"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

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Asesoramiento filosófico

EL ASESORAMIENTO FILOSÓFICO

Este artículo está reproducido como nota número 48 en la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA (4ª ed.)

A pesar del intenso trabajo que durante los últimos años se ha desarrollado en torno a la Práctica Filosófica, en los ámbitos académicos no ha podido ubicarse aún dentro de las líneas de investigación tradicionales; eso quiere decir que la formación práctica de los egresados en filosofía o bien se ha descuidado o se ha vinculado con otras áreas como la psicología, antropología, sociología o empresariales.

La historia de la Práctica Filosófica tiene sus orígenes en la muy cercana historia del Asesoramiento Filosófico. Se entiende por Asesoramiento Filosófico la manera como los filósofos comenzaron a cuestionar la utilidad de la filosofía a partir de los años sesenta, debido a los acontecimientos culturales que presagiaban el desmoronamiento del orden impuesto a partir de la II Guerra Mundial, y por otra parte las discusiones académicas filosóficas que giraban en torno al existencialismo, el estructuralismo, los paradigmas científicos y la revisión del pragmatismo. Visto de este modo, el Asesoramiento Filosófico no es una moda, sino un movimiento generado en el seno mismo de la filosofía académica pero que optó por otras vías no reconocidas por la academia para expresarse. Así, desde el 1967 cuando, en Holanda, John van Veen abre una consulta de corte eminentemente filosófico, hasta hoy.

La historia refleja la preocupación de la Práctica Filosófica sólo en tanto asesoramiento personal, quizá con demasiada influencia de las corrientes más filosóficas o humanistas de la psicoterapia. No obstante se conocen otras aplicaciones de la filosofía tanto en el área empresarial, como en el ámbito social. Se podría resumir este movimiento de la siguiente manera, a través de los nombres más importantes:

-Gerd Achenbach (Alemania). Propone un esquema de comprensión de la realidad que vaya más allá del método, que tenga un final abierto y que proporcione clarificación existencial. No se trata de una terapia y es totalmente individual. Actualmente da cursos de formación “personalizada” en los cuáles él decide cuando el “alumno” ya está preparado para el ejercicio.

-Schlomit Schuster (Israel). Influenciada por la anti-psiquiatría ha propuesto el “psicoanálisis filosófico” y su práctica como alternativa a la psicoterapia. Está en contra del reduccionismo y la psicopatologización de la práctica psicológica. La orientación filosófica no es una terapia alternativa sino una alternativa a la terapia, como ha indicado en su primer manual de 1999.

-Peter Raabe (Canadá). Considera que el Asesoramiento Filosófico tiene dos áreas: la educativa basada en el pensamiento crítico, y la terapéutica que es totalmente racional.

-Ran Lahav (Israel). El objetivo del Asesoramiento Filosófico es el examen de pensamientos y opiniones, estudio crítico de las redes de creencia, acceso a una nueva comprensión de la existencia. La filosofía es búsqueda de sabiduría y por ello debe proporcionar una forma de vida.

-Lou Marinoff (Canadá). Hace una diferencia entre trastorno y malestar y propone un método para pensar bien y revisar el sistema de creencias.

-Tim LeBon (Inglaterra). Propone como punto de partida para el Asesoramiento Filosófico, el pensamiento crítico creativo, fenomenología y el análisis conceptual.

Pero en habla hispana el panorama es diferente, pues parece que la simultaneidad y las influencias entre los asesores lo hace difícil personalizar. Las propuestas no son del todo completas y se hace complicado derivar de ellas una orientación, así tenemos que en Argentina y en Perú se sigue un método en común de clarificación argumental básicamente. En Sevilla (España), el Grupo E.T.O.R. posee una orientación de corte racional y con alguna influencia del psicoanálisis. José Barrientos Rastrojo es uno de los máximos exponentes del Asesoramiento Filosófico en el panorama hispano hablante por ser el primer Doctor en Filosofía con una tesis de Filosofía Aplicada.

Según José Barrientos, el Asesoramiento Filosófico consiste en un diálogo entre dos individuos en el que se pretende que el cliente, que no el paciente, clarifique sus conceptos y, por ende, su propia vida. Para ello hay dos elementos esenciales. Uno es la orientación racional que ayuda al cliente a alcanzar un pensamiento lo más razonable posible obviando falacias intelectuales, errores de pensamiento, concibiendo qué es un argumento y las asunciones que subyacen a él. Por otra parte, está la orientación a través de los autores de la historia de la filosofía que sirve como apoyatura para la discusión de los asuntos que aquejan al cliente. Lo importante no es el principio de autoridad que subyace en los filósofos sino la fuerza de los argumentos de personas que han reflexionado con prudencia. Estos han pasado por situaciones que guardan similitud con las personas que acuden al gabinete de filosofía. La filosofía, bajo la concepción senequista, no es un desarrollo teórico, de erudición mental sino un camino de transformación y una ayuda para colmar el arte de vivir. No en vano, Séneca y las escuelas helenísticas desarrollaron cuestiones como la ira, la clemencia, el amor, la razón, la forma de tomar decisiones acertadas sin dejarnos llevar por las pasiones.

La filosofía ha sido en múltiples ocasiones sinónima de exceso de erudición e intento de vanagloria personal a través del oscurantismo de sus expresiones y usos. El Asesoramiento Filosófico necesita hombres que se dediquen a la investigación filosófica de la cual pueda nutrirse pero trabaja al pie de la persona y de su vida. Lo importante no son las teorías sino cómo estas pueden ayudar a la persona a conocerse y entender lo que pasa a su alrededor. El Asesoramiento Filosófico no trataría con personas enfermas sino con individuos sanos a los que se presentan conflictos en su vida.
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El caos es ignorancia

EL CAMINO ASCENDENTE HACIA LA SABIDURÍA (3): EL CAOS ES IGNORANCIA

Este artículo está reproducido en la cuarta parte de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA

Este artículo está reproducido en la segunda parte de la obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD

Este es el tercero de una serie de artículos dedicados a la relación entre el caos y al orden. En el primero artículo, contemplé que "No hay caos en el universo". En el segundo artículo que "En todo caos hay un orden". Ahora argumentaré de que "El caos es sinónimo de ignorancia".

Lo más grave de la ignorancia como sinónimo del caos, es que puede llevar este mundo a un genocidio globalizado, según Wilber (2005: 88):

"La ignorancia respaldada por la tecnología primordial o tribal es capaz de infligir un daño limitado, pero esa misma ignorancia apoyada por la industria es capaz de destruir la totalidad del planeta. Tenemos, pues, que separar estos dos puntos, la ignorancia y los medios de que disponemos para ejercerla, porque con la modernidad y la ciencia tenemos, por vez primera en la historia, una forma de superar nuestra ignorancia, en el mismo instante preciso en que hemos creado los medios para que esa ignorancia resulte globalmente genocida. Finalmente sabemos más pero si no actuamos en concordancia con lo que sabemos terminaremos todos muertos, lo cual aporta un nuevo significado a la frase de Confucio : Que puedas vivir en un tiempo interesante”.

La ignorancia nos puede llevar literalmente al caos. Por tanto, es a la sabiduría donde hay que poner la mirada, la misma filosofía que nos quitan de los colegios, para sustituirla por mera información, que no equivale a conocimiento, y sin conocimiento no hay pensamiento. Eudald Carbonell en el prólogo de la obra La sociedad de la ignorancia (Mayos y Brey, 2011), nos advierte de lo siguiente:

“La tecnología y su socialización generan tensiones y divisiones en nuestra estructuras ecológicas y culturales. No se ha producido, pues, una socialización efectiva del conocimiento, y ello impide que caminemos hacia la sociedad del pensamiento, tal como deberíamos hacer. Debemos trabajar en la perspectiva de generar una nueva conciencia crítica de especie. Solamente con una evolución responsable, construida a través del proceso consciente, podremos convertir el conocimiento en pensamiento, y alejarnos así de la sociedad de la ignorancia”.

Tal ignorancia perdura desde la Ilustración, según Wilber (2005: 366):

"La rebelión postilustrada o postmoderna comenzó entre los siglos XVIII y XIX. Las profundas contradicciones inherentes al paradigma fundamental de la Ilustración no tardaron en empañar los logros positivos de la modernidad con sus deplorables secuelas negativas. Y cuando ese esplandor de la modernidad se vio eclipsado por sus miserias, “las fuerzas del eco” [Romanticismo de la naturaleza] se alzaron en contra de “las fuerzas del ego” [Ilustración racionalista] y comenzó una terrible batalla entre cuyas humeantes ruinas todavía seguimos viviendo hoy en día. Bajo la violenta ofensiva de la industrialización, la visión del mundo exclusivamente descendente (2) y la gran red de los “ellos” (3) interrelacionados –dentro de la cual todavía vivimos, nos movemos, pensamos y nos sentimos- terminaron imponiéndose a la mente moderna y postmoderna".

Una ignorancia sin buenos presagios para la humanidad, según Wilber (2005: 442):

"El enfoque exclusivamente descendente desprecia todo camino ascendente (1) y le acusa de ser el culpable de casi todos los problemas que aquejan a la humanidad y a Gaia. Pero el odio es recíproco, porque unos y otros se hallan atrapados en la misma ignorancia de dispersión y exterioridad que ha sido la auténtica causa de todos los problemas de la humanidad. Desde hace unos dos mil años, los ascendentes y los descendentes se hallan enzarzados en la misma batalla, una batalla en la que cada bando reclama ser la Totalidad y acusa al otro de ser el Mal, fracturando así el mundo en una pesadilla de odio y rechazo. Después de tantos años de lucha, los ascendentes y los descendentes siguen atrapados en la misma locura".

La locura esquizofrénica del pensamiento occidental es fundamentalmente una enfermedad de carácter epistemológico: obviar la no-dualidad de la conciencia, una integración del camino ascendente con el camino descendente, un objetivo fundamentalmente perseguido por Wilber (2005: 32) en su obra:

"Los ascendentes y los descendentes sólo podrán salvarse, por así decirlo, uniéndose (4). Y quienes no contribuyan a esta integración no sólo destruirá la única Tierra de la que disponemos sino que también dificultan el acceso al único Cielo que, de otro modo, podríamos alcanzar."

