"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)

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3º Premio- Manuscrito número 3: “Resumen, aportes y crítica a La educación cuántica”

REALISMO EDUCATIVO: “EL VALOR DE LA EDUCACIÓN"

Fragmento de la lección magistral pronunciada por el inspector de educación D. Francisco Javier Fernández Franco en el acto de apertura de los actos para conmemorar el 50 aniversario del IES San Fulgencio de Écija (Sevilla), pronunciada el seis de octubre del 2014. La reproducimos por el enorme interés de su contenido en relación a los fundamentos y objetivos de esta plataforma reivindicativa.

Francisco Javier Fernández Franco, es funcionario del cuerpo de inspectores de educación con destino en la Delegación Territorial de Sevilla. Diplomado en maestro de EGB en las especialidades de primaria, educación física y pedagogía terapéutica. Licenciado en psicopedagogía y experto universitario en psicología del deporte y la actividad física. Articulista en varias revistas especializadas en temas educativos y ponente en seminarios y cursos de formación en diferentes instituciones relacionadas con el sistema educativo.


Desde 1.970 hemos asistido a la publicación de 8 leyes educativas, algo que evidencia la vorágine alocada en la que nos hemos situado. Se ha pasado de la reválida de bachillerato a los tres cursos del bachillerato unificado polivalente, de éste al curso de orientación universitaria, de aquel a los cuatro niveles de la educación secundaria obligatoria para terminar en un bachiller con 4 modalidades al principio que, terminaron siendo tres. Junto a esto, en nuestro instituto se incorporaron a mediados de los 90, las enseñanzas de la formación profesional inicial. Por cierto, lo que ahora conocemos como educación permanente de personas adultas, durante muchos cursos lo denominábamos “el nocturno”.

En conclusión, un baile de leyes: LGE, LOECE, LODE, LOGSE, LOPEGCE, LOCE, LOE, LOMCE que nos ha desorientado más que otra cosa. Permítanme recordar un hecho histórico. La primera Ley educativa integral en España se publicó en 1.857, la denominada Ley Moyano y hasta 1.970 no tuvimos otra; es decir, durante 114 años NO nos hizo falta ninguna Ley general de educación. De ahí se ha pasado a un péndulo legislativo, a un zigzag, a un vaivén, que se ha convertido en un hábito político. Somos incapaces de construir el consenso necesario que dé estabilidad al sistema educativo. Esclavos del presente, somos incapaces de vislumbrar el futuro.

Las infraestructuras y equipamientos también han ido modificándose aunque siendo, en muchos casos, más necesarias que las leyes, no han ido tan veloces como aquellas. Muchos recordamos aquel aulario de cartón piedra prefabricado al que bautizamos con sorna e ironía, “el chalé”, donde estudiábamos los alumnos de COU. Aquel sucedáneo de edificio se construyó en el año 80 de forma provisional para un par de cursos. Un par de cursos muy largos, pues hasta el año 2.000 no se iniciaron las obras del nuevo edifico. Ahora bien, el hecho de pasar al chalé nos daba a los estudiantes de entonces, un plus que se convertía en un rito de paso, en un salvoconducto de madurez muy singular.

Junto a esto, seguimos esperando el ansiado gimnasio que, generación tras generación, se nos iba prometiendo. Deseamos que este hecho de la celebración del 50 aniversario sirva de catalizador para que las autoridades educativas, hoy presentes en este acto, acometan definitivamente y sin más demora, este necesario equipamiento educativo.

Antes, hacíamos exámenes orales, debates espontáneos pero al mismo tiempo organizados desde nuestros propios intereses, diálogos. Ahora a estos aprendizajes, los teóricos de la pedagogía los denominan desarrollar la oralidad desde los centros significativos del discente.

Antes, nos gustaba trabajar en equipos haciendo murales, reportajes y encuestas, midiendo, pesando, comparando, participando en concursos. Eso que hoy en día se conoce como el paradigma del aprendizaje cooperativo.

Las optativas las dedicábamos a desarrollar proyectos muy variados. Seguramente que hoy en día, hablaríamos de una : educación tecnológica de corte transversal.

Antes, cuando los profesores nos castigaban merecidamente, nadie ponía reparos ni obstáculos en sus decisiones. Nosotros conocíamos las normas y los límites que no se podían superar. Éramos jóvenes felices y que yo sepa, no tenemos traumas psicopatológicos ninguna de las generaciones pasadas.

Ahora, habría que convocar a la comisión de convivencia para analizar si el procedimiento aplicado en las sanciones por conductas gravemente perjudiciales, ha sido el correcto.

50 años después, seguimos con problemas educativos importantes. Según el INEE, el 26,5% de nuestros alumnos no titulan en ESO; el 38% ha repetido alguna vez en la educación obligatoria. Además un 28,4% de jóvenes andaluces abandonan los estudios de Bachillerato o FP una vez iniciados.

El Informe PISA, que evalúa las competencias en matemáticas, comprensión lectora y ciencias en los alumnos de 15 años, sitúa a España en el puesto 25 de entre los 34 países miembros de la OCDE, con lo que llevamos estancados en esta situación desde el año 2003, sin avanzar.

España es el país con el mayor porcentaje de jóvenes que NI estudian NI trabajan de toda la Unión Europea. Concretamente uno de cada cuatro chicos y chicas de entre 15 y 29 años. No es que no quieran formar parte del mercado laboral, es que la sociedad NO les brinda esa posibilidad. Estamos hablando de 1.956.900 jóvenes, según las cifras del padrón del Instituto Nacional de Estadística (INE), a fecha 1 de enero de 2013.

Pero…siendo todo lo expresado cierto, no podemos caer en el error de infravalorar los logros obtenidos y los avances que también se han ido produciendo en el seno del sistema. En 1.984, 25 de cada 100 adolescentes abandonaban su formación sin terminar lo que entonces se denominaba EGB, hoy educación primaria y un significativo porcentaje, al terminar la primaria con 14 años, ya no seguía estudiando. Incluso, las cifras de analfabetismo en Andalucía en 1.980 para los mayores de 16 años ascendían, según el Instituto Cartográfico de Andalucía, a 1.024.000 personas, algo que hoy, nos parece inconcebible.

Es igualmente cierto que el número de profesores en el sistema público de educación andaluz se ha incrementado en 13.706 plazas, pasando de 81.064 en el año 2.000 a 94.770 en este curso 2014-15. Igualmente ha aumentado en montante de alumnos en el sistema. Ahora contamos con un total de 1.446.993 ciudadanos estudiando en la oferta pública tanto en enseñanzas de régimen general como de régimen especial; lo que supone un incremento de 198.092 alumnos respecto al inicio del siglo XXI, a los que habría que añadirles los 329.657 ciudadanos que acuden diariamente a un centro sostenidos con fondos públicos.

Del mismo modo, los porcentajes de población con titulación superior en Andalucía, se han multiplicado por cuatro, pasando de un 5,33% en 1.980 a casi un 21% en la actualidad.

Esto pone de manifiesto que la clave del análisis no es cuánto se invierte en educación, sino en qué tipo de educación se invierte.

Por eso, no podemos caer en un pesimismo paralizante que bloquee nuestras ilusiones de cambio y mejora de la realidad. Como decía el humanista Paolo Freire, hay que convertir las dificultades en posibilidades.

Hoy, que nos escuchan en este acto tantos alumnos, tenemos que decirles que la educación que reciben, es fruto del sacrifico y generosidad de varias generaciones y que, por ello, tienen el deber ético de aprovechar todas las oportunidades que se les brindan.

Alumnos y alumnas de Écija: la educación encierra un tesoro y es el principal camino para progresar individual y colectivamente. QUE NADIE OS EQUIVOQUE. Ha costado mucho tiempo, mucha constancia y mucha perseverancia llegar a disfrutar de las cotas de calidad educativa de las que hoy, a pesar de las necesidades y debilidades, disponemos. Por favor, cuidad aquello que os puede convertir en hombres y mujeres comprometidos, profesionales, críticos, contestatarios, constructivos; seres felices y ante todo, mejores ciudadanos que sepan gozar con una cultura común no viciada por prejuicios y estereotipos de todo tipo.

La democracia necesita ciudadanos para movilizarla. Es una obra de arte social que NO avanza ni sola ni automáticamente. Las democracias no vienen con un libro de instrucciones para utilizarlas, por eso, es vital edificar una buena educación.

Todas las sociedades contemporáneas viven bajo el temor permanente del poder que atesoran los ignorantes. Los ignorantes que son incapaces de expresar adecuadamente sus demandas y requieren de la violencia para alcanzarlas. Los ignorantes que no saben persuadir y a su vez ser persuadidos. Los ignorantes no capacitados para ofrecer, debatir y comprender argumentos. Los ignorantes que por el hecho de serlo se convierten en un peligro, pues no dudarán en apoyar medidas demagógicas y simples. Por eso, los ciudadanos bien educados, se atreven a enfrentarse contra aquellos que los castigan con su ignorancia. Recordemos que las sociedades democráticas se educan en defensa propia.

Una reflexión importante: un ciudadano nunca se queda sir ser educado. El problema es por quién. Antes o después, de un modo u otro, todos somos educados. Sin educar, no se queda nadie, la cuestión fundamental por lo tanto, es que los buenos educadores lleguen antes que los malos (los peores ejemplos, las fórmulas más brutales de corrupción, la intolerancia, la relatividad de los valores, las modas, los medios de comunicación manipuladores, las redes asociales, los clichés, los atavismos, los prejuicios…)

Busquemos y persigamos una educación de verdad, para que podamos construir una sociedad democrática de convivencia que tiene que salvaguardarse; y no existe mejor salvaguarda que una buena educación. Porque, como decía John Locke, en su obra Pensamientos sobre la educación nueve de cada diez hombres que nos encontramos, son lo que son, buenos o malos, útiles o inútiles, gracias a la educación.

La educación no es un gasto, es una inversión que requiere paciencia y espera. Un tiempo largo. Por eso quizás, se haya hecho imposible el consenso político y social en esta materia, ante el cortoplacismo miope de muchos responsables de la gestión de los asuntos públicos. La educación es el principal potencial de un país. Por eso, como alertaba Dereck Curtis, expresidente de Harvard “si usted cree que la educación es cara, pruebe con la ignorancia.”

La buena educación tiene sobre los ciudadanos 4 efectos económicos directos: mejora en la participación dentro del mercado de trabajo, en la empleabilidad, en la estabilidad laboral y en los empleos.

Analicemos sucíntamente cada uno de estos efectos. Ruego me disculpen por la aridez de los datos que voy a utilizar, extraídos todos ellos del reciente informe publicado por la OCDE “Panorama de la Educación 2014”.

En España, al igual que en la mayoría de los países de la OCDE y de la UE21, las personas con un mayor nivel de formación tienen la tasa de empleo más alta y un nivel salarial más elevado, mientras que las personas con un menor nivel de cualificación acarrean un riesgo más alto de estar desempleadas.

En España, la tasa de desempleo registrado de las población con un nivel educativo correspondiente a la Educación Secundaria Obligatoria o inferior era de un 31% en 2012. Esta cifra supera en 9 puntos porcentuales a la tasa de desempleo del grupo de personas con educación correspondiente a la postobligatoria y sobrepasa en 17 puntos a la tasa de desempleo del grupo de personas con Educación Superior.

Por lo tanto, poseer un mayor nivel educativo protege más a los individuos de la pérdida de empleo, incluso en épocas de dificultades económicas; es decir, los niveles más altos de educación generan mayores perspectivas de empleo en los países de la OCDE, aunque en España todavía estos niveles protegen menos que en el resto de Estados.

En lo relativo a los beneficios y efectos salariales de la educación, el estudio afirma que el nivel educativo determina tanto las posibilidades de conseguir empleo, como el nivel salarial al que se aspira. En España las personas con estudios superiores universitarios o de FP Superior, ganan un 41% más que las que han finalizado Bachillerato y FP Grado Medio y un 60% más que las que han completado sólo la ESO o un nivel inferior.

Estos efectos indican que, pese a que la crisis afecta negativamente a todos los colectivos, lo hace con una intensidad muy distinta según el nivel de estudios.

Podemos concluir que el abandono educativo podría modificar significativamente, empeorándola, la situación laboral posterior del individuo que toma esa decisión. La diferencia entre continuar la formación más allá de la ESO o abandonar es evidente. Por eso, quienes alaban el actual modelo educativo indicando que es equitativo y no segregador, deberían ser más prudentes en su análisis y responder a la siguiente pregunta:

¿Dejar en la cuneta al 28% de los ciudadanos andaluces, mayoritariamente de clase asalariada, es un sistema que procura la cohesión social y la igualdad de oportunidades?

Las personas que abandonan los estudios (en España el 22.7% y en Andalucía el 28,4% de los jóvenes entre 18 y 24 años) se caracterizan por una peor empleabilidad: participan menos en el mercado de trabajo, tienen una menor probabilidad de empleo, están más expuestos a la temporalidad y obtienen menores salarios. Por ese motivo, una buena educación es la mayor riqueza y el principal recurso de un país y de sus ciudadanos más débiles.

Economía y educación, educación y economía, un binomio indisoluble y evidente.

Un buen profesor nunca será caro socialmente. Un buen profesor nunca será caro socialmente.

Efectivamente, la educación encierra un tesoro.

Ante esto, les digo hoy, alto y claro a todos los jóvenes de Écija que aprovechen hasta las últimas consecuencias, el privilegio de disfrutar de una buena educación. De valorar los recursos humanos y materiales, a sus buenos profesores y profesoras, las oportunidades, las becas y las ayudas. Porque las becas son un instrumento que la sociedad pone al servicio de aquellos que, demostrando un rendimiento académico y unos resultados, tienen al mismo tiempo dificultades económicas, encontrándose en alguna situación de desventaja social, cultural, económica, geográfica o de otra índole. Ningún país puede permitirse el lujo de diluir el talento de sus ciudadanos, por propio egoísmo ante la inversión realizada y de cara a un futuro desarrollo que mejore la cohesión social. Pero confundir las becas con un derecho por el simple hecho de permanecer en el sistema sin rendir cuentas, es igualmente otro lujo inadmisible.

Alguien ha dicho lo siguiente:

“Los jóvenes de hoy están mal educados, desdeñan la autoridad, no tienen respeto por sus mayores, contradicen a sus padres y tiranizan a sus maestros.”

¿Les suena la cita? Pues tiene casi 2.500 años. La dijo Sócrates, el maestro de Platón. ¿Nada ha cambiado por lo tanto hacia la mejora?

Huyamos del pesimismo y de la crítica destructiva para aunar nuestras fuerzas en mejorar la educación de la sociedad que nos ha tocado vivir y desarrollar. Afirma un proverbio africano que para educar a un niño hace falta toda la tribu. El valor de educar nos involucra a todos. Nos compromete a todos. Nos concierne a todos. Políticos, docentes, alumnos, directivos, familias, inspección educativa, medios de comunicación. Dejemos de echar balones fuera. De poner excusas para salvar nuestra cuota de responsabilidad. Decidamos reconocer la realidad para cambiarla sin exageraciones e hipercríticas desproporcionadas. Solo así podremos progresar. Evitemos las dos posiciones que NO resuelven nada: el negacionismo y el pesimismo. El negacionismo por el cual no hay nada que solucionar, ya que no existe problemática alguna y el pesimismo paralizante ante situaciones que, a priori, no podemos controlar. Por lo tanto ni lo uno, ni lo otro. NI negacionismo NI pesimismo.

Reclamemos un REALISMO EDUCATIVO GENERAL; ya que, es muy cómodo y fácil, defender las utopías cuando las consecuencias de las mismas, las sufren los demás.

Si los alumnos son impuntuales o absentistas los responsables directos son sus padres. Si una NO menor parte de los alumnos siguen sin saber aplicar los “conocimientos” a la vida real y cotidiana, cabe deducir que alguna responsabilidad tendrán los docentes. Si las evaluaciones externas no son lo suficientemente eficaces, la inspección educativa debería reflexionar sobre su trabajo. Si la diferencia interna de resultados entre alumnos de en un mismo centro existe, es posible advertir que la dirección del mismo, no ejerce un liderazgo pedagógico mínimamente eficiente. Si los alumnos no mejoran sus aprendizajes, quizás sería necesario recordarles, una y otra vez, que para aprender, es necesario estudiar y esforzarse.

Sabemos de la difícil situación política, económica y social que estamos atravesando. Pero sólo saldremos de ella con un trabajo bien hecho. Saldremos de ella con responsabilidad individual y colectiva: nadie mejorará por nosotros. Es un principio moral, ético y deontológico. La cuestión no es qué puede hacer la educación por mí, sino al revés; qué puedo hacer yo por la educación. Porque la educación nos permite regenerar la sociedad de sus lacras. Porque la sociedad sin el fermento de la educación nunca logrará salir de sus vicios y rutinas nefastas. Es nuestra ancla de salvación.

Ya lo reclamó Marco Aurelio Antonino Augusto, emperador romano en el año 161 de nuestra era: “Los hombres son los unos para los otros; edúcales o padécelos”

En un mundo saturado de comunicación, en el que la NO responsabilidad se diluye ante las telefonías inteligentes o internet, con sus múltiples aplicaciones, la urgente tarea de ayudar a crecer a jóvenes, hasta que se conviertan en hombres y mujeres empáticos, independientes, creativos y resilientes, resulta una meta imprescindible. Imprescindible para que el realismo se enfrente a la incertidumbre angustiosa, la curiosidad venza al derrotismo y la verdad, al menos como búsqueda, prime sobre el oscurantismo.

Termino con tres valores educativos y con un deseo.

El primer valor educativo es el coraje para vivir. Para vivir frente a las fauces del egoísmo, la insolidaridad y los problemas sociales. Coraje para afrontar la vida de cara.

El segundo valor educativo es la generosidad para convivir, sabiendo renunciar a parte de lo que nos sobra o de lo ya disfrutado, para ayudar a quien necesita de nuestra dádiva. La convivencia siempre implica renuncias y sacrificios ya que todas las convivencias son un poco dolorosas. Por eso el valor de educar nos enseña que es necesario aceptarla porque merece la pena.

El tercer valor es la prudencia para sobrevivir ante tantas amenazas reinventadas. Prudencia para saber equilibrar y dosificar nuestros riesgos.

Por último un deseo. Deseo profundamente la paz educativa. Dejar de utilizarla como arena de rivalidades ideológicas y políticas.

Porque confiamos en tantos y tantos educandos y profesionales de la educación, les invitamos a considerar estas humildes reflexiones.

Ojalá los actos que recuerdan estos 50 años de vida, pasión educativa, de encuentros y desencuentros a la luz de la cultura y del saber, nos sirvan a todos para impulsar los principios que nos unen por encima de las diferencias que nos distancian.

Permítanme que culmine con una cita del gran pensador Inmanuel Kant, el sin igual filósofo prusiano al que le debemos la Crítica a la Razón Pura. Una cita básica para poder sopesar la estratégica necesidad de construir una buena educación. Una cita que sitúa a la educación en el epicentro de cualquier decisión que las instituciones e individuos de una sociedad deban tomar. La cita dice:

“Tan sólo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él. La educación hace a la persona, serlo.”

