Este artículo es una reproducción del prólogo a la tercera edición de la obra PENSAR EN SER RICO.
Este libro fue publicado en su primera edición en el año 2008, y fue redactado desde la candidez de todo escritor novel, pero también con la pasión de un filósofo aspirante a ser librepensador, y todo ello sin descuidar la meticulosidad del mensaje propuesto. Al releerlo con la perspectiva que ofrece el paso del tiempo, no puedo más que reafirmarme en que esta obra es la piedra angular sobre la que he edificado mi pensamiento filosófico, constituyéndose así en la columna vertebral del discurso teorético plasmado en mis obras posteriores.
Los primogénitos pensamientos filosóficos de esta obra, si cabe, adquieren más validez que nunca ante la ausencia de una genuina reflexión en este decadente sistema capitalista que degrada a marcha forzada al ser humano, como si la humanidad no aprehendiera por sí misma las lecciones que nos ofrece la historia y el paso del tiempo. La perspectiva temporal también invita a realizar algunas consideraciones en este prólogo de modo que, el lector, conozca cuál es mi análisis sobre la evolución de mi propia consciencia cognitiva años después con esta tercera edición.
Con sus errores y sus aciertos, deseo que esta tercera edición sea fiel al pensamiento original, y es por ello que este autor ha decidido no quitar ni añadir nada al contenido de esta tercera edición. No obstante, las ideas plasmadas en el pasado (2008) y proyectadas hacia el futuro que es este presente (2017), requieren de varios apuntes y consideraciones objeto de este prólogo.
La primera consideración es respecto al ex presidente del gobierno Felipe González, a quién cito en el capítulo seis, y donde digo textualmente:
"Es en esa línea de concordancia entre los sabios de cada país y del mundo entero (al estilo de la alianza de civilizaciones propuesta por el Sr. Zapatero) como deberá institucionalizarse un comité formado por todos los grandes pensadores de todas las áreas del conocimiento: filósofos, científicos, sociólogos, investigadores, premios Nobel, líderes espirituales y religiosos, todos ellos libres de las ataduras partidistas a poderes económicos y políticos, pero con autoridad para encauzar una moral de la Humanidad en base al propio Conocimiento. Me parece que esta utopía está todavía lejos de concretarse aunque, hay un atisbo en este sentido, al haber sido nombrado, muy recientemente, Felipe González como presidente del comité de sabios de la Unión Europea."
Me retracto formalmente de la anterior aseveración respecto a Felipe González pues, con el devenir de la historia, ha quedado más que evidente que ha sido un peón al servicio de CIA americana para modelar la Transición “modélica” y “pacífica” a las órdenes del imperialismo estadounidense con el objetivo de expandir mediante bases militares en España un dominio global de la OTAN. Felipe González, a estas alturas de la historia, no puede negar que forma parte de la oligarquía política y plutocrática, vaya, que es parte del criminal sistema capitalista y que ha traicionado a los trabajadores que han confiado ciegamente en él durante sus diferentes mandatos políticos. Una vez más, la perspectiva de la historia deja al descubierto cómo la ingeniera social y mental es diseñada desde supra-estructuras políticas y económicas a las que los iletrados como mis progenitores difícilmente tenían acceso, y por eso confiaron en un joven líder socialista que les prometía libertad y trabajo. Por todo ello, Felipe González ni es sabio, ni mucho menos podría aspirar a presidir un comité de sabios en la estricta definición del término. Felipe González no sólo ha traicionado la generación de mis progenitores, sino la mía propia, y es por eso que dejo constancia de todo ello en estas líneas para que la historia ponga a cada cual en el sitio que se merece, en el caso de Felipe González un traidor de la clase obrera y trabajadora.
La segunda observación hace referencia a mi “enfermedad” descrita al final de la obra, más concretamente en el capítulo once en referencia al tránsito evolutivo de la conciencia personal a la conciencia transpersonal. La curación de dicha “enfermedad” pasaría, citando textualmente, por:
"Librarme de la esclavitud sensible (como la mayoría de los mortales), para dedicarme acto seguido a la actividad intelectual transpersonal (aquella en que puedo expresar mis ideas para que puedan ser oídas socialmente)."
En dicho sentido, la perspectiva temporal me permite aseverar que soñar es gratis, y que a veces lo sueños se cumplen. En efecto, tras la publicación de siete obras incluida esta, me hallo en un momento dulce de mi vida intelectual y, sin duda, borrará todo rastro de la citada “enfermedad”.
Y por último, la tercera anotación hace referencia a la epifanía intelectual y espiritual descrita en los siguientes términos al final de la obra:
"Y, como consecuencia de ello, emerge el sentido de mi vida que, hasta ahora, no estaba consciente, a saber: mi sinsentido existencial y mis conocimientos intelectuales desorientados, de pronto, cobran forma de espiritualidad. Emerge la conciencia de que el conocimiento (sustento de toda dialéctica intelectual), así como el amor (sustento de toda dialéctica espiritual), son los impulsores de la dialéctica material de los hombres. Pero nosotros, pobres mortales, debemos redescubrirnos a nosotros mismos, para dejar emerger esos nobles impulsos. Tenemos el imperativo racional y moral de volver a poner el conocimiento y el amor por encima del materialismo. Aunque sea probable que, yo mismo, no vea esta tarea acabada, los mismos imperativos (racional y moral) me obligan a intentarlo en este sentido."
Es así como, una vez más, la perspectiva temporal me permite aseverar que La educación cuántica, una obra de carácter epistemológico, colma las inquietudes y preguntas de la citada epifanía intelectual y espiritual de esta primera publicación.
Lo que tienen en común las tres reflexiones anteriores son, precisamente, la perspectiva temporal que provee la historia. Porque el tiempo pone a las cosas y a las personas en su sitio, como si de un efecto kármico se tratara cuya causa son unos pensamientos proyectados desde el pasado al futuro, que es este presente. Porque pasado, presente y futuro están interconectados tal como demuestra el físico francés Garnier mediante su teoría del desdoblamiento de los tiempos. Pasado, presente y futuro están unidos kármicamente, todo es causa-efecto de los propios pensamientos. Como dijera Buda: “Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos”, y también, “ni tu peor enemigo puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos”. También Platón lo expresó magníficamente: “Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro”. ¿No coinciden, tanto Garnier, Buda y Platón, en señalar a la ley del karma?
El nexo de unión en el devenir temporal son los propios pensamientos que nos permiten soñar con el futuro, siendo asimismo nuestro presente el sueño de nuestro pasado. Y en ese mundo onírico, es nuestra imaginación la que posibilita los futuros deseados por cada cual. Cada cual da el mejor de los sentidos a su vida en función de sus propias creencias, acertadas o no. Cada cual imagina su mejor futuro posible: “Cada cual recoge lo que siembra”.
Dicha importancia de la imaginación es contemplada en la Crítica de la razón pura de Kant, pues ocupa un lugar fundamental como condición de posibilidad del conocimiento. A primera vista, llama la atención que Kant no haya presentado en forma sistemática una doctrina explícita sobre la imaginación a pesar de adjudicar a esta facultad una función tan original en el conocimiento humano. La originalidad de la concepción kantiana de la imaginación reside básicamente en su función transcendental que debe realizarse según reglas universales y necesarias para cumplir una función válida en el conocimiento objetivo. Esto no solo significa que la imaginación deja de producir imágenes de manera caprichosa, sino que además se somete a reglas que no derivan de la experiencia. Por estar sometida a este tipo de reglas, la imaginación pertenece a la espontaneidad, que Kant considera como un elemento fundamental para el conocimiento de objetos. Ahora, dicha imaginación, mediante la epistemología postulada en La educación cuántica, debe dirigirse hacia el sujeto, a sí mismo, a la propia conciencia y sus inherentes reglas universales y necesarias, al decir de Kant. Y una de esas reglas es la causa y el efecto o karma contemplado en la filosofía perenne.
Soñar imaginativamente no es baladí sino se convierte en un eje de responsabilidad de cada cual pues hay que anteponer el futuro soñado como una posibilidad cuántica. ¿Acaso no dicen los mayores a los niños que pidan un deseo cuando soplan las velas de cumpleaños? ¿No es una tremenda contradicción que inculquemos sueños en nuestros infantes, cuando los adultos han perdido en su mayoría la capacidad de hacer realidad sus propios sueños? ¿Por qué dejamos de soñar los adultos? Porque vivimos una vida que no es nuestra. Porque hemos perdido la capacidad de soñar y ser libres con la imaginación. Soñar es gratis, y a veces los sueños se hacen realidad. Hay que vivir los sueños como si fueran la única realidad. Porque La vida es sueño, en el mismo sentido propuesto en la obra de teatro de Pedro Calderón de la Barca, cuyo tema central es la libertad del ser humano para configurar su vida, sin dejarse llevar por un supuesto destino.
La concepción de la vida como un sueño es muy antigua, existiendo referencias en el pensamiento hindú, la mística persa, la moral budista, la tradición judeo-cristiana y la filosofía griega. Según Platón, el hombre vive en un mundo de sueños, de tinieblas, cautivo en una cueva de la que sólo podrá liberarse tendiendo hacia el Bien, y únicamente así entonces el hombre desistirá de la materia y llegará a la luz.
Como dijera el poeta estadounidense Faulkner: “La sabiduría suprema es tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen”. Soñemos pues que nuestros sueños pueden hacerse realidad, porque el que vive sin soñar no puede decirse que viva.
Ver más
Este libro fue publicado en su primera edición en el año 2008, y fue redactado desde la candidez de todo escritor novel, pero también con la pasión de un filósofo aspirante a ser librepensador, y todo ello sin descuidar la meticulosidad del mensaje propuesto. Al releerlo con la perspectiva que ofrece el paso del tiempo, no puedo más que reafirmarme en que esta obra es la piedra angular sobre la que he edificado mi pensamiento filosófico, constituyéndose así en la columna vertebral del discurso teorético plasmado en mis obras posteriores.
Los primogénitos pensamientos filosóficos de esta obra, si cabe, adquieren más validez que nunca ante la ausencia de una genuina reflexión en este decadente sistema capitalista que degrada a marcha forzada al ser humano, como si la humanidad no aprehendiera por sí misma las lecciones que nos ofrece la historia y el paso del tiempo. La perspectiva temporal también invita a realizar algunas consideraciones en este prólogo de modo que, el lector, conozca cuál es mi análisis sobre la evolución de mi propia consciencia cognitiva años después con esta tercera edición.
Con sus errores y sus aciertos, deseo que esta tercera edición sea fiel al pensamiento original, y es por ello que este autor ha decidido no quitar ni añadir nada al contenido de esta tercera edición. No obstante, las ideas plasmadas en el pasado (2008) y proyectadas hacia el futuro que es este presente (2017), requieren de varios apuntes y consideraciones objeto de este prólogo.
La primera consideración es respecto al ex presidente del gobierno Felipe González, a quién cito en el capítulo seis, y donde digo textualmente:
"Es en esa línea de concordancia entre los sabios de cada país y del mundo entero (al estilo de la alianza de civilizaciones propuesta por el Sr. Zapatero) como deberá institucionalizarse un comité formado por todos los grandes pensadores de todas las áreas del conocimiento: filósofos, científicos, sociólogos, investigadores, premios Nobel, líderes espirituales y religiosos, todos ellos libres de las ataduras partidistas a poderes económicos y políticos, pero con autoridad para encauzar una moral de la Humanidad en base al propio Conocimiento. Me parece que esta utopía está todavía lejos de concretarse aunque, hay un atisbo en este sentido, al haber sido nombrado, muy recientemente, Felipe González como presidente del comité de sabios de la Unión Europea."
Me retracto formalmente de la anterior aseveración respecto a Felipe González pues, con el devenir de la historia, ha quedado más que evidente que ha sido un peón al servicio de CIA americana para modelar la Transición “modélica” y “pacífica” a las órdenes del imperialismo estadounidense con el objetivo de expandir mediante bases militares en España un dominio global de la OTAN. Felipe González, a estas alturas de la historia, no puede negar que forma parte de la oligarquía política y plutocrática, vaya, que es parte del criminal sistema capitalista y que ha traicionado a los trabajadores que han confiado ciegamente en él durante sus diferentes mandatos políticos. Una vez más, la perspectiva de la historia deja al descubierto cómo la ingeniera social y mental es diseñada desde supra-estructuras políticas y económicas a las que los iletrados como mis progenitores difícilmente tenían acceso, y por eso confiaron en un joven líder socialista que les prometía libertad y trabajo. Por todo ello, Felipe González ni es sabio, ni mucho menos podría aspirar a presidir un comité de sabios en la estricta definición del término. Felipe González no sólo ha traicionado la generación de mis progenitores, sino la mía propia, y es por eso que dejo constancia de todo ello en estas líneas para que la historia ponga a cada cual en el sitio que se merece, en el caso de Felipe González un traidor de la clase obrera y trabajadora.
La segunda observación hace referencia a mi “enfermedad” descrita al final de la obra, más concretamente en el capítulo once en referencia al tránsito evolutivo de la conciencia personal a la conciencia transpersonal. La curación de dicha “enfermedad” pasaría, citando textualmente, por:
"Librarme de la esclavitud sensible (como la mayoría de los mortales), para dedicarme acto seguido a la actividad intelectual transpersonal (aquella en que puedo expresar mis ideas para que puedan ser oídas socialmente)."
En dicho sentido, la perspectiva temporal me permite aseverar que soñar es gratis, y que a veces lo sueños se cumplen. En efecto, tras la publicación de siete obras incluida esta, me hallo en un momento dulce de mi vida intelectual y, sin duda, borrará todo rastro de la citada “enfermedad”.
Y por último, la tercera anotación hace referencia a la epifanía intelectual y espiritual descrita en los siguientes términos al final de la obra:
"Y, como consecuencia de ello, emerge el sentido de mi vida que, hasta ahora, no estaba consciente, a saber: mi sinsentido existencial y mis conocimientos intelectuales desorientados, de pronto, cobran forma de espiritualidad. Emerge la conciencia de que el conocimiento (sustento de toda dialéctica intelectual), así como el amor (sustento de toda dialéctica espiritual), son los impulsores de la dialéctica material de los hombres. Pero nosotros, pobres mortales, debemos redescubrirnos a nosotros mismos, para dejar emerger esos nobles impulsos. Tenemos el imperativo racional y moral de volver a poner el conocimiento y el amor por encima del materialismo. Aunque sea probable que, yo mismo, no vea esta tarea acabada, los mismos imperativos (racional y moral) me obligan a intentarlo en este sentido."
Es así como, una vez más, la perspectiva temporal me permite aseverar que La educación cuántica, una obra de carácter epistemológico, colma las inquietudes y preguntas de la citada epifanía intelectual y espiritual de esta primera publicación.
Lo que tienen en común las tres reflexiones anteriores son, precisamente, la perspectiva temporal que provee la historia. Porque el tiempo pone a las cosas y a las personas en su sitio, como si de un efecto kármico se tratara cuya causa son unos pensamientos proyectados desde el pasado al futuro, que es este presente. Porque pasado, presente y futuro están interconectados tal como demuestra el físico francés Garnier mediante su teoría del desdoblamiento de los tiempos. Pasado, presente y futuro están unidos kármicamente, todo es causa-efecto de los propios pensamientos. Como dijera Buda: “Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos”, y también, “ni tu peor enemigo puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos”. También Platón lo expresó magníficamente: “Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro”. ¿No coinciden, tanto Garnier, Buda y Platón, en señalar a la ley del karma?
El nexo de unión en el devenir temporal son los propios pensamientos que nos permiten soñar con el futuro, siendo asimismo nuestro presente el sueño de nuestro pasado. Y en ese mundo onírico, es nuestra imaginación la que posibilita los futuros deseados por cada cual. Cada cual da el mejor de los sentidos a su vida en función de sus propias creencias, acertadas o no. Cada cual imagina su mejor futuro posible: “Cada cual recoge lo que siembra”.
Dicha importancia de la imaginación es contemplada en la Crítica de la razón pura de Kant, pues ocupa un lugar fundamental como condición de posibilidad del conocimiento. A primera vista, llama la atención que Kant no haya presentado en forma sistemática una doctrina explícita sobre la imaginación a pesar de adjudicar a esta facultad una función tan original en el conocimiento humano. La originalidad de la concepción kantiana de la imaginación reside básicamente en su función transcendental que debe realizarse según reglas universales y necesarias para cumplir una función válida en el conocimiento objetivo. Esto no solo significa que la imaginación deja de producir imágenes de manera caprichosa, sino que además se somete a reglas que no derivan de la experiencia. Por estar sometida a este tipo de reglas, la imaginación pertenece a la espontaneidad, que Kant considera como un elemento fundamental para el conocimiento de objetos. Ahora, dicha imaginación, mediante la epistemología postulada en La educación cuántica, debe dirigirse hacia el sujeto, a sí mismo, a la propia conciencia y sus inherentes reglas universales y necesarias, al decir de Kant. Y una de esas reglas es la causa y el efecto o karma contemplado en la filosofía perenne.
