racionales reduccionistas. Tal como lo señalan Morin, Najmanovich, Sotolongo-Codima Boaventura de Sousa, Reynoso, en sus postulados teóricos-metodológicos, cuando afirman que la experiencia del pensar racional es mucho más compleja y transdiciplinar, pues considera la realidad como un proceso en curso de estructuras que se recrean poiéticamente sin sujeción a causalidades predeterminadas. Esto es lo que explica, desde la perspectiva de una espíteme crítica, por qué las contingencias materiales de la experiencia racional y las formas de intercambios entre sistemas de diversa índole, le atribuyen al fenómeno del pensamiento una múltiple y transversal racionalidad a partir de la cual se desustantiva el mundo de los objetos y hace presente la subjetividad cognitiva del sujeto de pensamiento. Hacia ese inédito dominio de los procesos de la espíteme transracionales es que se orienta el pensamiento complejo como un momento de superación del positivismo.”

Destaco también la conclusión final de dicho artículo:

“Es necesario que esta riquísima cosmovisión que nos revela el aura de una nueva racionalidad para pensar y rehacer el mundo, se convierta en un programa transdisciplinar de investigaciones que logren desplazar nuestra experiencia deconstructiva de los fenómenos de la realidad en todos los órdenes del conocimiento hacia éticas epistémicas. La infinitud de formas posibles a las que apuntan las redes complejas de conocimiento, no es más que la posibilidad humana y natural de entender los ciclos y procesos de la vida en sentido generativo, nunca progresivo ni lineal.”

En esa línea de pensamiento transracional, María Alejandra Rodríguez (2017), Docente universitario en el departamento de Filosofía de la Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad de Carabobo (Venezuela), aborda el papel de La filosofía educativa en el ámbito universitario, un punto de vista que bien puede ser extrapolable a cualquier universidad del mundo por sus inherentes principios universales:

“La educación superior en Venezuela, como fundamento formativo para el desarrollo educativo, cultural, filosófico y social puede ser un punto de referencia crucial en función de la construcción de una sociedad humana, justa y libre. Se trata de educar más allá del bienestar individual y colectivo propuesto por una sociedad del éxito personal y del consumo, trabajar en función del porvenir de la civilización y la supervivencia de la raza humana y del planeta; ya que una persona consciente de su compromiso existencial puede alcanzar grandes logros e impactar en el bienestar de los demás gracias a un humanismo trascendental y verdadero. Por eso la educación universitaria debe considerarse como el modo formativo humanista para emprender cualquier objetivo elevado, verdaderamente humano, comunitario y social, sea a través del currículo de carácter ético-espiritual de todas las profesiones, o de una formación filosófica en torno a las dimensiones antropológicas existenciales del sentido de la vida desde el compromiso social.”

Dicha cosmovisión de una nueva racionalidad para pensar y rehacer el mundo posibilita acuñar el novedoso concepto de educación transracional, lo cual inquiere que el educando aprehenda la síntesis de saberes (Martos, 2017) mediante una genuina intuición espiritual: la integración de la conciencia (yo), la ciencia (ello) y la moral (nosotros) -las tres esferas del saber diferenciadas por Kant mediante sus Tres críticas - como una intuición moral básica (Wilber, 2005c) (2) para orientar éticamente sus actos, pensamientos y sentimientos. Una ética epistémica en toda regla bajo una epísteme transracional.

Así, habiendo argumentado en esta segunda parte a la filosofía transpersonal como un nuevo paradigma de conocimiento, es imperativo ahora que sea postulada como una asignatura educativa. En efecto, la filosofía transpersonal posibilita una revisión epistemológica de la psicología cognitiva y pedagógica como fundamento para una educación transracional que, al incorporar la sabiduría perenne, se constituye en un trampolín para la sanación trascendental del ser humano desde la infancia: ese será el objetivo de la tercera parte de esta obra.


Notas:

(1) Wilber en Sexo, Ecología, Espiritualidad (p.617):

El mundo de la modernidad está un poco loco: mitos para los campesinos, naturalismo plano para la intelectualidad. Es más que irónico que sea la ciencia, la ciencia descendida la que en las últimas décadas del siglo XX redescubra la naturaleza autoorganizada y autotrascendente de la evolución misma. Es más que irónico que unir las “dos flechas” del tiempo hace de Eros el único y omnipenetrante principio de manifestación. Es más que irónico que la ciencia prepare el camino para una evolución más allá de la racionalidad, ya que ha demostrado claramente que la evolución no se detiene para nadie, que cada estadio pasa a un mañana más amplio. Y si hoy es la racionalidad, mañana será la transracionalidad; ningún argumento científico puede estar en desacuerdo con esto, y todos deben favorecerlo. Ahí estamos en la racionalidad, situados en el filo de la percepción transracional, una scientia visionis que está trayendo aquí y allá, cada vez con más claridad y a todo tipo de gente y por todas partes, poderosos destellos de un verdadero Descenso de la omnipenetrante Alma del Mundo.

(2) Según Ken Wilber, cuando yo intuyo claramente al Espíritu, no solo intuyo su resplandor en mí mismo, sino que también lo intuyo en el dominio de los seres que comparten el Espíritu conmigo (en forma de su propia profundidad). Y es entonces cuando deseo proteger y promover ese Espíritu, no solo en mí sino en todos los seres en los que se manifiesta. Pero, además, si intuyo claramente al Espíritu, también me siento alentado a implementar ese despliegue espiritual en tantos seres como pueda, es decir, no solo en los dominios del “yo” o del “nosotros”, sino que también me siento movilizado a implementar esta realización como un estado objetivo de cosas (en los dominios del “ello”, en el mundo). El hecho que el Espíritu se manifieste realmente en los cuatro cuadrantes (o, dicho de modo resumido, en los dominios del “yo”, del “nosotros” y del “ello”) supone también que la auténtica intuición espiritual es aprehendida con el deseo de expandir la profundidad del “yo” a la amplitud del “nosotros” y al estado objetivo de cosas del propio “ello”. En definitiva, proteger y promover la mayor profundidad a la mayor amplitud posible. Esa es, en opinión de Wilber, la intuición moral básica de todos los holones, sean o no humanos.

Bibliografía:

Márquez Fernández, Álvaro B.; Díaz Montiel, Zulay C. “La complejidad: hacia una epísteme transracional”. Telos, vol. 13, núm. 1, enero-abril, 2011, pp. 11-29. Universidad Privada Dr. Rafael Belloso Chacín Maracaibo, Venezuela.

Martos, Amador. Filosofía transpersonal y educación transracional. España: Amazon, 2017.

Puente, I. (2014). Complejidad y psicología transpersonal: Caos, autoorganización y experiencia cumbre en psicoterapia. Tesis de Doctorado en Universidad Autónoma de Barcelona.

Rodríguez, María Alejandra. La filosofía educativa en el ámbito universitario. Departamento de filosofía, Universidad de Carabobo, Venezuela, 2017.

Wilber, Ken. El espectro de la conciencia. Barcelona: Kairós, 2005a.

Wilber, Ken. Sexo, Ecología, Espiritualidad. Madrid: Gaia Ediciones, 2005b.

