Este artículo es una reproducción del capítulo 2 “EL NUEVO MUNDO” de la segunda parte de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA
De un modo historicista, es el criticismo kantiano quién diferencia las tres jerarquías en discordia en el presente caos civilizatorio: la ciencia, la profundidad intelectual y la espiritualidad, que la postmodernidad no ha sabido o podido integrar. El ego plutocrático, fragmentado y disociado de la colectividad, ha descubierto la miserable moral humana que resplandece en el viejo mundo moribundo. La filosofía tradicional academicista no ha sabido renovarse con las verdades que tenía delante de las narices. Más que nunca, había que tirar del pensamiento clásico griego para poder reinterpretar este decadente mundo. Así fue como seguí el principio de los contrarios de Heráclito (1) (conocimiento exotérico) y el cuarto principio de la polaridad en el hermetismo (conocimiento esotérico): toda realidad debe presentarse bajo los contrarios. Así, la historia del pensamiento, ella misma, también debería ser interpretada a modo de contrarios. Así fue como elaboré, emulando al ADN en la naturaleza, mi conceptuación teorética a modo de “dinámica espiral” (véase el gráfico adjunto). Todo ello está debidamente argumentado en mi obra Capitalismo y conciencia y publicado en la revista Journal of Transpersonal Research.
Nota (1):
Heráclito de Éfeso fue un filósofo griego. Nació hacia el año 535 a. C. y falleció hacia el 484 a. C. Era natural de Éfeso, ciudad de la Jonia, en la costa occidental del Asia Menor (actual Turquía). Como los demás filósofos anteriores a Platón, no quedan más que fragmentos de sus obras, y en gran parte se conocen sus aportes gracias a testimonios posteriores. Heráclito afirma que el fundamento de todo está en el cambio incesante. El ente deviene y todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa: se refiere al movimiento y cambio constante en el que se encuentra el mundo. Esta permanente movilidad se fundamenta en una estructura de contrarios. La contradicción está en el origen de todas las cosas. Todo este fluir está regido por una ley que él denomina Logos. Este Logos no solo rige el devenir del mundo, sino que le habla al hombre, aunque la mayoría de las personas “no sabe escuchar ni hablar”. El orden real coincide con el orden de la razón, una “armonía invisible, mejor que la visible”, aunque Heráclito se lamenta de que la mayoría de las personas viva relegada a su propio mundo, incapaces de ver el real. Si bien Heráclito no desprecia el uso de los sentidos (como Platón) y los cree indispensables para comprender la realidad, sostiene que con ellos no basta y que es igualmente necesario el uso de la inteligencia. Era conocido como “el Oscuro”, por su expresión lapidaria y enigmática. Ha pasado a la historia como el modelo de la afirmación del devenir y del pensamiento dialéctico. Su filosofía se basa en la tesis del flujo universal de los seres: todo fluye. Los dos pilares de la filosofía de Heráclito son: el devenir perpetuo y la lucha de opuestos. Ahora bien, el devenir no es irracional, ya que el Logos, la razón universal, lo rige: “Todo surge conforme a medida y conforme a medida se extingue”. El hombre puede descubrir este Logos en su propio interior, pues el Logos es común e inmanente al hombre y a las cosas.
Ver más
De un modo historicista, es el criticismo kantiano quién diferencia las tres jerarquías en discordia en el presente caos civilizatorio: la ciencia, la profundidad intelectual y la espiritualidad, que la postmodernidad no ha sabido o podido integrar. El ego plutocrático, fragmentado y disociado de la colectividad, ha descubierto la miserable moral humana que resplandece en el viejo mundo moribundo. La filosofía tradicional academicista no ha sabido renovarse con las verdades que tenía delante de las narices. Más que nunca, había que tirar del pensamiento clásico griego para poder reinterpretar este decadente mundo. Así fue como seguí el principio de los contrarios de Heráclito (1) (conocimiento exotérico) y el cuarto principio de la polaridad en el hermetismo (conocimiento esotérico): toda realidad debe presentarse bajo los contrarios. Así, la historia del pensamiento, ella misma, también debería ser interpretada a modo de contrarios. Así fue como elaboré, emulando al ADN en la naturaleza, mi conceptuación teorética a modo de “dinámica espiral” (véase el gráfico adjunto). Todo ello está debidamente argumentado en mi obra Capitalismo y conciencia y publicado en la revista Journal of Transpersonal Research.
Nota (1):
Heráclito de Éfeso fue un filósofo griego. Nació hacia el año 535 a. C. y falleció hacia el 484 a. C. Era natural de Éfeso, ciudad de la Jonia, en la costa occidental del Asia Menor (actual Turquía). Como los demás filósofos anteriores a Platón, no quedan más que fragmentos de sus obras, y en gran parte se conocen sus aportes gracias a testimonios posteriores. Heráclito afirma que el fundamento de todo está en el cambio incesante. El ente deviene y todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa: se refiere al movimiento y cambio constante en el que se encuentra el mundo. Esta permanente movilidad se fundamenta en una estructura de contrarios. La contradicción está en el origen de todas las cosas. Todo este fluir está regido por una ley que él denomina Logos. Este Logos no solo rige el devenir del mundo, sino que le habla al hombre, aunque la mayoría de las personas “no sabe escuchar ni hablar”. El orden real coincide con el orden de la razón, una “armonía invisible, mejor que la visible”, aunque Heráclito se lamenta de que la mayoría de las personas viva relegada a su propio mundo, incapaces de ver el real. Si bien Heráclito no desprecia el uso de los sentidos (como Platón) y los cree indispensables para comprender la realidad, sostiene que con ellos no basta y que es igualmente necesario el uso de la inteligencia. Era conocido como “el Oscuro”, por su expresión lapidaria y enigmática. Ha pasado a la historia como el modelo de la afirmación del devenir y del pensamiento dialéctico. Su filosofía se basa en la tesis del flujo universal de los seres: todo fluye. Los dos pilares de la filosofía de Heráclito son: el devenir perpetuo y la lucha de opuestos. Ahora bien, el devenir no es irracional, ya que el Logos, la razón universal, lo rige: “Todo surge conforme a medida y conforme a medida se extingue”. El hombre puede descubrir este Logos en su propio interior, pues el Logos es común e inmanente al hombre y a las cosas.
Este artículo es una reproducción del capítulo 2 “EL NUEVO MUNDO” de la segunda parte de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA
Alguien pudiera pensar que la elaboración de un sintagma cognitivo que emule al ADN de la naturaleza es una sonada tontería. Sin embargo, a finales de la década de 1990, la escritora estadounidense de ciencias naturales Janine Benyus acuñó el término “biomímica” para referirse a las innovaciones inspiradas en la flora y la fauna. Los orígenes modernos de la Biomímica, también conocida como Biomimética o Biónica, suelen atribuirse al ingeniero Richard Buckminster Fuller, aunque previamente también se han dado casos de desarrolladores que intuitivamente se basaron en la naturaleza para alcanzar algún hallazgo. La biomímica postula que, con 3.800 millones de años de evolución de la vida en la Tierra, la naturaleza ya ha encontrado soluciones para muchos de los desafíos a los que nos enfrentamos los seres humanos en la actualidad. Ejemplos de dichas soluciones halladas por los hombres emulando la naturaleza son:
-la Torre Eiffel que imita al fémur humano;
-los puentes en suspensión que se inspiraron en los tendones;
-el velcro como consecuencia de la fascinación del ingeniero suizo George de Mestral con los pequeños cardos de puntas ganchudas de las bardanas que se habían enganchado en su perro y en su ropa después de un paseo;
-el plástico antirreflectante: los ojos de las polillas no reflejan la luz gracias a unas diminutas protuberancias, y por ello pasan más desapercibidas para los depredadores;
-la tela inteligente: imitando las escamas de las piñas, que se abren y cierran en función del calor o del frío;
-el tren bala: los ingenieros rediseñaron la nariz del tren bala inspirándose del pico del Martín pescador, y así redujeron el ruido y el consumo de energía eléctrica;
-la superficie de las lanchas: una nueva cubierta exterior imita a la piel de tiburón en las lanchas, con pequeños rectángulos y púas, para así impedir que se adhieran algas y percebes;
-el ahorro energético: las mariposas Morpho se distinguen por sus alas de color azul iridiscente. El tono tornasolado es una ilusión óptica llamada “color estructural”, una interferencia entre haces de luz a causa de la cual solamente se reflejan algunos colores. El estudio de esta propiedad ha derivado en aplicaciones para monitores de ordenador, agendas electrónicas, teléfonos inteligentes y vestimenta hecha con fibras de poliéster y nailon que “reflejan” toda la gama del arco iris sin necesidad de colorantes;
-las alas transformables, basándose en ciertas especies de aves que utilizan este sistema para realizar vuelos más eficientes;
-el superpegamento: a partir de la clonación de cinco proteínas de mejillón para desarrollar un adhesivo natural resistente al agua.
Como se puede apreciar, la naturaleza es sabia y nos lleva ventaja en la búsqueda de soluciones. Como aseverara Aristóteles: “Dios y la naturaleza no hacen nada inútilmente”.
Ver más
Alguien pudiera pensar que la elaboración de un sintagma cognitivo que emule al ADN de la naturaleza es una sonada tontería. Sin embargo, a finales de la década de 1990, la escritora estadounidense de ciencias naturales Janine Benyus acuñó el término “biomímica” para referirse a las innovaciones inspiradas en la flora y la fauna. Los orígenes modernos de la Biomímica, también conocida como Biomimética o Biónica, suelen atribuirse al ingeniero Richard Buckminster Fuller, aunque previamente también se han dado casos de desarrolladores que intuitivamente se basaron en la naturaleza para alcanzar algún hallazgo. La biomímica postula que, con 3.800 millones de años de evolución de la vida en la Tierra, la naturaleza ya ha encontrado soluciones para muchos de los desafíos a los que nos enfrentamos los seres humanos en la actualidad. Ejemplos de dichas soluciones halladas por los hombres emulando la naturaleza son:
-la Torre Eiffel que imita al fémur humano;
-los puentes en suspensión que se inspiraron en los tendones;
-el velcro como consecuencia de la fascinación del ingeniero suizo George de Mestral con los pequeños cardos de puntas ganchudas de las bardanas que se habían enganchado en su perro y en su ropa después de un paseo;
-el plástico antirreflectante: los ojos de las polillas no reflejan la luz gracias a unas diminutas protuberancias, y por ello pasan más desapercibidas para los depredadores;
-la tela inteligente: imitando las escamas de las piñas, que se abren y cierran en función del calor o del frío;
-el tren bala: los ingenieros rediseñaron la nariz del tren bala inspirándose del pico del Martín pescador, y así redujeron el ruido y el consumo de energía eléctrica;
-la superficie de las lanchas: una nueva cubierta exterior imita a la piel de tiburón en las lanchas, con pequeños rectángulos y púas, para así impedir que se adhieran algas y percebes;
-el ahorro energético: las mariposas Morpho se distinguen por sus alas de color azul iridiscente. El tono tornasolado es una ilusión óptica llamada “color estructural”, una interferencia entre haces de luz a causa de la cual solamente se reflejan algunos colores. El estudio de esta propiedad ha derivado en aplicaciones para monitores de ordenador, agendas electrónicas, teléfonos inteligentes y vestimenta hecha con fibras de poliéster y nailon que “reflejan” toda la gama del arco iris sin necesidad de colorantes;
-las alas transformables, basándose en ciertas especies de aves que utilizan este sistema para realizar vuelos más eficientes;
-el superpegamento: a partir de la clonación de cinco proteínas de mejillón para desarrollar un adhesivo natural resistente al agua.
Como se puede apreciar, la naturaleza es sabia y nos lleva ventaja en la búsqueda de soluciones. Como aseverara Aristóteles: “Dios y la naturaleza no hacen nada inútilmente”.
Este artículo es una reproducción del capítulo 2 “EL NUEVO MUNDO” de la segunda parte de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA
Sin embargo, no solo me inspiró la naturaleza, sino que, de algún modo, debería explicar ello de un modo filosófico. Para tal fin, qué mejor que auxiliarme de la filosofía del lenguaje postulada por Wittgenstein.
El holismo práctico del materialismo y el holismo lógico del idealismo son dos derivaciones conceptuales de la filosofía del lenguaje del “primero” y el “segundo” Wittgenstein.
La tesis fundamental de su Tractatus es la estrecha vinculación estructural (o formal) entre lenguaje y mundo, hasta tal punto que “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. En efecto, aquello que comparten el mundo, el lenguaje y el pensamiento es la “forma lógica”, gracias a la cual podemos hacer figuras del mundo. Otra tesis fundamental del Tractatus es la “identidad” entre el lenguaje significativo y el pensamiento, dando a entender que nuestros pensamientos (las representaciones mentales que hacemos de la realidad) se rigen igualmente por la lógica de las proposiciones, pues “la figura lógica de los hechos es el pensamiento”. Este planteamiento basado en la filosofía del lenguaje de Wittgenstein, fundamenta mi concepto: el holismo lógico del idealismo.
