"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

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Dios en los mapas evolutivos de la conciencia

10 - DIOS EN LOS MAPAS EVOLUTIVOS DE LA CONCIENCIA



Este trabajo de investigación está disponible como LIBRO en EBOOK y GRATIS en PDF


Ponencia en el VIII Congreso Internacional CESPE 2023, relacionada con este trabajo de investigación

Ponencia en la 3ª edición del Diplomado Internacional de Pedagogías Emergentes, relacionada con este trabajo de investigación

Resumen de la anterior monografía: 9 – DIOS EN LA PSICOLOGÍA HUMANA

Finalizábamos el anterior artículo con la necesidad de abordar el proceso psicológico implicado en la tarea del cambio de sí mismo. Los seguidores de este autor saben que, en mi obra La educación cuántica, argumento que la filosofía transpersonal desarrollada por Ken Wilber, así como la psicología transpersonal como la “cuarta fuerza” tras el conductismo, el psicoanálisis y la psicología humanista, se constituyen ambas como un nuevo paradigma de conocimiento.

Siguiendo la estela de dicha argumentación, he tenido el honor que, el esquema epistemológico de mi obra, haya servido de esqueleto cognitivo en la Tesis Doctoral de Noemí Siverio (Venezuela) y, por tanto, es preciso abordar dicha proposición académica y sus connotaciones psicológicas para el “homo complexus”, lo cual implica asimismo que dicha renovada comprensión psicológica sea extensiva al ámbito educativo.

La novedad de esta Tesis Doctoral es que contempla la psicología transpersonal, así como la educación transracional. Mi agradecimiento a Noemí Siverio por las citas a mis publicaciones, es todo un honor que mis investigaciones hayan sido de utilidad en su Tesis Doctoral.

La Tesis Doctoral de Noemí Siverio, junto a la Tesis de Maestría de Marely Figueroa, son dos aportes vanguardistas que abordan la visión transpersonal como revulsivo a la educación académica tradicional: ¿acaso son las primeras piedras de un gran edificio educativo-espiritual?

Mi sueño es que alguna Universidad haga posible impartir asignaturas sobre filosofía transpersonal, psicología transpersonal, educación transracional así como las ciencias vanguardistas relacionadas con la espiritualidad. Ese sueño ya se está haciendo realidad a tenor de estas dos incipientes y novedosas iniciativas:

-EXPERIENCIA PIONERA EN EL MUNDO DE LA FILOSOFÍA: EL INSTITUTO ATENEO DE COLIMA (MÉXICO) IMPARTE LA ASIGNATURA DE FILOSOFIA TRANSPERSONAL EN EL GRADO UNIVERSITARIO DE EDUCACIÓN

-TESIS DOCTORAL DE MORELIA VALENCIA MEDINA (ESPAÑA): UNA PERSPECTIVA TRANSPERSONAL PARA LA EDUCACIÓN

Las Tesis Académicas citadas evidencian que hay que abordar la complejidad psicológica de la racionalidad humana con nuevos neologismos, por ejemplo: la dimensión espiritual como un despertar de la conciencia. Consecuentemente, es imperativo que cada cual se pregunte: ¿Quién crees que eres tú?

Lo que se desprende de dicha introspección psicológica, es que hay que introducir a Dios en la ecuación del conocimiento de sí mismo, porque es la trampa del ego quién te mantiene en la ilusión de la separación del Espíritu. Por tanto, la misión más importante después de la introspección psicológica y trascendencia del ego, es conectarse con el plan divino.

Ahora bien, la introspección psicológica y la trascendencia del ego, así como la conexión con el plan divino, todo ese proceso implica una filosofía de la mente para la transformación interior.

Y para dicha transformación interior, hay que recurrir al padre del racionalismo René Descartes en sus propias palabras:

“Para alcanzar la verdad, es necesario, una vez en la vida, desprenderse de todas las ideas recibidas, y reconstruir de nuevo y desde los cimientos todo nuestro sistema de conocimientos”

Y para la reconstrucción del conocimiento, tal como lo vengo argumentado de un modo epistemológico en este trabajo de meta-investigación filosófica, es preciso abordar inherentemente los mapas evolutivos de la conciencia, pero eso será objeto de otra serie de artículos en la siguiente monografía.



Concluíamos el anterior trabajo monográfico en que la introspección psicológica y la trascendencia del ego, así como la conexión con el plan divino, todo ese proceso implica una filosofía de la mente para la transformación interior. Y que, para dicha transformación interior, es precisa una reconstrucción del conocimiento que tenga en consideración los mapas evolutivos de la conciencia. Llegamos así al núcleo duro del conocimiento aún no resuelto desde la epistemología de lo conmensurable (materialismo científico), debiendo recurrir ineludiblemente a la hermenéutica de lo inconmensurable (interpretación de lo que sea Dios). Dicha aseveración ha quedado meridianamente clara para los lectores que hayan seguido este trabajo de meta-investigación filosófica.

Ahora bien, ¿cómo podemos hablar de niveles de conciencia cuando, en el actual estadio evolutivo de la humanidad, no hay todavía un consenso cognitivo de lo que sea la “conciencia”? Por tanto, antes de entrar a argumentar los diferentes niveles de conciencia, será preciso inexorablemente intentar clarificar lo que sea la “conciencia”, primeramente, desde una concepción histórica-cultural y, en segundo lugar, desde las implicaciones definitorias para que el actual sistema educativo y cultural aprehenda ese conocimiento autopoiético con capacidad para salir de la crisis de conciencia en la que actualmente se halla este viejo mundo moribundo. Una vez dilucidadas las características definitorias de lo que sea la conciencia desde un punto de vista histórico-cultural y cierto consenso cognitivo acerca de la “conciencia”, solo entonces, podremos abordar los diferentes niveles de la evolución de la conciencia de la mano de pensadores que ya han abordado esa transcendental y monumental tarea filosófica y psicológica. Tal será el objetivo de este trabajo monográfico.

1 - LA CONCIENCIA COMO PROBLEMA HISTÓRICO

1 - El contexto filosófico y científico

Toda la historia de la filosofía occidental está transitada por la inquietud de encontrar la solución al problema del conocimiento e intentar dar una explicación coherente de la conciencia, y se ha caracterizado por la constante universal de abordar el problema del hombre desde el dualismo: materia y espíritu, cuerpo y alma, cerebro y mente. En la modernidad, Kant mediante sus Tres Críticas produjo la diferenciación de las tres grandes categorías platónicas: la Bondad (la moral, el “nosotros”), la Verdad (la verdad objetiva propia del “ello”) y la Belleza (la dimensión estética percibida por cada “yo”). La mala noticia, por lo contrario, es que la postmodernidad no ha logrado la integración respectivamente de la cultura, la naturaleza y la conciencia.

Wilber hace especial hincapié en marcar la frontera que separa la visión moderna del conocimiento de la visión postmoderna, pues ambas visiones han supuesto una extraordinaria revolución en el conocimiento humano. El paradigma fundamental de la Ilustración es conocido como paradigma de representación, según el cual, por una parte está el yo o sujeto y, por la otra, el mundo sensorial o empírico, y según el cual el único conocimiento válido consiste en trazar mapas del mundo empírico, dejando de lado al cartógrafo. Por el contrario, todos los grandes teóricos “postomodernos” – Kant, Hegel, Shopenhauer, Nietzsche, Dilthey, Heidegger, Foucault y Derrida-, han rechazado al paradigma cartográfico porque ni siquiera tiene en cuenta al yo que está cartografiando el mapa. El gran descubrimiento postmoderno ha sido que ni el yo ni el mundo son simples datos sino que existen en contextos y sustratos que tienen una historia, un desarrollo. El sujeto, por lo contrario, está ubicado en contextos y corrientes de su propio desarrollo, de su propia historia, de su propia evolución, y las “imágenes” que tiene del “mundo” dependen, en gran medida, no tanto “del mundo” como de “su propia historia”. Y Wilber se propone trazar la historia de estas visiones del mundo, la historia de la evolución en el dominio humano, la historia de las diversas formas en la que ha ido desplegándose el Espíritu-en-acción a través de la mente humana porque, el gran descubrimiento postmoderno, es que las visiones del mundo están en desarrollo, que ni el mundo ni el yo están predeterminados, lo cual apertura dos caminos a la postmodernidad:

-El constructivismo extremo, es decir, dado que las visiones del mundo no están predeterminadas, usted puede concluir diciendo que son arbitrarias, que simplemente han sido “construidas” por las distintas culturas basándose en algo tan substancial como los simples cambios de gusto. Así, todo está “socialmente construido”, las distintas visiones culturales del mundo devienen arbitrariamente en “ismos” como sexismo, racismo, especismo, falocentrismo, capitalismo, logocentrismo, etcétera. El constructivismo radical afirma que no hay verdad alguna en el Kosmos, solo conceptos que unos hombres imponen sobre otros, lo cual es una forma postmoderna de nihilismo que lleva a ignorar la verdad y a reemplazarla por el ego del teórico.

-Por otro lado, tenemos un constructivismo más moderado y cuya versión hoy en día es evolutiva, en las numerosas y muy variadas formas según diversos autores: Hegel, Marx, Nietzsche, Heidegger, Gebser, Piaget, Bellah, Foucault, Habermas, etcétera. Este enfoque reconoce que el mundo y la visión del mundo no están completamente predeterminados sino que se desarrollan históricamente. De este modo, su interés se centra simplemente en investigar la historia real y el desarrollo de estas visiones del mundo como una pauta evolutiva gobernada por las corrientes de la misma evolución. Según Wilber, dicha evolución está gobernada por los veinte principios .

La visión racional-industrial del mundo sostenida por la Ilustración cumplió con funciones muy importantes como la aparición de la democracia, la abolición de la esclavitud, el surgimiento del feminismo liberal, la emergencia de la ecología y las ciencias sistémicas, entre algunas más, pero sin duda, la más importante puesta en escena fue la diferenciación entre el arte (yo), la ciencia (ello) y la moral (nosotros), el Gran Tres diferenciado por Kant a través de sus Tres críticas. Wilber asevera que, para trascender la “modernidad” hacia la “postmodernidad”, hay que trascender e incluir al racionalismo y la industrialización, lo cual implica abrirnos a modalidades de conciencia que trasciendan la mera razón y participar en estructuras tecnológicas y económicas que vayan más allá de la industrialización. El racionalismo y la industrialización han terminado convirtiéndose en cánceres del cuerpo político, crecimientos desmedidos de consecuencias malignas, derivando ello en jerarquías de dominio. Por tanto, cualquier transformación futura deberá trascender e incluir a la modernidad incorporando sus elementos compositivos fundamentales, pero también limitando su poder. En ese punto crucial de la evolución de las “visiones del mundo”, Wilber propone su teoría de los cuatro cuadrantes, entre los cuales se halla situado el Gran Tres diferenciado por Kant mediante sus Tres críticas: el arte (yo), la ciencia (ello) y la moral (nosotros). Dicho de otro modo, estamos hablando de las tres grandes categorías platónicas, de la Bondad (la moral, el “nosotros”), la Verdad (la verdad proposicional, la verdad objetiva propia del “ello”) y la Belleza (la dimensión estética percibida por cada “yo”).

La buena noticia es que la modernidad ha aprendido a diferenciar el Gran Tres, pero la mala noticia, por lo contrario, que todavía no ha aprendido a integrarlo. Así fue como el Gran Tres terminó reducido al Gran Uno del materialismo científico de las exterioridades, los objetos y los sistemas científicos. El Gran Tres colapsó en el chato Gran Uno. Puesto que la investigación empírica y monológuica es muchísimo más sencilla que la compleja interpretación hermenéutica intersubjetiva y la compresión empática recíproca, tuvo cierto sentido comenzar restringiendo el conocimiento al dominio empírico. Eso fue lo que hizo el paradigma fundamental de la Ilustración porque, para el ego racional, la búsqueda del conocimiento consistió en cartografiar o reflejar el mundo en el lenguaje del “ello” o Gran Uno. La tarea de la modernidad fue la diferenciación del Gran Tres y la misión de la postmodernidad es la de llegar a integrarlos. El gran reto al que se enfrenta la postmodernidad es la integración, es decir, formas de integrar la mente, la cultura y la naturaleza, formas de respetar al Espíritu en los cuatro cuadrantes, formas de reconocer los cuatro rostros del Espíritu -o simplemente Gran Tres- para honrar por igual a la Bondad, la Verdad y la Belleza.

Mientras que la ciencia tradicional se mantiene en su visión materialista, cada vez crece un mayor número de científicos que apoyan y desarrollan un nuevo paradigma basado en la supremacía de la conciencia. Estamos en los albores en dejar de considerar a la mente humana como puramente biológica sino abierta a otras interpretaciones con connotaciones cuánticas, es decir con conexión al universo entero. Del mismo modo, Joe Dispenza , a través de la física cuántica, la neurociencia, la biología o la genética, pretende enseñar cómo dar el salto cuántico que requiere romper con los límites de la realidad objetiva. Dicho activismo cuántico es reconducido pedagógicamente en La educación cuántica .

Así fue como en los años setenta del siglo pasado, el doctor en física teórica Fritjof Capra explora los paralelismos entre la física cuántica y los principios del aprendizaje místico oriental. Son cada vez más los científicos que se alinean con dicha visión que aúna la ciencia con la espiritualidad, como es el caso de Amit Goswami , uno de los pensadores pioneros en ciencia y espiritualidad y que aboga por un activismo cuántico que nos lleve a una vida equilibrada y a una visión integral.

2 - El misticismo contemplativo

¿Qué grandes cambios están pasando desapercibidos por el materialismo científico? El más importante de dichos cambios es un giro copernicano en la mirada. La diferencia central entre la ciencia positivista y la fenomenología radica en que, en la ciencia, el camino a la verdad se podría sintetizar en la frase “ver para creer” refiriéndose, evidentemente, a la comprobación indispensable del método científico. Mientras que, en la fenomenología, podríamos representarla en el enunciado inverso: “creer para ver”, en el otro modo de saber, el místico, en el sentido como ya lo definiera Platón: “La filosofía es un silencioso diálogo del alma consigo misma entorno al Ser”. Una cuestión esta del saber que ha sido demostrada epistemológicamente por Ken Wilber en su obra El espectro de la conciencia, al aseverar que hay dos modos de saber: el conocimiento simbólico (dualidad sujeto-objeto) y el misticismo contemplativo (no dualidad entre sujeto-objeto), dos modos de saber diferentes pero complementarios. Según Wilber:

“Esos dos modos de conocer son universales, es decir, han sido reconocidos de una forma u otra en diversos momentos y lugares a lo largo de la historia de la humanidad, desde el taoísmo hasta William James, desde el Vedanta hasta Alfred North Whitehead y desde el Zen hasta la teología cristiana. (…) También con toda claridad en el en el hinduismo” .

Desde Kant hasta Wilber, hay una brecha epistemológica entre dos modos de saber así como un desterramiento de la hermenéutica filosófica como más que probable camino para entender este complejo mundo. Que la realidad tiene un orden subyacente que debe ser interpretado, no es una elucubración mía como se aprestarían a rebatir subrepticiamente los escépticos materialistas científicos, sino que muchos científicos proponen introducir al Espíritu en la ecuación del conocimiento. Como propone el premio Nobel de física Wolfgang Pauli , en el cosmos existe un orden distinto del mundo de las apariencias, y que escapa a nuestra capacidad de elección. Por tanto, es imperativo emprender un viaje hacia la comprensión no solo del mundo exterior sino, eminentemente, de nuestro mundo interior, es decir, emprender un viaje hermenéutico. El término “hermenéutica” significa “interpretar”, “esclarecer” y “traducir”, es decir, cuando alguna cosa se vuelve comprensible o lleva a la comprensión.

Es de sumo interés haber comprendido la visión de la historia del pensamiento expuesta por Wilber, pues desvela un problema tanto epistemológico (teoría del conocimiento que se ocupa de problemas tales como las circunstancias históricas, psicológicas y sociológicas que llevan a la obtención del conocimiento) así como un problema hermenéutico (interpretación). En efecto, la comprensión del significado cultural, es una cuestión interpretativa. Eso es lo que hacen precisamente las ciencias culturales hermenéuticas, de cuyos representantes más destacados son Wilhem Dilthey, Max Weber, Martin Heidegger, Han-Georg Gadamer, Paul Ricoeur, Clifford Geertz, Mary Douglas, Karl-Otto Apel, Charles Taylor y Thomas Kuhn. La epistemología y la hermenéutica, como disciplinas filosóficas, se hallan diferenciadas pero sin embargo no integradas, y dicha propuesta de integración será el objeto propio en la postrimería de este ensayo al proponer una epistemología hermenéutica.

3 - El despertar espiritual: la conciencia transpersonal

Con la emergencia de la mente a partir de la modernidad, el Espíritu comienza a tomar conciencia de sí mismo, lo cual, entre otras cosas, introduce en el mundo la conciencia moral, una moral, por cierto, completamente ajena al mundo de la naturaleza. Por tanto, el Espíritu está comenzando a despertar a sí mismo, conocerse a sí mismo a través de los símbolos, los conceptos, dando así origen al mundo de la razón y, en particular, al mundo de las morales conscientes. Así, pues, la naturaleza es Espíritu objetivo, mientras que la mente es Espíritu subjetivo. En ese momento histórico –en el momento en que la mente y la naturaleza se diferenciaron-, el mundo parece escindirse en dos, la mente reflexiva y la naturaleza reflejada, pero la modernidad se hallaba temporalmente estancada en la batalla entre la mente y la naturaleza, entre el ego y el eco. En opinión de Shelling, esta síntesis no dual como identidad entre el sujeto y el objeto en un acto atemporal de autoconocimiento, es una intuición mística directa. Para Shelling, y también para su amigo y discípulo Hegel, el Espíritu se enajena de sí mismo para dar lugar a la naturaleza objetiva, despierta a sí mismo en la mente subjetiva y termina retornando así en la pura conciencia inmediata no dual en la que sujeto y objeto son uno, y la naturaleza y la mente se funden en la actualización del Espíritu. El Espíritu se conoce a sí mismo objetivamente como naturaleza, se conoce subjetivamente como mente y se conoce absolutamente como Espíritu. Esos tres momentos también son conocidos como subconsciente, consciente y supraconsciente, o dicho de otro modo, prepersonal, personal y transpersonal; o preracional, racional y transracional; o biosfera, noosfera y teosfera.

Todo ello, traducido en términos evolutivos y psicológicos, equivale a decir que El gen egoísta puede ser trascendido conscientemente Más allá del ego, dicho de otro modo, el egoísmo puede ser trascendido hacia la compasión y, respectivamente, la conciencia personal hacia la conciencia transpersonal . Así, desde dicha perspectiva, la afirmación de que “el amor universal y el bienestar de las especies consideradas en su conjunto son conceptos que, simplemente carecen de sentido en cuanto a la evolución”, es un simple reduccionismo desde el materialismo científico, obnubilado por una prepotencia racional en cuanto causa explicativa al obviar que el Kosmos es autotrascendente y regido por los veinte principios. Dicho de otro modo, La evolución del amor ya es contemplada desde la neurobiología y la sociobiología como un fenómeno de la evolución humana pues, más allá del valor de los genes egoístas o la supervivencia del más fuerte, interviene la capacidad de elección de pareja por motivos distintos a la simple atracción física o el instinto reproductor. Para Hüther, a pesar del surgimiento de la razón y del pensamiento crítico, el sentimiento del amor sigue siendo importante por su influencia en el futuro de la especie humana pues es la fuente de nuestra creatividad y la base de nuestra existencia y nuestros logros culturales y, más decisorio aún, nuestra única perspectiva de supervivencia en este planeta. En definitiva, la única fuerza que puede vencer a la competencia autodestructiva es el amor mediante el compromiso de equipo y la creatividad participativa.

4 - ¿Hacia dónde evoluciona la humanidad?

Como se ha explicado anteriormente, la modernidad diferenció el “yo” (arte), el “nosotros” (moralidad) y el “ello” (ciencia), que la postmodernidad no ha podido o sabido integrar. Como solución, Wilber propone una filosofía hermenéutica que permita interpretar la profundidad interior o genuina espiritualidad. Ahora bien, ¿cómo integrar la filosofía con la espiritualidad? ¿Qué cambios serán necesarios tanto exterior como interiormente, tanto individual como colectivamente? Tales cuestiones desarrolladas por Wilber en sus cuatro cuadrantes, subyacen en los pensamientos que he desplegado a través de mis diversas obras. Mis tres primeros ensayos, Pensar en ser rico, Pensar en ser libre y Capitalismo y conciencia tuvieron como corolario mi primer artículo científico, cuya tesis es que la humanidad se halla ante un segundo renacimiento humanístico. Este es el resumen:

“La conciencia histórica individual surgida del primer renacimiento humanístico de los siglos XV y XVI, ha devenido en este siglo XXI en un depredador neoliberalismo. Esta última versión del capitalismo, siguiendo las tesis de Marx, está socavando su propio final pues está acabando con el valor del trabajo humano y con los recursos naturales generando, consecuentemente, una profunda crisis humanitaria y ecológica. La filosofía tradicional mediante Kant, produjo la diferenciación del “yo”, el “nosotros” y la naturaleza (“ello”) a través de sus Tres Críticas. La imperiosa integración que los postmodernos llevan buscando sin éxito, puede ser posible mediante la trascendencia de la conciencia personal (ego) hacia una conciencia transpersonal (transcendencia del ego).Esta emergencia holística y epistemológica propugnada por la filosofía transpersonal y la psicología transpersonal, al aunar la racionalidad con la espiritualidad, invoca hacia un segundo renacimiento humanístico, ahora como conciencia colectiva, socialmente reflejado en el altermundismo”.

Huelga decir que el pensamiento de Wilber subyace en la citada erudición que, como conclusión final, pretende precisamente hacer evidente la imperiosa necesidad de la filosofía transpersonal desarrollada por este inconmensurable pensador: trascender la racionalidad Occidental hacia la espiritualidad. La filosofía transpersonal es una disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia. El filósofo Ken Wilber es un emblemático representante del movimiento transpersonal que surge del encuentro entre la psicología occidental (en particular de las escuelas psicoanalíticas, junguiana, humanista y existencial) y las tradiciones contemplativas de Oriente (en especial el budismo zen, el taoísmo y el hinduismo).

Posteriormente a dicho artículo científico, vieron la luz dos ensayos más, La educación cuántica y Podemos. Crónica de un renacimiento , que a su vez tuvieron como corolario otro artículo científico, a saber, El mándala epistemológico y los nuevos paradigmas de la humanidad, y cuyo resumen es el siguiente:

“La historia del pensamiento, devenida dogmáticamente en una filosofía materialista y en un reduccionismo psicológico, aboca a una crisis epistemológica entre ciencia y espiritualidad desde que la física cuántica irrumpió en el tablero cognitivo. Las diferentes interpretaciones de la mecánica cuántica que aúnan la ciencia y la espiritualidad mediante la recuperación de la filosofía perenne, introducen la primera fisura en la “rígida estructura” del dualismo científico entre sujeto y objeto que ha impregnado a la civilización occidental. Así, la filosofía perenne sumada al movimiento transpersonal como “cuarta fuerza” psicológica, es un nuevo paradigma de conocimiento que puede ser aprehendido mediante un mándala epistemológico, el cual posibilita una interpretación hermenéutica de la historia, la ciencia y la espiritualidad, pero, eminentemente, desde un revisionismo de la psicología cognitiva y educativa. Tantos cambios de paradigmas contribuyen a la trascendencia holística de la razón hacia el espíritu a modo de un segundo renacimiento humanístico”.

Desde una perspectiva de la historia del pensamiento, dicho artículo científico pretende desgranar las secuencias cognitivas a modo de paradigmas que operan y se retroalimentan con interdependencia entre seis áreas del conocimiento: la filosofía, la psicología, la sociología, la ciencia, la educación y la espiritualidad. Este artículo científico postula una integración entre la epistemología y la hermenéutica, permitiendo justificar lo conmensurable y entender lo inconmensurable. Esos dos modos de saber posibilitan vislumbrar una conexión de la filosofía con la espiritualidad.

Concluyendo, dicha panorámica histórico-evolutiva de la humanidad permite al lector comprender la importancia del pensamiento de Wilber, no solo en la interpretación de la historia del pensamiento occidental, sino también como revulsivo de mi propio constructo filosófico a través de mis diversas publicaciones que, en definitiva, propone trascender un viejo mundo y sus paradigmas trasnochados, hacia un nuevo mundo que apunta a nuevos paradigmas por descubrir para todo sincero buscador de sabiduría, o dicho en término positivo, emprender un camino ascendente hacia la sabiduría. Así, con la constatación heideggeriana de que “todo comprender es comprenderse”, cabe destacar el papel positivo de la subjetividad en la hermenéutica, lo cual implica distinguir la subjetividad metafísica de lo que sería el ser humano individual, al que no se opone la hermenéutica. La metafísica, aunque problemática, es inevitable: el ser “humano” (cualquier ser con determinado grado de consciencia) es un ser metafísico, y la desaparición de la metafísica solo es posible con la desaparición del humano (o vivos semejantes de otros planetas). Una de las características del siglo XX ha sido la crítica sin contemplaciones a este tipo de filosofía eterna y sistemática que asociamos al término metafísica. Y, sin embargo, nada más actual que las cuestiones metafísicas. No hay manera de evitar que una y otra vez vuelva ese tipo de preguntas primeras sobre Dios, el hombre o el mundo, que quieren saber qué es lo que podemos conocer, qué es lo que debemos hacer o qué es lo que nos cabe esperar.

Una vez dilucidada la panorámica histórica-evolutiva de la humanidad de la mano del inconmensurable Ken Wilber, vayamos ahora a las implicaciones definitorias de lo que sea la “conciencia”.

2 - ¿QUÉ ES LA CONCIENCIA?

1 - El problema cultural de la conciencia

El término "conciencia", según la RAE, tiene las siguientes acepciones:

1. f. Conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios.

2. f. Sentido moral o ético propios de una persona.

3. f. Conocimiento espontáneo y más o menos vago de una realidad.

4. f. Conocimiento claro y reflexivo de la realidad.

5. f. Capacidad del ser humano de reconocer la realidad circundante y de relacionarse con ella.

6. f. Fil. Actividad mental del propio sujeto que permite sentirse presente en el mundo y en la realidad.

Según dichas definiciones, la primera y la segunda definición aluden a la moralidad; la tercera, cuarta y quinta aluden al conocimiento; y la sexta a la autoconciencia. Así, pues, tenemos tres conceptos claves a dilucidar de un modo filosófico y científico: la moralidad, el conocimiento y la autoconciencia de cada persona. ¿Acaso la RAE nos explica algo nuevo? En absoluto, pues si retomamos las Tres críticas de Kant, vemos inherentemente una correlación de la Crítica de la razón pura con el “conocimiento” (ciencia o “ello”), la Crítica de la razón práctica con la “moralidad” (“nosotros”), y la Crítica del juicio con la percepción estética del sujeto (“yo”). Nada nuevo bajo el cielo, sin embargo, las definiciones de la RAE correlacionadas con las obras del inconmensurable Kant, dejan en evidencia un problema científico y filosófico por resolver:

¿Cómo se relacionan el conocimiento, la moralidad y la conciencia percibida por cada sujeto?

Ahí estriba el gran problema cultural, y también el fracaso epistemológico del pensamiento occidental, pues, sea lo que sea la vida y su sentido, es evidente que esos tres campos de la conciencia (conocimiento, moralidad y “yo”) son los enigmas por resolver todavía de un modo consensuado por la humanidad, de lo contrario, ¿cómo explicar la actual situación de colapso mundial generado por una falsa pandemia?, ¿cómo entender que la moralidad sea ajada económica, social y políticamente?, ¿cómo vivir sin un consenso cognitivo acerca del “auténtico” conocimiento entre ciencia y espiritualidad? Preguntas todas ellas a las que se han enfrentado los más sesudos pensadores de la historia.

2 - La conciencia evoluciona

Si una cosa hemos aprendido de la historia, e incluso de la educación, es que existe una “evolución” del conocimiento, una “evolución” de la moralidad, así como una “evolución” de la conciencia percibida por cada uno de nosotros y, por ende, por ello es que se pueden realizar mapas evolutivos de la conciencia. Quizá, bajo mi humilde opinión, La evolución de la conciencia según Ken Wilber, así como Los 8 velos de la percepción según Don Harkins son dos mapas mentales que nos ubican contextualmente a cada uno de nosotros: el mapa de Wilber en nuestra profundidad psicológica y espiritual, y el mapa de Harkins a nivel social y antropológico. Sin embargo, ambos tienen en común que concluyen en la experiencia mística, en la postulación de un Dios del cual formamos parte, una cuestión también acreditada por la filosofía cuántica para intentar dar respuestas desde la ciencia a nuestras más profundas inquietudes espirituales.

3 - Los tres fundamentos de la conciencia

Así planteada la cuestión que nos ocupa, a saber, ¿qué es la conciencia?, es imperativo para cada uno de nosotros enfrentarnos al desvelamiento de los tres fundamentos de la conciencia:

-Respecto del conocimiento: ¿qué puedo saber?, ¿qué estoy dispuesto a aprender?, ¿para qué sirve el conocimiento?, ¿se puede lograr un conocimiento absoluto o más bien relativo?, ¿qué tipo de pensador soy respecto a la adquisición de conocimiento?

-Respecto de la moralidad: ¿qué es la moralidad para mí?, ¿actúo moralmente según mis convicciones?, ¿puedo actuar sin moralidad y, en tal caso, puede tener consecuencias para mí?, ¿cuál es mi relación y obligación moral hacia los demás?

-Respecto a la propia autoconciencia: ¿quién soy?, ¿qué quiero ser?, ¿qué deseo expresar de mí?, ¿me conozco a mí mismo?, ¿es importante el autoconocimiento?

Es evidente que, si una persona pudiera responderse todas esas preguntas, estaría en el camino ascendente hacia la sabiduría (es decir, del conocimiento), y llegaría a la conclusión de que, en esa cúspide cognitiva, hallaría el amor como ley suprema (es decir la relación moral por excelencia) y, consiguientemente, estaría en un estado de éxtasis, en una conciencia de unidad en la que ya no participa del mundo de un modo dividido y separado (dualidad) sino desde la no-dualidad. Ese estado de trascendencia ha sido definido como autorrealización en la Pirámide de Maslow, o iluminación en diferentes corrientes espirituales, en cualquier caso, es una auténtica intuición espiritual que, implícitamente, conlleva el despertar espiritual.

4 - La conciencia como proyecto filosófico y pedagógico

Correlativamente, la inteligencia espiritual es el proceso mediante el cual la razón (conocimiento) se espiritualiza (amor) en una experiencia interior que puede ser vivida y experimentada mediante la meditación sobre todas las preguntas anteriormente planteadas. Todo un reto que llevó a Noemí Siverio (Venezuela) a formular su Tesis Doctoral “Psicología del homo complexus para una educación desde la comprensión”.

Por tanto, tal como he tratado de demostrar en mi obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD, es posible la sanación trascendental de la humanidad mediante la meditación. Y que esa actitud mayéutica de autoconocimiento (una sabia lección del inconmensurable Sócrates a través de Platón), nos hace concluir en boca de Sócrates: “Aquel que quiera cambiar el mundo, deberá comenzar por cambiarse a sí mismo”. Tal sería el mayor proyecto filosófico y pedagógico que debería ser educado para intentar resolver la pregunta planteada en este artículo: ¿qué es la conciencia?

Todo un reto para los actuales científicos, filósofos, profesores y educadores, pues tienen ante sí el gran desafío de contemplar la FILOSOFÍA TRANSPERSONAL Y LA EDUCACIÓN TRANSRACIONAL como fundamentos epistemológico y pedagógico para dar respuesta a cualquier joven que les pregunte: ¿qué es la conciencia? Una cuestión que ha sido incursionada pedagógicamente por la profesora Marely Figueroa, no solo mediante su Tesis de Maestría, sino prácticamente mediante una experiencia pionera en México al impartir la asignatura de filosofía transpersonal en el grado universitario de educación.

Los cimientos están puestos y, quizá entre todos, algún día en el transcurso de la evolución humana, seremos capaces de responder a la eterna pregunta: ¿qué es la conciencia?

Si la conciencia, tanto individual como colectiva, es un proyecto filosófico y pedagógico en construcción, cabe preguntarse si existen referentes filosóficos que nos ilustren sobre la evolución de la conciencia. Indudablemente que, El mito de la caverna de Platón, es una alegoría aún vigente hoy en día en vista de la inmersión colectiva en la sociedad de la ignorancia y sus repercusiones epistemológicas.

No obstante, es Ken Wiber quien nos ofrece un mapa evolutivo de la conciencia sin parangón en la historia de la humanidad, y es de obligado cumplimiento abordar su exhaustiva investigación a continuación.

3 - LA EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA, SEGÚN KEN WILBER: HACIA LA NO-DUALIDAD

La evolución de la conciencia según Ken Wilber en Breve historia de todas las cosas. Wilber distingue tres estadios evolutivos: el prepersonal, el personal y el transpersonal.

-El estadio prepersonal (o pre-egoico): corresponde a los ámbitos inferiores que se caracteriza por los instintos y los procesos somáticos, los impulsos de orden emocional y sexual basados en percepciones simples y en emociones. Este estadio tiene tres etapas: sensorio físico (fulcro 1), el nacimiento del yo emocional (fulcro 2) y el nacimiento de la mente representacional (fulcro 3).

-El estadio personal (o egoico): en este estadio se trasciende al estadio prepersonal, principalmente, por el nivel de interiorización, lo que Piaget llamó “egocentrismo decreciente”. Conseguir un mayor desarrollo implica la capacidad de trascender el punto de vista propio y encontrar uno superior. A su vez, también tiene tres etapas: la mente regla/rol (fulcro 4), el reflexivo formal (fulcro 5) y la visión-lógica o centauro (fulcro 6).

-El estadio transpersonal (o trans-egoico), que se desarrolla también en tres etapas: el nivel psíquico que viene a ser la culminación del nivel personal de visión-lógica, y se caracteriza por un aumento del nivel de percepción y de las capacidades de la mente ordinaria (fulcro 7); el nivel sutil es un nivel intermedio de desarrollo espiritual, el cual implica el desarrollo del Dios personal, de los arquetipos y del misticismo genuino (fulcro 8); y el nivel causal, descrito como el self universal y sin forma, en palabras de Ken Wilber: “una conciencia de unidad sin fronteras que todo lo impregna…un ser que es esencialmente uno con el self Supremo” (fulcro 9).

1 -EN EL CAMINO HACIA LO GLOBAL

Hoy en día se habla mucho de “perspectiva global”, de “conciencia global”, de pensar globalmente y de actuar localmente. Sin embargo, según Wilber, un mapa global es una cosa y un cartógrafo capaz de vivir de acuerdo a él otra completamente diferente. Una perspectiva global no es algo innato, el niño no nace con ella. Una perspectiva global es algo tan excepcional e infrecuente que hay pocos individuos que realmente la posean (recuerde que a mayor profundidad menor amplitud). La utilidad de los mapas supuestamente globales o sistémicos son mapas de la Mano Derecha, por el contrario, el asunto crucial consiste en el desarrollo de la Mano Izquierda, en suma, promover el desarrollo de los individuos hasta el punto en el que estén en condiciones de asentarse en una conciencia global. Es desde dentro y más allá de esta perspectiva global desde donde emergen los estadios genuinamente espirituales o transpersonales en la medida en que el Espíritu comienza a reconocer sus dimensiones globales. Por tanto es necesario un proceso de desarrollo y evolución que conduce hasta el Yo global, una escalera que es preciso subir peldaño a peldaño y que consta de nueve estadios de evolución de la conciencia.

Fulcro 1: La incubación del yo físico

En el momento del nacimiento, el bebé es un organismo fundamentalmente sensioromotor, un holón que incluye y trasciende a las células, las moléculas y los átomos que lo componen. En términos de Piaget, el bebé está identificado con la dimensión sensoriofísica, lo cual explica que ni siquiera pueda distinguir entre interior y exterior: el yo físico y el mundo físico se hallan fundidos, es decir, todavía no se han diferenciado. Este temprano estado de fusión suele denominarse “matriz primordial” porque es la matriz que irá diferenciándose a lo largo del proceso de desarrollo subsiguiente. La matriz primordial es simplemente la fase 1 del fulcro 1. Recordemos que, en cada uno de los fulcros del desarrollo, el yo debe atravesar un proceso trifásico (1-2-3): identificación con un determinado peldaño, diferenciación de ese peldaño hasta trascenderlo y, por último, integración e incluyéndolo en su propia estructura.

Pero alrededor de los cuatro meses de edad, el niño comienza a diferenciar entre las sensaciones físicas del cuerpo y las del entorno que le rodea. El niño muerde una sabana y no le duele, pero se muerde el pulgar y sí le duele. Entonces es cuando empieza la diferenciación del fulcro 1, una fase que suele completarse en el primer año de vida, habitualmente entre los cinco y nueve meses de edad y se constituye en un proceso de “incubación” hasta el “nacimiento real” por así decirlo, del yo físico -o fase 2 del fulcro 1-.

Fulcro 2: El nacimiento del yo emocional

Una vez atravesado el fulcro 1, el niño ha trazado ya las fronteras de su yo físico pero todavía no ha establecido las fronteras de su yo emocional. Puede diferenciar su yo físico del entorno físico pero todavía no puede diferenciar su yo emocional de su entorno emocional, lo cual significa que su yo emocional permanece fundido o identificado con quienes le rodea, especialmente con la madre: esta es la fase de fusión con la que se inicia el fulcro 2. El hecho de que no pueda diferenciarse del mundo emocional y vital que le rodea le lleva a considerar al mundo como una extensión de sí mismo y, precisamente, este es el significado técnico del término “narcisismo”. Un narcisismo, en este estadio, que no es patológico sino perfectamente normal pues es todavía incapaz de pensar por sí mismo. Dicho de otro modo, su perspectiva es la única de la existencia y por ello, cuando juega al escondite, se cubre los ojos creyendo que si él no le ve a usted, usted tampoco podrá verle a él. Su identidad es biocéntrica porque se halla fundido con la biosfera interna y externa y, por tanto, sumamente egocéntrico pues carece de fronteras emocionales.

Pero en algún momento entre los 15 y los 24 meses, el yo emocional comienza a diferenciarse del entorno emocional, lo que puede llamarse el “nacimiento psicológico del niño”. Es precisamente en ese momento en el que el yo pasa de la fase de fusión inicial a la fase de diferenciación del fulcro 2, cuando tiene lugar el “nacimiento emocional” del niño y comienza a despertar al hecho de que es un yo separado que existe en un mundo separado. Muchos teóricos consideran que este es el comienzo de la alienación, de la enajenación profunda, el dualismo básico, la escisión entre sujeto y objeto, el origen de la conciencia fragmentada. El mundo manifiesto es un lugar atroz y cuando los humanos toman conciencia de este hecho sufren terriblemente, y ese doloroso proceso es denominado como despertar. En ese momento, está comenzando a adentrase en el mundo del dolor y del sufrimiento, una pesadilla infernal ante la que solo tiene dos alternativas: regresar a la fusión anterior en la que no era consciente de la alienación, o seguir creciendo hasta llegar a superar esta alienación en el despertar espiritual. Cuando despertamos como yo emocional separado, con todo el gozo y el terror que ello implica, hemos trascendido realmente el estado de fusión anterior, hemos, en cierto modo, despertado, hemos ganado en profundidad y en conciencia, lo cual tiene su propio valor intrínseco.

Fulcro 3: El nacimiento del yo conceptual

Si todo va relativamente bien, el yo deja de estar exclusivamente identificado con el nivel emocional. Es entonces cuando comienza a trascender ese nivel y a identificarse con el yo mental o conceptual, momento que jalona el comienzo del fulcro 3 y de la mente representacional, la mente compuesta por imágenes, símbolos y conceptos a la que Piaget denomina estadio preoperacional. Las imágenes comienzan a aparecer alrededor de los siete meses de edad y se parecen tanto al objeto que representan que, si cierra los ojos e imagina un perro, esa imagen se asemeja mucho al perro real. Los símbolos, por su parte, también representan a los objetos pero son operaciones cognitivas más complejas y dominan la conciencia entre los 2 hasta los 4 años de edad, aproximadamente. En ese momento comienzan a aparecer los conceptos y gobiernan la conciencia desde los 4 a los 7 años. Si bien los símbolos representan a los objetos, los conceptos representan a un conjunto de objetos. Es entonces cuando despunta un yo especialmente mental, un yo conceptual que se identifica con la mente conceptual, hallándose así en presencia del fulcro 3 en el que el yo ya no es un manojo de sensaciones, impulsos y emociones sino un conjunto de símbolos y conceptos. En ese momento comienza a aparecer el mundo lingüístico, el mundo noosférico, lo cual provoca una auténtica revolución: hemos pasado de la fisiosfera del fulcro 1 hasta la biosfera del fulcro 2 y, ahora en el fulcro 3, comenzamos a adentrarnos en la noosfera.

El mundo lingüístico es, en realidad, un nuevo mundo que nos abre a un nuevo espacio: ahora el yo puede pensar en pasado y planificar el futuro, y también puede comenzar a controlar sus funciones corporales y a imaginar cosas que no se hallan inmediatamente presentes ante sus sentidos. Pero el hecho de que pueda anticipar el futuro supone también que puede preocuparse y experimentar ansiedad, y el hecho de que pueda pensar en el pasado implica que puede sentir remordimientos y rencor.

Los tres primeros fulcros hasta ahora vistos constituyen los tres primeros niveles del proceso de evolución de la conciencia, cada uno de los cuales nos brinda una diferente visión del mundo. Si la visión del mundo es el aspecto que asume el Kosmos desde un determinado peldaño de la escalera de la evolución de la conciencia, ¿qué aspecto tiene el Kosmos cuando usted dispone solo de sensaciones e impulsos? A este paisaje lo denomina Wilber visión arcaica del mundo (fulcro 1). Cuando a esa perspectiva se le agregan posteriormente imágenes y los símbolos aparece la visión mágica del mundo (fulcro 2); más tarde, cuando se le incorporan las reglas y los roles surge la visión mítica del mundo (fulcro 3); y con la emergencia del estadio operacional formal aparece el mundo racional, etcétera. Con la aparición de la visión racional del mundo, el sujeto comprende que no existe salvación mágica o mítica a menos que emprenda el correspondiente proceso de desarrollo y que, si quiere transformar la realidad, deberá hacerlo él mismo.

Fulcro 4: El nacimiento del yo rol

De ese modo llegamos al fulcro 4, a la estructura que Wilber denomina mente “regla/rol” y Piaget como estadio cognitivo operacional concreto (“conop”), un estadio que aparece alrededor de los 6 ó 7 años y que domina a la conciencia hasta algún momento entre los 11 y los 14 años: implica la capacidad de aprender reglas mentales y de asumir roles mentales y, lo que es realmente crucial, la capacidad de asumir el papel de los demás, lo cual constituye un extraordinario paso hacia adelante en el camino que conduce hacia lo global, en el camino que lleva a asumir una perspectiva mundicéntrica pues se halla en condiciones de asumir el rol de los demás. Por supuesto que todavía no ha alcanzado la perspectiva mundicéntrica, pero lo cierto es que está moviéndose en la dirección correcta porque ha comenzado a darse cuenta de que su visión no es la única del mundo. Ello supone un cambio total de la visión del mundo -un cambio de paradigma-, y conlleva un profundo cambio en la sensación de identidad, en la actitud moral y en las necesidades del yo.

El cambio de paradigma que conduce de la modalidad de conciencia preconvencional a la modalidad convencional (desde el fulcro 3 hasta el fulcro 4) es un cambio que resulta evidente en la capacidad de asumir el rol de los demás, y a lo largo de todo es proceso, podemos advertir una continua disminución del egocentrismo puesto que la evolución global del ser humano apunta hacia estados cada vez menos egocéntricos. Pero la batalla evolución versus egocentrismo es también la contienda arquetípica global del universo y, según Howard Gardner, tal desarrollo humano puede ser considerado como una continua disminución del egocentrismo. Wilber resume el proceso de disminución del narcicismo como una secuencia que va del fisiocentrismo (fulcro 1) al biocentrismo (fulcro 2) y luego al egocentrismo (fulcro 3), tres estadios sucesivos en los que el egocentrismo es cada vez menor. Y, en el momento en que aparece la capacidad de asumir el rol de los demás, la perspectiva egocéntrica experimenta otro cambio radical y pasa de ser egocéntrica a sociocéntrica. Sin embargo, la actitud sociocéntrica o convencional tiende a ser muy etnocéntrica: la consideración y el respeto se han expandido desde mí hasta mi grupo, es decir, hasta incluir a quienes participan de la misma mitología, la misma ideología, la misma raza, el mismo credo, la misma cultura…pero no más allá. Por tanto, todavía no puedo pasar de una actitud sociocéntrica y etnocéntrica a una actitud auténticamente mundicéntrica o universal y pluralista, lo cual es propio del fulcro 5.

Fulcro 5: El ego mundicéntrico o maduro

Llegamos así al fulcro 5 entre los 11 y los 15 años que, en la cultura occidental, corresponde al estadio de las operaciones formales (“formop”). Del mismo modo que la estructura operacional concreta podía operar sobre el mundo concreto, la estructura formop permite operar sobre el pensamiento. Ya no se trata solo de pensar sobre el mundo sino de pensar sobre el pensamiento, algo, por cierto, que no es tan árido y abstracto como puede parecer a simple vista. En realidad es exactamente todo lo contrario, porque eso significa que la persona está en condiciones de comenzar a imaginar posibles mundos diferentes, lo cual le abre al mundo del auténtico soñador. A partir de entonces aparece la posibilidad de un mundo ideal y la conciencia de la persona puede soñar en cosas que no se hallan presentes, imaginar posibles mundos futuros y hacer lo necesario para transformar el mundo en función de esos sueños ya que es “la edad de la razón y de la revolución”.

Asimismo, el hecho de pensar sobre el pensamiento posibilita la auténtica introspección, pues por vez primera el mundo interno se abre ante el ojo de la mente y el espacio psicológico se convierte en un nuevo y excitante territorio. Las imágenes internas danzan en el interior de la cabeza y estas no proceden de la naturaleza externa, del mundo mítico o del mundo convencional sino de una extraña y milagrosa voz interior. En este punto, la actitud moral pasa de ser convencional a ser postconvencional: a partir de ese momento, usted puede criticar a la sociedad convencional, pues el hecho de “pensar sobre el pensamiento” le permite “juzgar las normas” y, en cierto modo, puede trascenderlas. Este es el proceso trifásico característico del paso del fulcro 4 al fulcro 5: al comienzo, uno se halla fundido con las reglas y los roles convencionales, identificado con ellas (y en consecuencia, se encuentra a su merced y es un auténtico conformista); pero luego comienza a diferenciarse de ellas y a transcenderlas, logrando así una cierta libertad que le permite pasar al siguiente estadio superior (fulcro 5), en donde todavía deberá integrar estos roles sociales. En suma, el paso de lo sociocéntrico a lo mundicéntrico supone otra disminución del narcicismo, otro descentramiento, otra trascendencia, pues usted quiere saber qué es lo correcto y qué es lo adecuado, pero no solo para su pueblo sino para todo el mundo. Entonces es cuando asume una actitud postconvencional, global o mundicéntrica y, lo que es más importante, se aproxima a una actitud auténticamente espiritual o transpersonal.

Por vez primera en todo el proceso de desarrollo y evolución de la conciencia disponemos de una perspectiva mundicéntrica o global, ¡un viaje muy largo por una carretera muy pedregosa en el camino que conduce a lo global! Y, lo que es más importante, esta plataforma mundicéntrica constituye el trampolín para acceder a cualquier desarrollo posterior superior. Se trata de un cambio irreversible, de una transformación que no tiene posible vuelta atrás puesto que, una vez que contempla el mundo desde una perspectiva global, ya no puede dejar de hacerlo. Por primera vez en el curso de la evolución, el Espíritu contempla a través de sus ojos y ve un mundo global, un mundo descentrado del yo y de lo mío, un mundo que exige atención, respeto, compasión y convicción, un Espíritu que solo se expresa a través de la voz de quienes tienen el coraje de permanecer en el espacio mundicéntrico y no caer en compromisos inferiores más superficiales, lo cual está directamente relacionado con la actitud moral. La moralidad convencional es sociocéntrica mientras que la moral postconvencional es mundicéntrica y está basada en el principio del pluralismo universal o multiculturalismo.

Pero tenemos que ser muy cuidadosos, pues debe recordarse que la actitud propia del fulcro 5 es muy infrecuente, muy elitista y muy difícil de lograr. Cuando usted ha evolucionado desde la perspectiva egocéntrica hasta la etnocéntrica y la mundicéntrica, no le resultará difícil comprender que todos los individuos son merecedores de la misma consideración y de las mismas oportunidades, sin importar raza, sexo o credo. La actitud universalmente pluralista es realmente multicultural y postconvencional. El problema es que la mayor parte de los individuos con los que se relaciona todavía son esencialmente egocéntricos o etnocéntricos y, en consecuencia, no comparten su universalismo. De este modo, usted se ve obligado a mostrar una tolerancia universal con individuos que no son igual de tolerantes que usted. Es así como los multiculturalistas suelen terminar atrapados en varias flagrantes contradicciones: la afirmación de que no son elitistas. Según afirma un determinado estudio, solo el 4% de la población de Estados Unidos ha alcanzado la actitud pluralista postconvencional y mundicéntrica, una actitud, pues, muy infrecuente y muy elitista. Pero los multiculturalistas que afirman no ser elitistas deben mentir sobre su propia identidad, lo cual termina conduciéndoles por caminos muy ambiguos y hasta padecer una crisis de identidad global. Su postura oficial es que cualquier tipo de elitismo es malo pero su yo real es, de hecho, un yo elitista y, en consecuencia, se ven abocados a disfrazarlo y a distorsionarlo, a mentir, en suma. Esta es la patología típica del fulcro 5, una patología de la mente adolescente que todavía sigue atrapada en una variante de la disociación del fulcro 5, del desastre de la modernidad, una postura que afirma haber superado ya a la modernidad pero que, no obstante, sigue completamente atrapada en ella y se ve obligada a mentirse a sí misma.

Lo anterior nos lleva a una espantosa situación, a la policía del pensamiento, lo que fue denominado por Orwell en 1984 como newspeak, que parece estar en todas partes y ha terminado secuestrando a todos los universalistas. Con el newspeack, Orwell se refiere a una forma retórica en la que, bajo un disfraz de objetividad, se está sirviendo, de hecho, a objetivos políticos o ideológicos, alentando así la fragmentación egocéntrica y etnocéntrica y la política de la injusticia, la política del narcicismo.

Fulcro 6: La integración corpomental del centauro.

La estructura básica de este estadio es visión-lógica, o lógico-global, una estructura de conciencia muy global e integradora. En el momento en que el centro de gravedad del yo se identifica con la estructura visión-lógica, en el momento en que la persona vive desde ese nivel, su personalidad se integra y su yo puede comenzar realmente a asumir una perspectiva global y no simplemente hablar de ella. De modo que la capacidad integradora de la estructura visión-lógica sirve de soporte a un yo integral, un estadio denominado por Wilber como centauro, un estadio en el que tiene lugar una integración entre el cuerpo y la mente, entre la biosfera y la noosfera, que configuran un yo relativamente autónomo, un yo que ha superado el aislamiento, el atomismo y el egocentrismo, un yo integrado en redes de responsabilidad y servicio. Es decir, el yo observador está comenzado a transcender la mente y el cuerpo y, en consecuencia, puede ser consciente de ambos como objetos de conciencia, como experiencias. No es que la mente contempla el mundo, sino que el yo observador contempla, al mismo tiempo, la mente y el mundo, y por ese mismo motivo comienza a integrar la mente y el cuerpo. Por ello se le denomina centauro. En este punto de la evolución usted se encuentra, por así decirlo, a solas consigo mismo, dejando atrás la fe ciega en los roles y las reglas convencionales de la sociedad, superando la actitud etnocéntrica y sociocéntrica y se adentra en un espacio mundicéntrico en el que el sujeto explora los dominios más profundos y genuinamente espirituales.

La visión-lógica es aperspectivista en el sentido de que dispone de una multiplicidad de puntos de vista y no privilegia automáticamente ninguno de ellos sobre los demás. Pero cuando uno empieza a tener en cuenta todas las posibles perspectivas, todo comienza a moverse vertiginosamente. La conciencia aperspectivista que proporciona la visión-lógica puede llegar a ser muy desconcertante porque todos los puntos de vista empiezan a parecer relativos e interdependientes, no hay nada absolutamente fundacional, ningún lugar en el que apoyar la cabeza y decir ¡he llegado! Si tenemos en cuenta la relatividad de las distintas perspectivas, correremos el peligro de caer en una locura aperspectivista que termine paralizando la voluntad y el juicio. La afirmación de que “todo es relativo y de que no hay nada mejor ni peor que otra cosa” soslaya el hecho de que esta misma actitud es mejor que las actitudes alternativas, cayendo entonces en la llamada contradicción performativa. Y los multiculturalistas que ocasionalmente alcanzan el nivel visión-lógico suelen caer en la locura aperspectivista.

La dimensión aperspectivista a la que nos permite acceder la estructura visión-lógica no supone que el Espíritu se haya quedado ciego a lo largo del proceso, sino que está contemplando el mundo a través de infinitos y milagrosos puntos de vista, un nuevo descentramiento, una trascendencia más, una nueva espiral en el proceso evolutivo que trasciende al egocentrismo. La tarea fundamental del fulcro 6 es la emergencia del yo auténtico, del yo existencial y, como decía Heidegger, el yo finito debe morir y la magia, los dioses míticos y la ciencia racional no pueden salvarlo. El descubrimiento del auténtico ser-en-el-mundo, búsqueda de la auténtica individualidad-en-la-comunión-, exige la asunción de la propia mortalidad y finitud.

Dado que los existencialistas no reconocen ninguna esfera de conciencia superior, quedan atrapados en la visión existencial del mundo que restringe sus percepciones exclusivamente a lo que queda dentro de su horizonte. Cualquier afirmación de la existencia de una dimensión superior será recibida con una fría mirada y la vergonzosa acusación de “inautenticidad” caerá sobre su cabeza. Así, pues, la fase de fusión del fulcro 6 se halla atrapada en el centauro y en la visión existencial del mundo. Desde este punto de vista, la angustia constituye el único referente de la autenticidad. ¿Qué sentido tiene lo personal si uno está abocado a la muerte? ¿Para qué vivir en esas circunstancias? Esta preocupación por el sentido y por la falta de sentido tal vez sea el rasgo central característico de las patologías propias del fulcro 6 y la terapia correspondiente es la terapia existencial.

El centauro constituye un yo integrado y autónomo y, en consecuencia, debería ser un estado feliz, pleno y gozoso y el sujeto debería estar continuamente sonriendo. Pero no es eso lo que ocurre sino que constituye un yo profundamente desdichado. Es integrado y autónomo… pero también miserable: ha probado todo lo que el dominio de lo personal puede ofrecerle y no le resulta satisfactorio. Por ese motivo esta alma ha dejado de sonreír. El mundo ha perdido su sentido en el mismo momento en que el yo alcanzaba sus mayores triunfos. Ha llegado el momento del banquete y el sujeto ha descubierto en él el sonriente y silencioso semblante de la calavera. ¿A quién podré cantar canciones de alegría y exaltación? ¿Quién escuchará mis llamadas de auxilio en el silencio aterrador de la oscura noche? Para el alma existencial, todos los deseos han perdido su sentido porque, a fuerza de mirar cara a cara la existencia, ha terminado enfermando. El alma existencial es un alma para la que lo personal se ha convertido en algo completamente insubstancial, un alma, en otras palabras, que se halla en la antesala misma de la dimensión transpersonal.

2 - LOS DOMINIOS SUPRACONSCIENTES

Habíamos dejado el proceso de desarrollo en el nivel del centauro, un nivel en el que el yo observador tomaba conciencia de la mente y del cuerpo y, en ese mismo sentido, comenzaba a trascenderlo. Pero, ¿qué es el yo observador? La respuesta que suelen dar los grandes sabios y místicos del mundo a esta pregunta es que el yo observador conduce directamente a Dios, el Espíritu o la Divinidad, que, en las profundidades últimas, nuestra conciencia intersecta con el infinito. Ese yo observador suele ser llamado Yo (con mayúscula), Testigo, Presencia pura, conciencia pura, un rayo directo de lo Divino que, en opinión de los grandes sabios y místicos de todo el mundo, es el Cristo, el Buda o la misma Vacuidad.

En el estadio del centauro, la conciencia simplemente está comenzando a desidentificarse de la mente, motivo por el cual puede contemplarla, verla y experimentarla. La mente ya no es un mero sujeto sino que está comenzando a convertirse en objeto, un objeto del Yo observador, un objeto del Testigo. Por ese motivo las tradiciones místicas, contemplativas y yóguicas aparecen en el momento en que la mente nos abandona, en el momento en el que el Yo observador comienza a transcender la mente, a ser transmental, supramental o supermental o, como podríamos decir, transracional, transgoico o transpersonal.

¿Qué sucede cuando va más allá o detrás de la mente, hasta una dimensión que no se halla confinada al ego ni al yo individual? “Existe una esencia sutil que impregna toda realidad”, comienza diciendo una de las respuestas más conocidas a esta pregunta, “es la realidad de todo lo que es, el fundamento de todo lo que es. Esa esencia lo es todo. Esa esencia es lo real. Y tú, tú eres eso.” El Yo observador, dicho en otras palabras, termina desplegando su propio origen, que es el mismo Espíritu. Y los distintos estadios de crecimiento y desarrollo transpersonal son fundamentalmente los estadios que sigue el Yo observador en el camino que conduce hasta su última morada, el Espíritu puro, la Vacuidad pura, sustrato, camino y gozo de todo el proceso de desarrollo.

En esos estadios superiores nos encontramos con un puñados de hombre y mujeres que se esforzaron -y siguen esforzándose- por ir más allá de la normalidad promedio impuesta por el sistema y ascender hasta alcanzar las dimensiones superiores de la conciencia, y, en esa búsqueda, se unen a un pequeño grupo de personas afines y desarrollan prácticas, instrucciones o paradigmas que despliegan estos mundos superiores, experimentos interiores, en suma, que permitirán que otros reproduzcan sus descubrimientos y verifiquen (o refuten) sus hallazgos. Así es como hoy en día disponemos de mapas y caminos procedentes de todas las grandes tradiciones contemplativas, orientales y occidentales, tanto del Norte como del Sur, y podemos contrastarlos y compararlos. Basándose en el estadio actual de la investigación, podemos afirmar que existen, al menos, cuatro estadios principales del desarrollo y de la evolución transpersonal, cuatro niveles a los que Wilber denomina: psíquico, sutil, causal y no dual, cada uno de los cuales nos proporciona una visión diferente del mundo, a los que llama, respectivamente, misticismo natural, misticismo teísta, misticismo informe y misticismo no dual. Sus visiones del mundo son muy concretas y difieren claramente entre sí (cada una de ellas posee una estructura, cognición, sensación de identidad, actitud moral, necesidades, etcétera, diferentes).

El desarrollo real del yo en los estadios transpersonales no es estrictamente lineal, sino que está salpicado por todo tipo de saltos hacia adelante, de retrocesos y de movimientos espiralados. No obstante, el centro de gravedad del yo tiende a organizarse en torno a una determinada estructura básica superior predominante, tiende a identificar su centro de gravedad con una determinada estructura alrededor de la cual giran la mayoría de sus percepciones, de sus respuestas morales, de sus motivaciones, de sus impulsos, etcétera.

Fulcro 7: El nivel psíquico

En opinión de Wilber, el nivel psíquico constituye un estadio de transición entre la realidad cotidiana ordinaria -sensoriomotora, racional y existencial- y los dominios propiamente transpersonales. Su estructura profunda ha dejado ya de estar exclusivamente atada al ego y al centauro individual. Puede disolver provisionalmente la sensación de identidad separada (el ego o el centauro) y experimentar entonces lo que Wilber denomina el misticismo natural, la identificación con el mundo ordinario o sensoriomotor.

En esta fase, usted se ha convertido en un “místico de la naturaleza” y su Yo superior puede ser llamado Yo eco-noético, aunque algunos lo llamen Alma del Mundo. Desde la conciencia global y mundicéntrica que pertenece al ámbito de todos los seres humanos, se da un nuevo paso hacia adelante que conduce a la experiencia real de su identidad esencial, no solo con todos los seres humanos sino con todos los seres vivos. No es que usted forme parte de la naturaleza sino que la naturaleza forma parte de usted, y es por ello que, a partir de ese momento, usted comienza a tratar a la naturaleza del mismo modo que trata a sus pulmones o sus riñones. Es entonces cuando una ética ambiental espontánea brota de su corazón.

Fulcro 8: El nivel sutil

El nivel sutil se refiere simplemente a aquellos procesos que son más sutiles que la conciencia vigílica ordinaria, las iluminaciones y los sonidos interiores, las formas y las pautas arquetípicas, las corrientes y las cogniciones extraordinariamente beatíficas, los estadios expandidos de amor y la compasión. A este tipo de misticismo se le denomina misticismo teísta porque implica nuestra propia Forma Arquetípica, la unión con Dios y constituye el comienzo de la fase de fusión del fulcro 8. Ya no se trata, por tanto, del misticismo natural sino un cuerpo de transformación que trasciende e incluye el dominio natural pero que no se halla limitado a él. De este modo, el misticismo natural termina dando lugar al misticismo teísta. Estas estructuras profundas de esos niveles superiores se hallan presentes de manera potencial en todos los seres humanos, pero, en la medida en que van comenzando a desplegarse, sus estructuras superficiales reales van siendo moldeadas por los cuatro cuadrantes, es decir, por las pautas intencionales, conductuales, culturales y sociales.

Pongamos, a modo de ejemplo, a una persona que ha experimentado una intensa iluminación interior, una iluminación propia del nivel sutil (tal vez una experiencia de aproximación a la muerte). Si esa persona es cristiana podría interpretarla como Cristo, mientras que si es budista lo interpretará como el cuerpo de beatitud del Buda, pero si es junguiana lo haría como una experiencia arquetípica del Yo, etcétera. Las profundidades deben ser interpretadas y esas interpretaciones no son posibles fuera del contexto que proporciona muchas de las herramientas necesarias para llevar a cabo la interpretación: es inevitable que el sustrato individual, el sustrato cultural y las instituciones sociales proporcionen el sustrato necesario para interpretar estas experiencias profundas. Estamos hablando de acontecimientos ontológicamente reales, de eventos que existen y tienen referentes reales, aunque esos referentes, obviamente, no existen en el espacio sensoriomotor, ni en el espacio racional, ni tampoco en el espacio existencial. Esas experiencias existen en el espacio sutil del mundo, ahí es donde realmente podrá encontrar evidencias palpables de su existencia.

Las revelaciones experienciales reales aparecen directamente en la dimensión sutil de la realidad y luego son interpretadas en función del sustrato de esos individuos. Dicho de otro modo, el espacio sutil es el trasfondo del que emana esta realidad ontológica profunda. No se trata de meras corazonadas teóricas o de simples postulados metafísicos, sino de una experiencia meditativa imposible de comprender hasta que se realice la experiencia. No se trata de imágenes que se mueven en el espacio mítico ni de conceptos filosóficos que existan en el espacio racional, sino de experiencias meditativas que aparecen en el espacio sutil. De modo que la experiencia meditativa puede proporcionarle los datos arquetípicos que luego deberá interpretar. Y la interpretación más comúnmente aceptada es que usted está contemplando las formas básicas y los fundamentos del mundo manifiesto, contemplando directamente el Rostro de lo Divino. Como decía Emerson, que los intrusos se quiten los zapatos porque nos adentramos ahora en los dominios del Dios interior.

Fulcro 9: Lo causal

Los modernos investigadores desdeñan como “mera metafísica” a los arquetipos que nos permiten contemplar el Rostro de lo Divino, porque no puede ser demostrado. Pero el hecho es que, para ello [contemplar el Rostro de lo Divino mediante los arquetipos], usted debería llevar a cabo el experimento y descubrir los datos por sí mismo y luego tendría que interpretarlos. Si no lleva a cabo el experimento -la meditación, el modelo, el paradigma- carecerá de los datos necesarios para llevar a cabo la interpretación. Si usted trata de explicarle a alguien que se halle en la visión mágica o mítica del mundo que la suma de los cuadrados de los catetos de un triángulo rectángulo es igual al cuadrado de la hipotenusa, no llegará muy lejos, porque se trata de un algo ajeno al mundo empírico y que carece, en consecuencia, de localización simple. Y no por ello, sin embargo, su afirmación dejará de ser completamente cierta. Usted está realizando un experimento matemático en el interior de su conciencia, una experiencia cuyos resultados pueden ser verificados por quienes lleven a cabo el mismo experimento. Se trata de algo público, reproducible y falseable, de un conocimiento comunal cuyos resultados existen en el espacio racional del mundo y pueden ser fácilmente corroborados por todos aquellos que realicen el experimento. Y esto mismo es aplicable para cualquier otro tipo de experiencia interior de la conciencia, de los cuales la meditación es uno de los más antiguos, estudiados y reproducidos. Mantener, pues, una actitud escéptica es sumamente saludable, pero yo le invito a llevar a cabo ese experimento interior conmigo, a descubrir los datos por sí mismo, y luego le ayudaré a interpretarlos. Pero, en el caso de que no quiera llevar a cabo el experimento, no deberá reírse de quienes sí lo hacen.

Las Formas arquetípicas o sutiles emergen directamente de la Vacuidad, de lo causal, que es el siguiente estadio, el fulcro 9. Cuando usted medita tratando de descubrir al Yo observador, cuando usted busca el Testigo y llega hasta su mismo origen en la Vacuidad pura, ningún objeto aparece en la conciencia. Se trata de un estado discreto e identificable de conciencia, la absorción, o cesación sin manifestación conocida también como nirvana clásico. Este es el estado causal, un estado discreto que suele equipararse al estado de sueño profundo sin sueños, un estado, sin embargo, que no es un mero vacío sino que, por el contrario, se experimenta como la plenitud más completa, un estado rezumante de Ser, una plenitud que ninguna manifestación puede llegar a contener. Este Yo puro que nunca puede ser visto como objeto es la Vacuidad pura.

Y aunque todo ello puede parecer muy abstracto, conviene ser más concreto. Si le preguntase ¿quién es usted?, ciertamente, usted podría enumerar todas las cosas que sabe sobre sí mismo (soy un padre, soy un marido, etcétera). Todas las cosas que sabe de sí mismo son objetos de su conciencia, son imágenes, ideas, conceptos, deseos o sentimientos que desfilan ante su conciencia. Pero ninguno de los distintos objetos que pueblan su conciencia es el Yo observador. Así pues, cuando usted se describe a sí mismo enumerando todos esos objetos, usted está simplemente enumerando una retahíla de identidades erróneas, una lista de lo que usted no es, una sarta, en suma, de mentiras. ¿Quién es, pues, realmente El Que Ve? ¿Quién, o qué, es el Yo observador? Este Yo profundamente interno contempla el mundo externo y también contempla sus pensamientos internos. Este Vidente ve el ego, el cuerpo y el mundo natural. Todo esto desfila “ante” el Testigo. Pero El Que Ve no puede ser visto, es el Yo-Yo que es consciente del Yo individual pero que no puede ser visto. Preste mucha atención y pregúntese ¿qué o quién soy Yo?

Cuando usted penetre en la Subjetividad pura, en el Vidente puro, descubrirá que no se trata de un objeto. Si logra permanecer sereno en esta conciencia observadora -contemplando la mente, el cuerpo y la naturaleza que le rodea- comenzará a darse cuenta de que está experimentando una sensación de libertad, de liberación, una sensación de no estar atado a ninguno de los objetos que desfilan frente a usted sino que simplemente reposa en una inmensa libertad. Usted es una apertura, un claro, una Vacuidad, un espacio abierto en el que se desplazan todos esos objetos. El Testigo puro es una Vacuidad pura en la que todos los sujetos y objetos individuales aparecen, permanecen un tiempo y terminan desvaneciéndose. De modo que el Testigo puro no es nada que usted pueda ver. Cuando usted descansa en el Testigo lo único que experimenta es una amplia Vacuidad, una vasta Libertad. El Testigo es la liberación última. Las cosas aparecen en la conciencia, permanecen durante un tiempo y terminan desapareciendo; vienen y van. Las cosas aparecen en el espacio y se mueven en el tiempo, pero el Testigo puro no va ni viene, no aparece en el espacio ni se mueve en el tiempo. El Testigo es como es, omnipresente e inmutable, nunca entra en la corriente de la vida, del espacio, del nacimiento o de la muerte. El Testigo es consciente del espacio, consciente del tiempo y, por tanto, es libre del espacio y libre del tiempo. Es atemporal y aespacial, es el puro Vacío a través del cual desfilan el tiempo y el espacio. Y al ser atemporal, es eterno, un Yo puro que no ha nacido nunca y, al ser No Nacido, también es Inmortal. Y es precisamente la existencia de esta inmensa Vacuidad, de lo No Nacido la que puede permitirnos liberarnos de lo nacido y de lo creado, liberarnos del sufrimiento inherente al espacio, el tiempo y los objetos, emanciparnos del mecanismo de terror intrínseco al valle de lágrimas denominado samsara (Forma o mundo manifiesto).

El Testigo, en sí mismo, es lo causal sin manifestar, la misma vacuidad pura. Y si, a modo de ejercicio yóguico, usted sigue investigando profundamente en la fuente, en la Subjetividad pura de El Que Ve, esa es la cesación; un estado yóguico real discreto (la fase de fusión correspondiente al fulcro 9), en la que nos adentramos ya en los dominios del misticismo sin forma en el que todos los objetos, incluido Dios como forma percibida, se desvanecen en la cesación, y el misticismo teísta desaparece para dejar paso al misticismo sin forma. Son muchas las formas en que puede arribar al origen sin manifestar del Testigo y no es preciso que lo haga en la forma especialmente yóguica que acabamos de señalar. ¿Por qué se le llama causal? Porque es el soporte o el sustrato creativo de todas las otras dimensiones. La creatividad forma parte del sustrato básico del universo. De alguna forma, milagrosamente, emergen nuevos holones. Usted puede llamar a ese sustrato creativo como más le guste: Dios, Diosa, Tao, Brahman, etcétera. Los más científicamente orientados, como Jantsch, por ejemplo, tienden simplemente a llamarlo capacidad “autotrascendente” del universo. El nombre, de hecho es lo que menos importa, lo importante, lo sorprendente -lo auténticamente milagroso- es que algo aparezca.

Los holones emergen como sujetos y objetos, de manera singular y plural -es decir, los cuatro cuadrantes- y se desarrollan siguiendo los veinte principios, que es simplemente la forma en la que se despliega la pauta de toda manifestación, una pauta que es uno de los potenciales de la Vacuidad. Esa misma Vacuidad, como conciencia, se hallaba presente desde el comienzo en la profundidad de todo holón, una profundidad que va despojándose poco a poco de todos sus ropajes hasta que termina perdiendo toda forma, hasta que su profundidad sondea el infinito, hasta que su tiempo entra en la eternidad, hasta que su espacio interior se convierte en la totalidad del espacio y su individualidad deviene la misma Divinidad, el sustrato, el camino y el gozo de la Vacuidad.

Lo no dual

Muchas tradiciones consideran que dicho estado de cesación es el estado último, el punto final de todo desarrollo y evolución, un estado que se equipara con la iluminación plena, con la liberación última, con el nirvana puro. Pero para las tradiciones no duales este no es el punto final. Lo causal termina dando paso a lo no dual y el misticismo sin forma se convierte en misticismo no dual: “Forma es Vacuidad y Vacuidad es Forma”. Técnicamente hablando, usted se ha des-identificado incluso del Testigo y lo ha integrado con toda manifestación; en otras palabras, ha alcanzado las fases 2 y 3 del fulcro 9, que terminan conduciendo al fulcro 10 (que no es tanto un fulcro o nivel separado como la Esencia misma de todos los niveles, de todos los estados, de todas las condiciones). Y este es el segundo y más profundo significado de la Vacuidad. No es un estado discreto sino la realidad misma de todos los estados, La Esencia de todos los estados. En tal caso, usted ha dejado atrás lo causal y se ha adentrado en lo no dual.