Wilber, K. (2005c). La intuición moral básica. En K. Wilber, Breve historia de todas las cosas (438-440). Barcelona, España: Kairós.
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Filosofia transpersonal

LA FILOSOFÍA TRANSPERSONAL: UN NUEVO PARADIGMA DE CONOCIMIENTO

Este artículo es una reproducción del capítulo 5 del preámbulo metodológico de la obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD (gratis en PDF)

1 - Génesis de la filosofía transpersonal

La filosofía transpersonal como nuevo paradigma de conocimiento fue inicialmente argumentada, en enero de 2015, en mi obra La educación cuántica, he aquí el resumen:

“Desde el surgimiento de la física cuántica, la erudición ha dado un salto cualitativo y trascendente desde el universo material (objeto) a la conciencia humana (sujeto), como lo acreditan diversas áreas de la ciencia que, inapelablemente, remiten a la rehabilitación de la filosofía perenne.

Las categorías científicas están convergiendo en la ciencia por excelencia, a saber, la ciencia de la conciencia. Y en ese campo, la filosofía transpersonal desarrollada por el filósofo Ken Wilber y la psicología transpersonal como la “cuarta fuerza” tras el conductismo, el psicoanálisis y la psicología humanista, se postulan como un nuevo paradigma de conocimiento que, inherentemente, requiere de una renovada cosmovisión de la historia, la ciencia y la espiritualidad, pero, eminentemente, desde un revisionismo de la psicología cognitiva y educativa.”

Posteriormente, en noviembre de 2015, la filosofía transpersonal fue argumentada, asimismo, como un nuevo paradigma filosófico en mi segundo artículo científico titulado El mándala epistemológico y los nuevos paradigmas de la humanidad.

Desde enero de 2015 a septiembre de 2018, La educación cuántica fue objeto de hasta cuatro ediciones revisadas y ampliadas, las cuales incorporaron diversos conceptos del pensamiento de Ken Wilber a modo de notas añadidas, entre las más importantes: la conciencia de unidad, La evolución de la conciencia según Ken Wilber, los veinte principios, y diversas notas menores en alusión a los cuatro cuadrantes.

Nunca fue mi intención original convertirme en un experto del pensamiento de Ken Wilber, pero, ciertamente, a medida que se profundiza en la obra de este inconmensurable pensador considerado como el “Einstein de la conciencia”, se hace muy difícil soslayarse de sus investigaciones filosóficas, psicológicas y antropológicas. Es así como, poco a poco, me convertí en wilberiano, sin ninguna connotación peyorativa, más bien al contrario, ha sido todo un honor comprender la historia del pensamiento como nadie me la ha explicado durante los cinco años que estudié filosofía en la Universidad Central de Barcelona.

Sobre el andamiaje epistemológico y hermenéutico del pensamiento de Wilber, fui construyendo artículo tras artículo y libro tras libro, mi propio pensamiento; y no con la intención de pretender destacar como filósofo, sino como terapia personal para superar y trascender el sufrimiento padecido con ocasión del desahucio de mi familia tras el embargo de nuestra vivienda: cuando el Estado salva a los bancos en detrimento de los ciudadanos, es síntoma de que algo no funciona bien en la sociedad, es una evidencia de que el perverso sistema capitalista solo sirve a los intereses de la jerarquía plutocrática.

Ciertamente, el sufrimiento puede ser un revulsivo para el despertar espiritual, para dejar atrás a la noche oscura del alma, en definitiva, para investigar más en profundidad sobre el sentido de la vida y de nuestro lugar en este planeta y en el universo. Así es como me vi envuelto en cada vez más profundas investigaciones que concluyeron con publicaciones de artículos en diversas revistas científicas y congresos . Esos son los precedentes del libro que obra en sus manos estimado lector, en un intento de que mi experiencia existencial, mi sufrimiento psicológico y mis investigaciones filosóficas puedan ser de utilidad para las demás personas. Y lo que descubrí en ese deambular por las nubes del pensamiento es que, el saber sin amor, es puro egoísmo y la causa de tanto sufrimiento en este mundo: ahí radica la génesis del nuevo paradigma de conocimiento.

De hecho, no descubrí nada nuevo, simplemente debía retornar a los clásicos como Platón y Kant, reinterpretados a luz de Ken Wilber, para darme cuenta que nacemos y vivimos bajo una jerarquía de dominio desde una perspectiva histórica, política, económica y educativa. Dicho de otro modo, la historia cultural que nos enseñan en el sistema educativo tradicional solo sirve a los intereses de la agenda oculta del “Estado profundo”: la humanidad vive esclavizada por fuerzas oscuras imperceptibles para la mayoría, sin embargo, vivimos tiempos de divulgación cósmica que puede dar lugar a un despertar colectivo masivo. Analógicamente y como argumento en mi primer artículo titulado La evolución de la conciencia desde un análisis político, social y filosófico-transpersonal, nos hallamos a las puertas de un segundo renacimiento humanístico (el “nosotros” colectivo) como trascendencia al primer renacimiento humanístico (el “yo” individual). La conciencia sigue siendo el problema histórico por resolver de un modo filosófico, psicológico, científico y espiritual. Para tal tarea, seguí el proverbial aforismo “la verdad os hará libres” y asumí como misión espiritual investigar todos los límites hasta donde me permitiera la razón. Y de esa extenuante investigación ha surgido este noveno libro Ciencia, Filosofía, Espiritualidad. En esta obra, como corolario a todas las anteriores, establezco los fundamentos de la filosofía transpersonal y la educación transracional, dos neologismos inauditos en el ámbito académico tradicional, como he explicado en el séptimo artículo del capítulo anterior.

2 - Argumentación de la filosofía transpersonal

Con dicha génesis y objetivos puestos en claro, esta obra se divide en tres partes: en la primera parte, se reproducen los siete artículos que fueron arbitrados y revisados por comités científicos para su publicación en revistas y congresos, todos ellos alusivos a la filosofía transpersonal y la educación transracional: la sinopsis de esos siete artículos ha sido expuesta en el capítulo anterior de este preámbulo metodológico. En la segunda parte, se argumenta a modo de glosario y epistemológicamente los conceptos más importantes de la filosofía transpersonal como nuevo paradigma de conocimiento. En la tercera parte, la filosofía transpersonal es contemplada, consecuentemente, como una cuestión de sentido para argumentar epistemológica y pedagógicamente a la educación transracional como misión espiritual.

La fundamentación de la filosofía transpersonal se inicia en la segunda parte, como no podía ser de otra manera, con la interpretación del pensamiento platónico en el primer capítulo: el camino ascendente es el camino descendente. Es indiscutible que en el pensamiento de Platón -y especialmente en el centro de su pensamiento, esto es, en su doctrina de las ideas- se contienen motivos en los que se advierte y anticipa la empresa kantiana de examinar críticamente la razón humana, por lo que respecta a su capacidad y sus límites. En ese punto crucial de la historia del pensamiento, ya en el segundo capítulo, Wilber propone su teoría de los cuatro cuadrantes, entro los cuales se halla situado el Gran Tres diferenciado por Kant mediante sus Tres críticas: el arte (yo), la ciencia (ello) y la moral (nosotros). Dicho de otro modo, estamos hablando de las tres grandes categorías platónicas, de la Bondad (la moral, el “nosotros”), la Verdad (la verdad proposicional, la verdad objetiva propia del “ello”) y la Belleza (la dimensión estética percibida por cada “yo”).