El segundo Wittgenstein llega al convencimiento de que el punto de vista adecuado es de carácter pragmatista: no se trata de buscar las estructuras lógicas del lenguaje, sino de estudiar cómo se comportan los usuarios de un lenguaje, cómo aprendemos a hablar y para qué nos sirve. Mientras que para el primer Wittgenstein había un solo lenguaje, a saber, el lenguaje ideal compuesto por la totalidad de las proposiciones significativas (lenguaje descriptivo), para el segundo Wittgenstein el lenguaje se expresa en una pluralidad de distintos “juegos de lenguaje” (del que el descriptivo es solo un caso). El primer Wittgenstein definía lo absurdo o insensato de una proposición en tanto que esta rebasaba los límites del lenguaje significativo, mientras que el segundo Wittgenstein entiende que una proposición resulta absurda en la medida en que esta intenta ser usada dentro de un juego de lenguaje al cual no pertenece. En síntesis: el criterio referencial del significado es reemplazado por el criterio pragmático del significado. Esto segundo fundamenta nuevamente mi otro concepto: el holismo práctico del materialismo.
Ver más
Sin embargo, no solo me inspiró la naturaleza, sino que, de algún modo, debería explicar ello de un modo filosófico. Para tal fin, qué mejor que auxiliarme de la filosofía del lenguaje postulada por Wittgenstein.
El holismo práctico del materialismo y el holismo lógico del idealismo son dos derivaciones conceptuales de la filosofía del lenguaje del “primero” y el “segundo” Wittgenstein.
La tesis fundamental de su Tractatus es la estrecha vinculación estructural (o formal) entre lenguaje y mundo, hasta tal punto que “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. En efecto, aquello que comparten el mundo, el lenguaje y el pensamiento es la “forma lógica”, gracias a la cual podemos hacer figuras del mundo. Otra tesis fundamental del Tractatus es la “identidad” entre el lenguaje significativo y el pensamiento, dando a entender que nuestros pensamientos (las representaciones mentales que hacemos de la realidad) se rigen igualmente por la lógica de las proposiciones, pues “la figura lógica de los hechos es el pensamiento”. Este planteamiento basado en la filosofía del lenguaje de Wittgenstein, fundamenta mi concepto: el holismo lógico del idealismo.
El segundo Wittgenstein llega al convencimiento de que el punto de vista adecuado es de carácter pragmatista: no se trata de buscar las estructuras lógicas del lenguaje, sino de estudiar cómo se comportan los usuarios de un lenguaje, cómo aprendemos a hablar y para qué nos sirve. Mientras que para el primer Wittgenstein había un solo lenguaje, a saber, el lenguaje ideal compuesto por la totalidad de las proposiciones significativas (lenguaje descriptivo), para el segundo Wittgenstein el lenguaje se expresa en una pluralidad de distintos “juegos de lenguaje” (del que el descriptivo es solo un caso). El primer Wittgenstein definía lo absurdo o insensato de una proposición en tanto que esta rebasaba los límites del lenguaje significativo, mientras que el segundo Wittgenstein entiende que una proposición resulta absurda en la medida en que esta intenta ser usada dentro de un juego de lenguaje al cual no pertenece. En síntesis: el criterio referencial del significado es reemplazado por el criterio pragmático del significado. Esto segundo fundamenta nuevamente mi otro concepto: el holismo práctico del materialismo.
Este artículo es una reproducción del capítulo 2 “EL NUEVO MUNDO” de la segunda parte de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA
El holismo práctico del materialismo corresponde al ámbito de los sentidos a través de las necesidades fisiológicas, necesidades de seguridad y de bienestar social, entre otras, recogidas en la Pirámide de Maslow. También se incluye en este holotipo todas las visiones segmentadas de la realidad, desligado de su complemento ideal y esencialmente superior: el holismo lógico del idealismo. De hecho, cada paradigma del holismo práctico del materialismo es histórica, social y holísticamente superado por el correspondiente paradigma del holismo lógico del idealismo. La desviación patológica a nivel psicológico, social y moral del holismo práctico del materialismo es la avaricia, la codicia, el egoísmo y el egocentrismo y, cómo no, cognitivamente, la ignorancia de una idealidad superior de conocimiento. Esta enfermedad patológica es trascendida por el holismo lógico del idealismo correspondiente al Mundo de las Ideas, mediante el altruismo, la filantropía, la bondad y el amor al prójimo y, también, mediante la búsqueda inquisitiva del Saber Universal.
Esta diferenciación conceptual no debe ser interpretada como una mera división intelectual, sino más bien como una dialéctica entre ambos holotipos, presente en la historia social, cognitiva y moral de la humanidad. Las ideas han sido el motor de la evolución humana: desde la filosofía griega, pasando por el primer renacimiento humanístico, la conciencia colectiva de dicha humanidad se ha desvelado a sí misma a través del racionalismo, el empirismo y las diversas ramas científicas hasta llegar a la actual física cuántica, por ejemplo. Del mismo modo, la moralidad humana presente en dicha conciencia colectiva a través de los Derechos Humanos, se ha hecho objetiva para todo ser cognoscente. Y todo ello ha sido posible mediante la aportación cognitiva de todos y cada uno de los filósofos y científicos que han contribuido a dicho desvelamiento a través de la historia del pensamiento.
No debe interpretarse el holismo práctico del materialismo y el holismo lógico del idealismo como simples opuestos, sino que, en esencia, son la representación de todos los opuestos presentes en la evolución social y cognitiva en la historia de la humanidad (conciencia colectiva) así como en el discurrir vitalista de todo sujeto cognoscente (conciencia personal). Dicho de otro modo, la conciencia colectiva, así como la conciencia personal, participan ontológicamente del holismo práctico del materialismo, así como del holismo lógico del idealismo en cada una de las manifestaciones paradigmáticas en el orden temporal (1). Coexisten ambos holotipos dentro de cada paradigma presente en la historia del pensamiento. No podemos negar que la filosofía clásica, la cosmología clásica, la física clásica, la filosofía tradicional y la psicología tradicional estén desprovistas de “ideas propias”. Bien al contrario, el holismo lógico del idealismo está presente en cada uno de los paradigmas del holismo práctico del materialismo ; pero ocurre que, con la perspectiva temporal de nuestro siglo XXI, la teoría holística nos permite ubicar cada paradigma en el contexto histórico que le es propio, ya sea en el holismo práctico del materialismo o en el holismo lógico del idealismo. Así, vamos adquiriendo conciencia cognitiva sobre el orden temporal en el que acontecen los eventos paradigmáticos; nuestra perspectiva, en este siglo XXI, es superior en el nivel propio de la holística cognitiva. Por eso mismo, cuando un paradigma es trascendido temporal y holísticamente, es posible catalogarlo en uno de estos dos holotipos: el holismo práctico del materialismo o el holismo lógico del idealismo.
Estos dos holotipos, por explicarlo metafóricamente, serían como el ADN. Así como en los organismos vivos el ADN se presenta como una doble cadena de nucleótidos en la que las dos hebras están unidas entre sí por unas conexiones denominadas puentes de hidrógeno, en nuestros dos holotipos subyace una transcendencia holística de todo paradigma desde lo material a lo ideal. Serían entonces dos conceptos opuestos, aunque cada cual ha adquirido vida propia según su propio contexto histórico, social, cultural y moral. La trascendencia de los opuestos ha sido perseguida perennemente, ya sea desde una perspectiva intelectual y conscientemente presente en la búsqueda inquisitiva de todo pensador o científico, o bien, a través de la propia dialéctica social, cultural e histórica de la humanidad. Así como el ADN sufre variaciones y modificaciones biológicas en la escala evolutiva de la vida, ocurre lo mismo con la concepción materialista e idealista desde la perspectiva de estos dos holotipos: el holismo práctico del materialismo y el holismo lógico del idealismo.
Notas:
(1) En efecto, hay que aprehender ello a tenor de los “cuatro cuadrantes” (2) de Wilber. Respecto a la conciencia colectiva, lo “exterior-colectivo” es al holismo práctico del materialismo como lo “interior-colectivo” es al holismo lógico del idealismo. Del mismo modo, respecto de la conciencia personal, lo “exterior-individual” es al holismo práctico del materialismo como lo “interior-individual” es al holismo lógico del idealismo. Lo anterior se aprehende mejor en el gráfico adjunto (Figura 5.1 Los cuatro cuadrantes).
(2) Ken Wilber sostiene que todo fenómeno humano consta de cuatro facetas y no puede ser íntegramente comprendido si no se abordan las cuatro. El fundamento de estas cuatro vertientes de la realidad tiene que ver con los aspectos exterior e interior y sus formas individuales y colectivas. Los cuatro aspectos que se deberían estudiar para comprender todas las cosas serían entonces: lo interior-individual, lo exterior-individual, lo interior-colectivo y lo exterior-colectivo.
Lo interior-individual: Es la experimentación del pensamiento en sí, con los símbolos, significados e imágenes mentales relativas. Este cuadrante trata de la verdad subjetiva, de la belleza, del arte. Es el cuadrante del mundo intencional. Su lenguaje es en primera persona del singular (yo), y su criterio de validez es la veracidad (este cuadrante del “yo” fue diferenciado por Kant mediante su obra Crítica del juicio).
Lo exterior-individual: Mientras se vivencia el pensamiento, están ocurriendo una serie de cambios en el cerebro como ser, secreción de dopamina, aparición de acetilcolina permitiendo la transmisión del impulso nervioso en el espacio intersináptico, etc. Dichos hechos pueden ser empíricamente observables desde el exterior, utilizando, por supuesto, el equipamiento tecnológico apropiado. Este cuadrante trata de la verdad objetiva de la ciencia. Es el cuadrante del mundo del comportamiento. Su lenguaje es en tercera persona (ello), y su criterio de validez es la precisión de la descripción: coincide lo observado con lo expresado (este cuadrante del “ello” fue diferenciado por Kant mediante su obra Crítica de la razón pura).
Lo interior-colectivo: Ahora bien, los pensamientos que circulan por la mente tienen un sustrato cultural; en efecto, el pensamiento se realiza a partir de una serie de símbolos y significados sometido al proceso de culturización. Es el cuadrante de la verdad intersubjetiva, de la moral y la religión. Su lenguaje es en primera persona del plural (nosotros), y su criterio de validez consiste en la rectitud (este cuadrante del “nosotros” fue diferenciado por Kant mediante su obra Crítica de la razón práctica).
Lo exterior-colectivo: A su vez, la cultura, también tiene sus componentes materiales (del mismo modo en que el pensamiento tiene sus correlatos cerebrales). Citando textualmente a Wilber: “estos componentes sociales concretos son las modalidades tecnológicas, las fuerzas de producción (hortícola, agraria, industrial, etc.), las instituciones concretas, los códigos y pautas escritas, las ubicaciones geopolíticas (aldeas, poblados, estados, etc.), etc.” Es el cuadrante de la verdad inter-objetiva, efectiva y de las ciencias sistémicas. Su lenguaje es también en tercera persona (ellos), y su criterio de validez consiste en el ajuste funcional o efectividad (este cuadrante del “ellos” es una extensión del “ello” y fue diferenciado por Kant mediante su obra Crítica de la razón pura).
Ver más
El holismo práctico del materialismo corresponde al ámbito de los sentidos a través de las necesidades fisiológicas, necesidades de seguridad y de bienestar social, entre otras, recogidas en la Pirámide de Maslow. También se incluye en este holotipo todas las visiones segmentadas de la realidad, desligado de su complemento ideal y esencialmente superior: el holismo lógico del idealismo. De hecho, cada paradigma del holismo práctico del materialismo es histórica, social y holísticamente superado por el correspondiente paradigma del holismo lógico del idealismo. La desviación patológica a nivel psicológico, social y moral del holismo práctico del materialismo es la avaricia, la codicia, el egoísmo y el egocentrismo y, cómo no, cognitivamente, la ignorancia de una idealidad superior de conocimiento. Esta enfermedad patológica es trascendida por el holismo lógico del idealismo correspondiente al Mundo de las Ideas, mediante el altruismo, la filantropía, la bondad y el amor al prójimo y, también, mediante la búsqueda inquisitiva del Saber Universal.
Esta diferenciación conceptual no debe ser interpretada como una mera división intelectual, sino más bien como una dialéctica entre ambos holotipos, presente en la historia social, cognitiva y moral de la humanidad. Las ideas han sido el motor de la evolución humana: desde la filosofía griega, pasando por el primer renacimiento humanístico, la conciencia colectiva de dicha humanidad se ha desvelado a sí misma a través del racionalismo, el empirismo y las diversas ramas científicas hasta llegar a la actual física cuántica, por ejemplo. Del mismo modo, la moralidad humana presente en dicha conciencia colectiva a través de los Derechos Humanos, se ha hecho objetiva para todo ser cognoscente. Y todo ello ha sido posible mediante la aportación cognitiva de todos y cada uno de los filósofos y científicos que han contribuido a dicho desvelamiento a través de la historia del pensamiento.