La experiencia de esta Esencia no dual es similar a la experiencia de unidad natural que antes discutíamos, excepto en el hecho de que, en este caso, la unidad no se experimenta solo con las formas ordinarias que existen “fuera de aquí”, sino también todas las Formas sutiles que existen “aquí”, es decir, no solo existe el misticismo natural y el misticismo teísta, sino también la integración de los tres tipos anteriores de misticismo. Dicho en forma más directa y no tan técnica, la sensación de ser una especie de Vidente, Testigo o Yo se desvanece por completo. Usted no contempla el cielo, es el cielo. Usted degusta el cielo porque el cielo ya no se halla fuera de usted: la conciencia ya no está dividida en un sujeto que ve desde “aquí” a un objeto que se encuentra “ahí”, sino lo único que hay es la pura visión en la que la conciencia y su despliegue son no-dos. No se trata de que lo que hay “ahí” se refleje “aquí”, porque la dualidad es ajena a la inmediatez de la experiencia real. La realidad misma es no dual. Usted sigue siendo usted y las montañas siguen siendo las montañas, pero usted y la montaña son las dos facetas de la misma experiencia, la única realidad presente en este momento. Ya no tendrá una experiencia, sino que se convertirá en la experiencia. Su cuerpomente se ha desvanecido, usted se ha liberado para siempre de esa prisión, ya no se halla “detrás del rostro” contemplando el Kosmos, sino que usted, simplemente, es el Kosmos. En modo alguno se trata, pues, de un estado en el que sea difícil entrar porque, de hecho, es un estado del que resulta imposible salir. Usted siempre ha estado en Él. De modo que este estado no dual engloba la dualidad de la mente y el cuerpo, de la Mano Izquierda y la Mano Derecha.

En consecuencia, no es posible resolver el conflicto inherente a todos los dualismos en el plano relativo. Este conflicto, en realidad, no puede resolverse, solo puede disolverse, porque resulta imposible reducir el sujeto al objeto o el objeto al sujeto y lo único posible es reconocer el sustrato primordial del que ambos son un mero reflejo incompleto. Este es el motivo por el cual los dilemas inherentes a esos dualismos -entre mente y cuerpo, mente y cerebro, conciencia y forma, mente y naturaleza, sujeto y objeto, derecha e izquierda- no podrán resolverse jamás en un plano relativo, y la filosofía convencional es incapaz de resolverlos. Este es un problema que no se resuelve sino que se disuelve en el estado primordial, lo cual, dicho de otro modo, deja los dualismos tal y como son, es decir, poseyendo una cierta realidad convencional o relativa, lo suficientemente real en sus propios dominios pero, en modo alguno, la realidad absoluta. Williams James y Bertran Rusell estuvieron de acuerdo en este punto crucial, la no dualidad de sujeto y objeto en la conciencia inmediata. Obviamente, lo mismo han estado diciendo durante milenios casi todos los místicos y sabios contemplativos, pero James fue el primero en sostener esta postura dentro del campo de la filosofía occidental… y, en el camino, convenció a Rusell.

Poco importa el tipo de experiencia que aparezca, porque el estado simple, natural, no dual y no creado es anterior a la experiencia, anterior a la dualidad y engloba gozosamente todo lo que aparezca. Pero aparecen cosas raras y usted debe permanecer en ese “esfuerzo sin esfuerzo” durante un tiempo y morir de continuo estas pequeñas muertes. Ahí, de hecho, es donde empieza la práctica real. Y como lo demuestran claramente sus filosofías respectivas, ni James ni Rusell hicieron nada de eso. Rusell proclamó que estaba completamente de acuerdo en que el sujeto y el objeto se derivan de la experiencia primordial, pero se replegó de inmediato para volver a identificarse con el sujeto derivado, con el yo derivado, con la pequeña mente racional, y construyó toda su filosofía basándose en esa mentira, en ese engaño. Rusell, en suma, ni siquiera sospechaba a dónde conducía el estado de no dualidad. Tampoco James profundizó gran cosa en este estado primordial, por ello su empirismo radical degeneró muy pronto en un fenomenalismo sensorial que terminó colapsándose en el empirismo y el pragmatismo de la Mano Derecha, una evolución muy decepcionante, americana hasta la médula, que, en cualquier caso, no desmerece sus primeros pasos.

“Este esfuerzo sin esfuerzo” requiere mucha perseverancia, mucha práctica, mucha sinceridad y mucha honestidad. Esta es una práctica que debemos acometer desde el estado de vigilia, desde el estado de sueño y desde el estado de sueños sin ensueños. Este es el motivo por el cual insistimos en las prácticas de las escuelas no duales. Las tradiciones no duales tienen un extraordinario número de estas “instrucciones para señalar”, mediante las que tratan de apuntar hacia lo que ya está, en cualquier caso, ocurriendo en su conciencia. Lo comprenda o no, toda experiencia que usted tenga ya es no dual. De modo que no es necesario cambiar su estado de conciencia para descubrir esa no dualidad porque la no dualidad está completamente presente en todos los estados y cualquier estado de conciencia que usted tenga es ya apropiado. Así pues, las tradiciones no duales no tratan de cambiar su estado sino de despertar su reconocimiento, el reconocimiento de lo que siempre ha sido. Mire atentamente la conciencia inmediata y se dará cuenta de que el sujeto y el objeto son realmente uno. No debe esforzarse por construir ningún estado especial sino solo reconocerlo. ¿Ha visto esos rompecabezas de los periódicos que dicen algo así como “Descubra los quince presidentes de Estados Unidos que están ocultos en esta imagen del océano? Usted está mirando directamente el rostro de los presidentes…pero no se da cuenta de ello. Entonces viene alguien, se lo señala y usted se lleva las manos a la cabeza diciendo “¡Sí, por supuesto, lo tenía frente a mis propios ojos!”. Lo mismo ocurre con la condición no dual de Un Sabor. Cualquier faceta individual de la condición no dual se halla absoluta y completamente presente en su conciencia. No es cuestión de que esté presente de un modo parcial o fragmentario, sino de que se halla completamente presente en su conciencia ahora mismo y que lo único que ocurre es que usted no se da cuenta de ello.

Y dado que las formas siguen apareciendo, usted nunca alcanzará un punto final en el que diga “ya estoy iluminado”. En estas tradiciones, la iluminación es un proceso continuo de aparición de nuevas formas con las que usted se relaciona como manifestaciones de la Vacuidad. Usted es uno con las formas que aparecen y, en ese estado, usted está “iluminado”, pero en otro sentido, esta iluminación es continua, porque continuamente están apareciendo nuevas formas. Dicho de otro modo, usted nunca alcanzará un estado discreto que no sigue evolucionando, sino que siempre seguirá aprendiendo cosas nuevas sobre el mundo de las formas y, en consecuencia, su estado global se hallará siempre en una continua evolución. De modo que usted puede tener ciertas experiencias críticas de iluminación, pero estas experiencias son el preludio del proceso interminable de cabalgar las nuevas olas que aparecen de continuo.

Pero al mismo tiempo, todo esto tiene lugar dentro de un marco de referencia estrictamente ético, de modo que usted no puede jugar a ser un Vagabundo del Dharma y decir que está en la no dualidad. De hecho, en la mayor parte de estas tradiciones, debe dominar los tres primeros estadios del desarrollo transpersonal (psíquico, sutil y causal) antes de que le sea permitido incluso hablar del cuarto estado no dual. En todos estos casos, pues, la “loca sabiduría” ocurre en una atmósfera rigurosamente ética. Lo verdaderamente importante es que, en las tradiciones no duales, usted se compromete, mediante un voto muy sagrado -un voto que es, al mismo tiempo, el fundamento de toda su práctica-, a no desvanecerse en la cesación, a no ocultarse en el nirvana. Con este voto, usted se compromete a cabalgar la ola del samsara hasta que todos los seres atrapados en ella puedan reconocerla como una manifestación de la Vacuidad, se compromete a atravesar la cesación y la no dualidad tan rápidamente como le sea posible, para poder ayudar a todos los seres a reconocer lo No Nacido en medio de la misma existencia. La iluminación es, en realidad, primordial, pero esta iluminación perdura y usted nunca deja de ser uno con todos los cambios de forma que aparecen de continuo.

Vemos pues, de la mano de Ken Wilber, cómo la conciencia evoluciona en la subjetividad de cada ser humano, ya sea consciente o inconscientemente, y es la responsabilidad de cada cual el empoderamiento de dicho conocimiento para trascender desde el estadio prepersonal al personal y, desde ahí, dar el salto al estadio transpersonal, un estado de “iluminación” como un proceso continuo de permanente evolución dentro de un marco de referencia estrictamente ético.

Ahora bien, a mi entender, ese mapa evolutivo de la conciencia así argumentado por Ken Wilber, se encuadra en el cuadrante superior izquierdo (subjetividad intencional) dentro de su meta-teoría de los cuatro cuadrantes.

La pregunta por antonomasia que motiva esta meta-investigación filosófica es: ¿Es posible una “Teoría integral de la evolución de la conciencia” que abarque a los cuatro cuadrantes excelsamente definidos por Ken Wilber? Pienso que sí, y vamos a plantear y argumentar ello a continuación.

4 - TEORÍA INTEGRAL DE LA EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA: EL NACIMIENTO DE UNA NUEVA CONCIENCIA

1 - INTRODUCCIÓN

Cuando la mayoría de personas no saben lo que realmente está pasando en el mundo y, ante el desconcierto de esta falsa pandemia, es evidente que la humanidad está ante una abismo de conciencia como nunca se ha visto en la historia de la humanidad. La conciencia como objeto de estudio e investigación a través de mis publicaciones, tiene connotaciones científicas, sociales, psicológicas y metafísicas de tal alcance que nos hallamos ante cambios de paradigmas imperceptibles para la mayoría de mis coetáneos, pues están abducidos por una manipulación económica, social y política o, dicho de otro modo, una ingeniería social y mental en toda regla.

Ante tal tesitura, el estudio de la evolución de la conciencia debe ser considerada como la ciencia por excelencia pues, de nuestra capacidad de elevar nuestro pensamiento crítico individual y colectivo, va a depender que salgamos, o no, de una manifiesta conspiración contra la humanidad por parte de un enemigo invisible y, cuyo objetivo, es la implantación del microchip como paso previo al transhumanismo. Ante dicha situación, más que nunca, es necesario el despertar de la conciencia y resaltar la complejidad psicológica del ser humano. En ayuda de esa investigación cognitiva, son imprescindible los mapas evolutivos de la conciencia a través de diversos autores entre los que me incluyo.

La ciencia de la conciencia es un nuevo paradigma de conocimiento, y sus correspondientes mapas evolutivos deberían llevar a la comprensión de saber cuál es nuestro lugar en la vida, y el sentido de la misma. Una cuestión muy compleja si tenemos en cuenta que la educación es un instrumento de poder en manos de los poderes fácticos, un adoctrinamiento en toda regla cuyo objetivo es el reduccionismo psicológico de las personas, así como la esclavitud de la humanidad, tal como ya lo ilustrara el inconmensurable Platón mediante su alegoría el Mito de la caverna.

No obstante la degeneración de la humanidad descrita, es imperativo seguir con la intención de “conocerse a sí mismo”, pues nos va en ello la libertad. Sin embargo, el problema del conocimiento tiene un hondo calado pues, el debate entre ciencia y espiritualidad es, por antonomasia, la brecha epistemológica a resolver por la humanidad y, más específicamente, por la cultura occidental. Ante la complejidad de la filosofía, es evidente que es difícil para el común de los mortales acercarse a los postulados aquí propuestos. Es más, considero que muy pocas personas llegarán a comprender la profundidad, la extensión y la complejidad de los presupuestos que voy a plantear en esta “Teoría integral de la evolución de la conciencia”. A esos avezados investigadores va dirigido este ensayo, con la esperanza de que, algún día, los científicos, filósofos, profesores y educadores también despierten de su letargo psicológico para contemplar que es posible una educación transracional como misión espiritual, y que dicha misión está inherentemente vinculada a la comprensión de lo que sea la conciencia y su aplicación pedagógica. A todos ellos va dirigida la “Teoría integral de la evolución de la conciencia” aquí propuesta.

2 - KEN WILBER: LOS CUATRO CUADRANTES

Ken Wilber es un pensador contemporáneo considerado como “El Einstein de la conciencia”, no en vano, su mapa evolutivo de la conciencia es una referencia imprescindible para todo aquel investigador que, de una manera concienzuda, quiera iniciarse en el estudio de la conciencia (valga la redundancia). Wilber es un pensador que trasciende e incluye el pensamiento de Platón y Kant, otros dos gigantes imprescindibles de la historia del pensamiento. En dicho sentido es como postula su teoría de los “cuatro cuadrantes”.

En Breve historia de todas las cosas, Wilber aborda en una visión coherente las verdades procedentes de la física, la biología, las ciencias sociales, las ciencias sistémicas, el arte, la estética, la psicología evolutiva y el misticismo contemplativo, y también incorpora movimientos filosóficos tan opuestos como el neoplatonismo, el modernismo, el idealismo y el postmodernismo. Y todo ello es abordado mediante la noción de los cuatro cuadrantes del desarrollo, magníficamente resumido por Tony Schwartz en el prólogo de Breve historia de todas las cosas:

“El estudio de los centenares de mapas del desarrollo que han bosquejado los diversos pensadores a lo largo de los años -mapas del desarrollo biológico, del desarrollo psicológico, del desarrollo cognitivo y del desarrollo espiritual, por nombrar solo a unos pocos- llevó a Wilber al reconocimiento de que, muy a menudo, estos mapas estaban describiendo diferentes versiones de la “verdad”. Las formas exteriores del desarrollo, por ejemplo, pueden ser valoradas de manera objetiva y empírica, pero, como afirma explícitamente Wilber, este tipo de verdad no lleva muy lejos. En su opinión, todo desarrollo comprehensivo también posee una dimensión interna, una dimensión subjetiva e interpretativa que está ligada a la conciencia y la introspección. Pero, además, el desarrollo interno y el desarrollo externo, según Wilber, no tienen lugar aisladamente y de manera individual, sino que acontecen en el seno de un contexto social y cultural. Éstos son los cuatro cuadrantes de los que hablamos. Ninguna de estas formas de la verdad puede ser reducida a las demás”.

Ken Wilber sostiene que todo fenómeno humano consta de cuatro facetas y no puede ser íntegramente comprendido si no se abordan las cuatro. El fundamento de estas cuatro vertientes de la realidad tiene que ver con los aspectos exterior e interior y sus formas individuales y colectivas. Los cuatro aspectos que se deberían estudiar para comprender todas las cosas serían, entonces, lo interior-individual (yo), lo exterior-individual (ello), lo interior-colectivo (nosotros cultural) y lo exterior-colectivo (ello) (Vease las figuras adjuntas):

Lo interior-individual: Es la experimentación del pensamiento en sí, con los símbolos, significados e imágenes mentales relativas. Este cuadrante trata de la verdad subjetiva, de la belleza, del arte. Es el cuadrante del mundo intencional. Su lenguaje es en primera persona del singular (yo), y su criterio de validez es la veracidad.

Lo exterior-individual: Mientras se vivencia el pensamiento, están ocurriendo una serie de cambios en el cerebro como ser, secreción de dopamina, aparición de acetilcolina permitiendo la transmisión del impulso nervioso en el espacio intersináptico, etcétera. Dichos hechos pueden ser empíricamente observables desde el exterior, utilizando, por supuesto, el equipamiento tecnológico apropiado. Este cuadrante trata de la verdad objetiva de la ciencia. Es el cuadrante del mundo del comportamiento. Su lenguaje es en tercera persona (ello), y su criterio de validez es la precisión de la descripción: coincide lo observado con lo expresado.

Lo interior-colectivo: Ahora bien, los pensamientos que circulan por la mente tienen un sustrato cultural; en efecto, el pensamiento se realiza a partir de una serie de símbolos y significados sometido al proceso de culturización. Es el cuadrante de la verdad intersubjetiva, de la moral y la religión. Su lenguaje es en primera persona del plural (nosotros), y su criterio de validez consiste en la rectitud.

Lo exterior-colectivo: A su vez, la cultura, también tiene sus componentes sociales (del mismo modo en que el pensamiento tiene sus correlatos cerebrales): “Estos componentes sociales concretos son las modalidades tecnológicas, las fuerzas de producción (hortícola, agraria, industrial, etcétera), las instituciones concretas, los códigos y pautas escritas, las ubicaciones geopolíticas (aldeas, poblados, estados, etcétera)”. Es el cuadrante de la verdad inter-objetiva, efectiva y de las ciencias sistémicas. Su lenguaje es también en tercera persona (ello), y su criterio de validez consiste en el ajuste funcional o efectividad.

A cada una de esas cuatro facetas de la realidad, obviamente, les corresponde una propia evolución como parte de la conciencia individual y colectiva, tanto interior como exteriormente. Por tanto, no es descabellado pensar que a cada uno de esos cuadrantes se le pueda asignar un “mapa evolutivo de la conciencia”: ese es el nudo de la “Teoría integral” que, a continuación, voy a exponer. Desde mis propias investigaciones, he podido identificar cuáles son los “mapas evolutivos de la conciencia” que corresponde a cada uno de los cuatro cuadrantes tal como son definidos por Ken Wilber. Veamos ello a continuación.

3 - CUADRANTE INTERIOR-INDIVIDUAL: LA EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA EN LA SUBJETIVIDAD DE CADA PERSONA

La experimentación del pensamiento en sí, con los símbolos, significados e imágenes mentales relativas corresponde a la evolución psicológica de la conciencia, es decir, a la percepción interior de cada persona y su comprensión del mundo en el que se ve abocado a vivir: se constituye en su propia evolución cognitiva correspondiente al cuadrante “interior individual”. Para este cuadrante de la interioridad individual o, dicho de otro modo, la subjetividad de cada cual, voy a presentar dos mapas evolutivos, el primero de Ken Wilber, y en segundo lugar el de este autor.

3-1 La evolución de la conciencia según Ken Wilber: hacia la no-dualidad

Resumen: la evolución de la conciencia según Ken Wilber distingue tres estadios evolutivos: el prepersonal, el personal y el transpersonal.

-El estadio prepersonal (o pre-egoico): corresponde a los ámbitos inferiores que se caracteriza por los instintos y los procesos somáticos, los impulsos de orden emocional y sexual basados en percepciones simples y en emociones. Este estadio tiene tres etapas: sensorio físico (fulcro 1), el nacimiento del yo emocional (fulcro 2) y el nacimiento de la mente representacional (fulcro 3).

-El estadio personal (o egoico): en este estadio se trasciende al estadio prepersonal, principalmente, por el nivel de interiorización, lo que Piaget llamó “egocentrismo decreciente”. Conseguir un mayor desarrollo implica la capacidad de trascender el punto de vista propio y encontrar uno superior. A su vez, también tiene tres etapas: la mente regla/rol (fulcro 4), el reflexivo formal (fulcro 5) y la visión-lógica o centauro (fulcro 6).

-El estadio transpersonal (o trans-egoico), que se desarrolla también en tres etapas: el nivel psíquico que viene a ser la culminación del nivel personal de visión-lógica, y se caracteriza por un aumento del nivel de percepción y de las capacidades de la mente ordinaria (fulcro 7); el nivel sutil es un nivel intermedio de desarrollo espiritual, el cual implica el desarrollo del Dios personal, de los arquetipos y del misticismo genuino (fulcro 8); y el nivel causal, descrito como el self universal y sin forma, en palabras de Ken Wilber: “una conciencia de unidad sin fronteras que todo lo impregna…un ser que es esencialmente uno con el self Supremo” (fulcro 9).

3-2 La evolución de la conciencia espiritual individual desde 3D a 5D, según Amador Martos

Resumen: trabajo monográfico cuyo objetivo es describir el proceso psicológico de la transformación interior de cada individuo durante el desarrollo de su evolución espiritual, desde la salida de la “tercera dimensión”-3D (espacial y conocido más popularmente como Matrix) hacia la “cuarta dimensión”-4D (la dimensión atemporal en la que habita el enemigo invisible de la humanidad) en la que se experimenta el empoderamiento y el despertar espiritual para llegar finalmente a la “quinta dimensión”-5D mediante la experimentación de la trascendencia y la conciencia de unidad en la que solo se vive por y para el amor.

Dicho proceso de evolución psicológica y espiritual se encuadra dentro de la teoría de los “cuatro cuadrantes” del inconmensurable Ken Wilber. Uno de dichos cuadrantes corresponde a la “interioridad individual”, es decir, a la subjetividad en la que cada cual debe practicar la veracidad, la sinceridad, la integridad y la honradez como cualidades éticas que le llevarán por el camino ascendente hacia la sabiduría.

Este trabajo se sustenta en una recopilación de investigaciones anteriores contempladas en mis diversas publicaciones, pero, ahora, ordenadas de tal modo que se pueda argumentar científicamente ese proceso de transformación interior hacia el empoderamiento y el despertar espiritual hasta lograr la autorrealización cuya máxima suprema es el servicio a los demás, lo cual supone un ejercicio de trascendencia psicológica Más allá del ego, hasta alcanzar la conciencia mística de ser uno con el universo. Para tal finalidad, dicho proceso psicológico y espiritual lo he dividido en cuatro bloques argumentales: empoderamiento, despertar espiritual, trascendencia y conciencia.

4 - CUADRANTE EXTERIOR-INDIVIDUAL: LA PIRÁMIDE DE MASLOW

Este cuadrante se refiere explícitamente a la verdad objetiva de la ciencia, aunque, esta según Wilber, nos ha conducido a un “mundo chato” dominado por un materialismo científico que se ha erigido como la única verdad, despreciando así el camino hermenéutico de lo inconmensurable. Pero este cuadrante también se refiere al mundo del comportamiento y, en dicho sentido, es donde la persona proyecta su intención para satisfacer todas sus necesidades en los términos diferenciados por Abraham Maslow, más conocido ello como “La pirámide de Maslow”.

4-1 Introducción a la psicología transpersonal

El término “transpersonal” tal como ha sido utilizado por Ken Wilber y, por extensión, la “psicología transpersonal” suele englobar a una serie de pensadores y psicólogos que, habiendo desarrollado diferentes estilos terapéuticos, tienen en común la aceptación de la espiritualidad del ser humano. La psicología transpersonal considera que la psique es multidimensional, existiendo diversos “niveles de conciencia”.

Los orígenes de esta corriente toman forma al final de la década del 60 y, pese a contar con brillantes exponentes como Abraham Maslow, Stanislav Grof y Ken Wilber, ha sido ignorada sistemáticamente en el ámbito académico de la psicología. La psicología transpersonal no reniega de otras escuelas de pensamiento como el psicoanálisis ni se plantea como opuesta. Lo correcto sería decir que intenta ir más allá. Para la visión transpersonal, los desarrollos de Freud han sido de fundamental valía en el desarrollo de la ciencia psicológica al incluir la idea del inconsciente en una disciplina que se encontraba atada al racionalismo positivista. Indudablemente, el psicoanálisis abrió las posibilidades de comprensión de la psique humana. La psicología transpersonal promueve otra apertura incluyendo la dimensión espiritual del ser humano. El psicoanálisis es un modo de abordaje ideal para los distintos tipos de neurosis, la histeria y otras psicopatologías. Pero lo que el psicoanálisis y otras corrientes han descuidado es el estudio del ser humano sano.

Muchos consideran a Jung como el primer psicólogo transpersonal por su estudio de los arquetipos, su ampliación del concepto de libido y la resistencia a reducir al hombre a su sexualidad. Jung consideraba al inconsciente como “un principio creativo e inteligente, que vinculaba al individuo con la totalidad de la humanidad, la naturaleza y el conjunto del cosmos”. Además de la existencia del inconsciente individual “descubierta” por Freud, Jung postula la existencia de un inconsciente colectivo, compartido por toda la especie humana. Para Jung, más allá de los condicionamientos culturales que definen sus formas de manifestación, la espiritualidad es un principio intrínseco a la psique humana.

Por otro lado, Abraham Maslow fue uno de los primeros investigadores interesados en estudiar la psicología de los seres más “avanzados” que ha dado la historia de la humanidad. Lo que le interesaba era examinar a los seres psicológicamente más sanos, por supuesto, una rara minoría en la que incluyó a Cristo y los místicos de otras culturas. Lo que infirió, después de estudiar exhaustivamente la vida de estos hombres “iluminados”, era que no tenían su identidad puesta y encerrada en su persona, en su ego, en su historia. Tenían un sentido de identidad más amplio, que iba más allá de su personalidad, una identidad “transpersonal”. Su identidad se ampliaba hacia una comunión con la totalidad de los fenómenos, con la totalidad de los seres. Maslow se interesó por el estudio de las que denominó “experiencia cumbre” sugiriendo que dichas experiencias pueden ser supra-normales en vez de subnormales. Tales experiencias de plenitud que muchas personas han experimentado, aunque sea por unos instantes, pueden ser un indicio de un potencial humano. Uno de los desarrollos de Maslow que sentó precedentes en el impulso de la psicología transpersonal fue su teoría de las “necesidades” más conocidas como “La pirámide de Maslow”.

Ken Wilber es, con toda seguridad, el más erudito de los teóricos relacionados con lo transpersonal, aunque posteriormente renegó de dicha corriente para desarrollar una visión integral. Sus desarrollos son muy extensos, pero basta apuntar que ha sido un estudioso de la psicología tanto occidental como oriental. Concluye que la espiritualidad y la religiosidad son características de la psiquis humana, aunque se ocupa de diferenciar la religión exotérica de la esotérica. Cuando en psicología se habla de religión y espiritualidad, raramente se distingue entre lo exotérico y lo esotérico. En palabras de Wilber, “la religión esotérica no te pide que tengas fe en nada o que te sometas dócilmente a algún dogma. La religión esotérica, por el contrario, consiste en un conjunto de experimentos personales que llevas a cabo científicamente en el laboratorio de tu propia conciencia. La religión esotérica no se basa en las creencias sino en una experiencia validada y verificada públicamente por un grupo de iguales que también han llevado a cabo el mismo experimento. Ese experimento es la meditación”.

La psicología transpersonal propone para los problemas espirituales técnicas que van más allá de la palabra, como la meditación y la respiración holotrópica de Grof. Stanislav Grof experimentó científicamente con el LSD y otras sustancias psicodélicas. En sí mismo y en cientos de personas descubrió que bajo los efectos de estas sustancias alteradoras de la mente se generaban estados en los cuales emergían a la conciencia facetas normalmente no conscientes, material biográfico inconsciente, recuerdos de la vida intrauterina y estados de probable naturaleza transpersonal.

Para finalizar este resumen de introducción, cabe aclarar que la psicología transpersonal es una cuestión de contexto. Esta corriente considera que el psiquismo se manifiesta en diferentes niveles de conciencia. En este contexto, la terapia trabaja según el nivel de conciencia en que se encuentre el paciente conservando la conciencia del espectro total de la existencia. El psicólogo transpersonal detecta el nivel de conciencia del paciente y lo ayuda a superar los conflictos propios de ese nivel. Lo que en realidad define la orientación transpersonal es el modelo de la psique humana que reconoce la importancia de las dimensiones espirituales o cósmicas y el potencial evolutivo de la conciencia, en palabras de Grof.

Para relacionarse con los demás, la sociedad enseña a cada individuo unos patrones de percepción y comportamiento, así como un sistema de creencias que podemos llamar personalidad (que en griego significa máscara). Esta máscara se interpone entre lo que somos -pura conciencia- y el mundo social. Por desgracia, perdemos la conciencia de nuestro origen sin forma, identificándonos con el instrumento que hemos ido creando como necesidad de adaptación social, considerando a la personalidad como nuestro yo. En realidad, lo transpersonal engloba a toda experiencia o modelo del ser humano que da un paso más allá (trans) de ese disfraz, abarcando la conciencia como una dimensión espiritual de la naturaleza humana y un potencial de crecimiento y autorrealización.

4-2 La pirámide de Maslow

En su trabajo titulado Una teoría de la motivación humana publicado en 1943, Abraham Maslow expone la existencia de una jerarquía de necesidades. En el punto más básico de la jerarquía ubica a las necesidades fisiológicas que se traducen en la necesidad de alimento: las personas que tienen hambre se ven imposibilitadas de concebir ninguna otra necesidad. Satisfechas las necesidades del alimento, irrumpen las necesidades de seguridad, a las que vincula con el anhelo de contar con ciertos hábitos regulares que alejen la posibilidad del miedo y del dolor. A continuación, aparecen las necesidades de amor y de pertenencia. Es decir, cuando una persona logra un lugar estable donde vivir y un ingreso de dinero regular, empieza a sentirse impulsada a lograr la satisfacción sexual, una pareja, amigos, hijos y la pertenencia a un grupo. Satisfechas las necesidades de amor, emergen las necesidades de estima, a las que describe como necesidades de “evaluación estable y elevada de sí mismo, de amor propio y de la estimación de los demás”. Por último, en la cima de la pirámide menciona a la “necesidad de autorrealización”, que atañe a la realización del propio potencial, llegar a ser todo lo que se pueda ser. Dentro de esas necesidades de realización, Maslow incluye la necesidad de conocimiento y de trascendencia. Estas necesidades “superiores” forman parte de la naturaleza psicológica del ser humano residiendo también en el inconsciente y, aunque en la mayoría de las personas no se despliegan, existen, cuando menos como potencialidad.

Este enfoque piramidal de las necesidades según Maslow, lo he reinterpretado a la luz de los seis tipos de libertades a que puede optar todo ser humano en el ejercicio conductual de su libertad, véase mi obra PENSAR EN SER LIBRE, en orden a alcanzar la tan anhelada felicidad deseada por todo ser humano. De un modo más didáctico, se puede estudiar dicho trabajo en este enlace.

4-3 De lo interior-individual a lo exterior-individual: La psicología evolutiva de la libertad

Si, como se ha visto con Ken Wilber, la percepción psicológica del individuo evoluciona por tres estadios desde lo prepersonal a lo personal y lo transpersonal (interior-individual), es en La pirámide de Maslow donde ese mismo individuo intenta satisfacer todas sus necesidades físicas, de seguridad, de amor y pertenencia social (exterior-individual) para, acto seguido, hallar el amor propio y la necesidad de autorrealización que, inexorablemente pasa por transcender el ego y estimar a los demás como a sí mismo: en cierto modo ello es el culmen de la expresión “transpersonal”, y que generalmente se manifiesta como una evolución espiritual hacia el amor, esa unión con todos los seres que nos hace sentir a todos como UNO, la no-dualidad en términos de Wilber vistos anteriormente, una auténtica conciencia de unidad que Maslow denomina como autorrealización.

Dicho proceso psicológico desde lo prepersonal (pre-egoico) a lo personal (egoico) y a lo transpersonal (trans-egoico) en los términos de Wilber (interior-individual) tiene su correlación en la conducta humana a través de la satisfacción de sus necesidades en ese mundo al cual se enfrenta existencialmente cada uno de nosotros (exterior-individual). Sin embargo, ¿cómo se ejerce esos impulsos interiores psicológicos (deseos, sueños, fantasías, imaginación, etc.) de cada uno de nosotros? Ni más ni menos que en el ejercicio de la libertad en orden a buscar la satisfacción de las necesidades vistas en La pirámide de Maslow. Llegado a este punto, es obvio que debe elaborarse una epistemología evolutiva de la libertad mediante la cual se ejerce lo que se piensa (razón) y lo que se siente (corazón) -interior-individual- en ese mundo exterior-individual mediante nuestros comportamientos.

Dicho de otro modo, en función de la gestión de la propia libertad (que nadie nos ha enseñado a gestionar, al menos no en la educación de un modo epistemológico), es perentoria una “Psicología evolutiva de la libertad” que pueda ser enseñada y educada de un modo epistemológico para que cada persona pueda ser libre con conocimiento de causa. En efecto, como queda demostrado ello en mi obra PENSAR EN SER LIBRE, toda persona se enfrenta existencialmente a una “libertad material” (libertad ejercida mediante el dinero), una “libertad intelectual” (libertad ejercida mediante la razón) así como una “libertad espiritual” (libertad ejercida mediante nuestra propia consideración moral).

En función de esa escueta sinopsis de “La psicología evolutiva de la libertad”, la libertad se ejerce mediante nuestro comportamiento en el mundo físico a través del dinero, nuestro comportamiento en el mundo intelectual mediante el pensamiento crítico de cada cual, y nuestro comportamiento en el mundo espiritual mediante nuestra compasión, -estas tres facetas-, todas ellas, se constituyen en un eje epistemológico a considerar tal como he expuesto en mi artículo científico La evolución de la conciencia desde un análisis político, social y filosófico-transpersonal. En efecto, es en el tercer cuadrante expuesto por Wilber -interior colectivo- (sustrato cultural o intersubjetividad, moral o religioso), así como en el cuarto cuadrante -exterior colectivo- (tejido social y funcionalismo estructural), donde no hay un consenso colectivo para la dirección de la humanidad, tal es la crisis epistemológica de conciencia que padecemos actualmente, inmersos en una manifiesta plandemia donde, la ciencia, la cultura, la política y la educación son manifiestamente manipuladas por el enemigo invisible de la humanidad.

En consecuencia, es imperativa una reconstrucción epistemológica de nuestra libertad, pues los actos ejercidos en libertad por cada uno de nosotros no pueden ir como pollo sin cabeza, bien al contrario, la psicología evolutiva de la libertad apenas esbozada aquí debe ser la orientación generalizadora para una convivencia pacífica en orden a superar nuestro abismo cultural mediante la cuestión ética. Y para ello, es necesario, también contemplar una “evolución de la conciencia” desde una “psicología evolutiva de la libertad” tanto en el cuadrante interior-colectivo (más que nunca para no caer en las garras del Nuevo Orden Mundial) así como en el cuadrante exterior-colectivo (la necesidad de transcender ese viejo mundo por un mundo nuevo que, dicho sea de paso, solo puede ser mediante la contemplación del amor como ley suprema). Veamos ello a continuación.

5 - CUADRANTE INTERIOR-COLECTIVO: LA EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA SEGÚN AMADOR MARTOS

Para una investigación de mi propuesta de la evolución de la conciencia en el cuadrante interior-colectivo (una interrelación de todos nosotros mediante nuestra “libertad”), recomiendo encarecidamente visualizar este vídeo de la evolución de la conciencia. Es mucho más didáctico y resume perfectamente todas mis publicaciones. No obstante, he aquí una sinopsis:

Mi primer libro PENSAR EN SER RICO , se constituye en el fundamento de mis ideas acerca de la "evolución de la conciencia", sustentado dicho fundamento sobre la creencia de que toda persona anhela, presuntamente, alcanzar la riqueza, la libertad y la felicidad. Es en ese libro donde desarrollo los esquemas epistemológico y hermenéutico con total eclecticismo y que servirá de fundamento cognitivo y de generalización orientadora para todas mis publicaciones posteriores.

Es en ese mismo libro donde expreso mis ideas en voz alta para conocerme a mí mismo, de modo que la razón se guíe a sí misma en el más puro estilo explicado en el Discurso del Método de Descartes: probablemente la obra racional imprescindible que tiene que leer todo estudiante, para dirigir bien su razón en los asuntos de las ciencias y el pensamiento (individual-interior).

Por otro lado, en ese mismo libro Pensar en ser rico, es donde hago una interpretación del mundo, y de nuestra relación con dicho mundo circundante (individual-exterior).

Consciente de la dualidad en la que todos estamos inmersos (colectivo-interior versus colectivo-exterior), lo más procedente es guiar nuestra razón con conocimiento de causa, es decir, de una manera empoderada: "siendo consciente de nuestra propia conciencia" se presenta como la alternativa para pensar, decir y actuar de un modo coherente desde nuestro interior hacia el exterior, y no al revés como pretende el sistema, al inculcarnos creencias obsoletas como son la economía, la política, la ciencia materialista y las religiones, todo ello bajo el mando de una jerarquía plutocrática más conocida como "Estado profundo" y que es objeto en la actualidad de una Divulgación cósmica para liberar a la humanidad de la esclavitud y el sufrimiento.

El empoderamiento se convierte, por tanto, de vital importancia pues nos va la libertad en ello. En efecto, solamente siendo consciente de nuestro empoderamiento podremos ser libres para actuar con conocimiento de causa. Solo podemos ser libres mediante el conocimiento pues, como dice la famosa frase bíblica, "La verdad os hará libres". Pero, ¿quién nos enseña a empoderarnos?, ¿los padres?, ¿la sociedad?, ¿la escuela? ¿uno mismo?, ¿quizá un poco de todo ello?, ¿existe una asignatura de empoderamiento en el sistema educativo?

Responder a las anteriores cuestiones es el objeto de mis publicaciones pero, sin lugar a dudas, Pensar en ser rico es la obra en donde está todo el esquema de mis pensamientos, una articulación de conceptos que conjugan a la riqueza, la libertad y la felicidad como tres elementos imbricados entre sí y como objetos de nuestra conciencia, aunque actúen de manera subconsciente: ¿quién no quiere ser rico?, ¿quién no quiere ser libre? , ¿quién no quiere ser feliz? y ¿tiene sentido la vida?

Y mediante dichos conceptos de riqueza, libertad y felicidad, este pensador intenta dilucidar si la vida tiene algún sentido y, es por ello, que invita al lector a realizar un recorrido cognitivo en su propia conciencia mediante una lectura argumentada con citas de ilustres autores, así como viñetas de humor. Evidentemente, ello requiere una actitud pro-activa hacia el conocimiento y ser, por tanto, un "filósofo activo". Será "filósofo pasivo" aquella persona que eluda el conocimiento, en cuyo caso sus lecciones serán aprendidas por las experiencias de sus errores, que todos los tenemos, y ese es el sentido de las ilustraciones humorísticas, para asimilar el conocimiento con humor a pesar de los tropiezos que generan sufrimiento.

Así, el primer libro Pensar en ser rico se constituye en la piedra angular de mis pensamientos posteriores acerca de la "evolución de la conciencia" tanto subjetiva como intersubjetiva. Es indudable que la conciencia evoluciona, pues nacemos para aprender alguna lección y moriremos con alguna lección aprendida. Y más allá de nuestra muerte física, siempre quedará nuestro recuerdo en la memoria de los vivos tal como aseveraba el inconmensurable Platón.

Con la publicación de mi noveno libro CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD once años después de ese primer libro, se cierra el círculo teorético de mis ideas acerca de la "evolución de la conciencia", cuyo resumen puede enunciarse del siguiente modo:

La riqueza, la libertad y la felicidad perseguidas de un modo subconsciente por toda persona, se constituyen en una compleja hermenéutica a considerar, pues hay una infiltración de los sistemas de creencias adquiridos social, cultural y familiarmente, creencias malévolas y manipuladoras de nuestra conciencia y de la manera en cómo interpretamos el mundo, dicho de un modo más explícito, existe un adoctrinamiento histórico desde los poderes fácticos, quienes controlan la riqueza, la libertad y la felicidad de los ciudadanos del mundo y, por tanto, es más necesario que nunca promover el empoderamiento de la conciencia para poder actuar en libertad y con conocimiento de causa. Y dicho empoderamiento es posible mediante la meditación, cuyos beneficios son avalados científicamente y permite la trascendencia metafísica desde la conciencia personal a la conciencia transpersonal. Dicho cambio de paradigma psicológico desde la dualidad a la no-dualidad, es factible de poder ser educado mediante una educación transracional,cuyo sustrato epistemologico es la filosofía transpersonal de Ken Wilber.

Obsérvese que la FILOSOFÍA TRANSPERSONAL y la EDUCACIÓN TRANSRACIONAL propuestas se convierten en los fundamentos para la transcendencia metafísica mediante la meditación pues, solo así, puede ser posible la sanación trascendental de la humanidad y, consecuentemente, vislumbrar una organización colectiva que permita una convivencia en paz mediante el amor en el cuarto cuadrante exterior-colectivo.

6 - CUADRANTE EXTERIOR-COLECTIVO: LOS 8 VELOS DE LA PERCEPCIÓN SEGÚN DON HARKINS (VERSIÓN ACTUALIZADA POR AMADOR MARTOS)

Llegamos así al cuarto cuadrante propuesto por Ken Wilber, el correspondiente a los componentes sociales como las modalidades tecnológicas (incluida la censura de internet), las fuerzas de producción (en manos de las corporaciones internacionales en detrimento de la economía local) y las instituciones políticas (corruptas hasta la médula). Este cuadrante, cuyo criterio de validez debe ser el ajuste funcional o efectividad, en la práctica, tal como estamos comprobando con la actual plandemia, evidencia una falta de coherencia en la evolución consciente como humanidad. Determinar el mejor de los consensos para vivir en paz y felicidad para toda la humanidad, es un contra sentido holístico en el que la noosfera se ve abocada al suicidio, precisamente, por la falta de simbiosis de la cual sí hace gala la sabia naturaleza.

Veamos pues, para ilustrar ese cuadrante exterior-colectivo, cuáles son los impedimentos sociales y antropológicos (económicos, políticos, poderes fácticos, etcétera) que impiden que alcancemos la libertad de un modo consensuado colectivamente. Y para ello, nada mejor que la propuesta realizada por Don Harkins: “Los 8 velos de la percepción”, aderezada con justificaciones argumentativas desde mis propias investigaciones, pero sin desvirtuar la esencia cognitiva propuesta por Harkins, más bien lo contrario, para reforzar sus tesis planteadas a la luz de mis publicaciones.

6-1 Wilber versus Harkins

Sin lugar a dudas que La evolución de la conciencia según Ken Wilber es el mapa evolutivo de la conciencia por excelencia. No obstante, Los 8 velos de la percepción según Don Harkins no es menos merecedor de dicho calificativo de excelencia.

Por un lado, la grandeza del mapa evolutivo de la conciencia de Ken Wilber, es que hace un gran aporte cognitivo de tres estadios evolutivos: el prepersonal, el personal y el transpersonal.

Por otro lado, la aportación de Don Harkins es sobre todo una visión antropológica ligada a lo social, la economía, la política, las sociedades secretas que dominan el mundo, los seres inter-dimensionales que controlan a dichas sociedades secretas y por extensión al mundo, para acabar en el alma libre de todo filtro mental y la revelación de Dios.

6-2 El mapa evolutivo de Harkins: actualización por Amador Martos

Ambos mapas, el de Wilber como el de Harkins, tienen obviamente interconexiones conceptuales, lo cual dejo en manos del avezado lector. Harkins murió en el año 2009 y, desde entonces, han ocurrido muchas cosas en el mundo, sobre todo en lo referente a la geopolítica y la desmitificación de la economía y un sentido de la vida que ha dejado de ser gregario para dejar entrever un despertar espiritual, no solo individual sino también colectivo. Es decir, hay una evidencia científica de un cambio de conciencia, que estamos despertando de un modo colectivo, aunque no se haya alcanzado aún la masa crítica. Y ese tránsito de la conciencia humana hacia lo transcendental supone que hay que redefinir nuestras relaciones sociales, la historia, la ciencia y la educación, tal como intento demostrar en mis publicaciones y, de un modo concluyente, en mi última obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD.

En función de lo anterior, el objetivo de este artículo, es refundir Los 8 velos de la percepción propuestos por Don Harkins con las aportaciones de mis propias investigaciones a lo largo de unos doce años, si tenemos en cuenta el año 2008 de la publicación de mi primera obra PENSAR EN SER RICO.

La genialidad de Los 8 velos de la percepción de Don Harkins es que pone en evidencia diferentes y sucesivos estados de conciencia tal capas de cebolla se tratara y que, quitadas una tras otra, origina un desvelamiento cada vez más profundo de la verdadera “realidad” de nuestro mundo y nuestra relación con él, así como vislumbrar otra “realidad” más profunda subyacente en cada uno de nosotros.

Leí Los 8 velos de la percepción años atrás, y debo reconocer que me cautivó la sencillez de su exposición para vislumbrar, velo tras velo, un camino interior de introspección que, a la par, te va alejando de ese mundo de ahí fuera, para finalmente enfrentarte en tu soledad con la mismísima divinidad. Don Harkins ha sabido describir con elegancia y sumamente sencillez, unos estados de conciencia por recorrer para todo aquel disconforme con el mundo en el que vive.

En honor a la verdad, no hay mapas evolutivos de la conciencia unos mejores que otros, pues cada persona puede identificarse con aquel que mejor vibre con su condición interior. El propio Ken Wilber reconoce en su obra Breve historia de todas las cosas, haber estudiado sesenta o setenta mapas evolutivos de la conciencia, para después configurar su propio desarrollo teórico, más conocido como los cuatro cuadrantes, como sustrato de su visión de la evolución de la conciencia. El trabajo de Ken Wilber es, ciertamente, una obra maestra para todo aquel buscador que desee estudiar la evolución de la conciencia; sin embargo, para aquellas personas que quieran “atajar” el camino de la búsqueda, sin renunciar a una genuina intuición de la “verdad” o, mejor dicho, identificar las mentiras del mundo en el que vivimos, el trabajo de Don Harkins es de una solemne sencillez y de una apertura espiritual propia de una persona iluminada.

Por tanto, a continuación, respetando la cronología creciente de Los 8 velos de la percepción, iré añadiendo y argumentando desde mis investigaciones a aquellos aspectos definidos por Harkins en cada preceptivo velo que cada uno de nosotros debería ir quitando uno tras otro. Yo solo me limito a realizar una aportación argumentativa de dichos velos desde la filosofía, la psicología, la sociología, la cultura, la ciencia y la espiritualidad.

6-3 Los 8 velos de la percepción según Don Harkins: versión actualizada por Amador Martos

TRAS EL PRIMER VELO:

Don Harkins: “Hay más de seis mil millones de personas en el planeta. La mayoría de ellos viven y mueren sin haber contemplado, seriamente, nada que no tenga que ver con aquello que les mantiene vivos y lo que necesitan para mantener sus vidas juntos. El noventa por ciento de toda la humanidad va a vivir y morir sin haber atravesado el primer velo.”

En este primer velo, Don Harkins hace referencia implícita a que la mayoría de las personas no saben o no intentan descubrir cuál es el sentido de la vida y, esa contemplación vital, es por carecer de un pensamiento crítico, con lo cual, se ven abocadas a La sociedad de la ignorancia.

TRAS EL SEGUNDO VELO:

Don Harkins: “El diez por ciento de nosotros van a romper el primer velo para explorar el mundo de la historia, la relación entre el hombre, sus formas de gobierno, el significado de la autonomía por medio de la ley constitucional y común. Nos encontraremos con el mundo de la política. Vamos a encontrar un mundo de políticos, votaremos, seremos activos y tendremos una opinión. Pero nuestras opiniones se forman con el mundo físico que nos rodea; vamos a tener una tendencia a aceptar que los funcionarios del gobierno, personalidades de los medios de red y otros “expertos” son voces de autoridad. El noventa por ciento de las personas de este grupo va a vivir y morir sin haber atravesado el segundo velo.”

En este segundo velo, obviamente, hace referencia a cómo cedemos nuestro empoderamiento personal a nuestros representantes políticos, sin tener conciencia de que nos sometemos a una manipulación económica, social y política, sin apenas percibir que la historia es manipulada por “líderes democráticos” al servicio de la poderosa jerarquía financiera.

TRAS EL TERCER VELO:

Don Harkins: “El diez por ciento de los que estén detrás del segundo velo serán capaces de percibir que los recursos del mundo, incluyendo a las personas, son controladas por un grupo de personas y familias extremadamente ricas y poderosas, cuyas posesiones, manipulaciones y extorsiones han servido para fundar la economía global actual basada en la deuda. El noventa por ciento de las personas de este grupo va a vivir y morir sin romper el tercer velo.”

En este tercero velo, como intuí en mi obra CAPITALISMO Y CONCIENCIA, los despiertos descubrirán las mentiras económicas, políticas y epistemológicas, descubrirán también que el dinero-deuda es una trampa esclavizante de los poderes fácticos.

TRAS EL CUARTO VELO:

Don Harkins: “El diez por ciento de nosotros traspasará el cuarto velo, para descubrir el mundo de los Illuminati, de la masonería, de las otras sociedades secretas. Estas sociedades utilizan símbolos y realizan ceremonias que perpetúan la transmisión de conocimiento arcano, que es usado para mantener a la gente ordinaria en la esclavitud política, económica y espiritual de los linajes más antiguos de la tierra. El noventa por ciento de las personas de este grupo va a vivir y morir sin romper el cuarto velo.”

En este cuarto velo, algunos se darán cuenta de un “ojo que todo lo ve”, que hay poderes satánicos que operan desde la obscuridad para que no sepamos lo que está pasando en al mundo, y que realmente existe una conspiración contra la humanidad para la degeneración de la humanidad, en definitiva, que hay una ingeniería social y mental.

TRAS EL QUINTO VELO:

Don Harkins: “El diez por ciento de nosotros que rompan el cuarto velo, aprenderá que estas sociedades secretas y familias poderosas son tan avanzadas tecnológicamente, que cosas como los viajes en el tiempo y las comunicaciones interestelares no suponen ningún problema para ellos y mucho menos controlar las acciones de la gente común a través de estos medios. Sus miembros tienen la capacidad de manipular a las masas con la misma facilidad con la que nosotros mandamos a nuestros hijos a ir a la cama. El noventa por ciento de las personas de este grupo va a vivir y morir sin ser capaces de romper el quinto velo.”

En este quinto velo, solo los más despiertos pueden entrever la distopía temporal que, sustentada en la filosofía cuántica, permite viajar en el tiempo, una cuestión avalada por la hipnosis clínica regresiva, y que el desdoblamiento del tiempo permite tener conciencia de más allá de este tiempo siendo entonces que, el mundo que percibimos, es un sueño.

TRAS EL SEXTO VELO:

Don Harkins: “El diez por ciento de nosotros que logre romper el quinto velo, se encontrarán en un mundo de alienígenas, dragones, reptiles, seres que parecen sacados de cuentos de ficción y literatura infantil, son la fuerza real que controla detrás de las sociedades secretas. El noventa por ciento de las personas de este grupo va a vivir y morir sin ser capaz de romper el sexto velo.”

En este sexto velo, muy pocos se atreverán a hablar del enemigo invisible de la humanidad, un “genio maligno” oculto en la cuarta dimensión y al que solo se puede descubrir mediante la hipnosis clínica regresiva.

TRAS EL SÉPTIMO Y OCTAVO VELOS:

Don Harkins: “No sé lo que hay detrás del séptimo velo, no lo he podido penetrar, pero creo que es la percepción que tiene el alma de la persona libre de todo filtro mental, que ha evolucionado hasta un estado en que, tal vez, ve la realidad de forma muy diferente a los demás, una especie de Gandhi iluminado que se pasea por el mundo despertando a todos alrededor sin distinción alguna."

Don Harkins, en una humildad que caracteriza a un alma iluminada, dice que no ha podido penetrar el séptimo velo. Pero, sin embargo, coincido con él en que es el alma de la persona quien adquiere un discernimiento espiritual cuya máxima es el amor como ley suprema, un Ghandi iluminado como dice él, que busca en la inteligencia espiritual el nexo de unión donde todos nos percibimos los unos a los otros como conciencia de unidad.

Don Harkins: “¿Y el octavo velo? Romper el octavo velo probablemente significa ver la revelación de Dios y la energía pura, que es la fuerza viva que impregna todas las cosas."

El octavo velo es transcender la dualidad para vivir en la no-dualidad, es ser un activista de la propia trascendencia espiritual, y que la meditación es la práctica de ese camino ascendente hacia la sabiduría para lograr la sanación trascendental de la humanidad.

Don Harkins: “Si mis matemáticas son correctas solo hay alrededor de 60.000 personas en el planeta que han sido capaces de romper el sexto velo. La ironía aquí es demasiado increíble: los que se encuentran detrás de los velos uno al cinco, no tienen otra opción que percibir a los que han roto el velo número seis como locos, insanos y paranoicos. Con cada filtro roto, exponencialmente una gran cantidad de gente que empieza a ver la realidad real, es declarada paranoica, pues pasan al lado de la barrera de la forma en la que ven el mundo. Y, para añadir más ironía, cuando más intenta la gente que ha conseguido eliminar el velo número seis, explicar lo que se ve en aquellos que han llegado a eliminar ese filtro de sus vidas, más insano y loco aparece ante ellos.”

Y en esa conclusión de los velos, Don Harkins hace referencia expresa a aquellas personas que viven en la locura aperspectivista, aquellos de nosotros que nos tildan de “negacionista” por denunciar lo que está pasando en el mundo, y que esta falsa pandemia es un pretexto para la implantación del microchip como paso previo al humanismo y un Nuevo Orden Mundial.

Nuestro enemigo, el Estado

Don Harkins: “Detrás de los dos primeros velos nos encontramos con la gran mayoría de las personas en el planeta, son herramientas del Gobierno y del sistema de control, votantes cuya ignorancia justifica las acciones de los políticos que envían a los del primer velo a luchar en sus guerras y contiendas.”

"Los que rompen los velos tercero, cuarto, quinto y sexto son de menor utilidad para el sistema, por disminuir la capacidad para ser utilizado como herramienta para consolidar el poder y la riqueza de muchos, en manos del poder de unos pocos de la élite. Es común ver que estas personas sacrifican parte de sus relaciones con amigos y familiares, sus carreras profesionales y la libertad personal con cada uno de los velos que rompen."

"Albert Jay Nock (1870-1945), autor de Nuestro enemigo, el Estado (1935), explica lo que ocurre con los que se encuentran los velos séptimo y octavo: “¿Cuál fue lo mejor que el Estado podría encontrar que ver con un Sócrates real y un Jesús real cuando los tuvo?, el mero hecho de envenenar a uno y crucificar al otro, sin ninguna razón, pero que eran demasiado e intolerablemente embarazoso que se les permitiera vivir más.”

Elocuente y evidente conclusión de Don Harkins. Sin comentarios.

Conclusiones:

Don Harkins: “Y por lo que ahora sabemos que no es que nuestros compatriotas son tan comprometidos con sus vidas que “ellos no quieren ver” los mecanismos de su esclavización y explotación. Ellos simplemente “no pueden ver”, tan cierto como que no pueden ver lo que hay al otro lado de una cortina cerrada.”

Si de algo puede servir Los 8 velos de la percepción desvelados por Don Harkins es que, finalmente, la evolución de la conciencia es una cuestión intrínsecamente personal para reconvertirse hacia una dimensión espiritual a la que solo se accede mediante el despertar de la conciencia.

El propósito de este ensayo es triple:

Don Harkins: “1 - Para ayudar al puñado de personas en los últimos velos de entender por qué las masas no tienen más remedio que interpretar su claridad como la demencia; 2 - Para ayudar a las personas detrás de los dos primeros velos, que entienden que la vida, la respiración y el pensamiento son sólo el principio, y…3 - Para mostrar a la gente que la mayor aventura de nuestra vida está detrás del próximo velo, porque eso es solo un velo menos entre nosotros y Dios.”

Artículo escrito en memoria de Don Harkins. Dios lo tenga en su gloria.

7 - LA INTEGRACIÓN DE LOS CUATRO CUADRANTES: LA VISIÓN NO-DUAL Y LA INTUICIÓN MORAL BÁSICA

Llegado a este punto de la Teoría integral de la evolución de la conciencia, hemos argumentado que, a cada cuadrante, le corresponde un “mapa evolutivo de la conciencia”, a saber, de un modo resumido:

-Cuadrante interior-individual: La evolución de la conciencia según Ken Wilber: hacia la no-dualidad; y también: La ascensión espiritual individual desde 3D a 5D, según Amador Martos.

-Cuadrante exterior-individual: La pirámide de Maslow dentro de un contexto epistemológico acerca de la psicología evolutiva de la libertad.

-Cuadrante interior-colectivo: La evolución de la conciencia según Amador Martos, la cual propugna los fundamentos de una Filosofía Transpersonal y una Educación Transracional para una integración entre CIENCIA, FILOSOFÍA y ESPIRITUALIDAD

-Cuadrante exterior-colectivo: Los 8 velos de la percepción según Don Harkins (versión actualizada por Amador Martos).

Una vez estudiados y expuestos los “mapas evolutivos de la conciencia” para cada cuadrante de la realidad: ¿cómo realizar la integración de todos ellos? ¿Cómo cerrar el círculo epistemológico entre la ciencia y el espíritu? Para dar respuesta a dichas cuestiones, nuevamente, es imprescindible volver al inconmensurable Ken Wilber, quien nos invita a descubrir la no-dualidad como corolario a nuestra evolución espiritual, una cuestión expuesta sucintamente en mi artículo ¿Dualidad y no-dualidad: dónde está el misterio?

En realidad, el misterio reside en que debemos evolucionar nuestra conciencia, cada cual la suya, mediante la intuición moral básica excelsamente argumentada por Ken Wilber. En efecto, la no-dualidad argumentada por Wilber (interior-individual) es la misma autorrealización propuesta por Maslow (exterior-individual) en su jerarquía de las necesidades humanas y, de un modo cultural, coincide con mi propuesta de la Filosofía Transpersonal y Educación Transracional (interior-colectivo). Incluso en la vertiente social y antropológica (exterior-colectiva), Don Harkins nos remite a quitar el velo que hay entre nosotros y Dios. Como podemos apreciar, cada uno de esos cuadrantes y sus correspondientes mapas evolutivos de la conciencia convergen en la experiencia mística, en el sentimiento del amor y en la conciencia de unidad.

8 - LA SANACIÓN TRASCENDENTAL DE LA HUMANIDAD

Llegamos, así, al único camino para la sanación transcendental de la humanidad: es necesario desde la filosofía contemplar dimensiones de transcendencia espiritual, una cuestión demostrada científicamente en mi obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD, en la que argumento que es posible la transcendencia metafísica mediante la meditación. Y para dicho objetivo, es perentorio un giro copernicano en términos kantianos, es necesario también transcender la minoría de edad del ser humano, en definitiva, es preciso un renovado proyecto filosófico y pedagógico: cambiarse a sí mismo para cambiar al mundo.

En efecto, se trata de un nuevo paradigma de conocimiento que impele a la transformación interior de cada uno de nosotros: se trata de un camino ascendente hacia la sabiduría donde el amor es la idea suprema. Es así como la epistemología de lo conmensurable (ciencia) y la hermenéutica de lo inconmensurable (espíritu) , ambos desde una visión no-dual, son dos modos de saber que conducen a una misma finalidad: la conciencia de unidad entre todos los seres de este y otros mundos.

Conviene recordar una vez más que, el saber sin amor, es puro egoísmo y la causa de tanto sufrimiento en este mundo. Y cuando dicha premisa sea educada a nuestros infantes, antes saldremos de la actual crisis de conciencia porque, al fin y al cabo, dicha crisis de conciencia no es más que una falta de conocimiento de nuestra esencia divina. Es por ello que, la educación, está necesitada de una visión transpersonal y transracional: para vivir en paz y en el amor, pues solo así podremos deshacernos del enemigo invisible de la humanidad.

9 - EL NACIMIENTO DE UNA NUEVA CONCIENCIA

Dicha aprehensión cognitiva y espiritual es susceptible de ser enseñada mediante La educación cuántica, la cual debe ser encuadrada en un sistema de pensamiento que beba de una fuente de sabiduría como la filosofía perenne. La filosofía perenne es un modo de conocimiento también conocido como esotérico, ahora sacado a flote y reformulado epistemológicamente como filosofía transpersonal al trascender la filosofía académica tradicional (racionalista) hacia el misticismo contemplativo (espíritu). La magia de la filosofía perenne es que alude siempre a los principios superiores del amor, la solidaridad, la empatía, el bien, el saber, la libertad, la justicia y la paz, en contraposición a lo que nos ofrece este decadente sistema capitalista. Es decir, es el correcto pensamiento a decir de Garnier, quien puede construir un futuro mejor para todos, y no solo de un modo egoísta e individualista como propugna el economicismo neoliberal. Así, La educación cuántica avalada por la filosofía transpersonal, debería ser una garantía pedagógica con poder para afirmar que estamos ante un segundo renacimiento humanístico: la evolución holística de la noosfera hacia una renovada conciencia colectiva, como postula el arqueólogo, antropólogo y paleontólogo Eudald Carbonell (2007) en su obra El nacimiento de una nueva conciencia.

En dicha obra, Carbonell nos da una visión revolucionaria sobre la condición humana en la que la selección técnica se ha ido imponiendo como mecanismo de evolución del comportamiento humano. Es necesario un pensamiento social crítico que nos conducirá hacia una nueva especie más humana: “De la nueva especie lo más importante será la socialización del conocimiento que hará posible una vida mejor para todos; en segundo lugar, la solidaridad, como valor de cara a conseguir una fuerte conciencia crítica de especie”. Como se puede apreciar, saber y amor, son dos sabios consejos de Carbonell, como si fueran los providenciales bálsamos que pudieran sanar al ego fragmentado y disociado de la humanidad. La nueva conciencia propugnada por Carbonell, de llevarse a la praxis, constituiría todo un segundo renacimiento humanístico. En el primer renacimiento surgió la conciencia individual histórica a partir del cogito cartesiano. En el segundo renacimiento es el espíritu colectivo quien abre las posibilidades hacia un nuevo mundo. El viejo mundo sustentado en el ego está agonizando, y el nuevo mundo del espíritu colectivo está todavía en pañales. Para que sea efectiva la trascendencia del primero al segundo, es imperativa una renovada pedagogía filosófica.

Y esa renovada pedagogía filosófica ya es una realidad de la mano del movimiento transpersonal, avalada por publicaciones transpersonales internacionales, algunas de ellas como Tesis Doctorales y, como corolario, la creación de la Asociación de Pedagogía Transpersonal con clara vocación internacional para que dichos presupuestos cognitivos y pedagógicos sean adoptados por una educación utilizada como un instrumento de poder.

Llegamos así a un punto de esta meta-investigación filosófica en que, la genealogía argumentada, a saber, la importancia de Dios en la filosofía, nos conduce inherentemente a contemplar a Dios en la educación, pero sin caer en dogmatismos.

Decididamente, la filosofía tradicional surgida tras la racional-modernidad está moribunda, y el pensamiento occidental con ella, principalmente, porque su discurso sustentado en el materialismo científico está agotado pues raya con planteamientos filosóficos y espirituales que sobrepasan al método científico desde el surgimiento de la filosofía cuántica. Sin embargo, la filosofía transpersonal, al recoger las enseñanzas de la filosofía perenne, al aunar la racionalidad con la genuina espiritualidad exenta del dogmatismo religioso, apunta hacia un nuevo mundo ahí fuera, pero, sobre todo, a todo un mundo por descubrir dentro de cada uno de nosotros.

Tal como argumento en La educación cuántica, la ausencia de una genuina espiritualidad contemplativa e introspectiva exenta de apriorismo dogmáticos religiosos es la causa epistemológica de la decadencia del pensamiento occidental. Y la única posibilidad de trascender esa decadencia cultural es una integración entre la epistemología y la hermenéutica, entre la ciencia y el Espíritu, entre la razón y el corazón: esos son los fundamentos de la Filosofía Transpersonal para una Educación Transracional.

Esos dos modos de saber, la epistemología y la hermenéutica, ambas integradas mediante la Filosofía Transpersonal posibilitan una Educación Transracional, cuestiones que se abordarán en el siguiente trabajo monográfico.


Resumen de esta monografía:

Concluíamos el anterior trabajo monográfico en que la introspección psicológica y la trascendencia del ego, así como la conexión con el plan divino, todo ese proceso implica una filosofía de la mente para la transformación interior. Y que, para dicha transformación interior, es precisa una reconstrucción del conocimiento que tenga en consideración los mapas evolutivos de la conciencia. Llegamos así al núcleo duro del conocimiento aún no resuelto desde la epistemología de lo conmensurable (materialismo científico), debiendo recurrir ineludiblemente a la hermenéutica de lo inconmensurable (interpretación de lo que sea Dios). Dicha aseveración ha quedado meridianamente clara para los lectores que hayan seguido este trabajo de meta-investigación filosófica.

Ahora bien, ¿cómo podemos hablar de niveles de conciencia cuando, en el actual estadio evolutivo de la humanidad, no hay todavía un consenso cognitivo de lo que sea la “conciencia”? Por tanto, antes de entrar a argumentar los diferentes niveles de conciencia, será preciso inexorablemente intentar clarificar lo que sea la “conciencia”, primeramente, desde una concepción histórica-cultural y, en segundo lugar, desde las implicaciones definitorias para que el actual sistema educativo y cultural aprehenda ese conocimiento autopoiético con capacidad para salir de la crisis de conciencia en la que actualmente se halla este viejo mundo moribundo. Una vez dilucidadas las características definitorias de lo que sea la conciencia desde un punto de vista histórico-cultural y cierto consenso cognitivo acerca de la “conciencia”, solo entonces, podremos abordar los diferentes niveles de la evolución de la conciencia de la mano de pensadores que ya han abordado esa transcendental y monumental tarea filosófica y psicológica.

La panorámica histórico-evolutiva de la humanidad permite al lector comprender la importancia del pensamiento de Wilber, no solo en la interpretación de la historia del pensamiento occidental, sino también como revulsivo de mi propio constructo filosófico a través de mis diversas publicaciones que, en definitiva, propone trascender un viejo mundo y sus paradigmas trasnochados, hacia un nuevo mundo que apunta a nuevos paradigmas por descubrir para todo sincero buscador de sabiduría, o dicho en término positivo, emprender un camino ascendente hacia la sabiduría. Así, con la constatación heideggeriana de que “todo comprender es comprenderse”, cabe destacar el papel positivo de la subjetividad en la hermenéutica, lo cual implica distinguir la subjetividad metafísica de lo que sería el ser humano individual, al que no se opone la hermenéutica. La metafísica, aunque problemática, es inevitable: el ser “humano” (cualquier ser con determinado grado de consciencia) es un ser metafísico, y la desaparición de la metafísica solo es posible con la desaparición del humano (o vivos semejantes de otros planetas). Una de las características del siglo XX ha sido la crítica sin contemplaciones a este tipo de filosofía eterna y sistemática que asociamos al término metafísica. Y, sin embargo, nada más actual que las cuestiones metafísicas. No hay manera de evitar que una y otra vez vuelva ese tipo de preguntas primeras sobre Dios, el hombre o el mundo, que quieren saber qué es lo que podemos conocer, qué es lo que debemos hacer o qué es lo que nos cabe esperar.

Una vez dilucidada la panorámica histórica-evolutiva de la humanidad de la mano del inconmensurable Ken Wilber, vayamos ahora a las implicaciones definitorias de lo que sea la “conciencia”.

Si la conciencia, tanto individual como colectiva, es un proyecto filosófico y pedagógico en construcción, cabe preguntarse si existen referentes filosóficos que nos ilustren sobre la evolución de la conciencia. Indudablemente que, El mito de la caverna de Platón es una alegoría aún vigente hoy en día en vista de la inmersión colectiva en la sociedad de la ignorancia y sus repercusiones epistemológicas.

No obstante, es Ken Wiber quien nos ofrece un mapa evolutivo de la conciencia sin parangón en la historia de la humanidad. Ken Wilber delinea cómo la conciencia evoluciona en la subjetividad de cada ser humano, ya sea consciente o inconscientemente, y es la responsabilidad de cada cual el empoderamiento de dicho conocimiento para trascender desde el estadio prepersonal al personal y, desde ahí, dar el salto al estadio transpersonal, un estado de “iluminación” como un proceso continuo de permanente evolución dentro de un marco de referencia estrictamente ético.

Ahora bien, a mi entender, ese mapa evolutivo de la conciencia así argumentado por Ken Wilber, se encuadra en el cuadrante superior izquierdo (subjetividad intencional) dentro de su meta-teoría de los cuatro cuadrantes.

La pregunta por antonomasia que motiva esta meta-investigación filosófica es: ¿Es posible una “Teoría integral de la evolución de la conciencia” que integre a los cuatro cuadrantes excelsamente definidos por Ken Wilber? Eso creo haber demostrado, pues la integración de los cuatro cuadrantes contempla y es fiel a la visión no-dual de Ken Wilber, así como a la intuición moral básica tan necesaria. Esta es una sinopsis de dicha Teoría integral de la evolución de la conciencia desde los cuatro cuadrantes:

-Cuadrante interior-individual: La evolución de la conciencia según Ken Wilber: hacia la no-dualidad; y también: La ascensión espiritual individual desde 3D a 5D, según Amador Martos.

-Cuadrante exterior-individual: La pirámide de Maslow dentro de un contexto epistemológico acerca de la psicología evolutiva de la libertad.

-Cuadrante interior-colectivo: La evolución de la conciencia según Amador Martos, la cual propugna los fundamentos de una Filosofía Transpersonal y una Educación Transracional para una integración entre CIENCIA, FILOSOFÍA y ESPIRITUALIDAD.

-Cuadrante exterior-colectivo: Los 8 velos de la percepción según Don Harkins (versión actualizada por Amador Martos).

Una vez estudiados y expuestos los “mapas evolutivos de la conciencia” para cada cuadrante de la realidad: ¿cómo realizar la integración de todos ellos? ¿Cómo cerrar el círculo epistemológico entre la ciencia y el espíritu? Para dar respuesta a dichas cuestiones, nuevamente, es imprescindible volver al inconmensurable Ken Wilber, quien nos invita a descubrir la no-dualidad como corolario a nuestra evolución espiritual, una cuestión expuesta sucintamente en mi artículo ¿Dualidad y no-dualidad: dónde está el misterio?

En realidad, el misterio reside en que debemos evolucionar nuestra conciencia, cada cual la suya, mediante la intuición moral básica excelsamente argumentada por Ken Wilber. En efecto, la no-dualidad argumentada por Wilber (interior-individual) es la misma autorrealización propuesta por Maslow (exterior-individual) en su jerarquía de las necesidades humanas y, de un modo cultural, coincide con mi propuesta de la Filosofía Transpersonal y Educación Transracional (interior-colectivo). Incluso en la vertiente social y antropológica (exterior-colectiva), Don Harkins nos remite a quitar el velo que hay entre nosotros y Dios. Como podemos apreciar, cada uno de esos cuadrantes y sus correspondientes mapas evolutivos de la conciencia convergen en la experiencia mística, en el sentimiento del amor y en la conciencia de unidad.

Llegamos, así, al único camino para la sanación transcendental de la humanidad: es necesario desde la filosofía contemplar dimensiones de transcendencia espiritual, una cuestión demostrada científicamente en mi obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD, en la que argumento que es posible la transcendencia metafísica mediante la meditación. Y para dicho objetivo, es perentorio un giro copernicano en términos kantianos, es necesario también transcender la minoría de edad del ser humano, en definitiva, es preciso un renovado proyecto filosófico y pedagógico: cambiarse a sí mismo para cambiar al mundo.

En efecto, se trata de un nuevo paradigma de conocimiento que impele a la transformación interior de cada uno de nosotros: se trata de un camino ascendente hacia la sabiduría donde el amor es la idea suprema. Es así como la epistemología de lo conmensurable (ciencia) y la hermenéutica de lo inconmensurable (espíritu) , ambos desde una visión no-dual, son dos modos de saber que conducen a una misma finalidad: la conciencia de unidad entre todos los seres de este y otros mundos.

Conviene recordar una vez más que, el saber sin amor, es puro egoísmo y la causa de tanto sufrimiento en este mundo. Y cuando dicha premisa sea educada a nuestros infantes, antes saldremos de la actual crisis de conciencia porque, al fin y al cabo, dicha crisis de conciencia no es más que una falta de conocimiento de nuestra esencia divina. Es por ello que, la educación, está necesitada de una visión transpersonal y transracional: para vivir en paz y en el amor, pues solo así podremos deshacernos del enemigo invisible de la humanidad.

En el primer renacimiento surgió la conciencia individual histórica a partir del cogito cartesiano. En el segundo renacimiento es el espíritu colectivo quien abre las posibilidades hacia un nuevo mundo. El viejo mundo sustentado en el ego está agonizando, y el nuevo mundo del espíritu colectivo está todavía en pañales. Para que sea efectiva la trascendencia del primero al segundo, es imperativa una renovada pedagogía filosófica.

Y esa renovada pedagogía filosófica ya es una realidad de la mano del movimiento transpersonal, avalada por publicaciones transpersonales internacionales, algunas de ellas como Tesis Doctorales y, como corolario, la creación de la Asociación de Pedagogía Transpersonal con clara vocación internacional para que dichos presupuestos cognitivos y pedagógicos sean adoptados por una educación utilizada como un instrumento de poder.

Llegamos así a un punto de esta meta-investigación filosófica en que, la genealogía argumentada, a saber, la importancia de Dios en la filosofía, nos conduce inherentemente a contemplar a Dios en la educación, pero sin caer en dogmatismos.