Wilber trata de desvelar Los logros superiores del Espíritu-en-acción, de describir la evolución de la conciencia que conduce desde los estadios inferiores hasta los estadios más elevados, los estadios espirituales o transpersonales, cuestiones todas ellas orientadas a partir de los cuatro cuadrantes. Dicho de otro modo, Wilber demuestra que estamos asistiendo en Occidente a un completo olvido de la profundidad espiritual, cuya realidad ha sido reducida a la visión de un mundo chato dominado por el materialismo científico.

La filosofía se escindió así en dos senderos cognitivos: la epistemología de lo conmensurable y la hermenéutica de lo inconmensurable, es decir, una divergencia entre ciencia y espiritualidad. Según Ken Wilber, son dos modos de saber diferentes pero complementarios, pues han sido reconocidos de una forma u otra en diversos momentos y lugares a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo, la filosofía occidental se decantó por una razón materialista, despreciando la metafísica como “causa primera” en palabras de Aristóteles y, es por ello, que en el tercer capítulo es pertinente una argumentación específica sobre la metafísica. En dicho capítulo, se argumentan investigaciones desde la biología, las neurociencias y la física cuántica, para demostrar que los materialistas científicos han agotado su metodología empírica sustentada en el “ver para creer” y, como apuntan las citadas ciencias, hay un cambio de paradigma hacia el “creer para ver”, es decir, hacia la metafísica. Consecuentemente, esos dos modos de saber (racionalidad versus espiritualidad) inquieren ser estudiados y argumentados epistemológicamente en el cuarto capítulo.

Los dos modos de saber argumentados por Ken Wilber, lleva a los más críticos a plantearse las siguientes cuestiones: ¿cómo se relaciona la física cuántica con lo místico?, ¿cómo evidenciar las raíces científicas que entronan con la espiritualidad? Para dar respuesta a ello, es pertinente remitirse a la obra El espectro de la conciencia de Ken Wilber. Wilber nos introduce a los conceptos de la no-dualidad, a los tres niveles de conciencia (ego, existencial y mental), y a la filosofía perenne. Ken Wilber, en esta magistral clase de filosofía de la ciencia, nos demuestra que hay dos modos de conocer: el método científico y el trascendental, diferentes pero complementarios.

Esos dos modos de saber así argumentados y demostrados por Ken Wilber, permiten vislumbrar una trascendencia desde la epistemología de lo conmensurable (ciencia) hacia la hermenéutica de lo inconmensurable (espíritu) , lo cual implica el estudio de la evolución de la conciencia desde la dualidad entre sujeto-objeto hacia la no-dualidad, y ese será el objetivo del quinto capítulo: La evolución de la conciencia según Ken Wilber: hacia la no-dualidad. En dicho capítulo, Ken Wilber argumenta que la visión-lógica (una estructura de conciencia muy global e integradora) es aperspectivista en el sentido de que dispone de una multiplicidad de puntos de vista y no privilegia automáticamente ninguno de ellos sobre los demás. Pero cuando uno empieza a tener en cuenta todas las posibles perspectivas, todo comienza a moverse vertiginosamente. La conciencia aperspectivista que proporciona la visión-lógica puede llegar a ser muy desconcertante porque todos los puntos de vista empiezan a parecer relativos e interdependientes, no hay nada absolutamente fundacional, ningún lugar en el que apoyar la cabeza y decir ¡he llegado! Si tenemos en cuenta la relatividad de las distintas perspectivas, correremos el peligro de caer en una locura aperspectivista que termine paralizando la voluntad y el juicio. Y, en el sexto capítulo, realizo una dilucidación del concepto locura aperspectivista, argumentando que la evolución de la conciencia más allá de la razón presupone la necesidad de una psicología que vaya, por tanto, también más allá de la razón: una psicología transracional.

En ese sexto capítulo, se alude en varias ocasiones a la conciencia de unidad, pero, dicho estado de conciencia, no es fácil lograr. Por lo tanto, en el séptimo capítulo se explica por qué no es fácil dicha tarea y cuáles deben ser las “resistencias” que debemos abandonar para alcanzar la conciencia de unidad, propio de un estado no-dual. Consecuentemente, en el octavo capítulo trato de explicar de una forma sencilla la esencia de mis pensamientos acerca de los conceptos “dualidad” y “no-dualidad” para todo aquel que no quiera perderse en lecturas complejas desde un punto de vista argumental en esta obra. En ese octavo capítulo se argumenta la sanación trascendental del ser humano mediante la experiencia mística. La cuestión es: ¿somos todos potencialmente místicos?

La anterior cuestión acerca de las experiencias místicas, son desarrolladas en amplitud en el noveno capítulo, donde se concluye que la experiencia mística es un camino de introspección que permite una elevación hacia una experiencia trascendental y que, una de las puertas de acceso a ese estado inefable, es la meditación. Ello lleva a postular, en el décimo capítulo, la sanación trascendental de la humanidad mediante la meditación gracias al aval de estudios científicos. Entonces, la meditación ya no es una cuestión propia de los gurús espirituales, sino que, hay muchos estudios científicos que avalan los beneficios de la meditación, es decir, que algo considerado espiritual, nos transforma físicamente y puede mejorar nuestro bienestar y nuestra salud.

Consecuencia de lo anterior, en el onceavo capítulo, se argumenta que el despertar espiritual ya no es una cuestión individual solamente, sino, también, un inherente deber de la colectividad humana: es imperativa una educación transracional que posibilite la sanación trascendental desde la infancia gracias a la aplicación práctica de la meditación en los centros escolares, pues quedan demostrados sus espectaculares resultados. Y dicho despertar espiritual, tanto individual como colectivo, conduce ineludiblemente a considerar al amor como nuestra única perspectiva de supervivencia en este planeta.

Pero, como el amor y la sabiduría son dos caras de la misma moneda (según la tradición platónica excelsamente explicada por Ken Wilber), es pertinente, entonces, en el doceavo capítulo argumentar a la sabiduría como ciencia para la sanación espiritual, lo cual lleva ineludiblemente a argumentar, en el treceavo capítulo, el camino ascendente hacia la sabiduría. Efectivamente, la sabiduría y el amor son los bálsamos para la sanación trascendental, y no pueden ser encapsulados y prescritos por un médico, sino que deben ser aprehendidos consciente y prácticamente por todo sincero buscador de la verdad. Porque no hay mayor verdad que el amor (espiritualidad), y el amor a la verdad es el camino (filosofía).

El catorceavo capítulo argumenta cómo la filosofía transpersonal como nuevo paradigma de conocimiento visto en la segunda parte, se constituye en un fundamento epistemológico y pedagógico para una educación transracional como misión espiritual : la incorporación de la sabiduría perenne es un trampolín para la sanación trascendental del ser humano desde la infancia, tal será el objetivo de la tercera parte de esta obra.
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trascendencia

LA TRASCENDENCIA METAFÍSICA MEDIANTE LA MEDITACIÓN

La tesis defendida en mi recién libro publicado, titulado CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD, bien puede resumirse en este breve extracto de la página 465:

Podemos concluir este capítulo afirmando que, los beneficios de la meditación, avalados científicamente, constituyen una puerta de acceso a la espiritualidad, a esa metafísica que, hasta ahora, estaba desahuciada por los materialistas científicos. Dicho de otro modo, la epistemología de lo conmensurable (ciencia) y la hermenéutica de lo inconmensurable (espíritu) hallan un punto de intersección mediante los beneficios de la meditación demostrados científicamente. He ahí, precisamente, en la síntesis de saberes entre la epistemología y la hermenéutica, donde cada cual puede aprehenderse a uno mismo como conciencia de unidad mediante una auténtica intuición espiritual. Y, ello, se constituye entonces en un anclaje epistemológico para considerar a la filosofía transpersonal de Ken Wilber como un nuevo paradigma de conocimiento, cuyo objeto de estudio es la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia.

