Este artículo es una reproducción del capítulo 2 “EL NUEVO MUNDO” de la segunda parte de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA
En relación a nuestra contemporaneidad, los paradigmas de la filosofía tradicional y la filosofía transpersonal están presentes, aunque no diferenciados desde la perspectiva académica, sociológica y cognitiva, pues lo “transpersonal” es como un simple bebé que, desde un contexto histórico, está comenzando a caminar. Sin embargo, La educación cuántica defendida aquí pretende hacer de contrapeso para que la filosofía transpersonal se yergue sobre la filosofía tradicional.
Los siguientes paradigmas en el orden temporal, a saber, la psicología tradicional y la psicología transpersonal, son dos paradigmas con plena validez contemporánea, aunque el segundo (“la cuarta fuerza”) le está ganando terreno poco a poco al primero. Los siguientes paradigmas, la conciencia materialista y la conciencia humanística, hacen referencia a la fenomenología en la conciencia de toda persona. La fenomenología de la conciencia denota que es factible para toda persona pasar de una conciencia materialista a una conciencia humanística, aunque es evidente que nuestra sociedad actual vive pertinazmente en la primera.
Prosiguiendo con nuestra secuencia holístico-temporal, ahora vienen los paradigmas de la conciencia personal (egocéntrica) y la conciencia transpersonal (compasiva). Los siguientes paradigmas en la línea holístico-temporal son la dialéctica de la felicidad personal y la dialéctica de la felicidad transpersonal, dos conceptos que representan el devenir existencial de las personas según actúen con conciencia personal o conciencia transpersonal.
Seguidamente están los paradigmas del neoliberalismo y el altermundismo, representantes objetivos del actual tránsito de la conciencia social en el que se halla la humanidad: las conciencias personales (egoísmo propio del neoliberalismo) se integrarán simbióticamente en la conciencia colectiva (hacia la solidaridad global propugnada por el altermundismo). Un objetivo que puede tardar muchos años pues hay que tener presente que, la historia ella misma, evoluciona dialécticamente, no pudiendo precisarse la duración de un paradigma. Sirva como ejemplo para comprender esto: ¿Cuántos años ha durado el paradigma de la Filosofía clásica? (para los neófitos en filosofía: del siglo seis al uno antes de Cristo). Y también, ¿qué época abarca su paradigma holísticamente superior, a saber, el Renacimiento? (ídem: siglos quince y dieciséis después de Cristo). ¿Cómo son posibles las “astucias de la razón” y la “burla de la historia”, en palabras de Hegel? (1). La resolución dialéctica, entendida desde la perspectiva de la historia de Hegel, nos provee la solución: la imaginación corriente capta la identidad, la diferencia y la contradicción, pero no la transición de lo uno a lo otro. Al abarcar un paradigma un amplio espectro temporal, los individuos subsumidos a dicho paradigma viven, piensan y actúan sin apenas apreciar bajo qué paradigma en la línea holístico temporal se hallan. Ello es un privilegio solamente al alcance de los más inquisitivos pensadores que se atreven a dilucidar la problemática contextual de la época que le ha tocado vivir. A ello se ha dedicado preferentemente cada filósofo o científico a través de la historia: desentrañar cognitivamente al Ser en sus diferentes manifestaciones material, racional y moral. Humildemente, pienso que son tiempos de una educación cuántica que permita la aprehensión de la historia del pensamiento de un modo hermeneuta en un solo folio, como postula la dinámica espiral.
La dinámica espiral es un sintagma de la historia del pensamiento y tiene la virtud, precisamente, de hacer objetivos los paradigmas del pasado en una línea holístico-temporal, hasta conectar con los paradigmas correspondientes a nuestro presente. En dicho sintagma, se puede observar la progresión del holismo práctico del materialismo que opera actualmente en las personas desde la filosofía tradicional hasta el neoliberalismo. Del mismo modo, en el holismo lógico del idealismo, hay congéneres que piensan y actúan desde la filosofía transpersonal (visión-lógica que aúna en la conciencia cognitiva y moral a la biosfera y la noosfera, teniendo así una clara conciencia ecológica y humanista) hasta proyectarse en la posibilidad de que otro mundo es posible (altermundismo). La percepción de ese proceso de cambio en la sociedad solamente puede demostrarse objetivamente a partir del concepto socio-dinámico de masa crítica, un indicador social del paradigma predominante. Respecto a la percepción subjetiva en las personas, es necesario aludir a un mapa psicológico que nos proporcione una correcta cognición respecto de los estadios evolutivos de la conciencia en relación con la felicidad personal y, eminentemente, con la felicidad de la humanidad (2).
Notas:
(1) La filosofía de la historia de Hegel está marcada por los conceptos de las “astucias de la razón” y la “burla de la historia”: la historia conduce a los hombres que creen conducirse a sí mismos, como individuos y como sociedades, y castiga sus pretensiones de modo que la historia-mundo se burla de ellos produciendo resultados exactamente contrarios, paradójicos, a los pretendidos por sus autores, aunque finalmente la historia se reordena y, en un bucle fantástico, retrocede sobre sí misma y con su burla y paradoja sarcástica, convertida en mecanismo de cifrado, crea también ella misma, sin quererlo, realidades y símbolos ocultos al mundo y accesibles solo a los cognoscentes, es decir, a aquellos que quieren conocer.
(2) Dicho mapa psicológico está explicitado en mi artículo científico La evolución de la conciencia desde un análisis político, social y filosófico transpersonal, publicado en el Journal of Transpersonal Research, 2012, Vol. 4 (1), 47-68 ISSN: 1989-6077. Este mapa psicológico está estructurado del siguiente modo:
-Camino ascendente de la conciencia personal, a saber, evolución de la conciencia como posibilidad de lograr más y más conocimientos hasta hallar la sabiduría. (Es lo equivalente a la salida del mundo de las sombras en el Mito de la caverna de Platón).
-Camino descendente de la conciencia transpersonal, es decir, todo el saber adquirido en el camino ascendente se revierte en la humanidad en tanto que la conciencia es transmisora de conocimientos a la vez que conciencia compasiva (transpersonal). (Es lo equivalente al retorno al mundo de las sombras en el Mito de la caverna de Platón).
Obsérvese que ambos caminos de la conciencia desde la personal a la transpersonal, han sido ya referidos como la muerte del ego en su viaje iniciático hacia la percepción unitaria del sujeto cognoscente con el mundo (no-dualidad entre sujeto y objeto), donde las emociones egoístas e individualistas dejan paso a la compasión.
En aras de una mayor profundidad cognitiva, se hace especial hincapié en lo siguiente: las tres esferas (ello, yo y nosotros) que fueron diferenciadas por Kant mediante sus Tres críticas, son perfectamente identificables como potencialidades en los sujetos cognoscentes. Así, la felicidad material es donde imperativamente todo humano se proyecta para la satisfacción de sus necesidades materiales o conciencia materialista (ello), salvo que elijamos dedicarnos a una vida ascética. Asimismo, en la felicidad intelectual se asienta la conciencia intelectual como expresión del juicio estético, es decir, una profundidad holísticamente superior del individuo (yo). Y seguidamente le corresponde el turno a la felicidad espiritual donde se realiza la conciencia espiritual, es decir, la razón moral de la interactuación pragmática o entendimiento mutuo (nosotros). Estas tres conciencias, la conciencia materialista, la conciencia intelectual y la conciencia espiritual, aunque diferenciadas conceptualmente, en realidad son una única conciencia la cual es identificada como un “yo” con tres campos de actuación: el sensible, el cognitivo y el moral, como puede apreciarse en las definiciones de la Real Academia Española acerca del término “conciencia”.
Nuestra conciencia representa la asunción unitaria del Universo, el Conocimiento y el Amor, la tríada propiamente perteneciente al Ser. A través de nuestra conciencia nos relacionamos con el lado sensible, con el conocimiento y con el amor a nuestros semejantes, para intentar hallar nuestra felicidad personal. Por tanto, a través de nuestra conciencia, ya estamos participando de la parte divina que todo lo impregna y, es a través de ella, como debemos ascender hacia la sabiduría divina del Ser. Esa es la finalidad aludida en nuestro mapa cognitivo, descubierta en la “ascensión” racional de la conciencia en el sujeto cognoscente. Llegar a la felicidad personal (sincretismo de las tres felicidades antes aludidas: material, intelectual y espiritual) a través de la vía del conocimiento es un objetivo digno de ser alcanzado. Pero no hay mayor felicidad que llegar al Ser mediante dicho conocimiento. Y para ello, solamente hay un camino: progresar en la evolución de la propia conciencia hasta convertirla en conciencia transpersonal, es decir, altruista, solidaria y compasiva hasta lograr la felicidad transpersonal (la consideración de la libertad y felicidad de la humanidad, jerárquicamente superior a la felicidad personal). Como ya estableció Aristóteles, “el todo es superior a las partes”, una apreciación holística que científicamente puede observarse en la evolución de la naturaleza. ¿No estaría precisamente ahí en nuestra conciencia, la posibilidad de la necesaria integración del “ello”, el “yo” y el “nosotros” diferenciados por Kant y que la postmodernidad no ha sabido o podido integrar?
Siguiendo un paralelismo conceptual de la evolución biológica, estaríamos en los albores de llegar a la ontogénesis de la conciencia subjetiva, así como a la filogénesis de la conciencia social, por lo menos en lo que concierne su objetivación vital. Lo que pueda ocurrir o no en el campo metafísico, es decir, después de nuestra muerte física, es harina de otro costal. Sin embargo, existen estudios científicos sobre experiencias cercanas a la muerte que demuestran la existencia de la conciencia más allá de la muerte. Una cuestión ésta de la vida contra la muerte, del ser contra el no ser, que ha sido plasmada de un modo filosófico por Ken Wilber mediante la conveniencia de trascender dicho dualismo segundario (la vida contra la muerte) como última frontera antes de acceder al nivel del dualismo primario (organismo contra medio ambiente) donde se accede al Espíritu mediante el concienciamiento de que sujeto y objeto son lo mismo, una realidad accesible desde el misticismo contemplativo.
Ver más
En relación a nuestra contemporaneidad, los paradigmas de la filosofía tradicional y la filosofía transpersonal están presentes, aunque no diferenciados desde la perspectiva académica, sociológica y cognitiva, pues lo “transpersonal” es como un simple bebé que, desde un contexto histórico, está comenzando a caminar. Sin embargo, La educación cuántica defendida aquí pretende hacer de contrapeso para que la filosofía transpersonal se yergue sobre la filosofía tradicional.
Los siguientes paradigmas en el orden temporal, a saber, la psicología tradicional y la psicología transpersonal, son dos paradigmas con plena validez contemporánea, aunque el segundo (“la cuarta fuerza”) le está ganando terreno poco a poco al primero. Los siguientes paradigmas, la conciencia materialista y la conciencia humanística, hacen referencia a la fenomenología en la conciencia de toda persona. La fenomenología de la conciencia denota que es factible para toda persona pasar de una conciencia materialista a una conciencia humanística, aunque es evidente que nuestra sociedad actual vive pertinazmente en la primera.
Prosiguiendo con nuestra secuencia holístico-temporal, ahora vienen los paradigmas de la conciencia personal (egocéntrica) y la conciencia transpersonal (compasiva). Los siguientes paradigmas en la línea holístico-temporal son la dialéctica de la felicidad personal y la dialéctica de la felicidad transpersonal, dos conceptos que representan el devenir existencial de las personas según actúen con conciencia personal o conciencia transpersonal.
Seguidamente están los paradigmas del neoliberalismo y el altermundismo, representantes objetivos del actual tránsito de la conciencia social en el que se halla la humanidad: las conciencias personales (egoísmo propio del neoliberalismo) se integrarán simbióticamente en la conciencia colectiva (hacia la solidaridad global propugnada por el altermundismo). Un objetivo que puede tardar muchos años pues hay que tener presente que, la historia ella misma, evoluciona dialécticamente, no pudiendo precisarse la duración de un paradigma. Sirva como ejemplo para comprender esto: ¿Cuántos años ha durado el paradigma de la Filosofía clásica? (para los neófitos en filosofía: del siglo seis al uno antes de Cristo). Y también, ¿qué época abarca su paradigma holísticamente superior, a saber, el Renacimiento? (ídem: siglos quince y dieciséis después de Cristo). ¿Cómo son posibles las “astucias de la razón” y la “burla de la historia”, en palabras de Hegel? (1). La resolución dialéctica, entendida desde la perspectiva de la historia de Hegel, nos provee la solución: la imaginación corriente capta la identidad, la diferencia y la contradicción, pero no la transición de lo uno a lo otro. Al abarcar un paradigma un amplio espectro temporal, los individuos subsumidos a dicho paradigma viven, piensan y actúan sin apenas apreciar bajo qué paradigma en la línea holístico temporal se hallan. Ello es un privilegio solamente al alcance de los más inquisitivos pensadores que se atreven a dilucidar la problemática contextual de la época que le ha tocado vivir. A ello se ha dedicado preferentemente cada filósofo o científico a través de la historia: desentrañar cognitivamente al Ser en sus diferentes manifestaciones material, racional y moral. Humildemente, pienso que son tiempos de una educación cuántica que permita la aprehensión de la historia del pensamiento de un modo hermeneuta en un solo folio, como postula la dinámica espiral.
La dinámica espiral es un sintagma de la historia del pensamiento y tiene la virtud, precisamente, de hacer objetivos los paradigmas del pasado en una línea holístico-temporal, hasta conectar con los paradigmas correspondientes a nuestro presente. En dicho sintagma, se puede observar la progresión del holismo práctico del materialismo que opera actualmente en las personas desde la filosofía tradicional hasta el neoliberalismo. Del mismo modo, en el holismo lógico del idealismo, hay congéneres que piensan y actúan desde la filosofía transpersonal (visión-lógica que aúna en la conciencia cognitiva y moral a la biosfera y la noosfera, teniendo así una clara conciencia ecológica y humanista) hasta proyectarse en la posibilidad de que otro mundo es posible (altermundismo). La percepción de ese proceso de cambio en la sociedad solamente puede demostrarse objetivamente a partir del concepto socio-dinámico de masa crítica, un indicador social del paradigma predominante. Respecto a la percepción subjetiva en las personas, es necesario aludir a un mapa psicológico que nos proporcione una correcta cognición respecto de los estadios evolutivos de la conciencia en relación con la felicidad personal y, eminentemente, con la felicidad de la humanidad (2).
Notas:
(1) La filosofía de la historia de Hegel está marcada por los conceptos de las “astucias de la razón” y la “burla de la historia”: la historia conduce a los hombres que creen conducirse a sí mismos, como individuos y como sociedades, y castiga sus pretensiones de modo que la historia-mundo se burla de ellos produciendo resultados exactamente contrarios, paradójicos, a los pretendidos por sus autores, aunque finalmente la historia se reordena y, en un bucle fantástico, retrocede sobre sí misma y con su burla y paradoja sarcástica, convertida en mecanismo de cifrado, crea también ella misma, sin quererlo, realidades y símbolos ocultos al mundo y accesibles solo a los cognoscentes, es decir, a aquellos que quieren conocer.
(2) Dicho mapa psicológico está explicitado en mi artículo científico La evolución de la conciencia desde un análisis político, social y filosófico transpersonal, publicado en el Journal of Transpersonal Research, 2012, Vol. 4 (1), 47-68 ISSN: 1989-6077. Este mapa psicológico está estructurado del siguiente modo:
-Camino ascendente de la conciencia personal, a saber, evolución de la conciencia como posibilidad de lograr más y más conocimientos hasta hallar la sabiduría. (Es lo equivalente a la salida del mundo de las sombras en el Mito de la caverna de Platón).
-Camino descendente de la conciencia transpersonal, es decir, todo el saber adquirido en el camino ascendente se revierte en la humanidad en tanto que la conciencia es transmisora de conocimientos a la vez que conciencia compasiva (transpersonal). (Es lo equivalente al retorno al mundo de las sombras en el Mito de la caverna de Platón).
Obsérvese que ambos caminos de la conciencia desde la personal a la transpersonal, han sido ya referidos como la muerte del ego en su viaje iniciático hacia la percepción unitaria del sujeto cognoscente con el mundo (no-dualidad entre sujeto y objeto), donde las emociones egoístas e individualistas dejan paso a la compasión.
En aras de una mayor profundidad cognitiva, se hace especial hincapié en lo siguiente: las tres esferas (ello, yo y nosotros) que fueron diferenciadas por Kant mediante sus Tres críticas, son perfectamente identificables como potencialidades en los sujetos cognoscentes. Así, la felicidad material es donde imperativamente todo humano se proyecta para la satisfacción de sus necesidades materiales o conciencia materialista (ello), salvo que elijamos dedicarnos a una vida ascética. Asimismo, en la felicidad intelectual se asienta la conciencia intelectual como expresión del juicio estético, es decir, una profundidad holísticamente superior del individuo (yo). Y seguidamente le corresponde el turno a la felicidad espiritual donde se realiza la conciencia espiritual, es decir, la razón moral de la interactuación pragmática o entendimiento mutuo (nosotros). Estas tres conciencias, la conciencia materialista, la conciencia intelectual y la conciencia espiritual, aunque diferenciadas conceptualmente, en realidad son una única conciencia la cual es identificada como un “yo” con tres campos de actuación: el sensible, el cognitivo y el moral, como puede apreciarse en las definiciones de la Real Academia Española acerca del término “conciencia”.
Nuestra conciencia representa la asunción unitaria del Universo, el Conocimiento y el Amor, la tríada propiamente perteneciente al Ser. A través de nuestra conciencia nos relacionamos con el lado sensible, con el conocimiento y con el amor a nuestros semejantes, para intentar hallar nuestra felicidad personal. Por tanto, a través de nuestra conciencia, ya estamos participando de la parte divina que todo lo impregna y, es a través de ella, como debemos ascender hacia la sabiduría divina del Ser. Esa es la finalidad aludida en nuestro mapa cognitivo, descubierta en la “ascensión” racional de la conciencia en el sujeto cognoscente. Llegar a la felicidad personal (sincretismo de las tres felicidades antes aludidas: material, intelectual y espiritual) a través de la vía del conocimiento es un objetivo digno de ser alcanzado. Pero no hay mayor felicidad que llegar al Ser mediante dicho conocimiento. Y para ello, solamente hay un camino: progresar en la evolución de la propia conciencia hasta convertirla en conciencia transpersonal, es decir, altruista, solidaria y compasiva hasta lograr la felicidad transpersonal (la consideración de la libertad y felicidad de la humanidad, jerárquicamente superior a la felicidad personal). Como ya estableció Aristóteles, “el todo es superior a las partes”, una apreciación holística que científicamente puede observarse en la evolución de la naturaleza. ¿No estaría precisamente ahí en nuestra conciencia, la posibilidad de la necesaria integración del “ello”, el “yo” y el “nosotros” diferenciados por Kant y que la postmodernidad no ha sabido o podido integrar?
Siguiendo un paralelismo conceptual de la evolución biológica, estaríamos en los albores de llegar a la ontogénesis de la conciencia subjetiva, así como a la filogénesis de la conciencia social, por lo menos en lo que concierne su objetivación vital. Lo que pueda ocurrir o no en el campo metafísico, es decir, después de nuestra muerte física, es harina de otro costal. Sin embargo, existen estudios científicos sobre experiencias cercanas a la muerte que demuestran la existencia de la conciencia más allá de la muerte. Una cuestión ésta de la vida contra la muerte, del ser contra el no ser, que ha sido plasmada de un modo filosófico por Ken Wilber mediante la conveniencia de trascender dicho dualismo segundario (la vida contra la muerte) como última frontera antes de acceder al nivel del dualismo primario (organismo contra medio ambiente) donde se accede al Espíritu mediante el concienciamiento de que sujeto y objeto son lo mismo, una realidad accesible desde el misticismo contemplativo.