Decididamente, la filosofía tradicional surgida tras la racional-modernidad está moribunda, y el pensamiento occidental con ella, principalmente, porque su discurso sustentado en el materialismo científico está agotado pues raya con planteamientos filosóficos y espirituales que sobrepasan al método científico desde el surgimiento de la filosofía cuántica. Sin embargo, la filosofía transpersonal, al recoger las enseñanzas de la filosofía perenne, al aunar la racionalidad con la genuina espiritualidad exenta del dogmatismo religioso, apunta hacia un nuevo mundo ahí fuera, pero, sobre todo, a todo un mundo por descubrir dentro de cada uno de nosotros.

Tal como argumento en La educación cuántica, la ausencia de una genuina espiritualidad contemplativa e introspectiva exenta de apriorismo dogmáticos religiosos es la causa epistemológica de la decadencia del pensamiento occidental. Y la única posibilidad de trascender esa decadencia cultural es una integración entre la epistemología y la hermenéutica, entre la ciencia y el Espíritu, entre la razón y el corazón: esos son los fundamentos de la Filosofía Transpersonal para una Educación Transracional.

Esos dos modos de saber, la epistemología y la hermenéutica, ambas integradas mediante la Filosofía Transpersonal posibilitan una Educación Transracional, cuestiones que se abordarán en la siguiente monografía.
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Dios en la psicología humana

9 – DIOS EN LA PSICOLOGÍA HUMANA



Este trabajo de investigación está disponible como LIBRO en EBOOK y GRATIS en PDF


Ponencia en el VIII Congreso Internacional CESPE 2023, relacionada con este trabajo de investigación

Ponencia en la 3ª edición del Diplomado Internacional de Pedagogías Emergentes, relacionada con este trabajo de investigación

Resumen de la anterior monografía: 8 - DIOS: UNA LUZ EN TU CAMINO

Argumentar que podemos intuir a Dios en nuestro interior como una luz en nuestro camino, implica una intuición espiritual como síntesis de saberes entre la epistemología y la hermenéutica. Y eso, creo yo, es lo que he conseguido con mi artículo científico titulado La filosofía transpersonal como una hermenéutica complementaria a la epistemología: fundamentos para una educación transracional.

Ahora bien, ¿qué tiene que decir la ciencia en la comunicación entre la razón y el espíritu? Tradicionalmente, como se ha visto en esta meta-investigación, la ciencia (camino descendente) y la religión (camino ascendente) han permanecido en caminos divergentes por más de dos mil años. Sin embargo, desde el surgimiento de la filosofía cuántica, se produce un acercamiento de cada vez más científicos en considerar a Dios como parte de la ecuación del conocimiento, lo cual irreversiblemente, es un nuevo paradigma de conocimiento conocido como filosofía transpersonal. En dicho sentido es como se ha podido descubrir a Dios como una experiencia mística y a través de la meditación: un “sí mismo” desde la no-dualidad.

Así propuesta la cuestión de comunicación entre la ciencia y Dios, es indiscutible que la ciencia no es más que una percepción parcial de la totalidad del Ser. Y que, en dicho intento de fusionar la ciencia y la espiritualidad (o la filosofía y la metafísica), es perentorio que existan diferentes grados del conocimiento de Dios, que existan velos de la percepción humana por derribar y que, ello, ineludiblemente nos lleva a la consideración de diferentes mapas evolutivos de la conciencia. Recordemos que la conciencia es el núcleo duro que la ciencia no ha resuelto todavía, primordialmente, porque se ha centrado en el “ello” (naturaleza objetiva), obviando a las experiencias subjetivas (“yo”) así como intersubjetivas (“nosotros”). En definitiva: los Tres Grandes diferenciados por Kant son, todavía, el gran reto de integración al que nos enfrentamos en el actual estadio evolutivo de la humanidad.

Para resolver dicha cuestión, la semiótica es la ciencia derivada de la filosofía que puede permitir una integración entre ciencia y espiritualidad, pues trata de los sistemas de comunicación dentro de las sociedades humanas. Y, ¿cuál es el problema más acuciante del ser humano? Efectivamente: la comunicación entre ciencia y espiritualidad, una cuestión que el enemigo invisible de la humanidad se afana para que no encontremos el camino de regreso a nuestra esencia divina. Y ese regreso a nuestra esencia divina, solamente se puede realizar desde una transformación interior y de trascendencia para realizar conscientemente el camino de la ascensión espiritual individual desde la 3D a la 5D. Se trata, en definitiva, de la búsqueda del “sí mismo” que nadie puede hacer por nosotros. Y, la semiótica, nos provee una aprehensión cognitiva en sintonía con dicha experiencia interna.

La aprehensión cognitiva en el camino interior de cada cual, en términos conceptuales, es lo que se conoce como la epistemología de lo conmensurable (teoría del conocimiento desde la filosofía y la ciencia sustentadas ambas en la razón dualista) así como la hermenéutica de lo inconmensurable (interpretación de Dios desde la no-dualidad). Para lograr una certera y unívoca conceptuación, son necesarias entonces las demarcaciones conceptuales por antonomasia: dualidad y no-dualidad.

Cabe dejar claro que la no-dualidad es una experiencia mística, es un lúcido misticismo platónico, es decir, una experiencia inefable que no puede ser expresada en palabras ni conceptos: desde la dualidad racional ese ámbito numinoso es conocido como metafísica, una cuestión denostada por el materialismo científico como se ha argumentado durante esta investigación y que, ese "misticismo cuántico", por justicia histórica y epistemológica, debería ser llamado filosofía transpersonal.

No obstante la dificultad de percibir a Dios en términos conceptuales, hay un lenguaje universal que se conoce como “geometría” y, en dicho sentido, el círculo es una representación de Todo lo que Es, es decir, Dios. En boca del físico y astrónomo Sir James Jeans: “Dios es matemático, y el universo está empezando a parecerse más a un gran pensamiento que a una gran máquina”. Es así como me fue desvelada esa manifestación divina mediante un mándala geométrico donde, las demarcaciones conceptuales, pueden ser expresadas como Verdad, Sabiduría y Amor en el camino descendente desde la Unidad Divina hasta la Multiplicidad Humana; y, por otro lado, la Filosofía, la Metafísica y el Conocimiento como camino ascendente desde la Multiplicidad Humana hasta lograr la experiencia mística de la Unidad Divina.

Dichas demarcaciones conceptuales (Verdad, Sabiduría, Amor, Filosofía, Metafísica y Conocimiento) han sido objeto de mis diversas publicaciones y, en consecuencia, me ha permitido elaborar un glosario de artículos relacionados con cada concepto, para facilitar la labor investigativa de todo aquél interesado en la búsqueda del “sí mismo” a través de la filosofía transpersonal como nuevo paradigma de conocimiento. Y esa búsqueda del “sí mismo” se convierte, entonces, en un camino ascendente hacia la sabiduría. Y toda persona que haya iniciado ese sendero de sabiduría acaba convergiendo en el amor como el más alto valor ético, porque, cabe recordar una vez más: la sabiduría y el amor no pueden ser encapsulados y prescritos por un médico, sino que deben ser aprehendidos consciente y prácticamente por todo sincero buscador de verdad; porque no hay mayor verdad que el amor (espiritualidad), y el amor a la verdad es el camino (filosofía), un reto de integración entre la razón y el espíritu con la salvaguarda de la naturaleza.

Las anteriores aseveraciones nos remiten, obvia e inherentemente, al sabio aforismo en boca del inconmensurable Sócrates: “Aquel que quiera cambiar el mundo, deberá comenzar por cambiarse a sí mismo”. Ahora bien, cambiarse a sí mismo, implica un proceso psicológico que es preciso abordar en la siguiente monografía.

1 - TESIS DOCTORAL DE NOEMÍ SIVERIO (VENEZUELA): PSICOLOGÍA DEL HOMO COMPLEXUS PARA UNA EDUCACIÓN DESDE LA COMPRENSIÓN

Finalizábamos el anterior trabajo monográfico con la necesidad de abordar el proceso psicológico implicado en la tarea del cambio de sí mismo. Los seguidores de este autor saben que, en mi obra La educación cuántica, argumento que la filosofía transpersonal desarrollada por Ken Wilber, así como la psicología transpersonal como la “cuarta fuerza” tras el conductismo, el psicoanálisis y la psicología humanista, se constituyen ambos como un nuevo paradigma de conocimiento.

Siguiendo la estela de dicha argumentación, he tenido el honor que, el esquema epistemológico de mi obra, haya servido de esqueleto cognitivo en la Tesis Doctoral de Noemí Siverio (Venezuela) y, por tanto, es preciso abordar dicha proposición académica y las connotaciones psicológicas para el “homo complexus”, lo cual implica asimismo que dicha renovada comprensión psicológica sea extensiva al ámbito educativo.

La novedad de esta Tesis Doctoral es que contempla la psicología transpersonal, así como la educación transracional, en palabras de Noemí Siverio en la introducción:

"… es necesario que la psicología voltee su mirada hacia la complejidad del ser humano al considerarlo desde sus diversas dimensiones: bilógico, emocional, social, cultural, racional, irracional, psicológico y espiritual. Es por esta razón que en nuestra investigación apostamos por una psicología compleja o transpersonal, considerada la cuarta fuerza dentro del campo de la ciencia del comportamiento humano, que toma en cuenta la complejidad del ser dándole espacio en su seno a la dimensión espiritual que es inherente al mismo, y de esta forma estaría acercándose a su comprensión.….Por lo tanto, nuestro ideario se dirige a tener presente una educación Transracional que se opone a la visión mecanicista de la educación tradicional, al enfocarse en el pensamiento que orienta la razón hacia la espiritualidad, que enfatiza en la no dualidad sujeto-objeto, conllevando al nacimiento de una nueva consciencia que se adhiere a la dimensión espiritual del hombre, resultando ser a todas luces una educación sustentada en la noción compleja de éste, y por tanto en la necesidad de su comprensión. Por lo que estamos esperanzados en esa psicología compleja, así como en la educación Transracional."

Mi agradecimiento a Noemí Siverio por las citas a mis publicaciones, es todo un honor que mis investigaciones hayan sido de utilidad en su Tesis Doctoral.

A continuación, el resumen y la introducción a la Tesis Doctoral:

RESUMEN

En nuestra era posmoderna la noción de Homo Sapiens (hombre racional), se hace insuficiente puesto que al enfatizar el aspecto racional del ser humano se ignora la locura, el delirio, lo afectivo, lo mitológico, lo lúdico y hasta lo estético, que también son aspectos inherentes a la condición humana. Esta reducción de la persona al aspecto racional dificulta la concepción dialógica sapiens-demens (racional/irracional), que guarda estrecha relación con la configuración del sujeto creativo y espiritual, así como también imposibilita su comprensión. Éste último valora los sentimientos por encima de la razón, se trata de una persona diferente e inédita en muchos aspectos, lo que ha conllevado a su incomprensión desde la Psicología clásica y por ende desde la Educación, porque al estar ésta posicionada en un paradigma psicológico tradicional no le da respuestas a ese hombre de hoy. El actual sistema educativo responde fielmente a la noción de ciencia Positivista que ha contribuido a un tipo de pensamiento y de razón que rinde culto a lo fáctico, donde además se pone de manifiesto la pretensión de construir al otro desde nuestras prácticas educativas. Esto se explica porque la Psicología está anclada en la objetividad, el determinismo, el reduccionismo, la causalidad, olvidando que, con la objetividad extrema del ser, se pasa por alto que éste además de racional, es también emocional, sensible e irracional, es decir es un Homo Complexus, en el que habitan y coexisten la unidad y la multiplicidad. Deviniendo de lo anterior, la intencionalidad de esta investigación nos conduce a reflexionar sobre una teoría psicológica abierta y compleja, propia de la persona que debe emerger en la actualidad, y a teorizar sobre una Psicología del Homo Complexus para de esta forma tener la posibilidad de una Educación desde la comprensión. La metódica de este trabajo tiene carácter hermenéutico, fundamentado en la complejidad, a partir de allí se peregrinó por cinco dimensiones, de donde emergió la teoría de la tesis doctoral que se oferta y a la que denominamos “Perspectiva Pentadimensional para una Psicología que Revela la Comprensión del Homo Complexus, desde la Educación”. Aspirando que esto se convierta en una posibilidad para contribuir con la Educación Venezolana.

Descriptores: Complejidad, educación, espiritualidad, empatía, ser humano.

INTRODUCCIÓN

“La felicidad es el arte de acoger la vida aquí y ahora, es el norte de la brújula de nuestro corazón y el horizonte hacia el que caminan nuestros pasos” (José María Toro)

En nuestra tesis doctoral adoptamos una postura crítica hacia la psicología clásica cuyo principal fundamento es la objetividad, el reduccionismo, el determinismo, el control y la creencia de poder acceder a la conducta humana desligada de la subjetividad. Las afirmaciones que preceden nos llevan a precisar que la visión mecanicista-cartesiana ha tenido influencia en la psicología, tal visión es analítica y consiste en dividir los problemas y pensamientos en cuantas partes sean posibles para luego disponerlos en un orden lógico.

Tales planteamientos conducen a recordar que esta ciencia del comportamiento humano al fundar sus bases en unas premisas positivistas caracterizadas por la causalidad, la certidumbre, la certeza de la existencia de una única realidad cognoscible a través de la razón, se orienta hacia el criterio simplificador del ser humano como absolutamente determinado.

Ante esta postura, la psicología clásica está pensando al hombre desde una sola dimensión, por lo que el mismo se nos presenta mutilado. Desde esta perspectiva restringida se accede a la racionalidad cerrada, incapaz de considerar lo plural, tildando de irracional todo aquello que se escape de la lógica totalitaria con lo que se niega la complejidad del ser humano.

Cabe considerar que ese paradigma científico clásico del que venimos hablando al ser recepcionado por la psicología lo fue también por los modelos educativos, lo que hace ver al estudiante desde el prisma de la reducción y predictibilidad, siendo una educación sustentada en un sistema mecanicista, reproductora del conocimiento, de la realidad. Sobre este aspecto, también se dirige nuestra crítica, por cuanto, desde esta educación se parte de la idea de un sujeto pasivo que recibe el conocimiento, al ser considerado como un recipiente al que hay que llenar de contenidos que debe memorizar.

Este tipo de educación pretende fabricar un ser que satisfaga los deseos del docente, moldeándolo según su gusto, donde todo educador quiere dar vida a lo que fabrica, dificultándose por tanto su comprensión.

Por lo antes expuesto somos de la idea que es necesario que la psicología voltee su mirada hacia la complejidad del ser humano al considerarlo desde sus diversas dimensiones: bilógico, emocional, social, cultural, racional, irracional, psicológico y espiritual. Es por esta razón que en nuestra investigación apostamos por una psicología compleja o transpersonal, considerada la cuarta fuerza dentro del campo de la ciencia del comportamiento humano, que toma en cuenta la complejidad del ser dándole espacio en su seno a la dimensión espiritual que es inherente al mismo, y de esta forma estaría acercándose a su comprensión.

Por otro lado, si prestamos atención a lo planteado anteriormente en torno a las características que delinean a la educación, podremos darnos cuenta que desde su contexto no estamos educando desde y para la comprensión, por ello, este es otro aspecto contemplado en esta investigación. Por lo que resulta necesario que el sistema educativo sea permeado por una psicología compleja, que se oriente a la comprensión del hombre contemporáneo, dado que éste es incomprendido no solo desde la psicología sino además por la educación, ya que esta última tampoco ha estimado que las personas son un homo complexus donde habitan y coexisten factores antagónicos, esto las hace ser diferentes, inéditas en muchos aspectos.

Por lo tanto, nuestro ideario se dirige a tener presente una educación Transracional que se opone a la visión mecanicista de la educación tradicional, al enfocarse en el pensamiento que orienta la razón hacia la espiritualidad, que enfatiza en la no dualidad sujeto-objeto, conllevando al nacimiento de una nueva consciencia que se adhiere a la dimensión espiritual del hombre, resultando ser a todas luces una educación sustentada en la noción compleja de éste, y por tanto en la necesidad de su comprensión. Por lo que estamos esperanzados en esa psicología compleja, así como en la educación Transracional.

Por otro lado, es preciso acotar que la senda recorrida en nuestra tesis doctoral fue emergiendo en la medida en la que se llevó a cabo la misma, no fue un transitar en solitario, contrario a esto, constituyó una experiencia de intercambio, de aprendizaje mutuo, que contó con la participación de teóricos e informantes que colaboraron con la investigación, quienes aportaron una serie de ideas, que contribuyeron a ampliar mi conocimiento, así como mi mundo afectivo y espiritual.

No obstante, este acompañamiento se vio fortalecido por el circulo hermenéutico que conformamos mi tutor, dos compañeras de estudio y yo, lo que conllevó a que las asesorías se vieran iluminadas por el compartir de conocimientos, el debate de las ideas, el respeto, favoreciendo esto en gran medida al éxito de las reuniones, que resultaron ser fértiles, al mismo tiempo ese círculo hermenéutico vino a formar parte de la metódica desplegada en esta tesis. De lo anterior deviene que el producto intelectual que estamos presentando, lo podemos considerar como el resultado de una dialógica que incluye el pensamiento tanto del tutor, como el de la tesista, en combinación con las ideas de los diferentes teóricos, que fueron inspiradores en este trabajo, así como también las consideraciones de los informantes, no pudiendo pasar por alto los aportes ofrecidos por el circulo hermenéutico antes referenciado.

Es importante destacar que el estilo discursivo del texto se presenta en todo momento aludiendo a la primera persona del plural, por cuanto fue un nosotros lo que permitió la producción de este trabajo doctoral, con esto reconozco la labor llevada a cabo por mi tutor por cuanto sus aportes fueron de inestimable valor.

En referencia a la organización y cuerpo de la investigación, el hilo discursivo se estructura en siete capítulos. El primero de ellos se tituló “Temática de Interés Doctoral”, aquí se exponen tres aspectos: develando la problemática, la justificación y los senderos de la investigación. En cuanto al primer aspecto mencionado presentamos un cuestionamiento a la psicología clásica, así como a la educación tradicional, ambas ajenas a la complejidad y por ende a la comprensión del ser humano. En relación a la justificación, el texto se enmarca en lo que pensamos vendría a constituir el deber ser de la psicología y también de la educación, además nos orientamos hacia lo que se aspira de ambas. Por lo que se hace énfasis en la necesidad de una psicología compleja que nos conduzca a una educación desde y para a comprensión, dilucidando lo que implicaría esta última. En este sentido, se habla de la redimensión que se necesita en la educación, es decir, hacia donde debe ir, preocuparse por el ser humano, tener perspectivas más amplias, no reduccionistas. En atención a los senderos de la investigación aluden a lo que representa los propósitos de la misma.

En el capítulo dos que se corresponde con el transitar teórico de la investigación, lo hemos llamado “Hacia la Comprensión del Homo complexus” en el mismo se destaca la evolución histórica de la psicología, se describe la relación entre psicología y educación y el paradigma que ha prevalecido en ambas, así también se plantean las diversas manifestaciones de la incomprensión. Además de esto, se hace mención a las consecuencias de la incomprensión en el contexto social venezolano, aunado a lo anterior se presenta una aproximación al Homo complexus, así como también se alude a lo que representa una psicología compleja, adicionalmente se habla sobre una educación desde y para la comprensión y finalmente nos planteamos una interrogante ¿Qué educación para el Homo complexus?

El capítulo tres refiere a la metódica, que hemos denominado “Acercamiento al Homo complexus”. Primeramente, es importante destacar que la investigación carece de un contexto específico, porque la misma no se llevó a cabo en una institución determinada o con personas pertenecientes a alguna Organización. Se trabajó con una gama de informantes que aportaron ideas a través de entrevistas inestructuradas destacándose entre ellos: un antropólogo, un estudiante (Milenial), un docente/político y un psicólogo.

Por su parte la investigación estuvo configurada por tres momentos que nos indicaron la ruta a seguir: Andamiaje Hermenéutico, Reencuentros, Tejido Hermenéutico Complejo. El primer momento hace mención a la articulación de la estructura teórica que sirvió de apoyo para el proceso hermenéutico que se realizó durante toda la investigación. El segundo momento me llevó a reencontrarme con la complejidad de los informantes y al mismo tiempo con mi complejidad. En este punto, se llevaron a cabo una serie de entrevistas a los actores que colaboraron con la tesis, esto me permitió interactuar con ellos, facilitando un proceso dialógico que me dio la oportunidad de convertirme en participante de la investigación. El tercer y último momento se trató de una interacción entre teorías, relatos de los informantes, así como el producto del círculo hermenéutico que se desplegó durante las asesorías de la investigación, además de la subjetividad de la investigadora y los aportes del tutor, estos aspectos se vincularon para efectuar el tejido interpretativo, representando esto la senda que nos llevó a la teoría que denominamos “Perspectiva Pentadimensional para una Psicología que revela la Comprensión del Homo complexus”.

Como puede verse nuestra teoría es pentadimensional porque fueron cinco las dimensiones a partir de las cuales emergieron los constructos que dieron contenido a la misma. En este sentido, tenemos cuatro dimensiones que se originaron de los informantes: Antropológica, Psicológica, Docente/Política y Estudiante (Milenial), una quinta dimensión surgió a partir de la teoría psicológica Transpersonal. Desde la visión de los actores que colaboraron con la investigación emergieron seis constructos: Homocomplexus, Comprensión del ser humano, Educación para la compresión, Inacabamiento de ser, Psicología para la comprensión, Resemantización de la comprensión. De la quinta dimensión, emergieron cuatro constructos: Inteligencia espiritual, Educación Transracional, Dimensión Espiritual: Un despertar de la consciencia y Psicología compleja. Cabe destacar que esta teoría es inédita, no es cerrada, tampoco finita y mucho menos constituye una verdad última por lo que podría ser sometida a discusión, esto nos habla del inacabamiento del conocimiento.

El capítulo cuatro denominado “La Comprensión: diversas perspectivas”, presenta la interpretación de las mega categorías con sus respectivas categorías que se originaron a partir de las informaciones suministradas por cada uno de los informantes en las entrevistas que se llevaron a cabo. Luego se procedió a darle contenido a las mismas apoyándonos no solo en la información recabada sino además en los teóricos que convergieron con el criterio esgrimido por cada informante. Este capítulo resultó ser prolifero, permitió establecer un intercambio de ideas, una dialógica que contribuyó al enriquecimiento de esta producción doctoral.

El capítulo cinco lo titulamos “La Psicología Compleja y su Relación con la Comprensión” en el mismo hacemos uso de varios elementos de teóricos derivados de la psicología compleja o Transpersonal, poniendo de manifiesto la influencia que han tenido en esta disciplina diversas teorías que se insertan en la complejidad. Además de lo anterior presentamos una aproximación a los supuestos de esta psicología, así como también la visión de complejidad que en este sentido han tenido Manuel Almendro, Joseph Fericgla, Stanislav Grof, Ken Wilber entre otros. Desde estos planteamientos se posibilita entonces pensar en la comprensión del ser humano complejo y en la necesidad de que la educación sea permeada por estas consideraciones.

El capítulo seis denominado “Perspectiva Pentadimensional para una Psicología que Revela la Comprensión del Homocomplexus desde la Educación”, constituye la teoría que emergió de todo el proceso investigativo, desde la cual consideramos se abre toda una perspectiva amplia para la comprensión del Homo Complexus desde la psicología transpersonal y la educación transracional.

Hemos llegado así al último capítulo titulado “Reflexiones Finales”, este se enfoca en tres aspectos: una narración de la experiencia particular en el proceso investigativo, unos referentes conclusivos y las recomendaciones que podrían dar continuidad a esta línea de investigación. Todo esto nos impele a considerar que estamos dejando una puerta abierta a otras investigaciones que deseen ahondar en el tema, ya que lo que presentamos aquí no se trata de una teoría acabada, finita, cerrada (para todos aquellos interesados, la Tesis Doctoral está disponible en PDF).

La Tesis Doctoral de Noemí Siverio, junto a la Tesis de Maestría de Marely Figueroa, son dos aportes vanguardistas que abordan la visión transpersonal como revulsivo a la educación académica tradicional: ¿acaso son las primeras piedras de un gran edificio educativo-espiritual?

Mi sueño es que alguna Universidad haga posible impartir asignaturas sobre filosofía transpersonal, psicología transpersonal, educación transracional así como las ciencias vanguardistas relacionadas con la espiritualidad. Ese sueño ya se está haciendo realidad a tenor de estas dos incipientes y novedosas iniciativas:

-EXPERIENCIA PIONERA EN EL MUNDO DE LA FILOSOFÍA: EL INSTITUTO ATENEO DE COLIMA (MÉXICO) IMPARTE LA ASIGNATURA DE FILOSOFIA TRANSPERSONAL EN EL GRADO UNIVERSITARIO DE EDUCACIÓN

-TESIS DOCTORAL DE MORELIA VALENCIA MEDINA (ESPAÑA): UNA PERSPECTIVA TRANSPERSONAL PARA LA EDUCACIÓN

Dichas Tesis Académicas evidencian que hay que abordar la complejidad psicológica de la racionalidad humana con nuevos neologismos, por ejemplo: la dimensión espiritual como un despertar de la conciencia. Consecuentemente, es imperativo que cada cual se pregunte: ¿Quién crees que eres tú?

2 - ¿QUIÉN CREES QUE ERES TÚ?

Inconsciente, subconsciente, consciente

Aquello que creas que eres, si así lo crees, eso eres tú. Ahora bien, acerca de lo que crees que eres: ¿Cómo sabes que lo que sabes es cierto? Toda creencia es eso, una creencia, pero no necesariamente la verdad. Aquello que crees que eres pudiera ser una ilusión y, del mismo modo, la verdad de lo que crees que eres también pudiera ser una ilusión. Ser consciente de lo que crees que eres o de la verdad de lo que eres, presupone un conocimiento de sí mismo, un reto cognitivo que requiere un empoderamiento de los propios pensamientos reflexivos. Por tanto, la consciencia de sí mismo y, consecuentemente, el estudio de la conciencia es un reto psicológico para todo aquel que quiera saber quién es realmente. Consecuentemente, es pertinente la siguiente pregunta: ¿Qué es la conciencia?

Muy pocas personas saben escucharse a sí mismas, pues como ha demostrado el neurólogo estadounidense Benjamin Libet mediante experimentos, las señales cerebrales asociadas a las acciones se producen desde 0,3 a varios segundos antes de que el sujeto fuera consciente de la decisión de llevarlas a cabo. El orden de las actividades cerebrales parecía ser percepción del movimiento y luego decisión, y no a la inversa. Es decir, el cerebro consciente solo intenta ponerse al nivel de lo que ya estaba haciendo el cerebro inconsciente.

Si, como demuestra Libet, nuestras decisiones y acciones conscientes proceden de nuestro inconsciente, ¿quién da dichas órdenes? En términos de Carl Gustav Jung: “Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida, y tú lo llamarás destino". Ahora bien, hay que tener en cuenta que nuestro subconsciente es manipulado por el enemigo invisible de la humanidad, por tanto, más que nunca es necesario ser un maestro del pensamiento mediante el empoderamiento de sí mismo. Dicho empoderamiento tiene sus propios procesos como son la consideración de la filosofía de la mente, la técnica mayéutica, la “muerte del ego” y una revolución interior hasta lograr la maestría de saber escuchar nuestro subconsciente.

Dualidad y no-dualidad

El ser humano está dotado de razón, pero, como se ha visto anteriormente, el proceso cognitivo es un laberinto complejo a través del inconsciente, el subconsciente y el consciente. Además, cabe tener en cuenta que todo pensamiento es dualista porque hay un sujeto pensante y un objeto pensado; y el mayor de los dualismos es la separación entre razón y Espíritu. Toda la filosofía occidental está sustentada en el dualismo que divide al ser humano entre ese mundo interior que pregunta y ese otro mundo exterior por conocer.

Sin embargo, si tomamos en consideración que la realidad es una ilusión, porque somos una fábrica de ilusiones, la única realidad verdadera es ese mundo interior en donde está presente el Espíritu, y la búsqueda de ese Espíritu es nuestra misión espiritual más sagrada: se trata de una experiencia mística (es decir: no dual) y sería la actitud correcta.

La trampa del ego

La ilusión de la dualidad anteriormente expuesta es una trampa del ego, ese sistema de creencias que te mantiene separado del Espíritu. Lo que piensas que eres, lo que crees que eres, es una argucia del ego para mantenerte separado del Espíritu (o Dios). Todo pensamiento dual lleva a la separación de ti respecto del mundo y los demás, y te aleja aún más de Dios. Pero ese proceso de separación se hace de un modo totalmente inconsciente, hasta que ocurre el despertar espiritual, una experiencia en la que la razón se espiritualiza para sustituir la dualidad por la no-dualidad. ¿Y cómo saber diferenciar la voz del ego de la voz del Espíritu? La meditación es el camino. La voz del ego te dice lo que tú debes creer lo que eres, pero, mediante la meditación como sanación trascendental, es posible frenar esa voz ilusoria para escuchar la voz del Espíritu en medio de tu soledad, porque El silencio habla, solamente hay que saber escuchar esa intuición espiritual. El ego es la voz de la mente que fomenta la división, que crea las dualidades. Sin embargo, la voz del Espíritu es puro Amor, y te hace vivir en la conciencia de unidad.

Una vez comprendido todo lo anterior, de das cuenta que el mundo exterior es una trampa del ego que divide a la humanidad por países, culturas, religiones, familias, y te divide a ti mismo cuando solamente buscas fama, dinero, poder y satisfacción egoísta. Lo contrario, estar al servicio de los demás, es propio de haber trascendido hacia la conciencia transpersonal, donde todos somos Uno. Es así como adquirimos también inteligencia espiritual y, por fin, despertamos de un mundo que es como un sueño. En el caos que vemos en ese mundo exterior, existe un orden. Sin embargo, nos dejamos llevar por el miedo tal fuera un virus psicológico, en vez de confiar en el Amor, porque el Amor es el mejor bálsamo de sanación. Así es como el ego te tiende una trampa para que no mires en tu interior.

Universidad del Amor

Aprehender todo lo anterior no es una cuestión baladí, pues requiere la firme decisión de conocerse a sí mismo y, por tanto, también es necesario un proyecto filosófico y pedagógico: cambiarse a sí mismo para cambiar al mundo, en el mismo sentido que nos advirtiera el inconmensurable Sócrates: “Aquel que quiera cambiar el mundo, deberá comenzar por cambiarse a sí mismo”.

No son tiempos de cambiar a los demás. Si quieres ver un mundo en paz, debes vivir en la paz interior y, cuando haya la suficiente masa crítica hasta alcanzar un despertar colectivo masivo, entonces, y solo entonces, entre todos “nosotros” será posible cambiar ese mundo de ahí fuera. El nacimiento de una nueva conciencia en la humanidad solamente es posible desde la paz interior, viviendo en y para el Amor. A tal efecto, es imperativa una Universidad del Amor para difundir el Amor internacionalmente y que, todos, participemos de un hermoso proyecto de Amor mundial desde lo transpersonal, desde tu interior.

La sabiduría como ciencia para la sanación espiritual

Ahora, intenta reformular la pregunta que da inicio a este artículo: ¿Quién crees que eres tú? Convendrás conmigo que es preciso iniciar un camino ascendente hacia la sabiduría porque, el saber sin Amor, es puro egoísmo y la causa de tanto sufrimiento en este mundo. Y, en ese estado de sabiduría, no es conveniente decir lo que se piensa, sino pensar lo que se dice: así es como tendrás el control consciente de tu subconsciente, y no estar manipulado desde el inconsciente, ahí radica la clave de la sabiduría como ciencia para la sanación espiritual.

Lo que se desprende de dicha introspección psicológica, es que hay que introducir a Dios en la ecuación del conocimiento de sí mismo, porque es la trampa del ego quién te mantiene en la ilusión de la separación del Espíritu. Por tanto, la misión más importante después de la introspección psicológica y trascendencia del ego, es conectarse con el plan divino.

3 - CONÉCTATE CON EL PLAN DIVINO

Hablar de un plan divino en medio de tanto caos exterior parece una incongruencia, sin embargo, en todo caos existe un orden, y cada cual debe saber poner orden en sus ideas para comprender realmente cuál es el sentido de la vida.

La vida, en sí misma, es un misterio por resolver, y a ello se han dedicado tradicionalmente la ciencia y la filosofía, a saber, dar respuestas a las preguntas metafísicas por excelencia: ¿Quién soy yo?, ¿De dónde vengo? y ¿Hacia dónde voy? Pero nadie puede responder esas preguntas por cada uno de nosotros, pues el camino hacia la “verdad” debe ser recorrido individualmente: se trata de un camino ascendente hacia la sabiduría. De hecho, la ciencia (epistemología de lo conmensurable) y la genuina filosofía (hermenéutica de lo inconmensurable) deberían ser fusionadas en una sabiduría como ciencia para la sanación espiritual.

Así pues, el fracaso epistemológico de Occidente ha sido la creación de dualismos que dividen al ser humano, y el mayor de esos dualismos es la separación entre la ciencia y el Espíritu. Recordemos que la razón es a la dualidad como el amor es a la unidad; y que solo se puede trascender la dualidad trascendiendo nuestro propio ego mental que todo lo divide: por países, por culturas, por familias, a sí mismo, y hasta alejarse casi definitivamente de la divinidad que mora en nuestro interior.

En consecuencia, el reto más importante para cada de uno de nosotros es el de la transformación interior hasta lograr la sabiduría, porque solamente desde la sabiduría se puede vivir en y para el amor. Recordemos una vez más que el saber sin amor es puro egoísmo y la causa de tanto sufrimiento en este viejo mundo abocado al colapso. Y es mediante la sabiduría y el amor como, entre todos, seremos capaces de establecer los presupuestos filosóficos para la transición humana del viejo mundo al nuevo mundo. ¿Pero cuáles son las diferenciaciones entre el viejo mundo y el nuevo mundo? En esencia, se trata de un estado vibratorio de nuestra propia conciencia, pues todo es vibración en el universo.

En un lenguaje más popular, el viejo mundo corresponde a la Matrix (3D), y el nuevo mundo por descubrir es la Conciencia Crística (5D), o el estado del Buda. Sin embargo, la transición de la 3D a la 5D no es un camino baladí, pues hay que transitar por la cuarta dimensión (4D), ese mundo de las ideas como decía Platón, donde habita el enemigo invisible de la humanidad y desde donde controla al ser humano a través del subconsciente. Saber ello implica una ascensión espiritual individual desde la 3D a la 5D mediante el empoderamiento, el despertar espiritual, la trascendencia del ego y la conciencia de unidad.

Alcanzar la conciencia de unidad y, por tanto, reconocer que todos somos UNO, implica trascender la fragmentación de nuestra conciencia desde que ocurriera la gran inversión desde lo inconmensurable (Dios) a lo conmensurable (ciencia). Esa fragmentación dualista entre la ciencia y el Espíritu es lo que ha propugnado la disociación de la colectividad mediante la ingeniería social y mental alentada por los poderes fácticos a través de la ingente manipulación económica, social y política. Una vez sabido cómo nuestra historia ha sido manipulada, y cómo la educación también ha sido un instrumento de poder para mantenernos colectiva y culturalmente en la ignorancia inducida, es oportuno considerar las repercusiones epistemológicas para dar respuestas a las preguntas planteadas al inicio de este artículo: ¿Quién soy yo?, ¿De dónde vengo? y ¿Hacia dónde voy?

Y como se ha argumentado anteriormente, el despertar espiritual y la evolución del amor son la única tabla de salvación para salir de esta falsa pandemia creada por las fuerzas obscuras de la cuarta dimensión, pues está en juego la salvación de nuestra alma al impedir reconocernos que somos pura esencia de amor, y que el amor es la ley suprema. El amor es el plan divino, conéctate con el plan divino, conéctate con el amor.

Ahora bien, la introspección psicológica y la trascendencia del ego, así como la conexión con el plan divino, todo ese proceso implica una filosofía de la mente para la transformación interior, cuestión que veremos seguidamente.

4 - FILOSOFÍA DE LA MENTE PARA LA TRANSFORMACIÓN INTERIOR: EMPODERAMIENTO, DESPERTAR ESPIRITUAL, TRASCENDENCIA Y CONCIENCIA

1 - INTRODUCCIÓN

Siguiendo la estela de los fundamentos epistemológicos argumentados en el trabajo monográfico titulado “ASCENSIÓN ESPIRITUAL INDIVIDUAL DESDE 3D A 5D”, es perentorio ahora desarrollar una “FILOSOFÍA DE LA MENTE PARA LA TRANSFORMACIÓN INTERIOR”. Dicho de otro modo, el proceso psicológico de la transformación interior durante el desarrollo de la evolución espiritual desde 3D a 5D, requiere una pertinente “Filosofía de la mente” argumentada no solo filosófica y psicológicamente, sino, también, desde presupuestos de la filosofía cuántica y la meditación como ciencia trascendental. Dicha “Filosofía de la mente” se ajusta asimismo a las cuatro pautas evolutivas de la ascensión espiritual individual desde 3D a 5D, a saber: empoderamiento, despertar espiritual, trascendencia y conciencia.

Para el objetivo anteriormente expuesto, los artículos e investigaciones que sustentan este trabajo monográfico están disponible cada uno de ellos individualmente y numerados en el orden preciso de la argumentación que, en el punto tres de más abajo, se detallan bajo estos cuatro epígrafes: empoderamiento, despertar espiritual, trascendencia y conciencia. Por tanto, el lector podrá recurrir a los correspondientes artículos numerados para ahondar en los detalles de las citas, bibliografías, pensamientos y las pertinentes argumentaciones científicas. En el citado punto tres se expondrá un resumen de las ideas más significativas de cada artículo a los efectos de hilvanar la argumentación teorética pretendida, a saber, la “Filosofía de la mente para la transformación interior”.

Sin embargo, no se puede desligar este trabajo de investigación del anterior dedicado a la “ASCENSIÓN ESPIRITUAL INDIVIDUAL DESDE 3D A 5D”, por tanto, a modo de recordatorio e introducción, a continuación, una sinopsis general del tránsito desde 3D a 4D y 5D.

2 - SINOPSIS GENERAL DE LA “ASCENSIÓN ESPIRITUAL INDIVIDUAL DESDE 3D A 5D”

2-1 La tercera dimensión - 3D

Respecto a la 3D, no voy a ahondar demasiado en ello. Vivimos en un mundo cuyo sistema piramidal de poder está abocado al fracaso, pues se sustenta en una ingeniería social y mental cuyo principal objetivo es la manipulación económica, social y política, lo cual ha llevado a la extenuación psicológica de las personas y de los pueblos. Esos poderes globalistas pretenden imponer un Nuevo Orden Mundial para la esclavitud de la humanidad mediante una falsa pandemia cuyo pretexto es imponer una dictadura sanitaria y eugenésica sobre todos nosotros.

Frente a ello, el “despertar colectivo masivo” es la única solución posible, a pesar de la ingente manipulación de los medios de comunicación y los gobiernos, ya sean de izquierdas o derechas, pues todos ellos son serviles a los poderes fácticos de la oligarquía plutocrática y que, a su vez, obedecen a la agenda satánica del enemigo invisible de la humanidad.

En la 3D hay una percepción lineal del tiempo y el espacio, con la capacidad de recordar el pasado y proyectar el futuro estando en el presente. Se experimenta la polaridad y la ilusión de la separación en el desarrollo de la identidad individual y la pérdida del sentido grupal: en esos presupuestos se fundamentan el capitalismo, o cualquier “ismo” que divide a la humanidad, pues se desarrolla el ego creyendo que estamos separados del Todo. La diferenciación comienza alrededor del segundo año de vida, cuando el niño comienza a diferenciar su yo emocional y su mente representacional. En esa etapa de aprendizaje es donde comienza la fragmentación y el surgimiento de la dualidad entre sujeto y objeto. Esa división del Ser es lo que llamamos personalidad, y es parte de nuestro trabajo considerar la evolución de la conciencia como único camino de salvación.

2-2 La cuarta dimensión - 4D

La única solución a la anterior situación estriba en el empoderamiento de cada uno de nosotros sobre las circunstancias descritas en la 3D. Dicho empoderamiento se constituye en una salida de las sombras tal como lo describe Platón en el Mito de la Caverna. Ese empoderamiento es estrictamente necesario para dejar atrás la 3D de nuestra vida e intentar dar un sentido a la misma. Ese proceso de empoderamiento nos llevará a la 4D (parte baja) donde se toma conciencia de la integración grupal sin pérdida de la individualidad, más conocido ello como “inconsciente colectivo”, un lugar en donde residen los sentimientos, las emociones y los sueños, y en donde se percibe el tiempo en forma de espiral. En términos de Carl Gustav Jung: “Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida, y tú lo llamarás destino”. Dicho empoderamiento tiene sus propios procesos como son la consideración de la filosofía de la mente, la técnica mayéutica, la “muerte del ego” y una revolución interior hasta lograr la maestría de saber escuchar nuestro subconsciente.

Acto seguido en dicho proceso psicológico, debería surgir la experiencia conocida como “despertar espiritual”, la cual nos lleva a la 4D (parte alta) mediante el desarrollo de nuestra intuición espiritual, la consideración de la evolución del amor desde presupuestos de la neurobiología y la sociobiología, el despertar de la conciencia desde la perspectiva de la psicología transpersonal y la inteligencia espiritual que nos conducirá a la sabiduría como ciencia para la sanación espiritual.

El despertar espiritual en la 4D (grupal) se siente como sobrepuesta a la 3D (egoica), pues a nivel humano tenemos la necesidad de compartir con grupos nuestras experiencias vitales, revisar nuestras relaciones, buscar la sanación y el crecimiento mediante las correspondientes terapias. El paso de la 3D a la 4D es lo que se ha denominado como “salto cuántico” ya que implica un profundo cambio de nuestro sistema de creencias. Ahora ya hemos identificado al enemigo invisible que convive con nosotros en la 4D y sabemos cómo manipula a las personas que viven en la ignorancia de la 3D a través de los pensamientos y las emociones, incluso con implantes físicos o etéricos. La 4D es el lugar donde se dan las pesadillas y los abusos astrales, es un lugar de conflicto entre los seres obscuros y los seres de luz y, la única salida, estriba en vibrar en la dimensión del amor que, propiamente, pertenece a la 5D.

2-3 La quinta dimensión - 5D

Por tanto, el empoderamiento y el despertar espiritual vistos en la 4D se constituyen en una evolución psicológica de la persona más allá de las limitaciones 3D. De un modo científico, recomiendo estudiar dicho proceso a través de la evolución de la conciencia propuesta por Ken Wilber, pero también en mi investigación monográfica de la conciencia. Uno de esos recorridos evolutivos por descubrir es la meditación a través de la cual se logra una experiencia mística que, correlativamente en términos de filosofía cuántica, el físico francés Garnier nos propone como un “doble” a través del cual tenemos acceso a nuestras intuiciones y premoniciones, llegando así a percibir nuestra mente cuántica para realizar un auténtico viaje de la transformación interior que, inexorablemente, nos acerca al sentido de la trascendencia como parte baja de la 5D. Es así como el sujeto trascendente experimenta su propio proceso de ascensión espiritual hasta adquirir una visión lógica y la transracionalidad.

El anterior proceso de ascensión psicológica y espiritual implica un giro copernicano desde el “ver para creer” al “creer para ver”, una cuestión metafísica que pertenece a la parte alta de la 5D en la que se toma conciencia de sí para alcanzar la verdadera felicidad mediante la conciencia transpersonal, una experiencia mística de la conciencia que nos hace sentir Uno con el Universo, dicho de otro modo, alcanzar la conciencia de unidad.

La 5D se constituye, entonces, en una frecuencia de sabiduría interna en la que se experimenta la conciencia grupal como un solo Ser, es una frecuencia energética y no física en la que se percibe el tiempo como un continuo donde solo existe el ahora eterno. En la 5D es donde se viven los sueños dotándolos de realidad espacio/temporal, donde se experimentan los sueños lúcidos y la magia blanca. Como es una dimensión de luz, se perciben formas lumínicas y muchas veces geométricas. La 5D es también descrita como la conciencia de Cristo y de Buda.

Cada una de esas cuatro pautas evolutivas, a saber, empoderamiento, despertar espiritual, trascendencia y conciencia tienen un soporte epistemológico mediante mis diversas publicaciones a modo de artículos, por tanto, pasemos a continuación a la argumentación pormenorizada de cada una de esas cuatro pautas.

3 - FILOSOFÍA DE LA MENTE PARA LA TRANSFORMACIÓN INTERIOR

Índice:

1 - EMPODERAMIENTO

Artículo 2: ¿Qué tipo de pensador eres?
Artículo 3: La mente como problema
Artículo 4: Más allá de la mente
Artículo 5: El poder de la mente
Artículo 6: La mente y el campo cuántico
Artículo 7: Mente cuántica: el viaje de la transformación interior
Artículo 8: La muerte del ego
Artículo 9: Busca tu propio orden
Artículo 10: Escucha tu subconsciente

2 - DESPERTAR ESPIRITUAL

Artículo 11: La minoría de edad en el ser humano
Artículo 12: El cerebro y yo
Artículo 13: La intuición espiritual
Artículo 14: El despertar espiritual y la evolución del amor
Artículo 15: Despertar de conciencia e inteligencia espiritual

3 - TRASCENDENCIA

Artículo 16: El sujeto trascendente
Artículo 17: La trascendencia metafísica mediante la meditación
Artículo 18: La sanación trascendental del ser humano
Artículo 19: La sanación trascendental de la humanidad mediante la meditación

4 - CONCIENCIA

Artículo 20: El giro copernicano
Artículo 21: La razón al servicio del amor
Artículo 22: El camino ascendente hacia la sabiduría


FILOSOFÍA DE LA MENTE PARA LA TRANSFORMACIÓN INTERIOR

1 - EMPODERAMIENTO

- Artículo 2: ¿Qué tipo de pensador eres?

El empoderamiento debe comenzar por nuestros propios pensamientos. En un largo periodo de la historia, la fe religiosa ha supuesto la mayor ceguera para hacer del hombre un ser libre y consciente, hasta que el filósofo Descartes alumbró a la humanidad con el “cogito”, popularmente más conocido como “pienso, luego existo”. Ahora bien, pensar certeramente no es una actividad baladí, al contrario, conviene aprender a pensar y, en dicho sentido, cabe preguntarse qué tipo de pensadores somos cada uno de nosotros:

- ¿Eres un pensador irreflexivo? (cuando no estamos conscientes de problemas en nuestro pensamiento)
- ¿Eres un pensador retado? (cuando nos enfrentamos con problemas en nuestro pensamiento)
- ¿Eres un pensador principiante? (cuando tratamos de mejorar, pero sin práctica regular)
- ¿Eres un pensador practicante? (cuando reconocemos la necesidad de práctica regular)
- ¿Eres un pensador avanzado? (cuando avanzamos según seguimos practicando)
- ¿O eres un pensador maestro? (cuando los buenos hábitos de pensamiento se vuelven parte de nuestra naturaleza)

La doctora y psicóloga educativa Linda Elder junto al líder en el movimiento internacional de pensamiento crítico, el doctor Richard Paul, han desarrollado una mini-guía con conceptos y herramientas que permiten adentrarnos en los pasos del desarrollo del pensamiento crítico. Invito como primer paso para el empoderamiento el dilucidar qué tipo de pensador eres, será un buen ejercicio para iniciarse en el conocimiento de sí mismo.

Ahora bien, ¿es posible conocerse a sí mismo bajo un sistema de adoctrinamiento económico, social y político? ¿Cómo adquirir un pensamiento crítico ante la ingeniería social y mental a la que está sometida la humanidad a través de la historia y la educación? El problema al que nos enfrentamos al intentar resolver dichas preguntas pasa por resolver la cuestión epistemológica, es decir, ¿cómo sabemos si lo que sabemos es cierto? Una ingente tarea para cada uno de nosotros, y que han intentado resolver cada uno de los filósofos de la historia y que, a la vista de la falsa pandemia , es notable que no hay un consenso entre los “covidianos” y los “negacionistas”: existe una disonancia cognitiva entre la conciencia personal de cada uno de nosotros en relación con la convivencia colectiva aún por consensuar. Dicho de otro modo, el fracaso epistemológico de Occidente no ha sido resuelto todavía, aunque, algunos filósofos de la conciencia , lo estamos intentando. Y si algo hay cierto en la actualidad es que hay que considerar a la ciencia de la conciencia como la ciencia por antonomasia, por cierto, una disciplina muy incipiente en la historia de la humanidad.

Y para llegar al desciframiento de lo que sea la conciencia, es ineludible una “filosofía de la mente” certera e inequívoca, tal como lo prescribió el filósofo Descartes mediante el “cogito”, más popularmente conocido como “pienso, luego existo”. Por tanto, iniciemos esa andadura de la “Filosofía de la mente” con una aproximación a la “mente” humana, tal como así lo realicé en mi obra La educación cuántica, en un intento de demostrar que la humanidad se halla ante un nuevo paradigma de conocimiento.

El problema del conocimiento no es una cuestión baladí, más bien hay una brecha epistemológico entre la ciencia y las humanidades. La “mente” que intenta conocerse a sí misma está enroscada en un bucle cognitivo, tal serpiente que se come la cola, ciertamente, ¿cómo entender las repercusiones epistemológicas de la sociedad de la ignorancia? Y más importante aún, ¿cómo resolver la ignorancia inducida por el enemigo invisible de la humanidad? Nos vemos así envueltos en el estudio de la mente como un verdadero problema por resolver.

- Artículo 3: La mente como problema

Mientras que la ciencia tradicional se mantiene en su visión materialista, cada vez crece un mayor número de científicos que apoyan y desarrollan un "nuevo paradigma" basado en la supremacía de la conciencia. Estamos en los albores de dejar de ver a la mente humana como puramente biológica sino abierta a otras interpretaciones con connotaciones desde una filosofía cuántica , es decir con conexión al universo entero, de ahí el concepto de "mente cuántica", en alusión a la conexión entre la racionalidad humana y el campo cuántico. Sin lugar a dudas, estamos ante nuevas reglas del pensamiento que la ciencia todavía no ha descubierto su funcionamiento, pero presentes en el conocimiento esotérico de la filosofía perenne.

La mente humana no es una tabula rasa. Pudiera pensarse que la mente humana es una tabula rasa a partir de la cual tiene lugar el constructivismo de la propia experiencia interna y subjetiva de la realidad en su interacción con el medio, véase en este sentido la epistemología genética del psicólogo y biólogo Jean Piaget. Sin embargo, recientes investigaciones acreditan que un feto no nacido, no solo puede escuchar los sonidos del mundo exterior, sino es capaz de recordar palabras específicas en los días siguientes al nacimiento. Esta nueva investigación ha sido realizada por científicos finlandeses de la universidad de Helsinki y demuestran que los bebés dentro del vientre materno desarrollan una memoria de palabras que oyen con frecuencia. Afirman dichos científicos que un recién nacido no es un lienzo vacío, sino que el aprendizaje se inicia antes del nacimiento, indicando así la existencia de un subconsciente antes de la formación del yo emocional y el nacimiento de la mente representacional entorno a los dos años de los niños.

Cuando los niños crecen, experimentan una progresión de sus frecuencias desde delta (de cero a dos años), luego zeta (de dos a cinco años), después alfa (de cinco a ocho años) y, finalmente, beta (de ocho a doce años). En el caso del experimento finlandés, se realizó dentro del espectro de las ondas delta, un estado de sueño profundo que se da también en los adultos cuando duermen y que posibilita que los niños de cero a dos años funcionen fundamentalmente desde el subconsciente. Los niños de dos a cinco años viven dicha fase en un estado similar al trance y conectados sobre todo a su mundo interior, en el reino de lo abstracto con escasos matices de pensamiento racional. En ambos casos se conecta directamente con el subconsciente mediante las ondas cerebrales lentas, cuestiones que el lector puede ampliar en el libro Deja de ser tú, la mente crea la realidad de Joe Dispenza.

En virtud de lo anterior, ¿dónde comienza la memoria y la vida? ¿Antes o después del nacimiento? ¿No será la vida, más bien, una expresión cuántica percibida por la mente humana, incluso en estado subconsciente como acreditan los anteriores experimentos con niños? ¿No recuerda ello la teoría de la reminiscencia de Platón? Para Platón, adquirir conocimientos consiste en recordar lo que el alma sabía cuando habitaba en el mundo inteligible de las ideas antes de caer en el mundo sensible y encerrado en el cuerpo. Obviamente, nos vemos así envueltos en una cuestión puramente metafísica donde tiene cabida el poder de la imaginación. En efecto, en los años ochenta, se puso de moda el “entrenamiento mental”, practicada por algunos equipos olímpicos. Consiste en que el deportista se imagine realizando la tarea deportiva a desempeñar en orden a mejorar su rendimiento físico. Evidentemente, algunos científicos eran escépticos hasta que se empezaron a realizar experimentos. El escéptico psicólogo deportivo William Straub organizó un experimento para desacreditar la práctica del entrenamiento mental, pero el resultado fue precisamente lo contrario: funcionaba. ¿Qué sucede cuando uno imagina que está haciendo algo en lugar de hacerlo de verdad?

La solución es aportada desde los estudios con neuroimagen, que indican que las áreas de la corteza motora primaria se activan de manera parecida cuando imaginamos que movemos el cuerpo y cuando lo movemos de verdad. La única diferencia es que el cerebro no ha dado la orden de moverse a los músculos. En el libro El mándala del cuerpo, Matthew y Sandra Blakeslee, relatan cómo el pianista Vladimir Horowitz entrenaba con la imaginación porque no soportaba tocar otro piano que no fuera el suyo, y también un violinista que pasó siete años en la cárcel sin su instrumento pero que dio un concierto impecable al salir gracias a su entrenamiento mental. Este tipo de experimentos fueron confirmados en 1994 por el neurocientífico Álvaro Pascual-Leone de la Universidad de Harvard. El entrenamiento mental fue también demostrado en 2004 por la Fundación Clínica de Cleveland.

Consecuentemente: ¿La mente modifica la realidad? ¿Hacia dónde se encamina nuestra civilización? ¿Han quedado obsoletas ciertas creencias? ¿Estamos experimentando una evolución holística hacia una nueva realidad? Cuando escuchamos hablar de evolución, todos pensamos en fósiles, simios, Darwin y Dawkins. Pero la idea de evolución es mucho más profunda y amplia. En la actualidad, un movimiento de científicos, filósofos y pensadores espirituales visionarios -a los que Carter Phipps llama “evolucionarios”- está forjando una nueva visión de la evolución que reconoce la importancia de la ciencia, remodela la cultura y actualiza de forma radical la espiritualidad.

Si una cosa indica las anteriores demostraciones, es que el mundo interno de las personas está conectado con el mundo externo, conformando un todo interdependiente, un universo en vibración que los antiguos maestros védicos enseñaban como Nada Brahma. El campo vibratorio es inherente a todas las investigaciones espirituales verdaderas, así como las investigaciones científicas. Es el mismo campo de energía observado por santos, budas, yoguis, místicos, chamanes, sacerdotes y videntes en su interior. Esta antigua sabiduría ha sido olvidada por nuestra sociedad moderna por haber incursionado con el pensamiento en el mundo exterior de la forma en vez de profundizar en el mundo interior mediante la meditación. “El camino intermedio” de Buda, el “Justo medio” de Aristóteles y el “Tao” de las filosofías orientales, todos ellos invitan a buscar el correcto equilibrio entre nuestro mundo externo e interno.

- Artículo 4: Más allá de la mente

¿Qué conclusiones podemos sacar con lo visto anteriormente? En primer lugar, que no hay un consenso cognitivo y científico en la humanidad y, por tanto, que el estudio de la mente es un verdadero problema por resolver. En segundo lugar, que hay nuevas reglas del pensamiento que la ciencia tradicional aún no ha descubierto, o han sido obviadas conscientemente para manipular a la humanidad. En tercer lugar, que la mente tiene un potencial metafísico a través del poder de la imaginación. En cuarto lugar, que existe un subconsciente al cual hay que saber conectarse mediante la introspección, el conocimiento de sí mismo y la meditación. Por tanto, esos cuatro presupuestos vislumbran una posibilidad de ir más allá de la mente, más allá de nuestro sistema de creencias, más allá del adoctrinamiento de nuestros pensamientos. Veamos pues, a continuación, qué podemos hallar más allá de la mente.

En el año 2005, David W. Moore, investigador de la Universidad de Princeton, publicaba un estudio titulado Tres de cada cuatro americanos creen en lo paranormal , con las siguientes estadísticas: un 41% de personas creían en la percepción extrasensorial, un 37% estaban convencidos de que las casas pueden quedar encantadas con espíritus de personas fallecidas o un 31% de estadounidenses que creen en la telepatía. Anteriormente, en el año 2001, otro estudio similar arrojaba los siguientes datos: el 54% de los estadounidenses cree en la sanación de enfermedades mediante poderes mentales, el 33% está convencido de que los extraterrestres nos han visitado en algún momento de nuestra historia o el 32% que cree que la mente humana puede ver el pasado y predecir el futuro mediante la clarividencia.

La ciencia ignora o niega cuanto no puede explicar, pero eso no quiere decir que no exista. Tal es el ejemplo del cardiólogo Pim van Lommel, quien investiga experiencias después de la muerte y la conciencia. Una síntesis de su investigación fue publicada en el 2001 en la revista médica The Lancet. En 2007 publicó su obra Consciencia más allá de la vida. La ciencia de la experiencia cercana a la muerte, donde ofrece pruebas científicas de que las experiencias cercanas a la muerte (ECM) no son un fenómeno atribuible a la imaginación, la psicosis o la falta de oxígeno.

Según Pim van Lommel, los hechos evidencian que la conciencia es algo mucho más vasta y compleja que el cerebro y que sigue existiendo pese a la ausencia de toda función cerebral. Pim van Lommel introduce estas experiencias en un amplio contexto cultural que va desde las diferentes visiones religiosas del pasado hasta los nuevos presupuestos de la física cuántica, en donde estos fenómenos tienen un lugar coherente dentro de sus modelos teóricos. Para este cardiólogo, “nuestra conciencia no es más que un retransmisor para esta dimensión de nuestro ser en varias. Es como una radio que, mientras vivimos aquí, sintoniza con este universo. Nuestra muerte solo es un cambio de conciencia, una transición. Solo morimos en una dimensión para pasar a otras”. Y según él, no se trata de una convicción religiosa sino una cuestión de física cuántica: la meditación y el misticismo son técnicas de paso entre esas dimensiones.

Si Pim van Lommel tiene razón, ¿se abre una contingencia a creer, una vez más, en la reencarnación, una creencia consistente en que la esencia individual de las personas (ya sea mente, alma, conciencia o energía) adopta un cuerpo material no solo una vez sino varias según va muriendo? Todo un mundo de posibilidades cuánticas que abriría la puerta para la remisión de los pecados a través de la ley del karma

Pero el ejemplo viviente exento de toda suspicacia es el neurocirujano de la Universidad de Harvard, Alexander Eben, quien relata en primera persona su experiencia de la vida después de la muerte, tras estar sumido en un profundo coma durante una semana, en el que dice, viajó a otra dimensión del universo que nunca antes pudo llegar a soñar que existiese. Explica dicha experiencia en su obra La prueba del cielo: el viaje de un neurocirujano a la vida después de la muerte. No es de extrañar que dicho tema adquiera mayor notoriedad entre la comunidad científica después de que la prestigiosa fundación John Templeton donase cinco millones de dólares al profesor de filosofía de la Universidad John Martin Fischer para que estudiase en profundidad las experiencias cercanas a la muerte (ECM), lo que se ha dado en llamar “Proyecto inmortalidad”.

En España también tenemos un científico que ha publicado acerca de las experiencias cercanas a la muerte (ECM). Se trata del psiquiatra José Miguel Gaona Cartolano quien ha publicado un ensayo científico titulado: ¿Son las experiencias cercanas a la muerte (ECM) la base empírica que demuestra la existencia del alma? Asimismo, en su libro Al otro lado del túnel , esta eminencia científica nos viene a decir que los investigadores de todo el mundo comienzan a descubrir que las profundas experiencias espirituales de los moribundos resultan difíciles de explicar. En los últimos años ha trabajado en el campo de la neuroteología, ciencia que estudia los fenómenos místicos y espirituales desde una perspectiva neurológica. En esta línea, dirige el Proyecto Túnel, un sitio de encuentro para personas que han sufrido experiencias cercanas a la muerte (ECM) y que desean compartir dichas experiencias o abordarlas desde un punto de vista terapéutico.

Sin lugar a dudas, la mente es una caja de sorpresas, veamos qué más nos depara.

- Artículo 5: El poder de la mente

Así pues, como se ha visto, nuestra mente puede experimentar experiencias cercanas a la muerte (ECM) así como acceder a dimensiones insospechadas para la ciencia materialista. Pero, incluso, la mente tiene un poder intrínseco para la propia sanación. Ya sea que esté luchando contra una enfermedad potencialmente mortal, que tenga una condición de salud “crónica” que la medicina occidental no ha sido capaz de curar, o que esté luchando contra los síntomas molestos que disminuyen su calidad de vida, o simplemente esperando para optimizar su energía, vitalidad y longevidad, hay pruebas científicas de que puede curarse a sí mismo.

Las cargas de los datos demuestran que la mente puede creer en sí misma también. En los ensayos clínicos, lo llamamos “el efecto placebo”. Los pacientes tratados con placebos no solo se sienten mejor, sino que ellos realmente saben que están mejor. Verrugas que desaparecen, se dilatan los bronquios, desaparecen inflamaciones, el crecimiento del cabello en las cabezas de los hombres calvos, úlceras que sanan, y otros fenómenos fisiológicos medibles.

También sabemos que puede ocurrir todo lo contrario, y la mente puede pensar en sí mismo como un enfermo, lo que los investigadores laman “el efecto nocebo”. Cuando los pacientes reciben inyecciones con solución salina y les dijeron que era quimioterapia, vomitaban y perdían su cabello.

¿Cómo suceden tales cosas? En su libro Mind Over: La prueba científica. Usted puede curarse, Lissa Rankin explica la ciencia que hay detrás de cómo un pensamiento o una emoción positiva o negativa en la mente se traducen en la reparación espontánea en el cuerpo.

Como resultado, el cuerpo se ha construido los mecanismos de auto-reparación que fijan proteínas dañadas, la reparación del ADN, los desequilibrios hormonales correctos, y engullen las células del cáncer, agentes infecciosos, y cuerpos extraños a los que nuestros cuerpos están expuestos a diario. Estos mecanismos explican las remisiones espontáneas que se reportan en la literatura médica de, aparentemente, enfermedades “incurables” como la etapa 4 del cáncer, el VIH, el hipotiroidismo, la diabetes, e incluso una herida de arma de fuego. Sin embargo, los pacientes a menudo se sienten impotentes para aprovechar estos mecanismos de auto-reparación naturales.

En ese libro, la Doctora Rankin enseña un proceso de seis pasos fundamentales científicamente que pueden seguir para optimizar la capacidad del cuerpo para dar la vuelta sus mecanismos de auto-reparación natural cuando el cuerpo se enferma. También enseña las herramientas para poner en práctica el poder de la mente, como la medicina preventiva, para aumentar la probabilidad de que un día morirá a “edad avanzada”, en lugar de morir demasiado joven como resultado de la desactivación de la capacidad del cuerpo para repararse a sí mismo.

¿Lo que desactiva los mecanismos de auto-reparación naturales del cuerpo? Todos sabemos que el estrés es malo para el cuerpo. Pero, ¿entiendes cómo funciona eso? Los datos demuestran que el estrés se presenta en diferentes formas –el estrés de sentirse solo, el estrés laboral, estrés financiero, el estrés marital, estrés familiar, el estrés de sentimiento creativamente bloqueado o espiritualmente desconectado.

Independientemente de lo que desencadena qué tipo de estrés, esto desencadena una serie de pasos fisiológicos asociados con el hipotálamo-hipófisis-suprarrenal y la respuesta de “lucha o huida” del sistema nervioso simpático. En otras palabras, si usted está estresado por el dinero, su matrimonio, o su trabajo, su cuerpo no puede saber la diferencia entre una amenaza percibida, tales como la quiebra inminente, y una quiebra real como ser perseguido por un león.

Pero aquí viene lo bueno. El cuerpo solo puede repararse a sí mismo cuando está en un estado de reposo fisiológico. Cada vez que el cuerpo piensa que es hora de “huir del león” (o cualquier amenaza percibida), se cierra la auto-reparación. Después de todo, ¿quién se preocupa por el mantenimiento a largo plazo como matar a las células cancerosas no deseadas si estás a punto de ser comido por un león?

En Mind Over: La prueba científica. Usted puede curarse, la Doctora Rankin nos describe acciones, ejemplos, no solo la prueba científica de que se puede curarse a sí mismo, sino también consejos para usar el poder de la mente para optimizar los mecanismos de auto-reparación naturales del cuerpo, para que la prevención de enfermedades y remisiones espontáneas no sean solo algo que ocurre al azar, sino algo que podríamos ser capaces de experimentar por nosotros mismos.

Vemos, pues, que la mente tiene un poder intrínseco para la sanación del cuerpo, pero, ¿de dónde surge dicho poder?

- Artículo 6: La mente y el campo cuántico

A la vista de todo lo anterior, se puede afirmar que se vislumbra un nuevo paradigma de conocimiento todavía por descubrir respecto de la “mente”, y cuyas reglas habrá que escribir, un objetivo perseguido en este trabajo de investigación. Desde el surgimiento de la filosofía cuántica, ese nuevo paradigma de conocimiento se está redactando de la mano de científicos que se atreven a ir más allá de la ciencia materialista, con apertura al “campo cuántico”. La mente y el campo cuántico están cada vez más cerca de una percepción cognitiva como jamás ha habido en la historia de la humanidad.

La relación entre la mente y el campo cuántico tiene también connotaciones espirituales. En efecto, la obra Cuestiones cuánticas de Ken Wilber es una recopilación de escritos místicos de los físicos más famosos del mundo. Son unos escritos místicos de los científicos más eminentes de nuestra era, los padres fundadores de la relatividad y de la física cuántica. Todos ellos, con un lenguaje asequible y ajeno a la terminología técnica, expresan su convicción de que la física y la mística, de alguna manera, son complementarias. Son cada vez más los científicos que escapan de la exclusiva mirada del materialismo científico y abrazan a la espiritualidad.

Consecuentemente, la mente y su conexión con el campo cuántico tiene implicaciones espirituales y, el empoderamiento, también guarda relación con el descubrimiento de actitudes y comportamientos que se desprenden de la ciencia cuántica para orientar certeramente nuestra transformación interior. En ese sentido, son cada vez más los escritores y científicos quienes relacionan la mente y la filosofía cuántica para buscar una aproximación al viaje de nuestra transformación interior.

Para el lector deseoso de seguir investigando sobre la mente y su relación con el campo cuántico, recomiendo la lectura de Deja de ser tú. La mente crea la realidad, una obra del bioquímico Joe Dispenza quien, a través de la física cuántica, la neurociencia, la biología o la genética, pretende enseñar cómo dar el salto cuántico que requiere romper con los límites de la realidad objetiva. Quizá ha llegado el momento de explorar un mundo que la ciencia está empezando a descubrir. Quizá ha llegado el momento de explorar la mente infinita. Quizá ha llegado el momento de trascender en nuestra mente cuántica.

- Artículo 7: Mente cuántica: el viaje de la transformación interior

Mente cuántica es el título de una obra del doctor en ingeniería Félix Torán, quien tiene la mención de Doctor Europeo y numerosos reconocimientos internacionales. A través de esta obra, Félix Torán aborda los conceptos más asombrosos que se derivan de la física cuántica de forma clara y, lo más importante, cómo se puede aplicar a nuestro crecimiento personal. Este no es un libro de física cuántica en el más puro sentido, pues no hay fórmulas, matemáticas, etcétera. Sin embargo, se propone divulgar los principales conceptos de la física cuántica y su aplicación al crecimiento personal y profesional, a modo de viaje de transformación interior. “La felicidad no se puede medir directamente”, escribe Félix Torán. “Indirectamente, podemos medir los efectos de la felicidad, pero no la felicidad propiamente dicha. Esta tan solo se puede experimentar. Es por ello que quienes la han experimentado no pueden definirla perfectamente con palabras, puesto que eso vuelve a ser una observación, una aproximación hasta donde el lenguaje nos permite llegar. Quienes experimentan la felicidad coinciden en que se encuentra en nuestro interior y no es nada que tengamos que alcanzar ahí fuera. También coinciden en que se encuentra en el único momento que existe realmente: ahora. Y también están de acuerdo en que lo mejor que se puede hacer con nuestra felicidad es compartirla, pues al hacerlo la felicidad se multiplica”.

Mente cuántica es un libro muy didáctico, claro y útil, que nos ayuda en este cambio de era del viejo mundo moribundo hacia un nuevo mundo por descubrir gracias al empoderamiento consciente de nuestro propio destino. Desde el surgimiento de la física cuántica, han sido innumerables los intentos por buscar un acercamiento y un entendimiento del viaje de la transformación interior, una cuestión que Platón dejó explicada metafóricamente mediante el Mito de la caverna. Así, la mente cuántica , sería un estado propio del místico moderno que, por un lado, hace acopio de las derivaciones cognitivas y prácticas surgidas de la física cuántica y, por otro lado, integra dichos conocimientos científicos con las enseñanzas de la filosofía perenne. Por dicho motivo, son cada vez más numerosos los investigadores y escritores que intentan, desde la racionalidad, hacer comprensible el mundo espiritual. Desde el surgimiento de la física cuántica, todas las estructuras pensativas que describen la realidad tal como la conocemos, han dado un giro copernicano en nuestra percepción y cognición de una nueva realidad por descubrir mediante la mente cuántica.

La mente cuántica es un nuevo paradigma pensativo sustentado en un racionalismo espiritual que, inherentemente, requiere una reinterpretación en el modo de conocer, pensar y actuar. La mente cuántica invita a un revisionismo de la psicología cognitiva mediante el empoderamiento consciente de los pensamientos por parte del sujeto cognoscente. En dicho sentido, los pensamientos del sujeto cognoscente surgen desde el subconsciente como producto de nuestro sistema de creencias y roles sociales que conforman el ego (personalidad) de cada persona, lo cual propiamente corresponde a la "interioridad individual" o subjetividad. Dicho proceso psicológico es propio de la 3D mediante el condicionamiento social y el adoctrinamiento educativo y familiar. En cierto modo, entonces, nuestra personalidad, así como nuestro patrón de creencias, son el producto de ideas externas implantadas inconscientemente en la psicología del ser humano. Liberarse de un sistema de creencias externas para adquirir autonomía pensativa (pensamiento crítico) es inherente para el proceso de empoderamiento de sí mismo. Trascender ese ego condicionado, propio de la 3D, es el reto más inmediato para toda persona que anhele un empoderamiento consciente hacia la integración grupal, pero sin la pérdida de la individualidad. Veamos ese proceso a continuación.

- Artículo 8: La muerte del ego

Como se ha expuesto en la sinopsis general, el empoderamiento (4D parte baja) implica la toma de conciencia de la integración grupal sin pérdida de la individualidad, lo cual equivale a una conciencia menos egocéntrica, más plural. En términos psicológicos equivale ello el paso de la conciencia personal (egoica) a la conciencia transpersonal (trans-egoica) . Pero ese proceso así definido por Ken Wilber implica un esfuerzo y tiempo para lograr la trascendencia del ego. Es por eso mismo que, en este trabajo monográfico, la conciencia transpersonal es asignada propiamente a la 5D (parte alta) como culminación de una evolución psicológica y espiritual que requiere de otros procesos previos como el despertar espiritual (4D parte alta) y la trascendencia (5D parte baja) antes de alcanzar la conciencia transpersonal (5D parte alta).

La “muerte del ego” es, por tanto, un viaje iniciático hacia la percepción unitaria del sujeto cognoscente con el mundo (no dualidad entre sujeto y objeto), donde las emociones egoístas e individualistas dejan paso a la compasión. Se trataría, en suma, de un ascendente viaje iniciático-cognitivo similar al descrito como salida del mundo de las sombras en el Mito de la caverna de Platón, para luego transmitir de un modo descendente la sabiduría adquirida en el Mundo de las Ideas, donde la reina es el Amor.

La "muerte del ego" es un proceso doloroso que requiere sanación y terapia como, por ejemplo, el asesoramiento filosófico, pues hay que cambiar nuestro sistema de creencias anclado a la 3D: la trascendencia del ego es un proceso psicológico y espiritual nada fácil de lograr pues es toda una revolución interior para intentar poner orden en nuestras ideas, y que conviene analizar con más detenimiento a continuación.