Dicho despertar espiritual ya no es una cuestión individual solamente, sino también un inherente deber de la colectividad humana, de ahí la necesidad de una educación transracional, pues como se ha visto anteriormente, es posible la sanación trascendental desde la infancia gracias a la aplicación práctica de la meditación en los centros escolares. Y dicho despertar espiritual, tanto individual como colectivo, conduce ineludiblemente a considerar al amor como nuestra única perspectiva de supervivencia en este planeta, dos cuestiones que es preciso abordar en el siguiente capítulo.
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FILOSOFÍA ESOTÉRICA

FILOSOFÍA ESOTÉRICA

Este artículo es una reproducción del capítulo del mismo nombre de la página 210 de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA.

Esta decrépita civilización se sustenta sobre un racionalismo pragmático y sobre una filosofía tradicional moribunda, como se ha visto. Sin embargo, como postulo mediante la filosofía transpersonal y La educación cuántica, son tiempos de la filosofía esotérica, introspectiva, la de la paz, la de la búsqueda del ser interior, lo mismo que apunta el físico Garnier con el “otro yo”. Es un giro copernicano donde se produce “el despertar de la conciencia”, no solo en los individuos como postulo, sino también en las instituciones educativas. Son tiempos de que el racionalismo espiritual se propague mediante la filosofía transpersonal y La educación cuántica.

Así fue como realicé mi propia interpretación filosófica de la historia y nuestra era contemporánea, concluyendo ello con la publicación en el Journal of Transpersonal Research, una revista de investigación transpersonal, de mi artículo “La evolución de la conciencia desde un análisis político, social y filosófico transpersonal. Y desde dicha estructura pensativa ha surgido La educación cuántica, como propuesta resolutiva a la difícil situación de la filosofía y del mundo planteada anteriormente. Esos pensamientos estructurados se constituyen en un camino ascendente de la conciencia hacia la sabiduría; se trata de un peregrinaje por la noche siempre oscura de la caverna platónica, toda una “soledad del pensador” en busca de saber y libertad. En honor a la soledad que experimenta todo pensador, dediqué mi libro Pensar en ser libre a todas aquellas personas afanadas hacia la comprensión del sentido de la vida. La vida adquiere sentido cuando los actos ejercidos en libertad son dirigidos hacia la verdadera comprensión del sentido de nuestra existencia. Nuestra existencia es, en sí misma, efímera, pues al nacer ya nos dirigimos inexorablemente hacia la muerte. En ese intervalo de lucidez de la conciencia, pocos son los que se ejercitan en la noble tarea de hallar algún conocimiento como rector del propio sentido de la vida. A ello se han dedicado preferentemente filósofos y científicos de todos los tiempos. Cada cual, dentro del contexto sociocultural de su época, ha intentado dar una respuesta a la eterna pregunta: ¿Qué sentido tiene la existencia?
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MAYÉUTICA

PEDAGOGÍA FILOSÓFICA: LA MAYÉUTICA

Este artículo es una reproducción del capítulo 7-1 de la primera parte de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA.

Una vez disertado sobre los fundamentos históricos, sociológicos, psicológicos y filosóficos que hacen necesaria La educación cuántica, es pertinente hacer una observación en honor a la verdad: la postulación de Garnier sobre la naturaleza cuántica del pensamiento como creador de futuros posibles, es una actualización científica que viene a corroborar una verdad presente en la filosofía perenne, pues como dijera Buda: “Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos”, y también, “ni tu peor enemigo puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos”. También Platón lo expresó magníficamente: “Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro”. ¿No coinciden, tanto Garnier, Buda y Platón, en señalar a la ley del karma?

El karma, según la filosofía dhármica (una palabra sánscrita que significa, “ley natural”), sería una energía trascendente, invisible e inmensurable, que se deriva de los actos de las personas. Generalmente, el karma se interpreta como una “ley” cósmica de retribución, o de causa y efecto. Según esta doctrina, las personas tienen la libertad para elegir entre el bien y el mal, pero tienen que asumir las consecuencias derivadas de sus pensamientos y de sus acciones. ¿No es esa la propuesta científica que, mediante la física cuántica, hace el físico francés Garnier con su teoría del desdoblamiento del tiempo? Indudablemente, son tiempos para una educación cuántica; son tiempos para estudiar filosofía transpersonal, son tiempos de contemplar la fusión de la ciencia con la filosofía perenne.

La educación cuántica invita volver a la filosofía como genuina productora de conocimiento, pero no hacia la tradicionalmente impartida en la actual educación académica, sino con la mira puesta en la filosofía perenne. Incursionar en las verdades eternas de la filosofía perenne, inquiere una reinterpretación acorde a los actuales tiempos cuánticos, nunca mejor dicho, con una mente cuántica, quien debe hacer una correcta introspección cognitiva de dichas verdades perennes, una cuestión que la educación tradicional obvia totalmente. Dicho de otra manera, la verdad se halla en nuestro interior y, por lo tanto, La educación cuántica propugna la técnica mayéutica, atribuida originariamente al magistral Sócrates en boca de Platón.

La mayéutica se apoya sobre la teoría de la reminiscencia: el conocimiento se encuentra latente, de un modo natural, en el alma, y es necesario descubrirlo de un modo directo mediante el empoderamiento consciente, una metodología pedagógica ya puesta en práctica por las denominadas escuelas activas, porque un niño es un pozo de sabiduría si se le educa en un entorno de libertad, conocimiento y amor. El conocimiento preexiste potencialmente en cada uno de nosotros, como un roble lo está en la bellota. La naturaleza es sabia y conviene imitarla como certeramente observó Aristóteles a través de su teoría de la potencia y el acto. Todo hombre, potencialmente, debería tener acceso a la libertad y al conocimiento, dos presupuestos que niega tajantemente el sistema capitalista a la clase oprimida. Así, más que nunca, es necesaria La educación cuántica.
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girum

GIRUM: REVISTA CIENTÍFICA Y HUMANÍSTICA COMPROMETIDA CON “LO TRANSPERSONAL"

Imperceptiblemente para muchos coetáneos, el movimiento transpersonal es una senda espiritual que está calando en la sociedad y en el mundo académico, sobre todo a raíz de la filosofía transpersonal excelsamente desarrollada por Ken Wilber y, también, paralelamente con el surgimiento de la psicología transpersonal a nivel académico. El movimiento de esa trascendencia espiritual ya no es solamente una reivindicación de unos “místicos cuánticos” , quienes han osado unir la ciencia cuántica con la espiritualidad y la educación, sino que la hermenéutica, la metafísica, la fenomenología, el idealismo trascendental kantiano, todos ellos son conceptos que están haciendo contrapeso académico al materialismo científico como único modo de conocer el mundo exterior de ahí fuera, cuando paradójicamente, la realidad interior es más importante y también más difícil por descubrir. Es en esa línea de introspección interior donde “lo transpersonal” adquiere su verdadera razón de ser, recuperando la sabiduría perenne tan perentoria para esta decadente civilización.