Este artículo es una reproducción del capítulo 2 “EL NUEVO MUNDO” de la segunda parte de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA
Una última apreciación en referencia a los paradigmas transracionalidad y racionalismo espiritual que contemplan un escenario futuro de la humanidad, tanto en su vertiente sociológica como psicológica. Pienso que el sintagma de la dinámica espiral deja meridianamente despejado el actual panorama filosófico de este incipiente siglo XXI, a saber, que la racionalidad con la mirada puesta preeminentemente en la biosfera (capitalismo versus consumismo) se trascenderá a sí misma para integrarse en su dominio natural: la noosfera. Los amos del mundo que asolan a la biosfera serán destronados de su poder por las emergentes conciencias transpersonales. La incipiente visión-lógica antes señalada es una apertura visionaria que propiciará que la racionalidad alcance su mayoría de edad, un proceso que puede aletargarse a través de muchas generaciones, hasta que el altermundismo sea un paradigma plenamente objetivable gracias a su masa crítica. Hay que precisar que el paradigma del altermundismo se inició en el primer Foro Social Mundial celebrado en Porto Alegre en el año 2001 y puede tardar algunas décadas hasta alcanzar dicha masa crítica. Cuando la racionalidad llegue a dicha madurez, la humanidad alcanzará una perspectiva planetaria desde el siguiente paradigma en el orden histórico-temporal: la transracionalidad, lo que Wilber denomina visión centáurica-planetaria (1) . Pero muchos serán los problemas a superar para que el paradigma del altermundismo dé paso al paradigma de la transracionalidad (2) : la profunda brecha entre ricos y pobres, la ausencia de xenofobia y la definitiva instauración práctica de los Derechos Humanos. Será un estadio bastante duro para la humanidad pues habrá que reconsiderar todas las formas obsoletas de producción, así como todos los modos de interrelación entre la población mundial, pues la preservación de la vida o biosfera, será el común denominador para evitar la hecatombe. Para que la racionalidad se instale con mayoría de edad en la noosfera, la conciencia colectiva deberá transitar hacia una pedagogía con la mirada puesta en la conciencia transpersonal (esta es la finalidad pedagógica del presente ensayo). Cuando se logre afianzar el concepto socio-dinámico masa crítica de modo que, en la conciencia colectiva, predomine una mayoría de conciencias transpersonales, podrá entonces darse por iniciado el periodo de la transracionalidad. Será un momento cumbre para la humanidad, pues la racionalidad habrá conectado con la espiritualidad humana: será la culminación del segundo renacimiento humanístico, a saber, la integración simbiótica de las conciencias individuales en la conciencia colectiva. La noosfera emergerá desde su propia interioridad o racionalidad, cobrando cada vez más fuerza el paradigma de la transracionalidad.
Notas:
(1) La obra Sexo, Ecología, Espiritualidad de Ken Wilber es un compendio de sabiduría científica y filosófica. En el capítulo 5 titulado La emergencia de la naturaleza humana, Wilber aborda la emergencia del Homo sapiens hasta la diferenciación de la biosfera y de la noosfera producida en Occidente aproximadamente en los siglos XVI y XVII. Según Wilber (p.207), “en otras palabras, con la diferenciación de la noosfera y la biosfera, la biología ya no determina el destino. Es decir, ya no lo determinaba necesariamente: las relaciones entre hombres y mujeres (y entre hombres y hombres) ya no estaban necesariamente dominadas por el pesado yugo de las diferencias y determinantes biológicos, la fuerza física y la reproducción”.
Prosigue Wilber (p. 215): “La diferencia principal entre la eco-devastación tribal y la moderna no es la presencia o ausencia de sabiduría, sino la presencia de medios más peligrosos, que utilizados con la misma ignorancia ahora pueden llegar a ser devastadores. Como veremos, nuestros enormes medios nos han llevado, por primera vez en la historia, a una disociación igualmente enorme entre la noosfera y la biosfera, y por tanto la cura no está en reactivar la forma tribal de ignorancia ecológica (deshacernos de nuestros medios), ni en continuar con la forma moderna de ignorancia (el mercado libre nos salvará), sino más bien en evolucionar y desarrollar una estructura de conciencia integradora que por primera vez integre biosfera y noosfera en una unión más alta y más profunda”.
A esa racionalidad en búsqueda de un planteamiento realmente planetario, universal o global, de naturaleza no coercitiva, da lugar a un tipo de conocimiento al que Wilber denomina “visión-lógica”. Según Wilber (p.233): “Cuando la racionalidad da todas sus perspectivas posibles, el conocimiento visión-lógica las suma en totalidad, que es simplemente el nuevo holón interno superior…. En otras palabras, la visión lógica es un holón superior que opera sobre (y, por tanto, trasciende) a sus holones menores, como la racionalidad misma. La visión lógica, como tal, puede mantener en mente contradicciones, puede unificar opuestos, es dialéctica y no lineal (véase en ese sentido, a modo de ejemplo, la dinámica espiral propuesta por este pensador), y unifica lo que de otra forma serían nociones incompatibles, siempre y cuando se relacionen en un nuevo holón superior, negadas en su parcialidad, pero preservadas en sus contribuciones positivas. Esto es lo que Hegel llamó “Razón” como opuesto a la “comprensión”. Esta es la causa por la que Hegel mantuvo que entre las características definidoras de la Razón (visión-lógica) estaba su capacidad de unificar opuestos y ver la identidad-en-diferencia. Como tal, Hegel fue uno de los primeros grandes filósofos de la visión-lógica, al igual que Schelling y Whitehead…la aprehensión explícita de la identidad diferenciada, “Razón no bifurcada” o visión-lógica, detrás de lo cual está lo transracional en su conjunto”.
A la visión del mundo o al espacio en el mundo de la visión-lógica la llama Wilber “existencial” o “centáurico”. El centauro es el animal mítico, medio humano y medio caballo, que Wilber toma como símbolo de la integración de cuerpo y mente, o biosfera y noosfera. Para Wilber, según sus propias palabras (p.235), “esta visión-lógica con su perspectiva centáurica del mundo, es la que, según mi criterio, representa la esperanza de la integración de la biosfera y la noosfera, la organización supranacional de conciencia planetaria, la cognición genuina del equilibrio ecológico, las formas no restringidas ni forzadas de discurso global, las formas no dominantes y no coercitivas de Estados federales, el flujo libre de intercambio comunicativo a nivel mundial, la producción de ciudadanos del mundo genuinos y la integración cultural de la individualidad femenina (por ejemplo, la integración del hombre y la mujer en la biosfera y la noosfera). Todo lo anterior, en mi opinión, no es sino la plataforma para las formas de conciencia superiores y transpersonales, que serían auténticamente interesantes y nos esperan en nuestro futuro colectivo; si es que llegamos a él”.
A dicha visión emergente, Jean Gebser la denominó como la mente integral-aperspectival que, según Wilber, es un término especialmente adecuado. La mente aperspectival, en otras palabras, es completamente holónica: contextos dentro de contextos dentro de contextos para siempre. Y, según Wilber, este mundo está en medio de los tortuosos dolores de parto de la emergencia colectiva de una nueva estructura de conciencia centáurica o visión-lógica, la mente integral-aperspectival. Así, en propias palabras de Gebser, las perspectivas del mundo egoico-racional son “reemplazadas por la expansión abierta del mundo abierto”, el “mundo aperspectival”: la culminación de la visión centrada en el mundo comenzó con la racionalidad y es completada por la visión-lógica. Pero, insiste Wilber (p.240), “la estructura integral puede integrar fisiosfera, biosfera y noosfera, que tiene el potencial de integrarlas. Depende de ti y de mí, de las acciones que realicemos cada uno de nosotros, que el potencial se actualice”. Consecuentemente, según Wilber (p.245), “hará falta un movimiento de visión-lógica de enorme poder integrador (integral aperspectival y universal-integral) para unir a todos los ciudadanos del mundo sobre una base centáurica: todos tenemos en común materia, cuerpo y mente (por no mencionar el Espíritu y un Yo anteriores a todo ello)”(…)“La transformación misma, está siendo construida en el corazón y la mente de aquellos individuos que están evolucionando hacia la visión centáurica-planetaria”… “La revolución, como siempre, vendrá desde dentro y se irá encajando en la forma externa”.
Todo lo anterior, según Wilber (p.249), apunta hacia un transnacionalismo: “Así, sin negar la importancia de los factores ecológicos, económicos y financieros en la transformación mundial, no olvidemos que todos ellos descansan, en última instancia, sobre la transformación correlativa de la conciencia humana: el abrazo global y la federación mundial solo pueden ser vistos, entendidos y puestos en práctica por individuos con una visión-lógica universal. Los nuevos recursos escasos incluirán no solo la escasez económico-material, sino también los recursos del significado de la vida, que ya no podrán ser hallados en uno mismo o en la tribu, raza o nación, sino que hallarán su contexto, su terapia, su omega y su liberación en el abrazo mundicéntrico a través del que circula la sangre de nuestra humanidad común y late el corazón único de un pequeño planeta que lucha por la supervivencia y anhela su liberación en un mañana más profundo y verdadero”.
A dicho transnacionalismo le corresponde un pluriculturalismo que debería trascender a los tribalismo mágicos basados en la sangre y el linaje étnico o el imperialismo mitológico, según Wilber (p.250): “remanentes del marxismo como “religión mítico-racional mundial”; fundamentalismos cristiano y musulmán que quieren convertir (obligar) al resto del mundo; misioneros mítico-religiosos con furia de proselitismo global; imperialismo económico-nacional cercano a lo mitológico por parte de los países desarrollados; y, sobre todo, la disolución de algunos de los modernos estados mítico-imperialistas en sus subholones tribales; una disolución bañada en sangre, lucha tribal y relaciones de parentesco a gran escala: la retribalización de grandes partes del mundo. Así, la mayor de las transformaciones a nivel mundial sería simplemente la adopción de la racionalidad global y de la tolerancia pluralista: la adopción de la racionalidad egoica en el camino hacia la visión-lógica centáurica”.
Para Wilber (p.251), “un multiculturalismo genuino no puede ser establecido tampoco por los “sentimientos” o “por la actuación desde el corazón”, porque mis sentimientos son solo míos, no necesariamente tuyos o de otro. Solo en el espacio del pluralismo racional se puede dar un lugar y una voz iguales a los distintos sentimientos, pensamientos y deseos. Desde esta plataforma de lo racional, es desde donde se puede alcanzar el estado siguiente, el verdaderamente integral-aperspectival (y universal-integral)”.
(2) La filosofía transpersonal, vuelvo a recordar, es una disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia, sin embargo, es una actividad investigativa muy reciente en la historia del pensamiento. Con el surgimiento de las ciencias psicológicas y la “cuarta fuerza” de la psicología transpersonal, se ha iniciado un camino esperanzador de trascendencia de la conciencia egoica hacia la espiritualidad o “transpersonalidad”. Sin embargo, el término “transpersonal” no es todavía de dominio popular y menos aún su asunción académica para una futura educación generacional. No obstante, si la humanidad ha evolucionado de lo mítico a lo racional, como apunta Wilber (p. 617), estamos ahora situados en el filo de la percepción transracional. En dicho sentido, cabe destacar el artículo de Álvaro B. Márquez-Fernández y Zulay C. Díaz-Montiel La complejidad: hacia una epísteme transracional, cuyo resumen es el siguiente:
En las ciencias sociales la crisis del paradigma positivista, es el resultado de su insuficiencia experimental para dar cuenta de la transformación de la experiencia del pensamiento en su interpretación de la realidad natural e histórica de la existencia. En la modernidad no fue posible consolidar un paradigma universalista que solo diera cuenta de espacios objetivados de la realidad a través de modelos racionales reduccionistas. Tal como lo señalan Morin, Najmanovich, Sotolongo-Codima Boaventura de Sousa, Reynoso, en sus postulados teóricos-metodológicos, cuando afirman que la experiencia del pensar racional es mucho más compleja y transdisciplinar, pues considera la realidad como un proceso en curso de estructuras que se recrean poiéticamente sin sujeción a causalidades predeterminadas. Esto es lo que explica, desde la perspectiva de una espíteme crítica, por qué las contingencias materiales de la experiencia racional y las formas de intercambios entre sistemas de diversa índole, le atribuyen al fenómeno del pensamiento una múltiple y transversal racionalidad a partir de la cual se desustantiva el mundo de los objetos y hace presente la subjetividad cognitiva del sujeto de pensamiento. Hacia ese inédito dominio de los procesos de la espíteme transracionales es que se orienta el pensamiento complejo como un momento de superación del positivismo.
Como objetivo ilustrativo de esta nota, destacamos la conclusión final de dicho artículo:
Es necesario que esta riquísima cosmovisión que nos revela el aura de una nueva racionalidad para pensar y rehacer el mundo, se convierta en un programa transdisciplinar de investigaciones que logren desplazar nuestra experiencia deconstructiva de los fenómenos de la realidad en todos los órdenes del conocimiento hacia éticas epistémicas. La infinitud de formas posibles a las que apuntan las redes complejas de conocimiento, no es más que la posibilidad humana y natural de entender los ciclos y procesos de la vida en sentido generativo, nunca progresivo ni lineal.
Ver más
Una última apreciación en referencia a los paradigmas transracionalidad y racionalismo espiritual que contemplan un escenario futuro de la humanidad, tanto en su vertiente sociológica como psicológica. Pienso que el sintagma de la dinámica espiral deja meridianamente despejado el actual panorama filosófico de este incipiente siglo XXI, a saber, que la racionalidad con la mirada puesta preeminentemente en la biosfera (capitalismo versus consumismo) se trascenderá a sí misma para integrarse en su dominio natural: la noosfera. Los amos del mundo que asolan a la biosfera serán destronados de su poder por las emergentes conciencias transpersonales. La incipiente visión-lógica antes señalada es una apertura visionaria que propiciará que la racionalidad alcance su mayoría de edad, un proceso que puede aletargarse a través de muchas generaciones, hasta que el altermundismo sea un paradigma plenamente objetivable gracias a su masa crítica. Hay que precisar que el paradigma del altermundismo se inició en el primer Foro Social Mundial celebrado en Porto Alegre en el año 2001 y puede tardar algunas décadas hasta alcanzar dicha masa crítica. Cuando la racionalidad llegue a dicha madurez, la humanidad alcanzará una perspectiva planetaria desde el siguiente paradigma en el orden histórico-temporal: la transracionalidad, lo que Wilber denomina visión centáurica-planetaria (1) . Pero muchos serán los problemas a superar para que el paradigma del altermundismo dé paso al paradigma de la transracionalidad (2) : la profunda brecha entre ricos y pobres, la ausencia de xenofobia y la definitiva instauración práctica de los Derechos Humanos. Será un estadio bastante duro para la humanidad pues habrá que reconsiderar todas las formas obsoletas de producción, así como todos los modos de interrelación entre la población mundial, pues la preservación de la vida o biosfera, será el común denominador para evitar la hecatombe. Para que la racionalidad se instale con mayoría de edad en la noosfera, la conciencia colectiva deberá transitar hacia una pedagogía con la mirada puesta en la conciencia transpersonal (esta es la finalidad pedagógica del presente ensayo). Cuando se logre afianzar el concepto socio-dinámico masa crítica de modo que, en la conciencia colectiva, predomine una mayoría de conciencias transpersonales, podrá entonces darse por iniciado el periodo de la transracionalidad. Será un momento cumbre para la humanidad, pues la racionalidad habrá conectado con la espiritualidad humana: será la culminación del segundo renacimiento humanístico, a saber, la integración simbiótica de las conciencias individuales en la conciencia colectiva. La noosfera emergerá desde su propia interioridad o racionalidad, cobrando cada vez más fuerza el paradigma de la transracionalidad.
Notas:
(1) La obra Sexo, Ecología, Espiritualidad de Ken Wilber es un compendio de sabiduría científica y filosófica. En el capítulo 5 titulado La emergencia de la naturaleza humana, Wilber aborda la emergencia del Homo sapiens hasta la diferenciación de la biosfera y de la noosfera producida en Occidente aproximadamente en los siglos XVI y XVII. Según Wilber (p.207), “en otras palabras, con la diferenciación de la noosfera y la biosfera, la biología ya no determina el destino. Es decir, ya no lo determinaba necesariamente: las relaciones entre hombres y mujeres (y entre hombres y hombres) ya no estaban necesariamente dominadas por el pesado yugo de las diferencias y determinantes biológicos, la fuerza física y la reproducción”.
Prosigue Wilber (p. 215): “La diferencia principal entre la eco-devastación tribal y la moderna no es la presencia o ausencia de sabiduría, sino la presencia de medios más peligrosos, que utilizados con la misma ignorancia ahora pueden llegar a ser devastadores. Como veremos, nuestros enormes medios nos han llevado, por primera vez en la historia, a una disociación igualmente enorme entre la noosfera y la biosfera, y por tanto la cura no está en reactivar la forma tribal de ignorancia ecológica (deshacernos de nuestros medios), ni en continuar con la forma moderna de ignorancia (el mercado libre nos salvará), sino más bien en evolucionar y desarrollar una estructura de conciencia integradora que por primera vez integre biosfera y noosfera en una unión más alta y más profunda”.
A esa racionalidad en búsqueda de un planteamiento realmente planetario, universal o global, de naturaleza no coercitiva, da lugar a un tipo de conocimiento al que Wilber denomina “visión-lógica”. Según Wilber (p.233): “Cuando la racionalidad da todas sus perspectivas posibles, el conocimiento visión-lógica las suma en totalidad, que es simplemente el nuevo holón interno superior…. En otras palabras, la visión lógica es un holón superior que opera sobre (y, por tanto, trasciende) a sus holones menores, como la racionalidad misma. La visión lógica, como tal, puede mantener en mente contradicciones, puede unificar opuestos, es dialéctica y no lineal (véase en ese sentido, a modo de ejemplo, la dinámica espiral propuesta por este pensador), y unifica lo que de otra forma serían nociones incompatibles, siempre y cuando se relacionen en un nuevo holón superior, negadas en su parcialidad, pero preservadas en sus contribuciones positivas. Esto es lo que Hegel llamó “Razón” como opuesto a la “comprensión”. Esta es la causa por la que Hegel mantuvo que entre las características definidoras de la Razón (visión-lógica) estaba su capacidad de unificar opuestos y ver la identidad-en-diferencia. Como tal, Hegel fue uno de los primeros grandes filósofos de la visión-lógica, al igual que Schelling y Whitehead…la aprehensión explícita de la identidad diferenciada, “Razón no bifurcada” o visión-lógica, detrás de lo cual está lo transracional en su conjunto”.
A la visión del mundo o al espacio en el mundo de la visión-lógica la llama Wilber “existencial” o “centáurico”. El centauro es el animal mítico, medio humano y medio caballo, que Wilber toma como símbolo de la integración de cuerpo y mente, o biosfera y noosfera. Para Wilber, según sus propias palabras (p.235), “esta visión-lógica con su perspectiva centáurica del mundo, es la que, según mi criterio, representa la esperanza de la integración de la biosfera y la noosfera, la organización supranacional de conciencia planetaria, la cognición genuina del equilibrio ecológico, las formas no restringidas ni forzadas de discurso global, las formas no dominantes y no coercitivas de Estados federales, el flujo libre de intercambio comunicativo a nivel mundial, la producción de ciudadanos del mundo genuinos y la integración cultural de la individualidad femenina (por ejemplo, la integración del hombre y la mujer en la biosfera y la noosfera). Todo lo anterior, en mi opinión, no es sino la plataforma para las formas de conciencia superiores y transpersonales, que serían auténticamente interesantes y nos esperan en nuestro futuro colectivo; si es que llegamos a él”.