Muchas gracias.
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2º Premio-Manuscrito número 6: “Resumen y aportes a La educación cuántica”

ALAN, UN MENOR TRANSEXUAL DE BARCELONA QUE LOGRÓ CAMBIAR SU DNI, SE SUICIDA POR ACOSO

Su madre: "No pudo con la presión de la sociedad y nos ha dejado para siempre". Alan había conseguido este mes que un magistrado autorizara el cambio de nombre en su DNI pese a ser un menor de edad.

Alan, un adolescente transexual de la provincia de Barcelona, había conseguido este mes de diciembre que un magistrado le autorizara a cambiar el nombre en su DNI. Tenía el apoyo de toda su familia, pero le faltaba el del entorno escolar. Y este jueves se quitó la vida.


Su madre daba este viernes la triste noticia a la asociación de familias de menores transexuales Chrisallys: "Siento en el alma tener que dar esta terrible y triste noticia. Nuestro hijo Alan se quitó ayer (por el jueves) su corta vida de 17 años. No pudo con la presión de la sociedad y nos ha dejado para siempre. Muchas gracias por todo vuestro apoyo recibido".

Alan, de 17 años, había sufrido "acoso escolar" por su transexualidad en su centro educativo, lo que le llevó a ingresar con diagnóstico de "depresión" en el Hospital Clinic de Barcelona. El joven salió del centro hospitalario y se cambió de instituto, pero también en el nuevo centro padeció "situaciones de bulling", según Chrisallys. Al parecer, la familia y el equipo directivo del nuevo instituto tenían ya prevista una reunión para "hacer frente a esta situación" después de las vacaciones navideñas.

"Hoy todas las familias de Chrysallis estamos con Alan y su familia", reza el mensaje de condolencias publicado por la asociación. "Esta era la primera Navidad que vivía de acuerdo a su identidad, la primera en la que celebrar un DNI recién estrenado, la primera en la que habría fiesta en casa desde hacía muchos años pero, trágicamente, ha resultado ser la última", explicaba su vicepresidenta, Saida García por teléfono a 20minutos. A su juicio, ha sido "la presión e incomprensión en el ámbito escolar han podido con Alan y esta noche ha decidido dejar de caminar entre nosotros".

Desde Chrisallys, colectivo que asesoran a unas 200 familias de toda España, añadieron en su comunicado en la web: "No hay palabras para acompañar este dolor ni para expresar la indignación, frustración y vergüenza ante unas administraciones que nunca llegan a tiempo, que van siempre por detrás de las necesidades de la infancia y adolescencia transexual". Al tiempo que aseguraron que seguirán "luchando para que la sociedad respete a nuestras hijas e hijos, pero a Alan ya no le servirá".

Alan era uno de los dos menores catalanes que habían conseguido este mes de diciembre que en su DNI pusiera el nombre con el que se identificaba. Eran los primeros en lograrlo en Cataluña , y en el resto de España otros 25 menores lo han conseguido pese a que la legislación dice que para cambiarse el nombre en el DNI es preciso ser mayor de edad y contar con preceptivos informes médicos.
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1º Premio - Manuscrito número 9: “Con este mapa que se abre ante los ojos”

ESTUDIO CONFIRMA QUE NIÑOS A LOS QUE SE LES ENGAÑA SON MÁS PROPENSOS A MENTIR Y HACER TRAMPA

Un estudio de la “Universidad de California”: confirmó lo que mucho sospechábamos por sentido común, los niños a los que se les miente son más propensos a mentir y hacer trampa.

La afirmación se basa en un experimento por la estudiante de pregrado Chelsea Hays y la profesora Leslie Carver que involucró a 186 niños entre las edades de 3 a 7.

Entre los menores participantes, un grupo fue objeto de una mentira por parte de la persona que dirigía el experimento. Este les dijo que había un tazón lleno de dulces en el cuarto, aunque pronto confesó que era una artimaña para que los niños participaran en el ‘juego’. Otro grupo aceptó jugar sin mención de caramelos.

Como parte de los experimentos, los niños tenían que identificar una serie de juguetes solo por el sonido que emitían, como por ejemplo el Tickle Me Elmo. El último de los objetos emitía la canción de Beethoven Fur Elise, intencionalmente difícil para que los participantes no pudieran identificarla ya que no está asociado a ningún personaje, destacó Science Daily.

Durante esta pregunta la persona que controlaba el experimento hacía el ademán de que tenía que salir para contestar una llamada, por lo que se ausentaba por unos 90 segundos, lo suficiente para que los menores puedan ver detrás de la mampara que objeto es el que hacía el sonido.

Los resultados no pudieron ser más claros. Entre los participantes de entre 5 a 7 años, 60% de los que no fueron mentidos cedió a la tentación y miró a hurtadillas el último objeto. Luego, cuando fue preguntado si hizo trampa, otro 60% mintió.

Sin embargo, las cifras incrementaron notablemente al grupo que fue mentido: cerca de 80% hizo trampa y casi el 90% mintió después.

Los investigadores suponen que puede haber varios motivos para esta falta de honestidad por parte de los niños que fueron mentidos. Puede ser que imitan el comportamiento de la figura adulta o supusieron que la veracidad no era un valor muy importante para la persona. También puede ser que no sintieron la necesidad de honrar un acuerdo con alguien que percibieron como deshonesto.

Este fenómeno no se tradujo entre los participantes de entre 3 y 4 años, quienes mintieron e hicieron trampa en el mismo porcentaje sin importar si el científico fue veraz respecto a los caramelos.

Los investigadores notaron que su estudio no estuvo diseñado para encontrar las razones del incremento del número de mentiras por parte de los que son mentidos, sino para señalar que el fenómeno existe. Sin embargo, hicieron un pedido para que las personas sean honestas con sus hijos ya que esto puede tener un gran impacto en cómo crecen en el futuro.
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LAS DIEZ CLAVES DE LA EDUCACIÓN EN FINLANDIA

El sistema educativo finlandés está considerado uno de los mejores del mundo, especialmente por sus buenos resultados en los Informes Pisa , la evaluación que realiza la OCDE cada tres años. ¿A qué se debe? Te explicamos algunas características esenciales de la educación en el país nórdico que pueden contribuir a explicar su éxito y servirnos para reflexionar sobre nuestro propio sistema de enseñanza.

DIEZ PILARES DEL SISTEMA EDUCATIVO FINLANDÉS

1. Los docentes son profesionales valorados. La educación es una profesión con prestigio y los profesores tienen gran autoridad en la escuela y en la sociedad. El equivalente a Magisterio en Finlandia es una titulación complicada, exigente y larga, que además incluye entrevistas personales, por lo que los maestros son profesionales muy bien preparados y vocacionales.

2. La educación es gratuita y, por lo tanto, accesible a todos. El sistema educativo público establece que la educación es obligatoria y gratuita entre los 7 y los 16 años y debe ser impartida por centros públicos. Tampoco se paga por los libros ni por el material escolar, y todos los niños reciben una comida caliente al día en el colegio, también gratuita. En el caso de que el niño viva a más de 5 kilómetros del centro escolar, el municipio debe organizar y pagar el transporte.

3. El reparto del dinero público se hace de forma equitativa. Los fondos estatales se reparten de forma justa entre los centros. Hay una base de subvención común para todos pero la cifra final varía atendiendo a las necesidades de cada uno, de manera que se compense a aquellos con más carencias para equipararlos al resto. La igualdad de oportunidades es un valor esencial.

4. El currículo es común pero los centros se organizan. Cada escuela y sus profesores diseñan y organizan el currículo (aunque tiene unas líneas generales y un marco común para todos) y se planifican para conseguir los logros establecidos como mejor consideren.

5. La educación se personaliza. Desde los primeros cursos se interviene para apoyar a los alumnos con necesidades especiales, con lo que se evita que sus dificultades aumenten con los años y se minimizan los porcentajes de fracaso escolar. Se respeta el ritmo de aprendizaje de cada niño y se huye de las pruebas y actividades estandarizadas. Además, los profesores suelen ocuparse del mismo grupo desde 1.º (7 años) hasta 6.º (12 años), lo que ayuda a que los conozcan mucho mejor.

6. Los alumnos tienen tiempo para todo. La educación se toma en serio pero también se da importancia al juego y al descanso. Los niños no comienzan el colegio hasta los 7 años, momento en el que se les considera maduros para aprender. Además, las jornadas lectivas son más cortas. Los estudiantes de Primaria tienen solo 3 o 4 clases al día, con descansos de 15 minutos entre cada una de ellas a los que se suma el descanso para comer. Apenas hay deberes, el trabajo se hace en clase, no en casa.

7. Preparar la clase es parte de la jornada laboral. Los profesores no imparten tantas horas de clase como en otros países, sino que el tiempo que pasan en el aula es más reducido y destinan las horas restantes a preparar sus lecciones, investigar, organizarse o trabajar de forma colaborativa con otros docentes.

8. Se evita la competencia y las cifras. Los estudiantes no hacen exámenes ni reciben calificaciones hasta 5.º curso (11 años) y los informes que el profesor elabora para los padres son descriptivos, no numéricos.

9. Se premia la curiosidad y la participación. La imaginación y la capacidad de emprendimiento son muy apreciadas en la sociedad finlandesa, abundan los profesionales de campos artísticos y creativos y también los de tecnología e ingeniería. Esto también se fomenta en la educación, donde se valora la creatividad, la experimentación y la colaboración por encima de la memorización y las lecciones magistrales.

10. Los padres se implican. La sociedad y las familias consideran que la educación es fundamental y la complementan con actividades culturales. A esto contribuyen las ayudas que reciben los padres para la conciliación de la vida laboral y familiar, para que dispongan de más tiempo con sus hijos.
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JULIO FERRERAS: “HAY QUE REEDUCAR A LA SOCIEDAD”

Entrevista al escritor Julio Ferreras:

“La educación actual es heredera de la Revolución Industrial. Las escuelas parecen fábricas”.

“El sistema educativo español necesita un gran pacto entre los principales partidos”.

“La música es arte, es ciencia y es magia”.


Comentaba al terminar nuestro encuentro con Julio Ferreras, que cuando un periodista está entrevistando a alguien siempre hay un momento en el que al escucharle se ilumina una luz interior que dice que has encontrado el titular. A Julio le confesé que durante la más de media ahora que estuvimos hablando esa sensación la tuve, como mínimo, diez veces, y que me lo había puesto muy difícil. Él me contestó, que “a veces son buenos los retos”.

Pues bien Julio, no he conseguido superar el desafío que me propusiste. No podría incluir en un único titular y un par de subtítulos todo lo que puede ser de interés para el lector de Diario Digital de León (España). Por ello, lanzaremos la entrevista en dos entregas. Esta primera más orientada a la cuestión de la educación, al ciclo de conferencias que ha iniciado en la Biblioteca Pública de León y a su trayectoria en el mundo de la música.

Para quien no conozca a Julio Ferreras, lo mejor es que le lea. Autor de Hacia una nueva humanidad libre y responsable, ha dedicado su vida a la enseñanza y a la música, llegando a ser el director del Conservatorio de León. En la entrevista que hemos tenido con él, y de la cual a continuación os reproducimos la primera parte, hemos hablado de temas tan dispares como educación, religión, política, humanismo, filosofía o literatura. Espero que la disfruten tanto leyendo, como nosotros haciéndola.

-¿Qué valoración hace de la primera charla del ciclo de conferencias “Una visión del mundo y de la educación en el siglo XXI”?

Estuvo muy bien, de la mano del presidente de Europa Laica, una persona entregada al tema del laicismo, una asignatura pendiente en nuestro país. La palabra laico, es casi sinónimo de demócrata, al venir del griego “laikós”: alguien del pueblo. En este sentido, analizó que en nuestro país no ha habido un pasado de escuela pública laica, salvo con la Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos, a finales del siglo XIX. La escuela pública y laica es la de democracia, como sucede en los países más desarrollados del planeta.

El laico no es un ateo, es alguien que siente un profundo respeto por todas las creencias. Un país progresa en la medida que posea una escuela pública y laica, y si no la tiene no lo hará. Si domina el totalitarismo y el integrismo, la sociedad no progresa y se enfrenta. La escuela pública laica es abierta y nadie la puede controlar. Es de todos y caben todos.

-Los protagonistas de estas ponencias son nombres realmente conocidos por los leoneses ¿Qué tal se presenta el resto del ciclo que continuará los próximos meses?

Todas van a ser muy interesantes. Fui yo quien contacté con los ponentes, así que puede que no sea parcial. Pero, por ejemplo, el director de la biblioteca cuando se lo presenté lo apoyo desde el minuto uno, porque son personas muy comprometidas y valiosas en los temas que se van a tratar. El próximo será José Luis Chamorro, el 21 de enero, un emprendedor social comprometido con el mundo moderno.

Los siguientes qué voy a decir. El poeta José Luis Puerto tiene un enorme prestigio en el mundo de la cultura y la literatura, dentro y fuera de la ciudad. El profesor Miguel Ángel Cordero, es una persona con una cultura y unos valores humanos impresionantes, un filósofo en el sentido más puro de la palabra. Para acabar, qué decir del escritor José María Merino, él fue quien estuvo conmigo en la presentación de mi libro en Madrid y nada más que se lo propuse accedió al instante.

-La temática general de las conferencias es la educación ¿Cuál es el diagnóstico que hace de la salud del sistema educativo en nuestro país?

Pues no es muy bueno. Es algo que no solo lo saben las personas que están en la educación, sino también los padres y la sociedad, en general. El fracaso escolar, el acoso escolar y demás problemas son hereditarios del sistema patriarcal autoritario y de la ciencia clásica mecanicista. Es una educación heredera de la Revolución Industrial, en la que lo importante es producir. No hay nada más parecido a una fábrica, que la escuela de hoy. Parece que se trata de hacer personas para el consumo, no educar a personas. Eso no interesa al sistema neoliberal. Educar a consumidores, y no a personas, es algo que está condenado al fracaso. Los niños y los jóvenes de hoy tienen conciencia de que esto no funciona y, por ello se revelan. Por medio de la ONG a la que pertenezco, Amnistía Internacional, doy charlas en colegios e institutos y compruebo el tremendo malestar que hay entre ellos. Se han dado cuenta de que son números y no personas. Hay que cambiarlo de raíz.

-¿Alguna solución posible?

La solución posible es reeducar a la sociedad. Desde los gobernantes tiene que haber un pacto social. La educación no puede ser un medio de un partido para imponer sus ideas particulares. Es algo de Estado, muy serio. Los verdaderos estadistas, hombres de Estado y no de partido, siempre llegan a acuerdos para todos.

-¿Entonces es necesario un gran pacto nacional en materia educativa entre los partidos políticos mayoritarios?

Totalmente. Es uno de los primeros pasos y, en ellos, deben estar los grandes educadores. Y no solo de España, porque sabemos que la educación funciona en otros países. En el mundo de la empresa primero se observa lo que se hace en otros países para aprender y luego se aplica. Esto es lo que habría que hacer, por ejemplo fijarnos en Finlandia, que en educación es un país a imitar. Los países nórdicos son ejemplos de escuela pública y laica. En esos países casi no existe escuela privada, por algo es.

-No obstante, las cifras de suicidio en los países nórdicos son más alarmantes…

Es un sistema que también tiene sus fallos. Son sociedades que son víctimas del consumo. En la esfera de la educación son un ejemplo, pero eso no significa que sean ideales. El mundo occidental está muy influido por el consumo y lo material, eso es parte del ser humano. Somos mente y cuerpo, espíritu y materia. La educación debe encaminarse a compaginar estos dos aspectos del ser humano, en un equilibrio. Algo que quizá en Finlandia no hayan conseguido del todo y puede que de ahí venga esa marginación.

-¿Es más importante la educación en los centros académicos o fuera de ellos, es decir, en la casa y la familia?

La educación, tal y como lo han entendido siempre los grandes educadores como Rousseau, Pestalozzi o Montessori, ocupa toda la vida. Empieza con el nacimiento y termina con la muerte. La etapa primaria y secundaria pone las bases, pero eso no significa que termine la educación. La crisis de la educación precisamente reside en que se cree que es como formar a un obrero, en un período que lleva una preparación concreta. La educación es algo mucho más profunda, por ello, educadores y seres humanos deben estar aprendiendo siempre. La educación no formal, fuera de los colegios, es tan importante como la que se pueda dar en los centros.

-Las conferencias están diseñadas en base a la temática de su libro “Hacia una nueva humanidad libre y responsable” ¿Cómo presentaría su obra”?

El subtítulo “Una visión del mundo y la educación en el tercer milenio” da las claves. Todos sabemos que vivimos en un mundo nuevo. En crisis, pero los períodos en crisis son tránsitos de una época a otra, de ahí radica su importancia. Son pasos.

La humanidad ha estado muy dominada por el capitalismo de occidente, por sistemas totalitarios y por religiones llenas de negatividad, que pintan la vida como un valle de lágrimas. Pero no es eso, hay que pensar que la vida es maravillosa si se sabe entender.

-“Hacia una nueva humanidad libre y responsable” es su primer libro ¿Por qué ha decidido dar el salto a la literatura una vez concluida su etapa como docente?

Más que dar un salto a la literatura, al acabar mi etapa como educador en los centros me di cuenta que tenía todavía mucho por enseñar a los demás. Me gusta mucho el sistema oriental, concretamente el hindú, que tiene un principio que dice que todo lo que recibe un individuo es para darlo. Es decir, estamos dentro de un todo.

En este libro he querido plasmar lo que es la educación, cómo la entiendo y lo que pienso que es el mundo en el que estamos viviendo que es necesario transformar. Entonces, no es que haya dejado de lado la educación por la literatura. He escrito el libro como consecuencia de mi pasado y de mi presente, no como escritor en sí.

-Los derechos de autor de su libro están destinados íntegramente a colaborar con la financiación de proyectos educativos de organizaciones humanitarias ¿Por qué optó por tomar esta decisión?

Esto es consecuencia de mi manera de ver el mundo. Si hablo constantemente de la solidaridad y la colaboración, tengo que ser consecuente con ello. Vivo de mi pensión de funcionario, no tengo la necesidad de ganarme la vida económicamente la vida con el libro que he escrito. Me interesa su aspecto humanitario, no económico.

-Su segunda obra tendrá temática musical y usted siempre ha confesado que sus pasiones son la educación y la música. Ha llegado incluso a ser director del Conservatorio de León ¿Cómo ha desarrollado esta trayectoria a lo largo de su vida?

Puedo decir que yo me siento músico desde que nací. Mi padre era un tamborilero de pueblo, que sentía y vibraba con la música. Yo lo heredé y una gran parte de lo que soy se lo debo a la música. Estoy escribiendo este libro porque es un deber para mi. La música es otra gran desconocida y hay mucho que decir de ella, como de la educación.

En todos los sitios que he estado, de España y de fuera, he terminado dando clases de música, por diversas circunstancias. Soy catedrático de francés, pero he dado tantas clases de francés como de música.

-¿Y en qué sentido está enfocada esta segunda obra?

Pues os adelanto que el título será algo parecido a “Música, conciencia y vida”, algo que creo que es muy indicador. En el libro habló del poder de la música de transformar al hombre. La música es arte, es ciencia y es magia.

La música sirve para transformar una sociedad. Hay dichos como “allí dónde oigas cantar, no temas”. Sería maravilloso que en nuestros parlamentos tuvieran un coro y un rato para cantar. Sería muy difícil que luego se enfrentaran, ya que la música une. Es un lenguaje universal.