Y en estos tiempos de nuevos horizontes por descubrir en “lo transpersonal”, es de justo merecimiento aplaudir la iniciativa de la revista GIRUM que, en su primer número, ha dado voz a pensadores transpersonales. Muchas gracias al Dr. Héctor Sevilla Godínez, Coordinador Editorial de la Revista Girum por esta vanguardista iniciativa. A continuación, una reproducción de la presentación de dicha revista, de la mano de Héctor Sevilla:

“Girum, la revista que tienes en las manos, es una publicación científica de periodicidad semestral que pertenece a la Universidad Antropológica de Guadalajara (UNAG). Su contenido incluye artículos de investigación en idioma español, caracterizados por mostrar un giro de paradigma y enfocarse en un aparato crítico consistente en la revisión y análisis de las configuraciones conceptuales predominantes. El foco propuesto por la revista está centrado en el área de las humanidades, con el objetivo de comprender de formas alternas lo que es el ser humano, su ser, su saber y hacer en esta tierra. Esta tríada está representada en el logo de la revista, el cual muestra una circunferencia en la letra “G” con una flecha que indica el avance en el terreno científico, a la vez que la inversión de la “u” representa el giro antropológico implícito en los contenidos.

La primera edición de una revista es siempre una carta de presentación ante el público, representa la inicial invitación a la lectura de los contenidos y es una llamada a la reunión de lectores que tendrán en la revista su punto de partida. Muchos han sido los meses de preparación para el alumbramiento del presente volumen, sobre todo considerando que representa el esfuerzo por otorgar a la investigación científica el lugar que le corresponde en una Institución Educativa.

La investigación, entendida como un acto de compromiso con la vida y apasionado cuestionamiento sobre el ser humano y la realidad, puede aportar soluciones ante la mecanización del estudio, el seguimiento de prácticas didácticas obsoletas y la reproducción de actitudes alienantes que esclavizan y adormecen el cuidado de virtudes como la libertad, el respeto, el compromiso y la responsabilidad ante el conocimiento.

La investigación es una función sustantiva que las universidades deben realizar de manera conjunta con la docencia. Las instituciones de estudios superiores constituyen ámbitos privilegiados para la generación de conocimiento científico y humanístico. En la UNAG se entiende a la investigación como un acto humano que es consecuencia de la naturaleza cuestionadora del individuo quien, deseoso de encontrar respuestas, emprende el viaje de la búsqueda de sí mismo a través del conocimiento del entorno. En ese sentido, Girum es una plataforma con la que la UNAG aporta un espacio especializado para la promoción de los hallazgos intelectuales, teóricos y científicos producidos por investigadores de todo el mundo.

Los contenidos de este volumen están centrados principalmente en el paradigma transpersonal, asociado con la psicología, pero presente en otros ámbitos de estudio. El primero de los artículos, escrito por Elías Capriles, presenta una desafiante revisión de los hallazgos ontológicos derivados de las reflexiones de pensadores de Occidente y Oriente. Se muestra al fenómeno de “ser” como una distorsión de la verdadera condición y se ofrecen conclusiones sobre la visión de no dualidad. A la vez, el artículo presenta interesantes objeciones a la psicología integral propuesta por Wilber y promueve la eliminación de estructuras que, según el autor, ocultan la verdadera condición de lo humano.

El segundo artículo, elaborado por Amador Martos, nos invita a incursionar en el ámbito de lo epistemológico a través de la lógica implícita en un mándala. Martos enfrenta la división milenaria entre la ciencia y la espiritualidad proponiendo un giro de paradigma mediante lo que él llama filosofía perenne. Esto, naturalmente, contradice al dualismo imperante en el ámbito racional y enfrenta con ello una de las raíces del pensamiento occidental.

El tercer texto, escrito originalmente por Hartelius, Friedman y Pappas, ha sido traducido por Joshua Velásquez. La que se presenta aquí es la primera oportunidad de leer a estos autores en español; esta tercia de investigadores pone en tela de juicio la vigencia de la condición actual de la Psicología Transpersonal e invitan a la consideración de una Psicología Espiritual. Esto último constituye, sin duda, una propuesta polémica para las visiones científicas que se limitan al estudio de lo meramente tangible y corpóreo. Por tanto, el estudio presentado es pertinente al ofrecer un giro a la lógica científica tradicional con la intención de incursionar en el ámbito psicológico y filosófico bajo una perspectiva más amplia e incluyente.

Finalmente, el presente volumen cierra con un breve artículo de Juan Lafarga, quien profundiza en el sentido de lo epistemológico desde la visión del Desarrollo Humano, la misma que él introdujo a México hace más de cuarenta años. En su escrito, el Doctor Honoris Causa de la UNAG, propone un cuestionamiento sobre el doloso vínculo entre la verdad y la autoridad docente o científica. Su opción integradora se centra en armonizar lo diferente y lo contradictorio en el discurso del investigador.

Sirva el presente volumen para la reflexión y el análisis de lo que el hombre es, de lo que puede lograr y de las distintas alternativas de concebirle. Si el lector encuentra en estas páginas una oportunidad para cuestionar sus propios saberes y comprende la alternativa del giro como una opción deseable, la revista habrá logrado su cometido e intención."

Dr. Héctor Sevilla , Coordinador Editorial de la Revista Girum
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Filosofar en la era digital

FILOSOFAR EN UNA ERA DIGITAL

Después de la publicación de la cuarta edición de mi libro La educación cuántica, allá por septiembre del 2018, mi colapso psíquico estaba rayano a la locura aperspectivista promovida por la exacerbación de la racionalidad mundana y egoísta sobre la espiritualidad. Estaba en un callejón sin salida pues, ¿para qué escribir sobre espiritualidad desde la racionalidad, si los irracionales descartan la espiritualidad? Mi mente me decía una cosa y mi corazón otra. Actuar con la mente es luchar, contradicción, opuestos y dualismos, enjuiciar y valorar, pugnar por ideas, las nuestras, desde el ego.

De modo que, la decisión estaba tomada, iba a dar unas vacaciones a mi mente racional, y dejaría de teorizar y escribir por una temporada, para así dar descanso tanto al psiquismo egoico como al cuerpo físico. En esa fase de desconexión, dejé volar mi imaginación viendo películas y documentales sobre los temas de mi interés: meditación, ciencia y espiritualidad, experiencias cercanas a la muerte, energías libres, filosofía para niños, etcétera. Temas todos los cuales son aludidos en mi libro La educación cuántica. Pensé, sería muy ilustrativo que los mensajes racionales que puedan ofrecer un libro y su correspondiente lectura en profundidad, puedan ser visualizados mediante películas y documentales. A veces una imagen vale más que mil palabras y, en el terreno filosófico, es más conveniente ilustrar estrambóticas teorías con certeras animaciones digitales, pues es más fácil y ameno explicar por ejemplo el Mito de la caverna de Platón en un video de unos minutos que una “pavorosa” lectura de La república. Tal es el grado de dificultad al tratar de aprender o enseñar filosofía en la era digital: renovarse o morir.