No debe interpretarse el holismo práctico del materialismo y el holismo lógico del idealismo como simples opuestos, sino que, en esencia, son la representación de todos los opuestos presentes en la evolución social y cognitiva en la historia de la humanidad (conciencia colectiva) así como en el discurrir vitalista de todo sujeto cognoscente (conciencia personal). Dicho de otro modo, la conciencia colectiva, así como la conciencia personal, participan ontológicamente del holismo práctico del materialismo, así como del holismo lógico del idealismo en cada una de las manifestaciones paradigmáticas en el orden temporal (1). Coexisten ambos holotipos dentro de cada paradigma presente en la historia del pensamiento. No podemos negar que la filosofía clásica, la cosmología clásica, la física clásica, la filosofía tradicional y la psicología tradicional estén desprovistas de “ideas propias”. Bien al contrario, el holismo lógico del idealismo está presente en cada uno de los paradigmas del holismo práctico del materialismo ; pero ocurre que, con la perspectiva temporal de nuestro siglo XXI, la teoría holística nos permite ubicar cada paradigma en el contexto histórico que le es propio, ya sea en el holismo práctico del materialismo o en el holismo lógico del idealismo. Así, vamos adquiriendo conciencia cognitiva sobre el orden temporal en el que acontecen los eventos paradigmáticos; nuestra perspectiva, en este siglo XXI, es superior en el nivel propio de la holística cognitiva. Por eso mismo, cuando un paradigma es trascendido temporal y holísticamente, es posible catalogarlo en uno de estos dos holotipos: el holismo práctico del materialismo o el holismo lógico del idealismo.
Estos dos holotipos, por explicarlo metafóricamente, serían como el ADN. Así como en los organismos vivos el ADN se presenta como una doble cadena de nucleótidos en la que las dos hebras están unidas entre sí por unas conexiones denominadas puentes de hidrógeno, en nuestros dos holotipos subyace una transcendencia holística de todo paradigma desde lo material a lo ideal. Serían entonces dos conceptos opuestos, aunque cada cual ha adquirido vida propia según su propio contexto histórico, social, cultural y moral. La trascendencia de los opuestos ha sido perseguida perennemente, ya sea desde una perspectiva intelectual y conscientemente presente en la búsqueda inquisitiva de todo pensador o científico, o bien, a través de la propia dialéctica social, cultural e histórica de la humanidad. Así como el ADN sufre variaciones y modificaciones biológicas en la escala evolutiva de la vida, ocurre lo mismo con la concepción materialista e idealista desde la perspectiva de estos dos holotipos: el holismo práctico del materialismo y el holismo lógico del idealismo.
Notas:
(1) En efecto, hay que aprehender ello a tenor de los “cuatro cuadrantes” (2) de Wilber. Respecto a la conciencia colectiva, lo “exterior-colectivo” es al holismo práctico del materialismo como lo “interior-colectivo” es al holismo lógico del idealismo. Del mismo modo, respecto de la conciencia personal, lo “exterior-individual” es al holismo práctico del materialismo como lo “interior-individual” es al holismo lógico del idealismo. Lo anterior se aprehende mejor en el gráfico adjunto (Figura 5.1 Los cuatro cuadrantes).
(2) Ken Wilber sostiene que todo fenómeno humano consta de cuatro facetas y no puede ser íntegramente comprendido si no se abordan las cuatro. El fundamento de estas cuatro vertientes de la realidad tiene que ver con los aspectos exterior e interior y sus formas individuales y colectivas. Los cuatro aspectos que se deberían estudiar para comprender todas las cosas serían entonces: lo interior-individual, lo exterior-individual, lo interior-colectivo y lo exterior-colectivo.
Lo interior-individual: Es la experimentación del pensamiento en sí, con los símbolos, significados e imágenes mentales relativas. Este cuadrante trata de la verdad subjetiva, de la belleza, del arte. Es el cuadrante del mundo intencional. Su lenguaje es en primera persona del singular (yo), y su criterio de validez es la veracidad (este cuadrante del “yo” fue diferenciado por Kant mediante su obra Crítica del juicio).
Lo exterior-individual: Mientras se vivencia el pensamiento, están ocurriendo una serie de cambios en el cerebro como ser, secreción de dopamina, aparición de acetilcolina permitiendo la transmisión del impulso nervioso en el espacio intersináptico, etc. Dichos hechos pueden ser empíricamente observables desde el exterior, utilizando, por supuesto, el equipamiento tecnológico apropiado. Este cuadrante trata de la verdad objetiva de la ciencia. Es el cuadrante del mundo del comportamiento. Su lenguaje es en tercera persona (ello), y su criterio de validez es la precisión de la descripción: coincide lo observado con lo expresado (este cuadrante del “ello” fue diferenciado por Kant mediante su obra Crítica de la razón pura).
Lo interior-colectivo: Ahora bien, los pensamientos que circulan por la mente tienen un sustrato cultural; en efecto, el pensamiento se realiza a partir de una serie de símbolos y significados sometido al proceso de culturización. Es el cuadrante de la verdad intersubjetiva, de la moral y la religión. Su lenguaje es en primera persona del plural (nosotros), y su criterio de validez consiste en la rectitud (este cuadrante del “nosotros” fue diferenciado por Kant mediante su obra Crítica de la razón práctica).
Lo exterior-colectivo: A su vez, la cultura, también tiene sus componentes materiales (del mismo modo en que el pensamiento tiene sus correlatos cerebrales). Citando textualmente a Wilber: “estos componentes sociales concretos son las modalidades tecnológicas, las fuerzas de producción (hortícola, agraria, industrial, etc.), las instituciones concretas, los códigos y pautas escritas, las ubicaciones geopolíticas (aldeas, poblados, estados, etc.), etc.” Es el cuadrante de la verdad inter-objetiva, efectiva y de las ciencias sistémicas. Su lenguaje es también en tercera persona (ellos), y su criterio de validez consiste en el ajuste funcional o efectividad (este cuadrante del “ellos” es una extensión del “ello” y fue diferenciado por Kant mediante su obra Crítica de la razón pura).
Este artículo es una reproducción del capítulo 2 “EL NUEVO MUNDO” de la segunda parte de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA
En relación a nuestra contemporaneidad, los paradigmas de la filosofía tradicional y la filosofía transpersonal están presentes, aunque no diferenciados desde la perspectiva académica, sociológica y cognitiva, pues lo “transpersonal” es como un simple bebé que, desde un contexto histórico, está comenzando a caminar. Sin embargo, La educación cuántica defendida aquí pretende hacer de contrapeso para que la filosofía transpersonal se yergue sobre la filosofía tradicional.
Los siguientes paradigmas en el orden temporal, a saber, la psicología tradicional y la psicología transpersonal, son dos paradigmas con plena validez contemporánea, aunque el segundo (“la cuarta fuerza”) le está ganando terreno poco a poco al primero. Los siguientes paradigmas, la conciencia materialista y la conciencia humanística, hacen referencia a la fenomenología en la conciencia de toda persona. La fenomenología de la conciencia denota que es factible para toda persona pasar de una conciencia materialista a una conciencia humanística, aunque es evidente que nuestra sociedad actual vive pertinazmente en la primera.
Prosiguiendo con nuestra secuencia holístico-temporal, ahora vienen los paradigmas de la conciencia personal (egocéntrica) y la conciencia transpersonal (compasiva). Los siguientes paradigmas en la línea holístico-temporal son la dialéctica de la felicidad personal y la dialéctica de la felicidad transpersonal, dos conceptos que representan el devenir existencial de las personas según actúen con conciencia personal o conciencia transpersonal.
Seguidamente están los paradigmas del neoliberalismo y el altermundismo, representantes objetivos del actual tránsito de la conciencia social en el que se halla la humanidad: las conciencias personales (egoísmo propio del neoliberalismo) se integrarán simbióticamente en la conciencia colectiva (hacia la solidaridad global propugnada por el altermundismo). Un objetivo que puede tardar muchos años pues hay que tener presente que, la historia ella misma, evoluciona dialécticamente, no pudiendo precisarse la duración de un paradigma. Sirva como ejemplo para comprender esto: ¿Cuántos años ha durado el paradigma de la Filosofía clásica? (para los neófitos en filosofía: del siglo seis al uno antes de Cristo). Y también, ¿qué época abarca su paradigma holísticamente superior, a saber, el Renacimiento? (ídem: siglos quince y dieciséis después de Cristo). ¿Cómo son posibles las “astucias de la razón” y la “burla de la historia”, en palabras de Hegel? (1). La resolución dialéctica, entendida desde la perspectiva de la historia de Hegel, nos provee la solución: la imaginación corriente capta la identidad, la diferencia y la contradicción, pero no la transición de lo uno a lo otro. Al abarcar un paradigma un amplio espectro temporal, los individuos subsumidos a dicho paradigma viven, piensan y actúan sin apenas apreciar bajo qué paradigma en la línea holístico temporal se hallan. Ello es un privilegio solamente al alcance de los más inquisitivos pensadores que se atreven a dilucidar la problemática contextual de la época que le ha tocado vivir. A ello se ha dedicado preferentemente cada filósofo o científico a través de la historia: desentrañar cognitivamente al Ser en sus diferentes manifestaciones material, racional y moral. Humildemente, pienso que son tiempos de una educación cuántica que permita la aprehensión de la historia del pensamiento de un modo hermeneuta en un solo folio, como postula la dinámica espiral.
La dinámica espiral es un sintagma de la historia del pensamiento y tiene la virtud, precisamente, de hacer objetivos los paradigmas del pasado en una línea holístico-temporal, hasta conectar con los paradigmas correspondientes a nuestro presente. En dicho sintagma, se puede observar la progresión del holismo práctico del materialismo que opera actualmente en las personas desde la filosofía tradicional hasta el neoliberalismo. Del mismo modo, en el holismo lógico del idealismo, hay congéneres que piensan y actúan desde la filosofía transpersonal (visión-lógica que aúna en la conciencia cognitiva y moral a la biosfera y la noosfera, teniendo así una clara conciencia ecológica y humanista) hasta proyectarse en la posibilidad de que otro mundo es posible (altermundismo). La percepción de ese proceso de cambio en la sociedad solamente puede demostrarse objetivamente a partir del concepto socio-dinámico de masa crítica, un indicador social del paradigma predominante. Respecto a la percepción subjetiva en las personas, es necesario aludir a un mapa psicológico que nos proporcione una correcta cognición respecto de los estadios evolutivos de la conciencia en relación con la felicidad personal y, eminentemente, con la felicidad de la humanidad (2).
Notas:
(1) La filosofía de la historia de Hegel está marcada por los conceptos de las “astucias de la razón” y la “burla de la historia”: la historia conduce a los hombres que creen conducirse a sí mismos, como individuos y como sociedades, y castiga sus pretensiones de modo que la historia-mundo se burla de ellos produciendo resultados exactamente contrarios, paradójicos, a los pretendidos por sus autores, aunque finalmente la historia se reordena y, en un bucle fantástico, retrocede sobre sí misma y con su burla y paradoja sarcástica, convertida en mecanismo de cifrado, crea también ella misma, sin quererlo, realidades y símbolos ocultos al mundo y accesibles solo a los cognoscentes, es decir, a aquellos que quieren conocer.
(2) Dicho mapa psicológico está explicitado en mi artículo científico La evolución de la conciencia desde un análisis político, social y filosófico transpersonal, publicado en el Journal of Transpersonal Research, 2012, Vol. 4 (1), 47-68 ISSN: 1989-6077. Este mapa psicológico está estructurado del siguiente modo:
-Camino ascendente de la conciencia personal, a saber, evolución de la conciencia como posibilidad de lograr más y más conocimientos hasta hallar la sabiduría. (Es lo equivalente a la salida del mundo de las sombras en el Mito de la caverna de Platón).
-Camino descendente de la conciencia transpersonal, es decir, todo el saber adquirido en el camino ascendente se revierte en la humanidad en tanto que la conciencia es transmisora de conocimientos a la vez que conciencia compasiva (transpersonal). (Es lo equivalente al retorno al mundo de las sombras en el Mito de la caverna de Platón).
Obsérvese que ambos caminos de la conciencia desde la personal a la transpersonal, han sido ya referidos como la muerte del ego en su viaje iniciático hacia la percepción unitaria del sujeto cognoscente con el mundo (no-dualidad entre sujeto y objeto), donde las emociones egoístas e individualistas dejan paso a la compasión.