-Usted ha estado a lo largo de su vida como educador en el extranjero ¿Cómo fueron aquellas experiencias?

Estuve como profesor de hijos de los inmigrantes, a principios de los años ochenta. Primero estuve en París y, luego, en una ciudad del exilio como lo es Toulouse. Fue una experiencia muy interesante. España en las horas difíciles de su historia siempre ha mirado a Francia, siendo un país en el que hemos encontrado el consuelo. Para mi dar clases a personas españolas que habían tenido que huir del país, fue algo muy interesante.
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Ken Wilber y los nuevos paradigmas de la humanidad

“LAS ESCUELAS FUERON DISEÑADAS PARA CREAR PERSONAS IGUALES”

Un artículo de Carlos Morales para Forbes.com.mx

Sugata Mitra, un experto en métodos revolucionarios de educación, advierte que el sistema educativo podría estar causando más daño que bien.


Nuestro sistema educativo está obsoleto y podría estar provocando un daño irreparable a millones de niños. “Para mí, las escuelas fueron pensadas para una época que ya ha pasado, para la línea de ensamblaje, para hacer trabajos que hoy hacen las máquinas”, dijo Sugata Mitra, experto en métodos revolucionarios de enseñanza para los niños a través de las Tecnologías de la Información.

Durante una conferencia ofrecida en el marco de la Ciudad de las Ideas, en la capital poblana, Mitra enfatizó la importancia de internet en el proceso de aprendizaje de los niños y la futilidad de los métodos de enseñanza diseñados “para crear personas iguales”.

Mitra, profesor de Tecnología Educativa de la Escuela de Educación, Comunicación y Ciencias del Lenguaje de la Universidad de Newcastle, en el Reino Unido, expuso el punto con un caso práctico:

Hoy, cuando un alumno entra en el salón de clases, la maestra dice “hoy les voy a enseñar trigonometría”, sin explicar cuál es el objetivo ni la utilidad del tema.

Sin embargo, si la maestra preguntara “¿cómo es que tu celular sabe exactamente dónde estás?” y se les da acceso a internet, muy probablemente regresen con una respuesta: Gracias al GPS.

La siguiente pregunta podría ser “¿Sabes cómo funciona el GPS?”, lo que con toda seguridad llevaría a los chicos a descubrir que al menos tres satélites hacen posible esa tecnología. Es entonces que la maestra podría preguntar “El secreto detrás de esa conexión es la trigonometría, ¿quieren saber cómo funciona?”

El doctor en física desarrolló un experimento en 1999 llamado The Hole in the Wall (El hoyo en la pared), en él “expuse a los niños a internet en espacios públicos y simplemente observé qué hacían. Entonces vi que los grupos de niños pueden aprender a usar la computadora e internet por sí mismos, en ese entonces era un descubrimiento, hoy lo sabemos. Aún así ¿qué más podían hacer? ¿Para qué la usarían? Para aprender, para escuchar música, y lo que empiezan a hacer después de 4 o 5 meses cuando tienen acceso público: empiezan a hacer preguntas”, dijo ante un auditorio de 5,000 personas.

“Fue entonces que descubrí, y eso no le gusta a muchos, que los grupos de niños sin supervisión pueden aprender (casi) todo por sí mismos.”

Ese experimento derivó en otro, denominado SOLE (siglas en inglés para Ambiente de aprendizaje auto organizado), el cual desplegó en escuelas del Reino Unido. En él puso 5 computadoras con pantalla grande a disposición de 20 niños, quienes formaban equipos de forma autónoma, y se les hace una pregunta. El doctor repitió el experimento durante su visita a México: “Hoy trabajé con niños de 11 años en una escuela mexicana y les pregunté ‘¿los árboles pueden comunicarse?’ y me dijeron ‘no’, les dije ‘qué tal si les doy 20 minutos para investigar si es cierto’, y después ellos ‘sí’, y entones preguntaron ‘¿tienen cerebro?’”

“Podemos dirigirlos hacia un plan de estudio determinado o a preguntas grandes, lamentablemente nuestro sistema educativo está diseñado al revés”, dijo el académico británico, y advirtió que nada de esto funcionará “a menos que cambiemos nuestro sistema de evaluación, que tiene más de 100 años, estamos preparando a los niños para oficinas que existían hace un siglo.”

Mitra enfatizó que él evalúa a los niños de manera diferente. “¿Qué tal si permitimos el uso de internet dentro del aula? En Inglaterra se horrorizaron ‘Pero van a responder todo!’, me dijeron, pero ¿no es acaso lo que queremos?”

El conferencista reconoció que aún no sabe cómo será el mecanismo de evaluación, pero sí que internet jugará un rol vital. “¿Cómo es que el internet no está en nuestro salón de clases?, en él radica el futuro de la educación.”

Por supuesto, ese enfoque aplica a la educación básica, pero aún así el físico asegura que las universidades y escuelas de educación superior deben replantear sus enfoques. “Si yo hubiera estudiado ingeniería eléctrica en los 70 ¿podría aún decir que soy ingeniero eléctrico cuando buena parte del conocimiento que adquirí es obsoleto?”.

El académico reconoce que aún falta mucho por descubrir y que sus enfoques no son definitivos, pero advierte que, independientemente de si sus teorías son atinadas o no, “no cometamos el grave error de imponer a nuestros hijos los métodos obsoletos que nosotros padecimos”.
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Los cuatro cuadrantes

EL MALTRATO ENTRE ESCOLARES. GUÍA PARA PADRES.

Con frecuencia algunos padres se muestran preocupados por el estilo de relaciones que establecen sus hijos o hijas con sus compañeros del colegio. Estas relaciones, a grandes rasgos, pueden ser de tres tipos:

1.-Algunos chicos se muestran tímidos, asustadizos y, a menudo, sufren los enfados o abusos de sus compañeros.

2.-Otros, por el contrario, se meten en problemas y establecen relaciones prioritarias con su grupo de amigos, que son vistas con recelo a ojos de los adultos.

3.-Otros , simplemente, mantienen unas relaciones equilibradas en las que se pasa por fases de amistad y falta de amistad y, con ellas, los niños y adolescentes van evolucionando conforme a su etapa evolutiva y a sus capacidades personales.

Sea como fuere la vida relacional de los hijos, especialmente a partir de la preadolescencia (10 años) y hasta los 16 años, se nutre de unos profundos cambios e incertidumbres que pueden provocar malas relaciones y especialmente maltrato reiterado entre compañeros.
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PODEMOS: ¿QUIÉN ENGAÑA A QUIÉN?

“HAY QUE ALEJARSE DE LA EDUCACIÓN COMO PROCESO DE DOMESTICACIÓN”

Entrevista de Esther Sánchez (El País) a Claudio Naranjo: reivindica el conocimiento de uno mismo para curar los males del mundo.

Claudio Naranjo, reconocido psiquiatra chileno, mantiene a sus 83 años un discurso firme y una mirada inquisitiva. Este año, para su sorpresa, le nominaron para el Premio Nobel de la Paz. No se lo dieron, algo que le sorprendió aún más. Un sabio contemporáneo, profesor de universidad en Chile e investigador en la Universidad de Berkeley (California), que ha dedicado su vida a conocer y entender los males de la personalidad. Habla de bondad, de conocerse a uno mismo, intuición, amor, como puntos claves para curar al mundo. Regresó a Madrid para presentar el libro La vida y sus enseñanzas , en el que su autor, Javier Esteban, desgrana las experiencias del largo camino andado.

¿Lleva mucho tiempo conocerse a uno mismo?

A mí me ha costado toda una vida y ha sido larga por suerte. Pero he llegado a ser una persona feliz cuando yo era un individuo marcado por el descontento.

¿Cómo ve la actual situación del mundo?

El mundo ha descuidado el factor humano, mientras que se presta atención al aspecto financiero, económico, ideológico... Por supuesto, la pobreza material es muy grave, pero no se habla de la pobreza interior que nos acompaña. Pobreza en amor, en conocimiento de uno mismo, espiritual, en todo lo que nos hace humanos.

Quizá tenga algún remedio.

Tenemos que crear una educación nueva, que incluya los conocimientos de psicoterapia y de la vida espiritual de las distintas escuelas. Hay que alejarse de la educación como un proceso de domesticación del individuo y que, en la actualidad, es sobre todo intelectual e ir hacia una vida enfocada en la virtud. No hablo de cánones moralistas que nacen de normas que prohíben porque el poder lo dice así. La virtud verdadera es una bondad que surge de nuestros actos, cuando estamos en orden, cuando estamos sanos. Falta lo emocional, la intuición, el amor, el instinto.

En España estamos viviendo un momento de partidos políticos nuevos que piden una mayor participación ciudadana.

Yo tuve conciencia de lo que pasó aquí, en la Puerta del Sol, y entiendo que todo ese movimiento era un darse cuenta colectivo. Si sirvió de algo es para hacer explícito que hay una gran parte de la población que apoya el cambio. Porque lo importante no son tanto las soluciones, sino tomar conciencia de lo que no sirve.

Para el cambio educativo se necesitan profesores con determinada formación. Usted ha creado la escuela Searchers After Truth (SAT).

La educación debería dedicarse a formar personas reales, tenemos un mundo muy pobre en ese sentido. Yo he desarrollado un método tras 40 años de experimentos. Son cuatro módulos de 10 días, uno al año, en convivencia. El procedimiento que empleamos trata de restituir los vínculos amorosos con mucho autoconocimiento, y ahí le doy un lugar muy especial a la recuperación de la espontaneidad y la libertad instintiva.

En el libro habla sobre la meditación. ¿Qué aporta?

Es como el antídoto a un mal que todos padecemos de perdernos la vida por las prisas, distraídos de nosotros mismos. Por una parte, permite la toma de conciencia de lo que está ocurriendo dentro de uno mismo. Estamos llenos de ideas irracionales y no conocemos la causa. No tenemos conciencia de existir. La gente que despierta recupera ese sentir vibrante. Por otra parte, la meditación permite detenerse, porque siempre estamos yendo a alguna parte. Es como una compulsión que nos da el mundo en el que nos hacemos esclavos de producir para la supervivencia, para mostrar que somos algo o para que nos quieran.

¿Qué opina de la espiritualidad que emana de las religiones?

Las religiones son todas portadoras de un veneno de tener la razón, de estar en posesión de la sabiduría, de la última palabra. Hay un elemento de fanatismo, quizá sean una excepción el budismo o el taoísmo, religiones de anacoretas, para adentro. Pero las religiones sociales son una contaminación de la espiritualidad, nacieron del espíritu, pero se acabaron transformando en una realidad socio política.

El patriarcado es uno de sus grandes argumentos para cambiar el mundo.

Lo patriarcal se resume en la expresión pater familias, que evoca la ley romana, y fue una manera de codificar algo que llevaba años existiendo, que el padre era el dueño de la mujer y de los hijos. Es una ruptura con la democracia a nivel familiar, que ha precedido a todas las desigualdades sociales. El machismo que todavía prevalece es uno de los aspectos del patriarcado.

Fue pionero en la utilización de la ayahuasca, una droga alucinógena.

El primer congreso internacional sobre la ayahuasca lo abrí yo el año pasado. Fui un pionero en Chile en los años sesenta. A mí me parece que es una sustancia muy valiosa para la recuperación de la intuición y abre la posibilidad de tener un guía interno no intelectual. La mayor parte de las personas toma decisiones sopesando los pros y los contras, de forma razonable. Pero hay gente que se siente guiada y eso es un don. Con la ayuahuasca se puede recuperar ese don que debía ser parte de nuestra naturaleza.
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CÓMO SE VENDE UNA ENFERMEDAD Y SU TRATAMIENTO: EL CASO DEL TDAH EN ESPAÑA

PREDICCIONES EDUCATIVAS PARA EL 2016

Artículo de Jordi Martí. Docente desconcertado que intenta encontrar su lugar en un mundo que no entiende. O que prefiere no entender.

No me dedico a leer las cartas ni, tan sólo tengo programa educativo en cadenas de pago para intuir futuros educativos. No tengo capacidad de saber qué va a pasar en el ámbito educativo pero sí, por suerte, puedo llegar a intuirlo a la vista de lo que está sucediendo en los últimos años. No, no creo que ninguna política “nueva” venga a desterrar modelos obsoletos ni, tan sólo creo que el cambio sea cuestión de siglas o caras rejuvenecidas. Creo que es más cuestión de dinámicas y reduccionismos a realidades cotidianas que no cambian ni las leyes educativas, ni personajes que postulan el cambio desde fuera de las aulas.

¿Qué va a pasar en 2016? Pues puede que se siga en la senda de incorporar la programación en los centros educativos. Quizás se siga con Scratch y algo de robótica con Arduino o, posiblemente -y a la velocidad que va todo el chiringuito 2.0- salga una nueva herramienta “fantástica”, de esas que hacen aún más fácil lo fácil, que sustituya a la anterior. Y respecto a la parte del hardware… lo mismo. Todos los que llevamos el gen frikiTIC tenemos claro que la evolución de la tecnología es imparable y que, por desgracia, lo que prioriza el uso de una tecnología u otra es la campaña de mercadotecnia que lleve detrás.

También apostaría por la aparición de algún nuevo gurú educativo. Quizás se pueda seguir sacando jugo de César Bona y sus maravillosas charlas llenas de anécdotas pero, por desgracia, en un contexto tan cambiante de héroes y villanos como la educación es más que posible que alguien irrumpa en el tablero para destronarle. ¿Será hombre o mujer? Bueno, yo apostaría -me gustaría que así fuera- por lo segundo. Y aquí sí que voy a ser sincero… empiezo a estar un poco harto de que el tema de la innovación lo vendan desde los púlpitos personajes masculinos cuando el tema educativo está en manos de mujeres. ¿Qué hay más en docencia? ¿Hombres o mujeres? Pues simplemente hace falta darse una vuelta por las salas de profesores.

¿A nivel de aula algún cambio? No creo que haya cambios de modelo. Seguiríamos con sillas y mesas organizadas de forma simétrica. Algún atisbo de innovación de francotirador pero, en líneas generales, mantenimiento del mecanismo docente. Aprendizaje dirigido lo llaman algunos. Bueno, póngase el nombre que uno considere. ¿Es malo lo anterior? No, simplemente un modelo que ha ido funcionando relativamente bien para algunos y que perdura por inexistencia de políticas educativas que tomen al sistema de forma global.

Ah, sí… la LOMCE. ¿Qué carajo va a pasar con la LOMCE? Después de lo de ayer no tengo demasiado claro qué va a pasar. Lo que sí que auguro es que, por desgracia, la mayoría de políticos van a jugar al articulado legislativo y no a solucionar los problemas reales de la educación porque, los que trabajamos en el aula tenemos claro que, una ley por mala que sea, es siempre una mota de polvo en un ambiente que se ha barrido demasiado poco. ¿Se eliminarán las reválidas, la religión o desaparecerán los centros concertados? La respuesta a la primera es sí, siempre y cuando pacten esas izquierdas que alguien tilda de izquierdas pero nadie sabe qué son (y no hablo sólo de los “nuevos”) o haya ese gran pacto de Estado que algunos reclaman. Las otras dos cuestiones van a seguir estando en el tapete porque nadie -y aquí sí que me echo una pátina de Sandro Rey- va a eliminar la religión o se va a atrever a tocar el tema de los conciertos educativos. Que lo de la educación es, por desgracia, un negocio que mueve mucho dinero. Muchísmo más que otros sectores más mediatizados.

A nivel de derechos laborales de los docentes barrunto que se volverá a reducir las horas lectivas que se aumentaron con la crisis y, posiblemente, haya convocatorias masivas de oposiciones para contentar a los sindicatos educativos. Eso sí, como siempre, sin ningún tipo de planificación a largo plazo. Bueno, una de las típicas características de este país.

¿Más cosillas? Seguiremos hablando de pruebas PISA, comparándonos con Finlandia y acuñando productos educativos de jerga ininteligible. Algunos docentes de aula se seguirán jubilando a los sesenta (porque la ley no cambiará) y, como siempre, inspectores u otros cargos educativos de nula docencia directa, apurando su jubilación hasta la obligación legal (no conozco ningún inspector que se haya jubilado a los sesenta, ¿por qué será?). Pero lo anterior no es un pronóstico a futuro, es una realidad contrastable que se lleva manteniendo muchos años.

Nada, al final los alumnos sin oler nada diferente, los docentes de aula luchando al margen de la administración y cada vez más cargados de burocracia y la Tierra que siga girando. Porque eso es lo único que está claro porque, si deja de girar, tampoco importará demasiado que yo haya hecho, en este artículo, de futurólogo educativo.
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Mariano Martín Gordillo

UN COLEGIO DE RIVAS ESTRENA LAS COMUNIDADES DE APRENDIZAJE EN MADRID

Cerca de la Cañada Real, en Rivas-Vaciamadrid, hay un colegio en el que los niños llegan a discutir si prefieren a Ulises o el Quijote con el mismo ímpetu que si se tratara del Real Madrid y el Barcelona. Es el Centro de Educación Infantil y Primaria Mario Benedetti. Con un alto porcentaje de alumnado extranjero, el centro lleva cuatro años implantando las comunidades de aprendizaje para mejorar los resultados educativos y la integración. Lo que sucede puertas adentro cada vez despierta más curiosidad y está consiguiendo atraer a una población más variada.

Más de 60 estudiantes, profesores ajenos al centro o familiares apoyan las clases con grupos interactivos que tienen durante algunas horas semanalmente los alumnos del Colegio Mario Benedetti. En grupos de entre cuatro y seis, los alumnos realizan actividades, mientras los adultos les guían, pero les dejan hacer. “Todos avanzan. No hay ninguno que se quede atrás porque no se dejan. Además es un juego y no les supone un esfuerzo adicional ni frustración. Les hace ser más independientes”, explica Natalia Pérez, una voluntaria que estudió Magisterio, quien lamenta que la educación siga anclada en la clase magistral. “Aumenta el bienestar en el colegio. Yo estoy muy contenta y ellos también”, apunta la profesora de infantil Lorena Álvarez.

Los niños dicen que les gusta trabajar así, que les divierte más. A pesar del ruido que se genera con varios grupos hablando, se les ve concentrados en las tareas propuestas y atentos a las necesidades de sus compañeros. En el colegio han conseguido mejorar los resultados, pese a que es un centro al que llegan alumnos una vez comenzado el curso o que no conocen el idioma. Sorprenden, por ejemplo, los resultados de sus alumnos en las pruebas del Trinity College para certificar su nivel de inglés al ser un centro bilingüe. Estar acompañados por voluntarios que hablan el idioma, dentro del programa Includ-ed, les permite mejorar la parte oral, un refuerzo que muchos de estos alumnos no se pueden permitir fuera de las aulas. Pero los beneficios no son solo para los niños, las familias también se integran en la comunidad. Así, por ejemplo, hay madres árabes que comienzan a soltarse con el español junto a sus hijos y sus compañeros.

El colegio Mario Benedetti ha introducido en los últimos años diversas prácticas innovadoras basadas aprendizaje dialógico, que se inspira en la teoría de que al conocimiento se llega a través de la comunicación. El diálogo también se usa en la resolución de conflictos. “Tenemos menos problemas que en otros colegios. Todo se soluciona con diálogo. Cuando hay un problema mientras juegan al fútbol el resto evita que haya un conflicto. Hacen un escudo alrededor del niño. Si no lo resuelven, los profesores intervienen para ver qué ha pasado y que no vuelva ocurrir”, explica el director, Nacho Bernabé.

