"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

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LA EDUCACIÓN CUÁNTICA: 4ª EDICIÓN GRATIS EN PDF

Platón, Kant y Wilber: ¿qué tienen en común esos insignes pensadores?
¿Es posible una salida postcapitalista?
¿Existe una conspiración contra la humanidad?
El debate entre física cuántica y espiritualidad: ¿realidad o ficción?
¿Es posible una ciencia de la conciencia?
¿Qué es la filosofía transpersonal?
¿Por qué cada vez más colegios introducen la meditación?
¿Hacia dónde se dirige la psicología humana?

LA EDUCACIÓN CUÁNTICA aborda en 714 páginas dichas inquietudes existenciales, filosóficas y educativas, con un claro propósito: poner un poco de orden en la teoría del conocimiento (epistemología) y en la historia del pensamiento (filosofía), con el fin de educar a las futuras generaciones en libertad y con conocimiento de causa.



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FILOSOFÍA TRANSPERSONAL Y EDUCACIÓN TRANSRACIONAL

UNA FILOSOFÍA ALTERNATIVA AL CAPITALISMO

KEN WILBER Y LOS NUEVOS PARADIGMAS DE LA HUMANIDAD

CAPITALISMO Y CONCIENCIA

PENSAR EN SER RICO

PENSAR EN SER LIBRE

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OBJETIVOS

OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN CUÁNTICA

Este artículo está reproducido en la tercera parte de la obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD

Este artículo está incluido en el PREÁMBULO METODOLÓGICO de la 4ª edición revisada y ampliada de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA .

Desde 1948, el artículo veintiséis de los Derechos Humanos referente al derecho de la educación, como en otras facetas sociales, económicas y políticas, ha sido ninguneado por Los amos del mundo (Navarro, 2012). Sin embargo, novedosas iniciativas de hacer pedagogía están llegando al estamento educacional. Son tiempos de un revisionismo educacional como se verá, pero también de un revisionismo humano en el modo como percibimos nuestro mundo y el universo. En efecto, es pertinente una mirada retrospectiva en la historia del pensamiento a través de una filosofía crítica, es decir, como pensamiento divergente y alternativo al pensamiento único neoliberal (Dumenil, 2014) que ha dominado la reciente historia de Occidente: ese es el propósito de este trabajo de investigación al proponer una integración de la racionalidad y la espiritualidad como nuevo paradigma de conocimiento fundamentado en la filosofía transpersonal y argumentado pedagógicamente como La educación cuántica , una obra que propugna los siguientes revisionismos:


1 - Un revisionismo histórico

El “misticismo cuántico” debe ser reconsiderado como filosofía transpersonal, por simple justicia histórica y epistemológica.

El “misticismo cuántico” es un término peyorativo utilizado por los ortodoxos materialistas científicos para calificar de pseudociencia la creencia de que las leyes de la mecánica cuántica incorporan ideas místicas. Sin embargo, desde un punto de vista epistemológico, Wilber (2005b) ha demostrado que el conocimiento simbólico (dualidad entre sujeto y objeto) y el misticismo contemplativo (no dualidad entre sujeto y objeto) son dos modos de saber, diferentes pero complementarios. Así, la no dualidad entre sujeto y objeto se presenta como una alternativa epistemológica al tradicional materialismo científico (dualidad entre sujeto y objeto), aunque los escépticos la descalifiquen despectivamente como “misticismo cuántico” .

La experiencia mística o filosofía del misticismo es una filosofía de la espiritualidad como sustrato epistemológico de la filosofía perenne. Según los partidarios de la filosofía perenne, hay una realidad última que puede ser aprehendida por el intelecto en determinadas condiciones especiales (Ferrer, 2003). En dicho sentido, la meditación es una puerta de acceso a dicha realidad superior y puede provocar considerables cambios en las regiones cerebrales relacionadas con la memoria, la autoconciencia, la empatía y el estrés. Es decir, que algo considerado espiritual, nos transforma físicamente y puede mejorar nuestro bienestar y nuestra salud (Lazar, 2011). Dicha dimensión espiritual y trascendente de la naturaleza humana y de la existencia, en el ámbito de la psicología, tiene su correlato con el surgimiento de la psicología transpersonal como “cuarta fuerza” tras el conductismo, el psicoanálisis y la psicología humanista. Dichos planteamientos trascendentales han sido plasmados en la Tesis Doctoral de Iker Puente, titulada Complejidad y Psicología Transpersonal: Caos, autoorganización y experiencias cumbre en psicoterapia (Facultad de Psicología, Universidad Autónoma de Barcelona, 2014).

Por tanto, en función de los anteriores apuntes, desde un punto de vista estrictamente epistemológico y científico, el “misticismo cuántico” es un anacronismo histórico que perdura en el establischment académico oficial, razón por la cual en esta obra se realiza la pertinente argumentación para que el “misticismo cuántico” sea reconsiderado como filosofía transpersonal. Así, por justicia histórica y epistemológica, La educación cuántica tiene como fundamental propósito el reconocimiento de la filosofía transpersonal como paradigmática trascendencia a la crisis que padece la filosofía occidental al sustentarse exclusivamente en un materialismo científico que ha colapsado al Kosmos en un mundo chato (1). Consecuentemente, el misticismo y la meditación se constituyen en una puerta de acceso para la sanación trascendental del ser humano en el mismo sentido que ya lo apuntara Platón: “La filosofía es un silencioso diálogo del alma consigo misma entorno al Ser”; una cuestión tratada más específica y exhaustivamente como un camino ascendente hacia la sabiduría.

Desde la dogmática comunidad científica sustentada en el materialismo, el misticismo cuántico es considerado como una creencia pseudocientífica, en la cual las leyes de la mecánica cuántica incorporan ideas místicas similares a aquellas encontradas en ciertas tradiciones religiosas. El término “charlatán cuántico” ha sido usado peyorativamente por dichos escépticos materialistas para descartar la creencia de que la teoría cuántica aprueba creencias místicas. Sin embargo, el misticismo cuántico, entendido como una descripción neutral de las ideas que combinan los conceptos del misticismo oriental y la física cuántica, plantea un problema epistemológico de hondo calado científico y cultural así como de incalculables consecuencias metafísicas y filosóficas. La esencia de este ensayo es demostrar los fundamentos racionales del misticismo cuántico, y que debe ser reinterpretado convenientemente como filosofía transpersonal desde que el filósofo Ken Wilber (2005a) dilucidó científica y filosóficamente los dos modos de saber -el método científico (dualidad entre sujeto y objeto) y el místico (no dualidad entre sujeto y objeto)- en su obra El espectro de la conciencia. Como se argumentará en este ensayo, la física cuántica, correctamente interpretada, posibilita una epistemología que contemple esos dos modos de saber avalados por brillantes mentes científicas (Wilber, 2013) y, a su vez, posibilita también un giro copernicano en el modo de aprehender el conocimiento y ser transmitido generacionalmente mediante una educación cuántica, objetivo de este trabajo, en oposición a la visión mecanicista, industrial y positivista de la escolarización tradicional.

La filosofía transpersonal es una disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia así como los estudios de la conciencia y se constituye en Una filosofía alternativa al capitalismo y en un fundamento epistemológico para una educación transracional que implemente la razón con el corazón pues, el saber sin amor, es puro egoísmo y la causa de tanto sufrimiento en este mundo.

2 - Un revisionismo filosófico

La filosofía tradicional impartida en el sistema educativo occidental debe integrar a la espiritualidad y, consecuentemente, requiere de una trascendencia paradigmática hacia la filosofía transpersonal. Ello inquiere no solo una reconstrucción epistemológica en los términos argumentados en este trabajo de investigación, sino también que sea impartida como una asignatura educativa de modo que, los educandos, tengan a su alcance cognitivo una visión integral de la ciencia y el espíritu bajo una visión hermenéutica.

Por filosofía tradicional se entiende, en este ensayo, el cuerpo de conocimientos que se iniciaron con la filosofía moderna hasta llegar a la posmodernidad y concluyeron en la filosofía contemporánea como contraposición historicista a la reciente filosofía transpersonal iniciada por Ken Wilber. Esta filosofía tradicional ha desembocado en el pensamiento único neoliberal que ha secuestrado a la racionalidad colectiva expresada en las democracias occidentales, sometiendo a estas a una plutocracia. Del mismo modo que la filosofía escolástica supeditó la razón a la fe, el economicismo neoliberal ha sometido la razón al servicio de la fe ciega en los mercados. Al reincorporar la espiritualidad en la razón humana, la filosofía transpersonal es una renovada visión y una superación paradigmática de la filosofía tradicional.

3 - Un revisionismo epistemológico

La humanidad se halla ante un cambio de paradigma en el modo de pensar donde, la razón surgida de la racional-modernidad, debe reconciliarse con el espíritu, del mismo modo que la filosofía materialista debe hacerlo con la filosofía perenne (Huxley, 2010), y el hombre moderno con el sabio que lleva en su interior (Droit, 2011). Y ello debe realizarse imperativamente mediante una visión hermenéutica de lo inconmensurable que trascienda e incluya a la epistemología de lo conmensurable, constituyéndose así en un nuevo paradigma de conocimiento.

Existen muchas perspectivas desde las que se puede considerar el conocimiento, siendo la consideración de su función y fundamento un problema histórico de la reflexión filosófica y de la ciencia. La rama de la ciencia que estudia el conocimiento es la epistemología o teoría del conocimiento. La teoría del conocimiento estudia las posibles formas de relación entre el sujeto y el objeto. Se trata, por lo tanto, del estudio de la función del entendimiento propio de la persona, un objetivo subyacente al constructo filosófico desplegado en este ensayo que, como se argumentará debida y oportunamente, propugna dos modos de saber: el dual entre sujeto y objeto (método científico), y el no dual entre sujeto y objeto (trascendental).

Desde la teoría del conocimiento, he pretendido ocuparme de problemas tales como las circunstancias históricas, científicas, psicológicas y filosóficas que llevan a la obtención de la sabiduría, una eterna dialéctica a resolver por la humanidad pues, la racionalidad (método científico) y la espiritualidad (conocimiento revelado), han seguido caminos divergentes en la historia del pensamiento (véase ciencia versus religión), hasta que la física cuántica remitió inexorablemente hacia esos dos modos de saber (Wilber, 2005b): el materialismo científico (dualidad entre sujeto-objeto) y el misticismo contemplativo (no dual entre sujeto-objeto, trascendental), diferentes entre sí pero complementarios. Así, gracias a la física cuántica, esa dicotomía cognitiva ya no se presenta como una antinomia insuperable sino, ahora sí, como una paradigmática evolución holística desde el materialismo científico hacia el racionalismo espiritual.

Sin embargo, al margen de la anterior consideración estrictamente científica y filosófica, también intentaré demostrar en este ensayo que las circunstancias históricas y sociológicas han sido objeto de una ingeniería social y mental por parte de los poderes fácticos, una conspiración en toda regla para recluir a la humanidad en la caverna platónica. Para romper esas cadenas de la esclavitud y de la ignorancia inducida, es preciso un nuevo paradigma de conocimiento como tesis de este ensayo, de modo que toda persona con pensamiento crítico y divergente al pensamiento único neoliberal tenga los necesarios argumentos para actuar en libertad y con conocimiento de causa para, así, rendir homenaje a este aforismo bíblico: “la verdad os hará libres”.

Porque la libertad es también importante en ética, en filosofía social y política, en la filosofía de la mente, en metafísica, en la teoría del conocimiento, en la filosofía de las leyes, en la filosofía de la ciencia y en la filosofía de la religión: no puede haber “verdad” sin una genuina libertad desde el empoderamiento consciente de nuestro propio destino como personas y como humanidad. En definitiva, el empoderamiento consciente es una vía de sanación y fuente de inspiración para dirigir cada cual su vida en el mejor de los sentidos. Porque, a la postre, como dijera Carl Jung, las personas sufren porque no saben darle un sentido a su vida.

Mis investigaciones en los citados campos de estudio han alumbrado otra necesaria revisión a realizar, a saber, la de la tradicional educación, de ahí esta propuesta como “educación cuántica”. La educación cuántica postula una metodología pedagógica al efectuar los necesarios revisionismos antes citados, en aras de educar a las venideras generaciones en libertad y con conocimiento de causa desde el empoderamiento consciente. Porque “la verdad os hará libre”, lo cual conlleva inherentemente un replanteamiento cognitivo sobre la comprensión del mundo y de la persona. Dicho giro cognitivo del “ver para creer” (método científico) al “creer para ver” (método trascendental) invita a salir de la ignorancia en la que está sumido el ego. Esa salida de la caverna platónica es popularmente conocida como el “despertar de la conciencia” y debería llevarse a cabo conjuntamente entre la ciencia y la reflexión filosófica.

Como se argumentará en este ensayo, la mecánica cuántica es el sustrato cognitivo que posibilita un giro epistemológico (teoría del conocimiento) que afecta a nuestra comprensión y renovada interpretación de la filosofía y la psicología, al desplomarse la “rígida estructura” dualista del método científico, quien pretende explicarnos la realidad de ahí fuera y que, como demuestran las neurociencias, es una pura ilusión. Así, pues, la verdadera realidad está en el interior de cada uno de nosotros, de ahí el nuevo paradigma de conocimiento argumentado desde la filosofía perenne.

4 - Un revisionismo pedagógico

Tales revisionismos histórico, filosófico y epistemológico inquieren, consecuentemente, un revisionismo pedagógico para impartir un nuevo paradigma de conocimiento mediante la educación. Efectivamente, solamente desde una renovada perspectiva pedagógica será posible curar esta marchita civilización, quien adora el tótem del dinero en vez de descubrir el tesoro más preciado oculto en la profundidad de todo ser humano en los mismos términos planteados por el inconmensurable Platón: “La filosofía es un silencioso diálogo del alma consigo misma entorno al Ser”; un sendero de sabiduría que puede potenciarse mediante la meditación tal como están ya practicando en muchos centros escolares.