En aras de una mayor profundidad cognitiva, se hace especial hincapié en lo siguiente: las tres esferas (ello, yo y nosotros) que fueron diferenciadas por Kant mediante sus Tres críticas, son perfectamente identificables como potencialidades en los sujetos cognoscentes. Así, la felicidad material es donde imperativamente todo humano se proyecta para la satisfacción de sus necesidades materiales o conciencia materialista (ello), salvo que elijamos dedicarnos a una vida ascética. Asimismo, en la felicidad intelectual se asienta la conciencia intelectual como expresión del juicio estético, es decir, una profundidad holísticamente superior del individuo (yo). Y seguidamente le corresponde el turno a la felicidad espiritual donde se realiza la conciencia espiritual, es decir, la razón moral de la interactuación pragmática o entendimiento mutuo (nosotros). Estas tres conciencias, la conciencia materialista, la conciencia intelectual y la conciencia espiritual, aunque diferenciadas conceptualmente, en realidad son una única conciencia la cual es identificada como un “yo” con tres campos de actuación: el sensible, el cognitivo y el moral, como puede apreciarse en las definiciones de la Real Academia Española acerca del término “conciencia”.
Nuestra conciencia representa la asunción unitaria del Universo, el Conocimiento y el Amor, la tríada propiamente perteneciente al Ser. A través de nuestra conciencia nos relacionamos con el lado sensible, con el conocimiento y con el amor a nuestros semejantes, para intentar hallar nuestra felicidad personal. Por tanto, a través de nuestra conciencia, ya estamos participando de la parte divina que todo lo impregna y, es a través de ella, como debemos ascender hacia la sabiduría divina del Ser. Esa es la finalidad aludida en nuestro mapa cognitivo, descubierta en la “ascensión” racional de la conciencia en el sujeto cognoscente. Llegar a la felicidad personal (sincretismo de las tres felicidades antes aludidas: material, intelectual y espiritual) a través de la vía del conocimiento es un objetivo digno de ser alcanzado. Pero no hay mayor felicidad que llegar al Ser mediante dicho conocimiento. Y para ello, solamente hay un camino: progresar en la evolución de la propia conciencia hasta convertirla en conciencia transpersonal, es decir, altruista, solidaria y compasiva hasta lograr la felicidad transpersonal (la consideración de la libertad y felicidad de la humanidad, jerárquicamente superior a la felicidad personal). Como ya estableció Aristóteles, “el todo es superior a las partes”, una apreciación holística que científicamente puede observarse en la evolución de la naturaleza. ¿No estaría precisamente ahí en nuestra conciencia, la posibilidad de la necesaria integración del “ello”, el “yo” y el “nosotros” diferenciados por Kant y que la postmodernidad no ha sabido o podido integrar?
Siguiendo un paralelismo conceptual de la evolución biológica, estaríamos en los albores de llegar a la ontogénesis de la conciencia subjetiva, así como a la filogénesis de la conciencia social, por lo menos en lo que concierne su objetivación vital. Lo que pueda ocurrir o no en el campo metafísico, es decir, después de nuestra muerte física, es harina de otro costal. Sin embargo, existen estudios científicos sobre experiencias cercanas a la muerte que demuestran la existencia de la conciencia más allá de la muerte. Una cuestión ésta de la vida contra la muerte, del ser contra el no ser, que ha sido plasmada de un modo filosófico por Ken Wilber mediante la conveniencia de trascender dicho dualismo segundario (la vida contra la muerte) como última frontera antes de acceder al nivel del dualismo primario (organismo contra medio ambiente) donde se accede al Espíritu mediante el concienciamiento de que sujeto y objeto son lo mismo, una realidad accesible desde el misticismo contemplativo.
Ver más
En relación a nuestra contemporaneidad, los paradigmas de la filosofía tradicional y la filosofía transpersonal están presentes, aunque no diferenciados desde la perspectiva académica, sociológica y cognitiva, pues lo “transpersonal” es como un simple bebé que, desde un contexto histórico, está comenzando a caminar. Sin embargo, La educación cuántica defendida aquí pretende hacer de contrapeso para que la filosofía transpersonal se yergue sobre la filosofía tradicional.
Los siguientes paradigmas en el orden temporal, a saber, la psicología tradicional y la psicología transpersonal, son dos paradigmas con plena validez contemporánea, aunque el segundo (“la cuarta fuerza”) le está ganando terreno poco a poco al primero. Los siguientes paradigmas, la conciencia materialista y la conciencia humanística, hacen referencia a la fenomenología en la conciencia de toda persona. La fenomenología de la conciencia denota que es factible para toda persona pasar de una conciencia materialista a una conciencia humanística, aunque es evidente que nuestra sociedad actual vive pertinazmente en la primera.
Prosiguiendo con nuestra secuencia holístico-temporal, ahora vienen los paradigmas de la conciencia personal (egocéntrica) y la conciencia transpersonal (compasiva). Los siguientes paradigmas en la línea holístico-temporal son la dialéctica de la felicidad personal y la dialéctica de la felicidad transpersonal, dos conceptos que representan el devenir existencial de las personas según actúen con conciencia personal o conciencia transpersonal.
Seguidamente están los paradigmas del neoliberalismo y el altermundismo, representantes objetivos del actual tránsito de la conciencia social en el que se halla la humanidad: las conciencias personales (egoísmo propio del neoliberalismo) se integrarán simbióticamente en la conciencia colectiva (hacia la solidaridad global propugnada por el altermundismo). Un objetivo que puede tardar muchos años pues hay que tener presente que, la historia ella misma, evoluciona dialécticamente, no pudiendo precisarse la duración de un paradigma. Sirva como ejemplo para comprender esto: ¿Cuántos años ha durado el paradigma de la Filosofía clásica? (para los neófitos en filosofía: del siglo seis al uno antes de Cristo). Y también, ¿qué época abarca su paradigma holísticamente superior, a saber, el Renacimiento? (ídem: siglos quince y dieciséis después de Cristo). ¿Cómo son posibles las “astucias de la razón” y la “burla de la historia”, en palabras de Hegel? (1). La resolución dialéctica, entendida desde la perspectiva de la historia de Hegel, nos provee la solución: la imaginación corriente capta la identidad, la diferencia y la contradicción, pero no la transición de lo uno a lo otro. Al abarcar un paradigma un amplio espectro temporal, los individuos subsumidos a dicho paradigma viven, piensan y actúan sin apenas apreciar bajo qué paradigma en la línea holístico temporal se hallan. Ello es un privilegio solamente al alcance de los más inquisitivos pensadores que se atreven a dilucidar la problemática contextual de la época que le ha tocado vivir. A ello se ha dedicado preferentemente cada filósofo o científico a través de la historia: desentrañar cognitivamente al Ser en sus diferentes manifestaciones material, racional y moral. Humildemente, pienso que son tiempos de una educación cuántica que permita la aprehensión de la historia del pensamiento de un modo hermeneuta en un solo folio, como postula la dinámica espiral.
La dinámica espiral es un sintagma de la historia del pensamiento y tiene la virtud, precisamente, de hacer objetivos los paradigmas del pasado en una línea holístico-temporal, hasta conectar con los paradigmas correspondientes a nuestro presente. En dicho sintagma, se puede observar la progresión del holismo práctico del materialismo que opera actualmente en las personas desde la filosofía tradicional hasta el neoliberalismo. Del mismo modo, en el holismo lógico del idealismo, hay congéneres que piensan y actúan desde la filosofía transpersonal (visión-lógica que aúna en la conciencia cognitiva y moral a la biosfera y la noosfera, teniendo así una clara conciencia ecológica y humanista) hasta proyectarse en la posibilidad de que otro mundo es posible (altermundismo). La percepción de ese proceso de cambio en la sociedad solamente puede demostrarse objetivamente a partir del concepto socio-dinámico de masa crítica, un indicador social del paradigma predominante. Respecto a la percepción subjetiva en las personas, es necesario aludir a un mapa psicológico que nos proporcione una correcta cognición respecto de los estadios evolutivos de la conciencia en relación con la felicidad personal y, eminentemente, con la felicidad de la humanidad (2).
Notas:
(1) La filosofía de la historia de Hegel está marcada por los conceptos de las “astucias de la razón” y la “burla de la historia”: la historia conduce a los hombres que creen conducirse a sí mismos, como individuos y como sociedades, y castiga sus pretensiones de modo que la historia-mundo se burla de ellos produciendo resultados exactamente contrarios, paradójicos, a los pretendidos por sus autores, aunque finalmente la historia se reordena y, en un bucle fantástico, retrocede sobre sí misma y con su burla y paradoja sarcástica, convertida en mecanismo de cifrado, crea también ella misma, sin quererlo, realidades y símbolos ocultos al mundo y accesibles solo a los cognoscentes, es decir, a aquellos que quieren conocer.
(2) Dicho mapa psicológico está explicitado en mi artículo científico La evolución de la conciencia desde un análisis político, social y filosófico transpersonal, publicado en el Journal of Transpersonal Research, 2012, Vol. 4 (1), 47-68 ISSN: 1989-6077. Este mapa psicológico está estructurado del siguiente modo:
-Camino ascendente de la conciencia personal, a saber, evolución de la conciencia como posibilidad de lograr más y más conocimientos hasta hallar la sabiduría. (Es lo equivalente a la salida del mundo de las sombras en el Mito de la caverna de Platón).
-Camino descendente de la conciencia transpersonal, es decir, todo el saber adquirido en el camino ascendente se revierte en la humanidad en tanto que la conciencia es transmisora de conocimientos a la vez que conciencia compasiva (transpersonal). (Es lo equivalente al retorno al mundo de las sombras en el Mito de la caverna de Platón).
Obsérvese que ambos caminos de la conciencia desde la personal a la transpersonal, han sido ya referidos como la muerte del ego en su viaje iniciático hacia la percepción unitaria del sujeto cognoscente con el mundo (no-dualidad entre sujeto y objeto), donde las emociones egoístas e individualistas dejan paso a la compasión.
En aras de una mayor profundidad cognitiva, se hace especial hincapié en lo siguiente: las tres esferas (ello, yo y nosotros) que fueron diferenciadas por Kant mediante sus Tres críticas, son perfectamente identificables como potencialidades en los sujetos cognoscentes. Así, la felicidad material es donde imperativamente todo humano se proyecta para la satisfacción de sus necesidades materiales o conciencia materialista (ello), salvo que elijamos dedicarnos a una vida ascética. Asimismo, en la felicidad intelectual se asienta la conciencia intelectual como expresión del juicio estético, es decir, una profundidad holísticamente superior del individuo (yo). Y seguidamente le corresponde el turno a la felicidad espiritual donde se realiza la conciencia espiritual, es decir, la razón moral de la interactuación pragmática o entendimiento mutuo (nosotros). Estas tres conciencias, la conciencia materialista, la conciencia intelectual y la conciencia espiritual, aunque diferenciadas conceptualmente, en realidad son una única conciencia la cual es identificada como un “yo” con tres campos de actuación: el sensible, el cognitivo y el moral, como puede apreciarse en las definiciones de la Real Academia Española acerca del término “conciencia”.
Nuestra conciencia representa la asunción unitaria del Universo, el Conocimiento y el Amor, la tríada propiamente perteneciente al Ser. A través de nuestra conciencia nos relacionamos con el lado sensible, con el conocimiento y con el amor a nuestros semejantes, para intentar hallar nuestra felicidad personal. Por tanto, a través de nuestra conciencia, ya estamos participando de la parte divina que todo lo impregna y, es a través de ella, como debemos ascender hacia la sabiduría divina del Ser. Esa es la finalidad aludida en nuestro mapa cognitivo, descubierta en la “ascensión” racional de la conciencia en el sujeto cognoscente. Llegar a la felicidad personal (sincretismo de las tres felicidades antes aludidas: material, intelectual y espiritual) a través de la vía del conocimiento es un objetivo digno de ser alcanzado. Pero no hay mayor felicidad que llegar al Ser mediante dicho conocimiento. Y para ello, solamente hay un camino: progresar en la evolución de la propia conciencia hasta convertirla en conciencia transpersonal, es decir, altruista, solidaria y compasiva hasta lograr la felicidad transpersonal (la consideración de la libertad y felicidad de la humanidad, jerárquicamente superior a la felicidad personal). Como ya estableció Aristóteles, “el todo es superior a las partes”, una apreciación holística que científicamente puede observarse en la evolución de la naturaleza. ¿No estaría precisamente ahí en nuestra conciencia, la posibilidad de la necesaria integración del “ello”, el “yo” y el “nosotros” diferenciados por Kant y que la postmodernidad no ha sabido o podido integrar?