El centro acaba de someter a la votación de las familias la implantación definitiva de las comunidades de aprendizaje tras varias asambleas explicativas, con un apoyo del 97 por ciento de los votos. “Son otros valores, como ayudar y ser responsables. Me parece muy positivo. Lo negativo es si los alumnos que van más rápido y pueden avanzar más no pierden el tiempo”, argumenta una madre cuando todavía no había decidido qué votar. “Está demostrado científicamente. Cuando se verbaliza el aprendizaje es cuando eres capaz de aplicarlo. No es una pérdida de tiempo”, le explica la jefa de estudios, Alicia de la Puente.

Los sueños del centro

Aparte de reforzar estas prácticas, la transformación en comunidad educativa supondrá el centro comenzará a soñar. Todos podrán plantear sus sueños para el centro y algunos serán seleccionados. Para llevarlos a cabo, se crearán comisiones que tendrán que trabajar en su consecución.

Paqui, la impulsora del proyecto en este centro, explica que “todas las personas tienen habilidades académicas, comunicativa y prácticas y el aprendizaje debe estar basado en las tres. Antes solo importaba la académica. Con saber sumar ya se aprobaba, pero en una tienda el niño igual no sabía aplicarlo. La escuela estaba desconectada con la vida”. Entre todos los beneficios, esta maestra destaca la transformación que se produce en los alumnos.

Dentro de su visión dialógica, el centro también desarrolla otras actividades, como el proyecto LOVA, que convierte a los alumnos en una compañía teatral para representar óperas, que ellos mismos crean y pueden versar sobre cuestiones cercanas como la familia o conceptos más abstractos como el ‘fin’, tema propuesto para este curso. Los alumnos se reparten los oficios, escriben el guion e incluso se encargan de programarla en centros.

La iniciativa que más está sorprendiendo a los propios profesores son las tertulias literarias. Leen simultáneamente ‘El Principito’, ‘La Odisea’, ‘El Quijote’ y otros clásicos en ediciones adaptadas, mientras anotan lo que les sugieren y las dudas que les surgen. Después se pone en común en tertulias, desarrolladas en las clases de Valores Cívicos, ya que apenas hay alumnos que pidan Religión en este centro. Hasta los profesores están sorprendidos por las reflexiones a las que llegan y por el gusto por la lectura que están desarrollando. Cuando una alumna de etnia gitana pide poder llevarse las novelas ejemplares de Cervantes para leer La Gitanilla en vacaciones o entiende que la historia de amor imposible de Romeo y Julieta no está tan lejos de lo que a ella le podría pasar los docentes se reafirman en el aprendizaje dialógico.

La comunidad de aprendizaje que vienen implantando cada vez llama más la atención a otros centros y las propias autoridades educativas. También a las familias, pues cada vez hay más niños españoles cuando era un colegio con un alto porcentaje de niños inmigrantes, sobre todo de Rumanía y Marruecos. “Parecía condenado a cerrar con 240 alumnos y ahora tenemos 399. Además, este año hemos conseguido que en el primer curso las aulas estén al 50 por ciento entre población española y extranjera”, destaca el director. Han evitado convertirse en un ‘colegio gueto’ y además los niños van “muy contentos” al cole.
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LA MEDITACIÓN MEJORA LA NOTA DE LOS ESTUDIANTES Y REDUCE LA VIOLENCIA ESCOLAR Algo grande se está cociendo

UNA EDUCACIÓN DE LO ESENCIAL

Artículo de Francisco Riquelme Mellado. Profesor de Secundaria y Bachillerato en el IES Ruiz de Alda, San Javier. Murcia. Catedrático de Dibujo.



El “problema” de la educación no es distinto al “problema” de la empresa, la política… El tiempo nos pide cambios, nuevas maneras de entender: Asumir y funcionar con nuevos paradigmas

Desde hace más de 20 años estamos asistiendo a descubrimientos en Neurociencias que revelan el funcionamiento de nuestro cerebro y de cómo aprendemos. La relación entre emociones y aprendizaje es directa. Desde la Psicología, hay toda una revolución en marcha que indaga sobre cómo hacer de nuestra vida un proyecto alegre, pleno y comprometido, un proyecto de vida con sentido a través de la Psicología Humanista y la Psicología Positiva en todas sus ramas. El Coaching profesional es un acompañamiento para conseguir éxitos. ¿Por qué seguimos sin aplicar estas investigaciones y prácticas, refrendadas en el aula, para mejorar cómo nos sentimos en ellas y mejorar el ansiado nivel académico de los alumnos?

La educación es el campo que debería ir siempre a la vanguardia, porque es la mayor contribución al avance de una sociedad que se puede hacer.

CONFUNDIMOS EXIGENCIA CON EXCELENCIA: La excelencia no se puede exigir; se consigue cuando proporcionamos las condiciones necesarias para que cada uno, alumnos y docentes, den lo mejor de sí mismos voluntariamente, conscientemente, comprometidos.

NUEVA EDUCACIÓN PARA NUEVOS RETOS: Nunca antes la humanidad ha tenido que afrontar problemas tan globales y trascendentales como en la actualidad. El mundo es una aldea global.Conocemos los grandes problemas de la humanidad, sabemos sus causas y cómo solucionarlos. Pero nos falta lo fundamental: cooperación, entendimiento, empatía, sentido del bien común.

¿Cómo sería vivir eso en el aula, con alegría y positividad?

¿Cómo sería conectar los intereses de los alumnos con lo que damos en el aula?

¿Cómo sería llevar la vida misma al aula y no estar siempre virtualizando o abstrayendo lo que aprenden los niños?

¿Cómo sería conectar los conocimientos fragmentados de las diversas áreas para aportar procesos cognitivos de orden superior a nuestros alumnos?

¿Cómo sería salir del aula para explorar la vida?


Mientras sigamos creyendo que aprender cuesta mucho y que enseñar es agotador mantenemos un viejo paradigma anacrónico que cada vez debilita más a los docentes.

No es que no haya problemas –que los hay y muchos–, pero podemos concebir esos problemas como oportunidades para mejorar.

Desde la madurez hay que pasar de la queja a la creatividad.

Los docentes no nos sentimos escuchados, ni tenidos en cuenta por el sistema educativo.

En nuestra relación con nuestros alumnos, nos sentimos presionados y presionamos a su vez.

Olvidamos que el encuentro entre personas puede ser una oportunidad para pasar del conflicto a la cooperación, a mirarnos a los ojos y descubrir que todos compartimos ese anhelo profundo de ser felices y plenos.

Todos los seres humanos portamos ese anhelo, y hay que reconocerlo en la escuela, hay que vivirlo en ella.

INSTRUCCIÓN NO ES EDUCACIÓN: Los docentes no necesitamos más formación, necesitamos conectar con nuestra propia sabiduría. Y eso mismo es lo que necesitan nuestros alumnos.

Necesitamos conectar las capacidades intelectivas adquiridas con la mirada compasiva del corazón que es:

Presencia en el aula que nutre emocionalmente.

Mirada que enviste de grandeza al alumno y refuerza su autoestima y concepto de sí mismo.

Liderazgo para afrontar los retos de la vida (no los académicos) desde una relación horizontal y la cooperación entre iguales.

Acompañamiento para la germinación de los talentos, capacidades y valores que ya porta el alumno internamente.


Sólo así la educación puede pasar de ser mera instrucción que introduce en los alumnos un conocimiento ajeno, a una herramienta para revelar los tesoros internos, aportar sentido, significado, madurez y plenitud; para que nuestros niños y jóvenes puedan construir un futuro acorde para todos, conectando con sus propias potencialidades, con su propia sabiduría interior.

Así las aulas pueden convertirse en espacios donde docentes y alumnos disfruten descubriendo lo mejor de sí mismos y celebrarlo, ponerlo en valor para mejorar el mundo.

Y esto mismo se puede aplicar a los padres en el liderazgo familiar. Ya no sirve el sistema de creencias y los métodos con los que fuimos criados nosotros. La sociedad y el mundo han cambiado tan rápido que hemos de formarnos y aprender, para que el ser padres no sea una carga que padecer sino una alegría que vivir en el hogar, como centro nutricio emocional que acoge niños felices al mundo y cuyas alas no se podrán cortar, porque han venido con la promesa de cambiarnos a todos y cambiar el mundo tal y como lo conocemos.

RECONOCER Y APOYAR UNA NECESARIA EDUCACIÓN: Si queremos respetar y apoyar a los docentes en una necesaria revolución respetuosa para una educación que no corte las alas del futuro…

PODEMOS:

1-Reconocer nuestro valor como padres y reconocer la dedicación de los docentes. Reconocerse y apoyarse.

2-Como sociedad valorar el papel de los padres y docentes, regulando la disponibilidad de tiempo de calidad entre padres e hijos.

3-Las familias han de ser puestas en valor de toda la comunidad. Su bienestar es el de todos.

4-No sólo recordar los deberes, también garantizar los derechos.

5-Aligerar la presión académica para cumplir determinados objetivos.

6-Hacer más lento los aprendizajes. Se impartirán menos contenidos pero se aprenderán para toda la vida desde la experimentación y la vivencia, desarrollando procesos cognitivos más complejos y ricos.

7-Favorecer la convivencia respetuosa y reconocer la diversidad, apoyando para que los centros educativos sean gestantes de relaciones humanas sanas cuya moneda de cambio sea el respeto y la cooperación.

8-Procurar espacios adecuados para el juego creativo y la exploración.

9-Permitir el error en el aprendizaje, alentar el atrevimiento.

10-Evitar imponer en educación sistemas basados en otros objetivos y valores que no sea el desarrollo integral de nuestros niños y jóvenes, su felicidad; por encima de intereses políticos o económicos.

11-Evitar tratar la Educación con una visión heredada de sistemas políticos, sociales o económicos que la deforman o limitan.

12-Dar voz a los niños y jóvenes, que ellos formen parte activa de la gestión de los centros y las aulas (corresponsabilidad).

No cortemos esas alas en nuestras casas ni en nuestras aulas, dejémoslas volar respetuosamente. Veamos en los ojos de nuestros alumnos el brillo y la belleza de esas promesas que están por venir al mundo. Ellos no han venido a repetir esquemas, han venido a crear otros nuevos y necesarios.

En mi aula tengo una frase que me sigue inspirando cada día desde que empecé esta aventura de Ser docente. Nunca imaginé que yo iba a ser el que más aprende en el aula.

“Un espíritu libre NO debe aprender como esclavo“
(Roberto Rosellini)
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Concurso de Filosofía La educación cuántica

¿Y DÓNDE ESTÁ LA CALIDAD?

Artículo de Gonzalo Larenas. Licenciado en Letras y Literatura, Gestor Cultural, Profesor Universitario, Columnista, Librepensador y Latinoamericano.

Nuestros empleados públicos, y con esto me refiero a nuestras autoridades democráticamente electas, no están haciendo bien su trabajo, no están cumpliendo con sus labores y están poniendo en riesgo el futuro de miles de niños y jóvenes que hoy ven con cierta desconfianza su camino.

Últimamente me siento como John Travolta en los memes que se han hecho populares en las redes sociales, donde lo muestran en una escena de la aclamada película de Tarantino, Pulp Fiction, dando vueltas sin entender lo que está pasando en ese momento a su alrededor, es que parece que se nos olvidó hablar de un tema fundamental en el conflicto de la educación en Chile; el de la calidad, concepto que simplemente desapareció. No estoy en contra de la gratuidad, pero creo que ese no es el fondo del tema. Lo esencial en la discusión, lo que de verdad lograría cambios a largo plazo con beneficios directos para el desarrollo nacional, es mejorar la calidad de la educación, partiendo por darle la importancia necesaria a la educación de párvulos, y seguir hasta la acreditación real de los posgrados en todas las universidades. Un seguimiento, mirando un cambio por lo menos a 30 años, una generación completa, pensando en el futuro y no en las próximas elecciones. Cuando tengamos solucionado ese primer problema, veamos entonces la forma.

En una disparatada película ochentera llamada “¿Y dónde está el piloto?”, se burlaban porque de un momento a otro, los pasajeros de un avión, no tenían quien piloteara, comenzando entonces una seguidilla de ridículas situaciones y personajes que intentan sin éxito, tratar de solucionar la emergencia, lo que no difiere mucho de nuestra situación, con políticos peleando entre ellos, preocupados de intereses electorales y no nacionales, autoridades improvisando, gobierno y oposición atacándose, como hormigas asustadas, dándose golpes en la cabeza sin avanzar. Mientras tanto toda una población se une a esta ridiculez, poniéndose a favor o en contra según su tendencia política familiar, y así vemos una escena que perfectamente podría haber estado en la citada película, donde no existe un norte ni un liderazgo que ordene esta caótica situación. Entonces aparecen un par de personas que sin entender lo que pasa y volviendo a la imagen de Travolta, hablan de calidad en la educación, generando un nuevo personaje que no deja de ser gracioso en esta comedia, el que quiere encarrilar el tema, pero que nunca es escuchado, mientras esquiva zapatos y personas que salen volando del set.

En algún momento pensé en ir a reportar a la calidad en la educación a la PDI, por presunta desgracia, pero creo que iría demasiado lejos en mi urgente necesidad de golpear la mesa y terminar con este ordinario show, protagonizado por autoridades que poco saben del tema en profundidad, en conjunto de una comunidad pendiente de este reality show barato, sin tampoco entender bien de qué se trata todo esto.

Para hablar en serio sobre educación, debemos volver atrás, cuando la educación pasó a ser prioridad en la agenda pública, no gracias a nuestras autoridades, sino a los propios estudiantes, quienes preocupados por su futuro, levantaron la voz para generar cambios radicales en nuestra forma de enfrentar los problemas.

Reagrupemos los temas, volvamos a generar interés y no risa al hablar de reformas educacionales, dejemos los intereses personales y partidistas de lados, aunque suene utópico en un ambiente rodeado de corrupción, y pensemos en soluciones prácticas, levantando la cabeza y viendo como en el mundo los países con mejor educación, se han enfrentado a estas temáticas.

Es absurdo querer seguir en las “vías del desarrollo”, combatiendo temas como la pobreza, la desigualdad y la delincuencia sin mejorar la calidad de la educación, sin una educación pre escolar potente, dejando de lado las, hasta ahora, guarderías, donde jardines infantiles y colegios se transforman en un lugar donde se hacen cargo del hijo mientras los padres trabajan, aprendiendo poco, con cursos saturados, profesores sobre exigidos, sin tiempo para lo fundamental que es su proceso constante de evaluación y capacitación.

Para mejorar la educación superior, no basta con buscar la gratuidad y exigir acreditaciones nacionales e internacionales. Si entraran a ellas alumnos que vienen de una educación deficiente, donde hay un abismo entre unos y otros, por lo que finalmente si fuese gratuita, serían solo los que vienen de “buenos colegios” quienes podrían seguir las distintas carreras, dejando atrás y acrecentando la deserción de quienes sin base, entran en una lucha quijotesca por sacar adelante sus estudios sin una base sólida. No digo que sea imposible y rescato a los estudiantes que lo logran, pero su sacrificio no es justo, la carrera tiene obstáculos muy distintos para unos y otros. Esto ocurre porque no nos hemos enfocado en el verdadero problema de la educación, porque hemos ridiculizado la problemática, transformándola en un conflicto de colores políticos y no de derechos fundamentales del ser humano, que van mucho más allá de individualismos y de intereses privados.

Nuestros empleados públicos, y con esto me refiero a nuestras autoridades democráticamente electas,no están haciendo bien su trabajo, no están cumpliendo con sus labores y están poniendo en riesgo el futuro de miles de niños y jóvenes que hoy ven con cierta desconfianza su camino. Es nuestra responsabilidad cambiar el actual escenario, proponiendo mejoras concretas que busquen mejoras, sin esperar que los citados malos empleados hagan algo, a ellos deberíamos pasarles la cuenta en las próximas elecciones, y como en cualquier puesto de trabajo normal, poner de patitas en la calle a quien no cumple o lo descubran en actos “poco éticos”.
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LEER MANUSCRITO: LA EDUCACIÓN CUÁNTICA: UNA PROPUESTA PEDAGÓGICA PARA LA OPTIMIZACIÓN DEL RACIOCINIO...

GRUPO DE ESTUDIANTES SE ENCADENÓ A DEPENDENCIAS DEL MINISTERIO DE HACIENDA

Cerca de las 07:00 horas de este lunes un grupo de estudiantes llegó a manifestarse a las dependencias del Ministerio de Hacienda en Santiago.

Alrededor de 40 estudiantes, secundarios y universitarios, se encadenaron a las rejas del lugar con el objetivo de mostrar su descontento con respecto a la Reforma Educacional que se discute en nuestro país.

Gabriel Iturra, presidente del Centro de Alumnos de la Universidad Central, señaló que “no puede ser posible que el Gobierno no de respuestas concretas con respecto a las peticiones. Lo hemos señalado en las calles una y otra vez: Educación gratuita, fin al lucro y democratización por parte de todos los establecimientos educacionales y las universidades”.

Iturra aprovechó esta instancia para enviar un mensaje al Gobierno señalando que “no estamos dispuestos a ser parte de su improvisación”.

Ante ello llegó personal de Fuerzas Especiales (FFEE) de Carabineros, quienes arribaron con las herramientas para cortar las cadenas y así proceder al desalojo de los estudiantes.

Mientras eran desalojados, un grupo de manifestantes intentaron tomarse calle Moneda por lo que personal de FFEE ocupó su carro lanzaaguas para dispersar a los estudiantes. Producto de esta protesta se debió cortar el tránsito en el lugar por algunos minutos.
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LA IMPORTANCIA DE LA FILOSOFÍA (Y II)

Artículo de Carlos Fernández Liria
Profesor de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid


Haremos a continuación algunas precisiones sobre el papel de la filosofía en el conjunto del saber que completan, en un doble sentido, lo publicado ayer.

Respecto de las ciencias, el papel de la filosofía hoy en día tiene que ser el que comenzó siendo desde el principio (y también su papel con respecto al mundo político, pero de eso ya me he ocupado en otro sitio ). Para que nacieran las ciencias fue preciso librar una batalla muy dura. Y esa batalla la libró la filosofía. Para empezar, contra el poder de los poetas y el mundo de la mitología y la religión (hay que recordar que fueron los poetas los que pidieron la pena de muerte contra Sócrates y que Platón nos dice en La República que “la enemistad entre la filosofía y la poesía viene de antigua data”). Los poetas eran los guardianes de la tradición. Ellos poseían “palabras antiguas” que, de alguna manera, explicaban todo lo que había que explicar. Su decir excelente explicaba cómo se conduce una cuádriga o cómo se reza a los dioses, como se puede ser valiente como Aquiles o astuto como Ulises, cómo hay que dar órdenes y cómo hay que obedecer, cómo se entierra a los muertos o, en general, cómo se habita en este mundo. Imbricado con el saber de los poetas, había todo un tejido de expertos especializados en diversas técnicas. Artesanos que saben hacer un zapato o fabricar cerámica, forjar herraduras para los caballos o arar la tierra. Y había incluso un concepto de ‘virtud’ ligado a este universo: hacer todo eso que se sabe hacer, pero, además, hacerlo bien.