La meditación, aplicada prácticamente en los centros escolares, tiene espectaculares resultados: estimula la creatividad de los niños, ayuda en el desarrollo de la inteligencia emocional, reduce la violencia conocida como bullying, mejora los procesos de aprendizaje, aminora la sobre estimulación propia de la era de Internet y mejora la convivencia escolar. La meditación se convierte así en un medio para la sanación trascendental del ser humano desde la infancia. Como aseverara el matemático griego Pitágoras: “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”.

El nuevo paradigma educativo no es una entelequia. Los expertos señalan 2017 como el año de la revolución pedagógica: metodologías como el trabajo por proyectos, el aprendizaje colaborativo, la educación por competencias o el aprendizaje basado en la resolución de problemas serán una realidad en las aulas.

Sin lugar a dudas que la educación está en un proceso de transformación en todo el mundo gracias a la asimilación del conocimiento mediante innovadoras técnicas pedagógicas. Pero queda por dar un paso más: hacer de los estudiantes buenas personas para, poco a poco, hacer de este mundo más habitable sin violencia y cuyo objetivo debe ser alcanzar la paz. Para tal fin y parafraseando a Kant, la paz interior se presenta como un imperativo categórico. Ciertamente, como ya dijo el inconmensurable Sócrates: “Aquel que quiera cambiar el mundo debe empezar por cambiarse a sí mismo”. En dicho sentido, la meditación se presenta como una herramienta que está siendo introducida en cada vez más colegios.

Consecuentemente, la humanidad se halla no solamente ante un nuevo paradigma de conocimiento sino también ante un cambio de paradigma psicológico y, la meditación, se presenta como una herramienta pedagógica aún por descubrir en el sistema educativo occidental.

5 - Un revisionismo psicológico

Un nuevo paradigma de conocimiento, a su vez, incide en la psicología humana para aprehender la compleja realidad del mundo bajo una visión hermenéutica, la cual debe contemplar la evolución de la conciencia personal (egoica) hacia la conciencia transpersonal (Almendro, 1999) como vía de trascendencia del “yo” hacia el “nosotros” kantiano. Así, dicho revisionismo psicológico, al incorporar la espiritualidad en la psicología humana, inexorablemente conduce a un revisionismo educativo. Pero a su vez, un revisionismo educativo que contemple dicho revisionismo psicológico sustentado en la espiritualidad, se presenta como la única alternativa para revertir el actual reduccionismo psicológico positivista.

La psicología positivista o psicología tradicional es una forma de acercarse a lo psíquico a través de la introspección y el autoanálisis no excluyendo, por cierto, la observación objetiva de comportamientos. En este último sentido, la observación objetiva de los comportamientos entendidos como psicología científica, delimita el dominio de su competencia, prescindiendo de todo aquello que no se someta a la medición y a la sistematización experimental. Nociones como “yo”, “alma”, “vivencia”, “voluntad”, “conciencia”, son eliminadas cuando no modificadas por la psicología científica.

El problema de la psicología tradicional es su incapacidad para conseguir el consenso en la interpretación y explicación de los fenómenos psíquicos, debido al germen subjetivo implícito en la introspección y su dependencia del lenguaje verbal. Pero la psicología científica va más allá pues, mediante su reduccionismo, amputa y ejerce violencia sobre los fenómenos de la vida anímica.

Es evidente que la actividad psíquica no se agota en sus manifestaciones sensibles, concretas o fisiológicas. Asimismo, no se puede negar la estrecha vinculación de lo psíquico y la actividad neurofisiológica y endocrina. Sin embargo, dichas manifestaciones alcanzan matices difíciles de reducir a un patrón mecanicista. Estas últimas interpretaciones han mostrado el fracaso teórico del conductismo, aunque sus resultados sean de gran utilidad en áreas como la rehabilitación laboral y las terapias conductuales. Del mismo modo, la introspección y el psicoanálisis han mostrado sus debilidades, pero nadie puede objetar su utilidad para la vida diaria y como instrumento de autoconocimiento. Sin embargo, desde una perspectiva de la historia, frente a la psicología tradicional se yergue la psicología transpersonal como “cuarta fuerza” tras el conductismo, el psicoanálisis y la psicología humanista.

La psicología transpersonal nació a finales de los años sesenta en los EE.UU. a raíz del interés de un grupo de psicólogos, psiquiatras y psicoterapeutas (entre los que se encontraba Anthony Sutich y Abraham Maslow, fundadores de la psicología humanista, y el psiquiatra Stanislav Grof) en expandir el marco de la psicología humanista más allá de su centro de atención sobre el yo individual, interesándose por el estudio de la dimensión espiritual y trascendente de la naturaleza humana y de la existencia. Sus fundadores pretendían realizar una integración de las tradiciones místicas occidentales y orientales con la psicología humanista (Vaugham, 1982). La orientación transpersonal surge, pues, del encuentro entre la psicología occidental (en particular de las escuelas psicoanalíticas junguiana, humanista y existencial) y las tradiciones contemplativas de Oriente (en especial el budismo zen, el taoísmo y el hinduismo) (Ferrer, 2003). (Cita extraída del siguiente ensayo: Filosofía oriental y ciencias cognitivas: una introducción. Iker Puente. Universidad Autónoma de Barcelona, Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación, Enrahonar. Quaderns de Filosofia, 2011, Vol.47 Pág.15 a 37).

6 - Un revisionismo educativo

El sistema educativo tradicional está metamorfoseándose gracias a personas y colectivos que trabajan en pos del empoderamiento humano, en aras de trabajar la potencial profundidad inherente a todo ser humano mediante un revisionismo psicológico que incorpore la espiritualidad. Por tanto, La educación espiritual de los niños (Monserrat, 2014) es un imperativo para instaurar en el futuro una Vida espiritual en una sociedad digital (Torralba, 2012). Consecuentemente, Espiritualidad y educación social (Benavent, 2013) es un binomio inseparable para trascender La sociedad de la ignorancia (Mayos et al., 2011).Pero, además, la educación espiritual no debería estar desvinculada de la educación ambiental, pues la “hiperconectividad” -el tiempo que pasamos frente a una pantalla- ha originado el llamado déficit por naturaleza, un concepto acuñado por el periodista estadounidense Richard Louv que habla de afecciones físicas y emocionales causadas por la carencia de interacción con la fauna y la flora. Es vital, pues, integrar los espacios naturales en el modelo educativo, ahondar en la mutua y sana dependencia de los niños con la naturaleza, tal como reivindica Heike Freire (2011) en su libro Educar en verde: ideas para acercar a niños y niñas a la naturaleza. Por tanto, la escuela también debe ser creadora de conciencia para revertir la actual relación de nuestros hijos -y de sus progenitores- con la Madre Tierra.

7 - Un revisionismo humano

Solamente mediante una concatenación de los anteriores revisionismos planteados será posible, entonces, El nacimiento de una nueva conciencia (Carbonell, 2007) como plantea Eudald Carbonell en el prólogo de la obra La sociedad de la ignorancia (Mayos et al., 2011):

La tecnología y su socialización generan tensiones y divisiones en nuestras estructuras ecológicas y culturales. No se ha producido, pues, una socialización efectiva del conocimiento, y ello impide que caminemos hacia la sociedad del pensamiento, tal como deberíamos hacer. Debemos trabajar en la perspectiva de generar una nueva conciencia crítica de especie. Solamente con una evolución responsable, construida a través del proceso consciente, podremos convertir el conocimiento en pensamiento, y alejarnos así de la sociedad de la ignorancia.


NOTA

(1)
Wilber hace hincapié de que el cerebro forma parte de la naturaleza, pero la mente no forma parte del cerebro, pues la conciencia es una dimensión interna cuyo correlato externo es el cerebro objetivo. La mente es un “yo” y el cerebro es un “ello”. Solo es posible acceder a la mente a través de la introspección, la comunicación y la interpretación. Aunque la conciencia, los valores y los significados sean inherentes a las profundidades del Kosmos, no pueden ser encontrados en el cosmos, es decir, son inherentes a las profundidades de la Mano Izquierda, no a las superficies de la Mano Derecha. Así fue como el Espíritu se suicidó y terminó convirtiéndose en un fantasma. Ese fue el motivo por el que teóricos como Foucault han atacado con tanta dureza las “ciencias del hombre” que aparecieron en el siglo XVIII, pues los seres humanos eran estudiados en sus dimensiones objetivas y empíricas y, en consecuencia, fueron reducidos a meros “ellos” (Martos, 2016).


BIBLIOGRAFÍA:

Almendro, Manuel. La conciencia transpersonal. Barcelona: Kairós, 1999.

Benavent, Enric. Espiritualidad y educación social. Barcelona: Universitat Oberta de Catalunya, 2013.

Carbonell, Eudald. El nacimiento de una nueva conciencia. Barcelona: Ara Llibres, 2007.

Droit, Roger-Pol. El ideal de la sabiduría . Barcelona: Kairós, 2011.

Dumenil, Gerard. La gran bifurcación. Acabar con el neoliberalismo. Madrid: La catarata, 2014.

Ferrer, Jorge. Espiritualidad creativa: una visión participativa de lo transpersonal. Barcelona: Kairós, 2003.

Freire, Heike. Educar en verde: ideas para acercar a niños y niñas a la naturaleza. Barcelona: Grao, 2011

Huxley, Aldous. La filosofía perenne. Barcelona: Edhasa, 2010.

Lazar, S. (2011). “Mindfulness practice leads to increases in regional brain gray matter density”. En: Psychiatry Research: Neuroimaging, Nº 191(1), 36 a 43.Hospital General de Massachusetts, Harvard Medical School, Boston, EE.UU.

Monserrat, Laia. Espiritualidad natural: La educación espiritual de los niños. Ideas para padres y maestros. Barcelona: Kairós, 2014.

Mayos, Gonçal et al. La sociedad de la ignorancia. Barcelona: Península, 2011.

Navarro, Vinçens. Los amos del mundo. Las armas del terrorismo financiero. Barcelona: Espasa libros, 2012.

Torralba, Francesc. Vida espiritual en una sociedad digital. Lleida: Milenio, 2012.

Wilber, Ken. El espectro de la conciencia. Barcelona: Kairós, 2005a.

Wilber, Ken. (2005b). “Dos modos de saber”. En: Wilber, El espectro de la conciencia (pp.35-59). Barcelona: Kairós.

Wilber, Ken. Cuestiones cuánticas. Barcelona: Kairós, 2013.
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Ken Wilber

LA EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA, SEGÚN KEN WILBER: HACIA LA NO-DUALIDAD

Este artículo es una reproducción de la nota 137 de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA (4ª ed.).

Este artículo está reproducido en la segunda parte de la obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD

Extracto de la página 369:

Concluyendo, la sabiduría (Droit, 2011) y el amor (Hüther, 2015) no pueden ser encapsulados y prescritos por un médico, sino que deben ser aprehendidos consciente y prácticamente por todo sincero buscador de la verdad. Porque no hay mayor verdad que el amor (espiritualidad), y el amor a la verdad es el camino (filosofía), todo un reto de integración entre la razón (yo) y el espíritu (nosotros) con la salvaguarda de la naturaleza (ello). Integrar el Gran Tres es el reto todavía pendiente para la humanidad desde que fue diferenciado por Kant mediante sus Tres críticas. El gran mérito de Wilber desde la perspectiva de la historia de la filosofía, es haber delineado los cuatro Rostros del Espíritu mediante los cuatro cuadrantes, es haber cartografiado los caminos de la evolución de la conciencia (1)(Grof, 1994) y haber señalado la profundidad que debe ser descubierta por cada uno de nosotros mediante la meditación. Wilber también nos describe un mundo chato dominado por el materialismo científico que impide con su dogmatismo epistemológico la integración con el Espíritu. No obstante, Wilber nos deja un análisis hermenéutico de la historia del pensamiento y de la evolución de la conciencia como pocos en el mundo, no en vano, es considerado como el “Einstein” de la conciencia.

Nota (1): Sinopsis de La evolución de la conciencia según Ken Wilber (2005c: 214-318) en Breve historia de todas las cosas. Wilber distingue tres estadios evolutivos: el prepersonal, el personal y el transpersonal.

-El estadio prepersonal (o pre-egoico): corresponde a los ámbitos inferiores que se caracteriza por los instintos y los procesos somáticos, los impulsos de orden emocional y sexual basados en percepciones simples y en emociones. Este estadio tiene tres etapas: sensorio físico (fulcro 1), el nacimiento del yo emocional (fulcro 2) y el nacimiento de la mente representacional (fulcro 3).

-El estadio personal (o egoico): en este estadio se trasciende al estadio prepersonal, principalmente, por el nivel de interiorización, lo que Piaget llamó “egocentrismo decreciente”. Conseguir un mayor desarrollo implica la capacidad de trascender el punto de vista propio y encontrar uno superior. A su vez, también tiene tres etapas: la mente regla/rol (fulcro 4), el reflexivo formal (fulcro 5) y la visión-lógica o centauro (fulcro 6).

-El estadio transpersonal (o trans-egoico), que se desarrolla también en tres etapas: el nivel psíquico que viene a ser la culminación del nivel personal de visión-lógica, y se caracteriza por un aumento del nivel de percepción y de las capacidades de la mente ordinaria (fulcro 7); el nivel sutil es un nivel intermedio de desarrollo espiritual, el cual implica el desarrollo del Dios personal, de los arquetipos y del misticismo genuino (fulcro 8); y el nivel causal, descrito como el self universal y sin forma, en palabras de Ken Wilber: “una conciencia de unidad sin fronteras que todo lo impregna…un ser que es esencialmente uno con el self Supremo” (fulcro 9).

1 -EN EL CAMINO HACIA LO GLOBAL

Hoy en día se habla mucho de “perspectiva global”, de “conciencia global”, de pensar globalmente y de actuar localmente. Sin embargo, según Wilber, un mapa global es una cosa y un cartógrafo capaz de vivir de acuerdo a él otra completamente diferente. Una perspectiva global no es algo innato, el niño no nace con ella. Una perspectiva global es algo tan excepcional e infrecuente que hay pocos individuos que realmente la posean (recuerde que a mayor profundidad menor amplitud). La utilidad de los mapas supuestamente globales o sistémicos son mapas de la Mano Derecha, por el contrario, el asunto crucial consiste en el desarrollo de la Mano Izquierda, en suma, promover el desarrollo de los individuos hasta el punto en el que estén en condiciones de asentarse en una conciencia global. Es desde dentro y más allá de esta perspectiva global desde donde emergen los estadios genuinamente espirituales o transpersonales en la medida en que el Espíritu comienza a reconocer sus dimensiones globales. Por tanto es necesario un proceso de desarrollo y evolución que conduce hasta el Yo global, una escalera que es preciso subir peldaño a peldaño y que consta de nueve estadios de evolución de la conciencia.