Siguiendo un paralelismo conceptual de la evolución biológica, estaríamos en los albores de llegar a la ontogénesis de la conciencia subjetiva, así como a la filogénesis de la conciencia social, por lo menos en lo que concierne su objetivación vital. Lo que pueda ocurrir o no en el campo metafísico, es decir, después de nuestra muerte física, es harina de otro costal. Sin embargo, existen estudios científicos sobre experiencias cercanas a la muerte que demuestran la existencia de la conciencia más allá de la muerte. Una cuestión ésta de la vida contra la muerte, del ser contra el no ser, que ha sido plasmada de un modo filosófico por Ken Wilber mediante la conveniencia de trascender dicho dualismo segundario (la vida contra la muerte) como última frontera antes de acceder al nivel del dualismo primario (organismo contra medio ambiente) donde se accede al Espíritu mediante el concienciamiento de que sujeto y objeto son lo mismo, una realidad accesible desde el misticismo contemplativo.
Este artículo es una reproducción del capítulo 2 “EL NUEVO MUNDO” de la segunda parte de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA
Una última apreciación en referencia a los paradigmas transracionalidad y racionalismo espiritual que contemplan un escenario futuro de la humanidad, tanto en su vertiente sociológica como psicológica. Pienso que el sintagma de la dinámica espiral deja meridianamente despejado el actual panorama filosófico de este incipiente siglo XXI, a saber, que la racionalidad con la mirada puesta preeminentemente en la biosfera (capitalismo versus consumismo) se trascenderá a sí misma para integrarse en su dominio natural: la noosfera. Los amos del mundo que asolan a la biosfera serán destronados de su poder por las emergentes conciencias transpersonales. La incipiente visión-lógica antes señalada es una apertura visionaria que propiciará que la racionalidad alcance su mayoría de edad, un proceso que puede aletargarse a través de muchas generaciones, hasta que el altermundismo sea un paradigma plenamente objetivable gracias a su masa crítica. Hay que precisar que el paradigma del altermundismo se inició en el primer Foro Social Mundial celebrado en Porto Alegre en el año 2001 y puede tardar algunas décadas hasta alcanzar dicha masa crítica. Cuando la racionalidad llegue a dicha madurez, la humanidad alcanzará una perspectiva planetaria desde el siguiente paradigma en el orden histórico-temporal: la transracionalidad, lo que Wilber denomina visión centáurica-planetaria (1) . Pero muchos serán los problemas a superar para que el paradigma del altermundismo dé paso al paradigma de la transracionalidad (2) : la profunda brecha entre ricos y pobres, la ausencia de xenofobia y la definitiva instauración práctica de los Derechos Humanos. Será un estadio bastante duro para la humanidad pues habrá que reconsiderar todas las formas obsoletas de producción, así como todos los modos de interrelación entre la población mundial, pues la preservación de la vida o biosfera, será el común denominador para evitar la hecatombe. Para que la racionalidad se instale con mayoría de edad en la noosfera, la conciencia colectiva deberá transitar hacia una pedagogía con la mirada puesta en la conciencia transpersonal (esta es la finalidad pedagógica del presente ensayo). Cuando se logre afianzar el concepto socio-dinámico masa crítica de modo que, en la conciencia colectiva, predomine una mayoría de conciencias transpersonales, podrá entonces darse por iniciado el periodo de la transracionalidad. Será un momento cumbre para la humanidad, pues la racionalidad habrá conectado con la espiritualidad humana: será la culminación del segundo renacimiento humanístico, a saber, la integración simbiótica de las conciencias individuales en la conciencia colectiva. La noosfera emergerá desde su propia interioridad o racionalidad, cobrando cada vez más fuerza el paradigma de la transracionalidad.
Notas:
(1) La obra Sexo, Ecología, Espiritualidad de Ken Wilber es un compendio de sabiduría científica y filosófica. En el capítulo 5 titulado La emergencia de la naturaleza humana, Wilber aborda la emergencia del Homo sapiens hasta la diferenciación de la biosfera y de la noosfera producida en Occidente aproximadamente en los siglos XVI y XVII. Según Wilber (p.207), “en otras palabras, con la diferenciación de la noosfera y la biosfera, la biología ya no determina el destino. Es decir, ya no lo determinaba necesariamente: las relaciones entre hombres y mujeres (y entre hombres y hombres) ya no estaban necesariamente dominadas por el pesado yugo de las diferencias y determinantes biológicos, la fuerza física y la reproducción”.
Prosigue Wilber (p. 215): “La diferencia principal entre la eco-devastación tribal y la moderna no es la presencia o ausencia de sabiduría, sino la presencia de medios más peligrosos, que utilizados con la misma ignorancia ahora pueden llegar a ser devastadores. Como veremos, nuestros enormes medios nos han llevado, por primera vez en la historia, a una disociación igualmente enorme entre la noosfera y la biosfera, y por tanto la cura no está en reactivar la forma tribal de ignorancia ecológica (deshacernos de nuestros medios), ni en continuar con la forma moderna de ignorancia (el mercado libre nos salvará), sino más bien en evolucionar y desarrollar una estructura de conciencia integradora que por primera vez integre biosfera y noosfera en una unión más alta y más profunda”.
A esa racionalidad en búsqueda de un planteamiento realmente planetario, universal o global, de naturaleza no coercitiva, da lugar a un tipo de conocimiento al que Wilber denomina “visión-lógica”. Según Wilber (p.233): “Cuando la racionalidad da todas sus perspectivas posibles, el conocimiento visión-lógica las suma en totalidad, que es simplemente el nuevo holón interno superior…. En otras palabras, la visión lógica es un holón superior que opera sobre (y, por tanto, trasciende) a sus holones menores, como la racionalidad misma. La visión lógica, como tal, puede mantener en mente contradicciones, puede unificar opuestos, es dialéctica y no lineal (véase en ese sentido, a modo de ejemplo, la dinámica espiral propuesta por este pensador), y unifica lo que de otra forma serían nociones incompatibles, siempre y cuando se relacionen en un nuevo holón superior, negadas en su parcialidad, pero preservadas en sus contribuciones positivas. Esto es lo que Hegel llamó “Razón” como opuesto a la “comprensión”. Esta es la causa por la que Hegel mantuvo que entre las características definidoras de la Razón (visión-lógica) estaba su capacidad de unificar opuestos y ver la identidad-en-diferencia. Como tal, Hegel fue uno de los primeros grandes filósofos de la visión-lógica, al igual que Schelling y Whitehead…la aprehensión explícita de la identidad diferenciada, “Razón no bifurcada” o visión-lógica, detrás de lo cual está lo transracional en su conjunto”.
A la visión del mundo o al espacio en el mundo de la visión-lógica la llama Wilber “existencial” o “centáurico”. El centauro es el animal mítico, medio humano y medio caballo, que Wilber toma como símbolo de la integración de cuerpo y mente, o biosfera y noosfera. Para Wilber, según sus propias palabras (p.235), “esta visión-lógica con su perspectiva centáurica del mundo, es la que, según mi criterio, representa la esperanza de la integración de la biosfera y la noosfera, la organización supranacional de conciencia planetaria, la cognición genuina del equilibrio ecológico, las formas no restringidas ni forzadas de discurso global, las formas no dominantes y no coercitivas de Estados federales, el flujo libre de intercambio comunicativo a nivel mundial, la producción de ciudadanos del mundo genuinos y la integración cultural de la individualidad femenina (por ejemplo, la integración del hombre y la mujer en la biosfera y la noosfera). Todo lo anterior, en mi opinión, no es sino la plataforma para las formas de conciencia superiores y transpersonales, que serían auténticamente interesantes y nos esperan en nuestro futuro colectivo; si es que llegamos a él”.
A dicha visión emergente, Jean Gebser la denominó como la mente integral-aperspectival que, según Wilber, es un término especialmente adecuado. La mente aperspectival, en otras palabras, es completamente holónica: contextos dentro de contextos dentro de contextos para siempre. Y, según Wilber, este mundo está en medio de los tortuosos dolores de parto de la emergencia colectiva de una nueva estructura de conciencia centáurica o visión-lógica, la mente integral-aperspectival. Así, en propias palabras de Gebser, las perspectivas del mundo egoico-racional son “reemplazadas por la expansión abierta del mundo abierto”, el “mundo aperspectival”: la culminación de la visión centrada en el mundo comenzó con la racionalidad y es completada por la visión-lógica. Pero, insiste Wilber (p.240), “la estructura integral puede integrar fisiosfera, biosfera y noosfera, que tiene el potencial de integrarlas. Depende de ti y de mí, de las acciones que realicemos cada uno de nosotros, que el potencial se actualice”. Consecuentemente, según Wilber (p.245), “hará falta un movimiento de visión-lógica de enorme poder integrador (integral aperspectival y universal-integral) para unir a todos los ciudadanos del mundo sobre una base centáurica: todos tenemos en común materia, cuerpo y mente (por no mencionar el Espíritu y un Yo anteriores a todo ello)”(…)“La transformación misma, está siendo construida en el corazón y la mente de aquellos individuos que están evolucionando hacia la visión centáurica-planetaria”… “La revolución, como siempre, vendrá desde dentro y se irá encajando en la forma externa”.
Todo lo anterior, según Wilber (p.249), apunta hacia un transnacionalismo: “Así, sin negar la importancia de los factores ecológicos, económicos y financieros en la transformación mundial, no olvidemos que todos ellos descansan, en última instancia, sobre la transformación correlativa de la conciencia humana: el abrazo global y la federación mundial solo pueden ser vistos, entendidos y puestos en práctica por individuos con una visión-lógica universal. Los nuevos recursos escasos incluirán no solo la escasez económico-material, sino también los recursos del significado de la vida, que ya no podrán ser hallados en uno mismo o en la tribu, raza o nación, sino que hallarán su contexto, su terapia, su omega y su liberación en el abrazo mundicéntrico a través del que circula la sangre de nuestra humanidad común y late el corazón único de un pequeño planeta que lucha por la supervivencia y anhela su liberación en un mañana más profundo y verdadero”.
A dicho transnacionalismo le corresponde un pluriculturalismo que debería trascender a los tribalismo mágicos basados en la sangre y el linaje étnico o el imperialismo mitológico, según Wilber (p.250): “remanentes del marxismo como “religión mítico-racional mundial”; fundamentalismos cristiano y musulmán que quieren convertir (obligar) al resto del mundo; misioneros mítico-religiosos con furia de proselitismo global; imperialismo económico-nacional cercano a lo mitológico por parte de los países desarrollados; y, sobre todo, la disolución de algunos de los modernos estados mítico-imperialistas en sus subholones tribales; una disolución bañada en sangre, lucha tribal y relaciones de parentesco a gran escala: la retribalización de grandes partes del mundo. Así, la mayor de las transformaciones a nivel mundial sería simplemente la adopción de la racionalidad global y de la tolerancia pluralista: la adopción de la racionalidad egoica en el camino hacia la visión-lógica centáurica”.
Para Wilber (p.251), “un multiculturalismo genuino no puede ser establecido tampoco por los “sentimientos” o “por la actuación desde el corazón”, porque mis sentimientos son solo míos, no necesariamente tuyos o de otro. Solo en el espacio del pluralismo racional se puede dar un lugar y una voz iguales a los distintos sentimientos, pensamientos y deseos. Desde esta plataforma de lo racional, es desde donde se puede alcanzar el estado siguiente, el verdaderamente integral-aperspectival (y universal-integral)”.
(2) La filosofía transpersonal, vuelvo a recordar, es una disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia, sin embargo, es una actividad investigativa muy reciente en la historia del pensamiento. Con el surgimiento de las ciencias psicológicas y la “cuarta fuerza” de la psicología transpersonal, se ha iniciado un camino esperanzador de trascendencia de la conciencia egoica hacia la espiritualidad o “transpersonalidad”. Sin embargo, el término “transpersonal” no es todavía de dominio popular y menos aún su asunción académica para una futura educación generacional. No obstante, si la humanidad ha evolucionado de lo mítico a lo racional, como apunta Wilber (p. 617), estamos ahora situados en el filo de la percepción transracional. En dicho sentido, cabe destacar el artículo de Álvaro B. Márquez-Fernández y Zulay C. Díaz-Montiel La complejidad: hacia una epísteme transracional, cuyo resumen es el siguiente:
En las ciencias sociales la crisis del paradigma positivista, es el resultado de su insuficiencia experimental para dar cuenta de la transformación de la experiencia del pensamiento en su interpretación de la realidad natural e histórica de la existencia. En la modernidad no fue posible consolidar un paradigma universalista que solo diera cuenta de espacios objetivados de la realidad a través de modelos racionales reduccionistas. Tal como lo señalan Morin, Najmanovich, Sotolongo-Codima Boaventura de Sousa, Reynoso, en sus postulados teóricos-metodológicos, cuando afirman que la experiencia del pensar racional es mucho más compleja y transdisciplinar, pues considera la realidad como un proceso en curso de estructuras que se recrean poiéticamente sin sujeción a causalidades predeterminadas. Esto es lo que explica, desde la perspectiva de una espíteme crítica, por qué las contingencias materiales de la experiencia racional y las formas de intercambios entre sistemas de diversa índole, le atribuyen al fenómeno del pensamiento una múltiple y transversal racionalidad a partir de la cual se desustantiva el mundo de los objetos y hace presente la subjetividad cognitiva del sujeto de pensamiento. Hacia ese inédito dominio de los procesos de la espíteme transracionales es que se orienta el pensamiento complejo como un momento de superación del positivismo.