Y también había, en los tiempos de Sócrates, una suerte de ‘expertos en todo’ a los que se llamaba sofistas y que entraron en competencia frontal con la autoridad de los poetas, precisamente en el terreno de la educación de los ciudadanos. Rivalizaron con ellos en el dominio del inmenso poder de la palabra, que fascinaba a los griegos. Lo hacían ya en una sociedad democrática empeñada en vivir bajo lo que hoy llamaríamos el ‘imperio de la Ley’, y que honraba por ello, como sabios, a Solón o a Pericles. Los sofistas prometían fabricar ‘ciudadanos’ como los médicos fabricaban la salud o los zapateros los zapatos. Enseñaban la virtud en general (y enseñaban a aprenderla). Y en su calidad de ‘expertos” cobraban consecuentemente por ello, no sólo a ricos ciudadanos particulares, sino a los Estados que requerían sus servicios y les encargaban los correspondientes ‘libros blancos’. Era un mundo muy parecido al actual, poblado de expertos y de especialistas. Algo así como lo que hoy en día sería Jose Antonio Marina para la enseñanza secundaria o Francisco Michavila para la universidad.

En general, el panorama no es tan distinto al nuestro. Todo el mundo sabía muchas cosas. Era un mundo de sabios que sabían de todo y de sabios que sabían de su especialidad. La intervención de Sócrates, por eso, resultó muy impertinente, porque venía a demostrar que en realidad todo el mundo pretendía saber, pero no sabía. Que todo el mundo era, de alguna forma, insuficientemente virtuoso e insuficientemente ciudadano. Sócrates y sus herederos de la historia de la filosofía abrieron un hueco en este tejido de especialistas y expertos, hicieron un agujero en el centro de la ciudad y en ese nuevo ágora inesperado fue donde germinó la teoría. Para saber ponerse con elegancia ‘la túnica de los hombres libres’ no bastaba con repetir palabras muy antiguas. Había que decir cosas verdaderas, justas y bellas. Y frente a los sofistas expertos en retórica había que demostrar que “solo la verdad convence de verdad”. Fue muy difícil, por lo tanto, hacer hueco al pensamiento teórico en el seno de la ciudad. Había que contravenir la autoridad de los poetas, el saber especializado de los expertos en técnicas y artesanías, el juego retórico de los sofistas y de los cocineros del saber. Eran muchos enemigos para la filosofía, pero, pese a ello, Platón primero y Aristóteles después lograron abrirse un hueco. En ese ‘claro del bosque’ nacieron las ciencias.

Ese ‘hueco’ (o esa ‘distancia’) consistió en introducir en la ciudad una posibilidad desconcertante, la posibilidad de saber por amor al saber. La definición de filosofía como ‘saber por saber’ (es decir, simplemente “para huir de la ignorancia”) no es una cursilada utópica, sino una verdadera labor de albañilería trascendental que sentó los cimientos ciudadanos para el saber científico. Se trataba de construir la posibilidad para que las cosas se mostraran en su objetividad con independencia de nuestro abigarrado entramado de intereses sociales, políticos y económicos. A partir de ahí, lo absolutamente desinteresado (y por lo tanto, enteramente desempotrado de los intereses de la ciudad) comenzó a resultar interesante. Ahí fue donde germinó el saber científico en sentido estricto, un saber enamorado de las cosas, dispuesto a darles a ellas la palabra aun a costa de interrumpir drásticamente la algarabía ciudadana de los políticos, los especialistas que los asesoraban, los técnicos y los poetas.

Que no se malentienda lo que acabo de decir. Tenía mucha razón Gustavo Bueno cuando insistía en que las ciencias no surgieron de una ‘madre’ llamada filosofía (sólo quienes sostienen semejante cosa pueden decir después eso de que, según las ‘hijas’ se han ido independizando, la filosofía deviene perfectamente superflua). En un orden genético de consideración, las ciencias nacieron, sin duda, de las técnicas, y éstas de la experiencia. La filosofía llega en todo caso después. Pero una cosa es una anterioridad genética y otra una anterioridad estructural. La filosofía no es una madre genética, pero sí es una condición estructural sin la cual las ciencias son incapaces de despegar de las técnicas o se degradan en ellas sin remedio. Las ciencias se acomodaron en su esencia propia sólo cuando se insertaron en el proyecto filosófico del saber por el saber. Y si pierden este suelo de la filosofía, regresan sin remedio al tinglado de los expertos y los especialistas en la fabricación de artilugios demandados socialmente (y hoy mercantilmente).

Es una tontería pensar que ese ‘claro’ que la historia de la filosofía despejó para la teoría en la espesura del bosque de la ciudad no se va a volver a cerrar al menor descuido. No por eso desaparecerán las ‘ciencias’, por supuesto, pero sí que les ocurrirá algo que tendrá que ver con que dejarán de ser ‘científicas’ o, mejor dicho, ‘filosóficas’, es decir, dejarán de ser saberes desinteresados que dicen lo que dicen en función de la verdad o la justicia y empezarán a ser saberes instrumentales que preguntarán qué conviene decir a los que en cada caso tengan en sus manos el control de la ciudad. En el menos malo de los casos, la física, la matemática o el derecho se convertirán en un saber especializado para operar matemática o jurídicamente, produciendo los efectos oportunos. Los matemáticos, los físicos o los juristas se convertirán así en lo que ya están empezando a ser: especialistas que saben reparar cacharros matemáticos o jurídicos, lo mismo que hacen los zapateros con los zapatos o los reparadores informáticos con los ordenadores. Con toda su dignidad, desde luego, pero la enseñanza superior se convertirá en una inmensa escuela de formación profesional. Lo cual está muy bien, pero, sencillamente, no tiene nada que ver con lo que se llaman estudios superiores.

Habrá desde luego a quien esto le parezca de perlas, porque todo lo ‘superior’ le suene sospechoso, pero, para entendernos, ‘superior’ no significa aquí otra cosa que ‘teórico’. No se trata aquí de defender la superioridad de una casta aristocrática en la que los científicos hablarían ex cátedra (como los expertos de las tertulias), sino de todo lo contrario: de defender ese increíble ejercicio de modestia al que llamamos ciencia, un ejercicio gracias al cual el ser humano logra a veces cerrar la boca para dejar la palabra a las cosas, cultivando eso tan difícil y poco habitual a lo que llamamos ‘experiencia’. Dicho bien claro: sin teoría no hay experiencia. Como bien dijo Hegel, la experiencia ha sido, para la humanidad, lo más difícil de conquistar. Hizo falta mucho trabajo teórico para arrancar al ser humano de sus digestiones vitales, que siempre han sido más bien religiosas, poéticas, instrumentales y políticas. Bien es verdad que no hay por qué respetar la teoría. Pero lo que estamos diciendo es que si los filósofos no hubieran logrado hacerla respetar −a veces con el saldo de perder su vidas− las ciencias no habrían nacido jamás.

Frente a los poetas y los sofistas, la filosofía insistió en que no se trataba de fabricar ciudadanos exitosos o ciudadanos integrados, ni siquiera ciudadanos rebeldes o geniales, sino de someter a la ciudad a la prueba de la verdad, la justicia y la belleza. Se trataba de cultivar una posibilidad que hoy parece que mueve a risa, pero sin la cual la filosofía pierde, sencillamente, toda su razón de ser (cosa que a muchos tampoco parece que les moleste lo más mínimo). Se trata de la posibilidad de decir esto o lo otro no porque encaje muy bien con ciertas demandas y requerimientos propios de los tiempos, sino porque sencillamente es verdad (o por lo menos es menos falso que otras cosas que también se pretenden verdaderas). Y, en el mismo sentido, se trataba de la posibilidad de decidir esto o lo otro no por sus rentabilidades vitales, psicológicas, sociológicas o históricas, sino porque sencillamente es justo (o se pretende tal). El escepticismo y el relativismo postmoderno no es que amenace con liquidar el sentido filosófico de la ciencia o el derecho, es que está a punto ya de acabar hasta con los guiones del Hollywood más elementales, de tal modo que ya no se permita a ningún protagonista decir que ha hecho lo que ha hecho, sencillamente porque es justo, o que ha dicho lo que ha dicho, sencillamente porque es verdad. Gregory Peck en Matar un ruiseñor, por ejemplo, se convierte, así, en un personaje imposible (y por cierto, Jesús, en los Evangelios, tres cuartos de lo mismo). Se promete materialismo y se produce nihilismo. En nombre de los hechos, se niega que haya hechos de la razón y de la libertad.

Sin embargo, hay otro tipo de materialismo que G. K. Chesterton resumió perfectamente con estas palabras: “era tan materialista que prefería un hecho, incluso al materialismo”. Hay hechos de la razón, y de eso se ha ocupado la filosofía en toda su historia. Por eso, cuando se ataca la filosofía no sólo se ataca la filosofía, también se cercenan nuestras vidas. Algo que también Chesterton dignosticó perfectamente, diciendo: “lo que nos hace padecer el presente es la modestia mal ubicada. La modestia se ha mudado del órgano de la ambición y se ha instalado en el órgano de la convicción, al que no estaba destinada. El hombre estaba destinado a dudar de sí, pero no de la verdad; ha sucedido precisamente lo contrario. Estamos en camino de producir una raza de hombres mentalmente demasiado modestos para creer en la tabla de multiplicar”.

La filosofía irrumpió en la ciudad como una verdadera ofensiva contracultural. Se enfrentó así al orgullo de todos los que pretendían saber, al orgullo de los especialistas y los expertos que sabían fabricar esto o lo otro sin preguntarse por la verdad de lo que sabían, pero también al orgullo democrático de los herederos de Pericles, que pretendían ser ciudadanos por el mero hecho de ser griegos, en lugar de por el hecho de ser justos. Por eso los filósofos se ganaron tantos enemigos. Pero, como decía antes, gracias a ellos pudieron germinar lo que hoy llamamos las ciencias y lo que llamamos el derecho. Por lo mismo, insisto, si las ciencias pierden su suelo filosófico se convertirán en lo que de hecho se están convirtiendo, en un mercado de especialistas y expertos que fabrican ingeniosas piruetas técnicas, produciendo mucho, pero pensando poco. A día de hoy, y sin perjuicio de la indigencia de unas y otra, es mucho más lo que necesitan las ciencias de la filosofía que lo que necesita la filosofía de las ciencias. Desde el punto de vista de la política y de lo que llamamos el Estado de Derecho, la cosa es mucho más grave aún, pero de eso ya me he ocupado por extenso en muchos sitios.

Ahora bien, todavía en otro sentido, algo distinto, conviene decir una palabra más sobre la importancia que tiene la filosofía en el conjunto de saber. Afirmo que es desde la filosofía desde donde mejor se observa lo que está ocurriendo en España con la enseñanza. Y pienso que, como lo que está ocurriendo es muy grave, convendría levantar cuanto antes un sólido ‘observatorio filosófico’. Me explico:

Fue la reflexión filosófica (he sostenido hasta aquí) la que modificó la naturaleza de saberes técnicos y políticos previamente existentes en la ciudad, y que hoy relacionamos con las ciencias y el derecho. Pues Ciencia y Derecho son lo que son hoy para nosotros gracias al corte epistemológico, y gracias a la insólita recreación de aquellos saberes preexistentes, que debemos a la invención griega de la teoría, tardía en el tiempo y sin embargo inaugural en el orden ‘trascendental’ de la fundamentación. Y algo análogo ocurrió (añado ahora) con la recreación moderna e ilustrada de la vieja institución medieval llamada Universidad. Pienso, sí, con admiración, en la acción teórica y política de Humboldt, pero también ─con consternación─ en el actual llamamiento de los expertos en Educación Superior a olvidarse de ese concepto de Universidad. Fue la Ilustración la que otorgó al cultivo del saber teórico y moral la dignidad de estudio “superior”, en el seno de un Estado (y favor de una sociedad) que se quería, al menos de palabra (pero esto ya es mucho, no está claro que hoy tengamos todavía siquiera esto), constituido por la libertad y el respeto al “derecho sagrado de los hombres”.

Y por eso pienso que es desde ahí, desde la filosofía ─y no desde el chiringuito de los autodenominados ‘expertos en educación’─, desde donde hay que diagnosticar, en el presente, la catástrofe que se cierne sobre el ‘derecho a la educación’ y el mundo de la enseñanza en general, el cual, con todos los defectos e insuficiencias, hasta hace relativamente poco todavía se medía a sí mismo por medio de los conceptos heredados de aquella tradición clásica europea. Por eso da tanta pena ver a profesores de filosofía contribuyendo en nombre de las “exigencias y complejidades del presente” al desprestigio del sistema de instrucción pública, en lugar de comprometerse en su defensa a ultranza. Ante la sucesión de planes de reforma y programas de sedicente ‘mejora de la calidad’, la filosofía debería ser, ante todo, un observatorio desde el que localizar, diagnosticar y denunciar la malversación del sentido mismo del problema de la educación de los ciudadanos, y las amenazas y agresiones a las que se está sometiendo el sistema de instituciones públicas que la garantiza. Parece mentira que los profesores de filosofía no hayan alzado últimamente la voz ante lo que está ocurriendo, en lugar de dejar sumisamente que los ‘expertos en educación’ tomen la palabra.

Hay cosas que, en efecto, sólo (o casi sólo) se ven desde la filosofía. Todo el mundo se tragó por ejemplo, eso de que la Universidad debía estar ‘al servicio de la sociedad’, un lema con el que se perpetró toda la reconversión de la Universidad que se ocultaba tras el llamado Plan Bolonia (un plan que supuestamente no era más que un sistema de homologación de títulos europeos). Sólo (o casi sólo) desde la filosofía se veía que ahí había algo sospechosamente invertido: pues la Universidad no debe estar al servicio de la sociedad, sino al servicio de la verdad. Y, precisamente por eso mismo, la sociedad ha de estar muy orgullosa de tener una Universidad y debe hacer lo posible por que la Universidad no deje de ser lo que tiene que ser. No es el derecho el que debe estar en estado de sociedad, sino la sociedad en estado de derecho. No son la verdad y la justicia las que deben acomodarse a la sociedad, preguntando a los periodistas e ideólogos (léase: ‘formadores de la opinión pública’) qué conviene reconocer y proclamar como real y relevante en el presente, y a los magnates, empleadores y poderosos en general (léase: ‘sustentos efectivos del orden y de la sociedad misma’) qué leyes y qué sentencias judiciales conviene dictar para promoverlo, sino que es la sociedad democrática la que tiene que abrir espacios institucionales independientes de ella, es decir, del juego de necesidades e intereses que la recorre, y consagrados exclusivamente al cultivo del saber (no menos que a la legislación o a su aplicación), a fin de darse un patrón de medida con el que medirse como sociedad, y evaluarse (y en su caso autocorregirse y reformarse) respecto del siquiera un poco de verdad y un poco justicia (o del ‘un poco menos’ de ignorancia y de superstición, y también de mentira y de injusticia) que haya logrado hacer real en ella.

Ciertamente, en la lucha contra la mercantilización de la Universidad encubierta tras la tapadera del ‘Plan Bolonia’ , las Facultades de Filosofía llevaron hace unos años y por un tiempo la iniciativa: hicieron saber a la sociedad, mediante un documento público , su preocupación por el rumbo que estaba adoptando el entonces denominado proceso de construcción del Espacio Europeo de Educación Superior. Con el respaldo de autoridades académicas como Juan Manuel Navarro Cordón (a la sazón Decano de la Facultad de Filosofía de la UCM y Presidente de la Conferencia de Decanos de Filosofía) dichas Facultades habían albergado desde el comienzo del ‘proceso’ los primeros impulsos críticos, que (ya desde la época del informe Bricall) procedieron de sus estudiantes. La subsiguiente discusión dio lugar, además, a un conjunto de artículos e intervenciones públicas de su profesorado (pienso en escritos, de muy distinta naturaleza, de José Luis Pardo , Antonio Valdecantos , Ana Rioja , Juan Bautista Fuentes o Fernando Savater, entre tantos otros), que cuestionaban la dudosa modernización de las enseñanzas a la que aspiraban las reformas en curso y elevaron, finalmente, una solicitud de moratoria de la aplicación del Plan Bolonia. Esa dinámica promovió, en fin, incluso un movimiento de profesores universitarios, que se llamó Profesores por el conocimiento , al que se sumaron prestigiosos colegas de todas las especialidades (pienso ahora, por ejemplo, en la profesora Julia Téllez, profesora de Física o en Andrés de la Oliva Santos, Catedrático de Derecho Procesal) Pues bien, la obligación de las Facultades de Filosofía con la comunidad científica debería ser hoy, pese a todas las derrotas, continuar en ese sentido, defendiendo públicamente la autonomía del conocimiento y el amor por el saber, frente a cualquier chantaje mercantil, tribal o cultural. Y esto es precisamente lo contrario de limitarse a asumir, con más o menos estoicismo, la tarea de sobrevivir en los nuevos escenarios, o de atreverse a afrontar ‘audazmente’ los llamados ‘retos’ del presente, para convertirse oportunistamente en vanguardia de la administración de LO-NUEVO-INEVITABLE.

Para ello, el punto de partida debería ser quizá todavía más modesto, modestísimo en realidad. Y, sin embargo, imprescindible estratégicamente, y de estricta justicia en todo caso. La filosofía debería tener el coraje de empezar por recordar que, contra lo que se está repitiendo sin cesar en los medios de comunicación desde hace tantos años (desde que se dio el pistoletazo de salida a la ofensiva para desmantelar la enseñanza estatal en general), la enseñanza pública no está ni muchísimo menos tan mal como se suele decir. Y recordarlo, en primer lugar, a propósito de la enseñanza primaria y secundaria, y por supuesto también acerca de la Universidad. La ‘campaña de desprestigio’ (es decir, la difamación sistemática e impunemente desplegada) del entero sistema de instrucción pública (como me gusta seguir llamándolo) ha sido masiva, y se ha estructurado según la conocida receta neoliberal de desprestigiar primero y recortar en consecuencia, en un bucle performativo que acaba demostrando que los servicios públicos no funcionan y que, por lo tanto, deben ser aún más recortados y finalmente externalizados y privatizados. Es repugnante ver a otros universitarios muy prestigiosos haciendo el juego a esta campaña.