- Artículo 9: Busca tu propio orden

Ahora bien, ¿por dónde empezar a poner orden en nuestras ideas? ¿A quién acudir? Hay que acudir a la Fuente que lo sabe todo, incluso lo que más nos conviene. Sólo hay que dirigirse a la fuente de sabiduría con humildad y sinceridad, y preguntar sobre aquello que nos atormenta o nos preocupa. Preguntar se convierte en el método más directo para hallar soluciones a nuestros problemas o preocupaciones. Y ello se puede llevar a cabo mediante la meditación.

Efectivamente, en nuestro interior es donde debemos hallar las respuestas, donde se nos está permitido contemplar el Rostro de lo Divino, algo que los modernos investigadores desdeñan como “mera metafísica” porque no puede ser demostrado. Una cuestión que Wilber rebate con la siguiente argumentación:

"Pero el hecho es que, para ello [contemplar el Rostro de lo Divino mediante los arquetipos], usted debería llevar a cabo el experimento y descubrir los datos por sí mismo y luego tendría que interpretarlos. Si no lleva a cabo el experimento –la meditación, el modelo, el paradigma- carecerá de los datos necesarios para llevar a cabo la interpretación. Si usted trata de explicarle a alguien que se halle en la visión mágica o mítica del mundo que la suma de los cuadrados de los catetos de un triángulo rectángulo es igual al cuadrado de la hipotenusa, no llegará muy lejos, porque se trata de un algo ajeno al mundo empírico y que carece, en consecuencia, de localización simple. Y no por ello, sin embargo, su afirmación dejará de ser completamente cierta. Usted está realizando un experimento matemático en el interior de su conciencia, una experiencia cuyos resultados pueden ser verificados por quienes lleven a cabo el mismo experimento. Se trata de algo público, reproducible y falseable, de un conocimiento comunal cuyos resultados existen en el espacio racional del mundo y pueden ser fácilmente corroborados por todos aquellos que realicen el experimento. Y esto mismo es aplicable para cualquier otro tipo de experiencia interior de la conciencia, de los cuales la meditación es uno de los más antiguos, estudiados y reproducidos. Mantener, pues, una actitud escéptica es sumamente saludable, pero yo le invito a llevar a cabo ese experimento interior conmigo, a descubrir los datos por sí mismo, y luego le ayudaré a interpretarlos. Pero, en el caso de que no quiera llevar a cabo el experimento, no deberá reírse de quienes sí lo hacen".

Por tanto, es posible poner orden a nuestras inquietudes, que todos las tenemos, con una actitud meditativa y así dar respuestas a nuestras más profundas preguntas. Todos tenemos preguntas por resolver, ya sean de carácter existencial, intelectual o emocional. Y todas ellas pueden tener respuesta:

"G.Spencer Brow, en su notable libro Laws of form, dijo que el nuevo conocimiento llega cuando simplemente tienes en mente lo que necesitas saber. Sigue manteniendo el problema en tu mente y acabarás resolviéndolo. La historia de los seres humanos ciertamente testifica este hecho. Un individuo se topa con un problema y simplemente se obsesiona con él hasta que consigue resolverlo. Y lo divertido es que el problema se resuelve siempre. Antes o después, el problema cede. Puede requerir una semana, un mes, un año, una década, un siglo o un milenio, pero el Kosmos es tal que las soluciones siempre acaban llegando. Durante millones de años la gente miraba la luna y quería caminar sobre ella…Creo que cualquier persona competente es capaz de tener los problemas en su mente hasta que éstos ceden y revelan sus secretos; lo que no todo el mundo posee es la pasión, la voluntad o la insana obsesión necesarias para poder mantener el problema durante el suficiente tiempo o con la intensidad necesaria".

Efectivamente, las respuestas llegan pregunta tras pregunta. Indudablemente, la meditación puede poner orden en nuestra vida e inquietudes. La meditación se convierte, entonces, en el paso intermedio necesario para observar el surgimiento de los pensamientos y para evitar decir y actuar según las programaciones inconscientemente implantadas, sino más bien, pensar lo que hay que decir antes de actuar: en ello consiste el empoderamiento de los pensamientos por el sujeto cognoscente, es decir, saber escuchar certeramente nuestro subconsciente para pensar y actuar con sabiduría, pues las ideas convenientemente puestas en orden es un ejercicio de sabiduría. En términos de Carl Gustav Jung: “Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida, y tú lo llamarás destino”. Dicho empoderamiento tiene sus propios procesos como los vistos hasta aquí y,consecuentemente, hasta lograr la maestría de saber escuchar nuestro subconsciente.

- Artículo 10: Escucha tu subconsciente

Es indudable que para lograr dicho orden interior hay que acudir a la sabiduría y, por tanto, como se ha argumentado, hay que saber escuchar nuestro subconsciente como la fuente de nuestro conocimiento. Sin embargo, ¿cómo llevar certeramente ese proceso ante el fracaso epistemológico de la sociedad occidental? ¿Cómo tener un pensamiento crítico ante la disociación entre la razón y el espíritu? Con el surgimiento de la razón en la edad moderna y el posterior capitalismo, la realidad histórico-social ha devenido en una deconstrucción del “nosotros” en “yoes” egocéntricos y, así, la realidad socio-psicológica ha concluido en una fragmentación de la conciencia individual y su disociación de la conciencia colectiva: ahí reside el gran fracaso epistemológico de la filosofía occidental.

Ante tal tesitura exterior histórica, epistemológica y educativa, ¿qué camino nos espera a cada uno de nosotros? ¿Cómo salvar ese abismo cultural cuya distorsionada percepción de la realidad también afecta al proceso psicológico de autoconocimiento? Afortunadamente, Ken Wilber nos alumbró que hay dos modos de saber: la racionalidad y la espiritualidad. La racionalidad ha dominado el pensamiento occidental con mucha ciencia, pero poco espíritu. Según la teoría de los “cuatro cuadrantes” de Ken Wilber, es en el cuadrante de la “interioridad individual” donde debemos descubrir dicha espiritualidad y, por tanto, conviene saber escuchar nuestro subconsciente, una cuestión apuntada anteriormente de la mano de Jung.

Sin embargo, muy pocas personas saben escucharse a sí mismas, pues como ha demostrado el neurólogo estadounidense Benjamin Libet mediante experimentos, las señales cerebrales asociadas a las acciones se producen desde 0,3 a varios segundos antes de que el sujeto fuera consciente de la decisión de llevarlas a cabo. El orden de las actividades cerebrales parecía ser percepción del movimiento y luego decisión, y no a la inversa. Es decir, el cerebro consciente solo intenta ponerse al nivel de lo que ya estaba haciendo el cerebro inconsciente. ¿No requiere la evidencia científica de Libet de un revisionismo en profundidad del ser humano, como propongo mediante la filosofía transpersonal y La educación cuántica?

Tal es el reto cognitivo planteado. Consecuentemente, el empoderamiento no es una cuestión baladí pues no hay asideros epistemológicos seguros. La única seguridad solamente puede provenir de nuestro propio interior, y ese recorrido reduccionista provocado por la dualidad exterior nos conduce, inexorablemente, a descubrir un mundo interior donde se produce inequívocamente el “despertar espiritual”, es decir, un "despertar" de la razón que se espiritualiza, una sabiduría que es puro amor.

2 - DESPERTAR ESPIRITUAL

- Artículo 11: La minoría de edad en el ser humano

Si, como se ha visto, el empoderamiento comienza por el cambio interior, ¿qué es lo primeramente que haya que cambiar? Obviamente hay que deshacer el des-empoderamiento, es decir, recuperar el empoderamiento que hemos cedido a otras personas para que decidan por nosotros en las cuestiones más fundamentales de nuestra vida. Quizá, de un modo filosófico, sea Kant quien mejor haya expuesto esa “minoría de edad” del ser humano al ceder nuestra responsabilidad vital y existencial en otras personas que deciden por nosotros.

Esta minoría de edad significa la incapacidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es el culpable de dicha minoría de edad cuando su causa no reside en la falta de entendimiento, sino en la falta de resolución y valor para servirse del suyo propio sin la guía del de algún otro. Dicho de otro modo, Kant nos dice: “piensa por ti mismo”. Mientras el pensamiento y los individuos continúen sometidos a dogmas religiosos y políticos y no sigan su propio camino, permanecerán en minoría de edad.

Las causas de esa minoría de edad, en palabras de Kant, es que la “pereza y cobardía son las causas merced a las cuales tantos hombres continúan siendo con gusto, menores de edad durante toda su vida, pese a que la Naturaleza los haya liberado hace ya tiempo de una conducción ajena (haciéndoles físicamente adultos); y por eso les ha resultado tan fácil a otros en erigirse en tutores suyos”. Por un lado, Kant alude a que el dogmatismo acrítico resulta cómodo, pues nos permite no cuestionar nada del mundo que nos rodea. Por otro lado, renunciar a los prejuicios y las consignas heredadas es una tarea que requiere cierto valor. Por pereza preferimos que un libro piense por nosotros antes que pensar por nosotros mismos. Y por cobardía pagamos al sacerdote para que nos garantice el cielo y al médico para que nos garantice la salud.

Kant también nos dice que hay intereses políticos en mantener a los hombres en minoría de edad. En efecto, los tutores con motivación política, están interesados en mantener a la humanidad en su minoría de edad. También se refiere Kant a los médicos, abogados y sacerdotes como instrumento del gobierno para manejar a los administrados.

Con ello, según Kant, “resulta difícil para cualquier individuo el zafarse de una minoría de edad que casi se ha convertido en algo connatural. Incluso se ha encariñado con ella y eso le hace sentirse realmente incapaz de utilizar su propio entendimiento, dado que nunca, se le ha dejado hacer ese intento”. Kant compara así a los individuos en minoría de edad con los personajes encadenados del Mito de la caverna de Platón tan acostumbrados a la oscuridad y las sombras, que de ningún modo desean abrirse paso hasta la luz. Al individuo solitario le resulta extraordinariamente difícil “pensar por sí mismo”, abrirse paso hacia la verdad y la libertad, pues durante su vida ha tenido el entendimiento constreñido por dogmas políticos y religiosos. Son pocos los que han conseguido abandonar la minoría de edad y guiarse solo por su propio ingenio. Y los que lo han conseguido, sufren la represión de los prisioneros de la caverna, que calumnian y persiguen hasta la muerte al filósofo que intenta enseñarles el camino hacia la luz.

Resumiendo, la minoría de edad es la incapacidad del propio ser humano de razonar o desarrollar su entendimiento por él mismo y esto lleva directamente a una dependencia que sugiere la intervención de otra persona para la toma de decisiones. El hombre prefiere permanecer en el estado de minoría de edad por comodidad ya que, acercarnos a la verdad, implica un gran esfuerzo, pero sobre todo porque el hombre se enajena a partir de la pereza y la cobardía, es decir, el mal uso de sus dones naturales (la razón, es pues, un don natural del ser humano); así, siempre buscará alguien que piense por él.

Llegado a este punto de la investigación y a la vista del actual caos mundial en el que parece que nadie sabe lo que está pasando en el mundo, se puede aseverar que la humanidad no está emancipada colectivamente, pues no se ha trascendido el paradigma de las sombras platónicas, ni tampoco la minoría de edad ilustrada por Kant. ¿Acaso la ciencia moderna puede ilustrarnos acerca de nuestra mente? ¿Debemos identificarnos con nuestra mente condicionada? Entonces, ¿quién soy yo? ¿Soy un producto de mi cerebro? Veamos a continuación una cuestión de la mente que conviene dilucidar: la relación entre el “cerebro” y el “yo”.

- Artículo 12: El cerebro y yo

Sin lugar a dudas, a la ciencia le queda muchas preguntas por responder: ¿Dónde residen la inteligencia y las emociones? ¿Quiénes somos? ¿De qué soy consciente en cada momento? ¿Se corresponde lo que percibimos con la realidad? ¿Puede el cerebro humano entenderse a sí mismo? Estas preguntas han intrigado a los hombres desde tiempos inmemorables.

Muchas civilizaciones otorgaron al corazón tales privilegios. Lo que ahora parece una obviedad, que el cerebro está detrás de los procesos mentales, es un conocimiento relativamente nuevo, aunque muy asumido. Con el libro Cómo percibimos el mundo, Ignacio Morgado, una de las grandes referencias en el campo de la neuropsicología, nos desvela aspectos de la mente humana y los procesos sensoriales y perceptivos que no tenemos tan asumidos y que, incluso, llegan a sorprendernos.

Ignacio Morgado nos sumerge en los secretos del cerebro y analiza con detalle y rigor la mente humana y el mundo de los sentidos. Dicha obra explica el fenómeno de la consciencia, sus contenidos y los mecanismos cerebrales que lo hacen posible. Explora las características de todos y cada uno de nuestros sentidos, muchas de ellas desconocidas, y describe el modo en que el cerebro recibe y procesa la información. Según Morgado, las percepciones son una creación del cerebro y de la mente humana. Eso significa que lo que percibimos no necesariamente coincide con lo que pueda haber fuera de nosotros, que no es más que materia y energía. Las percepciones no existen fuera de nuestra mente. Dicho de otro modo, el cerebro es el que ve, oye, siente: fuera de nosotros no hay luz, gusto o tacto. Todo son sensaciones que crean nuestro cerebro a partir de la materia y la energía, como si viviéramos engañados. Es el cerebro quien lee e interpreta las sensaciones. El cerebro transforma las sensaciones percibidas por los sentidos y las convierte en percepciones conscientes. Pero esa percepción consciente es diferente en cada persona. Y aunque haya diferencias individuales entre el cerebro de las personas, hay suficientes coincidencias para que nos entendamos y tengamos percepciones muy similares. A modo de ejemplo, los atenienses tenían un cerebro para pensar, razonar y tomar decisiones muy parecido al que tenemos ahora. Sin embargo, los elementos sociales y ambientales en que se basaban para hacerlo son muy diferentes a los nuestros, sobre todo la tecnología. Nosotros vivimos en una sociedad tecnológicamente muy desarrollada y ellos no, volviéndonos más inútiles y dependientes de esas máquinas, atontando así a los individuos y provocando con ello una involución del cerebro.

Sin embargo, para Morgado, ello no debería ser una preocupación, pues el mundo que llegamos a conocer, percibir y sentir es el que nuestro cerebro nos permite. Lo que haya más allá, si es que hay algo, no está a nuestro alcance. Según él, el alma no está al alcance de la ciencia, sino que es propio de la teología. Todavía no sabemos cómo lo material, las neuronas, produce el pensamiento, la subjetividad. Como no sabemos cómo se produce este cambio tan fuerte, y tiene sus dudas de que el cerebro humano pudiese entenderlo -niega el empoderamiento consciente-, la magia que hay en ese no entender el cambio lleva al ser humano a creer en cosas sobrenaturales, creer en algo que además permite dar un sentido a la vida -niega toda espiritualidad-. Si algún día el cerebro humano evoluciona lo suficiente para entender esto, entonces aparecerán nuevas preguntas que quizás serán más difíciles de responder. Será el precio que los seres de ese tiempo tendrán que pagar por haber evolucionado hasta entender lo que ahora somos incapaces de entender.

Es conveniente recordar a Morgado que, según Ken Wilber y su teoría de los "cuatro cuadrantes", el cerebro es un “ello” (externo, naturaleza) y la mente es un “yo” (interno, conciencia). La epistemología de lo conmensurable tiene como objeto de estudio al “ello” mediante la ciencia, pero la interpretación cultural ("nosotros") y de la conciencia subjetiva ("yo") pertenecen propiamente a la hermenéutica de lo inconmensurable, una perenne disputa histórica entre ciencia y religión. Como dijera Einstein: “Cada día sabemos más y entendemos menos”. Pero, principalmente, porque Morgado y tantos escépticos como él no han comprendido aún que hay dos modos de saber: el método científico y el trascendental. Y es posible hacer una síntesis de ambos modos de saber mediante una genuina intuición espiritual.

- Artículo 13: La intuición espiritual

Esos dos modos de saber, el racional y el metafísico, implican la imperiosa necesidad de una visión integral entre ciencia y espíritu. En efecto, El espíritu de la ciencia debe dejar de estar confinado en el universo del laboratorio sino abrir el conocimiento científico a las dimensiones más profundas de la vida y la conciencia humana. Por tanto, es pertinente ahondar en La ciencia del espíritu, pues la ciencia y la espiritualidad como dos polos opuestos totalmente desconectados entre sí tiene cada vez menos sentido. Cuando la razón científica intuye al “espíritu”, como acreditan los físicos más famosos del mundo, entonces, se puede hablar de una “intuición espiritual”. Analicemos, pues, de un modo epistemológico en qué consiste dicha “intuición espiritual”, una cuestión argumentada en mi obra Filosofía transpersonal y educación transracional , he aquí el resumen:

La síntesis de saberes mediante la intuición espiritual:

Esta obra postula la integración del saber científico (epistemología de lo conmensurable) con la perenne espiritualidad (hermenéutica de lo inconmensurable), una síntesis respectivamente de la razón con el espíritu en un ejercicio de trascendencia desde la no dualidad, lo cual conlleva aprehenderse a uno mismo como conciencia de unidad mediante una auténtica intuición espiritual.

Esos dos modos de saber así aprehendidos mediante la intuición espiritual, posibilitan una síntesis entre la filosofía y la espiritualidad como condición para salvar el abismo cultural de la humanidad. Para tal finalidad, el autor recurre a tres inconmensurables pensadores: Platón, Kant y Wilber. Las Tres Grandes categorías platónicas -la Verdad, la Belleza y la Bondad- que fueron respectivamente diferenciadas por Kant mediante sus Tres críticas (“ello”, “yo” y “nosotros”), requieren imperativamente de una integración entre la naturaleza, la conciencia y la cultura.

La intuición moral básica argumentada por Ken Wilber se constituye como una necesaria cuestión ética para la integración del “ello”, “yo” y “nosotros” y, consecuentemente, en una ética epistémica dentro de un marco de una episteme transracional para salvar así el abismo cultural de la humanidad; dicho de otro modo, se argumenta una antropología filosófica que permita trascender la brecha epistemológica entre la racionalidad y la espiritualidad mediante una renovada interpretación de la historia del pensamiento, su ciencia y la propia espiritualidad, pero, eminentemente, desde un revisionismo de la psicología cognitiva y educativa.

Esta obra reivindica una antropología filosófica que contemple a la filosofía transpersonal de Ken Wilber como disciplina que estudia a la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia, lo cual implica una reconstrucción epistemológica desde la sabiduría perenne para lograr la sanación trascendental del ser humano mediante una educación transracional que implemente la razón con el corazón. Así, la filosofía transpersonal y la educación transracional se vislumbran como una condición sine qua non para trascender a la crisis de conciencia en la que está inmersa la filosofía occidental.

Como podrá apreciar, estimado lector, nos vemos envueltos en conceptos puramente filosóficos pero necesarios para una reconstrucción epistemológica donde tenga cabida las “intuiciones espirituales” de la mano del “Einstein de la conciencia”, tal como es considerado Ken Wilber.

Una vez sabido que existe la "intuición espiritual", ella misma nos lleva de la mano hacia el “despertar espiritual”.

- Artículo 14: El despertar espiritual y la evolución del amor

El “despertar espiritual” no es una cuestión propiamente de la “interioridad individual” como se ha visto, sino que también se hace objetivo dicho “despertar espiritual” a través de la historia y, más concretamente, a través de la historia del pensamiento. En efecto, con la emergencia de la mente a partir de la modernidad, el Espíritu comienza a tomar conciencia de sí mismo, lo cual, entre otras cosas, introduce en el mundo la conciencia moral, una moral, por cierto, completamente ajena al mundo de la naturaleza. Por tanto, el Espíritu está comenzando a despertar a sí mismo, conocerse a sí mismo a través de los símbolos, los conceptos, dando así origen al mundo de la razón y, en particular, al mundo de las morales conscientes. Así, pues, la naturaleza es Espíritu objetivo, mientras que la mente es Espíritu subjetivo. En ese momento histórico -en el momento en que la mente y la naturaleza se diferenciaron-, el mundo parece escindirse en dos, la mente reflexiva y la naturaleza reflejada, pero la modernidad se hallaba temporalmente estancada en la batalla entre la mente y la naturaleza, entre el ego y el eco. En opinión de Shelling, esta síntesis no dual como identidad entre el sujeto y el objeto en un acto atemporal de autoconocimiento, es una intuición mística directa. Para Shelling, y también para su amigo y discípulo Hegel, el Espíritu se enajena de sí mismo para dar lugar a la naturaleza objetiva, despierta a sí mismo en la mente subjetiva y termina retornando así en la pura conciencia inmediata no dual en la que sujeto y objeto son uno, y la naturaleza y la mente se funden en la actualización del Espíritu. El Espíritu se conoce a sí mismo objetivamente como naturaleza, se conoce subjetivamente como mente y se conoce absolutamente como Espíritu. Esos tres momentos también son conocidos como subconsciente, consciente y supraconsciente o, dicho de otro modo, prepersonal, personal y transpersonal; o preracional, racional y transracional; o biosfera, noosfera y teosfera (Wilber, en Breve historia de todas las cosas).

Todo ello, traducido en términos evolutivos y psicológicos, equivale a decir que El gen egoísta puede ser trascendido conscientemente Más allá del ego, dicho de otro modo, el egoísmo puede ser trascendido hacia la compasión y, respectivamente, la conciencia personal hacia la conciencia transpersonal , como objetivo final de este trabajo de investigación. Así, desde dicha perspectiva, la afirmación de Dawkins, de que “el amor universal y el bienestar de las especies consideradas en su conjunto son conceptos que, simplemente carecen de sentido en cuanto a la evolución” es un simple reduccionismo desde el materialismo científico. Dicho de otro modo, La evolución del amor ya es contemplada desde la neurobiología y la sociobiología como un fenómeno de la evolución humana pues, más allá del valor de los genes egoístas o la supervivencia del más fuerte, interviene la capacidad de elección de pareja por motivos distintos a la simple atracción física o el instinto reproductor. Para Hüther, a pesar del surgimiento de la razón y del pensamiento crítico, el sentimiento del amor sigue siendo importante por su influencia en el futuro de la especie humana pues es la fuente de nuestra creatividad y la base de nuestra existencia y nuestros logros culturales y, más decisorio aún, nuestra única perspectiva de supervivencia en este planeta. En definitiva, la única fuerza que puede vencer a la competencia autodestructiva es el amor mediante el compromiso de equipo y la creatividad participativa.

El amor así argumentado científicamente, nos remite a una evidencia filosófica trascendental que escapa de la comprensión de los materialistas científicos: el genuino “cogito” cartesiano requiere del auxilio del espíritu kantiano mediante su “imperativo categórico”, lo que perennemente se ha conocido como amor. Lo que viene a decir la historia es que no se puede vivir sin amor, porque es la más alta motivación que nos alienta a vivir, una cuestión ahora reconocida y evidenciada desde la neurobiología y la sociobiología. ¿Acaso no hacemos lo que hacemos por amor a nuestros seres queridos? Pero ese amor ha sido también desahuciado del corazón de las personas por el perverso sistema capitalista que pone todo en venta, hasta nuestras emociones y nuestros sentimientos, anulando incluso nuestra voluntad sobre nuestros actos y pensamientos, convirtiéndonos entonces en autómatas productores de bienes de consumo para la exclusiva satisfacción del ego, descuidando así plenamente al espíritu. Desolador pensamiento occidental. En contraposición, en La evolución del amor, el neurobiólogo Hüther argumenta:

"El darwinismo y la teoría de la evolución y la selección natural se han convertido en pilares de la biología moderna. Gracias a ellos entendemos un poco mejor cómo se ha desarrollado la vida en sus múltiples manifestaciones. Sin embargo, cuando hablamos de animales superiores, como el ser humano, no todo parece justificarse a través de un naturalismo simple. Gerald Hüther, neurobiólogo y autor de La evolución del amor, afirma que hay que tener en cuenta también otro ingrediente crucial, que afecta a hacia dónde se dirige nuestra especie y por dónde ha transcurrido hasta la fecha. Ese ingrediente, para este prestigioso científico, es el amor.

Hüther considera que el amor, como manifestación biológica, resulta crucial para explicar la historia de la evolución humana reciente, como elemento de cohesión personal, de garantía de la unión en una pareja o de cooperación en un grupo social. Sin el amor, un fenómeno creado por la propia evolución, la intrincada red de enlaces familiares que se han venido sucediendo a lo largo de la historia sería muy diferente, y distintos también, con seguridad, los rumbos seguidos por nuestra especie. Gracia a él, no solo tienen valor los genes egoístas, o la supervivencia del más fuerte, sino también la capacidad de elección de pareja por motivos distintos a la simple atracción física o el instinto reproductor.

En esta obra, el también catedrático de ciencias naturales y doctor en medicina reflexiona sobre el concepto del amor y sus raíces biológicas, así como las consecuencias de su existencia. Puede decirse que nuestra comprensión del amor ha evolucionado con los tiempos, pero que a pesar del surgimiento de la razón y del pensamiento crítico, este sentimiento sigue siendo importante por su influencia en el futuro de la especie.

Hüther nos cuenta como, con el auge del naturalismo y la ilustración, Darwin y otros científicos tuvieron que convivir con los nuevos descubrimientos y con conceptos ya caducos, como las explicaciones de la religión sobre el origen del hombre. Pero a pesar de la llegada de la razón en este campo, aún costaba explicar el papel que tenía en todo ello el amor. Así, del darwinismo más descarnado, se pasó al darwinismo social, y posteriormente al determinismo del comportamiento. Finalmente, la sociobiología se apoderó de la escena.

Para Hüther, el amor también es la fuente de nuestra creatividad, no solo en el caso de músicos y artistas; también lo es para muchos grandes políticos y científicos. Es la base de nuestra existencia y nuestros logros culturales. Por el contrario, el estrés, la presión y la ansiedad no resultan del amor, sino de la competencia, que es la fuerza motora de la especialización, no de la creatividad. Según Hüther, todos somos “hijos del amor”, aunque a veces lo olvidamos porque la competencia y la guerra han impulsado grandes invenciones. Sin embargo, lo que nos une y lo que nos mantiene unidos a la naturaleza y a los demás es el amor, pese a la competencia.

Así, el amor es nuestra única perspectiva de supervivencia en este planeta. Estamos a punto de agotar nuestros propios recursos naturales, al explotarlos y contaminarlos, porque competimos entre nosotros, como individuos y como naciones. La única fuerza que puede vencer esta competencia autodestructiva es el amor, o si prefieres un término más cognitivo, el compromiso de equipo y la creatividad participativa. El amor es la fuente de logros evolutivos fundamentales. La selección sexual, es decir, la elección de pareja basada en un sentimiento que llamamos amor, provocó el moldeado de nuestros cuerpos en función de las preferencias y gustos de la pareja. Además, el amor paternal permitió fomentar las capacidades de nuestros hijos. Sin el cariño no seríamos capaces de dedicarnos a los demás y comprometernos. Tampoco podríamos alentarnos e inspirarnos los unos a los otros.

Para Hüther, es evidente de que para sacar provecho de nuestro potencial tenemos que encontrarnos los unos con los otros como sujetos en lugar de tratarnos como objetos. Solo la gente “amorosa” es capaz de tratar a los demás como sujetos. Pero, en la actualidad, nuestra cultura favorece a aquellos que usan y manipulan a los demás para lograr sus propósitos. A menos que este tipo de relaciones interpersonales y culturales desarrolladas a lo largo de la historia se supere, no seremos capaces de resolver ninguno de los problemas a los que nos enfrentamos ahora. La lucha por el poder y la dominación es la verdadera causa de todos nuestros problemas."

Ya es posible, pues, afirmar que el papel del amor es tan importante en el devenir de nuestra especie como puedan serlo otros factores biológicos. En este libro encontraremos los argumentos que lo confirman. Entonces, cuando la razón conecta con el amor, se puede afirmar y experimentar que existe un "despertar de conciencia" hacia la "inteligencia espiritual" como síntesis de unidad entre los dos modos de saber argumentados por Ken Wilber. Veamos, pues, a continuación, en qué consiste ese "despertar de conciencia" hacia la "inteligencia espiritual".

- Artículo 15: Despertar de la conciencia e inteligencia espiritual

Y llegado a este punto de la investigación, es digno de mencionar que las anteriores tesis argumentadas, a saber, la intuición espiritual, el despertar espiritual y la evolución del amor son refrendadas por la Tesis Doctoral de Noemí Siverio (Venezuela): Psicología del Homo Complexus para una educación desde la comprensión.

La novedad de esta Tesis Doctoral es que contempla la psicología transpersonal, así como la Educación Transracional, en palabras de Noemí Siverio en la introducción:

"… es necesario que la psicología voltee su mirada hacia la complejidad del ser humano al considerarlo desde sus diversas dimensiones: bilógico, emocional, social, cultural, racional, irracional, psicológico y espiritual. Es por esta razón que en nuestra investigación apostamos por una psicología compleja o transpersonal, considerada la cuarta fuerza dentro del campo de la ciencia del comportamiento humano, que toma en cuenta la complejidad del ser dándole espacio en su seno a la dimensión espiritual que es inherente al mismo, y de esta forma estaría acercándose a su comprensión.….Por lo tanto, nuestro ideario se dirige a tener presente una Educación Transracional que se opone a la visión mecanicista de la educación tradicional, al enfocarse en el pensamiento que orienta la razón hacia la espiritualidad, que enfatiza en la no dualidad sujeto-objeto, conllevando al nacimiento de una nueva consciencia que se adhiere a la dimensión espiritual del hombre, resultando ser a todas luces una educación sustentada en la noción compleja de éste, y por tanto en la necesidad de su comprensión. Por lo que estamos esperanzados en esa psicología compleja, así como en la Educación Transracional."

Dejo al lector el deleite de leer la citada Tesis Doctoral, sin embargo, he aquí una sinopsis significativa:

La espiritualidad tiene que ver con el amor incondicional, la compasión, la comprensión del otro, la solidaridad, la apertura al infinito, transparencia en las acciones, con un sentido de pertenencia a un todo, por ello el despertar espiritual es el despertar de la consciencia, ver la vida desde el espíritu da plenitud, siendo por esto que estimamos que la verdadera espiritualidad es aquella que produce en el ser humano una transformación interior.

Al respecto, si hablamos de espiritualidad, es necesario saber que se trata de transformar el corazón y la mente, que nos lleve a un profundo cambio interior y con ello un trascender el ego, a nuestra consciencia, así nos daremos cuenta que solo a partir de esta concepción estaremos en condiciones de comprendernos y comprender al resto de la humanidad.

Recordemos también que la espiritualidad tiene que ver con una experiencia y no con ideas o códigos, tiene que ver con la vida, no con dogmas y doctrinas y además con el despertar de nuestras consciencias. Asimismo, la espiritualidad es propia de cada ser humano, ya que desde ella desarrollamos la capacidad de dialogar, escuchar, de acoger, de comunicarnos, comprendernos, comprender al otro, e incluir. Por lo tanto, pensamos que la verdadera espiritualidad consiste en saber entender el mundo del otro sin imponerle el nuestro lo que se traduce en empatizar con él.

Concluyendo podemos destacar que hay una diferencia entre espiritualidad y religión, al respecto cuando se le preguntó a Boff (teólogo brasilero) cuál era la diferencia entre religión y espiritualidad respondió: “Las religiones producen guerras, la espiritualidad produce paz”.

Siguiendo la estela de la citada Tesis Doctoral de Noemí Siverio, al despertar de la conciencia se le puede anexar la "inteligencia espiritual". Un extracto ilustrativo:

"La inteligencia espiritual nos hace un recordatorio sobre el hecho que el despertar espiritual consiste en separar los sentimientos de la consciencia. Caer en cuenta de la identificación de la mente, de la que provenimos, y reconocer que ahí no está nuestra verdadera identidad. Requerimos entender que la espiritualidad o inteligencia espiritual al hacernos crecer en compresión de nuestra verdad, nos pone en camino de desaprobación, por eso a más espiritualidad, menos ego y menos egocentrismo. De esto deviene que el criterio decisivo de una existencia espiritual no puede ser otro que la desegocentración, la bondad, la compasión, la compresión del otro, unidos a la ecuanimidad de quien ya ha descubierto que su verdadera identidad transciende todo vaivén y toda impermanencia. Por lo que el término inteligencia espiritual puede ser definido como la capacidad de encontrar un sentido profundo de la vida, de la existencia.

Por otro lado, reseñaremos sin ánimos de ser reduccionistas que existe una perspectiva, un planteamiento en torno a la existencia de un gen de Dios, de acuerdo a esto se revela que la inteligencia espiritual, procede de una base biológica que habita en el cerebro humano, al que le confieren el nombre de “punto Dios”, algunos científicos (Boff). No obstante, tal inteligencia requiere que la desarrollemos a lo largo de nuestra vida, por lo que no basta con constatar ese “punto Dios”. Hay que desarrollar la inteligencia espiritual, volviéndonos hacia nuestro interior, dialogando con nuestro centro y con lo profundo que nos contiene. Podemos así interpretar que, si la inteligencia espiritual está en nosotros, y al ser nosotros parte del universo, entonces significa que esta inteligencia constituye una propiedad del universo; por tanto, la misma al ser inherente al hombre y al cosmos nos conduce a la comprensión compleja de las personas.

Lo anterior nos permite considerar que la inteligencia espiritual conecta al ser humano con el gozo estético, facilita deleitarnos con la belleza natural, con lo artístico y con la simplicidad de las pequeñas cosas. Conectándonos con el sentido del misterio, de lo insondable, lo que va más allá de lo desconocido, o se conoce mal, con lo que está oculto, lo que no se percibe con los sentidos, ni se aclara con la razón.

Por eso, esta inteligencia, nos lleva a la búsqueda de la sabiduría que permite la labor de síntesis, para la mirada en conjunto. Es así como, desde la perspectiva de la espiritualidad podemos comprender que la inteligencia espiritual facilita el darnos cuenta de que existimos, experimentando una sorpresa que nos conduce a amar la vida y a gozar intensamente de ella, trascendiendo de esta forma nuestro ego y posicionándonos en un “Nosotros”, que conduzca a la compresión del ser humano (Buzan)."

Consecuentemente, la intuición espiritual no es una entelequia, pues produce un despertar espiritual a través del amor y una auténtica dimensión espiritual donde se produce un despertar de la conciencia que, inherentemente, debe conectar con la inteligencia espiritual. Y dicho proceso evolutivo en la psicología humana debe desembocar en la sabiduría como ciencia para la sanación espiritual, porque el saber sin amor es puro egoísmo y la causa de tanto sufrimiento en este mundo.

Llegado a este punto de la investigación, podemos denotar que existe un proceso de trascendencia más allá del ego, hacia una intuición espiritual, luego hacia un despertar espiritual de la conciencia hasta hacer acopio de una inteligencia espiritual: tal es el proceso evolutivo en la psicología humana y, consecuentemente, podemos hablar que existe un "sujeto trascendente" pues, su propia evolución psicológica y espiritual en los términos antes argumentados, nos permite ahondar en el significado más profundo de lo que sea la "trascendencia".

3 - TRASCENDENCIA

- Artículo 16: El sujeto trascendente

Los procesos psicológicos y espirituales argumentados hasta aquí implican y justifican los mapas evolutivos de la conciencia respecto de cada persona, desde su nacimiento hasta su muerte, consciente o inconscientemente y, consecuentemente, se puede hablar e identificar a un sujeto trascendente subyacente a cada uno de nosotros. La “mente cuántica” para el viaje de la transformación interior ya no es una entelequia. Sin lugar a dudas, ya es posible afirmar que existe un “sujeto trascendente” por naturaleza y que participa de un proceso de ascensión psicológica y espiritual, una cuestión ahora avalada desde la psicología transpersonal que contempla al hombre como a un ser que trasciende estas dos dimensiones (espacial y temporal) de la existencia material. Por lo tanto, es un ser trascendente que está aquí con un fin superior a la mera existencia en este plano. Así es como la psicología transpersonal contempla un nuevo método: la fenomenología que basa su estudio en la conciencia.

Aunque el término “fenomenología” fue usado muchas veces en la historia de la filosofía antes de Husserl , el uso moderno de la palabra está ligado explícitamente al método y al proyecto filosófico que este filósofo alemán denominó “fenomenología trascendental”. El uso posterior del término está basado principalmente en la fenomenología de Husserl o relacionado críticamente con ella. Para Edmund Husserl, la fenomenología trascendental es, ante todo, un proyecto de renovar a la filosofía para hacer de ella una ciencia estricta y una empresa colectiva. Como forma de entender la filosofía, la fenomenología asume la tarea de describir el sentido que el mundo tiene para nosotros antes de todo filosofar, dicho de otro modo, se trata de exponer las leyes esenciales inherentes a nuestra consciencia del mundo.

Pocos de los discípulos y de los primeros lectores de Husserl compartieron el espíritu de hacer de la fenomenología un proyecto verdaderamente colectivo. Por el contrario, la historia del movimiento fenomenológico parece estar dominada por el deseo de filósofos que aspiran a superarse unos a otros. De ahí que la unidad de lo que se denomina con el título genérico de “fenomenología” sea la mayoría de las veces superficial, cuando no meramente histórica.

Sin embargo, a principios del siglo XXI, esta forma colectiva de hacer filosofía y su proyecto pasan por un renacimiento en gran parte del mundo. La degeneración de los valores morales y espirituales de la sociedad occidental junto a la creciente asunción de la filosofía oriental por aquella, ha permitido a la psicología transpersonal afianzarse cada vez más en su objetivo de integrar los tres mundos que fueron diferenciados por Kant: la ciencia (“ello”), la profundidad intelectual del “yo” y la moralidad del “nosotros”. La postmodernidad no ha podido o no ha sabido integrar esos tres mundos, más bien, se ha producido una fragmentación del ego, así como su disociación de la colectividad, todo un proceso de desintegración social y humano que ha conducido al actual caos civilizatorio. Es más urgente que nunca sanar a ese ego herido de muerte, pero, sobre todo, lo que hay que sanar es su ignorancia mediante una educación en libertad y con conocimiento de causa, como pretende La educación cuántica.

Llegado a este punto del “sujeto trascendente”, la pregunta pertinente es ¿hacia dónde trasciende? Como no puede ser de otra manera, el sujeto “racional” debe trascenderse más allá de la razón, es decir, hacia la “transracionalidad”: un neologismo desconocido en el ámbito académico tradicional, propio de la metafísica, sin embargo, plenamente argumentado por Ken Wilber mediante una coherencia epistemológica en su obra Sexo, Ecología, Espiritualidad, tal como concluye en dicha obra:

“El mundo de la modernidad está un poco loco: mitos para los campesinos, naturalismo plano para la intelectualidad. Es más que irónico que sea la ciencia, la ciencia descendida la que en las últimas décadas del siglo XX redescubra la naturaleza autoorganizada y autotrascendente de la evolución misma. Es más que irónico que unir las “dos flechas” del tiempo hace de Eros el único y omnipenetrante principio de manifestación. Es más que irónico que la ciencia prepare el camino para una evolución más allá de la racionalidad, ya que ha demostrado claramente que la evolución no se detiene para nadie, que cada estadio pasa a un mañana más amplio. Y si hoy es la racionalidad, mañana será la transracionalidad; ningún argumento científico puede estar en desacuerdo con esto, y todos deben favorecerlo. Ahí estamos en la racionalidad, situados en el filo de la percepción transracional, una scientia visionis que está trayendo aquí y allá, cada vez con más claridad y a todo tipo de gente y por todas partes, poderosos destellos de un verdadero Descenso de la omnipenetrante Alma del Mundo”.

La anterior postulación de la transracionalidad halla su correlato con el surgimiento de la “cuarta fuerza” de la psicología transpersonal, iniciándose un camino esperanzador de trascendencia de la conciencia egoica hacia la espiritualidad o “transpersonalidad”. Sin embargo, el término “transpersonal” no es todavía de dominio popular y menos aún su asunción académica para una futura educación generacional. No obstante, si la humanidad ha evolucionado de lo mítico a lo racional, como apunta Wilber, estamos ahora situados en el filo de la percepción transracional. En dicho sentido, cabe destacar el artículo de Álvaro B. Márquez-Fernández y Zulay C. Díaz-Montiel La complejidad: hacia una epísteme transracional, cuyo resumen es el siguiente:

"En las ciencias sociales la crisis del paradigma positivista, es el resultado de su insuficiencia experimental para dar cuenta de la transformación de la experiencia del pensamiento en su interpretación de la realidad natural e histórica de la existencia. En la modernidad no fue posible consolidar un paradigma universalista que solo diera cuenta de espacios objetivados de la realidad a través de modelos racionales reduccionistas. Tal como lo señalan Morin, Najmanovich, Sotolongo-Codima Boaventura de Sousa, Reynoso, en sus postulados teóricos-metodológicos, cuando afirman que la experiencia del pensar racional es mucho más compleja y transdisciplinar, pues considera la realidad como un proceso en curso de estructuras que se recrean poiéticamente sin sujeción a causalidades predeterminadas. Esto es lo que explica, desde la perspectiva de una espíteme crítica, por qué las contingencias materiales de la experiencia racional y las formas de intercambios entre sistemas de diversa índole, le atribuyen al fenómeno del pensamiento una múltiple y transversal racionalidad a partir de la cual se desustantiva el mundo de los objetos y hace presente la subjetividad cognitiva del sujeto de pensamiento. Hacia ese inédito dominio de los procesos de la espíteme transracionales es que se orienta el pensamiento complejo como un momento de superación del positivismo."

Como objetivo ilustrativo de esta nota, destacamos la conclusión final de dicho artículo:

"Es necesario que esta riquísima cosmovisión que nos revela el aura de una nueva racionalidad para pensar y rehacer el mundo, se convierta en un programa transdisciplinar de investigaciones que logren desplazar nuestra experiencia deconstructiva de los fenómenos de la realidad en todos los órdenes del conocimiento hacia éticas epistémicas. La infinitud de formas posibles a las que apuntan las redes complejas de conocimiento, no es más que la posibilidad humana y natural de entender los ciclos y procesos de la vida en sentido generativo, nunca progresivo ni lineal."

Como conclusión a este capítulo, podemos incidir en que, el proceso de la evolución psicológica y espiritual, implica la trascendencia del mundo material (3D) y que, ello, solamente se puede realizar mediante la transformación interior al trascender el ego (personalidad) hacia la transpersonalidad (más allá del ego), una cuestión contemplada como "transracionalidad" desde la filosofía transpersonal y la psicología transracional como ciencias de la conciencia. Y esa trascendencia del ego hacia la transracionalidad es, ineludiblemente, una cuestión metafísica (más allá de la física, más allá de la razón materialista) que conviene abordar de un modo epistemológico desde la ciencia, pero, también, de un modo hermenéutico desde la filosofía. Veamos ello a continuación.

- Artículo 17: La trascendencia metafísica mediante la meditación

En filosofía, la metafísica estudia los aspectos de la realidad que son inaccesibles a la investigación científica. La razón, a través de la historia del pensamiento, siempre ha indagado sobre las cuestiones metafísicas que han preocupado al ser humano desde tiempos inmemoriales, aunque histórica y psicológicamente, esa genuina actitud de hacer metafísica ha sido obnubilada por el materialismo científico. Dicho de otro modo, el materialismo científico y la metafísica se han convertido en una dualidad antagónica aparentemente irreconciliable.

Una de las características del siglo XX ha sido la crítica sin contemplaciones a este tipo de filosofía eterna y sistemática que asociamos al término metafísica. Y, sin embargo, nada más actual que las cuestiones metafísicas. No hay manera de evitar que una y otra vez vuelva ese tipo de preguntas primeras sobre Dios, el hombre o el mundo, que quieren saber qué es lo que podemos conocer, qué es lo que debemos hacer o qué es lo que nos cabe esperar. Con la constatación heideggeriana de que “todo comprender es comprenderse”, cabe destacar el papel positivo de la subjetividad en la hermenéutica, lo cual implica distinguir la subjetividad metafísica de lo que sería el ser humano individual, al que no se opone la hermenéutica. La metafísica, aunque problemática, es inevitable: el ser “humano” (cualquier ser con determinado grado de consciencia) es un ser metafísico, y la desaparición de la metafísica solo es posible con la desaparición del humano (o vivos semejantes de otros planetas).

Según Kant, una afirmación es metafísica cuando afirma algo sustancial o relevante sobre un asunto (“cuando emite un juicio sintético sobre un asunto”) que por principio escapa a toda posibilidad de ser experimentado sensiblemente por el ser humano. Algunos filósofos han sostenido que el ser humano tiene una predisposición natural hacia la metafísica. Kant la calificó de “necesidad inevitable”. Arthur Schopenhauer incluso definió al ser humano como “animal metafísico”. ¿No es la metafísica el modo de saber trascendental?

En efecto, las ciencias empíricas pueden dar explicaciones sobre los fenómenos naturales, pero son incapaces de dar una explicación coherente acerca de la conciencia y la espiritualidad y, por tanto, no es de extrañar que los beneficios de la meditación sean objeto de investigación científica, y que haya también una aproximación investigativa a las experiencias cercanas a la muerte, las ciencias noéticas y la psicología transpersonal. Dichos campos de investigación enlazan, obviamente, con la metafísica, es decir, más allá de los sentidos físicos. La metafísica es, por tanto, el reto que tiene la humanidad por delante para hallar un conocimiento más allá de las ciencias naturales, es decir, un conocimiento transracional al que se puede acceder mediante la meditación y, cuyos beneficios, han sido ampliamente demostrados científicamente, posibilitando con ello la sanación trascendental del ser humano desde la infancia, pues puede ser impartida educacionalmente mediante la filosofía transpersonal argüida por Ken Wilber, una cuestión argumentada en el 3º Congreso Razón Abierta donde tuve el placer de exponer mi artículo titulado La filosofía transpersonal de Ken Wilber como fundamento para una educación transracional de la metafísica y la sanación trascendental del sujeto cognoscente mediante la meditación.

A la vista de lo anterior, la pregunta pertinente es: ¿Qué lugar ocupa hoy la metafísica en nuestra cultura? He ahí quizá el escollo más difícil por transcender, pues la humanidad se halla ante nuevos paradigmas invisibles aún para la mayoría de coetáneos. Sin embargo, la sanación trascendental del ser humano está en su interior mediante la práctica de la meditación. En efecto, como nos recuerda el sabio aforismo griego “Conócete a ti mismo”, se precisa de un conocimiento introspectivo para conectar con el Espíritu que vive en nosotros y que puede vislumbrarse mediante la conciencia de unidad. Sin embargo, la filosofía se escindió en dos senderos cognitivos: la epistemología de lo conmensurable y la hermenéutica de lo inconmensurable, es decir, una divergencia entre ciencia y espiritualidad. Tradicionalmente se ha separado la epistemología y a la hermenéutica, puesto que la primera trata de lo conmensurable y la segunda de lo inconmensurable. Sin embargo, hoy en día es posible unir la epistemología y la hermenéutica, permitiendo justificar lo conmensurable y entender lo inconmensurable. Esos dos modos de saber posibilitan vislumbrar una conexión de la filosofía con la espiritualidad, o la ciencia con la metafísica.

Esos dos modos de saber, aprehendidos mediante la conciencia de unidad bajo una visión no-dual, posibilitan la sanación trascendental del ser humano mediante la filosofía transpersonal de Ken Wilber como nuevo paradigma de conocimiento, y es postulada como asignatura educativa para una educación transracional que implemente la razón con el corazón mediante la meditación. Por tanto, la síntesis entre la filosofía transpersonal y la educación transracional es una condición sine qua non para trascender así la crisis de conciencia en la que está inmersa la filosofía occidental. Con ello, podemos concluir consecuentemente que la filosofía transpersonal de Ken Wilber como nuevo paradigma de conocimiento, es un fundamento para una educación transracional de la metafísica para la sanación transcendental del sujeto cognoscente mediante la meditación.

Esa incipiente transracionalidad donde el prefijo “trans” nos impele a ir más allá de la racionalidad, posibilita a este pensador la justificación epistemológica de una filosofía “trans”-personal (más allá del ego), así como una educación “trans”-racional (más allá de la razón), dicho de otro modo, sienta las bases para adentrarnos en la metafísica a partir de experiencias interiores del sujeto cognoscente, tales como las experiencias cercanas a la muerte, la reencarnación, las ciencias noéticas, la psicología transpersonal, las experiencias místicas y la meditación. Dichas cuestiones son estudiadas mediante la metodología científica por cada vez más científicos que se atreven a ir más allá (“trans”) de la racionalidad convencional. Este humilde pensador, en sus procesos investigativos, ha introducido las conclusiones científicas de aquellos investigadores que se han atrevido a transcender la ortodoxa ciencia materialista mediante la incorporación de la espiritualidad en la comprensión del origen y el sentido de la vida más allá de los reduccionismos materialistas y psicológicos, cientificismos dogmáticos que abocan en el nihilismo. Tal es el trasfondo epistemológico que subyace en los siete artículos publicados en revistas científicas y congresos, y que se constituyen en el fundamento epistemológico y pedagógico para la filosofía transpersonal y la educación transracional .

Consecuentemente, la visión espiritual inherente al ser humano precisa de un giro participativo a la espiritualidad, el misticismo y el estudio de las religiones, cuestiones que pertenecen propiamente a la metafísica. Pero el estudio de la metafísica no debe abordarse exclusivamente mediante el uso de la razón, pues esta es solo una expresión simbólica a modo de “mapa” de un territorio más profundo que reside en la profundidad de la conciencia, es decir, inquiere una actitud proactiva hacia la introspección mediante la meditación, dicho de otro modo, emprender un camino ascendente hacia la sabiduría que es propio del cuadrante superior izquierdo de la subjetividad individual, una trascendencia metafísica a la que se puede acceder mediante la meditación, tal como demuestra Ken Wilber:

“Los arquetipos, los auténticos arquetipos, son una experiencia meditativa imposible de comprender hasta que se realice la experiencia. No se trata de imágenes que se muevan en el espacio mítico ni de conceptos filosóficos que existan en el espacio racional, sino de experiencias meditativas que aparecen en el espacio sutil. De modo que la experiencia meditativa puede proporcionarle los datos arquetipos que luego deberá interpretar. Y la interpretación más comúnmente aceptada es que usted está contemplando las formas básicas y los fundamentos del mundo manifiesto, contemplando directamente el Rostro de lo Divino. Como decía Emerson, que los intrusos se quiten los zapatos porque nos adentramos ahora en los dominios del Dios interior.

Pero el hecho es que, para ello [contemplar el Rostro de lo Divino mediante los arquetipos], usted debería llevar a cabo el experimento y descubrir los datos por sí mismo y luego tendría que interpretarlos. Si no lleva a cabo el experimento -la meditación, el modelo, el paradigma- carecerá de los datos necesarios para llevar a cabo la interpretación. Si usted trata de explicarle a alguien que se halle en la visión mágica o mítica del mundo que la suma de los cuadrados de los catetos de un triángulo rectángulo es igual al cuadrado de la hipotenusa, no llegará muy lejos, porque se trata de un algo ajeno al mundo empírico y que carece, en consecuencia, de localización simple. Y no por ello, sin embargo, su afirmación dejará de ser completamente cierta. Usted está realizando un experimento matemático en el interior de su conciencia, una experiencia cuyos resultados pueden ser verificados por quienes lleven a cabo el mismo experimento. Se trata de algo público, reproducible y falsable, de un conocimiento comunal cuyos resultados existen en el espacio racional del mundo y pueden ser fácilmente corroborados por todos aquellos que realicen el experimento. Y esto mismo es aplicable para cualquier otro tipo de experiencia interior de la conciencia, de los cuales la meditación es uno de los más antiguos, estudiados y reproducidos. Mantener, pues, una actitud escéptica es sumamente saludable, pero yo le invito a llevar a cabo ese experimento interior conmigo, a descubrir los datos por sí mismo, y luego le ayudaré a interpretarlos. Pero, en el caso de que no quiera llevar a cabo el experimento, no deberá reírse de quienes sí lo hacen.”

Es gracia a la sapiencia de Ken Wilber como puedo afirmar satisfactoriamente que, la trascendencia metafísica mediante la meditación, es el fundamento para la filosofía transpersonal, la cual es postulada en una cuestión de sentido para la argumentación epistemológica y pedagógica de una educación tranracional como misión espiritual . Solamente de ese modo se me antoja que será posible salvar el abismo cultural de la humanidad desde que Kant diferenció mediante sus Tres críticas al “ello” (ciencia), el “yo” (conciencia) y el “nosotros” (moral), dicho ello en términos socráticos: “Aquel que quiera cambiar el mundo debe empezar por cambiarse a sí mismo”. La integración de esas tres esferas kantianas solo es posible en el interior de cada uno de nosotros mediante la veracidad, la sinceridad, la integridad y la honradez como premisas que deben ser aprehendidas en el camino ascendente de la sabiduría propio del cuadrante superior izquierdo de la interioridad individual.

Sin embargo, Ken Wilber sostiene que todo fenómeno humano consta de cuatro facetas y no puede ser íntegramente comprendido si no se abordan los cuatro cuadrantes:

“El hecho de que el Espíritu se manifieste realmente en los cuatro cuadrantes (o, dicho de modo resumido, en los dominios del “yo”, del “nosotros” y del “ello”) supone también que la auténtica intuición espiritual es aprehendida como el deseo de expandir la profundidad del “yo” a la amplitud del “nosotros” y al estado objetivo de cosas propias del “ello”. En definitiva, proteger y promover la mayor profundidad a la mayor amplitud posible. (…) Esto significa, entre otras muchas cosas, la necesaria emergencia de un nuevo tipo de sociedad que integre la conciencia, la cultura y la naturaleza, y abra paso al arte, la moral, la ciencia, los valores personales, la sabiduría colectiva y el conocimiento técnico.”

Para la emergencia de ese nuevo tipo de sociedad, la trascendencia metafísica mediante la meditación es un imperativo para el despertar espiritual individual. Pero, ¿cómo puede ser posible el despertar espiritual colectivo? ¿Cómo puede realizarse ese tránsito de la espiritualidad individual a la espiritualidad colectiva? De momento, se puede afirmar que "la trascendencia metafísica mediante la meditación" es la puerta de acceso a la "sanación trascendental del ser humano". En efecto, la filosofía académica actual se encuentra en un preocupante estancamiento pues, sus presupuestos científicos mecanicistas y conductistas alejados de la genuina espiritualidad, están en la causa de la crisis de conciencia de la humanidad. Y, como se ha visto hasta aquí, la epistemología de lo conmensurable requiere de una complementación con la hermenéutica de lo inconmensurable: solamente así será factible la "sanación trascendental del ser humano".

- Artículo 18: La sanación trascendental del ser humano

La epistemología de lo conmensurable y la hermenéutica de lo inconmensurable son dos modos de saber que han sido contemplados por los padres fundadores de la relatividad y de la física cuántica y, correlativamente, aluden los mundos antagónicos entre la ciencia y la religión, respectivamente, entre el saber racional y el metafísico, ambos aunados por los “místicos cuánticos” en un racionalismo espiritual adoptado como filosofía transpersonal, y convirtiéndose en un fundamento epistemológico para un nuevo paradigma de conocimiento integrador de la filosofía con la espiritualidad , en el mismo sentido como lo definiera el inconmensurable Kant en su imperativo categórico .

Kant, mediante La crítica de la razón práctica, nos remite a la esfera práctica o razón moral, la interactuación pragmática, la interrelación en términos que tenemos algo en común, es decir, el entendimiento mutuo. El imperativo categórico de Kant, es una excelsa definición racional del amor, todo un racionalismo espiritual cuya aplicación práctica posibilitaría la sanación trascendental. Efectivamente, el pensamiento kantiano debe ser reivindicado y trascendido por el pensamiento occidental, quien remite al “nosotros” como asignatura pendiente : ahí radica el gran fracaso de la actual civilización, la falta de entendimiento y acuerdos para volver a poner al hombre en el centro de nuestro universo, y no simplemente como medio de explotación del hombre por el hombre, una lucha de clases presente en el pensamiento marxista y que, a día de hoy, sigue más vigente que nunca en la historia.

El dualismo entre ciencia y religión (saber racional y saber revelado) que ha permeado a la sociedad occidental, son dos modos de saber que deben ser integrados desde la no-dualidad por el sujeto cognoscente en tanto que debe ser objeto de conocimiento de sí mismo, haciendo asertivo el aforismo griego: “Conócete a ti mismo”. Por un lado, la todavía insuperable filosofía kantiana remite hacia el “nosotros” y, consecuentemente, el camino a seguir es indudable: la introspección de los propios pensamientos hasta alcanzar la pretendida sabiduría (tal como se ha visto en los epígrafes 1 y 2 anteriores: "Empoderamiento" y "Despertar espiritual"). Por otro lado, se requiere de la aplicación práctica de dichos conocimientos mediante el amor. La sabiduría y la compasión son los fundamentos de toda espiritualidad que se precie de ser llamada así, según Ken Wilber: “El camino del Ascenso es el camino de lo Bueno; el camino del Descenso es el camino de la Bondad. (…) Los Muchos volviendo al Uno y uniéndose a Él es lo Bueno, y es conocido como sabiduría; el Uno de vuelta y abrazando los Muchos es Bondad, y es conocido como compasión”.

Sí, efectivamente, El ideal de la sabiduría y el amor son los bálsamos para la sanación trascendental del ser humano, tal como concluyo en mi obra La educación cuántica: “La sabiduría y el amor no pueden ser encapsulados y prescritos por un médico, sino que deben ser aprehendidos consciente y prácticamente por todo sincero buscador de la verdad. Porque no hay mayor verdad que el amor [espiritualidad], y el amor a la verdad es el camino [filosofía]”.

¿Y cómo es posible integrar esos dos modos de saber? La filosofía perenne propugna la trascendencia del ilusorio dualismo entre cuerpo y mente mediante la meditación, logrando así la unicidad del propio ser humano con el universo, un camino de sabiduría que pretendidamente conduce hasta la iluminación según Ken Wilber. En dicho sentido, un equipo de psiquiatras del Hospital General de Massachusetts ha realizado el primer estudio que documenta cómo ejercitar la meditación durante ocho semanas puede afectar al cerebro. Según sus conclusiones, publicadas en Psychiatry Research, la práctica de un programa de meditación durante ocho semanas puede provocar considerables cambios en las regiones cerebrales relacionadas con la memoria, la autoconciencia, la empatía y el estrés. Es decir, que algo considerado espiritual, nos transforma físicamente y puede mejorar nuestro bienestar y nuestra salud.

Concluyendo, pues, la meditación es una herramienta esencial para aumentar la inteligencia emocional, transformar emociones y alcanzar un estado de paz y concentración. Muchos colegios están integrando ya estas técnicas en sus dinámicas educativas en busca de los beneficios que aporta a su alumnado. Una sanación trascendental del ser humano así argumentada contempla una auténtica intuición espiritual o intuición moral básica que debe ser aprehendida con el deseo de expandir la profundidad del “yo” a la amplitud del “nosotros” y al estado objetivo del propio “ello” mediante la asunción de los correspondientes derechos y responsabilidades. Dicho de otro modo, la intuición moral básica se constituye en una ética epistémica que debe ser aprehendida desde la no-dualidad por el sujeto cognoscente para orientar certeramente sus actos, pensamientos y sentimientos. En definitiva, dicha sanación trascendental se sustenta en una cuestión ética con sólidos pilares epistemológicos enmarcados en una antropología filosófica que propugna a la filosofía transpersonal como ciencia de la conciencia y en una alternativa esperanzadora para trascender la crisis de la filosofía occidental.

A pesar de los impresionantes logros de la neurobiología, todavía no han llegado a determinar donde se encuentra el centro de la conciencia. Por tanto, la filosofía transpersonal como ciencia de la conciencia se presenta como esperanzadora para la sanación trascendental del ser humano individual, pero, eminentemente, para la sanación transcendental de la humanidad mediante la meditación, lo cual será argumentado científicamente en el siguiente capítulo.

- Artículo 19: La sanación trascendental de la humanidad mediante la meditación

Como se ha visto anteriormente, la sanación trascendental del ser humano es posible mediante la meditación. En dicho sentido, la meditación se constituye en una experiencia interior, es decir, se experimenta en la subjetividad de cada uno de nosotros, en el cuadrante de la “interioridad individual”. Efectivamente, en nuestro interior es donde debemos hallar las respuestas, donde se nos está permitido contemplar el Rostro de lo Divino, algo que los modernos investigadores desdeñan como “mera metafísica” porque no puede ser demostrado. Una cuestión que Wilber rebate con la siguiente argumentación:

“Pero el hecho es que, para ello [contemplar el Rostro de lo Divino mediante los arquetipos], usted debería llevar a cabo el experimento y descubrir los datos por sí mismo y luego tendría que interpretarlos. Si no lleva a cabo el experimento -la meditación, el modelo, el paradigma- carecerá de los datos necesarios para llevar a cabo la interpretación. Si usted trata de explicarle a alguien que se halle en la visión mágica o mítica del mundo que la suma de los cuadrados de los catetos de un triángulo rectángulo es igual al cuadrado de la hipotenusa, no llegará muy lejos, porque se trata de un algo ajeno al mundo empírico y que carece, en consecuencia, de localización simple. Y no por ello, sin embargo, su afirmación dejará de ser completamente cierta. Usted está realizando un experimento matemático en el interior de su conciencia, una experiencia cuyos resultados pueden ser verificados por quienes lleven a cabo el mismo experimento. Se trata de algo público, reproducible y falsable, de un conocimiento comunal cuyos resultados existen en el espacio racional del mundo y pueden ser fácilmente corroborados por todos aquellos que realicen el experimento. Y esto mismo es aplicable para cualquier otro tipo de experiencia interior de la conciencia, de los cuales la meditación es uno de los más antiguos, estudiados y reproducidos. Mantener, pues, una actitud escéptica es sumamente saludable, pero yo le invito a llevar a cabo ese experimento interior conmigo, a descubrir los datos por sí mismo, y luego le ayudaré a interpretarlos. Pero, en el caso de que no quiera llevar a cabo el experimento, no deberá reírse de quienes sí lo hacen.”

Así, pues, la trascendencia del ilusorio dualismo entre cuerpo y mente mediante la meditación, se constituye en un camino de sabiduría que posibilita la sanación trascendental al lograr paz interior, mejoramiento de la salud y bienestar individual. Sin embargo, también es posible mediante la meditación alcanzar un bienestar colectivo para la humanidad, como se demuestra científica y extensamente en el artículo que encabeza este capítulo.

Por tanto, no vamos a repetir todas las extensas argumentaciones científicas (remito al lector a dicho artículo), pero sí voy a recapitular a modo de titulares los extensos beneficios de la meditación, de la mano de investigaciones científicas.

- El efecto “Super Radiance” de la meditación: es el extraordinario efecto positivo irradiado al resto de la sociedad por un grupo de meditadores especialmente entrenados. Este efecto único solo tiene lugar cuando un número suficiente de estos meditadores forman un grupo para practicar meditación juntos al mismo tiempo y diariamente. La meditación particular requerida para crear este poderoso efecto social es una forma avanzada de Meditación Trascendental conocida como el programa TM-Sidhi. Una característica fascinante del programa TM-Sidhi es que estimula las ondas cerebrales altamente coherentes para el meditador individual o TM-Sidha como se les llama. La importancia de esto es que un cerebro altamente coherente tiene acceso a facultades mentales y emocionales superiores que generalmente se encuentran inactivas cuando el cerebro está en un estado más estresado. Pero eso no es todo. Cuando se realiza en grupo esta meditación TM-Sidhi, no solo genera ondas cerebrales altamente coherentes para cada TM-Sidha, sino que también irradia este poderoso efecto de ondas cerebrales a la población circundante que no medita. Sin embargo, para crear el efecto deseado para cualquier población dada, tenemos que tener números suficientes en el grupo. Super Radiance ocurre en el momento preciso en que los números en un grupo de TM-Sidhas alcanzan un tamaño equivalente a la raíz cuadrada del 1% de una población dada. En ese punto crucial hay una reducción inmediata y dramática de la hostilidad y la violencia dentro de la comunidad anfitriona, así como un aumento en la actividad creativa y la positividad. Este cambio repentino en las tendencias sociales, activado en el momento en que una comunidad llega a Super Radiance, es tan consistente que el efecto se controla fácilmente a partir de estadísticas sociales disponibles al público. El efecto de la Super Radiance inspiró un ambicioso proyecto de investigación de paz global. Aunque el período de estudio duró solo tres semanas desde diciembre de 1983 hasta enero de 1984, los resultados fueron profundamente dramáticos y demostraron una vez más el increíble poder del efecto Super Radiance.

- Beneficios de la meditación según estudios científicos:

*Beneficios de la meditación en la felicidad.
*La meditación combate la depresión.
*La meditación reduce la ansiedad.
*La meditación alivia el estrés.
*Beneficios de la meditación en el cerebro: participar en un programa de meditación de atención plena de 8 semanas parece hacer cambios medibles en las regiones del cerebro asociadas con la memoria, el sentido de sí mismo, la empatía y el estrés.
*La meditación despliega la creatividad.
*La meditación reduce el dolor físico.
*Beneficios de la meditación para fumadores.
*La meditación reduce el riesgo de sufrir una enfermedad del corazón.

Podemos concluir este capítulo afirmando que, los beneficios de la meditación, avalados científicamente, constituyen una puerta de acceso a la espiritualidad, a esa metafísica que, hasta ahora, estaba desahuciada por los materialistas científicos. Dicho de otro modo, la epistemología de lo conmensurable (ciencia) y la hermenéutica de lo inconmensurable (espíritu) hallan un punto de intersección mediante los beneficios de la meditación demostrados científicamente. He ahí, precisamente, en la síntesis de saberes entre la epistemología y la hermenéutica, donde cada cual puede aprehenderse a uno mismo como conciencia de unidad mediante una auténtica intuición espiritual. Y, ello, se constituye entonces en un anclaje epistemológico para considerar a la filosofía transpersonal de Ken Wilber como un nuevo paradigma de conocimiento, cuyo objeto de estudio es la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia.

Dicho despertar espiritual ya no es una cuestión individual solamente, sino también un inherente deber de la colectividad humana, de ahí la necesidad de una educación transracional, pues como se ha visto anteriormente, es posible la sanación trascendental desde la infancia gracias a la aplicación práctica de la meditación en los centros escolares. Y dicho despertar espiritual, tanto individual como colectivo, conduce ineludiblemente a considerar al amor como nuestra única perspectiva de supervivencia en este planeta, una cuestión que pertenece propiamente al estado de conciencia de la 5D.

4 - CONCIENCIA

- Artículo 20: El giro copernicano

Los procesos de empoderamiento (punto 1), despertar espiritual (punto 2) y trascendencia (punto 3), todo ellos en conjunto, conforman un giro copernicano desde la razón hacia la espiritualidad, desde el “ver para creer” (materialismo ilusorio de la 3D) hacia el “creer para ver” (idealismo metafísico: intuiciones y premoniciones, el poder de la imaginación, el poder de la mente para la sanación, la meditación como conexión trascendental y el sentimiento del amor como fuente de creatividad). Dicho giro copernicano es un cambio de paradigma en el modo de vivir, pensar y amar, desde la conciencia personal a la conciencia transpersonal (este punto 4). Por tanto, el giro copernicano así planteado se constituye en un idealismo trascendental postulado en mi obra La educación cuántica , pero, sin embargo, en honor la verdad, todo el mérito le corresponde al inconmensurable Kant. En efecto, en filosofía, el giro copernicano o revolución copernicana hace referencia a la propuesta realizada por Kant para entender cómo es posible el conocimiento sintético a priori que da lugar al Idealismo Trascendental.

Kant explica el cambio que supone su filosofía en la concepción del conocimiento basándose en una analogía con la revolución copernicana. En astronomía, Copérnico comprendió que no se podía entender el movimiento de los objetos celestes con la tesis según la cual la Tierra está en el centro del universo y el Sol y los demás objetos celestes giran a su alrededor; comprendió que para entender el movimiento de los objetos celestes era necesario cambiar la relación poniendo al Sol en el centro y suponiendo que es la Tierra la que gira a su alrededor.

De un modo análogo, Kant considera que en filosofía es preciso una revolución semejante a la copernicana: en filosofía el problema consiste en explicar el conocimiento sintético a priori ; la filosofía anterior a Kant suponía que en la experiencia de conocimiento el sujeto cognoscente es pasivo, que el objeto conocido influye en el sujeto y provoca en él una representación fidedigna. Con esta explicación podemos entender, en todo caso, el conocimiento empírico, pero no el conocimiento a priori pues lo extraordinario de este último es que con él podemos saber algo de las cosas antes de experimentarlas, es decir, antes de que puedan influir en nuestra mente.

Kant propone darle la vuelta a la relación y aceptar que en la experiencia cognoscitiva el sujeto cognoscente es activo, que en el acto de conocimiento el sujeto cognoscente modifica la realidad conocida (en un sentido metafísico más amplio y con ayuda de la mecánica cuántica, es el mismo objetivo que pretende demostrar este ensayo). Según Kant, podemos entender el conocimiento sintético a priori si negamos que nosotros nos sometemos a las cosas, si aceptamos que son más bien las cosas las que se deben someter a nosotros: dado que para conocer un objeto antes ha de someterse a las condiciones de posibilidad de toda experiencia posible, es decir a las condiciones formales –a priori– impuestas por la estructura de nuestras facultades cognoscitivas, es posible saber a priori alguno de los rasgos que ha de tener cuando esté presente ante nosotros, precisamente los rasgos que dependen de dichas condiciones. Por ejemplo, a priori no podemos saber nunca si la figura que vamos a ver en la pizarra es un triángulo, ni las características contingentes de dicha figura (como su tamaño, su forma concreta, etcétera) pero sí podemos saber a priori que si es un triángulo ha de poseer todas las propiedades descritas por la geometría, ya que –según Kant– estas son una consecuencia de la peculiar estructura de nuestra mente, y a ellas se debe someter todo objeto del cual podamos tener experiencia. Estas ideas las resume Kant con la siguiente frase: “solo podemos conocer a priori de las cosas aquello que antes hemos puesto en ellas”.

En resumen, el giro copernicano hace mención al hecho de que solo podemos comprender el conocimiento a priori si admitimos que solo conocemos los fenómenos y no las cosas en sí mismas o noúmenos, si admitimos el Idealismo Trascendental como la filosofía verdadera.

Siguiendo la estela del pensamiento kantiano y merced a la física cuántica, este ensayo propugna asimismo un giro copernicano desde la filosofía tradicional occidental (en la cual Kant ocupa un lugar preeminente) hacia la filosofía perenne, y en cuyo esquema epistemológico se puede apreciar el giro epistemológico desde la dualidad sujeto-objeto mantenida por el materialismo científico, a la no-dualidad del sujeto-objeto a la que aboga el genuino misticismo contemplativo exento de apriorismos dogmáticos procedentes de las religiones. En suma, el verdadero giro copernicano puede apreciarse en la psicología humana -de la psicología tradicional a la psicología transpersonal-, como un viaje iniciático de la transformación interior que ya Platón nos iluminó mediante su alegoría del Mito de la caverna.

Nada nuevo bajo el sol, solo que, ahora, hay que salir de un largo sueño dogmático para que la razón sea iluminada, para que la ciencia por antonomasia sea la ciencia de la conciencia. Hace más de veinte siglos, ya Platón, nos hablaba del Mundo de las Ideas, las mismas que están ahora en pugna entre el racionalismo pragmático y el racionalismo espiritual, un tránsito cognitivo del primero al segundo y que tiene todas las características del viaje metafórico descrito en el Mito de la caverna, como si de una verdad perenne se tratara, y que la sociedad occidental todavía no hubiera aprendido la lección. ¿No sería una sabia solución enseñar bien ello a nuestros descendientes? ¿No sería más conveniente transmitir una educación acorde a los tiempos cuánticos? ¿No son tiempos de una educación cuántica? Pero ello no será una tarea fácil, porque la historia no es lineal. Se producen bucles temporales como bien ha argumentado Hegel:

La filosofía de la historia de Hegel está marcada por los conceptos de las “astucias de la razón” y la “burla de la historia”: la historia conduce a los hombres que creen conducirse a sí mismos, como individuos y como sociedades, y castiga sus pretensiones de modo que la historia-mundo se burla de ellos produciendo resultados exactamente contrarios, paradójicos, a los pretendidos por sus autores, aunque finalmente la historia se reordena y, en un bucle fantástico, retrocede sobre sí misma y con su burla y paradoja sarcástica, convertida en mecanismo de cifrado, crea también ella misma, sin quererlo, realidades y símbolos ocultos al mundo y accesibles solo a los cognoscentes, es decir, a aquellos que quieren conocer.