Como objetivo ilustrativo de esta nota, destacamos la conclusión final de dicho artículo:
Es necesario que esta riquísima cosmovisión que nos revela el aura de una nueva racionalidad para pensar y rehacer el mundo, se convierta en un programa transdisciplinar de investigaciones que logren desplazar nuestra experiencia deconstructiva de los fenómenos de la realidad en todos los órdenes del conocimiento hacia éticas epistémicas. La infinitud de formas posibles a las que apuntan las redes complejas de conocimiento, no es más que la posibilidad humana y natural de entender los ciclos y procesos de la vida en sentido generativo, nunca progresivo ni lineal.
Ver más
Una última apreciación en referencia a los paradigmas transracionalidad y racionalismo espiritual que contemplan un escenario futuro de la humanidad, tanto en su vertiente sociológica como psicológica. Pienso que el sintagma de la dinámica espiral deja meridianamente despejado el actual panorama filosófico de este incipiente siglo XXI, a saber, que la racionalidad con la mirada puesta preeminentemente en la biosfera (capitalismo versus consumismo) se trascenderá a sí misma para integrarse en su dominio natural: la noosfera. Los amos del mundo que asolan a la biosfera serán destronados de su poder por las emergentes conciencias transpersonales. La incipiente visión-lógica antes señalada es una apertura visionaria que propiciará que la racionalidad alcance su mayoría de edad, un proceso que puede aletargarse a través de muchas generaciones, hasta que el altermundismo sea un paradigma plenamente objetivable gracias a su masa crítica. Hay que precisar que el paradigma del altermundismo se inició en el primer Foro Social Mundial celebrado en Porto Alegre en el año 2001 y puede tardar algunas décadas hasta alcanzar dicha masa crítica. Cuando la racionalidad llegue a dicha madurez, la humanidad alcanzará una perspectiva planetaria desde el siguiente paradigma en el orden histórico-temporal: la transracionalidad, lo que Wilber denomina visión centáurica-planetaria (1) . Pero muchos serán los problemas a superar para que el paradigma del altermundismo dé paso al paradigma de la transracionalidad (2) : la profunda brecha entre ricos y pobres, la ausencia de xenofobia y la definitiva instauración práctica de los Derechos Humanos. Será un estadio bastante duro para la humanidad pues habrá que reconsiderar todas las formas obsoletas de producción, así como todos los modos de interrelación entre la población mundial, pues la preservación de la vida o biosfera, será el común denominador para evitar la hecatombe. Para que la racionalidad se instale con mayoría de edad en la noosfera, la conciencia colectiva deberá transitar hacia una pedagogía con la mirada puesta en la conciencia transpersonal (esta es la finalidad pedagógica del presente ensayo). Cuando se logre afianzar el concepto socio-dinámico masa crítica de modo que, en la conciencia colectiva, predomine una mayoría de conciencias transpersonales, podrá entonces darse por iniciado el periodo de la transracionalidad. Será un momento cumbre para la humanidad, pues la racionalidad habrá conectado con la espiritualidad humana: será la culminación del segundo renacimiento humanístico, a saber, la integración simbiótica de las conciencias individuales en la conciencia colectiva. La noosfera emergerá desde su propia interioridad o racionalidad, cobrando cada vez más fuerza el paradigma de la transracionalidad.
Notas:
(1) La obra Sexo, Ecología, Espiritualidad de Ken Wilber es un compendio de sabiduría científica y filosófica. En el capítulo 5 titulado La emergencia de la naturaleza humana, Wilber aborda la emergencia del Homo sapiens hasta la diferenciación de la biosfera y de la noosfera producida en Occidente aproximadamente en los siglos XVI y XVII. Según Wilber (p.207), “en otras palabras, con la diferenciación de la noosfera y la biosfera, la biología ya no determina el destino. Es decir, ya no lo determinaba necesariamente: las relaciones entre hombres y mujeres (y entre hombres y hombres) ya no estaban necesariamente dominadas por el pesado yugo de las diferencias y determinantes biológicos, la fuerza física y la reproducción”.
Prosigue Wilber (p. 215): “La diferencia principal entre la eco-devastación tribal y la moderna no es la presencia o ausencia de sabiduría, sino la presencia de medios más peligrosos, que utilizados con la misma ignorancia ahora pueden llegar a ser devastadores. Como veremos, nuestros enormes medios nos han llevado, por primera vez en la historia, a una disociación igualmente enorme entre la noosfera y la biosfera, y por tanto la cura no está en reactivar la forma tribal de ignorancia ecológica (deshacernos de nuestros medios), ni en continuar con la forma moderna de ignorancia (el mercado libre nos salvará), sino más bien en evolucionar y desarrollar una estructura de conciencia integradora que por primera vez integre biosfera y noosfera en una unión más alta y más profunda”.
A esa racionalidad en búsqueda de un planteamiento realmente planetario, universal o global, de naturaleza no coercitiva, da lugar a un tipo de conocimiento al que Wilber denomina “visión-lógica”. Según Wilber (p.233): “Cuando la racionalidad da todas sus perspectivas posibles, el conocimiento visión-lógica las suma en totalidad, que es simplemente el nuevo holón interno superior…. En otras palabras, la visión lógica es un holón superior que opera sobre (y, por tanto, trasciende) a sus holones menores, como la racionalidad misma. La visión lógica, como tal, puede mantener en mente contradicciones, puede unificar opuestos, es dialéctica y no lineal (véase en ese sentido, a modo de ejemplo, la dinámica espiral propuesta por este pensador), y unifica lo que de otra forma serían nociones incompatibles, siempre y cuando se relacionen en un nuevo holón superior, negadas en su parcialidad, pero preservadas en sus contribuciones positivas. Esto es lo que Hegel llamó “Razón” como opuesto a la “comprensión”. Esta es la causa por la que Hegel mantuvo que entre las características definidoras de la Razón (visión-lógica) estaba su capacidad de unificar opuestos y ver la identidad-en-diferencia. Como tal, Hegel fue uno de los primeros grandes filósofos de la visión-lógica, al igual que Schelling y Whitehead…la aprehensión explícita de la identidad diferenciada, “Razón no bifurcada” o visión-lógica, detrás de lo cual está lo transracional en su conjunto”.
A la visión del mundo o al espacio en el mundo de la visión-lógica la llama Wilber “existencial” o “centáurico”. El centauro es el animal mítico, medio humano y medio caballo, que Wilber toma como símbolo de la integración de cuerpo y mente, o biosfera y noosfera. Para Wilber, según sus propias palabras (p.235), “esta visión-lógica con su perspectiva centáurica del mundo, es la que, según mi criterio, representa la esperanza de la integración de la biosfera y la noosfera, la organización supranacional de conciencia planetaria, la cognición genuina del equilibrio ecológico, las formas no restringidas ni forzadas de discurso global, las formas no dominantes y no coercitivas de Estados federales, el flujo libre de intercambio comunicativo a nivel mundial, la producción de ciudadanos del mundo genuinos y la integración cultural de la individualidad femenina (por ejemplo, la integración del hombre y la mujer en la biosfera y la noosfera). Todo lo anterior, en mi opinión, no es sino la plataforma para las formas de conciencia superiores y transpersonales, que serían auténticamente interesantes y nos esperan en nuestro futuro colectivo; si es que llegamos a él”.
A dicha visión emergente, Jean Gebser la denominó como la mente integral-aperspectival que, según Wilber, es un término especialmente adecuado. La mente aperspectival, en otras palabras, es completamente holónica: contextos dentro de contextos dentro de contextos para siempre. Y, según Wilber, este mundo está en medio de los tortuosos dolores de parto de la emergencia colectiva de una nueva estructura de conciencia centáurica o visión-lógica, la mente integral-aperspectival. Así, en propias palabras de Gebser, las perspectivas del mundo egoico-racional son “reemplazadas por la expansión abierta del mundo abierto”, el “mundo aperspectival”: la culminación de la visión centrada en el mundo comenzó con la racionalidad y es completada por la visión-lógica. Pero, insiste Wilber (p.240), “la estructura integral puede integrar fisiosfera, biosfera y noosfera, que tiene el potencial de integrarlas. Depende de ti y de mí, de las acciones que realicemos cada uno de nosotros, que el potencial se actualice”. Consecuentemente, según Wilber (p.245), “hará falta un movimiento de visión-lógica de enorme poder integrador (integral aperspectival y universal-integral) para unir a todos los ciudadanos del mundo sobre una base centáurica: todos tenemos en común materia, cuerpo y mente (por no mencionar el Espíritu y un Yo anteriores a todo ello)”(…)“La transformación misma, está siendo construida en el corazón y la mente de aquellos individuos que están evolucionando hacia la visión centáurica-planetaria”… “La revolución, como siempre, vendrá desde dentro y se irá encajando en la forma externa”.
Todo lo anterior, según Wilber (p.249), apunta hacia un transnacionalismo: “Así, sin negar la importancia de los factores ecológicos, económicos y financieros en la transformación mundial, no olvidemos que todos ellos descansan, en última instancia, sobre la transformación correlativa de la conciencia humana: el abrazo global y la federación mundial solo pueden ser vistos, entendidos y puestos en práctica por individuos con una visión-lógica universal. Los nuevos recursos escasos incluirán no solo la escasez económico-material, sino también los recursos del significado de la vida, que ya no podrán ser hallados en uno mismo o en la tribu, raza o nación, sino que hallarán su contexto, su terapia, su omega y su liberación en el abrazo mundicéntrico a través del que circula la sangre de nuestra humanidad común y late el corazón único de un pequeño planeta que lucha por la supervivencia y anhela su liberación en un mañana más profundo y verdadero”.
A dicho transnacionalismo le corresponde un pluriculturalismo que debería trascender a los tribalismo mágicos basados en la sangre y el linaje étnico o el imperialismo mitológico, según Wilber (p.250): “remanentes del marxismo como “religión mítico-racional mundial”; fundamentalismos cristiano y musulmán que quieren convertir (obligar) al resto del mundo; misioneros mítico-religiosos con furia de proselitismo global; imperialismo económico-nacional cercano a lo mitológico por parte de los países desarrollados; y, sobre todo, la disolución de algunos de los modernos estados mítico-imperialistas en sus subholones tribales; una disolución bañada en sangre, lucha tribal y relaciones de parentesco a gran escala: la retribalización de grandes partes del mundo. Así, la mayor de las transformaciones a nivel mundial sería simplemente la adopción de la racionalidad global y de la tolerancia pluralista: la adopción de la racionalidad egoica en el camino hacia la visión-lógica centáurica”.
Para Wilber (p.251), “un multiculturalismo genuino no puede ser establecido tampoco por los “sentimientos” o “por la actuación desde el corazón”, porque mis sentimientos son solo míos, no necesariamente tuyos o de otro. Solo en el espacio del pluralismo racional se puede dar un lugar y una voz iguales a los distintos sentimientos, pensamientos y deseos. Desde esta plataforma de lo racional, es desde donde se puede alcanzar el estado siguiente, el verdaderamente integral-aperspectival (y universal-integral)”.
(2) La filosofía transpersonal, vuelvo a recordar, es una disciplina que estudia la espiritualidad y su relación con la ciencia, así como los estudios de la conciencia, sin embargo, es una actividad investigativa muy reciente en la historia del pensamiento. Con el surgimiento de las ciencias psicológicas y la “cuarta fuerza” de la psicología transpersonal, se ha iniciado un camino esperanzador de trascendencia de la conciencia egoica hacia la espiritualidad o “transpersonalidad”. Sin embargo, el término “transpersonal” no es todavía de dominio popular y menos aún su asunción académica para una futura educación generacional. No obstante, si la humanidad ha evolucionado de lo mítico a lo racional, como apunta Wilber (p. 617), estamos ahora situados en el filo de la percepción transracional. En dicho sentido, cabe destacar el artículo de Álvaro B. Márquez-Fernández y Zulay C. Díaz-Montiel La complejidad: hacia una epísteme transracional, cuyo resumen es el siguiente:
En las ciencias sociales la crisis del paradigma positivista, es el resultado de su insuficiencia experimental para dar cuenta de la transformación de la experiencia del pensamiento en su interpretación de la realidad natural e histórica de la existencia. En la modernidad no fue posible consolidar un paradigma universalista que solo diera cuenta de espacios objetivados de la realidad a través de modelos racionales reduccionistas. Tal como lo señalan Morin, Najmanovich, Sotolongo-Codima Boaventura de Sousa, Reynoso, en sus postulados teóricos-metodológicos, cuando afirman que la experiencia del pensar racional es mucho más compleja y transdisciplinar, pues considera la realidad como un proceso en curso de estructuras que se recrean poiéticamente sin sujeción a causalidades predeterminadas. Esto es lo que explica, desde la perspectiva de una espíteme crítica, por qué las contingencias materiales de la experiencia racional y las formas de intercambios entre sistemas de diversa índole, le atribuyen al fenómeno del pensamiento una múltiple y transversal racionalidad a partir de la cual se desustantiva el mundo de los objetos y hace presente la subjetividad cognitiva del sujeto de pensamiento. Hacia ese inédito dominio de los procesos de la espíteme transracionales es que se orienta el pensamiento complejo como un momento de superación del positivismo.