Fulcro 1: La incubación del yo físico

En el momento del nacimiento, el bebé es un organismo fundamentalmente sensioromotor, un holón que incluye y trasciende a las células, las moléculas y los átomos que lo componen. En términos de Piaget, el bebé está identificado con la dimensión sensoriofísica, lo cual explica que ni siquiera pueda distinguir entre interior y exterior: el yo físico y el mundo físico se hallan fundidos, es decir, todavía no se han diferenciado. Este temprano estado de fusión suele denominarse “matriz primordial” porque es la matriz que irá diferenciándose a lo largo del proceso de desarrollo subsiguiente. La matriz primordial es simplemente la fase 1 del fulcro 1. Recordemos que, en cada uno de los fulcros del desarrollo, el yo debe atravesar un proceso trifásico (1-2-3): identificación con un determinado peldaño, diferenciación de ese peldaño hasta trascenderlo y, por último, integración e incluyéndolo en su propia estructura.

Pero alrededor de los cuatro meses de edad, el niño comienza a diferenciar entre las sensaciones físicas del cuerpo y las del entorno que le rodea. El niño muerde una sabana y no le duele, pero se muerde el pulgar y sí le duele. Entonces es cuando empieza la diferenciación del fulcro 1, una fase que suele completarse en el primer año de vida, habitualmente entre los cinco y nueve meses de edad y se constituye en un proceso de “incubación” hasta el “nacimiento real” por así decirlo, del yo físico -o fase 2 del fulcro 1-.

Fulcro 2: El nacimiento del yo emocional

Una vez atravesado el fulcro 1, el niño ha trazado ya las fronteras de su yo físico pero todavía no ha establecido las fronteras de su yo emocional. Puede diferenciar su yo físico del entorno físico pero todavía no puede diferenciar su yo emocional de su entorno emocional, lo cual significa que su yo emocional permanece fundido o identificado con quienes le rodea, especialmente con la madre: esta es la fase de fusión con la que se inicia el fulcro 2. El hecho de que no pueda diferenciarse del mundo emocional y vital que le rodea le lleva a considerar al mundo como una extensión de sí mismo y, precisamente, este es el significado técnico del término “narcisismo”. Un narcisismo, en este estadio, que no es patológico sino perfectamente normal pues es todavía incapaz de pensar por sí mismo. Dicho de otro modo, su perspectiva es la única de la existencia y por ello, cuando juega al escondite, se cubre los ojos creyendo que si él no le ve a usted, usted tampoco podrá verle a él. Su identidad es biocéntrica porque se halla fundido con la biosfera interna y externa y, por tanto, sumamente egocéntrico pues carece de fronteras emocionales.

Pero en algún momento entre los 15 y los 24 meses, el yo emocional comienza a diferenciarse del entorno emocional, lo que puede llamarse el “nacimiento psicológico del niño”. Es precisamente en ese momento en el que el yo pasa de la fase de fusión inicial a la fase de diferenciación del fulcro 2, cuando tiene lugar el “nacimiento emocional” del niño y comienza a despertar al hecho de que es un yo separado que existe en un mundo separado. Muchos teóricos consideran que este es el comienzo de la alienación, de la enajenación profunda, el dualismo básico, la escisión entre sujeto y objeto, el origen de la conciencia fragmentada. El mundo manifiesto es un lugar atroz y cuando los humanos toman conciencia de este hecho sufren terriblemente, y ese doloroso proceso es denominado como despertar. En ese momento, está comenzando a adentrase en el mundo del dolor y del sufrimiento, una pesadilla infernal ante la que solo tiene dos alternativas: regresar a la fusión anterior en la que no era consciente de la alienación, o seguir creciendo hasta llegar a superar esta alienación en el despertar espiritual. Cuando despertamos como yo emocional separado, con todo el gozo y el terror que ello implica, hemos trascendido realmente el estado de fusión anterior, hemos, en cierto modo, despertado, hemos ganado en profundidad y en conciencia, lo cual tiene su propio valor intrínseco.

Fulcro 3: El nacimiento del yo conceptual

Si todo va relativamente bien, el yo deja de estar exclusivamente identificado con el nivel emocional. Es entonces cuando comienza a trascender ese nivel y a identificarse con el yo mental o conceptual, momento que jalona el comienzo del fulcro 3 y de la mente representacional, la mente compuesta por imágenes, símbolos y conceptos a la que Piaget denomina estadio preoperacional. Las imágenes comienzan a aparecer alrededor de los siete meses de edad y se parecen tanto al objeto que representan que, si cierra los ojos e imagina un perro, esa imagen se asemeja mucho al perro real. Los símbolos, por su parte, también representan a los objetos pero son operaciones cognitivas más complejas y dominan la conciencia entre los 2 hasta los 4 años de edad, aproximadamente. En ese momento comienzan a aparecer los conceptos y gobiernan la conciencia desde los 4 a los 7 años. Si bien los símbolos representan a los objetos, los conceptos representan a un conjunto de objetos. Es entonces cuando despunta un yo especialmente mental, un yo conceptual que se identifica con la mente conceptual, hallándose así en presencia del fulcro 3 en el que el yo ya no es un manojo de sensaciones, impulsos y emociones sino un conjunto de símbolos y conceptos. En ese momento comienza a aparecer el mundo lingüístico, el mundo noosférico, lo cual provoca una auténtica revolución: hemos pasado de la fisiosfera del fulcro 1 hasta la biosfera del fulcro 2 y, ahora en el fulcro 3, comenzamos a adentrarnos en la noosfera.

El mundo lingüístico es, en realidad, un nuevo mundo que nos abre a un nuevo espacio: ahora el yo puede pensar en pasado y planificar el futuro, y también puede comenzar a controlar sus funciones corporales y a imaginar cosas que no se hallan inmediatamente presentes ante sus sentidos. Pero el hecho de que pueda anticipar el futuro supone también que puede preocuparse y experimentar ansiedad, y el hecho de que pueda pensar en el pasado implica que puede sentir remordimientos y rencor.

Los tres primeros fulcros hasta ahora vistos constituyen los tres primeros niveles del proceso de evolución de la conciencia, cada uno de los cuales nos brinda una diferente visión del mundo. Si la visión del mundo es el aspecto que asume el Kosmos desde un determinado peldaño de la escalera de la evolución de la conciencia, ¿qué aspecto tiene el Kosmos cuando usted dispone solo de sensaciones e impulsos? A este paisaje lo denomina Wilber visión arcaica del mundo (fulcro 1). Cuando a esa perspectiva se le agregan posteriormente imágenes y los símbolos aparece la visión mágica del mundo (fulcro 2); más tarde, cuando se le incorporan las reglas y los roles surge la visión mítica del mundo (fulcro 3); y con la emergencia del estadio operacional formal aparece el mundo racional, etcétera. Con la aparición de la visión racional del mundo, el sujeto comprende que no existe salvación mágica o mítica a menos que emprenda el correspondiente proceso de desarrollo y que, si quiere transformar la realidad, deberá hacerlo él mismo.

Fulcro 4: El nacimiento del yo rol

De ese modo llegamos al fulcro 4, a la estructura que Wilber denomina mente “regla/rol” y Piaget como estadio cognitivo operacional concreto (“conop”), un estadio que aparece alrededor de los 6 ó 7 años y que domina a la conciencia hasta algún momento entre los 11 y los 14 años: implica la capacidad de aprender reglas mentales y de asumir roles mentales y, lo que es realmente crucial, la capacidad de asumir el papel de los demás, lo cual constituye un extraordinario paso hacia adelante en el camino que conduce hacia lo global, en el camino que lleva a asumir una perspectiva mundicéntrica pues se halla en condiciones de asumir el rol de los demás. Por supuesto que todavía no ha alcanzado la perspectiva mundicéntrica, pero lo cierto es que está moviéndose en la dirección correcta porque ha comenzado a darse cuenta de que su visión no es la única del mundo. Ello supone un cambio total de la visión del mundo -un cambio de paradigma-, y conlleva un profundo cambio en la sensación de identidad, en la actitud moral y en las necesidades del yo.

El cambio de paradigma que conduce de la modalidad de conciencia preconvencional a la modalidad convencional (desde el fulcro 3 hasta el fulcro 4) es un cambio que resulta evidente en la capacidad de asumir el rol de los demás, y a lo largo de todo es proceso, podemos advertir una continua disminución del egocentrismo puesto que la evolución global del ser humano apunta hacia estados cada vez menos egocéntricos. Pero la batalla evolución versus egocentrismo es también la contienda arquetípica global del universo y, según Howard Gardner, tal desarrollo humano puede ser considerado como una continua disminución del egocentrismo. Wilber resume el proceso de disminución del narcicismo como una secuencia que va del fisiocentrismo (fulcro 1) al biocentrismo (fulcro 2) y luego al egocentrismo (fulcro 3), tres estadios sucesivos en los que el egocentrismo es cada vez menor. Y, en el momento en que aparece la capacidad de asumir el rol de los demás, la perspectiva egocéntrica experimenta otro cambio radical y pasa de ser egocéntrica a sociocéntrica. Sin embargo, la actitud sociocéntrica o convencional tiende a ser muy etnocéntrica: la consideración y el respeto se han expandido desde mí hasta mi grupo, es decir, hasta incluir a quienes participan de la misma mitología, la misma ideología, la misma raza, el mismo credo, la misma cultura…pero no más allá. Por tanto, todavía no puedo pasar de una actitud sociocéntrica y etnocéntrica a una actitud auténticamente mundicéntrica o universal y pluralista, lo cual es propio del fulcro 5.

Fulcro 5: El ego mundicéntrico o maduro

Llegamos así al fulcro 5 entre los 11 y los 15 años que, en la cultura occidental, corresponde al estadio de las operaciones formales (“formop”). Del mismo modo que la estructura operacional concreta podía operar sobre el mundo concreto, la estructura formop permite operar sobre el pensamiento. Ya no se trata solo de pensar sobre el mundo sino de pensar sobre el pensamiento, algo, por cierto, que no es tan árido y abstracto como puede parecer a simple vista. En realidad es exactamente todo lo contrario, porque eso significa que la persona está en condiciones de comenzar a imaginar posibles mundos diferentes, lo cual le abre al mundo del auténtico soñador. A partir de entonces aparece la posibilidad de un mundo ideal y la conciencia de la persona puede soñar en cosas que no se hallan presentes, imaginar posibles mundos futuros y hacer lo necesario para transformar el mundo en función de esos sueños ya que es “la edad de la razón y de la revolución”.

Asimismo, el hecho de pensar sobre el pensamiento posibilita la auténtica introspección, pues por vez primera el mundo interno se abre ante el ojo de la mente y el espacio psicológico se convierte en un nuevo y excitante territorio. Las imágenes internas danzan en el interior de la cabeza y estas no proceden de la naturaleza externa, del mundo mítico o del mundo convencional sino de una extraña y milagrosa voz interior. En este punto, la actitud moral pasa de ser convencional a ser postconvencional: a partir de ese momento, usted puede criticar a la sociedad convencional, pues el hecho de “pensar sobre el pensamiento” le permite “juzgar las normas” y, en cierto modo, puede trascenderlas. Este es el proceso trifásico característico del paso del fulcro 4 al fulcro 5: al comienzo, uno se halla fundido con las reglas y los roles convencionales, identificado con ellas (y en consecuencia, se encuentra a su merced y es un auténtico conformista); pero luego comienza a diferenciarse de ellas y a transcenderlas, logrando así una cierta libertad que le permite pasar al siguiente estadio superior (fulcro 5), en donde todavía deberá integrar estos roles sociales. En suma, el paso de lo sociocéntrico a lo mundicéntrico supone otra disminución del narcicismo, otro descentramiento, otra trascendencia, pues usted quiere saber qué es lo correcto y qué es lo adecuado, pero no solo para su pueblo sino para todo el mundo. Entonces es cuando asume una actitud postconvencional, global o mundicéntrica y, lo que es más importante, se aproxima a una actitud auténticamente espiritual o transpersonal.

Por vez primera en todo el proceso de desarrollo y evolución de la conciencia disponemos de una perspectiva mundicéntrica o global, ¡un viaje muy largo por una carretera muy pedregosa en el camino que conduce a lo global! Y, lo que es más importante, esta plataforma mundicéntrica constituye el trampolín para acceder a cualquier desarrollo posterior superior. Se trata de un cambio irreversible, de una transformación que no tiene posible vuelta atrás puesto que, una vez que contempla el mundo desde una perspectiva global, ya no puede dejar de hacerlo. Por primera vez en el curso de la evolución, el Espíritu contempla a través de sus ojos y ve un mundo global, un mundo descentrado del yo y de lo mío, un mundo que exige atención, respeto, compasión y convicción, un Espíritu que solo se expresa a través de la voz de quienes tienen el coraje de permanecer en el espacio mundicéntrico y no caer en compromisos inferiores más superficiales, lo cual está directamente relacionado con la actitud moral. La moralidad convencional es sociocéntrica mientras que la moral postconvencional es mundicéntrica y está basada en el principio del pluralismo universal o multiculturalismo.