Fue así como se gestionó la idea de desarrollar una página específica para temas de candente actualidad, por ejemplo, la reencarnación, las ciencias noéticas, el movimiento transpersonal, la no-dualidad, etc.; temas cuyos fundamentos son más rayanos a la propia metafísica, es decir, más allá de la física, más allá de los sentidos, un lugar en el que la ciencia ortodoxa se autoexcluye para quedarse presa de las sombras.

Pero las temáticas citadas, al mismo tiempo, tienen otro frente abierto con las creencias religiosas pues, esas experiencias metafísicas, son en realidad experiencias místicas que transforman a la persona para bien, con una renovada visión compasiva de la vida y una sensación de unidad con esta y otra vida tras la muerte. Con las citadas experiencias, se suele perder el miedo a la “muerte” y, el tiempo vivido en esta vida, se focaliza en intentar actuar con sabiduría y amor hacia los demás.

Esa sencilla enseñanza es la que nos han transmitido los místicos y avatares de la historia y de todas las religiones. Pero el discurso de las religiones exotéricas se ha erigido en un dogma a seguir, cuando en realidad, la verdadera religión es esotérica, un camino espiritual que cada cual debe recorrer en su propia consciencia, en un modo no-dual y alejado del sufrimiento que produce la dualidad.

Cuando una persona llega a tal iluminación cognitiva, se da cuenta de cuán ilusorio es el mundo que deja atrás, un mundo dominado por la razón-egoica, un mundo que más bien parece un sueño, un mundo de dualidad que nos pierde a nosotros mismos mediante un ego fragmentado y disociado de la colectividad. Nunca mejor dicho, el imperativo categórico kantiano requiere ser revindicado a la vista de la zozobra de la actual civilización.

En la era digital, la unilateral filosofía racionalista desligada del Espíritu, se ha quedado obsoleta. Toda la historia de la filosofía que se enseña en los sistemas educativos está basada en un paradigma mecanicista que niega la trascendencia espiritual del ser humano. La actual educación castra el pensamiento crítico, la creatividad, la libertad de saber y amar que potencialmente tiene todo niño. Cuando un niño nace, su consciencia evoluciona mediante el condicionamiento social y cultural de la historia. La educación no está imparcialmente al servicio de los niños, sino metódicamente dirigida por la élite plutocrática para perpetuar el poder de la oligarquía dominante, ahora más comúnmente conocido como “el estado profundo”, el Cabal, los Illuminatis, etc.

Esas fuerzas obscuras trabajan para apagar la llama del conocimiento y de la evolución espiritual de la humanidad mediante una jerarquía de dominio sobre todas las estructuras sociales y culturales: secuestrando el saber de la ciencia y manipulando a través de las religiones. Esos dos modos de saber, el conocimiento científico y el conocimiento revelado de la religión, han actuado como dos dogmas de fe para alimentar un sistema de creencia a las nuevas generaciones para que nadie pueda realmente saber quién escribe la historia, ni poder preguntarnos qué papel jugamos en esa historia, ni tampoco decidir por nosotros mismos nuestra libertad con conocimiento de causa: la educación es un taller de castración mental que requiere de un nuevo paradigma educativo que incorpore a la espiritualidad, más allá de la estricta racionalidad cartesiana y dualista insuflada en el pensamiento occidental.

Un nuevo espíritu alternativo al sistema de creencias del pensamiento occidental parece que se está abriendo paso: se trata de una genuina espiritualidad en la que cada cual se cambia a sí mismo para poder cambiar el mundo. Como dijo certeramente nuestro eterno maestro Sócrates: “Aquel que quiera cambiar el mundo debe empezar por cambiarse a sí mismo”. En dicho sentido, la meditación se presenta como una herramienta que está siendo introducida en cada vez más colegios.

Consecuentemente, la humanidad se halla no solamente ante un nuevo paradigma de conocimiento sino también ante un cambio de paradigma psicológico y, la meditación, se presenta como una herramienta pedagógica aún por descubrir en el sistema educativo occidental.

Si tan solo se estudiara los presupuestos planteados aquí en alguna clase de filosofía, pienso sería mucho más útil para ubicar al estudiante en el contexto que le ha tocado vivir, para de ese modo vivir empoderado y con pensamiento crítico frente a una historia manifiestamente manipulada. Actuar con conocimiento de causa es un imperativo para ser libre, pues solo “la verdad os hará libres”. Amar a la verdad es un camino ascendente hacia la sabiduría que te lleva hasta el Bien, para revertir seguidamente esa Bondad en un camino descendente mediante nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestros actos.

Filosofar en una era digital es bien difícil. La filosofía tradicionalmente impartida en los sistemas educativos se sustenta en una racionalidad dualista entre sujeto y objeto, un fracaso epistemológico del pensamiento occidental que ha implosionado desde el surgimiento de la física cuántica, dando lugar a que la desestimada metafísica renazca espiritualmente mediante el acercamiento de diversas ciencias al estudio de las ciencias noéticas. Para educar bien todo ello fue escrita La educación cuántica, porque es difícil filosofar en una era digital si no se aprehende la correcta perspectiva de nuestro lugar en este cosmos y en el Kosmos (1) .


REFERENCIA:

(1) Wilber examina el curso del desarrollo evolutivo a través de tres dominios a los que denomina materia (o cosmos), vida (o biosfera) y mente (o noosfera), y todo ello en conjunto es referido como “Kosmos”. Wilber pone especial énfasis en diferenciar cosmos de Kosmos, pues la mayor parte de las cosmologías están contaminadas por el sesgo materialista que los lleva a presuponer que el cosmos físico es la dimensión real y que todo lo demás debe ser explicado con referencia al plano material, siendo un enfoque brutal que arroja a la totalidad del Kosmos contra el muro del reduccionismo. Wilber no quiere hacer cosmología sino Kosmología.
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cuatro cuadrantes

LOS CUATRO CUADRANTES DE KEN WILBER

Este artículo es una reproducción de la nota 70 de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA (4ª ed.).

Extracto de la página 110:

Wilber, en un magistral sistema de pensamiento más conocido por su teoría de los “cuatro cuadrantes (1) , aúna la racionalidad pragmática occidental con la filosofía oriental. Con ese giro copernicano del entendimiento, se posibilita el camino interior obviado por la sociedad occidental; un camino interior que es susceptible de ser potenciado mediante la meditación y cuya expresión por antonomasia se manifiesta a través de la compasión (Martos, 2016). La educación cuántica propuesta aquí tiene razón de ser en dicho contexto intelectual ignorado académicamente y que requiere una rehabilitación histórica. De ahí que la historia deba ser sometida a un revisionismo social, intelectual, educacional, filosófico y espiritual, como pretende La educación cuántica. Sucintamente, veamos ese discurrir de la historia desde el surgimiento del racionalismo hasta el actual caos civilizatorio.


NOTA (1):

Ken Wilber sostiene que todo fenómeno humano consta de cuatro facetas y no puede ser íntegramente comprendido si no se abordan las cuatro. El fundamento de estas cuatro vertientes de la realidad tiene que ver con los aspectos exterior e interior y sus formas individuales y colectivas. Los cuatro aspectos que se deberían estudiar para comprender todas las cosas serían entonces: lo interior-individual, lo exterior-individual, lo interior-colectivo y lo exterior-colectivo.