Como objetivo ilustrativo de esta nota, destacamos la conclusión final de dicho artículo:
Es necesario que esta riquísima cosmovisión que nos revela el aura de una nueva racionalidad para pensar y rehacer el mundo, se convierta en un programa transdisciplinar de investigaciones que logren desplazar nuestra experiencia deconstructiva de los fenómenos de la realidad en todos los órdenes del conocimiento hacia éticas epistémicas. La infinitud de formas posibles a las que apuntan las redes complejas de conocimiento, no es más que la posibilidad humana y natural de entender los ciclos y procesos de la vida en sentido generativo, nunca progresivo ni lineal.
Este artículo es una reproducción del capítulo 2 “EL NUEVO MUNDO” de la segunda parte de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA
Pero la dialéctica de la historia seguirá su propio camino pues, a dicha transracionalidad, le surgirá su propio opuesto paradigmático: el racionalismo espiritual. Si la transracionalidad será un paradigma de integración de la racionalidad en la espiritualidad humana a través del altermundismo (en una acepción exclusivamente racional alejada de todo dogma religioso), el racionalismo espiritual será un paradigma para conseguir que la transracionalidad se integre y trascienda a través de la espiritualidad misma. Será una época de convulsiones en el seno de las religiones pues la transracionalidad deberá atender a los fervores y dogmas religiosos como jamás antes se hubiera visto. En definitiva, dos paradigmas opuestos más que nos depara la historia, la transracionalidad y el racionalismo espiritual, una manifestación más del Eros y Ágape de Wilber, una expresión más del holismo práctico del materialismo y del holismo lógico del idealismo, el devenir eterno de los opuestos expresándose a través del mundo de los sentidos y el Mundo de las Ideas. Dos mundos irreconciliables en el mundo objetivo, pues nunca se alcanza el omega final. Un alfa y un omega que solamente pueden ser trascendidos desde la profundidad de la conciencia mediante el misticismo contemplativo donde el sujeto cognoscente y el objeto son percibidos como una unidad indisociable, tal como postula la filosofía perenne y acredita la física cuántica.
Concluyendo, el mapa cognitivo de la dinámica espiral es suficientemente elocuente de un modo histórico, sociológico y psicológico. Al hablar de “viejo mundo”, como se ha visto en el anterior capítulo, nos estamos refiriendo a los paradigmas sociales, económicos, intelectuales, psicológicos y espirituales representados bajo el holismo práctico del materialismo. Y cuando hablemos de aquí en delante de un “nuevo mundo”, debería hacerse en referencia a los paradigmas que evolucionan por el holismo lógico del idealismo. Por tanto, por dicho sintagma se puede observar el fluir cultural, cognitivo y espiritual de la humanidad. Ya tenemos un poco de orden en la historia del pensamiento.
En términos científicos, sociales, intelectuales, psicológicos y espirituales, ya sabemos, por tanto, por dónde “falla” el “viejo mundo” y cuál es el sendero del “nuevo mundo”. Obsérvese en la dinámica espiral el discurrir de la dialéctica hegeliana (conocimiento exotérico) así como el principio del ritmo del hermetismo (conocimiento esotérico) a través de los paradigmas evolutivos tanto horizontales como verticales.
Cada par de paradigmas horizontales representa una evolución holística y acasual (no-localidad) a modo de sincronicidad (Jung) entre neologismos cognitivos, pudiendo ser aprehendida dicha evolución de la conciencia histórica por todo sujeto cognoscente que ose sortear mediante su mente cuántica a las “astucias de la razón” y “la burla de la historia”, en palabras de Hegel (1). La resolución dialéctica de los paradigmas verticales representa el devenir de la historia del pensamiento. Así en un solo folio, se puede enseñar la historia de la filosofía hasta el siglo veintiuno. Fácil para todos.
Nota (1):
La filosofía de la historia de Hegel está marcada por los conceptos de las “astucias de la razón” y la “burla de la historia”: la historia conduce a los hombres que creen conducirse a sí mismos, como individuos y como sociedades, y castiga sus pretensiones de modo que la historia-mundo se burla de ellos produciendo resultados exactamente contrarios, paradójicos, a los pretendidos por sus autores, aunque finalmente la historia se reordena y, en un bucle fantástico, retrocede sobre sí misma y con su burla y paradoja sarcástica, convertida en mecanismo de cifrado, crea también ella misma, sin quererlo, realidades y símbolos ocultos al mundo y accesibles solo a los cognoscentes, es decir, a aquellos que quieren conocer.
Ver más
Pero la dialéctica de la historia seguirá su propio camino pues, a dicha transracionalidad, le surgirá su propio opuesto paradigmático: el racionalismo espiritual. Si la transracionalidad será un paradigma de integración de la racionalidad en la espiritualidad humana a través del altermundismo (en una acepción exclusivamente racional alejada de todo dogma religioso), el racionalismo espiritual será un paradigma para conseguir que la transracionalidad se integre y trascienda a través de la espiritualidad misma. Será una época de convulsiones en el seno de las religiones pues la transracionalidad deberá atender a los fervores y dogmas religiosos como jamás antes se hubiera visto. En definitiva, dos paradigmas opuestos más que nos depara la historia, la transracionalidad y el racionalismo espiritual, una manifestación más del Eros y Ágape de Wilber, una expresión más del holismo práctico del materialismo y del holismo lógico del idealismo, el devenir eterno de los opuestos expresándose a través del mundo de los sentidos y el Mundo de las Ideas. Dos mundos irreconciliables en el mundo objetivo, pues nunca se alcanza el omega final. Un alfa y un omega que solamente pueden ser trascendidos desde la profundidad de la conciencia mediante el misticismo contemplativo donde el sujeto cognoscente y el objeto son percibidos como una unidad indisociable, tal como postula la filosofía perenne y acredita la física cuántica.
Concluyendo, el mapa cognitivo de la dinámica espiral es suficientemente elocuente de un modo histórico, sociológico y psicológico. Al hablar de “viejo mundo”, como se ha visto en el anterior capítulo, nos estamos refiriendo a los paradigmas sociales, económicos, intelectuales, psicológicos y espirituales representados bajo el holismo práctico del materialismo. Y cuando hablemos de aquí en delante de un “nuevo mundo”, debería hacerse en referencia a los paradigmas que evolucionan por el holismo lógico del idealismo. Por tanto, por dicho sintagma se puede observar el fluir cultural, cognitivo y espiritual de la humanidad. Ya tenemos un poco de orden en la historia del pensamiento.
En términos científicos, sociales, intelectuales, psicológicos y espirituales, ya sabemos, por tanto, por dónde “falla” el “viejo mundo” y cuál es el sendero del “nuevo mundo”. Obsérvese en la dinámica espiral el discurrir de la dialéctica hegeliana (conocimiento exotérico) así como el principio del ritmo del hermetismo (conocimiento esotérico) a través de los paradigmas evolutivos tanto horizontales como verticales.
Cada par de paradigmas horizontales representa una evolución holística y acasual (no-localidad) a modo de sincronicidad (Jung) entre neologismos cognitivos, pudiendo ser aprehendida dicha evolución de la conciencia histórica por todo sujeto cognoscente que ose sortear mediante su mente cuántica a las “astucias de la razón” y “la burla de la historia”, en palabras de Hegel (1). La resolución dialéctica de los paradigmas verticales representa el devenir de la historia del pensamiento. Así en un solo folio, se puede enseñar la historia de la filosofía hasta el siglo veintiuno. Fácil para todos.
Nota (1):
La filosofía de la historia de Hegel está marcada por los conceptos de las “astucias de la razón” y la “burla de la historia”: la historia conduce a los hombres que creen conducirse a sí mismos, como individuos y como sociedades, y castiga sus pretensiones de modo que la historia-mundo se burla de ellos produciendo resultados exactamente contrarios, paradójicos, a los pretendidos por sus autores, aunque finalmente la historia se reordena y, en un bucle fantástico, retrocede sobre sí misma y con su burla y paradoja sarcástica, convertida en mecanismo de cifrado, crea también ella misma, sin quererlo, realidades y símbolos ocultos al mundo y accesibles solo a los cognoscentes, es decir, a aquellos que quieren conocer.
Este artículo es una reproducción del capítulo 2 “EL NUEVO MUNDO” de la segunda parte de LA EDUCACIÓN CUÁNTICA
El nuevo mundo, como defiende La educación cuántica, debe edificarse desde el empoderamiento consciente de toda persona. Y para ello, es imprescindible saber leer el pasado e interpretar el presente para orientar certeramente su futuro. El anterior sintagma a modo de dinámica espiral, es una humilde propuesta para que la historia de la filosofía pueda ser enseñada siguiendo reglas escritas en la naturaleza, pero que pocos aciertan a descifrar. No se puede construir un nuevo mundo sin un “mapa sociológico” en auxilio de la comprensión de la realidad de ahí fuera, así como un “mapa psicológico” que guie interiormente al sujeto cognoscente en su mundo interior. Pero el mapa por excelencia es la naturaleza y, por tanto, siguiendo el principio de la correspondencia del hermetismo, emergió la dinámica espiral a modo de contrarios contrapuestos de dos en dos, y a la vez evolucionando helicoidalmente, como lo hace el ADN en la naturaleza, toda una visión transpersonal que va más allá de la filosofía tradicional. La filosofía tradicional –académica- ha fracasado como proyecto emancipador de la humanidad, de ahí la muerte del “viejo mundo”. En su lugar, propongo realizar filosofía transpersonal en el “nuevo mundo”, pues aporta una visión más integradora de la naturaleza humana. Y propongo La educación cuántica como un proyecto revisionista y reformador en la pedagogía histórica, filosófica, científica, intelectual, psicológica y espiritual. Propongo el “otro” modo de saber, el no dual entre sujeto y objeto, el místico, el trascendental o directo, un nuevo paradigma de conocimiento a los ojos de los materialistas científicos, sin embargo, eternamente presente en la filosofía perenne.
Porque el nuevo mundo solo puede edificarse con personas libres y con conocimiento de causa, como defiendo en este ensayo. Solo el saber hará de nosotros hombres verdaderamente libres. Y para tal objetivo, la filosofía debe volver a coger las riendas del destino de la humanidad. Tal es la ambición de La educación cuántica.
Ver más
El nuevo mundo, como defiende La educación cuántica, debe edificarse desde el empoderamiento consciente de toda persona. Y para ello, es imprescindible saber leer el pasado e interpretar el presente para orientar certeramente su futuro. El anterior sintagma a modo de dinámica espiral, es una humilde propuesta para que la historia de la filosofía pueda ser enseñada siguiendo reglas escritas en la naturaleza, pero que pocos aciertan a descifrar. No se puede construir un nuevo mundo sin un “mapa sociológico” en auxilio de la comprensión de la realidad de ahí fuera, así como un “mapa psicológico” que guie interiormente al sujeto cognoscente en su mundo interior. Pero el mapa por excelencia es la naturaleza y, por tanto, siguiendo el principio de la correspondencia del hermetismo, emergió la dinámica espiral a modo de contrarios contrapuestos de dos en dos, y a la vez evolucionando helicoidalmente, como lo hace el ADN en la naturaleza, toda una visión transpersonal que va más allá de la filosofía tradicional. La filosofía tradicional –académica- ha fracasado como proyecto emancipador de la humanidad, de ahí la muerte del “viejo mundo”. En su lugar, propongo realizar filosofía transpersonal en el “nuevo mundo”, pues aporta una visión más integradora de la naturaleza humana. Y propongo La educación cuántica como un proyecto revisionista y reformador en la pedagogía histórica, filosófica, científica, intelectual, psicológica y espiritual. Propongo el “otro” modo de saber, el no dual entre sujeto y objeto, el místico, el trascendental o directo, un nuevo paradigma de conocimiento a los ojos de los materialistas científicos, sin embargo, eternamente presente en la filosofía perenne.