Pero tenemos que ser muy cuidadosos, pues debe recordarse que la actitud propia del fulcro 5 es muy infrecuente, muy elitista y muy difícil de lograr. Cuando usted ha evolucionado desde la perspectiva egocéntrica hasta la etnocéntrica y la mundicéntrica, no le resultará difícil comprender que todos los individuos son merecedores de la misma consideración y de las mismas oportunidades, sin importar raza, sexo o credo. La actitud universalmente pluralista es realmente multicultural y postconvencional. El problema es que la mayor parte de los individuos con los que se relaciona todavía son esencialmente egocéntricos o etnocéntricos y, en consecuencia, no comparten su universalismo. De este modo, usted se ve obligado a mostrar una tolerancia universal con individuos que no son igual de tolerantes que usted. Es así como los multiculturalistas suelen terminar atrapados en varias flagrantes contradicciones: la afirmación de que no son elitistas. Según afirma un determinado estudio, solo el 4% de la población de Estados Unidos ha alcanzado la actitud pluralista postconvencional y mundicéntrica, una actitud, pues, muy infrecuente y muy elitista. Pero los multiculturalistas que afirman no ser elitistas deben mentir sobre su propia identidad, lo cual termina conduciéndoles por caminos muy ambiguos y hasta padecer una crisis de identidad global. Su postura oficial es que cualquier tipo de elitismo es malo pero su yo real es, de hecho, un yo elitista y, en consecuencia, se ven abocados a disfrazarlo y a distorsionarlo, a mentir, en suma. Esta es la patología típica del fulcro 5, una patología de la mente adolescente que todavía sigue atrapada en una variante de la disociación del fulcro 5, del desastre de la modernidad, una postura que afirma haber superado ya a la modernidad pero que, no obstante, sigue completamente atrapada en ella y se ve obligada a mentirse a sí misma.

Lo anterior nos lleva a una espantosa situación, a la policía del pensamiento, lo que fue denominado por Orwell en 1984 como newspeak, que parece estar en todas partes y ha terminado secuestrando a todos los universalistas. Con el newspeack, Orwell se refiere a una forma retórica en la que, bajo un disfraz de objetividad, se está sirviendo, de hecho, a objetivos políticos o ideológicos, alentando así la fragmentación egocéntrica y etnocéntrica y la política de la injusticia, la política del narcicismo.

Fulcro 6: La integración corpomental del centauro.

La estructura básica de este estadio es visión-lógica, o lógico-global, una estructura de conciencia muy global e integradora. En el momento en que el centro de gravedad del yo se identifica con la estructura visión-lógica, en el momento en que la persona vive desde ese nivel, su personalidad se integra y su yo puede comenzar realmente a asumir una perspectiva global y no simplemente hablar de ella. De modo que la capacidad integradora de la estructura visión-lógica sirve de soporte a un yo integral, un estadio denominado por Wilber como centauro, un estadio en el que tiene lugar una integración entre el cuerpo y la mente, entre la biosfera y la noosfera, que configuran un yo relativamente autónomo, un yo que ha superado el aislamiento, el atomismo y el egocentrismo, un yo integrado en redes de responsabilidad y servicio. Es decir, el yo observador está comenzado a transcender la mente y el cuerpo y, en consecuencia, puede ser consciente de ambos como objetos de conciencia, como experiencias. No es que la mente contempla el mundo, sino que el yo observador contempla, al mismo tiempo, la mente y el mundo, y por ese mismo motivo comienza a integrar la mente y el cuerpo. Por ello se le denomina centauro. En este punto de la evolución usted se encuentra, por así decirlo, a solas consigo mismo, dejando atrás la fe ciega en los roles y las reglas convencionales de la sociedad, superando la actitud etnocéntrica y sociocéntrica y se adentra en un espacio mundicéntrico en el que el sujeto explora los dominios más profundos y genuinamente espirituales.

La visión-lógica es aperspectivista en el sentido de que dispone de una multiplicidad de puntos de vista y no privilegia automáticamente ninguno de ellos sobre los demás. Pero cuando uno empieza a tener en cuenta todas las posibles perspectivas, todo comienza a moverse vertiginosamente. La conciencia aperspectivista que proporciona la visión-lógica puede llegar a ser muy desconcertante porque todos los puntos de vista empiezan a parecer relativos e interdependientes, no hay nada absolutamente fundacional, ningún lugar en el que apoyar la cabeza y decir ¡he llegado! Si tenemos en cuenta la relatividad de las distintas perspectivas, correremos el peligro de caer en una locura aperspectivista que termine paralizando la voluntad y el juicio. La afirmación de que “todo es relativo y de que no hay nada mejor ni peor que otra cosa” soslaya el hecho de que esta misma actitud es mejor que las actitudes alternativas, cayendo entonces en la llamada contradicción performativa. Y los multiculturalistas que ocasionalmente alcanzan el nivel visión-lógico suelen caer en la locura aperspectivista.

La dimensión aperspectivista a la que nos permite acceder la estructura visión-lógica no supone que el Espíritu se haya quedado ciego a lo largo del proceso, sino que está contemplando el mundo a través de infinitos y milagrosos puntos de vista, un nuevo descentramiento, una trascendencia más, una nueva espiral en el proceso evolutivo que trasciende al egocentrismo. La tarea fundamental del fulcro 6 es la emergencia del yo auténtico, del yo existencial y, como decía Heidegger, el yo finito debe morir y la magia, los dioses míticos y la ciencia racional no pueden salvarlo. El descubrimiento del auténtico ser-en-el-mundo, búsqueda de la auténtica individualidad-en-la-comunión-, exige la asunción de la propia mortalidad y finitud.

Dado que los existencialistas no reconocen ninguna esfera de conciencia superior, quedan atrapados en la visión existencial del mundo que restringe sus percepciones exclusivamente a lo que queda dentro de su horizonte. Cualquier afirmación de la existencia de una dimensión superior será recibida con una fría mirada y la vergonzosa acusación de “inautenticidad” caerá sobre su cabeza. Así, pues, la fase de fusión del fulcro 6 se halla atrapada en el centauro y en la visión existencial del mundo. Desde este punto de vista, la angustia constituye el único referente de la autenticidad. ¿Qué sentido tiene lo personal si uno está abocado a la muerte? ¿Para qué vivir en esas circunstancias? Esta preocupación por el sentido y por la falta de sentido tal vez sea el rasgo central característico de las patologías propias del fulcro 6 y la terapia correspondiente es la terapia existencial.

El centauro constituye un yo integrado y autónomo y, en consecuencia, debería ser un estado feliz, pleno y gozoso y el sujeto debería estar continuamente sonriendo. Pero no es eso lo que ocurre sino que constituye un yo profundamente desdichado. Es integrado y autónomo… pero también miserable: ha probado todo lo que el dominio de lo personal puede ofrecerle y no le resulta satisfactorio. Por ese motivo esta alma ha dejado de sonreír. El mundo ha perdido su sentido en el mismo momento en que el yo alcanzaba sus mayores triunfos. Ha llegado el momento del banquete y el sujeto ha descubierto en él el sonriente y silencioso semblante de la calavera. ¿A quién podré cantar canciones de alegría y exaltación? ¿Quién escuchará mis llamadas de auxilio en el silencio aterrador de la oscura noche? Para el alma existencial, todos los deseos han perdido su sentido porque, a fuerza de mirar cara a cara la existencia, ha terminado enfermando. El alma existencial es un alma para la que lo personal se ha convertido en algo completamente insubstancial, un alma, en otras palabras, que se halla en la antesala misma de la dimensión transpersonal.

2 - LOS DOMINIOS SUPRACONSCIENTES

Habíamos dejado el proceso de desarrollo en el nivel del centauro, un nivel en el que el yo observador tomaba conciencia de la mente y del cuerpo y, en ese mismo sentido, comenzaba a trascenderlo. Pero, ¿qué es el yo observador? La respuesta que suelen dar los grandes sabios y místicos del mundo a esta pregunta es que el yo observador conduce directamente a Dios, el Espíritu o la Divinidad, que, en las profundidades últimas, nuestra conciencia intersecta con el infinito. Ese yo observador suele ser llamado Yo (con mayúscula), Testigo, Presencia pura, conciencia pura, un rayo directo de lo Divino que, en opinión de los grandes sabios y místicos de todo el mundo, es el Cristo, el Buda o la misma Vacuidad.

En el estadio del centauro, la conciencia simplemente está comenzando a desidentificarse de la mente, motivo por el cual puede contemplarla, verla y experimentarla. La mente ya no es un mero sujeto sino que está comenzando a convertirse en objeto, un objeto del Yo observador, un objeto del Testigo. Por ese motivo las tradiciones místicas, contemplativas y yóguicas aparecen en el momento en que la mente nos abandona, en el momento en el que el Yo observador comienza a transcender la mente, a ser transmental, supramental o supermental o, como podríamos decir, transracional, transgoico o transpersonal.

¿Qué sucede cuando va más allá o detrás de la mente, hasta una dimensión que no se halla confinada al ego ni al yo individual? “Existe una esencia sutil que impregna toda realidad”, comienza diciendo una de las respuestas más conocidas a esta pregunta, “es la realidad de todo lo que es, el fundamento de todo lo que es. Esa esencia lo es todo. Esa esencia es lo real. Y tú, tú eres eso.” El Yo observador, dicho en otras palabras, termina desplegando su propio origen, que es el mismo Espíritu. Y los distintos estadios de crecimiento y desarrollo transpersonal son fundamentalmente los estadios que sigue el Yo observador en el camino que conduce hasta su última morada, el Espíritu puro, la Vacuidad pura, sustrato, camino y gozo de todo el proceso de desarrollo.

En esos estadios superiores nos encontramos con un puñados de hombre y mujeres que se esforzaron -y siguen esforzándose- por ir más allá de la normalidad promedio impuesta por el sistema y ascender hasta alcanzar las dimensiones superiores de la conciencia, y, en esa búsqueda, se unen a un pequeño grupo de personas afines y desarrollan prácticas, instrucciones o paradigmas que despliegan estos mundos superiores, experimentos interiores, en suma, que permitirán que otros reproduzcan sus descubrimientos y verifiquen (o refuten) sus hallazgos. Así es como hoy en día disponemos de mapas y caminos procedentes de todas las grandes tradiciones contemplativas, orientales y occidentales, tanto del Norte como del Sur, y podemos contrastarlos y compararlos. Basándose en el estadio actual de la investigación, podemos afirmar que existen, al menos, cuatro estadios principales del desarrollo y de la evolución transpersonal, cuatro niveles a los que Wilber denomina: psíquico, sutil, causal y no dual, cada uno de los cuales nos proporciona una visión diferente del mundo, a los que llama, respectivamente, misticismo natural, misticismo teísta, misticismo informe y misticismo no dual. Sus visiones del mundo son muy concretas y difieren claramente entre sí (cada una de ellas posee una estructura, cognición, sensación de identidad, actitud moral, necesidades, etcétera, diferentes).

El desarrollo real del yo en los estadios transpersonales no es estrictamente lineal, sino que está salpicado por todo tipo de saltos hacia adelante, de retrocesos y de movimientos espiralados. No obstante, el centro de gravedad del yo tiende a organizarse en torno a una determinada estructura básica superior predominante, tiende a identificar su centro de gravedad con una determinada estructura alrededor de la cual giran la mayoría de sus percepciones, de sus respuestas morales, de sus motivaciones, de sus impulsos, etcétera.

Fulcro 7: El nivel psíquico

En opinión de Wilber, el nivel psíquico constituye un estadio de transición entre la realidad cotidiana ordinaria -sensoriomotora, racional y existencial- y los dominios propiamente transpersonales. Su estructura profunda ha dejado ya de estar exclusivamente atada al ego y al centauro individual. Puede disolver provisionalmente la sensación de identidad separada (el ego o el centauro) y experimentar entonces lo que Wilber denomina el misticismo natural, la identificación con el mundo ordinario o sensoriomotor.

En esta fase, usted se ha convertido en un “místico de la naturaleza” y su Yo superior puede ser llamado Yo eco-noético, aunque algunos lo llamen Alma del Mundo. Desde la conciencia global y mundicéntrica que pertenece al ámbito de todos los seres humanos, se da un nuevo paso hacia adelante que conduce a la experiencia real de su identidad esencial, no solo con todos los seres humanos sino con todos los seres vivos. No es que usted forme parte de la naturaleza sino que la naturaleza forma parte de usted, y es por ello que, a partir de ese momento, usted comienza a tratar a la naturaleza del mismo modo que trata a sus pulmones o sus riñones. Es entonces cuando una ética ambiental espontánea brota de su corazón.

Fulcro 8: El nivel sutil

El nivel sutil se refiere simplemente a aquellos procesos que son más sutiles que la conciencia vigílica ordinaria, las iluminaciones y los sonidos interiores, las formas y las pautas arquetípicas, las corrientes y las cogniciones extraordinariamente beatíficas, los estadios expandidos de amor y la compasión. A este tipo de misticismo se le denomina misticismo teísta porque implica nuestra propia Forma Arquetípica, la unión con Dios y constituye el comienzo de la fase de fusión del fulcro 8. Ya no se trata, por tanto, del misticismo natural sino un cuerpo de transformación que trasciende e incluye el dominio natural pero que no se halla limitado a él. De este modo, el misticismo natural termina dando lugar al misticismo teísta. Estas estructuras profundas de esos niveles superiores se hallan presentes de manera potencial en todos los seres humanos, pero, en la medida en que van comenzando a desplegarse, sus estructuras superficiales reales van siendo moldeadas por los cuatro cuadrantes, es decir, por las pautas intencionales, conductuales, culturales y sociales.

Pongamos, a modo de ejemplo, a una persona que ha experimentado una intensa iluminación interior, una iluminación propia del nivel sutil (tal vez una experiencia de aproximación a la muerte). Si esa persona es cristiana podría interpretarla como Cristo, mientras que si es budista lo interpretará como el cuerpo de beatitud del Buda, pero si es junguiana lo haría como una experiencia arquetípica del Yo, etcétera. Las profundidades deben ser interpretadas y esas interpretaciones no son posibles fuera del contexto que proporciona muchas de las herramientas necesarias para llevar a cabo la interpretación: es inevitable que el sustrato individual, el sustrato cultural y las instituciones sociales proporcionen el sustrato necesario para interpretar estas experiencias profundas. Estamos hablando de acontecimientos ontológicamente reales, de eventos que existen y tienen referentes reales, aunque esos referentes, obviamente, no existen en el espacio sensoriomotor, ni en el espacio racional, ni tampoco en el espacio existencial. Esas experiencias existen en el espacio sutil del mundo, ahí es donde realmente podrá encontrar evidencias palpables de su existencia.