Si vivimos en la locura esquizofrénica de un mundo exterior donde sólo hay caos e ignorancia, es preciso buscar el propio orden de cada cual en la profundidad de nuestro ser. Pero esta cuestión será aludida en el próximo artículo.


REFERENCIAS:

(1) El camino ascendente es el camino puramente trascendental y ultramundano. Se trata de un camino puritano, ascético y yóguico, un camino que suele despreciar- e incluso negar- el cuerpo, los sentidos, la sexualidad, la Tierra y la carne. Este camino busca la salvación en un reino que no es de este mundo. El camino ascendente glorifica la unidad no la multiplicidad.

(2) El camino descendente, por su parte afirma exactamente lo contrario, Éste es un camino esencialmente intramundano, un camino que no glorifica la unidad sino la multiplicidad. El camino descendente enaltece la Tierra, el cuerpo, los sentidos e incluso la sexualidad, un camino que llega incluso a identificar el espíritu con el mundo sensorial. Se trata de un camino puramente inmanente que rechaza la trascendencia.

(3) Wilber hace hincapié de que el cerebro forma parte de la naturaleza, pero la mente no forma parte del cerebro, pues la conciencia es una dimensión interna cuyo correlato externo es el cerebro objetivo. La mente es un “yo” y el cerebro es un “ello”. Sólo es posible acceder a la mente a través de la introspección, la comunicación y la interpretación. Aunque la conciencia, los valores y los significados sean inherentes a las profundidades del Kosmos (Espíritu o Naturaleza), no pueden ser encontrados en el cosmos (naturaleza), es decir, son inherentes a las profundidades interiores. Así fue como el Espíritu se suicidó y terminó convirtiéndose en un fantasma. Ese fue el motivo por el que teóricos como Foucault han atacado con tanta dureza las “ciencias del hombre” que aparecieron en el siglo XVIII, pues los seres humanos eran estudiados en sus dimensiones objetivas y empíricas y, en consecuencia, fueron reducidos a meros “ellos”.

(4) CAMINO ASCENDENTE: Camino ascendente de la conciencia personal, a saber, evolución de la conciencia como posibilidad de lograr más y más conocimientos hasta hallar la sabiduría. (Es lo equivalente a la salida del mundo de las sombras en el Mito de la Caverna de Platón).

CAMINO DESCENDENTE: Camino descendente de la conciencia transpersonal, es decir, todo el saber adquirido en el camino ascendente se revierte en la humanidad en tanto que la conciencia es transmisora de conocimientos a la vez que conciencia solidaria (transpersonal). (Es lo equivalente al retorno al mundo de las sombras en el Mito de la Caverna de Platón).


BIBLIOGRAFÍA:

Wilber, Ken. Breve historia de todas las cosas. Barcelona: Kairos, 2005.

Mayos, Gonçal y Brey, Antoni. La sociedad de la ignorancia. Barcelona: Península, 2011

NOTA: Recomiendo la lectura de este artículo: CAOS Y ORDEN DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA CIENCIA Y LA MITOLOGÍA

Destaco la conclusión de dicho artículo:


"A lo largo de estas breves páginas hemos realizado un viaje por la ciencia moderna y por la ciencia tradicional, que es la mitología. Como se ha visto, hay muchos puntos de encuentro entre ambas, pero al mismo tiempo todavía hay diferencias que salvar. Los científicos a menudo huyen de la filosofía y del mito, justificándose en que la ciencia es algo exacto, sujeto a medida. Sin embargo, una aplicación exhaustiva del método científico basado en el análisis y la experimentación ha hecho que surjan una serie de teorías que cuestionan ese método en sí mismo. Se ha llegado a un agotamiento conceptual, y de ahí que muchos físicos se vuelvan a los viejos mitos en busca de un significado a lo que no deja de ser meras ecuaciones. Por otro lado, las mismas religiones tradicionales se ven refrescadas por la ciencia, ya que esta ciencia cada vez es menos materialista y dispuesta a abrirse a conceptos metafísicos. Una ciencia que cada vez es más filosófica necesita una religión que acepte conceptos científicos en sus enseñanzas. Tanto la ciencia como la religión deben caminar juntos de la mano de la filosofía si no quieren morir aletargadas en dogmas antiguos y desfasados."
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En todo caos hay un orden

EL CAMINO ASCENDENTE HACIA LA SABIDURÍA (2): EN TODO CAOS HAY UN ORDEN

Este artículo está reproducido en la cuarta parte de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA

Este artículo está reproducido en la segunda parte de la obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD

Sin lugar a dudas, no hay caos en el universo sino un orden que se manifiesta en Bondad y Belleza en una precisa relación a la Verdad. Tal proposición que tiene connotaciones de una expresión mística, bajo la lupa del conocimiento, bajo el impulso de la ciencia, tiene toda su razón de ser. No en vano, primero la filosofía, y luego las disciplinas científicas se han desvivido para hallar el orden subyacente que mueve a la naturaleza. ¿Qué es la ciencia, sino una interpretación de leyes inmanentes a la naturaleza y el orden divino? Lo que podemos “comprender” mediante la ciencia se convierte en un orden de interpretación siempre parcial de la totalidad del Ser. En efecto, la ciencia busca su verdad en el “ello”, a decir de Wilber (2005:169-170):

"El lenguaje del “ello” es un lenguaje objetivo y neutral, un lenguaje carente de valor; es el lenguaje en suma, utilizado por las ciencias empíricas, analíticas y sistémicas (desde la física hasta la biología, la cibernética, la sociología positivista, el conductismo y la teoría de sistemas). Se trata en otras palabras de un lenguaje monológuico, de un lenguaje que monologa con “ellos”, con meras superficies".

La cuestión de fondo es que el materialista científico, desde la razón, pretende suplantar a la Razón en un alarde de soberbia. El científico materialista no niega que haya un orden bajo el aparente caos objeto de sus estudios, bien al contrario, su metodología científica estriba en descubrir el velo de la Verdad, aunque sin demasiado éxito al decir de Wilber (2005: 48-49):

"El Bing Bang ha convertido en idealista a todo aquel que piense. Primero no había absolutamente nada, luego tiene lugar el Bing Bang y ¡he aquí que aparece algo! Esto es muy extraño. De la vacuidad más completa emerge todo el mundo de lo manifiesto. Para la ciencia tradicional esto ha supuesto un duro golpe porque impone un límite de tiempo al estúpido azar que, según se suponía, explicaba el universo. ¿Recuerda usted aquel ejemplo de los mil monos y Shakespeare, un ejemplo según el cual el azar podía dar lugar al universo ordenado? El que afirmaba que, disponiendo de suficiente tiempo, un puñado de monos aporreando las teclas de una máquina de escribir terminarían escribiendo una obra de teatro de Shakespeare. ¡Disponiendo de suficiente tiempo! La probabilidad de que, de ese modo, los monos pudieran escribir una obra de Shakespeare sería de uno entre diez elevado a cuarenta. Tal vez algo así pudiera ocurrir en un lapso de mil billones de años. Pero el hecho es que el universo no tiene mil billones de años sino sólo doce mil millones de años. Y esto ha cambiado completamente las cosas. Los cálculos efectuados por los científicos, desde Fred Hoyle hasta F.B. Salisbury, muestran de manera contundente que en doce mil millones de años ni siquiera existe la posibilidad de producir una simple enzima. En otras palabras, algo distinto al azar es lo que está empujando al universo. El azar era la tabla de salvación, el dios, de los científicos tradicionales porque servía para explicarlo todo. El azar –y un tiempo infinito- podrá llegar incluso a crear el universo. Hoy en día, sin embargo, los científicos saben que no disponen de un tiempo interminable y, en consecuencia, su antiguo dios ha fracasado miserablemente. Ese dios ha muerto, el azar no puede explicar el universo porque, de hecho, es precisamente el azar lo que el universo se está esforzando laboriosamente por superar, es precisamente el azar lo que se ve superado por el impulso autotrascendente del Kosmos. Lo cual es otra forma de decir que la autotrascendencia está integrada en el universo, que la autotrascendencia constituye uno de los cuatro impulsos de todo holón" (1).

Cuando buscamos comprender, ya sea desde la ciencia o la filosofía hermenéutica (2), se presupone tácitamente un subyacente orden por descubrir en aquello que se nos presenta como caótico en términos negativos, una sentencia que tiene su correspondiente significado positivo al aseverar nuestro desconocimiento u ignorancia acerca de una determinada materia de estudio. Desde nuestra ignorancia, desde nuestra interpretación caótica, pretendemos dar un salto cualitativo hacia un conocimiento superior que ponga “orden” en nuestras ideas. Sería algo así como hallar el “eslabón perdido” que permitiera enlazar nuestro desconocimiento o ignorancia sobre una materia determinada hacia una comprensión jerárquicamente superior y hasta entonces velada a nuestros límites naturales de cognición. Esa premisa de hallar un orden cognitivo en una apariencia caótica, subyace tanto en la actitud filosófica como científica, aunque no siempre con tino según apunta Wilber (2005: 392-394):

"La Ilustración se aprestó a la búsqueda de cualquier “eslabón perdido” de la Gran Cadena del Ser, a la búsqueda de todos los “eslabones perdidos” entre las distintas especies. ¡Y todo esto ocurría dos décadas antes de que Darwin publicara El origen de las especies! ¡Todo el mundo dedicándose a la búsqueda de eslabones perdidos! La búsqueda del eslabón perdido, por ejemplo, también estaba detrás de la investigación de los microorganismos (cuya existencia había deducido Leibniz para llenar ciertas fisuras existentes en la Gran Cadena), y lo mismo ocurrió con la creencia en la vida en otros planetas (deducida por Giordano Bruno basándose también en la Gran Cadena del Ser). Así pues, la noción de eslabón perdido no se basaba tanto en los datos empíricos científicos como en la misma idea de la Gran Cadena del Ser. Una idea por cierto neoplatónica porque, de un modo u otro, todo esto se remonta a Plotino. El Espíritu, según Plotino, es tan pleno y completo que, cuando se vuelca en la creación, lo impregna absolutamente todo, sin dejar agujeros, fisuras ni eslabones perdidos. Y la Gran Holoarquía de Plotino (figura 14-1) es la forma en que esos eslabones, o niveles, se conectan, se incluyen y se engloban mutuamente a lo largo del camino que conduce desde la materia hasta Dios. La modernidad, sin embargo, atada a un marco de referencia exclusivamente descendente, nos ofrece una visión de la evolución que concluye en la razón y nos lleva también a interpretar toda la Gran Cadena en términos meramente empíricos y naturales que nos impiden llegar a comprender y explicar el impulso autotrascendente de esta evolución que, no obstante, ¡ha terminado convirtiéndose en el dios de nuestro tiempo!".