Ese giro copernicano de la historia del pensamiento tendrá importantes connotaciones en todas las instancias sociales, intelectuales, científicas, políticas, psicológicas y espirituales, porque todas ellas se verán afectadas por la autopoiesis de la naturaleza, consistente en la integración de la razón en el espíritu, respectivamente, una convergencia del saber con el amor. Todo un segundo renacimiento donde las ideas materialistas recibirán un baño platónico, permitiendo que la trascendencia universal se instale en nuestro modo de pensar y en las relaciones humanas.

- Artículo 21: La razón al servicio del amor

El giro copernicano desde el “ver para creer” hacia el “creer para ver”, en términos científicos y psicológicos, equivale a un giro epistemológico desde la razón (dualidad en el que se sustenta el materialismo científico) hacia el amor (no-dualidad en la que todos los seres nos percibimos como Uno).

En efecto, el problema epistemológico desde un punto de vista de la cronología histórica, es que la ciencia se ha adueñado de la razón humana como único método de conocimiento buscando hallar la “verdad” en la naturaleza. Y, por otro lado, las religiones se han apoderado del espíritu, convirtiendo a Dios en un dogma de fe. Con dicha dicotomía entre razón y espíritu, el ser humano sufre una división ontológica entre lo que piensa (razón) y lo que cree (espíritu divino). Y ahí está el gran problema epistemológico de la filosofía occidental. Analicemos pues esa dicotomía que fragmenta al ser humano.

Cuando alguien piensa en Dios (o espíritu), ¿qué operación está haciendo el pensamiento? El sujeto que piensa en Dios (ya sea creyente o ateo), por el acto mismo de pensar, está convirtiendo a Dios en un objeto pensado, es decir, el pensamiento está haciendo un reduccionismo del espíritu inmanente. Dicho de otro modo, Dios que es inmanente, omnipresente y omnisciente es reconvertido en un objeto de pensamiento y, por tanto, su unicidad subyacente en todos los seres vivos del universo es fragmentada.

¿Cómo es posible pensar a Dios si, el pensamiento, es la manifestación inteligible de Dios mismo? Pensar a Dios implica crear un dualismo mediante el pensamiento, pues Dios es intrínsecamente indivisible ya que todo lo integra, hasta nuestros pensamientos. Incluso la física cuántica apunta a la posibilidad de que todos somos uno y remite, por tanto, a esa unidad divina. Consecuentemente, la ciencia cuántica evidencia el fracaso de la razón humana en su intento de crear un dualismo entre el sujeto que piensa y el espíritu como objeto pensado. En última instancia, la grandeza de la mecánica cuántica es hacer patente la presencia de la conciencia como un observador que “ve” y que no puede manipular al objeto, pues sujeto y objeto son una y la misma cosa: Dios ve a través de nuestra conciencia, Dios y tú sois uno; tú y yo somos uno; todos somos uno.

En consecuencia, dicha dicotomía epistemológica entre ciencia y espíritu, solo puede ser trascendida mediante una “filosofía de la mente” como la argumentada hasta aquí: el empoderamiento (punto 1), el despertar espiritual (punto 2) y la trascendencia (punto 3) se constituyen en un proceso evolutivo psicológico y espiritual de la ascensión de la conciencia de cada cual, un proceso de la transformación interior. Dicho de otro modo, el cambio que queremos “ver” en ese mundo que no nos gusta debe empezar por cada uno de nosotros, en el mismo sentido que ya lo dijera el inconmensurable Sócrates: “Aquel que quiera cambiar el mundo, deberá comenzar por cambiarse a sí mismo”.

Entonces, si el cambio comienza por uno mismo, ¿por dónde comenzar? Hay personas quienes pensamos que otro mundo es posible desde el surgimiento de la física cuántica, pues es todo un giro copernicano en la mirada desde el “ver para creer” al “creer para ver”, de la razón a la espiritualidad, de ahí los peyorativamente denominados “místicos cuánticos” por la comunidad científica servil a los poderes fácticos. Sin embargo, son cada vez más los díscolos científicos que escapan del materialismo científico para convertirse en “pensadores cuánticos”, cuyo único pecado es haber aunado la razón con la espiritualidad, no entendida exclusivamente en su acepción religiosa, sino como la intersubjetividad kantiana magníficamente expuesta en su imperativo categórico, un amor también profesado por santos, budas, yoguis o místicos. En suma, se trata de una metamorfosis de la racionalidad pragmática a la racionalidad espiritual, de una trascendencia desde la filosofía tradicionalmente impartida en el actual sistema educativo hacia la filosofía transpersonal: un cambio de paradigma magistralmente argumentado por Ken Wilber en su obra Sexo, Ecología, Espiritualidad.

Las ideas de esos “místicos cuánticos” están alineadas con una visión holística de la naturaleza, en un profundo sentimiento simbiótico y de compasión con todo lo existente en este y otros mundos. Se trata de una experiencia inefable percibida en la propia conciencia, experiencias cumbres para unos, místicas para otros, que da alas para luchar por el librepensamiento y la libertad natural, ambas secuestradas por los poderes fácticos y las religiones, una eterna lucha por la verdad frente a las mentiras, entre la sabiduría y la ignorancia, siempre los perennes contrarios propuestos por Heráclito, como si de un mandato epistemológico por superar se tratara, en el que la humanidad todavía no ha logrado sintetizar la razón con el espíritu, ni sabremos si lo logrará. En cualquier caso, La educación cuántica es una humilde pretensión en dicho sentido.

Este ensayo tiene el propósito de evidenciar que la humanidad se halla ante un nuevo paradigma de conocimiento lo cual requiere, inherentemente, de un revisionismo histórico, social, intelectual, filosófico, espiritual pero, eminentemente, psicológico. Así, dicho revisionismo supone la sanación del ego fragmentado y disociado de la colectividad, la gran esperanza de La educación cuántica para sanar a este decrépito mundo. Para ello, más que nunca serán necesarias las “mentes cuánticas”, aquellas que aúnan la racionalidad con la espiritualidad, las que saben que todo conocimiento surge de la profundidad de todo ser humano cuando se pone la razón al servicio del amor. Porque bastan unos pensamientos positivos para sanar al ego herido, y sanar también de paso a ese mundo de ahí fuera.

- Artículo 22: El camino ascendente hacia la sabiduría

1 - El giro copernicano hacia la sabiduría

Con el giro copernicano de la razón al servicio del amor, el viaje de la transformación interior se convierte, entonces, en un proceso psicológico y espiritual que requiere una ascensión de nuestra conciencia con la sabiduría adquirida mediante la razón para, acto seguido, ponerla al servicio de los demás mediante una compasión que abrace a todos los seres por igual. En suma, se trataría de vivir en la conciencia de unidad, una característica propia de la conciencia transpersonal. Y dicho camino de ascensión espiritual individual es una experiencia mística que puede lograrse mediante la meditación como ciencia trascendental.

2 - Sabiduría versus ignorancia: otra dualidad

Pero, adquirir la sabiduría mediante la razón, no es un proceso baladí, pues hay que lidiar con la ignorancia y sus consecuencias epistemológicas, con la ingeniería social y mental, con la manipulación económica, social y política, y con el enemigo invisible de la humanidad. Así pues, El ideal de la sabiduría, debe transcender diversos velos de la percepción hasta que el ego trascienda los sistemas de creencias arraigados en nuestro inconsciente (individual y colectivo) hasta dejar en evidencia todas las mentiras económicas, políticas y epistemológicas que impiden a nuestra conciencia ser libre con conocimiento de causa.

Es así como, cada cual, está envuelto en la búsqueda del sentido de la vida mediante el viaje de su propia transformación interior (consciente o inconscientemente) y que, en este trabajo de investigación, he intentado sintetizar como “Filosofía de la mente”. Y si una cosa debemos hacer con nuestra mente es imitar a la sabia naturaleza hasta alcanzar una sabiduría propia que procure la sanación espiritual.

3 - La sanación espiritual

Para dicha sanación espiritual, es pertinente comprender que no hay caos en el universo, pues en todo caos hay un orden, sin embargo, imperceptible dicho orden para la mayoría de mis coetáneos. La sociedad de la ignorancia nos puede llevar, literalmente, al caos, a un genocidio globalizado como el que asistimos con esta falsa pandemia. Por tanto, el caos es sinónimo de ignorancia, es la ausencia de sabiduría colectiva. ¿Entonces, cómo poner orden entre tanto caos? Cada cual debe buscar su propio orden interior y, como se ha visto en este trabajo de investigación, el empoderamiento (punto 1), el despertar espiritual (punto 2) y la trascendencia (punto 3) mediante la meditación, son las herramientas psicológicas y espirituales que nos pueden llevar a comprender que, poner en orden nuestras ideas, es la única alternativa para alcanzar la sabiduría. Es decir, así como el caos es a la ignorancia, el orden es a la sabiduría. Y cuando se alcanza dicha sabiduría mediante el uso de la razón, el mecanismo de resistencia anclado en el “ver para creer” se desactiva y se produce el giro copernicano hacia el “creer para ver”: comprendemos nuestra propia transformación interior mediante el empoderamiento de nuestros pensamientos, lo cual implica acto seguido un despertar espiritual que lleva a la trascendencia de la razón hacia el amor y, así, nos rendimos a la evidencia que la máxima expresión de sabiduría es puro amor. Porque el saber sin amor, es puro egoísmo, y la causa de tanto sufrimiento en este mundo.

4 - La sabiduría es amor

Concluyendo, la sabiduría y el amor no pueden ser encapsulados y prescritos por un médico, sino que deben ser aprehendidos consciente y prácticamente por todo sincero buscador de la verdad. Porque no hay mayor verdad que el amor (espiritualidad), y el amor a la verdad es el camino (filosofía), todo un reto de integración entre la razón (yo) y el espíritu (nosotros) con la salvaguarda de la naturaleza (ello). Integrar el Gran Tres es el reto todavía pendiente para la humanidad desde que fue diferenciado por Kant mediante sus Tres críticas. El gran mérito de Wilber desde la perspectiva de la historia de la filosofía, es haber delineado los cuatro Rostros del Espíritu mediante los cuatro cuadrantes, es haber cartografiado los caminos de la evolución de la conciencia y haber señalado la profundidad que debe ser descubierta por cada uno de nosotros mediante la meditación. Wilber también nos describe un mundo chato dominado por el materialismo científico que impide con su dogmatismo epistemológico la integración con el Espíritu. No obstante, Wilber nos deja un análisis hermenéutico de la historia del pensamiento y de la evolución de la conciencia como pocos en el mundo, no en vano, es considerado como el “Einstein” de la conciencia.

Mi humilde labor en esta serie de artículos es apoyarme en el andamio epistemológico y hermenéutico estructurado por este inconmensurable pensador contemporáneo y, cuya obra, está siendo marginada por el establischment académico oficial. En la historia de la filosofía ha habido inconmensurables pensadores como Aristóteles, Platón y Kant entre los más grandes. Wilber no debería ocupar un rango menor pues su extensa y exhaustiva obra incluye y trasciende a todos los anteriores pensadores a él. Una trascendencia que solamente puede ser experimentada e interpretada en la profundidad de la conciencia mediante la meditación.

Como apunta Wilber, todo cambio se presenta bajo los cuatro cuadrantes, y por tanto, habrá que comenzar a pulir el diamante en bruto que todos nosotros tenemos en el fondo de nuestro ser (“yo”, interior individual) mediante la veracidad, la sinceridad, la integridad y la honradez, un sendero de sabiduría que permitiría la integración de todos “nosotros” en una comprensión mutua (interior colectivo) y, entre todos, cambiar entonces el ajuste funcional de un sistema social (“ello”, exterior individual y colectivo) inmerso en un mundo chato o “viejo mundo”. Así fue como anduve un camino intentando rastrear la disociación entre el “yo”, el “nosotros” y el “ello” en este convulso mundo que nos ha tocado vivir.

Deseo finalizar este trabajo monográfico sobre "La filosofía de la mente para la transformación interior" con una cita que encabeza mi obra La educación cuántica. Se trata de una cita de René Descartes (1596-1650), por antonomasia, el padre del racionalismo. Dice así:

“Para alcanzar la verdad, es necesario, una vez en la vida, desprenderse de todas las ideas recibidas, y reconstruir de nuevo y desde los cimientos todo nuestro sistema de conocimientos”

Y para la reconstrucción del conocimiento, tal como lo vengo argumentado de un modo epistemológico en este trabajo de meta-investigación filosófica, es preciso abordar inherentemente los mapas evolutivos de la conciencia, pero eso será objeto de otra serie de artículos en la próxima monografía.


Resumen de esta monografía:

Finalizábamos el anterior artículo con la necesidad de abordar el proceso psicológico implicado en la tarea del cambio de sí mismo. Los seguidores de este autor saben que, en mi obra La educación cuántica, argumento que la filosofía transpersonal desarrollada por Ken Wilber, así como la psicología transpersonal como la “cuarta fuerza” tras el conductismo, el psicoanálisis y la psicología humanista, se constituyen ambas como un nuevo paradigma de conocimiento.

Siguiendo la estela de dicha argumentación, he tenido el honor que, el esquema epistemológico de mi obra, haya servido de esqueleto cognitivo en la Tesis Doctoral de Noemí Siverio (Venezuela) y, por tanto, es preciso abordar dicha proposición académica y sus connotaciones psicológicas para el “homo complexus”, lo cual implica asimismo que dicha renovada comprensión psicológica sea extensiva al ámbito educativo.

La novedad de esta Tesis Doctoral es que contempla la psicología transpersonal, así como la educación transracional. Mi agradecimiento a Noemí Siverio por las citas a mis publicaciones, es todo un honor que mis investigaciones hayan sido de utilidad en su Tesis Doctoral.

La Tesis Doctoral de Noemí Siverio, junto a la Tesis de Maestría de Marely Figueroa, son dos aportes vanguardistas que abordan la visión transpersonal como revulsivo a la educación académica tradicional: ¿acaso son las primeras piedras de un gran edificio educativo-espiritual?

Mi sueño es que alguna Universidad haga posible impartir asignaturas sobre filosofía transpersonal, psicología transpersonal, educación transracional así como las ciencias vanguardistas relacionadas con la espiritualidad. Ese sueño ya se está haciendo realidad a tenor de estas dos incipientes y novedosas iniciativas:

-EXPERIENCIA PIONERA EN EL MUNDO DE LA FILOSOFÍA: EL INSTITUTO ATENEO DE COLIMA (MÉXICO) IMPARTE LA ASIGNATURA DE FILOSOFIA TRANSPERSONAL EN EL GRADO UNIVERSITARIO DE EDUCACIÓN

-TESIS DOCTORAL DE MORELIA VALENCIA MEDINA (ESPAÑA): UNA PERSPECTIVA TRANSPERSONAL PARA LA EDUCACIÓN

Las Tesis Académicas citadas evidencian que hay que abordar la complejidad psicológica de la racionalidad humana con nuevos neologismos, por ejemplo: la dimensión espiritual como un despertar de la conciencia. Consecuentemente, es imperativo que cada cual se pregunte: ¿Quién crees que eres tú?

Lo que se desprende de dicha introspección psicológica, es que hay que introducir a Dios en la ecuación del conocimiento de sí mismo, porque es la trampa del ego quién te mantiene en la ilusión de la separación del Espíritu. Por tanto, la misión más importante después de la introspección psicológica y trascendencia del ego, es conectarse con el plan divino.

Ahora bien, la introspección psicológica y la trascendencia del ego, así como la conexión con el plan divino, todo ese proceso implica una filosofía de la mente para la transformación interior.

Y para dicha transformación interior, hay que recurrir al padre del racionalismo René Descartes en sus propias palabras:

“Para alcanzar la verdad, es necesario, una vez en la vida, desprenderse de todas las ideas recibidas, y reconstruir de nuevo y desde los cimientos todo nuestro sistema de conocimientos”

Y para la reconstrucción del conocimiento, tal como lo vengo argumentado de un modo epistemológico en este trabajo de meta-investigación filosófica, es preciso abordar inherentemente los mapas evolutivos de la conciencia, pero eso será objeto de otra serie de artículos en la siguiente monografía.
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Una luz en tu camino

8 - DIOS: UNA LUZ EN TU CAMINO



Este trabajo de investigación está disponible como LIBRO en EBOOK y GRATIS en PDF


Ponencia en el VIII Congreso Internacional CESPE 2023, relacionada con este trabajo de investigación

Ponencia en la 3ª edición del Diplomado Internacional de Pedagogías Emergentes, relacionada con este trabajo de investigación

Resumen de la anterior monografía: 7 – DIOS COMO UN CAMINO DE SABIDURÍA

El amor es nuestra única perspectiva de supervivencia en este planeta, una cuestión contemplada desde la neurobiología y la sociobiología, en contraposición a las posiciones más recalcitrantes de los ortodoxos materialistas, por ejemplo, como el biólogo Dawkins. El amor es una conciencia moral definida racionalmente como imperativo categórico por el inconmensurable Kant, pero, ya anteriormente Platón planteaba que la sabiduría y el amor estaban intrínsecamente relacionadas como camino ascendente y camino descendente.

Con la emergencia de la mente a partir de la modernidad, surgió el mundo de la razón y, por tanto, dio origen también al mundo de las morales conscientes, como se ha visto con el imperativo categórico de Kant. En ese preciso momento histórico es cuando la mente y la naturaleza se diferenciaron: la mente reflexiva y la naturaleza reflejada. Pero, la modernidad se hallaba temporalmente estancada en la batalla entre la mente y la naturaleza, entre el ego y el eco. Dicho despertar espiritual, en opinión de Shelling, se produce por la síntesis no dual como identidad entre el sujeto y el objeto en un acto atemporal de autoconocimiento: es una intuición mística directa.

Sin embargo, el ego racional se impuso a la naturaleza y a Dios, y los ascendentes (búsqueda de Dios) fueron reemplazados por los descendentes (materialismo científico), lo cual provocó un abismo cultural sin consideraciones éticas, todo ello ya explicado en el artículo Dios en la dialéctica histórica-cultural.

En conclusión, el Espíritu subjetivo mediante el ego racional, se creyó con el poder de expoliar a la naturaleza (Espíritu objetivo) y de imponer su voluntad al mismísimo Dios (Espíritu absoluto). Pero dicha soberbia racional, desde el surgimiento de la filosofía cuántica, ha tenido que recular en su intención reduccionista pues, si Dios es perfección absoluta, dicha perfectibilidad también debe reproducirse en la naturaleza física, así como en la naturaleza humana. Y, por tanto, es preciso abordar el estudio de cómo se manifiesta la sabiduría divina en la naturaleza física, así como en el ser humano.

En efecto, desde las ciencias naturales, se reconoce implícitamente que muchas innovaciones tecnológicas están inspiradas en la flora y la fauna. La naturaleza ya ha encontrado soluciones para muchos desafíos a los que se enfrentan los seres humanos en la actualidad y, es por ello, que podemos afirmar que La naturaleza es sabia.

Respecto a la sabiduría en el ser humano, ello es un camino individual de cada cual que inquiere iniciar un camino ascendente hacia la sabiduría y que, a su vez, implica una Filosofía de la mente para la transformación interior para, con ello, coadyuvar en la sanación transcendental de la humanidad. En dicho proceso de cognición individual, la sabiduría se presenta como una ciencia para la sanación espiritual a partir de la cual es premisa necesaria desde la filosofía contemplar dimensiones de transcendencia espiritual, una cuestión demostrada científicamente en mi obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD, en la que argumento que es posible la transcendencia metafísica mediante la meditación. Y para dicho objetivo, es perentorio un giro copernicano en términos kantianos, es necesario también transcender la minoría de edad del ser humano, en definitiva, es preciso un renovado proyecto filosófico y pedagógico: cambiarse a sí mismo para cambiar al mundo.

En efecto, se trata de un nuevo paradigma de conocimiento que impele a la transformación interior de cada uno de nosotros: se trata de un camino ascendente hacia la sabiduría donde el amor es la idea suprema. Es así como la epistemología de lo conmensurable (ciencia) y la hermenéutica de lo inconmensurable (espíritu) , ambos desde una visión no-dual, son dos modos de saber que conducen a una misma finalidad: la conciencia de unidad entre todos los seres de este y otros mundos.

Conviene recordar una vez más que, el saber sin amor, es puro egoísmo y la causa de tanto sufrimiento en este mundo. Y cuando dicha premisa sea educada a nuestros infantes, antes saldremos de la actual crisis de conciencia porque, al fin y al cabo, dicha crisis de conciencia no es más que una falta de conocimiento de nuestra esencia divina. Es por ello que, la educación, está necesitada de una visión transpersonal y transracional: para vivir en paz y en el amor, pues solo así podremos deshacernos del enemigo invisible de la humanidad para, seguidamente, intuir a Dios en nuestro interior como una luz que ilumina nuestro camino, cuestión que cabe desarrollar en más profundidad en la siguiente monografía.

UNA LUZ EN TU CAMINO: SEMIÓTICA PARA EL HOMBRE EN BUSCA DEL "SÍ MISMO"

1 - SEMIÓTICA PARA UNA INTEGRACIÓN ENTRE CIENCIA Y ESPIRITUALIDAD

La semiótica es la ciencia derivada de la filosofía que trata de los sistemas de comunicación dentro de las sociedades humanas, estudiando las propiedades generales de los sistemas de signos como base para la comprensión de toda actividad humana. Pero, ¿acaso la actual civilización humana ha llegado al summum de su propia comprensión? En vista del caos exterior al que asistimos, inmersos en una falsa pandemia artificiosamente creada por el enemigo invisible de la humanidad, cabe preguntarse si el mundo en el que vivimos ofrece algún sentido de la vida desde la ciencia, la filosofía o la metafísica. En dicho sentido, los seguidores de mis publicaciones, saben de mi ahínco intelectual en intentar fusionar la ciencia y la espiritualidad. Y que, en dicho intento de unir la filosofía y la metafísica, he abordados los mapas evolutivos de la conciencia como premisas científicas para una proyecto filosófico y pedagógico: cambiarse a sí mismo para cambiar al mundo, en el mismo sentido que ya lo expresó el inconmensurable Sócrates: “Aquel que quiera cambiar el mundo, deberá comenzar por cambiarse a sí mismo”.

Y dicho cambio de transformación interior es un camino de ascensión espiritual individual desde la 3D a la 5D mediante el empoderamiento, el despertar espiritual, la trascendencia del ego y la conciencia de unidad: se trata de un camino ascendente hacia la sabiduría que cada cual debe recorrer por sí mismo. En definitiva, pensamiento, conocimiento e iluminación son una tarea de cada uno de nosotros a nivel subjetivo. Ahora bien, a nivel intersubjetivo, a modo de conciencia colectiva, ¿es posible hallar una semiótica que dé plena satisfacción a los eruditos en busca de la pretendida “verdad”? En este sentido, recordemos las palabras de Jesucristo: “La verdad os hará libres” y “El amor es el camino”. Bajo la premisa de dichos aforismos bíblicos, pero, además, desde una profunda argumentación realizada mediante publicaciones científicas, libros y más de seiscientos artículos, presento a continuación una semiótica para aportar algo de luz en el camino de todo aquél sincero buscador de la “verdad”, para todo aquel que se busca a sí mismo, con la esperanza de que, algún día, esta humilde aportación de “Una Luz en tu Camino” sirva de faro también para las humanidades actualmente en crisis, así como para superar el caduco materialismo científico, en definitiva, para enarbolar una espiritualidad con profundas implicaciones en las cuestiones metafísicas desde que científicamente se ha demostrado que la meditación es el fundamento que permite apercibir la transcendencia humana desde la racionalidad a la transracionalidad mediante una Filosofía Transpersonal y una Educación Transracional.

2 - SISTEMAS DE SIGNOS PARA LA COMPRENSIÓN HUMANA

El signo, en su definición nuclear, es un elemento dotado de unidad y carga informativa, y es indesligable del sujeto cognoscente dotado de sentidos e inteligencia. Los cinco sentidos (vista, oído, olfato, gusto y tacto) sumados a la inteligencia conforman el entramado o mecanismo que permite las dos grandes actividades que fundamentan la función del signo: actividad de recepción y actividad de producción en términos de comunicación, dando lugar ello a códigos estructurados o lenguaje. Por tanto, la semiótica es una meta-ciencia que, por un lado, subyace a todo conocimiento y a toda actividad científica y, por otro, se edifica sobre un campo de estudio interdisciplinar cuyo alcance es extensible sin excepción a cualquier conocimiento y actividad humana.

La anterior introducción al sistema de signos para la comprensión humana me autoriza a expresar mi interpretación semiótica para trascender el fracaso epistemológico de la filosofía occidental porque, en efecto, la historia de Occidente es una pesadilla de odio entre ciencia y espíritu. ¿Son irreconciliables la ciencia y el espíritu? Mi análisis del criterio de demarcación entre ciencia y religión deja entrever la posibilidad de una nueva cosmología entre ciencia y espíritu. Y esa posibilidad queda ahora expresada mediante la presente semiótica para el hombre en busca de sí mismo, con la esperanza de que este trabajo de semiótica pueda ser considerado como “Una Luz en tu Camino”.

3 - CRITERIOS DE DEMARCACIONES CONCEPTUALES: LA SEMIÓTICA COMO MÉTODO

Tal como argumento en mi trabajo de investigación acerca de la ascensión espiritual individual, la quinta dimensión (5D) es una frecuencia de sabiduría interna en la que se experimenta la conciencia grupal como un solo Ser, es una frecuencia energética y no física en la que se percibe el tiempo como un continuo donde solo existe el ahora eterno. En la 5D es donde se viven los sueños dotándolos de realidad espacio/temporal, donde se experimentan los sueños lúcidos y la magia blanca. Como es una dimensión de luz, se perciben formas lumínicas y muchas veces geométricas. La 5D es también descrita como la conciencia de Cristo y de Buda. ¿Y cómo es posible conceptuar racionalmente esa experiencia interna? La semiótica, en los términos argumentados anteriormente, nos provee una aprehensión cognitiva en sintonía con la dicha experiencia interna. En suma, es un intento más de este humilde servidor de Jesucristo en acercar a todo buscador de la verdad al amor como única verdad más allá de toda racionalidad, lo que en términos de Ken Wilber se vendría a llamar “transracionalidad” tal como concluye en su obra maestra Sexo, Ecología, Espiritualidad.

Así pues, vayamos con las demarcaciones conceptuales por antonomasia en el ámbito del conocimiento: la epistemología de lo conmensurable como teoría del conocimiento desde la filosofía y la ciencia (razón dualista), y también la hermenéutica de lo inconmensurable, lo que comúnmente se llama Dios (desde la no-dualidad).

4 - LAS DEMARCACIONES CONCEPTUALES: DUALIDAD Y NO-DUALIDAD

Las demarcaciones conceptuales para dotar de sentido a la comprensión de la actividad humana son: la búsqueda de la verdad, el conocimiento, la sabiduría, la filosofía, la metafísica y el amor. ¿Me he dejado alguna? …espero que no. Algunas dirán: la ciencia. Pero la ciencia, amigos míos, es una actividad de la razón filosófica que, en su afán de conocer a la naturaleza, ha fragmentado el conocimiento en diversas ciencias (química, física, biología, medicina, etc.) hasta fragmentar a la misma conciencia individual y colectiva. Y cuando la física clásica como uno de los viejos paradigmas de pensamiento fue trascendida por la filosofía cuántica, toda la ciencia empírica se diluyó como un azucarillo ante las posibilidades cuánticas de la nueva ciencia que estudia el mundo subatómico, llegando a la conclusión que bajo el átomo todo es vacío y energía en vibración, siendo por ello que surgieron los peyorativamente llamados “místicos cuánticos”, cuando en realidad, han sido los pioneros en establecer los fundamentos para la Filosofía Transpersonal que defiendo y sustentada por la Psicología Transpersonal como “carta fuerza” tras el conductismo, el psicoanálisis y el humanismo, todo ello argumentado como un “nuevo paradigma de conocimiento” en mi obra La educación cuántica. Por tanto, hago un llamado a todos los científicos a bajarse de su pedestal del conocimiento sustentado en la dualidad y asómense a la no-dualidad como posibilidad explicativa del misterio de la vida.

Así pues, a continuación, voy a desglosar las citadas demarcaciones conceptuales (verdad, conocimiento, sabiduría, filosofía, metafísica y amor) pero, sobre todo, explicitar las interrelaciones entre esas categorías cognitivas con la intención de que, de un modo consensuado, podamos alcanzar un conocimiento colectivo acerca del misterio de la vida, el sentido de la misma y el lugar que ocupa cada uno de nosotros en la transición actualmente en curso desde un viejo mundo a un nuevo mundo en ciernes de ser descubierto por cada uno de nosotros en nuestro interior, y cuyos presupuestos filosóficos hay que descubrir.

Y para facilitar dicha labor, al igual que lo hice en mi artículo científico, voy a valerme de un mándala en forma geométrica: así es como se me manifiesta el Espíritu. El círculo es la representación de Todo lo que Es, es decir, Dios. El triángulo con la punta hacia abajo debe ser interpretado como un camino descendente de la divinidad a través de la verdad (recuerde el aforismo bíblico de Jesucristo: “La verdad os hará libres”), así como la sabiduría suprema que pertenece propiamente a Dios y que es conveniente alcanzar mediante un camino ascendente, así como el amor como cohesión absoluta, pues el saber sin amor es puro egoísmo y la causa de tanto sufrimiento en este mundo. Respecto al triángulo con la punta hacia arriba, hace referencia a la predisposición del hombre de la búsqueda ascendente del conocimiento a través de la filosofía y la metafísica.

Veamos a continuación la interrelación manifestada de dichas demarcaciones conceptuales a través de la razón, pero también desde el corazón, pues recordemos que el corazón posee una mente cuántica. El salto desde la razón dualista a la no-dualidad que se vive desde el corazón sigue siendo el gran misterio de la vida por desentrañar, pues requiere una desprogramación de todo un sistema de creencias adoctrinado a través del subconsciente y, consecuentemente, cada cuál debe replantearse todo lo aprendido para redescubrir el auténtico sentido de la vida. Ello implica un reto cognitivo: ¿Cómo sabes que lo que sabes es cierto?

5 - ¿CÓMO SABES QUE LO QUE SABES ES CIERTO?

Nos adentramos así con el título de este capítulo en una alusión a una ponencia presentada en la Universidad ITECCE, en la que intentaba incidir en la necesaria desprogramación mental para los estudiantes, y también maestros, adoctrinados ambos por una educación como instrumento de poder. Tarea nada fácil, pero había que intentarlo como paso previo y necesario para comprender la semiótica aquí expuesta. En efecto, es necesaria una desprogramación mental de un sistema de creencias artificiosamente inoculado mediante un virus de la desinformación, lo cual nos ha llevado a La sociedad de la ignorancia, y cuyas repercusiones epistemológicas son de una gravedad extrema para la actual cultura en relación con las consideraciones éticas. Dicha desprogramación mental inquiere, como segundo paso, la sanación trascendental de la humanidad y que el sujeto cognoscente ejerza la búsqueda del “sí mismo”. Espero que, esta presentación semiótica para el hombre en busca de sí mismo, pueda aportar algo de luz en el camino de la ascensión espiritual individual de cada uno de nosotros hacia la quinta dimensión (5D), un estado de conciencia en el que se vibra en el Amor Incondicional.

Vamos pues con aquello que podemos ciertamente saber desde la interrelación de las demarcaciones conceptuales antes aludidas: verdad, conocimiento, sabiduría, filosofía, metafísica y amor. Se trata, en esencia, de que todo concepto sea comprendido en sí mismo (como episteme) y en interrelación con otros conceptos (como hermenéutica), de modo que, a decir de Descartes, tengamos una “idea clara y distinta” de la cual no haya duda alguna. Fijémonos en la forma geométrica antes aludida y que está como presentación en el inicio de este artículo. Hay seis relaciones conceptuales numeradas del uno al seis, las cuales describo a continuación:

1 - Hallar la verdad es el imperativo camino para alcanzar la sabiduría. El arco entre la búsqueda de la verdad y la anhelada sabiduría da lugar al surgimiento del conocimiento.

2 - No hay mayor sabiduría que el amor, pues el saber sin amor es puro egoísmo y la causa de tanto sufrimiento en este mundo. El arco entre la anhelada sabiduría y el amor implica la metafísica pues, la sabiduría y el amor, no pueden ser captadas por la mente científica (3D), sino respectivamente, la sabiduría es un ejercicio intelectual de la razón (4D) así como el amor debe ser sentido emocionalmente (5D).

3 - El amor a la verdad es el fundamento de toda genuina filosofía. El arco entre el amor y la verdad hace surgir a la filosofía, en el mismo sentido etimológico de la filosofía como amor a la verdad.

4 - Hay dos modos de saber en el conocimiento. El primero modo de saber consiste en la epistemología de lo conmensurable, es decir, aquello que la mente intenta conocer mediante la filosofía (razón dualista). El arco entre la filosofía y el conocimiento científico tiene como sustrato epistemológico la búsqueda de la verdad.

5 - El segundo modo de conocimiento versa sobre la hermenéutica de lo inconmensurable, es decir, trata de la metafísica. El arco entre el conocimiento y la metafísica implica una sabiduría por descubrir, más allá de nuestros sentidos, mediante el Espíritu.

6 - La filosofía (razón dualista) y la metafísica pueden ser aprehendidas como Conciencia de Unidad desde la no-dualidad: ahí radica el misterio de la vida. El arco entre la metafísica y la filosofía, mediante la Conciencia de Unidad de que todos somos Uno, une a la razón y el espíritu mediante el amor.

6 - GLOSARIO PARA LA INVESTIGACIÓN DE LAS DEMARCACIONES CONCEPTUALES

Cada una de las anteriores demarcaciones conceptuales (verdad, conocimiento, sabiduría, filosofía, metafísica y amor) han sido objeto de mis investigaciones a través de mis diversas publicaciones y, en consecuencia, me doy la licencia de presentar un glosario para facilitar la labor investigativa a todo avezado investigador interesado en proseguir en la búsqueda de sí mismo mediante la Filosofía Transpersonal como nuevo paradigma de conocimiento.

6-1 Demarcación conceptual de la VERDAD:

NO HAY VERDAD SIN LIBERTAD

VERDADES ETERNAS

NUEVOS CONCEPTOS PARA VERDADES ETERNAS

KEN WILBER: TRUMP Y LA POSVERDAD

6-2 Demarcación conceptual del CONOCIMIENTO

LA CUESTIÓN EPISTEMOLÓGICA (39 artículos)

PENSAMIENTO, CONOCIMIENTO E ILUMINACIÓN

6-3 Demarcación conceptual de la SABIDURÍA

EL CAMINO ASCENDENTE HACIA LA SABIDURÍA (9 artículos)

LA SABIDURÍA PERENNE

LA SABIDURÍA ESOTÉRICA DE PLATÓN

INFORMACIÓN, CONOCIMIENTO, SABIDURÍA

VIEJOS Y NUEVOS PARADIGMAS: DEL MATERIALISMO CIENTÍFICO A LA SABIDURÍA PERENNE

PONENCIA: ¿CÓMO SABES QUE LO QUE SABES ES CIERTO?

6-4 Demarcación conceptual de la FILOSOFÍA

LA COMPLEJIDAD DE LA FILOSOFÍA

ANACRONISMO FILOSÓFICO

¿DEBEN LOS FILÓSOFOS ESTAR NECESARIAMENTE EN OTRO NIVEL DE INTELECTUALIDAD?

EL VIEJO MUNDO: 1-1 FILOSOFAR EN UN MUNDO GLOBALIZADO

EL VIEJO MUNDO: 1-2 CRISIS DE LA FILOSOFÍA

EL VIEJO MUNDO: 1-3 FILOSOFÍA ESOTÉRICA

EL NUEVO MUNDO: 2-6 FILOSOFÍA DEL LENGUAJE

¿ES POSIBLE DESDE LA FILOSOFÍA CONTEMPLAR DIMENSIONES DE TRASCENDENCIA ESPIRITUAL?

LA FILOSOFÍA PERENNE

LA FILOSOFÍA TRANSPERSONAL (25 artículos)

LA EDUCACIÓN CUÁNTICA: LA FILOSOFÍA TRANSPERSONAL COMO NUEVO PARADIGMA DE CONOCIMIENTO

FILOSOFÍA Y PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL

EMPODERAMIENTO: PEDAGOGÍA FILOSÓFICA: LA MAYÉUTICA

PROYECTO FILOSÓFICO Y PEDAGÓGICO: CAMBIARSE A SÍ MISMO PARA CAMBIAR AL MUNDO

LA FILOSOFÍA DE KANT: IMPRESCINDIBLE (4 artículos)

FILOSOFÍA TRANSPERSONAL Y EDUCACIÓN TRANSRACIONAL

FILOSOFÍA TRANSPERSONAL: TEORÍA Y PRÁCTICA (6 artículos)

FILOSOFÍA DE LA MENTE: TRANSFORMACIÓN INTERIOR (21 artículos)

FILOSOFÍA CUÁNTICA (13 artículos)

VIEJOS Y NUEVOS PARADIGMAS: DE LA FILOSOFÍA TRADICIONAL A LA FILOSOFÍA TRANSPERSONAL

LA FILOSOFÍA TRANSPERSONAL COMO PARADIGMÁTICA TRASCENDENCIA AL FRACASO EPISTEMOLÓGICO OCCIDENTAL: FUNDAMENTOS PARA UNA EDUCACIÓN TRANSRACIONAL

LA FILOSOFÍA TRANSPERSONAL DE KEN WILBER COMO FUNDAMENTO PARA UNA EDUCACIÓN TRANSRACIONAL DE LA METAFÍSICA Y LA SANACIÓN TRASCENDENTAL DEL SUJETO COGNOSCENTE MEDIANTE LA MEDITACIÓN

TRASCENDIENDO LA FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN OCCIDENTAL: FUNDAMENTOS PARA LA FILOSOFÍA TRANSPERSONAL Y LA EDUCACIÓN TRANSRACIONAL

LA CONCIENCIA COMO PROBLEMA HISTÓRICO: LA FILOSOFÍA TRANSPERSONAL DE KEN WILBER COMO UNA HERMENÉUTICA COMPLEMENTARIA A LA EPISTEMOLOGÍA Y COMO FUNDAMENTO PARA UNA EDUCACIÓN TRANSRACIONAL

LA EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA DESDE UN ANÁLISIS POLÍTICO, SOCIAL Y FILOSÓFICO-TRANSPERSONAL

PRESUPUESTOS FILOSÓFICOS PARA LA TRANSICIÓN HUMANA DEL VIEJO MUNDO AL NUEVO MUNDO

LIBRO CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD CON TEXTOS ENLAZADOS

LIBRO FILOSOFÍA TRANSPERSONAL Y EDUCACIÓN TRANSRACIONAL CON TEXTOS ENTRELAZADOS

6-5 Demarcación conceptual de la METAFÍSICA

CUESTIONES METAFÍSICAS (7 artículos)

6-6 Demarcación conceptual del AMOR

LA RAZÓN AL SERVICIO DEL AMOR

EL DESPERTAR ESPIRITUAL Y LA EVOLUCIÓN DEL AMOR

DESPERTAR ESPIRITUAL: LA EVOLUCIÓN DEL AMOR

LA RAZÓN ES A LA DUALIDAD, COMO EL AMOR A LA UNIDAD

EL AMOR ES LA LEY SUPREMA

7 - LA BÚSQUEDA DEL “SÍ MISMO” ES UN CAMINO ASCENDENTE HACIA LA SABIDURÍA

Por un lado, la búsqueda de la verdad y el conocimiento adquirido durante dicha búsqueda nos conduce, inexorablemente, a un camino ascendente hacia la sabiduría en el que, en una súbita intuición espiritual, nos rendimos a la evidencia de que no hay caos en el universo, todo es perfecto en el Plan Divino. Por otro lado, la síntesis de saberes entre la filosofía y la metafísica es una intuición espiritual, respectivamente, entre la razón y el espíritu en un ejercicio de trascendencia como Conciencia de Unidad donde todos somos Uno mediante el Amor. Obsérvese cómo esas seis demarcaciones conceptuales (verdad, conocimiento, sabiduría, filosofía, metafísica y amor) quedan circunscritas en el Plan Divino representado por el círculo. Recordemos asimismo la importancia del círculo en la tradición de la filosofía esotérica.

En consecuencia, en todo caos hay un orden que se manifiesta en Bondad y Belleza en una precisa relación a la Verdad. En efecto, bajo la lupa del conocimiento y bajo el impulso de la ciencia, el hombre se ha desvivido por hallar el orden subyacente que mueve a la naturaleza: ¿Qué es la ciencia, sino una interpretación de leyes inmanentes a la naturaleza y el orden divino? Lo que podemos “comprender” mediante la ciencia y la filosofía se convierte en un orden de interpretación siempre parcial de la totalidad del Ser.

Sin embargo, el caos mayor es aquel que, instalado en nuestra ignorancia, nos impide caminar con la razón en el camino ascendente hacia la sabiduría. En efecto, porque un pensamiento que no se piensa correctamente así mismo es un pensamiento caótico donde reina la ignorancia e impide caminar hacia la luz del conocimiento. Consecuentemente, el caos percibido en el exterior es un fiel reflejo del caos interior como sinónimo de ignorancia.

Por tanto, sabido ello, lo primordial a realizar es poner orden en nuestras ideas. Ahora bien, ¿por dónde empezar a poner orden en nuestras ideas? ¿A quién acudir? Hay que acudir a la Fuente que todo lo sabe, incluso lo que más nos conviene. Sólo hay que dirigirse a la fuente de sabiduría con humildad y sinceridad de propósito, y preguntar sobre aquello que nos atormenta o preocupa. Preguntar se convierte en el método más directo para hallar soluciones a nuestros problemas o preocupaciones. Y ello se puede llevar a cabo mediante la meditación, como técnica mayéutica de introspección, una camino de sabiduría que nos permite conectar con nuestro Yo Superior también conocido como Humano/Luz en los vídeos de William Criado.

Indudablemente, la meditación puede ayudar a poner en orden nuestras ideas porque, esencialmente, así como el caos es a la ignorancia, el orden es a la sabiduría. Así, cuando la ignorancia que subyace en toda visión caótica del mundo es trascendida mediante el saber, se logra entonces un orden superior de conocimiento, un paso hacia la sabiduría. ¿Equivale ello a afirmar que una persona culta, inteligente o con un gran bagaje intelectual sea inherentemente una persona sabia? No necesariamente. La sabiduría es un proceso ascendente muy loable pero que, sin embargo, está inexpugnablemente asociada a la ética.

Toda persona que haya iniciado un sendero de sabiduría acaba convergiendo en el amor como el más alto valor ético. Y, tal como concluyo en mi obra La educación cuántica, la sabiduría y el amor no pueden ser encapsulados y prescritos por un médico, sino que deben ser aprehendidos consciente y prácticamente por todo sincero buscador de la verdad. Porque no hay mayor verdad que el amor (espiritualidad), y el amor a la verdad es el camino (filosofía), todo un reto de integración entre la razón y el espíritu con la salvaguarda de la naturaleza. Por tanto, habrá que comenzar a pulir el diamante en bruto que todos tenemos en el fondo de nuestro ser mediante la veracidad, la sinceridad, la integridad y la honradez como un sendero de sabiduría que permitiría la integración de todos “nosotros” en una comprensión mutua y, entre todos, cambiar entonces el ajuste funcional del sistema social.

Las anteriores aseveraciones nos remiten, obvia e inherentemente, al sabio aforismo en boca del inconmensurable Sócrates: “Aquel que quiera cambiar el mundo, deberá comenzar por cambiarse a sí mismo”. Y esa premisa socrática debería ser educada como proyecto filosófico y pedagógico bajo una renovada filosofía de la mente que contemple al Plan Divino, pues está en juego la salvación de nuestra alma al impedir reconocernos que somos pura esencia divina, y que el amor es la ley suprema. El amor es el Plan Divino. Conéctate con el Plan Divino, conéctate con el amor. Pon “Una Luz en tu Camino”.


Resumen de esta monografía:

Argumentar que podemos intuir a Dios en nuestro interior como una luz en nuestro camino, implica una intuición espiritual como síntesis de saberes entre la epistemología y la hermenéutica. Y eso, creo yo, es lo que he conseguido con mi artículo científico titulado La filosofía transpersonal como una hermenéutica complementaria a la epistemología: fundamentos para una educación transracional.

Ahora bien, ¿qué tiene que decir la ciencia en la comunicación entre la razón y el espíritu? Tradicionalmente, como se ha visto en esta meta-investigación, la ciencia (camino descendente) y la religión (camino ascendente) han permanecido en caminos divergentes por más de dos mil años. Sin embargo, desde el surgimiento de la filosofía cuántica, se produce un acercamiento de cada vez más científicos en considerar a Dios como parte de la ecuación del conocimiento, lo cual irreversiblemente, es un nuevo paradigma de conocimiento conocido como filosofía transpersonal. En dicho sentido es como se ha podido descubrir a Dios como una experiencia mística y a través de la meditación: un “sí mismo” desde la no-dualidad.

Así propuesta la cuestión de comunicación entre la ciencia y Dios, es indiscutible que la ciencia no es más que una percepción parcial de la totalidad del Ser. Y que, en dicho intento de fusionar la ciencia y la espiritualidad (o la filosofía y la metafísica), es perentorio que existan diferentes grados del conocimiento de Dios, que existan velos de la percepción humana por derribar y que, ello, ineludiblemente nos lleva a la consideración de diferentes mapas evolutivos de la conciencia. Recordemos que la conciencia es el núcleo duro que la ciencia no ha resuelto todavía, primordialmente, porque se ha centrado en el “ello” (naturaleza objetiva), obviando a las experiencias subjetivas (“yo”) así como intersubjetivas (“nosotros”). En definitiva: los Tres Grandes diferenciados por Kant son, todavía, el gran reto de integración al que nos enfrentamos en el actual estadio evolutivo de la humanidad.

Para resolver dicha cuestión, la semiótica es la ciencia derivada de la filosofía que puede permitir una integración entre ciencia y espiritualidad, pues trata de los sistemas de comunicación dentro de las sociedades humanas. Y, ¿cuál es el problema más acuciante del ser humano? Efectivamente: la comunicación entre ciencia y espiritualidad, una cuestión que el enemigo invisible de la humanidad se afana para que no encontremos el camino de regreso a nuestra esencia divina. Y ese regreso a nuestra esencia divina, solamente se puede realizar desde una transformación interior y de trascendencia para realizar conscientemente el camino de la ascensión espiritual individual desde la 3D a la 5D. Se trata, en definitiva, de la búsqueda del “sí mismo” que nadie puede hacer por nosotros. Y, la semiótica, nos provee una aprehensión cognitiva en sintonía con dicha experiencia interna.

La aprehensión cognitiva en el camino interior de cada cual, en términos conceptuales, es lo que se conoce como la epistemología de lo conmensurable (teoría del conocimiento desde la filosofía y la ciencia sustentadas ambas en la razón dualista) así como la hermenéutica de lo inconmensurable (interpretación de Dios desde la no-dualidad). Para lograr una certera y unívoca conceptuación, son necesarias entonces las demarcaciones conceptuales por antonomasia: dualidad y no-dualidad.

Cabe dejar claro que la no-dualidad es una experiencia mística, es un lúcido misticismo platónico, es decir, una experiencia inefable que no puede ser expresada en palabras ni conceptos: desde la dualidad racional ese ámbito numinoso es conocido como metafísica, una cuestión denostada por el materialismo científico como se ha argumentado durante esta investigación y que, ese "misticismo cuántico", por justicia histórica y epistemológica, debería ser llamado filosofía transpersonal.

No obstante la dificultad de percibir a Dios en términos conceptuales, hay un lenguaje universal que se conoce como “geometría” y, en dicho sentido, el círculo es una representación de Todo lo que Es, es decir, Dios. En boca del físico y astrónomo Sir James Jeans: “Dios es matemático, y el universo está empezando a parecerse más a un gran pensamiento que a una gran máquina”. Es así como me fue desvelada esa manifestación divina mediante un mándala geométrico donde, las demarcaciones conceptuales, pueden ser expresadas como Verdad, Sabiduría y Amor en el camino descendente desde la Unidad Divina hasta la Multiplicidad Humana; y, por otro lado, la Filosofía, la Metafísica y el Conocimiento como camino ascendente desde la Multiplicidad Humana hasta lograr la experiencia mística de la Unidad Divina.

Dichas demarcaciones conceptuales (Verdad, Sabiduría, Amor, Filosofía, Metafísica y Conocimiento) han sido objeto de mis diversas publicaciones y, en consecuencia, me ha permitido elaborar un glosario de artículos relacionados con cada concepto, para facilitar la labor investigativa de todo aquél interesado en la búsqueda del “sí mismo” a través de la filosofía transpersonal como nuevo paradigma de conocimiento. Y esa búsqueda del “sí mismo” se convierte, entonces, en un camino ascendente hacia la sabiduría. Y toda persona que haya iniciado ese sendero de sabiduría acaba convergiendo en el amor como el más alto valor ético, porque, cabe recordar una vez más: la sabiduría y el amor no pueden ser encapsulados y prescritos por un médico, sino que deben ser aprehendidos consciente y prácticamente por todo sincero buscador de verdad; porque no hay mayor verdad que el amor (espiritualidad), y el amor a la verdad es el camino (filosofía), un reto de integración entre la razón y el espíritu con la salvaguarda de la naturaleza.

Las anteriores aseveraciones nos remiten, obvia e inherentemente, al sabio aforismo en boca del inconmensurable Sócrates: “Aquel que quiera cambiar el mundo, deberá comenzar por cambiarse a sí mismo”. Ahora bien, cambiarse a sí mismo, implica un proceso psicológico que es preciso abordar en la siguiente monografía.
Ver más


Dios como un camino de sabiduría

7 – DIOS COMO UN CAMINO DE SABIDURÍA



Este trabajo de investigación está disponible como LIBRO en EBOOK y GRATIS en PDF


Ponencia en el VIII Congreso Internacional CESPE 2023, relacionada con este trabajo de investigación

Ponencia en la 3ª edición del Diplomado Internacional de Pedagogías Emergentes, relacionada con este trabajo de investigación

Resumen de la anterior monografía: 6 - DIOS A TRAVÉS DE LA MEDITACIÓN

Es gracia a la sapiencia de Ken Wilber como puedo afirmar que, la trascendencia metafísica mediante la meditación, es el fundamento para la filosofía transpersonal, la cual es postulada en una cuestión de sentido para la argumentación epistemológica y pedagógica de una educación tranracional como misión espiritual . Solamente de ese modo se me antoja que será posible salvar el abismo cultural de la humanidad desde que Kant diferenció mediante sus Tres críticas al “ello” (ciencia), el “yo” (conciencia) y el “nosotros” (moral), dicho ello en términos socráticos: “Aquel que quiera cambiar el mundo debe empezar por cambiarse a sí mismo”. La integración de esas tres esferas kantianas solo es posible en el interior de cada uno de nosotros mediante la veracidad, la sinceridad, la integridad y la honradez como premisas que deben ser aprehendidas en el camino ascendente de la sabiduría propio del cuadrante superior izquierdo de la interioridad individual.

Con la anterior argumentación, la meditación queda habilitada desde la hermenéutica filosófica. Ahora bien, ¿qué tienen que decir las investigaciones científicas acerca de la meditación? ¿La meditación desde la hermenéutica filosófica puede ser avalada epistemológicamente por la ciencia? ¿Es posible, por tanto, una integración entre la epistemología y la hermenéutica? Así creo haberlo demostrado en mi artículo científico La filosofía transpersonal como una hermenéutica complementaria a la epistemología: fundamentos para una educación transracional. No obstante, las aportaciones científicas avalan la meditación como camino metafísico de introspección, así como una herramienta para la sanación transcendental de la humanidad.

Los beneficios de la meditación, avalados científicamente, constituyen una puerta de acceso a la espiritualidad, a esa metafísica que, hasta ahora, estaba desahuciada por los materialistas científicos. Dicho de otro modo, la epistemología de lo conmensurable (ciencia) y la hermenéutica de lo inconmensurable (espíritu) hallan un punto de intersección mediante los beneficios de la meditación demostrados científicamente. He ahí, precisamente, en la síntesis de saberes entre la epistemología y la hermenéutica, donde cada cual puede aprehenderse a uno mismo como conciencia de unidad mediante una auténtica intuición espiritual. Y, ello, se constituye entonces en un anclaje epistemológico para considerar a la filosofía transpersonal de Ken Wilber como un nuevo paradigma de conocimiento, cuyo objeto de estudio es la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia.

Dicho despertar espiritual ya no es una cuestión individual solamente, sino también un inherente deber de la colectividad humana, de ahí la necesidad de una educación transracional, pues como se ha visto anteriormente, es posible la sanación trascendental desde la infancia gracias a la aplicación práctica de la meditación en los centros escolares. Y dicho despertar espiritual, tanto individual como colectivo, conduce ineludiblemente a considerar al amor como nuestra única perspectiva de supervivencia en este planeta, una cuestión que es preciso abordar en la siguiente monografía.

1 - ESPÍRITU OBJETIVO, ESPÍRITU SUBJETIVO Y ESPÍRITU ABSOLUTO

El amor es nuestra única perspectiva de supervivencia en este planeta, una cuestión contemplada desde la neurobiología y la sociobiología, en contraposición a las posiciones más recalcitrantes de los ortodoxos materialistas, por ejemplo, como el biólogo Dawkins. El amor es una conciencia moral definida racionalmente como imperativo categórico por el inconmensurable Kant, pero, ya anteriormente Platón planteaba que la sabiduría y el amor estaban intrínsecamente relacionadas como camino ascendente y camino descendente:

“El camino del Ascenso es el camino de lo Bueno; el camino del Descenso es el camino de la Bondad. Los Muchos volviendo al Uno y uniéndose a Él es lo Bueno, y es conocido como sabiduría; el Uno de vuelta y abrazando los Muchos es Bondad, y es conocido como compasión”.

“Eros es el amor de lo inferior que alcanza lo superior (Ascenso), y Ágape es el amor de lo superior que alcanza lo inferior (Descenso)".

“El Ágape de una dimensión superior es un tirón omega para nuestro Eros que nos invita a ascender, a través de la sabiduría, y por tanto a expandir el círculo de nuestra compasión a más seres cada vez”. Esta noción general -de un Kósmos multidimensional entretejido por estructuras ascendentes y descendentes de Amor (Eros y Ágape)- sería el tema dominante de las escuelas neoplatónicas y ejercerá una profunda influencia en todas las corrientes del pensamiento subsiguiente hasta (y más allá) de la Ilustración. A través de Nicolás de Cusa y Giordano Bruno ayudó a impulsar el paso de la Edad Media al Renacimiento”.

Con la emergencia de la mente a partir de la modernidad, surgió el mundo de la razón y, por tanto, dio origen también al mundo de las morales conscientes, como se ha visto con el imperativo categórico de Kant. En ese preciso momento histórico es cuando la mente y la naturaleza se diferenciaron: la mente reflexiva y la naturaleza reflejada. Pero, la modernidad se hallaba temporalmente estancada en la batalla entre la mente y la naturaleza, entre el ego y el eco. Dicho despertar espiritual, en opinión de Shelling, se produce por la síntesis no dual como identidad entre el sujeto y el objeto en un acto atemporal de autoconocimiento: es una intuición mística directa.

Sin embargo, el ego racional se impuso a la naturaleza y a Dios, y los ascendentes (búsqueda de Dios) fueron reemplazados por los descendentes (materialismo científico), lo cual provocó un abismo cultural sin consideraciones éticas, todo ello ya explicado en el artículo Dios en la dialéctica histórica-cultural.

En conclusión, el Espíritu subjetivo mediante el ego racional, se creyó con el poder de expoliar a la naturaleza (Espíritu objetivo) y de imponer su voluntad al mismísimo Dios (Espíritu absoluto). Pero dicha soberbia racional, desde el surgimiento de la filosofía cuántica, ha tenido que recular en su intención reduccionista pues, si Dios es perfección absoluta, dicha perfectibilidad también debe reproducirse en la naturaleza física, así como en la naturaleza humana. Y, por tanto, es preciso abordar el estudio de cómo se manifiesta la sabiduría divina en la naturaleza física, así como en el ser humano, cuestiones que abordaremos a continuación.

2 - LA NATURALEZA ES SABIA

A finales de la década de 1990, la escritora estadounidense de ciencias naturales Janine Benyus acuñó el término “biomímica” para referirse a las innovaciones inspiradas en la flora y la fauna. Los orígenes modernos de la Biomímica, también conocida como Biomimética o Biónica, suelen atribuirse al ingeniero Richard Buckminster Fuller, aunque previamente también se han dado casos de desarrolladores que intuitivamente se basaron en la naturaleza para alcanzar algún hallazgo. La biomímica postula que, con 3.800 millones de años de evolución de la vida en la Tierra, la naturaleza ya ha encontrado soluciones para muchos de los desafíos a los que nos enfrentamos los seres humanos en la actualidad. Ejemplos de dichas soluciones halladas por los hombres emulando la naturaleza son:

-la Torre Eiffel que imita al fémur humano;

-los puentes en suspensión que se inspiraron en los tendones;

-el velcro como consecuencia de la fascinación del ingeniero suizo George de Mestral con los pequeños cardos de puntas ganchudas de las bardanas que se habían enganchado en su perro y en su ropa después de un paseo;

-el plástico antirreflectante: los ojos de las polillas no reflejan la luz gracias a unas diminutas protuberancias, y por ello pasan más desapercibidas para los depredadores;

-la tela inteligente: imitando las escamas de las piñas, que se abren y cierran en función del calor o del frío;

-el tren bala: los ingenieros rediseñaron la nariz del tren bala inspirándose del pico del Martín pescador, y así redujeron el ruido y el consumo de energía eléctrica;

-las superficies de las lanchas: una nueva cubierta exterior imita a la piel de tiburón en las lanchas, con pequeños rectángulos y púas, para así impedir que se adhieran algas y percebes;

-el ahorro energético: las mariposas Morpho se distinguen por sus alas de color azul iridiscente. El tono tornasolado es una ilusión óptica llamada “color estructural”, una interferencia entre haces de luz a causa de la cual solamente se reflejan algunos colores. El estudio de esta propiedad ha derivado en aplicaciones para monitores de ordenador, agendas electrónicas, teléfonos inteligentes y vestimenta hecha con fibras de poliéster y nailon que “reflejan” toda la gama del arco iris sin necesidad de colorantes;

-las alas transformables, basándose en ciertas especies de aves que utilizan este sistema para realizar vuelos más eficientes;

-el superpegamento: a partir de la clonación de cinco proteínas de mejillón para desarrollar un adhesivo natural resistente al agua.

Como se puede apreciar, la naturaleza es sabia y nos lleva ventaja en la búsqueda de soluciones. Como aseverara Aristóteles: “Dios y la naturaleza no hacen nada inútilmente”.

3 - EL CAMINO ASCENDENTE HACIA LA SABIDURÍA (1): NO HAY CAOS EN EL UNIVERSO

Toda mi vida he creído estar viviendo en un mundo caótico. Toda mi vida he buscado comprender por qué vivimos en un caos social y político con nefastas consecuencias psicológicas para las personas. Durante muchos años he estado elucubrando sobre la relación que hay entre la libertad, el caos y el orden. ¿Hay un orden preestablecido que nos sobrepasa y, por tanto, somos seres predeterminados? O, por lo contrario, ¿tenemos libre albedrío a pesar de que la neuropsicología nos dice que somos una fábrica de ilusiones?

Ahora, después de varias publicaciones tras muchos años de investigación, he comprendido que no hay caos en el universo. Esta intuición vino a mí durante una meditación, uno de esos momentos en los que te conectas con la Fuente de todo, y que da respuestas a tus preguntas. Más adelante aludiré cómo funciona ese proceso que invita a conocerse a sí mismo y también al mundo. La cuestión es que salí del estado meditativo con la firme seguridad de que en el universo no hay caos sino un orden bello y armonioso, pero casi imperceptible para nosotros los humanos. Comprendí que, como parte de una totalidad mayor, el ser humano nunca tiene la última respuesta que pertenece, propiamente, a la Unidad divina que todo lo sabe. Nosotros los humanos tan solo hacemos acopio de una ínfima parte de la sabiduría universal mediante el desarrollo de la filosofía y las ciencias.

La cuestión filosófica que ha perdurado por los siglos y sigue siendo el problema fundamental en el actual debate epistemológico, es saber cómo conectan el cuerpo y la mente, la razón y el espíritu. Para los escépticos materialistas científicos, la conciencia emerge de la materia, es decir, las ideas son formaciones nebulosas que emergen de un conglomerado de átomos, moléculas y células. Por lo contrario, los idealistas presuponemos un ser consciente independiente de la materia y que interactúa con ella. Es un problema de hondo calado filosófico acerca de la conciencia y que me ha llevado a ser un estudioso de la obra de Wilber. No solo comparto su erudición filosófica de la historia del pensamiento humano sino su concepción espiritual que otorga una profunda importancia a la introspección como más que probable camino de sabiduría. El esencial problema epistemológico es: ¿de dónde surgen las ideas? Tanto la física cuántica como las neurociencias se hallan lidiando con problemas metafísicos, es decir, genuinamente filosóficos al hacer evidente, respectivamente, que la realidad es unitaria y que el mundo dualista es ilusión.

Wilber contextualiza histórica y filosóficamente el principal problema de Occidente, pero también de la humanidad: el “yo” (ego) ha caído preso de un mundo chato dominado por el “ello” (materialismo científico), lo cual crea una crisis existencial, intelectual y filosófica al “nosotros”. El giro epistemológico es un nuevo paradigma de conocimiento que propugna una pedagogía introspectiva como vía de empoderamiento de cada uno de nosotros. Dicho de otro modo, emprender un camino ascendente hacia la sabiduría lo cual, coincidiendo con Wilber, la meditación es su principal puerta de acceso.

Por tanto, en relación a la pregunta ¿de dónde vienen las ideas?, puedo afirmar con rotundidad que las ideas proceden de la Fuente, o Dios o Tao, da igual el nombre con el que se etiquete al innombrable. La cuestión es que, todas aquellas personas que han experimentado dicho camino interior, son seres conscientes de su propia consciencia, supraconscientes por decirlo de otra manera, y que permite tener acceso a una fuente de información si se dirige a ella en términos de humildad, sinceridad de propósito y bienintencionadamente. Todas nuestras preguntas hallan respuestas cuando, reconociendo nuestra propia ignorancia, estemos dispuestos a aprender de la Fuente que todo lo provee, porque no hay caos en el universo, todo estás ordenado, pero no hemos llegado todavía a descifrar tal estado de sabiduría suprema. Quien sea que posea esa sabiduría suprema (que cada cual le ponga el nombre que quiera), sabe bien antes que nosotros, pobres criaturas racionales que obvian al Espíritu, de lo que nos conviene o no. Consecuentemente, cuando actuamos “desconectados” de la Fuente, es decir anteponemos el “ego”, cerramos una puerta a un camino de sabiduría presente en la filosofía perenne: el misticismo contemplativo. El Espíritu conoce el pasado, el presente y el futuro, y manifiesta dicho conocimiento a través de una sabia naturaleza, pero también desde la naturaleza mental que nos habla pero que pocos saben escuchar, como sabiamente nos anticipó Heráclito con el Logos. También Wilber asevera de que, la dirección de la evolución, es poner orden en el caos:

"La evolución tiene una dirección, un principio que, como suele decirse, pone orden en el caos y supone, dicho de otro modo, un impulso hacia el logro de una mayor profundidad. En este sentido, cada nuevo desarrollo supone una victoria sobre el caos que implica la aparición de un sentido y aumenta el valor intrínseco de Kosmos . Eso es precisamente lo que afirma el principio número 12, que la evolución tiende, de manera general, a moverse en la dirección de una complejidad creciente, de una diferenciación/integración creciente, de una organización/estructuración creciente, de una autonomía relativa creciente, de un telos creciente."

En el universo no hay caos, todo es Belleza y Bondad en un preciso orden en relación a la Verdad: es lo que los hombres solemos llamar Dios, o Tao, o cualquier nombre que utilicemos para designar al innombrable que, en términos filosóficos, ha sido diferenciado en cuatro cuadrantes o Gran Tres, según Wilber:

"A lo largo de millones de años, la humanidad ha ido aprendiendo lentamente a diferenciar la verdad de la apariencia [individual exterior -“ello”-], la bondad de la maldad [interior colectivo -“nosotros”], la belleza de la fealdad [exterior colectivo -“ello”-] y la sinceridad del engaño [individual interior -“yo”-]. Las cuatro verdades son los cuatros rostros a través de los cuales se manifiesta el Espíritu mientras que los criterios de validez son las formas en que conectamos con el Espíritu, las formas en que sintonizamos con el Kosmos. (…) Son estos distintos caminos de la verdad los que nos llevan más allá de nosotros, fuera de nosotros mismos, y nos obligan a refrenar nuestro egocentrismo y adaptarnos a verdades cada vez más amplias y más profundas. Desde la sintonía a la expiación y, desde ahí, a la unidad, hasta que, en una súbita conmoción, podamos llegar a reconocer nuestro Rostro Original, el Rostro que nos insta en voz baja pero insistente a recordar la Verdad, la Bondad y la Belleza. El Kosmos nos susurra desde todos los rincones. Dejemos, pues, que la sinceridad, la verdad, la bondad y la belleza resplandezcan como el marchamo de la radiante Vacuidad que nunca estuvo -y que nunca podrá estar- lejos de nosotros."

El lenguaje del “ello”, el lenguaje del “yo” y el lenguaje del “nosotros”, son tres lenguajes (…) del Gran Tres, como la ciencia (ello), el arte (yo) y la moral (nosotros) o, respectivamente, como la Verdad, la Belleza y la Bondad platónica.

Espero haber sido clarividente en mis explicaciones sobre el por qué creo que el universo no es caótico, sino que, donde vemos caos, hay un subyacente orden que cada uno de nosotros debe descubrir mediante la veracidad, la sinceridad, la integridad y la honradez en la interioridad individual o camino ascendente hacia la sabiduría.

4 - EL CAMINO ASCENDENTE HACIA LA SABIDURÍA (2): EN TODO CAOS HAY UN ORDEN

Sin lugar a dudas, no hay caos en el universo sino un orden que se manifiesta en Bondad y Belleza en una precisa relación a la Verdad. Tal proposición que tiene connotaciones de una expresión mística, bajo la lupa del conocimiento, bajo el impulso de la ciencia, tiene toda su razón de ser. No en vano, primero la filosofía, y luego las disciplinas científicas se han desvivido para hallar el orden subyacente que mueve a la naturaleza. ¿Qué es la ciencia, sino una interpretación de leyes inmanentes a la naturaleza y el orden divino? Lo que podemos “comprender” mediante la ciencia se convierte en un orden de interpretación siempre parcial de la totalidad del Ser. En efecto, la ciencia busca su verdad en el “ello”, a decir de Wilber:

"El lenguaje del “ello” es un lenguaje objetivo y neutral, un lenguaje carente de valor; es el lenguaje en suma, utilizado por las ciencias empíricas, analíticas y sistémicas (desde la física hasta la biología, la cibernética, la sociología positivista, el conductismo y la teoría de sistemas). Se trata en otras palabras de un lenguaje monológuico, de un lenguaje que monologa con “ellos”, con meras superficies".

La cuestión de fondo es que el materialista científico, desde la razón, pretende suplantar a la Razón en un alarde de soberbia. El científico materialista no niega que haya un orden bajo el aparente caos objeto de sus estudios, bien al contrario, su metodología científica estriba en descubrir el velo de la Verdad, aunque sin demasiado éxito al decir de Wilber:

"El Bing Bang ha convertido en idealista a todo aquel que piense. Primero no había absolutamente nada, luego tiene lugar el Bing Bang y ¡he aquí que aparece algo! Esto es muy extraño. De la vacuidad más completa emerge todo el mundo de lo manifiesto. Para la ciencia tradicional esto ha supuesto un duro golpe porque impone un límite de tiempo al estúpido azar que, según se suponía, explicaba el universo. ¿Recuerda usted aquel ejemplo de los mil monos y Shakespeare, un ejemplo según el cual el azar podía dar lugar al universo ordenado? El que afirmaba que, disponiendo de suficiente tiempo, un puñado de monos aporreando las teclas de una máquina de escribir terminarían escribiendo una obra de teatro de Shakespeare. ¡Disponiendo de suficiente tiempo! La probabilidad de que, de ese modo, los monos pudieran escribir una obra de Shakespeare sería de uno entre diez elevado a cuarenta. Tal vez algo así pudiera ocurrir en un lapso de mil billones de años. Pero el hecho es que el universo no tiene mil billones de años sino sólo doce mil millones de años. Y esto ha cambiado completamente las cosas. Los cálculos efectuados por los científicos, desde Fred Hoyle hasta F.B. Salisbury, muestran de manera contundente que en doce mil millones de años ni siquiera existe la posibilidad de producir una simple enzima. En otras palabras, algo distinto al azar es lo que está empujando al universo. El azar era la tabla de salvación, el dios, de los científicos tradicionales porque servía para explicarlo todo. El azar –y un tiempo infinito- podrá llegar incluso a crear el universo. Hoy en día, sin embargo, los científicos saben que no disponen de un tiempo interminable y, en consecuencia, su antiguo dios ha fracasado miserablemente. Ese dios ha muerto, el azar no puede explicar el universo porque, de hecho, es precisamente el azar lo que el universo se está esforzando laboriosamente por superar, es precisamente el azar lo que se ve superado por el impulso autotrascendente del Kosmos. Lo cual es otra forma de decir que la autotrascendencia está integrada en el universo, que la autotrascendencia constituye uno de los cuatro impulsos de todo holón".

Cuando buscamos comprender, ya sea desde la ciencia o la filosofía hermenéutica, se presupone tácitamente un subyacente orden por descubrir en aquello que se nos presenta como caótico en términos negativos, una sentencia que tiene su correspondiente significado positivo al aseverar nuestro desconocimiento u ignorancia acerca de una determinada materia de estudio. Desde nuestra ignorancia, desde nuestra interpretación caótica, pretendemos dar un salto cualitativo hacia un conocimiento superior que ponga “orden” en nuestras ideas. Sería algo así como hallar el “eslabón perdido” que permitiera enlazar nuestro desconocimiento o ignorancia sobre una materia determinada hacia una comprensión jerárquicamente superior y hasta entonces velada a nuestros límites naturales de cognición. Esa premisa de hallar un orden cognitivo en una apariencia caótica, subyace tanto en la actitud filosófica como científica, aunque no siempre con tino según apunta Wilber:

"La Ilustración se aprestó a la búsqueda de cualquier “eslabón perdido” de la Gran Cadena del Ser, a la búsqueda de todos los “eslabones perdidos” entre las distintas especies. ¡Y todo esto ocurría dos décadas antes de que Darwin publicara El origen de las especies! ¡Todo el mundo dedicándose a la búsqueda de eslabones perdidos! La búsqueda del eslabón perdido, por ejemplo, también estaba detrás de la investigación de los microorganismos (cuya existencia había deducido Leibniz para llenar ciertas fisuras existentes en la Gran Cadena), y lo mismo ocurrió con la creencia en la vida en otros planetas (deducida por Giordano Bruno basándose también en la Gran Cadena del Ser). Así pues, la noción de eslabón perdido no se basaba tanto en los datos empíricos científicos como en la misma idea de la Gran Cadena del Ser. Una idea por cierto neoplatónica porque, de un modo u otro, todo esto se remonta a Plotino. El Espíritu, según Plotino, es tan pleno y completo que, cuando se vuelca en la creación, lo impregna absolutamente todo, sin dejar agujeros, fisuras ni eslabones perdidos. Y la Gran Holoarquía de Plotino es la forma en que esos eslabones, o niveles, se conectan, se incluyen y se engloban mutuamente a lo largo del camino que conduce desde la materia hasta Dios. La modernidad, sin embargo, atada a un marco de referencia exclusivamente descendente, nos ofrece una visión de la evolución que concluye en la razón y nos lleva también a interpretar toda la Gran Cadena en términos meramente empíricos y naturales que nos impiden llegar a comprender y explicar el impulso autotrascendente de esta evolución que, no obstante, ¡ha terminado convirtiéndose en el dios de nuestro tiempo!".