Las revelaciones experienciales reales aparecen directamente en la dimensión sutil de la realidad y luego son interpretadas en función del sustrato de esos individuos. Dicho de otro modo, el espacio sutil es el trasfondo del que emana esta realidad ontológica profunda. No se trata de meras corazonadas teóricas o de simples postulados metafísicos, sino de una experiencia meditativa imposible de comprender hasta que se realice la experiencia. No se trata de imágenes que se mueven en el espacio mítico ni de conceptos filosóficos que existan en el espacio racional, sino de experiencias meditativas que aparecen en el espacio sutil. De modo que la experiencia meditativa puede proporcionarle los datos arquetípicos que luego deberá interpretar. Y la interpretación más comúnmente aceptada es que usted está contemplando las formas básicas y los fundamentos del mundo manifiesto, contemplando directamente el Rostro de lo Divino. Como decía Emerson, que los intrusos se quiten los zapatos porque nos adentramos ahora en los dominios del Dios interior.

Fulcro 9: Lo causal

Los modernos investigadores desdeñan como “mera metafísica” a los arquetipos que nos permiten contemplar el Rostro de lo Divino, porque no puede ser demostrado. Pero el hecho es que, para ello [contemplar el Rostro de lo Divino mediante los arquetipos], usted debería llevar a cabo el experimento y descubrir los datos por sí mismo y luego tendría que interpretarlos. Si no lleva a cabo el experimento -la meditación, el modelo, el paradigma- carecerá de los datos necesarios para llevar a cabo la interpretación. Si usted trata de explicarle a alguien que se halle en la visión mágica o mítica del mundo que la suma de los cuadrados de los catetos de un triangulo rectángulo es igual al cuadrado de la hipotenusa, no llegará muy lejos, porque se trata de un algo ajeno al mundo empírico y que carece, en consecuencia, de localización simple. Y no por ello, sin embargo, su afirmación dejará de ser completamente cierta. Usted está realizando un experimento matemático en el interior de su conciencia, una experiencia cuyos resultados pueden ser verificados por quienes lleven a cabo el mismo experimento. Se trata de algo público, reproducible y falseable, de un conocimiento comunal cuyos resultados existen en el espacio racional del mundo y pueden ser fácilmente corroborados por todos aquellos que realicen el experimento. Y esto mismo es aplicable para cualquier otro tipo de experiencia interior de la conciencia, de los cuales la meditación es uno de los más antiguos, estudiados y reproducidos. Mantener, pues, una actitud escéptica es sumamente saludable, pero yo le invito a llevar a cabo ese experimento interior conmigo, a descubrir los datos por sí mismo, y luego le ayudaré a interpretarlos. Pero, en el caso de que no quiera llevar a cabo el experimento, no deberá reírse de quienes sí lo hacen.

Las Formas arquetípicas o sutiles emergen directamente de la Vacuidad, de lo causal, que es el siguiente estadio, el fulcro 9. Cuando usted medita tratando de descubrir al Yo observador, cuando usted busca el Testigo y llega hasta su mismo origen en la Vacuidad pura, ningún objeto aparece en la conciencia. Se trata de un estado discreto e identificable de conciencia, la absorción, o cesación sin manifestación conocida también como nirvana clásico. Este es el estado causal, un estado discreto que suele equipararse al estado de sueño profundo sin sueños, un estado, sin embargo, que no es un mero vacío sino que, por el contrario, se experimenta como la plenitud más completa, un estado rezumante de Ser, una plenitud que ninguna manifestación puede llegar a contener. Este Yo puro que nunca puede ser visto como objeto es la Vacuidad pura.

Y aunque todo ello puede parecer muy abstracto, conviene ser más concreto. Si le preguntase ¿quién es usted?, ciertamente, usted podría enumerar todas las cosas que sabe sobre sí mismo (soy un padre, soy un marido, etcétera). Todas las cosas que sabe de sí mismo son objetos de su conciencia, son imágenes, ideas, conceptos, deseos o sentimientos que desfilan ante su conciencia. Pero ninguno de los distintos objetos que pueblan su conciencia es el Yo observador. Así pues, cuando usted se describe a sí mismo enumerando todos esos objetos, usted está simplemente enumerando una retahíla de identidades erróneas, una lista de lo que usted no es, una sarta, en suma, de mentiras. ¿Quién es, pues, realmente El Que Ve? ¿Quién, o qué, es el Yo observador? Este Yo profundamente interno contempla el mundo externo y también contempla sus pensamientos internos. Este Vidente ve el ego, el cuerpo y el mundo natural. Todo esto desfila “ante” el Testigo. Pero El Que Ve no puede ser visto, es el Yo-Yo que es consciente del Yo individual pero que no puede ser visto. Preste mucha atención y pregúntese ¿qué o quién soy Yo?

Cuando usted penetre en la Subjetividad pura, en el Vidente puro, descubrirá que no se trata de un objeto. Si logra permanecer sereno en esta conciencia observadora -contemplando la mente, el cuerpo y la naturaleza que le rodea- comenzará a darse cuenta de que está experimentando una sensación de libertad, de liberación, una sensación de no estar atado a ninguno de los objetos que desfilan frente a usted sino que simplemente reposa en una inmensa libertad. Usted es una apertura, un claro, una Vacuidad, un espacio abierto en el que se desplazan todos esos objetos. El Testigo puro es una Vacuidad pura en la que todos los sujetos y objetos individuales aparecen, permanecen un tiempo y terminan desvaneciéndose. De modo que el Testigo puro no es nada que usted pueda ver. Cuando usted descansa en el Testigo lo único que experimenta es una amplia Vacuidad, una vasta Libertad. El Testigo es la liberación última. Las cosas aparecen en la conciencia, permanecen durante un tiempo y terminan desapareciendo; vienen y van. Las cosas aparecen en el espacio y se mueven en el tiempo, pero el Testigo puro no va ni viene, no aparece en el espacio ni se mueve en el tiempo. El Testigo es como es, omnipresente e inmutable, nunca entra en la corriente de la vida, del espacio, del nacimiento o de la muerte. El Testigo es consciente del espacio, consciente del tiempo y, por tanto, es libre del espacio y libre del tiempo. Es atemporal y aespacial, es el puro Vacío a través del cual desfilan el tiempo y el espacio. Y al ser atemporal, es eterno, un Yo puro que no ha nacido nunca y, al ser No Nacido, también es Inmortal. Y es precisamente la existencia de esta inmensa Vacuidad, de lo No Nacido la que puede permitirnos liberarnos de lo nacido y de lo creado, liberarnos del sufrimiento inherente al espacio, el tiempo y los objetos, emanciparnos del mecanismo de terror intrínseco al valle de lágrimas denominado samsara (Forma o mundo manifiesto).

El Testigo, en sí mismo, es lo causal sin manifestar, la misma vacuidad pura. Y si, a modo de ejercicio yóguico, usted sigue investigando profundamente en la fuente, en la Subjetividad pura de El Que Ve, esa es la cesación; un estado yóguico real discreto (la fase de fusión correspondiente al fulcro 9), en la que nos adentramos ya en los dominios del misticismo sin forma en el que todos los objetos, incluido Dios como forma percibida, se desvanecen en la cesación, y el misticismo teísta desaparece para dejar paso al misticismo sin forma. Son muchas las formas en que puede arribar al origen sin manifestar del Testigo y no es preciso que lo haga en la forma especialmente yóguica que acabamos de señalar. ¿Por qué se le llama causal? Porque es el soporte o el sustrato creativo de todas las otras dimensiones. La creatividad forma parte del sustrato básico del universo. De alguna forma, milagrosamente, emergen nuevos holones. Usted puede llamar a ese sustrato creativo como más le guste: Dios, Diosa, Tao, Brahman, etcétera. Los más científicamente orientados, como Jantsch, por ejemplo, tienden simplemente a llamarlo capacidad “autotrascendente” del universo. El nombre, de hecho es lo que menos importa, lo importante, lo sorprendente -lo auténticamente milagroso- es que algo aparezca.

Los holones emergen como sujetos y objetos, de manera singular y plural -es decir, los cuatro cuadrantes- y se desarrollan siguiendo los veinte principios, que es simplemente la forma en la que se despliega la pauta de toda manifestación, una pauta que es uno de los potenciales de la Vacuidad. Esa misma Vacuidad, como conciencia, se hallaba presente desde el comienzo en la profundidad de todo holón, una profundidad que va despojándose poco a poco de todos sus ropajes hasta que termina perdiendo toda forma, hasta que su profundidad sondea el infinito, hasta que su tiempo entra en la eternidad, hasta que su espacio interior se convierte en la totalidad del espacio y su individualidad deviene la misma Divinidad, el sustrato, el camino y el gozo de la Vacuidad.

Lo no dual

Muchas tradiciones consideran que dicho estado de cesación es el estado último, el punto final de todo desarrollo y evolución, un estado que se equipara con la iluminación plena, con la liberación última, con el nirvana puro. Pero para las tradiciones no duales este no es el punto final. Lo causal termina dando paso a lo no dual y el misticismo sin forma se convierte en misticismo no dual: “Forma es Vacuidad y Vacuidad es Forma”. Técnicamente hablando, usted se ha des-identificado incluso del Testigo y lo ha integrado con toda manifestación; en otras palabras, ha alcanzado las fases 2 y 3 del fulcro 9, que terminan conduciendo al fulcro 10 (que no es tanto un fulcro o nivel separado como la Esencia misma de todos los niveles, de todos los estados, de todas las condiciones). Y este es el segundo y más profundo significado de la Vacuidad. No es un estado discreto sino la realidad misma de todos los estados, La Esencia de todos los estados. En tal caso, usted ha dejado atrás lo causal y se ha adentrado en lo no dual.

La experiencia de esta Esencia no dual es similar a la experiencia de unidad natural que antes discutíamos, excepto en el hecho de que, en este caso, la unidad no se experimenta solo con las formas ordinarias que existen “fuera de aquí”, sino también todas las Formas sutiles que existen “aquí”, es decir, no solo existe el misticismo natural y el misticismo teísta, sino también la integración de los tres tipos anteriores de misticismo. Dicho en forma más directa y no tan técnica, la sensación de ser una especie de Vidente, Testigo o Yo se desvanece por completo. Usted no contempla el cielo, es el cielo. Usted degusta el cielo porque el cielo ya no se halla fuera de usted: la conciencia ya no está dividida en un sujeto que ve desde “aquí” a un objeto que se encuentra “ahí”, sino lo único que hay es la pura visión en la que la conciencia y su despliegue son no-dos. No se trata de que lo que hay “ahí” se refleje “aquí”, porque la dualidad es ajena a la inmediatez de la experiencia real. La realidad misma es no dual. Usted sigue siendo usted y las montañas siguen siendo las montañas, pero usted y la montaña son las dos facetas de la misma experiencia, la única realidad presente en este momento. Ya no tendrá una experiencia, sino que se convertirá en la experiencia. Su cuerpomente se ha desvanecido, usted se ha liberado para siempre de esa prisión, ya no se halla “detrás del rostro” contemplando el Kosmos, sino que usted, simplemente, es el Kosmos. En modo alguno se trata, pues, de un estado en el que sea difícil entrar porque, de hecho, es un estado del que resulta imposible salir. Usted siempre ha estado en Él. De modo que este estado no dual engloba la dualidad de la mente y el cuerpo, de la Mano Izquierda y la Mano Derecha.

En consecuencia, no es posible resolver el conflicto inherente a todos los dualismos en el plano relativo. Este conflicto, en realidad, no puede resolverse, solo puede disolverse, porque resulta imposible reducir el sujeto al objeto o el objeto al sujeto y lo único posible es reconocer el sustrato primordial del que ambos son un mero reflejo incompleto. Este es el motivo por el cual los dilemas inherentes a esos dualismos -entre mente y cuerpo, mente y cerebro, conciencia y forma, mente y naturaleza, sujeto y objeto, derecha e izquierda- no podrán resolverse jamás en un plano relativo, y la filosofía convencional es incapaz de resolverlos. Este es un problema que no se resuelve sino que se disuelve en el estado primordial, lo cual, dicho de otro modo, deja los dualismos tal y como son, es decir, poseyendo una cierta realidad convencional o relativa, lo suficientemente real en sus propios dominios pero, en modo alguno, la realidad absoluta. Williams James y Bertran Rusell estuvieron de acuerdo en este punto crucial, la no dualidad de sujeto y objeto en la conciencia inmediata. Obviamente, lo mismo han estado diciendo durante milenios casi todos los místicos y sabios contemplativos, pero James fue el primero en sostener esta postura dentro del campo de la filosofía occidental… y, en el camino, convenció a Rusell.

Poco importa el tipo de experiencia que aparezca, porque el estado simple, natural, no dual y no creado es anterior a la experiencia, anterior a la dualidad y engloba gozosamente todo lo que aparezca. Pero aparecen cosas raras y usted debe permanecer en ese “esfuerzo sin esfuerzo” durante un tiempo y morir de continuo estas pequeñas muertes. Ahí, de hecho, es donde empieza la práctica real. Y como lo demuestran claramente sus filosofías respectivas, ni James ni Rusell hicieron nada de eso. Rusell proclamó que estaba completamente de acuerdo en que el sujeto y el objeto se derivan de la experiencia primordial, pero se replegó de inmediato para volver a identificarse con el sujeto derivado, con el yo derivado, con la pequeña mente racional, y construyó toda su filosofía basándose en esa mentira, en ese engaño. Rusell, en suma, ni siquiera sospechaba a dónde conducía el estado de no dualidad. Tampoco James profundizó gran cosa en este estado primordial, por ello su empirismo radical degeneró muy pronto en un fenomenalismo sensorial que terminó colapsándose en el empirismo y el pragmatismo de la Mano Derecha, una evolución muy decepcionante, americana hasta la médula, que, en cualquier caso, no desmerece sus primeros pasos.