A dicha visión emergente, Jean Gebser la denominó como la mente integral-aperspectival que, según Wilber, es un término especialmente adecuado. La mente aperspectival, en otras palabras, es completamente holónica: contextos dentro de contextos dentro de contextos para siempre. Y, según Wilber, este mundo está en medio de los tortuosos dolores de parto de la emergencia colectiva de una nueva estructura de conciencia centáurica o visión-lógica, la mente integral-aperspectival. Así, en propias palabras de Gebser, las perspectivas del mundo egoico-racional son “reemplazadas por la expansión abierta del mundo abierto”, el “mundo aperspectival”: la culminación de la visión centrada en el mundo comenzó con la racionalidad y es completada por la visión-lógica. Pero, insiste Wilber (p.240), “la estructura integral puede integrar fisiosfera, biosfera y noosfera, que tiene el potencial de integrarlas. Depende de ti y de mí, de las acciones que realicemos cada uno de nosotros, que el potencial se actualice”. Consecuentemente, según Wilber (p.245), “hará falta un movimiento de visión-lógica de enorme poder integrador (integral aperspectival y universal-integral) para unir a todos los ciudadanos del mundo sobre una base centáurica: todos tenemos en común materia, cuerpo y mente (por no mencionar el Espíritu y un Yo anteriores a todo ello)”(…)“La transformación misma, está siendo construida en el corazón y la mente de aquellos individuos que están evolucionando hacia la visión centáurica-planetaria”… “La revolución, como siempre, vendrá desde dentro y se irá encajando en la forma externa”.
Todo lo anterior, según Wilber (p.249), apunta hacia un transnacionalismo: “Así, sin negar la importancia de los factores ecológicos, económicos y financieros en la transformación mundial, no olvidemos que todos ellos descansan, en última instancia, sobre la transformación correlativa de la conciencia humana: el abrazo global y la federación mundial solo pueden ser vistos, entendidos y puestos en práctica por individuos con una visión-lógica universal. Los nuevos recursos escasos incluirán no solo la escasez económico-material, sino también los recursos del significado de la vida, que ya no podrán ser hallados en uno mismo o en la tribu, raza o nación, sino que hallarán su contexto, su terapia, su omega y su liberación en el abrazo mundicéntrico a través del que circula la sangre de nuestra humanidad común y late el corazón único de un pequeño planeta que lucha por la supervivencia y anhela su liberación en un mañana más profundo y verdadero”.
A dicho transnacionalismo le corresponde un pluriculturalismo que debería trascender a los tribalismo mágicos basados en la sangre y el linaje étnico o el imperialismo mitológico, según Wilber (p.250): “remanentes del marxismo como “religión mítico-racional mundial”; fundamentalismos cristiano y musulmán que quieren convertir (obligar) al resto del mundo; misioneros mítico-religiosos con furia de proselitismo global; imperialismo económico-nacional cercano a lo mitológico por parte de los países desarrollados; y, sobre todo, la disolución de algunos de los modernos estados mítico-imperialistas en sus subholones tribales; una disolución bañada en sangre, lucha tribal y relaciones de parentesco a gran escala: la retribalización de grandes partes del mundo. Así, la mayor de las transformaciones a nivel mundial sería simplemente la adopción de la racionalidad global y de la tolerancia pluralista: la adopción de la racionalidad egoica en el camino hacia la visión-lógica centáurica”.
Para Wilber (p.251), “un multiculturalismo genuino no puede ser establecido tampoco por los “sentimientos” o “por la actuación desde el corazón”, porque mis sentimientos son solo míos, no necesariamente tuyos o de otro. Solo en el espacio del pluralismo racional se puede dar un lugar y una voz iguales a los distintos sentimientos, pensamientos y deseos. Desde esta plataforma de lo racional, es desde donde se puede alcanzar el estado siguiente, el verdaderamente integral-aperspectival (y universal-integral)”.
(2) La filosofía transpersonal, vuelvo a recordar, es una disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia, sin embargo, es una actividad investigativa muy reciente en la historia del pensamiento. Con el surgimiento de las ciencias psicológicas y la “cuarta fuerza” de la psicología transpersonal, se ha iniciado un camino esperanzador de trascendencia de la conciencia egoica hacia la espiritualidad o “transpersonalidad”. Sin embargo, el término “transpersonal” no es todavía de dominio popular y menos aún su asunción académica para una futura educación generacional. No obstante, si la humanidad ha evolucionado de lo mítico a lo racional, como apunta Wilber (p. 617), estamos ahora situados en el filo de la percepción transracional. En dicho sentido, cabe destacar el artículo de Álvaro B. Márquez-Fernández y Zulay C. Díaz-Montiel La complejidad: hacia una epísteme transracional, cuyo resumen es el siguiente:
En las ciencias sociales la crisis del paradigma positivista, es el resultado de su insuficiencia experimental para dar cuenta de la transformación de la experiencia del pensamiento en su interpretación de la realidad natural e histórica de la existencia. En la modernidad no fue posible consolidar un paradigma universalista que solo diera cuenta de espacios objetivados de la realidad a través de modelos racionales reduccionistas. Tal como lo señalan Morin, Najmanovich, Sotolongo-Codima Boaventura de Sousa, Reynoso, en sus postulados teóricos-metodológicos, cuando afirman que la experiencia del pensar racional es mucho más compleja y transdisciplinar, pues considera la realidad como un proceso en curso de estructuras que se recrean poiéticamente sin sujeción a causalidades predeterminadas. Esto es lo que explica, desde la perspectiva de una espíteme crítica, por qué las contingencias materiales de la experiencia racional y las formas de intercambios entre sistemas de diversa índole, le atribuyen al fenómeno del pensamiento una múltiple y transversal racionalidad a partir de la cual se desustantiva el mundo de los objetos y hace presente la subjetividad cognitiva del sujeto de pensamiento. Hacia ese inédito dominio de los procesos de la espíteme transracionales es que se orienta el pensamiento complejo como un momento de superación del positivismo.
Como objetivo ilustrativo de esta nota, destacamos la conclusión final de dicho artículo:
Es necesario que esta riquísima cosmovisión que nos revela el aura de una nueva racionalidad para pensar y rehacer el mundo, se convierta en un programa transdisciplinar de investigaciones que logren desplazar nuestra experiencia deconstructiva de los fenómenos de la realidad en todos los órdenes del conocimiento hacia éticas epistémicas. La infinitud de formas posibles a las que apuntan las redes complejas de conocimiento, no es más que la posibilidad humana y natural de entender los ciclos y procesos de la vida en sentido generativo, nunca progresivo ni lineal.
Este artículo es una reproducción del capítulo 2 “EL NUEVO MUNDO” de la segunda parte de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA
Pero la dialéctica de la historia seguirá su propio camino pues, a dicha transracionalidad, le surgirá su propio opuesto paradigmático: el racionalismo espiritual. Si la transracionalidad será un paradigma de integración de la racionalidad en la espiritualidad humana a través del altermundismo (en una acepción exclusivamente racional alejada de todo dogma religioso), el racionalismo espiritual será un paradigma para conseguir que la transracionalidad se integre y trascienda a través de la espiritualidad misma. Será una época de convulsiones en el seno de las religiones pues la transracionalidad deberá atender a los fervores y dogmas religiosos como jamás antes se hubiera visto. En definitiva, dos paradigmas opuestos más que nos depara la historia, la transracionalidad y el racionalismo espiritual, una manifestación más del Eros y Ágape de Wilber, una expresión más del holismo práctico del materialismo y del holismo lógico del idealismo, el devenir eterno de los opuestos expresándose a través del mundo de los sentidos y el Mundo de las Ideas. Dos mundos irreconciliables en el mundo objetivo, pues nunca se alcanza el omega final. Un alfa y un omega que solamente pueden ser trascendidos desde la profundidad de la conciencia mediante el misticismo contemplativo donde el sujeto cognoscente y el objeto son percibidos como una unidad indisociable, tal como postula la filosofía perenne y acredita la física cuántica.
Concluyendo, el mapa cognitivo de la dinámica espiral es suficientemente elocuente de un modo histórico, sociológico y psicológico. Al hablar de “viejo mundo”, como se ha visto en el anterior capítulo, nos estamos refiriendo a los paradigmas sociales, económicos, intelectuales, psicológicos y espirituales representados bajo el holismo práctico del materialismo. Y cuando hablemos de aquí en delante de un “nuevo mundo”, debería hacerse en referencia a los paradigmas que evolucionan por el holismo lógico del idealismo. Por tanto, por dicho sintagma se puede observar el fluir cultural, cognitivo y espiritual de la humanidad. Ya tenemos un poco de orden en la historia del pensamiento.
En términos científicos, sociales, intelectuales, psicológicos y espirituales, ya sabemos, por tanto, por dónde “falla” el “viejo mundo” y cuál es el sendero del “nuevo mundo”. Obsérvese en la dinámica espiral el discurrir de la dialéctica hegeliana (conocimiento exotérico) así como el principio del ritmo del hermetismo (conocimiento esotérico) a través de los paradigmas evolutivos tanto horizontales como verticales.
Cada par de paradigmas horizontales representa una evolución holística y acasual (no-localidad) a modo de sincronicidad (Jung) entre neologismos cognitivos, pudiendo ser aprehendida dicha evolución de la conciencia histórica por todo sujeto cognoscente que ose sortear mediante su mente cuántica a las “astucias de la razón” y “la burla de la historia”, en palabras de Hegel (1). La resolución dialéctica de los paradigmas verticales representa el devenir de la historia del pensamiento. Así en un solo folio, se puede enseñar la historia de la filosofía hasta el siglo veintiuno. Fácil para todos.
Nota (1):
La filosofía de la historia de Hegel está marcada por los conceptos de las “astucias de la razón” y la “burla de la historia”: la historia conduce a los hombres que creen conducirse a sí mismos, como individuos y como sociedades, y castiga sus pretensiones de modo que la historia-mundo se burla de ellos produciendo resultados exactamente contrarios, paradójicos, a los pretendidos por sus autores, aunque finalmente la historia se reordena y, en un bucle fantástico, retrocede sobre sí misma y con su burla y paradoja sarcástica, convertida en mecanismo de cifrado, crea también ella misma, sin quererlo, realidades y símbolos ocultos al mundo y accesibles solo a los cognoscentes, es decir, a aquellos que quieren conocer.
Ver más
Pero la dialéctica de la historia seguirá su propio camino pues, a dicha transracionalidad, le surgirá su propio opuesto paradigmático: el racionalismo espiritual. Si la transracionalidad será un paradigma de integración de la racionalidad en la espiritualidad humana a través del altermundismo (en una acepción exclusivamente racional alejada de todo dogma religioso), el racionalismo espiritual será un paradigma para conseguir que la transracionalidad se integre y trascienda a través de la espiritualidad misma. Será una época de convulsiones en el seno de las religiones pues la transracionalidad deberá atender a los fervores y dogmas religiosos como jamás antes se hubiera visto. En definitiva, dos paradigmas opuestos más que nos depara la historia, la transracionalidad y el racionalismo espiritual, una manifestación más del Eros y Ágape de Wilber, una expresión más del holismo práctico del materialismo y del holismo lógico del idealismo, el devenir eterno de los opuestos expresándose a través del mundo de los sentidos y el Mundo de las Ideas. Dos mundos irreconciliables en el mundo objetivo, pues nunca se alcanza el omega final. Un alfa y un omega que solamente pueden ser trascendidos desde la profundidad de la conciencia mediante el misticismo contemplativo donde el sujeto cognoscente y el objeto son percibidos como una unidad indisociable, tal como postula la filosofía perenne y acredita la física cuántica.
Concluyendo, el mapa cognitivo de la dinámica espiral es suficientemente elocuente de un modo histórico, sociológico y psicológico. Al hablar de “viejo mundo”, como se ha visto en el anterior capítulo, nos estamos refiriendo a los paradigmas sociales, económicos, intelectuales, psicológicos y espirituales representados bajo el holismo práctico del materialismo. Y cuando hablemos de aquí en delante de un “nuevo mundo”, debería hacerse en referencia a los paradigmas que evolucionan por el holismo lógico del idealismo. Por tanto, por dicho sintagma se puede observar el fluir cultural, cognitivo y espiritual de la humanidad. Ya tenemos un poco de orden en la historia del pensamiento.
En términos científicos, sociales, intelectuales, psicológicos y espirituales, ya sabemos, por tanto, por dónde “falla” el “viejo mundo” y cuál es el sendero del “nuevo mundo”. Obsérvese en la dinámica espiral el discurrir de la dialéctica hegeliana (conocimiento exotérico) así como el principio del ritmo del hermetismo (conocimiento esotérico) a través de los paradigmas evolutivos tanto horizontales como verticales.
Cada par de paradigmas horizontales representa una evolución holística y acasual (no-localidad) a modo de sincronicidad (Jung) entre neologismos cognitivos, pudiendo ser aprehendida dicha evolución de la conciencia histórica por todo sujeto cognoscente que ose sortear mediante su mente cuántica a las “astucias de la razón” y “la burla de la historia”, en palabras de Hegel (1). La resolución dialéctica de los paradigmas verticales representa el devenir de la historia del pensamiento. Así en un solo folio, se puede enseñar la historia de la filosofía hasta el siglo veintiuno. Fácil para todos.
Nota (1):
La filosofía de la historia de Hegel está marcada por los conceptos de las “astucias de la razón” y la “burla de la historia”: la historia conduce a los hombres que creen conducirse a sí mismos, como individuos y como sociedades, y castiga sus pretensiones de modo que la historia-mundo se burla de ellos produciendo resultados exactamente contrarios, paradójicos, a los pretendidos por sus autores, aunque finalmente la historia se reordena y, en un bucle fantástico, retrocede sobre sí misma y con su burla y paradoja sarcástica, convertida en mecanismo de cifrado, crea también ella misma, sin quererlo, realidades y símbolos ocultos al mundo y accesibles solo a los cognoscentes, es decir, a aquellos que quieren conocer.
Este artículo es una reproducción del capítulo 2 “EL NUEVO MUNDO” de la segunda parte de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA
El nuevo mundo, como defiende La educación cuántica, debe edificarse desde el empoderamiento consciente de toda persona. Y para ello, es imprescindible saber leer el pasado e interpretar el presente para orientar certeramente su futuro. El anterior sintagma a modo de dinámica espiral, es una humilde propuesta para que la historia de la filosofía pueda ser enseñada siguiendo reglas escritas en la naturaleza, pero que pocos aciertan a descifrar. No se puede construir un nuevo mundo sin un “mapa sociológico” en auxilio de la comprensión de la realidad de ahí fuera, así como un “mapa psicológico” que guie interiormente al sujeto cognoscente en su mundo interior. Pero el mapa por excelencia es la naturaleza y, por tanto, siguiendo el principio de la correspondencia del hermetismo, emergió la dinámica espiral a modo de contrarios contrapuestos de dos en dos, y a la vez evolucionando helicoidalmente, como lo hace el ADN en la naturaleza, toda una visión transpersonal que va más allá de la filosofía tradicional. La filosofía tradicional –académica- ha fracasado como proyecto emancipador de la humanidad, de ahí la muerte del “viejo mundo”. En su lugar, propongo realizar filosofía transpersonal en el “nuevo mundo”, pues aporta una visión más integradora de la naturaleza humana. Y propongo La educación cuántica como un proyecto revisionista y reformador en la pedagogía histórica, filosófica, científica, intelectual, psicológica y espiritual. Propongo el “otro” modo de saber, el no dual entre sujeto y objeto, el místico, el trascendental o directo, un nuevo paradigma de conocimiento a los ojos de los materialistas científicos, sin embargo, eternamente presente en la filosofía perenne.
Porque el nuevo mundo solo puede edificarse con personas libres y con conocimiento de causa, como defiendo en este ensayo. Solo el saber hará de nosotros hombres verdaderamente libres. Y para tal objetivo, la filosofía debe volver a coger las riendas del destino de la humanidad. Tal es la ambición de La educación cuántica.
Ver más
El nuevo mundo, como defiende La educación cuántica, debe edificarse desde el empoderamiento consciente de toda persona. Y para ello, es imprescindible saber leer el pasado e interpretar el presente para orientar certeramente su futuro. El anterior sintagma a modo de dinámica espiral, es una humilde propuesta para que la historia de la filosofía pueda ser enseñada siguiendo reglas escritas en la naturaleza, pero que pocos aciertan a descifrar. No se puede construir un nuevo mundo sin un “mapa sociológico” en auxilio de la comprensión de la realidad de ahí fuera, así como un “mapa psicológico” que guie interiormente al sujeto cognoscente en su mundo interior. Pero el mapa por excelencia es la naturaleza y, por tanto, siguiendo el principio de la correspondencia del hermetismo, emergió la dinámica espiral a modo de contrarios contrapuestos de dos en dos, y a la vez evolucionando helicoidalmente, como lo hace el ADN en la naturaleza, toda una visión transpersonal que va más allá de la filosofía tradicional. La filosofía tradicional –académica- ha fracasado como proyecto emancipador de la humanidad, de ahí la muerte del “viejo mundo”. En su lugar, propongo realizar filosofía transpersonal en el “nuevo mundo”, pues aporta una visión más integradora de la naturaleza humana. Y propongo La educación cuántica como un proyecto revisionista y reformador en la pedagogía histórica, filosófica, científica, intelectual, psicológica y espiritual. Propongo el “otro” modo de saber, el no dual entre sujeto y objeto, el místico, el trascendental o directo, un nuevo paradigma de conocimiento a los ojos de los materialistas científicos, sin embargo, eternamente presente en la filosofía perenne.
Porque el nuevo mundo solo puede edificarse con personas libres y con conocimiento de causa, como defiendo en este ensayo. Solo el saber hará de nosotros hombres verdaderamente libres. Y para tal objetivo, la filosofía debe volver a coger las riendas del destino de la humanidad. Tal es la ambición de La educación cuántica.
Este artículo es una reproducción del apartado 3-1 del capítulo “La naturaleza cuántica” de la tercera parte de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA
Desde el surgimiento de la física cuántica, los científicos se han enfrentado a un quebradero de cabeza: la teoría cuántica cuestiona la naturaleza de la realidad. El Principio de Determinismo de la Física no es aplicable a los sistemas descritos a través de la Teoría Cuántica. Cuánticamente, el proceso de la medida afecta al estado sobre el que se mide, haciéndolo además de manera impredecible. Ese problema de interpretación es uno de los problemas más serios que plantea la física cuántica. Un experimento llevado a cabo por Aspect, Dalibard y Roger en 1982 supuso, después de cuarenta y siete años, la materialización práctica del "experimento “mental" expuesto en el argumento EPR en 1935. La paradoja de Einstein-Podolsky-Rosen, denominada “Paradoja EPR”, consiste en un experimento mental propuesto por Albert Einstein, Boris Podolsky y Nathan Rosen en 1935. Es relevante históricamente, puesto que pone de manifiesto un problema aparente de la mecánica cuántica, y en las décadas siguientes se dedicaron múltiples esfuerzos a desarrollarla y resolverla.
El argumento EPR no pretendía mostrar que la Teoría Cuántica fuese incorrecta, sino “incompleta”, y que, por lo tanto, debía completarse introduciendo una serie de elementos de realidad (denominados “variables ocultas”) que, debidamente acomodados dentro del formalismo de la teoría, permitiesen elaborar predicciones deterministas, no probabilistas, ya que Einstein pensaba que las probabilidades cuánticas tenían un origen subjetivo como consecuencia de carecer de una información completa relativa a las propiedades de los sistemas estudiados.
La conclusión del experimento “mental” es clara: la descripción física del mundo basada en la idea de una realidad separable ¡falla! Es decir, el primer modo de conocimiento, el dualismo sujeto-objeto en el que está enfrascado el materialismo científico, remite inexorablemente al segundo modo de saber, la no dualidad, la aprehensión mental de la realidad (misticismo), una cuestión que los escépticos reniegan ya sea por ignorancia o por orgullo. La mecánica cuántica ha cambiado radicalmente la noción que tenemos de la realidad, lo cual, también, implica una nueva noción del concepto de causalidad que es posible que tenga profundas implicaciones, incluso de naturaleza filosófica. La ciencia clásica se construyó con el método cartesiano de analizar el mundo descomponiéndolo en partes, y uniendo después esas partes de acuerdo a leyes causales: el reduccionismo. La figura determinista del universo que así resulta estaba íntimamente relacionada con la imagen de la naturaleza funcionando como un reloj preciso, idea muy querida por Einstein. Sin embargo, en física cuántica esa figura mecánica y determinista ya no es posible. En palabras de Hawking: “Dios juega a los dados con el universo. Toda la evidencia lo señala como un jugador empedernido, que tira los dados siempre que tiene ocasión”. Podríamos añadir que, además, y como jugador honrado, no juega con ventaja y hasta él mismo desconoce el resultado que se obtendrá, como postula Garnier en su teoría del desdoblamiento del tiempo.