Porque el nuevo mundo solo puede edificarse con personas libres y con conocimiento de causa, como defiendo en este ensayo. Solo el saber hará de nosotros hombres verdaderamente libres. Y para tal objetivo, la filosofía debe volver a coger las riendas del destino de la humanidad. Tal es la ambición de La educación cuántica.
Este artículo es una reproducción del apartado 3-1 del capítulo “La naturaleza cuántica” de la tercera parte de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA
Desde el surgimiento de la física cuántica, los científicos se han enfrentado a un quebradero de cabeza: la teoría cuántica cuestiona la naturaleza de la realidad. El Principio de Determinismo de la Física no es aplicable a los sistemas descritos a través de la Teoría Cuántica. Cuánticamente, el proceso de la medida afecta al estado sobre el que se mide, haciéndolo además de manera impredecible. Ese problema de interpretación es uno de los problemas más serios que plantea la física cuántica. Un experimento llevado a cabo por Aspect, Dalibard y Roger en 1982 supuso, después de cuarenta y siete años, la materialización práctica del "experimento “mental" expuesto en el argumento EPR en 1935. La paradoja de Einstein-Podolsky-Rosen, denominada “Paradoja EPR”, consiste en un experimento mental propuesto por Albert Einstein, Boris Podolsky y Nathan Rosen en 1935. Es relevante históricamente, puesto que pone de manifiesto un problema aparente de la mecánica cuántica, y en las décadas siguientes se dedicaron múltiples esfuerzos a desarrollarla y resolverla.
El argumento EPR no pretendía mostrar que la Teoría Cuántica fuese incorrecta, sino “incompleta”, y que, por lo tanto, debía completarse introduciendo una serie de elementos de realidad (denominados “variables ocultas”) que, debidamente acomodados dentro del formalismo de la teoría, permitiesen elaborar predicciones deterministas, no probabilistas, ya que Einstein pensaba que las probabilidades cuánticas tenían un origen subjetivo como consecuencia de carecer de una información completa relativa a las propiedades de los sistemas estudiados.
La conclusión del experimento “mental” es clara: la descripción física del mundo basada en la idea de una realidad separable ¡falla! Es decir, el primer modo de conocimiento, el dualismo sujeto-objeto en el que está enfrascado el materialismo científico, remite inexorablemente al segundo modo de saber, la no dualidad, la aprehensión mental de la realidad (misticismo), una cuestión que los escépticos reniegan ya sea por ignorancia o por orgullo. La mecánica cuántica ha cambiado radicalmente la noción que tenemos de la realidad, lo cual, también, implica una nueva noción del concepto de causalidad que es posible que tenga profundas implicaciones, incluso de naturaleza filosófica. La ciencia clásica se construyó con el método cartesiano de analizar el mundo descomponiéndolo en partes, y uniendo después esas partes de acuerdo a leyes causales: el reduccionismo. La figura determinista del universo que así resulta estaba íntimamente relacionada con la imagen de la naturaleza funcionando como un reloj preciso, idea muy querida por Einstein. Sin embargo, en física cuántica esa figura mecánica y determinista ya no es posible. En palabras de Hawking: “Dios juega a los dados con el universo. Toda la evidencia lo señala como un jugador empedernido, que tira los dados siempre que tiene ocasión”. Podríamos añadir que, además, y como jugador honrado, no juega con ventaja y hasta él mismo desconoce el resultado que se obtendrá, como postula Garnier en su teoría del desdoblamiento del tiempo.
Nota: Para aquellos lectores interesados en profundizar en las implicaciones filosóficas derivadas de la física cuántica, recomiendo la lectura de dos libros: El universo holográfico de Michael Talbot y El paradigma holográfico de Ken Wilber.
Ver más
Desde el surgimiento de la física cuántica, los científicos se han enfrentado a un quebradero de cabeza: la teoría cuántica cuestiona la naturaleza de la realidad. El Principio de Determinismo de la Física no es aplicable a los sistemas descritos a través de la Teoría Cuántica. Cuánticamente, el proceso de la medida afecta al estado sobre el que se mide, haciéndolo además de manera impredecible. Ese problema de interpretación es uno de los problemas más serios que plantea la física cuántica. Un experimento llevado a cabo por Aspect, Dalibard y Roger en 1982 supuso, después de cuarenta y siete años, la materialización práctica del "experimento “mental" expuesto en el argumento EPR en 1935. La paradoja de Einstein-Podolsky-Rosen, denominada “Paradoja EPR”, consiste en un experimento mental propuesto por Albert Einstein, Boris Podolsky y Nathan Rosen en 1935. Es relevante históricamente, puesto que pone de manifiesto un problema aparente de la mecánica cuántica, y en las décadas siguientes se dedicaron múltiples esfuerzos a desarrollarla y resolverla.
El argumento EPR no pretendía mostrar que la Teoría Cuántica fuese incorrecta, sino “incompleta”, y que, por lo tanto, debía completarse introduciendo una serie de elementos de realidad (denominados “variables ocultas”) que, debidamente acomodados dentro del formalismo de la teoría, permitiesen elaborar predicciones deterministas, no probabilistas, ya que Einstein pensaba que las probabilidades cuánticas tenían un origen subjetivo como consecuencia de carecer de una información completa relativa a las propiedades de los sistemas estudiados.
La conclusión del experimento “mental” es clara: la descripción física del mundo basada en la idea de una realidad separable ¡falla! Es decir, el primer modo de conocimiento, el dualismo sujeto-objeto en el que está enfrascado el materialismo científico, remite inexorablemente al segundo modo de saber, la no dualidad, la aprehensión mental de la realidad (misticismo), una cuestión que los escépticos reniegan ya sea por ignorancia o por orgullo. La mecánica cuántica ha cambiado radicalmente la noción que tenemos de la realidad, lo cual, también, implica una nueva noción del concepto de causalidad que es posible que tenga profundas implicaciones, incluso de naturaleza filosófica. La ciencia clásica se construyó con el método cartesiano de analizar el mundo descomponiéndolo en partes, y uniendo después esas partes de acuerdo a leyes causales: el reduccionismo. La figura determinista del universo que así resulta estaba íntimamente relacionada con la imagen de la naturaleza funcionando como un reloj preciso, idea muy querida por Einstein. Sin embargo, en física cuántica esa figura mecánica y determinista ya no es posible. En palabras de Hawking: “Dios juega a los dados con el universo. Toda la evidencia lo señala como un jugador empedernido, que tira los dados siempre que tiene ocasión”. Podríamos añadir que, además, y como jugador honrado, no juega con ventaja y hasta él mismo desconoce el resultado que se obtendrá, como postula Garnier en su teoría del desdoblamiento del tiempo.
Nota: Para aquellos lectores interesados en profundizar en las implicaciones filosóficas derivadas de la física cuántica, recomiendo la lectura de dos libros: El universo holográfico de Michael Talbot y El paradigma holográfico de Ken Wilber.
Este trabajo monográfico es un comentario crítico a la obra “Trump y la posverdad” de Ken Wilber. Quien sea seguidor de mis publicaciones, sabe que mi andamiaje intelectual descansa sobre la inconmensurable obra de Ken Wilber. Ahora bien, ser seguidor de un pensador, y no cualquier pensador pues considero a Wilber como el filósofo contemporáneo que incluye y trasciende a Platón y Kant, no equivale ello a decir amén a todas sus obras. Ken Wilber me enseñó el camino ascendente y el camino descendente originarios del mismo Platón, me instruyó para comprender las Tres críticas de Kant integradas en los 4 cuadrantes postulados por el “Einstein de la conciencia” (tal como certeramente se considera a Wilber). Wilber me mostró el fracaso epistemológico de Occidente al orientar la mirada del materialismo científico hacia un “mundo chato” desprovisto de toda espiritualidad. Y sobre la imperativa erudición de Wilber es como he argumentado a su filosofía transpersonal como la ciencia de la conciencia en mi obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA y, posteriormente, en mi obra CIENCIA, FILOSOFÍA, ESPIRITUALIDAD, propongo la integración de esas tres disciplinas cognitivas mediante la argumentación científica de la meditación como vía de sanación trascendental de la humanidad, la cual puede ser inherentemente objeto de una pedagogía educativa mediante La educación transracional.
Realizado dicho preámbulo introductorio, es pertinente centrarse ahora en la metodología del comentario crítico que realizo a la obra “Trump y la posverdad”. Para facilitar el seguimiento de dicha crítica al lector, la obra “Trump y la posverdad” está disponible en PDF al final de esta introducción. Aunque el término “crítico” es popularmente intuido como un concepto negativo, también cabe resaltar los aspectos positivos que Ken Wilber vierte en dicha obra. Por tanto, hay que entender mi comentario crítico como un análisis tanto en lo que coincido y he aprendido de Wilber, así como los aspectos en los cuales discrepo. Obviamente, y así hago constancia expresa, no voy a entrar en las profundidades conceptuales de la obra de Ken Wilber, pues todo ello puede ser consultado en mis publicaciones, sino que voy a centrarme en la crítica que Wilber hace a Trump dentro de un contexto social y cultural para, seguidamente, realizar mi propio comentario crítico.
La metodología de mi comentario crítico se hará siguiendo el propio orden, capítulo a capítulo, de la obra “Trump y la posverdad” de Ken Wilber. Así, de un modo cronológico, realizaré una sinopsis comprehensiva de las aportaciones de Ken Wilber para facilitar la aprehensión de sus ideas más importantes, pero sin entrar, por ejemplo, en el complejo laberinto de su teoría evolutiva sustentada en colores. Al hilo de esas sinopsis capítulo a capítulo, iré introduciendo mi comentario crítico de un modo discursivo haciendo hincapié en lo que estoy y no estoy de acuerdo con Wilber.
SUMARIO DE "TRUMP Y LA POSVERDAD":
Parte I - Una visión general
1-1 Breve resumen del desarrollo
1-2 El nacimiento de una cultura de la posverdad
1-3 Una nueva y alarmante crisis de legitimidad
Parte II - El territorio
2-1 Sin verdad y sin trabajo: “resentimiento”
2-2 Fases de desarrollo y partidos políticos
2-3 El emergente campo mórfico anti-verde
2-4 Las fases y dimensiones activadas por las acciones actuales de Trump
2-5 La principal causa (y cura) de la opresión
Parte III - El futuro inmediato
3-1 ¿Qué hacemos ahora?
3-2 Jerarquías de dominación y jerarquías de crecimiento
3-3 Lo que verde debe aprender para convertirse en una vanguardia genuina
3-4 Otra vía hacia delante: verdaderamente integral
3-5 El futuro probable
Ver más
Realizado dicho preámbulo introductorio, es pertinente centrarse ahora en la metodología del comentario crítico que realizo a la obra “Trump y la posverdad”. Para facilitar el seguimiento de dicha crítica al lector, la obra “Trump y la posverdad” está disponible en PDF al final de esta introducción. Aunque el término “crítico” es popularmente intuido como un concepto negativo, también cabe resaltar los aspectos positivos que Ken Wilber vierte en dicha obra. Por tanto, hay que entender mi comentario crítico como un análisis tanto en lo que coincido y he aprendido de Wilber, así como los aspectos en los cuales discrepo. Obviamente, y así hago constancia expresa, no voy a entrar en las profundidades conceptuales de la obra de Ken Wilber, pues todo ello puede ser consultado en mis publicaciones, sino que voy a centrarme en la crítica que Wilber hace a Trump dentro de un contexto social y cultural para, seguidamente, realizar mi propio comentario crítico.
La metodología de mi comentario crítico se hará siguiendo el propio orden, capítulo a capítulo, de la obra “Trump y la posverdad” de Ken Wilber. Así, de un modo cronológico, realizaré una sinopsis comprehensiva de las aportaciones de Ken Wilber para facilitar la aprehensión de sus ideas más importantes, pero sin entrar, por ejemplo, en el complejo laberinto de su teoría evolutiva sustentada en colores. Al hilo de esas sinopsis capítulo a capítulo, iré introduciendo mi comentario crítico de un modo discursivo haciendo hincapié en lo que estoy y no estoy de acuerdo con Wilber.
SUMARIO DE "TRUMP Y LA POSVERDAD":
Parte I - Una visión general
1-1 Breve resumen del desarrollo
1-2 El nacimiento de una cultura de la posverdad
1-3 Una nueva y alarmante crisis de legitimidad
Parte II - El territorio
2-1 Sin verdad y sin trabajo: “resentimiento”
2-2 Fases de desarrollo y partidos políticos
2-3 El emergente campo mórfico anti-verde
2-4 Las fases y dimensiones activadas por las acciones actuales de Trump
2-5 La principal causa (y cura) de la opresión
Parte III - El futuro inmediato
3-1 ¿Qué hacemos ahora?
3-2 Jerarquías de dominación y jerarquías de crecimiento
3-3 Lo que verde debe aprender para convertirse en una vanguardia genuina
3-4 Otra vía hacia delante: verdaderamente integral
3-5 El futuro probable