Sin lugar a dudas, bajo toda apariencia caótica subyace un orden por descubrir, en caso contrario, ¿qué sentido tendría hacer ciencia o filosofar? Sin embargo, el caos mayor es aquel que, instalado en nuestra ignorancia, impide caminar con la razón en el sendero ascendente hacia la sabiduría. Para tal fin, es preciso emular a Descartes, quien tuvo que estructurar unas reglas del pensamiento en su Discurso del método (Descartes, 1999) (3) , porque un pensamiento que no se piensa correctamente así mismo, es un pensamiento caótico donde reina la ignorancia.


REFERENCIAS:

(1) La realidad está compuesta de totalidades/partes, u “holones”. Arthur Koestler acuño el término “holón” para referirse a una entidad que es, al mismo tiempo, una totalidad y una parte de otra totalidad. Y si usted observa atentamente las cosas y los procesos existentes, no tardará en advertir que no son solo totalidades sino que también forman parte de alguna otra totalidad. Se trata, pues, de totalidades/partes: de holones.

Todos los holones poseen cuatro capacidades (individualidad, comunión, autotrascendencia y autodisolución); el motor de la evolución es el impulso autotrascendente y su desarrollo es holoárquico, es decir, que procede trascendiendo e incluyendo (las células, por ejemplo, trascienden e incluyen a las moléculas que, a su vez, trascienden e incluyen a los átomos, etcétera). El impulso autotrascendente del Kosmos va creando holones de una profundidad cada vez mayor y que, cuanta mayor es la profundidad del holón, mayor es también su nivel de conciencia.

Pero cuanta mayor es la profundidad mayor es también el riesgo de que aparezcan problemas. Los perros, por ejemplo, pueden padecer cáncer, cosa que no ocurre, obviamente en el caso de los átomos. No se trata pues de que el proceso evolutivo discurra de una manera apacible y tranquila sino que, en cada uno de sus pasos, se encuentra sujeto a un proceso dialéctico.

Pero los holones no solo tienen un interior y un exterior, también existen de manera individual y colectiva, lo cual significa que cada holón presenta cuatro facetas diferentes, a las que Wilber ha denominado cuatro cuadrantes (intencional, conductual, cultural y social) -véase figura 5-1-.

(2) El término “hermenéutica” significa “interpretar”, “esclarecer” y “traducir”, es decir, cuando alguna cosa se vuelve comprensible o lleva a la comprensión, un objetivo pretendido por La educación cuántica mediante un revisionismo de la historia del pensamiento, y cuya conclusión es que la humanidad ha tocado fondo en su dialéctica materialista y necesita urgentemente repensarse a sí misma mediante la filosofía transpersonal , convirtiéndose esta en un fundamento epistemológico para un nuevo paradigma de conocimiento integrador de la filosofía con la espiritualidad. La filosofía transpersonal es una disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia así como los estudios de la conciencia. El filósofo Ken Wilber es un emblemático representante del movimiento transpersonal que surge del encuentro entre la psicología occidental (en particular de las escuelas psicoanalíticas, junguiana, humanista y existencial) y las tradiciones contemplativas de Oriente (en especial el budismo zen, el taoísmo y el hinduismo). Según Ken Wilber (2005:139):

La hermenéutica es el arte de la interpretación. La hermenéutica se originó como una forma de comprender la interpretación misma porque cuando usted interpreta un texto hay buenas y malas formas de proceder. En general, los filósofos continentales, especialmente en Alemania y en Francia, se han interesado por los aspectos interpretativos de la filosofía, mientras que los filósofos anglosajones de Gran Bretaña y Estados Unidos han soslayado la interpretación y se han dedicado fundamentalmente a los estudios pragmáticos y empírico-analíticos. ¡La vieja disputa entre el camino de la Mano Izquierda y el camino de la Mano Derecha!” (la Mano Izquierda se refiere a “lo intencional” y a “lo cultural”, que tienen que ver con la profundidad interior a la que solo se puede acceder mediante la interpretación; y la Mano Derecha se refiere a “lo empírico” y “perceptual”). Así pues, recuerde, que la “hermenéutica” es la clave que nos permite adentrarnos en las dimensiones de la Mano Izquierda. La Mano Izquierda es profundidad y la interpretación es la única forma de acceder a las profundidades. Como diría Heidegger, la interpretación funciona en todo el camino de descenso para el cual el mero empirismo resulta casi completamente inútil -véase figura 6-1-.

(3) ElDiscurso del método, cuyo título completo es Discurso del método para conducir bien la propia razón y buscar la verdad en las ciencias, es la principal obra escrita por René Descartes (1596-1650) y una obra fundamental de la filosofía occidental con implicaciones para el desarrollo de la filosofía y de la ciencia. Descartes tituló esta obra Discurso del método con una finalidad precisa. En una carta que dirige a Marin Mersenne le explica que la ha titulado Discurso y no Tratado para poner de manifiesto que no tenía intención de enseñar, sino solo de hablar. Con esto Descartes trata de alejarse de cualquier problema que pudiese surgir con sus contemporáneos por las ideas vertidas en esta obra y además escapa así de una posible condena eclesiástica como había ocurrido poco tiempo antes con Galileo y cuyas ideas Descartes no consideraba desacertadas.


BIBLIOGRAFÍA:

Wilber, Ken. Breve historia de todas las cosas. Barcelona: Kairos, 2005.

Descartes, René. Discurso del método. Madrid : Ediciones escolares, 1999.

NOTA: Recomiendo la lectura de este artículo: CAOS Y ORDEN DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA CIENCIA Y LA MITOLOGÍA

Destaco la conclusión de dicho artículo:


"A lo largo de estas breves páginas hemos realizado un viaje por la ciencia moderna y por la ciencia tradicional, que es la mitología. Como se ha visto, hay muchos puntos de encuentro entre ambas, pero al mismo tiempo todavía hay diferencias que salvar. Los científicos a menudo huyen de la filosofía y del mito, justificándose en que la ciencia es algo exacto, sujeto a medida. Sin embargo, una aplicación exhaustiva del método científico basado en el análisis y la experimentación ha hecho que surjan una serie de teorías que cuestionan ese método en sí mismo. Se ha llegado a un agotamiento conceptual, y de ahí que muchos físicos se vuelvan a los viejos mitos en busca de un significado a lo que no deja de ser meras ecuaciones. Por otro lado, las mismas religiones tradicionales se ven refrescadas por la ciencia, ya que esta ciencia cada vez es menos materialista y dispuesta a abrirse a conceptos metafísicos. Una ciencia que cada vez es más filosófica necesita una religión que acepte conceptos científicos en sus enseñanzas. Tanto la ciencia como la religión deben caminar juntos de la mano de la filosofía si no quieren morir aletargadas en dogmas antiguos y desfasados."
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No hay caos en el universo

EL CAMINO ASCENDENTE HACIA LA SABIDURÍA (1): NO HAY CAOS EN EL UNIVERSO

Este artículo está reproducido en la cuarta parte de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA

Este artículo está reproducido en la segunda parte de la obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD

Toda mi vida he creído estar viviendo en un mundo caótico. Toda mi vida he buscado comprender por qué vivimos en un caos social y político con nefastas consecuencias psicológicas para las personas. Durante muchos años he estado elucubrando sobre la relación que hay entre la libertad, el caos y el orden. ¿Hay un orden preestablecido que nos sobrepasa y, por tanto, somos seres predeterminados? O, por lo contrario, ¿tenemos libre albedrío a pesar de que la neuropsicología nos dice que somos una fábrica de ilusiones (Morgado, 2015)?

Ahora, después de varias publicaciones tras diez años de investigación, he comprendido que no hay caos en el universo. Esta intuición vino a mí durante una meditación, uno de esos momentos en los que te conectas con la Fuente de todo, y que da respuestas a tus preguntas. Más adelante aludiré cómo funciona ese proceso que invita a conocerse a sí mismo y también al mundo. La cuestión es que salí del estado meditativo con la firme seguridad de que en el universo no hay caos sino un orden bello y armonioso, pero casi imperceptible para nosotros los humanos. Comprendí que, como parte de una totalidad mayor, el ser humano nunca tiene la última respuesta que pertenece, propiamente, a la Unidad divina que todo lo sabe. Nosotros los humanos tan solo hacemos acopio de una ínfima parte de la sabiduría universal mediante el desarrollo de la filosofía y las ciencias.

La cuestión filosófica que ha perdurado por los siglos y sigue siendo el problema fundamental en el actual debate epistemológico , es saber cómo conectan el cuerpo y la mente, la razón y el espíritu. Para los escépticos materialistas científicos, la conciencia emerge de la materia, es decir, las ideas son formaciones nebulosas que emergen de un conglomerado de átomos, moléculas y células. Por lo contrario, los idealistas presuponemos un ser consciente independiente de la materia y que interactúa con ella. Es un problema de hondo calado filosófico acerca de la conciencia y que me ha llevado a ser un estudioso de la obra de Wilber. No solo comparto su erudición filosófica de la historia del pensamiento humano sino su concepción espiritual que otorga una profunda importancia a la introspección como más que probable camino de sabiduría. El esencial problema epistemológico es: ¿de dónde surgen las ideas? Tanto la física cuántica como las neurociencias (1) se hallan lidiando con problemas metafísicos, es decir, genuinamente filosóficos al hacer evidente, respectivamente, que la realidad es unitaria y que el mundo dualista es ilusión.

Wilber contextualiza histórica y filosóficamente el principal problema de Occidente, pero también de la humanidad: el “yo” (ego) ha caído preso de un mundo chato dominado por el “ello” (materialismo científico) (2) , lo cual crea una crisis existencial, intelectual y filosófica al “nosotros” (3) . El giro epistemológico es un nuevo paradigma de conocimiento que propugna una pedagogía introspectiva como vía de empoderamiento de cada uno de nosotros. Dicho de otro modo, emprender un camino ascendente hacia la sabiduría lo cual, coincidiendo con Wilber, la meditación es su principal puerta de acceso.