Nota: Para aquellos lectores interesados en profundizar en las implicaciones filosóficas derivadas de la física cuántica, recomiendo la lectura de dos libros: El universo holográfico de Michael Talbot y El paradigma holográfico de Ken Wilber.
Ver más
Desde el surgimiento de la física cuántica, los científicos se han enfrentado a un quebradero de cabeza: la teoría cuántica cuestiona la naturaleza de la realidad. El Principio de Determinismo de la Física no es aplicable a los sistemas descritos a través de la Teoría Cuántica. Cuánticamente, el proceso de la medida afecta al estado sobre el que se mide, haciéndolo además de manera impredecible. Ese problema de interpretación es uno de los problemas más serios que plantea la física cuántica. Un experimento llevado a cabo por Aspect, Dalibard y Roger en 1982 supuso, después de cuarenta y siete años, la materialización práctica del "experimento “mental" expuesto en el argumento EPR en 1935. La paradoja de Einstein-Podolsky-Rosen, denominada “Paradoja EPR”, consiste en un experimento mental propuesto por Albert Einstein, Boris Podolsky y Nathan Rosen en 1935. Es relevante históricamente, puesto que pone de manifiesto un problema aparente de la mecánica cuántica, y en las décadas siguientes se dedicaron múltiples esfuerzos a desarrollarla y resolverla.
El argumento EPR no pretendía mostrar que la Teoría Cuántica fuese incorrecta, sino “incompleta”, y que, por lo tanto, debía completarse introduciendo una serie de elementos de realidad (denominados “variables ocultas”) que, debidamente acomodados dentro del formalismo de la teoría, permitiesen elaborar predicciones deterministas, no probabilistas, ya que Einstein pensaba que las probabilidades cuánticas tenían un origen subjetivo como consecuencia de carecer de una información completa relativa a las propiedades de los sistemas estudiados.
La conclusión del experimento “mental” es clara: la descripción física del mundo basada en la idea de una realidad separable ¡falla! Es decir, el primer modo de conocimiento, el dualismo sujeto-objeto en el que está enfrascado el materialismo científico, remite inexorablemente al segundo modo de saber, la no dualidad, la aprehensión mental de la realidad (misticismo), una cuestión que los escépticos reniegan ya sea por ignorancia o por orgullo. La mecánica cuántica ha cambiado radicalmente la noción que tenemos de la realidad, lo cual, también, implica una nueva noción del concepto de causalidad que es posible que tenga profundas implicaciones, incluso de naturaleza filosófica. La ciencia clásica se construyó con el método cartesiano de analizar el mundo descomponiéndolo en partes, y uniendo después esas partes de acuerdo a leyes causales: el reduccionismo. La figura determinista del universo que así resulta estaba íntimamente relacionada con la imagen de la naturaleza funcionando como un reloj preciso, idea muy querida por Einstein. Sin embargo, en física cuántica esa figura mecánica y determinista ya no es posible. En palabras de Hawking: “Dios juega a los dados con el universo. Toda la evidencia lo señala como un jugador empedernido, que tira los dados siempre que tiene ocasión”. Podríamos añadir que, además, y como jugador honrado, no juega con ventaja y hasta él mismo desconoce el resultado que se obtendrá, como postula Garnier en su teoría del desdoblamiento del tiempo.
Nota: Para aquellos lectores interesados en profundizar en las implicaciones filosóficas derivadas de la física cuántica, recomiendo la lectura de dos libros: El universo holográfico de Michael Talbot y El paradigma holográfico de Ken Wilber.
Este trabajo monográfico es un comentario crítico a la obra “Trump y la posverdad” de Ken Wilber. Quien sea seguidor de mis publicaciones, sabe que mi andamiaje intelectual descansa sobre la inconmensurable obra de Ken Wilber. Ahora bien, ser seguidor de un pensador, y no cualquier pensador pues considero a Wilber como el filósofo contemporáneo que incluye y trasciende a Platón y Kant, no equivale ello a decir amén a todas sus obras. Ken Wilber me enseñó el camino ascendente y el camino descendente originarios del mismo Platón, me instruyó para comprender las Tres críticas de Kant integradas en los 4 cuadrantes postulados por el “Einstein de la conciencia” (tal como certeramente se considera a Wilber). Wilber me mostró el fracaso epistemológico de Occidente al orientar la mirada del materialismo científico hacia un “mundo chato” desprovisto de toda espiritualidad. Y sobre la imperativa erudición de Wilber es como he argumentado a su filosofía transpersonal como la ciencia de la conciencia en mi obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA y, posteriormente, en mi obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD, propongo la integración de esas tres disciplinas cognitivas mediante la argumentación científica de la meditación como vía de sanación trascendental de la humanidad, la cual puede ser inherentemente objeto de una pedagogía educativa mediante La educación transracional.
Realizado dicho preámbulo introductorio, es pertinente centrarse ahora en la metodología del comentario crítico que realizo a la obra “Trump y la posverdad”. Para facilitar el seguimiento de dicha crítica al lector, la obra “Trump y la posverdad” está disponible en PDF al final de esta introducción. Aunque el término “crítico” es popularmente intuido como un concepto negativo, también cabe resaltar los aspectos positivos que Ken Wilber vierte en dicha obra. Por tanto, hay que entender mi comentario crítico como un análisis tanto en lo que coincido y he aprendido de Wilber, así como los aspectos en los cuales discrepo. Obviamente, y así hago constancia expresa, no voy a entrar en las profundidades conceptuales de la obra de Ken Wilber, pues todo ello puede ser consultado en mis publicaciones, sino que voy a centrarme en la crítica que Wilber hace a Trump dentro de un contexto social y cultural para, seguidamente, realizar mi propio comentario crítico.
La metodología de mi comentario crítico se hará siguiendo el propio orden, capítulo a capítulo, de la obra “Trump y la posverdad” de Ken Wilber. Así, de un modo cronológico, realizaré una sinopsis comprehensiva de las aportaciones de Ken Wilber para facilitar la aprehensión de sus ideas más importantes, pero sin entrar, por ejemplo, en el complejo laberinto de su teoría evolutiva sustentada en colores. Al hilo de esas sinopsis capítulo a capítulo, iré introduciendo mi comentario crítico de un modo discursivo haciendo hincapié en lo que estoy y no estoy de acuerdo con Wilber.
SUMARIO DE "TRUMP Y LA POSVERDAD":
Parte I - Una visión general
1-1 Breve resumen del desarrollo
1-2 El nacimiento de una cultura de la posverdad
1-3 Una nueva y alarmante crisis de legitimidad
Parte II - El territorio
2-1 Sin verdad y sin trabajo: “resentimiento”
2-2 Fases de desarrollo y partidos políticos
2-3 El emergente campo mórfico anti-verde
2-4 Las fases y dimensiones activadas por las acciones actuales de Trump
2-5 La principal causa (y cura) de la opresión
Parte III - El futuro inmediato
3-1 ¿Qué hacemos ahora?
3-2 Jerarquías de dominación y jerarquías de crecimiento
3-3 Lo que verde debe aprender para convertirse en una vanguardia genuina
3-4 Otra vía hacia delante: verdaderamente integral
3-5 El futuro probable
Ver más
Realizado dicho preámbulo introductorio, es pertinente centrarse ahora en la metodología del comentario crítico que realizo a la obra “Trump y la posverdad”. Para facilitar el seguimiento de dicha crítica al lector, la obra “Trump y la posverdad” está disponible en PDF al final de esta introducción. Aunque el término “crítico” es popularmente intuido como un concepto negativo, también cabe resaltar los aspectos positivos que Ken Wilber vierte en dicha obra. Por tanto, hay que entender mi comentario crítico como un análisis tanto en lo que coincido y he aprendido de Wilber, así como los aspectos en los cuales discrepo. Obviamente, y así hago constancia expresa, no voy a entrar en las profundidades conceptuales de la obra de Ken Wilber, pues todo ello puede ser consultado en mis publicaciones, sino que voy a centrarme en la crítica que Wilber hace a Trump dentro de un contexto social y cultural para, seguidamente, realizar mi propio comentario crítico.
La metodología de mi comentario crítico se hará siguiendo el propio orden, capítulo a capítulo, de la obra “Trump y la posverdad” de Ken Wilber. Así, de un modo cronológico, realizaré una sinopsis comprehensiva de las aportaciones de Ken Wilber para facilitar la aprehensión de sus ideas más importantes, pero sin entrar, por ejemplo, en el complejo laberinto de su teoría evolutiva sustentada en colores. Al hilo de esas sinopsis capítulo a capítulo, iré introduciendo mi comentario crítico de un modo discursivo haciendo hincapié en lo que estoy y no estoy de acuerdo con Wilber.
SUMARIO DE "TRUMP Y LA POSVERDAD":
Parte I - Una visión general
1-1 Breve resumen del desarrollo
1-2 El nacimiento de una cultura de la posverdad
1-3 Una nueva y alarmante crisis de legitimidad
Parte II - El territorio
2-1 Sin verdad y sin trabajo: “resentimiento”
2-2 Fases de desarrollo y partidos políticos
2-3 El emergente campo mórfico anti-verde
2-4 Las fases y dimensiones activadas por las acciones actuales de Trump
2-5 La principal causa (y cura) de la opresión
Parte III - El futuro inmediato
3-1 ¿Qué hacemos ahora?
3-2 Jerarquías de dominación y jerarquías de crecimiento
3-3 Lo que verde debe aprender para convertirse en una vanguardia genuina
3-4 Otra vía hacia delante: verdaderamente integral
3-5 El futuro probable
Wilber inicia su obra aludiendo a la convulsa e inesperada victoria de Donal Trump como presidente de los Estados Unidos en las elecciones del año 2016. Según Wilber, tanto Demócratas como Republicanos, están atrapados en “el dolor y sufrimiento que ambos bandos sienten” al “identificarse con una visión demasiado estrecha”. Y se dispone a dar “una visión más amplia e integral” hasta el punto que, según él mismo apunta, pueda “ser bastante iluminadora y liberadora”.
Wilber prosigue su andadura con un análisis cultural a través de los escritores posmodernos (Derrida, Foucault, Lyotard, Bourdieu, Lacan, de Man, Fisch, etc.) y cuya esencia de todos ellos podría resumirse en la frase “la verdad no existe”. “La verdad, en cambio, es una construcción cultural, y lo que alguien considera verdad es simplemente lo que alguna cultura ha logrado convencer a sus miembros que es verdad. Pero no existe, de hecho, una cosa real llamada verdad esperando a ser descubierta, de la misma manera que no existe un dobladillo universalmente correcto esperando a ser descubierto por un diseñador de moda”. Consecuentemente, según Wilber, los posmodernistas propugnan un conocimiento vinculado a la cultura, y no existe una perspectiva universalmente válida. Por ello, dice Wilber, todo el conocimiento se basa en una mera interpretación que se da desde una perspectiva privilegiada y, por tanto, opresiva. “No existe un marco moral: lo que es verdadero para ti es verdadero para ti, y lo que es verdadero para mi es verdadero para mí”. Así, concluye Wilber, la “verdad” es vista como un conducto hacia el poder. “En resumen, la locura aperspectivista de que no hay verdad no dejó nada más que nihilismo y el narcisismo como fuerzas motivadoras”.
Dicha locura aperspectivista, a decir de Wilber, afecta a la vanguardia de la evolución y, consecuentemente, la capacidad de la evolución para auto-direccionarse y auto-organizarse colapsa. Es por ello mismo, apostilla Wilber, que las élites posmodernas más influyentes terminaron adoptando, explícita o implícitamente, ese dúo dinámico del infierno posmoderno: nihilismo y narcisismo como esencia de la locura aperspectivista y la cultura de la posverdad. “El nihilismo y el narcisismo llevan la evolución a un cuello de botella”, lo cual es un vestigio del materialismo científico reduccionista del siglo XIX, dejando de lado conceptos científicos actuales, como los descubrimientos del premio Nobel Ilya Prigogine, que indican que los sistemas materiales insensibles tienen un impulso inherente a auto-organizarse, pues escapan del caos saltando a un nivel más alto de orden organizado: a ello se refiere “obtener orden del caos”. “Si la materia inerte posee el impulso inherente de auto organización y de obtener orden del caos, los sistemas vivos, sin lugar a dudas, también. Y esto definitivamente incluye a la evolución”. Así, argumenta Wilber, mientras la vanguardia de la evolución colapsó perdida en su locura aperspectivista, la evolución misma se apagó temporalmente.
1-1 Breve resumen del desarrollo
Frente a dicha regresión cultural, Wilber esboza un breve resumen del desarrollo humano para aquellos lectores que no están familiarizados con sus postulados: el egocentrismo subyacente a las sociedades tribales dio lugar a la magia mitológica de las religiones alrededor de 10.000 años A.C.; la identidad egocéntrica se expandió a lo etnocéntrico como identificación de un grupo en oposición a los demás; pero posteriormente la evolución continuó hasta la emergencia de la capacidad de tomar la perspectiva de otra persona y, con el florecimiento del Renacimiento y la Ilustración, surgió la “modernidad” y las “ciencias modernas”, lo cual impulsó el libre mercado y el nacimiento de las naciones-estado, una fase evolutiva que trascendió lo etnocéntrico hacia las sociedades modernas-racionales mundicéntricas del planeta. Esa moderna-racionalidad fue la vanguardia de la evolución hasta que, como se ha visto anteriormente, la posterior posmodernidad redujo todo conocimiento al ámbito del “ello”, es decir, al “mundo chato” propugnado por el materialismo científico: así fue como la creencia intrínseca de la moralidad mundicéntrica fue eliminada y sustituida por el positivismo. De manera desastrosa, la moralidad mundicéntrica fue infiltrada por el etnocentrismo y el egocentrismo, abriéndose paso a través del “darwinismo social” mediante la avaricia rampante y una feroz competencia. “La versión originalmente sana del pluralismo posmoderno se volvió cada vez más en un relativismo extremo, totalitario contradictorio y bastante disfuncional, que colapsó casi completamente en un nihilismo y narcisismo”.
Pero a pesar de la catástrofe anterior, el logro más importante del desarrollo humano hasta la fecha, según Ken Wilber, radica en que existe una fase superior que ha comenzado a emerger en un número todavía reducido de personas: creen que todas las fases previas son significativas en algún sentido, que todas son importantes y que todas deberían ser incluidas e integradas con sinceridad. Por esa razón esa fase es llamada “integral” o “sistémica” y marca una nueva y radical fase evolutiva única en la historia de la humanidad. Clare Graves, pionero del estudio del desarrollo, la llamó “cataclísmica” y que un 5 por ciento de la población ha alcanzado esa fase en nuestro desarrollo.
Hasta aquí un resumen de la visión general y un breve resumen del desarrollo humano según Ken Wilber con el que, en esencia, estoy totalmente de acuerdo. Mis discrepancias con Wilber comienzan en el siguiente apartado.
1-2 El nacimiento de una cultura de la posverdad
De vuelta a la cultura de la posverdad y de la mano de Lacan, uno de los posmodernistas más importantes, Wilber nos introduce en la importancia de “quién controle la narrativa”, siendo un factor clave del narcisismo, es decir, “lo que quiero que sea verdad es verdad en una cultura de la posverdad”. Así, Wilber acusa a Trump de mentir abiertamente sin ningún tipo de cuidado. Dice Wilber que, cuando Trump estaba en campaña, había diarios que, de hecho, llevaban un contador de mentiras, a pesar de que las encuestas mostraban insistentemente que la gente sentía que Trump era más “verdadero” que Hillary Clinton. Según Wilber, las personas hicieron la transición de lo “auténticamente verdadero” a “lo que yo digo que es verdadero”, y Trump decía su verdad con mayor convicción y pasión que Hillary. Así, el argumento de Wilber es que, en una cultura de nihilismo, en una atmósfera de locura aperspectivista donde no existe la verdad real, la verdad se convierte en lo que deseo más fervientemente: el narcisismo se vuelve el determinante clave en un mar de nihilismo. Y hasta aquí mi consenso intelectual con Ken Wilber, ahora mi comentario crítico a esa exposición de Wilber acerca de su interpretación intelectual respecto a Trump.
En primer lugar, debo reprochar a Wilber de estar excesivamente en las nubes del pensamiento, lo cual le ha llevado a ser uno de los pensadores más brillantes de la historia. Sin embargo, su enaltecimiento pensativo lo ha desarraigado de tener los pies en el suelo y de saber interpretar la historia reciente, sobre todo a partir del asesinato del presidente Kennedy. Wilber no ha caído en cuenta que, desde dicho magnicidio, el “control de la narrativa” como dice Wilber ha estado en manos del Estado profundo infiltrado en la mayoría de los gobiernos del mundo y, en los Estados Unidos, principalmente detrás del Partido Demócrata. Y que dicho Estado profundo, más conocido como Cabal (1) o Illuminati, son fuerzas satánicas que están detrás del secuestro y sacrificio de niños en todo el mundo, y que también están detrás de la falsa pandemia que ha llevado a una paranoia globalizada de la humanidad. Todo ello está ampliamente argumentado en mi artículo titulado Breve resumen de lo que está pasando en el mundo.
Por otro lado, es una paradoja que Wilber tenga fe en los medios de comunicación cuando éstos están manifiestamente bajo las órdenes del Estado profundo y que se han dedicado a blasfemar contra Trump desde que fue Presidente de los Estados Unidos, incluso propugnaron un fallido “impeachment”. La gente, señor Wilber, sentía que Trump era más “verdadero” que Hillary Clinton porque fue muy claro en su discurso contra el Nuevo Orden Mundial. Y, ciertamente, Trump puso mucha más pasión que la satánica Killary Clinton, porque denunciaba las atrocidades y el dominio perpetuado por el establishment contra la humanidad.
Pero, en tercer lugar, Wilber ha obviado, consciente o inconscientemente, el movimiento Q de divulgación, un movimiento de inteligencia militar que impulsó a Trump a la presidencia de Estados Unidos en un intento de revertir la “narrativa” de ese enemigo invisible de la humanidad que ha controlado a la humanidad por décadas, por no decir siglos o milenios.
Por tanto, en mi humilde opinión, la interpretación de la cultura de la posverdad por Wilber es una excesiva intelectualización alejada de unos hechos históricos que implican conspiraciones contra la humanidad mediante una ingeniería social y mental desde la política, los sistemas financieros, la ciencia y la educación. Llegado a este punto, la tan ansiada “verdad” quizá aún no pueda ser alcanzada por la mayoría de la población, sin embargo, con la divulgación de las “mentiras” de la oligarquía plutocrática, se está produciendo un creciente y generalizado despertar espiritual que va a dejar muy reducido ese 5 por ciento de la población que, dice Wilber, se encuentra en una nueva fase del desarrollo humano. Estamos hablamos, claro está, de un despertar colectivo masivo.
Pero sigamos con la exposición de Wilber. Wilber argumenta que, en esa esfera de locura aperspectivista, se preparó el terreno para una cultura masivamente fragmentada, que fue casi exclusivamente promovida y reforzada por las redes sociales. En ese punto de la fragmentación y disociación colectiva estoy plenamente de acuerdo y así lo argumenté en mi obra Una filosofía alternativa al capitalismo. Sin embargo, dice Wilber que el internet tenía como propósito original crear una sociedad global, libre y unificada: libre de la opresión, de la exclusión a la información, las estructuras de poder y el aislamiento en general. Según Wilber, el internet buscaba generar un “cerebro global” único y masivo, abierto y receptivo a todo. En ese punto discrepo con Wilber, pues el internet es una creación de los servicios de inteligencia DARPA con el exclusivo fin de seguir manipulando a la humanidad. Antes de internet, la manipulación era sobre todo de tipo económico, social y político, pero a partir de internet esa manipulación sería de tipo mental, puesto que todo ello ya había sido experimentado con proyectos como MK ULTRA o el Instituto Tavistock.