Soñar imaginativamente no es baladí sino se convierte en un eje de responsabilidad de cada cual pues hay que anteponer el futuro soñado como una posibilidad cuántica. ¿Acaso no dicen los mayores a los niños que pidan un deseo cuando soplan las velas de cumpleaños? ¿No es una tremenda contradicción que inculquemos sueños en nuestros infantes, cuando los adultos han perdido en su mayoría la capacidad de hacer realidad sus propios sueños? ¿Por qué dejamos de soñar los adultos? Porque vivimos una vida que no es nuestra. Porque hemos perdido la capacidad de soñar y ser libres con la imaginación. Soñar es gratis, y a veces los sueños se hacen realidad. Hay que vivir los sueños como si fueran la única realidad. Porque La vida es sueño, en el mismo sentido propuesto en la obra de teatro de Pedro Calderón de la Barca, cuyo tema central es la libertad del ser humano para configurar su vida, sin dejarse llevar por un supuesto destino.
La concepción de la vida como un sueño es muy antigua, existiendo referencias en el pensamiento hindú, la mística persa, la moral budista, la tradición judeo-cristiana y la filosofía griega. Según Platón, el hombre vive en un mundo de sueños, de tinieblas, cautivo en una cueva de la que sólo podrá liberarse tendiendo hacia el Bien, y únicamente así entonces el hombre desistirá de la materia y llegará a la luz.
Como dijera el poeta estadounidense Faulkner: “La sabiduría suprema es tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen”. Soñemos pues que nuestros sueños pueden hacerse realidad, porque el que vive sin soñar no puede decirse que viva.
Eventos
La educación cuántica estará presente en FACE 2019: Festival Alternativo de Creatividad y Educación 2019
El lunes 19 agosto 2019 y dentro del magnífico contexto del Festival Alternativo de Creatividad y Educación (FACE 2019), tendré el placer de presentar un resumen e introducción al libro La educación cuántica.Un nuevo paradigma de conocimiento.
El Festival Alternativo de Creatividad y Educación (FACE) reúne a artistas, estudiantes, familias, profesores, activistas, educadores, soñadores, y cualquier otra persona interesada en la exploración de alternativas creativas y educativas en un ambiente amistoso y distendido.
Esta celebración de la diversidad y la comunidad reunirá del domingo 18 al domingo 25 de agosto en La Chopera, Ugena (Toledo - España), a escuelas democráticas, familias que educan en casa, unschoolers, escuelas libres, pensadores libertarios, personas que desean cambiar la escuela convencional, talleres creativos y otros actores vinculados a las alternativas educativas, y también a gentes y colectivos que quieran celebrar el lado estético de la vida y piensan que el arte es una parte fundamental de nuestra existencia y la creatividad y el juego merecen ocupar un lugar central en nuestras vidas. El canto, música, danza, teatro, dibujo y poesía son solo algunos de los elementos creativos presentes. Como los dos últimos años, FACE 2019 también ofrecerá 15 becas para jóvenes creativos entre 16 y 24 años en un gesto de apoyo a la expresión creativa.
AQUÍ, el programa completo de FACE 2019
La charla-coloquio abordará el siguiente guión:
1 – OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN CUÁNTICA
1-1 Revisionismo histórico
1-2 Revisionismo filosófico
1-3 Revisionismo epistemológico
1-4 Revisionismo pedagógico
1-5 Revisionismo psicológico
1-6 Revisionismo educativo
1-7 Revisionismo humano
2 – LA EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA SEGÚN KEN WILBER: HACIA LO NO-DUAL
A - EN EL CAMINO HACIA LO GLOBAL:
2-1 El yo físico
2-2 El yo emocional
2-3 El yo conceptual
2-4 El yo rol
2-5 El ego maduro
2-6 La integración corpomental (centauro)
B – LOS DOMINIOS SUPRACONSCIENTES:
2-7 El nivel psíquico
2-8 El nivel sutil
2-9 Lo causal
2-10 Lo no dual
3 – DUALIDAD Y NO-DUALIDAD: ¿DÓNDE ESTÁ EL MISTERIO?
3-1 Dualidad entre razón y metafísica
3-2 El problema epistemológico
3-3 El misterio de la no-dualidad
3-4 La experiencia mística
3-5 La meditación
3-6 El camino ascendente hacia la sabiduría
3-7 El camino descendente: la compasión
3-8 La sanación trascendental del ser humano
4 – RESUMEN Y APORTACIONES DE GEMMA RODRIGUEZ
4-1 Un momento para no educar de este modo
4-2 Filosofía, ciencia y pensamiento transpersonal
4-3 La conciencia mística: ser uno con el universo
4-4 Un momento para educar de otro modo
VEA AQUÍ EL VIDEO DE LA PRESENTACIÓN: INTRODUCCIÓN Y RESUMEN DE LA EDUCACIÓN CUÁNTICA EN FACE 2019
Ver más
El Festival Alternativo de Creatividad y Educación (FACE) reúne a artistas, estudiantes, familias, profesores, activistas, educadores, soñadores, y cualquier otra persona interesada en la exploración de alternativas creativas y educativas en un ambiente amistoso y distendido.
Esta celebración de la diversidad y la comunidad reunirá del domingo 18 al domingo 25 de agosto en La Chopera, Ugena (Toledo - España), a escuelas democráticas, familias que educan en casa, unschoolers, escuelas libres, pensadores libertarios, personas que desean cambiar la escuela convencional, talleres creativos y otros actores vinculados a las alternativas educativas, y también a gentes y colectivos que quieran celebrar el lado estético de la vida y piensan que el arte es una parte fundamental de nuestra existencia y la creatividad y el juego merecen ocupar un lugar central en nuestras vidas. El canto, música, danza, teatro, dibujo y poesía son solo algunos de los elementos creativos presentes. Como los dos últimos años, FACE 2019 también ofrecerá 15 becas para jóvenes creativos entre 16 y 24 años en un gesto de apoyo a la expresión creativa.
AQUÍ, el programa completo de FACE 2019
La charla-coloquio abordará el siguiente guión:
1 – OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN CUÁNTICA
1-1 Revisionismo histórico
1-2 Revisionismo filosófico
1-3 Revisionismo epistemológico
1-4 Revisionismo pedagógico
1-5 Revisionismo psicológico
1-6 Revisionismo educativo
1-7 Revisionismo humano
2 – LA EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA SEGÚN KEN WILBER: HACIA LO NO-DUAL
A - EN EL CAMINO HACIA LO GLOBAL:
2-1 El yo físico
2-2 El yo emocional
2-3 El yo conceptual
2-4 El yo rol
2-5 El ego maduro
2-6 La integración corpomental (centauro)
B – LOS DOMINIOS SUPRACONSCIENTES:
2-7 El nivel psíquico
2-8 El nivel sutil
2-9 Lo causal
2-10 Lo no dual
3 – DUALIDAD Y NO-DUALIDAD: ¿DÓNDE ESTÁ EL MISTERIO?
3-1 Dualidad entre razón y metafísica
3-2 El problema epistemológico
3-3 El misterio de la no-dualidad
3-4 La experiencia mística
3-5 La meditación
3-6 El camino ascendente hacia la sabiduría
3-7 El camino descendente: la compasión
3-8 La sanación trascendental del ser humano
4 – RESUMEN Y APORTACIONES DE GEMMA RODRIGUEZ
4-1 Un momento para no educar de este modo
4-2 Filosofía, ciencia y pensamiento transpersonal
4-3 La conciencia mística: ser uno con el universo
4-4 Un momento para educar de otro modo
VEA AQUÍ EL VIDEO DE LA PRESENTACIÓN: INTRODUCCIÓN Y RESUMEN DE LA EDUCACIÓN CUÁNTICA EN FACE 2019
5 - LA EDUCACIÓN TRANSRACIONAL
PROYECTO FILOSÓFICO Y PEDAGÓGICO: CAMBIARSE A SÍ MISMO PARA CAMBIAR AL MUNDO
Sócrates: Aquel que quiera cambiar el mundo, deberá comenzar por cambiarse a sí mismo.
La historia del pensamiento de la Humanidad es la historia del propio Conocimiento que se va abriendo paso entre el mundo de los sentidos (hoy en día riqueza asociada al dinero) y la construcción moral de los individuos que integran dicho mundo (libertad consensuada en derechos universales).
Pero, estos dos conceptos de riqueza y libertad, se hallan desintegrados en un mundo excesivamente materialista, perdiéndose así el horizonte intelectual (capacidad reflexiva) y espiritual (pérdida de valores morales). Ante esta atomización de los conocimientos en general y los científicos en particular, el ser humano individual está abocado a un nihilismo que le hace perder el sentido de la vida misma. Para salvar dicha situación, se hace perentoria una nueva reflexión filosófica, no en un complejo sistema de pensamiento, sino situándonos cada uno de nosotros ante las “categorías cognitivas” comunes presentes en cada ser humano.
La comprensión de dichas categorías cognitivas, no son conceptos de difícil alcance intelectual. Bien al contrario, cada uno de nosotros puede acceder a dicho conocimiento con la sola actitud positiva en ese sentido. La reflexión acerca de uno mismo y la relación con el mundo que le ha tocado vivir (cada cual el suyo), permite realizar una “ascensión” cognitiva consciente de modo que, desde una comprensión superior, se pueda acceder a un “mapa” a través del cual conducir nuestra libertad con conocimiento de causa (nunca mejor dicho), para intentar lograr la tan ansiada felicidad que anhela todo ser humano.
Este proceso individual, proyectado a nivel social, intelectual y espiritual, inspira hacia una nueva conciencia de la humanidad que está eclosionando a través de colectivos intelectuales y científicos. Este librepensador postula un giro copernicano en la visión que la humanidad debería tener de sí misma: debe subsumir los conocimientos científicos, hijos del saber filosófico, para hallar un sentido unificador que sirva de referencia cognitiva y espiritual para cada ser humano. La visión materialista, la reflexión filosófica y las aspiraciones espirituales deben converger, al igual que en el individuo, en una “ascensión” cognitiva hacia un conocimiento más universal. En definitiva, se trata de que la conciencia, tanto individual como colectiva, ascienda desde una posición extremista materialista para instalarse en su propio centro natural: el del Conocimiento y el de la Razón.
Los poderes fácticos y la Iglesia Católica, mediante dogmas inducidos a través de una ingeniería social y mental, impiden que la gente piense por sí misma, que los estudiantes y el pueblo accedan a un pensamiento crítico, por eso quitan la filosofía de los colegios. La actual crisis no es sólo social, económica y política, sino eminentemente una crisis de pensamiento de la humanidad. Consecuentemente, más que nunca es necesario edificar un pensamiento alternativo al neoliberalismo. Solamente así, como sociedad y como personas, seremos capaces de que nuestros hijos y nietos sean libres con conocimiento de causa.
Como filósofo reinterpreto la historia del pensamiento occidental mediante la recuperación de la filosofía perenne; replanteo las relaciones entre la ciencia y la espiritualidad a la luz de las diferentes interpretaciones de la mecánica cuántica; cuestiono el tradicional sistema educativo y abogo por una pedagogía activa y libertaria; reivindico el asesoramiento filosófico junto a la psicoterapia transpersonal como guía cognitiva para dar un sentido a nuestra vida. En suma, reivindico devolver a la filosofía su operatividad, su originaria dimensión terapéutica y su relevancia para la vida cotidiana.
Para tal fin, La educación cuántica propugna una renovada filosofía de la mente en oposición a la visión mecanicista, industrial y positivista de la escolarización tradicional. La educación cuántica propugna una filosofía transpersonal como disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia, lo cual requiere una revisión epistemológica y educativa: en la obra Ciencia, Filosofía, Espiritualidad es donde, este autor, argumenta los fundamentos epistemológicos y pedagógicos de la filosofía transpersonal y la educación transracional.
Ver más
La historia del pensamiento de la Humanidad es la historia del propio Conocimiento que se va abriendo paso entre el mundo de los sentidos (hoy en día riqueza asociada al dinero) y la construcción moral de los individuos que integran dicho mundo (libertad consensuada en derechos universales).
Pero, estos dos conceptos de riqueza y libertad, se hallan desintegrados en un mundo excesivamente materialista, perdiéndose así el horizonte intelectual (capacidad reflexiva) y espiritual (pérdida de valores morales). Ante esta atomización de los conocimientos en general y los científicos en particular, el ser humano individual está abocado a un nihilismo que le hace perder el sentido de la vida misma. Para salvar dicha situación, se hace perentoria una nueva reflexión filosófica, no en un complejo sistema de pensamiento, sino situándonos cada uno de nosotros ante las “categorías cognitivas” comunes presentes en cada ser humano.
La comprensión de dichas categorías cognitivas, no son conceptos de difícil alcance intelectual. Bien al contrario, cada uno de nosotros puede acceder a dicho conocimiento con la sola actitud positiva en ese sentido. La reflexión acerca de uno mismo y la relación con el mundo que le ha tocado vivir (cada cual el suyo), permite realizar una “ascensión” cognitiva consciente de modo que, desde una comprensión superior, se pueda acceder a un “mapa” a través del cual conducir nuestra libertad con conocimiento de causa (nunca mejor dicho), para intentar lograr la tan ansiada felicidad que anhela todo ser humano.
Este proceso individual, proyectado a nivel social, intelectual y espiritual, inspira hacia una nueva conciencia de la humanidad que está eclosionando a través de colectivos intelectuales y científicos. Este librepensador postula un giro copernicano en la visión que la humanidad debería tener de sí misma: debe subsumir los conocimientos científicos, hijos del saber filosófico, para hallar un sentido unificador que sirva de referencia cognitiva y espiritual para cada ser humano. La visión materialista, la reflexión filosófica y las aspiraciones espirituales deben converger, al igual que en el individuo, en una “ascensión” cognitiva hacia un conocimiento más universal. En definitiva, se trata de que la conciencia, tanto individual como colectiva, ascienda desde una posición extremista materialista para instalarse en su propio centro natural: el del Conocimiento y el de la Razón.
Los poderes fácticos y la Iglesia Católica, mediante dogmas inducidos a través de una ingeniería social y mental, impiden que la gente piense por sí misma, que los estudiantes y el pueblo accedan a un pensamiento crítico, por eso quitan la filosofía de los colegios. La actual crisis no es sólo social, económica y política, sino eminentemente una crisis de pensamiento de la humanidad. Consecuentemente, más que nunca es necesario edificar un pensamiento alternativo al neoliberalismo. Solamente así, como sociedad y como personas, seremos capaces de que nuestros hijos y nietos sean libres con conocimiento de causa.
Como filósofo reinterpreto la historia del pensamiento occidental mediante la recuperación de la filosofía perenne; replanteo las relaciones entre la ciencia y la espiritualidad a la luz de las diferentes interpretaciones de la mecánica cuántica; cuestiono el tradicional sistema educativo y abogo por una pedagogía activa y libertaria; reivindico el asesoramiento filosófico junto a la psicoterapia transpersonal como guía cognitiva para dar un sentido a nuestra vida. En suma, reivindico devolver a la filosofía su operatividad, su originaria dimensión terapéutica y su relevancia para la vida cotidiana.
Para tal fin, La educación cuántica propugna una renovada filosofía de la mente en oposición a la visión mecanicista, industrial y positivista de la escolarización tradicional. La educación cuántica propugna una filosofía transpersonal como disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia, lo cual requiere una revisión epistemológica y educativa: en la obra Ciencia, Filosofía, Espiritualidad es donde, este autor, argumenta los fundamentos epistemológicos y pedagógicos de la filosofía transpersonal y la educación transracional.
Este artículo está reproducido en la tercera parte de la obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD
Este artículo es el cuarto de una serie de cuatro como colaboración de Gemma Rodríguez en la obra La educación cuántica, publicado en la página 407.
Para esto es preciso volver del revés la enseñanza y decir: enseñar no es, primaria y fundamentalmente, sino enseñar la necesidad de una ciencia, y no enseñar la ciencia cuya necesidad sea imposible hacer sentir al estudiante (1)
Hoy es 19 de diciembre de 2015. Ha hecho un día de sol imponente en Valencia. En breve yo y mis alumnos disfrutaremos de vacaciones: los tiempos de descanso son enormemente necesarios en cualquier proceso de aprendizaje. Aun así, en estos días gran parte de los profesores enviamos tareas adicionales. Es un hecho que los estudiantes dedican la mayor parte de su tiempo libre a lo largo de toda su vida académica a realizar tareas y trabajos.