Por tanto, en relación a la pregunta ¿de dónde vienen las ideas?, puedo afirmar con rotundidad que las ideas proceden de la Fuente, o Dios o Tao, da igual el nombre con el que se etiquete al innombrable. La cuestión es que, todas aquellas personas que han experimentado dicho camino interior, son seres conscientes de su propia consciencia, supraconscientes por decirlo de otra manera, y que permite tener acceso a una fuente de información si se dirige a ella en términos de humildad, sinceridad de propósito y bienintencionadamente. Todas nuestras preguntas hallan respuestas cuando, reconociendo nuestra propia ignorancia, estemos dispuestos a aprender de la Fuente que todo lo provee, porque no hay caos en el universo, todo estás ordenado, pero no hemos llegado todavía a descifrar tal estado de sabiduría suprema. Quien sea que posea esa sabiduría suprema (que cada cual le ponga el nombre que quiera), sabe bien antes que nosotros, pobres criaturas racionales que obvian al Espíritu, de lo que nos conviene o no. Consecuentemente, cuando actuamos “desconectados” de la Fuente, es decir anteponemos el “ego”, cerramos una puerta a un camino de sabiduría presente en la filosofía perenne: el misticismo contemplativo. El Espíritu conoce el pasado, el presente y el futuro (4) , y manifiesta dicho conocimiento a través de una sabia naturaleza, pero también desde la naturaleza mental que nos habla pero que pocos saben escuchar, como sabiamente nos anticipó Heráclito (5) con el Logos. También Wilber (2005: 67) asevera de que, la dirección de la evolución, es poner orden en el caos:

"La evolución tiene una dirección, un principio que, como suele decirse, pone orden en el caos y supone, dicho de otro modo, un impulso hacia el logro de una mayor profundidad. En este sentido, cada nuevo desarrollo supone una victoria sobre el caos que implica la aparición de un sentido y aumenta el valor intrínseco de Kosmos (6) . Eso es precisamente lo que afirma el principio número 12 (7) , que la evolución tiende, de manera general, a moverse en la dirección de una complejidad creciente, de una diferenciación/integración creciente, de una organización/estructuración creciente, de una autonomía relativa creciente, de un telos creciente."

En el universo no hay caos, todo es Belleza y Bondad en un preciso orden en relación a la Verdad: es lo que los hombres solemos llamar Dios, o Tao, o cualquier nombre que utilicemos para designar al innombrable que, en términos filosóficos, ha sido diferenciado en cuatro cuadrantes o Gran Tres, según Wilber (2005: 167-171):

"A lo largo de millones de años, la humanidad ha ido aprendiendo lentamente a diferenciar la verdad de la apariencia [individual exterior -“ello”-], la bondad de la maldad [interior colectivo -“nosotros”], la belleza de la fealdad [exterior colectivo -“ello”-] y la sinceridad del engaño [individual interior -“yo”-]. Las cuatro verdades son los cuatros rostros a través de los cuales se manifiesta el Espíritu mientras que los criterios de validez son las formas en que conectamos con el Espíritu, las formas en que sintonizamos con el Kosmos. (…) Son estos distintos caminos de la verdad los que nos llevan más allá de nosotros, fuera de nosotros mismos, y nos obligan a refrenar nuestro egocentrismo y adaptarnos a verdades cada vez más amplias y más profundas. Desde la sintonía a la expiación y, desde ahí, a la unidad, hasta que, en una súbita conmoción, podamos llegar a reconocer nuestro Rostro Original, el Rostro que nos insta en voz baja pero insistente a recordar la Verdad, la Bondad y la Belleza. El Kosmos nos susurra desde todos los rincones. Dejemos, pues, que la sinceridad, la verdad, la bondad y la belleza resplandezcan como el marchamo de la radiante Vacuidad que nunca estuvo -y que nunca podrá estar- lejos de nosotros."

El lenguaje del “ello”, el lenguaje del “yo” y el lenguaje del “nosotros”, son tres lenguajes (…) del Gran Tres, como la ciencia (ello), el arte (yo) y la moral (nosotros) o, respectivamente, como la Verdad, la Belleza y la Bondad platónica.

Espero haber sido clarividente en mis explicaciones sobre el por qué creo que el universo no es caótico, sino que, donde vemos caos, hay un subyacente orden que cada uno de nosotros debe descubrir mediante la veracidad, la sinceridad, la integridad y la honradez en la interioridad individual o camino ascendente hacia la sabiduría.


REFERENCIAS:

(1) El materialismo es una corriente filosófica que, en oposición al idealismo, resuelve el problema cardinal o fundamental de la filosofía acerca de la relación entre el pensar, el espíritu y la naturaleza, postulando que la materia es lo primario. Según la visión materialista, la conciencia y el pensamiento es una emergencia material a partir de un estado altamente organizado. Según esta concepción, el mundo es material y existe objetivamente, independientemente de la conciencia. Sin embargo, el neurocientífico Francisco J. Rubia, Catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, viene a decir todo lo contrario: “Los órganos de los sentidos nos han engañado desde siempre y lo sabemos, como ya lo sabían los filósofos griegos de la naturaleza de las colonias jónicas en Asia Menor. La neurociencia moderna nos dice que ni los colores ni los olores, ni los gustos ni los sonidos existen en la naturaleza, sino que son creaciones del cerebro”. Según Rubia, la revolución neurocientífica modificará los conceptos del yo y de la realidad. Los hallazgos realizados en este campo en los últimos años han sido múltiples y podrían producir lo que él denomina “la cuarta humillación humana”, tras el final del geocentrismo, la aparición de la teoría de la evolución y el descubrimiento del inconsciente. Estos hallazgos llevarían, de hecho, a cuestionarse conceptos tan fundamentales para nuestra cosmovisión como la naturaleza de la realidad o del yo o la existencia del libre albedrío (paradójicamente, lo mismo que hizo Kant en sus Tres críticas). (Declaración efectuada en una conferencia dentro del marco del 43º Congreso de la European Brain and Behaviour Society de Sevilla, sobre los últimos avances de la neurociencia).

(2) Wilber (2005: 177): Los grandes e innegables avances de las ciencias empíricas que tuvieron lugar en el periodo que va desde el Renacimiento hasta la Ilustración, nos hicieron creer que toda realidad podía ser abordada y descrita en los términos objetivos propios del lenguaje monológuico del “ello” e, inversamente, que si algo no podía ser estudiado y descrito de un modo objetivo y empírico, no era “realmente real”. Así fue como el Gran Tres terminó reducido al “Gran Uno” del materialismo científico, las exterioridades, los objetos y los sistemas científicos [denominado por Wilber como una visión chata del mundo].

(3) En este ensayo se hará sucesivas referencias al “nosotros” kantiano, el cual hay que interpretar como la esfera práctica o razón moral, es decir, a cómo tú y yo podemos interactuar pragmáticamente e interrelacionarnos en términos que tenemos algo en común, es decir, un entendimiento mutuo. La obra Crítica de la razón práctica de Kant (2008) trata de la filosofía ética y moral que, durante el siglo XX, se convirtió en el principal punto de referencia para toda la filosofía moral. El imperativo categórico es un concepto central en la ética kantiana, y de toda la ética deontológica moderna posterior. Pretende ser un mandamiento autónomo (no dependiente de ninguna religión ni ideología) y autosuficiente, capaz de regir el comportamiento humano en todas sus manifestaciones. Kant empleó por primera vez el término en su Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785). Según Kant (2006), del imperativo categórico existen tres formulaciones: 1- “Obra solo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal”. 2- “Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin, y nunca solo como un medio”. 3- “Obra como si, por medio de tus máximas, fueras siempre un miembro legislador en un reino universal de los fines”.

(4) La ley del desdoblamiento del tiempo, nos dice Garnier (2012), era ya conocida al principio de nuestra era, puesto que San Juan, en el Apocalipsis, hablaba de ello sin ningún misterio: “Yo soy el Alfa y el Omega, dice el señor Dios, Él es, Él era, y Él vendrá”. Bien conocida antiguamente, esta idea del pasado, presente y futuro sigue siendo una definición perfecta del desdoblamiento de los tiempos. También Platón, como los Egipcios, enseñaban la división de un Creador Único por desdoblamiento de los tiempos: “Yo soy el Ayer y yo conozco el Mañana”… “El ayer me dio la luz, he aquí que yo creo los Mañanas”. Algunos pueblos africanos también hablan de su “doble”, como los chamanes de América del Norte, o los “bushmen” de Namibia, y los aborígenes australianos utilizan su “imagen” para viajar en los sueños.

(5) Heráclito de Éfeso fue un filósofo griego. Nació hacia el año 535 a. C. y falleció hacia el 484 a. C. Era natural de Éfeso, ciudad de la Jonia, en la costa occidental del Asia Menor (actual Turquía). Como los demás filósofos anteriores a Platón, no quedan más que fragmentos de sus obras, y en gran parte se conocen sus aportes gracias a testimonios posteriores. Heráclito afirma que el fundamento de todo está en el cambio incesante. El ente deviene y todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa: se refiere al movimiento y cambio constante en el que se encuentra el mundo. Esta permanente movilidad se fundamenta en una estructura de contrarios. La contradicción está en el origen de todas las cosas. Todo este fluir está regido por una ley que él denomina Logos. Este Logos no solo rige el devenir del mundo, sino que le habla al hombre, aunque la mayoría de las personas “no sabe escuchar ni hablar” . El orden real coincide con el orden de la razón, una “armonía invisible, mejor que la visible” , aunque Heráclito se lamenta de que la mayoría de las personas viva relegada a su propio mundo, incapaces de ver el real. Si bien Heráclito no desprecia el uso de los sentidos (como Platón) y los cree indispensables para comprender la realidad, sostiene que con ellos no basta y que es igualmente necesario el uso de la inteligencia. Era conocido como “el Oscuro”, por su expresión lapidaria y enigmática. Ha pasado a la historia como el modelo de la afirmación del devenir y del pensamiento dialéctico. Su filosofía se basa en la tesis del flujo universal de los seres: todo fluye. Los dos pilares de la filosofía de Heráclito son: el devenir perpetuo y la lucha de opuestos. Ahora bien, el devenir no es irracional, ya que el Logos, la razón universal, lo rige: “Todo surge conforme a medida y conforme a medida se extingue” . El hombre puede descubrir este Logos en su propio interior, pues el Logos es común e inmanente al hombre y a las cosas.