Wilber está en lo cierto al afirmar que, si el cerebro es global (o en una infraestructura de red), las mentes que lo utilizaban no lo eran, pues la naturaleza anónima del intercambio online permite tendencias regresivas de agresión, narcisismo, odio e innumerables creencias etnocéntricas apasionadas (racistas, sexistas, xenofóbicas), y cuando no existe una “verdad” que pueda hacerles frente colapsa. Pero lo que se le escapa a Wilber es que el movimiento de divulgación Q, cuyo primordial objetivo era promover el “despertar masivo” frente a la “narrativa” manipulada por los medios de comunicación masivos, comenzó a hacerse extensivo por las redes sociales y a generar un movimiento unitario cuyo lema más conocido es “donde va uno, vamos todos”. Sin embargo, el Estado profundo que también controla el internet, impide que esa conciencia global se vaya forjando, no en vano está censurando a todas las “narrativas alternativas” que desafían a la oficialidad del sistema establecido: cierran miles de cuentan que promuevan el movimiento Q o acallan aquellos “negacionistas” como “médicos por la verdad” que tienen una narrativa alternativa a la oficial.
Estoy de acuerdo en que la humanidad se halla ante el nacimiento de una cultura de la posverdad, tal como propone Wilber, pero tengo una visión radicalmente diferente a la interpretación de Wilber, una cuestión que argumento más en profundidad en el epílogo titulado Divulgación cósmica para un despertar colectivo de la humanidad de mi obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD. Esa misma discrepancia la mantuve con algunas personas del movimiento transpersonal y así lo expresé en mi artículo Ken Wilber, Q y el Nuevo Orden Mundial.
1-3 Una nueva y alarmante crisis de legitimidad
En este tercero apartado, Ken Wilber define “crisis de legitimidad” como un conflicto entre las creencias culturales (cuadrante inferior izquierdo) y las realidades concretas (cuadrante inferior derecho). Dice Wilber que la abrumadora realidad es de una gran inequidad, en términos de ingreso y riqueza general, propiedades, oportunidades de empleo, acceso a sistemas de salud y satisfacción de vida. Y tiene toda la razón. La cultura, argumenta, nos estaba diciendo constantemente una cosa que la realidad social no podía cumplir: la cultura estaba mintiendo, estamos viviendo en una constante manipulación de la historia, y es una crisis de legitimidad muy profunda. Y si una cultura “no tiene verdad” y miente a sus miembros, pues no puede sobrevivir mucho tiempo. Estoy de acuerdo nuevamente con Wilber, sin embargo, en ese punto debo incidir en que “no hay verdad” porque “hay muchas mentiras” que han sido escondidas a la humanidad en todos los aspectos: tecnológicas, políticas, sociales, de salud, educativas, etc. Y todo ello, vuelo a repetir, puede ser consultado en mi artículo Divulgación cósmica para un despertar colectivo de la humanidad.
Es de especial interés el énfasis que pone Wilber sobre internet, aludiendo a la censura como una falla del sistema y que había maneras de evadirla. Se nota que Wilber está muy alejado de las redes sociales porque, de lo contrario, se daría cuenta de la censura que aguantamos aquellos que defendemos el movimiento Q o que pensamos diferentes a la “narrativa oficial” del Covid 19. Dice Wilber que los motores de búsqueda no priorizaban el conocimiento en términos de verdad sino en términos de popularidad y uso y, por dicho motivo, Facebook se ha enfrentado a la necesidad de crear algoritmos que detecten, y detengan, las “noticias falsas”, lo cual va a ser mucho más difícil de lo que se imaginaba debido al ambiente de “no verdad” en el que hay que trabajar. Hagamos un alto en el camino. ¿Realmente cree Wilber que Facebook es independiente respecto de la “verdad” y la “mentira”? ¿Está convencido Wilber que Facebook juega limpio en la detección de las “noticias falsas”? Es bajo esa premisa como se están censurando todas las cuentas alusivas a Q y, ello, bajo el supuesto que son bulos detectados por empresas creadas expresamente para tal tarea de censura. ¿Cree Wilber que Facebook es realmente neutra en la información y el conocimiento que circula por internet? Afortunadamente, fue el propio Trump quien promulgó una orden ejecutiva contra esa manifiesta manipulación de las redes sociales. Creo que Wilber peca aquí de excesiva ingenuidad al no contemplar la manifiesta manipulación de ese gigante tecnológico en favor del Estado profundo y en detrimento de los soldados digitales que apoyan a Q. En mi opinión hay una manifiesta manipulación de internet, en la misma línea o peor que lo realizan los medios de comunicación masivos, al fin y al cabo, son los mismos perros con diferente collar.
Sin embargo, acto seguido, el propio Wilber a través de la investigadora Carole Cadwallar, confirma que Google no está “organizando la información mundial para hacerla universalmente accesible y útil”. Google está desorganizando la información mundial en una atmósfera de locura aperspectivista, tomando la diversidad a un extremo tal que todas las visiones tienen la misma oportunidad de reclamar validez: es una vanguardia profundamente confundida. Según Wilber, la vanguardia de la evolución concluyó en una contradicción performativa y en una locura aperspectivista amplia impulsada por el nihilismo y el narcisismo: la cultura de la posverdad invadió internet y la retorció profundamente. Concluye diciendo que, sin duda, se ha convertido en el problema definitivo de nuestro siglo si no existe una referencia de verdad accesible que guíe nuestras acciones en primera instancia.
NOTA 1: La caída del cabal (NOM/Illuminati):
Documental que ilustra la DIVULGACIÓN CÓSMICA PARA UN DESPERTAR COLECTIVO MASIVO:
LA CAÍDA DEL CABAL - DOCUMENTAL COMPLETO (10 PARTES)
Ver más
Wilber prosigue su andadura con un análisis cultural a través de los escritores posmodernos (Derrida, Foucault, Lyotard, Bourdieu, Lacan, de Man, Fisch, etc.) y cuya esencia de todos ellos podría resumirse en la frase “la verdad no existe”. “La verdad, en cambio, es una construcción cultural, y lo que alguien considera verdad es simplemente lo que alguna cultura ha logrado convencer a sus miembros que es verdad. Pero no existe, de hecho, una cosa real llamada verdad esperando a ser descubierta, de la misma manera que no existe un dobladillo universalmente correcto esperando a ser descubierto por un diseñador de moda”. Consecuentemente, según Wilber, los posmodernistas propugnan un conocimiento vinculado a la cultura, y no existe una perspectiva universalmente válida. Por ello, dice Wilber, todo el conocimiento se basa en una mera interpretación que se da desde una perspectiva privilegiada y, por tanto, opresiva. “No existe un marco moral: lo que es verdadero para ti es verdadero para ti, y lo que es verdadero para mi es verdadero para mí”. Así, concluye Wilber, la “verdad” es vista como un conducto hacia el poder. “En resumen, la locura aperspectivista de que no hay verdad no dejó nada más que nihilismo y el narcisismo como fuerzas motivadoras”.
Dicha locura aperspectivista, a decir de Wilber, afecta a la vanguardia de la evolución y, consecuentemente, la capacidad de la evolución para auto-direccionarse y auto-organizarse colapsa. Es por ello mismo, apostilla Wilber, que las élites posmodernas más influyentes terminaron adoptando, explícita o implícitamente, ese dúo dinámico del infierno posmoderno: nihilismo y narcisismo como esencia de la locura aperspectivista y la cultura de la posverdad. “El nihilismo y el narcisismo llevan la evolución a un cuello de botella”, lo cual es un vestigio del materialismo científico reduccionista del siglo XIX, dejando de lado conceptos científicos actuales, como los descubrimientos del premio Nobel Ilya Prigogine, que indican que los sistemas materiales insensibles tienen un impulso inherente a auto-organizarse, pues escapan del caos saltando a un nivel más alto de orden organizado: a ello se refiere “obtener orden del caos”. “Si la materia inerte posee el impulso inherente de auto organización y de obtener orden del caos, los sistemas vivos, sin lugar a dudas, también. Y esto definitivamente incluye a la evolución”. Así, argumenta Wilber, mientras la vanguardia de la evolución colapsó perdida en su locura aperspectivista, la evolución misma se apagó temporalmente.
1-1 Breve resumen del desarrollo
Frente a dicha regresión cultural, Wilber esboza un breve resumen del desarrollo humano para aquellos lectores que no están familiarizados con sus postulados: el egocentrismo subyacente a las sociedades tribales dio lugar a la magia mitológica de las religiones alrededor de 10.000 años A.C.; la identidad egocéntrica se expandió a lo etnocéntrico como identificación de un grupo en oposición a los demás; pero posteriormente la evolución continuó hasta la emergencia de la capacidad de tomar la perspectiva de otra persona y, con el florecimiento del Renacimiento y la Ilustración, surgió la “modernidad” y las “ciencias modernas”, lo cual impulsó el libre mercado y el nacimiento de las naciones-estado, una fase evolutiva que trascendió lo etnocéntrico hacia las sociedades modernas-racionales mundicéntricas del planeta. Esa moderna-racionalidad fue la vanguardia de la evolución hasta que, como se ha visto anteriormente, la posterior posmodernidad redujo todo conocimiento al ámbito del “ello”, es decir, al “mundo chato” propugnado por el materialismo científico: así fue como la creencia intrínseca de la moralidad mundicéntrica fue eliminada y sustituida por el positivismo. De manera desastrosa, la moralidad mundicéntrica fue infiltrada por el etnocentrismo y el egocentrismo, abriéndose paso a través del “darwinismo social” mediante la avaricia rampante y una feroz competencia. “La versión originalmente sana del pluralismo posmoderno se volvió cada vez más en un relativismo extremo, totalitario contradictorio y bastante disfuncional, que colapsó casi completamente en un nihilismo y narcisismo”.
Pero a pesar de la catástrofe anterior, el logro más importante del desarrollo humano hasta la fecha, según Ken Wilber, radica en que existe una fase superior que ha comenzado a emerger en un número todavía reducido de personas: creen que todas las fases previas son significativas en algún sentido, que todas son importantes y que todas deberían ser incluidas e integradas con sinceridad. Por esa razón esa fase es llamada “integral” o “sistémica” y marca una nueva y radical fase evolutiva única en la historia de la humanidad. Clare Graves, pionero del estudio del desarrollo, la llamó “cataclísmica” y que un 5 por ciento de la población ha alcanzado esa fase en nuestro desarrollo.
Hasta aquí un resumen de la visión general y un breve resumen del desarrollo humano según Ken Wilber con el que, en esencia, estoy totalmente de acuerdo. Mis discrepancias con Wilber comienzan en el siguiente apartado.
1-2 El nacimiento de una cultura de la posverdad
De vuelta a la cultura de la posverdad y de la mano de Lacan, uno de los posmodernistas más importantes, Wilber nos introduce en la importancia de “quién controle la narrativa”, siendo un factor clave del narcisismo, es decir, “lo que quiero que sea verdad es verdad en una cultura de la posverdad”. Así, Wilber acusa a Trump de mentir abiertamente sin ningún tipo de cuidado. Dice Wilber que, cuando Trump estaba en campaña, había diarios que, de hecho, llevaban un contador de mentiras, a pesar de que las encuestas mostraban insistentemente que la gente sentía que Trump era más “verdadero” que Hillary Clinton. Según Wilber, las personas hicieron la transición de lo “auténticamente verdadero” a “lo que yo digo que es verdadero”, y Trump decía su verdad con mayor convicción y pasión que Hillary. Así, el argumento de Wilber es que, en una cultura de nihilismo, en una atmósfera de locura aperspectivista donde no existe la verdad real, la verdad se convierte en lo que deseo más fervientemente: el narcisismo se vuelve el determinante clave en un mar de nihilismo. Y hasta aquí mi consenso intelectual con Ken Wilber, ahora mi comentario crítico a esa exposición de Wilber acerca de su interpretación intelectual respecto a Trump.
En primer lugar, debo reprochar a Wilber de estar excesivamente en las nubes del pensamiento, lo cual le ha llevado a ser uno de los pensadores más brillantes de la historia. Sin embargo, su enaltecimiento pensativo lo ha desarraigado de tener los pies en el suelo y de saber interpretar la historia reciente, sobre todo a partir del asesinato del presidente Kennedy. Wilber no ha caído en cuenta que, desde dicho magnicidio, el “control de la narrativa” como dice Wilber ha estado en manos del Estado profundo infiltrado en la mayoría de los gobiernos del mundo y, en los Estados Unidos, principalmente detrás del Partido Demócrata. Y que dicho Estado profundo, más conocido como Cabal (1) o Illuminati, son fuerzas satánicas que están detrás del secuestro y sacrificio de niños en todo el mundo, y que también están detrás de la falsa pandemia que ha llevado a una paranoia globalizada de la humanidad. Todo ello está ampliamente argumentado en mi artículo titulado Breve resumen de lo que está pasando en el mundo.
Por otro lado, es una paradoja que Wilber tenga fe en los medios de comunicación cuando éstos están manifiestamente bajo las órdenes del Estado profundo y que se han dedicado a blasfemar contra Trump desde que fue Presidente de los Estados Unidos, incluso propugnaron un fallido “impeachment”. La gente, señor Wilber, sentía que Trump era más “verdadero” que Hillary Clinton porque fue muy claro en su discurso contra el Nuevo Orden Mundial. Y, ciertamente, Trump puso mucha más pasión que la satánica Killary Clinton, porque denunciaba las atrocidades y el dominio perpetuado por el establishment contra la humanidad.
Pero, en tercer lugar, Wilber ha obviado, consciente o inconscientemente, el movimiento Q de divulgación, un movimiento de inteligencia militar que impulsó a Trump a la presidencia de Estados Unidos en un intento de revertir la “narrativa” de ese enemigo invisible de la humanidad que ha controlado a la humanidad por décadas, por no decir siglos o milenios.
Por tanto, en mi humilde opinión, la interpretación de la cultura de la posverdad por Wilber es una excesiva intelectualización alejada de unos hechos históricos que implican conspiraciones contra la humanidad mediante una ingeniería social y mental desde la política, los sistemas financieros, la ciencia y la educación. Llegado a este punto, la tan ansiada “verdad” quizá aún no pueda ser alcanzada por la mayoría de la población, sin embargo, con la divulgación de las “mentiras” de la oligarquía plutocrática, se está produciendo un creciente y generalizado despertar espiritual que va a dejar muy reducido ese 5 por ciento de la población que, dice Wilber, se encuentra en una nueva fase del desarrollo humano. Estamos hablamos, claro está, de un despertar colectivo masivo.
Pero sigamos con la exposición de Wilber. Wilber argumenta que, en esa esfera de locura aperspectivista, se preparó el terreno para una cultura masivamente fragmentada, que fue casi exclusivamente promovida y reforzada por las redes sociales. En ese punto de la fragmentación y disociación colectiva estoy plenamente de acuerdo y así lo argumenté en mi obra Una filosofía alternativa al capitalismo. Sin embargo, dice Wilber que el internet tenía como propósito original crear una sociedad global, libre y unificada: libre de la opresión, de la exclusión a la información, las estructuras de poder y el aislamiento en general. Según Wilber, el internet buscaba generar un “cerebro global” único y masivo, abierto y receptivo a todo. En ese punto discrepo con Wilber, pues el internet es una creación de los servicios de inteligencia DARPA con el exclusivo fin de seguir manipulando a la humanidad. Antes de internet, la manipulación era sobre todo de tipo económico, social y político, pero a partir de internet esa manipulación sería de tipo mental, puesto que todo ello ya había sido experimentado con proyectos como MK ULTRA o el Instituto Tavistock.
Wilber está en lo cierto al afirmar que, si el cerebro es global (o en una infraestructura de red), las mentes que lo utilizaban no lo eran, pues la naturaleza anónima del intercambio online permite tendencias regresivas de agresión, narcisismo, odio e innumerables creencias etnocéntricas apasionadas (racistas, sexistas, xenofóbicas), y cuando no existe una “verdad” que pueda hacerles frente colapsa. Pero lo que se le escapa a Wilber es que el movimiento de divulgación Q, cuyo primordial objetivo era promover el “despertar masivo” frente a la “narrativa” manipulada por los medios de comunicación masivos, comenzó a hacerse extensivo por las redes sociales y a generar un movimiento unitario cuyo lema más conocido es “donde va uno, vamos todos”. Sin embargo, el Estado profundo que también controla el internet, impide que esa conciencia global se vaya forjando, no en vano está censurando a todas las “narrativas alternativas” que desafían a la oficialidad del sistema establecido: cierran miles de cuentan que promuevan el movimiento Q o acallan aquellos “negacionistas” como “médicos por la verdad” que tienen una narrativa alternativa a la oficial.
Estoy de acuerdo en que la humanidad se halla ante el nacimiento de una cultura de la posverdad, tal como propone Wilber, pero tengo una visión radicalmente diferente a la interpretación de Wilber, una cuestión que argumento más en profundidad en el epílogo titulado Divulgación cósmica para un despertar colectivo de la humanidad de mi obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD. Esa misma discrepancia la mantuve con algunas personas del movimiento transpersonal y así lo expresé en mi artículo Ken Wilber, Q y el Nuevo Orden Mundial.
1-3 Una nueva y alarmante crisis de legitimidad
En este tercero apartado, Ken Wilber define “crisis de legitimidad” como un conflicto entre las creencias culturales (cuadrante inferior izquierdo) y las realidades concretas (cuadrante inferior derecho). Dice Wilber que la abrumadora realidad es de una gran inequidad, en términos de ingreso y riqueza general, propiedades, oportunidades de empleo, acceso a sistemas de salud y satisfacción de vida. Y tiene toda la razón. La cultura, argumenta, nos estaba diciendo constantemente una cosa que la realidad social no podía cumplir: la cultura estaba mintiendo, estamos viviendo en una constante manipulación de la historia, y es una crisis de legitimidad muy profunda. Y si una cultura “no tiene verdad” y miente a sus miembros, pues no puede sobrevivir mucho tiempo. Estoy de acuerdo nuevamente con Wilber, sin embargo, en ese punto debo incidir en que “no hay verdad” porque “hay muchas mentiras” que han sido escondidas a la humanidad en todos los aspectos: tecnológicas, políticas, sociales, de salud, educativas, etc. Y todo ello, vuelo a repetir, puede ser consultado en mi artículo Divulgación cósmica para un despertar colectivo de la humanidad.
Es de especial interés el énfasis que pone Wilber sobre internet, aludiendo a la censura como una falla del sistema y que había maneras de evadirla. Se nota que Wilber está muy alejado de las redes sociales porque, de lo contrario, se daría cuenta de la censura que aguantamos aquellos que defendemos el movimiento Q o que pensamos diferentes a la “narrativa oficial” del Covid 19. Dice Wilber que los motores de búsqueda no priorizaban el conocimiento en términos de verdad sino en términos de popularidad y uso y, por dicho motivo, Facebook se ha enfrentado a la necesidad de crear algoritmos que detecten, y detengan, las “noticias falsas”, lo cual va a ser mucho más difícil de lo que se imaginaba debido al ambiente de “no verdad” en el que hay que trabajar. Hagamos un alto en el camino. ¿Realmente cree Wilber que Facebook es independiente respecto de la “verdad” y la “mentira”? ¿Está convencido Wilber que Facebook juega limpio en la detección de las “noticias falsas”? Es bajo esa premisa como se están censurando todas las cuentas alusivas a Q y, ello, bajo el supuesto que son bulos detectados por empresas creadas expresamente para tal tarea de censura. ¿Cree Wilber que Facebook es realmente neutra en la información y el conocimiento que circula por internet? Afortunadamente, fue el propio Trump quien promulgó una orden ejecutiva contra esa manifiesta manipulación de las redes sociales. Creo que Wilber peca aquí de excesiva ingenuidad al no contemplar la manifiesta manipulación de ese gigante tecnológico en favor del Estado profundo y en detrimento de los soldados digitales que apoyan a Q. En mi opinión hay una manifiesta manipulación de internet, en la misma línea o peor que lo realizan los medios de comunicación masivos, al fin y al cabo, son los mismos perros con diferente collar.