La tendencia a la repetición práctica mediante actividades de aquello que se ha aprendido en el aula es casi generalizada y se asienta en la creencia de que la adquisición de conocimiento es esencialmente memorística. Si algo sabemos hoy en día es que la inteligencia es diversa: pensamos de modo cinestésicamente, en movimiento, matemáticamente, artísticamente.... Por otra parte, los sistemas educativos se encuentran presos de jerarquías de valor en los conocimientos que responden a la sobrevaloración de determinados discursos aislados: las ciencias siempre ocupan un lugar culminante dentro de los proyectos educativos, mientras que las humanidades y las artes son generalmente menos valoradas. A mi entender, las consecuencias que esta escisión lleva acarreando no solo dificultan la osmosis entre espiritualidad y ciencia, sino que son gravemente perjudiciales para la educación de las conciencias en libertad: no hay un desarrollo libre y consciente de las personas que pueda llevarse a cabo honestamente desde los modelos educativos que imperan en la mayoría de sistemas educativos actuales. Estos se diseñan según un esquema post-industrial que debe asegurar la formación de mano de obra útil para el mercado laboral, sin priorizar el derecho a la experiencia de la educación como un todo constructivo en sí mismo, como un camino que no se agota ni se limita a las calificaciones ni los expedientes.
La integración de las tres esferas kantianas (ciencia, moralidad y arte) debe ser una realidad educativa cada vez más plausible si deseamos contribuir a un entendimiento mutuo entre los seres y asentar las bases para un futuro donde la solidaridad social sea una realidad. Esta debe ser la vivencia primordial que se ha de hacer sentir al estudiante: su propio proceso constituye una realidad por conformar, plural, abierta a sus necesidades, allí donde él es el verdadero protagonista de su vida. El sujeto debe poder tener las herramientas para apropiarse de algo que por derecho le pertenece: su propia capacidad de interrelacionarse consigo mismo, con los otros y con el todo. Si fuéramos capaces de entender los currículos educativos a la luz de los presupuestos más básicos que rezan los derechos humanos, comprenderíamos que todavía no hemos entendido mucho sobre educación.
La filosofía puede adjudicarse sin lugar a dudas el papel que le es otorgado en “La educación cuántica”, ya que no puede haber mejor mediador entre la ciencia y la espiritualidad que la reflexión filosófica. El no dogmatismo de la filosofía debería ser transversal a cualquier proceso educativo ya que solo en condiciones de libertad crítica podemos adquirir un conocimiento realmente valioso. Paradójicamente, solo un conocimiento valioso puede hacernos verdaderamente libres.
Me gustaría terminar esta valoración recordando unas palabras de M. Onfray que siempre me acompañan cuando pienso en mi tarea docente. En su libro Antimanual de Filosofía (un revulsivo fundamental para cualquiera que quiera hacer de la filosofía un ejercicio constructivo en el aula), Onfray se despide de sus alumnos con estas palabras:
"He querido que este curso haya sido una ocasión para presentaros una lectura crítica del mundo, que os permita un pensamiento diferente y alternativo. Este deseo crítico tiene un objetivo más elevado: permitir que a partir de una comprensión más clara de lo que os rodea podáis encontrar un sentido para vuestra existencia, y un proyecto para vuestra vida, libre de las obsesiones modernas: el dinero, la fama, las apariencias, la superficialidad ."(2)
No se me ocurre una despedida mejor para mis alumnos y para este escrito. Es momento de educar desde otra mirada, quizás más transversal y empática, desde la que poder superar el panóptico educativo.
REFERENCIA:
(1) O. y Gasset, Unas lecciones de Metafísica. Alianza, Madrid, 2003, p.25.
(2) Michel Onfray, Antimanual de Filosofía. Edaf. Madrid, 2005.
Ver más
Este artículo es el cuarto de una serie de cuatro como colaboración de Gemma Rodríguez en la obra La educación cuántica, publicado en la página 407.
Para esto es preciso volver del revés la enseñanza y decir: enseñar no es, primaria y fundamentalmente, sino enseñar la necesidad de una ciencia, y no enseñar la ciencia cuya necesidad sea imposible hacer sentir al estudiante (1)
Hoy es 19 de diciembre de 2015. Ha hecho un día de sol imponente en Valencia. En breve yo y mis alumnos disfrutaremos de vacaciones: los tiempos de descanso son enormemente necesarios en cualquier proceso de aprendizaje. Aun así, en estos días gran parte de los profesores enviamos tareas adicionales. Es un hecho que los estudiantes dedican la mayor parte de su tiempo libre a lo largo de toda su vida académica a realizar tareas y trabajos.
La tendencia a la repetición práctica mediante actividades de aquello que se ha aprendido en el aula es casi generalizada y se asienta en la creencia de que la adquisición de conocimiento es esencialmente memorística. Si algo sabemos hoy en día es que la inteligencia es diversa: pensamos de modo cinestésicamente, en movimiento, matemáticamente, artísticamente.... Por otra parte, los sistemas educativos se encuentran presos de jerarquías de valor en los conocimientos que responden a la sobrevaloración de determinados discursos aislados: las ciencias siempre ocupan un lugar culminante dentro de los proyectos educativos, mientras que las humanidades y las artes son generalmente menos valoradas. A mi entender, las consecuencias que esta escisión lleva acarreando no solo dificultan la osmosis entre espiritualidad y ciencia, sino que son gravemente perjudiciales para la educación de las conciencias en libertad: no hay un desarrollo libre y consciente de las personas que pueda llevarse a cabo honestamente desde los modelos educativos que imperan en la mayoría de sistemas educativos actuales. Estos se diseñan según un esquema post-industrial que debe asegurar la formación de mano de obra útil para el mercado laboral, sin priorizar el derecho a la experiencia de la educación como un todo constructivo en sí mismo, como un camino que no se agota ni se limita a las calificaciones ni los expedientes.
La integración de las tres esferas kantianas (ciencia, moralidad y arte) debe ser una realidad educativa cada vez más plausible si deseamos contribuir a un entendimiento mutuo entre los seres y asentar las bases para un futuro donde la solidaridad social sea una realidad. Esta debe ser la vivencia primordial que se ha de hacer sentir al estudiante: su propio proceso constituye una realidad por conformar, plural, abierta a sus necesidades, allí donde él es el verdadero protagonista de su vida. El sujeto debe poder tener las herramientas para apropiarse de algo que por derecho le pertenece: su propia capacidad de interrelacionarse consigo mismo, con los otros y con el todo. Si fuéramos capaces de entender los currículos educativos a la luz de los presupuestos más básicos que rezan los derechos humanos, comprenderíamos que todavía no hemos entendido mucho sobre educación.
La filosofía puede adjudicarse sin lugar a dudas el papel que le es otorgado en “La educación cuántica”, ya que no puede haber mejor mediador entre la ciencia y la espiritualidad que la reflexión filosófica. El no dogmatismo de la filosofía debería ser transversal a cualquier proceso educativo ya que solo en condiciones de libertad crítica podemos adquirir un conocimiento realmente valioso. Paradójicamente, solo un conocimiento valioso puede hacernos verdaderamente libres.
Me gustaría terminar esta valoración recordando unas palabras de M. Onfray que siempre me acompañan cuando pienso en mi tarea docente. En su libro Antimanual de Filosofía (un revulsivo fundamental para cualquiera que quiera hacer de la filosofía un ejercicio constructivo en el aula), Onfray se despide de sus alumnos con estas palabras:
"He querido que este curso haya sido una ocasión para presentaros una lectura crítica del mundo, que os permita un pensamiento diferente y alternativo. Este deseo crítico tiene un objetivo más elevado: permitir que a partir de una comprensión más clara de lo que os rodea podáis encontrar un sentido para vuestra existencia, y un proyecto para vuestra vida, libre de las obsesiones modernas: el dinero, la fama, las apariencias, la superficialidad ."(2)
No se me ocurre una despedida mejor para mis alumnos y para este escrito. Es momento de educar desde otra mirada, quizás más transversal y empática, desde la que poder superar el panóptico educativo.
REFERENCIA:
(1) O. y Gasset, Unas lecciones de Metafísica. Alianza, Madrid, 2003, p.25.
(2) Michel Onfray, Antimanual de Filosofía. Edaf. Madrid, 2005.
Este artículo está reproducido en la tercera parte de la obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD
Este artículo es el tercero de una serie de cuatro como colaboración de Gemma Rodríguez en la obra La educación cuántica, publicado en la página 404.
En la medida en que cada uno se empodere de forma consciente de sí mismo en orden a dirigir libremente sus pensamientos y actos en beneficio de la humanidad, estará en el camino de la experimentación conocida como “experiencia cumbre” en la pirámide de Maslow (1)
La superación de los límites del ego, fue una de las batallas ganadas por S. Freud: su influencia en el pensamiento postmoderno ha sido determinante en la apertura hacia un nuevo paradigma de comprensión de la psique. Las investigaciones científicas a lo largo del s. XX han apuntado cada vez más a la posibilidad de desentrañar los secretos de la mente humana, en un deseo cuasi divino de reproducir la inteligencia. Es innegable que la multitud de avances en neurociencia nos hace vivir actualmente inmersos en un paradigma neuro-explicativo en el que el alma está en el cerebro y en el que mantenemos una relación con nuestro cuerpo y con nuestro entorno entendida bajo el esquema de la lógica computacional. Parecería chocante y de un misticismo abrumador sostener la existencia de un yo cuántico con el que intercambiamos información y que posibilita las diferentes aperturas de sentido en nuestra existencia.
En innumerables ocasiones se queja el filósofo Amador Martos del desprestigio que sufren los llamados místicos cuánticos al sostener estas teorías. A lo largo del libro se incide especialmente en la del físico Garnier: sus teorías sobre el desdoblamiento del tiempo nos hacen cambiar nuestra visión sobre la conciencia, haciéndonos partícipes de la fusión entre ciencia y espiritualidad que emerge en nuestra era. Superado el paradigma dicotómico dual de la física clásica, entendemos que “el sujeto no puede manipular al objeto porque el sujeto y el objeto son en definitiva una y la misma cosa” . Pero, preguntémonos en este punto, ¿qué consecuencias efectivas pueden tener estas teorías en el panorama educativo? Educar desde un planteamiento que presuponga esta unicidad del todo y que tenga en cuenta los avances de una ciencia que cada vez más vuelve la mirada sobre presupuestos pertenecientes a la filosofía perenne se hace urgente ya que, si tomáramos conciencia de este racionalismo espiritual, nos encontraríamos un paso más cerca de alcanzar uno de los cometidos fundamentales de cualquier filosofía de la conciencia o reflexión mística: desentrañar qué papel juega en la especie el conocimiento que esta alcanza sobre sí misma. Y es que dar un sentido a la existencia individual y colectiva es uno de los supuestos inherentes a cualquier pedagogía que se pretenda regeneracionista y a la altura de las circunstancias. Por otra parte, nuestra dotación de sentido individual no es posible al margen de un sentido colectivo, como nos recuerda una de las tesis más básicas de la política Aristotélica.
La filosofía práctica se ha ocupado tradicionalmente de sacar a la palestra la pregunta por la felicidad y el bienestar individual y colectivo. Si tenemos esto en cuenta, es evidente que un sistema educativo que destierre la posibilidad de armonizar el conocimiento humanístico con los avances neurocientíficos está desechando de entrada la potencialidad de establecer una auténtica comprensión del sentido de la existencia, nuestra posición en el universo y, lo que es más importante, de las enormes capacidades de transformación que el pensamiento posee como parte de la realidad que él mismo conforma. Y es que el bienestar individual y colectivo pasa por una regeneración consciente de la humanidad a la luz de la unión de estos paradigmas (espiritual y científico). Una concepción trascendente de la realidad donde la dualidad mente-materia quede superada transformaría radicalmente los presupuestos sobre los que se asienta nuestra forma de educar, ya que eliminaría la distancia entre las conciencias individuales y aquello que hoy comúnmente llamamos “contenidos educativos”. Los contenidos ya no podrían entenderse más como objetivos externos al estudiante, sino como parte de su propio proceso evolutivo.
La falta de motivación es uno de los problemas más frecuentes entre el alumnado: ven como lejano y externo lo que se les trata de enseñar cada día en el aula, y no es extraño que así sea desde el momento en que el conocimiento se presenta al alumno como un constructo ya conformado en cuyo proceso de constitución no ha habido ningún tipo de interacción creativa con él. Los alumnos son meros espectadores externos de su propio proceso de conocimiento, receptores de un esquema mental calcado del exterior . ¿Cómo no habría de sentirse alguien desmotivado con algo tan alienante en su día a día como es el hecho de que otro te cuente cómo es la realidad?
REFERENCIA:
(1) A. Martos García. La educación cuántica, un nuevo paradigma de conocimiento. p.216 (1ª edición).
Ver más
Este artículo es el tercero de una serie de cuatro como colaboración de Gemma Rodríguez en la obra La educación cuántica, publicado en la página 404.
En la medida en que cada uno se empodere de forma consciente de sí mismo en orden a dirigir libremente sus pensamientos y actos en beneficio de la humanidad, estará en el camino de la experimentación conocida como “experiencia cumbre” en la pirámide de Maslow (1)
La superación de los límites del ego, fue una de las batallas ganadas por S. Freud: su influencia en el pensamiento postmoderno ha sido determinante en la apertura hacia un nuevo paradigma de comprensión de la psique. Las investigaciones científicas a lo largo del s. XX han apuntado cada vez más a la posibilidad de desentrañar los secretos de la mente humana, en un deseo cuasi divino de reproducir la inteligencia. Es innegable que la multitud de avances en neurociencia nos hace vivir actualmente inmersos en un paradigma neuro-explicativo en el que el alma está en el cerebro y en el que mantenemos una relación con nuestro cuerpo y con nuestro entorno entendida bajo el esquema de la lógica computacional. Parecería chocante y de un misticismo abrumador sostener la existencia de un yo cuántico con el que intercambiamos información y que posibilita las diferentes aperturas de sentido en nuestra existencia.
En innumerables ocasiones se queja el filósofo Amador Martos del desprestigio que sufren los llamados místicos cuánticos al sostener estas teorías. A lo largo del libro se incide especialmente en la del físico Garnier: sus teorías sobre el desdoblamiento del tiempo nos hacen cambiar nuestra visión sobre la conciencia, haciéndonos partícipes de la fusión entre ciencia y espiritualidad que emerge en nuestra era. Superado el paradigma dicotómico dual de la física clásica, entendemos que “el sujeto no puede manipular al objeto porque el sujeto y el objeto son en definitiva una y la misma cosa” . Pero, preguntémonos en este punto, ¿qué consecuencias efectivas pueden tener estas teorías en el panorama educativo? Educar desde un planteamiento que presuponga esta unicidad del todo y que tenga en cuenta los avances de una ciencia que cada vez más vuelve la mirada sobre presupuestos pertenecientes a la filosofía perenne se hace urgente ya que, si tomáramos conciencia de este racionalismo espiritual, nos encontraríamos un paso más cerca de alcanzar uno de los cometidos fundamentales de cualquier filosofía de la conciencia o reflexión mística: desentrañar qué papel juega en la especie el conocimiento que esta alcanza sobre sí misma. Y es que dar un sentido a la existencia individual y colectiva es uno de los supuestos inherentes a cualquier pedagogía que se pretenda regeneracionista y a la altura de las circunstancias. Por otra parte, nuestra dotación de sentido individual no es posible al margen de un sentido colectivo, como nos recuerda una de las tesis más básicas de la política Aristotélica.
La filosofía práctica se ha ocupado tradicionalmente de sacar a la palestra la pregunta por la felicidad y el bienestar individual y colectivo. Si tenemos esto en cuenta, es evidente que un sistema educativo que destierre la posibilidad de armonizar el conocimiento humanístico con los avances neurocientíficos está desechando de entrada la potencialidad de establecer una auténtica comprensión del sentido de la existencia, nuestra posición en el universo y, lo que es más importante, de las enormes capacidades de transformación que el pensamiento posee como parte de la realidad que él mismo conforma. Y es que el bienestar individual y colectivo pasa por una regeneración consciente de la humanidad a la luz de la unión de estos paradigmas (espiritual y científico). Una concepción trascendente de la realidad donde la dualidad mente-materia quede superada transformaría radicalmente los presupuestos sobre los que se asienta nuestra forma de educar, ya que eliminaría la distancia entre las conciencias individuales y aquello que hoy comúnmente llamamos “contenidos educativos”. Los contenidos ya no podrían entenderse más como objetivos externos al estudiante, sino como parte de su propio proceso evolutivo.