Lo interior-individual: Es la experimentación del pensamiento en sí, con los símbolos, significados e imágenes mentales relativas. Este cuadrante trata de la verdad subjetiva, de la belleza, del arte. Es el cuadrante del mundo intencional. Su lenguaje es en primera persona del singular (yo), y su criterio de validez es la veracidad (este cuadrante del “yo” fue diferenciado por Kant (2006a) mediante su obra Crítica del juicio).

Lo exterior-individual: Mientras se vivencia el pensamiento, están ocurriendo una serie de cambios en el cerebro como ser, secreción de dopamina, aparición de acetilcolina permitiendo la transmisión del impulso nervioso en el espacio intersináptico, etc. Dichos hechos pueden ser empíricamente observables desde el exterior, utilizando, por supuesto, el equipamiento tecnológico apropiado. Este cuadrante trata de la verdad objetiva de la ciencia. Es el cuadrante del mundo del comportamiento. Su lenguaje es en tercera persona (ello), y su criterio de validez es la precisión de la descripción: coincide lo observado con lo expresado (este cuadrante del “ello” fue diferenciado por Kant (2005) mediante su obra Crítica de la razón pura).

Lo interior-colectivo: Ahora bien, los pensamientos que circulan por la mente tienen un sustrato cultural; en efecto, el pensamiento se realiza a partir de una serie de símbolos y significados sometido al proceso de culturización. Es el cuadrante de la verdad intersubjetiva, de la moral y la religión. Su lenguaje es en primera persona del plural (nosotros), y su criterio de validez consiste en la rectitud (este cuadrante del “nosotros” fue diferenciado por Kant (2008) mediante su obra Crítica de la razón práctica).

Lo exterior-colectivo: A su vez, la cultura, también tiene sus componentes materiales (del mismo modo en que el pensamiento tiene sus correlatos cerebrales). Citando textualmente a Wilber: “estos componentes sociales concretos son las modalidades tecnológicas, las fuerzas de producción (hortícola, agraria, industrial, etc.), las instituciones concretas, los códigos y pautas escritas, las ubicaciones geopolíticas (aldeas, poblados, estados, etc.), etc.” Es el cuadrante de la verdad inter-objetiva, efectiva y de las ciencias sistémicas. Su lenguaje es también en tercera persona (ellos), y su criterio de validez consiste en el ajuste funcional o efectividad (este cuadrante del “ellos” es una extensión del “ello” y fue diferenciado por Kant (2005) mediante su obra Crítica de la razón pura).


Bibliografía:

Kant, Inmanuel. Crítica de la razón pura. Madrid: Taurus, 2005.

Kant, Inmanuel. Crítica del juicio. Barcelona: Espasa libros, 2006a.

Kant, Inmanuel. Crítica de la razón práctica. Buenos Aires: Losada, 2008.

Martos, Amador. Ken Wilber y los nuevos paradigmas de la humanidad. España: Amazon, 2016.
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La evolución del amor

LA EVOLUCIÓN DEL AMOR

Este artículo es una reproducción de la nota 65 de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA (4ª ed.).

Extracto de la página 101:

Siguiendo la estela de Wilber, mi obra Pensar en ser libre, de la filosofía tradicional a la filosofía transpersonal es una humilde revisión de la historia del pensamiento al propugnar que el “movimiento transpersonal” debe ser rehabilitado históricamente más allá del misticismo cuántico, término acuñado peyorativamente por los caducos materialistas científicos. Evidencio en dicha obra que el pasado pertenece a la razón individualista, pero el futuro pertenece al espíritu colectivo. Así, esa razón egocéntrica, muy a su pesar, se está retorciendo de dolor (Jara, 2007a), un daño causado por el hombre al hombre, todo un contra sentido holístico de la naturaleza. Así, el giro natural, nunca mejor dicho, es que el genuino cogito cartesiano se auxilie con el espíritu kantiano mediante su imperativo categórico, lo que perennemente se ha conocido como amor. Lo que viene a decir la historia es que no se puede vivir sin amor (Hüther, 2015), porque es la más alta motivación que nos alienta a vivir, una cuestión ahora reconocida y evidenciada desde la neurobiología y la sociobiología (1) . ¿Acaso no hacemos lo que hacemos por amor a nuestros seres queridos? Pero ese amor ha sido también desahuciado del corazón de las personas por el perverso sistema capitalista que pone todo en venta, hasta nuestras emociones y nuestros sentimientos, anulando incluso nuestra voluntad sobre nuestros actos y pensamientos, convirtiéndonos entonces en autómatas productores de bienes de consumo para la exclusiva satisfacción del ego, descuidando así plenamente al espíritu. Desolador pensamiento occidental.


NOTA (1):

El darwinismo y la teoría de la evolución y la selección natural se han convertido en pilares de la biología moderna. Gracias a ellos entendemos un poco mejor cómo se ha desarrollado la vida en sus múltiples manifestaciones. Sin embargo, cuando hablamos de animales superiores, como el ser humano, no todo parece justificarse a través de un naturalismo simple. Gerald Hüther (2015), neurobiólogo y autor de La evolución del amor, afirma que hay que tener en cuenta también otro ingrediente crucial, que afecta a hacia dónde se dirige nuestra especie y por dónde ha transcurrido hasta la fecha. Ese ingrediente, para este prestigioso científico, es el amor.

Hüther considera que el amor, como manifestación biológica, resulta crucial para explicar la historia de la evolución humana reciente, como elemento de cohesión personal, de garantía de la unión en una pareja o de cooperación en un grupo social. Sin el amor, un fenómeno creado por la propia evolución, la intrincada red de enlaces familiares que se han venido sucediendo a lo largo de la historia sería muy diferente, y distintos también, con seguridad, los rumbos seguidos por nuestra especie. Gracia a él, no solo tienen valor los genes egoístas, o la supervivencia del más fuerte, sino también la capacidad de elección de pareja por motivos distintos a la simple atracción física o el instinto reproductor.

En esta obra, el también catedrático de ciencias naturales y doctor en medicina reflexiona sobre el concepto del amor y sus raíces biológicas, así como las consecuencias de su existencia. Puede decirse que nuestra comprensión del amor ha evolucionado con los tiempos, pero que a pesar del surgimiento de la razón y del pensamiento crítico, este sentimiento sigue siendo importante por su influencia en el futuro de la especie.

Hüther nos cuenta como, con el auge del naturalismo y la ilustración, Darwin y otros científicos tuvieron que convivir con los nuevos descubrimientos y con conceptos ya caducos, como las explicaciones de la religión sobre el origen del hombre. Pero a pesar de la llegada de la razón en este campo, aún costaba explicar el papel que tenía en todo ello el amor. Así, del darwinismo más descarnado, se pasó al darwinismo social, y posteriormente al determinismo del comportamiento. Finalmente, la sociobiología se apoderó de la escena.

Para Hüther, el amor también es la fuente de nuestra creatividad, no solo en el caso de músicos y artistas; también lo es para muchos grandes políticos y científicos. Es la base de nuestra existencia y nuestros logros culturales. Por el contrario, el estrés, la presión y la ansiedad no resultan del amor, sino de la competencia, que es la fuerza motora de la especialización, no de la creatividad. Según Hüther, todos somos “hijos del amor”, aunque a veces lo olvidamos porque la competencia y la guerra han impulsado grandes invenciones. Sin embargo, lo que nos une y lo que nos mantiene unidos a la naturaleza y a los demás es el amor, pese a la competencia.