(6) Wilber examina el curso del desarrollo evolutivo a través de tres dominios a los que denomina materia (o cosmos), vida (o biosfera) y mente (o noosfera), y todo ello en conjunto es referido como “Kosmos”. Wilber pone especial énfasis en diferenciar cosmos de Kosmos, pues la mayor parte de las cosmologías están contaminadas por el sesgo materialista que los lleva a presuponer que el cosmos físico es la dimensión real y que todo lo demás debe ser explicado con referencia al plano material, siendo un enfoque brutal que arroja a la totalidad del Kosmos contra el muro del reduccionismo. Wilber no quiere hacer cosmología sino Kosmología.

(7) Cada nivel sucesivo de la evolución produce MAYOR profundidad y MENOR extensión. Así, el número de moléculas de agua en el universo siempre será menor que el número de átomos de hidrógeno y de oxígeno. El número de células en el universo siempre será menor que el de moléculas, y así sucesivamente. Simplemente quiere decir que el número de totalidades siempre será menor que el número de partes, indefinidamente. Cuando mayor sea la profundidad de un holón, tanto mayor será su nivel de conciencia. El espectro de la evolución es un espectro de conciencia. Y se puede empezar a ver que las dimensiones espirituales constituyen el tejido mismo de la profundidad del Kosmos.


BIBLIOGRAFÍA:

Garnier, Jean-Pierre. Cambia tu futuro por las aperturas temporales. España: Reconocerse, 2012.

Kant, Immanuel. Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Madrid: Tecnos, 2006.

Kant, Inmanuel. Crítica de la razón práctica. Buenos Aires: Losada, 2008.

Morgado, Ignacio. La fábrica de las ilusiones. Barcelona: Ariel, 2015

Wilber, Ken. Breve historia de todas las cosas. Barcelona: Kairos, 2005.

NOTA: Recomiendo la lectura de este artículo: CAOS Y ORDEN DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA CIENCIA Y LA MITOLOGÍA

Destaco la conclusión de dicho artículo:


"A lo largo de estas breves páginas hemos realizado un viaje por la ciencia moderna y por la ciencia tradicional, que es la mitología. Como se ha visto, hay muchos puntos de encuentro entre ambas, pero al mismo tiempo todavía hay diferencias que salvar. Los científicos a menudo huyen de la filosofía y del mito, justificándose en que la ciencia es algo exacto, sujeto a medida. Sin embargo, una aplicación exhaustiva del método científico basado en el análisis y la experimentación ha hecho que surjan una serie de teorías que cuestionan ese método en sí mismo. Se ha llegado a un agotamiento conceptual, y de ahí que muchos físicos se vuelvan a los viejos mitos en busca de un significado a lo que no deja de ser meras ecuaciones. Por otro lado, las mismas religiones tradicionales se ven refrescadas por la ciencia, ya que esta ciencia cada vez es menos materialista y dispuesta a abrirse a conceptos metafísicos. Una ciencia que cada vez es más filosófica necesita una religión que acepte conceptos científicos en sus enseñanzas. Tanto la ciencia como la religión deben caminar juntos de la mano de la filosofía si no quieren morir aletargadas en dogmas antiguos y desfasados."
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Internet, según Ken Wilber

INTERNET, SEGÚN KEN WILBER

Este artículo está reproducido en el capítulo 4-4 de la primera parte de la obra KEN WILBER Y LOS NUEVOS PARADIGMAS DE LA HUMANIDAD

La Red es simplemente la estructura social exterior, el cuadrante inferior derecho. No obstante, lo que discurre a través de la Red, sí que tiene que ver con la conciencia interior, la moral y los valores. La tecnología informática (y la era informática en general) implica la existencia de un fundamento tecnológico que, si bien puede sostener una perspectiva mundicéntrica, una conciencia global, en modo alguno la garantiza. La Red no es más que una estructura social exterior que no garantiza, en sí misma, la transformación interior, menos todavía la conciencia global. Resulta inquietante el hecho de que muchos de los usuarios de la autopista de la información sean auténticos predadores digitales, guerreros informáticos egocéntricos completamente ajenos a la cooperación intersubjetiva y al reconocimiento mutuo. ¿De qué tipo de conciencia global estamos hablando? La humanidad se halla globalmente todavía en las modalidades de conciencia preconvencionales, egocéntricas y convencionales etnocéntricas. Los mapas holísticos e Internet no pueden, por sí mismos, provocar la transformación interior sino que, por el contrario, en la mayor parte de los casos, contribuyen al estancamiento e incluso a la franca regresión.
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Los cuatro cuadrantes

POR QUÉ PABLO IGLESIAS NO ASALTARÁ LOS CIELOS

Hace ya un año que, junto a otros compañeros, tomamos la iniciativa de constituir un círculo Podemos en Torredembarra. Hace un año también que emprendimos el viaje en Podemos con ilusión y, sobre todo, porque muchos activistas sociales proveníamos del 15M. Hace un año que pensábamos, ahora sí, podemos cambiar la sociedad. Hace un año que fuimos vilmente engañados con alevosía y nocturnidad por Pablo Iglesias y su Equipo Técnico.

Hace nueve meses, en el mes de octubre si no recuerdo mal, no tardaron en desvelar sus cartas, cuando mil candidatos como yo, presentemos nuestra candidatura al Consejo Ciudadano Estatal, y fuimos vilipendiados mediante una lista-plancha. Mi amigo Manuel y yo fuimos de los primeros en darnos cuenta que la camarilla de Pablo Iglesias había traicionado el espíritu horizontal con el cual iban a asaltar los cielos, para abandonar a los círculos a su suerte, y apoderarse ellos de una estructura vertical, como la casta, en nombre y representación de la conciencia de personas de buena fe, las cuales depositemos nuestra confianza en un “coletas”.

Hace ya seis siete meses que dejé el Círculo Podemos de Torredembarra por los motivos antes expresados, porque, si Felipe González nos la pegó una vez, no voy a caer otra vez en el mismo engaño. A pesar de recibir críticas en el seno del propio círculo por mi actitud también crítica con Pablo Iglesias, no pasó mucho tiempo para que el autócrata Pablo Iglesias y sus secuaces seguidores, demostraran públicamente sus retorcidas intenciones, elección tras elección con el mismo sistema-pancha. Poco a poco fuimos cada vez más los críticos que abandonemos el barco de Podemos, principalmente, porque esa no es el tipo de conciencia que queremos. Los verdaderos activistas buscamos una transparencia total en lo que se dice, y lo que se hace con lo que se dice, pues recordad que “por sus actos los reconoceréis”. Así fue como poco a poco, hasta los medios tradicionales y alternativos, todos ellos iban coincidiendo en una aplastante verdad: Podemos ha perdido el discurso de la calle. Ahora ya no quieren asaltar los cielos, sobre todo porque no podrán, y ya surgen voces sobre pactos con el PSOE. ¿Antes Podemos criticaba a la casta, y ahora se va a convertir en casta?

Hace ya siete meses que dejé Podemos y, desde la perspectiva que te da el tiempo, mis iniciales críticas a Pablo Iglesias quedan ahora confirmadas, incluso pude expresarlas en un libro titulado Podemos. Crónica de un renacimiento en el que, por habérselo ganado a pulso, tildo a Pablo Iglesias de autócrata. Hace ya siete mese que veo la política desde la distancia, lo cual me ha permitido retomar mis investigaciones filosóficas. Y si una cosa he aprendido en dicha labor, es saber por qué Pablo Iglesias no asaltará los cielos, argumentado científicamente desde un análisis de los cuatro cuadrantes del filósofo Ken Wilber.

Según el filósofo Ken Wilber la Verdad, la Bondad y la Belleza se manifiestan bajo cuatro cuadrantes: el interior individual (yo, intencional), el exterior individual (yo conductual), el interior colectivo (“nosotros” como intersubjetividad que conforma una cultura) y el exterior colectivo (el sistema social, económico y político). La teoría de Wilber es que la Verdad se manifiesta en los cuatro cuadrantes citados, y solo uno de ellos no puede, por sí solo, solapar a los demás, pues los cuatro cuadrantes representan la manifestación de la conciencia individual en interrelación con la conciencia colectiva, como expresión de la conciencia universal. En función de dichas premisas, veamos por qué Pablo Iglesias no asaltará los cielos.

Pablo Iglesias abanderó con su hipócrita imagen de niño bueno (interior individual, yo) a la conciencia de la colectividad del 15M y demás descontento social (interior colectivo), prometiéndoles que iba a asaltar los cielos (exterior colectivo, la política) para ofrecernos mejor vida a cada uno de nosotros (exterior individual). Como he argumentado anteriormente, es toda una falacia que ha dinamitado el discurso de Podemos, si es que tiene algún discurso intelectual coherente. De inicio es un error de cálculo, es una prepotencia desde el ego humano y por eso, como he dicho antes, los críticos fuimos los primeros en abandonar el barco de Podemos. Los críticos de Podemos no queremos que nos prometan migajas sino participar en la construcción de una conciencia global mediante una participación horizontal, la cual nos fue arrebatada para ser reconvertida en genuinamente vertical a escasos tres meses de las elecciones generales.

Como defiendo en mi libro Podemos. Crónica de un renacimiento , la actual crisis no es una crisis económica y política, sino una crisis social derivada de otra crisis mayor de civilización. Es una crisis intelectual y filosófica de enorme envergadura en la que, los economistas y ahora los profesores de ciencias políticas, se han empeñado en “diseñar” nuestra realidad al servicio de la oligarquía financiera. Es realmente una crisis de conciencia de la humanidad, es una crisis del ego humano que antepone la avaricia y la corrupción en todos los espectros del poder político, desmantelando así los Estados sociales que han costado décadas en ser construidos desde la Segunda Guerra Mundial. Repito es una crisis del ego humano, es una crisis de conciencia humana. Y en estos lares, permítame recordar, Ken Wilber es el “Einstein” de la conciencia.