Leyendo, por ejemplo, a Félix de Azúa y a algún que otro catedrático de su ralea, cualquiera diría que en la Universidad todo es mediocridad, corrupción, nepotismo, endogamia e incesto (todo menos el proceso que los llevó a la cátedra, claro). Permítaseme discrepar desde mi propia experiencia (sólo será un parrafito). Llevo toda mi vida en la enseñanza, primero como alumno, luego como profesor de secundaria y después (desde hace casi treinta años) en la Universidad; y, francamente, no es eso lo que yo he visto. Soy además padre de tres hijos que también han estudiado y estudian. He visto y veo, sí, algunas ignominias, pero no me han parecido nada definitorias. En la Enseñanza Primaria he visto más bien maestras y maestros heroicos, que ejercen su profesión con verdadera vocación y desinterés en unas condiciones a veces terribles, ahogados por los recortes, la falta de recursos y la ratio disparatada de alumnos por clase. Lo mismo y todavía más se puede decir de la Enseñanza Secundaria en el ámbito estatal, que ha sufrido toda la presión de unas políticas educativas que han hecho todo lo posible por convertir los institutos en unos ghettos de marginación social impracticables. Sin el heroísmo vocacional de millares y millares de profesores que se empeñan en nadar a contracorriente y seguir, pese a todo, enseñando algo, haría mucho tiempo que el sistema se habría convertido en una red asistencial de reformatorios, cárceles y manicomios. Y ni mucho menos es cierto que se esté produciendo un rebaño de adolescentes disciplinados, sumisos y castrados para cualquier interés científico o artístico. Aunque a algunos les sorprenda, no es imposible encontrar casos como el de Anatolio Alonso, un alumno del I.B. Juan de la Cierva de Madrid, que sacó la mejor nota entre bachillerato y selectividad en el año 2013. Tiempo atrás había sido seleccionado para ser becado en el programa de Bachillerato de Excelencia creado por Esperanza Aguirre, pero lo rechazó, explicando en televisión, con una camiseta verde sobre el pecho, que todo se lo debía a los profesores y compañeros del Juan de la Cierva y que por eso se había negado a abandonarlo. Pues bien, yo doy clase en primer curso del grado de Filosofía y tengo que decir que este caso no es ni mucho menos una excepción. Todos los cursos llegan a mis clases alumnos y alumnas impresionantes, con verdadero deseo de aprender y muy comprometidos con el sistema de instrucción pública en el que se han formado. Y no es que quiera ponerme sentimental, es sólo por intentar compensar un poco, desde mi humilde experiencia, tanta calumnia y tanto desprecio por el mundo de la enseñanza.

Y como no es cosa de que sólo Félix de Azúa o Antonio Elorza puedan dar su opinión sobre el estado de las Universidades españolas, diré que desde la Facultad de Filosofía de la UCM, yo veo las cosas muy distintas. Para empezar porque, como estudié en esa misma Facultad, hace ya muchísimos años, puedo ejerecer como testigo de lo muchísimo que se ha progresado hacia lo mejor. No se trata de eludir la autocrítica y la autoexigencia, que es deber principal de todo ciudadano decente y, desde luego, condición a priori de la inteligibilidad misma de la Facultad a la que pertenezco. Cuando quieran puedo exponer, con verdadero conocimiento de causa y todo el detalle que se me exija, mis inmensas deficiencias, las de mi Departamento, mi Facultad y mi Universidad. Pero precisamente por eso me asombra y me asombra un hecho incontrovertible (en el que no dejan de insistir, dicho sea de paso, los alumnos y colegas que nos visitan en el marco del Programa Erasmus y de otros programas universitarios de movilidad, y si me apuran ¡hasta la mismísima ANECA!): el resultado no es ni mucho menos tan malo como se pretende y, en ocasiones, se diría que es, incluso, excelente. La existencia de un puñado de excelentes profesores y excelentes alumnos puede con toda la miseria, y es más fuerte que la indignidad y la mentira (lo es en la Universidad, pero también, por cierto, en cualquier otra institución pública o privada). Por eso, aunque la penuria sigue siendo mucha, contra todo pronóstico el edificio no se hunde, sino que sigue introduciendo, lenta y esforzadamente, un poco de razón y dignidad en nuestra vida ciudadana, un poco de lo que Platón llamaría ‘Bien’. Nos lo dicen a menudo los estudiantes que se despidieron un día de nosotros y que vuelven, no sin melancolía, a visitarnos. En la Facultad de Filosofía, al menos, tendemos a pensar que hay en general cosas buenas a secas: por ejemplo, que a jóvenes, cuyo destino laboral será seguramente incierto y penoso, les sea concedido un tiempo de libertad para consagrarse al estudio, para hacerse hombres más cultos y mejores, y para tener algo ‘sin condición’ que recordar y desde lo que juzgar después, ya en el lugar (o el no-lugar) que la sociedad les tenga destinado. A propósito de ese puñado de buenos profesores que hay en mi Facultad aprovecho para decir, además, que yo mismo daría cualquier cosa por poder asistir como oyente a sus clases. Una práctica, por cierto, que podría institucionalizarse, en sustitución de toda esa cultura profesional de la formación continua del profesorado, con la que los pedagogos suelen mostrarse tan entusiastas. Es una idea tan simple como un cubo y que podría extenderse a todos los niveles de enseñanza. En las Facultades bastaría con implantar la norma de que los profesores tuvieran cada año que cursar una asignatura de algún otro profesor. No creo que ningún cursillo de expertos en educación pudiera ‘enseñar a enseñar’ mejor que la experiencia de escuchar y aprender de los propios compañeros. (Respecto a qué podría hacerse con los profesores incompetentes o maleantes, a mí mismo no me faltan ideas −que, desde luego, no pasan por las Agencias Externas de Evaluación, ni por la eliminación del sistema de oposiciones─, aunque quizá sí por la recuperación de la institución de la Inspección de Servicios. Intentaré ocuparme del asunto en un libro que estoy preparando, porque no es este el momento de abordar la cuestión).

Y, por último: lo que es más indignante de todo ese desprecio por la Universidad que se destila a diario en los medios de comunicación, y desde algunas atalayas intelectuales, es la falta de respeto hacia el trabajo bien hecho de tantos y tantos estudiantes que hacen las cosas no bien, sino, en ocasiones, impresionantemente bien. Todos los años veo alumnos y alumnas que terminan la carrera y que me hacen sentirme orgulloso de haber compartido con ellos años de estudio, de clases y de proyectos académicos. Alumnos que son de una inteligencia prodigiosa pero que, al mismo tiempo, y aunque no sé muy bien a qué se debe, suelen ser de una modestia chocante y de una honestidad poco corriente. Muchos de ellos (muchos) son los que ahora han estado trabajando a brazo partido en la creación de Podemos. Y la mayor parte lo han hecho sin cobrar, trabajando de forma desinteresada y aportando con humildad su bagaje intelectual a este proyecto que ha unido a tanta gente. Nadie duda de que entre todos han logrado cambiar el panorama político de este país. No sé si ello es suficiente para recuperar en su sentido, y hacer efectivos en la realidad de la vida nacional, los principios de la Constitución que sigue siendo la suya. Pero, gracias a ellos, nunca habremos estado tan cerca de conseguirlo .
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PARTICIPANTE Nº 16

LA IMPORTANCIA DE LA FILOSOFÍA (I)

Artículo de Carlos Fernández Liria
Profesor de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid


No pude participar en las jornadas del pasado 28 de noviembre en defensa de la asignatura de Filosofía. Bajo el lema “Si la quitan de las aulas #FilosofíaEnLaCalle #28N”, se impartieron durante todo el día clases en la calle para llamar la atención sobre el daño que la LOMCE hace a esta asignatura. Con retraso, presento aquí la primera parte (I) de la clase que me habría gustado impartir. Mañana se publicará la segunda parte (II) en esta misma web.

Lo primero que hay que decir es que el tema es mucho más grave de lo que podría parecer si atendemos tan solo al descalabro de la asignatura en los planes de estudio. Cuando una sociedad olvida lo que significa la filosofía está perdiendo algo que, desdichadamente, sólo la filosofía misma es capaz de explicar. Se puede resumir en las palabras que Sócrates dirige al tribunal que acaba de condenarle a muerte.

“No estoy enfadado –les viene a decir Sócrates– porque me hayáis condenado. ¿Quién sabe si la muerte es algo bueno? ¿Quién sabe si, como suelen decir, iré a parar al Hades, donde me encontraré con Ulises, con Agamenón, con Aquiles, con muchos hombres célebres que murieron hace tanto tiempo? Será maravilloso aprovechar entonces para dialogar con ellos. En todo caso, los de ahí no podrán matarme por eso, pues ya estaré muerto. O quizás la muerte sea sólo la nada, como esas noches en que uno duerme sin soñar un solo sueño. Eso tampoco me parece muy malo. En cambio hay una cosa que seguro que sí que es mala: cometer injusticia y desobedecer al que es mejor, tanto dios como hombre, y hacer cosas impropias de un hombre libre. Es absurdo aferrarse a la vida si se pierde aquello por lo que merece la pena estar vivo. Ahora, yo tan sólo voy a perder la vida; vosotros, vais a perder aquello que hace a la vida digna de ser vivida. Así pues, ¡venga, atenienses!, aquí nos despedimos. Yo a morir y vosotros a vivir. Quién de nosotros se dirige a un destino mejor es algo desconocido para todos, excepto para el dios”.

Con esto quiero decir que la filosofía no es sólo una asignatura entre otras. Más bien es el testigo en el sistema de instrucción pública de que el resto de las asignaturas, e incluso la vida misma, pueden merecer la pena. Que son de esas cosas que tienen dignidad y no precio. Si no se entiende esto, es que ya se ha perdido lo esencial y es como si la asignatura misma ya hubiera desaparecido de facto.

Lo que más me ha sorprendido en algunas de las defensas de la asignatura que se han planteado en estos días es que los abogados eran a menudo más dañinos que los fiscales. O por decirlo de otra manera, semejantes “defensores” me han recordado a los amigos de Job que se proponen reconfortarlo haciendo de abogados de Dios y diciéndole, “algo habrás hecho para que te esté pasando todo esto”. Lo mismo ha pasado aquí con el ministro Wert. Es una manera extraña esta de defender la filosofía diciendo que si la filosofía ha desaparecido…, por algo será, algo habrá hecho para que se le haga justicia de este modo. Job responde a sus amigos: “¿Defenderéis la causa de Dios con mentiras?”. Ciertamente, la causa de Dios no se defiende con mentiras, pero la del ministro Wert, sí. Se ha llegado a decir que la asignatura de Filosofía fue ¡“un invento del franquismo”! (igual podría decirse que lo fue la vacuna contra la polio, felicitarse en consecuencia por su eliminación y divertirse con las paradojas de su retirada). La cosa viene de lo que yo creo que fue un debate muy sobrevalorado (y a la postre también muy mal entendido), el debate entre Manuel Sacristán y Gustavo Bueno sobre “el lugar de la filosofía en los estudios superiores” y, más aún, sobre “el papel de la filosofía en el conjunto del saber”, debate que tuvo lugar entre 1967 y 1970 (Gustavo Bueno lo reabrió en 1995 con una intervención sobre “el lugar de la filosofía en la educación”). Esta polémica tuvo un sentido relativo y discutible ya en su época, muy determinado en todo caso por un contexto político de oposición al franquismo, en el que la enseñanza reglada de la filosofía cumplía un papel apologético abominable. Pero nunca he comprendido que lo que entonces se dijo haya podido llegar a servir de pauta para juzgar sobre el asunto en general.

La herencia de este debate, desdichadamente convertido en clásico, ha sido nefasta desde todos los puntos de vista si atendemos a la historia de los efectos. El resultado en general puede resumirse en una perversa e inesperadamente novedosa reconciliación de las posiciones de Sacristán y de Bueno, que aúna a ministros y enfants terribles de la escena cultural española. La filosofía, se dice, es “un saber de segundo grado” y, por lo tanto, no tiene sentido su estudio si previamente no se han estudiado matemáticas, física o, en fin, alguno de esos saberes “de primer grado” a los que consideramos ciencias. Y en consecuencia, pretendiendo defender a Job, inesperadamente, resulta que acaba defendiéndose a Dios (a Wert, en este caso): progresiva supresión fáctica de las asignaturas de Filosofía en el bachillerato y (poco a poco) de las Facultades de Filosofía en la Universidad. Incluso es habitual decir cosas tales como que no otro es el sentido del famoso friso de la Academia de Platón: “No entre aquí quien no sepa geometría”, en virtud del cual, por lo visto, la necesaria supresión de las Facultades de Filosofía, y de la correspondiente licenciatura (hoy “grado”), debería complementarse con la creación de una especie de segundo ciclo asignado (como pedía Sacristán) a un “Instituto central o general de Filosofía” en el que los doctores “científicos”, pero también “profesionales”, “técnólogos” y “artistas” (“miembros”, que no “profesores”, de la susodicha institución) pudieran dialogar e intercambiar impresiones y ocurrencias (“reflexiones”, decía él) “filosóficas”, realizar pertinentes labores de “asistencia” a la investigación y, por supuesto, formar a los futuros “doctores” en filosofía (en ningún caso “licenciados”, pues como hemos dicho, la licenciatura no existiría y para acceder al Instituto ─como estudiante─ habría que ser ya licenciado en alguna especialidad universitaria).

La postura de Gustavo Bueno fue, desde luego, mucho menos despectiva respecto a la sustancialidad de la filosofía, pero sus efectos, a la postre, no han sido muy distintos (por eso hablo de reconciliación de hecho) y los que hemos sido profesores en la Facultad de Filosofía en estos últimos treinta años así lo hemos comprobado y lamentado. La idea de que la filosofía viene “después” ha llevado de hecho a muchos excelentes alumnos convertidos al “Buenismo” a abandonar la carrera para emprender estudios de matemáticas o de física. Y el caso es que, la mayoría de las veces, no ha habido camino de vuelta, sino que más bien se ha cultivado un altanero desprecio por la filosofía (a excepción de los textos sagrados del maestro Bueno) y, desde luego, por la Facultad de Filosofía (en la cual, obviamente, siempre hay mucho que despreciar, pero ni mucho menos tanto como se pretende, porque también ocurren ahí cosas inmensamente bellas y de increíble dignidad epistemológica, como demuestran todos los años decenas de profesores, becarios y alumnos admirables).

Desde luego que lo ideal sería que los matemáticos y los físicos supieran filosofía y los filósofos supieran matemáticas o física, y ya de paso, por qué no, historia, lingüística, griego, latín, biología, antropología, economía y, por supuesto, derecho constitucional y procesal. Pero como en la finitud de nuestra pobre existencia mortal no cabe todo, pues, al final, no veo yo que por ese camino se haya logrado evitar que, así en general, los matemáticos y los físicos no digan más que tonterías cuando hablan de Descartes, de Kant o de Hegel y que, al mismo tiempo, los profesores de filosofía no vivan como una enorme limitación eso de no saber una palabra de termodinámica o de física cuántica (aunque esta situación, al ser más modesta, es menos nociva para el “conjunto del saber”).

En cambio, hay otros perfiles de alumnos muy interesantes y que no avalan precisamente la tesis esa de que la filosofía sea un “saber de segundo grado” (al menos, si se entiende esto como se suele entender, aunque hay que decir que la postura original de Gustavo Bueno era mucho más precisa y compleja). En primer lugar, muchos alumnos llegan a la Facultad de Filosofía “rebotados” de Exactas, Física, Derecho o, incluso, muchos, de Bellas Artes. Y vienen a Filosofía porque estaban hartos, según dicen, de no tener ni idea de qué carajo estaban haciendo ahí, hartos de aprender matemáticas o física como quien aprende una herramienta para hacer operaciones hipercomplicadas que sirven de respuestas y respuestas a preguntas que jamás han sido planteadas. Vienen a Filosofía con la esperanza de enterarse de algo respecto a lo que ahí, en Exactas, Física o Bellas Artes, habían estado practicando. Y hay, además, otro perfil de alumno muy interesante. Suelen ser estudiantes que terminan la carrera de Filosofía con un enamoramiento tan intenso por el saber que, inmediatamente, emprenden (a veces en condiciones económicas y vitales muy precarias) la carrera de Matemáticas, Física o Derecho. Para ninguno de estos dos perfiles la filosofía ha sido, en absoluto, un saber “de segundo grado”.

Y es que la filosofía no es un saber de segundo grado. Respecto a los saberes científicos y positivos de su época tiene un papel de primerísimo grado, en el sentido de que no es posterior, sino más bien, anterior. Aunque con una anterioridad no cronológico-empírica. Desde luego, eso hace que la filosofía “levante el vuelo al atardecer” y que, en cierta forma, tenga que venir después, pues no se puede ser anterior a algo sin que haya algo. Lo que ahora me interesa dejar bien sentado es que pretender sacar de esta “posterioridad de lo anterior” (un asunto filosóficamente muy interesante, sin duda; de hecho, y sin ir más lejos, todo el concepto kantiano de “lo trascendental” consiste en ello) una receta temporal para elegir carreras o colocar asignaturas en un plan de estudios es comprar todas las papeletas para meter la pata con seguridad. Yo, al menos, estoy hasta las narices de escuchar tonterías al respecto. Y, por cierto, creo que precisamente Gustavo Bueno, que en esta polémica sostuvo el que la filosofía “trabaja en un plano trascendental” (y justamente por ello defendió la existencia institucional de la filosofía académica) no estaría del todo en desacuerdo conmigo. En todo caso, estoy seguro de que le horrorizaría la versión “habermasiana” de esta tesis que muchos de sus discípulos han difundido por ahí.

1) Empecemos por el asunto de la enseñanza secundaria y el bachillerato. Puestos a pedir la luna, en estos tiempos en los que (desde la derecha y desde la izquierda) todo el mundo parece que aboga por los eclipses, pienso que el papel de la filosofía debería ser tan absolutamente anterior respecto del resto de las asignaturas que lo que habría que hacer es subordinar todos los departamentos al departamento de Filosofía. Lo que no se puede admitir es que los alumnos no paren de aprender respuestas a preguntas que no saben plantear. Cuando estudié matemáticas y física en el antiguo COU (curso de orientación universitaria) me adiestré, como todos mis compañeros, en resolver las más enrevesadas integrales y derivadas sin tener ni la menor idea de lo que era el cálculo infinitesimal. Tuve que esperar a tercero de mi carrera de Filosofía para que, estudiando a Leibniz y Newton, comprendiera un poco lo que había estado haciendo. Me desespera recordar el año de primaria en que se nos obligó a resolver raíces cuadradas kilométricas, cuando obviamente habría bastado con entender el concepto y que las calculadoras se ocuparan del resto. Porque, en efecto, lo desesperante en estos casos no es -como tantas veces se dice- que se enseñen cosas que no se sabe “para qué sirven”, sino que se enseñen cosas que no se sabe lo que son, que te enseñen a hacer piruetas para resolver operaciones sin haber entendido el concepto teórico de lo que estás haciendo.

Pese a lo que tantos expertos en pedagogía tienden a decir, lo que falta en la enseñanza secundaria y primaria no son prácticas, lo que falta es teoría. Hay, sí, una desquiciante acumulación de contenidos, que tiende a aprenderse disparatadamente de memoria. Pero esa sobreacumulación no es mala porque sean contenidos, sino porque, precisamente, no lo son. Se aprenden recetas para resolver problemas, se adiestra a los muchachos en una especie de gimnasia agotadora y desproporcionada, sin dejarles ni tiempo ni ganas para pensar un rato en lo que están haciendo. Lo peor ha sido el diagnóstico de los pedagogos. Según ellos sobran contenidos y faltan métodos prácticos de aprendizaje. Es todo lo contrario: sobra aprendizaje (de prácticas ciegas y mecánicas) y faltan verdaderos contenidos. La lista de los reyes godos no es un contenido conceptual, es un listado que se puede llevar escrito en el móvil o en cualquier otra chuleta. Pero, por lo mismo, la resolución de integrales o derivadas no es un contenido, sino un ejercicio gimnástico sin sentido que te quita el tiempo y las ganas de comprender lo que es el cálculo infinitesimal. En el bachillerato y la secundaria habría que centrarse en los conceptos, que no son tantos. No pasaría nada, en efecto, porque, por una vez, se confiara un poco en eso que dijo Aristóteles de que todos los seres humanos desean por naturaleza saber y, en lugar de buscar motivaciones lúdicas, psicológicas y heterónomas para el conocimiento, se apostara por aquello que tiene de atractivo el conocimiento en sí mismo. En lugar de aprender jugando (lo que en el mejor de los casos sirve para jugar en lugar de aprender), no pasaría nada por apostar un poco por el juego del conocimiento.