La falta de motivación es uno de los problemas más frecuentes entre el alumnado: ven como lejano y externo lo que se les trata de enseñar cada día en el aula, y no es extraño que así sea desde el momento en que el conocimiento se presenta al alumno como un constructo ya conformado en cuyo proceso de constitución no ha habido ningún tipo de interacción creativa con él. Los alumnos son meros espectadores externos de su propio proceso de conocimiento, receptores de un esquema mental calcado del exterior . ¿Cómo no habría de sentirse alguien desmotivado con algo tan alienante en su día a día como es el hecho de que otro te cuente cómo es la realidad?
REFERENCIA:
(1) A. Martos García. La educación cuántica, un nuevo paradigma de conocimiento. p.216 (1ª edición).
Este artículo está reproducido en la tercera parte de la obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD
Este artículo es el segundo de una serie de cuatro como colaboración de Gemma Rodríguez en la obra La educación cuántica, publicado en la página 400.
A ello se ha dedicado preferentemente cada filósofo o científico a través de la historia: desentrañar cognitivamente al Ser en sus diferentes manifestaciones material, racional y moral (1)
Como Amador nos recuerda en numerosas ocasiones a lo largo del libro, la ciencia (entendida no solo como un corpus de conocimientos consolidados, sino como un paradigma explicativo cuyo modo de proceder es capaz de ofrecer planteamientos sólidos) ha consolidado muchos supuestos que han pasado a ser poco menos que dogmas de fe, asfixiando su propio proceder. Uno de los terrenos en los que el método científico no tardó en inmiscuirse, fue la comprensión de la psique y la conducta humana. Desde que W.Wund fundó en Leipzig el primer laboratorio de psicología experimental, hemos sometido las teorías psicológicas a las premisas básicas del pensamiento científico (principio de causalidad, leyes causa efecto, verificación o refutación de hipótesis mediante un experimento controlado, calculo y predictibilidad según variables...). Los paradigmas psicológicos dominantes incidían principalmente en la conducta de los individuos, extrayendo conclusiones generalizadas ante la recopilación estadística de informaciones. El estudio de la conducta en estos términos, fundamentó a lo largo del siglo pasado muchas teorías que favorecían y legitimaban los esquemas prototípicos del neoliberalismo: desde el mundo del marketing hasta el de la medicina, todos los saberes se han nutrido de estos estudios sobre el sujeto. Muchos de sus supuestos adoptaron igualmente esa forma rígida y autodestructiva para los propios paradigmas que es anquilosarse en lo que se consideran como logros absolutos: complacerse a mitad del camino y descansar, al fin y al cabo.
La psicología ha jugado un papel crucial en las explicaciones que conciernen a la educación y, por ello, no es extraño que en sus presupuestos más básicos se haya impregnado de esa racionalidad científica que no termina de desprenderse de los modelos sujeto-objeto, pensamiento-realidad, esencia-apariencia... La comprensión de la conciencia que sostiene la psicología cognitivo conductual dominante es egocéntrica en el sentido más primitivo de la palabra: pone al ego en el centro de la investigación, primando el peso de la parte racional de nuestros seres en la explicación de nuestra psique. La nueva pedagogía ha de llevarse a cabo desde una destrucción de la idea de sujeto y de individualidad moderno y debe hacerse eco de que, más allá de las visiones fragmentadas de la postmodernidad, existe un “sujeto global” cuya supervivencia pasa por la asunción colectiva de valores universales perennes. El papel de la filosofía en la construcción de una pedagogía renovada es, en este sentido, fundamental: los supuestos de la filosofía perenne han de alumbrar el discurso científico y despojarlo de toda referencia al egocentrismo. Pero ¿cómo podría la filosofía abordar tal tarea y en qué podría consistir esta nueva pedagogía? Nada más complejo que lo simple: la respuesta está en el amor. La filosofía es el saber del amor por excelencia y ama precisamente aquello que puede hacernos evolucionar como especie hacia un “nosotros” superado: la filosofía ama los pensamientos. En las aulas, invitar a pensar ha sido una práctica muy en desuso durante demasiado tiempo: la autonomía del alumno se elimina como objetivo deseable. Desgraciadamente, y como ya dijera Kant, solo la autonomía puede darnos una mayoría de edad aceptable.
El método científico se auto-limita, de este modo, sin la alianza con el trascendental. La filosofía transpersonal , en este sentido, aporta la posibilidad de aunar los presupuestos de la filosofía perenne y los principios del método científico. La utilidad de la filosofía a este respecto se pone de manifiesto en prácticas como el asesoramiento filosófico, metodologías de filosofía para niños, gabinetes de asesoramiento... El planteamiento transpersonal, como una ciencia de la conciencia, ofrece herramientas para hermanar lo mejor de ambos métodos y, con ello, conseguir una pedagogía renovada acorde con la necesidad de superación del egoísmo colectivo. Las políticas públicas en materia de educación tienen, en este momento en España más que nunca, el deber de fomentar y sostener prácticas educativas acordes a todo aquello que sabemos sobre nosotros como especie: una educación holística e integral se hace cada vez más necesaria para la libertad y la autonomía de las conciencias.
Los proyectos llevados a cabo por las escuelas activas son una esperanza al respecto: las metodologías por proyectos, alejadas del ritmo evaluativo de los exámenes y la repetición memorística, fomentan la intersubjetividad como un proceso saludable en la búsqueda compartida del conocimiento. Esta búsqueda compartida, en la que el aula o grupo de trabajo deviene una comunidad de diálogo, es de suma importancia ya que los modos de obtener conocimiento condicionan enormemente los resultados. Las experiencias de aprendizaje bajo niveles reducidos de estrés, implicación emocional con los otros, fijación de objetivos de investigación a corto y largo plazo, inclusión de prácticas simbólicas cotidianas mediante el juego... Muchísimas son las pedagogías que nos demuestran que:
-Aquello que se experimenta como agradable es más fácilmente asimilado.
-Aquello por lo que generamos una inquietud o tendencia espontánea incita un mayor grado de motivación en nosotros.
-Las experiencias cognitivas que hacen protagonista al alumno (y no al profesor o al examen…) son más enriquecedoras en el fortalecimiento de la autonomía.
-La investigación es uno de los procesos naturales de aprendizaje que poseemos como especie.
-La comunidad de diálogo e investigación conjunta es igualmente fundamental en el aprendizaje humano.
Como Amador comenta en su libro, la transición hacia estos modos de entender la educación se lleva a cabo actualmente en el seno de colectivos, asociaciones y proyectos que, aunque minoritarios en muchos casos, deciden apostar por modelos menos rígidos en los que la experiencia educativa parta de la propia naturaleza del ser humano: el amor al saber. Si los filósofos y científicos tienen como cometido desentrañar el Ser, no es menos cierto que nuestro cometido particular como personas es habérnoslas con nuestro ser y con el de nuestros semejantes. En este sentido, el augurio de Amador Martos en su dinámica espiral no puede ser menos que acertado: un futuro en el que la racionalidad espiritual emerja como consecuencia de que las conciencias particulares se han descubierto y reconocido como partes de un todo mayor.
REFERENCIA:
(1) A. Martos García. La educación cuántica, un nuevo paradigma de conocimiento. p.189 (1ª edición).
Ver más
Este artículo es el segundo de una serie de cuatro como colaboración de Gemma Rodríguez en la obra La educación cuántica, publicado en la página 400.
A ello se ha dedicado preferentemente cada filósofo o científico a través de la historia: desentrañar cognitivamente al Ser en sus diferentes manifestaciones material, racional y moral (1)
Como Amador nos recuerda en numerosas ocasiones a lo largo del libro, la ciencia (entendida no solo como un corpus de conocimientos consolidados, sino como un paradigma explicativo cuyo modo de proceder es capaz de ofrecer planteamientos sólidos) ha consolidado muchos supuestos que han pasado a ser poco menos que dogmas de fe, asfixiando su propio proceder. Uno de los terrenos en los que el método científico no tardó en inmiscuirse, fue la comprensión de la psique y la conducta humana. Desde que W.Wund fundó en Leipzig el primer laboratorio de psicología experimental, hemos sometido las teorías psicológicas a las premisas básicas del pensamiento científico (principio de causalidad, leyes causa efecto, verificación o refutación de hipótesis mediante un experimento controlado, calculo y predictibilidad según variables...). Los paradigmas psicológicos dominantes incidían principalmente en la conducta de los individuos, extrayendo conclusiones generalizadas ante la recopilación estadística de informaciones. El estudio de la conducta en estos términos, fundamentó a lo largo del siglo pasado muchas teorías que favorecían y legitimaban los esquemas prototípicos del neoliberalismo: desde el mundo del marketing hasta el de la medicina, todos los saberes se han nutrido de estos estudios sobre el sujeto. Muchos de sus supuestos adoptaron igualmente esa forma rígida y autodestructiva para los propios paradigmas que es anquilosarse en lo que se consideran como logros absolutos: complacerse a mitad del camino y descansar, al fin y al cabo.
La psicología ha jugado un papel crucial en las explicaciones que conciernen a la educación y, por ello, no es extraño que en sus presupuestos más básicos se haya impregnado de esa racionalidad científica que no termina de desprenderse de los modelos sujeto-objeto, pensamiento-realidad, esencia-apariencia... La comprensión de la conciencia que sostiene la psicología cognitivo conductual dominante es egocéntrica en el sentido más primitivo de la palabra: pone al ego en el centro de la investigación, primando el peso de la parte racional de nuestros seres en la explicación de nuestra psique. La nueva pedagogía ha de llevarse a cabo desde una destrucción de la idea de sujeto y de individualidad moderno y debe hacerse eco de que, más allá de las visiones fragmentadas de la postmodernidad, existe un “sujeto global” cuya supervivencia pasa por la asunción colectiva de valores universales perennes. El papel de la filosofía en la construcción de una pedagogía renovada es, en este sentido, fundamental: los supuestos de la filosofía perenne han de alumbrar el discurso científico y despojarlo de toda referencia al egocentrismo. Pero ¿cómo podría la filosofía abordar tal tarea y en qué podría consistir esta nueva pedagogía? Nada más complejo que lo simple: la respuesta está en el amor. La filosofía es el saber del amor por excelencia y ama precisamente aquello que puede hacernos evolucionar como especie hacia un “nosotros” superado: la filosofía ama los pensamientos. En las aulas, invitar a pensar ha sido una práctica muy en desuso durante demasiado tiempo: la autonomía del alumno se elimina como objetivo deseable. Desgraciadamente, y como ya dijera Kant, solo la autonomía puede darnos una mayoría de edad aceptable.
El método científico se auto-limita, de este modo, sin la alianza con el trascendental. La filosofía transpersonal , en este sentido, aporta la posibilidad de aunar los presupuestos de la filosofía perenne y los principios del método científico. La utilidad de la filosofía a este respecto se pone de manifiesto en prácticas como el asesoramiento filosófico, metodologías de filosofía para niños, gabinetes de asesoramiento... El planteamiento transpersonal, como una ciencia de la conciencia, ofrece herramientas para hermanar lo mejor de ambos métodos y, con ello, conseguir una pedagogía renovada acorde con la necesidad de superación del egoísmo colectivo. Las políticas públicas en materia de educación tienen, en este momento en España más que nunca, el deber de fomentar y sostener prácticas educativas acordes a todo aquello que sabemos sobre nosotros como especie: una educación holística e integral se hace cada vez más necesaria para la libertad y la autonomía de las conciencias.
Los proyectos llevados a cabo por las escuelas activas son una esperanza al respecto: las metodologías por proyectos, alejadas del ritmo evaluativo de los exámenes y la repetición memorística, fomentan la intersubjetividad como un proceso saludable en la búsqueda compartida del conocimiento. Esta búsqueda compartida, en la que el aula o grupo de trabajo deviene una comunidad de diálogo, es de suma importancia ya que los modos de obtener conocimiento condicionan enormemente los resultados. Las experiencias de aprendizaje bajo niveles reducidos de estrés, implicación emocional con los otros, fijación de objetivos de investigación a corto y largo plazo, inclusión de prácticas simbólicas cotidianas mediante el juego... Muchísimas son las pedagogías que nos demuestran que:
-Aquello que se experimenta como agradable es más fácilmente asimilado.
-Aquello por lo que generamos una inquietud o tendencia espontánea incita un mayor grado de motivación en nosotros.
-Las experiencias cognitivas que hacen protagonista al alumno (y no al profesor o al examen…) son más enriquecedoras en el fortalecimiento de la autonomía.
-La investigación es uno de los procesos naturales de aprendizaje que poseemos como especie.
-La comunidad de diálogo e investigación conjunta es igualmente fundamental en el aprendizaje humano.
Como Amador comenta en su libro, la transición hacia estos modos de entender la educación se lleva a cabo actualmente en el seno de colectivos, asociaciones y proyectos que, aunque minoritarios en muchos casos, deciden apostar por modelos menos rígidos en los que la experiencia educativa parta de la propia naturaleza del ser humano: el amor al saber. Si los filósofos y científicos tienen como cometido desentrañar el Ser, no es menos cierto que nuestro cometido particular como personas es habérnoslas con nuestro ser y con el de nuestros semejantes. En este sentido, el augurio de Amador Martos en su dinámica espiral no puede ser menos que acertado: un futuro en el que la racionalidad espiritual emerja como consecuencia de que las conciencias particulares se han descubierto y reconocido como partes de un todo mayor.
REFERENCIA:
(1) A. Martos García. La educación cuántica, un nuevo paradigma de conocimiento. p.189 (1ª edición).
Este artículo está reproducido en la tercera parte de la obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD
Este artículo es el primero de una serie de cuatro como colaboración de Gemma Rodríguez en la obra La educación cuántica, publicado en la página 395.
El conocimiento preexiste potencialmente en cada uno de nosotros, como el roble lo está en la bellota (…) Todo hombre, potencialmente, debería tener acceso a la libertad y al conocimiento, dos supuestos que niega tajantemente el sistema capitalista a la clase oprimida (1)
Hoy hacía sol, un sol imponente en Valencia. Es 19 de diciembre de 2015, jornada de reflexión electoral. He esperado este día con especial emoción.
19 de diciembre era el día que hace tiempo elegí (y anoté en mi agenda como tal) para sentarme a escribir este trabajo. Jornada de reflexión electoral. Jornada de reflexión, al fin y al cabo. No sé si realmente la gente se dedica hoy a esta tarea tan nuestra, de los filósofos y de todos los humanos, que es pensar: pensar en algo que les haga ser coherentes consigo mismos y con los que les rodean, con sus propias energías y con las de que los que tienen a su alrededor, con su futuro y con el de los que vivirán con ellos ese mañana incierto. Mi jornada reflexiva particular ha supuesto un recorrido mental bien amplio: no he podido olvidar a ninguno de ellos y algunos siguen en mi corazón especialmente. “Ellos” son mis alumnos, los que se cruzaron en mi camino y a los que me tocaba acercarme y enseñar, enseñar algo, dar algo de mí que se suponía valioso, que yo siempre supuse valioso y por eso elegí: la vocación por educar y la perspectiva filosófica.
Los docentes, en contra de lo que reza el tópico, trabajamos mucho, muchísimo. Yo, al menos, he tenido que reservar este día en mi agenda para poder escribir sobre algo que adoro... El tiempo, los papeles y otras burocracias de nuestro sistema educativo me asfixian. Si resta algo de vocacional en toda actividad docente, es la mejora del espíritu humano. El entramado educativo actual nos enfrenta ante la necesidad de un cambio que nuestra sociedad más inmediata demanda. Si hay algo de humano en todo ese proceso no son las calificaciones numéricas, ni las correcciones con bolígrafo rojo, ni las constantes vomitonas de contenidos específicos, sino las ganas de transmitir que el ser humano puede superarse. Todavía como especie nos debemos un mundo mejor y la posibilidad de hacerlo pasa por la creación de una conciencia global mejorada.