Pues bien, retomando el asunto de Pablo Iglesias. El “coletas” y sus seguidores, premeditadamente y con alevosía, ya tenían todo bien preparado para abanderar una conciencia social que reclamaba más horizontalidad, pero en el fondo de su alma ya tenían toda la estrategia preparada para apoderarse de dicha conciencia, a traición. Esto es kármico. La simple intencionalidad (interior individual) de asaltar los cielos (sistema político, exterior colectivo) mediante la traición a la conciencia intersubjetiva (interior colectivo), va contra la regla citada más arriba: la Verdad, la Belleza y la Bondad se manifiestan en los cuatro cuadrantes. En la conducta de Pablo Iglesias (individual exterior) se pudo apreciar cada vez más claro su cambio de discurso, su metamorfosis política, su alejamiento de las bases, en definitiva, los mismos motivos por los que Juan Carlos Monedero abandonó el barco despidiéndose desde el circulo Espiritualidad, como si de un guiño se tratara al color morado (espiritualidad) que ha sido ultrajado por Pablo Iglesias y su equipo.

Y por eso, por una cuestión de ética, Pablo Iglesias no asaltará los cielos, porque ha obviado que la Verdad, la Bondad y la Belleza se manifiestan en los cuatros cuadrante de la conciencia universal: Tú, nosotros, la cultura y el sistema social. Si tú engañas al “nosotros” para llegar a la Moncloa (sistema social), estás incurriendo en una falta de ética en relación a la Verdad, y es metafísicamente imposible que asaltes los cielos con una premeditación egoísta (interior individual), porque faltas a la Verdad de los cuatro cuadrantes.

He dicho más arriba que esta no es una crisis económica y política, más bien intelectual y de hondo calado filosófico que afecta a la conciencia de las personas, en cómo debemos ser conscientes de nuestras palabras y de nuestros actos, una cuestión hartamente improbable en nuestro sistema político. De momento estamos separando el trigo de la paja, los que actúan en conciencia y lo que no. Pablo Iglesias, creo, no es buen trigo, principalmente, por tener un ego tan vanidoso que le ha impedido ver la Verdad de los cuatro cuadrantes.
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Ken Wilber

Prólogo de mi próximo libro:

KEN WILBER Y LOS NUEVOS PARADIGMAS DE LA HUMANIDAD

UNA FILOSOFÍA HERMENÉUTICA PARA SERES ESPIRITUALES


¿Qué se persigue en la búsqueda del conocimiento? ¿Qué valor adquiere el saber? ¿Dónde va a parar ese cúmulo de sapiencia elaborada a través de algunos milenios? “El pasado me ha revelado la estructura del futuro” aseveraba el paleontólogo y filósofo francés Chardin. “No perdemos nada del pasado, solo con el pasado se forma el porvenir”, también decía el escritor francés Anatole France. “Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro” insistía el filósofo chino Confucio hace más de dos mil años. Sin lugar a dudas, el saber emerge del pasado, cohabita con el presente, pero también interactúa con el futuro. Más que nunca es preciso conocer nuestra historia para desentrañar las dificultades propias de nuestro complejo mundo, y poder así proponer soluciones futuras. Sobre dicho fundamento está escrito el presente ensayo.

Desde una perspectiva de la historia del pensamiento, cabe distinguir entre la filosofía tradicional (“pasado”, aunque presente en el pensamiento dominante) y la filosofía transpersonal (“presente”, aunque en situación de emergencia hacia el “futuro”) eruditamente elaborada por Ken Wilber. Por filosofía tradicional se entiende, en este ensayo, el cuerpo de conocimientos que se iniciaron con la filosofía moderna hasta llegar a la postmodernidad y concluyeron en la filosofía contemporánea. Esta filosofía tradicional ha desembocado en el pensamiento único neoliberal que ha secuestrado a la racionalidad colectiva expresada en las democracias occidentales, sometiendo a éstas a una plutocracia. Del mismo modo que la filosofía escolástica supeditó la razón a la fe, el economicismo neoliberal ha sometido la razón al servicio de la fe ciega en los mercados. Al reincorporar la espiritualidad en la razón humana, la filosofía transpersonal es una renovada visión y una superación paradigmática de la filosofía tradicional (Martos, 2010).

La filosofía transpersonal es una disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia así como los estudios de la conciencia. El filósofo Ken Wilber es un emblemático representante del movimiento transpersonal que surge del encuentro entre la psicología occidental (en particular de las escuelas psicoanalíticas, junguiana, humanista y existencial) y las tradiciones contemplativas de Oriente (en especial el budismo zen, el taoísmo y el hinduismo).

Esta obra reivindica la extensa y profunda erudición de Wilber como un filósofo que, como nadie, ha sabido interpretar el pasado y el presente de la humanidad, no sólo en referencia a la historia del pensamiento sino en relación a la evolución de la conciencia tanto individual como colectiva. Pero esta obra va un paso más allá pues, en un ejercicio de futurología filosófica (avalada por dos artículos científicos como se verá oportunamente), propone que la humanidad debe trascender los paradigmas de un “viejo mundo” y, en su lugar, abrazar emergentes paradigmas para un “nuevo mundo”, y que afectan a diferentes áreas del conocimiento: la filosofía, la psicología, la sociología, la ciencia, la educación y la espiritualidad.

Como se podrá apreciar a lo largo de este ensayo, Wilber es un filósofo contemporáneo cuyo pensamiento subyace en el constructo epistemológico de mis diversas publicaciones. Ken Wilber propugna una interpretación hermenéutica de la profunda espiritualidad que ha sido descuidada por Occidente. Esta obra, siguiendo la estela pensativa de Wilber, propone dejar atrás una visión chata del mundo, para abrazar una visión transpersonal que integre el “yo” (arte), el “nosotros” (moralidad) y el “ello” (ciencia), tres esferas del conocimiento que fueron diferenciadas en la Era de la Razón por el inconmensurable Kant mediante sus Tres críticas , y cuyo reto de integración sigue pendiente en la actual civilización.

Para tal finalidad, este ensayo se fundamenta en Breve historia de todas las cosas, una obra de Ken Wilber (2005a: 7-11), asumiendo como propios los mismos motivos anticipados por Tony Schwartz en el prólogo:

"Como pronto advertirán, Wilber ha adoptado, en este libro, un enfoque comprehensivo y global. En las páginas siguientes descubrirán una visión coherente que integra las verdades procedentes de una amplia y dispar diversidad de campos -como la física, la biología, las ciencias sociales, las ciencias sistémicas, el arte, la estética, la psicología evolutiva y el misticismo contemplativo, por ejemplo- y también incorpora movimientos filosóficos tan opuestos como el neoplatonismo, el modernismo, el idealismo y el postmodernismo. (…) Breve historia de todas las cosas es un libro que opera a varios niveles. Se trata, en mi opinión, del mapa más exacto del mundo en que vivimos y del lugar que en él ocupan los hombres y las mujeres".

Para un abordaje más comprensible del libro que obra en sus manos, se presenta una introducción donde se puede aprehender sinópticamente la cronología evolutiva del pensamiento occidental y sus nefastas consecuencias al obviar la profundidad interior a la que sólo se puede acceder mediante la interpretación, invitando al lector a considerar una visión hermenéutica como modelo de comprensión de la profundidad espiritual propuesta por Wilber en Breve historia de todas las cosas. El propio Wilber (Visser, 2004: 13) considera la importancia de dicha obra:

"A menudo me han preguntado cuál sería el libro que recomendaría como introducción a mi obra y creo que Breve historia de todas las cosas es el que mejor podría servir para ello (aunque Una teoría de Todo sea probablemente más corto y más sencillo). Breve historia de todas las cosas fue escrito como una versión divulgativa de Sexo, Ecología, Espiritualidad (SEE), el libro con el que expuse por vez primera mi visión integral. Los libros anteriores a SEE eran exploraciones preliminares de los estudios integrales y, aunque muchos de ellos muestran lo que considero que son aspectos importantes de una visión integral, yo no empezaría su lectura antes de Sexo, Ecología, Espiritualidad, que fue el libro en el que revisé y resumí toda mi obra anterior".

Una vez estudiado el pasado y el presente de la filosofía sobre la cimentada erudición de Ken Wilber a través de Breve historia de todas las cosas, es posible, entonces, una aproximación a comprender los cambios de paradigmas propuestos por este pensador en el ámbito de la filosofía, la psicología, la sociología, la ciencia, la educación y la espiritualidad, y que deberían conducir a la consolidación de un segundo renacimiento humanístico: la integración del “yo” y el “nosotros” con la salvaguarda de la naturaleza -“ello”-; una integración que permitiría sanar y trascender la racionalidad hacia la “postracionalidad” o “visión-lógica” según Wilber, y ello, inherentemente, requiere de una filosofía hermenéutica para seres espirituales.


Referencias:

Martos, Amador. Pensar en ser libre. De la filosofía tradicional a la filosofía transpersonal. Tarragona: Silva, 2010.

Wilber, Ken. Breve historia de todas las cosas. Barcelona: Kairos, 2005a.

Visser, Frank. Ken Wilber o la pasión del pensamiento. Barcelona: Kairós, 2004.
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CONCURSO

PARTICIPANTE Nº 2: DISQUISICIONES SOBRE EL LIBRO LA EDUCACIÓN CUÁNTICA

Nombre: Eduardo Cordoví Hernández
Edad: 64
Nivel de estudios: Preuniversitario
Lugar de procedencia: Habana
País: Cuba
Correo electrónico: eduardo@icl.cult.cu
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CONCURSO

PARTICIPANTE Nº 1 : “LA EDUCACIÓN CUÁNTICA”: UN HUMANISMO ESPERANZADOR APLICADO A LA PINTURA MODERNA

Nombre: César Santafé
Edad: 61
Nivel de estudios: Licenciado en educación artística
Lugar de procedencia: Cali
País: Colombia
Correo electrónico: cesarsantafearte@gmail.com
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Platón y la cultura occidental

PLATÓN: EL CAMINO ASCENDENTE ES EL CAMINO DESCENDENTE

Este artículo está reproducido como capítulo 1 en la primera parte de la obra FILOSOFÍA TRANSPERSONAL Y EDUCACIÓN TRANSRACIONAL

Este artículo está reproducido en la segunda parte de la obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD

“Es necesaria una pedagogía cognitiva que enseñe al individuo a conectarse con su profunda interioridad, a saber escucharse a sí mismo, a no ser una marioneta manipulada por los poderes fácticos, en definitiva, a empoderarse conscientemente de su libertad con conocimiento de causa. Y ello requiere mantener un diálogo, como propone Platón, del alma consigo misma entorno al Ser” (Amador Martos, filósofo transpersonal).