Así, el amor es nuestra única perspectiva de supervivencia en este planeta. Estamos a punto de agotar nuestros propios recursos naturales, al explotarlos y contaminarlos, porque competimos entre nosotros, como individuos y como naciones. La única fuerza que puede vencer esta competencia autodestructiva es el amor, o si prefieres un término más cognitivo, el compromiso de equipo y la creatividad participativa. El amor es la fuente de logros evolutivos fundamentales. La selección sexual, es decir, la elección de pareja basada en un sentimiento que llamamos amor, provocó el moldeado de nuestros cuerpos en función de las preferencias y gustos de la pareja. Además, el amor paternal permitió fomentar las capacidades de nuestros hijos. Sin el cariño no seríamos capaces de dedicarnos a los demás y comprometernos. Tampoco podríamos alentarnos e inspirarnos los unos a los otros.

Para Hüther, es evidente de que para sacar provecho de nuestro potencial tenemos que encontrarnos los unos con los otros como sujetos en lugar de tratarnos como objetos. Solo la gente “amorosa” es capaz de tratar a los demás como sujetos. Pero, en la actualidad, nuestra cultura favorece a aquellos que usan y manipulan a los demás para lograr sus propósitos. A menos que este tipo de relaciones interpersonales y culturales desarrolladas a lo largo de la historia se supere, no seremos capaces de resolver ninguno de los problemas a los que nos enfrentamos ahora. La lucha por el poder y la dominación es la verdadera causa de todos nuestros problemas.

Ya es posible pues afirmar que el papel del amor es tan importante en el devenir de nuestra especie como puedan serlo otros factores biológicos. En este libro encontraremos los argumentos que lo confirman.

Bibliografía:

Hüther, Gerald. La evolución del amor. Barcelona: Plataforma, 2015.

Jara, Miguel. Conspiracines tóxicas. Cómo atentan contra nuestra salud y el medio ambiente los grupos empresariales. Barcelona: Martinez Roca, 2007a.
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EGO

LA MUERTE DEL EGO

Este artículo es una reproducción de la nota 33 de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA (4ª ed.).

Extracto de la página 36:

Así, psicológicamente, el ego debe trascenderse conscientemente hacia una regenerada espiritualidad, en una fusión de la razón con el espíritu, sustituyendo el egoísmo por la compasión y la conciencia personal por la conciencia transpersonal (1); toda una trascendencia espiritual que permite ir Más allá del ego (Vaughan y Walsh, 2000) y ver el mundo como un todo holístico del cual somos un engranaje más en la naturaleza. La actual civilización está rompiendo el equilibrio natural y holístico de la vida, como acreditan las especulaciones sobre la Tercera Guerra Mundial por motivos económicos y energéticos. Será necesario un ingente esfuerzo de todos nosotros para salir de dicho atolladero, sin embargo, cualquier crisis es siempre una oportunidad de crecimiento personal y también colectivo. La actual crisis económica y social es también una crisis intelectual y espiritual de la humanidad, lo cual invita a repensar urgentemente el nuevo rumbo de este decrépito mundo. Y a ello he dirigido mis investigaciones, al conocimiento en profundidad de la naturaleza humana, en función de lo cual propugno que nuestra civilización debe cambiar urgentemente su derrotero que pasa, imperativamente, por una renovada pedagogía como pretende La educación cuántica. Una pedagogía cognitiva para cambiar el mundo, no desde fuera, sino desde el interior de las personas.


NOTA (1):

Etimológicamente el término transpersonal significa “más allá” o “a través” de lo personal, y en la literatura transpersonal se suele utilizar para hacer referencia a inquietudes, motivaciones, experiencias, estadios evolutivos, modos de ser y otros fenómenos que incluyen pero trascienden la esfera de la individualidad y de la personalidad humana, el yo o ego (Ferrer, 2003). Entre sus intereses centrales se encuentran “los procesos, valores y estados transpersonales, la conciencia unitiva, las experiencias cumbre, el éxtasis, la experiencia mística, la trascendencia, las teorías y prácticas de la meditación, los caminos espirituales, la realización (...) y los conceptos, experiencias y actividades con ellas relacionados” (Walsh y Vaughan, 1982:14). Entre sus objetivos principales se encuentra la delimitación de las fronteras y las variedades de la experiencia humana consciente (Rowan, 1996). (Cita extraída del trabajo de investigación de Doctorado titulado Complejidad y Psicología Transpersonal: Caos y autoorganización en psicoterapia, de Iker Puente Vigiola, Facultad de Psicología, Universidad Autónoma de Barcelona, 16 de Febrero de 2007).

Sin embargo, a los efectos prácticos de este ensayo, el concepto de conciencia transpersonal se implementa también con la siguiente definición: En los estados modificados de consciencia estudiados por la psicología transpersonal se producen cambios en el flujo del pensamiento, en la percepción de la realidad y a nivel emocional. En estos estados pueden ocurrir experiencias de catarsis y, sobre todo, experiencias místicas o extáticas, que diversos autores han definido como religiosas, trascendentes, transpersonales o experiencias cumbre. En estas vivencias el mundo se percibe como una totalidad, en la que el propio individuo está inmerso. Se produce, al mismo tiempo, una sensación subjetiva de unidad, en la que el Yo individual se diluye, desapareciendo toda distinción significativa entre el Yo y el mundo exterior. Esta experiencia es vivida por la persona como algo positivo, y autores como Maslow o Grof señalan que puede tener efectos beneficiosos y terapéuticos. Sin embargo, la disolución del Yo previa a la sensación subjetiva de unidad, puede ser vivida por el sujeto como un momento de caos, de desequilibrio y desestructuración, de pérdida de los puntos de referencia habituales. Diversos autores se han referido a esta experiencia como muerte del ego. (Grof, 1988; Wilber, 1996; Fericgla, 2006). (Cita extraída del artículo titulado Psicología Transpersonal y Ciencias de la Complejidad: Un amplio horizonte interdisciplinar a explorar, de Iker Puente, Journal of Transpersonal Research, 2009, Vol. 1 (1), pp 19-28 ISSN: 1989-6077).

Por tanto, en este ensayo, el paso de la conciencia personal a la conciencia transpersonal, debe interpretarse como la muerte del ego en su viaje iniciático hacia la percepción unitaria del sujeto cognoscente con el mundo (no dualidad entre sujeto y objeto), donde las emociones egoístas e individualistas dejan paso a la compasión. Se trataría, en suma, de un ascendente viaje iniciático-cognitivo similar al descrito como salida del mundo de las sombras en el Mito de la caverna de Platón, para luego transmitir de un modo descendente la sabiduría adquirida en el Mundo de las Ideas, donde la reina es el Amor.

Bibliografía:

Fericgla, José M. Los chamanismos a revisión. Barcelona: Kairós, 2006.

Ferrer, Jorge. Espiritualidad creativa: una visión participativa de lo transpersonal. Barcelona: Kairós, 2003.

Grof, Stanislav. Psicología Transpersonal: nacimiento, muerte y trascendencia en psicoterapia. Barcelona: Kairós, 1988.

Rowan, John. Lo transpersonal: psicoterapia y counselling. Barcelona: La Liebre de Marzo, 1996.

Vaughan, F y Walsh, R. Más allá del ego. Barcelona: Kairós, 2000.

Wilber, Ken. El proyecto Atman. Barcelona: Kairós, 1996.
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