A mi entender hay algo de ese “nosotros” kantiano, al que Amador Martos se refiere en su obra en diferentes ocasiones, en las palabras de Heidegger: si bien este último no centra su reflexión en cuestiones puramente morales y reservadas al ámbito de la filosofía práctica, siempre me ha llamado la atención la manera heideggeriana de comprender el ser. La temporalidad, el gerundio de la existencia desustancializada es esperanzador para lograr la ruptura con la idea de ego que tanto daño ha hecho a la humanidad y de la que tanto se ha quejado la postmodernidad filosófica. Ese nosotros des-subjetivado (2) , que se diluye en una conciencia colectiva sentida, compartida, más allá de las parcelas particulares (mentales y corporales) en las que creemos vivir, fue recogido por el filósofo alemán en su conocida expresión “ser-uno-con-los-otros” (Mitenandersein). Como seres arrojados a la existencia, hemos de habérnoslas con el mundo y con los demás seres, en un juego de intercambios para el que no nos educan. Y es que efectivamente no nos educan para ello: ni padres, ni escuelas, ni instituciones... No pueden. Esa experiencia es íntimamente personal y, al mismo tiempo, profundamente compartida: cada uno de nosotros aprendemos a relacionarnos con los demás y con la totalidad desde un bagaje incierto, plural y siempre acumulativo que no consta en ningún currículum ni ningún padre o madre, por bienintencionado que sea, puede prever. Nuestro empoderamiento consciente no puede dominarse: siglos de manipulación lo intentan, pero siempre quedan esos resquicios sociales por los que los seres se encuentran y se comunican. Discuten, dialogan y crean más allá de las conciencias separadas por el sistema, se enfrentan y debaten más allá de los momentos de soledad impuestos por las lógicas sociales.
Las aulas no son hoy espacios para crear una conciencia nueva, personal y empoderada. No lo son, y no solo porque no interese “al sistema”, sino por una resistencia común presente en la mayoría de los agentes implicados en los procesos educativos a abandonar las formas tradicionales y habituales, comunes asimismo en gran parte de los sistemas educativos del mundo. La educación no ha roto el paradigma dual del que tanto nos habla Amador en su obra: uno sabe y cuenta y otros no saben y escuchan. Hay uno que evalúa y corrige y muchos que se estresan, copian y memorizan contenidos y procedimientos. Una suerte de panóptico foucaultiano desde el que miramos al alumno nos dota de un privilegio de vigilancia, control y castigo. Efectivamente, “el conocimiento sin moralidad es la causa del actual derrumbamiento de la civilización” (3) . Nosotros miramos y ellos son mirados, allí donde la mirada irrumpe desde una lógica perversa de la objetivación que, a mi entender, es totalmente deudora del paradigma materialista y de la lógica que se desprende de los constructos científicos dominantes: “ustedes serán sujetos”, les decimos tácitamente, y en el sentido más etimológico de la palabra, pues estarán sujetados. Y estas sujeciones que les ofrecemos al menos les harán un poco más libres, ya que no serán totalmente ignorantes. Algo sabrán, sabrán cosas importantes, datos, fechas, fórmulas, ideas...Y eso, desgraciadamente, no les hará más sabios, pero les hará más adaptables. Ya se están adaptando desde el momento en que acceden a escuchar y callar.
Me pregunto dónde está la voz de los alumnos en todo esto, y me río de mi misma conforme enuncio la pregunta: si la educación no puede ejercerse al margen del poder político, lo único que hacemos los docentes es reproducir el esquema, ya que la educación misma no puede hacerse al margen del poder del docente. El esquema dual se vuelve a reproducir. Un poder que a los docentes ya no se nos puede adjudicar como legítimo en la medida en que nuestro papel como portadores del saber está agotado: el guía, el maestro que escucha y atiende a los ritmos del alumno, el que se inquieta con él, el que conmueve y se conmueve en un intercambio profundo (y produce, con ello, un movimiento) debe abrirse paso. Lo inauténtico de la educación se funda en esta relación impropia con un ser que ya está caduco: un ego fragmentado, reproductor de los mecanismos supeditados a los poderes fácticos.
Lo especial de la educación reposa precisamente en que rebosa los límites de toda facticidad empíricamente demostrable y mesurable. Por mucho que queramos cuantificar las experiencias y encasillarlas en los hegemónicos paradigmas psicológicos cognitivo-conductuales, hay autores que, aun sin entrar en el propio mundo de la física subatómica (como nos propone el autor de este libro) han anunciado en nuestra era la necesidad de la recuperación de otros modelos educativos que no se redujesen a los mecanismos dicotómicos tradicionales (sujeto-objeto, emisor-receptor, amo-esclavo, consciente-inconsciente, ...).
Inmersos en la era de los avances digitales, el conocimiento no puede seguir situándose en un supuesto lugar divino al que los ignorantes deben acceder para emitir copias de sus contenidos, al modo de los copistas medievales o en una dialéctica platónica que condensaría en la cúspide de su consecución el eureka definitivo (4) . Las formas de transmisión evolucionan y con ello las conciencias y las formas mismas de entenderlas, siendo absurdo anquilosarse en los esquemas emisor-receptor y en los interminables procesos de evaluación que nos remiten a una reproducción de los esquemas ego-céntricos. Si, como nos recuerda Amador Martos, el esquema kantiano aún no ha sido superado (5), se hace necesario un nuevo modelo de comprender la intersubjetividad y es a este respecto donde la física cuántica parece alumbrarnos. La integración de las esferas kantianas sigue y seguirá fracasando hasta que seamos capaces de integrar en el tejido social nuevas formas de comunicar y de relacionarnos. Esto último, a su vez, depende profundamente de la idea que tengamos de los otros, esto es, de la forma en que experimentemos las conciencias ajenas. Sin duda, este cambio en la forma de experimentación de la intersubjetividad puede nutrirse de la propuesta cuántica y es aquí donde también entra en juego la función de la filosofía.
REFERENCIAS:
(1) A. Martos García. La educación cuántica, un nuevo paradigma de conocimiento. p.103 (1ª edición).
(2) Entendido como una suerte de “sentir común” en donde lo subjetivo-epistemológico puede aunarse con lo colectivo-moral: según las teorías del físico Garnier, al que personalmente me he acercado a raíz de la lectura de La educación cuántica, nuestro “otro yo” cuántico con el que permanentemente (y de forma especial durante el sueño) intercambiamos información, no puede entenderse ya de una forma sustancialista y naturalizada. Nuestra subjetividad, que desde el cogito cartesiano asociamos comúnmente a esa corriente consciente de pensamientos que experimentamos, forma parte de una intersubjetividad que aspira a una mejora moral. De este modo es como se explica que un pensamiento subjetivo puede afectar al colectivo humano: en la medida en que nuestros correlatos ondulatorios intercambian información con nuestro yo corpuscular y la actualizan para buscar las mejores alternativas o mundos posibles para las situaciones vitales.
(3) Íbid.p.53-54.
(4) La dialéctica ascendente de Platón siempre me ha producido una fuerte sospecha pues (más allá de la indudable buena intención del filósofo por mejorar la política de su tiempo) el proceso acumulativo en la consecución del saber dentro de su esquema es finito, debido a su cognitivismo. La formación del maestro siempre debe encontrarse en movimiento, reciclarse en un perpetuo cambio ante las circunstancias que se plantean en su contexto social, no pudiendo entenderse como un esquema dialéctico ascendente con una culminación intelectiva. Los contextos que entendemos como educativos son cada vez más amplios, las herramientas cambian... Cambia, en definitiva, el paradigma epistemológico de transmisión de conocimientos y es evidente que eso no puede más que tener un impacto directo en las conciencias.
(5) “(...) el verdadero pensamiento que aun no ha sido superado es el kantiano, porque todavía estamos en las puertas de poder cumplir colectivamente su imperativo categórico como remedio seguro a la actual miseria humana” Ibid. p.64.
Ver más
Este artículo es el primero de una serie de cuatro como colaboración de Gemma Rodríguez en la obra La educación cuántica, publicado en la página 395.
El conocimiento preexiste potencialmente en cada uno de nosotros, como el roble lo está en la bellota (…) Todo hombre, potencialmente, debería tener acceso a la libertad y al conocimiento, dos supuestos que niega tajantemente el sistema capitalista a la clase oprimida (1)
Hoy hacía sol, un sol imponente en Valencia. Es 19 de diciembre de 2015, jornada de reflexión electoral. He esperado este día con especial emoción.
19 de diciembre era el día que hace tiempo elegí (y anoté en mi agenda como tal) para sentarme a escribir este trabajo. Jornada de reflexión electoral. Jornada de reflexión, al fin y al cabo. No sé si realmente la gente se dedica hoy a esta tarea tan nuestra, de los filósofos y de todos los humanos, que es pensar: pensar en algo que les haga ser coherentes consigo mismos y con los que les rodean, con sus propias energías y con las de que los que tienen a su alrededor, con su futuro y con el de los que vivirán con ellos ese mañana incierto. Mi jornada reflexiva particular ha supuesto un recorrido mental bien amplio: no he podido olvidar a ninguno de ellos y algunos siguen en mi corazón especialmente. “Ellos” son mis alumnos, los que se cruzaron en mi camino y a los que me tocaba acercarme y enseñar, enseñar algo, dar algo de mí que se suponía valioso, que yo siempre supuse valioso y por eso elegí: la vocación por educar y la perspectiva filosófica.
Los docentes, en contra de lo que reza el tópico, trabajamos mucho, muchísimo. Yo, al menos, he tenido que reservar este día en mi agenda para poder escribir sobre algo que adoro... El tiempo, los papeles y otras burocracias de nuestro sistema educativo me asfixian. Si resta algo de vocacional en toda actividad docente, es la mejora del espíritu humano. El entramado educativo actual nos enfrenta ante la necesidad de un cambio que nuestra sociedad más inmediata demanda. Si hay algo de humano en todo ese proceso no son las calificaciones numéricas, ni las correcciones con bolígrafo rojo, ni las constantes vomitonas de contenidos específicos, sino las ganas de transmitir que el ser humano puede superarse. Todavía como especie nos debemos un mundo mejor y la posibilidad de hacerlo pasa por la creación de una conciencia global mejorada.
A mi entender hay algo de ese “nosotros” kantiano, al que Amador Martos se refiere en su obra en diferentes ocasiones, en las palabras de Heidegger: si bien este último no centra su reflexión en cuestiones puramente morales y reservadas al ámbito de la filosofía práctica, siempre me ha llamado la atención la manera heideggeriana de comprender el ser. La temporalidad, el gerundio de la existencia desustancializada es esperanzador para lograr la ruptura con la idea de ego que tanto daño ha hecho a la humanidad y de la que tanto se ha quejado la postmodernidad filosófica. Ese nosotros des-subjetivado (2) , que se diluye en una conciencia colectiva sentida, compartida, más allá de las parcelas particulares (mentales y corporales) en las que creemos vivir, fue recogido por el filósofo alemán en su conocida expresión “ser-uno-con-los-otros” (Mitenandersein). Como seres arrojados a la existencia, hemos de habérnoslas con el mundo y con los demás seres, en un juego de intercambios para el que no nos educan. Y es que efectivamente no nos educan para ello: ni padres, ni escuelas, ni instituciones... No pueden. Esa experiencia es íntimamente personal y, al mismo tiempo, profundamente compartida: cada uno de nosotros aprendemos a relacionarnos con los demás y con la totalidad desde un bagaje incierto, plural y siempre acumulativo que no consta en ningún currículum ni ningún padre o madre, por bienintencionado que sea, puede prever. Nuestro empoderamiento consciente no puede dominarse: siglos de manipulación lo intentan, pero siempre quedan esos resquicios sociales por los que los seres se encuentran y se comunican. Discuten, dialogan y crean más allá de las conciencias separadas por el sistema, se enfrentan y debaten más allá de los momentos de soledad impuestos por las lógicas sociales.
Las aulas no son hoy espacios para crear una conciencia nueva, personal y empoderada. No lo son, y no solo porque no interese “al sistema”, sino por una resistencia común presente en la mayoría de los agentes implicados en los procesos educativos a abandonar las formas tradicionales y habituales, comunes asimismo en gran parte de los sistemas educativos del mundo. La educación no ha roto el paradigma dual del que tanto nos habla Amador en su obra: uno sabe y cuenta y otros no saben y escuchan. Hay uno que evalúa y corrige y muchos que se estresan, copian y memorizan contenidos y procedimientos. Una suerte de panóptico foucaultiano desde el que miramos al alumno nos dota de un privilegio de vigilancia, control y castigo. Efectivamente, “el conocimiento sin moralidad es la causa del actual derrumbamiento de la civilización” (3) . Nosotros miramos y ellos son mirados, allí donde la mirada irrumpe desde una lógica perversa de la objetivación que, a mi entender, es totalmente deudora del paradigma materialista y de la lógica que se desprende de los constructos científicos dominantes: “ustedes serán sujetos”, les decimos tácitamente, y en el sentido más etimológico de la palabra, pues estarán sujetados. Y estas sujeciones que les ofrecemos al menos les harán un poco más libres, ya que no serán totalmente ignorantes. Algo sabrán, sabrán cosas importantes, datos, fechas, fórmulas, ideas...Y eso, desgraciadamente, no les hará más sabios, pero les hará más adaptables. Ya se están adaptando desde el momento en que acceden a escuchar y callar.
Me pregunto dónde está la voz de los alumnos en todo esto, y me río de mi misma conforme enuncio la pregunta: si la educación no puede ejercerse al margen del poder político, lo único que hacemos los docentes es reproducir el esquema, ya que la educación misma no puede hacerse al margen del poder del docente. El esquema dual se vuelve a reproducir. Un poder que a los docentes ya no se nos puede adjudicar como legítimo en la medida en que nuestro papel como portadores del saber está agotado: el guía, el maestro que escucha y atiende a los ritmos del alumno, el que se inquieta con él, el que conmueve y se conmueve en un intercambio profundo (y produce, con ello, un movimiento) debe abrirse paso. Lo inauténtico de la educación se funda en esta relación impropia con un ser que ya está caduco: un ego fragmentado, reproductor de los mecanismos supeditados a los poderes fácticos.
Lo especial de la educación reposa precisamente en que rebosa los límites de toda facticidad empíricamente demostrable y mesurable. Por mucho que queramos cuantificar las experiencias y encasillarlas en los hegemónicos paradigmas psicológicos cognitivo-conductuales, hay autores que, aun sin entrar en el propio mundo de la física subatómica (como nos propone el autor de este libro) han anunciado en nuestra era la necesidad de la recuperación de otros modelos educativos que no se redujesen a los mecanismos dicotómicos tradicionales (sujeto-objeto, emisor-receptor, amo-esclavo, consciente-inconsciente, ...).
Inmersos en la era de los avances digitales, el conocimiento no puede seguir situándose en un supuesto lugar divino al que los ignorantes deben acceder para emitir copias de sus contenidos, al modo de los copistas medievales o en una dialéctica platónica que condensaría en la cúspide de su consecución el eureka definitivo (4) . Las formas de transmisión evolucionan y con ello las conciencias y las formas mismas de entenderlas, siendo absurdo anquilosarse en los esquemas emisor-receptor y en los interminables procesos de evaluación que nos remiten a una reproducción de los esquemas ego-céntricos. Si, como nos recuerda Amador Martos, el esquema kantiano aún no ha sido superado (5), se hace necesario un nuevo modelo de comprender la intersubjetividad y es a este respecto donde la física cuántica parece alumbrarnos. La integración de las esferas kantianas sigue y seguirá fracasando hasta que seamos capaces de integrar en el tejido social nuevas formas de comunicar y de relacionarnos. Esto último, a su vez, depende profundamente de la idea que tengamos de los otros, esto es, de la forma en que experimentemos las conciencias ajenas. Sin duda, este cambio en la forma de experimentación de la intersubjetividad puede nutrirse de la propuesta cuántica y es aquí donde también entra en juego la función de la filosofía.
REFERENCIAS:
(1) A. Martos García. La educación cuántica, un nuevo paradigma de conocimiento. p.103 (1ª edición).
(2) Entendido como una suerte de “sentir común” en donde lo subjetivo-epistemológico puede aunarse con lo colectivo-moral: según las teorías del físico Garnier, al que personalmente me he acercado a raíz de la lectura de La educación cuántica, nuestro “otro yo” cuántico con el que permanentemente (y de forma especial durante el sueño) intercambiamos información, no puede entenderse ya de una forma sustancialista y naturalizada. Nuestra subjetividad, que desde el cogito cartesiano asociamos comúnmente a esa corriente consciente de pensamientos que experimentamos, forma parte de una intersubjetividad que aspira a una mejora moral. De este modo es como se explica que un pensamiento subjetivo puede afectar al colectivo humano: en la medida en que nuestros correlatos ondulatorios intercambian información con nuestro yo corpuscular y la actualizan para buscar las mejores alternativas o mundos posibles para las situaciones vitales.
(3) Íbid.p.53-54.