Sin lugar a dudas, bajo toda apariencia caótica subyace un orden por descubrir, en caso contrario, ¿qué sentido tendría hacer ciencia o filosofar? Sin embargo, el caos mayor es aquel que, instalado en nuestra ignorancia, impide caminar con la razón en el sendero ascendente hacia la sabiduría. Para tal fin, es preciso emular a Descartes, quien tuvo que estructurar unas reglas del pensamiento en su Discurso del método, porque un pensamiento que no se piensa correctamente así mismo, es un pensamiento caótico donde reina la ignorancia.

5 - EL CAMINO ASCENDENTE HACIA LA SABIDURÍA (3): EL CAOS ES IGNORANCIA

Lo más grave de la ignorancia como sinónimo del caos, es que puede llevar este mundo a un genocidio globalizado, según Wilber:

"La ignorancia respaldada por la tecnología primordial o tribal es capaz de infligir un daño limitado, pero esa misma ignorancia apoyada por la industria es capaz de destruir la totalidad del planeta. Tenemos, pues, que separar estos dos puntos, la ignorancia y los medios de que disponemos para ejercerla, porque con la modernidad y la ciencia tenemos, por vez primera en la historia, una forma de superar nuestra ignorancia, en el mismo instante preciso en que hemos creado los medios para que esa ignorancia resulte globalmente genocida. Finalmente sabemos más, pero si no actuamos en concordancia con lo que sabemos terminaremos todos muertos, lo cual aporta un nuevo significado a la frase de Confucio: Que puedas vivir en un tiempo interesante”.

La ignorancia nos puede llevar literalmente al caos. Por tanto, es a la sabiduría donde hay que poner la mirada, la misma filosofía que nos quitan de los colegios, para sustituirla por mera información, que no equivale a conocimiento, y sin conocimiento no hay pensamiento. Eudald Carbonell en el prólogo de la obra La sociedad de la ignorancia, nos advierte de lo siguiente:

“La tecnología y su socialización generan tensiones y divisiones en nuestra estructuras ecológicas y culturales. No se ha producido, pues, una socialización efectiva del conocimiento, y ello impide que caminemos hacia la sociedad del pensamiento, tal como deberíamos hacer. Debemos trabajar en la perspectiva de generar una nueva conciencia crítica de especie. Solamente con una evolución responsable, construida a través del proceso consciente, podremos convertir el conocimiento en pensamiento, y alejarnos así de la sociedad de la ignorancia”.

Tal ignorancia perdura desde la Ilustración, según Wilber:

"La rebelión postilustrada o postmoderna comenzó entre los siglos XVIII y XIX. Las profundas contradicciones inherentes al paradigma fundamental de la Ilustración no tardaron en empañar los logros positivos de la modernidad con sus deplorables secuelas negativas. Y cuando ese esplandor de la modernidad se vio eclipsado por sus miserias, “las fuerzas del eco” [Romanticismo de la naturaleza] se alzaron en contra de “las fuerzas del ego” [Ilustración racionalista] y comenzó una terrible batalla entre cuyas humeantes ruinas todavía seguimos viviendo hoy en día. Bajo la violenta ofensiva de la industrialización, la visión del mundo exclusivamente descendente y la gran red de los “ellos” interrelacionados –dentro de la cual todavía vivimos, nos movemos, pensamos y nos sentimos- terminaron imponiéndose a la mente moderna y postmoderna".

Una ignorancia sin buenos presagios para la humanidad, según Wilber:

"El enfoque exclusivamente descendente desprecia todo camino ascendente y le acusa de ser el culpable de casi todos los problemas que aquejan a la humanidad y a Gaia. Pero el odio es recíproco, porque unos y otros se hallan atrapados en la misma ignorancia de dispersión y exterioridad que ha sido la auténtica causa de todos los problemas de la humanidad. Desde hace unos dos mil años, los ascendentes y los descendentes se hallan enzarzados en la misma batalla, una batalla en la que cada bando reclama ser la Totalidad y acusa al otro de ser el Mal, fracturando así el mundo en una pesadilla de odio y rechazo. Después de tantos años de lucha, los ascendentes y los descendentes siguen atrapados en la misma locura".

La locura esquizofrénica del pensamiento occidental es fundamentalmente una enfermedad de carácter epistemológico: obviar la no-dualidad de la conciencia, una integración del camino ascendente con el camino descendente, un objetivo fundamentalmente perseguido por Wilber en su obra:

"Los ascendentes y los descendentes sólo podrán salvarse, por así decirlo, uniéndose. Y quienes no contribuyan a esta integración no sólo destruirá la única Tierra de la que disponemos sino que también dificultan el acceso al único Cielo que, de otro modo, podríamos alcanzar."

Si vivimos en la locura esquizofrénica de un mundo exterior donde sólo hay caos e ignorancia, es preciso buscar el propio orden de cada cual en la profundidad de nuestro ser. Pero esta cuestión será aludida en el próximo artículo.

6 - EL CAMINO ASCENDENTE HACIA LA SABIDURÍA (4): BUSCA TU PROPIO ORDEN

Ahora bien, ¿por dónde empezar a poner orden en nuestras ideas? ¿A quién acudir? Como hemos citado anteriormente, hay que acudir a la Fuente que lo sabe todo, incluso lo que más nos conviene. Sólo hay que dirigirse a la fuente de sabiduría con humildad y sinceridad, y preguntar sobre aquello que nos atormenta o nos preocupa. Preguntar se convierte en el método más directo para hallar soluciones a nuestros problemas o preocupaciones. Y ello se puede llevar a cabo mediante la meditación, según Wilber:

"Los arquetipos, los auténticos arquetipos, son una experiencia meditativa imposible de comprender hasta que se realice la experiencia. No se trata de imágines que se muevan en el espacio mítico ni de conceptos filosóficos que existan en el espacio racional, sino de experiencias meditativas que aparecen en el espacio sutil. De modo que la experiencia meditativa puede proporcionarle los datos arquetipos que luego deberá interpretar. Y la interpretación más comúnmente aceptada es que usted está contemplando las formas básicas y los fundamentos del mundo manifiesto, contemplando directamente el Rostro de lo Divino. Como decía Emerson, que los intrusos se quiten los zapatos porque nos adentramos ahora en los dominios del Dios interior".

Efectivamente, en nuestro interior es donde debemos hallar las respuestas, donde se nos está permitido contemplar el Rostro de lo Divino, algo que los modernos investigadores desdeñan como “mera metafísica” porque no puede ser demostrado. Una cuestión que Wilber rebate con la siguiente argumentación:

"Pero el hecho es que, para ello [contemplar el Rostro de lo Divino mediante los arquetipos], usted debería llevar a cabo el experimento y descubrir los datos por sí mismo y luego tendría que interpretarlos. Si no lleva a cabo el experimento –la meditación, el modelo, el paradigma- carecerá de los datos necesarios para llevar a cabo la interpretación. Si usted trata de explicarle a alguien que se halle en la visión mágica o mítica del mundo que la suma de los cuadrados de los catetos de un triángulo rectángulo es igual al cuadrado de la hipotenusa, no llegará muy lejos, porque se trata de un algo ajeno al mundo empírico y que carece, en consecuencia, de localización simple. Y no por ello, sin embargo, su afirmación dejará de ser completamente cierta. Usted está realizando un experimento matemático en el interior de su conciencia, una experiencia cuyos resultados pueden ser verificados por quienes lleven a cabo el mismo experimento. Se trata de algo público, reproducible y falseable, de un conocimiento comunal cuyos resultados existen en el espacio racional del mundo y pueden ser fácilmente corroborados por todos aquellos que realicen el experimento. Y esto mismo es aplicable para cualquier otro tipo de experiencia interior de la conciencia, de los cuales la meditación es uno de los más antiguos, estudiados y reproducidos. Mantener, pues, una actitud escéptica es sumamente saludable, pero yo le invito a llevar a cabo ese experimento interior conmigo, a descubrir los datos por sí mismo, y luego le ayudaré a interpretarlos. Pero, en el caso de que no quiera llevar a cabo el experimento, no deberá reírse de quienes sí lo hacen".

Por tanto, es posible poner orden a nuestras inquietudes, que todos las tenemos, con una actitud meditativa y así dar respuestas a nuestras más profundas preguntas. Todos tenemos preguntas por resolver, ya sean de carácter existencial, intelectual o emocional. Y todas ellas pueden tener respuesta:

"G.Spencer Brow, en su notable libro Laws of form, dijo que el nuevo conocimiento llega cuando simplemente tienes en mente lo que necesitas saber. Sigue manteniendo el problema en tu mente y acabarás resolviéndolo. La historia de los seres humanos ciertamente testifica este hecho. Un individuo se topa con un problema y simplemente se obsesiona con él hasta que consigue resolverlo. Y lo divertido es que el problema se resuelve siempre. Antes o después, el problema cede. Puede requerir una semana, un mes, un año, una década, un siglo o un milenio, pero el Kosmos es tal que las soluciones siempre acaban llegando. Durante millones de años la gente miraba la luna y quería caminar sobre ella…Creo que cualquier persona competente es capaz de tener los problemas en su mente hasta que éstos ceden y revelan sus secretos; lo que no todo el mundo posee es la pasión, la voluntad o la insana obsesión necesarias para poder mantener el problema durante el suficiente tiempo o con la intensidad necesaria".

Llevo toda mi vida haciéndome preguntas para intentar comprender este caótico mundo. Y si una cosa he aprendido es que, efectivamente, las respuestas llegan pregunta tras pregunta. Sin embargo, cada respuesta que me ha sido revelada desvela un nuevo significado dentro de una complejidad mayor. Como diría Einstein: “Cada día sabemos más y entendemos menos”. Principalmente, porque se ha obviado integrar los dos modos de saber: el método científico (dualidad sujeto-objeto) que ha dominado la filosofía tradicional del pensamiento occidental, y el misticismo contemplativo (no-dualidad sujeto-objeto) propuesto por la filosofía perenne. Indudablemente, la meditación puede poner orden en nuestra vida e inquietudes porque, esencialmente, así como el caos es a la ignorancia, el orden es a la sabiduría.

7 - EL CAMINO ASCENDENTE HACIA LA SABIDURÍA (5): EL ORDEN ES SABIDURÍA

Cuando la ignorancia que subyace en toda visión caótica del mundo es trascendida mediante el saber, se logra entonces un orden superior de conocimiento, un paso hacia la sabiduría. Y a mayor profundidad en el conocimiento, mayor sabiduría. ¿Equivale ello a afirmar que una persona culta, inteligente o con un gran bagaje intelectual es inherentemente una persona sabia? No necesariamente. La sabiduría es un proceso ascendente muy loable pero que, sin embargo, está inexpugnablemente asociada a la ética entro otras condiciones, según Wilber:

"El secreto fundamental de las escuelas no-duales consiste en que no hay modo de elaborar una forma de acercarse más a Dios porque sólo hay un Dios. Pero al mismo tiempo, todo esto tiene lugar dentro de un marco de referencia ético, de modo que usted no puede jugar a ser un Vagabundo del Dharma y decir que está en la no-dualidad. De hecho, en la mayor parte de estas tradiciones [no duales] usted debe dominar los tres primeros estadios del desarrollo transpersonal (psíquico, sutil y causal) antes de que le sea permitido incluso hablar del cuarto estado no-dual. En todos esos casos, pues, la “loca sabiduría” ocurre en una atmósfera rigurosamente ética. Pero lo verdaderamente importante es que, en las tradiciones no-duales, usted se compromete, mediante un voto muy sagrado –un voto que es, al mismo tiempo, el fundamento de toda su práctica-, a no desvanecerse en la cesación, a no ocultarse en el nirvana. (…) Con este voto, usted se compromete a cabalgar la ola del samsara hasta que todos los seres atrapados en ella puedan reconocerla como una manifestación de la Vacuidad, se compromete a atravesar la cesación y la no-dualidad tan rápidamente como sea posible, para poder ayudar a todos los seres a reconocer lo No Nacido en medio de la misma existencia. (…) La iluminación es, en realidad, primordial, pero esta iluminación perdura y usted nunca deja de ser uno con todos los cambios de forma que aparecen de continuo".

Así pues, ¿cuál es el fin último de la sabiduría como camino ascendente? Como no puede ser de otra manera, la integración con lo descendente, con la compasión. Como se ha visto, los ascendentes y los descendentes no integrados son el fundamental problema epistemológico de Occidente, y ahora toca realizar la integración:

Pregunta: Usted relaciona esta integración entre la sabiduría y la compasión.

Ken Wilber: Sí. Esto es algo que podemos advertir tanto en Oriente como en Occidente. El camino de ascenso desde los muchos hasta el Uno es el camino de la sabiduría, porque la sabiduría ve que detrás de todas las formas y la diversidad de los fenómenos descansa el Uno, el Bien, la incalificable Vacuidad frente a la cual todas las formas devienen ilusorias, fugaces e impermanentes. La sabiduría es el camino de regreso de los muchos hasta el Uno. Como dicen en Oriente, prajna, la sabiduría, nos permite ver que toda Forma es Vacuidad. El camino de descenso, por su parte, es el camino de la compasión, porque el Uno se manifiesta realmente como los muchos y, en consecuencia, todas las formas deben ser tratadas con el mismo respeto y compasión. La compasión, o bondad es, de hecho, el mecanismo mismo de la manifestación. El Uno se manifiesta como los muchos a través de un acto de compasión y caridad infinita y nosotros debemos aceptar a los muchos con la misma exquisita compasión y respeto con la que nos dirigimos al Uno. Como dicen en Oriente, Karuna, la compasión, nos permite ver que la Vacuidad es Forma. El hecho histórico fundamental es que los grandes sistemas no duales de Plotino, en Occidente, y de Nagarjuna, en Oriente, insisten en la necesidad de equilibrar e integrar esos dos movimientos. La corriente ascendente o trascendental de la sabiduría, Eros o prajna, debe ser armonizada por la corriente descendente o inmanente de la compasión, Agape o karuna. Y la unión entre esas dos corrientes, la unión entre el Uno y los muchos, entre la Vacuidad y la Forma, entre la sabiduría y la compasión, en el corazón no dual de Un Solo Sabor, constituye el origen, el fin y el sustrato de toda auténtica espiritualidad.

8 - EL CAMINO ASCENDENTE HACIA LA SABIDURÍA (6): LA SABIDURÍA ES AMOR

Toda persona que haya iniciado un sendero de sabiduría, acaba convergiendo en el amor:

"La solución consiste en llegar a unificar y armonizar, de algún modo, estas dos corrientes, de forma que la sabiduría y la compasión puedan aunar sus esfuerzos en la búsqueda de un Espíritu que trascienda e incluya este mundo, un Espíritu eternamente anterior y que, no obstante, englobe este mundo y todos sus seres con un amor, una compasión, un cuidado y un respeto infinitos, la más tierna de las misericordias y la más resplandeciente de las miradas".

Concluyendo, la sabiduría y el amor no pueden ser encapsulados y prescritos por un médico, sino que deben ser aprehendidos consciente y prácticamente por todo sincero buscador de la verdad. Porque no hay mayor verdad que el amor (espiritualidad), y el amor a la verdad es el camino (filosofía), todo un reto de integración entre la razón (yo) y el espíritu (nosotros) con la salvaguarda de la naturaleza (ello). Integrar el Gran Tres es el reto todavía pendiente para la humanidad desde que fue diferenciado por Kant mediante sus Tres críticas. El gran mérito de Wilber desde la perspectiva de la historia de la filosofía, es haber delineado los cuatro Rostros del Espíritu mediante los cuatro cuadrantes, es haber cartografiado los caminos de la evolución de la conciencia y haber señalado la profundidad que debe ser descubierta por cada uno de nosotros mediante la meditación. Wilber también nos describe un mundo chato dominado por el materialismo científico que impide con su dogmatismo epistemológico la integración con el Espíritu. No obstante, Wilber nos deja un análisis hermenéutico de la historia del pensamiento y de la evolución de la conciencia como pocos en el mundo, no en vano, es considerado como el “Einstein” de la conciencia.

Mi humilde labor en esta serie de artículos es apoyarme en el andamio epistemológico y hermenéutico estructurado por este inconmensurable pensador contemporáneo y, cuya obra, está siendo marginada por el establischment académico oficial. En la historia de la filosofía ha habido inconmensurables pensadores como Aristóteles, Platón y Kant entre los más grandes. Wilber no debería ocupar un rango menor pues su extensa y exhaustiva obra incluye y trasciende a todos los anteriores pensadores a él. Una trascendencia que solamente puede ser experimentada e interpretada en la profundidad de la conciencia mediante la meditación.

Como apunta Wilber, todo cambio se presenta bajo los cuatro cuadrantes, y por tanto, habrá que comenzar a pulir el diamante en bruto que todos nosotros tenemos en el fondo de nuestro ser (“yo”, interior individual) mediante la veracidad, la sinceridad, la integridad y la honradez, un sendero de sabiduría que permitiría la integración de todos “nosotros” en una comprensión mutua (interior colectivo) y, entre todos, cambiar entonces el ajuste funcional de un sistema social (“ello”, exterior individual y colectivo) inmerso en un mundo chato o “viejo mundo”. Así fue como anduve un camino intentando rastrear la disociación entre el “yo”, el “nosotros” y el “ello” en este convulso mundo que nos ha tocado vivir.


Resumen de esta monografía:

El amor es nuestra única perspectiva de supervivencia en este planeta, una cuestión contemplada desde la neurobiología y la sociobiología, en contraposición a las posiciones más recalcitrantes de los ortodoxos materialistas, por ejemplo, como el biólogo Dawkins. El amor es una conciencia moral definida racionalmente como imperativo categórico por el inconmensurable Kant, pero, ya anteriormente Platón planteaba que la sabiduría y el amor estaban intrínsecamente relacionadas como camino ascendente y camino descendente.

Con la emergencia de la mente a partir de la modernidad, surgió el mundo de la razón y, por tanto, dio origen también al mundo de las morales conscientes, como se ha visto con el imperativo categórico de Kant. En ese preciso momento histórico es cuando la mente y la naturaleza se diferenciaron: la mente reflexiva y la naturaleza reflejada. Pero, la modernidad se hallaba temporalmente estancada en la batalla entre la mente y la naturaleza, entre el ego y el eco. Dicho despertar espiritual, en opinión de Shelling, se produce por la síntesis no dual como identidad entre el sujeto y el objeto en un acto atemporal de autoconocimiento: es una intuición mística directa.

Sin embargo, el ego racional se impuso a la naturaleza y a Dios, y los ascendentes (búsqueda de Dios) fueron reemplazados por los descendentes (materialismo científico), lo cual provocó un abismo cultural sin consideraciones éticas, todo ello ya explicado en el artículo Dios en la dialéctica histórica-cultural.

En conclusión, el Espíritu subjetivo mediante el ego racional, se creyó con el poder de expoliar a la naturaleza (Espíritu objetivo) y de imponer su voluntad al mismísimo Dios (Espíritu absoluto). Pero dicha soberbia racional, desde el surgimiento de la filosofía cuántica, ha tenido que recular en su intención reduccionista pues, si Dios es perfección absoluta, dicha perfectibilidad también debe reproducirse en la naturaleza física, así como en la naturaleza humana. Y, por tanto, es preciso abordar el estudio de cómo se manifiesta la sabiduría divina en la naturaleza física, así como en el ser humano.

En efecto, desde las ciencias naturales, se reconoce implícitamente que muchas innovaciones tecnológicas están inspiradas en la flora y la fauna. La naturaleza ya ha encontrado soluciones para muchos desafíos a los que se enfrentan los seres humanos en la actualidad y, es por ello, que podemos afirmar que La naturaleza es sabia.

Respecto a la sabiduría en el ser humano, ello es un camino individual de cada cual que inquiere iniciar un camino ascendente hacia la sabiduría y que, a su vez, implica una Filosofía de la mente para la transformación interior para, con ello, coadyuvar en la sanación transcendental de la humanidad. En dicho proceso de cognición individual, la sabiduría se presenta como una ciencia para la sanación espiritual a partir de la cual es premisa necesaria desde la filosofía contemplar dimensiones de transcendencia espiritual, una cuestión demostrada científicamente en mi obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD, en la que argumento que es posible la transcendencia metafísica mediante la meditación. Y para dicho objetivo, es perentorio un giro copernicano en términos kantianos, es necesario también transcender la minoría de edad del ser humano, en definitiva, es preciso un renovado proyecto filosófico y pedagógico: cambiarse a sí mismo para cambiar al mundo.

En efecto, se trata de un nuevo paradigma de conocimiento que impele a la transformación interior de cada uno de nosotros: se trata de un camino ascendente hacia la sabiduría donde el amor es la idea suprema. Es así como la epistemología de lo conmensurable (ciencia) y la hermenéutica de lo inconmensurable (espíritu) , ambos desde una visión no-dual, son dos modos de saber que conducen a una misma finalidad: la conciencia de unidad entre todos los seres de este y otros mundos.

Conviene recordar una vez más que, el saber sin amor, es puro egoísmo y la causa de tanto sufrimiento en este mundo. Y cuando dicha premisa sea educada a nuestros infantes, antes saldremos de la actual crisis de conciencia porque, al fin y al cabo, dicha crisis de conciencia no es más que una falta de conocimiento de nuestra esencia divina. Es por ello que, la educación, está necesitada de una visión transpersonal y transracional: para vivir en paz y en el amor, pues solo así podremos deshacernos del enemigo invisible de la humanidad para, seguidamente, intuir a Dios en nuestro interior como una luz que ilumina nuestro camino, cuestión que cabe desarrollar en más profundidad en la siguiente monografía.
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Dios a través de la meditación

6 - DIOS A TRAVÉS DE LA MEDITACIÓN



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Ponencia en el VIII Congreso Internacional CESPE 2023, relacionada con este trabajo de investigación

Ponencia en la 3ª edición del Diplomado Internacional de Pedagogías Emergentes, relacionada con este trabajo de investigación

Resumen de la anterior monografía: 5 – DIOS COMO UNA EXPERIENCIA MÍSTICA

La experiencia mística es una experiencia personal e intransferible, pero, guarda relación con los estados de conciencia, tal como aborda la obra La experiencia mística y los estados de conciencia, avalada dicha tesis por renombrados investigadores como Bucke, Huxley, Watts, Wilber o Maslow.

Como complemento a lo anterior, los estados de conciencia son estudiados por el movimiento transpersonal, y también por la psicología transpersonal mediante la Tesis Doctoral de Iker Puente. La psicología transpersonal, dentro del pensamiento occidental, está fundamentada con algunos místicos cristianos como San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Maestro Eckahrt, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. Esos iniciales estadios de conciencia son delimitados mediante una escalera ascendente con tres estadios: la vida purgativa, la vida iluminativa y la vida unitiva.

Uno de los estudios clásicos sobre el misticismo cristiano fue realizado por Evelyn Underhyll, la cual postula una perspectiva espiritual-transcendental con cuatro pruebas de la experiencia mística: 1) el misticismo es práctico, se caracteriza por la experiencia directa y la acción; 2) es una actividad complementaria espiritual y trascendente; 3) la tarea y el método del misticismo es el amor; 4) entraña una experiencia psicológica concreta.

Los defensores modernos de la filosofía perenne (o filosofía del misticismo) han hallado cinco principios fundamentales: 1) el Espíritu es el fundamento primordial ontológico, epistemológico y axiológico del cosmos; 2) la realidad es ontológicamente idéntica al Espíritu que la origina; 3) creencia en una cosmología involutiva, donde, el universo físico es el resultado de la involución del Espíritu; 4) ontología y axiologías jerárquicas: la realidad está organizada jerárquicamente y es conocida como Gran Cadena del Ser; 5) epistemología jerárquica: teoría del conocimiento que afirma que el conocimiento de los reinos superiores de la ontología jerárquica es un conocimiento más valioso y verdadero.

Como se ha visto, la experiencia mística tiene un sustrato cristiano en la cultura occidental, también en la psicología transpersonal, así como en las neurociencias, cuyo corolario son las aportaciones desde la física cuántica, en boca del Premio Nobel Wolfgang Pauli: “La racionalidad tiene que ser complementada por la mística”. Pauli recupera el lúcido misticismo platónico, y Wilber en su obra Cuestiones cuánticas recoge los escritos místicos de los físicos más famoso del mundo.

Llegamos así a este punto de la disertación en que la ciencia y la mística son vistas, no como opuestas, sino como complementarias para trascender la fractura dualista entre los ascendentes y los descendentes. Ahora bien, ¿cómo realizar el puente cognitivo entre la ciencia como conocimiento empírico y el conocimiento revelado a través de la mística? ¿Cómo enlazar el conocimiento dual exterior a través de los sentidos y la experiencia mística no-dual? La meditación es la respuesta, y vamos a ver ello en la siguiente monografía.

1 - LA TRASCENDENCIA METAFÍSICA MEDIANTE LA MEDITACIÓN

En filosofía, la metafísica estudia los aspectos de la realidad que son inaccesibles a la investigación científica. La razón, a través de la historia del pensamiento, siempre ha indagado sobre las cuestiones metafísicas que han preocupado al ser humano desde tiempos inmemoriales, aunque histórica y psicológicamente, esa genuina actitud de hacer metafísica ha sido obnubilada por el materialismo científico. Dicho de otro modo, el materialismo científico y la metafísica se han convertido en una dualidad antagónica aparentemente irreconciliable.

Una de las características del siglo XX ha sido la crítica sin contemplaciones a este tipo de filosofía eterna y sistemática que asociamos al término metafísica. Y, sin embargo, nada más actual que las cuestiones metafísicas. No hay manera de evitar que una y otra vez vuelva ese tipo de preguntas primeras sobre Dios, el hombre o el mundo, que quieren saber qué es lo que podemos conocer, qué es lo que debemos hacer o qué es lo que nos cabe esperar. Con la constatación heideggeriana de que “todo comprender es comprenderse”, cabe destacar el papel positivo de la subjetividad en la hermenéutica, lo cual implica distinguir la subjetividad metafísica de lo que sería el ser humano individual, al que no se opone la hermenéutica. La metafísica, aunque problemática, es inevitable: el ser “humano” (cualquier ser con determinado grado de consciencia) es un ser metafísico, y la desaparición de la metafísica solo es posible con la desaparición del humano (o vivos semejantes de otros planetas).

Según Kant, una afirmación es metafísica cuando afirma algo sustancial o relevante sobre un asunto (“cuando emite un juicio sintético sobre un asunto”) que por principio escapa a toda posibilidad de ser experimentado sensiblemente por el ser humano. Algunos filósofos han sostenido que el ser humano tiene una predisposición natural hacia la metafísica. Kant la calificó de “necesidad inevitable”. Arthur Schopenhauer incluso definió al ser humano como “animal metafísico”. ¿No es la metafísica el modo de saber trascendental?

En efecto, las ciencias empíricas pueden dar explicaciones sobre los fenómenos naturales, pero son incapaces de dar una explicación coherente acerca de la conciencia y la espiritualidad y, por tanto, no es de extrañar que los beneficios de la meditación sean objeto de investigación científica, y que haya también una aproximación investigativa a las experiencias cercanas a la muerte, las ciencias noéticas y la psicología transpersonal. Dichos campos de investigación enlazan, obviamente, con la metafísica, es decir, más allá de los sentidos físicos. La metafísica es, por tanto, el reto que tiene la humanidad por delante para hallar un conocimiento más allá de las ciencias naturales, es decir, un conocimiento transracional al que se puede acceder mediante la meditación y, cuyos beneficios, han sido ampliamente demostrados científicamente, posibilitando con ello la sanación trascendental del ser humano desde la infancia, pues puede ser impartida educacionalmente mediante la filosofía transpersonal argüida por Ken Wilber, una cuestión argumentada en el 3º Congreso Razón Abierta donde tuve el placer de exponer mi artículo titulado La filosofía transpersonal de Ken Wilber como fundamento para una educación transracional de la metafísica y la sanación trascendental del sujeto cognoscente mediante la meditación.

A la vista de lo anterior, la pregunta pertinente es: ¿Qué lugar ocupa hoy la metafísica en nuestra cultura? He ahí quizá el escollo más difícil por transcender, pues la humanidad se halla ante nuevos paradigmas invisibles aún para la mayoría de coetáneos. Sin embargo, la sanación trascendental del ser humano está en su interior mediante la práctica de la meditación. En efecto, como nos recuerda el sabio aforismo griego “Conócete a ti mismo”, se precisa de un conocimiento introspectivo para conectar con el Espíritu que vive en nosotros y que puede vislumbrarse mediante la conciencia de unidad. Sin embargo, la filosofía se escindió en dos senderos cognitivos: la epistemología de lo conmensurable y la hermenéutica de lo inconmensurable, es decir, una divergencia entre ciencia y espiritualidad. Tradicionalmente se ha separado la epistemología y a la hermenéutica, puesto que la primera trata de lo conmensurable y la segunda de lo inconmensurable. Sin embargo, hoy en día es posible unir la epistemología y la hermenéutica, permitiendo justificar lo conmensurable y entender lo inconmensurable. Esos dos modos de saber posibilitan vislumbrar una conexión de la filosofía con la espiritualidad, o la ciencia con la metafísica.

Esos dos modos de saber, aprehendidos mediante la conciencia de unidad bajo una visión no-dual, posibilitan la sanación trascendental del ser humano mediante la filosofía transpersonal de Ken Wilber como nuevo paradigma de conocimiento, y es postulada como asignatura educativa para una educación transracional que implemente la razón con el corazón mediante la meditación. Por tanto, la síntesis entre la filosofía transpersonal y la educación transracional es una condición sine qua non para trascender así la crisis de conciencia en la que está inmersa la filosofía occidental. Con ello, podemos concluir consecuentemente que la filosofía transpersonal de Ken Wilber como nuevo paradigma de conocimiento, es un fundamento para una educación transracional de la metafísica para la sanación transcendental del sujeto cognoscente mediante la meditación.

Esa incipiente transracionalidad donde el prefijo “trans” nos impele a ir más allá de la racionalidad, posibilita a este pensador la justificación epistemológica de una filosofía “trans”-personal (más allá del ego), así como una educación “trans”-racional (más allá de la razón), dicho de otro modo, sienta las bases para adentrarnos en la metafísica a partir de experiencias interiores del sujeto cognoscente, tales como las experiencias cercanas a la muerte, la reencarnación, las ciencias noéticas, la psicología transpersonal, las experiencias místicas y la meditación. Dichas cuestiones son estudiadas mediante la metodología científica por cada vez más científicos que se atreven a ir más allá (“trans”) de la racionalidad convencional. Este humilde pensador, en sus procesos investigativos, ha introducido las conclusiones científicas de aquellos investigadores que se han atrevido a transcender la ortodoxa ciencia materialista mediante la incorporación de la espiritualidad en la comprensión del origen y el sentido de la vida más allá de los reduccionismos materialistas y psicológicos, cientificismos dogmáticos que abocan en el nihilismo. Tal es el trasfondo epistemológico que subyace en los siete artículos publicados en revistas científicas y congresos, y que se constituyen en el fundamento epistemológico y pedagógico para la filosofía transpersonal y la educación transracional .

Consecuentemente, la visión espiritual inherente al ser humano precisa de un giro participativo a la espiritualidad, el misticismo y el estudio de las religiones, cuestiones que pertenecen propiamente a la metafísica. Pero el estudio de la metafísica no debe abordarse exclusivamente mediante el uso de la razón, pues esta es solo una expresión simbólica a modo de “mapa” de un territorio más profundo que reside en la profundidad de la conciencia, es decir, inquiere una actitud proactiva hacia la introspección mediante la meditación, dicho de otro modo, emprender un camino ascendente hacia la sabiduría que es propio del cuadrante superior izquierdo de la subjetividad individual, una trascendencia metafísica a la que se puede acceder mediante la meditación, tal como demuestra Ken Wilber:

“Los arquetipos, los auténticos arquetipos, son una experiencia meditativa imposible de comprender hasta que se realice la experiencia. No se trata de imágenes que se muevan en el espacio mítico ni de conceptos filosóficos que existan en el espacio racional, sino de experiencias meditativas que aparecen en el espacio sutil. De modo que la experiencia meditativa puede proporcionarle los datos arquetipos que luego deberá interpretar. Y la interpretación más comúnmente aceptada es que usted está contemplando las formas básicas y los fundamentos del mundo manifiesto, contemplando directamente el Rostro de lo Divino. Como decía Emerson, que los intrusos se quiten los zapatos porque nos adentramos ahora en los dominios del Dios interior.

Pero el hecho es que, para ello [contemplar el Rostro de lo Divino mediante los arquetipos], usted debería llevar a cabo el experimento y descubrir los datos por sí mismo y luego tendría que interpretarlos. Si no lleva a cabo el experimento -la meditación, el modelo, el paradigma- carecerá de los datos necesarios para llevar a cabo la interpretación. Si usted trata de explicarle a alguien que se halle en la visión mágica o mítica del mundo que la suma de los cuadrados de los catetos de un triángulo rectángulo es igual al cuadrado de la hipotenusa, no llegará muy lejos, porque se trata de un algo ajeno al mundo empírico y que carece, en consecuencia, de localización simple. Y no por ello, sin embargo, su afirmación dejará de ser completamente cierta. Usted está realizando un experimento matemático en el interior de su conciencia, una experiencia cuyos resultados pueden ser verificados por quienes lleven a cabo el mismo experimento. Se trata de algo público, reproducible y falsable, de un conocimiento comunal cuyos resultados existen en el espacio racional del mundo y pueden ser fácilmente corroborados por todos aquellos que realicen el experimento. Y esto mismo es aplicable para cualquier otro tipo de experiencia interior de la conciencia, de los cuales la meditación es uno de los más antiguos, estudiados y reproducidos. Mantener, pues, una actitud escéptica es sumamente saludable, pero yo le invito a llevar a cabo ese experimento interior conmigo, a descubrir los datos por sí mismo, y luego le ayudaré a interpretarlos. Pero, en el caso de que no quiera llevar a cabo el experimento, no deberá reírse de quienes sí lo hacen.”

Es gracia a la sapiencia de Ken Wilber como puedo afirmar que, la trascendencia metafísica mediante la meditación, es el fundamento para la filosofía transpersonal, la cual es postulada en una cuestión de sentido para la argumentación epistemológica y pedagógica de una educación tranracional como misión espiritual . Solamente de ese modo se me antoja que será posible salvar el abismo cultural de la humanidad desde que Kant diferenció mediante sus Tres críticas al “ello” (ciencia), el “yo” (conciencia) y el “nosotros” (moral), dicho ello en términos socráticos: “Aquel que quiera cambiar el mundo debe empezar por cambiarse a sí mismo”. La integración de esas tres esferas kantianas solo es posible en el interior de cada uno de nosotros mediante la veracidad, la sinceridad, la integridad y la honradez como premisas que deben ser aprehendidas en el camino ascendente de la sabiduría propio del cuadrante superior izquierdo de la interioridad individual.

Con la anterior argumentación, la meditación queda habilitada desde la hermenéutica filosófica. Ahora bien, ¿qué tienen que decir las investigaciones científicas acerca de la meditación? ¿La meditación desde la hermenéutica filosófica puede ser avalada epistemológicamente por la ciencia? ¿Es posible, por tanto, una integración entre la epistemología y la hermenéutica? Así creo haberlo demostrado en mi artículo científico La filosofía transpersonal como una hermenéutica complementaria a la epistemología: fundamentos para una educación transracional. No obstante, veamos en el siguiente artículo las aportaciones científicas que avalan la meditación como camino metafísico de introspección, así como una herramienta para la sanación transcendental de la humanidad.

2 - LA SANACIÓN TRASCENDENTAL DE LA HUMANIDAD MEDIANTE LA MEDITACIÓN

1 - LA MEDITACIÓN COMO SANACIÓN TRASCENDENTAL

La filosofía perenne propugna la trascendencia del ilusorio dualismo entre cuerpo y mente mediante la meditación, logrando así la unicidad del propio ser humano con el universo, un camino de sabiduría que pretendidamente conduce hasta la iluminación. En dicho sentido, un equipo de psiquiatras del Hospital General de Massachusetts ha realizado el primer estudio que documenta cómo ejercitar la meditación durante ocho semanas puede afectar al cerebro. Según sus conclusiones, publicadas en Psychiatry Research, la práctica de un programa de meditación durante ocho semanas puede provocar considerables cambios en las regiones cerebrales relacionadas con la memoria, la autoconciencia, la empatía y el estrés. Es decir, que algo considerado espiritual, nos transforma físicamente y puede mejorar nuestro bienestar y nuestra salud.

En dicho sentido, cabe señalar que la meditación, aplicada prácticamente en los centros escolares, tiene espectaculares resultados: estimula la creatividad de los niños, ayuda en el desarrollo de la inteligencia emocional, reduce la violencia conocida como bullying, mejora los procesos de aprendizaje, aminora la sobre estimulación propia de la era de Internet y mejora la convivencia escolar. La meditación, pues, es una herramienta esencial para aumentar la inteligencia emocional, transformar emociones y alcanzar un estado de paz y concentración. Muchos colegios están integrando ya estas técnicas en sus dinámicas educativas en busca de los beneficios que aporta a su alumnado. No en vano, unos doscientos colegios públicos españoles han incorporado el “mindfulness” al horario escolar. Es una práctica de raíces budistas, pero sin sus connotaciones religiosas, y que consiste en tomar consciencia del momento presente, atendiendo a las emociones. La meditación aplicada prácticamente en los centros escolares, será aludida más extensamente en la tercera parte de esta obra. La meditación se convierte, así, en un medio para la sanación trascendental del ser humano desde la infancia Como aseveró el matemático griego Pitágoras: “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”.

2 - LA MEDITACIÓN COMO EXPERIENCIA INTERIOR

Si, como se ha visto anteriormente, vivimos en la locura esquizofrénica de un mundo exterior donde solo hay caos e ignorancia, es preciso buscar el propio orden de cada cual en la profundidad de nuestro ser. Ahora bien, ¿por dónde empezar a poner orden en nuestras ideas?, ¿a quién acudir? Obviamente, hay que acudir a la Fuente que lo sabe todo, incluso lo que más nos conviene. Solo hay que dirigirse a la fuente de sabiduría con humildad y sinceridad, y preguntar sobre aquello que nos atormenta o nos preocupa. Preguntar se convierte en el método más directo para hallar soluciones a nuestros problemas o preocupaciones. Y ello se puede llevar a cabo mediante la meditación, según Wilber:

“Los arquetipos, los auténticos arquetipos, son una experiencia meditativa imposible de comprender hasta que se realice la experiencia. No se trata de imágenes que se muevan en el espacio mítico ni de conceptos filosóficos que existan en el espacio racional, sino de experiencias meditativas que aparecen en el espacio sutil. De modo que la experiencia meditativa puede proporcionarle los datos arquetipos que luego deberá interpretar. Y la interpretación más comúnmente aceptada es que usted está contemplando las formas básicas y los fundamentos del mundo manifiesto, contemplando directamente el Rostro de lo Divino. Como decía Emerson, que los intrusos se quiten los zapatos porque nos adentramos ahora en los dominios del Dios interior.”

Efectivamente, en nuestro interior es donde debemos hallar las respuestas, donde se nos está permitido contemplar el Rostro de lo Divino, algo que los modernos investigadores desdeñan como “mera metafísica” porque no puede ser demostrado. Una cuestión que Wilber rebate con la siguiente argumentación:

“Pero el hecho es que, para ello [contemplar el Rostro de lo Divino mediante los arquetipos], usted debería llevar a cabo el experimento y descubrir los datos por sí mismo y luego tendría que interpretarlos. Si no lleva a cabo el experimento -la meditación, el modelo, el paradigma- carecerá de los datos necesarios para llevar a cabo la interpretación. Si usted trata de explicarle a alguien que se halle en la visión mágica o mítica del mundo que la suma de los cuadrados de los catetos de un triángulo rectángulo es igual al cuadrado de la hipotenusa, no llegará muy lejos, porque se trata de un algo ajeno al mundo empírico y que carece, en consecuencia, de localización simple. Y no por ello, sin embargo, su afirmación dejará de ser completamente cierta. Usted está realizando un experimento matemático en el interior de su conciencia, una experiencia cuyos resultados pueden ser verificados por quienes lleven a cabo el mismo experimento. Se trata de algo público, reproducible y falsable, de un conocimiento comunal cuyos resultados existen en el espacio racional del mundo y pueden ser fácilmente corroborados por todos aquellos que realicen el experimento. Y esto mismo es aplicable para cualquier otro tipo de experiencia interior de la conciencia, de los cuales la meditación es uno de los más antiguos, estudiados y reproducidos. Mantener, pues, una actitud escéptica es sumamente saludable, pero yo le invito a llevar a cabo ese experimento interior conmigo, a descubrir los datos por sí mismo, y luego le ayudaré a interpretarlos. Pero, en el caso de que no quiera llevar a cabo el experimento, no deberá reírse de quienes sí lo hacen.”

Así, pues, la trascendencia del ilusorio dualismo entre cuerpo y mente mediante la meditación, se constituye en un camino de sabiduría que posibilita la sanación trascendental al lograr paz interior, mejoramiento de la salud y bienestar individual. Sin embargo, también es posible mediante la meditación alcanzar un bienestar colectivo para la humanidad, como se demuestra a continuación.

3 - EL EFECTO SUPER RADIANCE DE LA MEDITACIÓN

¿Qué es el efecto Super Radiance?

Super Radiance es el extraordinario efecto positivo irradiado al resto de la sociedad por un grupo de meditadores especialmente entrenados. Este efecto único solo tiene lugar cuando un número suficiente de estos meditadores forman un grupo para practicar meditación juntos al mismo tiempo y diariamente. La meditación particular requerida para crear este poderoso efecto social es una forma avanzada de Meditación Trascendental conocida como el programa TM-Sidhi.

Una característica fascinante del programa TM-Sidhi es que estimula las ondas cerebrales altamente coherentes para el meditador individual o TM-Sidha como se les llama. La importancia de esto es que un cerebro altamente coherente tiene acceso a facultades mentales y emocionales superiores que generalmente se encuentran inactivas cuando el cerebro está en un estado más estresado. Pero eso no es todo. Cuando se realiza en grupo esta meditación TM-Sidhi, no solo genera ondas cerebrales altamente coherentes para cada TM-Sidha, sino que también irradia este poderoso efecto de ondas cerebrales a la población circundante que no medita.

Sin embargo, para crear el efecto deseado para cualquier población dada, tenemos que tener números suficientes en el grupo. Super Radiance ocurre en el momento preciso en que los números en un grupo de TM-Sidhas alcanzan un tamaño equivalente a la raíz cuadrada del 1% de una población dada. En ese punto crucial hay una reducción inmediata y dramática de la hostilidad y la violencia dentro de la comunidad anfitriona, así como un aumento en la actividad creativa y la positividad.

Este cambio repentino en las tendencias sociales, activado en el momento en que una comunidad llega a Super Radiance, es tan consistente que el efecto se controla fácilmente a partir de estadísticas sociales disponibles al público.

El primer estudio de Super Radiance

El primer estudio de Super Radiance se realizó en junio de 1978 en el Estado de Rhode Island, EE. UU. Los investigadores predijeron que habría una mejora en un índice compuesto de calidad de vida (QOL) en Rhode Island cuando un grupo de 300 TM-Sidhas practicara su técnica de meditación en el Estado durante un período de tres meses desde junio de 1978 hasta septiembre de 1978.

La llegada de los TM-Sidhas aumentó la capacidad de la población de 5.045 personas que medita en TM para alcanzar el umbral de Super Radiancia para todo el Estado. Los investigadores compararon los datos durante el período de intervención de tres meses con datos mensuales similares disponibles para un período de siete años entre 1974 y 1980. El análisis de series de tiempo se utilizó para mejorar la precisión de los hallazgos. Los resultados confirmaron exactamente las predicciones hechas al comienzo del proyecto. Las estadísticas mostraron que el período del proyecto mostró una mejora significativa en un índice de calidad de vida en ocho factores variables. Estas variables fueron:

-Tasa de criminalidad total, estadísticas del FBI.
-Tasa de mortalidad, Oficina del Censo de los Estados Unidos.
-Tasa de mortalidad de vehículos automotores, Departamentos de Transporte RI y Delaware.
-Índice de accidentes automovilísticos, Departamentos de Transporte RI y Delaware.
-Tasa de desempleo, Departamento de Seguridad del Empleo, RI; Departamento de Trabajo, Delaware.
-Contaminación (partículas), Departamento de Gestión Ambiental, RI; Departamento de Recursos Naturales y Control Ambiental, Delaware.
-Tasa de consumo de cerveza, Asociación de Cerveceros de los Estados Unidos.
-Tasa de consumo de cigarrillos, Tobacco Tax Council, Richmond Virginia.

La investigación indica claramente una relación causal entre el número de TM-Sidhas que participan en el proyecto y la mejora de la calidad de vida en el Estado. Esta mejora de la calidad de vida contrastaba con los resultados observados para Delaware, el Estado utilizado como control para el estudio.

Autores de la investigación:
Dillbeck MC; Foss APO; y Zimmermann WJ, Maharishi University of Management, Fairfield, Iowa, EE. UU., y el Instituto de Investigación MERU, Mentmore, Buckinghamshire, Inglaterra, 1983.

Título de la investigación:
La conciencia como campo: el programa de Meditación Trascendental y TM-Sidhi y los cambios en los indicadores sociales.

Publicaciones:
The Journal of Mind and Behavior 8: 67-103, 1987. Investigación científica sobre la meditación trascendental de Maharishi y la prensa MERU del programa TM-Sidhi, volumen 4 de los documentos recopilados. Documento 321.

Amplia investigación sobre Super Radiance

Como resultado, cincuenta y tres proyectos de investigación llevados a cabo en numerosos países de todo el mundo durante los últimos cuarenta años muestran menos muertes por guerra, menos terrorismo, menos criminalidad, menos llamadas de emergencia, menos suicidios y accidentes, incluso menos consumo de alcohol.

En el aspecto económico, cuando una población en particular alcanza el umbral de Super Radiance, hay más empresas nuevas, más solicitudes de patentes, mejores índices bursátiles, menor inflación, mayores tasas de empleo, mayores tasas de crecimiento económico, etc.

Es importante señalar que esta transformación en las tendencias sociales negativas no es generada por ninguna interacción social o física por parte de los TM-Sidhas con el resto de la población. El efecto se crea de forma silenciosa y anónima e incluso se puede transmitir desde otros países.

Una característica importante del efecto Super Radiance es que cuanto más grande es el grupo, más desproporcionado es el impacto. Cuanto más grande es el grupo de TM-Sidhas, más amplio se extiende el efecto. Entonces, por ejemplo, para producir el efecto deseado para un país del tamaño del Reino Unido, necesitamos alrededor de 750 TM-Sidhas, para los Estados Unidos necesitamos alrededor de 1.800. Pero para todo el mundo de 7 mil millones de personas solo necesitamos unos 9.300 TM-Sidhas.

9.300 TM-Sidhas es todo lo que se requiere para lograr un cese inmediato de la guerra y la violencia política en todo el mundo. Esta es la razón por lo cual el objetivo final del Grupo de Paz Mundial es establecer un grupo global Super Radiance permanente.

La transición de fase

La transformación inmediata generada por la raíz cuadrada del efecto 1% a veces se denomina “transición de fase". Los científicos usan el término transición de fase para denotar el cambio en una característica de un sistema físico que resulta en una transición discreta de ese sistema a otro estado. Por ejemplo, la ebullición del agua es una transición de fase del agua de una fase líquida a una fase gaseosa y se activa exactamente a 100 grados, no antes.

La transición de la fase Super Radiance comienza inmediatamente, la raíz cuadrada de la cifra del 1% se ha alcanzado para cualquier población dada, no antes. El proceso, una vez iniciado, es realmente muy rápido. Las personas que lo han experimentado dicen que es casi como encender un interruptor de luz.

El fenómeno de la raíz cuadrada del efecto 1% se ha llamado efecto Super Radiance debido a su paralelo con el fenómeno de super radiance en física. La súper radiancia se ejemplifica con la generación de luz altamente coherente en los láseres. Mientras que, en la luz ordinaria, la intensidad es proporcional al número de fotones, la intensidad de la luz láser es proporcional al cuadrado del número de fotones.

Meditación para la paz mundial

El efecto de la Super Radiance inspiró un ambicioso proyecto de investigación de paz global. Aunque el período de estudio duró solo tres semanas desde diciembre de 1983 hasta enero de 1984, los resultados fueron profundamente dramáticos y demostraron una vez más el increíble poder del efecto Super Radiance.

El proyecto atrajo a un máximo de 8.000 TM-Sidhas de 50 países diferentes que se unieron para meditar en el campus de la Universidad de Administración de Maharishi en Iowa. En ese momento, 6.900, era la raíz cuadrada del 1% para la población mundial de aproximadamente 5 mil millones de personas. Esta cifra era el número mínimo requerido para mantener la coherencia y la positividad en la conciencia mundial.

Aunque la duración del proyecto de paz global fue de tres semanas, la cifra de coherencia global solo se alcanzó durante un total de nueve días durante ese período. Los investigadores predijeron que habría mejoras en los nueve indicadores sociales y eso fue exactamente lo que sucedió. Obviaremos aquí la extensión técnica del estudio, pero, para aquellos lectores interesados, reproducimos a continuación los datos esenciales de dicho estudio:

Autores de la investigación:
Orme-Johnson DW; Cavanaugh KL; Alexander CN; Gelderloos P; Dillbeck M; Lanford AG; y Abou Nader TM.

Institutos de investigación:
-Departamento de Psicología y Departamento de Gestión y Asuntos Públicos, Universidad de Gestión de Maharishi, Fairfield, Iowa, EE. UU.,
-Departamento de Nutrición y Ciencias de los Alimentos, Instituto de Tecnología de Massachusetts, Cambridge, Massachusetts, EE. UU., 1984.

Título del estudio:
La influencia de la Tecnología Maharishi del Campo Unificado en los eventos mundiales y los indicadores sociales globales: Los efectos de la Asamblea “Taste of Utopia”.

Publicación:
Los artículos recopilados de Investigación científica sobre la meditación trascendental de Maharishi y el programa TM-Sidhi Volumen 4, documento 337.

Fuente de la información: www.worldpeacegroup.org/super_radiance.html

4 - BENEFICIOS DE LA MEDITACIÓN SEGÚN ESTUDIOS CIENTÍFICOS

Este trabajo es de una gran extensión por su profundidad investigativa, por tanto, voy a obviar las citas completas de las investigaciones científicas, las cuales estarán disponible en el artículo original, y tan solo citaré los beneficios y las conclusiones de la meditación según la ciencia corrobora mediante sus investigaciones empíricas. Veamos pues, a continuación, la investigación científica de la meditación.

Beneficios de la meditación en la felicidad

Conclusiones de la investigación:
BKRM ayuda a aumentar significativamente la autosatisfacción y la felicidad en la vida al mejorar el pensamiento positivo. Independientemente de la edad y los años de práctica de meditación a corto o largo plazo, el pensamiento positivo mejorado aumenta la autosatisfacción y la felicidad en la vida.

La meditación combate la depresión

Conclusiones de la investigación:
Una gran cantidad de evidencia indica que las terapias de meditación pueden tener efectos saludables en pacientes con trastornos depresivos clínicos durante las fases aguda y subaguda del tratamiento. Debido a deficiencias metodológicas y heterogeneidad de los ensayos, se necesitan ensayos controlados aleatorios a gran escala con intervenciones comparativas bien descritas y medidas de expectativa para aclarar el papel de la meditación en el arsenal de tratamiento de la depresión.

La meditación reduce la ansiedad

Conclusiones de la investigación:
Los médicos deben ser conscientes de que los programas de meditación pueden dar como resultado reducciones pequeñas o moderadas de múltiples dimensiones negativas del estrés psicológico. Por lo tanto, los médicos deben estar preparados para hablar con sus pacientes sobre el papel que podría tener un programa de meditación para abordar el estrés psicológico. Se necesitan diseños de estudio más sólidos para determinar los efectos de los programas de meditación en la mejora de las dimensiones positivas de la salud mental y el comportamiento relacionado con el estrés.

Muchas personas usan la meditación para tratar el estrés y las afecciones relacionadas con el estrés y para promover la salud general. Para aconsejar adecuadamente a los pacientes, los médicos necesitan saber más sobre los programas de meditación y cómo pueden afectar los resultados de salud. Los programas de capacitación en meditación varían de varias maneras, incluido el tipo de actividad mental promovida, la cantidad de capacitación recomendada, el uso y las calificaciones de un instructor y el grado de énfasis en la religión o la espiritualidad. Algunas técnicas meditativas se integran en un enfoque alternativo más amplio que incluye terapias dietéticas y/o de movimiento (p. Ej., Ayurveda o yoga).

La meditación alivia el estrés

Conclusiones de la investigación:
MBSR es moderadamente efectivo para reducir el estrés, la depresión, la ansiedad y la angustia y para mejorar la calidad de vida de las personas sanas; sin embargo, se justifica más investigación para identificar los elementos más efectivos de MBSR.

Beneficios de la meditación en el cerebro

Conclusiones de la investigación:
Los participantes del grupo de meditación informaron que pasaron un promedio de 27 minutos cada día practicando ejercicios de atención plena, y sus respuestas a un cuestionario de atención plena indicaron mejoras significativas en comparación con las respuestas previas a la participación. El análisis de imágenes de RM, que se centró en áreas donde se observaron diferencias asociadas a la meditación en estudios anteriores, encontró una mayor densidad de materia gris en el hipocampo, que se sabe que es importante para el aprendizaje y la memoria, y en estructuras asociadas con la autoconciencia, la compasión y la introspección. Las reducciones del estrés informadas por los participantes también se correlacionaron con una disminución de la densidad de la materia gris en la amígdala, que se sabe que juega un papel importante en la ansiedad y el estrés. Aunque no se observaron cambios en una estructura asociada a la autoconciencia llamada ínsula, que habían sido identificados en estudios anteriores, los autores sugieren que la práctica de meditación a largo plazo podría ser necesaria para producir cambios en esa área. Ninguno de estos cambios se observó en el grupo de control, lo que indica que no fueron resultado simplemente del paso del tiempo.

La meditación despliega la creatividad

Conclusiones de la investigación:
El objetivo de nuestro estudio es evaluar la posibilidad de que diferentes tipos de meditación (OM vs. FA) induzcan o sesguen a las personas hacia estados particulares de control cognitivo. Se suponía que la meditación OM inducía un estado de control cognitivo relativamente “distribuido” que se caracteriza por un sesgo débil de arriba hacia abajo del procesamiento de la información y una competencia local débil entre pensamientos alternativos, mientras que se suponía que la meditación FA inducía un estado de control cognitivo relativamente centrado caracterizado por un fuerte control de arriba hacia abajo y una fuerte competencia local. Si es así, se esperaría que la práctica de meditación OM facilite el pensamiento divergente, según lo evaluado por el AUT, pero no el pensamiento convergente. Y esto es exactamente lo que muestran los datos: las personas sobresalen en la tarea AUT después de la meditación OM.

Nuestra segunda predicción fue que la práctica de meditación FA debería facilitar el pensamiento convergente, según lo evaluado por la RAT, pero no el pensamiento divergente. Aunque el rendimiento RAT fue mejor después de la meditación FA, este aumento estuvo lejos de ser significativo. Sin embargo, los puntajes del estado de ánimo muestran que ambos tipos de meditación practican el estado de ánimo elevado de maneras comparables. Dado que el estado de ánimo elevado facilita el pensamiento divergente, en lugar de convergente, e incluso puede interferir con este último ( Akbari Chermahini y Hommel, en prensa), es posible que la práctica de la meditación haya afectado el pensamiento convergente de dos maneras opuestas: el carácter enfocado de la meditación podría haber mejorado el rendimiento del pensamiento convergente, mientras que el aspecto relajante del procedimiento podría haberlo obstaculizado. Sin embargo, en este punto, esto sigue siendo una especulación que requiere más investigación, tal vez utilizando una práctica más extensa.

La meditación reduce el dolor físico

Conclusiones de la investigación:
Después de 4 días de entrenamiento de meditación de atención plena, la meditación en presencia de estimulación nociva redujo significativamente la incomodidad del dolor en un 57% y las calificaciones de intensidad del dolor en un 40% en comparación con el descanso. Se utilizó un ANOVA de medidas repetidas de dos factores para identificar las interacciones entre la meditación y la activación cerebral relacionada con el dolor. La meditación redujo la activación relacionada con el dolor de la corteza somatosensorial primaria contralateral. El análisis de regresión múltiple se usó para identificar regiones cerebrales asociadas con diferencias individuales en la magnitud de las reducciones de dolor relacionadas con la meditación. Las reducciones inducidas por la meditación en las clasificaciones de intensidad del dolor se asociaron con una mayor actividad en la corteza cingulada anterior y la ínsula anterior, áreas involucradas en la regulación cognitiva del procesamiento nociceptivo. Las reducciones en los índices de desagrado del dolor se asociaron con la activación de la corteza orbitofrontal, un área implicada en la reformulación de la evaluación contextual de los eventos sensoriales. Además, las reducciones en el dolor desagradable también se asociaron con la desactivación talámica, que puede reflejar un mecanismo de activación límbico involucrado en la modificación de las interacciones entre la entrada aferente y las áreas cerebrales de orden ejecutivo. Juntos, estos datos indican que la meditación involucra múltiples mecanismos cerebrales que alteran la construcción de la experiencia del dolor subjetivamente disponible a partir de información aferente.

Beneficios de la meditación para fumadores

Conclusiones de la investigación:
El 88% de las personas que recibieron MT y el 84% de las personas que recibieron FFS completaron el tratamiento. En comparación con los asignados al azar a la intervención FFS, las personas que recibieron MT mostraron una mayor tasa de reducción en el uso de cigarrillos durante el tratamiento y mantuvieron estas ganancias durante el seguimiento (F = 11.11, p = .001). También mostraron una tendencia hacia una mayor tasa de abstinencia de prevalencia puntual al final del tratamiento (36% frente a 15%, p = 0,063), que fue significativa en el seguimiento de 17 semanas (31% frente a 6%, p = .012). Esta prueba inicial del entrenamiento de atención plena puede conferir beneficios mayores que los asociados con los tratamientos estándar actuales para dejar de fumar.

La meditación reduce el riesgo de sufrir una enfermedad del corazón

Conclusiones de la investigación:
Una intervención seleccionada mente-cuerpo, el programa TM, redujo significativamente el riesgo de mortalidad, infarto de miocardio y accidente cerebrovascular en pacientes con enfermedad coronaria. Estos cambios se asociaron con una presión arterial más baja y factores de estrés psicosocial. Por lo tanto, esta práctica puede ser clínicamente útil en la prevención secundaria de enfermedades cardiovasculares.


Resumen de esta monografía:

Es gracia a la sapiencia de Ken Wilber como puedo afirmar que, la trascendencia metafísica mediante la meditación, es el fundamento para la filosofía transpersonal, la cual es postulada en una cuestión de sentido para la argumentación epistemológica y pedagógica de una educación tranracional como misión espiritual . Solamente de ese modo se me antoja que será posible salvar el abismo cultural de la humanidad desde que Kant diferenció mediante sus Tres críticas al “ello” (ciencia), el “yo” (conciencia) y el “nosotros” (moral), dicho ello en términos socráticos: “Aquel que quiera cambiar el mundo debe empezar por cambiarse a sí mismo”. La integración de esas tres esferas kantianas solo es posible en el interior de cada uno de nosotros mediante la veracidad, la sinceridad, la integridad y la honradez como premisas que deben ser aprehendidas en el camino ascendente de la sabiduría propio del cuadrante superior izquierdo de la interioridad individual.

Con la anterior argumentación, la meditación queda habilitada desde la hermenéutica filosófica. Ahora bien, ¿qué tienen que decir las investigaciones científicas acerca de la meditación? ¿La meditación desde la hermenéutica filosófica puede ser avalada epistemológicamente por la ciencia? ¿Es posible, por tanto, una integración entre la epistemología y la hermenéutica? Así creo haberlo demostrado en mi artículo científico La filosofía transpersonal como una hermenéutica complementaria a la epistemología: fundamentos para una educación transracional. No obstante, las aportaciones científicas avalan la meditación como camino metafísico de introspección, así como una herramienta para la sanación transcendental de la humanidad.

Los beneficios de la meditación, avalados científicamente, constituyen una puerta de acceso a la espiritualidad, a esa metafísica que, hasta ahora, estaba desahuciada por los materialistas científicos. Dicho de otro modo, la epistemología de lo conmensurable (ciencia) y la hermenéutica de lo inconmensurable (espíritu) hallan un punto de intersección mediante los beneficios de la meditación demostrados científicamente. He ahí, precisamente, en la síntesis de saberes entre la epistemología y la hermenéutica, donde cada cual puede aprehenderse a uno mismo como conciencia de unidad mediante una auténtica intuición espiritual. Y, ello, se constituye entonces en un anclaje epistemológico para considerar a la filosofía transpersonal de Ken Wilber como un nuevo paradigma de conocimiento, cuyo objeto de estudio es la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia.

Dicho despertar espiritual ya no es una cuestión individual solamente, sino también un inherente deber de la colectividad humana, de ahí la necesidad de una educación transracional, pues como se ha visto anteriormente, es posible la sanación trascendental desde la infancia gracias a la aplicación práctica de la meditación en los centros escolares. Y dicho despertar espiritual, tanto individual como colectivo, conduce ineludiblemente a considerar al amor como nuestra única perspectiva de supervivencia en este planeta, una cuestión que es preciso abordar en la siguiente monografía.
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Dios como una experiencia mística

5 - DIOS COMO UNA EXPERIENCIA MÍSTICA



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Ponencia en el VIII Congreso Internacional CESPE 2023, relacionada con este trabajo de investigación

Ponencia en la 3ª edición del Diplomado Internacional de Pedagogías Emergentes, relacionada con este trabajo de investigación

Resumen de la anterior monografía: 4 - DIOS Y EL MISTERIO DE LA VIDA

La fractura dualista entre la ciencia y la espiritualidad, que dura más de dos mil años, ha abocado en un callejón sin salida para la razón humana, hasta que la filosofía cuántica transcendió el paradigma de la física clásica, lo cual llevó a muchos científicos espirituales buscar la integración de la ciencia y Dios desde la no-dualidad.

Desde el surgimiento de la física cuántica, se ha producido un giro copernicano desde el “ver para creer” al “creer para ver”, abriendo así las puertas de la genuina espiritualidad no-dual: la filosofía perenne o filosofía del misticismo. En ese intento de resolver el misterio de la vida han intervenido muchos científicos espirituales como Fritjof Capra, Ken Wilber, Amit Goswami, Rupert Sheldrake, Joe Dispenza, Jean-Pierre Garnier Malet, por citar algunos de los más importantes pensadores que nos proporcionan una renovada racionalidad envuelta en una espiritualidad cuántica.

Esos vanguardistas investigadores abrieron una brecha para transcender la racionalidad hacia la espiritualidad de un modo psicológico e histórico, una brecha cognitiva que daría consistencia epistemológica a la psicología transpersonal, así como a la filosofía transpersonal.

Ese viaje espiritual fue denostado como “misticismo cuántico” por los escépticos materialistas científicos, sin embargo, la historia ha llegado a un punto de inflexión donde, la fractura dualista entre la ciencia y Dios, solamente se puede salvar con la contemplación de la no-dualidad: un misterio desvelado en un esquema epistemológico para argumentar a la filosofía transpersonal como nuevo paradigma de conocimiento en mi obra La educación cuántica.

La dualidad entre razón y metafísica durante más de dos mil años, ha sido un problema epistemológico que ha perdurado en la filosofía occidental y su ciencia, y que solamente se puede resolver desde la filosofía del misticismo para alcanzar una conciencia de unidad cuya máxima expresión es el amor.

Por tanto, la experiencia mística (no-dual) es un camino ascendente hacia la sabiduría para, seguidamente, expresar dicha sabiduría como amor: ahí reside todo misterio de la vida. Aprehender dicho conocimiento es una intuición espiritual no-dual que permite la sanación transcendental del ser humano al implementar la razón con el corazón.

Consecuentemente, se hace necesario asimismo abordar la experiencia de Dios como una experiencia mística, una profunda cuestión para la siguiente monografía.

1 – LA EXPERIENCIA MÍSTICA

Si bien la experiencia mística es una experiencia personal e intransferible, hay que investigar si es posible sacar conclusiones comúnmente válidas para hallar unos parámetros objetivos de comprensión, incluso certezas científicas por aquellos que han investigados dichos estados numinosos.

¿Somos todos potencialmente místicos? ¿Cuál es la relación entre mística y esquizofrenia? ¿Cómo interpretar el testimonio de los grandes místicos? ¿Qué tuvieron en común el Buda, Jesús, Plotino, Dante, Santa Teresa, William Blake y Edgar Allan Poe? ¿Cuál es el influjo de las drogas? ¿Cuántos son los estados de conciencia?

En La experiencia mística y los estados de conciencia, se recopila en un solo volumen los ensayos más importantes que se han escrito sobre el tema general de los estados superiores de conciencia. Contrastando las opiniones de distintos autores -algunos tan relevantes como Bucke, Huxley, Watts, Wilber o Maslow-, dicha obra intenta encontrar el denominador común de una serie de experiencias que han sido llamadas diferentemente: "conciencia cósmica", "experiencia cumbre", "inconsciente trascendental". Mientras una parte de los autores sitúa el fenómeno de los estados superiores de conciencia dentro de un contexto místico-religioso, otros optan por una descripción en términos psicológicos. La yuxtaposición de estos diversos enfoques configura un diálogo enormemente útil -y de lectura apasionante- sobre el tema eterno de la experiencia trascendental.

Como complemento a dicha obra, se reproduce también a continuación citas extraídas de la Tesis Doctoral de Iker Puente, titulada Complejidad y Psicología Transpersonal: Caos, autoorganización y experiencias cumbre en psicoterapia (Universidad Autónoma de Barcelona, 2014):

El pensamiento occidental, especialmente el cristianismo y la obra de algunos místicos cristianos, ejercen una influencia importante sobre el desarrollo y los planteamientos de la psicología transpersonal, sobre todo en relación a la importancia otorgada y la forma de entender conceptos como la espiritualidad, el misticismo, la unidad, el desapego y la experiencia mística. Especialmente influyentes fueron las obras de algunos místicos cristianos como San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Maestro Eckhart, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, los relatos que realizaron de sus experiencias místicas. Durante mucho tiempo, el término empleado en Occidente para referirse a este tipo de experiencias y prácticas era el de contemplación, y solo recientemente se comenzaron a emplear de forma extensa los términos místico y misticismo. Los místicos cristianos generalmente describían el camino hacia el éxtasis o la trascendencia como una escalera que partía de la tierra hasta llegar al cielo, y que el místico tenía que recorrer peldaño a peldaño. Esta escalera tendría tres estadios principales:la vida purgativa, la vida iluminativa y la vida unitiva. La meta del místico es alcanzar la vida unitiva, que se entiende como un estado de perfecta contemplación. La vida purgativa implica la autodisciplina, el aislamiento y el ascetismo; es un estado en el que permanece la visión dualista del mundo, y en el que se concentra la atención en la propia individualidad. En la vida iluminativa se deben concentrar todos los sentimientos y pensamientos en Dios. La vida unitiva es la esencia de todo misticismo; en este estado se produce la aniquilación del yo y la unión con la divinidad, superándose todo dualismo. (pp. 210-211).

Uno de los estudios clásicos sobre el misticismo cristiano fue realizado a principio de siglo por Evelyn Underhyll. Esta autora parte de una perspectiva espiritual-trascendental, ya que considera que la esencia del misticismo es la conciencia directa y la unión última con lo Absoluto, con la Realidad Divina. Asimismo, señala cuatro pruebas de la experiencia mística: 1) el misticismo es práctico, se caracteriza por la experiencia directa y la acción; 2) es una actividad complementaria espiritual y trascendente; 3) la tarea y el método del misticismo es el amor; 4) entraña una experiencia psicológica concreta. (p. 212).

Huxley afirma que la Verdad única y universal de la filosofía perenne se puede hallar en el núcleo de las enseñanzas místicas de las diferentes tradiciones religiosas. Los místicos de las diferentes épocas y culturas pueden trascender los esquemas conceptuales propios de su cultura durante sus experiencias místicas, accediendo a una comprensión directa e intuitiva de la realidad. Por lo tanto, los perennialistas distinguen entre la experiencia mística, que es universal y atemporal, y su interpretación, que estaría determinada por la cultura y el momento histórico. La experiencia mística es siempre la misma, aunque las interpretaciones sean diferentes. (p.217).

Ferrer resume las características comunes compartidas por las diferentes tradiciones religiosas que señalan los defensores modernos de la filosofía perenne. Los principios fundamentales que se encuentran en el núcleo de la filosofía perenne serían los siguientes (pp.217-218):

1 - El Espíritu es el fundamento primordial ontológico, epistemológico y axiológico del cosmos. El Espíritu, la Conciencia Pura o la Mente Universal es la esencia fundamental de la naturaleza humana y de la totalidad de la realidad.

2 - La realidad es ontológicamente idéntica al Espíritu que la origina. Este espíritu es inmanente y trascendente al mismo tiempo y es, en esencia, idéntico a la consciencia humana más profunda.

3 - Creencia en una cosmología involutiva, que afirma que el universo físico es el resultado de un proceso de emanación, restricción o involución del Espíritu.

4 - Ontología y axiología jerárquicas. Creencia en que la realidad está compuesta por varias capas o niveles de existencia jerárquicamente organizados, idea conocida como la Gran Cadena del Ser. Los niveles superiores de la jerarquía están más próximos al espíritu, y por tanto son más reales y valiosos.

5 - Epistemología jerárquica. Teoría del conocimiento que afirma que el conocimiento de los reinos superiores de la ontología jerárquica es más esencial y revela más sobre la realidad. Por lo tanto, es un conocimiento más valioso y verdadero.

Las ideas y principios de la filosofía perenne influyeron de diversas formas en numerosos psicólogos transpersonales, incluyendo a Stanislav Grof y Ken Wilber. Pero posteriormente la filosofía perenne ha sido criticada dentro del movimiento transpersonal por diversas razones, entre ellas, por hacer hincapié en las similaridades entre las experiencias místicas y la filosofía de diferentes culturas, pasando por alto y menospreciando las diferencias que se encuentran entre ellas. (pp. 217-218).

Francisco Rubia, en su libro sobre la experiencia mística desde el campo de la neurobiología afirma: “A pesar de la dificultad que encuentran los místicos para traducir sus experiencias en palabras, lo que se conoce como inefabilidad, tenemos, sin embargo, muchos informes que atestiguan su enorme carga afectiva y su capacidad de transformación de la conducta posterior de los sujetos de estas experiencias”. (p.340).

A las anteriores aportaciones científicas desde campos como la psicología y la neurobiología, cabe sumar otras consideraciones desde la filosofía cuántica como, por ejemplo, las realizadas por el Premio Nobel de Física Wolfgang Pauli, quien nos remite a la consideración del lúcido misticismo platónico. Veamos ellos en el siguiente artículo.

2 - EL LÚCIDO MISTICISMO PLATÓNICO

Wolfgang Pauli, premio Nobel de Física en 1945, realizó profundas contribuciones positivas a la física, incluyendo el famoso “principio de exclusión” y la predicción de la existencia del neutrino veinte años antes de que fuera descubierto. Pauli insistía en que la racionalidad tenía que venir complementada por la mística, y su amigo personal y colega Werner Heisenberg escribió un bello resumen que es recogido por Ken Wilber en Cuestiones cuánticas, una obra que recoge los escritos místicos de los físicos más famosos del mundo.

Para Pauli, un primer tema central de reflexión filosófica fue el proceso mismo de conocimiento, especialmente del conocimiento natural, que encuentra su última expresión racional en el establecimiento de leyes de la naturaleza matemáticamente formuladas. Pauli no se daba por satisfecho con la concepción puramente empirista, según la cual las leyes naturales únicamente pueden derivarse de los datos experimentales. Más bien estaba de parte de quienes “subrayan el papel de la intuición y el manejo de la atención en la estructuración de los conceptos e ideas necesarias para establecer un sistema de leyes naturales”. Ideas que, por lo general, van mucho más allá de la mera experiencia. Pauli, por tanto, buscaba el lazo de la conexión entre las percepciones sensoriales, por una parte, y los conceptos, por otra.