Al decir de Alfred North Whitehead (Wilber, 2005: 381): “La caracterización general más segura de toda la tradición filosófica occidental es que consiste en una serie de notas a pie de página a Platón”. La filosofía occidental adquiere una renovada visión con la obra Sexo, Ecología, Espiritualidad de Ken Wilber. Aunque no es el objeto de este artículo adentrarnos en la profunda erudición de dicha obra, es pertinente no obstante apuntar que el camino ascendente de Platón trata de la conciencia mística y trascendental que huye de los Muchos (mundo sombrío e ilusorio) y encuentra al Uno. Según Wilber (2005: 389-402):

“El camino del Ascenso es el camino de lo Bueno; el camino del Descenso es el camino de la Bondad. Los Muchos volviendo al Uno y uniéndose a Él es lo Bueno, y es conocido como sabiduría; el Uno de vuelta y abrazando los Muchos es Bondad, y es conocido como compasión”.

“Eros es el amor de lo inferior que alcanza lo superior (Ascenso), y Ágape es el amor de lo superior que alcanza lo inferior (Descenso)".

“El Ágape de una dimensión superior es un tirón omega para nuestro Eros que nos invita a ascender, a través de la sabiduría, y por tanto a expandir el círculo de nuestra compasión a más seres cada vez”. “Esta noción general- de un Kósmos (1) multidimensional entretejido por estructuras ascendentes y descendentes de Amor (Eros y Ágape)- sería el tema dominante de las escuelas neoplatónicas y ejercerá una profunda influencia en todas las corrientes del pensamiento subsiguiente hasta (y más allá) de la Ilustración. A través de Nicolás de Cusa y Giordano Bruno ayudó a impulsar el paso de la Edad Media al Renacimiento”.

Prosigue Wilber (2005: 407) así:

“El mayor logro de la Ilustración fue la revolución colectiva de lo mítico a lo racional; el innecesario colapso del Kósmos en una planicie holística fue su gran y duradero delito. Precisamente este Kósmos no-dual quedó dividido en dos, tullido y caído, dentro de la pesadilla que sería la espiritualidad occidental, su filosofía y su ciencia. Las notas fragmentadas a Platón empezaron a ensuciar el paisaje con sus parcialidades y dualismos favoritos, y es ahora, sólo ahora, cuando hemos comenzado a recoger los pedazos.

La primera gran nota fragmentada a Platón, según Wilber (2005: 414-434) sería la filosofía aristotélica:

“Aristóteles, por tanto, aparte de sus extraordinarios contribuciones a la comprensión de “este mundo”, está en la raíz del ascendente occidental arquetipo. El peso de la opinión, por tanto, ya estaba un poco inclinado hacia el lado de los ascendentes. Si no se evocaba a la totalidad de Platón, era muy poco lo quedaba para mantenerse en la tierra. Y precisamente sobre esta plataforma (que ahora se tambalea entre este mundo y el otro) se iba a construir la cultura occidental”.

“Así fue como se instauró el reinado de mil años del Dios mitológicamente ascendido. A partir de entonces vino lo más interesante: empezando en el Renacimiento y a lo largo de la Ilustración, ocurrió lo que podríamos llamar “la gran inversión”. De repente, muy de repente, los ascendentes salieron de la escena y entraron los descendentes; la transición fue sangrienta, posiblemente la transformación cognitiva más sangrienta de la historia europea”.

“Y mientras los ascendentes habían estado en escena hasta el Renacimiento, todo lo que hizo falta fue un cambio decisivo de conciencia para desarrollar el camino descendente, un camino que, saliendo de su confinamiento de mil años, explotó en escena con una furia creativa que, en pocos siglos, reconstruiría todo el mundo occidental y en el proceso sustituiría, de forma más o menos permanente, a un Dios roto por el otro”.

Wilber (2005: 435-541) nos explica dicho cambio de conciencia:

“El catalizador del cambio fue la emergencia de la Razón (formal operacional) no únicamente en unos pocos individuos (lo que había ocurrido en el pasado), sino como principio organizativo básico de la sociedad misma (lo que nunca había ocurrido en el pasado); una Razón que era de hecho una ascensión o trascendencia del mito; una Razón que, harta de un milenio de un (frustrado) mirar hacia arriba, volvió sus ojos hacia las glorias del mundo manifestado, y siguió a ese Dios descendente que encuentra su pasión y deleite, y su perfecta consumación, en las maravillas de la diversidad”.

“El movimiento de la modernidad (desde la Ilustración hasta la actualidad) contuvo, y contiene, dos tendencias muy diferentes. La primera tendencia definitoria de la modernidad fue: “no más mitos” (los filósofos de la ilustración usaron exactamente esa frase para describir sus tareas). Pero “no más mitos” llegó a significar también (y esta es la segunda gran tendencia que define a la modernidad) “no más ascensos”. Comprensiblemente frustrados por uno o dos milenios de anhelar (frustradamente) lo superior y de aspirar al “pastel del cielo”, la Razón tiró por la borda al niño trascendental con el agua mítica del baño”.

“El positivismo, que ahora pedía pruebas reconocibles racionalmente, permitió que se tirara por la borda el Ascenso hacia lo superior, incluso lo pidió. La ciencia empírica podía honestamente, incluso decentemente, pero sin embargo de forma equivocada, imaginar que registrando el componente empírico había cubierto todas las posibilidades”.

“La primera tendencia (“no más mitos”) fue, por así decirlo, un paso hacia adelante, un cambio en el centro de gravedad de la sociedad desde la estructura de participación mítica a la racional-egoica; fue un paso importante en el Ascenso, guiado por Eros. Trajo la diferenciación de los Tres Grandes (ciencia-“ello”, arte-“yo” y moralidad-“nosotros” diferenciados por Kant mediante sus Tres críticas)”(2).

“La modernidad había finalmente diferenciado a los Tres Grandes, de forma que arte (“yo), ciencia (“ello”) y moralidad (“nosotros”) podían fortificar y enriquecer sus propios propósitos sin interferencias dogmáticas, sin embargo no había forma de que los Tres Grandes pudieran ser integrados (como Schelling y Hegel señalaron) sin un ascenso posterior al nivel visión-lógica. La diferenciación de los Tres Grandes degeneró así, hacia finales del siglo XVIII, en una disociación de los mismos (señalada por Habermas) que, a su vez, permitió que fueran reducidos al “gran uno del lenguaje-ello”.

“Así, bajo el programa de “¡no más ascensos!”, la razón abandonó completamente los mundos superiores y se dedicó exclusivamente a lo que podía aprehender con los sentidos. Para resumirlo en una sola frase, la modernidad trajo un sujeto más profundo a un mundo más superficial. La razón, en reacción al mito, eligió así mirar casi exclusivamente hacia abajo, y en esa mirada fulminante nació el mundo occidental moderno. El Reino de los Sentidos, guiados por la Razón: esa era la realidad fundamental. Así, después de dos milenios, habíamos llegado a esto: el camino de la liberación acababa en el pecado de orgullo.

“Bajo la influencia “científica” del positivismo y el empirismo, había pretensiones de una ciencia empírica unificada que abarcara todo el conocimiento “real”, excluyendo los diversos intentos de conseguir un estatus autónomo para las ciencias humanas emergentes de la realidad cultural y subjetiva (los Tres Grandes fueron reducidos al Gran Uno) (3) : el aplanamiento, el aplastamiento, el colapso del Kósmos”.

“Con el derrocamiento postmoderno del Gran Uno-es decir con la vuelta a la investigación de las dimensiones del sendero izquierdo (4) entre las que se cuentan: las interpretaciones pluriculturales y la hermenéutica, la introspección psicoanalítica y las revelaciones internas, la existencia de formaciones discursivas intersubjetivas y paradigmas cognitivos, de cadenas de significación y profundidades de comunicación, la demanda de distinciones cualitativas y la búsqueda de valor y significado- resumiendo, con la vuelta a los Tres Grandes en vez de simplemente el Gran Uno, el interés ha podido volverse de nuevo (y se ha vuelto) hacia las profundidades de la subjetividad del yo y de la intersubjetividad del nosotros. Estas aperturas van desde las aperturas de Heidegger (el trancendens puro) hasta la incansable búsqueda de la profundidad de los hermeneutas, hasta las aperturas místicas que encontramos en Nietzsche, Bataille y Derrida y, sí, incluso hasta la intensa búsqueda que Foucault hace de experiencias límite, y hasta los poetas “místicos locos”. Las profundidades han hecho estallar una explosión de interés por lo interno, desde la psicología humanista y transpersonal hasta el misticismo oriental y el yoga. Todas las corrientes posmodernas tienen una cosa en común: el empirismo simple ha muerto.

“La integración de los Tres Grandes (persona, cultura y naturaleza), una vez que finalmente se han diferenciado, era (y aún es) la mayor tarea que tiene por delante la modernidad (y posmodernidad). Simplemente, lo que hacía falta era la integración de lo interno o mundos subjetivos (yo y nosotros) con lo externo y objetivo (naturaleza); o la integración de noosfera (Ego) y biosfera (Eco)”.

Se imponía una pregunta (Wilber, 2005: 574):

“¿Cómo podemos unir un camino de Libertad radical y desapego dirigido hacia el Ascenso, con un camino dedicado a la unión y la comunión con la diversidad de los Muchos? ¿Cómo curar este profundo dualismo que había esculpido el paisaje de la cultura occidental durante los últimos dos mil años? ¿Cómo acabar con esta fractura esquizoide en las extensas notas a Platón?

“Con el colapso de prácticamente todo tipo de idealismo, el mundo occidental se quedó asentado confortablemente en el dominio descendido de la planicie naturalista, con su centro de gravedad ontológico más bajo, como un columpio que se ha parado. Y el mundo occidental permanecerá ahí hasta tiempos muy recientes”.