(4) La dialéctica ascendente de Platón siempre me ha producido una fuerte sospecha pues (más allá de la indudable buena intención del filósofo por mejorar la política de su tiempo) el proceso acumulativo en la consecución del saber dentro de su esquema es finito, debido a su cognitivismo. La formación del maestro siempre debe encontrarse en movimiento, reciclarse en un perpetuo cambio ante las circunstancias que se plantean en su contexto social, no pudiendo entenderse como un esquema dialéctico ascendente con una culminación intelectiva. Los contextos que entendemos como educativos son cada vez más amplios, las herramientas cambian... Cambia, en definitiva, el paradigma epistemológico de transmisión de conocimientos y es evidente que eso no puede más que tener un impacto directo en las conciencias.
(5) “(...) el verdadero pensamiento que aun no ha sido superado es el kantiano, porque todavía estamos en las puertas de poder cumplir colectivamente su imperativo categórico como remedio seguro a la actual miseria humana” Ibid. p.64.
4 - LA FILOSOFÍA TRANSPERSONAL
GIRUM: REVISTA CIENTÍFICA Y HUMANÍSTICA COMPROMETIDA CON “LO TRANSPERSONAL"
Imperceptiblemente para muchos coetáneos, el movimiento transpersonal es una senda espiritual que está calando en la sociedad y en el mundo académico, sobre todo a raíz de la filosofía transpersonal excelsamente desarrollada por Ken Wilber y, también, paralelamente con el surgimiento de la psicología transpersonal a nivel académico. El movimiento de esa trascendencia espiritual ya no es solamente una reivindicación de unos “místicos cuánticos” , quienes han osado unir la ciencia cuántica con la espiritualidad y la educación, sino que la hermenéutica, la metafísica, la fenomenología, el idealismo trascendental kantiano, todos ellos son conceptos que están haciendo contrapeso académico al materialismo científico como único modo de conocer el mundo exterior de ahí fuera, cuando paradójicamente, la realidad interior es más importante y también más difícil por descubrir. Es en esa línea de introspección interior donde “lo transpersonal” adquiere su verdadera razón de ser, recuperando la sabiduría perenne tan perentoria para esta decadente civilización.
Y en estos tiempos de nuevos horizontes por descubrir en “lo transpersonal”, es de justo merecimiento aplaudir la iniciativa de la revista GIRUM que, en su primer número, ha dado voz a pensadores transpersonales. Muchas gracias al Dr. Héctor Sevilla Godínez, Coordinador Editorial de la Revista Girum por esta vanguardista iniciativa. A continuación, una reproducción de la presentación de dicha revista, de la mano de Héctor Sevilla:
“Girum, la revista que tienes en las manos, es una publicación científica de periodicidad semestral que pertenece a la Universidad Antropológica de Guadalajara (UNAG). Su contenido incluye artículos de investigación en idioma español, caracterizados por mostrar un giro de paradigma y enfocarse en un aparato crítico consistente en la revisión y análisis de las configuraciones conceptuales predominantes. El foco propuesto por la revista está centrado en el área de las humanidades, con el objetivo de comprender de formas alternas lo que es el ser humano, su ser, su saber y hacer en esta tierra. Esta tríada está representada en el logo de la revista, el cual muestra una circunferencia en la letra “G” con una flecha que indica el avance en el terreno científico, a la vez que la inversión de la “u” representa el giro antropológico implícito en los contenidos.
La primera edición de una revista es siempre una carta de presentación ante el público, representa la inicial invitación a la lectura de los contenidos y es una llamada a la reunión de lectores que tendrán en la revista su punto de partida. Muchos han sido los meses de preparación para el alumbramiento del presente volumen, sobre todo considerando que representa el esfuerzo por otorgar a la investigación científica el lugar que le corresponde en una Institución Educativa.
La investigación, entendida como un acto de compromiso con la vida y apasionado cuestionamiento sobre el ser humano y la realidad, puede aportar soluciones ante la mecanización del estudio, el seguimiento de prácticas didácticas obsoletas y la reproducción de actitudes alienantes que esclavizan y adormecen el cuidado de virtudes como la libertad, el respeto, el compromiso y la responsabilidad ante el conocimiento.
La investigación es una función sustantiva que las universidades deben realizar de manera conjunta con la docencia. Las instituciones de estudios superiores constituyen ámbitos privilegiados para la generación de conocimiento científico y humanístico. En la UNAG se entiende a la investigación como un acto humano que es consecuencia de la naturaleza cuestionadora del individuo quien, deseoso de encontrar respuestas, emprende el viaje de la búsqueda de sí mismo a través del conocimiento del entorno. En ese sentido, Girum es una plataforma con la que la UNAG aporta un espacio especializado para la promoción de los hallazgos intelectuales, teóricos y científicos producidos por investigadores de todo el mundo.
Los contenidos de este volumen están centrados principalmente en el paradigma transpersonal, asociado con la psicología, pero presente en otros ámbitos de estudio. El primero de los artículos, escrito por Elías Capriles, presenta una desafiante revisión de los hallazgos ontológicos derivados de las reflexiones de pensadores de Occidente y Oriente. Se muestra al fenómeno de “ser” como una distorsión de la verdadera condición y se ofrecen conclusiones sobre la visión de no dualidad. A la vez, el artículo presenta interesantes objeciones a la psicología integral propuesta por Wilber y promueve la eliminación de estructuras que, según el autor, ocultan la verdadera condición de lo humano.
El segundo artículo, elaborado por Amador Martos, nos invita a incursionar en el ámbito de lo epistemológico a través de la lógica implícita en un mándala. Martos enfrenta la división milenaria entre la ciencia y la espiritualidad proponiendo un giro de paradigma mediante lo que él llama filosofía perenne. Esto, naturalmente, contradice al dualismo imperante en el ámbito racional y enfrenta con ello una de las raíces del pensamiento occidental.
El tercer texto, escrito originalmente por Hartelius, Friedman y Pappas, ha sido traducido por Joshua Velásquez. La que se presenta aquí es la primera oportunidad de leer a estos autores en español; esta tercia de investigadores pone en tela de juicio la vigencia de la condición actual de la Psicología Transpersonal e invitan a la consideración de una Psicología Espiritual. Esto último constituye, sin duda, una propuesta polémica para las visiones científicas que se limitan al estudio de lo meramente tangible y corpóreo. Por tanto, el estudio presentado es pertinente al ofrecer un giro a la lógica científica tradicional con la intención de incursionar en el ámbito psicológico y filosófico bajo una perspectiva más amplia e incluyente.
Finalmente, el presente volumen cierra con un breve artículo de Juan Lafarga, quien profundiza en el sentido de lo epistemológico desde la visión del Desarrollo Humano, la misma que él introdujo a México hace más de cuarenta años. En su escrito, el Doctor Honoris Causa de la UNAG, propone un cuestionamiento sobre el doloso vínculo entre la verdad y la autoridad docente o científica. Su opción integradora se centra en armonizar lo diferente y lo contradictorio en el discurso del investigador.
Sirva el presente volumen para la reflexión y el análisis de lo que el hombre es, de lo que puede lograr y de las distintas alternativas de concebirle. Si el lector encuentra en estas páginas una oportunidad para cuestionar sus propios saberes y comprende la alternativa del giro como una opción deseable, la revista habrá logrado su cometido e intención."
Dr. Héctor Sevilla , Coordinador Editorial de la Revista Girum
Ver más
Y en estos tiempos de nuevos horizontes por descubrir en “lo transpersonal”, es de justo merecimiento aplaudir la iniciativa de la revista GIRUM que, en su primer número, ha dado voz a pensadores transpersonales. Muchas gracias al Dr. Héctor Sevilla Godínez, Coordinador Editorial de la Revista Girum por esta vanguardista iniciativa. A continuación, una reproducción de la presentación de dicha revista, de la mano de Héctor Sevilla:
“Girum, la revista que tienes en las manos, es una publicación científica de periodicidad semestral que pertenece a la Universidad Antropológica de Guadalajara (UNAG). Su contenido incluye artículos de investigación en idioma español, caracterizados por mostrar un giro de paradigma y enfocarse en un aparato crítico consistente en la revisión y análisis de las configuraciones conceptuales predominantes. El foco propuesto por la revista está centrado en el área de las humanidades, con el objetivo de comprender de formas alternas lo que es el ser humano, su ser, su saber y hacer en esta tierra. Esta tríada está representada en el logo de la revista, el cual muestra una circunferencia en la letra “G” con una flecha que indica el avance en el terreno científico, a la vez que la inversión de la “u” representa el giro antropológico implícito en los contenidos.
La primera edición de una revista es siempre una carta de presentación ante el público, representa la inicial invitación a la lectura de los contenidos y es una llamada a la reunión de lectores que tendrán en la revista su punto de partida. Muchos han sido los meses de preparación para el alumbramiento del presente volumen, sobre todo considerando que representa el esfuerzo por otorgar a la investigación científica el lugar que le corresponde en una Institución Educativa.
La investigación, entendida como un acto de compromiso con la vida y apasionado cuestionamiento sobre el ser humano y la realidad, puede aportar soluciones ante la mecanización del estudio, el seguimiento de prácticas didácticas obsoletas y la reproducción de actitudes alienantes que esclavizan y adormecen el cuidado de virtudes como la libertad, el respeto, el compromiso y la responsabilidad ante el conocimiento.
La investigación es una función sustantiva que las universidades deben realizar de manera conjunta con la docencia. Las instituciones de estudios superiores constituyen ámbitos privilegiados para la generación de conocimiento científico y humanístico. En la UNAG se entiende a la investigación como un acto humano que es consecuencia de la naturaleza cuestionadora del individuo quien, deseoso de encontrar respuestas, emprende el viaje de la búsqueda de sí mismo a través del conocimiento del entorno. En ese sentido, Girum es una plataforma con la que la UNAG aporta un espacio especializado para la promoción de los hallazgos intelectuales, teóricos y científicos producidos por investigadores de todo el mundo.
Los contenidos de este volumen están centrados principalmente en el paradigma transpersonal, asociado con la psicología, pero presente en otros ámbitos de estudio. El primero de los artículos, escrito por Elías Capriles, presenta una desafiante revisión de los hallazgos ontológicos derivados de las reflexiones de pensadores de Occidente y Oriente. Se muestra al fenómeno de “ser” como una distorsión de la verdadera condición y se ofrecen conclusiones sobre la visión de no dualidad. A la vez, el artículo presenta interesantes objeciones a la psicología integral propuesta por Wilber y promueve la eliminación de estructuras que, según el autor, ocultan la verdadera condición de lo humano.
El segundo artículo, elaborado por Amador Martos, nos invita a incursionar en el ámbito de lo epistemológico a través de la lógica implícita en un mándala. Martos enfrenta la división milenaria entre la ciencia y la espiritualidad proponiendo un giro de paradigma mediante lo que él llama filosofía perenne. Esto, naturalmente, contradice al dualismo imperante en el ámbito racional y enfrenta con ello una de las raíces del pensamiento occidental.
El tercer texto, escrito originalmente por Hartelius, Friedman y Pappas, ha sido traducido por Joshua Velásquez. La que se presenta aquí es la primera oportunidad de leer a estos autores en español; esta tercia de investigadores pone en tela de juicio la vigencia de la condición actual de la Psicología Transpersonal e invitan a la consideración de una Psicología Espiritual. Esto último constituye, sin duda, una propuesta polémica para las visiones científicas que se limitan al estudio de lo meramente tangible y corpóreo. Por tanto, el estudio presentado es pertinente al ofrecer un giro a la lógica científica tradicional con la intención de incursionar en el ámbito psicológico y filosófico bajo una perspectiva más amplia e incluyente.
Finalmente, el presente volumen cierra con un breve artículo de Juan Lafarga, quien profundiza en el sentido de lo epistemológico desde la visión del Desarrollo Humano, la misma que él introdujo a México hace más de cuarenta años. En su escrito, el Doctor Honoris Causa de la UNAG, propone un cuestionamiento sobre el doloso vínculo entre la verdad y la autoridad docente o científica. Su opción integradora se centra en armonizar lo diferente y lo contradictorio en el discurso del investigador.
Sirva el presente volumen para la reflexión y el análisis de lo que el hombre es, de lo que puede lograr y de las distintas alternativas de concebirle. Si el lector encuentra en estas páginas una oportunidad para cuestionar sus propios saberes y comprende la alternativa del giro como una opción deseable, la revista habrá logrado su cometido e intención."
Dr. Héctor Sevilla , Coordinador Editorial de la Revista Girum
Este artículo es una reproducción del capítulo del mismo título en la página 162 de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA.
El método científico es válido para averiguar qué hay de verdad en el objeto. Pero cuando dicho objeto de conocimiento es el propio sujeto, se da la circunstancia que es la propia conciencia que se piensa a sí misma. ¿Cómo va el método científico sonsacar “verdades” de ese campo pensativo? ¿Con un potente telescopio? ¿Con un profundo microscopio? No hay lugar a dudas: con la filosofía transpersonal, con la interacción de la razón con el espíritu, aunando los dos modos de saber, el método científico y el trascendental. Este nuevo paradigma pensativo permite progresar no solo por el sendero psicológico, sino también por el pedagógico porque, a la postre, comprender el mundo es aprehenderlo mediante conceptos o neologismos, como se ha visto en la “dinámica espiral” del anterior capítulo. Y a ese constructo pensativo se le llama filosofía transpersonal, un derecho a filosofar que no me arrebatarán ni la Iglesia, ni los plutócratas, y mucho menos los escépticos.
Aunque el movimiento escéptico arremeta una y otra vez, contra viento y marea a contracorriente de los místicos cuánticos, mi pensamiento filosófico debe ser respetado, como si del Discurso del método (Descartes, 1999)se tratara, pues La educación cuántica postula el sintagma pensativo dinámica espiral a modo de reinterpretación de la historia del pensamiento, con el objetivo de que la filosofía sea rescatada de su complejidad cognitiva y hacer fácil el entendimiento de la vida, el mundo y las personas. Lo mismo que pretendía Descartes frente a la Iglesia, pero ahora, además, contra el pensamiento único neoliberal.
Los ideólogos del capitalismo han enmarañado intencionadamente el Mundo de las Ideas con la finalidad de apropiarse de todas las estructuras de dominación en el planeta (productivas, alimenticias, económicas, políticas, institucionales, etcétera), para mayor dominio sobre la humanidad con el subsiguiente sufrimiento causado a las personas, los Estados y los continentes (Martos, 2017). Con ello se ha impuesto un pensamiento “único” y “neoliberal” (libertad de los mercados por encima de las personas). No sé si he sufrido más luchando casi toda una vida por seguir el rastro del dinero como me imponía el capitalismo, o en los escasos años que llevo elaborando mi propio sistema filosófico como librepensador frente al movimiento de escépticos. Tanto para hacer dinero como para defender las propias ideas, se requiere de esfuerzo y tiempo pero, para hacerse un hueco en el Mundo de las Ideas, no solo basta saber que se vive en la verdad (modo no dual de conocimiento, trascendental), sino que demostrar dicha verdad a modo de La educación cuántica es una ardua labor, pues se tiene enfrente a una multitud de escépticos anclados todavía al primer modo de saber, el dual entre sujeto y objeto, cuyo método científico se ha atascado con la física cuántica.
Al perseguir la errática felicidad dineraria, como muchos, he sufrido las inclemencias de la sombría cueva platónica, una metáfora en alusión a este perverso y depredador sistema capitalista de producción que fragmenta a la razón y disocia el espíritu colectivo, enfrentando así al ego contra el mundo. Fue Ken Wilber quien iluminó mi atascado raciocinio mediante la emergente espiritualidad presente en la filosofía transpersonal. “Es de bien nacidos ser agradecidos”, y por ello mi recurrente reconocimiento a Ken Wilber pues ha significado intelectualmente el eslabón perdido en la paradigmática evolución de la historia del pensamiento, aunque él y su legión de seguidores seamos peyorativamente acusados de “místicos cuánticos”. “Ladran, luego cabalgamos”. Lo mismo que le pasó a Descartes, Copérnico y Bruno, por citar solo algunos de los muchos pensadores que se atrevieron razonar a contracorriente del pensamiento dogmático dominante. Sin embargo, es mediante dicho inquisitivo pensamiento como se hace historia, de ahí que la filosofía sea aludida con propiedad como la historia del pensamiento, presa ahora de un caduco materialismo científico. Pero, muy a pesar de los escépticos, la física cuántica remite al sujeto cognoscente como objeto de conocimiento, es decir, a la conciencia que debe conocerse a sí misma, al famoso aforismo griego “Conócete a ti mismo”, y para tal labor, mi dinámica espiral es una renovada visión de la historia del pensamiento.