Y este sería, para empezar, un buen papel que la filosofía debería cumplir en la enseñanza secundaria y el bachillerato. Cuidar de que no se aprendan técnicas sin sentido para la resolución de problemas que nadie sabe plantear; y recordar, respecto del resto de las asignaturas, que lo fundamental es comprender lo que se está estudiando. En definitiva, contrarrestar mediante el conocimiento de la historia de la filosofía y la reflexión sobre los problemas fundamentales de la lógica, la metafísica y la ética, la inexorable tendencia a reducir la instrucción de los alumnos en las llamadas materias “científicas” a un adiestramiento operatorio. Todo lo que se encarga a las oficinas de la Pedagogía debería estar en manos de los Departamentos de Filosofía. Y el resultado, estoy seguro, sería mucho mejor desde un punto de vista pedagógico. Ya digo que soy muy consciente de que esto es pedir la luna, pero por pedir que no quede. La filosofía debería ser la columna vertebral de la enseñanza secundaria y el bachillerato. El resto de los departamentos deberían estar subordinados al de filosofía. En cuanto a las asignaturas mismas de Filosofía e Historia de la Filosofía, debería contar con mucho más peso docente y, por supuesto, liberarse de la dictadura delirante a la que la somete el examen de selectividad, que obliga al alumno a aprenderse de memoria una lista absurda de disparates que supuestamente han dicho unas supuestas escuelas filosóficas que, en realidad, jamás han existido.

2) Pasando al asunto de los estudios superiores: puestos a decir que la filosofía es un saber de segundo grado y que debería estudiarse otra carrera previamente para poder estudiar filosofía (y cosas de este estilo que suelen repetirse), yo diría que hay que proponer lo contrario, es decir, que nadie cursara un estudio superior sin antes haber cursado un grado de Filosofía muy exigente. Al menos para los estudios más teóricos como las Matemáticas, la Física, la Sociología o el Derecho. No hace falta que se me diga que esto es inviable, que ya lo sé. Y que no se trata de esto, ya lo sé. Pero sería muy razonable. Porque lo que no se puede hacer es cursar estudios superiores sin comprender lo que significa que sean “superiores”. Y eso solo se puede comprender desde la filosofía (no necesariamente, es verdad, cursando la carrera). Es muy terrible, por ejemplo, escuchar hablar a los sociólogos o a los juristas de Kant, de Locke o de Hegel o de Descartes. Y lo malo es que no estoy muy seguro de que desde esa indigencia se pueda entender muy bien a Max Weber, a Hans Kelsen o a Carl Schmitt. Y lo mismo, aunque no tanto (porque hablan menos de eso), ocurre con los físicos o los matemáticos.

De paso, conviene resaltar (ya que el tema también salió en las referidas Jornadas #FilosofíaEnLaCalle #28N), que si se aplicara hoy en día el famoso y ya citado lema de Platón –“no entre aquí quien no sepa geometrizar”–, no es cierto que sirviera para restringir drásticamente el ingreso en la Facultad de Filosofía, sino que lo haría, más bien, precisamente, respecto a la Facultad de Matemáticas (y todas las facultades teóricas). Para entrar en la Academia no se exigía saber el teorema de Pitágoras, la tabla de multiplicar o el cálculo de matrices. Lo que se exigía era saber distinguir lo que era un estudio superior, es decir, saber distinguir lo que era el saber teórico respecto a todo el entramado de los saberes prácticos, míticos, religiosos, artesanales, etc., en los que los ciudadanos eran ya siempre, de una u otra manera, expertos o especialistas. Por eso Platón insiste una y otra vez en que la aritmética, la geometría, etc. (las llamadas ciencias matemáticas) son “enteramente distintas de lo que de palabra dicen de ellas quienes las practican” (Rep. 527a), es decir, quienes intentan satisfacer las demandas de “los comerciantes y mercachifles” (525c). Si no se plantea en qué sentido la matemática está enteramente anclada en el “giro” del alma desde “el mar de la generación” hacia “la verdad y la esencia” (ibid.), giro en el que consiste la filosofía y cuya dramática autoconciencia es la historia de la filosofía , los matemáticos se convierten en unos especialistas o expertos entre los especialistas y expertos (frente a los cuales surgió precisamente la filosofía) poseedores de técnicas para resolver crucigramas y acertijos muy complicados, que quizás luego son útiles para que los ingenieros construyan puentes y los inversores apuesten calculadamente por su construcción. Ese saber de especialista podrá ser muy complicado y meritorio, pero no tiene nada de “superior”, porque no tiene nada de teórico. Insisto en que no estoy haciendo ninguna propuesta, no soy tan ingenuo. Intento tan solo dejar de escuchar tonterías que denigran a la filosofía y malentienden lo que es un saber científico. Puestos a decir cosas tales como que primero habría que estudiar una ciencia para luego poder estudiar filosofía, es más adecuado plantearlo al revés y decir que la carrera de filosofía debería ser una puerta obligatoria para las facultades teóricas. Pues, de lo contrario, corremos el riesgo de quedarnos sin filosofía y de paso, sin ciencias, convirtiendo la Universidad en lo que, de hecho, ya se está convirtiendo: una escuela de especialistas en técnicas demandadas por el mercado.
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JOSÉ ANTONIO MARINA: "LA PEOR ESCUELA DE FINLANDIA ESTÁ AL NIVEL DE LAS MEJORES NUESTRAS"

Una carta dirigida al ministro de Educación que decía que cualquier reforma educativa debía basarse en el profesorado, llamó la atención de Íñigo Méndez de Vigo hasta el punto de que al día siguiente contactó con el remitente: el pedagogo, filósofo y escritor, José Antonio Marina. Méndez de Vigo le encargó la tarea de elaborar un libro blanco de la profesión docente, que ha visto la luz hace apenas una semana. Diariocrítico ha charlado con Marina sobre la situación del sistema educativo, el papel de los partidos políticos y la sociedad, y las propuestas electorales en materia de Educación.

- ¿Cuáles han sido las primeras reacciones de la comunidad educativa al ‘Libro blanco de la profesión docente’?

Las reacciones han sido las mismas que antes de que saliera, existe un sentimiento de recelo por parte de sindicatos y profesores ante cosas que a mí me parecen de sentido común como es la necesidad de evaluar a los docentes. Sin embargo, por otra parte, quienes han leído el libro se han dado cuenta de que es una concepción nueva de la escuela que no intenta menospreciar a los profesores sino que reconoce que no sólo tenemos que formar a nuestros alumnos sino ser los defensores de su derecho a la educación. Tenemos que saber mucho para poder exigir a los partidos una serie de medidas necesarias y poder explicar a la sociedad cómo debe ser la escuela.

- ¿Y las reacciones de los partidos políticos?

De los partidos solo sé lo que han dicho a los medios de comunicación. Ciudadanos (C´s) se ha comprometido a poner en práctica casi todas las medidas si llega a gobernar, el PSOE ha incluido algunas en su programa, como la referente al MIR educativo, y Podemos ha dicho a los medios de comunicación que no está de acuerdo con el libro. El Gobierno del PP considera que se trata de un buen primer paso para un pacto educativo.

- Fue el nuevo ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, quien le encargó este proyecto. ¿Ha interferido el Gobierno de alguna manera en el contenido del libro?

Para nada, al contrario. Celebro la elegancia del ministerio al respecto porque no se enteró del contenido del libro blanco hasta el día en que se publicó. Cuando me lo encargó (el ministro), yo le dije la fecha de publicación y ya no volvió a decirme nada. Me han dejado trabajar y no han interferido en nada por lo que elogio la imparcialidad del ministro.

- Hay voces dentro de la comunidad educativa que critican el libro por considerarlo incompleto ya que sólo se refiere a la profesión docente y no a todos los problemas de la Educación en nuestro país.

Un libro blanco no es el final sino el comienzo de un debate, que yo espero que empiece pronto porque no tenemos tiempo. Algunas críticas vienen porque el libro no habla de los recortes, las tasas, las becas o los colegios concertados pero es que ése no era el encargo. Lo que tenía que hacer era ‘diseñar’ un mejor modelo de profesión docente. El libro no sólo habla de los profesores de aula sino de todos los que trabajan en el sistema educativo, al tiempo que propone la creación de centros superiores de formación de profesorado que deben ser independientes a la Universidad.

- ¿Cuáles son las medidas o propuestas más innovadoras que recoge el libro?

La más innovadora es la apertura de la escuela a la sociedad para atraer a las fuerzas sociales, ya que la escuela es el centro de una ‘explosión del aprendizaje. Hemos entrado en la sociedad del aprendizaje y tenemos que formar a nuestros alumnos para un mundo imprevisible. Todos los que trabajamos en el sistema educativo tenemos que subir de nivel, convertirnos en una profesión de élite y aprender a trabajar juntos. La escuela debe ser la protagonista de la Educación.

- Una de las medidas quizás más polémica es la de implantar un MIR educativo, ¿por qué crees que es necesario?

En España, ningún gobierno se ha ocupado de la formación de los profesores, y la forma de conseguirlo es organizarlo de una forma eficiente y ‘copiando’ a quienes lo hacen mejor, y como hemos visto que el MIR ha contribuido a la mejora del sistema sanitario, un MIR educativo hará lo propio en esta área.

- ¿En qué consiste el MIR educativo?

Mediante la implantación del MIR educativo, todos los profesores de todos los niveles tendrán que cursar el grado universitario y a partir de ahí, los que quieran entrar en la carrera docente deberán superar una prueba de carácter nacional mediante la que acceder a una plaza docente. Quienes pasen la prueba entran en el MIR, que consiste en un primer curso de alto nivel con parte una parte práctica al que siguen 2 años de prácticas remuneradas en centros educativos. El problema de la formación era haber sido muy teórica y poco práctica. Además, la administración pública asignará anualmente el número de plazas que se necesitan, de forma que se pueda adecuar el número de profesores a las plazas disponibles. Ahora estamos formando al triple de profesores de los que necesitamos, y con este sistema quien pase la prueba y siga la formación, tendrá su plaza.

- La comunidad educativa ha manifestado en repetidas ocasiones su descontento por la implantación de la Lomce, y ha reclamado su derogación inmediata. Usted, sin embargo, propone mantener esta ley, ¿por qué?

El disparate es pensar que se puede cambiar la escuela con el BOE, o lo que es lo mismo, mediante una sucesión de leyes. Lo que yo le planteé al ministro de Educación es que la implantación de la Lomce por parte del titular anterior de esta cartera, José Antonio Wert, no tiene buena salida. Mantener la Lomce es malo porque nadie la quiere, pero quitarla también es malo porque nos conduciría a una situación de vacío. Lo que yo considero la solución ‘menos mala’ es mantener las cosas como están pero con el compromiso de los partidos de elaborar un pacto por la Educación antes de un año, de forma que se pueda elaborar una nueva ley que nos dure 30 años.

- Tanto PP como PSOE han utilizado la Educación como una pelota que cambiaba continuamente de tejado. ¿Son ellos los únicos responsables de los problemas del sistema educativo o la sociedad también tiene algo de culpa?

En España no ha habido una buena gestión de la Educación, y decir ahora que todo el problema educativo son los recortes es falso. Los recortes han agravado un problema ya existente porque antes se destinaba a Educación un 7,5% del PIB y la escuela estaba mal. Está claro que ahora, con una inversión inferior al 5% del PIB no se puede tener una buena educación, pero con el 5% se podría si se gestiona bien. Está claro que detrás de esta gestión están los políticos, aunque no creo que se haya tratado de una conspiración consciente sino de pasotismo y desidia. Además, la Educación parecía no interesar a nadie salvo a los padres con hijos. Si consiguiéramos que la Educación estuviera en un ‘primer plano’ en las encuestas de opinión del CIS, quizás lograríamos que ni la sociedad ni los políticos hicieran oídos sordos.

- ¿Qué pasos se deben dar para mejorar el sistema educativo?

Una de las cosas que más me interesa es convencer a la ciudadanía y a los partidos políticos del ‘compromiso 555’. El primer 5 corresponde a la promesa de destinar un 5% del PIB a Educación, el segundo establece el compromiso de tener una escuela de alta calidad en 5 años, y el tercero, son 5 objetivos educativos que definen un nivel de calidad: rebajar el abandono escolar al 10%, subir 35 puntos en el informe PISA, aumentar el número de alumnos excelentes y reducir la distancia ente los mejores y los peores, atender adecuadamente a los niños con necesidades educativas especiales e introducir en los currículos destrezas necesarias para el siglo XXI orientadas al empleo. Así podríamos equiparar la calidad de nuestro sistema educativo al de Finlandia, cuya peor escuela está al nivel de las mejores nuestras. Esto se puede llevar a cabo en 5 años por eso tenemos que convencer a la ciudadanía para poder presionar a los políticos.

- ¿Qué le parecen las propuestas electorales de los principales partidos políticos en materia de Educación?

Creo que han trabajado muy poco en sus propuestas de Educación. De lo que más me interesa, la idea del MIR educativo o la evaluación de docentes, la llevan varios partidos en su programa, como el PP, PSOE y Ciudadanos. La iniciativa del PSOE de universalizar la educación de 0 a 18 años me parece bien si se refiere a habilitar plazas pero no si se trata de elevar a los 18 la enseñanza obligatoria. Podemos habla de eliminar la enseñanza concertada, y no estoy de acuerdo con esa idea, y creo que no es buena, entre otras cosas por motivos económicos, ya que el Estado tendría que hacer frente a un gasto mayor. Creo que la mayoría de las propuestas que hacen los partidos son muy pobres. Hay que ver la escuela que necesitamos y analizar lo que hace falta para lograrlo.
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PARTICIPANTE Nº 15: DEL ETERNO PROGRESO A LA INCERTIDUMBRE

‘LAS HUMANIDADES DEBEN FOMENTAR EL PENSAMIENTO CRÍTICO’: MARTHA NUSSBAUM

Entrevista a Martha Nussbaum
La filósofa estadounidense habló con El Espectador sobre el papel que pueden jugar las ciencias humanas en un eventual posconflicto.


La filósofa norteamericana recibió el 10 de diciembre el doctorado honoris causa por parte de la Universidad de Antioquia y pronunció un duro discurso sobre las sociedades que están formando los estados con políticas educativas enfocadas en rentabilidad.

“Se están produciendo cambios drásticos en aquello que las sociedades democráticas enseñan a sus jóvenes, pero se trata de cambios que aún no se sometieron a un análisis profundo. Sedientos de dinero, los estados nacionales y sus sistemas de educación están descartando sin advertirlo ciertas aptitudes que son necesarias para mantener viva a la democracia”, denuncia la profesora Martha Nussbam en su libro ‘Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades’ (Katz editores) quizás el trabajo más conocido y citado por diversos intelectuales en Colombia durante los recientes debates que se han entretejido sobre la importancia que los organismos científicos le deben dar a la investigación en ciencias humanas en el país.

Nussbaum visitó Colombia invitada por la Universidad de Antioquia y el Parque Explora. Fue conferencista en tres oportunidades y obtuvo lleno total. Su relación con los más prestigiosos centros universitarios empezó con su formación en las Universidades de Nueva York y Harvard. Ha sido profesora de Oxford y Browm entre muchas otras. Tiene más de 20 grados honorarios y sus publicaciones son continuamente citadas en revistas indexadas y de divulgación científica. Sus trabajos entre ellos ‘Las mujeres y el desarrollo humano’, ‘El cultivo de la humanidad: una defensa clásica de la reforma en la educación liberal’, así como ‘El ocultamiento de lo humano: repugnancia, vergüenza y ley’ son referentes claves para comprender el mundo de hoy. En diálogo con El Espectador enfatizó en la necesidad de una educación para la democracia y el cuidado del medio ambiente.

¿Qué papel pueden jugar las humanidades en la construcción de la paz en Colombia y el mundo?

Veo cuatro roles para las humanidades en Colombia hoy en día. El primero está encaminado a fomentar una cultura de pensamiento crítico y debate respetuoso, muy importante en una democracia que se esfuerza por superar profundas divisiones. Si las personas siguen viendo el debate político como un encuentro deportivo donde el objetivo es derrotar, al contrario, la paz está en serios problemas.

Entonces, ¿qué valores deberían entrar a mediar dicha práctica?

Una cultura pública socrática, que también se ocupa de prevenir la pasividad y la falta de interés, conductas por lo general propicias para que visiones dañinas alcancen el poder.

En segundo lugar, para retomar la pregunta inicial, las humanidades proporcionan visiones normativas de la justicia social, que debe un debate prominente en el futuro. En tercer lugar, las humanidades implican el estudio de la historia, que es esencial para que una nación evite los errores del pasado y pueda avanzar hacia un futuro de compromiso global.

¿Qué relación tienen las humanidades y la simpatía?

Redefinen y amplían la capacidad humana natural de la simpatía, de ponerse en los zapatos del otro, un ingrediente esencial en la superación de las diferencias.

¿Por qué Colombia debe invertir en la investigación en ciencias humanas?

Una razón muy importante está dada por la importancia de las humanidades para la ciudadanía democrática, en las cuatro formas que acabo de discutir. Pero las humanidades también son esenciales para una cultura empresarial sana. Se necesita la imaginación para la innovación y el pensamiento crítico mantiene a raya los errores en los centros de trabajo. Por eso China y Singapur, que no son amigos de la ciudadanía democrática, han decidido recientemente invertir mucho en investigación y docencia en las humanidades y las artes. Por último, las humanidades ayudan a todos a reflexionar sobre el sentido de la vida y la muerte, y pensar el significado de una vida bien vivida. Por esta razón, los adultos mayores están acudiendo en gran número a los cursos de humanidades, porque han sido conscientes que el dominio técnico no es suficiente para lidiar con el sentido de la vida.

Algunas personas creen que las ciencias sociales y humanas no son realmente ciencias, debido a que su investigación no arroja resultados exactos a través de experimentos en laboratorios. ¿Usted qué piensa?

Existen muchas formas de precisión en la vida humana. Las descripciones sutiles de las emociones en novelas como las de Marcel Proust y Henry James son mucho más precisas y matizadas que los hechos que los científicos son capaces de ver en una resonancia magnética del cerebro. En cada área debemos buscar el tipo de precisión adecuada para esa zona. Y mientras que los experimentos de laboratorio nos pueden dar información muy valiosa, no pueden decirnos hacia a donde ir.

Entonces no debemos separar estos dos mundos, ver distante lo biológico de lo social…

Creo que es importante aprender acerca de la sicología humana a través de experimentos, ya que nos dan información sobre nuestros recursos y los obstáculos que pueden acecharnos, pero no nos están dando información sobre los propósitos a seguir. Si tenemos un gran propósito, entonces vamos a poner todo nuestro empeño para superar esos obstáculos. Esto es obvio cuando pensamos en cuestiones físicas: el hecho de que los seres humanos tienden a tener un montón de problemas de espalda no nos hace concluir que todos tenemos que vivir con estas afectaciones. En lugar de ello, nos esforzamos más para encontrar la manera de abordar este problema.