“Este esfuerzo sin esfuerzo” requiere mucha perseverancia, mucha práctica, mucha sinceridad y mucha honestidad. Esta es una práctica que debemos acometer desde el estado de vigilia, desde el estado de sueño y desde el estado de sueños sin ensueños. Este es el motivo por el cual insistimos en las prácticas de las escuelas no duales. Las tradiciones no duales tienen un extraordinario número de estas “instrucciones para señalar”, mediante las que tratan de apuntar hacia lo que ya está, en cualquier caso, ocurriendo en su conciencia. Lo comprenda o no, toda experiencia que usted tenga ya es no dual. De modo que no es necesario cambiar su estado de conciencia para descubrir esa no dualidad porque la no dualidad está completamente presente en todos los estados y cualquier estado de conciencia que usted tenga es ya apropiado. Así pues, las tradiciones no duales no tratan de cambiar su estado sino de despertar su reconocimiento, el reconocimiento de lo que siempre ha sido. Mire atentamente la conciencia inmediata y se dará cuenta de que el sujeto y el objeto son realmente uno. No debe esforzarse por construir ningún estado especial sino solo reconocerlo. ¿Ha visto esos rompecabezas de los periódicos que dicen algo así como “Descubra los quince presidentes de Estados Unidos que están ocultos en esta imagen del océano? Usted está mirando directamente el rostro de los presidentes…pero no se da cuenta de ello. Entonces viene alguien, se lo señala y usted se lleva las manos a la cabeza diciendo “¡Sí, por supuesto, lo tenía frente a mis propios ojos!”. Lo mismo ocurre con la condición no dual de Un Sabor. Cualquier faceta individual de la condición no dual se halla absoluta y completamente presente en su conciencia. No es cuestión de que esté presente de un modo parcial o fragmentario, sino de que se halla completamente presente en su conciencia ahora mismo y que lo único que ocurre es que usted no se da cuenta de ello.

Y dado que las formas siguen apareciendo, usted nunca alcanzará un punto final en el que diga “ya estoy iluminado”. En estas tradiciones, la iluminación es un proceso continuo de aparición de nuevas formas con las que usted se relaciona como manifestaciones de la Vacuidad. Usted es uno con las formas que aparecen y, en ese estado, usted está “iluminado”, pero en otro sentido, esta iluminación es continua, porque continuamente están apareciendo nuevas formas. Dicho de otro modo, usted nunca alcanzará un estado discreto que no sigue evolucionando, sino que siempre seguirá aprendiendo cosas nuevas sobre el mundo de las formas y, en consecuencia, su estado global se hallará siempre en una continua evolución. De modo que usted puede tener ciertas experiencias críticas de iluminación, pero estas experiencias son el preludio del proceso interminable de cabalgar las nuevas olas que aparecen de continuo.

Pero al mismo tiempo, todo esto tiene lugar dentro de un marco de referencia estrictamente ético, de modo que usted no puede jugar a ser un Vagabundo del Dharma y decir que está en la no dualidad. De hecho, en la mayor parte de estas tradiciones, debe dominar los tres primeros estadios del desarrollo transpersonal (psíquico, sutil y causal) antes de que le sea permitido incluso hablar del cuarto estado no dual. En todos estos casos, pues, la “loca sabiduría” ocurre en una atmósfera rigurosamente ética. Lo verdaderamente importante es que, en las tradiciones no duales, usted se compromete, mediante un voto muy sagrado -un voto que es, al mismo tiempo, el fundamento de toda su práctica-, a no desvanecerse en la cesación, a no ocultarse en el nirvana. Con este voto, usted se compromete a cabalgar la ola del samsara hasta que todos los seres atrapados en ella puedan reconocerla como una manifestación de la Vacuidad, se compromete a atravesar la cesación y la no dualidad tan rápidamente como le sea posible, para poder ayudar a todos los seres a reconocer lo No Nacido en medio de la misma existencia. La iluminación es, en realidad, primordial, pero esta iluminación perdura y usted nunca deja de ser uno con todos los cambios de forma que aparecen de continuo.

Bibliografía:

Droit, Roger-Pol. El ideal de la sabiduría . Barcelona: Kairós, 2011.

Grof, Stanislav. La evolución de la conciencia. Barcelona: Kairós, 1994.

Hüther, Gerald. La evolución del amor. Barcelona: Plataforma, 2015.

Wilber, Ken. Breve historia de todas las cosas. Barcelona: Kairós, 2005.
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PLATON

LA SABIDURÍA ESOTÉRICA DE PLATÓN

Este artículo es una reproducción de la nota 69 de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA.

Extracto de la página 136:

En un largo periodo histórico, la fe religiosa ha supuesto la mayor ceguera para hacer del hombre un ser libre y consciente, hasta que Descartes alumbró al “cogito”. Durante esa larga noche oscura de la humanidad, la milenaria sabiduría recogida por Platón en las antiguas escuelas de conocimiento esotérico (1), ha sido sepultada por los dogmas religiosos. Desde una perspectiva histórica, como diría el propia Marx, “la religión es el opio del pueblo”. Es la sinrazón diría yo. Antaño, probablemente, se pudiera necesitar de un confesor; hoy le corresponde profesionalmente ese papel a la psicología y al asesoramiento filosófico. El asesoramiento filosófico es el revulsivo pedagógico por excelencia, pues busca devolver a la filosofía su operatividad, su originaria dimensión terapéutica y su relevancia para la vida cotidiana. En este sentido está escrita La educación cuántica.


Nota (1):

Artículo de Alejandro Martinez Gallardo titulado La iniciación de Platón y Pitágoras en los templos de Egipto publicado el 20 de mayo 2016 en www.pijamasurf.com:

La filosofía occidental moderna prefiere no reparar demasiado en las fuentes de la filosofía de Platón, a quien considera uno de los suyos. Es decir, un filósofo que perfila ya y provee el impulso para el edificio lógico racional de la filosofía y de la ciencia moderna: un tipo de conocimiento que pretende ser objetivo, mayormente materialista, cuyo fin es conocer y conquistar la naturaleza exterior y no tanto la naturaleza interior; donde es más importante producir discursos de virtuosismo intelectual que poner en práctica y vivir el conocimiento. Esta visión de la historia nos quisiera hacer creer que la filosofía, y en general el pensamiento crítico y el conocimiento validado objetivamente, nació en Grecia, casi por generación espontánea, liberándose de la superstición religiosa de todas las otras oscuras culturas del pasado (literalmente de culturas de tez oscura, como los egipcios). Sin embargo, la tradición de aquellos más allegados a Platón, sus contemporáneos y la escuela místico-filosófica que se desdobló de sus enseñanzas nos dicen que Platón fue principalmente un místico, un iniciado y un teólogo y que su filosofía no es tan original como se piensa sino que es la refinación intelectual de una antiquísima tradición esotérica. Nos dice Marsilio Ficino, el gran traductor de Platón al latín, que su enseñanza puede llamarse “una teología”, puesto que “cualquier tema que trate, sea la ética, la dialéctica, la matemática, rápidamente lo completa, en un espíritu piadoso, y lo lleva a la contemplación y veneración de Dios”.

¿De dónde obtuvo Platón la sustancia de su conocimiento, eso que en su aspecto más profundo lo revela como un maestro iniciado en los misterios del alma y del cosmos? La tradición afirma que de Egipto, de los misterios órficos y de los pitagóricos. En la época de Platón era común iniciarse en los misterios de Eleusis, los cuales parecen ser la continuidad de la tradición órfica, la cual aparentemente cifraba en la mitología una serie de enseñanzas místicas. En su libro The Eleusinian and Bacchic Mysteries, Thomas Taylor nos dice que Platón consideraba que “el gran diseño de los Misterios... era llevarnos de regreso a los principios de los cuales descendemos... una experiencia perfecta de bien espiritual”. Cicerón no podía otorgarle más alta estima a los misterios:

De todas las instituciones excelentes y en verdad divinas que Atenas ha llevado y contribuido a la vida humana, ninguna, en mi opinión, es mejor que los misterios. Esto debido a que a través de ellos hemos crecido más allá del modo salvaje de existencia en el que estábamos y hemos sido educados y refinados a un estado civilizado; y como los ritos son llamados iniciaciones, así en verdad hemos aprendido sobre el inicio de la vida y hemos obtenido fuerza no sólo para vivir felizmente sino para morir con esperanza.

Sabemos que Platón tuvo en alta estima a Pitágoras (un ejemplo exotérico de esto es su Timeo, donde muestra que su cosmogonía es esencialmente pitagórica), algo que en su tiempo no era muy bien visto, ya que Pitágoras había fundado una escuela mística bastante radical, donde los filósofos llevaban una vida monástica y donde se realizaban una serie de prácticas ascéticas similares a las que podemos encontrar entre los yoguis de Oriente. Pitágoras, en esto coinciden la mayoría de las fuentes, viajó a diferentes partes del mundo y fue iniciado en los templos de Egipto. Thomas Stanley en su biografía de Pitágoras, siguiendo las fuentes clásicas, nos dice que “el sabio de Samos estuvo más de 20 años en Egipto, aprendiendo bajo distintos hierofantes, en Tebas y en Menfis y en otras ilustres ciudades”.

El filósofo neoplatónico Jámblico en su libro Sobre los misterios egipcios le dice a Porfirio que su filosofía debe ser interpretada “de acuerdo a las antiguas estelas de Hermes, que Platón, ya antes, y Pitágoras, tras leerlas en su totalidad, utilizaron para crear su filosofía”.

Sabemos que Pitágoras no fue el único de los griegos que viajó a Egipto. El mismo Platón cuenta en el Timeo y en el Critias que Solón recibió instrucción de un sacerdote egipcio, quien le revelo la hipótesis de la Atlántida y la doctrina de la destrucción cíclica del mundo, por el fuego y por el agua. El otro “padre de la filosofía” junto con Pitágoras, Tales de Mileto, también habría viajado a aprender a Egipto, de donde quizás tomó su teoría del origen de la vida en el agua, algo que también parece haber informado a Moisés o a quien sea que haya sido el autor del Génesis, con la idea de las aguas superiores que preceden a la Creación.

Diógenes Laercio cuenta en su pequeña biografía de Platón que después de la muerte de Sócrates, Platón realizó un largo viaje en el cual “visitó a los filósofos pitagóricos Éurito y Filolao en Italia y luego a Egipto a ver a aquellos que interpretaban la voluntad de los dioses; se dice que Eurípides lo acompañó ahí. En Egipto Platón se enfermó y fue curado por los sacerdotes”. Platón habría querido luego visitar a los magos en Persia, pero las guerras asiáticas se lo impidieron. Aunque la información de Diógenes ha sido puesta en duda por los académicos modernos, esta noción de que Platón viajó a Egipto era ampliamente aceptada entre los filósofos de su academia y luego entre los filósofos neoplatónicos, dueños en cierta forma del verdadero espíritu platónico.

Thomas Taylor, el gran traductor de Platón al inglés, cuyas obras estimularon la imaginación de los poetas románticos, escribió de manera un tanto oscura:

Platón fue iniciado al Gran Misterio a la edad de 49. La iniciación tuvo lugar en una de las cámaras subterráneas de la Gran Pirámide en Egipto. La Tabla isiaca formaba parte del altar ante el cual el divino Platón recibió lo que siempre había sido suyo, pero que la ceremonia de los Misterios encendió e hizo patente. Con este ascenso, después de 3 días en la Gran Cámara, fue recibido por el hierofante de la Pirámide (el hierofante era visto sólo por aquellos que habían cumplido los 3 días, los tres grados, las tres dimensiones) y se le entregaron las Enseñanzas Esotéricas de manera verbal acompañadas por el símbolo apropiado. Después de otros 3 meses de viaje iniciático en las cámaras de la Pirámide, el iniciado Platón salió al mundo con la misión de llevar a cabo la obra de la Gran Orden, como antes Pitágoras y Orfeo. [Citado en The Secret Teachings of All Ages, de Manly P. Hall]

Esta “Tabla isiaca” es una referencia a una tabla antigua que en algún momento se creyó que era de origen egipcio pero que aparentemente data de los romanos, y en la que se representa a la diosa Isis. Numerosos eruditos esotéricos han interpretado la tabla, incluyendo al jesuita Athanasius Kircher y Eliphas Lévi. Los académicos modernos consideran que estas interpretaciones jeroglíficas no tienen sentido. De cualquier manera, la idea de una tabla o una estela con jeroglíficos que inscriben un valioso conocimiento esotérico, el cual debe preservarse de tal forma que logre sobrevivir un diluvio o un cataclismo, es una leyenda que atraviesa numerosas tradiciones y que ha sido el alimento de la más alta curiosidad mistérica.

Buena parte de esta creencia viene del monje egipcio Manetón. El monje Jorge Sincelo en el siglo XIII escribió sobre esto:

Se propone entonces hacer algunos extractos en lo que concierne a las dinastías egipcias de los libros de Manetón. Siendo él un alto sacerdote de los templos paganos egipcios, y basando sus respuestas [al rey Ptolomeo] en los monumentos que existían en el país seriádico. [Estos monumentos,] nos dice, estaban inscritos con caracteres de la lengua sagrada y con la escritura de Toth, el primer Hermes; después del diluvio fueron traducidos de la lengua sacra a la lengua vulgar, pero aún en caracteres jeroglíficos, y almacenados por el hijo de Agathodaimon y el segundo Hermes, padre de Tat, en los templos interiores de Egipto.

El alquimista Paracelso en “La aurora de los filósofos”:

Adán fue el primer inventor de las artes, porque tenía conocimiento de todas las cosas después de la Caída como antes. Por ello predijo la destrucción del mundo por el agua. De esta causa, también, fue que sus sucesores erigieron dos tablas de piedra, en las que inscribieron todas las artes naturales en caracteres jeroglíficos, para que así la posteridad pudiera familiarizarse con esta predicción, y que así pudiera ser prevenida y se tomaran provisiones en tiempos de peligro. Subsecuentemente, Noé encontró una de estas tablas en el Monte Ararat, después del diluvio. En esta tabla estaban descritos los cursos del firmamento superior y del globo inferior. Por medio de esta separación, un hombre se volvió astrónomo, otro mago, otro cabalista y un cuarto alquimista. Abraham, el Tubalcain volcánico, un consumado astrólogo y aritmético, llevó el arte fuera de Canaan a Egipto, en donde los egipcios emergieron con tan grande poder y dignidad que de ahí esta sabiduría se difundió en otras naciones.