Mediante un sintagma en un solo folio y gracias a la analogía del ADN, en mi sistema pensativo, la historia de la filosofía es intuida sin apenas esfuerzo intelectual. Con un simple vistazo se aprehende la evolución paradigmática de la historia de la humanidad, toda una reproducción mimética de la naturaleza en el Mundo de las Ideas que hace cierto el aforismo de que “como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba”. Esta frase esotérica hace referencia a la segunda ley de la Tabla de Esmeralda de Hermes Trismegisto. La frase puede ser considerada como una referencia a la relación entre el hombre y el universo.
Esta revolucionaria pedagogía filosófica permite, mediante un sintagma, ver cómo ha evolucionado la humanidad hasta llegar a los paradigmas de la física clásica y la física cuántica, como iniciadores de nuestra era contemporánea. Hasta dicho cambio de paradigma científico, en apariencia, todo es claro. Sin embargo, la física cuántica ha posibilitado un nuevo paradigma de conocimiento, cuya dificultad cognitiva está en la interpretación de los paradigmas intelectuales, sociales, psicológicos y espirituales actualmente en discordia si no se dispone de un “mapa” a modo de dinámica espiral como interpretación de la historia del pensamiento. Ante ello, el nuevo paradigma de conocimiento posibilitado por la física cuántica, es el racionalismo espiritual presente en la filosofía perenne, donde sujeto y objeto son una y la misma cosa, y cuya percepción se realiza mediante una renovada conciencia como acreditan no solo los “místicos cuánticos”, sino también una multitud de movimientos sociales que claman contra el imperialismo económico desplegado por los egoístas plutócratas.
Bueno es recordar a costa de correr el riesgo de pasar por un pedante intelectual que, el cambio de conciencia que salió efervescentemente del 15M en 2011, ya fue intelectualmente anticipado en mi primera obra Pensar en ser rico, a partir de la cual propugno un segundo renacimiento de la humanidad donde, el “pienso, luego existo”, debe paradigmáticamente ser sustituido por el espíritu colectivo reflejado en el imperativo categórico de Kant. Pero en honor a la verdad, hay otros pensadores antes que yo que apuntaban en esa dirección. En dicho sentido, sin lugar a dudas, la filosofía de Wilber es el constructo magno de un pensamiento que permite a muchos sinceros buscadores de verdad sintetizar unitariamente la racionalidad occidental con la espiritualidad oriental. Tal ha sido mi caso. Durante mi salida del mundo de las sombras, entiéndase el sistema capitalista, he escrito varias obras que han culminado con Capitalismo y conciencia. Y La educación cuántica es la aplicación pedagógica de dicha obra.
El materialismo científico puede seguir, con toda razón, con el método científico. Pero ese modo unidireccional de medir la realidad se ha volatizado con el surgimiento de la física cuántica y su apertura hacia la fenomenología. Entonces, hubo una reconversión pensativa mal llamada “misticismo cuántico” pero, como creo haber demostrado, hay que hablar propiamente de filosofía transpersonal. Conviene recordar que, a la postre, la “cuarta fuerza” de la psicología, lo “transpersonal”, ha estado incubándose durante varias décadas hasta su alumbramiento de un modo científico y filosófico por Ken Wilber (2005). Tarde o temprano, el movimiento de escépticos a este nuevo paradigma de conocimiento, será deslumbrado por la verdad porque, como dijo Gandhi, “la verdad es la verdad, aunque solo la mantenga una minoría... aunque esa minoría sea uno solo”. ¿No fue así como inició Descartes el racionalismo moderno? ¿Y qué decir del criticismo kantiano? ¿Por qué no dar un voto de confianza a la filosofía transpersonal magníficamente elaborada por Ken Wilber mediante sus cuatro cuadrantes.
Confieso haber bebido en las turbulentas aguas de una filosofía de difícil acceso para todo escéptico. Reconozco que voy a contracorriente, que mi pequeña bandera filosófica es como un simple flotador en la inmensidad de un mar de ideas. Pero, ¿no es acaso el sino de los que se atreven a pensar más allá del pensamiento dominante? ¿No es ello una condena para todo pensador que ose expresar unas ideas extraídas desde su “otro yo”, como propone el físico francés ? A ese camino solitario y angosto lo llamo la “soledad del pensador” que, en un automatismo de defensa, es expresada mediante la escritura, más que nada para dar rienda suelta a tanta convulsión de pensamientos y no caer en la locura. Porque, aunque el mundo no esté cuerdo del todo, hay que cuidarse mucho de no caer en la paranoia también. He tenido suficiente con el acoso del capitalismo que me ha llevado a ser un declarado anti sistema, no vaya a ser que, también, me quieran linchar por defender la filosofía transpersonal como ciencia de la conciencia, mal entendida esta por los escépticos como “misticismo cuántico”.
Para que un sujeto cognoscente pueda integrarse plenamente en la sociedad debe, antes que nada, ser una persona libre para disponer en consciencia de su capacidad racional, una cuestión que el capitalismo no puede garantizar al ser el actual sistema educativo un instrumento de manipulación por secuaces políticos al servicio de los poderes fácticos (Laval, 2004). Con ello, vuelvo a insistir, el pensamiento, la ciencia y la educación no están libres de ataduras dogmáticas a un perverso sistema de dominación que socava los más elementales Derechos Humanos. Y para revertir dicha tendencia, La educación cuántica es una renovada propuesta pedagógica en materia filosófica, psicológica, social, educacional e histórica. Porque, como aseverara el paleontólogo y filósofo francés Pierre Teilhard de Chardin, “el pasado me ha revelado la estructura del futuro”. Y en esa cuestión temporal, no me cabe duda de que la humanidad vive todavía en una caverna platónica, con mucha tecnología, pero con un ego herido de muerte que solo puede ser sanado con la democratización del saber y la solidaridad social como expresión del amor universal.
Pierre Teilhard de Chardin aportó una muy personal y original visión de la evolución. Suyos son los conceptos “noosfera” (conjunto de los seres inteligentes con el medio en que viven) y “Punto Omega” para describir el punto más alto de la evolución de la conciencia, considerándolo como el fin último de la misma. Según Pierre Teilhard de Chardin, el planeta se encuentra en un proceso transformador, evolucionando desde la biosfera a la noosfera. Más concretamente, propugno que la noosfera ha involucionado desde el “cogito” cartesiano hasta plasmarse en un ego fragmentado y disociado de la colectividad, dando lugar a una sociedad líquida a decir del sociólogo polaco Zygmunt Bauman (2007), o en un pensamiento débil según el filósofo italiano Gianni Vattimo (2006). Respectivamente, con la colectividad disociada y el ego fragmentado, ¿cómo reconstruir este viejo mundo moribundo cuando colapse? ¿Hacia dónde va la historia del pensamiento? ¿Cómo salir de esta oscura caverna platónica? La educación cuántica es una humilde propuesta a dichas cuestiones.
Recordemos estas preguntas: ¿qué ha ocurrido en la historia reciente de la humanidad?, ¿cómo ha sido factible que la ciencia del Ser, la filosofía, haya devenido en un psicologismo en sentido positivista, e incapaz de salir de las garras de la historia? El ascenso cognitivo, psicológico y filosófico postulado por La educación cuántica constituye una huida pensativa del actual sistema capitalista y de su historia manifiestamente manipulada desde el ego plutocrático. Es una huida en busca de luz, en busca de unas renovadas ideas para la transformación de las personas: hay un nuevo mundo por descubrir en el interior de cada uno de nosotros.
BIBLIOGRAFÍA:
Bauman, Zigmunt. Tiempos líquidos. Barcelona: Tusquets, 2007.
Descartes, René. Discurso del método. Madrid: Ediciones escolares, 1999.
Garnier, Jean-Pierre. Cambia tu futuro por las aperturas temporales. España: Reconocerse, 2012.
Laval, Christian. La escuela no es una empresa: el ataque neoliberal a la enseñanza pública. Barcelona: Paidós Ibérica, 2004.
Martos, Amador. Capitalismo y conciencia. España: Amazon, 2017.
Vattimo, Gianni. El pensamiento débil. Madrid: Cátedra, 2006.
Wilber, Ken. Sexo, Ecología, Espiritualidad. Madrid: Gaia Ediciones, 2005.
Ver más
El método científico es válido para averiguar qué hay de verdad en el objeto. Pero cuando dicho objeto de conocimiento es el propio sujeto, se da la circunstancia que es la propia conciencia que se piensa a sí misma. ¿Cómo va el método científico sonsacar “verdades” de ese campo pensativo? ¿Con un potente telescopio? ¿Con un profundo microscopio? No hay lugar a dudas: con la filosofía transpersonal, con la interacción de la razón con el espíritu, aunando los dos modos de saber, el método científico y el trascendental. Este nuevo paradigma pensativo permite progresar no solo por el sendero psicológico, sino también por el pedagógico porque, a la postre, comprender el mundo es aprehenderlo mediante conceptos o neologismos, como se ha visto en la “dinámica espiral” del anterior capítulo. Y a ese constructo pensativo se le llama filosofía transpersonal, un derecho a filosofar que no me arrebatarán ni la Iglesia, ni los plutócratas, y mucho menos los escépticos.
Aunque el movimiento escéptico arremeta una y otra vez, contra viento y marea a contracorriente de los místicos cuánticos, mi pensamiento filosófico debe ser respetado, como si del Discurso del método (Descartes, 1999)se tratara, pues La educación cuántica postula el sintagma pensativo dinámica espiral a modo de reinterpretación de la historia del pensamiento, con el objetivo de que la filosofía sea rescatada de su complejidad cognitiva y hacer fácil el entendimiento de la vida, el mundo y las personas. Lo mismo que pretendía Descartes frente a la Iglesia, pero ahora, además, contra el pensamiento único neoliberal.
Los ideólogos del capitalismo han enmarañado intencionadamente el Mundo de las Ideas con la finalidad de apropiarse de todas las estructuras de dominación en el planeta (productivas, alimenticias, económicas, políticas, institucionales, etcétera), para mayor dominio sobre la humanidad con el subsiguiente sufrimiento causado a las personas, los Estados y los continentes (Martos, 2017). Con ello se ha impuesto un pensamiento “único” y “neoliberal” (libertad de los mercados por encima de las personas). No sé si he sufrido más luchando casi toda una vida por seguir el rastro del dinero como me imponía el capitalismo, o en los escasos años que llevo elaborando mi propio sistema filosófico como librepensador frente al movimiento de escépticos. Tanto para hacer dinero como para defender las propias ideas, se requiere de esfuerzo y tiempo pero, para hacerse un hueco en el Mundo de las Ideas, no solo basta saber que se vive en la verdad (modo no dual de conocimiento, trascendental), sino que demostrar dicha verdad a modo de La educación cuántica es una ardua labor, pues se tiene enfrente a una multitud de escépticos anclados todavía al primer modo de saber, el dual entre sujeto y objeto, cuyo método científico se ha atascado con la física cuántica.
Al perseguir la errática felicidad dineraria, como muchos, he sufrido las inclemencias de la sombría cueva platónica, una metáfora en alusión a este perverso y depredador sistema capitalista de producción que fragmenta a la razón y disocia el espíritu colectivo, enfrentando así al ego contra el mundo. Fue Ken Wilber quien iluminó mi atascado raciocinio mediante la emergente espiritualidad presente en la filosofía transpersonal. “Es de bien nacidos ser agradecidos”, y por ello mi recurrente reconocimiento a Ken Wilber pues ha significado intelectualmente el eslabón perdido en la paradigmática evolución de la historia del pensamiento, aunque él y su legión de seguidores seamos peyorativamente acusados de “místicos cuánticos”. “Ladran, luego cabalgamos”. Lo mismo que le pasó a Descartes, Copérnico y Bruno, por citar solo algunos de los muchos pensadores que se atrevieron razonar a contracorriente del pensamiento dogmático dominante. Sin embargo, es mediante dicho inquisitivo pensamiento como se hace historia, de ahí que la filosofía sea aludida con propiedad como la historia del pensamiento, presa ahora de un caduco materialismo científico. Pero, muy a pesar de los escépticos, la física cuántica remite al sujeto cognoscente como objeto de conocimiento, es decir, a la conciencia que debe conocerse a sí misma, al famoso aforismo griego “Conócete a ti mismo”, y para tal labor, mi dinámica espiral es una renovada visión de la historia del pensamiento.
Mediante un sintagma en un solo folio y gracias a la analogía del ADN, en mi sistema pensativo, la historia de la filosofía es intuida sin apenas esfuerzo intelectual. Con un simple vistazo se aprehende la evolución paradigmática de la historia de la humanidad, toda una reproducción mimética de la naturaleza en el Mundo de las Ideas que hace cierto el aforismo de que “como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba”. Esta frase esotérica hace referencia a la segunda ley de la Tabla de Esmeralda de Hermes Trismegisto. La frase puede ser considerada como una referencia a la relación entre el hombre y el universo.
Esta revolucionaria pedagogía filosófica permite, mediante un sintagma, ver cómo ha evolucionado la humanidad hasta llegar a los paradigmas de la física clásica y la física cuántica, como iniciadores de nuestra era contemporánea. Hasta dicho cambio de paradigma científico, en apariencia, todo es claro. Sin embargo, la física cuántica ha posibilitado un nuevo paradigma de conocimiento, cuya dificultad cognitiva está en la interpretación de los paradigmas intelectuales, sociales, psicológicos y espirituales actualmente en discordia si no se dispone de un “mapa” a modo de dinámica espiral como interpretación de la historia del pensamiento. Ante ello, el nuevo paradigma de conocimiento posibilitado por la física cuántica, es el racionalismo espiritual presente en la filosofía perenne, donde sujeto y objeto son una y la misma cosa, y cuya percepción se realiza mediante una renovada conciencia como acreditan no solo los “místicos cuánticos”, sino también una multitud de movimientos sociales que claman contra el imperialismo económico desplegado por los egoístas plutócratas.
Bueno es recordar a costa de correr el riesgo de pasar por un pedante intelectual que, el cambio de conciencia que salió efervescentemente del 15M en 2011, ya fue intelectualmente anticipado en mi primera obra Pensar en ser rico, a partir de la cual propugno un segundo renacimiento de la humanidad donde, el “pienso, luego existo”, debe paradigmáticamente ser sustituido por el espíritu colectivo reflejado en el imperativo categórico de Kant. Pero en honor a la verdad, hay otros pensadores antes que yo que apuntaban en esa dirección. En dicho sentido, sin lugar a dudas, la filosofía de Wilber es el constructo magno de un pensamiento que permite a muchos sinceros buscadores de verdad sintetizar unitariamente la racionalidad occidental con la espiritualidad oriental. Tal ha sido mi caso. Durante mi salida del mundo de las sombras, entiéndase el sistema capitalista, he escrito varias obras que han culminado con Capitalismo y conciencia. Y La educación cuántica es la aplicación pedagógica de dicha obra.
El materialismo científico puede seguir, con toda razón, con el método científico. Pero ese modo unidireccional de medir la realidad se ha volatizado con el surgimiento de la física cuántica y su apertura hacia la fenomenología. Entonces, hubo una reconversión pensativa mal llamada “misticismo cuántico” pero, como creo haber demostrado, hay que hablar propiamente de filosofía transpersonal. Conviene recordar que, a la postre, la “cuarta fuerza” de la psicología, lo “transpersonal”, ha estado incubándose durante varias décadas hasta su alumbramiento de un modo científico y filosófico por Ken Wilber (2005). Tarde o temprano, el movimiento de escépticos a este nuevo paradigma de conocimiento, será deslumbrado por la verdad porque, como dijo Gandhi, “la verdad es la verdad, aunque solo la mantenga una minoría... aunque esa minoría sea uno solo”. ¿No fue así como inició Descartes el racionalismo moderno? ¿Y qué decir del criticismo kantiano? ¿Por qué no dar un voto de confianza a la filosofía transpersonal magníficamente elaborada por Ken Wilber mediante sus cuatro cuadrantes.
Confieso haber bebido en las turbulentas aguas de una filosofía de difícil acceso para todo escéptico. Reconozco que voy a contracorriente, que mi pequeña bandera filosófica es como un simple flotador en la inmensidad de un mar de ideas. Pero, ¿no es acaso el sino de los que se atreven a pensar más allá del pensamiento dominante? ¿No es ello una condena para todo pensador que ose expresar unas ideas extraídas desde su “otro yo”, como propone el físico francés ? A ese camino solitario y angosto lo llamo la “soledad del pensador” que, en un automatismo de defensa, es expresada mediante la escritura, más que nada para dar rienda suelta a tanta convulsión de pensamientos y no caer en la locura. Porque, aunque el mundo no esté cuerdo del todo, hay que cuidarse mucho de no caer en la paranoia también. He tenido suficiente con el acoso del capitalismo que me ha llevado a ser un declarado anti sistema, no vaya a ser que, también, me quieran linchar por defender la filosofía transpersonal como ciencia de la conciencia, mal entendida esta por los escépticos como “misticismo cuántico”.