Sin embargo, acto seguido, el propio Wilber a través de la investigadora Carole Cadwallar, confirma que Google no está “organizando la información mundial para hacerla universalmente accesible y útil”. Google está desorganizando la información mundial en una atmósfera de locura aperspectivista, tomando la diversidad a un extremo tal que todas las visiones tienen la misma oportunidad de reclamar validez: es una vanguardia profundamente confundida. Según Wilber, la vanguardia de la evolución concluyó en una contradicción performativa y en una locura aperspectivista amplia impulsada por el nihilismo y el narcisismo: la cultura de la posverdad invadió internet y la retorció profundamente. Concluye diciendo que, sin duda, se ha convertido en el problema definitivo de nuestro siglo si no existe una referencia de verdad accesible que guíe nuestras acciones en primera instancia.
NOTA 1: La caída del cabal (NOM/Illuminati):
Documental que ilustra la DIVULGACIÓN CÓSMICA PARA UN DESPERTAR COLECTIVO MASIVO:
LA CAÍDA DEL CABAL - DOCUMENTAL COMPLETO (10 PARTES)
2-1 Sin verdad y sin trabajo: “resentimiento”
Por un lado, la era de la información comenzó con el surgimiento de la era de la inteligencia artificial, a imitar la manera como los seres humanos piensan y, por tanto, se comenzó a producir robots que podían realizar tareas propias de los humanos, primero con trabajos simples pero cada vez más complejos como, por ejemplo, las inversiones financieras. Se estima que para el año 2050 el 50 por ciento de los trabajos serán realizados por robots, lo cual significa la destrucción del 50 por ciento de los trabajos actuales. Por otro lado, aquellos individuos llamados el “uno por ciento” ganan fortunas, mientras que el resto de la población está estancada o, incluso, ganando menos. Son dos fallas de la vanguardia que, en vez de liderar a una cultura, la estanca.
Mientras tanto, la vanguardia tanto de la “no-verdad” como del “no-trabajo” ha creado, en palabras de Nietzsche, una agitada y una enorme cantidad de “resentimiento”. Ese “resentimiento” se aplica al resentimiento que empieza a surgir de la severa crisis de legitimidad, como se ha expuesto en la primera parte: en todos lados te dicen que eres igual a los demás y que mereces tener un empoderamiento total e inmediato, y sin embargo se te niegan los medios para alcanzar esto. Eso te vuelve muy furioso y, surge así la “corrección política”, o división política, que se da por un lado en aquellos que se ven a sí mismos como guerreros de la justicia social, y por otro lado a aquellos que se ven a sí mismo en oposición a la “corrección política” al resguardarse en la libertad de expresión. Para quien quiera profundizar en las posturas de Wilber sobre tal “división política”, le invito a leer mi artículo Política Integral de Ken Wilber: hacia una educación transracional.
Según Ken Wilber, ni el nihilismo ni el narcisismo tienen cabida en la vanguardia evolutiva, si es que quiere funcionar en absoluto y, la “corrección política” extrema, es simplemente una locura aperspectivista que hace de kamikaze emocional. Bajo esas circunstancias, la evolución encuentra necesario realizar ciertas maniobras autocorrectivas. Sin embargo, según Ken Wilber, esa evolución colapsó como vanguardia, y no había otra solución que generar una atmósfera radical para salir de ese colapso evolutivo. Y para Wilber, Donald Trump representa esa atmósfera radical en cada palabra que salía de su boca, más que cualquier otra característica que lo definiera como su racismo, su sexismo y su xenofobia. En este punto discrepo profundamente con Wilber pues, esa opinión que tiene de Trump, es exactamente la misma imagen que dan de él los medios de manipulación masivos. Pareciera que Wilber estuviera tragándose todas las mentiras que el Estado profundo difunde mediante la prensa y la televisión de consumo masivo.
2-2 Fases del desarrollo y partidos políticos
Según Wilber, lo anterior significa que la retórica de Trump pudo haber activado el mundicentrismo orientado al logro, la excelencia y el lucro y que, también, pudo activar el etnocentrismo del racismo, sexismo, xenofobia, anti inmigración, sensibilidad terrorista, homofobia y patriotismo extremo o, más aún, pudo haber activado el egocentrismo centrado en sí mismo como el narcisista. Jamás pensé que Ken Wilber pudiera decir tales barbaridades: Trump no necesitó hacer política para lograr el logro o el lucro, pues era inmensamente rico antes de entrar en política; Trump no es anti inmigración sino que, simplemente, levantó un muro en la frontera con México para evitar el tráfico humano, de drogas y armas, actividades dirigidas por el Estado profundo para debilitar Estados Unidos y llevar dicha nación al caos social y su destrucción como están haciendo los globalistas través del pretendido Nuevo Orden Mundial. Entonces, efectivamente, Trump es un patriota que lucha contra el Nuevo Orden Mundial, pues esa es la verdadera “división política” a escala mundial tal como demostré en un Webinar de la Universidad Central de Bolivia.
Seguidamente, Wilber realiza un recorrido histórico para explicar el origen de los partidos políticos en alineación con las fases del desarrollo humano, tradicionalmente conocidos como conservador/tradicional o liberal/progresista, más bien conocidos como derecha/izquierda respectivamente. Una cuestión que se le escapa a Wilber, es que la manipulación de la historia también afecta a los partidos políticos, pues tanto derecha como izquierda han servido y sirven a Los amos del mundo, a la misma jerarquía plutocrática, a los mismísimos Illuminatis y demás sociedades secretas que están más allá del arco político. En definitiva, en mi opinión, realizar un análisis histórico/político desligado de las conspiraciones contra la humanidad y de una ingeniería social y mental, dadas las actuales circunstancias de divulgación que permite la era de internet, me permite aventurar que los “teóricos de la conspiración” están progresando adecuadamente en busca de la “verdad” frente al desfasado academicismo tradicional.
Si en una cosa tiene razón Wilber es el afirmar que “el trabajador promedio no se sentía respaldado por los Demócratas, y en especial el trabajador de nivel bajo votó sustancialmente por Trump”; Trump “protegería los trabajos domésticos, castigaría a las compañías que salieran del país, les aplicaría grandes impuestos a los productos provenientes de otras naciones y haría a América grande otra vez”: hiper-patriota hasta la médula, según Ken Wilber. ¿Acaso prefiere Wilber una dictadura totalitaria bajo el promulgado comunismo de los globalistas como está ocurriendo en China o Venezuela, por ejemplo? En cualquier caso, como argumenta y reconoce el propio Wilber, “el 60 por ciento de la población que es etnocéntrica (o se encuentra en una fase inferior), la vasta mayoría votó por Trump, y de una manera avasallante”. Y menos mal, porque de ganar Hillary, la humanidad estaría inmersa de pleno en la Tercera Guerra Mundial.
Para finalizar este apartado, pienso que a Wilber le sobra justificar que Trump “no estaba calificado”, o que maltrataba a las mujeres, incluso que era inestable, pues recoge esas afirmaciones de encuestas poco fiables, seguramente manipuladas nuevamente por el Estado profundo.
2-3 El emergente campo mórfico anti-verde
Dice Wilber “que prácticamente todos esos votantes tenían en común el resentimiento, un resentimiento hacia la élite cultural”. Y tiene razón, yo también tengo ese resentimiento, sobre todo, cuando despiertas de un profundo sueño en que te das cuenta que tu vida ha sido una pesadilla provocada por el enemigo invisible de la humanidad. Según Wilber, Trump representa ese impulso “anti-verde”, ese impulso de auto-corrección de la evolución, que busca una manera funcional y auto-organizada para seguir caminando hacia adelante. Una cosa que se le escapa a Wilber es que esa “auto-organización” ya llevaba décadas gestándose después del magnicidio de Kennedy en el año 1963. Kennedy quería desbaratar el control que el Estado profundo tenía sobre los designios de Estados Unidos, sobre todo recuperar la autonomía financiera más allá de la Reserva Federal en manos privadas, y también deshacerse de las sociedades secretas que han dominado a la humanidad a través de la historia: ello le costó la vida. Sin embargo, surgió una “auto-organizazión” conocida como la Alianza de la Tierra que, durante más de 50 años, trabajó hasta auspiciar a Trump en la presidencia de los Estados Unidos. Véase todo ello en mi artículo Breve resumen de lo que está pasando en el mundo. La diferencia entre Wilber y yo es que, él, es un profundo erudito que le pone colores a la evolución de la humanidad, y yo creo en que existe una conspiración contra la humanidad que se escapa de los análisis intelectuales coloreados.
Me escandaliza leer que Wilber considere a Trump como el presidente que va a deshacer la mayoría de las cosas que el gobierno verde de vanguardia había construido (véase a los Demócratas Busch padre e hijo y Obama): los tratados comerciales a fortalecer la relación internacional; deshacer las regulaciones en materia de inmigración. Considero a Wilber el pensador contemporáneo más importante, pero, en materia de geopolítica, está totalmente desfasado pues no sabe que la agenda globalista del Estado profundo (con Hillary a la cabeza) quiere, precisamente, unos tratados comerciales supranacionales que recaben la autonomía de los países, así como una inmigración descontrolada para crear un polvorín que haga estallar los estados-nación, en este caso los Estados Unidos. En conclusión, Wilber acusa a Trump de haber fallado significativamente en ser una vanguardia genuina para salir del “pantano de la locura aperspectivista”. Wilber no se entera: lo que está haciendo Trump es, precisamente, “drenar el pantano”.
2-4 Las fases y dimensiones activadas por las acciones actuales de Trump
Si una cosa tiene esta obra de Wilber, es la “pantanosa” interpretación en bases a colores que solamente pueden comprender sus forofos admiradores. Yo soy uno de esos fervientes admiradores, pues Wilber analiza como nadie la evolución cultural y de la conciencia humana, pero, en estos tiempos de locura aperspectivista, pienso no se debe sacar conclusiones intelectuales coloreadas para explicar una difícil y complicada situación geopolítica, la cual no puede ser comprendida sin meter en la ecuación a las “teorías de la conspiración” ahora consideradas como realidades conspirativas de un Estado profundo contra la humanidad.
En este apartado, me niego a analizar las aberrantes afirmaciones de Wilber sobre Trump. Invito al lector a realizar su propio estudio y que saque sus propias conclusiones. Concluye Wilber este apartado con unas palabras de Lovejoy: “no existe estupidez humana que no encuentre a su campeón” y, afirma Wilber, los narcisistas en todos lados encontraron en Trump a su campeón. Lamentable cierre para este apartado: Wilber está encasillado en su análisis coloreado sin apenas percibir el estadio actual de la humanidad donde, el Estado profundo, está a punto de ser derrotado y puesto en evidencia a través de los delitos más execrables como el Pizzagate, el sacrificio humano de los más pequeños para la producción de adrenocromo, y los arrestos masivos en ciernes de esa élite satánica. ¿Qué dirá Wilber cuando todo ello sea público? Creo que entrará en shock al igual que la mayoría de personas pegadas al televisor.
2-5 La principal causa ( y cura) de la opresión
En este apartado, Wilber se dispone a analizar las causas de la opresión. Afirma taxativamente que el problema surge cuando una locura aperspectivista chata intenta entender la fuente, causa y cura de la opresión misma. A tal efecto, revisando la historia, nos encontramos con una sociedad cuyos valores han sido maliciosamente oprimidos por las jerarquías dominantes. “Todos los individuos poseerían valores mundicéntricos de pluralismo, igualitarismo radical y equidad total, sino fuera por el control de los poderes opresivos que aplastan esos valores donde quieran que aparecen”. Según Wilber, y en eso estoy de acuerdo con él, hay una masiva fuerza opresora (o un grupo de ella) que está presente desde el inicio de la humanidad en el planeta, y estas fuerzas opresoras siguen operando hoy en todos lados.
La existencia de fuerzas opresivas no puede ser negada. Wilber identifica esa fuerza opresora con el género masculino, o una raza en particular (blanca mayormente), o un credo en particular (religiones), o un conjunto de prejuicios (hacia los gays, mujeres o cualquier minoría oprimida). Y no le falta razón, todos ellos son elementos de la fuerza opresora. Pero lo que no acierta a desvelar Wilber es que detrás de todas esas fuerzas opresoras hay un enemigo invisible de la humanidad que manejan esas fuerzas opresoras a su antojo. Entonces, como no tiene identificado a ese enemigo invisible, elabora una teoría histórica/evolutiva de esa fuerza opresoras como causa explicativa: desde la esclavitud a las religiones, y de ahí al surgimiento de la razón, que ahora es capaz de comprender la propia evolución moral humana desde lo egocéntrico a lo etnocéntrico, a lo mundicéntrico y lo integral, lo cual sucede tanto individual como colectivamente de un modo histórico. Y no le falta razón en su análisis, pero no acierta a dar con la causa de tanta maldad en el mundo que, como llevo argumentado, se trata de un Estado profundo satánico que ha manipulado la historia de la humanidad desde eones tal como demuestra William Criado. No puede haber un salto moral cualitativo hacia una suprema moralidad sin antes identificar el causante de tanta maldad en el mundo: eso es lo que está haciendo Trump al “drenar el pantano” y dejar en evidencia que estamos ante una guerra espiritual entre el bien y el mal.
Según Wilber, a medida que la locura aperspectivista se extiende a más áreas (deconstruyendo cada vez más aspectos de la realidad), eventualmente se lleva la propia visión deconstructiva hacia la propia existencia, abocando al colapso como vanguardia de la evolución. Bienvenido al mundo de la posverdad dice Wilber, y nos pregunta: ¿Qué hacemos ahora?
Si el lector desea comprender los argumentos esgrimidos por Wilber en este apartado, le remito a su teoría de la evolución de la conciencia, pero si el mismo lector desea conocer qué nos depara el futuro en base a la teorización de Wilber, le remito a mi artículo Divulgación cósmica para un despertar colectivo masivo.
Ver más
Por un lado, la era de la información comenzó con el surgimiento de la era de la inteligencia artificial, a imitar la manera como los seres humanos piensan y, por tanto, se comenzó a producir robots que podían realizar tareas propias de los humanos, primero con trabajos simples pero cada vez más complejos como, por ejemplo, las inversiones financieras. Se estima que para el año 2050 el 50 por ciento de los trabajos serán realizados por robots, lo cual significa la destrucción del 50 por ciento de los trabajos actuales. Por otro lado, aquellos individuos llamados el “uno por ciento” ganan fortunas, mientras que el resto de la población está estancada o, incluso, ganando menos. Son dos fallas de la vanguardia que, en vez de liderar a una cultura, la estanca.
Mientras tanto, la vanguardia tanto de la “no-verdad” como del “no-trabajo” ha creado, en palabras de Nietzsche, una agitada y una enorme cantidad de “resentimiento”. Ese “resentimiento” se aplica al resentimiento que empieza a surgir de la severa crisis de legitimidad, como se ha expuesto en la primera parte: en todos lados te dicen que eres igual a los demás y que mereces tener un empoderamiento total e inmediato, y sin embargo se te niegan los medios para alcanzar esto. Eso te vuelve muy furioso y, surge así la “corrección política”, o división política, que se da por un lado en aquellos que se ven a sí mismos como guerreros de la justicia social, y por otro lado a aquellos que se ven a sí mismo en oposición a la “corrección política” al resguardarse en la libertad de expresión. Para quien quiera profundizar en las posturas de Wilber sobre tal “división política”, le invito a leer mi artículo Política Integral de Ken Wilber: hacia una educación transracional.
Según Ken Wilber, ni el nihilismo ni el narcisismo tienen cabida en la vanguardia evolutiva, si es que quiere funcionar en absoluto y, la “corrección política” extrema, es simplemente una locura aperspectivista que hace de kamikaze emocional. Bajo esas circunstancias, la evolución encuentra necesario realizar ciertas maniobras autocorrectivas. Sin embargo, según Ken Wilber, esa evolución colapsó como vanguardia, y no había otra solución que generar una atmósfera radical para salir de ese colapso evolutivo. Y para Wilber, Donald Trump representa esa atmósfera radical en cada palabra que salía de su boca, más que cualquier otra característica que lo definiera como su racismo, su sexismo y su xenofobia. En este punto discrepo profundamente con Wilber pues, esa opinión que tiene de Trump, es exactamente la misma imagen que dan de él los medios de manipulación masivos. Pareciera que Wilber estuviera tragándose todas las mentiras que el Estado profundo difunde mediante la prensa y la televisión de consumo masivo.
2-2 Fases del desarrollo y partidos políticos
Según Wilber, lo anterior significa que la retórica de Trump pudo haber activado el mundicentrismo orientado al logro, la excelencia y el lucro y que, también, pudo activar el etnocentrismo del racismo, sexismo, xenofobia, anti inmigración, sensibilidad terrorista, homofobia y patriotismo extremo o, más aún, pudo haber activado el egocentrismo centrado en sí mismo como el narcisista. Jamás pensé que Ken Wilber pudiera decir tales barbaridades: Trump no necesitó hacer política para lograr el logro o el lucro, pues era inmensamente rico antes de entrar en política; Trump no es anti inmigración sino que, simplemente, levantó un muro en la frontera con México para evitar el tráfico humano, de drogas y armas, actividades dirigidas por el Estado profundo para debilitar Estados Unidos y llevar dicha nación al caos social y su destrucción como están haciendo los globalistas través del pretendido Nuevo Orden Mundial. Entonces, efectivamente, Trump es un patriota que lucha contra el Nuevo Orden Mundial, pues esa es la verdadera “división política” a escala mundial tal como demostré en un Webinar de la Universidad Central de Bolivia.
Seguidamente, Wilber realiza un recorrido histórico para explicar el origen de los partidos políticos en alineación con las fases del desarrollo humano, tradicionalmente conocidos como conservador/tradicional o liberal/progresista, más bien conocidos como derecha/izquierda respectivamente. Una cuestión que se le escapa a Wilber, es que la manipulación de la historia también afecta a los partidos políticos, pues tanto derecha como izquierda han servido y sirven a Los amos del mundo, a la misma jerarquía plutocrática, a los mismísimos Illuminatis y demás sociedades secretas que están más allá del arco político. En definitiva, en mi opinión, realizar un análisis histórico/político desligado de las conspiraciones contra la humanidad y de una ingeniería social y mental, dadas las actuales circunstancias de divulgación que permite la era de internet, me permite aventurar que los “teóricos de la conspiración” están progresando adecuadamente en busca de la “verdad” frente al desfasado academicismo tradicional.
Si en una cosa tiene razón Wilber es el afirmar que “el trabajador promedio no se sentía respaldado por los Demócratas, y en especial el trabajador de nivel bajo votó sustancialmente por Trump”; Trump “protegería los trabajos domésticos, castigaría a las compañías que salieran del país, les aplicaría grandes impuestos a los productos provenientes de otras naciones y haría a América grande otra vez”: hiper-patriota hasta la médula, según Ken Wilber. ¿Acaso prefiere Wilber una dictadura totalitaria bajo el promulgado comunismo de los globalistas como está ocurriendo en China o Venezuela, por ejemplo? En cualquier caso, como argumenta y reconoce el propio Wilber, “el 60 por ciento de la población que es etnocéntrica (o se encuentra en una fase inferior), la vasta mayoría votó por Trump, y de una manera avasallante”. Y menos mal, porque de ganar Hillary, la humanidad estaría inmersa de pleno en la Tercera Guerra Mundial.