En pleno mundo cambiante, ¿cuál es la relevancia de los pensadores clásicos como los griegos y del siglo XIX y XX para entender la realidad?

En primer lugar, yo no usaría la palabra "clásicos" para referirme únicamente a importantes pensadores occidentales. Existen tradiciones filosóficas clásicas en la India y China y las tradiciones orales de gran valor y antigüedad en África. Creo que es importante estar al tanto de las tradiciones filosóficas de todo el mundo, pasadas y presentes. Pero al mismo tiempo no creer que las tradiciones de Europa Occidental son las únicas. Uno no puede estudiar todas las tradiciones antiguas en profundidad ya que el desafío lenguaje es muy arduo.

¿Cuáles son las tradiciones a las que más les ha dedicado estudio?

Elegí estudiar a los griegos y los romanos. Lo hago al encontrar su pensamiento de gran importancia para la actualidad sobre todo en cuestiones éticas y políticas. La vida humana ha cambiado en algunos aspectos, pero los puntos de vista de Aristóteles sobre la amistad, de Platón sobre el amor, de Cicerón sobre las obligaciones globales, resuenan hoy con nosotros.

¿Qué concepto tiene sobre los trabajos de los pensadores del siglo XIX y XX?

Muchos produjeron obras valiosas, pero para el caso latinoamericano, sus tradiciones intelectuales deben ser, al menos, uno de los focos de su estudio para las nuevas generaciones. Por supuesto, al igual que todo el mundo puede aprender algo del pensamiento de John Stuart Mill y John Rawls que particularmente son dos de mis preferidos, es clave estudiar algunas obras escritas por mujeres, y trabajos que se ocupan de cuestiones como la discapacidad y la orientación sexual, que no fueron discutidos por los filósofos que les antecedieron.

La protección del medio ambiente es la principal tarea política en la actualidad. ¿Cómo pueden contribuir los humanistas a esta tarea?

Discutir el cambio climático, que significa aprender sobre ciencia, también comprende reflexionar sobre la justicia: tanto para las naciones en desarrollo y para sus pueblos, pero también justicia para los no humanos. Una buena discusión ambiental debe ser interdisciplinaria. En nuestra Asociación para el Desarrollo Humano y las Capacidades recientemente tuvimos una excelente discusión sobre los derechos de los animales que incluyeron a filósofos y abogados. Otro ejemplo de este cruce interdisciplinario es el libro ‘Climate Change: Justice’ publicado por mis colegas Eric Posner y David Weisbach ambos economistas que han bebido de la filosofía y sentían la necesidad de recurrir a esta ciencia para abordar las cuestiones normativas, y lo hicieron muy bien. Enseño regularmente una clase sobre la desigualdad global con Weisbach que incluye algunos temas ambientales, para aprender unos de otros. Las Universidades deben promover la enseñanza y la investigación interdisciplinaria en esa importante área.

Su idea de que las humanidades contribuyen a la democracia es bien conocida. Pero en muchos países, estas fueron instrumentalizadas para difundir las ideas dominantes como sucedió en el caso de la desaparecida Unión Soviética y la Alemania Nazi. ¿Cómo entender esto?

Nunca he dicho que cualquier vieja forma de enseñar los viejos textos humanistas contribuye a la democracia. He hecho prescripciones muy específicas. En primer lugar, la enseñanza debe fomentar el pensamiento crítico socrático y la pedagogía debe conducir a una cultura del disenso respetuoso en el que se respete la voz de cada persona. Obviamente los nazis no hicieron nada de esto. Buscaron remplazar el modelo kantiano de la ilustración con una cultura de autoritarismo. En segundo lugar, las humanidades deben enfrentar los hechos de la historia y la cultura mundial honesta y críticamente. Los nazis eran grandes mentirosos, y toda su cultura política se basó en mentiras acerca de los judíos que serían risibles si no hubieran sido tan letales.

También ha hablado del papel de la imaginación…

La formación de la imaginación debe centrarse en la mejora de la comprensión empática de los estudiantes de las minorías y los grupos subordinados en la sociedad, cualquiera que sea, en un momento determinado. Los nazis hicieron todo lo contrario. Crearon literatura que representa a los judíos como alimañas, como animales, y así sucesivamente. Además, se opusieron intensamente se opusieron a que existiera cualquier forma de empatía con los judíos. Por eso estaban tan opuestos a la libertad artística: querían un régimen de propaganda en el que controlaran su mensaje.
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LEER EL MANUSCRITO: INTRODUCCIÓN, ENSAYO, HISTORICISMO Y CONCLUSIÓN

DE PROFESOR A PROFESOR-COACH

Artículo de Andrea Giráldez
Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación.


En los últimos días ha aparecido en la prensa la noticia de que Finlandia prepara un nuevo giro en su sistema educativo. La edición del 3 de diciembre del BBC Mundo ofrecía este titular: ¿Por qué Finlandia está cambiando “el mejor sistema educativo del mundo"?

La noticia hablaba de la introducción de una nueva metodología, conocida como phenomenon learning, de la abolición de las distintas materias como asignaturas separadas y de un cambio fundamental en el desempeño del profesorado:

Los cambios en el sistema educativo en Finlandia también implican importantes cambios para los profesores, quienes ya no tendrán el control acostumbrado sobre sus cursos y deberán aprender a trabajar de forma colaborativa con sus alumnos y con otros docentes.

Su trabajo dejará de basarse tanto en clases magistrales y será más parecido al trabajo de un mentor o de un coach que al de un catedrático.

Hasta marzo de este año, ya 70% de los profesores de Helsinki habían sido entrenados en la aplicación del nuevo método.

La noticia, sin duda positiva, nos ofrece alguna duda cuando el periodista afirma que el trabajo del docente será más parecido al de “un mentor o un coach”, usando ambos términos como sinónimos, puesto que no lo son; pero no es el propósito de este breve escrito hablar de esta diferencia, sino celebrar el hecho de que el coaching vaya a incorporarse de forma sistemática en las escuelas y, además, que el profesorado esté siendo convenientemente formado para ello.

Pero, ¿qué podemos entender cuando decimos que el profesor será un coach?

Del coach deportivo al profesor-coach

Todos sabemos que el coaching tuvo su mayor desarrollo en el ámbito del deporte, de modo que comenzaré con una analogía. Los grandes coaches apoyan a los deportistas para que puedan alcanzar los mejores resultados, desafiando sus propios límites. Este apoyo supone acompañarles en cada etapa de su desarrollo, pero no evitar los riesgos ni los errores, ya que estos son fundamentales para el aprendizaje. Los mejores coaches animan a los jóvenes a esforzarse, a continuar cuando sería más fácil abandonar, a intentarlo otra vez después de la caída y a aprender a amar el deporte. En esta tarea, saben que instruir no es suficiente. De hecho, como hemos podido aprender de Timothy Gallwey, uno de los padres del coaching deportivo y autor de El juego interior del tenis, “siempre hay un juego interior en tu mente, no importa qué esté sucediendo en el juego exterior. Cuán consciente seas de este juego podrá marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso en el juego exterior”. Cuando un profesor “instruye” está olvidando, en la mayoría de los casos, ese juego interior. Y esta es una diferencia importante entre un profesor y un coach (o un profesor-coach): este último no se limita a enseñar, sino que ayuda al estudiante a tomar conciencia, a fijar sus objetivos, a reconocer sus fortalezas y debilidades, y a encontrar sus propias respuestas. De algún modo, podemos decir que el profesor-coach utiliza una serie de técnicas y herramientas del coaching para apoyar a sus alumnos en el camino y facilitar la consecución de objetivos, pero no de esos objetivos que suelen escribirse de manera más o menos automática en las programaciones (cuando no se copian de otros propuestos por las editoriales) sino de objetivos personalizados, adaptados a la realidad y a los intereses individuales. Pero para llegar a esto no podemos obviar un paso previo: el que el propio docente haya atravesado y atraviese por un proceso de coaching porque, en definitiva, no se puede ofrecer lo que no se tiene. Y cuando digo “atravesar por un proceso de coaching” no me refiero a explicar a los docentes la teoría y la práctica del coaching, sino a apoyarles para que puedan comenzar por aplicarlo con ellos mismos. No creo que pueda funcionar de otro modo, simplemente porque no podemos seguir pidiendo cambios a los docentes sin ocuparnos primero de ellos.

Coaching para docentes

Christian van Nieuwerberg y John Campbell, en su artículo titulado Un marco global para el coaching en la educación , sugieren que a la hora de comenzar a crear una cultura del coaching en cualquier institución educativa disponemos de distintos portales o canales de entrada, esto es, que podemos comenzar por alguna de las siguientes opciones: directivos (que es la más frecuente, sobre todo en cursos de liderazgo y coaching para organizaciones educativas), docentes, alumnos o miembros de la comunidad educativa. Si bien todas las opciones son válidas, y en su conjunto proporcionan los mejores resultados, pensamos que el coaching para docentes es clave, ya que en la medida en la que ellos cambien habrá cambios trascendentales en los alumnos y en la comunidad educativa. En nuestra experiencia trabajando con docentes, tanto en talleres presenciales como en el Curso Básico de Coaching en Educación, en el que ya han participado docentes de más de 30 países, las profesoras y los profesores dicen que las actividades les han permitido tomar consciencia, plantearse quiénes son y qué quieren como docentes, revisar sus creencias y valores, y desarrollar algunas de las habilidades fundamentales de un buen coach: escuchar, formular preguntas abiertas, clarificar cuestiones importantes, animar a la reflexión, evitar “decir” o “aconsejar”, crear rapport, no juzgar, desafiar creencias, animar a comprometerse con la acción, reconocer que no tienen todas las respuestas, desarrollar confianza y respeto, centrarse en las soluciones, no en los problemas, creer que tanto los colegas como los estudiantes tienen la capacidad de desarrollarse y cambiar. Sí, cambiar, repensarse, reinventarse, evaluar qué estamos haciendo bien y qué podríamos mejorar… estos son algunos de los desafíos que nos propone el coaching y que nos ayudará a convertirnos en profesor-coach. De hecho, como ha quedado probado en numerosas investigaciones, el coaching es un componente eficaz de los programas de desarrollo profesional y tiene el potencial de llegar a donde otras formas de desarrollo profesional no han podido llegar. Aunque no ofrece una solución rápida, constituye un potente recurso para transformar nuestra profesión, y quizá esta sea una de las principales razones para intentarlo.
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PARTICIPANTE Nº 14

FUNDAMENTOS DEL NUEVO PARADIGMA EDUCATIVO

¿Quién debe gestionar la educación? ¿Políticos o docentes?

"La educación no es de derechas ni de izquierdas, es de todos. La educación no diferencia entre ricos y pobres, es universal”

"Emergentes vanguardias pedagógicas están configurando una nueva cosmovisión del mundo y del ser humano. Participa y colabora en un nuevo paradigma educativo"


¿Quién provee una educación cognitiva imparcial y justa? En España, la educación ha sufrido un adoctrinamiento ideológico desde la Transición con siete reformas integrales del sistema educativo desde 1.980. Cada cuatro años, el gobierno de turno cambia los planes de estudio, imponiendo su ideología política al margen de los profesores docentes a quien, se supone, son los profesionales de la educación.

Sin lugar a dudas, son los docentes más preparados quienes deben tener voz y voto en el sistema educativo, cuyo ejemplo emblemático es el profesor de primaria César Bona, único finalista español a los Global Teacher Prize ("Nobel de educación") de reconocimiento internacional. De un día para otro, este profesor aragonés se ha convertido, probablemente, en el docente más famoso de España. César Bona es el ejemplo de un modelo de escuela diferente a la oficial pues usa estrategias pedagógicas muy innovadoras en las que se da importancia a lo que le interesa a los alumnos. No en vano ha sido "fichado" por el Departamento de Educación del Gobierno de Aragón para darle un vuelco a la metodología que se aplica en los colegios aragoneses. Desde esta plataforma recomendamos encarecidamente su obra La nueva educación , en la que nos propone una renovada pedagogía pero también que la educación debe estar por encima de todos los gobiernos. Más que nunca, la gestión del conocimiento debe estar en manos de los profesionales docentes y no en la de los políticos, quienes la utilizan para fines plutocráticos.

Los actuales cambios en nuestra civilización obedecen a causas históricas, sociales y filosóficas pero, inherentemente, conlleva también cambios en la educación y en la forma que se adquiere el conocimiento como nunca ha habido en la historia. La educación se encuentra en un proceso de transformación. El modelo educativo vigente está desfasado desde hace décadas. Es hasta estúpido intentar enseñar a nuestros niños y adolescentes un contenido al que pueden acceder cuando lo deseen desde cualquier dispositivo con una conexión a Internet. En palabras del doctor en pedagogía y catedrático de la universidad de Málaga, Ángel Pérez: "El modelo educativo es aún el del XIX porque el sistema lo quiere así, pero el docente debe intentar cambiarlo".

Todo cambio de paradigma conlleva inherentemente un cambio también en nuestra cosmovisión del mundo y del ser humano. Emergentes vanguardias pedagógicas están configurando una nueva cosmovisión del mundo y del ser humano. En el actual contexto de crisis globalizada, la educación se presenta como el fundamento para iniciar el retorno del ser humano hacia la razón y el espíritu colectivo. Los niños del futuro deben desarrollar su psiquismo libre de dogmas sociales y en la plenitud del amor. Para dicho objetivo, la comunidad educativa debe ser la responsable de gestionar la educación y el conocimiento como correo de transmisión cultural siendo, entonces, un imperativo lograr la independencia de la comunidad educativa respecto del poder político. Es necesaria una legislación que separe el poder político de la educación, y que ponga en manos de los profesionales docentes el haber y el saber en materia pedagógica.

Para dichos objetivos, la plataforma reivindicativa POR UNA EDUCACIÓN INDEPENDIENTE DEL PODER POLÍTICO pondrá los mecanismos de organización y participación para crear una estructura representativa de portavoces a nivel provincial, regional y estatal. Mediante esta plataforma reivindicativa, los profesionales de la educación podrán participar de una estructura organizativa para debatir el nuevo paradigma educativo, y consensuar un modelo alternativo de educación acorde a las diferentes vanguardias pedagógicas. Para ello, será necesario como primer paso elaborar un manifiesto donde expresar sus reivindicaciones así como las propuestas y líneas generales de actuación para llevar a buen fin la segregación de la educación respecto del poder político.

Con la reivindicación de la independencia de la educación respecto del poder político, esta plataforma pretende promover un debate social, mediático y político para que se atienda las voces de los profesionales docentes, quienes tienen mucho que decir en materia educativa. Aunque la plataforma inicia su actividad en España, tiene un espíritu universal, y por ello hace extensiva su actividad a la internacionalización de su reivindicación en veintiuno países hispano-hablantes.
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PARTICIPANTE Nº 13: PRELUDIO A “UNA EDUCACIÓN CUÁNTICA”.

LA ESCUELA CRIOLLA

Artículo de Carolina Sanín
Escritora y profesora de Literatura de la Universidad de los Andes.


En otras ciudades de Colombia sucede algo parecido, según entiendo, y seguramente también sucede en otras ciudades tercermundistas del planeta, pero hablo de lo que me es más familiar. Los más obscenamente ricos los matriculan en el colegio estadounidense, que de manera significativa lleva el nombre que tenían estas tierras cuando eran una colonia, y pagan el equivalente a varios salarios mínimos mensuales para acceder al beneficio de una educación pública de otro país. Para unos, la pertenencia a ese colegio significa la confirmación de sus viejos fueros, mientras que para otros es la corona de un ascenso social. Para unos y otros, se trata de la manifestación de un privilegio que se define, como todos los privilegios, por medio de la exclusión de los demás.

Están también el costoso colegio inglés, elegante como le parece a esta colonia todo lo inglés, que uniforma a sus estudiantes como los personajes de Harry Potter; el colegio suizo, que ofrece viajes a la nevada suiza; el colegio alemán, y el colegio italiano. Los miembros de la élite de izquierda, adalides de la educación pública, prefieren el colegio francés (les interesa la educación pública, pero en Francia), con la ilusión—desmentida por cualquier periódico de cualquier día— de que Francia no es casi reaccionaria. Todos estos colegios ofrecen, además de la oportunidad de hablar una lengua extranjera con el menor acento local posible, las ventajas de un club: desde pequeños, los colombianos privilegiados establecerán contactos de los que luego se servirán toda la vida. Desde pequeños, sabrán a qué círculo pertenecen, quiénes son los suyos y quiénes son los otros, junto a quiénes mandarán y a quienes han de mandar. Sabrán ubicarse en la sociedad.

La clase media, que en esta como en otras cosas suele imitar a la alta con la esperanza de un día llegar a pertenecer a ella y oprimir igual de fuerte, también da su dinero (el que no tiene) a colegios con nombres de comarcas extranjeras, si bien a veces tienen que transarse por territorios de menor renombre que los ya elegidos por la punta de la pirámide. Más baratos y menos famosos que los aludidos en el párrafo anterior, hay colegios con nombres de estados y pueblos de los Estados Unidos, con nombres de países europeos minúsculos y nada épicos, y con rimbombantes combinaciones binacionales. No me parecen más ridículos que los grandes colegios de la gran burguesía. Unos y otros educan a sujetos coloniales como el José Fernández que José Asunción Silva describió en De sobremesa, alelados con todo lo que no pueden ser, extraviados y convencidos de que tienen la vocación de gobernar sobre coetáneos a quienes no conocen y con quienes no quieren identificarse.

Hay también colegios privados que no hacen explícito en su título el anhelo de internacionalidad, pero que también adoptan sin crítica los modelos extranjeros y cuya aspiración sigue siendo pertenecer a asociaciones educativas de otros países. Están además los colegios de órdenes religiosas (que no educan para otro país, sino para el otro mundo), y los colegios privados castizos y tradicionales, que educan para ser damas y caballeros santafereños, por aparte. Luego están las universidades privadas, en las que se dictan en inglés cada vez más cursos del currículo, y cuya mayor aspiración es figurar en el ranking que sea, desde que sea mundial.

Al tiempo que se esmera en ubicarla socialmente, la sociedad desigual desubica geográfica y culturalmente a sus élites. Criados en la idea de que la educación es la aspiración a ser de otra parte, los estudiantes, que luego mandan y gobiernan (porque, en esta sociedad de escasa movilidad, serán ellos quienes manden y gobiernen), crecen ignorando y despreciando su país. Adicionalmente, aunque no se lo han dicho en su colegio, intuyen que en donde quiera que vayan —y a pesar de su dinero— serán sudacas, o rastacueros, como se decía en tiempos de José Asunción. Que la élite sea avergonzada al tiempo que despectiva constituye una mezcla peligrosa. No es de extrañar que los famosos colegios y universidades privados gradúen a tantos gobernantes y empresarios corruptos, pues, ¿qué tiene de malo robarle a un país que no existe? Ni siquiera el mismo ladrón existe, pues es colombiano pero no colombiano, simulador, desconocedor de su procedencia, ajeno a la fraternidad e incapaz de reconocer los vínculos con lo público: un no ciudadano.
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