Todos los pensadores consecuentes han llegado a la conclusión de que la pura lógica es fundamentalmente incapaz de construir dicho lazo entre las percepciones sensoriales y los conceptos. Lo más satisfactorio, al entender de Pauli, es introducir en este punto el postulado de que en el cosmos existe un orden distinto del mundo de las apariencias, y que escapa a nuestra capacidad de elección. Lo cierto es que la relación entre la percepción sensible y la Idea sigue siendo una consecuencia del hecho de que tanto el alma como lo que se conoce por medio de la percepción están sujetos a un orden objetivamente concebido. El puente que conduce desde los datos experimentales, inicialmente desordenados, hasta las Ideas, lo ve Pauli en ciertas imágenes primigenias que preexisten en el alma, los arquetipos de que habla Kepler y también la psicología moderna. Estas imágines primordiales -aquí Pauli está de acuerdo en gran medida con Jung- no están localizadas en la conciencia, ni están relacionadas con ideas concretas formuladas racionalmente. Son, más bien, formas que pertenecen a la región inconsciente del alma humana, imágines dotadas de un poderoso contenido emocional y que no brotan a través del pensamiento, sino que son contempladas, por así decir, imaginativamente. Esta concepción del conocimiento natural proviene, obviamente, en lo esencial, de Platón.

Como dice Pauli: “La mente parece moverse a partir de un centro interior hacia fuera, por un movimiento como de extraversión hacia el mundo físico, donde se supone que todo sucede de modo automático, de manera que se diría que el espíritu abarca serenamente al mundo físico con sus Ideas”. Así pues, la ciencia natural de la época moderna implica una elaboración cristiana del “lúcido misticismo” platónico, para el cual el fundamento unitario del espíritu y la materia reside en las imágenes primordiales, donde tiene también lugar la comprensión, en sus diversos grados y clases, incluso hasta el conocimiento de la palabra de Dios. Pero Pauli añade una advertencia: “Este misticismo es tan lúcido que es capaz de ver más allá de numerosas oscuridades, cosa que los modernos no podemos ni nos atrevemos a hacer”.

En el centro del pensamiento filosófico de Pauli estaba el deseo de una comprensión unitaria del mundo, una unidad en la que estuviese incorporada la tensión de los opuestos, por lo cual saludó a esa interpretación de la teoría cuántica como a la inauguración de un nuevo modo de pensar, que permita expresar aquella unidad con mayor facilidad que entonces. Pauli llegó a pensar que el terreno árido atravesado por la moderna física atómica y por la psicología moderna permitía intentar una vez más emplear ese único lenguaje: “En la física actual tenemos una realidad invisible (la de los objetos atómicos) en la que el observador interviene con una cierta libertad (viéndose por ello enfrentado a alternativas de “elección y sacrificio”); por otra parte, en la psicología del inconsciente nos encontramos con procesos que no pueden atribuirse siempre sin ambigüedad alguna a un sujeto determinado. Habríamos encontrado así un modo de expresar la unidad entre todos los seres, que trascendería la causalidad de la física clásica como forma de correspondencia (Bohr); unidad, de la cual son casos especiales la interrelación psicofísica y la coincidencia de las formas instintivas de ideación a priori con las percepciones externas.

Sin embargo, dice Pauli, creo que a todo aquel para quien un racionalismo estrecho ha perdido todo atractivo, y para quien tampoco resulta suficientemente poderoso el encanto de una actitud mística, que considera sencillamente ilusoria la oprimente multiplicidad del mundo exterior, no le queda más remedio que exponerse a la intensa acción de los opuestos y sufrir los conflictos consiguientes. Precisamente obrando así, puede el sujeto encontrar más o menos conscientemente un camino interior de salvación. Lentamente surgen entonces imágenes, fantasías o Ideas internas que compensan la situación exterior y revelan como posible la aproximación entre los polos de la antítesis. Considera Pauli que el anhelo de superación de los opuestos, extensivo al logro de una síntesis que abarque a un tiempo a la comprensión racional y a la experiencia mística de la unidad, constituye el mito, confesado o no, de nuestro tiempo y de la época actual.

Se puede gritar más alto, pero no decirlo más claro: el Premio Nobel de Física Wolfgang Pauli nos dice que la racionalidad debe complementarse con la mística, y que solo así se puede transcender la fractura dualista creada por los opuestos, en el caso que nos ocupa, entre los ascendentes (Dios) y los descendentes (ciencia). A dichas aseveraciones, recordémoslo una vez más, la obra de Ken Wilber Cuestiones cuánticas recoge los escritos místicos de los físicos más famosos del mundo.

Llegamos así a este punto de la disertación en que la ciencia y la mística son vistas, no como opuestas, sino como complementarias para trascender la fractura dualista entre los ascendentes y los descendentes. Ahora bien, ¿cómo realizar el puente cognitivo entre la ciencia como conocimiento empírico y el conocimiento revelado a través de la mística? ¿Cómo enlazar el conocimiento dual exterior a través de los sentidos y la experiencia mística no-dual? La meditación es la respuesta, y vamos a ver ello en el siguiente artículo.


Resumen de esta monografía:

La experiencia mística es una experiencia personal e intransferible, pero, guarda relación con los estados de conciencia, tal como aborda la obra La experiencia mística y los estados de conciencia, avalada dicha tesis por renombrados investigadores como Bucke, Huxley, Watts, Wilber o Maslow.

Como complemento a lo anterior, los estados de conciencia son estudiados por el movimiento transpersonal, y también por la psicología transpersonal mediante la Tesis Doctoral de Iker Puente. La psicología transpersonal, dentro del pensamiento occidental, está fundamentada con algunos místicos cristianos como San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Maestro Eckahrt, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. Esos iniciales estadios de conciencia son delimitados mediante una escalera ascendente con tres estadios: la vida purgativa, la vida iluminativa y la vida unitiva.

Uno de los estudios clásicos sobre el misticismo cristiano fue realizado por Evelyn Underhyll, la cual postula una perspectiva espiritual-transcendental con cuatro pruebas de la experiencia mística: 1) el misticismo es práctico, se caracteriza por la experiencia directa y la acción; 2) es una actividad complementaria espiritual y trascendente; 3) la tarea y el método del misticismo es el amor; 4) entraña una experiencia psicológica concreta.

Los defensores modernos de la filosofía perenne (o filosofía del misticismo) han hallado cinco principios fundamentales: 1) el Espíritu es el fundamento primordial ontológico, epistemológico y axiológico del cosmos; 2) la realidad es ontológicamente idéntica al Espíritu que la origina; 3) creencia en una cosmología involutiva, donde, el universo físico es el resultado de la involución del Espíritu; 4) ontología y axiologías jerárquicas: la realidad está organizada jerárquicamente y es conocida como Gran Cadena del Ser; 5) epistemología jerárquica: teoría del conocimiento que afirma que el conocimiento de los reinos superiores de la ontología jerárquica es un conocimiento más valioso y verdadero.

Como se ha visto, la experiencia mística tiene un sustrato cristiano en la cultura occidental, también en la psicología transpersonal, así como en las neurociencias, cuyo corolario son las aportaciones desde la física cuántica, en boca del Premio Nobel Wolfgang Pauli: “La racionalidad tiene que ser complementada por la mística”. Pauli recupera el lúcido misticismo platónico, y Wilber en su obra Cuestiones cuánticas recoge los escritos místicos de los físicos más famoso del mundo.

Llegamos así a este punto de la disertación en que la ciencia y la mística son vistas, no como opuestas, sino como complementarias para trascender la fractura dualista entre los ascendentes y los descendentes. Ahora bien, ¿cómo realizar el puente cognitivo entre la ciencia como conocimiento empírico y el conocimiento revelado a través de la mística? ¿Cómo enlazar el conocimiento dual exterior a través de los sentidos y la experiencia mística no-dual? La meditación es la respuesta, y vamos a ver ello en la siguiente monografía.
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Dualidad y no-dualidad

4 - DIOS Y EL MISTERIO DE LA VIDA



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Ponencia en el VIII Congreso Internacional CESPE 2023, relacionada con este trabajo de investigación

Ponencia en la 3ª edición del Diplomado Internacional de Pedagogías Emergentes, relacionada con este trabajo de investigación

Resumen de la anterior monografía: 3 - DIOS EN LA CIENCIA

El criterio de demarcación entre ciencia y religión, o la relación entre la ciencia y Dios, ha sido un arduo debate en la filosofía de la ciencia occidental. El ejemplo más emblemático ha sido la posición contrapuesta entre Richard Dawkins y Rupert Sheldrake, respectivamente, con sus obras El espejismo de Dios y El espejismo de la ciencia.

Sin embargo, lo que pocos ortodoxos científicos caen en cuenta es que la física cuántica desintegró la “rígida estructura” del conocimiento dualista en la que se sustenta el materialismo científico. Y que, la consideración de la filosofía perenne (filosofía del misticismo) desde el surgimiento de la filosofía cuántica, inauguró una nueva época en la que cada vez más científicos integraron a Dios en la ecuación del conocimiento.

En dicha línea de pensamiento, el biólogo Bruce Lipton con su obra La biología de la creencia, asestó un golpe definitivo al darwinismo oficial al afirmar que no somos víctimas de nuestros genes sino los dueños y señores de nuestros destinos, a la vez que proporcionó las bases para la ciencia y la filosofía de las medicinas alternativas, así como para la sabiduría espiritual. Bruce Lipton se define a sí mismo como un científico espiritual, y que debemos considerar al espíritu si queremos mejorar nuestra salud mental y física.

Bruce Lipton es un ejemplo muy relevante en la integración de Dios en la ciencia, pero es digno de considerar a otros pensadores como, por ejemplo, Fritjof Capra, cuyas numerosas publicaciones establecieron las relaciones entre el universo descubierto por la física moderna y el misticismo antiguo, principalmente oriental. También Ken Wilber, en su obra El espectro de la conciencia, realiza una síntesis de religión, física y psicología, refutando la filosofía del materialismo. Del mismo modo, Wilber en su obra Ciencia y Religión, muestra de qué manera la ciencia es perfectamente compatible con las grandes tradiciones espirituales del mundo y abre con ello la visión occidental a las grandes tradiciones de la sabiduría perenne. Wilber es un pionero en establecer que existen dos modos de saber: el saber científico (epistemología de lo conmensurable) y la perenne espiritualidad (hermenéutica de lo inconmensurable).

La contienda ideológica entre la ciencia y la espiritualidad, entre el saber empírico y el saber revelado, entre la razón y el espíritu, es resuelta mediante esos dos modos de saber: el conocimiento simbólico (dualidad entre sujeto-objeto) y el misticismo contemplativo (no-dualidad entre sujeto-objeto). El modo espiritual de conocimiento ha sido peyorativamente tildado como “misticismo cuántico” por los escépticos materialistas científicos, sin embargo, argumentado como un nuevo paradigma de conocimiento en mi obra La educación cuántica.

Con lo anteriormente expuesto, es imperativa una nueva cosmología entre ciencia y espíritu, ya que la historia del pensamiento ha devenido dogmáticamente en una filosofía materialista y en reduccionismo psicológico al dejar a Dios fuera de la ecuación del conocimiento. Las diferentes interpretaciones de la mecánica cuántica que aúnan ciencia y espiritualidad mediante la recuperación de la filosofía perenne, posibilitan fortalecer el movimiento transpersonal como “cuarta fuerza” psicológica. Esa trascendencia holística desde la razón hacia el espíritu permite la tan deseada integración del “yo” (subjetividad), el “nosotros” (intersubjetividad cultural) y el “ello” (ciencia y naturaleza) que fueron diferenciados por Kant mediante sus Tres críticas.

La aprehensión cognitiva de todo lo argumentado como criterio de demarcación entre ciencia y espiritualidad, se constituye en un nuevo paradigma de conocimiento amparado en la filosofía transpersonal como disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia, cuestión argumentada pedagógica y epistemológicamente en mi obra La educación cuántica.

La ciencia clásica se construyó con el método cartesiano de analizar el mundo descomponiéndolo en partes: un reduccionismo determinista del universo relacionado con la imagen de la naturaleza funcionando como un reloj preciso, una idea muy querida por Einstein. Sin embargo, desde el surgimiento de la física cuántica, esa figura mecánica y determinista ya no es posible, en palabras de Hawking: “ Dios juega a los dados con el universo”.

Si una cosa queda clara, es que el milagro de la vida sigue siendo un misterio por resolver, y que la ciencia materialista ha quedado obsoleta si no es con la contemplación de nuestra relación con Dios. En la siguiente monografía analizaremos esa relación de Dios con el misterio de la vida.


1- EL MISTERIO DE LA VIDA

La paradoja de nuestro tiempo es que la física cuántica remite al sujeto cognoscente como centro del universo por conocer, remitiendo a su profundidad intelectual y espiritual. Así fue como en los años setenta del siglo pasado, el doctor en física teórica Fritjof con su obra El Tao de la física, explora los paralelismos entre la física cuántica y los principios del aprendizaje místico oriental.

Fritjof Capra considera que en el intento por comprender el misterio de la vida, el ser humano ha seguido diferentes caminos, entre ellos el del científico y el del místico, una cuestión vista en los dos modos de saber de la mano de Ken Wilber. La tesis que plantea Capra es: los conceptos de la física moderna llevan a una visión del mundo muy similar a la de los místicos de todas las épocas y tradiciones. La finalidad del ensayo es explorar la relación entre tales conceptos, motivado por la creencia de que los temas básicos que utiliza para comparar la física con el misticismo serán confirmados, más que invalidados por futuras investigaciones. Capra aclara la naturaleza del conocimiento que se va a comparar y el lenguaje en el cual ha sido expresado dicho conocimiento. Compara el conocimiento racional con el intuitivo: en la física se utiliza el método científico y como técnica la experimentación; en el misticismo el método es el yoga o la devoción y la técnica, la meditación. Una magistral lección de Capra.

Así, son cada vez más los científicos que se alinean con dicha visión que aúna la ciencia con la espiritualidad, como es el caso de Amit Goswami, uno de los pensadores pioneros en ciencia y espiritualidad. Lleva enseñando física cuántica desde hace más de treinta años. Fue profesor de Ciencia Teórica en la Universidad de Oregón, y actualmente es investigador residente en el mundialmente reconocido Instituto de Ciencias Noéticas. Goswami es autor de numerosos libros, entre los que se encuentra La física del alma , una obra donde la ciencia y el alma se dan la mano. El doctor Amit Goswami utiliza el lenguaje y los conceptos de la física cuántica para estudiar y demostrar científicamente las teorías metafísicas de la reencarnación y la inmortalidad. En su otra obra La ventana del visionario: física cuántica para la iluminación espiritual, nos ayuda a comprender el modelo de realidad de la física cuántica y las profundas creencias de las milenarias tradiciones espirituales y religiosas del mundo, demostrando que se apoyan esencialmente las unas a las otras. El resultado es una visión cosmogónica amplia, excitante y rica que integra por primera vez en un sistema coherente mente, espíritu y ciencia. En Ciencia y espiritualidad: una integración cuántica, Goswami muestra no solo que las paradojas de la física cuántica pueden resolverse tomando como base un universo espiritual, sino también las paradojas de la vida, la mente y la salud. Con una igualmente competente exposición de teoría científica y datos experimentales, y prácticas y cosmologías espirituales, nos conduce a una exploración científica de la espiritualidad realmente impresionante. Se abordan incluso ideas relativas a la supervivencia después de la muerte, la reencarnación y la inmortalidad. Las monumentales tradiciones de la India, el Vedanta, el Yoga y el Tantra se tornan vivas en su conexión con esta nueva ciencia en el seno de la conciencia. En la obra Dios no ha muerto, Goswami demuestra que la existencia de Dios se puede descubrir a través de los indicios que nos ofrece la física cuántica, ayudando a superar el condicionamiento materialista basado en el paradigma newtoniano, y a liberarse de él mediante la comprensión y la experiencia cuántica. En dicha obra, aboga por un activismo cuántico que nos lleve a una vida equilibrada y a una visión integral y a experimentar la naturaleza de la realidad, la existencia del alma, el poder de los sueños, la universalidad del amor, la posibilidad de la percepción extrasensorial y la propia mente de Dios.

Desde luego, hay una revolución en marcha en la ciencia, un genuino cambio de paradigma. Mientras que la ciencia tradicional se mantiene en su visión materialista, cada vez crece un mayor número de científicos que apoyan y desarrollan un nuevo paradigma basado en la supremacía de la conciencia. Estamos en los albores de dejar de ver a la mente humana como puramente biológica sino abierta a otras interpretaciones con connotaciones cuánticas, es decir con conexión al universo entero.

Imperceptiblemente todavía para muchos, hay un subyacente cambio de paradigma pensativo: la contraposición entre la racionalidad y la espiritualidad, de un modo psicológico e histórico, ha consistido en el sometimiento de la razón a la fe religiosa durante más de veinte siglos. Sin embargo, la supremacía espiritual en manos de las religiones está puesta en cuestión por los propios científicos, como Fritjof Capra, Amit Goswami, Rupert Sheldrake, Joe Dispenza, Jean-Pierre Garnier Malet, por citar solo algunos pensadores que nos proporcionan una renovada racionalidad envuelta en una espiritualidad cuántica. Sin olvidar en ese viaje espiritual, a la psicología transpersonal (Jung, Maslow, Grof, etcétera), ni a Ken Wilber como propulsor de la filosofía transpersonal.

En ese viaje espiritual, los científicos peyorativamente denominados como “místicos cuánticos” desde el materialismo científico, están despejando el horizonte del conocimiento y la espiritualidad mediante un activismo cuántico que proporciona una renovada visión de la naturaleza, del ser humano y del universo.

Una vez despejado el criterio de demarcación entre ciencia y espiritualidad, podemos establecer dos conclusiones muy evidentes:

-El materialismo científico es una verdad a medias, pues solo obtiene el conocimiento a través de los ilusorios sentidos, aunque, no por ello, hay que desmerecer el método científico como camino de investigación. Bien al contrario, el camino descendente de la razón hacia la materia ha fracturado al ser humano al separarlo del camino ascendente hacia Dios, una búsqueda de Dios que no debe estar en la dualidad exterior sino, más bien, en la profundidad de cada cual, en una inmersión mística como experiencia individual e intransferible.

-En segundo lugar, y fruto de la anterior conclusión, habrá que investigar y comprender racionalmente cómo se puede trascender esa fractura dualista entre la ciencia y Dios, entre la razón y el espíritu, y a ello va dedicado el siguiente artículo.


2 - DUALIDAD Y NO-DUALIDAD: ¿DÓNDE ESTÁ EL MISTERIO?

La pregunta fundamental es: ¿Cómo superar la fractura dualista entre la ciencia y Dios? Como ya se argumentó en el artículo Dios en la dialéctica histórica-cultural, la única solución estriba en la unión de la sabiduría y la compasión, cuando los ascendentes y descendentes se reconcilien bajo el sustrato de la auténtica espiritualidad no-dual entre Dios y la divinidad. Así pues, solamente se puede trascender la fractura dualista entre la ciencia y Dios volviendo a una unificación no-dual de la razón y el espíritu en la propia consciencia del sujeto, un trabajo por cierto nada fácil como tendremos la oportunidad de ver más adelante. De momento, veamos cuales son los límites racionales a los que nos lleva pensar acerca de la dualidad y la no-dualidad.

En la página 38 del prólogo de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA , se halla el esquema epistemológico, el cual ha requerido 710 páginas de profusa argumentación. No obstante, voy a tratar de sintetizar dicha investigación en un lenguaje lo más explícito y sencillo posible. Vamos allá.

1 - Dualidad entre razón y metafísica

Nadie puede poner en duda que el ser humano está dotado de razón y espíritu, excepto los escépticos materialistas científicos quienes niegan a la metafísica misma. La metafísica, aunque problemática, es inevitable: el ser “humano” (cualquier ser con determinado grado de consciencia) es un ser metafísico, y la desaparición de la metafísica solo es posible con la desaparición del humano (o vivos semejantes de otros planetas). Una de las características del siglo XX ha sido la crítica sin contemplaciones a este tipo de filosofía eterna y sistemática que asociamos al término metafísica. Y, sin embargo, nada más actual que las cuestiones metafísicas. No hay manera de evitar que una y otra vez vuelva ese tipo de preguntas primeras sobre Dios, el hombre o el mundo, que quieren saber qué es lo que podemos conocer, qué es lo que debemos hacer o qué es lo que nos cabe esperar.

Tradicionalmente, la razón ha sido la herramienta por antonomasia que nos ha permitido conocer el mundo mediante la filosofía y la ciencia. En la razón interviene un sujeto que piensa (yo) en algo pensado (objeto). Es decir, cada vez que surge un pensamiento, se produce un dualismo entre el sujeto que piensa y el objeto pensado. Dicho de otra manera, la razón quiere conocer a la naturaleza (fisiosfera), a la naturaleza biológica (biosfera) así como a la naturaleza humana (noosfera), por no hablar de la teosfera (divinidad). Toda la filosofía occidental está sustentada en el dualismo que divide al ser humano entre ese mundo interior que pregunta y ese otro mundo exterior por conocer.

Por otro lado, tenemos al espíritu. Según las posturas religiosas tanto exotéricas como esotérica, el espíritu (o Dios) es inmanente a la naturaleza, es decir, está presente en toda manifestación física (nuestro planeta, galaxias y el universo en general); también Dios es omnipresente, es decir, está presente entre todos nosotros, pero también ha sido presente en el pasado y, cómo no, lo estará en el futuro. El espíritu es también omnisciente, es decir, está presente en toda inteligencia manifestada y, particularmente, en la humana mediante la razón.

Consecuentemente, el ser humano está dotado por un lado de una razón que divide al mundo en su intento de conocerlo (recuerde: un sujeto que piensa al mundo como objeto), lo cual crea un dualismo. Y por otro lado, todo ser humano tiene acceso al espíritu que mora en el interior de todos nosotros.

2 - El problema epistemológico

El problema desde un punto de vista de la cronología histórica, es que la ciencia se ha adueñado de la razón humana como único método de conocimiento humano buscando hallar la “verdad” en la naturaleza. Y por otro lado, las religiones se han apoderado del espíritu, convirtiendo a Dios en un dogma de fe. Con dicha dicotomía entre razón y espíritu, el ser humano sufre una división ontológica entre lo que piensa (razón) y lo que cree (espíritu divino). Y ahí está el gran problema epistemológico de la filosofía occidental. Analicemos pues esa dicotomía que fragmenta al ser humano.

Cuando alguien piensa en Dios (o espíritu), ¿qué operación está haciendo el pensamiento? El sujeto que piensa en Dios (ya sea creyente o ateo), por el acto mismo de pensar, está convirtiendo a Dios en un objeto pensado, es decir, el pensamiento está haciendo un reduccionismo del espíritu inmanente. Dicho de otro modo, Dios que es inmanente, omnipresente y omnisciente es reconvertido en un objeto de pensamiento y, por tanto, su unicidad subyacente en todos los seres vivos del universo es fragmentada.

¿Cómo es posible pensar a Dios si, el pensamiento, es la manifestación inteligible de Dios mismo? Pensar a Dios implica crear un dualismo mediante el pensamiento, pues Dios es intrínsecamente indivisible ya que todo lo integra, hasta nuestros pensamientos. Incluso la física cuántica apunta a la posibilidad de que todos somos uno y remite, por tanto, a esa unidad divina. Consecuentemente, la ciencia cuántica evidencia el fracaso de la razón humana en su intento de crear un dualismo entre el sujeto que piensa y el espíritu como objeto pensado. En última instancia, la grandeza de la mecánica cuántica es hacer patente la presencia de la conciencia como un observador que “ve” y que no puede manipular al objeto, pues sujeto y objeto son una y la misma cosa: Dios ve a través de nuestra conciencia, Dios y tú sois uno; tú y yo somos uno; todos somos uno.

3 - El misterio de la no-dualidad

Dicha unidad intrínseca donde Dios y el sujeto pensante se reconocen como unidad es conocida como misticismo contemplativo en la filosofía perenne, y cuya máxima devoción es expresada mediante el amor: se trata de una conciencia de unidad desde un estado de no-dualidad. Dicho de otro modo, yo como sujeto pensante ya no divido al espíritu entre un sujeto que piensa y Dios como objeto pensado. Cuando hacemos esa división, estamos creando un dualismo que genera un estado de ilusión al creer erróneamente que nuestra personalidad (lo que pensamos que somos: nuestro ego) puede apoderarse del mundo, y de ahí surge el sufrimiento propugnado por la razón porque nos apartamos de la unidad divina.

El ego, en su ilusión de estar separado del espíritu, vive como en un sueño y se lanza a la conquista del mundo mediante el poder, el dinero, la fama, las posesiones, etcétera y, así, se genera un sufrimiento mediante el apego a los sentidos físicos, lo cual nos aparta del camino de la conciencia de unidad y del amor a nuestros semejantes. Ahí reside todo el misterio de la vida. Un misterio que los materialistas científicos niegan pues niegan la existencia misma del espíritu. Un misterio que los dirigentes de las religiones ocultan a sus fieles ya sea conscientemente con el objetivo de manipularlos, ya sea inconscientemente por ignorancia de las tesis aquí defendidas.

4 - La experiencia mística

Ahora que el misterio ha sido desvelado, ¿cómo debemos enfrentarnos a esa nueva realidad? Lo difícil y más conveniente es dejar de pensar dualmente, es decir, no pensar en el espíritu (o Dios) como algo alejado o ajeno a uno mismo, sino como conciencia de unidad (donde el espíritu y nosotros somos uno). Dicho de otro modo, la experiencia mística (es decir: no-dual) sería la actitud correcta. ¿Y qué compromiso implica ello?

Muchas respuestas acerca de la no-dualidad pueden ser halladas aquí en esta página de la mano de muchos sabios, quienes han experimentado de un modo similar dicho tránsito desde la dualidad a la no-dualidad. No obstante, explicado de un modo sencillo, la no-dualidad implica aceptar a los demás como son, con sus virtudes y sus defectos, implica aceptar que todo lo que ocurre en nuestra vida es una oportunidad para aprender una lección, implica que no debemos forzar las cosas mediante nuestro ego, sino pedir respuestas a nuestras más profundas preguntas y, ello, en una atmósfera sagrada inherentemente asociada a una actitud ética.

5 - La meditación

Cuando aprendamos a vivir en la no-dualidad, entonces, estaremos preparados para vivir en el “no esfuerzo”, es decir, que nos llegarán señales o respuestas a nuestras peticiones, lo que Carl Jung acuño como “sincronicidades”, siempre y cuando sintamos al espíritu (o Dios) como algo interno y no como un objeto de nuestro pensamiento. Entonces viene la gran pregunta: ¿qué hacer para vivir acorde al desvelamiento de dicho misterio? La meditación y el silencio interior son el camino.

La meditación es un retiro de la vida exterior hacia el mundo interior, es aislarnos por unos momentos del ajetreo diario para adentrarnos en la contemplación del Ser. Y la práctica de la meditación es un camino espiritual consciente de nuestra unión con el espíritu (o Dios). No se trata de una “reflexión” con Dios, ni un pensamiento sobre Dios, sino sentirse uno con Dios mientras meditamos, es decir, vemos el “rostro” de Dios mediante arquetipos o señales que nos son desvelados mediante la meditación. Platón ya lo expresó certeramente: “La filosofía es un silencioso diálogo del alma entorno al ser”.

6 - El camino ascendente hacia la sabiduría

Probablemente lo explicado hasta aquí sea algo difícil de comprender mediante la “razón”, pero si cree que lo explicado hasta aquí es posible, entonces le invito a la posibilidad de iniciar un camino de sabiduría en la experiencia del Dios interior mediante la meditación. No se trata de un Dios “pensado” o basado en la “fe”, sino experimentado las 24 horas del día cuando el camino espiritual se convierte en un propósito de vida. En ese camino espiritual se hallarán a personas que sentirán sus mismas experiencias y que pueden ser compartidas.

Cuando se abandona a la dualidad como camino existencial basado en un mundo de ilusión, creencias o simple fe, y se reconvierte a uno mismo a la no-dualidad, entonces, se estará en presencia de la divinidad y cada cual será el creador de su propia realidad para alcanzar la libertad y felicidad: el objetivo por antonomasia perseguido por todo ser humano.

7 - El camino descendente: la compasión

Una libertad y una felicidad que solo pueden hallarse cuando coincidan con la libertad y a felicidad de los demás seres humanos a través del amor. Por eso mismo dijo Jesucristo: “Ama a los demás como a ti mismo”. Aquí está el secreto de toda enseñanza referida al misterio de la vida. El espíritu vive en nosotros, se expresa a través de nosotros, y nosotros somos la expresión de su amor divino como unidad. Y ese camino espiritual no se puede alcanzar simplemente con la razón (dualidad entre un sujeto pensante y un Dios pensado), sino con la experiencia de la no-dualidad donde todos somos una expresión del espíritu divino. Se trata de un genuino misticismo vivido conscientemente mediante el amor y desde el silencio, un camino de sabiduría que nos adentra en el misterio de la vida.

8 - La sanación trascendental del ser humano

Aquí acaba esta reflexión. Puede aceptar o rechazar todo lo dicho hasta aquí. Puede incluso investigar, como lo he realizado yo a través de mis diversas publicaciones. Haga lo que haga, será su propio camino hacia Dios o el espíritu. Pero, decida lo que decida, el hecho mismo que lea este artículo ya es de por sí una situación de no-dualidad donde, sencillamente, lo que tenía que ocurrir ha ocurrido, aunque nuestra razón no alcance a escrudiñar la verdad más allá de nuestros sentidos físicos. Y, aunque “los caminos del Señor son inescrutables”, el actual estadio evolutivo de la humanidad permite vislumbrar la integración de la epistemología de lo conmensurable (ciencia) con la hermenéutica de lo inconmensurable (espíritu) mediante una intuición espiritual desde la no-dualidad.

Y dicha síntesis de saberes mediante la intuición espiritual es una apertura, entonces, a la sanación trascendental del ser humano como posibilidad para una educación transracional que implemente la razón con el corazón pues, el saber sin amor, es puro egoísmo y la causa de tanto sufrimiento en este mundo.

Como conclusión, pues, el misterio de la vida es que el espíritu vive en nosotros, se expresa a través de nosotros, y nosotros somos la expresión del amor divino como unidad. Se trata de un genuino misticismo vivido conscientemente mediante el amor y desde el silencio, un camino de sabiduría que nos adentra en el misterio de la vida, como camino de sanación trascendental que cada cual debe recorrer por sí mismo. En consecuencia, será pertinente abordar la experiencia de Dios como una experiencia mística, una profunda cuestión para el próximo artículo.


Resumen de esta monografía:

La fractura dualista entre la ciencia y la espiritualidad, que dura más de dos mil años, ha abocado en un callejón sin salida para la razón humana, hasta que la filosofía cuántica transcendió el paradigma de la física clásica, lo cual llevó a muchos científicos espirituales buscar la integración de la ciencia y Dios desde la no-dualidad.

Desde el surgimiento de la física cuántica, se ha producido un giro copernicano desde el “ver para creer” al “creer para ver”, abriendo así las puertas de la genuina espiritualidad no-dual: la filosofía perenne o filosofía del misticismo. En ese intento de resolver el misterio de la vida han intervenido muchos científicos espirituales como Fritjof Capra, Ken Wilber, Amit Goswami, Rupert Sheldrake, Joe Dispenza, Jean-Pierre Garnier Malet, por citar algunos de los más importantes pensadores que nos proporcionan una renovada racionalidad envuelta en una espiritualidad cuántica.

Esos vanguardistas investigadores abrieron una brecha para transcender la racionalidad hacia la espiritualidad de un modo psicológico e histórico, una brecha cognitiva que daría consistencia epistemológica a la psicología transpersonal, así como a la filosofía transpersonal.

Ese viaje espiritual fue denostado como “misticismo cuántico” por los escépticos materialistas científicos, sin embargo, la historia ha llegado a un punto de inflexión donde, la fractura dualista entre la ciencia y Dios, solamente se puede salvar con la contemplación de la no-dualidad: un misterio desvelado en un esquema epistemológico para argumentar a la filosofía transpersonal como nuevo paradigma de conocimiento en mi obra La educación cuántica.

La dualidad entre razón y metafísica durante más de dos mil años, ha sido un problema epistemológico que ha perdurado en la filosofía occidental y su ciencia, y que solamente se puede resolver desde la filosofía del misticismo para alcanzar una conciencia de unidad cuya máxima expresión es el amor.

Por tanto, la experiencia mística (no-dual) es un camino ascendente hacia la sabiduría para, seguidamente, expresar dicha sabiduría como amor: ahí reside todo misterio de la vida. Aprehender dicho conocimiento es una intuición espiritual no-dual que permite la sanación transcendental del ser humano al implementar la razón con el corazón.

Consecuentemente, se hace necesario asimismo abordar la experiencia de Dios como una experiencia mística, una profunda cuestión para la siguiente monografía.
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La importancia de Dios en la filosofía

LA IMPORTANCIA DE DIOS EN LA FILOSOFÍA: DISPONIBLE COMO LIBRO EN EBOOK Y GRATIS EN PDF



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Ponencia en el VIII Congreso Internacional CESPE 2023, relacionada con este trabajo de investigación

Ponencia en la 3ª edición del Diplomado Internacional de Pedagogías Emergentes, relacionada con este trabajo de investigación


ÍNDICE:

1 - Dios en la dialéctica histórica-cultural

2 - Dios en la filosofía occidental

3 - Dios en la ciencia

4 - Dios y el misterio de la vida

5 - Dios como una experiencia mística

6 - Dios a través de la meditación

7 - Dios como un camino de sabiduría

8 - Dios: una luz en tu camino

9 - Dios en la psicología humana

10 - Dios en los mapas evolutivos de la conciencia

11 - Dios en la educación

12 - Dios y los tiempos bíblicos



1 - DIOS EN LA DIALÉCTICA HISTÓRICA-CULTURAL

Resumen:

El camino ascendente de Platón trata de la conciencia mística y trascendental que huye de los Muchos (mundo sombrío e ilusorio) y encuentra al Uno. Los Muchos volviendo al Uno y uniéndose a él es lo Bueno, y es conocido como sabiduría; el Uno de vuelta y abrazando los Muchos es Bondad, y es conocido como compasión en el camino descendente.

Platón destacaba ambos movimientos, el camino ascendente y el camino descendente, pero la civilización occidental ha sido una batalla entre ellos: entre los que querían vivir en “este mundo” de la Multiplicidad y quienes quieren solo vivir en el “otro mundo” de la Unidad Trascendental. Platón da a ambos movimientos la misma importancia, porque ambos están basados en el Uno no expresado (Dios).

Sin embargo, cuando se olvida a ese Uno no expresado (Dios), ambos movimientos se enfrentan en una guerra de opuestos: la dialéctica histórica-cultural hallaría su punto culminante con la gran inversión desde la búsqueda de lo inconmensurable (Dios) a la investigación de lo conmensurable (ciencia). Esa fractura dualista, según Wilber, duraría dos mil años.

Durante el milenio que va de Agustín a Copérnico, Occidente persiguió un ideal casi exclusivamente ascendente en la búsqueda de Dios, recomendado por la Iglesia. Pero todo cambió radicalmente con el Renacimiento y la emergencia de la Modernidad, cuyo punto culminante se alcanzaría con la Ilustración y la Edad de la Razón. De tal forma que, los ascendentes, fueron reemplazados por los descendentes.

En la Modernidad, Kant diferenció a los Tres Grandes: conciencia (yo), cultura (nosotros) y naturaleza (ello-ciencia) y, ésta última, se convertiría en un materialismo científico que derivó en un desastre cultural sin consideraciones éticas, pues la razón-egoica se impondría a la conciencia del yo (subjetividad) y a la moralidad (intersubjetividad).

Como la visión materialista no reconoce la existencia de grados de conciencia, de profundidades, de valores y méritos, el abismo cultural no podrá ser resuelto pues niega la existencia de la dimensión vertical (ascendente), de la transformación interior, de la trascendencia.

Según Wilber, la solución al abismo cultural, la integración vertical y la ética medioambiental, gira en torno al rechazo del materialismo científico. Una nueva transformación postmoderna solo puede proseguir si logramos integrar el Gran Tres diferenciado por Kant: “yo”, “nosotros” y “ello”, lo cual implica la necesaria emergencia de un nuevo tipo de sociedad que integre la conciencia, la cultura y la naturaleza. Y, dicha integración, solamente puede provenir cuando los ascendentes y descendentes se reconcilien, una salvación que solamente puede provenir de la unión entre la sabiduría y la compasión: ese es el sustrato de toda auténtica espiritualidad como visión no-dual entre Dios y la Divinidad.

Así pues, la hermenéutica de lo inconmensurable (interpretación de Dios) es un necesario camino emprendido por muchos científicos, y que requiere un obligado revisionismo de la historia, la educación y la ciencia: el fundamente epistemológico pretendido por La educación cuántica como nuevo paradigma de conocimiento.

En efecto, desde el surgimiento de la física cuántica, hay una evidencia del fracaso del materialismo científico como unívoca explicación de la realidad, siendo necesaria la filosofía del misticismo como una disciplina conciliadora para unir los ascendentes y los descendentes. En esa línea de pensamiento, el físico y astrónomo Sir James Jeans afirma que la naturaleza es mental, pues los pensamientos o las ideas, para existir, necesitan de una mente en la cual existan, de algún Espíritu Eterno (Dios), apuntando con ello al lúcido misticismo platónico .


2 - DIOS EN LA FILOSOFÍA OCCIDENTAL

Resumen:

Las Tres Grandes categorías platónicas (Bondad, Verdad y Belleza) son diferenciadas por Kant mediante sus Tres críticas y, posteriormente, identificadas por Ken Wilber como cuatro cuadrantes : la dimensión interior subjetiva, la dimensión conductual objetiva del sujeto, la dimensión intersubjetiva (cultural) y la dimensión funcional social colectiva.

Dicha dialéctica histórica-cultural desemboca en un abismo de conciencia en la cultura occidental al imponerse el materialismo científico sobre las dimensiones subjetiva e intersubjetiva, siendo ello su gran fracaso epistemológico al no lograr la integración del “yo” (conciencia), “nosotros” (moralidad) y la naturaleza (ciencia).

Dicho fracaso epistemológico abocaría en una pesadilla de odio entre Razón y Espíritu, entre los descendentes y los ascendentes. Y, la única solución, estriba en la integración de la sabiduría y la compasión, de tal modo que, este mundo y sus seres sean englobados por el amor del Espíritu.

Ahora bien, ¿Quién maneja los hilos de la historia, la cultura, la filosofía y la educación? Ya Descartes nos habló del “genio maligno”, pero con el surgimiento de la filosofía cuántica, la realidad se presentaba como una ilusión a la vez que se vislumbraba un universo holográfico más allá de nuestra percepción sensorial. Y en esa metafísica por descubrir, la hipnosis clínica regresiva nos demostraba que existe un enemigo invisible de la humanidad, el cual habita en la cuarta dimensión desde donde ejerce un control sobre la humanidad, más conocido popularmente ese control como Matrix.

Lo anteriormente expuesto solamente se puede comprender desde los postulados de la filosofía transpersonal como ciencia de la conciencia, la cual aborda la metafísica como una condición necesaria al estudiar las dimensiones alternativas más allá de los sentidos físicos. Así, habrá que proseguir con nuestras investigaciones, y buscar cuál es la relación de Dios con la ciencia y cuál es el criterio de demarcación entre ciencia y religión, cuestión que se analizará en el siguiente artículo.


3 – DIOS EN LA CIENCIA

Resumen:

El criterio de demarcación entre ciencia y religión, o la relación entre la ciencia y Dios, ha sido un arduo debate en la filosofía de la ciencia occidental. El ejemplo más emblemático ha sido la posición contrapuesta entre Richard Dawkins y Rupert Sheldrake, respectivamente, con sus obras El espejismo de Dios y El espejismo de la ciencia.

Sin embargo, lo que pocos ortodoxos científicos caen en cuenta es que la física cuántica desintegró la “rígida estructura” del conocimiento dualista en la que se sustenta el materialismo científico. Y que, la consideración de la filosofía perenne (filosofía del misticismo) desde el surgimiento de la filosofía cuántica, inauguró una nueva época en la que cada vez más científicos integraron a Dios en la ecuación del conocimiento.

En dicha línea de pensamiento, el biólogo Bruce Lipton con su obra La biología de la creencia, asestó un golpe definitivo al darwinismo oficial al afirmar que no somos víctimas de nuestros genes sino los dueños y señores de nuestros destinos, a la vez que proporcionó las bases para la ciencia y la filosofía de las medicinas alternativas, así como para la sabiduría espiritual. Bruce Lipton se define a sí mismo como un científico espiritual, y que debemos considerar al espíritu si queremos mejorar nuestra salud mental y física.

Bruce Lipton es un ejemplo muy relevante en la integración de Dios en la ciencia, pero es digno de considerar a otros pensadores como, por ejemplo, Fritjof Capra, cuyas numerosas publicaciones establecieron las relaciones entre el universo descubierto por la física moderna y el misticismo antiguo, principalmente oriental. También Ken Wilber, en su obra El espectro de la conciencia, realiza una síntesis de religión, física y psicología, refutando la filosofía del materialismo. Del mismo modo, Wilber en su obra Ciencia y Religión, muestra de qué manera la ciencia es perfectamente compatible con las grandes tradiciones espirituales del mundo y abre con ello la visión occidental a las grandes tradiciones de la sabiduría perenne. Wilber es un pionero en establecer que existen dos modos de saber: el saber científico (epistemología de lo conmensurable) y la perenne espiritualidad (hermenéutica de lo inconmensurable).

La contienda ideológica entre la ciencia y la espiritualidad, entre el saber empírico y el saber revelado, entre la razón y el espíritu, es resuelta mediante esos dos modos de saber: el conocimiento simbólico (dualidad entre sujeto-objeto) y el misticismo contemplativo (no-dualidad entre sujeto-objeto). El modo espiritual de conocimiento ha sido peyorativamente tildado como “ misticismo cuántico” por los escépticos materialistas científicos, sin embargo, argumentado como un nuevo paradigma de conocimiento en mi obra La educación cuántica.

Con lo anteriormente expuesto, es imperativa una nueva cosmología entre ciencia y espíritu, ya que la historia del pensamiento ha devenido dogmáticamente en una filosofía materialista y en reduccionismo psicológico al dejar a Dios fuera de la ecuación del conocimiento. Las diferentes interpretaciones de la mecánica cuántica que aúnan ciencia y espiritualidad mediante la recuperación de la filosofía perenne, posibilitan fortalecer el movimiento transpersonal como “cuarta fuerza” psicológica. Esa trascendencia holística desde la razón hacia el espíritu permite la tan deseada integración del “yo” (subjetividad), el “nosotros” (intersubjetividad cultural) y el “ello” (ciencia y naturaleza) que fueron diferenciados por Kant mediante sus Tres críticas.

La aprehensión cognitiva de todo lo argumentado como criterio de demarcación entre ciencia y espiritualidad, se constituye en un nuevo paradigma de conocimiento amparado en la filosofía transpersonal como disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia, cuestión argumentada pedagógica y epistemológicamente en mi obra La educación cuántica.

La ciencia clásica se construyó con el método cartesiano de analizar el mundo descomponiéndolo en partes: un reduccionismo determinista del universo relacionado con la imagen de la naturaleza funcionando como un reloj preciso, una idea muy querida por Einstein. Sin embargo, desde el surgimiento de la física cuántica, esa figura mecánica y determinista ya no es posible, en palabras de Hawking: “ Dios juega a los dados con el universo”.

Si una cosa queda clara, es que el milagro de la vida sigue siendo un misterio por resolver, y que la ciencia materialista ha quedado obsoleta si no es con la contemplación de nuestra relación con Dios. En el siguiente artículo analizaremos esa relación de Dios con el misterio de la vida.


4 - DIOS Y EL MISTERIO DE LA VIDA

Resumen:

La fractura dualista entre la ciencia y la espiritualidad, que dura más de dos mil años, ha abocado en un callejón sin salida para la razón humana, hasta que la filosofía cuántica transcendió el paradigma de la física clásica, lo cual llevó a muchos científicos espirituales buscar la integración de la ciencia y Dios desde la no-dualidad.

Desde el surgimiento de la física cuántica, se ha producido un giro copernicano desde el “ver para creer” al “creer para ver”, abriendo así las puertas de la genuina espiritualidad no-dual: la filosofía perenne o filosofía del misticismo. En ese intento de resolver el misterio de la vida han intervenido muchos científicos espirituales como Fritjof Capra, Ken Wilber, Amit Goswami, Rupert Sheldrake, Joe Dispenza, Jean-Pierre Garnier Malet, por citar algunos de los más importantes pensadores que nos proporcionan una renovada racionalidad envuelta en una espiritualidad cuántica.

Esos vanguardistas investigadores abrieron una brecha para transcender la racionalidad hacia la espiritualidad de un modo psicológico e histórico, una brecha cognitiva que daría consistencia epistemológica a la psicología transpersonal, así como a la filosofía transpersonal.

Ese viaje espiritual fue denostado como “misticismo cuántico” por los escépticos materialistas científicos, sin embargo, la historia ha llegado a un punto de inflexión donde, la fractura dualista entre la ciencia y Dios, solamente se puede salvar con la contemplación de la no-dualidad: un misterio desvelado en un esquema epistemológico para argumentar a la filosofía transpersonal como nuevo paradigma de conocimiento en mi obra La educación cuántica.

La dualidad entre razón y metafísica durante más de dos mil años, ha sido un problema epistemológico que ha perdurado en la filosofía occidental y su ciencia, y que solamente se puede resolver desde la filosofía del misticismo para alcanzar una conciencia de unidad cuya máxima expresión es el amor.

Por tanto, la experiencia mística (no-dual) es un camino ascendente hacia la sabiduría para, seguidamente, expresar dicha sabiduría como amor: ahí reside todo misterio de la vida. Aprehender dicho conocimiento es una intuición espiritual no-dual que permite la sanación transcendental del ser humano al implementar la razón con el corazón.

Consecuentemente, se hace necesario asimismo abordar la experiencia de Dios como una experiencia mística, una profunda cuestión para el próximo artículo.


5 - DIOS COMO UNA EXPERIENCIA MÍSTICA

Resumen:

La experiencia mística es una experiencia personal e intransferible, pero, guarda relación con los estados de conciencia, tal como aborda la obra La experiencia mística y los estados de conciencia, avalada dicha tesis por renombrados investigadores como Bucke, Huxley, Watts, Wilber o Maslow.

Como complemento a lo anterior, los estados de conciencia son estudiados por el movimiento transpersonal, y también por la psicología transpersonal mediante la Tesis Doctoral de Iker Puente. La psicología transpersonal, dentro del pensamiento occidental, está fundamentada con algunos místicos cristianos como San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Maestro Eckahrt, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. Esos iniciales estadios de conciencia son delimitados mediante una escalera ascendente con tres estadios: la vida purgativa, la vida iluminativa y la vida unitiva.

Uno de los estudios clásicos sobre el misticismo cristiano fue realizado por Evelyn Underhyll, la cual postula una perspectiva espiritual-transcendental con cuatro pruebas de la experiencia mística: 1) el misticismo es práctico, se caracteriza por la experiencia directa y la acción; 2) es una actividad complementaria espiritual y trascendente; 3) la tarea y el método del misticismo es el amor; 4) entraña una experiencia psicológica concreta.

Los defensores modernos de la filosofía perenne (o filosofía del misticismo) han hallado cinco principios fundamentales: 1) el Espíritu es el fundamento primordial ontológico, epistemológico y axiológico del cosmos; 2) la realidad es ontológicamente idéntica al Espíritu que la origina; 3) creencia en una cosmología involutiva, donde, el universo físico es el resultado de la involución del Espíritu; 4) ontología y axiologías jerárquicas: la realidad está organizada jerárquicamente y es conocida como Gran Cadena del Ser; 5) epistemología jerárquica: teoría del conocimiento que afirma que el conocimiento de los reinos superiores de la ontología jerárquica es un conocimiento más valioso y verdadero.

Como se ha visto, la experiencia mística tiene un sustrato cristiano en la cultura occidental, también en la psicología transpersonal, así como en las neurociencias, cuyo corolario son las aportaciones desde la física cuántica, en boca del Premio Nobel Wolfgang Pauli: “La racionalidad tiene que ser complementada por la mística”. Pauli recupera el lúcido misticismo platónico, y Wilber en su obra Cuestiones cuánticas recoge los escritos místicos de los físicos más famoso del mundo.

Llegamos así a este punto de la disertación en que la ciencia y la mística son vistas, no como opuestas, sino como complementarias para trascender la fractura dualista entre los ascendentes y los descendentes. Ahora bien, ¿cómo realizar el puente cognitivo entre la ciencia como conocimiento empírico y el conocimiento revelado a través de la mística? ¿Cómo enlazar el conocimiento dual exterior a través de los sentidos y la experiencia mística no-dual? La meditación es la respuesta, y vamos a ver ello en el siguiente artículo.


6 - DIOS A TRAVÉS DE LA MEDITACIÓN

Resumen:

Es gracia a la sapiencia de Ken Wilber como puedo afirmar que, la trascendencia metafísica mediante la meditación, es el fundamento para la filosofía transpersonal, la cual es postulada en una cuestión de sentido para la argumentación epistemológica y pedagógica de una educación tranracional como misión espiritual . Solamente de ese modo se me antoja que será posible salvar el abismo cultural de la humanidad desde que Kant diferenció mediante sus Tres críticas al “ello” (ciencia), el “yo” (conciencia) y el “nosotros” (moral), dicho ello en términos socráticos: “Aquel que quiera cambiar el mundo debe empezar por cambiarse a sí mismo”. La integración de esas tres esferas kantianas solo es posible en el interior de cada uno de nosotros mediante la veracidad, la sinceridad, la integridad y la honradez como premisas que deben ser aprehendidas en el camino ascendente de la sabiduría propio del cuadrante superior izquierdo de la interioridad individual.

Con la anterior argumentación, la meditación queda habilitada desde la hermenéutica filosófica. Ahora bien, ¿qué tienen que decir las investigaciones científicas acerca de la meditación? ¿La meditación desde la hermenéutica filosófica puede ser avalada epistemológicamente por la ciencia? ¿Es posible, por tanto, una integración entre la epistemología y la hermenéutica? Así creo haberlo demostrado en mi artículo científico La filosofía transpersonal como una hermenéutica complementaria a la epistemología: fundamentos para una educación transracional. No obstante, las aportaciones científicas avalan la meditación como camino metafísico de introspección, así como una herramienta para la sanación transcendental de la humanidad.

Los beneficios de la meditación, avalados científicamente, constituyen una puerta de acceso a la espiritualidad, a esa metafísica que, hasta ahora, estaba desahuciada por los materialistas científicos. Dicho de otro modo, la epistemología de lo conmensurable (ciencia) y la hermenéutica de lo inconmensurable (espíritu) hallan un punto de intersección mediante los beneficios de la meditación demostrados científicamente. He ahí, precisamente, en la síntesis de saberes entre la epistemología y la hermenéutica, donde cada cual puede aprehenderse a uno mismo como conciencia de unidad mediante una auténtica intuición espiritual. Y, ello, se constituye entonces en un anclaje epistemológico para considerar a la filosofía transpersonal de Ken Wilber como un nuevo paradigma de conocimiento, cuyo objeto de estudio es la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia.

Dicho despertar espiritual ya no es una cuestión individual solamente, sino también un inherente deber de la colectividad humana, de ahí la necesidad de una educación transracional, pues como se ha visto anteriormente, es posible la sanación trascendental desde la infancia gracias a la aplicación práctica de la meditación en los centros escolares. Y dicho despertar espiritual, tanto individual como colectivo, conduce ineludiblemente a considerar al amor como nuestra única perspectiva de supervivencia en este planeta, una cuestión que es preciso abordar en el siguiente capítulo.


7 - DIOS COMO UN CAMINO DE SABIDURÍA

Resumen:

El amor es nuestra única perspectiva de supervivencia en este planeta, una cuestión contemplada desde la neurobiología y la sociobiología, en contraposición a las posiciones más recalcitrantes de los ortodoxos materialistas, por ejemplo, como el biólogo Dawkins. El amor es una conciencia moral definida racionalmente como imperativo categórico por el inconmensurable Kant, pero, ya anteriormente Platón planteaba que la sabiduría y el amor estaban intrínsecamente relacionadas como camino ascendente y camino descendente.

Con la emergencia de la mente a partir de la modernidad, surgió el mundo de la razón y, por tanto, dio origen también al mundo de las morales conscientes, como se ha visto con el imperativo categórico de Kant. En ese preciso momento histórico es cuando la mente y la naturaleza se diferenciaron: la mente reflexiva y la naturaleza reflejada. Pero, la modernidad se hallaba temporalmente estancada en la batalla entre la mente y la naturaleza, entre el ego y el eco. Dicho despertar espiritual, en opinión de Shelling, se produce por la síntesis no dual como identidad entre el sujeto y el objeto en un acto atemporal de autoconocimiento: es una intuición mística directa.

Sin embargo, el ego racional se impuso a la naturaleza y a Dios, y los ascendentes (búsqueda de Dios) fueron reemplazados por los descendentes (materialismo científico), lo cual provocó un abismo cultural sin consideraciones éticas, todo ello ya explicado en el artículo Dios en la dialéctica histórica-cultural.

En conclusión, el Espíritu subjetivo mediante el ego racional, se creyó con el poder de expoliar a la naturaleza (Espíritu objetivo) y de imponer su voluntad al mismísimo Dios (Espíritu absoluto). Pero dicha soberbia racional, desde el surgimiento de la filosofía cuántica, ha tenido que recular en su intención reduccionista pues, si Dios es perfección absoluta, dicha perfectibilidad también debe reproducirse en la naturaleza física, así como en la naturaleza humana. Y, por tanto, es preciso abordar el estudio de cómo se manifiesta la sabiduría divina en la naturaleza física, así como en el ser humano.

En efecto, desde las ciencias naturales, se reconoce implícitamente que muchas innovaciones tecnológicas están inspiradas en la flora y la fauna. La naturaleza ya ha encontrado soluciones para muchos desafíos a los que se enfrentan los seres humanos en la actualidad y, es por ello, que podemos afirmar que La naturaleza es sabia.

Respecto a la sabiduría en el ser humano, ello es un camino individual de cada cual que inquiere iniciar un camino ascendente hacia la sabiduría y que, a su vez, implica una Filosofía de la mente para la transformación interior para, con ello, coadyuvar en la sanación transcendental de la humanidad. En dicho proceso de cognición individual, la sabiduría se presenta como una ciencia para la sanación espiritual a partir de la cual es premisa necesaria desde la filosofía contemplar dimensiones de transcendencia espiritual, una cuestión demostrada científicamente en mi obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD, en la que argumento que es posible la transcendencia metafísica mediante la meditación. Y para dicho objetivo, es perentorio un giro copernicano en términos kantianos, es necesario también transcender la minoría de edad del ser humano, en definitiva, es preciso un renovado proyecto filosófico y pedagógico: cambiarse a sí mismo para cambiar al mundo.

En efecto, se trata de un nuevo paradigma de conocimiento que impele a la transformación interior de cada uno de nosotros: se trata de un camino ascendente hacia la sabiduría donde el amor es la idea suprema. Es así como la epistemología de lo conmensurable (ciencia) y la hermenéutica de lo inconmensurable (espíritu) , ambos desde una visión no-dual, son dos modos de saber que conducen a una misma finalidad: la conciencia de unidad entre todos los seres de este y otros mundos.

Conviene recordar una vez más que, el saber sin amor, es puro egoísmo y la causa de tanto sufrimiento en este mundo. Y cuando dicha premisa sea educada a nuestros infantes, antes saldremos de la actual crisis de conciencia porque, al fin y al cabo, dicha crisis de conciencia no es más que una falta de conocimiento de nuestra esencia divina. Es por ello que, la educación, está necesitada de una visión transpersonal y transracional: para vivir en paz y en el amor, pues solo así podremos deshacernos del enemigo invisible de la humanidad para, seguidamente, intuir a Dios en nuestro interior como una luz que ilumina nuestro camino, cuestión que cabe desarrollar en más profundidad en el siguiente artículo.


8 - DIOS: UNA LUZ EN TU CAMINO

Resumen:

Argumentar que podemos intuir a Dios en nuestro interior como una luz en nuestro camino, implica una intuición espiritual como síntesis de saberes entre la epistemología y la hermenéutica. Y eso, creo yo, es lo que he conseguido con mi artículo científico titulado La filosofía transpersonal como una hermenéutica complementaria a la epistemología: fundamentos para una educación transracional.

Ahora bien, ¿qué tiene que decir la ciencia en la comunicación entre la razón y el espíritu? Tradicionalmente, como se ha visto en esta meta-investigación, la ciencia (camino descendente) y la religión (camino ascendente) han permanecido en caminos divergentes por más de dos mil años. Sin embargo, desde el surgimiento de la filosofía cuántica, se produce un acercamiento de cada vez más científicos en considerar a Dios como parte de la ecuación del conocimiento, lo cual irreversiblemente, es un nuevo paradigma de conocimiento conocido como filosofía transpersonal. En dicho sentido es como se ha podido descubrir a Dios como una experiencia mística y a través de la meditación: un “sí mismo” desde la no-dualidad.

Así propuesta la cuestión de comunicación entre la ciencia y Dios, es indiscutible que la ciencia no es más que una percepción parcial de la totalidad del Ser. Y que, en dicho intento de fusionar la ciencia y la espiritualidad (o la filosofía y la metafísica), es perentorio que existan diferentes grados del conocimiento de Dios, que existan velos de la percepción humana por derribar y que, ello, ineludiblemente nos lleva a la consideración de diferentes mapas evolutivos de la conciencia. Recordemos que la conciencia es el núcleo duro que la ciencia no ha resuelto todavía, primordialmente, porque se ha centrado en el “ello” (naturaleza objetiva), obviando a las experiencias subjetivas (“yo”) así como intersubjetivas (“nosotros”). En definitiva: los Tres Grandes diferenciados por Kant son, todavía, el gran reto de integración al que nos enfrentamos en el actual estadio evolutivo de la humanidad.

Para resolver dicha cuestión, la semiótica es la ciencia derivada de la filosofía que puede permitir una integración entre ciencia y espiritualidad, pues trata de los sistemas de comunicación dentro de las sociedades humanas. Y, ¿cuál es el problema más acuciante del ser humano? Efectivamente: la comunicación entre ciencia y espiritualidad, una cuestión que el enemigo invisible de la humanidad se afana para que no encontremos el camino de regreso a nuestra esencia divina. Y ese regreso a nuestra esencia divina, solamente se puede realizar desde una transformación interior y de trascendencia para realizar conscientemente el camino de la ascensión espiritual individual desde la 3D a la 5D. Se trata, en definitiva, de la búsqueda del “sí mismo” que nadie puede hacer por nosotros. Y, la semiótica, nos provee una aprehensión cognitiva en sintonía con dicha experiencia interna.

La aprehensión cognitiva en el camino interior de cada cual, en términos conceptuales, es lo que se conoce como la epistemología de lo conmensurable (teoría del conocimiento desde la filosofía y la ciencia sustentadas ambas en la razón dualista) así como la hermenéutica de lo inconmensurable (interpretación de Dios desde la no-dualidad). Para lograr una certera y unívoca conceptuación, son necesarias entonces las demarcaciones conceptuales por antonomasia: dualidad y no-dualidad.

Cabe dejar claro que la no-dualidad es una experiencia mística, es un lúcido misticismo platónico, es decir, una experiencia inefable que no puede ser expresada en palabras ni conceptos: desde la dualidad racional ese ámbito numinoso es conocido como metafísica, una cuestión denostada por el materialismo científico como se ha argumentado durante esta investigación y que, ese "misticismo cuántico", por justicia histórica y epistemológica, debería ser llamado filosofía transpersonal.

No obstante la dificultad de percibir a Dios en términos conceptuales, hay un lenguaje universal que se conoce como “geometría” y, en dicho sentido, el círculo es una representación de Todo lo que Es, es decir, Dios. En boca del físico y astrónomo Sir James Jeans: “Dios es matemático, y el universo está empezando a parecerse más a un gran pensamiento que a una gran máquina”. Es así como me fue desvelada esa manifestación divina mediante un mándala geométrico donde, las demarcaciones conceptuales, pueden ser expresadas como Verdad, Sabiduría y Amor en el camino descendente desde la Unidad Divina hasta la Multiplicidad Humana; y, por otro lado, la Filosofía, la Metafísica y el Conocimiento como camino ascendente desde la Multiplicidad Humana hasta lograr la experiencia mística de la Unidad Divina.

Dichas demarcaciones conceptuales (Verdad, Sabiduría, Amor, Filosofía, Metafísica y Conocimiento) han sido objeto de mis diversas publicaciones y, en consecuencia, me ha permitido elaborar un glosario de artículos relacionados con cada concepto, para facilitar la labor investigativa de todo aquél interesado en la búsqueda del “sí mismo” a través de la filosofía transpersonal como nuevo paradigma de conocimiento. Y esa búsqueda del “sí mismo” se convierte, entonces, en un camino ascendente hacia la sabiduría. Y toda persona que haya iniciado ese sendero de sabiduría acaba convergiendo en el amor como el más alto valor ético, porque, cabe recordar una vez más: la sabiduría y el amor no pueden ser encapsulados y prescritos por un médico, sino que deben ser aprehendidos consciente y prácticamente por todo sincero buscador de verdad; porque no hay mayor verdad que el amor (espiritualidad), y el amor a la verdad es el camino (filosofía), un reto de integración entre la razón y el espíritu con la salvaguarda de la naturaleza.

Las anteriores aseveraciones nos remiten, obvia e inherentemente, al sabio aforismo en boca del inconmensurable Sócrates: “Aquel que quiera cambiar el mundo, deberá comenzar por cambiarse a sí mismo”. Ahora bien, cambiarse a sí mismo, implica un proceso psicológico que es preciso abordar en el siguiente artículo.


9 - DIOS EN LA PSICOLOGÍA HUMANA

Resumen:

Finalizábamos el anterior artículo con la necesidad de abordar el proceso psicológico implicado en la tarea del cambio de sí mismo. Los seguidores de este autor saben que, en mi obra La educación cuántica, argumento que la filosofía transpersonal desarrollada por Ken Wilber, así como la psicología transpersonal como la “cuarta fuerza” tras el conductismo, el psicoanálisis y la psicología humanista, se constituyen ambas como un nuevo paradigma de conocimiento.

Siguiendo la estela de dicha argumentación, he tenido el honor que, el esquema epistemológico de mi obra, haya servido de esqueleto cognitivo en la Tesis Doctoral de Noemí Siverio (Venezuela) y, por tanto, es preciso abordar dicha proposición académica y sus connotaciones psicológicas para el “homo complexus”, lo cual implica asimismo que dicha renovada comprensión psicológica sea extensiva al ámbito educativo.

La novedad de esta Tesis Doctoral es que contempla la psicología transpersonal, así como la educación transracional. Mi agradecimiento a Noemí Siverio por las citas a mis publicaciones, es todo un honor que mis investigaciones hayan sido de utilidad en su Tesis Doctoral.

La Tesis Doctoral de Noemí Siverio, junto a la Tesis de Maestría de Marely Figueroa, son dos aportes vanguardistas que abordan la visión transpersonal como revulsivo a la educación académica tradicional: ¿acaso son las primeras piedras de un gran edificio educativo-espiritual?

Mi sueño es que alguna Universidad haga posible impartir asignaturas sobre filosofía transpersonal, psicología transpersonal, educación transracional así como las ciencias vanguardistas relacionadas con la espiritualidad. Ese sueño ya se está haciendo realidad a tenor de estas dos incipientes y novedosas iniciativas:

-EXPERIENCIA PIONERA EN EL MUNDO DE LA FILOSOFÍA: EL INSTITUTO ATENEO DE COLIMA (MÉXICO) IMPARTE LA ASIGNATURA DE FILOSOFIA TRANSPERSONAL EN EL GRADO UNIVERSITARIO DE EDUCACIÓN

-TESIS DOCTORAL DE MORELIA VALENCIA MEDINA (ESPAÑA): UNA PERSPECTIVA TRANSPERSONAL PARA LA EDUCACIÓN

Las Tesis Académicas citadas evidencian que hay que abordar la complejidad psicológica de la racionalidad humana con nuevos neologismos, por ejemplo: la dimensión espiritual como un despertar de la conciencia. Consecuentemente, es imperativo que cada cual se pregunte: ¿Quién crees que eres tú?

Lo que se desprende de dicha introspección psicológica, es que hay que introducir a Dios en la ecuación del conocimiento de sí mismo, porque es la trampa del ego quién te mantiene en la ilusión de la separación del Espíritu. Por tanto, la misión más importante después de la introspección psicológica y trascendencia del ego, es conectarse con el plan divino.

Ahora bien, la introspección psicológica y la trascendencia del ego, así como la conexión con el plan divino, todo ese proceso implica una filosofía de la mente para la transformación interior.

Y para dicha transformación interior, hay que recurrir al padre del racionalismo René Descartes en sus propias palabras:

“Para alcanzar la verdad, es necesario, una vez en la vida, desprenderse de todas las ideas recibidas, y reconstruir de nuevo y desde los cimientos todo nuestro sistema de conocimientos”

Y para la reconstrucción del conocimiento, tal como lo vengo argumentado de un modo epistemológico en este trabajo de meta-investigación filosófica, es preciso abordar inherentemente los mapas evolutivos de la conciencia, pero eso será objeto de otra serie de artículos en la próxima monografía.


10 - DIOS EN LOS MAPAS EVOLUTIVOS DE LA CONCIENCIA

Resumen:

Concluíamos el anterior trabajo monográfico en que la introspección psicológica y la trascendencia del ego, así como la conexión con el plan divino, todo ese proceso implica una filosofía de la mente para la transformación interior. Y que, para dicha transformación interior, es precisa una reconstrucción del conocimiento que tenga en consideración los mapas evolutivos de la conciencia. Llegamos así al núcleo duro del conocimiento aún no resuelto desde la epistemología de lo conmensurable (materialismo científico), debiendo recurrir ineludiblemente a la hermenéutica de lo inconmensurable (interpretación de lo que sea Dios). Dicha aseveración ha quedado meridianamente clara para los lectores que hayan seguido este trabajo de meta-investigación filosófica.

Ahora bien, ¿cómo podemos hablar de niveles de conciencia cuando, en el actual estadio evolutivo de la humanidad, no hay todavía un consenso cognitivo de lo que sea la “conciencia”? Por tanto, antes de entrar a argumentar los diferentes niveles de conciencia, será preciso inexorablemente intentar clarificar lo que sea la “conciencia”, primeramente, desde una concepción histórica-cultural y, en segundo lugar, desde las implicaciones definitorias para que el actual sistema educativo y cultural aprehenda ese conocimiento autopoiético con capacidad para salir de la crisis de conciencia en la que actualmente se halla este viejo mundo moribundo. Una vez dilucidadas las características definitorias de lo que sea la conciencia desde un punto de vista histórico-cultural y cierto consenso cognitivo acerca de la “conciencia”, solo entonces, podremos abordar los diferentes niveles de la evolución de la conciencia de la mano de pensadores que ya han abordado esa transcendental y monumental tarea filosófica y psicológica.

La panorámica histórico-evolutiva de la humanidad permite al lector comprender la importancia del pensamiento de Wilber, no solo en la interpretación de la historia del pensamiento occidental, sino también como revulsivo de mi propio constructo filosófico a través de mis diversas publicaciones que, en definitiva, propone trascender un viejo mundo y sus paradigmas trasnochados, hacia un nuevo mundo que apunta a nuevos paradigmas por descubrir para todo sincero buscador de sabiduría, o dicho en término positivo, emprender un camino ascendente hacia la sabiduría. Así, con la constatación heideggeriana de que “todo comprender es comprenderse”, cabe destacar el papel positivo de la subjetividad en la hermenéutica, lo cual implica distinguir la subjetividad metafísica de lo que sería el ser humano individual, al que no se opone la hermenéutica. La metafísica, aunque problemática, es inevitable: el ser “humano” (cualquier ser con determinado grado de consciencia) es un ser metafísico, y la desaparición de la metafísica solo es posible con la desaparición del humano (o vivos semejantes de otros planetas). Una de las características del siglo XX ha sido la crítica sin contemplaciones a este tipo de filosofía eterna y sistemática que asociamos al término metafísica. Y, sin embargo, nada más actual que las cuestiones metafísicas. No hay manera de evitar que una y otra vez vuelva ese tipo de preguntas primeras sobre Dios, el hombre o el mundo, que quieren saber qué es lo que podemos conocer, qué es lo que debemos hacer o qué es lo que nos cabe esperar.

Una vez dilucidada la panorámica histórica-evolutiva de la humanidad de la mano del inconmensurable Ken Wilber, vayamos ahora a las implicaciones definitorias de lo que sea la “conciencia”.

Si la conciencia, tanto individual como colectiva, es un proyecto filosófico y pedagógico en construcción, cabe preguntarse si existen referentes filosóficos que nos ilustren sobre la evolución de la conciencia. Indudablemente que, El mito de la caverna de Platón es una alegoría aún vigente hoy en día en vista de la inmersión colectiva en la sociedad de la ignorancia y sus repercusiones epistemológicas.

No obstante, es Ken Wiber quien nos ofrece un mapa evolutivo de la conciencia sin parangón en la historia de la humanidad. Ken Wilber delinea cómo la conciencia evoluciona en la subjetividad de cada ser humano, ya sea consciente o inconscientemente, y es la responsabilidad de cada cual el empoderamiento de dicho conocimiento para trascender desde el estadio prepersonal al personal y, desde ahí, dar el salto al estadio transpersonal, un estado de “iluminación” como un proceso continuo de permanente evolución dentro de un marco de referencia estrictamente ético.

Ahora bien, a mi entender, ese mapa evolutivo de la conciencia así argumentado por Ken Wilber, se encuadra en el cuadrante superior izquierdo (subjetividad intencional) dentro de su meta-teoría de los cuatro cuadrantes.

La pregunta por antonomasia que motiva esta meta-investigación filosófica es: ¿Es posible una “Teoría integral de la evolución de la conciencia” que integre a los cuatro cuadrantes excelsamente definidos por Ken Wilber? Eso creo haber demostrado, pues la integración de los cuatro cuadrantes contempla y es fiel a la visión no-dual de Ken Wilber, así como a la intuición moral básica tan necesaria. Esta es una sinopsis de dicha Teoría integral de la evolución de la conciencia desde los cuatro cuadrantes:

-Cuadrante interior-individual: La evolución de la conciencia según Ken Wilber: hacia la no-dualidad; y también: La ascensión espiritual individual desde 3D a 5D, según Amador Martos.

-Cuadrante exterior-individual: La pirámide de Maslow dentro de un contexto epistemológico acerca de la psicología evolutiva de la libertad.

-Cuadrante interior-colectivo: La evolución de la conciencia según Amador Martos, la cual propugna los fundamentos de una Filosofía Transpersonal y una Educación Transracional para una integración entre CIENCIA, FILOSOFÍA y ESPIRITUALIDAD

-Cuadrante exterior-colectivo: Los 8 velos de la percepción según Don Harkins (versión actualizada por Amador Martos).

Una vez estudiados y expuestos los “mapas evolutivos de la conciencia” para cada cuadrante de la realidad: ¿cómo realizar la integración de todos ellos? ¿Cómo cerrar el círculo epistemológico entre la ciencia y el espíritu? Para dar respuesta a dichas cuestiones, nuevamente, es imprescindible volver al inconmensurable Ken Wilber, quien nos invita a descubrir la no-dualidad como corolario a nuestra evolución espiritual, una cuestión expuesta sucintamente en mi artículo ¿Dualidad y no-dualidad: dónde está el misterio?

En realidad, el misterio reside en que debemos evolucionar nuestra conciencia, cada cual la suya, mediante la intuición moral básica excelsamente argumentada por Ken Wilber. En efecto, la no-dualidad argumentada por Wilber (interior-individual) es la misma autorrealización propuesta por Maslow (exterior-individual) en su jerarquía de las necesidades humanas y, de un modo cultural, coincide con mi propuesta de la Filosofía Transpersonal y Educación Transracional (interior-colectivo). Incluso en la vertiente social y antropológica (exterior-colectiva), Don Harkins nos remite a quitar el velo que hay entre nosotros y Dios. Como podemos apreciar, cada uno de esos cuadrantes y sus correspondientes mapas evolutivos de la conciencia convergen en la experiencia mística, en el sentimiento del amor y en la conciencia de unidad.