Si aceptamos la posibilidad de que las fuentes del conocimiento filosófico y en general del conocimiento religioso esotérico (incluyendo del Corpus Hermeticum) se encuentran en Egipto, debemos considerar lo que nos dice el mismo Platón y lo cual ha alimentado la imaginación de místicos, masones, filósofos perennes y teósofos (de alguna manera herederos de ese conocimiento iniciático): un origen en común de las diferentes tradiciones, el cual se podría situar en la Atlántida, el mítico continente destruido por las aguas. Esta idea, desde este punto en la historia, nos puede parecer poco plausible y ciertamente remota, pero grandes eruditos e iniciados por razones conocidas y algunas desconocidas han mantenido que esto es así. Que todas las religiones provienen de una misma raíz, de un mismo impulso unitario, y que han existido civilizaciones humanas antes de las nuestras, siendo la evolución un proceso cíclico de muerte y renacimiento, como una gran espiral cultural y espiritual.
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EDUCACIÓN TRANSRACIONAL

UNA EDUCACIÓN TRANSRACIONAL

Este artículo es una reproducción de las notas 87 y 88 de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA.

Extracto de la página 250:

De nuevo, una ciencia -la neurociencia- está a punto de abrirnos los ojos a realidades que nada tienen que ver con las que hemos vivido durante siglos: estas han sido producto de nuestro cerebro y las realidades que las sustituyan también lo serán. Pero ahora, soñar con una realidad independiente del cerebro humano será posible pero no real, nos dice Rubia (¿no está apuntando hacia la hipótesis de la simulación? (1)). Hemos descubierto neuronas que son la base de la empatía, probablemente también del lenguaje y de la moralidad, como las neuronas espejo, pero los temas que he mencionado en relación con la revolución subjetiva van más allá porque van a cambiar la imagen que tenemos del mundo y de nosotros mismos. Las humanidades, junto con la neurociencia, tendrán que colaborar para diseñar una nueva imagen del ser humano que, sin duda, será distinta a la que hoy conocemos. La brecha epistemológica entre ciencia y religión lo es también entre la ciencia y las humanidades (2).




Nota (1):

La hipótesis de simulación propone que la realidad es una simulación de la cual los afectados por el simulante no están conscientes. La hipótesis desarrolla la característica del Dios maligno de René Descartes, pero la lleva más allá por analogía en una realidad simulada futura. La misma tecnología ficticia aparece, en parte o totalmente, en películas de ciencia ficción como Star Trek, Dark City,The Thirteenth Floor, Matrix, Abre los ojos, Vanilla Sky, Total Recall, Inception y Source Code.

Nota (2):

Según el filósofo francés Edgar Morin (1994), la humanidad se halla ante un “pensamiento complejo”, de difícil acceso para los inducidos ignorantes (Mayos et al., 2011) desde la atalaya del economicismo neoliberal (Navarro, 2012). Dicha ignorancia es extensiva también a nuestra actual cosmovisión del mundo bajo el influjo de la racionalidad positivista que predomina en El espejismo de la ciencia (Sheldrake, 2013) como adalid de la suprema “verdad”, marginando así a las humanidades como medio para una interpretación crítica de la realidad actual, como revitalización de la cultura, como reflexión sobre las grandes cuestiones personales y sociales, y como catalizadores de la creatividad (Alvira y Spang, 2006). Sin embargo, la evolución del Kosmos no se detendrá pues se vislumbra la trascendencia hacia una episteme transracional (Márquez y Díaz, 2011):

Es necesario que esta riquísima cosmovisión que nos revela el aura de una nueva racionalidad para pensar y rehacer el mundo, se convierta en un programa transdisciplinar de investigaciones que logren desplazar nuestra experiencia deconstructiva de los fenómenos de la realidad en todos los órdenes del conocimiento hacia éticas epistémicas. La infinitud de formas posibles a las que apuntan las redes complejas de conocimiento, no es más que la posibilidad humana y natural de entender los ciclos y procesos de la vida en sentido generativo, nunca progresivo ni lineal.

En esa línea de pensamiento transracional, María Alejandra Rodríguez (2017), Docente universitario en el departamento de Filosofía de la Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad de Carabobo (Venezuela), aborda el papel de La filosofía educativa en el ámbito universitario, un punto de vista que bien puede ser extrapolable a cualquier universidad del mundo por sus inherentes principios universales:

La educación superior en Venezuela, como fundamento formativo para el desarrollo educativo, cultural, filosófico y social puede ser un punto de referencia crucial en función de la construcción de una sociedad humana, justa y libre. Se trata de educar más allá del bienestar individual y colectivo propuesto por una sociedad del éxito personal y del consumo, trabajar en función del porvenir de la civilización y la supervivencia de la raza humana y del planeta; ya que una persona consciente de su compromiso existencial puede alcanzar grandes logros e impactar en el bienestar de los demás gracias a un humanismo trascendental y verdadero. Por eso la educación universitaria debe considerarse como el modo formativo humanista para emprender cualquier objetivo elevado, verdaderamente humano, comunitario y social, sea a través del currículo de carácter ético-espiritual de todas las profesiones, o de una formación filosófica en torno a las dimensiones antropológicas existenciales del sentido de la vida desde el compromiso social.

Dicha cosmovisión de una nueva racionalidad para pensar y rehacer el mundo mediante una educación transracional (Martos, 2017) inquiere, como objetivo de esta investigación, que el educando aprehenda la síntesis de saberes mediante una genuina intuición espiritual: la integración de la conciencia (yo), la ciencia (ello) y la moral (nosotros) -las tres esferas del saber diferenciadas por Kant mediante sus Tres críticas- como una intuición moral básica (Wilber, 2005) para orientar éticamente sus actos, pensamientos y sentimientos. Una ética epistémica en toda regla bajo una epísteme transracional.

Bibliografía:

Alvira, R. y Spang, K. Humanidades para el siglo XXI. Navarra: Ediciones Universidad de Navarra, 2006.

Márquez Fernández, Álvaro B.; Díaz Montiel, Zulay C. “La complejidad: hacia una epísteme transracional”. Telos, vol. 13, núm. 1, enero-abril, 2011, pp. 11-29. Universidad Privada Dr. Rafael Belloso Chacín Maracaibo, Venezuela.

Martos, Amador. Filosofía transpersonal y educación transracional. España: Amazon, 2017.

Mayos, Gonçal et al. La sociedad de la ignorancia. Barcelona: Península, 2011.

Morin, Edgar. Introducción al pensamiento complejo. Barcelona: Gedisa, 1994.

Navarro, Vinçens. Los amos del mundo. Las armas del terrorismo financiero. Barcelona: Espasa libros, 2012.

Sheldrake, Rupert. El espejismo de la ciencia. Barcelona: Kairós, 2013.

Wilber, Ken. Breve historia de todas las cosas. Barcelona: Kairós, 2005.
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amor

UNA FILOSOFÍA ALTERNATIVA AL CAPITALISMO

Este artículo es una reproducción de la nota 68 de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA.

Extracto de la página 130:

Muchos pensamos que el capitalismo como ideología dominante está próximo a su fin, pero ello solo se llevará a cabo si hay un pensamiento alternativo suficientemente edificado epistemológica, filosófica, psicológica, social y educacionalmente (1). En suma un pensamiento alternativo al actual y eufemístico pensamiento único neoliberal (Martos, 2017), porque la lucha por la vida es la lucha por las ideas y, en la actualidad, los ricos llevan ventaja como bien se jactó Warren Buffett, uno de los hombres más ricos del planeta: “Hay una lucha de clases, de acuerdo, pero es mi clase, la clase rica, la que hace la guerra y estamos ganado”. Más claro, imposible. ¿Qué hacer? La educación cuántica, amigos lectores…






Nota (1):

La complejidad de la filosofía es de tal magnitud que, ni en las universidades ni en los estudios segundarios, hay una metodología para abordar el estudio de la historia del pensamiento de modo que el educando pueda entresacar un esquema básico para aprehender un pasado que le permita comprender su presente y, consecuentemente, decidir sobre su futuro con conocimiento de causa. Mi obra Una filosofía alternativa al capitalismo (Martos, 2017) tiene como motivación intentar erradicar la complejidad de la filosofía, de modo que, el estudiante disponga de una guía para entresacar el esqueleto cognitivo del embrollo filosófico que ha predominado en la historia de la filosofía occidental. He aquí el resumen de dicha obra:

Esta obra aborda la historia de la filosofía occidental desde los dualismos de la filosofía griega hasta la “rígida estructura” dualista entre sujeto y objeto que colapsó con el surgimiento de la física cuántica. El dualismo por antonomasia de la filosofía occidental son los ascendentes que aspiran a un cielo que no es de este mundo (religiones) y los descendentes que orientan la razón hacia el mundo de los sentidos (materialismo científico). Esa fractura dualista entre los ascendentes y los descendentes está en el origen de la falta de integración entre la conciencia (yo), la naturaleza (ello) y la moral (nosotros) desde que estas tres esferas fueron diferenciadas por Kant mediante sus Tres críticas.

Con el surgimiento de la razón en la edad moderna y el posterior capitalismo, la realidad histórico-social ha devenido en una deconstrucción del “nosotros” en “yoes” egocéntricos y, así, la realidad socio-psicológica ha concluido en una fragmentación de la conciencia individual y su disociación de la conciencia colectiva: ahí reside el gran fracaso epistemológico de la filosofía occidental. Para revertir ese colapso del Kosmos, Ken Wilber mediante su teoría de los cuatro cuadrantes, nos ilustra para salvar dicho abismo cultural, la crisis medioambiental y entrever la futura evolución del mundo mediante una intuición moral básica.

Ken Wilber, considerado como el “Einstein de la conciencia”, nos alumbra sobre dos modos de saber -racionalidad versus espiritualidad-, y nos permite vislumbrar una integración entre la epistemología de lo conmensurable y la hermenéutica de lo inconmensurable como condición para trascender los viejos paradigmas de la humanidad hacia nuevos paradigmas sustentados en la filosofía transpersonal como disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia así como los estudios de la conciencia.

Así, la filosofía transpersonal se constituye en una filosofía alternativa al capitalismo y en un fundamento epistemológico para una educación transracional que implemente la razón con el corazón pues, el saber sin amor, es puro egoísmo y la causa de tanto sufrimiento en este mundo.

Bibliografía:

Martos, Amador. Una filosofía alternativa al capitalismo. España: Amazon, 2017.
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LA EDUCACIÓN

LA EDUCACIÓN COMO INSTRUMENTO DE PODER

Este artículo es una reproducción de las notas 81 y 82 de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA (4ª ed.).

Extracto de la página 135:

De nada sirve todo lo argumentado acerca de La educación cuántica si todo ello no tiene su correlación práctica en la psicología humana. De un modo sinérgico, la filosofía transpersonal y la psicología transpersonal junto a La educación cuántica, son tres disciplinas cognitivas que se erigen como un nuevo paradigma de conocimiento donde, el saber y el espíritu colectivo, deberían ir de la mano en ese nuevo mundo por construir. Sin embargo, cambiar el sistema tradicional educativo va a requerir de una suma de esfuerzos desde la sociedad civil, la comunidad científica y la educativa. Porque la educación no debería estar supeditada a los poderes políticos pervertidos ideológicamente (1), como lo está también la justicia (2), sino de libre acceso y gratuita como bien supremo al que pueda acceder todo ser humano. A la postre, tanto en justicia como en educación, lo que está en juego son derechos fundamentales contemplados constitucionalmente y que, en la práctica, se hallan secuestrados por los poderes fácticos. Contra esta tendencia, La educación cuántica tiene como objetivo establecer las bases para el acceso al conocimiento y a la libertad como alternativa al actual y caduco sistema capitalista, depredador a ultranza de la biosfera y de la noosfera.

Nota (1): Christian Laval (2004) en su obra La escuela no es una empresa: el ataque neoliberal a la enseñanza pública, resumen:

En este libro, cuyo título es un grito de alarma popularizado entre los sindicatos de enseñantes y profesores franceses, el autor denuncia la progresiva mercantilización de la escuela, dónde los objetivos y los resultados ya no son el aprendizaje y la formación de adultos responsables sino la eficiencia económica. Entre otros criterios, las recomendaciones de instituciones como la OCDE, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio han dado lugar a una reorganización que no contempla alumnos, sino consumidores escolares, y que profesionaliza al máximo los estudios, acentuando la desigualdad, pues condena a una gran parte de alumnos desfavorecidos o marginados a reducir sus expectativas de progreso social mediante la educación. Estamos ante una alarmante mutación impuesta por los criterios de la globalización del capitalismo: un debate que condicionará el modelo de civilización que queremos.

En esa misma dirección ahonda Pilar Carrera Santafe (2016) en la obra Nos quieren más tontos: la escuela según la economía neoliberal, resumen:

Aunque no todo el mundo es consciente de ello, las líneas principales de cualquier política educativa están directamente conectadas con una determinada visión del mundo, y forman parte de un proyecto global que pretende modelar la sociedad del futuro. Este libro pretende examinar la verdadera naturaleza del actual sistema educativo, subrayar sus intenciones y denunciar sus carencias. Pilar Carrera y Eduardo Luque proponen aquí un regreso a valores que jamás deberían haber desaparecido de la educación.

Hoy se ha impuesto en la mayor parte del planeta, y muy específicamente en lo que llamamos Occidente, una educación en la que el conocimiento ha quedado relegado ante lo que ha venido a denominarse competencias. Se trata de un modelo educativo pensado para satisfacer necesidades empresariales, en el que, en palabras de Jacques Delors, el saber hacer ha de sustituir al saber.

Impulsada por el Banco Mundial, apoyada por el FMI y la OMC, esta política pretende la creación de una Sociedad del conocimiento sin conocimiento como muy bien señalan Pilar Carrera y Eduardo Luque, y sometida al mercado, que es quien en el fondo establece tanto los contenidos como las herramientas a utilizar en el aprendizaje.

Nota (2): Joaquim Bosch (ex portavoz de Juezas y Jueces para la Democracia) e Ignacio Escolar (director de eldiario.es) han unido fuerzas para escribir un libro necesario, incisivo y pedagógico sobre la Justicia: El secuestro de la Justicia (Escolar, I. y Bosch, J., 2018).

El sistema judicial está en crisis. Así lo denuncia esta reflexión crítica sobre un deterioro que afecta profundamente a nuestra democracia. En una escalada sin precedentes, las injerencias políticas son muy visibles, se concentran en la cúpula judicial y son especialmente peligrosas en los casos de corrupción.