Para que un sujeto cognoscente pueda integrarse plenamente en la sociedad debe, antes que nada, ser una persona libre para disponer en consciencia de su capacidad racional, una cuestión que el capitalismo no puede garantizar al ser el actual sistema educativo un instrumento de manipulación por secuaces políticos al servicio de los poderes fácticos (Laval, 2004). Con ello, vuelvo a insistir, el pensamiento, la ciencia y la educación no están libres de ataduras dogmáticas a un perverso sistema de dominación que socava los más elementales Derechos Humanos. Y para revertir dicha tendencia, La educación cuántica es una renovada propuesta pedagógica en materia filosófica, psicológica, social, educacional e histórica. Porque, como aseverara el paleontólogo y filósofo francés Pierre Teilhard de Chardin, “el pasado me ha revelado la estructura del futuro”. Y en esa cuestión temporal, no me cabe duda de que la humanidad vive todavía en una caverna platónica, con mucha tecnología, pero con un ego herido de muerte que solo puede ser sanado con la democratización del saber y la solidaridad social como expresión del amor universal.
Pierre Teilhard de Chardin aportó una muy personal y original visión de la evolución. Suyos son los conceptos “noosfera” (conjunto de los seres inteligentes con el medio en que viven) y “Punto Omega” para describir el punto más alto de la evolución de la conciencia, considerándolo como el fin último de la misma. Según Pierre Teilhard de Chardin, el planeta se encuentra en un proceso transformador, evolucionando desde la biosfera a la noosfera. Más concretamente, propugno que la noosfera ha involucionado desde el “cogito” cartesiano hasta plasmarse en un ego fragmentado y disociado de la colectividad, dando lugar a una sociedad líquida a decir del sociólogo polaco Zygmunt Bauman (2007), o en un pensamiento débil según el filósofo italiano Gianni Vattimo (2006). Respectivamente, con la colectividad disociada y el ego fragmentado, ¿cómo reconstruir este viejo mundo moribundo cuando colapse? ¿Hacia dónde va la historia del pensamiento? ¿Cómo salir de esta oscura caverna platónica? La educación cuántica es una humilde propuesta a dichas cuestiones.
Recordemos estas preguntas: ¿qué ha ocurrido en la historia reciente de la humanidad?, ¿cómo ha sido factible que la ciencia del Ser, la filosofía, haya devenido en un psicologismo en sentido positivista, e incapaz de salir de las garras de la historia? El ascenso cognitivo, psicológico y filosófico postulado por La educación cuántica constituye una huida pensativa del actual sistema capitalista y de su historia manifiestamente manipulada desde el ego plutocrático. Es una huida en busca de luz, en busca de unas renovadas ideas para la transformación de las personas: hay un nuevo mundo por descubrir en el interior de cada uno de nosotros.
BIBLIOGRAFÍA:
Bauman, Zigmunt. Tiempos líquidos. Barcelona: Tusquets, 2007.
Descartes, René. Discurso del método. Madrid: Ediciones escolares, 1999.
Garnier, Jean-Pierre. Cambia tu futuro por las aperturas temporales. España: Reconocerse, 2012.
Laval, Christian. La escuela no es una empresa: el ataque neoliberal a la enseñanza pública. Barcelona: Paidós Ibérica, 2004.
Martos, Amador. Capitalismo y conciencia. España: Amazon, 2017.
Vattimo, Gianni. El pensamiento débil. Madrid: Cátedra, 2006.
Wilber, Ken. Sexo, Ecología, Espiritualidad. Madrid: Gaia Ediciones, 2005.
14 - PONENCIAS Y PUBLICACIONES CIENTÍFICAS
LA CONCIENCIA COMO PROBLEMA HISTÓRICO: LA FILOSOFÍA TRANSPERSONAL DE KEN WILBER COMO UNA HERMENÉUTICA COMPLEMENTARIA A LA EPISTEMOLOGÍA Y COMO FUNDAMENTO PARA UNA EDUCACIÓN TRANSRACIONAL
Este artículo está reproducido en la primera parte de la obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD
EL PENSAMIENTO DIVERGENTE
ÍNDICE DEL ARTÍCULO EN PDF
ARTICULO EN PDF: LA CONCIENCIA COMO PROBLEMA HISTÓRICO
Cuando llevo alguna temporada sin publicar algún artículo, y al sacar uno nuevo, me dicen algunas personas que ya echaban de menos una de mis reflexiones. En realidad, no escribo para agradar a otros ni para buscar su complacencia, sino como terapia personal para saber cuál es mi lugar en este mundo… y más allá.
El saber sigue siendo la única guía válida para la evolución cultural y la salvación de la humanidad. Sin embargo, la ciencia materialista se ha apoderado de la egocéntrica cuestión de explicarnos cómo funciona el mundo desde su óptica reduccionista, incluso a nivel psicológico. Afortunadamente, desde el surgimiento de la física cuántica, están emergiendo nuevos paradigmas imperceptibles para muchos coetáneos, lo cual está imponiendo una nueva cosmovisión de la realidad por conocer, de nuestra ciencia, de nuestras creencias espirituales, así como de nuestra reconfiguración psicológica. Estudiar esa rejilla configurativa de la actual cultura humana y de su historia, es propio de las humanidades y, por extensión, de la filosofía, la misma que quitan del sistema educativo.
Sin embargo, aún a contracorriente y a riesgo de ser extinguida la figura del filósofo, debía seguir mi terapia cognitiva para saber cuál es mi lugar en este mundo. Y lo que he descubierto en tantos años de investigación es que hay que introducir la ecuación del Espíritu en el campo científico: es el paradigma por excelencia desde el materialismo científico hacia la plena espiritualidad esotérica. Pero ese camino implica un trabajo de introspección y de conocimiento interior para actuar con sabiduría y amor. Es lo que pregonan tantas filosofías, tradiciones o religiones espirituales de cualquier índole. Dicho de otro modo, el imperativo categórico kantiano es el mismo amor que han predicado Buda, Jesucristo u otro iluminado cualquiera. Sin embargo, todos estamos potencialmente iluminados, solo que no lo sabemos, de ahí el aforismo griego “Conócete a ti mismo” mediante el cual es posible salir de la sombría caverna platónica. Y ese camino ascendente hacia la sabiduría nos conduce, indefectiblemente, a ver la vida, el mundo, los seres vivos y el universo en general como una unidad consciente de la que formamos parte en una gloriosa danza cósmica, aún por descubrir.
Entonces, consecuentemente, para saber cuál es mi lugar en el mundo y también en el universo, no sólo debo aprender a pensar, es decir filosofar coherentemente según las reglas cartesianas sino, además, saber de la ciencia reduccionista que nos ha llevado al problema epistemológico por excelencia: ¿Qué lugar ocupa la conciencia en nuestra vida? La conciencia es el problema “duro” de la ciencia. Sobre todo, como dice Wilber, porque miran con los ojos de la carne, también con los ojos de la mente, pero no con los ojos de la contemplación, y cuya puerta de acceso es la meditación y sus correspondientes beneficios demostrados científicamente. Para defender dichos postulados, he remitido recientemente un artículo para su revisión por pares a la Revista Ciencias y Humanidades (Medellín, Colombia). El artículo en cuestión está disponible para usted lector, abajo en PDF, y se titula La conciencia como problema histórico. Se pueden imaginar, hace ilusión proponer ante unos señores académicos si mis “pensamientos” son “dignos” de aprobación por el sistema al cual tanto crítico. La respuesta no pudo ser más desconcertante, hasta me dejó en schock emocional, de sorpresa primero, desconcierto en segundo lugar y risa también. No digo más, lean por ustedes mismos:
"Respetado autor Amador Martos García, reciba un cordial saludo.
Según se le informó en correo pasado, su artículo fue remitido a instancias del Comité Científico de la Revista Ciencia y Humanidades. Dicho Comité está compuesto por más de 50 académicos ubicados en diferentes países de habla hispana, a los cuales se les asignan artículos dependiendo de sus áreas de estudio.Ahora bien, respecto a su artículo en cuestión, a la fecha no se ha podido ubicar un evaluador que posea el conocimiento académico/investigativo necesario para hacer un dictamen justo de dicho texto, por lo que la Revista Ciencia y Humanidades, desde su Comité Editorial en sesión del 5 de junio de 2019, teniendo en cuenta la responsabilidad editorial y científica que atañe a la Revista Ciencia y Humanidades, ha declarado que para el octavo número su artículo no podrá ser teniendo en cuenta debido a los motivos anteriormente expuestos. De antemano pedimos disculpas por cualquier problema causado,Cordialmente."
¿Cómo interpretar dicha respuesta? Ello invita a pensar que 50 académicos y una revista científica no saben prácticamente nada sobre el filósofo contemporáneo por excelencia: Ken Wilber. Tampoco saben nada de psicología transpersonal, ni de filosofía transpersonal, y menos de educación cuántica, y menos aún de educación transracional…. Son neologismos que no han entrado en el sistema académico tradicional. Y por eso no han podido interpretar mi artículo, menos comprenderlo, y ni tan siquiera un atisbo de intención en intentarlo. Lo más fácil es rechazar aquello que no se comprende, en vez de promover la tarea de investigar aquello de lo cual no sabemos. La inquisición religiosa ha sido sustituida por la inquisición racional: la del ego. Pero eso no me detendrá, aunque sea solo para aquellos que gustan de lo que escribo, escribiré para ellos. Les aseguro que no es necesario ser académico para entender el artículo adjunto en PDF. Basta con un poco de voluntad investigativa.
Como decía al principio de este artículo, escribo como terapia personal para saber cual es mi lugar en el mundo y, de momento, he averiguado que vivo bajo un pensamiento divergente. Un “raro” según algunos y un incomprendido por los señores académicos. Es el precio de pensar a contracorriente.Invito al lector a ser mi propio académico, que lea el artículo La conciencia como problema histórico y que dé su opinión. La sabiduría popular ha sido desposeída de su intuición espiritual, un reduccionismo que nos ha conducido solamente a la visión materialista. Son tiempos de dar un salto cuántico en el modo de pensar pues, como indica Ken Wilber, estamos al filo de la percepción transracional.
Ver más
EL PENSAMIENTO DIVERGENTE
ÍNDICE DEL ARTÍCULO EN PDF
ARTICULO EN PDF: LA CONCIENCIA COMO PROBLEMA HISTÓRICO
Cuando llevo alguna temporada sin publicar algún artículo, y al sacar uno nuevo, me dicen algunas personas que ya echaban de menos una de mis reflexiones. En realidad, no escribo para agradar a otros ni para buscar su complacencia, sino como terapia personal para saber cuál es mi lugar en este mundo… y más allá.
El saber sigue siendo la única guía válida para la evolución cultural y la salvación de la humanidad. Sin embargo, la ciencia materialista se ha apoderado de la egocéntrica cuestión de explicarnos cómo funciona el mundo desde su óptica reduccionista, incluso a nivel psicológico. Afortunadamente, desde el surgimiento de la física cuántica, están emergiendo nuevos paradigmas imperceptibles para muchos coetáneos, lo cual está imponiendo una nueva cosmovisión de la realidad por conocer, de nuestra ciencia, de nuestras creencias espirituales, así como de nuestra reconfiguración psicológica. Estudiar esa rejilla configurativa de la actual cultura humana y de su historia, es propio de las humanidades y, por extensión, de la filosofía, la misma que quitan del sistema educativo.
Sin embargo, aún a contracorriente y a riesgo de ser extinguida la figura del filósofo, debía seguir mi terapia cognitiva para saber cuál es mi lugar en este mundo. Y lo que he descubierto en tantos años de investigación es que hay que introducir la ecuación del Espíritu en el campo científico: es el paradigma por excelencia desde el materialismo científico hacia la plena espiritualidad esotérica. Pero ese camino implica un trabajo de introspección y de conocimiento interior para actuar con sabiduría y amor. Es lo que pregonan tantas filosofías, tradiciones o religiones espirituales de cualquier índole. Dicho de otro modo, el imperativo categórico kantiano es el mismo amor que han predicado Buda, Jesucristo u otro iluminado cualquiera. Sin embargo, todos estamos potencialmente iluminados, solo que no lo sabemos, de ahí el aforismo griego “Conócete a ti mismo” mediante el cual es posible salir de la sombría caverna platónica. Y ese camino ascendente hacia la sabiduría nos conduce, indefectiblemente, a ver la vida, el mundo, los seres vivos y el universo en general como una unidad consciente de la que formamos parte en una gloriosa danza cósmica, aún por descubrir.
Entonces, consecuentemente, para saber cuál es mi lugar en el mundo y también en el universo, no sólo debo aprender a pensar, es decir filosofar coherentemente según las reglas cartesianas sino, además, saber de la ciencia reduccionista que nos ha llevado al problema epistemológico por excelencia: ¿Qué lugar ocupa la conciencia en nuestra vida? La conciencia es el problema “duro” de la ciencia. Sobre todo, como dice Wilber, porque miran con los ojos de la carne, también con los ojos de la mente, pero no con los ojos de la contemplación, y cuya puerta de acceso es la meditación y sus correspondientes beneficios demostrados científicamente. Para defender dichos postulados, he remitido recientemente un artículo para su revisión por pares a la Revista Ciencias y Humanidades (Medellín, Colombia). El artículo en cuestión está disponible para usted lector, abajo en PDF, y se titula La conciencia como problema histórico. Se pueden imaginar, hace ilusión proponer ante unos señores académicos si mis “pensamientos” son “dignos” de aprobación por el sistema al cual tanto crítico. La respuesta no pudo ser más desconcertante, hasta me dejó en schock emocional, de sorpresa primero, desconcierto en segundo lugar y risa también. No digo más, lean por ustedes mismos:
"Respetado autor Amador Martos García, reciba un cordial saludo.
Según se le informó en correo pasado, su artículo fue remitido a instancias del Comité Científico de la Revista Ciencia y Humanidades. Dicho Comité está compuesto por más de 50 académicos ubicados en diferentes países de habla hispana, a los cuales se les asignan artículos dependiendo de sus áreas de estudio.Ahora bien, respecto a su artículo en cuestión, a la fecha no se ha podido ubicar un evaluador que posea el conocimiento académico/investigativo necesario para hacer un dictamen justo de dicho texto, por lo que la Revista Ciencia y Humanidades, desde su Comité Editorial en sesión del 5 de junio de 2019, teniendo en cuenta la responsabilidad editorial y científica que atañe a la Revista Ciencia y Humanidades, ha declarado que para el octavo número su artículo no podrá ser teniendo en cuenta debido a los motivos anteriormente expuestos. De antemano pedimos disculpas por cualquier problema causado,Cordialmente."
¿Cómo interpretar dicha respuesta? Ello invita a pensar que 50 académicos y una revista científica no saben prácticamente nada sobre el filósofo contemporáneo por excelencia: Ken Wilber. Tampoco saben nada de psicología transpersonal, ni de filosofía transpersonal, y menos de educación cuántica, y menos aún de educación transracional…. Son neologismos que no han entrado en el sistema académico tradicional. Y por eso no han podido interpretar mi artículo, menos comprenderlo, y ni tan siquiera un atisbo de intención en intentarlo. Lo más fácil es rechazar aquello que no se comprende, en vez de promover la tarea de investigar aquello de lo cual no sabemos. La inquisición religiosa ha sido sustituida por la inquisición racional: la del ego. Pero eso no me detendrá, aunque sea solo para aquellos que gustan de lo que escribo, escribiré para ellos. Les aseguro que no es necesario ser académico para entender el artículo adjunto en PDF. Basta con un poco de voluntad investigativa.
Como decía al principio de este artículo, escribo como terapia personal para saber cual es mi lugar en el mundo y, de momento, he averiguado que vivo bajo un pensamiento divergente. Un “raro” según algunos y un incomprendido por los señores académicos. Es el precio de pensar a contracorriente.Invito al lector a ser mi propio académico, que lea el artículo La conciencia como problema histórico y que dé su opinión. La sabiduría popular ha sido desposeída de su intuición espiritual, un reduccionismo que nos ha conducido solamente a la visión materialista. Son tiempos de dar un salto cuántico en el modo de pensar pues, como indica Ken Wilber, estamos al filo de la percepción transracional.