Wilber (2005: 590) apunta hacia la resolución de tal problema planteado:

“El problema más urgente del mundo moderno es el de enseñar a todo el mundo la teoría de sistemas (o alguna versión de las nociones de la trama de la vida de Gaia, o alguna versión de la “nueva física”), en lugar de ver que lo que se necesita es una comprensión de los estadios internos del desarrollo de la conciencia. El peor problema de Gaia no son los residuos tóxicos, el agujero de ozono o la polución de la biosfera. Estos problemas globales sólo pueden ser reconocidos y respondidos desde una conciencia global y mundicéntrica, y así el principal problema de Gaia es que no hay un número suficiente de seres humanos que se hayan desarrollado y evolucionado desde lo egocéntrico a lo sociocéntrico y mundicéntrico, que tomen conciencia de la crisis ecológica y emprendan acciones apropiadas. El principal problema de Gaia no es la polución externa, sino el desarrollo interno, ya que sólo él puede acabar con la polución exterior”.

Wilber (2005: 617) resuelve finalmente:

“El mundo de la modernidad está un poco loco: mitos para los campesinos, naturalismo plano para la intelectualidad. Es más que irónico que sea la ciencia, la ciencia descendida la que en las últimas décadas del siglo XX redescubra la naturaleza autoorganizada y autotrascendente de la evolución misma. Es más que irónico que unir las “dos flechas” del tiempo hace de Eros el único y omnipenetrante principio de manifestación. Es más que irónico que la ciencia prepare el camino para una evolución más allá de la racionalidad, ya que ha demostrado claramente que la evolución no se detiene para nadie, que cada estadio pasa a un mañana más amplio. Y si hoy es la racionalidad, mañana será la transracionalidad; ningún argumento científico puede estar en desacuerdo con esto, y todos deben favorecerlo. Ahí estamos en la racionalidad, situados en el filo de la percepción transracional, una scientia visionis que está trayendo aquí y allá, cada vez con más claridad y a todo tipo de gente y por todas partes, poderosos destellos de un verdadero Descenso de la omnipenetrante Alma del Mundo”.

Como resumen a la anterior panorámica histórica, podemos decir que Platón realiza una de las primeras descripciones claras de los dos movimientos relacionados con el Uno inexpresable (5). El primero es un descenso del Uno en el mundo de los muchos, un movimiento que crea realmente el mundo de los Muchos y confiere Bondad a todo ello: el Espíritu es inmanente en el mundo. El otro es el movimiento de vuelta o ascenso desde los Muchos al Uno, un proceso de recordar lo Bueno: el Espíritu trasciende al mundo. Platón destacaba ambos movimientos, pero la civilización occidental ha sido una batalla entre ellos, entre los que querían vivir solo en “este mundo” de la Multiplicidad y quienes querían vivir solo en el “otro mundo” de la Unidad trascendental. Platón da a ambos movimientos la misma importancia, porque ambos están basados en el Uno no expresado, al que se llega por súbita iluminación. Pero cuando se olvida a ese Uno no expresado, entonces ambos movimientos se enfrentan en una guerra de opuestos: los ascéticos, represivos y puritanos ascendentes por un lado, que virtualmente destruyen “este mundo” (de la naturaleza, el cuerpo y los sentidos); y, por otro lado, los descendentes, que abrazan la sombra y acaban distorsionando “este mundo” al igual que lo hacen los horribles ascendentes porque quieren de “este mundo” algo que nunca les puede proporcionar: la salvación. Estas dos estrategias, los ascendentes y los descendentes, han sido las dos formas principales de notas a pie de página de Platón que han invadido la civilización occidental durante los últimos dos mil años (Wilber, 2005: 382-383).

No obstante lo anterior, según el Catedrático de Filosofía del Derecho Danilo Basta (2010), es indiscutible que en el pensamiento de Platón -y especialmente en el centro de su pensamiento, esto es, en su doctrina de las ideas- se contienen motivos en los que se advierte y anticipa la empresa kantiana de examinar críticamente la razón humana, por lo que respecta a su capacidad y sus límites. Según él, la filosofía de Platón incluye muchas cualidades que anticipan a Kant mientras el pensamiento de Kant es una vuelta a Platón: en efecto, no se puede poner en duda el hecho de que en el pensamiento de Platón existen algunas características que por su significado anticipan el esfuerzo de Kant de examinar críticamente las facultades del entendimiento humano, mientras algunos componentes de la actitud crítica de Kant aluden a la filosofía de Platón. Sin embargo, según Danilo Basta, Platón no fue un Kant en potencia ni Kant un Platón actualizado. Incluso aunque Kant era completamente consciente de que las ideas (Formas) de Platón poseen ante todo una dimensión ontológico-especulativa, de acuerdo con sus propios intereses filosóficos las orientó hermenéuticamente hacia la ética y la política, abriendo así una nueva posibilidad de comprender la esencia misma de la filosofía de Platón. Con su imagen de Platón, Kant mostró al mismo tiempo algunos de sus propios rasgos de filósofo crítico.

Danilo Basta concluye su análisis en La imagen de Platón en La crítica de la razón pura afirmando que no podemos evitar la impresión de que Kant, cuando elaboró su imagen de Platón, ofreció al mismo tiempo algunos de los rasgos fundamentales de su propio retrato en cuanto filósofo crítico. Esto fue ciertamente posible porque tanto él como Platón mantienen un profundo parentesco intelectual, del que el propio Kant era plenamente consciente. En este sentido, sentencia Danilo Basta, no se equivocaba Wichmann cuando concluía su estudio comparativo sobre Platón y Kant diciendo que ambos autores se complementan mutuamente de tal modo que para poder comprender a Platón antes hay que pasar por la escuela del pensamiento kantiano, y para poder vivenciar a Kant antes se ha de morar en el espíritu de Platón.



REFERENCIAS:

Basta, Danilo (Universidad de Belgrado). “La imagen de platón en La crítica de la razón pura”. Título original: “Das Plato-Bild in der Kritik der reinen Vernunft”, traducido al castellano por Óscar Cubo Ugarte, en ÉNDOXA: Series Filosóficas, nº 25, 2010, pp. 79-88. UNED, Madrid.

Wilber, Ken. Sexo, Ecología, Espiritualidad. Madrid: Gaia Ediciones, 2005

(1) Wilber examina el curso del desarrollo evolutivo a través de tres dominios a los que denomina materia (o cosmos), vida (o biosfera) y mente (o noosfera), y todo ello en conjunto es referido como “Kosmos”. Wilber pone especial énfasis en diferenciar cosmos de Kosmos, pues la mayor parte de las cosmologías están contaminadas por el sesgo materialista que les lleva a presuponer que el cosmos físico es la dimensión real y que todo lo demás debe ser explicado con referencia al plano material, siendo un enfoque brutal que arroja a la totalidad del Kosmos contra el muro del reduccionismo. Wilber no quiere hacer cosmología sino Kosmología.

(2) Tras el Renacimiento surgió la Edad de la Razón o Filosofía Moderna cuyo uno de sus máximo exponente fue Kant. Con las Tres críticas de Kant (La crítica de la razón pura, La crítica de la razón práctica y La crítica del juicio), se produce una diferenciación de tres esferas: la ciencia, la moralidad y el arte. Con esta diferenciación, ya no había vuelta atrás. En el sincretismo mítico, la ciencia, la moralidad y el arte, estaban todavía globalmente fusionados. Por ejemplo: una “verdad” científica era verdadera solamente si encajaba en el dogma religioso. Con Kant, cada una de estas tres esferas se diferencia y se liberan para desarrollar su propio potencial:

-La esfera de la ciencia empírica trata con aquellos aspectos de la realidad que pueden ser investigados de forma relativamente “objetiva” y descritos en un lenguaje, es decir, verdades proposicionales y descriptivas (ello).

-La esfera práctica o razón moral, se refiere a cómo tú y yo podemos interactuar pragmáticamente e interrelacionarnos en términos que tenemos algo en común, es decir, un entendimiento mutuo (nosotros).

-La esfera del arte o juicio estético se refiere a cómo me expreso y qué es lo que expreso de mí, es decir, la profundidad del yo individual: sinceridad y expresividad (yo).

(3) Ken Wilber (Breve historia de todas las cosas: 177):

“Los grandes e innegables avances de las ciencias empíricas que tuvieron lugar en el periodo que va desde el Renacimiento hasta la Ilustración, nos hicieron creer que toda realidad podía ser abordada y descrita en los términos objetivos propios del lenguaje monológuico del “ello” e, inversamente, que si algo no podía ser estudiado y descrito de un modo objetivo y empírico, no era “realmente real”. Así fue como el Gran Tres terminó reducido al “Gran Uno” del materialismo científico, las exterioridades, los objetos y los sistemas científicos [denominado por Wilber como una visión chata del mundo]”.

(4) Ken Wilber (Breve historia de todas las cosas: 139):

La hermenéutica es el arte de la interpretación. La hermenéutica se originó como una forma de comprender la interpretación misma porque cuando usted interpreta un texto hay buenas y malas formas de proceder. En general, los filósofos continentales, especialmente en Alemania y en Francia, se han interesado por los aspectos interpretativos de la filosofía, mientras que los filósofos anglosajones de Gran Bretaña y Estados Unidos han soslayado la interpretación y se han dedicado fundamentalmente a los estudios pragmáticos y empírico-analíticos. ¡La vieja disputa entre el camino de la Mano Izquierda y el camino de la Mano Derecha!” (la Mano Izquierda se refiere a “lo intencional” y a “lo cultural”, que tienen que ver con la profundidad interior a la que solo se puede acceder mediante la interpretación; y la Mano Derecha se refiere a “lo empírico” y “perceptual”). Así pues, recuerde, que la “hermenéutica” es la clave que nos permite adentrarnos en las dimensiones de la Mano Izquierda. La Mano Izquierda es profundidad y la interpretación es la única forma de acceder a las profundidades. Como diría Heidegger, la interpretación funciona en todo el camino de descenso para el cual el mero empirismo resulta casi completamente inútil.

(5) Platón en la Séptima Epístola:

Esto es lo que puedo afirmar de cualquier escritor presente o futuro que pretenda saber de los asuntos de los que me ocupo [el conocimiento místico del Uno]; a mi juicio, es imposible que tengan comprensión alguna del tema. No es algo que pueda ser puesto en palabras como cualquier otra de las ramas del conocimiento; solo después del prolongado compartir de una vida en común [comunidad contemplativa] dedicada a este aprendizaje la Verdad se revela al alma, como una llamada encendida al saltar una chispa. A este respecto no hay ningún escrito mío, ni lo habrá.
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