Por otro lado, la ciudadanía percibe que las leyes no siempre son iguales para todos. Las maniobras que tratan de capturar las instituciones judiciales están relacionadas con un fenómeno más amplio: los intentos de secuestro de la Justicia como valor. Por eso los autores también estudian: las injusticias que padecen las víctimas de violencia machista, y los que padecen abusos bancarios; los problemas en la aplicación de la prisión provisional o los excesos en los límites de la política de penas de privación de libertad; el drama de los refugiados y la criminalización de los inmigrantes; la falta de reparación de las víctimas del franquismo; la actuación de la justicia en el conflicto catalán; y los crecientes recortes de libertades.

Pero El secuestro de la Justicia es también una defensa de la magnífica base del sistema judicial, esa inmensa mayoría de magistrados que no se ha dejado contaminar. Como los que llevaron los abusos bancarios a la jurisdicción europea y vencieron. O los que, sin medios suficientes, investigan la corrupción y ponen contra las cuerdas a políticos y a empresarios.

Bibliografía:

Carrera, Pilar. Nos quieren más tontos: la escuela según la economía neoliberal. Barcelona: Intervención Cultural, 2016.

Escolar, I. y Bosch, J. El secuestro de la justicia: virtudes y problemas del sistema judicial. Barcelona: Roca editorial de libros, 2018.

Laval, Christian. La escuela no es una empresa: el ataque neoliberal a la enseñanza pública. Barcelona: Paidós Ibérica, 2004.
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DINERO-DEUDA

EL DINERO-DEUDA

Este artículo es una reproducción de la nota 71 de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA (4ª ed.).

Extracto de la página 110:

En el siglo XVII, Descartes mediante el “pienso, luego existo”, alumbró la conciencia histórica individual. Un siglo después, el criticismo kantiano diferenció los tres mundos: ciencia, “yo” y “nosotros”. Tras el surgimiento del empirismo, la ciencia ha devenido en un materialismo científico que reniega de toda realidad más allá de la materia, relegando así la cuestión espiritual al exclusivo terreno de la fe religiosa. Paradójicamente, en cuestiones espirituales, los dogmas religiosos mantienen perfectamente controlados a sus fieles para que no piensen por sí solos sobre cuestiones trascendentales, tal como pretenden los “místicos cuánticos”. Si a ello le sumamos la sumisión de los pueblos a los poderes fácticos mediante el dinero-deuda (1) y las guerras, como bien ha demostrado Naomi Klein (2007) mediante su obra La doctrina del shock y Oliver Stone en su serie de diez documentales La historia no contado de los Estados Unidos, tenemos así el cóctel perfecto para entender cómo la humanidad, a través de la historia, ha sido confinada a la esclavitud y la ignorancia. Así, sinópticamente, es mi lectura de la historia del pensamiento en nuestro pasado reciente, el cual puede ser consultado más en profundidad en mi obra Capitalismo y conciencia (Martos, 2012).


Nota (1):

El dinero es parte de nuestra vida diaria, pero entendemos poco sobre cómo se crea, de dónde viene y quién lo controla, debido a que el proceso ha sido objeto de desinformación por parte de los banqueros más ricos, quienes quieren mantenernos en la oscuridad y así proteger un sistema diseñado para aumentar la desigualdad económica. Ellen Hodgson Brown (2015) revela el engaño y presenta un panorama claro del abismo financiero al que nos dirigimos, centrándose en un fraude fundamental del sistema bancario: los bancos privados se han apoderado de la creación y control del sistema monetario internacional, en una red de dinero-deuda que genera un beneficio constante a sus productores y somete a las naciones a una creciente e innecesaria montaña de deuda, imposible de pagar.

Exponer la insostenible situación actual es un primer paso para desligarnos del control maligno del mundo en manos de una muy pequeña pero poderosa facción financiera. Partes del libro hacen énfasis en el banco central de los Estados Unidos, así como en la historia de esta nación, pues su modelo de dinero ha sido implementado alrededor del mundo, incluyendo los países de América Latina. También se recogen ejemplos del desarrollo de nuevos modelos bancarios en los cinco continentes. La comprensión del funcionamiento de estas instituciones y los hechos que marcaron su evolución aportará al lector las herramientas para dar un giro positivo a su futuro financiero a nivel personal, regional y nacional.


Bibliografía:

Hodgson Brown, Ellen. Telaraña de deuda. Córdoba: Editorial Almuzara, 2015.

Klein, Naomi. La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre. Barcelona: Paidos Iberica, 2007.

Martos, Amador. Capitalismo y conciencia. España: Amazon, 2012 (1ª ed.), 2017 (2ª ed.).
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LA INTUICIÓN ESPIRITUAL

LA INTUICIÓN ESPIRITUAL

Este artículo es una reproducción de la nota 107 de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA (4ª ed.).

Extracto de la página 269:

Es conveniente recordar a Morgado que, según Ken Wilber, el cerebro es un “ello” (externo) y la mente es un “yo” (interno). La epistemología de lo conmensurable tiene como objeto de estudio al “ello” mediante la ciencia, pero la interpretación cultural y de la conciencia subjetiva pertenecen propiamente a la hermenéutica de lo inconmensurable, una disputa histórica entre ciencia y religión. Como dijera Einstein: “Cada día sabemos más y entendemos menos”. Pero, principalmente, porque Morgado y tantos escépticos como él no han comprendido aún que hay dos modos de saber: el método científico y el trascendental. Es posible hacer una síntesis de ambos modos de saber mediante una genuina intuición espiritual (1) (Martos, 2017).


Nota (1):

Para aquel lector interesado en profundizar en la comprensión de la intuición espiritual, le remito a mi obra Filosofía transpersonal y educación transracional (Martos, 2017) , he aquí el resumen:

La síntesis de saberes mediante la intuición espiritual

Esta obra postula la integración del saber científico (epistemología de lo conmensurable) con la perenne espiritualidad (hermenéutica de lo inconmensurable), una síntesis respectivamente de la razón con el espíritu en un ejercicio de trascendencia desde la no dualidad, lo cual conlleva aprehenderse a uno mismo como conciencia de unidad mediante una auténtica intuición espiritual.

Esos dos modos de saber así aprehendidos mediante la intuición espiritual, posibilitan una síntesis entre la filosofía y la espiritualidad como condición para salvar el abismo cultural de la humanidad. Para tal finalidad, el autor recurre a tres inconmensurables pensadores: Platón, Kant y Wilber. Las Tres Grandes categorías platónicas -la Verdad, la Belleza y la Bondad- que fueron respectivamente diferenciadas por Kant mediante sus Tres críticas (“ello”, “yo” y “nosotros”), requieren imperativamente de una integración entre la naturaleza, la conciencia y la cultura.

La intuición moral básica argumentada por Ken Wilber se constituye como una necesaria cuestión ética para la integración del “ello”, “yo” y “nosotros” y, consecuentemente, en una ética epistémica dentro de un marco de una episteme transracional para salvar así el abismo cultural de la humanidad; dicho de otro modo, se argumenta una antropología filosófica que permita trascender la brecha epistemológica entre la racionalidad y la espiritualidad mediante una renovada interpretación de la historia del pensamiento, su ciencia y la propia espiritualidad pero, eminentemente, desde un revisionismo de la psicología cognitiva y educativa.

Esta obra reivindica una antropología filosófica que contemple a la filosofía transpersonal de Ken Wilber como disciplina que estudia a la espiritualidad y su relación con la ciencia así como los estudios de la conciencia, lo cual implica una reconstrucción epistemológica desde la sabiduría perenne para lograr la sanación trascendental del ser humano mediante una educación transracional que implemente la razón con el corazón. Así, la filosofía transpersonal y la educación transracional se vislumbran como una condición sine qua non para trascender a la crisis de conciencia en la que está inmersa la filosofía occidental.

No obstante, para contextualizar a la intuición espiritual en el constructo cognitivo de este ensayo, haré una sucinta referencia a la obra Breve historia de todas las cosas , en la que Wilber (2005) centra su atención en tres tópicos: la interpretación de las intuiciones espirituales, la ética medioambiental y las posibles líneas de desarrollo de la futura evolución del mundo. Por cuestión de espacio, me refiero a continuación solamente a las intuiciones espirituales en los términos explicados por Wilber:

Las intuiciones espirituales y el abismo cultural

No obstante el pecado de orgullo de la cultura occidental al marginar lo auténticamente espiritual, en opinión de Wilber, muchas personas tienen verdaderas intuiciones de los estadios transpersonales iniciales pero, a su juicio, son interpretadas o descifradas de una forma inapropiada por estar atrapadas en el moderno marco de referencia descendente y en su correspondiente disociación entre el yo, la cultura (nosotros) y la naturaleza (ello). Por ejemplo, una intuición del Alma Global del Mundo interpretada en función de su Yo superior -intencional-, tenderá a ignorar los componentes conductuales, sociales y culturales tan indispensables para la auténtica transformación (Figura 5.1). También puede ocurrir que se caiga en el otro extremo, que se sienta que es uno con el mundo y luego concluya que ese mundo con el que se ha fundido es la simple naturaleza empírica, ignorando entonces el mundo subjetivo e intersubjetivo (Figura 7.1). De modo que puede ocurrir que la intuición sea genuina pero que la interpretación termine tergiversando completamente las cosas cuando se realiza exclusivamente en función de su cuadrante favorito en lugar de rendir tributo por igual a los cuatro cuadrantes.

Según Wilber, cuando más en contacto se halle con el Yo superior, más comprometido estará usted con el mundo y con los demás, como un componente de su auténtico Yo, el Yo en el que todos somos Uno. Tener en cuenta los cuatro cuadrantes ayuda a manifestar esta realización y a respetar a todos y cada uno de los holones como una manifestación de lo Divino. Ciertamente, en la Suprema Identidad, uno está asentado en la Libertad, pero esa Libertad se manifiesta como actividad compasiva, como atención y como respeto. Las interpretaciones más certeras favorecen la posterior emergencia de intuiciones más profundas relativas a los dominios del “yo”, del “nosotros” y del “ello”, no solo en cuanto a la forma de actualizar el Yo superior sino también con respecto a la manera de integrarlo en la cultura (nosotros), encarnarlo en la naturaleza (ello) e impregnarlo en las instituciones sociales, en definitiva, una interpretación que tenga en cuenta los cuatro cuadrantes en los que se manifiesta el Espíritu.

El gran descubrimiento de la posmodernidad es que no existe nada dado de antemano, un descubrimiento que abre a los seres humanos a un Espíritu que deviene cada vez más agudamente consciente de sí mismo en la medida en que va recorriendo el camino que le conduce a despertar en la supraconciencia, sin embargo, los pensadores religiosos antimodernos se hallan completamente atrapados en la visión agraria del mundo y no comprenden siquiera las modalidades moderna y postmoderna del Espíritu. No parecen haber comprendido que la esencia de la modernidad consiste en la diferenciación del Gran Tres, despreciando así la evolución como proceso que está operando para socavar su autoridad. Es irónico que las mismas autoridades religiosas se hayan convertido en uno de los principales obstáculos para la aceptación moderna y postmoderna del Espíritu.

Se dice a veces que uno de los mayores problemas de las sociedades occidentales es el abismo existente entre ricos y pobres aunque, en opinión de Wilber, el abismo más alarmante es el abismo interior, un abismo cultural, un abismo de conciencia, un abismo, en suma, de profundidad. Y en cada nueva transformación cultural, este abismo cultural, este abismo de conciencia es cada vez mayor. El abismo que existe entre la profundidad promedio que ofrece esa cultura y el número de quienes realmente pueden alcanzarla, genera una tensión interna que puede propiciar la patología cultural. ¿Existe alguna solución?

El problema real tampoco es el abismo cultural, nuestro problema real es que ni siquiera podemos pensar en el abismo cultural. Y no podemos hacerlo porque vivimos en un mundo chato, un mundo que no reconoce la existencia de grados de conciencia, de profundidades, de valores y de méritos. En este mundo, todo tiene la misma profundidad, es decir, cero. Y puesto que nuestra chata visión del mundo ni siquiera reconoce la profundidad, tampoco puede reconocer el abismo profundo, el abismo cultural, el abismo de conciencia. En consecuencia, la explotación de los países desarrollados y “civilizados” proseguirá hasta el momento en que reconozcamos este problema y busquemos las formas de comenzar a resolverlo. Mientras sigamos sosteniendo esa visión chata del mundo, el abismo cultural no podrá ser resuelto, porque la visión chata del mundo niega de plano la existencia de la dimensión vertical, de la transformación interior, de la trascendencia. Y si nuestra visión del mundo sigue sin permitirnos reconocer el problema, no está lejos el momento en que el abismo cultural termine provocando el colapso de nuestra cultura.

Según Wilber, cuando yo intuyo claramente al Espíritu, no solo intuyo su resplandor en mí mismo, sino que también lo intuyo en el dominio de los seres que comparten el Espíritu conmigo (en forma de su propia profundidad). Y es entonces cuando deseo proteger y promover ese Espíritu, no solo en mí sino en todos los seres en los que se manifiesta. Pero además, si intuyo claramente al Espíritu, también me siento alentado a implementar ese despliegue espiritual en tantos seres como pueda, es decir, no solo en los dominios del “yo” o del “nosotros”, sino que también me siento movilizado a implementar esta realización como un estado objetivo de cosas (en los dominios del “ello”, en el mundo). El hecho que el Espíritu se manifieste realmente en los cuatro cuadrantes (o, dicho de modo resumido, en los dominios del “yo”, del “nosotros” y del “ello”) supone también que la auténtica intuición espiritual es aprehendida con el deseo de expandir la profundidad del “yo” a la amplitud del “nosotros” y al estado objetivo de cosas del propio “ello”. En definitiva, proteger y promover la mayor profundidad a la mayor amplitud posible. Esa es, en opinión de Wilber, la intuición moral básica de todos los holones, sean o no humanos.


Bibliografía:

Martos, Amador. Filosofía transpersonal y educación transracional. España: Amazon, 2017.

Wilber, Ken. Breve historia de todas las cosas. Barcelona: Kairós, 2005.
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