Para finalizar este apartado, pienso que a Wilber le sobra justificar que Trump “no estaba calificado”, o que maltrataba a las mujeres, incluso que era inestable, pues recoge esas afirmaciones de encuestas poco fiables, seguramente manipuladas nuevamente por el Estado profundo.
2-3 El emergente campo mórfico anti-verde
Dice Wilber “que prácticamente todos esos votantes tenían en común el resentimiento, un resentimiento hacia la élite cultural”. Y tiene razón, yo también tengo ese resentimiento, sobre todo, cuando despiertas de un profundo sueño en que te das cuenta que tu vida ha sido una pesadilla provocada por el enemigo invisible de la humanidad. Según Wilber, Trump representa ese impulso “anti-verde”, ese impulso de auto-corrección de la evolución, que busca una manera funcional y auto-organizada para seguir caminando hacia adelante. Una cosa que se le escapa a Wilber es que esa “auto-organización” ya llevaba décadas gestándose después del magnicidio de Kennedy en el año 1963. Kennedy quería desbaratar el control que el Estado profundo tenía sobre los designios de Estados Unidos, sobre todo recuperar la autonomía financiera más allá de la Reserva Federal en manos privadas, y también deshacerse de las sociedades secretas que han dominado a la humanidad a través de la historia: ello le costó la vida. Sin embargo, surgió una “auto-organizazión” conocida como la Alianza de la Tierra que, durante más de 50 años, trabajó hasta auspiciar a Trump en la presidencia de los Estados Unidos. Véase todo ello en mi artículo Breve resumen de lo que está pasando en el mundo. La diferencia entre Wilber y yo es que, él, es un profundo erudito que le pone colores a la evolución de la humanidad, y yo creo en que existe una conspiración contra la humanidad que se escapa de los análisis intelectuales coloreados.
Me escandaliza leer que Wilber considere a Trump como el presidente que va a deshacer la mayoría de las cosas que el gobierno verde de vanguardia había construido (véase a los Demócratas Busch padre e hijo y Obama): los tratados comerciales a fortalecer la relación internacional; deshacer las regulaciones en materia de inmigración. Considero a Wilber el pensador contemporáneo más importante, pero, en materia de geopolítica, está totalmente desfasado pues no sabe que la agenda globalista del Estado profundo (con Hillary a la cabeza) quiere, precisamente, unos tratados comerciales supranacionales que recaben la autonomía de los países, así como una inmigración descontrolada para crear un polvorín que haga estallar los estados-nación, en este caso los Estados Unidos. En conclusión, Wilber acusa a Trump de haber fallado significativamente en ser una vanguardia genuina para salir del “pantano de la locura aperspectivista”. Wilber no se entera: lo que está haciendo Trump es, precisamente, “drenar el pantano”.
2-4 Las fases y dimensiones activadas por las acciones actuales de Trump
Si una cosa tiene esta obra de Wilber, es la “pantanosa” interpretación en bases a colores que solamente pueden comprender sus forofos admiradores. Yo soy uno de esos fervientes admiradores, pues Wilber analiza como nadie la evolución cultural y de la conciencia humana, pero, en estos tiempos de locura aperspectivista, pienso no se debe sacar conclusiones intelectuales coloreadas para explicar una difícil y complicada situación geopolítica, la cual no puede ser comprendida sin meter en la ecuación a las “teorías de la conspiración” ahora consideradas como realidades conspirativas de un Estado profundo contra la humanidad.
En este apartado, me niego a analizar las aberrantes afirmaciones de Wilber sobre Trump. Invito al lector a realizar su propio estudio y que saque sus propias conclusiones. Concluye Wilber este apartado con unas palabras de Lovejoy: “no existe estupidez humana que no encuentre a su campeón” y, afirma Wilber, los narcisistas en todos lados encontraron en Trump a su campeón. Lamentable cierre para este apartado: Wilber está encasillado en su análisis coloreado sin apenas percibir el estadio actual de la humanidad donde, el Estado profundo, está a punto de ser derrotado y puesto en evidencia a través de los delitos más execrables como el Pizzagate, el sacrificio humano de los más pequeños para la producción de adrenocromo, y los arrestos masivos en ciernes de esa élite satánica. ¿Qué dirá Wilber cuando todo ello sea público? Creo que entrará en shock al igual que la mayoría de personas pegadas al televisor.
2-5 La principal causa ( y cura) de la opresión
En este apartado, Wilber se dispone a analizar las causas de la opresión. Afirma taxativamente que el problema surge cuando una locura aperspectivista chata intenta entender la fuente, causa y cura de la opresión misma. A tal efecto, revisando la historia, nos encontramos con una sociedad cuyos valores han sido maliciosamente oprimidos por las jerarquías dominantes. “Todos los individuos poseerían valores mundicéntricos de pluralismo, igualitarismo radical y equidad total, sino fuera por el control de los poderes opresivos que aplastan esos valores donde quieran que aparecen”. Según Wilber, y en eso estoy de acuerdo con él, hay una masiva fuerza opresora (o un grupo de ella) que está presente desde el inicio de la humanidad en el planeta, y estas fuerzas opresoras siguen operando hoy en todos lados.
La existencia de fuerzas opresivas no puede ser negada. Wilber identifica esa fuerza opresora con el género masculino, o una raza en particular (blanca mayormente), o un credo en particular (religiones), o un conjunto de prejuicios (hacia los gays, mujeres o cualquier minoría oprimida). Y no le falta razón, todos ellos son elementos de la fuerza opresora. Pero lo que no acierta a desvelar Wilber es que detrás de todas esas fuerzas opresoras hay un enemigo invisible de la humanidad que manejan esas fuerzas opresoras a su antojo. Entonces, como no tiene identificado a ese enemigo invisible, elabora una teoría histórica/evolutiva de esa fuerza opresoras como causa explicativa: desde la esclavitud a las religiones, y de ahí al surgimiento de la razón, que ahora es capaz de comprender la propia evolución moral humana desde lo egocéntrico a lo etnocéntrico, a lo mundicéntrico y lo integral, lo cual sucede tanto individual como colectivamente de un modo histórico. Y no le falta razón en su análisis, pero no acierta a dar con la causa de tanta maldad en el mundo que, como llevo argumentado, se trata de un Estado profundo satánico que ha manipulado la historia de la humanidad desde eones tal como demuestra William Criado. No puede haber un salto moral cualitativo hacia una suprema moralidad sin antes identificar el causante de tanta maldad en el mundo: eso es lo que está haciendo Trump al “drenar el pantano” y dejar en evidencia que estamos ante una guerra espiritual entre el bien y el mal.
Según Wilber, a medida que la locura aperspectivista se extiende a más áreas (deconstruyendo cada vez más aspectos de la realidad), eventualmente se lleva la propia visión deconstructiva hacia la propia existencia, abocando al colapso como vanguardia de la evolución. Bienvenido al mundo de la posverdad dice Wilber, y nos pregunta: ¿Qué hacemos ahora?
Si el lector desea comprender los argumentos esgrimidos por Wilber en este apartado, le remito a su teoría de la evolución de la conciencia, pero si el mismo lector desea conocer qué nos depara el futuro en base a la teorización de Wilber, le remito a mi artículo Divulgación cósmica para un despertar colectivo masivo.
3-1 ¿Qué hacemos ahora?
Para Wilber, Trump es el gran enemigo de la evolución, según sus propias palabras: “¿Cómo puede la evolución, que ha tomado una pauta deliberada en su dinámica en curso para replantear su fundamento de manera adecuada y acertada, salir de lo que parece ser un colapso total (más visiblemente, pero no únicamente, representado por la elección de Trump)?”. Según Wilber, nos hallamos ante un colapso deconstructivo de la vanguardia evolutiva que necesita un reajuste auto-correctivo, en un intento de encontrar una base más robusta para una autoorganización persistente a través de la auto-trascendencia. Y solamente existen dos caminos posibles: la primera, la más probable y menos efectiva, es el saneamiento de la disfuncional vanguardia dirigida a la auto-sanación y la auto-correccción. Pero, según Wilber, la intensa locura aperspectivista ha inflamado su propia locura y ha infectado esa enfermedad en todas las áreas de la sociedad que ha podido, esa es en opinión de Wilber la senda emprendida por Trump. El segundo camino posible es una sanación que incluya muchas ideas verdaderamente integrales.
Para el saneamiento de la actual disfuncionalidad y su regreso a una postura sana y funcional, Wilber propone abrazar a tres postulados de la posmodernidad (contextualismo, constructivismo y aperspectivismo) como conceptos “verdaderos pero parciales”:
-Contextualismo: toda la verdad depende realmente del contexto, y se debe comenzar a buscar los muchos patrones que nos conectan para, así, salir de un mundo cada vez más fragmentado y roto.
-Constructivismo: toda verdad no es meramente dada, sino que es co-construida, de modo que, la construcción de un mundo co-creado, se derive del nivel más alto del desarrollo al que pueda llegar (“más verdad”) ya que cada fase superior “trasciende e incluye” a sus predecesores.
-Aperspectivismo: no existen perspectivas ahistóricas, pre-dadas ni privilegiadas en ningún lugar, lo que es la parte cierta del “aperspectivismo”, pues cada nuevo nivel de desarrollo ha mostrado que incrementa el número de perspectivas que la conciencia puede tomar, trascendiendo e incluyendo a su predecesor, lo cual constituye el impulso genérico de la evolución misma, el impulso a auto-organizarse hacia la autotrascendencia. Dicho de otro modo, ninguna perspectiva es privilegiada ya que cada fase emergente de la evolución produce mayor y mayor capacidad de perspectiva: cada fase es verdadera, pero cade fase superior es “más verdadera”.
3-2 Jerarquías de dominación y jerarquía de crecimiento
De vuelta al mundo real, dice Wilber, es absolutamente central sanar la catastrófica confusión entre jerarquías de dominación y jerarquía de realización (o crecimiento). Con cada nivel en una jerarquía de dominación, entre más alto el nivel, más puede oprimir y dominar (como en el sistema de castas o las organizaciones criminales como la Mafia). Ciertamente, tiene razón Wilber, no sé si tendrá consciencia de la jerarquía de dominio que hay tras el Estado profundo.
Sin embargo, con las jerarquías de crecimiento (u “holarquías”), sucede exactamente lo contrario, por ejemplo: en el proceso de evolución, un quark es parte de un átomo, el átomo parte de una molécula, una molécula parte de una célula, la célula parte de un organismo, y así sucesivamente, pues se trata de una dirección de auto-organización a través de la auto-trascendencia como fuerza primaria de la evolución misma. Dicho de otro modo, la evolución “trasciende e incluye”, pero también equivale a “diferenciar e integrar”: un cigoto unicelular se divide en 2 células, después en 4, después en 8,16,32, etc…hasta llegar a células diferenciadas que son integradas en sistema incluyentes como un sistema nervioso, un sistema digestivo, etc., integrado todo ello en un organismo general. Por tanto, cada proceso de crecimiento va más allá o “trasciende” la fase anterior pero también lo incluye a través de una diferenciación integradora. Consecuentemente, las jerarquías de crecimiento no son exclusivas ni dominadoras sino inclusivas e integrales.
Reflejando la anterior comprensión en la vida social real, el despliegue multicultural de una variedad casi ilimitada de sistemas diferenciados no produce una visión del mundo singular. Dicho de otro modo, la diferenciación cultural es “verdadera”, pero “parcial” al mismo tiempo pues no hay una integración de sus partes recién creadas, de ahí el aparente caos mundial donde no se vislumbra una holarquía, ni una creciente inclusión genuina, ni integración. Ello mostró la incapacidad de encontrar los patrones profundos (o superiores) que conectan los diversos sistemas mundiales. Esa ausencia de patrones profundos hace creer en un “igualitarismo” de ahí que, al no haber una profundidad holárquica, se carece de un concepto de dirección al considerar que ninguna perspectiva es más incluyente que otra y, por ello, no hay verdades disponibles en absoluto: ahí reside el colapso de la vanguardia evolutiva y, por tanto, la contradicción performativa que llevó a la locura aperspectivista, ¡un mundo cada vez más loco! ¿Se entiende la razón del por qué la introducción de jerarquías de crecimiento es tan crucial para cualquier trayectoria futura?
Las únicas personas que se involucran en las jerarquías de dominación según Wilber, son aquellas que están en los niveles inferiores de las jerarquías de crecimiento mediante el egoísmo (egocéntrico) y que se propone el cuidado del grupo (etnocentrismo) para dominar y oprimir en primer lugar. Correlativamente, aquellas personas que critican y rechazan esa jerarquía de dominación, son aquellas que se hallan en niveles verdaderamente altos de la jerarquía de crecimiento como el cuidado universal (mundicéntrico) pues cuida a cualquier persona sin importar raza, color, sexo o credo (integral). Es un desastre cultural de gran magnitud cuya culpa recae en la fase disfuncional entregada por la locura aperspectivista.
Ahora bien, para salir de esa locura aperspectivista, es preciso un proceso de crecimiento realmente transformador que requiere exponer los impulsos de las fuerzas opresivas desde lo egocéntrico a lo mundicéntrico a lo integral. Y aquí señor Wilber, quisiera apostillar que eso es precisamente lo que está haciendo el movimiento de divulgación conocido como Q al exponer abiertamente el satanismo del Estado profundo, lo cual contribuye a un despertar colectivo masivo. Creo que Wilber confunde a Trump como a un opresor más cuando, en realidad, está exponiendo al enemigo invisible de la humanidad. Como dice certeramente Wilber, nuestra cultura debe entender las bases generales de una visión del desarrollo que permita a la gente coincidir unos con otros en primer lugar: de ahí el lema “donde va uno, vamos todos” del movimiento Q, pues hay una consciencia emergente (“¿integral?”) contra la opresión del Estado profundo.
3-3 Lo que verde debe aprender para convertirse en una vanguardia genuina
Son cada vez más las personas (“voces verdes” las llama Wilber) que parecen haber entendido el mensaje central: aprendieron de la elección de Trump, no lo mucho que lo odiaban y despreciaban a sus seguidores, sino que debían llegar a este gran grupo de personas que pusieron a Trump en la presidencia; aprendieron que habían pasado su vida adulta básicamente menospreciándolos, burlándose de ellos y ridiculizándolos; y lo que se requería, en cambio, era comprenderlos de manera genuina, incluirlos en el diálogo, abrirse a ver el mundo desde su perspectiva, hacer espacio para ellos en el mundo. Según Wilber, esa es exactamente el tipo de sanación genuina que abraza la auto-corrección que la evolución busca: en mi opinión, precisamente eso es lo que está pasando en los Estados Unidos y, por eso mismo, más demócratas se pasan al lado de Trump al darse cuenta que el Partido Demócrata es sinónimo de Estado profundo satanista que ha manipulado a la humanidad.
Esa capacidad de abrazar una holarquía de crecimiento se presenta como un camino verdaderamente válido y “verdadero” para caminar hacia un mundo posmoderno pluralista. La enfermedad de la “locura aperspectivista” debe ser repensada y rechazada en todas sus formas: es verdad que ninguna perspectiva es privilegiada, pero, lo que en realidad significa, es que entre más perspectivas se incluyan, el mapa se vuelve más adecuado y certero. La era de la información se infectó rápidamente de esa locura aperspectivista y, consecuentemente, dejó de producir algoritmos que seleccionaran lo Bueno, lo Verdadero o lo Bello, y en cambio, simplemente satisfizo sus propias tendencias narcisistas.
En lo que concierne a la economía, el mundo se está moviendo tecnológicamente hacia una situación verdaderamente utópica pero libre de trabajo donde todos tendrán asegurado, de una u otra manera, el recibir todas las bases materiales para vivir una buena vida. Sin embargo, dice Wilber, ello requerirá un trabajo considerable para replantear tanto las teorías económicas como las prácticas económicas. Las teorías económicas actuales aún reflejan en esencia el materialismo científico del siglo XVIII y XIX: solo estudian el dinero y la riqueza material exterior, y no la conciencia interior ni la cultura; el dinero puede comprar todos los artículos materiales o físicos, pero no puede comprar a la conciencia, el amor, el cariño, la compasión, la inteligencia, los valores, el significado, el propósito, la visión, la motivación, la espiritualidad, los bienes emocionales y las ideas mentales.
Cualquier sociedad debe hacerse consciente de los muchos niveles interiores y estados de conciencia disponibles, para que así las personas puedan perseguir los increíbles y vastos mundos interiores que proveen las ilimitadas vistas de estados y fases superiores de ser y conciencia: el gozo, la atención, el amor, la compasión, la felicidad y la alegría. Desde una perspectiva integral, la compasión es la única actitud crítica que se nos es permitida. Es precisamente la falta de compasión en la academia, en los medios, en el entretenimiento y en la política liberal, lo que llevó a la gran cantidad de resentimiento y que provocó el triunfo, previamente inimaginable, de Trump: el 81 por ciento de aquellos que se describían a sí mismos como “enojados” votaron por Trump.
La distinción entre jerarquía de realización (o crecimiento) versus jerarquía de dominación (u opresiva) vislumbra holarquías con una genealogía real, una corriente evolutiva real, un proceso de desarrollo real que se despliega en alrededor de 6 a 9 fases principales cada vez más incluyentes, cada vez más amorosas, cada vez más cuidadosas, cada vez más completas, conscientes y complejas, y cada vez menos dominantes, menos opresivas y menos injustas: es lo que Wilber ha resumido como el crecimiento permanente de lo egocéntrico a lo etnocéntrico a lo mundicéntrico a lo integral. Este es el entendimiento general: las holarquías de crecimiento son la manera como superamos las jerarquías de dominación y, la verdadera vanguardia debe contemplar una auto-organización colectiva de la humanidad a través de la auto-trascendencia.
3-4 Otra vía hacia adelante: verdaderamente integral
La fase integral es la primera fase de desarrollo en toda la historia que siente que las fases previas tienen gran importancia y significado. No necesariamente concuerda con ellas, pero las acepta y adopta (aunque no sus limitaciones). De cualquier modo, cada fase previa es sin duda una fase dentro del desarrollo humano general, y ninguna fase puede ser omitida o traspasada. Odiar a las fases previas es profundamente suicida. La fase integral piensa que cada fase previa es importante, mientras que cada fase previa piensa que ella misma es la única importante. Es por ello que el enfoque integral acabaría casi automáticamente con el desastre de una locura aperspectivista. Cualquiera que adopte la perspectiva integral estará montado en la vanguardia misma de la evolución, con toda su bondad, verdad y belleza.
Sin embargo, los sorprendentes alcances de una verdadera vanguardia integral son algo que hoy en día apenas podemos esbozar, por la simple razón de que la humanidad nunca, en ningún punto, ha tenido algo como esto en toda su historia. Nunca hemos tenido una vanguardia que verdaderamente adopte e integre cada fase anterior. No tenemos ningún precedente de esto; no sabemos cómo podría ser esto. Ahora mismo tenemos que el 5 por ciento ya es integral, y podría llegar al 10 por ciento en una década o dos. La verdadera inclusión que los teóricos sociales y políticos de vanguardia han idealizado por tanto tiempo como algo cercano a la utopía será, de hecho, una posibilidad bastante real para la humanidad por primera vez en la historia.
Señala Wilber que esta fase integral, que ya ha comenzado a emerger con mucha fuerza alrededor del mundo, ha creado teorías completas como la Metateoría Integral que él representa, una de las más efectivas con 60 disciplinas humanas que han sido totalmente reinterpretadas a través de la lente Integral: Negocios Integrales, Medicina Integral, Arte Integral, Economía integral, Educación Integral, Política Integral, y muchas otras.
3-5 El futuro probable
Para llegar a una auto-organización a través de la auto-trascendencia, hay que deshacerse del nihilismo y el narcisismo, hay que dejar ir la locura aperspectivista, hay que aprender la diferencia entre las jerarquías de dominación y las holarquías de crecimiento, e introducir una sabiduría discriminatoria basada en el desarrollo, de esta manera la evolución podrá empezar a seguir adelante de una manera verdaderamente autoorganizada y auto-trascendente.