Llegamos, así, al único camino para la sanación transcendental de la humanidad: es necesario desde la filosofía contemplar dimensiones de transcendencia espiritual, una cuestión demostrada científicamente en mi obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD, en la que argumento que es posible la transcendencia metafísica mediante la meditación. Y para dicho objetivo, es perentorio un giro copernicano en términos kantianos, es necesario también transcender la minoría de edad del ser humano, en definitiva, es preciso un renovado proyecto filosófico y pedagógico: cambiarse a sí mismo para cambiar al mundo.

En efecto, se trata de un nuevo paradigma de conocimiento que impele a la transformación interior de cada uno de nosotros: se trata de un camino ascendente hacia la sabiduría donde el amor es la idea suprema. Es así como la epistemología de lo conmensurable (ciencia) y la hermenéutica de lo inconmensurable (espíritu) , ambos desde una visión no-dual, son dos modos de saber que conducen a una misma finalidad: la conciencia de unidad entre todos los seres de este y otros mundos.

Conviene recordar una vez más que, el saber sin amor, es puro egoísmo y la causa de tanto sufrimiento en este mundo. Y cuando dicha premisa sea educada a nuestros infantes, antes saldremos de la actual crisis de conciencia porque, al fin y al cabo, dicha crisis de conciencia no es más que una falta de conocimiento de nuestra esencia divina. Es por ello que, la educación, está necesitada de una visión transpersonal y transracional: para vivir en paz y en el amor, pues solo así podremos deshacernos del enemigo invisible de la humanidad.

En el primer renacimiento surgió la conciencia individual histórica a partir del cogito cartesiano. En el segundo renacimiento es el espíritu colectivo quien abre las posibilidades hacia un nuevo mundo. El viejo mundo sustentado en el ego está agonizando, y el nuevo mundo del espíritu colectivo está todavía en pañales. Para que sea efectiva la trascendencia del primero al segundo, es imperativa una renovada pedagogía filosófica.

Y esa renovada pedagogía filosófica ya es una realidad de la mano del movimiento transpersonal, avalada por publicaciones transpersonales internacionales, algunas de ellas como Tesis Doctorales y, como corolario, la creación de la Asociación de Pedagogía Transpersonal con clara vocación internacional para que dichos presupuestos cognitivos y pedagógicos sean adoptados por una educación utilizada como un instrumento de poder.

Llegamos así a un punto de esta meta-investigación filosófica en que, la genealogía argumentada, a saber, la importancia de Dios en la filosofía, nos conduce inherentemente a contemplar a Dios en la educación, pero sin caer en dogmatismos.

Decididamente, la filosofía tradicional surgida tras la racional-modernidad está moribunda, y el pensamiento occidental con ella, principalmente, porque su discurso sustentado en el materialismo científico está agotado pues raya con planteamientos filosóficos y espirituales que sobrepasan al método científico desde el surgimiento de la filosofía cuántica. Sin embargo, la filosofía transpersonal, al recoger las enseñanzas de la filosofía perenne, al aunar la racionalidad con la genuina espiritualidad exenta del dogmatismo religioso, apunta hacia un nuevo mundo ahí fuera, pero, sobre todo, a todo un mundo por descubrir dentro de cada uno de nosotros.

Tal como argumento en La educación cuántica, la ausencia de una genuina espiritualidad contemplativa e introspectiva exenta de apriorismo dogmáticos religiosos es la causa epistemológica de la decadencia del pensamiento occidental. Y la única posibilidad de trascender esa decadencia cultural es una integración entre la epistemología y la hermenéutica, entre la ciencia y el Espíritu, entre la razón y el corazón: esos son los fundamentos de la Filosofía Transpersonal para una Educación Transracional.

Esos dos modos de saber, la epistemología y la hermenéutica, ambas integradas mediante la Filosofía Transpersonal posibilitan una Educación Transracional, cuestiones que se abordarán en la siguiente monografía.


11 - DIOS EN LA EDUCACIÓN

Resumen:

Finalizábamos la anterior monografía aseverando que, la epistemología y la hermenéutica integradas desde la Filosofía Transpersonal, son dos modos de saber que posibilitan una Educación Transracional. Dicha conclusión implica un revisionismo educacional y humano al dejar en evidencia la falacia del sistema educativo occidental.

La educación académica tradicional está quedando obsoleta y requiere de una nueva mirada pedagógica acorde a los nuevos tiempos cuánticos. Si a ese campo cuántico se le añade la necesaria renovación moral y espiritual, tenemos así el fundamento epistemológico para poder hablar de La educación cuántica mediante una actitud pedagógica que busca el empoderamiento consciente de los alumnos, cuestión ya puesta en marcha por las escuelas llamadas “activas”.

El sistema educativo tradicional está metamorfoseándose gracias a personas o colectivos que trabajan en pos del empoderamiento humano, en aras a trabajar la potencial profundidad inherente a todo ser humano; y ello solo se puede realizar desde un giro copernicano en el modelo cognitivo de la educación, como pretende este filósofo con La educación cuántica. Y no es una simple impresión subjetiva del que escribe esto pues, a decir del catedrático de sociología y experto en educación Mariano Fernández Enguita, el origen del fracaso escolar se debe a la rigidez del sistema educativo. No hay lugar a dudas que el paradigma educativo tradicional está en un tránsito hacia no sabe nadie dónde. Ese vacío cognitivo por la incertidumbre educacional del futuro, es un posibilismo para la construcción epistemológica de La educación cuántica en el marco de la filosofía transpersonal.

Desde 1948, el artículo veintiséis de los Derechos Humanos referente al derecho de la educación, como en otras facetas sociales, económicas y políticas, ha sido ninguneado por los poderes fácticos. Sin embargo, novedosas iniciativas de hacer pedagogía están llegando al estamento educacional. Son tiempos de un revisionismo educacional como se ha visto, pero también de un revisionismo humano en el modo como percibimos nuestro mundo y el universo. En definitiva, son tiempos de repensar la relación entre la racionalidad y la espiritualidad. Son tiempos de integración entre la epistemología de lo conmensurable y la hermenéutica de lo inconmensurable.

Así pues, ante tales argumentos, ¿en qué lugar queda la responsabilidad de científicos, filósofos, profesores y educadores?

Como filósofo transpersonal, mi deseo es que sea posible la liberación de la humanidad mediante el acopio de conocimiento para ser libres con conocimiento de causa, un hondo problema epistemológico expuesto en la ponencia del II COLOQUIO INTERNACIONAL: POSIBILIDADES DE LA RESIGNIFICACIÓN DEL EPISTEME EN LAS CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN: DEBATES Y REFLEXIONES.

El reto más importante que tienen actualmente los profesores, los educadores, la educación en general, los científicos en particular y las humanidades es orientar la cultura humana más allá del reduccionismo psicológico y de la filosofía materialista que ha imperado en Occidente. El despertar colectivo es posible, y lo es gracias a la meditación y sus beneficios aplicados prácticamente en las aulas, como demuestran muchas experiencias vanguardistas en el ámbito educativo.

El conocimiento es una riqueza intelectual que debe ser gestionada, auspiciada, educada y transmitida por los profesionales de la epistemología, pues necesitamos aún de genuinos epistemólogos para intentar dar un sentido a la vida y de saber cuál es nuestro lugar en este mundo. Y la propuesta de este pensador es que la metafísica es una rama de la filosofía que, de un modo histórico, ha sido relegada al ámbito de las religiones, es decir a la dualidad externa, obviando que es en el Dios interior (no-dualidad), donde es posible educar espiritualmente a nuestros niños, para que se sientan como parte de la totalidad donde Todos somos Uno.

Nos hallamos ante tantos cambios de paradigmas (filosófico, psicológico, sociológico, educativo, científico y espiritual) que son los propios maestros, profesores y la educación en general, quienes deberían coger las riendas del conocimiento para debatir su epistemología y consensuar lo que hay que saber, y lo que hay que enseñar en la transmisión del conocimiento.

Ahí queda el reto para científicos, filósofos, profesores y educadores, ahí queda el reto para nuestra civilización y sus mentes pensantes: integrar la espiritualidad en el sistema educativo, tal es el reto que plantea este pensador mediante sus publicaciones. Y ese reto de adentrarse en la no-dualidad entre la sabiduría y el amor es posible, como nos demuestra un texto iluminador de Nisargadatta Maharaj, un gran maestro espiritual de la corriente Advaita. Su enseñanza es admirada por ser directa, provocativa y radical, considerado por muchos como un iluminado, y que nos invita a recorrer ese camino espiritual hacia la no-dualidad, o el Dios interior.

No debe interpretarse esta “Carta abierta a científicos, filósofos, profesores y educadores” como un ataque personal, más bien, como un llamado a la toma de conciencia de que deben ser los artífices del cambio en la educación, y no dejar esa trascendental importancia educativa en manos de los políticos corruptos hasta la médula. A tal efecto, recurriendo nuevamente a Ken Wilber, es necesaria una Política Integral que posibilite una Educación Transracional.

La filosofía transpersonal e integral de Ken Wilber como disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia, puede postularse como asignatura educativa para la sanación trascendental del ser humano mediante una educación transracional.

Como apunta Wilber, todo cambio se presenta bajo los cuatro cuadrantes, y por tanto, habrá que comenzar a pulir el diamante en bruto que todos nosotros tenemos en el fondo de nuestro ser (“yo”-interior individual) mediante la veracidad, la sinceridad, la integridad y la honradez, un sendero de sabiduría que permitiría la integración de todos “nosotros” en una comprensión mutua (interior colectivo) y, entre todos, cambiar entonces el ajuste funcional de un sistema social (“ello”-exterior colectivo) inmerso en un mundo chato. En definitiva, necesitamos una política integral para transcender la crisis de conciencia en la que está inmersa la filosofía occidental y, así, salvar el abismo cultural de la humanidad.

Y ese abismo cultural solo se puede salvar si ponemos a Dios en la ecuación del conocimiento que, en término filosóficos, sería la hermenéutica de lo inconmensurable (interpretación de lo que sea Dios, como un camino metafísico). Cuando el ego del ser humano toma las riendas del destino, ya sabemos a dónde nos lleva: al actual apocalipsis que estamos presenciando en el mundo. Sin embargo, recordemos un sabio aforismo de Aristóteles: “Dios y la naturaleza no hacen nada inútilmente”. Por tanto, no es descabellado pensar que estamos viviendo tiempos bíblicos, pero ello será cuestión de análisis en la próxima monografía.


12 - DIOS Y LOS TIEMPOS BÍBLICOS

Conclusión de la importancia de Dios en la filosofía:

Si usted, amigo lector, ha llegado con éxito a la comprensión de las anteriores once monografías de esta meta-investigación filosófica, convendrá conmigo que, en realidad, hemos llegado al límite de la razón dualista. Hemos avanzado, paso a paso, con el mayor rigor metodológico para descifrar si existe alguna verdad alcanzable desde la racionalidad humana.

Quien haya seguidos mis investigaciones podría convenir conmigo que, esa racionalidad humana, es el mismo Mundo de las Ideas de Platón, y que se sitúa en la cuarta dimensión. Y que, desde esa 4D, existe un “genio maligno”, un enemigo invisible que manipula a la humanidad desde el subconsciente. En consecuencia, esa razón dualista, es una cárcel mental sustentada por un cerebro reptiliano que nos impide adentrarnos más allá de la dualidad para intentar descifrar las cuestiones metafísicas que preocupan a la humanidad desde eones de tiempo.

Esa cárcel mental en la que vivimos, algunos la llaman Matrix, es un holograma que mantiene nuestra realidad en una ilusión y que nuestra vida es como un sueño. Por eso es tan necesario el despertar espiritual a través del amor: esa es la guerra espiritual en la que está inmersa la humanidad.

Dios no es un concepto alcanzable desde la razón dualista, es una experiencia mística (no-dual) a través de la cual se experimenta la conciencia de unidad entre todos los seres de este y otros mundos. Porque, sí, existen otros mundos, pero están dentro de nosotros mismos, porque somos seres multidimensionales: tenemos un aspecto físico en la 3D, un cuerpo etérico en la 4D y una energía lumínica más allá de la 5D, llamado esta última Humano/Luz por William Criado.

Mediante la hipnosis clínica regresiva de William Criado, es posible una trascendencia de la Filosofía Transpersonal desde la teoría a la práctica. Y lo que descubrimos en esa investigación del inconsciente colectivo es que, lo que está pasando en el mundo, es un reflejo del actual estado de consciencia de la humanidad. Dicho de otro modo, estamos viviendo tiempos bíblicos.

Ahora bien, la biblia es manipulada, como todas las religiones, para mantener al ser humano alejado de su esencia divina. Cualquier investigación más allá de la racionalidad dualista se enfrenta a los supuestos aquí descritos: buscar el sentido de la vida. Y esa búsqueda es un trabajo individual que nadie puede hacer por nosotros. Se convierte esa búsqueda espiritual en un proceso de ascensión espiritual individual desde la 3D a la 5D.

Esa búsqueda espiritual me ha llevado hasta el límite de la racionalidad humana: elaborar una hermenéutica filosófica para la comprensión del misterio de la vida. Dichos presupuestos hermenéuticos, mediante artículos científicos, han sido los fundamentos de la Filosofía Transpersonal como un nuevo paradigma de conocimiento. Y ese límite de la razón dualista se constituye en una apertura hacia la transracionalidad.

Es indudable que vivimos tiempos bíblicos: la falsa pandemia es la marca de la bestia para impedir la ascensión espiritual planetaria, pues esas bestias de la cuarta dimensión se alimentan de nuestra energía mediante una ignorancia sustentada en la razón dualista. Es indudable también que la humanidad vive la Gran Tribulación, y que los cuatro jinetes del apocalipsis están cabalgando sobre nosotros induciendo la muerte, el hambre y las guerras. Pero recordemos que todo ello es una ilusión, un sueño, una cárcel mental.

En la medida en que cada uno de nosotros se empodere de su interioridad pensativa y espiritual, el despertar colectivo masivo estará más cerca. Algunos indicios me hacen aventurar que ese desenlace llegará entorno al año 2025. ¿Qué pasará? Nadie lo sabe, es el mayor secreto aún por desvelar. Pero una cosa hay cierta según las investigaciones de William Criado: la historia de la humanidad está en el apogeo de su batalla universal, y que la humanidad se halla inmersa en un proceso de ascensión espiritual planetaria.

Esta última monografía dedicada a los tiempos bíblicos es el corolario de la Filosofía Transpersonal que defiendo y, cuyo objetivo, es ayudar a quitarnos todos los velos de la percepción para, así, sanar nuestros traumas y lograr una comprensión de la “Teoría integral de la evolución de la conciencia”, la cual implica el nacimiento de una nueva conciencia.

Esa nueva conciencia inquiere una filosofía de la mente para la transformación interior, un trabajo personal que nadie puede hacer por nosotros. No obstante, tengo la esperanza de que sea posible un proyecto filosófico y pedagógico: cambiarse a sí mismo para cambiar el mundo. Y que ello es posible mediante una perspectiva transpersonal para la educación.

La razón dualista nos mantiene en la ilusión de la separación entre “nosotros”, por tanto, debe ser trascendida mediante una Filosofía Transpersonal y una Educación Transracional. Sólo así será posible un giro copernicano para que el ser humano deje su minoría de edad. El imperativo kantiano está más vivo que nunca, es el mismo amor predicado por Jesucristo, aunque su misión haya sido manipulada para mantener a la humanidad en la ignorancia inducida mediante la manipulación económica, social y política para, con ello, impedir la conexión divina.

Recordar y conectar con esa esencia divina es nuestro sagrado deber: recordemos que “apocalipsis” significa “revelaciones”. En consecuencia, los tiempos bíblicos que vivimos no son más que una manifestación de las verdades eternas que yacen potencialmente en el interior de cada uno de nosotros.

Este trabajo de meta-investigación filosófica ha llegado al límite expresable mediante palabras y conceptos desde la razón dualista. Y ese límite racionalista enlaza con la no-dualidad como única forma de vivir y experimentar la experiencia numinosa de Dios. Esa experiencia interior no puede comunicarse, más bien es una experiencia que nos lleva más allá de la razón. Como excelsamente argumenta Ken Wilber en la conclusión de su obra Sexo, Ecología, Espiritualidad, la humanidad se halla al filo de la percepción transracional.

Mi humilde labor como filósofo transpersonal, ha sido el de señalar y argumentar ese camino metafísico a recorrer por cada uno de nosotros. Y, como no puede ser de otra manera, quisiera acabar con un homenaje a mi maestro intelectual Ken Wilber, reproduciendo su conclusión final acerca de la conciencia de unidad:

“La verdadera práctica espiritual no es algo que hagamos durante veinte minutos, ni durante dos horas, ni durante seis horas al día. No es algo para hacer una vez al día, por la mañana, ni una vez por semana, los domingos. La práctica espiritual no es una entre tantas otras actividades humanas; es el fundamento de todas las actividades humanas, su fuente y su validación. Es un compromiso previo con la Verdad Trascendente, vivida, respirada, intuida y practicada durante veinticuatro horas del día. Intuir lo que verdaderamente somos es comprometernos íntegramente en la realización de eso que verdaderamente somos en todos los seres, de acuerdo al voto primordial: “Por innumerables que sean los seres, hago voto de liberarlos; por incomparable que sea la Verdad, hago voto de realizarla”. Para quien sienta este profundo compromiso con la realización, el servicio, el sacrificio y la entrega, en todas las condiciones presentes y hasta el infinito mismo, la práctica espiritual será, naturalmente, el camino. Que esa persona reciba la gracia de encontrar en esta vida un maestro espiritual y de conocer la iluminación en el momento.”
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DIOS EN LA CIENCIA

3 - DIOS EN LA CIENCIA



Este trabajo de investigación está disponible como LIBRO en EBOOK y GRATIS en PDF


Ponencia en el VIII Congreso Internacional CESPE 2023, relacionada con este trabajo de investigación

Ponencia en la 3ª edición del Diplomado Internacional de Pedagogías Emergentes, relacionada con este trabajo de investigación

Resumen de la anterior monografía: 2 - DIOS EN LA FILOSOFÍA OCCIDENTAL

Las Tres Grandes categorías platónicas (Bondad, Verdad y Belleza) son diferenciadas por Kant mediante sus Tres críticas y, posteriormente, identificadas por Ken Wilber como cuatro cuadrantes : la dimensión interior subjetiva, la dimensión conductual objetiva del sujeto, la dimensión intersubjetiva (cultural) y la dimensión funcional social colectiva.

Dicha dialéctica histórica-cultural desemboca en un abismo de conciencia en la cultura occidental al imponerse el materialismo científico sobre las dimensiones subjetiva e intersubjetiva, siendo ello su gran fracaso epistemológico al no lograr la integración del “yo” (conciencia), “nosotros” (moralidad) y la naturaleza (ciencia).

Dicho fracaso epistemológico abocaría en una pesadilla de odio entre Razón y Espíritu, entre los descendentes y los ascendentes. Y, la única solución, estriba en la integración de la sabiduría y la compasión, de tal modo que, este mundo y sus seres sean englobados por el amor del Espíritu.

Ahora bien, ¿Quién maneja los hilos de la historia, la cultura, la filosofía y la educación? Ya Descartes nos habló del “genio maligno”, pero con el surgimiento de la filosofía cuántica, la realidad se presentaba como una ilusión a la vez que se vislumbraba un universo holográfico más allá de nuestra percepción sensorial. Y en esa metafísica por descubrir, la hipnosis clínica regresiva nos demostraba que existe un enemigo invisible de la humanidad, el cual habita en la cuarta dimensión desde donde ejerce un control sobre la humanidad, más conocido popularmente ese control como Matrix.

Lo anteriormente expuesto solamente se puede comprender desde los postulados de la filosofía transpersonal como ciencia de la conciencia, la cual aborda la metafísica como una condición necesaria al estudiar las dimensiones alternativas más allá de los sentidos físicos. Así, habrá que proseguir con nuestras investigaciones, y buscar cuál es la relación de Dios con la ciencia y cuál es el criterio de demarcación entre ciencia y religión, cuestión que se analizará en la siguiente monografía.

1 - CIENCIA Y RELIGIÓN

Richard Dawkins y Rupert Sheldrake son los ejemplos más emblemáticos de la contraposición científica respecto a Dios. El primero, con El espejismo de Dios afirma que la creencia en un creador supernatural se puede calificar como un delirio: “Cuando una persona sufre delirio lo llamamos locura. Cuando mucha gente sufre el mismo delirio lo llamamos religión”. El segundo, con El espejismo de la ciencia , dice es la creencia en que la ciencia ya comprende la naturaleza de la realidad. Las preguntas fundamentales habrían sido ya respondidas y solo quedarían los detalles por completar. En este apasionante libro, el bioquímico británico Rupert Sheldrake, uno de los científicos más innovadores del mundo, muestra que la ciencia está oprimida por supuestos que se han consolidado como dogmas. La “perspectiva científica” se ha convertido en un sistema de creencias: toda realidad es material o física; el mundo es una máquina constituida por materia muerta; la naturaleza carece de propósito; la conciencia no es sino la actividad física del cerebro; el libre albedrío es una ilusión; Dios existe solo como una idea en las mentes humanas. Sheldrake examina científicamente estos dogmas y muestra, de forma tan amena como convincente, que la ciencia estaría mejor sin ellos: sería más libre, más interesante y más divertida. Este científico es conocido principalmente por su promoción de lo que llama “resonancia mórfica”, una variante de la antigua hipótesis de la memoria colectiva. También dedica parte de sus escritos a otros aspectos de la parapsicología, como la telepatía o la percepción extrasensorial. Sin embargo, sus ideas son ampliamente rechazadas por la comunidad científica, que considera sus ideas como pseudocientíficas.

Como se puede apreciar hay una brecha abierta entre los propios científicos: los materialistas científicos y los místicos cuánticos . El tiempo y la historia, como siempre, pondrá a cada cual en su sitio. Ante tal incertidumbre científica sobre la realidad total susceptible de ser conocida, las divergencias cognitivas se presentan aparentemente como insalvables, como siglos atrás lo fueron el racionalismo frente al empirismo. Así es como durante más de tres siglos, la humanidad se ha precipitado en la caverna empírica, excavando y buscando la piedra filosofal mediante el método científico (“ver para creer”). Pero en los inicios del siglo XX, la física cuántica desintegró la “rígida estructura” del conocimiento dualista a la vez que iluminó la mente de algunos díscolos científicos, quienes comenzaron a considerar aunar el conocimiento empírico con la filosofía perenne (“creer para ver”), es decir, fusionar la filosofía tradicional con la oriental como magistralmente ha efectuado Ken Wilber, entre otros muchos. Por ello, esos díscolos científicos fueron peyorativamente tachados de “místicos cuánticos” por la comunidad científica manipulada desde los poderes fácticos. Estos místicos cuánticos han sido tan osados como en su día lo fueron Copérnico, Bruno, Kepler o Galileo. Estos revolucionarios científicos, tuvieron que luchar contra el dogmatismo religioso, pero los actuales místicos cuánticos tienen el enemigo en su propia casa: los escépticos materialistas científicos. Este pensador reivindica justicia histórica en el reordenamiento de la historia donde, el misticismo cuántico, debe ser reconsiderado como filosofía transpersonal.

2 - LA BIOLOGÍA DE LA CREENCIA

No obstante la discrepancia científica acerca de Dios, son cada vez más los científicos que ponen a Dios en la ecuación del conocimiento, tal es el caso del biólogo Bruce Lipton a través de su obra La biología de la creencia.

El Profesor Titular de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid, Ángel Llamas, en el prólogo de La biología de la creencia, nos invita a conocer las propuestas de esta obra:

En primer lugar, Bruce Lipton asesta un golpe definitivo al darwinismo oficial sin dogmatismo; en segundo lugar, nos recuerda que la noción de “sistema” en varias disciplinas partió de los descubrimientos en el campo de la biología. Sin embargo, desde la mística oriental hasta la física cuántica, en el organicismo de Platón, desde la economía hasta el campo jurídico, la idea de sistema ha encontrado su punto de anclaje en la consideración de la comunidad de elementos que interaccionan en la especialización del trabajo y en la cooperación para la resolución de sus problemas; en tercer lugar, el de mayor impacto en el libro, de que no somos víctimas de nuestros genes sino los dueños y señores de nuestros destinos.

Concluye Ángel Llamas así el prólogo:

Es el mismo camino que Karl Pribram en su denostado esfuerzo por cuestionar las creencias fijadas de antemano, o que el propio David Bohm realizó por considerar la totalidad del orden implicado, la mirada de Fritjot Capra en su Tao de la Física hace más de veinticinco años, el cambio que propuso Stanislav Grof respecto a los niveles de la conciencia humana, avalado por Campbell, Huston Smith o el propio Wilber en su visión integral de la psicología. Cómo no asociarlo con Michael Talbot cuando en sus propuestas de un universo holográfico detuvo un instante las creencias sobre un mundo que nos permitía plegar los niveles de realidad en múltiples planos.

Ya en el prefacio, el propio Lipton nos cuenta cómo experimentó una epifanía científica que hizo añicos sus creencias acerca de la naturaleza de la vida; cómo su investigación ofrece una prueba irrefutable de que los preciados dogmas de la biología con respecto al determinismo genético albergan importantes fallos; cómo, el hecho de reconocer por fin la importancia del entorno genético le proporcionó una base para la ciencia y la filosofía de las medicinas alternativas, para la sabiduría espiritual de las creencias (tanto modernas como antiguas) y para la medicina alopática. Concluye Lipton en que la ciencia está a punto de desintegrar los viejos mitos y de reescribir una creencia básica de la civilización humana. La creencia de que no somos más que frágiles máquinas bioquímicas controladas por genes, está dando paso a la comprensión de que somos los poderosos artífices de nuestra propia vida y del mundo en el que vivimos.

Luego en la introducción de la obra, asesta un golpe más al materialismo científico, y cito textualmente:

El Génesis dice que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Sí, el racionalista que os habla está citando ahora a Jesús, a Buda y a Rumi. He vuelto al punto de partida y he pasado de ser un científico reduccionista enfrentado a la vista a ser un científico espiritual. Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios y es necesario que volvamos a introducir el espíritu en la ecuación si queremos mejorar nuestra salud mental y física.

Finalmente, en el epílogo de la obra, explica cómo abandonó su pasado como científico agnóstico por una visión de la nueva biología que le llevó a comprender la importancia que tiene integrar los reinos de la ciencia y el espíritu, invitándonos a dejar de lado las creencias arcaicas inculcadas en las instituciones científicas y los medios de comunicación para considerar la emocionante visión que ofrece la ciencia vanguardista. Imperceptiblemente todavía para muchos, un nuevo paradigma de conocimiento aparece en el horizonte.

3 - VIEJOS Y NUEVOS PARADIGMAS: DEL MATERIALISMO CIENTÍFICO A LA SABIDURÍA PERENNE

Occidente, con el cambio de paradigma desde la física clásica a la física cuántica, ha visto resquebrajada su “rígida estructura” epistemológica: el dualismo entre sujeto y objeto. Y desde entonces, unos atrevidos “místicos cuánticos" se atrevieron a trascender el racionalismo pragmático y la filosofía materialista de Occidente mediante la espiritualidad presente en la filosofía perenne .

En esa línea de pensamiento, Fritjof Capra supuso el punto de partida de numerosas publicaciones sobre la interrelación entre el universo descubierto por la física moderna y el misticismo antiguo, principalmente oriental. Sin embargo, a mi entender, Ken Wilber es el autor más prolífico en la citada tarea: en El espectro de la conciencia, realiza una síntesis de religión, física y psicología, refutando la filosofía del materialismo; en Ciencia y religión, muestra de qué manera la ciencia es perfectamente compatible con las grandes tradiciones espirituales del mundo y abre con ello la visión occidental del mundo a las grandes tradiciones de la sabiduría perenne. Pero, sin lugar a dudas, Sexo, Ecología, Espiritualidad es su obra magna donde analiza la evolución de todo lo existente, desde la materia a la vida, concluyendo con su teoría conocida como los cuatro cuadrantes: interior individual (yo), exterior individual (ello), interior colectivo (nosotros cultural) y exterior colectivo (ello).

Desde el surgimiento de la mecánica cuántica, no son pocos los científicos que intentan una reconstrucción epistemológica de la realidad por conocer, postulando universos paralelos y otras dimensiones como, por ejemplo, Michio Kaku, también de que el cerebro es un holograma que interpreta un universo holográfico. Se impone la pregunta: ¿Cómo sabemos lo que sabemos? , y si ese saber es cierto. El pensamiento de la humanidad se halla ante una brecha epistemológica entre dos modos de saber: el saber científico (epistemología de lo conmensurable) y la perenne espiritualidad (hermenéutica de lo inconmensurable). Albert Einstein expresó certeramente dicha divergencia cognitiva: “Cada día sabemos más y entendemos menos”.

Si existen dos modos de saber; si Occidente es la historia de mucha ciencia pero poco espíritu; si Occidente es una pesadilla de odio entre razón y espíritu ; si la sanación trascendental del ser humano se presenta como necesaria; en suma, si hay un fracaso epistemológico de Occidente y que la filosofía transpersonal puede ser una alternativa al caos pensativo de Occidente: ¿tiene sentido la arrogancia de los materialistas científicos en tildar peyorativamente de “místicos cuánticos” a los científicos que emprendieron un camino de reconciliación entre la razón y el espíritu?

El espíritu de la ciencia debe dejar de estar confinado en el universo del laboratorio sino abrir el conocimiento científico a las dimensiones más profundas de la vida y de la conciencia humana. Así, es pertinente ahondar en La ciencia del espíritu, pues la ciencia y espiritualidad como dos polos opuestos totalmente desconectados entre sí tiene cada vez menos sentido. La dualidad ciencia-espiritualidad que nos atraviesa desde los albores de la historia debe ser trascendida en un intento de reconciliación de ambos extremos para alcanzar La pura conciencia de ser pues, desde el surgimiento de la física cuántica, se vislumbra una nueva cosmología entre la ciencia y el espíritu.

Desde el cambio de paradigma de la física clásica a la cuántica, han corrido ríos de tinta contra los “místicos cuánticos” procedentes de los científicos ortodoxos. Se abrió así una brecha epistemológica que aún perdura a día de hoy y que deja al Criterio de demarcación científico más dividido que nunca entre los materialistas científicos y los místicos cuánticos. Tras más de un siglo de diálogo entre filósofos de la ciencia y científicos en diversos campos, y a pesar de un amplio consenso acerca de las bases del método científico, los límites que demarcan lo que es ciencia, y lo que no lo es, continúan siendo profundamente debatidos. Dicha dicotomía cognitiva es un tema apasionante: en El paradigma holográfico, eminentes pensadores de diversas tendencias afrontan el gran tema de la relación entre Cerebro y Mente, Materia y Espíritu.

Irremediablemente, hay una contienda ideológica que puede remover los cimientos de nuestra civilización, pues se hallan en disputa dos pesos pesados de la historia: la ciencia y la religión -espiritualidad- , el saber empírico y el saber revelado, la razón y el espíritu. Desde el surgimiento de la física cuántica, esa divergencia cognitiva se presenta como dos modos de saber : el conocimiento simbólico (dualidad sujeto-objeto) y el misticismo contemplativo (no dualidad entre sujeto-objeto). Este último modo de saber, aunque peyorativamente denominado “misticismo cuántico” por los escépticos materialistas científicos, posibilita hablar de un racionalismo espiritual como paradigmático contrario al racionalismo pragmático que ha conducido a esta civilización a la degeneración moral y miseria planetaria, una cuestión argumentada como un nuevo paradigma de conocimiento en mi obra La educación cuántica.

A lo largo de la historia de Occidente, la unidad entre lo ascendente (Dios) y lo descendente (ciencia) terminaría resquebrajándose y enfrentando, de manera frecuentemente violenta, a los ultramundanos ascendentes y los intramundanos descendentes, un conflicto que ha terminado convirtiéndose en el problema central característico de la mente occidental. Para el mundo moderno, la salvación se hallaría en la política, la ciencia, el marxismo, la industrialización, el consumismo, la sexualidad, el materialismo científico, etcétera. La salvación solo puede ser encontrada en esta tierra, en el mundo de los fenómenos, en suma, en un marco de referencia puramente descendente donde no existe ninguna verdad superior, ninguna corriente ascendente, nada que sea realmente trascendente, dicho de otra manera, es una religión de mucha compasión, pero poca sabiduría, de mucha Divinidad, pero poco Dios, en suma, la visión chata del mundo.

Y, la única manera de reunificar el camino ascendente con el descendente, es integrar a la ciencia y el espíritu en una renovada cosmología, cuestión que se analizará seguidamente.

4 - UNA NUEVA COSMOLOGÍA ENTRE CIENCIA Y ESPÍRITU

La razón a través de la historia del pensamiento, siempre ha indagado sobre las cuestiones metafísicas que han preocupado al ser humano desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, histórica y psicológicamente, esa genuina actitud de hacer metafísica ha sido obnubilada por el materialismo científico. No obstante según Hegel, las “astucias de la razón” y la “burla de la historia” crean símbolos ocultos solo accesibles a los cognoscentes, como el mándala epistemológico propuesto en este artículo científico, para hacer fácil la filosofía: el rigor epistemológico unido a una interpretación hermenéutica de la historia del pensamiento posibilita, en palabras de Carter Phipps , “una visión evolucionaria del mundo para proporcionar una nueva cosmología (…) entre la ciencia y el espíritu”. Según Martos en su artículo científico:

“La historia del pensamiento, devenida dogmáticamente en una filosofía materialista y en un reduccionismo psicológico, aboca a una crisis epistemológica entre ciencia y espiritualidad desde que la física cuántica irrumpió en el tablero cognitivo. Las diferentes interpretaciones de la mecánica cuántica que aúnan la ciencia y la espiritualidad mediante la recuperación de la filosofía perenne, introducen la primera fisura en la “rígida estructura” del dualismo científico entre sujeto y objeto que ha impregnado a la civilización occidental. Así, la filosofía perenne sumada al movimiento transpersonal como “cuarta fuerza” psicológica, es un nuevo paradigma de conocimiento que puede ser aprehendido mediante un mándala epistemológico, el cual posibilita una interpretación hermenéutica de la historia, la ciencia y la espiritualidad pero, eminentemente, desde un revisionismo de la psicología cognitiva y educativa. Tantos cambios de paradigmas contribuyen a la trascendencia holística de la razón hacia el espíritu a modo de un segundo renacimiento humanístico: la integración del “yo” y el “nosotros” con la salvaguarda de la naturaleza -“ello”-; una integración que permitiría sanar y trascender la racionalidad hacia la “postracionalidad” o “visión-lógica” según Wilber, y para tal fin, es imperativa la evolución paradigmática de la filosofía, la psicología, la sociología, la ciencia, la educación y la espiritualidad”.

La exhaustiva argumentación desarrollada en este trabajo de investigación acerca de la crisis en la filosofía occidental, concluye imperativamente con una propuesta de integración entre la epistemología y la hermenéutica, entre el saber científico (epistemología de lo conmensurable) y la perenne espiritualidad (hermenéutica de lo inconmensurable), respectivamente desde la razón hacia el espíritu en un ejercicio de trascendencia desde la no-dualidad. Tradicionalmente se ha separado la epistemología y la hermenéutica, puesto que la primera trata de lo conmensurable y la segunda de lo inconmensurable. Sin embargo, hoy en día es posible unir a la epistemología y la hermenéutica, permitiendo justificar lo conmensurable y entender lo inconmensurable. La epistemología y la hermenéutica, como disciplinas filosóficas, se hallan diferenciadas, pero, sin embargo, no integradas, y dicho objetivo de integración pretende la propuesta de una epistemología hermenéutica simbolizada en un mándala epistemológico.

Así, esos dos modos de saber posibilitan vislumbrar una trascendencia de la filosofía hacia la espiritualidad, es decir, una síntesis de saberes entre la epistemología de lo conmensurable y la hermenéutica de lo inconmensurable desde una percepción no dual por el sujeto cognoscente, una auténtica intuición espiritual descrita por Wilber como intuición moral básica que se constituye en una ética epistémica dentro de un marco de una episteme transracional y como fundamento para salvar el abismo cultural de la humanidad. Cabe recordar en dicho sentido que el abismo cultural de Occidente es un abismo de conciencia y, esta, es una dimensión subjetiva e intersubjetiva que requiere de una correcta interpretación hermenéutica complementariamente al rigor epistemológico, siendo por ello que en este trabajo de investigación se ha cuidado la meticulosidad investigativa para atender certeramente, al menos así lo cree este autor, a las circunstancias históricas, psicológicas y sociológicas que llevan a la obtención del conocimiento.

En suma, la aprehensión cognitiva desde la no-dualidad (misticismo contemplativo), se constituye en un nuevo paradigma de conocimiento amparado en la filosofía transpersonal como disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia. Ese nuevo paradigma de conocimiento ha sido fundamentado pedagógica y epistemológicamente en La educación cuántica. ¿Sería posible educar todo ello en una asignatura filosófica?

La filosofía como disciplina del amor por el saber, no debe constreñirse solo al conocimiento de la naturaleza sino, a través del hombre mismo, ascender hasta el Ser en término filosófico o hasta Dios en término teológico. Solo así se puede humanizar esta tierra y dar un sentido a la convulsa época histórica que nos ha tocado vivir. Aquel hombre que busque la verdad a través de la historia, no solo se le debe suponer una honestidad intelectual sino también una actitud ética consigo mismo, así como un amor incondicional que implementará esa inquisitiva búsqueda. Sería de una actitud ingenua ampararse parcialmente en las verdades científicas cuando estas han nacido del saber filosófico, sería como si un hijo repudiase a su padre, como si la parte pudiera ser algo desgarrada del Todo. De ahí que este trabajo de investigación apele a una integración entre la epistemología de lo conmensurable y la hermenéutica de lo inconmensurable en una síntesis de saberes mediante una genuina intuición espiritual (intuición moral básica), vuelvo a insistir una vez más como sustrato ético de nuestros actos, pensamientos y sentimientos. Solo así se me antoja que será posible un repensar humano para salvar el abismo cultural desde que Kant diferenció la ciencia (ello), la conciencia (yo) y la moralidad (nosotros) , Dios libre de culpa a este inconmensurable pensador.

Una cuestión ética así aprehendida desde la no-dualidad por el sujeto cognoscente es el fundamento epistemológico por excelencia para una educación transracional que implemente la razón con el corazón, y se presenta como un imperativo para trascender la crisis de conciencia en la que está inmersa la filosofía occidental. El abismo cultural de Occidente es un abismo de conciencia , y debiera ser salvado coadyuvado por una educación que contemple una síntesis de saberes mediante la intuición espiritual (intuición moral básica) o, dicho de otro modo, considerando a la educación como una misión espiritual al impartir un nuevo paradigma de conocimiento integrador de la filosofía con la espiritualidad, tan necesario para la actual sociedad visión-lógica informática. Por tanto, desde un punto de vista pedagógico, también inquiere un nuevo paradigma educativo sustentado en una filosofía transpersonal integradora de la sabiduría y el amor pues, el saber sin amor, es puro egoísmo y la causa de tanto sufrimiento en este mundo.

5 - DIOS JUEGA A LOS DADOS CON EL UNIVERSO

Desde el surgimiento de la física cuántica, los científicos se han enfrentado a un quebradero de cabeza: la teoría cuántica cuestiona la naturaleza de la realidad. El Principio de Determinismo de la Física no es aplicable a los sistemas descritos a través de la Teoría Cuántica. Cuánticamente, el proceso de la medida afecta al estado sobre el que se mide, haciéndolo además de manera impredecible. Ese problema de interpretación es uno de los problemas más serios que plantea la física cuántica. Un experimento llevado a cabo por Aspect, Dalibard y Roger en 1982 supuso, después de cuarenta y siete años, la materialización práctica del experimento “mental” expuesto en el argumento EPR en 1935. La paradoja de Einstein-Podolsky-Rosen, denominada “Paradoja EPR”, consiste en un experimento mental propuesto por Albert Einstein, Boris Podolsky y Nathan Rosen en 1935. Es relevante históricamente, puesto que pone de manifiesto un problema aparente de la mecánica cuántica, y en las décadas siguientes se dedicaron múltiples esfuerzos a desarrollarla y resolverla.

El argumento EPR no pretendía mostrar que la Teoría Cuántica fuese incorrecta, sino “incompleta”, y que, por lo tanto, debía completarse introduciendo una serie de elementos de realidad (denominados “variables ocultas”) que, debidamente acomodados dentro del formalismo de la teoría, permitiesen elaborar predicciones deterministas, no probabilistas, ya que Einstein pensaba que las probabilidades cuánticas tenían un origen subjetivo como consecuencia de carecer de una información completa relativa a las propiedades de los sistemas estudiados.

La conclusión del experimento “mental” es clara: la descripción física del mundo basada en la idea de una realidad separable ¡falla! Es decir, el primer modo de conocimiento, el dualismo sujeto-objeto en el que está enfrascado el materialismo científico, remite inexorablemente al segundo modo de saber, la no dualidad, la aprehensión mental de la realidad (misticismo), una cuestión que los escépticos reniegan ya sea por ignorancia o por orgullo. La mecánica cuántica ha cambiado radicalmente la noción que tenemos de la realidad, lo cual, también, implica una nueva noción del concepto de causalidad que es posible que tenga profundas implicaciones, incluso de naturaleza filosófica. La ciencia clásica se construyó con el método cartesiano de analizar el mundo descomponiéndolo en partes, y uniendo después esas partes de acuerdo a leyes causales: el reduccionismo. La figura determinista del universo que así resulta estaba íntimamente relacionada con la imagen de la naturaleza funcionando como un reloj preciso, idea muy querida por Einstein. Sin embargo, en física cuántica esa figura mecánica y determinista ya no es posible. En palabras de Hawking: “Dios juega a los dados con el universo. Toda la evidencia lo señala como un jugador empedernido, que tira los dados siempre que tiene ocasión”. Podríamos añadir que, además, y como jugador honrado, no juega con ventaja y hasta él mismo desconoce el resultado que se obtendrá, como postula Garnier en su teoría del desdoblamiento del tiempo.


Resumen de esta monografía:

El criterio de demarcación entre ciencia y religión, o la relación entre la ciencia y Dios, ha sido un arduo debate en la filosofía de la ciencia occidental. El ejemplo más emblemático ha sido la posición contrapuesta entre Richard Dawkins y Rupert Sheldrake, respectivamente, con sus obras El espejismo de Dios y El espejismo de la ciencia.

Sin embargo, lo que pocos ortodoxos científicos caen en cuenta es que la física cuántica desintegró la “rígida estructura” del conocimiento dualista en la que se sustenta el materialismo científico. Y que, la consideración de la filosofía perenne (filosofía del misticismo) desde el surgimiento de la filosofía cuántica, inauguró una nueva época en la que cada vez más científicos integraron a Dios en la ecuación del conocimiento.

En dicha línea de pensamiento, el biólogo Bruce Lipton con su obra La biología de la creencia, asestó un golpe definitivo al darwinismo oficial al afirmar que no somos víctimas de nuestros genes sino los dueños y señores de nuestros destinos, a la vez que proporcionó las bases para la ciencia y la filosofía de las medicinas alternativas, así como para la sabiduría espiritual. Bruce Lipton se define a sí mismo como un científico espiritual, y que debemos considerar al espíritu si queremos mejorar nuestra salud mental y física.

Bruce Lipton es un ejemplo muy relevante en la integración de Dios en la ciencia, pero es digno de considerar a otros pensadores como, por ejemplo, Fritjof Capra, cuyas numerosas publicaciones establecieron las relaciones entre el universo descubierto por la física moderna y el misticismo antiguo, principalmente oriental. También Ken Wilber, en su obra El espectro de la conciencia, realiza una síntesis de religión, física y psicología, refutando la filosofía del materialismo. Del mismo modo, Wilber en su obra Ciencia y Religión, muestra de qué manera la ciencia es perfectamente compatible con las grandes tradiciones espirituales del mundo y abre con ello la visión occidental a las grandes tradiciones de la sabiduría perenne. Wilber es un pionero en establecer que existen dos modos de saber: el saber científico (epistemología de lo conmensurable) y la perenne espiritualidad (hermenéutica de lo inconmensurable).

La contienda ideológica entre la ciencia y la espiritualidad, entre el saber empírico y el saber revelado, entre la razón y el espíritu, es resuelta mediante esos dos modos de saber: el conocimiento simbólico (dualidad entre sujeto-objeto) y el misticismo contemplativo (no-dualidad entre sujeto-objeto). El modo espiritual de conocimiento ha sido peyorativamente tildado como “misticismo cuántico” por los escépticos materialistas científicos, sin embargo, argumentado como un nuevo paradigma de conocimiento en mi obra La educación cuántica.

Con lo anteriormente expuesto, es imperativa una nueva cosmología entre ciencia y espíritu, ya que la historia del pensamiento ha devenido dogmáticamente en una filosofía materialista y en reduccionismo psicológico al dejar a Dios fuera de la ecuación del conocimiento. Las diferentes interpretaciones de la mecánica cuántica que aúnan ciencia y espiritualidad mediante la recuperación de la filosofía perenne, posibilitan fortalecer el movimiento transpersonal como “cuarta fuerza” psicológica. Esa trascendencia holística desde la razón hacia el espíritu permite la tan deseada integración del “yo” (subjetividad), el “nosotros” (intersubjetividad cultural) y el “ello” (ciencia y naturaleza) que fueron diferenciados por Kant mediante sus Tres críticas.

La aprehensión cognitiva de todo lo argumentado como criterio de demarcación entre ciencia y espiritualidad, se constituye en un nuevo paradigma de conocimiento amparado en la filosofía transpersonal como disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia, cuestión argumentada pedagógica y epistemológicamente en mi obra La educación cuántica.

La ciencia clásica se construyó con el método cartesiano de analizar el mundo descomponiéndolo en partes: un reduccionismo determinista del universo relacionado con la imagen de la naturaleza funcionando como un reloj preciso, una idea muy querida por Einstein. Sin embargo, desde el surgimiento de la física cuántica, esa figura mecánica y determinista ya no es posible, en palabras de Hawking: “ Dios juega a los dados con el universo”.

Si una cosa queda clara, es que el milagro de la vida sigue siendo un misterio por resolver, y que la ciencia materialista ha quedado obsoleta si no es con la contemplación de nuestra relación con Dios. En la siguiente monografía analizaremos esa relación de Dios con el misterio de la vida.
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Dios en la Filosofía Occidental

2 - DIOS EN LA FILOSOFÍA OCCIDENTAL



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Ponencia en el VIII Congreso Internacional CESPE 2023, relacionada con este trabajo de investigación

Ponencia en la 3ª edición del Diplomado Internacional de Pedagogías Emergentes, relacionada con este trabajo de investigación

Resumen de la anterior monografía: 1 - DIOS EN LA DIALÉCTICA HISTÓRICA-CULTURAL

El camino ascendente de Platón trata de la conciencia mística y trascendental que huye de los Muchos (mundo sombrío e ilusorio) y encuentra al Uno. Los Muchos volviendo al Uno y uniéndose a él es lo Bueno, y es conocido como sabiduría; el Uno de vuelta y abrazando los Muchos es Bondad, y es conocido como compasión en el camino descendente.

Platón destacaba ambos movimientos, el camino ascendente y el camino descendente, pero la civilización occidental ha sido una batalla entre ellos: entre los que querían vivir en “este mundo” de la Multiplicidad y quienes quieren solo vivir en el “otro mundo” de la Unidad Trascendental. Platón da a ambos movimientos la misma importancia, porque ambos están basados en el Uno no expresado (Dios).

Sin embargo, cuando se olvida a ese Uno no expresado (Dios), ambos movimientos se enfrentan en una guerra de opuestos: la dialéctica histórica-cultural hallaría su punto culminante con la gran inversión desde la búsqueda de lo inconmensurable (Dios) a la investigación de lo conmensurable (ciencia). Esa fractura dualista, según Wilber, duraría dos mil años.

Durante el milenio que va de Agustín a Copérnico, Occidente persiguió un ideal casi exclusivamente ascendente en la búsqueda de Dios, recomendado por la Iglesia. Pero todo cambió radicalmente con el Renacimiento y la emergencia de la Modernidad, cuyo punto culminante se alcanzaría con la Ilustración y la Edad de la Razón. De tal forma que, los ascendentes, fueron reemplazados por los descendentes.

En la Modernidad, Kant diferenció a los Tres Grandes: conciencia (yo), cultura (nosotros) y naturaleza (ello-ciencia) y, ésta última, se convertiría en un materialismo científico que derivó en un desastre cultural sin consideraciones éticas, pues la razón-egoica se impondría a la conciencia del yo (subjetividad) y a la moralidad (intersubjetividad).

Como la visión materialista no reconoce la existencia de grados de conciencia, de profundidades, de valores y méritos, el abismo cultural no podrá ser resuelto pues niega la existencia de la dimensión vertical (ascendente), de la transformación interior, de la trascendencia.

Según Wilber, la solución al abismo cultural, la integración vertical y la ética medioambiental, gira en torno al rechazo del materialismo científico. Una nueva transformación postmoderna solo puede proseguir si logramos integrar el Gran Tres diferenciado por Kant: “yo”, “nosotros” y “ello”, lo cual implica la necesaria emergencia de un nuevo tipo de sociedad que integre la conciencia, la cultura y la naturaleza. Y, dicha integración, solamente puede provenir cuando los ascendentes y descendentes se reconcilien, una salvación que solamente puede provenir de la unión entre la sabiduría y la compasión: ese es el sustrato de toda auténtica espiritualidad como visión no-dual entre Dios y la Divinidad.

Así pues, la hermenéutica de lo inconmensurable (interpretación de Dios) es un necesario camino emprendido por muchos científicos, y que requiere un obligado revisionismo de la historia, la educación y la ciencia: el fundamente epistemológico pretendido por La educación cuántica como nuevo paradigma de conocimiento.

En efecto, desde el surgimiento de la física cuántica, hay una evidencia del fracaso del materialismo científico como unívoca explicación de la realidad, siendo necesaria la filosofía del misticismo como una disciplina conciliadora para unir los ascendentes y los descendentes. En esa línea de pensamiento, el físico y astrónomo Sir James Jeans afirma que la naturaleza es mental, pues los pensamientos o las ideas, para existir, necesitan de una mente en la cual existan, de algún Espíritu Eterno (Dios), apuntando con ello al lúcido misticismo platónico .

Una vez dilucidada la dialéctica histórica-cultural a través de Platón, Kant y Wilber, veamos a continuación la importancia de Dios en la filosofía occidental. A tal efecto, entraremos en materia para la comprensión de los Tres Grandes diferenciados por Kant mediante sus Tres Críticas, insertadas dentro de los cuatro cuadrantes de Ken Wilber.

1- LAS “TRES CRÍTICAS" DE KANT Y LOS “CUATRO CUADRANTES” DE KEN WILBER

Para Wilber, las diferentes versiones de la “verdad” se presentan bajo cuatro aspectos:

-Las formas exteriores del desarrollo, por ejemplo, pueden ser valoradas de manera objetiva e empírica.
-Pero todo desarrollo comprehensivo también posee una dimensión interna, una dimensión subjetiva e interpretativa que está ligada a la conciencia y la introspección.
-Pero, además, el desarrollo externo y el interno, no tienen lugar aisladamente y de manera individual, sino que acontecen en el seno de un contexto social y cultural.

Esos son los cuatro cuadrantes, y ninguna de esas formas de la “verdad” puede ser reducida a las demás.

En su teoría de los cuatro cuadrantes, Wilber incluye al Gran Tres diferenciado por Kant mediante sus Tres Críticas: el arte (yo), la ciencia (ello) y la moral (nosotros); dicho de otro modo, estamos hablando de las Tres Grandes categorías platónicas: la Bondad (la moral, el “nosotros”), la Verdad (la verdad proposicional, la verdad objetiva propia del “ello”) y la Belleza (la dimensión estética percibida por cada “yo).

La tarea de la Modernidad fue la diferenciación del Gran Tres, y la misión de la postmodernidad es la de llegar a integrarlos, es decir, formas de integrar la mente, la cultura y la naturaleza, formas de respetar al Espíritu en los cuatro cuadrantes.

Dado que, el Espíritu-en-acción se manifiesta en los cuatro cuadrantes, cualquier interpretación adecuada de la experiencia espiritual debería tenerlos en consideración a todos ellos. No es solo que nosotros estemos compuestos de niveles diferentes (materia, cuerpo, mente, alma y Espíritu) sino que cada uno de esos niveles, a su vez, se manifiesta en cuatro facetas (intencional, conductual, cultural y social).

Sin embargo, con el avance de las ciencias empíricas que tuvieron lugar en el periodo que va desde el Renacimiento hasta la Ilustración, nos hicieron creer que toda realidad podía ser abordada y descrita en los términos objetivos propios del lenguaje monológuico del “ello” e, inversamente, que si algo no podía ser estudiado y descrito de un modo objetivo y empírico, no era “realmente real”. Así fue como el Gran Tres terminó reducido al “Gran Uno” del materialismo científico: una visión chata del mundo.

Según Wilber, solamente quienes se hallen interesados en la espiritualidad, podrán comenzar a integrar las corrientes ascendentes y descendentes, cuando rechacemos la visión chata del mundo. Por tanto, de la mano de Ken Wilber, estamos asistiendo en Occidente a un completo olvido de la profundidad espiritual y, consecuentemente, nos permite concluir que el abismo cultural de Occidente es un abismo de conciencia, cuestión que vamos a analizar seguidamente más en profundidad.

2 - EL ABISMO CULTURAL DE OCCIDENTE ES UN ABISMO DE CONCIENCIA

El supuesto básico de la Teoría de la relatividad de Einstein es que la localización de los sucesos físicos, tanto en el tiempo como en el espacio, son relativos al estado de movimiento del observador. Si fuera posible viajar a la velocidad de la luz, seríamos viajeros en el tiempo.

Pero esa cuestión intenta resolver el desplazamiento físico a través del tiempo, es decir, en el universo material. Sin embargo, como postula el físico y astrónomo Sir James Jean, la naturaleza es mental. Si además como dice Pauli: “La mente parece moverse a partir de un centro interior hacia fuera, por un movimiento como de extraversión hacia el mundo físico, donde se supone que todo sucede de modo automático, de manera que se diría que el espíritu abarca serenamente al mundo físico con sus Ideas”. Así pues, la ciencia natural de la época moderna implica una elaboración cristiana del lúcido misticismo platónico, para el cual el fundamento unitario del espíritu y la materia reside en las imágenes primordiales, donde tiene también lugar la comprensión, en sus diversos grados y clases, incluso hasta el conocimiento de la palabra de Dios. Pero Pauli añade una advertencia: “Este misticismo es tan lúcido que es capaz de ver más allá de numerosas oscuridades, cosa que los modernos no podemos ni nos atrevemos a hacer”.

El misticismo contemplativo es un modo de saber contemplado por los padres de la física moderna, y nos hablan de Dios, del espíritu, de Platón, de la naturaleza mental, en definitiva, de un camino hermenéutico a investigar como camino complementario al dogmático materialismo científico que ha dominado a Occidente. Ahora son los propios científicos quienes ponen el espíritu en la ecuación del conocimiento, dando por sentado que existen dos modos de saber tal como ha demostrado epistemológicamente Ken Wilber en su obra El espectro de la conciencia.

El primer modo de saber (epistemología de lo conmensurable), se deriva del dominio del “ello” sobre el “yo” y el “nosotros”, es decir un dominio cognitivo del materialismo científico quien debería habernos explicado esa “realidad” de ahí fuera. Sin embargo, al decir de las neurociencias, es ilusión. El mundo de ahí fuera es pura ilusión, una cuestión que ya Einstein profetizó: “La diferencia entre el pasado, el presente y el futuro es una ilusión persistente”. Para Einstein, los conceptos de espacio y tiempo son construcciones nuestras, lo cual le indujo a elaborar su monumental Teoría de la relatividad.

Pero además de que la “realidad” de ahí fuera es una ilusión, el modo de conocerla, el materialismo científico que reniega del Espíritu, ha visto resquebrajada su “rígida estructura” dualista que ha dominado a la mente occidental. No en vano las filosofías orientales, quienes están más orientadas al mundo interior, han sido integradas en la psicología occidental, dando nacimiento a la psicología humanista mediante la Pirámide de Maslow para vislumbrar la posibilidad de experiencias cumbres o trascendentales. Posteriormente nació la psicología transpersonal como la “cuarta fuerza”, presentándose como un nuevo paradigma de conocimiento que, inherentemente, requiere de una renovada visión de la historia, la ciencia y la espiritualidad pero, eminentemente, desde un revisionismo de la psicología cognitiva y educativa.

Es evidente que las viejas estructuras sociales, educativas, psicológicas, espirituales, científicas, pero sobre todo, filosóficas, deben ser reemplazadas por nuevos paradigmas de pensamientos en todos esos respectivos campos del saber. Ahora bien, como he creído demostrar anteriormente, el camino de las exterioridades, del mundo sensible, no es el más certero pues obvia al espíritu encarnado como un racionalismo espiritual o “nosotros” (imperativo categórico kantiano), una cuestión que solo puede ser aprehendida desde una visión hermenéutica de lo inconmensurable. Por tanto, solo nos queda poner el foco de sabiduría en el mundo interior, en el mismo sentido como ya lo reivindicaba el inconmensurable Sócrates: ““Aquel que quiera cambiar el mundo debe empezar por cambiarse a sí mismo”.

La filosofía occidental nacida en Grecia hace aproximadamente 2.500 años, ha dado una vuelta de tuerca mediante la dialéctica histórica. Desde la época que va desde San Agustín a Copérnico, Occidente se movió siguiendo un ideal puramente ascendente, un ideal esencialmente ultramundano, un ideal según el cual la salvación y la liberación final no pueden ser halladas en este mundo, en esta Tierra y en esta vida, de modo que, desde ese punto de vista, las cosas realmente importantes solo ocurren después de la muerte, en el dominio de lo ultramundano. Con el advenimiento de la modernidad y la postmodernidad, en cambio, asistimos a una profunda subversión de este punto de vista, una transformación en la que los ascendentes desaparecen de escena y dejan su lugar a los descendentes, la idea de que el único mundo que existe es el mundo sensorial, empírico y material, un mundo que niega dimensiones superiores y más profundas y, negando por tanto, estadios superiores de la evolución de la conciencia, negando la trascendencia. Bienvenidos, por tanto, al mundo chato a decir de Wilber, al dios del capitalismo, del marxismo, del industrialismo, de la ecología profunda, del consumismo o del ecofeminismo, al Gran Uno asentado sobre el reduccionismo del materialismo científico o “ello” como jerarquía de dominio sobre el “yo” y el “nosotros”.

Sin lugar a dudas, el abismo cultural de Occidente es un abismo de conciencia, y ese sería su gran fracaso epistemológico.

3 - EL FRACASO EPISTEMOLÓGICO DE OCCIDENTE

El fracaso epistemológico de Occidente es evidente al no haber logrado la integración del “yo” (arte), el “nosotros” (moral) y el “ello” (ciencia) , tal es la conclusión de la primera parte de Breve historia de todas las cosas a decir de Wilber: “No deberíamos, pues, buscar la solución regresando a la indisociación mítica o mágica del Gran Tres en la que el yo, la cultura y la naturaleza todavía no se habían diferenciado. Debemos desembarazarnos de la miseria de la Modernidad (la disociación) sin renunciar, en cambio, a sus facetas más esplendorosas (la diferenciación). De modo que, si la tarea del la Modernidad fue la diferenciación del Gran Tres, la misión de la postmodernidad es la de llegar a integrarlos”.

Wilber considera que Occidente ha completamente olvidado las dimensiones espirituales, abocando con ello a un “mundo chato” dominado por los ascendentes y los descendentes, y que han llevado al colapso de la Modernidad. Wilber explica la génesis de dicho problema Occidental: “Todo comenzó a cambiar radicalmente con el Renacimiento y la emergencia de la Modernidad, un cambio que alcanzaría su punto culminante con la Ilustración y la Edad de la Razón y que bien podríamos resumir diciendo que los ascendentes fueron reemplazados por los descendentes”.

La obra de Wilber aborda en extensión los ascendentes y los descendentes como rivales antagónicos que necesitan de una integración, y nos explica la génesis histórica de este rechazo de lo espiritual, la razón histórica concreta que explica los motivos por los cuales el Occidente moderno ha llegado a negar la validez de los estadios transpersonales. La posibilidad y necesidad de una filosofía hermenéutica está meridianamente demostrada por Wilber en Breve historia de todas las cosas, a partir de la cual hemos esbozado los parámetros históricos y hermenéuticos, a saber, la diferenciación de los Tres Grandes a partir de Kant, y el colapso del Kosmos al ser reducidos al Gran Uno: el materialismo científico. En suma, estamos asistiendo en Occidente a un completo olvido de la profundidad espiritual.

Los ascendentes y los descendentes, al fragmentar el Kosmos, están alimentando la brutalidad de la contienda y no hacen más que tratar de contagiar al otro bando sus enfermedades. Pero no es en la lucha sino en la unión entre los ascendentes y los descendentes donde podremos encontrar armonía, porque solo podremos salvarnos, por así decirlo, cuando ambas facciones se reconcilien. Y tal salvación solo puede provenir de la unión entre la sabiduría y la compasión.

Y esa ausencia de conciliación entre la sabiduría y la compasión, se convertiría en una pesadilla de odio entre Razón y Espíritu.

4 - OCCIDENTE: UNA PESADILLA DE ODIO ENTRE RAZÓN Y ESPÍRITU

Desde hace unos dos mil años, los ascendentes y los descendentes se hallan enzarzados en la misma batalla, una batalla en la que cada bando reclama ser la Totalidad y acusa al otro de ser el Mal, fracturando así el mundo en una pesadilla de odio y rechazo. Después de tantos años de lucha, los ascendentes y los descendentes siguen atrapados en la misma locura, en una pesadilla de odio entre razón y espíritu como fundamento del fracaso epistemológico de la filosofía occidental.

La solución a esta contienda consiste en integrar y equilibrar las corrientes ascendentes y descendentes en el ser humano, de forma que la sabiduría y la compasión puedan aunar sus fuerzas en la búsqueda de un Espíritu que trascienda e incluya este mundo, que englobe este mundo y todos sus seres con su amor, una compasión, un cuidado y un respeto infinito, la más tierna de las misericordias y la más resplandeciente de las miradas. Sin embargo, como denuncia Stephane Hessel, miembro del comité que redactó la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, hay razones más que suficientes para una insurrección pacífica y para la indignación en contra de la dictadura de los mercados, requiriéndose con urgencia una economía humanista que dé prioridad muy especialmente al empeño de humanizar una ciencia que suele ser representada con una frialdad impasible. Ese ideal humanista reivindicado por José Luis Sampedro, paradójicamente, está imbuido de la sabiduría perenne tanto de Occidente como de Oriente. Los pensamientos y los sentimientos de José Luis Sampedro son una luminaria humanista en los que Occidente debería ilustrarse para trascender la crisis de su filosofía y de su ciencia.

Ahora bien, y aquí está la cuestión fundamental: ¿Quién maneja los hilos de la historia, la cultura, la filosofía y la educación? Ya Descartes nos anticipó que existía un “genio maligno” que manipulaba al ser humano. Veamos quién está detrás de esa mano negra.

5 - IDENTIFICADO Y LOCALIZADO EL “GENIO MALIGNO” DE DESCARTES

1 – El “genio maligno” en la filosofía de Descartes

El “genio maligno” es un recurso empleado por Descartes en la duda metódica para radicalizar la búsqueda de un conocimiento evidente. Consiste en la hipótesis de que tal vez nos ha creado un dios que busca engañarnos aún en aquellos conocimientos que nos parecen más evidentes; que nos haya hecho de tal forma que cuando nos parezca vivir en la verdad más manifiesta no estemos en la verdad sino en el error. Tras el descubrimiento del “cogito”, la demostración de la existencia de Dios y la demostración de su bondad, Descartes rechaza la hipótesis del genio maligno.

2 – El “genio maligno” y la filosofía cuántica

Sin embargo, Descartes no iba mal encaminado pues, con los descubrimientos de la filosofía cuántica -de que la realidad es una ilusión-, habría que buscar en dimensiones alternativas la naturaleza de la “realidad”, lo cual dio lugar al surgimiento del paradigma holográfico. Según los descubrimientos de Karl Pribam, el cerebro opera como un holograma. Por otro lado, el trabajo de David Bohm en la física subatómica, le llevó a la conclusión de que las entidades físicas que parecían separadas y discretas en el espacio y el tiempo, estaban realmente vinculadas o unificadas de una manera implícita o subyacente. Y como culmen a dichos planteamientos, convendría leer la obra El universo holográfico de Michael Talbot, en la que nos desvela curiosos fenómenos que no tienen explicación para la ciencia moderna, pero que sí pueden interpretarse mediante la física cuántica o modelos teóricos como el paradigma holográfico. De esta manera, el tiempo y el espacio no son más que productos de nuestra manera de percibir, pero estamos tan “programados” para aceptar estos conceptos como categorías absolutas que nos cuesta incluso imaginarlo. El paradigma holográfico no sólo sirve para explicar fenómenos de la física y la neurología que la ciencia clásica es incapaz de interpretar, sino que pone de manifiesto que la ciencia no está libre de prejuicios ni es tan objetiva como nos quieren hacer creer los científicos, ya que el universo abarca bastante más de lo que nos permite percibir nuestra cosmovisión actual.

Si tenemos en cuenta dicha distopia temporal desde la filosofía cuántica, podríamos aseverar que somos viajeros en el tiempo a través de la reencarnación y que la naturaleza es mental. En efecto, el tiempo se vuelve entonces relativo, y el pasado, el presente y el futuro coexisten. De hecho, el supuesto básico de la Teoría de la relatividad de Einstein es que la localización de los sucesos físicos, tanto en el tiempo como en el espacio, son relativos al estado de movimiento del observador. Y de ello se desprende que, si fuera posible viajar a la velocidad de la luz, seríamos viajeros en el tiempo. Pero esa cuestión intenta resolver el desplazamiento físico a través del tiempo, es decir en el universo material. Sin embargo, como postula el físico y astrónomo Jean, la naturaleza es mental. A tenor de ello, según el asombroso fenómeno cuántico conocido como entrelazamiento cuántico, el físico John S. Bell demostró que existe un oscuro mecanismo no-local por el cual, el espacio y el tiempo tal como los concebimos, son irreales: es como si no existieran. Einstein había apuntado a que debían existir algunas variables locales desconocidas que lograban que apareciera ese efecto falsamente. Pero Bell proponía que no es así. Proponía que existe cierta energía que no conocemos, y que logra transmitir la información de una partícula a la otra. Así una partícula sabe inmediatamente lo que le está ocurriendo a la otra.

Sin embargo, en las últimas décadas, se han realizado diferentes experimentos muy serios y rigurosos, que han demostrado científicamente que Bell tenía razón, y por tanto han dado la victoria a la física cuántica frente a lo que defendía Einstein. Desde luego, si algo se puede afirmar es que la teoría cuántica es muy robusta, y se encuentra sostenida por infinidad de rigurosas demostraciones experimentales, que demuestran su validez, y su elevado grado de precisión.

Obviamente, uno de los principales problemas que veía Einstein era que el entrelazamiento cuántico parece violar la teoría de la relatividad. Si se puede transmitir a años luz una información entre partículas, de forma inmediata, entonces la velocidad máxima ya no es la luz… ¿Es eso cierto? Bueno, es necesaria alguna explicación. Si hablamos de ondas, es decir, de energía, entonces es así. Pero de lo que habla Bell no es de energía, sino de información. La energía se transmite en el vacío a la velocidad de la luz, pero la información parece poderlo hacer de forma instantánea. Por ello, no está violando necesariamente la teoría de la relatividad.

Tenemos ahí, pues, la gran clave: es la información quien viaja fuera del espacio/tiempo que percibimos mediante nuestros sentidos. Si además, tenemos en cuenta el universo holográfico antes señalado, nos permite adentrarnos en dimensiones más allá de la tercera dimensión (espacial), es decir, en la cuarta dimensión (temporal) tal como específicamente reconoce la física a dichas dimensiones.

3 – El “genio maligno” habita en la cuarta dimensión

Entonces, la gran pregunta sería: ¿cómo adentrarnos en esa dimensión fuera de nuestro espacio/tiempo percibido? Esa cuestión ha quedado expuesta en mi artículo FILOSOFÍA TRANSPERSONAL: DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA, en la que aludo al subconsciente como puerta de acceso por el ser humano a una dimensión alternativa a nuestros tradicionales sentidos físicos. Una cuestión demostrada por el médico venezolano William Criado mediante la hipnosis clínica regresiva. Este médico nos adentra en la cuarta dimensión donde habita el enemigo invisible de la humanidad: sí, estamos hablando de las fuerzas oscuras como reptilianos, dragones y otras razas interdimensionales que interfieren y controlan el mundo tridimensional que habitamos o Matrix, tal como demuestra David Icke, uno de los pioneros en esas cuestiones. David Icke lo resume certera y estupendamente en su obra Hijos de matrix:

“Este libro se ha escrito con el objetivo de reunir las pruebas y antecedentes del control extraterrestre, intraterrestre e interdimensional que ha dominado el planeta Tierra durante miles de años hasta el día de hoy, intentando presentar la imagen más clara posible de las fuerzas que diariamente manipulan y dirigen las vidas del género humano. Los linajes que hoy controlan el mundo y nuestras vidas son los mismos que dominaron Lemuria, la Atlántida, Sumeria, Egipto, Babilonia, el Imperio romano, el británico y los demás imperios europeos. Ellos son los presidentes de Estados Unidos, los primeros ministros, las familias que controlan bancos y empresas, los propietarios de los medios de comunicación y aquellos que controlan el ejército. Hemos sido dominados por la misma tribu entrecruzada de híbridos extraterrestres o intraterrestres, los nefilim, durante miles de años y ahora estamos enfrentándonos a un momento crucial de su vasto plan.”

Concluyendo pues, gracias a las investigaciones de la filosofía cuántica, podemos afirmar que, dicho “genio maligno”, sí existe, y se identifica con los seres obscuros como reptilianos y dragones y están localizados en la cuarta dimensión. Una cuestión filosófica aparentemente estéril como el “genio maligno” argumentado en la filosofía de Descartes, siglos más tarde y mediante la física cuántica, así como la hipnosis regresiva, nos permite aseverar que el “genio maligno” existe y es muy peligroso para la supervivencia de la humanidad.

Quizá, algún día, se podrá explicar este artículo como una asignatura de filosofía transpersonal a los estudiantes del futuro. De momento, bastante trabajo habrá para hacer comprender ello a los escépticos materialistas científicos.


Resumen de esta monografía:

Las Tres Grandes categorías platónicas (Bondad, Verdad y Belleza) son diferenciadas por Kant mediante sus Tres críticas y, posteriormente, identificadas por Ken Wilber como cuatro cuadrantes : la dimensión interior subjetiva, la dimensión conductual objetiva del sujeto, la dimensión intersubjetiva (cultural) y la dimensión funcional social colectiva.

Dicha dialéctica histórica-cultural desemboca en un abismo de conciencia en la cultura occidental al imponerse el materialismo científico sobre las dimensiones subjetiva e intersubjetiva, siendo ello su gran fracaso epistemológico al no lograr la integración del “yo” (conciencia), “nosotros” (moralidad) y la naturaleza (ciencia).

Dicho fracaso epistemológico abocaría en una pesadilla de odio entre Razón y Espíritu, entre los descendentes y los ascendentes. Y, la única solución, estriba en la integración de la sabiduría y la compasión, de tal modo que, este mundo y sus seres sean englobados por el amor del Espíritu.

Ahora bien, ¿Quién maneja los hilos de la historia, la cultura, la filosofía y la educación? Ya Descartes nos habló del “genio maligno”, pero con el surgimiento de la filosofía cuántica, la realidad se presentaba como una ilusión a la vez que se vislumbraba un universo holográfico más allá de nuestra percepción sensorial. Y en esa metafísica por descubrir, la hipnosis clínica regresiva nos demostraba que existe un enemigo invisible de la humanidad, el cual habita en la cuarta dimensión desde donde ejerce un control sobre la humanidad, más conocido popularmente ese control como Matrix.

Lo anteriormente expuesto solamente se puede comprender desde los postulados de la filosofía transpersonal como ciencia de la conciencia, la cual aborda la metafísica como una condición necesaria al estudiar las dimensiones alternativas más allá de los sentidos físicos. Así, habrá que proseguir con nuestras investigaciones, y buscar cuál es la relación de Dios con la ciencia y cuál es el criterio de demarcación entre ciencia y religión, cuestión que se analizará en la siguiente monografía.
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