Ya hemos visto que uno de los efectos inmediatos de la elección de Trump es que un número significativo de individuos, en lugar de simplemente lamentarse y denigrar a Trump y a sus muchos seguidores, han comenzado a darse cuenta que ellos mismos deben comenzar a hacer aquello que previamente despreciaban: deben tratar de alcanzar, entender, incluir el diálogo, y extender la cortesía de una cantidad rudimentaria de compasión, cuidado e, incluso, amor, a la canasta de deplorables. Esto incluye el entendimiento de que él mismo pudo haber contribuido directamente con el enojo, el resentimiento y el odio que el núcleo de seguidores de Trump expresaban.
Una conciencia integral está ayudando a encarnar una auto-corrección evolutiva en sus propias acciones. Es esta visión Integral lo que, a Wilber, le gustaría recomendar a todo aquél que esté listo para ella, una visión integral deliberada y auto-consciente de cada perspectiva que encuentra, y así no sólo proveer la cura para un mundo que se ha vuelto un poco loco con fragmentos y pedazos de la realidad, sino también reunir no solo a varios individuos sino a varios enfoques a la verdad misma, resultando perspectivas verdaderamente comprensivas e integrales de lo Bueno, lo Verdadero y lo Bello.
Ello no es meramente una idea, sino que se basa en el territorio real de un nivel de desarrollo del ser y la conciencia misma, o sea, la fase integral. Aparezcamos en todas nuestras dimensiones del ser; Crezcamos en todos nuestros niveles de desarrollo y líneas de desarrollo; Despertemos a todos nuestros estados de conciencia (incluido aquellos llamados Iluminación, Despertar, Metamorfosis, Moksha, Satori, la Gran Liberación); y Limpiemos nuestras sombras que generan enfermedades emocionales epidémicas. Al integrar la totalidad del ayer, nos abriremos a la totalidad del mañana. Y nos proveerá de una vanguardia evolutiva que la humanidad nunca ha visto.
Esta es, sin lugar a duda, la próxima vanguardia genuina y auténtica, y su inevitable aparición ha comenzado. Cumple con el inexorable impulso de “trascender e incluir” literalmente todas las fases previas de desarrollo y las estaciones de vida que ahora habitan, pero sin el rencor inherente que cada una de ellas siente por la otra. La humanidad nunca ha tenido una vanguardia como ésta en ningún punto previo de la historia. Es la única cura segura (si se toma adecuadamente) para el estado aislado, regresivo, represivo, malvado y fragmentado en el que el mundo se encuentra y sigue cayendo.
Esta visión Integral nos permite escapar del sofocante sufrimiento de enfocarnos solamente en el triunfo de Trump. Por otro lado, sentir sólo desolación por la victoria de Trump nos impide ver las grandes fuerzas que trabajan en esa situación. Entender esta elección como una manifestación del impulso auto-correctivo de la evolución misma, nos da un poco de esperanza real en una situación que, de otro modo, será desesperadamente sombría. En las partes más profundas de nuestro ser, cada uno de nosotros está unido directamente con su corriente evolutiva, este Eros, este Espíritu-en-acción, infinitamente radiante y eternamente luminoso, radicalmente lleno de su desbordante sobreabundancia y excesivo en sus bendiciones, saliendo salvajemente del cielo e irrumpiendo del averno, y abrazando todo dentro de su amor y cuidados ilimitados. Este mundo no es más que el sueño de un Espíritu infinito, y sin embargo cada uno de nosotros es directamente el Espíritu mismo, soñando el mundo de nuestra propia maravilla.
Ver más
Para Wilber, Trump es el gran enemigo de la evolución, según sus propias palabras: “¿Cómo puede la evolución, que ha tomado una pauta deliberada en su dinámica en curso para replantear su fundamento de manera adecuada y acertada, salir de lo que parece ser un colapso total (más visiblemente, pero no únicamente, representado por la elección de Trump)?”. Según Wilber, nos hallamos ante un colapso deconstructivo de la vanguardia evolutiva que necesita un reajuste auto-correctivo, en un intento de encontrar una base más robusta para una autoorganización persistente a través de la auto-trascendencia. Y solamente existen dos caminos posibles: la primera, la más probable y menos efectiva, es el saneamiento de la disfuncional vanguardia dirigida a la auto-sanación y la auto-correccción. Pero, según Wilber, la intensa locura aperspectivista ha inflamado su propia locura y ha infectado esa enfermedad en todas las áreas de la sociedad que ha podido, esa es en opinión de Wilber la senda emprendida por Trump. El segundo camino posible es una sanación que incluya muchas ideas verdaderamente integrales.
Para el saneamiento de la actual disfuncionalidad y su regreso a una postura sana y funcional, Wilber propone abrazar a tres postulados de la posmodernidad (contextualismo, constructivismo y aperspectivismo) como conceptos “verdaderos pero parciales”:
-Contextualismo: toda la verdad depende realmente del contexto, y se debe comenzar a buscar los muchos patrones que nos conectan para, así, salir de un mundo cada vez más fragmentado y roto.
-Constructivismo: toda verdad no es meramente dada, sino que es co-construida, de modo que, la construcción de un mundo co-creado, se derive del nivel más alto del desarrollo al que pueda llegar (“más verdad”) ya que cada fase superior “trasciende e incluye” a sus predecesores.
-Aperspectivismo: no existen perspectivas ahistóricas, pre-dadas ni privilegiadas en ningún lugar, lo que es la parte cierta del “aperspectivismo”, pues cada nuevo nivel de desarrollo ha mostrado que incrementa el número de perspectivas que la conciencia puede tomar, trascendiendo e incluyendo a su predecesor, lo cual constituye el impulso genérico de la evolución misma, el impulso a auto-organizarse hacia la autotrascendencia. Dicho de otro modo, ninguna perspectiva es privilegiada ya que cada fase emergente de la evolución produce mayor y mayor capacidad de perspectiva: cada fase es verdadera, pero cade fase superior es “más verdadera”.
3-2 Jerarquías de dominación y jerarquía de crecimiento
De vuelta al mundo real, dice Wilber, es absolutamente central sanar la catastrófica confusión entre jerarquías de dominación y jerarquía de realización (o crecimiento). Con cada nivel en una jerarquía de dominación, entre más alto el nivel, más puede oprimir y dominar (como en el sistema de castas o las organizaciones criminales como la Mafia). Ciertamente, tiene razón Wilber, no sé si tendrá consciencia de la jerarquía de dominio que hay tras el Estado profundo.
Sin embargo, con las jerarquías de crecimiento (u “holarquías”), sucede exactamente lo contrario, por ejemplo: en el proceso de evolución, un quark es parte de un átomo, el átomo parte de una molécula, una molécula parte de una célula, la célula parte de un organismo, y así sucesivamente, pues se trata de una dirección de auto-organización a través de la auto-trascendencia como fuerza primaria de la evolución misma. Dicho de otro modo, la evolución “trasciende e incluye”, pero también equivale a “diferenciar e integrar”: un cigoto unicelular se divide en 2 células, después en 4, después en 8,16,32, etc…hasta llegar a células diferenciadas que son integradas en sistema incluyentes como un sistema nervioso, un sistema digestivo, etc., integrado todo ello en un organismo general. Por tanto, cada proceso de crecimiento va más allá o “trasciende” la fase anterior pero también lo incluye a través de una diferenciación integradora. Consecuentemente, las jerarquías de crecimiento no son exclusivas ni dominadoras sino inclusivas e integrales.
Reflejando la anterior comprensión en la vida social real, el despliegue multicultural de una variedad casi ilimitada de sistemas diferenciados no produce una visión del mundo singular. Dicho de otro modo, la diferenciación cultural es “verdadera”, pero “parcial” al mismo tiempo pues no hay una integración de sus partes recién creadas, de ahí el aparente caos mundial donde no se vislumbra una holarquía, ni una creciente inclusión genuina, ni integración. Ello mostró la incapacidad de encontrar los patrones profundos (o superiores) que conectan los diversos sistemas mundiales. Esa ausencia de patrones profundos hace creer en un “igualitarismo” de ahí que, al no haber una profundidad holárquica, se carece de un concepto de dirección al considerar que ninguna perspectiva es más incluyente que otra y, por ello, no hay verdades disponibles en absoluto: ahí reside el colapso de la vanguardia evolutiva y, por tanto, la contradicción performativa que llevó a la locura aperspectivista, ¡un mundo cada vez más loco! ¿Se entiende la razón del por qué la introducción de jerarquías de crecimiento es tan crucial para cualquier trayectoria futura?
Las únicas personas que se involucran en las jerarquías de dominación según Wilber, son aquellas que están en los niveles inferiores de las jerarquías de crecimiento mediante el egoísmo (egocéntrico) y que se propone el cuidado del grupo (etnocentrismo) para dominar y oprimir en primer lugar. Correlativamente, aquellas personas que critican y rechazan esa jerarquía de dominación, son aquellas que se hallan en niveles verdaderamente altos de la jerarquía de crecimiento como el cuidado universal (mundicéntrico) pues cuida a cualquier persona sin importar raza, color, sexo o credo (integral). Es un desastre cultural de gran magnitud cuya culpa recae en la fase disfuncional entregada por la locura aperspectivista.
Ahora bien, para salir de esa locura aperspectivista, es preciso un proceso de crecimiento realmente transformador que requiere exponer los impulsos de las fuerzas opresivas desde lo egocéntrico a lo mundicéntrico a lo integral. Y aquí señor Wilber, quisiera apostillar que eso es precisamente lo que está haciendo el movimiento de divulgación conocido como Q al exponer abiertamente el satanismo del Estado profundo, lo cual contribuye a un despertar colectivo masivo. Creo que Wilber confunde a Trump como a un opresor más cuando, en realidad, está exponiendo al enemigo invisible de la humanidad. Como dice certeramente Wilber, nuestra cultura debe entender las bases generales de una visión del desarrollo que permita a la gente coincidir unos con otros en primer lugar: de ahí el lema “donde va uno, vamos todos” del movimiento Q, pues hay una consciencia emergente (“¿integral?”) contra la opresión del Estado profundo.
3-3 Lo que verde debe aprender para convertirse en una vanguardia genuina
Son cada vez más las personas (“voces verdes” las llama Wilber) que parecen haber entendido el mensaje central: aprendieron de la elección de Trump, no lo mucho que lo odiaban y despreciaban a sus seguidores, sino que debían llegar a este gran grupo de personas que pusieron a Trump en la presidencia; aprendieron que habían pasado su vida adulta básicamente menospreciándolos, burlándose de ellos y ridiculizándolos; y lo que se requería, en cambio, era comprenderlos de manera genuina, incluirlos en el diálogo, abrirse a ver el mundo desde su perspectiva, hacer espacio para ellos en el mundo. Según Wilber, esa es exactamente el tipo de sanación genuina que abraza la auto-corrección que la evolución busca: en mi opinión, precisamente eso es lo que está pasando en los Estados Unidos y, por eso mismo, más demócratas se pasan al lado de Trump al darse cuenta que el Partido Demócrata es sinónimo de Estado profundo satanista que ha manipulado a la humanidad.
Esa capacidad de abrazar una holarquía de crecimiento se presenta como un camino verdaderamente válido y “verdadero” para caminar hacia un mundo posmoderno pluralista. La enfermedad de la “locura aperspectivista” debe ser repensada y rechazada en todas sus formas: es verdad que ninguna perspectiva es privilegiada, pero, lo que en realidad significa, es que entre más perspectivas se incluyan, el mapa se vuelve más adecuado y certero. La era de la información se infectó rápidamente de esa locura aperspectivista y, consecuentemente, dejó de producir algoritmos que seleccionaran lo Bueno, lo Verdadero o lo Bello, y en cambio, simplemente satisfizo sus propias tendencias narcisistas.
En lo que concierne a la economía, el mundo se está moviendo tecnológicamente hacia una situación verdaderamente utópica pero libre de trabajo donde todos tendrán asegurado, de una u otra manera, el recibir todas las bases materiales para vivir una buena vida. Sin embargo, dice Wilber, ello requerirá un trabajo considerable para replantear tanto las teorías económicas como las prácticas económicas. Las teorías económicas actuales aún reflejan en esencia el materialismo científico del siglo XVIII y XIX: solo estudian el dinero y la riqueza material exterior, y no la conciencia interior ni la cultura; el dinero puede comprar todos los artículos materiales o físicos, pero no puede comprar a la conciencia, el amor, el cariño, la compasión, la inteligencia, los valores, el significado, el propósito, la visión, la motivación, la espiritualidad, los bienes emocionales y las ideas mentales.
Cualquier sociedad debe hacerse consciente de los muchos niveles interiores y estados de conciencia disponibles, para que así las personas puedan perseguir los increíbles y vastos mundos interiores que proveen las ilimitadas vistas de estados y fases superiores de ser y conciencia: el gozo, la atención, el amor, la compasión, la felicidad y la alegría. Desde una perspectiva integral, la compasión es la única actitud crítica que se nos es permitida. Es precisamente la falta de compasión en la academia, en los medios, en el entretenimiento y en la política liberal, lo que llevó a la gran cantidad de resentimiento y que provocó el triunfo, previamente inimaginable, de Trump: el 81 por ciento de aquellos que se describían a sí mismos como “enojados” votaron por Trump.
La distinción entre jerarquía de realización (o crecimiento) versus jerarquía de dominación (u opresiva) vislumbra holarquías con una genealogía real, una corriente evolutiva real, un proceso de desarrollo real que se despliega en alrededor de 6 a 9 fases principales cada vez más incluyentes, cada vez más amorosas, cada vez más cuidadosas, cada vez más completas, conscientes y complejas, y cada vez menos dominantes, menos opresivas y menos injustas: es lo que Wilber ha resumido como el crecimiento permanente de lo egocéntrico a lo etnocéntrico a lo mundicéntrico a lo integral. Este es el entendimiento general: las holarquías de crecimiento son la manera como superamos las jerarquías de dominación y, la verdadera vanguardia debe contemplar una auto-organización colectiva de la humanidad a través de la auto-trascendencia.
3-4 Otra vía hacia adelante: verdaderamente integral
La fase integral es la primera fase de desarrollo en toda la historia que siente que las fases previas tienen gran importancia y significado. No necesariamente concuerda con ellas, pero las acepta y adopta (aunque no sus limitaciones). De cualquier modo, cada fase previa es sin duda una fase dentro del desarrollo humano general, y ninguna fase puede ser omitida o traspasada. Odiar a las fases previas es profundamente suicida. La fase integral piensa que cada fase previa es importante, mientras que cada fase previa piensa que ella misma es la única importante. Es por ello que el enfoque integral acabaría casi automáticamente con el desastre de una locura aperspectivista. Cualquiera que adopte la perspectiva integral estará montado en la vanguardia misma de la evolución, con toda su bondad, verdad y belleza.
Sin embargo, los sorprendentes alcances de una verdadera vanguardia integral son algo que hoy en día apenas podemos esbozar, por la simple razón de que la humanidad nunca, en ningún punto, ha tenido algo como esto en toda su historia. Nunca hemos tenido una vanguardia que verdaderamente adopte e integre cada fase anterior. No tenemos ningún precedente de esto; no sabemos cómo podría ser esto. Ahora mismo tenemos que el 5 por ciento ya es integral, y podría llegar al 10 por ciento en una década o dos. La verdadera inclusión que los teóricos sociales y políticos de vanguardia han idealizado por tanto tiempo como algo cercano a la utopía será, de hecho, una posibilidad bastante real para la humanidad por primera vez en la historia.
Señala Wilber que esta fase integral, que ya ha comenzado a emerger con mucha fuerza alrededor del mundo, ha creado teorías completas como la Metateoría Integral que él representa, una de las más efectivas con 60 disciplinas humanas que han sido totalmente reinterpretadas a través de la lente Integral: Negocios Integrales, Medicina Integral, Arte Integral, Economía integral, Educación Integral, Política Integral, y muchas otras.
3-5 El futuro probable
Para llegar a una auto-organización a través de la auto-trascendencia, hay que deshacerse del nihilismo y el narcisismo, hay que dejar ir la locura aperspectivista, hay que aprender la diferencia entre las jerarquías de dominación y las holarquías de crecimiento, e introducir una sabiduría discriminatoria basada en el desarrollo, de esta manera la evolución podrá empezar a seguir adelante de una manera verdaderamente autoorganizada y auto-trascendente.
Ya hemos visto que uno de los efectos inmediatos de la elección de Trump es que un número significativo de individuos, en lugar de simplemente lamentarse y denigrar a Trump y a sus muchos seguidores, han comenzado a darse cuenta que ellos mismos deben comenzar a hacer aquello que previamente despreciaban: deben tratar de alcanzar, entender, incluir el diálogo, y extender la cortesía de una cantidad rudimentaria de compasión, cuidado e, incluso, amor, a la canasta de deplorables. Esto incluye el entendimiento de que él mismo pudo haber contribuido directamente con el enojo, el resentimiento y el odio que el núcleo de seguidores de Trump expresaban.
Una conciencia integral está ayudando a encarnar una auto-corrección evolutiva en sus propias acciones. Es esta visión Integral lo que, a Wilber, le gustaría recomendar a todo aquél que esté listo para ella, una visión integral deliberada y auto-consciente de cada perspectiva que encuentra, y así no sólo proveer la cura para un mundo que se ha vuelto un poco loco con fragmentos y pedazos de la realidad, sino también reunir no solo a varios individuos sino a varios enfoques a la verdad misma, resultando perspectivas verdaderamente comprensivas e integrales de lo Bueno, lo Verdadero y lo Bello.
Ello no es meramente una idea, sino que se basa en el territorio real de un nivel de desarrollo del ser y la conciencia misma, o sea, la fase integral. Aparezcamos en todas nuestras dimensiones del ser; Crezcamos en todos nuestros niveles de desarrollo y líneas de desarrollo; Despertemos a todos nuestros estados de conciencia (incluido aquellos llamados Iluminación, Despertar, Metamorfosis, Moksha, Satori, la Gran Liberación); y Limpiemos nuestras sombras que generan enfermedades emocionales epidémicas. Al integrar la totalidad del ayer, nos abriremos a la totalidad del mañana. Y nos proveerá de una vanguardia evolutiva que la humanidad nunca ha visto.
Esta es, sin lugar a duda, la próxima vanguardia genuina y auténtica, y su inevitable aparición ha comenzado. Cumple con el inexorable impulso de “trascender e incluir” literalmente todas las fases previas de desarrollo y las estaciones de vida que ahora habitan, pero sin el rencor inherente que cada una de ellas siente por la otra. La humanidad nunca ha tenido una vanguardia como ésta en ningún punto previo de la historia. Es la única cura segura (si se toma adecuadamente) para el estado aislado, regresivo, represivo, malvado y fragmentado en el que el mundo se encuentra y sigue cayendo.
Esta visión Integral nos permite escapar del sofocante sufrimiento de enfocarnos solamente en el triunfo de Trump. Por otro lado, sentir sólo desolación por la victoria de Trump nos impide ver las grandes fuerzas que trabajan en esa situación. Entender esta elección como una manifestación del impulso auto-correctivo de la evolución misma, nos da un poco de esperanza real en una situación que, de otro modo, será desesperadamente sombría. En las partes más profundas de nuestro ser, cada uno de nosotros está unido directamente con su corriente evolutiva, este Eros, este Espíritu-en-acción, infinitamente radiante y eternamente luminoso, radicalmente lleno de su desbordante sobreabundancia y excesivo en sus bendiciones, saliendo salvajemente del cielo e irrumpiendo del averno, y abrazando todo dentro de su amor y cuidados ilimitados. Este mundo no es más que el sueño de un Espíritu infinito, y sin embargo cada uno de nosotros es directamente el Espíritu mismo, soñando el mundo de nuestra propia maravilla.
Un hito importante en mis publicaciones: 100.000 descargas en PDF de mi libro LA EDUCACIÓN CUÁNTICA . Gracias a todos!!
Ver más